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Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
1 
INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE 
Introducción a los Evangelios 
y 
Un panorama de Mateo 
FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 10 
Capítulo 1 
Los mejores libros de la Biblia 
Los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento son 
llamados, con frecuencia, “las biografías de Jesús”, ya que son las 
fuentes de donde obtenemos nuestra información biográfica sobre la 
vida más importante jamás vivida. Pero estos cuatro libros no son 
biografías típicas tal como las consideramos en la actualidad, ya que 
dos de ellas ni siquiera mencionan el nacimiento y los primeros 
treinta años de vida de Jesús. 
El Evangelio de Marcos simplemente dice: “Jesús vino”, y 
nos encontramos con los tres últimos años de un Jesús que ya tiene 
treinta años de vida. Lo mismo sucede cuando leemos el Evangelio 
de Juan. Mateo menciona su nacimiento muy brevemente y luego 
ignora, como los otros, sus primeros treinta años de vida. Lucas es el 
único evangelista que da algunos detalles sobre su nacimiento. 
También rompe el silencio y nos habla de un pequeño incidente 
ocurrido durante los primeros treinta años de vida de Jesús. La 
prioridad de estos autores es decirnos que Jesús vino... y por qué vino 
a este mundo. 
Los Evangelios Sinópticos 
Cuando leemos los cuatro Evangelios, una de las primeras 
observaciones que debemos hacer es que Mateo, Marcos y Lucas 
tienen mucho contenido en común, mientras que el noventa por
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
2 
ciento de lo que contiene el Evangelio de Juan solo se encuentra en 
ese Evangelio. Dado que la mayor parte de su contenido es similar, 
los tres primeros Evangelios son llamados “Evangelios Sinópticos”. 
Marcos presenta los hechos relativos a Jesucristo de manera 
muy concisa y clara. Para aprender a informar clara y concisamente, 
los estudiantes de Periodismo deberían leer el Evangelio de Marcos 
después de leer Mateo y Lucas. Basándose en sus observaciones y un 
estudio de los trasfondos de estos Evangelios, muchos eruditos 
opinan que Marcos fue el primero en escribir, y que tuvo a Pedro 
como testigo ocular informante. En la opinión de estos conocedores, 
Mateo y Lucas usaron el Evangelio de Marcos como base para sus 
propios escritos. Los autores del primer y el tercer Evangelio 
obviamente creían que había una perspectiva de la vida de Jesús que 
Marcos no había registrado. El Espíritu Santo los motivó a escribir 
sus Evangelios porque querían compartir esas perspectivas con 
nosotros. 
Dado que el noventa por ciento del contenido del Evangelio 
de Juan no se encuentra en los Evangelios de Mateo, Marcos y 
Lucas, es obvio que el apóstol Juan quería presentar una perspectiva 
de la vida y el ministerio de Jesucristo que no se encuentra en los 
primeros tres Evangelios. Como el Evangelio de Juan es único, por 
muchas razones, lo estudiaremos por separado de los Evangelios 
Sinópticos. 
La vida de Jesús es un hito fundamental en la historia 
humana. Gran parte del mundo divide la historia en antes y después 
del nacimiento de Jesús. Si usted toma un periódico o una revista de 
cualquier lugar del mundo, tiene la fecha de hoy. Esa fecha refleja 
cuántos años han pasado desde que nació Jesús el Cristo. Para 
cuando hayamos estudiado y resumido en conjunto estas cuatro 
biografías inspiradas, comprenderemos más profundamente la vida 
de un Hombre que solo vivió treinta y tres años, pero marcó tan 
profundamente la historia de nuestro mundo. 
Una clave para la Biblia 
Después de ser crucificado y de haber resucitado de los 
muertos, Jesús tuvo una conversación con los apóstoles. Leemos que 
les dijo algo sobre las Escrituras que abrió completamente el 
entendimiento de estos hombres a la Palabra de Dios. Aunque habían 
estado con Él durante tres años, los apóstoles, aparentemente, no 
comprendían las Escrituras. 
¿Qué fue lo que Jesús les dijo sobre las Escrituras que abrió 
su entendimiento de la Palabra de Dios? Leemos: “Y comenzando 
desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en 
todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27). Cuando 
escucharon que todas las Escrituras hablaban de Cristo, por primera 
vez, los apóstoles las comprendieron. (Obviamente, Jesús se estaba 
refiriendo al Antiguo Testamento cuando hablaba de las Escrituras). 
Jesús también les dijo a los escribas y fariseos: “Escudriñad 
las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
3 
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a 
mí para que tengáis vida” (Juan 5:39,40). 
Oswald Chambers, un extraordinario autor inglés de 
devocionales, creía que estos dos versículos son la clave de toda la 
Biblia. Nunca comprenderemos realmente la Biblia hasta que nos 
demos cuenta de que ¡todo el Antiguo Testamento y todo el Nuevo 
Testamento hablan de Jesucristo! La Biblia no es una historia de la 
civilización. Tampoco fue escrita con la intención de que fuera un 
libro de texto científico sobre los orígenes. La Biblia es un libro de 
texto sobre la salvación y la redención. El propósito de la Biblia es 
presentar a Jesucristo como nuestro Salvador y Redentor, y darnos el 
contexto histórico en que nuestro Salvador y Redentor vino a este 
mundo. 
Si los líderes religiosos hubieran tenido oídos espirituales 
para oír a Jesús, habrían recibido de Él la clave que podría haberles 
abierto el entendimiento a las Escrituras del Antiguo Testamento. Sus 
ojos también hubieran sido abiertos para ver el milagro de que su 
Mesías estaba allí mismo, delante de ellos. 
Esta simple verdad —que toda la Biblia habla de Jesucristo— 
puede abrir nuestro entendimiento del Antiguo Testamento y el 
Nuevo Testamento hoy. Estos cuatro Evangelios son los libros más 
importantes de la Biblia, porque toda la Biblia habla de Jesucristo, y 
estos cuatro Evangelios son sus biografías inspiradas. 
De qué se tratan los Evangelios 
Todo lo que creemos debería comenzar con la mayor 
Revelación de verdad que Dios ha dado a este mundo, que es la vida 
y las enseñanzas de Jesucristo. Uno de los Evangelios nos dice que 
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del 
Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18). La palabra griega que se 
traduce como “ha dado a conocer” es “exégesis”, que significa 
‘extraer la verdad’. Hacer la exégesis de un versículo de la Biblia 
significa sacar de ese versículo toda la verdad que hay en él. 
Aquí se nos dice que Jesucristo extrajo de su íntima unidad 
con Dios toda la verdad que podremos comprender jamás sobre Dios. 
Esto significa que Jesucristo fue la mayor Revelación de verdad que 
el mundo ha recibido de Dios. Todo lo que Él era, todo lo que Él 
hizo, todo lo que Él dijo era una “exégesis” de Dios. Los Evangelios 
son los libros más importantes de la Biblia porque nos hablan de 
Jesús, que reveló totalmente a Dios. 
Hay otro versículo en el Evangelio de Juan que nos dice de 
qué se tratan los cuatro Evangelios. Juan escribe: “En el principio era 
el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (1:1). Más 
adelante en ese capítulo, leemos: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y 
habitó entre nosotros” (v. 14). 
Para ilustrar este gran versículo, lo invito a usar su 
imaginación. Imagine que usted tiene un problema con las hormigas. 
Cuando deja algo dulce sobre la mesa, y vuelve a su casa por la 
noche, la mesa está cubierta de hormigas. Supongamos que decide
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
4 
resolver este problema con las hormigas. Ha descubierto que las 
hormigas vienen de un gran hormiguero que está detrás de su casa. 
Para eliminarlas, usted arroja gasolina dentro del hormiguero, y le 
prende fuego. Las llamas crecen, y las hormigas, sencillamente, se 
meten más profundamente en el hormiguero. Cuando el fuego se 
apaga, las hormigas vuelven a salir y pronto están entrando y 
saliendo de su casa otra vez. 
¿Cómo resolver este problema con las hormigas? Su 
problema no es que usted odie a las hormigas. Su problema es que 
tiene la mesa donde come llena de hormigas. Si pudiera comunicarse 
con ellas, les diría: “Miren, yo no las odio. Simplemente, no quiero 
que suban a mi mesa. Estoy dispuesto a dejarles mucha comida cerca 
de su hormiguero, pero no quiero que entren en mi casa”. Su mayor 
problema es que usted no puede comunicarse con las hormigas. 
Usted es un ser humano, ellas son hormigas, y las personas no 
pueden comunicarse con las hormigas. 
Ahora, use un poco más su imaginación. Si usted amara a las 
hormigas y tuviera poder para hacer cualquier cosa que pudiera por 
ellas, podría transformarse en una hormiga, bajar al hormiguero y 
decirles: “¡Oigan, hormiguitas! Ya sé que parezco una hormiga, pero 
no lo soy. Soy la persona que vive en esa casa grande de allá, y tengo 
una propuesta para hacerles. Estoy dispuesto a hacer un sacrificio por 
ustedes, para ver si podemos llegar a un acuerdo. Dejaré una enorme 
cantidad de comida para ustedes cerca de este hormiguero si ustedes 
se comprometen a mantenerse lejos de mi casa”. 
Sé que la ilustración parece ridícula, pero ¿comprende lo que 
estoy tratando de comunicar? La palabra, el verbo, es un vehículo del 
pensamiento. Dios tenía una verdad que quería comunicarnos, y un 
pacto de salvación que deseaba establecer con nosotros. Nuestro 
amoroso Padre celestial nos amó lo suficiente como para hacer el 
gran sacrificio de dejar el cielo para comunicarnos la verdad. Pero Él 
es Dios, y nosotros somos personas. La mejor manera de comunicar 
una gran idea es “envolverla” en una persona. Por eso, Dios llama a 
su Hijo “el Verbo” y nos dice que se hizo carne y vivió entre 
nosotros durante treinta y tres años. 
Sin duda, sería una gran condescendencia de parte de un 
hombre convertirse en hormiga para comunicarse con las hormigas, y 
sacrificarse por ellas. Pero cuando la Biblia enseña que Dios se hizo 
de carne humana para poder comunicarse con nosotros y salvarnos de 
nuestros pecados, esa fue la mayor muestra de condescendencia que 
este mundo haya visto jamás. 
¡Jesús viene! ¡Jesús vino! 
El problema fundamental que trata la Biblia es que el hombre 
se ha divorciado de Dios, y debe haber una reconciliación para ese 
divorcio. El mensaje del Antiguo Testamento resume la solución para 
ese problema con estas palabras: “¡Jesús viene!”. El mensaje del 
Nuevo Testamento resume la solución para ese problema con dos 
palabras: “¡Jesús vino!”.
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
5 
A lo largo de todo el Antiguo Testamento, los profetas y otros 
nos dicen: “Sé que va a suceder. Le creo a Dios cuando su Palabra 
nos dice que Él va a enviar al Mesías a nuestro mundo”. Escuchamos 
a hombres como Job profetizar: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin 
se levantará sobre el polvo” (Job 19:25). Pero también lo escuchamos 
gritar: “¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!” (Job 23:3). 
En estos Evangelios, escuchamos a personas como Andrés, 
hermano de Simón Pedro, exclamar: “¡Hemos hallado al Mesías!” 
(Juan 1:41). Y cuando una mujer samaritana dice que el Mesías 
vendrá un día, escuchamos a Jesús decir con toda claridad: “Yo soy”. 
Él sostiene que es verdaderamente el Mesías prometido por los 
profetas del Antiguo Testamento (Juan 4:25,26). 
Los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento se llaman 
“Evangelios” porque la palabra “evangelio” significa ‘buena noticia’. 
Cuando los apóstoles resumen y aplican la Buena Noticia de estos 
Evangelios, nos dicen que Dios se ha reconciliado con nosotros 
porque Jesús vino. Resumen el desafío de estas cuatro biografías 
inspiradas de Jesucristo de esta forma: “Así que, somos embajadores 
en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os 
rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 
5:20). 
A medida que estudiemos el Nuevo Testamento juntos, mi 
oración es que, si usted está separado de Dios, se reconcilie con Él a 
través de Jesucristo. Cuando usted esté reconciliado y haya vuelto a 
relacionarse con Dios por medio de Jesucristo, podrá reconciliarse 
con otras personas. Esa es la esencia del mensaje del Nuevo 
Testamento. 
Busque ese mensaje al leer el Nuevo Testamento. El mensaje 
es: paz con Dios, paz con usted mismo, y paz con los demás, porque 
usted cree que Jesucristo, el Mesías prometido, vino a este mundo. 
Capítulo 2 
Declaraciones de misión de Jesús 
Cuando leemos los Evangelios con atención, descubrimos que 
Jesús era un Hombre que tenía una misión, y sabía cuál era esa 
misión. Mientras lee los Evangelios conmigo, escuche a Jesús decirle 
para qué vino. Lo escuchará presentar lo que podríamos llamar su 
“magnífica obsesión”. Cuando Él manifieste claramente el propósito 
de su vida y su misión, no habrá dudas en cuanto a Quién era Él, y 
por qué vino a este mundo. Por ejemplo, en el Evangelio de Juan 
escuchamos a Jesús definir su declaración de misión y los objetivos 
de su misión de esta forma: “Me es necesario hacer las obras del que 
me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie 
puede trabajar” (9:4). También lo escuchamos decir a sus apóstoles: 
“Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. [...]: Mi 
comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su 
obra” (4:32, 34). 
Cuando llegó al final de sus tres años de ministerio público,
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
6 
Jesús fue al huerto de Getsemaní y oró: “Yo te he glorificado en la 
tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (17:4). Sus 
últimas palabras sobre la cruz fueron un grito de triunfo: “Todo se ha 
cumplido” (19:30, NVI). 
El propósito de la vida 
Jesús vivió una vida modelo que nos mostró el propósito de 
una vida humana. Un credo muy conocido que los padres devotos 
enseñan a sus hijos dice: “El propósito principal del hombre es 
glorificar a Dios y disfrutarlo por siempre”. El propósito de una vida 
humana es glorificar a Dios. Pero ¿qué significa glorificar a Dios, y 
cómo se hace? 
Jesús respondió esa pregunta cuando oró, básicamente: 
“Glorifícate a ti mismo, Padre, y envíame la cuenta... estoy dispuesto 
a pagar el precio” (ver Juan 12:23-28). Él demostró la realidad de 
que, al vivir la vida que vivió, realmente pagó el precio que 
glorificaba a Dios, cuando, al final de su vida, declaró: “Yo te he 
glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” 
(Juan 17:4). “Consumado es” (Juan 19:30). “Padre, en tus manos 
encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46). 
En la década de los cincuenta, un joven llamado Jim Elliot y 
otros cuatro misioneros que estaban con él en Ecuador fueron 
martirizados cuando los indios aucas los atacaron con machetes y 
luego arrojaron sus cuerpos descuartizados a un río en la selva. 
Cuando los militares fueron enviados a recuperar los cuerpos, 
encontraron el cadáver y el diario de Jim Elliot. En ese diario, 
borroneadas por el agua, leyeron las palabras: “Cuando, en el plan y 
el propósito de Dios para tu vida, llegue el momento de que mueras, 
asegúrate de que lo único que te quede por hacer sea morir”. 
Al estudiar el Nuevo Testamento juntos, mi objetivo siempre 
será obvio cuando le formule preguntas de aplicación personal, 
como: “¿Qué dice? ¿Qué significa? ¿Qué significa para usted? ¿Qué 
significa para las personas con las que usted se relaciona? ¿Qué 
significa para aquellos a los que usted les enseña? ¿Qué significa 
para Dios?”. 
Todos los días de su vida, Jesús estuvo obsesionado por la 
obra que el Padre deseaba que Él terminara. Día tras día, decía: “Me 
es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día 
dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Juan 9:4). 
Cuando Jesús llegó al final de su vida, no tenía cosas pendientes. Lo 
único que le quedaba por hacer, era morir. 
Para su aplicación personal de esta introducción, quisiera 
hacerle algunas preguntas: 
¿Hay algo que haya comenzado en su vida como 
consecuencia de lo que Jesús terminó por la forma en que vivió su 
vida? ¿Ha encontrado la obra que Dios lo creó y lo ha salvó con el 
fin de que hiciera para su gloria? ¿Está usted completando, o 
cumpliendo esa obra, día tras día? Cuando llegue el momento, en el 
plan de Dios, para que usted muera, ¿podrá decir: “Padre, te he 
glorificado en la tierra. He acabado la obra que me diste que
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
7 
hiciera”? ¿Podrá decir: “Lo único que me queda por hacer es morir. 
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”? ¿O, al reflexionar 
sobre los propósitos de Dios para su salvación en esta vida, tendrá la 
sensación de que quedan cosas pendientes? 
La vida de Cristo 
Una buena manera de encarar el estudio de la vida de 
Jesucristo en los Evangelios es hacerse esta pregunta: ¿Cuáles eran 
las obras que el Padre quería que Él terminara, y que eran tan 
importantes para Jesús? Al final de su sufrimiento, cuando lanzó ese 
gran grito de triunfo en la cruz: “¡Consumado es!”, Él, obviamente, 
había cumplido su misión. Pero ¿qué había terminado, precisamente? 
Los cuatro Evangelios suman, en total, ochenta y nueve 
capítulos. Cuatro capítulos hablan del nacimiento y los primeros 
treinta años de vida de Jesús. Ochenta y cinco capítulos hablan de los 
últimos tres años de su vida. De ellos, veintisiete capítulos cubren la 
última semana de su vida. Cincuenta y ocho capítulos hablan de su 
ministerio de enseñanza, sanidad y el reclutamiento de sus apóstoles. 
En el Evangelio de Juan, aproximadamente la mitad de los capítulos 
hablan de sus primeros treinta y tres años de vida, mientras la otra 
mitad hablan de la última semana de su vida. 
Para los autores de estos Evangelios, los últimos tres años de 
la vida de Jesús son mucho más importantes que su nacimiento y los 
primeros treinta años de su vida. La última semana de la vida de 
Jesús es aproximadamente siete veces más importante que su 
nacimiento y los primeros treinta años de su vida. Los cincuenta y 
ocho capítulos que hablan de su ministerio de enseñanza, sanidad y 
del reclutamiento de sus discípulos demuestran el valor que estos 
autores les otorgaban a esas dimensiones de su vida y ministerio. 
Dado que este panorama del Nuevo Testamento no es un 
estudio profundo, exhaustivo, de los Evangelios, sino una 
introducción y un panorama que intenta mostrarle cómo encarar estos 
Evangelios y darle un cuadro general de ellos, trataré de hacer énfasis 
en lo mismo que lo hicieron los autores de los Evangelios, y de 
concentrar nuestra atención en esas partes de estas biografías 
sagradas. 
La misión prioritaria de Jesús 
Nuestro estudio de estos libros nos mostrará que se llaman 
“Evangelios”, porque informan la “Buena Noticia” de que Jesús vino 
y, cuando vino, fue el Cordero de Dios que vino a quitar el pecado 
del mundo (Juan 1:29). Si tenemos presente el hecho de que somos 
pecadores, sabremos por qué estos escritores creen que esta es una 
“buena noticia”. 
Hay tantos capítulos de estos libros que hacen énfasis en la 
última semana de vida de Jesús porque en esa semana Él hizo todo lo 
que tenía que hacer como Cordero de Dios para salvarnos de nuestros 
pecados. El énfasis, en estos Evangelios, muestra que su muerte por 
nuestros pecados en la cruz en Jerusalén, y su resurrección de los 
muertos era su misión principal y, por lo tanto, su máxima prioridad.
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
8 
Un tercio de lo que dicen los Evangelios es el registro de 
cómo Jesús cumplió la misión principal que le fue asignada por su 
Padre, cuando Dios amó de tal manera al mundo que envió a su Hijo 
a morir en una cruz por nuestra salvación (Juan 3:15-19). Los 
apóstoles hicieron énfasis en la importancia de esta obra salvífica de 
Jesús (1 Pedro 1:18,19; 2:24; 2 Corintios 5:19, 21-6:1,2). 
Otros dos objetivos de misión de Jesús 
Cuando leemos cómo Jesús convirtió sus declaraciones de 
misión en objetivos de misión, hay dos dimensiones más de su vida y 
ministerio en las que se hace énfasis en los Evangelios. Descubrimos 
el primero de estos objetivos de misión al leer, continuamente, sobre 
la dimensión sobrenatural de su vida y ministerio, que es un énfasis 
muy marcado en los cuatro Evangelios. Jesús realizó muchos 
milagros, y la mayoría de ellos fueron de sanidad. 
Si descubriéramos estos documentos sin tener idea de lo que 
son, al leerlos, podríamos pensar que un buen título para ellos sería: 
“Los milagros de Jesús” o “Las sanidades de Jesús”. 
Aproximadamente una tercera parte del contenido de los Evangelios 
relata los milagros de Jesús. Es significativo que este énfasis 
continúe en el ministerio de los apóstoles, en la primera generación 
de su iglesia. 
Cuando lea historia tras historia de los milagros y sanidades 
que Jesús realizó, y vea que los apóstoles de la primera generación de 
la iglesia hacían milagros y sanaban enfermos, pregúntese: “¿Qué 
significación tiene esta dimensión del ministerio del Cristo vivo y 
resucitado hoy?”. Si el mismo Cristo que vivió aquí hace dos mil 
años ahora vive en usted y en mí, ¿cree usted que puede realizar 
milagros y sanarnos a usted y a mí hoy? 
Según su experiencia y sus observaciones, ¿está Jesús 
haciendo milagros, sanando a los enfermos y resucitando a los 
muertos como lo hacía cuando estaba físicamente aquí en la tierra? 
¿Es siempre su voluntad sanar? ¿Sanó Jesús a todos? ¿Estaba — 
está— Jesús más interesado en la salud física o en la salud espiritual 
de todas las personas? ¿Qué cree usted? Cuando conteste esa 
pregunta en el contexto de la sanidad física, no olvide tomar en 
cuenta la sanidad espiritual que experimentan quienes creen y se 
convierten en discípulos de Jesucristo en la actualidad. 
El mensaje de Jesús 
Hay otro objetivo de la misión de Jesús que se resalta en los 
cuatro Evangelios, junto con su muerte y resurrección, y sus muchos 
milagros. Quisiera concluir este panorama introductorio de los 
Evangelios con la observación de que, al menos, la tercera parte del 
contenido de los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento 
registra las palabras que Jesús mismo pronunció. 
Jesús afirma que es el Camino, la Verdad y la Vida, y que no 
podemos llegar a Dios el Padre por ningún otro camino (Juan 14:6). 
Cuando nos dice que es el Camino hacia Dios, se está refiriendo a su 
obra en la cruz, que nos brinda el único camino por el cual podemos
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
9 
llegar a reconciliarnos de nuestro divorcio de Dios y tener una 
relación restaurada con nuestro Padre celestial. 
Cuando nos dice que es la Vida, se refiere a sus milagros; 
entre otros, el de darnos vida eterna y cambiar las vidas de todos los 
hombres y mujeres que creen en Él y son sanados espiritualmente, 
emocionalmente y físicamente. 
Cuando afirma que es la Verdad, sin duda, se refiere a su 
ministerio de enseñanza y predicación. 
Como Hijo de Dios, Jesucristo podría haber dejado su 
ministerio en la dimensión celestial un viernes por la tarde y 
completado la salvación del mundo en un par de días. ¿Por qué pasó 
treinta y tres años en este mundo? Seguramente tendría otras obras 
que completar para su Padre además de todo lo que cumplió con su 
muerte en la cruz y su resurrección. 
Cuando Jesús nos dice que es la Verdad, y cuando Juan lo 
describe como el Verbo hecho carne (Juan 1:14), vemos un 
ministerio suyo que no podía terminarse en una tarde. Dios ya nos 
había dado una Palabra escrita, pero en la providencia y el plan de 
Dios, Jesús nos dio más que palabras escritas. Juan explica lo que 
Jesús nos dio de esta manera: “Pues la ley por medio de Moisés fue 
dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” 
(Juan 1:17). Dios ya nos había dado verdad a través de Moisés y del 
Antiguo Testamento. Pero, a través de Jesucristo, Dios nos dio 
verdad y la gracia o “carisma” para vivirla. Jesús no solo nos dio 
verdad; Él era la verdad que nos dio. Él no solo nos dijo cómo vivir 
la vida; Él vivió esa vida; Él era esa Vida. Todo lo que Jesús era, 
todo lo que hizo y todo lo que dijo era la Verdad que Dios quería 
comunicarnos a través de su Hijo. Por eso el Evangelio de Juan dice 
que Jesús es la Palabra de Vida (Juan 1:1,14). 
Ya hemos visto que el mayor mensaje que Dios habló jamás a 
este mundo fue Jesucristo. La parte de ese mensaje que Él dijo o 
enseñó ocupa la tercera parte del contenido de los cuatro Evangelios. 
Este mensaje de Jesús se presenta de muchas formas. Hay grandes 
discursos, como el Sermón del Monte, el Discurso del Aposento Alto 
y el Discurso del Monte de los Olivos (Mateo 5, 6, 7; Juan 13-16; 
Mateo 24, 25). 
Hay muchos otros discursos menores, especialmente en 
Mateo y Lucas, que, como los Profetas Menores, no son inferiores a 
sus discursos mayores por el hecho de ser breves. Muchos de ellos se 
presentan en forma de parábolas y metáforas, y gran parte del 
mensaje de Jesús se muestra en forma de diálogo. El diálogo es, con 
frecuencia, hostil, con los líderes religiosos de su época, y 
generalmente es Jesús mismo quien lo inicia formulando preguntas. 
(Jesús formula ochenta y tres preguntas solo en el Evangelio de 
Mateo). 
Aparentemente, Jesús entrenó a los discípulos para que le 
hicieran preguntas a Él. El Discurso del Monte de los Olivos (Mateo 
24, 25) y su discurso registrado más extenso, el Discurso del 
Aposento Alto (Juan 13-16), fueron en respuesta a preguntas 
formuladas por los apóstoles. Gran parte de este diálogo es un
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
10 
intercambio hostil con los líderes religiosos. También encontraremos 
gran parte de este diálogo en las muchas entrevistas o conversaciones 
personales de Jesús. Algunas de sus declaraciones más profundas son 
en respuesta a preguntas que Él formuló en el contexto de estas 
entrevistas con personas. 
Cuando usted lea los Evangelios, cada vez que Jesús dice 
algo, sea un gran discurso, una parábola, una oración, algo que Él 
pregunta o dice en respuesta a una pregunta en una entrevista, o en 
un diálogo hostil, recuerde que Él es el Verbo eterno de Dios hecho 
carne, que vivió entre nosotros. Cuando Él habla, nos está revelando 
a Dios; está haciendo la exégesis de Dios para nosotros. Nos está 
dando la revelación más completa de Dios que este mundo jamás 
haya recibido (Juan 1:18). 
Una buena forma de encarar toda la verdad enseñada por 
Jesús es formularnos la siguiente pregunta al acercarnos a su 
enseñanza: “¿Cuál era el sistema de valores de Jesucristo? Según 
todas sus enseñanzas, sin importar la forma en que fueran reveladas o 
declaradas, ¿cuáles eran los valores de Jesucristo?”. 
Cuando lea los Evangelios, busque la misión principal de 
Jesucristo, que se completa en la cruz, cuando conocemos a Jesús 
como el Camino por el cual la humanidad se reconcilia con Dios. 
También busque los milagros de Jesús, especialmente los milagros de 
regeneración y sanidad, que presentan a Jesús como la Vida. Y 
busque el ministerio de enseñanza de Jesús, cuando el Verbo de Dios 
se hizo carne y vivió entre nosotros, lleno de gracia y verdad. Lea los 
Evangelios para ver a Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida. 
Un panorama del Evangelio de Mateo 
Capítulo 3 
La estrategia de Jesús 
En todos los Evangelios, a Jesús no solo se lo muestra como 
un Hombre con una misión. Se lo muestra como un Hombre que 
tiene una estrategia para implementar esa misión. Esto se ve de forma 
especialmente clara en el Evangelio de Mateo. 
Si usted supiera que solo le quedan tres años de vida y 
quisiera alcanzar a todo el mundo con su mensaje, ¿qué haría? Jesús 
sabía que le quedaban tres años de vida y quería llegar a todo el 
mundo con su Evangelio. Sabiendo eso, ¿qué hizo? Formular y 
responder esa pregunta a medida que leemos el Evangelio de Mateo 
nos ayudará a descubrir la estrategia de Jesús para lograr los 
objetivos de su misión. 
Si usted toma cursos o seminarios para ser un ejecutivo 
exitoso, se le dirá que debe analizar, organizar, delegar, supervisar 
y... ¡agonizar! 
En el Evangelio de Mateo, cada vez que leemos que Jesús 
veía a las multitudes y se conmovía por ellas, tenemos una imagen de 
su compasión por todo el mundo y su estrategia para alcanzar al
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
11 
mundo con su mensaje de salvación. Cuando Jesús miraba a esas 
multitudes con compasión, siempre hacía algo estratégico. La 
primera vez que vemos esto en Evangelio de Mateo, Él estaba 
sanando toda clase imaginable de enfermedad en las costas del Mar 
de Galilea. Analizó las necesidades de esa multitud cuando organizó 
lo que yo llamo “el primer retiro cristiano”, donde dio su Sermón del 
Monte (Mateo 4:23-5:2). 
La siguiente vez que vio a las multitudes con compasión, 
delegó en algunos de aquellos que escuchaban sus enseñanzas en el 
monte para que fueran “apóstoles” o “enviados”. Esta palabra 
significa algo similar a lo que es, en nuestro mundo actual, 
“misionero”. Hay una diferencia entre un discípulo y un apóstol. 
Jesús tuvo muchos discípulos (seguidores), pero solo doce apóstoles. 
Podríamos decir que ahora, Él ya ha analizado, organizado y 
delegado en aquellos que implementarán su estrategia para alcanzar 
al mundo. A medida que seguimos el hilo de su estrategia en el 
Evangelio de Mateo, vemos dos incidentes que son casi idénticos. 
Nuevamente Jesús mira a las multitudes con compasión. Esta vez, 
además de todos sus otros problemas, tienen hambre. Los apóstoles 
vienen a Él y le piden que despida a la multitud para que pueda 
comprar comida. Él los desafía con la pregunta: “¿Cuántos panes 
tenéis (vosotros)?”. Y les dice que no deben despedir a la multitud 
porque, como delegados y representantes suyos, ellos pueden 
solucionar la necesidad de esa multitud. Esta historia tan conocida, 
que es el único milagro de Jesús que los cuatro Evangelios registran, 
es, en realidad, una parábola de la visión misionera de Jesús (14:14- 
36; 15:32-39). 
Si comprendemos que la multitud representa al mundo con 
todas sus necesidades, entonces, cuando lo vemos colocar 
estratégicamente a los apóstoles, sus delegados, para que estén entre 
Él y su provisión para las necesidades de esa multitud, estamos 
leyendo una alegoría de la estrategia de Jesús para satisfacer las 
necesidades del mundo. La provisión sobrenatural de Dios para esa 
multitud no pasa directamente de Jesús a las personas. La provisión 
de Dios pasa de Jesús a esa multitud ¡a través de las manos de los 
apóstoles! Aún hoy, ese es su plan. El Cristo vivo y resucitado 
prefiere usar a sus discípulos para entregar su Verdad y su Evangelio 
a quienes necesitan la salvación. 
El inspirado relato de este milagro es obviamente una historia 
en la cual las personas, los lugares y las cosas tienen un significado 
más profundo. La estrategia de Jesús representada por este milagro 
halla su máxima expresión al final del Evangelio de Mateo, cuando 
este registra la forma en que Jesús dio lo que llamamos “la Gran 
Comisión” (Mateo 28:16-20). Cuando Jesús está por ascender al 
cielo y dejar este mundo, comisiona a estos hombres para que 
alcancen el mundo como delegados suyos. 
Podríamos decir que, después de su ascensión, Jesús dio los 
últimos dos pasos del ejecutivo exitoso: supervisar a sus discípulos 
durante más de dos mil años de historia de la iglesia, mientras ellos 
alcanzan al mundo para Él. Y es lógico concluir que también agonizó
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
12 
observando sus esfuerzos. Esto fue particularmente cierto en los 
grandes períodos de persecución que los cristianos sufrieron en los 
primeros trescientos años de su historia. Podemos suponer que sigue 
en agonía, ya que la persecución continuó a lo largo de los dos mil 
años de historia de la iglesia y continúa en muchos lugares del 
mundo aún hoy. También podemos suponer que ha agonizado al ver 
algunos terribles capítulos que se han escrito en la vida de la iglesia. 
Esto debería ayudarnos a comprender la iglesia actual. 
Podemos ver la pura esencia del propósito de la iglesia cuando 
observamos a Jesús implementando su estrategia en el Evangelio de 
Mateo. ¡La iglesia es una organización misionera! La iglesia fue 
creada y dotada de poder por Cristo para ser el vehículo por medio 
del cual la gracia y la verdad de Jesucristo son proclamadas al 
mundo. Todos los planes, programas y actividades de la iglesia deben 
ser considerados como medios para ese fin. 
La gran afirmación de esta verdad es el Libro de los Hechos. 
El Evangelio de Mateo concluye con Jesús comisionando a su iglesia 
para ir y predicar el Evangelio a un mundo perdido. A medida que 
van, deben hacer discípulos, bautizarlos y enseñarles todas las cosas 
que Jesús les ha enseñado a ellos. Eso es exactamente lo que ellos 
hacen en el Libro de Hechos. En el día de Pentecostés, reciben el 
carisma —poder de Dios— para hacerlo, y, al poner en práctica esta 
Gran Comisión, nace la iglesia. 
El Libro de los Hechos es simplemente el registro de cómo 
ellos fueron a su mundo, hicieron discípulos, los bautizaron y les 
enseñaron todo lo que su Señor les había enseñado a ellos. El Libro 
de los Hechos y la historia de la iglesia nos dicen que la estrategia de 
Jesús funciona. Nosotros, que formamos su iglesia en este tiempo, 
aún somos llamados a ir, discipular, bautizar y enseñar todo lo que 
Jesús enseñó. 
Capítulo 4 
Hechos importantes en la vida del Cristo 
No hay personaje en la Biblia al que se le haya dedicado 
menos espacio en relación con su importancia que a Juan el Bautista. 
Jesús dijo que era el hombre y el profeta más grande nacido de mujer 
(Mateo 11:11; Lucas 7:28). 
La vida de Juan el Bautista es relatada muy brevemente en los 
cuatro Evangelios. ¿Por qué es importante su vida? Primero, no solo 
fue el más grande de los profetas. Fue el último. Los profetas 
predicaban la Buena Noticia de que el Mesías iba a venir. Este 
profeta, en cambio, señaló a un Hombre que caminaba por una calle 
de Galilea y dijo a sus discípulos: “He aquí el Cordero de Dios, que 
quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Juan el Bautista fue el 
último de los profetas mesiánicos, el que, literalmente, presentó el 
Mesías al pueblo de Dios.
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
13 
El bautismo de Jesús 
Hay varios hechos importantes en la vida de Jesucristo que se 
relatan en los primeros capítulos de Mateo, Marcos y Lucas. Un día, 
Juan estaba bautizando y vio a un Hombre en la fila, un joven como 
él. Cuando Juan vio a Jesús, le dijo: “Yo tendría que ser bautizado 
por ti”. Pero Jesús le dijo, básicamente: “No, debemos cumplir con 
toda justicia, Juan. Tú bautízame a mí”. Así que Juan bautizó a Jesús. 
Cuando lo hizo, el Espíritu vino sobre Jesús en forma de paloma, y 
Dios el Padre habló: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo 
complacencia” (Mateo 3:17). El relato escrito de este suceso es 
llamado el registro o testimonio de Juan el Bautista. 
Su bautismo no era como el nuestro en la actualidad. El 
bautismo de Jesús es uno de los hechos importantes del Cristo. Fue 
una ceremonia inaugural que lanzó sus tres años de ministerio 
público. Cuando una persona es elegida presidente de una nación, se 
realiza una ceremonia inaugural en la que el nuevo presidente da un 
discurso especial. Jesús comenzó su ministerio con una ceremonia 
inaugural, pero, en este caso, el Orador fue el Dios todopoderoso, y 
su discurso fue muy breve. Fue simplemente: “Este es mi Hijo 
amado, en quien tengo complacencia”. 
La tentación de Jesús 
En el cuarto capítulo de Mateo, vemos que el bautismo de 
Jesús fue seguido por otro importante hecho. El Espíritu lo llevó al 
desierto, donde tuvo una confrontación con Satanás después de haber 
ayunado cuarenta días, y fue tentado tres veces. La primera, el 
tentador vino a Él y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, di a estas 
piedras que se conviertan en pan”. Jesús respondió: “Escrito está: No 
solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca 
de Dios”. Las primeras palabras de Jesús registradas en los 
Evangelios Sinópticos son: “Escrito está” (Mateo 4:4). 
La segunda tentación ocurrió cuando el diablo tentó a Jesús 
para que saltara desde el punto más alto del Templo de Salomón. “Si 
eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles 
mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, para que no 
tropieces con tu pie en piedra” (v. 6). Aquí vemos a Satanás citando 
las Escrituras. Él conoce muy bien la Biblia, y le encanta atacar a los 
creyentes trayendo a sus mentes pasajes bíblicos que los condenan o 
les hacen tener miedo. 
Jesús pronto dirá que Él es Dios en carne humana. ¿Cómo 
podría alguien creer esa afirmación? Satanás le sugiere que use su 
poder sobrenatural para probar sus palabras. Pero Jesús responde a 
Satanás: “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (v. 7). 
La tercera tentación de Jesús fue cuando Satanás le mostró 
todos los reinos del mundo y su esplendor. “Todo esto te daré, si 
postrado me adorares”, le dijo. Pero Jesús respondió: “Vete, Satanás, 
porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” 
(vv. 8-10). 
¿Qué importancia tiene la tentación de Jesús en el desierto? 
Primero que nada, creo que si hubiera habido alguna forma de que
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
14 
Satanás pudiera haber evitado esta confrontación, la habría evitado. 
Debemos comprender que el Espíritu de Dios guió a Jesús el Cristo a 
confrontar a Satanás en el comienzo de su ministerio público. 
Hablando en sentido figurado, es el “hermano mayor”: Jesús, que 
está arreglando las cuentas de su “hermano menor”: Adán, que fue 
acosado por Satanás en el huerto del Edén. La primera tentación de 
Jesús es, básicamente, la misma que Adán y Eva enfrentaron en el 
huerto del Edén. 
Como hemos señalado, Jesús responde a esta repetición de la 
tentación en el huerto del Edén citando las Escrituras: “No sólo de 
pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de 
Dios” (Mateo 4:4). En el huerto, Satanás planteó la pregunta: “¿Así 
que Dios dijo...?”. Adán y Eva dijeron, básicamente: “Sí, Dios dijo”. 
Palabras más, palabras menos, el diablo respondió: “Pues bien, lo 
que Dios dijo no es cierto”. Después de plantear la cuestión general 
de si Dios había hablado, la Palabra que Dios había hablado fue 
cuestionada y desobedecida. 
¿Le suena conocido? El maligno nunca ha dejado de formular 
esas mismas preguntas durante toda la larga historia del pueblo de 
Dios. Estas tentaciones son ejemplos de cómo somos tentados a 
pecar en la actualidad. También es una definición de pecado. Pecado 
es lo que hacemos o dejamos de hacer con relación a lo que sabemos 
que Dios ha dicho. 
La verdad importante con que Jesús responde a esta primera 
tentación es que, si queremos vivir, la Palabra de Dios nos mostrará 
cómo. Cuanto más entendamos la Biblia, más entenderemos la vida. 
Cuanto más entendamos la vida, más comprenderemos y 
apreciaremos la Biblia. La Biblia y la vida se explican mutuamente. 
El propósito de la Biblia es que sepamos cómo vivir. 
En el huerto del Edén, básicamente, la tentación era: Pon tus 
necesidades físicas primero, y lo que Dios quiere que hagas, 
segundo. En otras palabras: Interpreta la Palabra de Dios a la luz de 
tus necesidades físicas. Dios quería que ellos interpretaran sus 
necesidades físicas a la luz de su Palabra para ellos. En cierto 
sentido, la tentación era: “Primero tus necesidades; después, la 
Palabra de Dios”. 
Cuando Jesús fue tentado para que convirtiera las piedras en 
pan, la tentación era: “Has estado ayunando durante cuarenta días. 
Usa tu poder sobrenatural para poner tu necesidad física primero, y la 
Palabra y la voluntad de Dios después”. La respuesta fue: “La 
Palabra primero, las necesidades después”. 
El mensaje de la Biblia puede, en general, resumirse en dos 
palabras: “¡Dios primero!” La respuesta de Jesús a estas tres 
tentaciones puede resumirse en esas dos palabras. Recuerde, la 
tentación no es pecado. La forma en que respondemos a la tentación 
es victoria o es pecado. Nuestra respuesta a la tentación, hoy, 
también debe ser la aplicación de esas dos palabras: “Dios primero”. 
En la segunda tentación, Satanás citó las Escrituras y sugirió 
a Jesús que demostrara que era el Hijo de Dios saltando desde el 
punto más alto del Templo de Salomón. La idea era que, cuando
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
15 
fuera sobrenaturalmente rescatado de su caída, habría probado que 
era el Hijo de Dios. 
Una vez más, Jesús responde citando las Escrituras, 
señalándole a Satanás que Dios dijo que no debemos tentarlo o 
ponerlo a prueba. Hay una línea muy fina entre “poner un vellón”, 
como hizo Gedeón, y poner a prueba a Dios (Jueces 6:37, 38). 
Cuando nos inscribimos en la “Universidad de la Fe”, es decir, 
cuando aceptamos el desafío de hacernos seguidores de Cristo, no 
tenemos derecho de tomarle examen a Dios. Él sí tiene el derecho de 
ponernos a prueba en cualquier momento que lo desee, pero nosotros 
no tenemos derecho de hacerle eso a Él. 
La tercera vez, Satanás tentó a Jesús ofreciéndole todos los 
reinos del mundo si Él simplemente lo adoraba. Una vez más, 
nuestro Señor respondió con un pasaje bíblico similar a aquel con 
que contestó a la primera tentación. “Escrito está: Al Señor tu Dios 
adorarás, y a él sólo servirás” (Mateo 4:10). Nuevamente, la esencia 
son las dos palabras: “Dios primero”. Esta vez, estas dos palabras se 
complementan con otras tres: “¡Solo a Él!”. 
Las aplicaciones personales de estas tres tentaciones de Jesús 
para usted y para mí son obvias. La primera es: “¡Dios primero!”. 
Primero la Palabra de Dios, después, nuestras necesidades. 
Adoremos a Dios, y solo a Él. Todos tenemos momentos en que nos 
sentimos tentados a hacer que la fe sea innecesaria, poniendo a 
prueba a Dios, olvidando que es Dios quien debería probarnos a 
nosotros. 
Después que Jesús lo refutó por tercera vez, leemos que 
Satanás se apartó de Él “por un tiempo” (Lucas 4:12). Estas tres 
palabras significan que Satanás atacó al Salvador con poder, continua 
y despiadadamente durante los últimos tres años de su vida; en 
particular, al acercarse y luego durante el transcurso de esa última 
semana cuando murió y luego resucitó para nuestra salvación. 
Algunos se preguntan si Jesús podría haber cedido a alguna 
de las tentaciones de Satanás. Mientras Jesús estaba siendo tentado 
en el desierto, ¿cree usted que Dios el Padre estaba mirando desde el 
balcón del cielo, conteniendo la respiración y preguntándose: “¿Lo 
logrará?”. ¿Cree usted que fue así? Le aseguro que Dios sabía que su 
Hijo no iba a ser como Adán, que cedió a esas tentaciones. Cuando 
Jesús fue tentado en el desierto, no había forma de que pudiera haber 
caído. 
Entonces... ¿por qué fue tentado? Era muy importante para 
Dios demostrarnos, al comienzo de la vida y el ministerio de nuestro 
Salvador, que Él no podía caer. Uno de los últimos versículos de la 
Biblia dice de Jesucristo: “Y a aquel que es poderoso para guardaros 
sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran 
alegría” (Judas 24). Si el Cristo que fue tentado y no podía caer vive 
en nosotros, ¿puede guardarnos de caer? ¡Claro que sí! Si confiamos 
en Él y andamos con Él, Él puede guardarnos de caer. 
Por la forma en que enfrentó sus tentaciones, Él nos muestra 
cómo responder a las tentaciones del maligno. Satanás trata
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
16 
incesantemente de decirnos: “Pon lo físico primero, y después lo 
espiritual. Pon cualquier cosa primera en tu vida, menos a Dios”. 
El mayor enemigo de lo mejor es, generalmente, lo bueno. 
Así Satanás nos quita lo mejor que Dios tiene para nosotros. Nos 
tienta para que hagamos lo bueno, para hacernos perder lo mejor que 
Dios tiene para nosotros. Dios nos ama y sabe que, cuando lo 
ponemos primero, Él puede darnos lo mejor; por eso, quiere que lo 
pongamos primero y venzamos a Satanás y sus tentaciones. 
Capítulo 5 
El discurso más importante de Jesús 
Jesús dio muchos grandes discursos. En cierto sentido, su 
discurso más importante fue su Sermón del Monte. El Sermón del 
Monte es un resumen conciso de la enseñanza ética de la Biblia toda. 
También es un resumen conciso de la enseñanza ética y relacional de 
Jesús. Cuando consideramos el contexto en que fue dada esta 
enseñanza, nos damos cuenta de que no fue un sermón típico según 
la idea que tenemos de los sermones en la actualidad. 
El contexto del sermón 
Es importante que estudiemos el contexto antes de estudiar el 
contenido de este gran discurso de Jesús. Una de las reglas para el 
estudio bíblico es que siempre debemos tratar de ver los pasajes 
bíblicos en su contexto. La palabra “contexto” se explica a sí misma: 
‘con el texto’. Siempre es importante ver qué viene con el texto que 
estamos estudiando; lo que viene antes, o lo que estaba sucediendo 
en el momento en que fue dada una enseñanza, y qué viene después 
de la enseñanza o el hecho que estudiamos en un pasaje bíblico. El 
contexto nos ayuda a interpretar el pasaje que estamos estudiando. 
Al final del cuarto capítulo de Mateo, encontramos la 
descripción que este apóstol hace del contexto de esta gran 
enseñanza. Leemos que Jesús estaba sanando a enfermos que habían 
recorrido grandes distancias, de muchas ciudades y varios países, 
para ser sanados (Mateo 4:23-5:1). 
Mientras sanaba a las multitudes que se habían reunido 
alrededor de las colinas que bajaban hacia el Mar de Galilea, Jesús 
invitó a algunos de sus discípulos a reunirse con Él en un nivel 
superior de las colinas que se elevan gradualmente desde este mar 
(Marcos 3:13). Esto dividió a la multitud en dos grupos: al pie del 
monte estaban los que eran parte del problema. En ese nivel superior, 
con Jesús, estaban los que, al menos, querían ser parte de la solución 
y la respuesta. Los capítulos 5, 6 y 7 del Evangelio de Mateo 
registran el gran discurso que Jesús dio en este contexto. 
Al contexto de esta gran enseñanza, yo lo llamo “el primer 
retiro cristiano”. Cuando Jesús organizó este retiro, el desafío que 
planteó era: “¿Eres parte del problema o quisieras ser parte de la 
solución?”. En ese retiro, Jesús reclutó discípulos para que fueran 
parte de su solución y respuesta para aquellos que aún eran parte del
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
17 
problema. 
Jesús estaba ministrando a esa multitud de enfermos y sabía 
que estando en un cuerpo, siendo meramente un hombre, nunca 
podría resolver todos esos problemas Él mismo, aunque era Dios en 
forma humana, el Hijo de Dios. Así que analizó la situación. Y 
organizó el primer retiro cristiano. Según Marcos, al nivel superior 
de ese retiro solo se podía asistir por invitación (Marcos 3:13). 
En el capítulo 7, leemos que Jesús concluyó el retiro con una 
extraordinaria invitación. Estoy convencido de que, cuando hizo esa 
invitación, solo doce hombres respondieron. Baso mi convicción en 
el hecho de que, poco después de bajar de la montaña, Jesús 
comisionó a los doce apóstoles. Creo que Jesús reclutó a sus doce 
apóstoles en ese primer retiro cristiano. 
El contenido del sermón 
Jesús comenzó el sermón enseñándoles a sus discípulos 
algunas hermosas actitudes (llamadas “Las Bienaventuranzas”) que 
los harían parte de su solución para los problemas de los que estaban 
al pie de la montaña (5:3-12). Estas ocho actitudes o virtudes 
conforman la mentalidad de un discípulo de Jesús. Según Jesús, la 
forma en que vemos las cosas puede marcar la diferencia entre una 
vida llena de luz y una vida llena de oscuridad (Mateo 6:22,23). 
Las Bienaventuranzas: Algunas observaciones generales 
Estas ocho hermosas actitudes son el sermón; todo el resto de 
esta enseñanza es su aplicación de ese sermón. Los mejores maestros 
y predicadores dedican una pequeña parte de su enseñanza o su 
predicación a presentar la verdad que desean enseñar, y la mayor 
parte del tiempo a ilustrar y aplicar esa verdad. En este discurso, 
Jesús nos muestra un modelo de ese método, ya que dedica unos 
momentos a presentar la verdad que está enseñando (Las 
Bienaventuranzas) y la mayor parte del tiempo a la ilustración y 
aplicación de esas bienaventuranzas. 
El contexto de este sermón muestra la crisis que conlleva 
llegar a ser un seguidor de Cristo, un cristiano. Las hermosas 
actitudes presentan un perfil del carácter que implica el ser cristiano. 
Las cuatro metáforas que siguen a las bienaventuranzas: sal, luz, 
ciudad y vela se refieren al desafío que implica que el carácter 
cristiano haga un impacto en la cultura secular. El asunto básico es: 
¿Es usted parte del problema o es parte de la solución de Jesús? ¿Es 
una de sus respuestas o aún está haciendo preguntas? 
Hay una “línea divisoria espiritual” imaginaria entre la cuarta 
y la quinta bienaventuranzas. A lo largo de toda la Biblia, 
encontramos un patrón que Dios sigue cuando recluta líderes para su 
obra. Estos líderes tienen lo que podríamos llamar “experiencias de 
venir” y “experiencias de ir”. Tienen una significativa “venida” a 
Dios antes de tener una “salida” fructífera para Dios. Son adoradores 
de Dios antes de convertirse en obreros de Dios. Las cuatro primeras 
bienaventuranzas presentan las actitudes que se aprenden al venir a 
Dios, y las otras cuatro presentan las actitudes que debemos aprender
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
18 
cuando salimos para Dios. 
El talento puede desarrollarse en la soledad, pero el carácter 
debe desarrollarse en la corriente de la humanidad, mientras nos 
relacionamos con personas. Las primeras cuatro bienaventuranzas se 
desarrollan en la cima de la montaña, o en lo que Jesús luego llamará 
nuestras experiencias con Dios en el “aposento” (Mateo 6:6). 
Podemos aprender y cultivar las primeras cuatro bienaventuranzas en 
nuestra relación privada con Dios, pero las otras cuatro 
bienaventuranzas deben ser aprendidas y desarrolladas en nuestras 
relaciones con las personas. 
Las bienaventuranzas se dividen, además, en cuatro grupos de 
dobles: los pobres en espíritu que lloran; los mansos que tienen 
hambre y sed de justicia; los misericordiosos que tienen un corazón 
limpio y los pacificadores que son perseguidos. Cada par de 
bienaventuranzas presenta una característica espiritual que debe ser 
aprendida por el discípulo de Jesús antes de poder ser parte de su 
solución y una de sus respuestas. 
Las dos primeras bienaventuranzas enseñan al discípulo a 
decir: “No es cuestión de lo que yo puedo hacer, sino de lo que Él 
puede hacer” o “Sin Él, yo no puedo hacer nada”. El segundo par trae 
esta confesión del discípulo: “No es cuestión de lo que yo quiero, 
sino de lo que Él quiere”. El tercer par representa este secreto 
espiritual: “No es cuestión de quién o qué soy yo, sino de Quién y 
Qué es Él”. El cuarto par de bienaventuranzas da testimonio de los 
resultados de las anteriores y confiesa: “No fue cuestión de lo que yo 
hice, sino de lo que hizo Él”. 
Finalmente, las bienaventuranzas son como subir a la 
montaña. La primera nos lleva un poco arriba, la segunda un poco 
más, la mansedumbre nos lleva hasta las tres cuartas partes del 
camino, y nuestra hambre y sed de justicia nos hacen llegar a la cima 
de la montaña. Estas bienaventuranzas “ascendentes” son las 
bienaventuranzas del venir. 
Todo retiro llega a su fin, y quienes han asistido a él deben 
bajar de la cima. Las bienaventuranzas del ir nos hacen descender de 
la montaña nuevamente. Cuando un discípulo está lleno de la justicia 
de Dios, ¿cómo es? ¿Es como los fariseos, legalistas y que se creían 
muy justos a sus propios ojos? No; leemos que es misericordioso, y 
es misericordioso al tiempo que tiene un corazón limpio. El descenso 
de la montaña para ser parte de la solución de Dios a los problemas 
de la multitud necesitada comienza con ser misericordioso y tener un 
corazón limpio. Cuando el discípulo es un pacificador que es 
perseguido, sabemos que está al pie de la montaña nuevamente, allí 
donde están todos los problemas. 
Las Bienaventuranzas: Algunas observaciones en particular 
“Bienaventurados los pobres en espíritu” 
Ser pobre en espíritu es la actitud correcta hacia nosotros 
mismos. Esta actitud implica darnos cuenta de que, por nosotros 
mismos, nunca llegaremos a ser la solución de Dios. Debemos estar
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
19 
sujetos al Rey, El que sí es la solución. Esa es la primera actitud que 
debemos tener para poder ser parte de la solución para la necesidad 
humana que Cristo quiere ser a través de sus discípulos. En una 
palabra, el estado de gracia descrito como “pobreza en espíritu” es la 
humildad. 
“Bienaventurados los que lloran” 
La segunda actitud hermosa es “Bienaventurados los que 
lloran” (5:4). Una primera interpretación y aplicación de la segunda 
bienaventuranza es que nunca seremos parte de la solución y la 
respuesta de Jesús a todo el sufrimiento representado por la multitud 
que estaba al pie de la montaña si no sufrimos nosotros mismos. Otra 
posible interpretación y aplicación de esta bienaventuranza es que 
lloramos mientras aprendemos que somos pobres en espíritu, o que 
no podemos hacer nada sin Él. 
“Bienaventurados los mansos” 
La mansedumbre es, probablemente, uno de los conceptos 
peor entendidos de la Biblia. No significa debilidad, sino la 
capacidad de ser domado. Imagínese un padrillo, un caballo brioso, 
salvaje, no domado; un animal poderoso que nunca ha tenido un 
bocado en su boca, ni una brida en su cabeza, ni una silla sobre su 
lomo. Toda la fuerza de ese animal está fuera de control. Cuando 
finalmente toma el bocado y acepta la disciplina de la brida y la silla, 
ese animal es una metáfora del significado de la “mansedumbre” 
bíblica. 
Jesús afirmó que Él era manso (Mateo 11:28-30). Cuando lo 
dijo, estaba diciendo lo mismo que cuando hizo otra afirmación. 
Hablando del Padre, dijo: “Yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 
8:29). Jesús había aceptado el yugo, es decir, la disciplina de la 
voluntad de su Padre. Eso lo hacía manso. En esta bienaventuranza, 
Jesús enseña que solo seremos parte de su solución y respuesta para 
este mundo cuando rindamos nuestros deseos a Dios y aceptemos la 
disciplina de su voluntad para nuestra vida y ministerio por encima 
de nuestros deseos personales. 
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia” 
Esta bienaventuranza no dice que debemos tener hambre y 
sed de felicidad, sino de justicia. Observe que en este sermón, Jesús 
hace énfasis en la verdad de que sus discípulos deben ser justos. 
Además de esta bienaventuranza, Jesús pronuncia una bendición 
sobre el discípulo que es perseguido a causa de la justicia. La 
prioridad número uno de un discípulo debe ser la justicia, y la justicia 
de sus discípulos debe ser mayor que la de los escribas y fariseos 
(5:10, 20; 6:33). 
“Bienaventurados los misericordiosos” 
La palabra “misericordia” significa ‘amor incondicional’. 
Una buena paráfrasis de esta bienaventuranza sería “Bienaventuradas
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
20 
las personas que están llenas del amor agape de Dios”. Si usted va a 
bajar de la cima de la montaña para ser parte de la solución para los 
que sufren, debe estar lleno del amor de Dios. Estar lleno de justicia 
es sinónimo de estar lleno del amor de Dios. 
“Bienaventurados los de limpio corazón” 
La palabra “limpio”, en esta bienaventuranza, es, de hecho, el 
término griego del que derivan nuestras palabras “catarsis” y 
“catártico”. La esencia de esta bienaventuranza es que, cuando el 
discípulo ama con el amor incondicional de Dios, toda motivación 
egoísta será removida de su corazón, que quedará limpio. 
“Bienaventurados los pacificadores” 
Un pacificador es un reconciliador. El problema fundamental, 
al pie de la montaña, era la separación. Muchos de los problemas de 
las personas surgen de su separación básica de Dios y de las personas 
que hay en sus vidas. Por eso, en este retiro, Jesús desafió a sus 
discípulos a ser agentes de reconciliación. 
Según Pablo, el objetivo de la misión asignada a los 
discípulos de Jesús es el mensaje y el ministerio de la reconciliación. 
Debemos ir y, básicamente, decirle a la gente: “Dios se ha 
reconciliado con ustedes por causa de Jesús. Como ministro de 
Jesucristo, les ruego: reconcíliense con Dios” (ver 2 Corintios 5:20). 
“Bienaventurados los que sufren persecución” 
Uno pensaría que, si hubiera personas que tuvieran estas 
hermosas actitudes en nuestro mundo actual, serían aplaudidas por la 
gente. Sin embargo, la octava bienaventuranza nos dice que los 
discípulos de Jesucristo son perseguidos por causa de todas estas 
hermosas actitudes. 
El discípulo que tiene estas actitudes confronta a las personas 
con el modelo de lo que ellas deberían ser. Cuando las personas son 
confrontadas, o confiesan sus actitudes equivocadas y aprenden a 
adquirir estas actitudes hermosas, o atacan al discípulo que tiene las 
actitudes hermosas. Durante más de dos mil años, la gente ha elegido 
la segunda opción. 
Un mensajero de la reconciliación va donde está el conflicto, 
y generalmente se trata de un lugar de tremendo peligro. Los 
auténticos discípulos de Jesús siempre —y hoy también— han dado 
su vida por su ministerio de reconciliación. También hay devotos 
discípulos que llevan a cabo sus ministerios de pacificación en sus 
hogares, iglesias, vecindarios, aulas y lugares de trabajo.
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
21 
Capítulo 6 
La aplicación del sermón 
Al perfil de un carácter como el de Cristo que el Señor 
presenta le siguen cuatro profundas metáforas que nos muestran lo 
que pasa cuando ese carácter hace impacto en la cultura pagana. 
Jesús enseñó a sus discípulos que ellos son la sal de la tierra; la luz 
del mundo; una ciudad sobre un monte, que no puede esconderse, y 
una vela en un candelero (Mateo 5:13–16). Estas cuatro metáforas 
son el comienzo de la aplicación de este sermón. Estudiémoslas una 
por una. 
“Ustedes son la sal de la tierra” 
Una interpretación y aplicación obvia de esta metáfora surge 
del hecho de que la sal era la única forma de conservar la carne en 
esa época. Jesús estaba diciendo que este mundo se está pudriendo 
como una carne corrompida, y que sus discípulos son la “sal” que 
puede impedir la corrupción moral y espiritual del mundo. Una 
traducción literal del original sería: “Ustedes, y solo ustedes, son la 
sal de la tierra”. 
Otra posible interpretación de esta metáfora es que ningún 
organismo vivo puede sobrevivir sin sal. Según esta interpretación, 
Jesús les estaba diciendo, básicamente, a sus discípulos: “Las 
personas que están allá abajo, al pie de la montaña, no tienen vida. 
Pero si ustedes viven estas ocho hermosas actitudes, serán el 
vehículo a través del cual ellas hallarán la vida”. 
“Ustedes son la luz del mundo” 
Cuando Jesús miraba las multitudes, lo que lo hacía 
compadecerse más que cualquier otra cosa era que eran como ovejas 
que no tenían pastor. No sabían distinguir su derecha de su izquierda. 
“Ustedes, que saben lo que ellos no saben, son la luz que ellos 
necesitan”. Una vez más, en el original, la frase es: “Ustedes, y solo 
ustedes, son la luz del mundo”. 
Una vela en el candelero 
En esta metáfora, Jesús, básicamente, estaba diciendo: “Antes 
de convertirse en mis discípulos, ustedes eran como velas apagadas. 
Pero ahora que han experimentado el ‘nuevo nacimiento’ que implica 
llegar a ser un discípulo mío, su vela ha sido encendida. Cada vez 
que yo enciendo una vela, ya tengo elegido un candelero donde 
quiero colocarla estratégicamente”. Jesús está diciendo: “Ustedes son 
esa vela en el candelero”. 
Una ciudad sobre una colina 
La cuarta metáfora es la de una ciudad sobre una colina, que 
no puede esconderse. Si tenemos las ocho bienaventuranzas en 
nuestra vida, nuestro testimonio de Cristo no puede esconderse. Los 
discípulos secretos de Jesucristo no existen.
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
22 
Una tortuga sobre una cerca 
¿Alguna vez vio usted una tortuga sobre una cerca? Cuando 
uno ve una tortuga sobre una cerca, algo es seguro: ¡alguien tuvo que 
haberla puesto allí, porque la tortuga, por sí sola, no puede subir a 
una cerca! Cada discípulo de Jesús estratégicamente ubicado debería 
sentirse como una tortuga sobre una cerca. Todos deberíamos mirar a 
nuestro alrededor, darnos cuenta de dónde hemos sido colocados 
estratégicamente en este mundo y, pensando en las metáforas de la 
vela en el candelero y la ciudad sobre la colina, deberíamos decir: 
“Estoy donde estoy porque el Cristo vivo y resucitado me ha 
colocado aquí para ser parte de su solución para los problemas de un 
mundo necesitado”. 
La aplicación continúa 
Jesús continúa su aplicación de este sermón en la parte más 
difícil de este discurso (5:17-48). Comienza esta parte de la 
aplicación haciendo dos afirmaciones muy importantes: primero, que 
no ha venido a destruir la Ley, sino a cumplir la ley de Dios. La 
esencia de la segunda afirmación es que, a menos que la justicia de 
sus discípulos sea mayor que la de los escribas y fariseos, en realidad 
no han comprendido sus enseñanzas (vv. 17-20). 
Observemos que, en este largo pasaje del capítulo 5, Jesús 
dice seis veces: “Oísteis que fue dicho..., pero yo os digo” (ver Mateo 
5:21-48). La mayoría de las veces que Jesús cita lo que había sido 
dicho, no cita a Moisés, sino a los escribas y fariseos. Cita algo que 
ellos enseñaban y que no era, realmente, enseñanza de Moisés ni de 
la Palabra de Dios. Cuando hace referencia a algo que Moisés 
enseñó, se muestra en desacuerdo con la forma en que ellos estaban 
interpretando a Moisés. 
La esencia de su enseñanza es: “Todo lo que yo enseño está 
de acuerdo con la Palabra de Dios. Pero mi enseñanza no concuerda 
con las enseñanzas y las tradiciones de los escribas y fariseos”. En 
esta parte de su discurso más importante, Jesús desafió las 
enseñanzas de esos líderes religiosos. Su desafío de esas enseñanzas 
y esos valores continuó hasta que ellos se dieron cuenta de que no 
podían coexistir con Él, y lo hicieron crucificar. 
El propósito de las Escrituras 
La diferencia fundamental entre la forma en que Jesús y los 
líderes religiosos interpretaban y aplicaban las Escrituras era que, 
antes de aplicar la ley de Dios a la vida de las personas, Jesús la hacía 
pasar por el “prisma” del amor de Dios. Cuando los escribas y 
fariseos enseñaban la ley de Dios, no comprendían ni recordaban el 
propósito o la intención de la Ley cuando fue dada a Moisés en el 
Monte Sinaí, que era el bienestar total del pueblo de Dios. 
La ley de Dios era una expresión del amor de Dios por su 
pueblo. Obviamente, Jesús nunca perdió de vista ese propósito de la 
Escritura. Esa es la esencia de lo que Jesús quería que sus discípulos 
aprendieran y no olvidaran jamás cuando regresaran a la multitud que
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
23 
estaba al pie de la montaña. Les estaba enseñando a sus discípulos 
que ellos debían saber cómo aplicar la ley de Dios a la vida de las 
personas que forman el pueblo de Dios para poder ser sal del mundo. 
Justicia relacional (vv. 21-48) 
Después de hacer estas afirmaciones sobre la importancia de 
las Escrituras en la vida de un discípulo, Jesús muestra a sus 
discípulos cómo aplicar esta enseñanza en sus relaciones. La primera 
relación que trata es la relación con el hermano, o con otro discípulo. 
Es notable escucharlo enseñar que algunas veces, la prioridad no es 
“Dios primero”, sino “primero tu hermano, después Dios”. Esta 
prioridad de enfoque nos muestra cuánto valor adjudica Jesús a 
nuestra relación con los demás creyentes. No podemos ganar al 
mundo si nos perdemos unos a otros. 
Les enseñó cómo debían relacionarse con sus adversarios. 
Vivimos en un mundo muy competitivo. Nuestro adversario es 
nuestro competidor, nuestro oponente (vv. 25,26). Tuvo algunas 
palabras con referencia a las mujeres (vv. 27-30). (Dado que no dio 
instrucciones con respecto a las relaciones con hombres, podemos 
deducir que este fue un retiro solo de hombres). Muchos 
malentienden esta enseñanza. Jesús no estaba enseñando que pensar 
en cometer adulterio era tan grave como cometerlo en la práctica. La 
instrucción para nosotros es que ganemos la batalla contra la 
tentación cuando es nada más que una mirada y un pensamiento. 
Después, Jesús trató sobre la relación del hombre con su 
esposa (vv. 31,32). Les enseñó que su relación con su esposa debía 
ser una relación permanente. Agregue esta instrucción a lo que Jesús 
enseñó sobre las relaciones con las mujeres. Una de las causas de la 
epidemia de divorcios que hay en la actualidad es la infidelidad. 
Cuando hay una epidemia de divorcios, hay una epidemia de familias 
disfuncionales e hijos que sufren. Gran parte del dolor y el 
sufrimiento que hay “al pie de la montaña” se debe a que los 
hombres están perdiendo la batalla contra la tentación, de la que 
Jesús habló en los versículos anteriores (vv. 27-30). 
También se les indica que no acompañen sus compromisos 
verbales con un juramento, como hacían los fariseos. Cuando decían 
“sí”, eso debía significar “sí”; y cuando decían “no”, eso debía 
significar “no”. No solo debían ser hombres de la Palabra (la Biblia), 
sino hombres de palabra, hombres íntegros (vv. 33-37). 
La ética suprema (vv. 38-48) 
Jesús cierra este largo pasaje de aplicación presentándonos la 
ética suprema de toda su enseñanza ética. Lo que Jesús enseña en 
estos últimos versículos representa la enseñanza ética más elevada de 
cualquier religión. Esta enseñanza fue un factor vital en la muerte de 
los apóstoles, así como para millones de discípulos a lo largo de la 
historia de la iglesia. Estos versículos también son considerados la 
enseñanza más difícil de Jesús. Dos de sus afirmaciones más difíciles
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
24 
son que no debemos resistirnos cuando otros nos hagan mal, y que 
debemos amar a nuestros enemigos. 
Recordemos que Jesús no enseñó esta ética al pie de la 
montaña, a una muchedumbre mezclada, sino la enseñó a los que 
estaban en la cima de la montaña, a sus discípulos. Sus discípulos 
eran personas que habían asumido el compromiso de seguirlo y hasta 
morir por Él (Lucas 9:23-25; 14:25-35). Él les había dejado bien en 
claro a todos los que profesaban ser sus discípulos que debían cargar 
su cruz para seguirlo. Cuando Jesús dijo: “No resistan al malo” y 
“Amen a sus enemigos”, simplemente les estaba diciendo dónde, 
cuándo, cómo y por qué causa quería que murieran. 
Durante las “Guerras Santas”, aproximadamente en el año 
1220, Francisco de Asís estaba cuidando a un turco que había sido 
herido. Un cruzado que pasó en su caballo miró a Francisco y al 
turco herido, y dijo: “Si ese turco se sana, Francisco, te matará”. A lo 
que Francisco respondió: “¡Bien, pero antes, habrá conocido el amor 
de Cristo!”. 
El corazón de este pasaje es la pregunta que Jesús formuló: 
“¿Qué hacéis de más [que los otros]?” (v. 47). A lo largo de todo este 
sermón, Jesús está enseñando: “Como discípulo mío, debes ser 
diferente”. Una traducción lo expresa de esta manera: “Si ustedes 
solo aman a los que los aman a ustedes, ¿qué gracia practican? No se 
necesita gracia para amar a los que nos aman”. 
La iglesia del Nuevo Testamento tenía gracia, que había 
recibido en el día de Pentecostés (Hechos 2). Esa gracia le dio a la 
gente de la iglesia del Nuevo Testamento la capacidad para ser 
diferentes. Debemos orar pidiendo gracia cuando nosotros también 
apliquemos esta suprema ética de Jesús a nuestras relaciones con 
nuestros enemigos. 
Capítulo 8 
Tres perspectivas para vivir 
Cuando Jesús enseñó las hermosas actitudes, desafió a sus 
discípulos a ver el centro de su ser y reflexionar sobre cuál era el 
esquema mental que guiaba su vida. En el extenso pasaje que sigue a 
las bienaventuranzas, los desafía a mirar a su alrededor y aplicar las 
bienaventuranzas en sus relaciones más importantes. Cuando los 
discípulos que asistieron al retiro en la montaña escucharon cómo las 
bienaventuranzas se aplican en sus relaciones, especialmente sus 
relaciones con sus enemigos, estaban más que listos para la tercera 
perspectiva sobre la vida que Jesús les enseñó. 
Cuando comenzamos a leer el sexto capítulo de Mateo, 
vemos que Jesús les dijo a sus discípulos que miraran hacia arriba y 
reflexionaran sobre las disciplinas y los valores espirituales de un 
auténtico discípulo. (La palabra “disciplina” y la palabra “discípulo” 
provienen de la misma raíz). Él les presenta tres disciplinas 
espirituales y les enseña que las tres deben ser practicadas 
verticalmente y no horizontalmente.
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
25 
Los fariseos tenían una justicia horizontal, es decir, practicada 
para lograr el aplauso y la aprobación de las personas. Jesús desafió a 
sus discípulos a tener una justicia que practicaran verticalmente, es 
decir, para lograr la aprobación de Dios. Esto es, al menos, parte de 
lo que quiso decir cuando enseñó que la justicia de sus discípulos 
debía ser mayor que la de los escribas y fariseos (5:20). 
La disciplina de dar (vv. 1-4) 
La primera disciplina espiritual que enseña Jesús es lo que 
hoy llamamos mayordomía. Nuestra salud y nuestro bienestar 
espiritual son vitalmente afectados por nuestra fiel práctica de esta 
disciplina espiritual. Debemos dar de forma vertical, es decir, para 
Dios, no para impresionar a las personas. Si le damos a Dios, no es 
necesario que nadie sepa lo que estamos dando. 
La disciplina de la oración: Comunicación con Dios (vv. 5–15) 
No podemos amar a nuestros enemigos, ni ser parte de la 
solución de Cristo en las vidas de aquellos que aún son parte del 
problema, si no sabemos orar. En realidad, ni siquiera podemos 
solucionar nuestros propios problemas si no sabemos orar. Por eso, 
Cristo demostró y enseñó a sus discípulos la disciplina de la oración. 
El punto central de su enseñanza acerca de la oración es que 
debemos estar seguros de que estamos hablando con Dios cuando 
oramos. Jesús enseñó que, si queremos asegurarnos de hablar con 
Dios cuando oramos, debemos entrar a nuestro aposento (o cualquier 
lugar donde podamos estar a solas) y cerrar la puerta. Dado que no 
hay nadie allí que podamos impresionar, salvo Dios, la oración en 
nuestro aposento privado es mejor que la oración pública, según 
Jesús. Él promete que nuestro Dios, que está en lo secreto, honrará y 
responderá nuestras sinceras oraciones hechas en privado. 
En este contexto, Jesús da la mayor enseñanza que haya 
recibido este mundo acerca de cómo orar. Esta enseñanza debería 
llamarse “La oración del discípulo”. Hay siete peticiones en esta 
oración. Después de tratar a Dios como nuestro Padre celestial, hay 
tres peticiones providenciales: tu nombre, tu reino y tu voluntad. Solo 
después podemos orar pidiendo: “Danos”. 
Con estas tres peticiones providenciales, estamos orando: 
“Dios primero”. La oración no es cuestión de llegar a la presencia de 
Dios con una lista de las cosas que queremos y mandar a Dios “de 
compras”. Debemos entrar en nuestro aposento de oración con un 
corazón abierto y pedirle a Dios que nos mande a nosotros a 
conseguir lo que Él quiere. Una vez que tenemos esa prioridad, 
entonces podemos pedir por nuestras peticiones personales. Las 
peticiones personales son: “Danos, perdónanos, no nos metas y 
líbranos”. 
La primera petición personal es: “El pan nuestro de cada día, 
dánoslo hoy” (v. 11). El pan simboliza todas nuestras necesidades. El 
pan que pedimos es solo el de “hoy”. Después, debemos orar: 
“Perdónanos” (v. 12). Jesús no está enseñando que nuestro perdón 
esté basado en el hecho de que perdonemos. Perdonamos porque
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
26 
fuimos perdonados. ¿Cómo podríamos no perdonar a otros cuando se 
nos ha perdonado tanto a nosotros? Pero solo experimentaremos el 
perdón cuando practiquemos el perdón, dice Jesús. 
La siguiente petición es “No nos metas en tentación” (v. 13). 
Esta petición, en realidad, es: “Padre, si Tú ordenas mis pasos, y yo 
sigo tu guía, no tendré que confrontarme con la tentación”. 
La cuarta petición podría traducirse, realmente, como 
“Líbranos del maligno” (v. 13). 
Se nos enseña a concluir nuestras oraciones de la misma 
forma que las comenzamos, básicamente, orando “Dios primero” otra 
vez. Concluimos reconociendo y afirmando que “el poder para 
responder mi oración siempre vendrá de ti, así que el resultado (el 
Reino) siempre te pertenecerá a ti, y la gloria siempre será para ti”. 
La disciplina del ayuno (vv. 16-18) 
Como las disciplinas espirituales de dar y orar, Jesús enseñó 
que la disciplina espiritual de ayunar también debe ser vertical (vv. 
16–18). El ayuno declara a Dios y a nosotros mismos que valoramos 
lo espiritual más que lo físico. Según Jesús, el ayuno demuestra la 
sinceridad de nuestras oraciones. Ciertos milagros no se producen 
sino después de mucha oración y ayuno (Mateo 17:21). 
La disciplina de los valores verticales (vv. 19-34) 
Jesús enseña, después, la disciplina de los valores celestiales 
(vv. 19-34). En este pasaje, presenta otra causa del sufrimiento de los 
que están al pie de la montaña. La gente sufre porque no tiene valores 
espirituales. Para poder ser parte de su solución y una de sus 
respuestas a las personas que aún son parte del problema, los 
discípulos simplemente deben tener los valores verticales, celestiales, 
espirituales de Cristo. 
Hay tesoros en los cielos y tesoros en la tierra. Los discípulos 
de Cristo no deben acumular tesoros en la tierra, que pierden valor y 
pueden ser robados. Deben acumular tesoros en los cielos, que no 
pierden valor y no pueden ser robados. Jesús es brutalmente sincero 
cuando les dice cómo sabrán cuáles son verdaderamente sus valores. 
Una paráfrasis resumida de esta enseñanza, actualmente, sería: “Si 
ustedes quieren saber cuáles son sus valores, miren hacia atrás y 
fíjense en qué han gastado su dinero; y miren hacia atrás y fíjense en 
qué han pasado su tiempo durante los últimos cinco años”. 
Nuestro corazón está donde está nuestro tesoro, y si usted 
quiere saber cuáles son sus tesoros, pregúntese: “¿Cómo gasto mi 
dinero? ¿Cómo paso mi tiempo? ¿Qué es lo que quiero todo el día? 
¿Qué me preocupa todo el día?”. Si usted evalúa sus actividades, sus 
ambiciones y sus ansiedades, encontrará sus valores. 
Cristo concluye este discurso sobre los valores verticales 
enseñando a sus discípulos que su prioridad absoluta debe ser el 
reino de Dios y su justicia: lo que Él les muestra que es justo. Si 
quienes tienen hambre y sed de justicia hacen de este su valor 
prioridad número uno, absolutamente, Dios los bendecirá con todo lo
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
27 
que necesiten en la medida que ellos pongan a Dios y su Reino 
primero. 
Mirar hacia adentro (7:1-5) 
Cuando leemos el séptimo capítulo de Mateo, nos damos 
cuenta de que Jesús, ahora, está terminando este retiro. Después de 
haberlos desafiado a mirar hacia adentro, a su alrededor, y hacia 
arriba, concluye su enseñanza con un veredicto pidiéndoles que 
tomen la decisión deliberada de mirar hacia adentro y examinarse a sí 
mismos. Usando una metáfora humorística, enseña que no debemos 
buscar motas de polvo en el ojo de nuestro hermano, cuando tenemos 
una viga en el propio. Debemos mirar hacia adentro y pedirle a Dios 
que nos juzgue a nosotros antes de poder ayudar a los demás. Por lo 
tanto, debemos tomar la decisión de mirar hacia adentro y sacar la 
viga de nuestro ojo antes de poder ministrar a otros. Jesús nos dice 
que no seamos hipócritas hipercríticos. 
Mirar hacia arriba (7:3-5) 
Jesús continúa cerrando su enseñanza invitando a quienes la 
han oído a tomar la decisión de mirar hacia arriba. Cierra con un 
veredicto su enseñanza sobre las disciplinas y los valores espirituales 
invitando a estos discípulos a mirar hacia arriba con perseverancia: 
pedir, buscar y llamar continuamente. Y a esto le sigue una triple 
promesa: todo aquel que pide, recibe; todo el que busca, halla; y todo 
aquel que llama, finalmente se encontrará frente a una puerta abierta 
(Lucas 11:9-13). 
Mirar alrededor (7:12) 
Cuando aquellos que lo han escuchado están a punto de dejar 
la cima de la montaña, Jesús los invita a tomar la decisión de mirar a 
su alrededor. Esta enseñanza es llamada “la Regla de Oro”. Este 
breve versículo es un resumen de la enseñanza ético-relacional de 
Jesús y de toda la Biblia. 
El desafío esencial de esta enseñanza es: “Si quieres ser la sal 
y la luz que la gente este mundo necesita desesperadamente, ponte en 
el lugar de cada persona que conozcas, y pregúntate: ‘Si yo fuera esta 
persona, ¿qué querría que hiciera un discípulo que ha escuchado lo 
que tú has escuchado en esta montaña?’ Cuando tengas la respuesta 
para esa pregunta, simplemente, ¡hazlo! Esa es la enseñanza de toda 
la Biblia sobre el tema de las relaciones humanas. Todo lo que 
quieras que los hombres hagan por ti, ve y hazlo por ellos”. 
Por aplicación, póngase en el lugar de su cónyuge, hijos, 
padres, hermanos y otros creyentes. Aplique esta enseñanza a todas 
las personas cuyas vidas se cruzan con la suya. Si fuera alguna de 
esas personas, ¿qué querría que hiciera usted? 
No olvide aplicar esta enseñanza a quienes aún no han 
llegado a la fe en Jesucristo, que no han experimentado la salvación 
ni ninguna de sus bendiciones. Pregúntese, entonces: “Si yo fuera esa 
persona, ¿qué querría que hiciera un discípulo de Jesucristo con estas
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
28 
actitudes?”. Cuando tenga la respuesta para esa pregunta, 
simplemente, hágalo, porque esa es la Regla de Oro del evangelismo. 
La invitación (7:13-27) 
Cuando Jesús comenzó este retiro, su invitación era: “¿Eres 
parte del problema, o quieres ser parte de la solución?”. Al final de 
su enseñanza, Jesús lanza el mismo desafío que al principio, solo que 
esta vez, quienes escuchan la invitación ya han profesado que 
quieren ser parte de su solución. Al concluir el retiro, la invitación de 
Jesús es: “¿Qué clase de solución vas a ser?”. 
Para resumir y parafrasear su invitación, digamos que Jesús 
cerró este retiro diciendo: “Hay dos clases de discípulos: los muchos 
y los pocos, los falsos y los verdaderos, los que dicen y los que 
hacen. Los muchos piensan que hay una forma fácil de ser solución y 
respuesta. Ellos nunca llegan a ser parte de mi solución. Pero los 
pocos se dan cuenta de que ser sal de la tierra y luz del mundo 
comienza con una puerta estrecha seguida por una vida disciplinada y 
difícil de discipulado. ¿Serás uno de los muchos, o uno de los pocos? 
¿Vas a ser uno de los falsos o uno de los verdaderos discípulos que 
realmente llega a ser parte de mi solución? ¿Serás uno de los que 
meramente dice, o uno de los que realmente hace lo que he enseñado 
en esta montaña?”. 
La gran metáfora con la que Jesús concluye su mayor 
discurso presenta dos clases de discípulos que están a punto de dejar 
esa cima de la montaña. Jesús presenta dos casas (vidas), una 
construida sobre la roca (el discípulo que obedece las enseñanzas de 
Jesús) y otra construida sobre la arena (el discípulo que no obedece 
sus enseñanzas). Ambos han escuchado sus enseñanzas, pero uno, el 
necio, nunca aplica lo que ha escuchado. Esta tremenda conclusión 
deja bien en claro que la diferencia entre estos dos discípulos es lo 
que hacen con lo que saben (Mateo 7:24-27). 
Ahora que usted ha estudiado esta gran enseñanza, ¿qué clase 
de discípulo será para Jesús? ¿Qué va a hacer con lo que sabe? 
Capítulo 9 
La comisión de los comprometidos 
No tenemos idea de cuántos discípulos asistieron al primer 
retiro cristiano. Como ya he señalado, poco después que Jesús 
concluyó su enseñanza en la montaña con esa extraordinaria 
invitación, comisionó a doce discípulos para que fueran sus 
apóstoles. Jesús, obviamente, reclutó a estos discípulos en ese retiro, 
y luego los comisionó para que compartieran su misión; para que 
fueran parte de su estrategia para alcanzar a todo el mundo con la 
salvación que vino a traer. 
Como le pregunté anteriormente: Si usted supiera que le 
quedan tres años de vida para completar su misión, ¿qué haría? Jesús, 
sin duda, sabía que tenía tres años, por eso envió a estos apóstoles y 
delegó en ellos su deseo de llevar la salvación al mundo. Sus
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
29 
discípulos difundieron fielmente la Buena Noticia durante su vida. 
Cinco siglos después de que Él los comisionara, una persona ni 
siquiera podía conseguir trabajo en el Imperio Romano a menos que 
dijera que era cristiana. De la misma forma, nosotros debemos ser 
fieles en alcanzar a nuestro mundo para Cristo proclamando el 
evangelio en el mundo en el que vivimos. 
Conozcamos a los doce apóstoles 
Jesús pasó toda una noche orando antes de comisionar a estos 
doce apóstoles (Lucas 6:12, 13). Los primeros cuatro apóstoles 
mencionados en Mateo son dos pares de hermanos: Pedro y Andrés, 
y Jacobo y Juan. Estos cuatro hombres trabajaban juntos como 
pescadores. 
Felipe y Bartolomé siempre son mencionados juntos, como 
Tomás y Mateo. Felipe era un hombre de negocios que trabajaba con 
caballos o transporte. En la actualidad, él probablemente hubiera 
trabajado en el negocio de los automóviles. Cuando comparamos las 
listas de los apóstoles según los diferentes evangelios, llegamos a la 
conclusión de que Bartolomé también era conocido como Natanael. 
Tomás era un intelectual, con una mente inquisidora. Hoy 
solemos decir que esa clase de personas dudan, “como Tomás”. 
Mateo era recaudador de impuestos, un publicano, que recaudaba 
impuestos para Roma de sus compatriotas judíos, lo cual significa 
que era un traidor para su propio pueblo. Usted observará que en los 
Evangelios suele hablarse de “pecadores y publicanos”. Esto no 
significa que los publicanos no fueran pecadores. ¡Significa que eran 
una categoría aparte de pecadores en sí mismos! El pueblo judío 
odiaba verdaderamente a los publicanos. Es interesante que Jesús 
haya elegido a un publicano para ser uno de los doce. 
Las últimos cuatro nombres son duplicados en la lista de los 
doce. Por ejemplo, había otro Simón, además de Simón Pedro. Este 
otro Simón era llamado “el cananeo” o “el zelote”. Esto significa que 
era lo opuesto de un hombre como Mateo. Pertenecía a los zelotes, 
guerrilleros que continuaban la resistencia contra Roma, aunque el 
pueblo judío ya había sido conquistado por los romanos. En la 
actualidad, diríamos que era un revolucionario. Los eruditos creen 
que tres, posiblemente cuatro, de los apóstoles eran zelotes. 
Muchas veces me he preguntado de qué hablarían Simón el 
zelote y Mateo el publicano —si es que se hablaban— mientras 
caminaban con Jesús por Galilea, Judea, Jerusalén y Samaria. 
Imagine la situación dramática que se habrá producido cuando Jesús 
les dijo a Mateo el publicano y a Simón el zelote que se lavaran los 
pies mutuamente y se amaran el uno al otro (Juan 13:34,35). 
Hay otro Jacobo en la lista de los doce, llamado “Jacobo hijo 
de Alfeo”. Este Jacobo también es llamado “Jacobo el menor”, que 
probablemente significa que fuera más bajo o menor en edad 
(Marcos 15:40). También había dos Judas. Uno es Judas “el hermano 
de Jacobo”, también llamado “Tadeo” o “Lebeo,” y Judas Iscariote, 
que traicionó a Jesús.
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
30 
Los apóstoles debían predicar el Evangelio y demostrar el 
reino de Dios por medio de señales y prodigios. Debían sanar a los 
enfermos, limpiar a los leprosos, echar fuera demonios y resucitar 
muertos. Debían predicar y dar el evangelio gratuitamente, sin pedir 
nada a nadie, confiando en que Dios iba a satisfacer cada una de sus 
necesidades. Debían vivir por fe. 
Jesús advirtió a los apóstoles que no serían bien recibidos. 
Los advirtió: “Yo os envío como a ovejas en medio de lobos” 
(10:16). Básicamente, les estaba diciendo: “El mundo no les deseará 
nada bueno cuando ustedes obedezcan mi comisión y pongan en 
práctica mi estrategia”. Esto sigue siendo cierto aún hoy. 
Una tarea 
Usted aprenderá y será bendecido si responde estas seis 
preguntas acerca de estos doce hombres con quienes Jesús pasó sus 
tres años de ministerio público y a quienes confió su misión en este 
mundo: 
¿Qué estaba haciendo este hombre cuando conoció a Jesús? 
¿En qué cambió eso como resultado de conocer a Jesús? 
¿Dónde murió? 
¿Qué estaba haciendo cuando murió? 
Según lo que pueda averiguar en la Biblia y otras fuentes, 
¿cómo murió? 
¿Por qué Jesús eligió a este hombre en particular para que 
fuera su apóstol? 
Jesús exigió un tremendo nivel de compromiso cuando hizo 
aquella invitación en la cima de la montaña, porque sabía que estos 
apóstoles iban a sufrir y morir por Él. ¿Hasta qué punto se ha 
comprometido usted con Jesucristo? ¿Es usted auténticamente su 
discípulo? ¿Está dispuesto a tomar un compromiso con Jesús como el 
compromiso que vemos en las vidas de los apóstoles? 
Capítulo 10 
Las parábolas de Jesús en Mateo 
El capítulo 13 de Mateo es el gran capítulo de parábolas de 
este Evangelio. La palabra “parábola” (en griego: para ballo) deriva 
de dos palabras. Para significa ‘al lado de’. Ballo es ‘arrojar’. La 
parábola es una historia que se “arroja al lado” de una verdad que se 
trata de enseñar. Jesús fue el Maestro absoluto de la parábola. 
Hubo un período en su ministerio en que Jesús enseñó 
exclusivamente en parábolas. Un motivo para esto fue que no iban a 
arrestarlo por contar historias “insignificantes” que las autoridades no 
comprendían. Solo quienes tenían el Espíritu Santo para enseñarles 
comprendían sus parábolas. El capítulo 13 de Mateo es el gran 
capítulo de las parábolas o historias de este Evangelio. Dado que este 
estudio no es más que un panorama y una introducción a dicho 
Evangelio, solo tendré tiempo de presentarle el concepto de la 
parábola y darle algunos ejemplos de parábolas que Jesús enseñó.
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
31 
Jesús comienza con la Parábola del Sembrador. Un 
sembrador sale a sembrar semillas en el campo. Toma las semillas de 
su bolsa y las arroja. Algunas caen en suelo duro, un camino donde 
había caminado gente. Esa semilla, simplemente, quedó sobre la 
superficie. Nunca penetró el suelo, y los pájaros vinieron y se la 
comieron. 
Algunas otras semillas cayeron donde la tierra estaba suelta, y 
esa semilla comenzó a dar raíces, pero, debajo de la superficie, había 
piedras. Así que las raíces chocaron contra la piedra y cambiaron de 
dirección. Cuando salió el sol, la planta producida por esa semilla se 
quemó y no dio ningún fruto. 
Algunas semillas cayeron en buen suelo, profundo, bien 
regado, y la semilla echó raíces. Pero cuando las plantas comenzaron 
a crecer, se encontraron con espinos que las ahogaron, de modo que 
tampoco produjeron fruto. 
Las últimas semillas del sembrador cayeron en buena tierra. 
No había problemas allí, ni sobre la tierra ni debajo de ella. Esas 
semillas produjeron fruto; algunas, treinta; otras, sesenta; y otras cien 
veces más que lo plantado. 
Cuando leemos por primera vez esta parábola, coincidimos en 
que debe llamársela la “Parábola del Sembrador”. Pero cuando la 
estudiamos con mayor detenimiento, podemos llegar a pensar que 
debería llamarse la “Parábola de las Semillas”. Dado que la semilla 
es la Palabra, esta parábola es una profunda enseñanza sobre la 
Palabra de Dios y algunas cosas que suceden cuando se la enseña o 
se la predica. “Mirad, pues cómo oís” es la forma en que Lucas 
aplica el significado de esta parábola (Lucas 8:18). 
Después de enseñar esta parábola, cuando Jesús estaba solo 
con sus apóstoles, ellos le preguntaron sobre la parábola, y Él la 
interpretó para ellos. Les dijo que la semilla que el sembrador 
sembraba era la Palabra de Dios, y los cuatro tipos de suelo 
representan cuatro formas en que las personas responden a la 
Palabra. 
Cuando leemos la interpretación de la parábola, nos damos 
cuenta de que un título mejor para ella sería la “Parábola de los 
Suelos”. Cuando reflexionamos sobre el hecho de que el centro de la 
parábola es cómo las personas responden a la Palabra de Dios, nos 
damos cuenta de que el mejor título sería “Cuatro maneras de 
escuchar la Palabra de Dios”, porque esta parábola nos presenta 
cuatro formas en que las personas responden a la Palabra de Dios 
cuando se les enseña o predica. 
Cuando la Palabra es presentada, la primera persona ni 
siquiera la comprende; su mente, o su entendimiento, está 
endurecido, no puede ser penetrado, y no produce fruto. 
La segunda persona comprende la Palabra. Esta penetra en su 
entendimiento, pero el suelo rocoso que impide que las raíces lleguen 
a lo profundo de la tierra representa lo que Jesús llama, en otro lugar, 
“el corazón endurecido”. Esto nos sugiere que su voluntad no ha sido 
penetrada, y su compromiso es superficial. Creen la Palabra, pero
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
32 
cuando llega la tribulación o la persecución, pronto se apartan o caen, 
y no dan fruto. 
La tercera persona no es vencida por nada que esté debajo del 
suelo ni dentro de su vida, como el entendimiento de su mente o el 
compromiso de su voluntad. Es vencida por fuerzas exteriores a su 
vida, que están por encima del suelo, como el engaño de las riquezas 
o los placeres que las acompañan. También es posible que sea 
vencida por “los cuidados de este mundo”, es decir, la preocupación 
por la riqueza que tiene o no tiene. En la parábola, los obstáculos son 
espinos que ahogan la planta que la Palabra quisiera hacer crecer en 
el suelo de su vida. Esta tercera persona tampoco da fruto. 
Podríamos decir que la primera persona tiene una “cabeza 
dura”. La segunda persona tiene un corazón duro, y la tercera es 
distraída por decisiones difíciles. 
El cuarto tipo de suelo representa la forma en que Jesús 
quisiera que todos respondiéramos cuando escuchamos la Palabra de 
Dios. No hay nada bajo el suelo o sobre él que impida el crecimiento 
ni que la planta dé fruto. Esto representa a la persona que decide que 
nada en su vida, como su entendimiento o su terca voluntad, 
impedirá que dé fruto. También está decidida a que ninguna fuerza 
externa a su vida impida que cumpla los propósitos para los cuales 
Dios le dio su Palabra. 
Lucas describe a estas personas diciendo que “con corazón 
bueno y recto retienen la palabra oída” y esto las hace fructíferas 
(Lucas 8:15). Lucas también explica la esencia de esta profunda 
parábola con estas palabras: “Mirad, pues, cómo oís [la Palabra de 
Dios]” (Lucas 8:18). 
La verdad de esta profunda parábola es muy obvia para 
cualquiera que enseñe o predique la Palabra de Dios. Cuando se 
enseña o se predica la Palabra de Dios, estas cuatro clases de 
personas siempre están, y el predicador o maestro que tiene 
discernimiento puede distinguirlas fácilmente. 
Todos los que escuchan y enseñan la Biblia deberían 
reflexionar mucho sobre esta parábola cuando lo hacen. Primero, 
debemos estudiar nuestro propio suelo. ¿Qué clase de suelo 
encuentra la semilla de Dios en nuestro corazón? ¿Permitimos que la 
Palabra de Dios lleve fruto? ¿Somos muy fructíferos (100%) o solo 
un poco (30%)? Segundo, quienes enseñan deben tener plena 
conciencia de la dura realidad de que la predicación o la enseñanza 
de la Palabra serán infructuosas a menos que quienes reciben la 
enseñanza comprendan el significado de la Palabra que están 
escuchando. 
Además, debemos darnos cuenta de que nuestra predicación o 
enseñanza serán infructuosas a menos que podamos penetrar en la 
voluntad de la persona a quien enseñamos. Cuando enseñamos, 
debemos, por lo tanto, hacerlo de manera tan sencilla que podamos 
penetrar en su entendimiento. También debemos, en oración, llevar 
nuestra enseñanza o predicación a un veredicto, de manera que el 
Espíritu Santo pueda penetrar la voluntad de quien nos escucha.
Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 
33 
En esta parábola no se nos desafía a producir “expertos en la 
Biblia” que la conozcan, sino discípulos comprometidos del Señor 
que practiquen la Palabra que ha penetrado en su entendimiento y su 
voluntad. Por lo tanto, debemos simplemente escuchar, enseñar y 
predicar la Palabra orando para que el Espíritu Santo abra los ojos 
espirituales de quienes nos escuchan, para que puedan comprender y 
obedecer la Palabra de Dios. Debemos orar para que nos dé a 
nosotros, y a quienes escuchan, el don de la fe, y la voluntad para 
“hacer” la Palabra, de manera que esta dé fruto (Juan 7:17; Filipenses 
2:13). 
También debemos confiar en Dios para que nos dé poder a 
nosotros, y a quienes nos escuchan, para vencer todas las fuerzas de 
este mundo que harán todo lo que esté en su poder para que la 
Palabra que escuchamos, y nuestra predicación y enseñanza de ella, 
sean infructuosas. Solo Dios puede hacer esto. Por eso, cuando 
estudiamos, enseñamos o ministramos la Palabra, debe ser “oración y 
ministerio de la Palabra”. Ambas deben ir juntas (Hechos 6:4). 
La parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30; 36-42) 
Esta breve, pero profunda, parábola, y su interpretación, son 
una enseñanza muy importante de Jesús, porque constituyen su 
respuesta a la pregunta que ha acosado a los teólogos y filósofos 
durante toda la existencia de la teología y la filosofía. Esa pregunta 
es “¿De dónde proviene el mal?”, o, en otras palabras, “¿Cómo 
podemos explicar la existencia del mal en un mundo que ha sido 
creado y es sostenido por un Dios amoroso y omnipotente?”. 
La respuesta, en forma de parábola, que da Jesús, es: “Un 
enemigo mío hizo esto, mientras el hombre dormía”. El origen del 
mal es atribuido a “su enemigo”, y también a la negligencia de los 
hombres. Esta explicación de Jesús probablemente inspiró al hombre 
que escribió: “Lo único que necesita el mal para triunfar sobre el bien 
es que los hombres buenos no hagan nada”. 
En esta parábola, las “semillas” no son las palabras de Dios 
que caen en el suelo de la vida de los hombres, sino hijos del Reino 
plantados en el suelo de este mundo. Quizá no lo entendamos, pero 
una vez que aceptamos la realidad del mal, el desafío es: “¿Qué 
vamos a hacer acerca de este problema?”. “El campo es el mundo”, 
según Jesús, y eso nos hace pensar en una carga que Él expresaba 
con frecuencia. Él desafió a los discípulos a orar para que Dios 
enviara obreros a la mies, porque ya están los campos blancos para la 
siega, y los obreros son pocos (Mateo 9:37,38). 
Juan Wesley comprendió y compartió esta perspectiva de 
Cristo cuando declaró: “¡El mundo es mi parroquia!”. Nunca 
debemos perder de vista el hecho de que “el campo es el mundo”, no 
solo nuestro pequeño rinconcito de ese campo. Siempre debemos 
tener una perspectiva mundial cuando aceptamos el desafío de que el 
bien y el mal existen juntos en este mundo.
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  • 1. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 1 INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 10 Capítulo 1 Los mejores libros de la Biblia Los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento son llamados, con frecuencia, “las biografías de Jesús”, ya que son las fuentes de donde obtenemos nuestra información biográfica sobre la vida más importante jamás vivida. Pero estos cuatro libros no son biografías típicas tal como las consideramos en la actualidad, ya que dos de ellas ni siquiera mencionan el nacimiento y los primeros treinta años de vida de Jesús. El Evangelio de Marcos simplemente dice: “Jesús vino”, y nos encontramos con los tres últimos años de un Jesús que ya tiene treinta años de vida. Lo mismo sucede cuando leemos el Evangelio de Juan. Mateo menciona su nacimiento muy brevemente y luego ignora, como los otros, sus primeros treinta años de vida. Lucas es el único evangelista que da algunos detalles sobre su nacimiento. También rompe el silencio y nos habla de un pequeño incidente ocurrido durante los primeros treinta años de vida de Jesús. La prioridad de estos autores es decirnos que Jesús vino... y por qué vino a este mundo. Los Evangelios Sinópticos Cuando leemos los cuatro Evangelios, una de las primeras observaciones que debemos hacer es que Mateo, Marcos y Lucas tienen mucho contenido en común, mientras que el noventa por
  • 2. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 2 ciento de lo que contiene el Evangelio de Juan solo se encuentra en ese Evangelio. Dado que la mayor parte de su contenido es similar, los tres primeros Evangelios son llamados “Evangelios Sinópticos”. Marcos presenta los hechos relativos a Jesucristo de manera muy concisa y clara. Para aprender a informar clara y concisamente, los estudiantes de Periodismo deberían leer el Evangelio de Marcos después de leer Mateo y Lucas. Basándose en sus observaciones y un estudio de los trasfondos de estos Evangelios, muchos eruditos opinan que Marcos fue el primero en escribir, y que tuvo a Pedro como testigo ocular informante. En la opinión de estos conocedores, Mateo y Lucas usaron el Evangelio de Marcos como base para sus propios escritos. Los autores del primer y el tercer Evangelio obviamente creían que había una perspectiva de la vida de Jesús que Marcos no había registrado. El Espíritu Santo los motivó a escribir sus Evangelios porque querían compartir esas perspectivas con nosotros. Dado que el noventa por ciento del contenido del Evangelio de Juan no se encuentra en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, es obvio que el apóstol Juan quería presentar una perspectiva de la vida y el ministerio de Jesucristo que no se encuentra en los primeros tres Evangelios. Como el Evangelio de Juan es único, por muchas razones, lo estudiaremos por separado de los Evangelios Sinópticos. La vida de Jesús es un hito fundamental en la historia humana. Gran parte del mundo divide la historia en antes y después del nacimiento de Jesús. Si usted toma un periódico o una revista de cualquier lugar del mundo, tiene la fecha de hoy. Esa fecha refleja cuántos años han pasado desde que nació Jesús el Cristo. Para cuando hayamos estudiado y resumido en conjunto estas cuatro biografías inspiradas, comprenderemos más profundamente la vida de un Hombre que solo vivió treinta y tres años, pero marcó tan profundamente la historia de nuestro mundo. Una clave para la Biblia Después de ser crucificado y de haber resucitado de los muertos, Jesús tuvo una conversación con los apóstoles. Leemos que les dijo algo sobre las Escrituras que abrió completamente el entendimiento de estos hombres a la Palabra de Dios. Aunque habían estado con Él durante tres años, los apóstoles, aparentemente, no comprendían las Escrituras. ¿Qué fue lo que Jesús les dijo sobre las Escrituras que abrió su entendimiento de la Palabra de Dios? Leemos: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27). Cuando escucharon que todas las Escrituras hablaban de Cristo, por primera vez, los apóstoles las comprendieron. (Obviamente, Jesús se estaba refiriendo al Antiguo Testamento cuando hablaba de las Escrituras). Jesús también les dijo a los escribas y fariseos: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
  • 3. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 3 eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:39,40). Oswald Chambers, un extraordinario autor inglés de devocionales, creía que estos dos versículos son la clave de toda la Biblia. Nunca comprenderemos realmente la Biblia hasta que nos demos cuenta de que ¡todo el Antiguo Testamento y todo el Nuevo Testamento hablan de Jesucristo! La Biblia no es una historia de la civilización. Tampoco fue escrita con la intención de que fuera un libro de texto científico sobre los orígenes. La Biblia es un libro de texto sobre la salvación y la redención. El propósito de la Biblia es presentar a Jesucristo como nuestro Salvador y Redentor, y darnos el contexto histórico en que nuestro Salvador y Redentor vino a este mundo. Si los líderes religiosos hubieran tenido oídos espirituales para oír a Jesús, habrían recibido de Él la clave que podría haberles abierto el entendimiento a las Escrituras del Antiguo Testamento. Sus ojos también hubieran sido abiertos para ver el milagro de que su Mesías estaba allí mismo, delante de ellos. Esta simple verdad —que toda la Biblia habla de Jesucristo— puede abrir nuestro entendimiento del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento hoy. Estos cuatro Evangelios son los libros más importantes de la Biblia, porque toda la Biblia habla de Jesucristo, y estos cuatro Evangelios son sus biografías inspiradas. De qué se tratan los Evangelios Todo lo que creemos debería comenzar con la mayor Revelación de verdad que Dios ha dado a este mundo, que es la vida y las enseñanzas de Jesucristo. Uno de los Evangelios nos dice que “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18). La palabra griega que se traduce como “ha dado a conocer” es “exégesis”, que significa ‘extraer la verdad’. Hacer la exégesis de un versículo de la Biblia significa sacar de ese versículo toda la verdad que hay en él. Aquí se nos dice que Jesucristo extrajo de su íntima unidad con Dios toda la verdad que podremos comprender jamás sobre Dios. Esto significa que Jesucristo fue la mayor Revelación de verdad que el mundo ha recibido de Dios. Todo lo que Él era, todo lo que Él hizo, todo lo que Él dijo era una “exégesis” de Dios. Los Evangelios son los libros más importantes de la Biblia porque nos hablan de Jesús, que reveló totalmente a Dios. Hay otro versículo en el Evangelio de Juan que nos dice de qué se tratan los cuatro Evangelios. Juan escribe: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (1:1). Más adelante en ese capítulo, leemos: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (v. 14). Para ilustrar este gran versículo, lo invito a usar su imaginación. Imagine que usted tiene un problema con las hormigas. Cuando deja algo dulce sobre la mesa, y vuelve a su casa por la noche, la mesa está cubierta de hormigas. Supongamos que decide
  • 4. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 4 resolver este problema con las hormigas. Ha descubierto que las hormigas vienen de un gran hormiguero que está detrás de su casa. Para eliminarlas, usted arroja gasolina dentro del hormiguero, y le prende fuego. Las llamas crecen, y las hormigas, sencillamente, se meten más profundamente en el hormiguero. Cuando el fuego se apaga, las hormigas vuelven a salir y pronto están entrando y saliendo de su casa otra vez. ¿Cómo resolver este problema con las hormigas? Su problema no es que usted odie a las hormigas. Su problema es que tiene la mesa donde come llena de hormigas. Si pudiera comunicarse con ellas, les diría: “Miren, yo no las odio. Simplemente, no quiero que suban a mi mesa. Estoy dispuesto a dejarles mucha comida cerca de su hormiguero, pero no quiero que entren en mi casa”. Su mayor problema es que usted no puede comunicarse con las hormigas. Usted es un ser humano, ellas son hormigas, y las personas no pueden comunicarse con las hormigas. Ahora, use un poco más su imaginación. Si usted amara a las hormigas y tuviera poder para hacer cualquier cosa que pudiera por ellas, podría transformarse en una hormiga, bajar al hormiguero y decirles: “¡Oigan, hormiguitas! Ya sé que parezco una hormiga, pero no lo soy. Soy la persona que vive en esa casa grande de allá, y tengo una propuesta para hacerles. Estoy dispuesto a hacer un sacrificio por ustedes, para ver si podemos llegar a un acuerdo. Dejaré una enorme cantidad de comida para ustedes cerca de este hormiguero si ustedes se comprometen a mantenerse lejos de mi casa”. Sé que la ilustración parece ridícula, pero ¿comprende lo que estoy tratando de comunicar? La palabra, el verbo, es un vehículo del pensamiento. Dios tenía una verdad que quería comunicarnos, y un pacto de salvación que deseaba establecer con nosotros. Nuestro amoroso Padre celestial nos amó lo suficiente como para hacer el gran sacrificio de dejar el cielo para comunicarnos la verdad. Pero Él es Dios, y nosotros somos personas. La mejor manera de comunicar una gran idea es “envolverla” en una persona. Por eso, Dios llama a su Hijo “el Verbo” y nos dice que se hizo carne y vivió entre nosotros durante treinta y tres años. Sin duda, sería una gran condescendencia de parte de un hombre convertirse en hormiga para comunicarse con las hormigas, y sacrificarse por ellas. Pero cuando la Biblia enseña que Dios se hizo de carne humana para poder comunicarse con nosotros y salvarnos de nuestros pecados, esa fue la mayor muestra de condescendencia que este mundo haya visto jamás. ¡Jesús viene! ¡Jesús vino! El problema fundamental que trata la Biblia es que el hombre se ha divorciado de Dios, y debe haber una reconciliación para ese divorcio. El mensaje del Antiguo Testamento resume la solución para ese problema con estas palabras: “¡Jesús viene!”. El mensaje del Nuevo Testamento resume la solución para ese problema con dos palabras: “¡Jesús vino!”.
  • 5. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 5 A lo largo de todo el Antiguo Testamento, los profetas y otros nos dicen: “Sé que va a suceder. Le creo a Dios cuando su Palabra nos dice que Él va a enviar al Mesías a nuestro mundo”. Escuchamos a hombres como Job profetizar: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:25). Pero también lo escuchamos gritar: “¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!” (Job 23:3). En estos Evangelios, escuchamos a personas como Andrés, hermano de Simón Pedro, exclamar: “¡Hemos hallado al Mesías!” (Juan 1:41). Y cuando una mujer samaritana dice que el Mesías vendrá un día, escuchamos a Jesús decir con toda claridad: “Yo soy”. Él sostiene que es verdaderamente el Mesías prometido por los profetas del Antiguo Testamento (Juan 4:25,26). Los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento se llaman “Evangelios” porque la palabra “evangelio” significa ‘buena noticia’. Cuando los apóstoles resumen y aplican la Buena Noticia de estos Evangelios, nos dicen que Dios se ha reconciliado con nosotros porque Jesús vino. Resumen el desafío de estas cuatro biografías inspiradas de Jesucristo de esta forma: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20). A medida que estudiemos el Nuevo Testamento juntos, mi oración es que, si usted está separado de Dios, se reconcilie con Él a través de Jesucristo. Cuando usted esté reconciliado y haya vuelto a relacionarse con Dios por medio de Jesucristo, podrá reconciliarse con otras personas. Esa es la esencia del mensaje del Nuevo Testamento. Busque ese mensaje al leer el Nuevo Testamento. El mensaje es: paz con Dios, paz con usted mismo, y paz con los demás, porque usted cree que Jesucristo, el Mesías prometido, vino a este mundo. Capítulo 2 Declaraciones de misión de Jesús Cuando leemos los Evangelios con atención, descubrimos que Jesús era un Hombre que tenía una misión, y sabía cuál era esa misión. Mientras lee los Evangelios conmigo, escuche a Jesús decirle para qué vino. Lo escuchará presentar lo que podríamos llamar su “magnífica obsesión”. Cuando Él manifieste claramente el propósito de su vida y su misión, no habrá dudas en cuanto a Quién era Él, y por qué vino a este mundo. Por ejemplo, en el Evangelio de Juan escuchamos a Jesús definir su declaración de misión y los objetivos de su misión de esta forma: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (9:4). También lo escuchamos decir a sus apóstoles: “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. [...]: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (4:32, 34). Cuando llegó al final de sus tres años de ministerio público,
  • 6. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 6 Jesús fue al huerto de Getsemaní y oró: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (17:4). Sus últimas palabras sobre la cruz fueron un grito de triunfo: “Todo se ha cumplido” (19:30, NVI). El propósito de la vida Jesús vivió una vida modelo que nos mostró el propósito de una vida humana. Un credo muy conocido que los padres devotos enseñan a sus hijos dice: “El propósito principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutarlo por siempre”. El propósito de una vida humana es glorificar a Dios. Pero ¿qué significa glorificar a Dios, y cómo se hace? Jesús respondió esa pregunta cuando oró, básicamente: “Glorifícate a ti mismo, Padre, y envíame la cuenta... estoy dispuesto a pagar el precio” (ver Juan 12:23-28). Él demostró la realidad de que, al vivir la vida que vivió, realmente pagó el precio que glorificaba a Dios, cuando, al final de su vida, declaró: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4). “Consumado es” (Juan 19:30). “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46). En la década de los cincuenta, un joven llamado Jim Elliot y otros cuatro misioneros que estaban con él en Ecuador fueron martirizados cuando los indios aucas los atacaron con machetes y luego arrojaron sus cuerpos descuartizados a un río en la selva. Cuando los militares fueron enviados a recuperar los cuerpos, encontraron el cadáver y el diario de Jim Elliot. En ese diario, borroneadas por el agua, leyeron las palabras: “Cuando, en el plan y el propósito de Dios para tu vida, llegue el momento de que mueras, asegúrate de que lo único que te quede por hacer sea morir”. Al estudiar el Nuevo Testamento juntos, mi objetivo siempre será obvio cuando le formule preguntas de aplicación personal, como: “¿Qué dice? ¿Qué significa? ¿Qué significa para usted? ¿Qué significa para las personas con las que usted se relaciona? ¿Qué significa para aquellos a los que usted les enseña? ¿Qué significa para Dios?”. Todos los días de su vida, Jesús estuvo obsesionado por la obra que el Padre deseaba que Él terminara. Día tras día, decía: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Juan 9:4). Cuando Jesús llegó al final de su vida, no tenía cosas pendientes. Lo único que le quedaba por hacer, era morir. Para su aplicación personal de esta introducción, quisiera hacerle algunas preguntas: ¿Hay algo que haya comenzado en su vida como consecuencia de lo que Jesús terminó por la forma en que vivió su vida? ¿Ha encontrado la obra que Dios lo creó y lo ha salvó con el fin de que hiciera para su gloria? ¿Está usted completando, o cumpliendo esa obra, día tras día? Cuando llegue el momento, en el plan de Dios, para que usted muera, ¿podrá decir: “Padre, te he glorificado en la tierra. He acabado la obra que me diste que
  • 7. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 7 hiciera”? ¿Podrá decir: “Lo único que me queda por hacer es morir. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”? ¿O, al reflexionar sobre los propósitos de Dios para su salvación en esta vida, tendrá la sensación de que quedan cosas pendientes? La vida de Cristo Una buena manera de encarar el estudio de la vida de Jesucristo en los Evangelios es hacerse esta pregunta: ¿Cuáles eran las obras que el Padre quería que Él terminara, y que eran tan importantes para Jesús? Al final de su sufrimiento, cuando lanzó ese gran grito de triunfo en la cruz: “¡Consumado es!”, Él, obviamente, había cumplido su misión. Pero ¿qué había terminado, precisamente? Los cuatro Evangelios suman, en total, ochenta y nueve capítulos. Cuatro capítulos hablan del nacimiento y los primeros treinta años de vida de Jesús. Ochenta y cinco capítulos hablan de los últimos tres años de su vida. De ellos, veintisiete capítulos cubren la última semana de su vida. Cincuenta y ocho capítulos hablan de su ministerio de enseñanza, sanidad y el reclutamiento de sus apóstoles. En el Evangelio de Juan, aproximadamente la mitad de los capítulos hablan de sus primeros treinta y tres años de vida, mientras la otra mitad hablan de la última semana de su vida. Para los autores de estos Evangelios, los últimos tres años de la vida de Jesús son mucho más importantes que su nacimiento y los primeros treinta años de su vida. La última semana de la vida de Jesús es aproximadamente siete veces más importante que su nacimiento y los primeros treinta años de su vida. Los cincuenta y ocho capítulos que hablan de su ministerio de enseñanza, sanidad y del reclutamiento de sus discípulos demuestran el valor que estos autores les otorgaban a esas dimensiones de su vida y ministerio. Dado que este panorama del Nuevo Testamento no es un estudio profundo, exhaustivo, de los Evangelios, sino una introducción y un panorama que intenta mostrarle cómo encarar estos Evangelios y darle un cuadro general de ellos, trataré de hacer énfasis en lo mismo que lo hicieron los autores de los Evangelios, y de concentrar nuestra atención en esas partes de estas biografías sagradas. La misión prioritaria de Jesús Nuestro estudio de estos libros nos mostrará que se llaman “Evangelios”, porque informan la “Buena Noticia” de que Jesús vino y, cuando vino, fue el Cordero de Dios que vino a quitar el pecado del mundo (Juan 1:29). Si tenemos presente el hecho de que somos pecadores, sabremos por qué estos escritores creen que esta es una “buena noticia”. Hay tantos capítulos de estos libros que hacen énfasis en la última semana de vida de Jesús porque en esa semana Él hizo todo lo que tenía que hacer como Cordero de Dios para salvarnos de nuestros pecados. El énfasis, en estos Evangelios, muestra que su muerte por nuestros pecados en la cruz en Jerusalén, y su resurrección de los muertos era su misión principal y, por lo tanto, su máxima prioridad.
  • 8. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 8 Un tercio de lo que dicen los Evangelios es el registro de cómo Jesús cumplió la misión principal que le fue asignada por su Padre, cuando Dios amó de tal manera al mundo que envió a su Hijo a morir en una cruz por nuestra salvación (Juan 3:15-19). Los apóstoles hicieron énfasis en la importancia de esta obra salvífica de Jesús (1 Pedro 1:18,19; 2:24; 2 Corintios 5:19, 21-6:1,2). Otros dos objetivos de misión de Jesús Cuando leemos cómo Jesús convirtió sus declaraciones de misión en objetivos de misión, hay dos dimensiones más de su vida y ministerio en las que se hace énfasis en los Evangelios. Descubrimos el primero de estos objetivos de misión al leer, continuamente, sobre la dimensión sobrenatural de su vida y ministerio, que es un énfasis muy marcado en los cuatro Evangelios. Jesús realizó muchos milagros, y la mayoría de ellos fueron de sanidad. Si descubriéramos estos documentos sin tener idea de lo que son, al leerlos, podríamos pensar que un buen título para ellos sería: “Los milagros de Jesús” o “Las sanidades de Jesús”. Aproximadamente una tercera parte del contenido de los Evangelios relata los milagros de Jesús. Es significativo que este énfasis continúe en el ministerio de los apóstoles, en la primera generación de su iglesia. Cuando lea historia tras historia de los milagros y sanidades que Jesús realizó, y vea que los apóstoles de la primera generación de la iglesia hacían milagros y sanaban enfermos, pregúntese: “¿Qué significación tiene esta dimensión del ministerio del Cristo vivo y resucitado hoy?”. Si el mismo Cristo que vivió aquí hace dos mil años ahora vive en usted y en mí, ¿cree usted que puede realizar milagros y sanarnos a usted y a mí hoy? Según su experiencia y sus observaciones, ¿está Jesús haciendo milagros, sanando a los enfermos y resucitando a los muertos como lo hacía cuando estaba físicamente aquí en la tierra? ¿Es siempre su voluntad sanar? ¿Sanó Jesús a todos? ¿Estaba — está— Jesús más interesado en la salud física o en la salud espiritual de todas las personas? ¿Qué cree usted? Cuando conteste esa pregunta en el contexto de la sanidad física, no olvide tomar en cuenta la sanidad espiritual que experimentan quienes creen y se convierten en discípulos de Jesucristo en la actualidad. El mensaje de Jesús Hay otro objetivo de la misión de Jesús que se resalta en los cuatro Evangelios, junto con su muerte y resurrección, y sus muchos milagros. Quisiera concluir este panorama introductorio de los Evangelios con la observación de que, al menos, la tercera parte del contenido de los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento registra las palabras que Jesús mismo pronunció. Jesús afirma que es el Camino, la Verdad y la Vida, y que no podemos llegar a Dios el Padre por ningún otro camino (Juan 14:6). Cuando nos dice que es el Camino hacia Dios, se está refiriendo a su obra en la cruz, que nos brinda el único camino por el cual podemos
  • 9. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 9 llegar a reconciliarnos de nuestro divorcio de Dios y tener una relación restaurada con nuestro Padre celestial. Cuando nos dice que es la Vida, se refiere a sus milagros; entre otros, el de darnos vida eterna y cambiar las vidas de todos los hombres y mujeres que creen en Él y son sanados espiritualmente, emocionalmente y físicamente. Cuando afirma que es la Verdad, sin duda, se refiere a su ministerio de enseñanza y predicación. Como Hijo de Dios, Jesucristo podría haber dejado su ministerio en la dimensión celestial un viernes por la tarde y completado la salvación del mundo en un par de días. ¿Por qué pasó treinta y tres años en este mundo? Seguramente tendría otras obras que completar para su Padre además de todo lo que cumplió con su muerte en la cruz y su resurrección. Cuando Jesús nos dice que es la Verdad, y cuando Juan lo describe como el Verbo hecho carne (Juan 1:14), vemos un ministerio suyo que no podía terminarse en una tarde. Dios ya nos había dado una Palabra escrita, pero en la providencia y el plan de Dios, Jesús nos dio más que palabras escritas. Juan explica lo que Jesús nos dio de esta manera: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Dios ya nos había dado verdad a través de Moisés y del Antiguo Testamento. Pero, a través de Jesucristo, Dios nos dio verdad y la gracia o “carisma” para vivirla. Jesús no solo nos dio verdad; Él era la verdad que nos dio. Él no solo nos dijo cómo vivir la vida; Él vivió esa vida; Él era esa Vida. Todo lo que Jesús era, todo lo que hizo y todo lo que dijo era la Verdad que Dios quería comunicarnos a través de su Hijo. Por eso el Evangelio de Juan dice que Jesús es la Palabra de Vida (Juan 1:1,14). Ya hemos visto que el mayor mensaje que Dios habló jamás a este mundo fue Jesucristo. La parte de ese mensaje que Él dijo o enseñó ocupa la tercera parte del contenido de los cuatro Evangelios. Este mensaje de Jesús se presenta de muchas formas. Hay grandes discursos, como el Sermón del Monte, el Discurso del Aposento Alto y el Discurso del Monte de los Olivos (Mateo 5, 6, 7; Juan 13-16; Mateo 24, 25). Hay muchos otros discursos menores, especialmente en Mateo y Lucas, que, como los Profetas Menores, no son inferiores a sus discursos mayores por el hecho de ser breves. Muchos de ellos se presentan en forma de parábolas y metáforas, y gran parte del mensaje de Jesús se muestra en forma de diálogo. El diálogo es, con frecuencia, hostil, con los líderes religiosos de su época, y generalmente es Jesús mismo quien lo inicia formulando preguntas. (Jesús formula ochenta y tres preguntas solo en el Evangelio de Mateo). Aparentemente, Jesús entrenó a los discípulos para que le hicieran preguntas a Él. El Discurso del Monte de los Olivos (Mateo 24, 25) y su discurso registrado más extenso, el Discurso del Aposento Alto (Juan 13-16), fueron en respuesta a preguntas formuladas por los apóstoles. Gran parte de este diálogo es un
  • 10. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 10 intercambio hostil con los líderes religiosos. También encontraremos gran parte de este diálogo en las muchas entrevistas o conversaciones personales de Jesús. Algunas de sus declaraciones más profundas son en respuesta a preguntas que Él formuló en el contexto de estas entrevistas con personas. Cuando usted lea los Evangelios, cada vez que Jesús dice algo, sea un gran discurso, una parábola, una oración, algo que Él pregunta o dice en respuesta a una pregunta en una entrevista, o en un diálogo hostil, recuerde que Él es el Verbo eterno de Dios hecho carne, que vivió entre nosotros. Cuando Él habla, nos está revelando a Dios; está haciendo la exégesis de Dios para nosotros. Nos está dando la revelación más completa de Dios que este mundo jamás haya recibido (Juan 1:18). Una buena forma de encarar toda la verdad enseñada por Jesús es formularnos la siguiente pregunta al acercarnos a su enseñanza: “¿Cuál era el sistema de valores de Jesucristo? Según todas sus enseñanzas, sin importar la forma en que fueran reveladas o declaradas, ¿cuáles eran los valores de Jesucristo?”. Cuando lea los Evangelios, busque la misión principal de Jesucristo, que se completa en la cruz, cuando conocemos a Jesús como el Camino por el cual la humanidad se reconcilia con Dios. También busque los milagros de Jesús, especialmente los milagros de regeneración y sanidad, que presentan a Jesús como la Vida. Y busque el ministerio de enseñanza de Jesús, cuando el Verbo de Dios se hizo carne y vivió entre nosotros, lleno de gracia y verdad. Lea los Evangelios para ver a Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida. Un panorama del Evangelio de Mateo Capítulo 3 La estrategia de Jesús En todos los Evangelios, a Jesús no solo se lo muestra como un Hombre con una misión. Se lo muestra como un Hombre que tiene una estrategia para implementar esa misión. Esto se ve de forma especialmente clara en el Evangelio de Mateo. Si usted supiera que solo le quedan tres años de vida y quisiera alcanzar a todo el mundo con su mensaje, ¿qué haría? Jesús sabía que le quedaban tres años de vida y quería llegar a todo el mundo con su Evangelio. Sabiendo eso, ¿qué hizo? Formular y responder esa pregunta a medida que leemos el Evangelio de Mateo nos ayudará a descubrir la estrategia de Jesús para lograr los objetivos de su misión. Si usted toma cursos o seminarios para ser un ejecutivo exitoso, se le dirá que debe analizar, organizar, delegar, supervisar y... ¡agonizar! En el Evangelio de Mateo, cada vez que leemos que Jesús veía a las multitudes y se conmovía por ellas, tenemos una imagen de su compasión por todo el mundo y su estrategia para alcanzar al
  • 11. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 11 mundo con su mensaje de salvación. Cuando Jesús miraba a esas multitudes con compasión, siempre hacía algo estratégico. La primera vez que vemos esto en Evangelio de Mateo, Él estaba sanando toda clase imaginable de enfermedad en las costas del Mar de Galilea. Analizó las necesidades de esa multitud cuando organizó lo que yo llamo “el primer retiro cristiano”, donde dio su Sermón del Monte (Mateo 4:23-5:2). La siguiente vez que vio a las multitudes con compasión, delegó en algunos de aquellos que escuchaban sus enseñanzas en el monte para que fueran “apóstoles” o “enviados”. Esta palabra significa algo similar a lo que es, en nuestro mundo actual, “misionero”. Hay una diferencia entre un discípulo y un apóstol. Jesús tuvo muchos discípulos (seguidores), pero solo doce apóstoles. Podríamos decir que ahora, Él ya ha analizado, organizado y delegado en aquellos que implementarán su estrategia para alcanzar al mundo. A medida que seguimos el hilo de su estrategia en el Evangelio de Mateo, vemos dos incidentes que son casi idénticos. Nuevamente Jesús mira a las multitudes con compasión. Esta vez, además de todos sus otros problemas, tienen hambre. Los apóstoles vienen a Él y le piden que despida a la multitud para que pueda comprar comida. Él los desafía con la pregunta: “¿Cuántos panes tenéis (vosotros)?”. Y les dice que no deben despedir a la multitud porque, como delegados y representantes suyos, ellos pueden solucionar la necesidad de esa multitud. Esta historia tan conocida, que es el único milagro de Jesús que los cuatro Evangelios registran, es, en realidad, una parábola de la visión misionera de Jesús (14:14- 36; 15:32-39). Si comprendemos que la multitud representa al mundo con todas sus necesidades, entonces, cuando lo vemos colocar estratégicamente a los apóstoles, sus delegados, para que estén entre Él y su provisión para las necesidades de esa multitud, estamos leyendo una alegoría de la estrategia de Jesús para satisfacer las necesidades del mundo. La provisión sobrenatural de Dios para esa multitud no pasa directamente de Jesús a las personas. La provisión de Dios pasa de Jesús a esa multitud ¡a través de las manos de los apóstoles! Aún hoy, ese es su plan. El Cristo vivo y resucitado prefiere usar a sus discípulos para entregar su Verdad y su Evangelio a quienes necesitan la salvación. El inspirado relato de este milagro es obviamente una historia en la cual las personas, los lugares y las cosas tienen un significado más profundo. La estrategia de Jesús representada por este milagro halla su máxima expresión al final del Evangelio de Mateo, cuando este registra la forma en que Jesús dio lo que llamamos “la Gran Comisión” (Mateo 28:16-20). Cuando Jesús está por ascender al cielo y dejar este mundo, comisiona a estos hombres para que alcancen el mundo como delegados suyos. Podríamos decir que, después de su ascensión, Jesús dio los últimos dos pasos del ejecutivo exitoso: supervisar a sus discípulos durante más de dos mil años de historia de la iglesia, mientras ellos alcanzan al mundo para Él. Y es lógico concluir que también agonizó
  • 12. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 12 observando sus esfuerzos. Esto fue particularmente cierto en los grandes períodos de persecución que los cristianos sufrieron en los primeros trescientos años de su historia. Podemos suponer que sigue en agonía, ya que la persecución continuó a lo largo de los dos mil años de historia de la iglesia y continúa en muchos lugares del mundo aún hoy. También podemos suponer que ha agonizado al ver algunos terribles capítulos que se han escrito en la vida de la iglesia. Esto debería ayudarnos a comprender la iglesia actual. Podemos ver la pura esencia del propósito de la iglesia cuando observamos a Jesús implementando su estrategia en el Evangelio de Mateo. ¡La iglesia es una organización misionera! La iglesia fue creada y dotada de poder por Cristo para ser el vehículo por medio del cual la gracia y la verdad de Jesucristo son proclamadas al mundo. Todos los planes, programas y actividades de la iglesia deben ser considerados como medios para ese fin. La gran afirmación de esta verdad es el Libro de los Hechos. El Evangelio de Mateo concluye con Jesús comisionando a su iglesia para ir y predicar el Evangelio a un mundo perdido. A medida que van, deben hacer discípulos, bautizarlos y enseñarles todas las cosas que Jesús les ha enseñado a ellos. Eso es exactamente lo que ellos hacen en el Libro de Hechos. En el día de Pentecostés, reciben el carisma —poder de Dios— para hacerlo, y, al poner en práctica esta Gran Comisión, nace la iglesia. El Libro de los Hechos es simplemente el registro de cómo ellos fueron a su mundo, hicieron discípulos, los bautizaron y les enseñaron todo lo que su Señor les había enseñado a ellos. El Libro de los Hechos y la historia de la iglesia nos dicen que la estrategia de Jesús funciona. Nosotros, que formamos su iglesia en este tiempo, aún somos llamados a ir, discipular, bautizar y enseñar todo lo que Jesús enseñó. Capítulo 4 Hechos importantes en la vida del Cristo No hay personaje en la Biblia al que se le haya dedicado menos espacio en relación con su importancia que a Juan el Bautista. Jesús dijo que era el hombre y el profeta más grande nacido de mujer (Mateo 11:11; Lucas 7:28). La vida de Juan el Bautista es relatada muy brevemente en los cuatro Evangelios. ¿Por qué es importante su vida? Primero, no solo fue el más grande de los profetas. Fue el último. Los profetas predicaban la Buena Noticia de que el Mesías iba a venir. Este profeta, en cambio, señaló a un Hombre que caminaba por una calle de Galilea y dijo a sus discípulos: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Juan el Bautista fue el último de los profetas mesiánicos, el que, literalmente, presentó el Mesías al pueblo de Dios.
  • 13. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 13 El bautismo de Jesús Hay varios hechos importantes en la vida de Jesucristo que se relatan en los primeros capítulos de Mateo, Marcos y Lucas. Un día, Juan estaba bautizando y vio a un Hombre en la fila, un joven como él. Cuando Juan vio a Jesús, le dijo: “Yo tendría que ser bautizado por ti”. Pero Jesús le dijo, básicamente: “No, debemos cumplir con toda justicia, Juan. Tú bautízame a mí”. Así que Juan bautizó a Jesús. Cuando lo hizo, el Espíritu vino sobre Jesús en forma de paloma, y Dios el Padre habló: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). El relato escrito de este suceso es llamado el registro o testimonio de Juan el Bautista. Su bautismo no era como el nuestro en la actualidad. El bautismo de Jesús es uno de los hechos importantes del Cristo. Fue una ceremonia inaugural que lanzó sus tres años de ministerio público. Cuando una persona es elegida presidente de una nación, se realiza una ceremonia inaugural en la que el nuevo presidente da un discurso especial. Jesús comenzó su ministerio con una ceremonia inaugural, pero, en este caso, el Orador fue el Dios todopoderoso, y su discurso fue muy breve. Fue simplemente: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. La tentación de Jesús En el cuarto capítulo de Mateo, vemos que el bautismo de Jesús fue seguido por otro importante hecho. El Espíritu lo llevó al desierto, donde tuvo una confrontación con Satanás después de haber ayunado cuarenta días, y fue tentado tres veces. La primera, el tentador vino a Él y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en pan”. Jesús respondió: “Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Las primeras palabras de Jesús registradas en los Evangelios Sinópticos son: “Escrito está” (Mateo 4:4). La segunda tentación ocurrió cuando el diablo tentó a Jesús para que saltara desde el punto más alto del Templo de Salomón. “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra” (v. 6). Aquí vemos a Satanás citando las Escrituras. Él conoce muy bien la Biblia, y le encanta atacar a los creyentes trayendo a sus mentes pasajes bíblicos que los condenan o les hacen tener miedo. Jesús pronto dirá que Él es Dios en carne humana. ¿Cómo podría alguien creer esa afirmación? Satanás le sugiere que use su poder sobrenatural para probar sus palabras. Pero Jesús responde a Satanás: “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (v. 7). La tercera tentación de Jesús fue cuando Satanás le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. “Todo esto te daré, si postrado me adorares”, le dijo. Pero Jesús respondió: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (vv. 8-10). ¿Qué importancia tiene la tentación de Jesús en el desierto? Primero que nada, creo que si hubiera habido alguna forma de que
  • 14. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 14 Satanás pudiera haber evitado esta confrontación, la habría evitado. Debemos comprender que el Espíritu de Dios guió a Jesús el Cristo a confrontar a Satanás en el comienzo de su ministerio público. Hablando en sentido figurado, es el “hermano mayor”: Jesús, que está arreglando las cuentas de su “hermano menor”: Adán, que fue acosado por Satanás en el huerto del Edén. La primera tentación de Jesús es, básicamente, la misma que Adán y Eva enfrentaron en el huerto del Edén. Como hemos señalado, Jesús responde a esta repetición de la tentación en el huerto del Edén citando las Escrituras: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). En el huerto, Satanás planteó la pregunta: “¿Así que Dios dijo...?”. Adán y Eva dijeron, básicamente: “Sí, Dios dijo”. Palabras más, palabras menos, el diablo respondió: “Pues bien, lo que Dios dijo no es cierto”. Después de plantear la cuestión general de si Dios había hablado, la Palabra que Dios había hablado fue cuestionada y desobedecida. ¿Le suena conocido? El maligno nunca ha dejado de formular esas mismas preguntas durante toda la larga historia del pueblo de Dios. Estas tentaciones son ejemplos de cómo somos tentados a pecar en la actualidad. También es una definición de pecado. Pecado es lo que hacemos o dejamos de hacer con relación a lo que sabemos que Dios ha dicho. La verdad importante con que Jesús responde a esta primera tentación es que, si queremos vivir, la Palabra de Dios nos mostrará cómo. Cuanto más entendamos la Biblia, más entenderemos la vida. Cuanto más entendamos la vida, más comprenderemos y apreciaremos la Biblia. La Biblia y la vida se explican mutuamente. El propósito de la Biblia es que sepamos cómo vivir. En el huerto del Edén, básicamente, la tentación era: Pon tus necesidades físicas primero, y lo que Dios quiere que hagas, segundo. En otras palabras: Interpreta la Palabra de Dios a la luz de tus necesidades físicas. Dios quería que ellos interpretaran sus necesidades físicas a la luz de su Palabra para ellos. En cierto sentido, la tentación era: “Primero tus necesidades; después, la Palabra de Dios”. Cuando Jesús fue tentado para que convirtiera las piedras en pan, la tentación era: “Has estado ayunando durante cuarenta días. Usa tu poder sobrenatural para poner tu necesidad física primero, y la Palabra y la voluntad de Dios después”. La respuesta fue: “La Palabra primero, las necesidades después”. El mensaje de la Biblia puede, en general, resumirse en dos palabras: “¡Dios primero!” La respuesta de Jesús a estas tres tentaciones puede resumirse en esas dos palabras. Recuerde, la tentación no es pecado. La forma en que respondemos a la tentación es victoria o es pecado. Nuestra respuesta a la tentación, hoy, también debe ser la aplicación de esas dos palabras: “Dios primero”. En la segunda tentación, Satanás citó las Escrituras y sugirió a Jesús que demostrara que era el Hijo de Dios saltando desde el punto más alto del Templo de Salomón. La idea era que, cuando
  • 15. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 15 fuera sobrenaturalmente rescatado de su caída, habría probado que era el Hijo de Dios. Una vez más, Jesús responde citando las Escrituras, señalándole a Satanás que Dios dijo que no debemos tentarlo o ponerlo a prueba. Hay una línea muy fina entre “poner un vellón”, como hizo Gedeón, y poner a prueba a Dios (Jueces 6:37, 38). Cuando nos inscribimos en la “Universidad de la Fe”, es decir, cuando aceptamos el desafío de hacernos seguidores de Cristo, no tenemos derecho de tomarle examen a Dios. Él sí tiene el derecho de ponernos a prueba en cualquier momento que lo desee, pero nosotros no tenemos derecho de hacerle eso a Él. La tercera vez, Satanás tentó a Jesús ofreciéndole todos los reinos del mundo si Él simplemente lo adoraba. Una vez más, nuestro Señor respondió con un pasaje bíblico similar a aquel con que contestó a la primera tentación. “Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Mateo 4:10). Nuevamente, la esencia son las dos palabras: “Dios primero”. Esta vez, estas dos palabras se complementan con otras tres: “¡Solo a Él!”. Las aplicaciones personales de estas tres tentaciones de Jesús para usted y para mí son obvias. La primera es: “¡Dios primero!”. Primero la Palabra de Dios, después, nuestras necesidades. Adoremos a Dios, y solo a Él. Todos tenemos momentos en que nos sentimos tentados a hacer que la fe sea innecesaria, poniendo a prueba a Dios, olvidando que es Dios quien debería probarnos a nosotros. Después que Jesús lo refutó por tercera vez, leemos que Satanás se apartó de Él “por un tiempo” (Lucas 4:12). Estas tres palabras significan que Satanás atacó al Salvador con poder, continua y despiadadamente durante los últimos tres años de su vida; en particular, al acercarse y luego durante el transcurso de esa última semana cuando murió y luego resucitó para nuestra salvación. Algunos se preguntan si Jesús podría haber cedido a alguna de las tentaciones de Satanás. Mientras Jesús estaba siendo tentado en el desierto, ¿cree usted que Dios el Padre estaba mirando desde el balcón del cielo, conteniendo la respiración y preguntándose: “¿Lo logrará?”. ¿Cree usted que fue así? Le aseguro que Dios sabía que su Hijo no iba a ser como Adán, que cedió a esas tentaciones. Cuando Jesús fue tentado en el desierto, no había forma de que pudiera haber caído. Entonces... ¿por qué fue tentado? Era muy importante para Dios demostrarnos, al comienzo de la vida y el ministerio de nuestro Salvador, que Él no podía caer. Uno de los últimos versículos de la Biblia dice de Jesucristo: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24). Si el Cristo que fue tentado y no podía caer vive en nosotros, ¿puede guardarnos de caer? ¡Claro que sí! Si confiamos en Él y andamos con Él, Él puede guardarnos de caer. Por la forma en que enfrentó sus tentaciones, Él nos muestra cómo responder a las tentaciones del maligno. Satanás trata
  • 16. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 16 incesantemente de decirnos: “Pon lo físico primero, y después lo espiritual. Pon cualquier cosa primera en tu vida, menos a Dios”. El mayor enemigo de lo mejor es, generalmente, lo bueno. Así Satanás nos quita lo mejor que Dios tiene para nosotros. Nos tienta para que hagamos lo bueno, para hacernos perder lo mejor que Dios tiene para nosotros. Dios nos ama y sabe que, cuando lo ponemos primero, Él puede darnos lo mejor; por eso, quiere que lo pongamos primero y venzamos a Satanás y sus tentaciones. Capítulo 5 El discurso más importante de Jesús Jesús dio muchos grandes discursos. En cierto sentido, su discurso más importante fue su Sermón del Monte. El Sermón del Monte es un resumen conciso de la enseñanza ética de la Biblia toda. También es un resumen conciso de la enseñanza ética y relacional de Jesús. Cuando consideramos el contexto en que fue dada esta enseñanza, nos damos cuenta de que no fue un sermón típico según la idea que tenemos de los sermones en la actualidad. El contexto del sermón Es importante que estudiemos el contexto antes de estudiar el contenido de este gran discurso de Jesús. Una de las reglas para el estudio bíblico es que siempre debemos tratar de ver los pasajes bíblicos en su contexto. La palabra “contexto” se explica a sí misma: ‘con el texto’. Siempre es importante ver qué viene con el texto que estamos estudiando; lo que viene antes, o lo que estaba sucediendo en el momento en que fue dada una enseñanza, y qué viene después de la enseñanza o el hecho que estudiamos en un pasaje bíblico. El contexto nos ayuda a interpretar el pasaje que estamos estudiando. Al final del cuarto capítulo de Mateo, encontramos la descripción que este apóstol hace del contexto de esta gran enseñanza. Leemos que Jesús estaba sanando a enfermos que habían recorrido grandes distancias, de muchas ciudades y varios países, para ser sanados (Mateo 4:23-5:1). Mientras sanaba a las multitudes que se habían reunido alrededor de las colinas que bajaban hacia el Mar de Galilea, Jesús invitó a algunos de sus discípulos a reunirse con Él en un nivel superior de las colinas que se elevan gradualmente desde este mar (Marcos 3:13). Esto dividió a la multitud en dos grupos: al pie del monte estaban los que eran parte del problema. En ese nivel superior, con Jesús, estaban los que, al menos, querían ser parte de la solución y la respuesta. Los capítulos 5, 6 y 7 del Evangelio de Mateo registran el gran discurso que Jesús dio en este contexto. Al contexto de esta gran enseñanza, yo lo llamo “el primer retiro cristiano”. Cuando Jesús organizó este retiro, el desafío que planteó era: “¿Eres parte del problema o quisieras ser parte de la solución?”. En ese retiro, Jesús reclutó discípulos para que fueran parte de su solución y respuesta para aquellos que aún eran parte del
  • 17. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 17 problema. Jesús estaba ministrando a esa multitud de enfermos y sabía que estando en un cuerpo, siendo meramente un hombre, nunca podría resolver todos esos problemas Él mismo, aunque era Dios en forma humana, el Hijo de Dios. Así que analizó la situación. Y organizó el primer retiro cristiano. Según Marcos, al nivel superior de ese retiro solo se podía asistir por invitación (Marcos 3:13). En el capítulo 7, leemos que Jesús concluyó el retiro con una extraordinaria invitación. Estoy convencido de que, cuando hizo esa invitación, solo doce hombres respondieron. Baso mi convicción en el hecho de que, poco después de bajar de la montaña, Jesús comisionó a los doce apóstoles. Creo que Jesús reclutó a sus doce apóstoles en ese primer retiro cristiano. El contenido del sermón Jesús comenzó el sermón enseñándoles a sus discípulos algunas hermosas actitudes (llamadas “Las Bienaventuranzas”) que los harían parte de su solución para los problemas de los que estaban al pie de la montaña (5:3-12). Estas ocho actitudes o virtudes conforman la mentalidad de un discípulo de Jesús. Según Jesús, la forma en que vemos las cosas puede marcar la diferencia entre una vida llena de luz y una vida llena de oscuridad (Mateo 6:22,23). Las Bienaventuranzas: Algunas observaciones generales Estas ocho hermosas actitudes son el sermón; todo el resto de esta enseñanza es su aplicación de ese sermón. Los mejores maestros y predicadores dedican una pequeña parte de su enseñanza o su predicación a presentar la verdad que desean enseñar, y la mayor parte del tiempo a ilustrar y aplicar esa verdad. En este discurso, Jesús nos muestra un modelo de ese método, ya que dedica unos momentos a presentar la verdad que está enseñando (Las Bienaventuranzas) y la mayor parte del tiempo a la ilustración y aplicación de esas bienaventuranzas. El contexto de este sermón muestra la crisis que conlleva llegar a ser un seguidor de Cristo, un cristiano. Las hermosas actitudes presentan un perfil del carácter que implica el ser cristiano. Las cuatro metáforas que siguen a las bienaventuranzas: sal, luz, ciudad y vela se refieren al desafío que implica que el carácter cristiano haga un impacto en la cultura secular. El asunto básico es: ¿Es usted parte del problema o es parte de la solución de Jesús? ¿Es una de sus respuestas o aún está haciendo preguntas? Hay una “línea divisoria espiritual” imaginaria entre la cuarta y la quinta bienaventuranzas. A lo largo de toda la Biblia, encontramos un patrón que Dios sigue cuando recluta líderes para su obra. Estos líderes tienen lo que podríamos llamar “experiencias de venir” y “experiencias de ir”. Tienen una significativa “venida” a Dios antes de tener una “salida” fructífera para Dios. Son adoradores de Dios antes de convertirse en obreros de Dios. Las cuatro primeras bienaventuranzas presentan las actitudes que se aprenden al venir a Dios, y las otras cuatro presentan las actitudes que debemos aprender
  • 18. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 18 cuando salimos para Dios. El talento puede desarrollarse en la soledad, pero el carácter debe desarrollarse en la corriente de la humanidad, mientras nos relacionamos con personas. Las primeras cuatro bienaventuranzas se desarrollan en la cima de la montaña, o en lo que Jesús luego llamará nuestras experiencias con Dios en el “aposento” (Mateo 6:6). Podemos aprender y cultivar las primeras cuatro bienaventuranzas en nuestra relación privada con Dios, pero las otras cuatro bienaventuranzas deben ser aprendidas y desarrolladas en nuestras relaciones con las personas. Las bienaventuranzas se dividen, además, en cuatro grupos de dobles: los pobres en espíritu que lloran; los mansos que tienen hambre y sed de justicia; los misericordiosos que tienen un corazón limpio y los pacificadores que son perseguidos. Cada par de bienaventuranzas presenta una característica espiritual que debe ser aprendida por el discípulo de Jesús antes de poder ser parte de su solución y una de sus respuestas. Las dos primeras bienaventuranzas enseñan al discípulo a decir: “No es cuestión de lo que yo puedo hacer, sino de lo que Él puede hacer” o “Sin Él, yo no puedo hacer nada”. El segundo par trae esta confesión del discípulo: “No es cuestión de lo que yo quiero, sino de lo que Él quiere”. El tercer par representa este secreto espiritual: “No es cuestión de quién o qué soy yo, sino de Quién y Qué es Él”. El cuarto par de bienaventuranzas da testimonio de los resultados de las anteriores y confiesa: “No fue cuestión de lo que yo hice, sino de lo que hizo Él”. Finalmente, las bienaventuranzas son como subir a la montaña. La primera nos lleva un poco arriba, la segunda un poco más, la mansedumbre nos lleva hasta las tres cuartas partes del camino, y nuestra hambre y sed de justicia nos hacen llegar a la cima de la montaña. Estas bienaventuranzas “ascendentes” son las bienaventuranzas del venir. Todo retiro llega a su fin, y quienes han asistido a él deben bajar de la cima. Las bienaventuranzas del ir nos hacen descender de la montaña nuevamente. Cuando un discípulo está lleno de la justicia de Dios, ¿cómo es? ¿Es como los fariseos, legalistas y que se creían muy justos a sus propios ojos? No; leemos que es misericordioso, y es misericordioso al tiempo que tiene un corazón limpio. El descenso de la montaña para ser parte de la solución de Dios a los problemas de la multitud necesitada comienza con ser misericordioso y tener un corazón limpio. Cuando el discípulo es un pacificador que es perseguido, sabemos que está al pie de la montaña nuevamente, allí donde están todos los problemas. Las Bienaventuranzas: Algunas observaciones en particular “Bienaventurados los pobres en espíritu” Ser pobre en espíritu es la actitud correcta hacia nosotros mismos. Esta actitud implica darnos cuenta de que, por nosotros mismos, nunca llegaremos a ser la solución de Dios. Debemos estar
  • 19. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 19 sujetos al Rey, El que sí es la solución. Esa es la primera actitud que debemos tener para poder ser parte de la solución para la necesidad humana que Cristo quiere ser a través de sus discípulos. En una palabra, el estado de gracia descrito como “pobreza en espíritu” es la humildad. “Bienaventurados los que lloran” La segunda actitud hermosa es “Bienaventurados los que lloran” (5:4). Una primera interpretación y aplicación de la segunda bienaventuranza es que nunca seremos parte de la solución y la respuesta de Jesús a todo el sufrimiento representado por la multitud que estaba al pie de la montaña si no sufrimos nosotros mismos. Otra posible interpretación y aplicación de esta bienaventuranza es que lloramos mientras aprendemos que somos pobres en espíritu, o que no podemos hacer nada sin Él. “Bienaventurados los mansos” La mansedumbre es, probablemente, uno de los conceptos peor entendidos de la Biblia. No significa debilidad, sino la capacidad de ser domado. Imagínese un padrillo, un caballo brioso, salvaje, no domado; un animal poderoso que nunca ha tenido un bocado en su boca, ni una brida en su cabeza, ni una silla sobre su lomo. Toda la fuerza de ese animal está fuera de control. Cuando finalmente toma el bocado y acepta la disciplina de la brida y la silla, ese animal es una metáfora del significado de la “mansedumbre” bíblica. Jesús afirmó que Él era manso (Mateo 11:28-30). Cuando lo dijo, estaba diciendo lo mismo que cuando hizo otra afirmación. Hablando del Padre, dijo: “Yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29). Jesús había aceptado el yugo, es decir, la disciplina de la voluntad de su Padre. Eso lo hacía manso. En esta bienaventuranza, Jesús enseña que solo seremos parte de su solución y respuesta para este mundo cuando rindamos nuestros deseos a Dios y aceptemos la disciplina de su voluntad para nuestra vida y ministerio por encima de nuestros deseos personales. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia” Esta bienaventuranza no dice que debemos tener hambre y sed de felicidad, sino de justicia. Observe que en este sermón, Jesús hace énfasis en la verdad de que sus discípulos deben ser justos. Además de esta bienaventuranza, Jesús pronuncia una bendición sobre el discípulo que es perseguido a causa de la justicia. La prioridad número uno de un discípulo debe ser la justicia, y la justicia de sus discípulos debe ser mayor que la de los escribas y fariseos (5:10, 20; 6:33). “Bienaventurados los misericordiosos” La palabra “misericordia” significa ‘amor incondicional’. Una buena paráfrasis de esta bienaventuranza sería “Bienaventuradas
  • 20. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 20 las personas que están llenas del amor agape de Dios”. Si usted va a bajar de la cima de la montaña para ser parte de la solución para los que sufren, debe estar lleno del amor de Dios. Estar lleno de justicia es sinónimo de estar lleno del amor de Dios. “Bienaventurados los de limpio corazón” La palabra “limpio”, en esta bienaventuranza, es, de hecho, el término griego del que derivan nuestras palabras “catarsis” y “catártico”. La esencia de esta bienaventuranza es que, cuando el discípulo ama con el amor incondicional de Dios, toda motivación egoísta será removida de su corazón, que quedará limpio. “Bienaventurados los pacificadores” Un pacificador es un reconciliador. El problema fundamental, al pie de la montaña, era la separación. Muchos de los problemas de las personas surgen de su separación básica de Dios y de las personas que hay en sus vidas. Por eso, en este retiro, Jesús desafió a sus discípulos a ser agentes de reconciliación. Según Pablo, el objetivo de la misión asignada a los discípulos de Jesús es el mensaje y el ministerio de la reconciliación. Debemos ir y, básicamente, decirle a la gente: “Dios se ha reconciliado con ustedes por causa de Jesús. Como ministro de Jesucristo, les ruego: reconcíliense con Dios” (ver 2 Corintios 5:20). “Bienaventurados los que sufren persecución” Uno pensaría que, si hubiera personas que tuvieran estas hermosas actitudes en nuestro mundo actual, serían aplaudidas por la gente. Sin embargo, la octava bienaventuranza nos dice que los discípulos de Jesucristo son perseguidos por causa de todas estas hermosas actitudes. El discípulo que tiene estas actitudes confronta a las personas con el modelo de lo que ellas deberían ser. Cuando las personas son confrontadas, o confiesan sus actitudes equivocadas y aprenden a adquirir estas actitudes hermosas, o atacan al discípulo que tiene las actitudes hermosas. Durante más de dos mil años, la gente ha elegido la segunda opción. Un mensajero de la reconciliación va donde está el conflicto, y generalmente se trata de un lugar de tremendo peligro. Los auténticos discípulos de Jesús siempre —y hoy también— han dado su vida por su ministerio de reconciliación. También hay devotos discípulos que llevan a cabo sus ministerios de pacificación en sus hogares, iglesias, vecindarios, aulas y lugares de trabajo.
  • 21. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 21 Capítulo 6 La aplicación del sermón Al perfil de un carácter como el de Cristo que el Señor presenta le siguen cuatro profundas metáforas que nos muestran lo que pasa cuando ese carácter hace impacto en la cultura pagana. Jesús enseñó a sus discípulos que ellos son la sal de la tierra; la luz del mundo; una ciudad sobre un monte, que no puede esconderse, y una vela en un candelero (Mateo 5:13–16). Estas cuatro metáforas son el comienzo de la aplicación de este sermón. Estudiémoslas una por una. “Ustedes son la sal de la tierra” Una interpretación y aplicación obvia de esta metáfora surge del hecho de que la sal era la única forma de conservar la carne en esa época. Jesús estaba diciendo que este mundo se está pudriendo como una carne corrompida, y que sus discípulos son la “sal” que puede impedir la corrupción moral y espiritual del mundo. Una traducción literal del original sería: “Ustedes, y solo ustedes, son la sal de la tierra”. Otra posible interpretación de esta metáfora es que ningún organismo vivo puede sobrevivir sin sal. Según esta interpretación, Jesús les estaba diciendo, básicamente, a sus discípulos: “Las personas que están allá abajo, al pie de la montaña, no tienen vida. Pero si ustedes viven estas ocho hermosas actitudes, serán el vehículo a través del cual ellas hallarán la vida”. “Ustedes son la luz del mundo” Cuando Jesús miraba las multitudes, lo que lo hacía compadecerse más que cualquier otra cosa era que eran como ovejas que no tenían pastor. No sabían distinguir su derecha de su izquierda. “Ustedes, que saben lo que ellos no saben, son la luz que ellos necesitan”. Una vez más, en el original, la frase es: “Ustedes, y solo ustedes, son la luz del mundo”. Una vela en el candelero En esta metáfora, Jesús, básicamente, estaba diciendo: “Antes de convertirse en mis discípulos, ustedes eran como velas apagadas. Pero ahora que han experimentado el ‘nuevo nacimiento’ que implica llegar a ser un discípulo mío, su vela ha sido encendida. Cada vez que yo enciendo una vela, ya tengo elegido un candelero donde quiero colocarla estratégicamente”. Jesús está diciendo: “Ustedes son esa vela en el candelero”. Una ciudad sobre una colina La cuarta metáfora es la de una ciudad sobre una colina, que no puede esconderse. Si tenemos las ocho bienaventuranzas en nuestra vida, nuestro testimonio de Cristo no puede esconderse. Los discípulos secretos de Jesucristo no existen.
  • 22. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 22 Una tortuga sobre una cerca ¿Alguna vez vio usted una tortuga sobre una cerca? Cuando uno ve una tortuga sobre una cerca, algo es seguro: ¡alguien tuvo que haberla puesto allí, porque la tortuga, por sí sola, no puede subir a una cerca! Cada discípulo de Jesús estratégicamente ubicado debería sentirse como una tortuga sobre una cerca. Todos deberíamos mirar a nuestro alrededor, darnos cuenta de dónde hemos sido colocados estratégicamente en este mundo y, pensando en las metáforas de la vela en el candelero y la ciudad sobre la colina, deberíamos decir: “Estoy donde estoy porque el Cristo vivo y resucitado me ha colocado aquí para ser parte de su solución para los problemas de un mundo necesitado”. La aplicación continúa Jesús continúa su aplicación de este sermón en la parte más difícil de este discurso (5:17-48). Comienza esta parte de la aplicación haciendo dos afirmaciones muy importantes: primero, que no ha venido a destruir la Ley, sino a cumplir la ley de Dios. La esencia de la segunda afirmación es que, a menos que la justicia de sus discípulos sea mayor que la de los escribas y fariseos, en realidad no han comprendido sus enseñanzas (vv. 17-20). Observemos que, en este largo pasaje del capítulo 5, Jesús dice seis veces: “Oísteis que fue dicho..., pero yo os digo” (ver Mateo 5:21-48). La mayoría de las veces que Jesús cita lo que había sido dicho, no cita a Moisés, sino a los escribas y fariseos. Cita algo que ellos enseñaban y que no era, realmente, enseñanza de Moisés ni de la Palabra de Dios. Cuando hace referencia a algo que Moisés enseñó, se muestra en desacuerdo con la forma en que ellos estaban interpretando a Moisés. La esencia de su enseñanza es: “Todo lo que yo enseño está de acuerdo con la Palabra de Dios. Pero mi enseñanza no concuerda con las enseñanzas y las tradiciones de los escribas y fariseos”. En esta parte de su discurso más importante, Jesús desafió las enseñanzas de esos líderes religiosos. Su desafío de esas enseñanzas y esos valores continuó hasta que ellos se dieron cuenta de que no podían coexistir con Él, y lo hicieron crucificar. El propósito de las Escrituras La diferencia fundamental entre la forma en que Jesús y los líderes religiosos interpretaban y aplicaban las Escrituras era que, antes de aplicar la ley de Dios a la vida de las personas, Jesús la hacía pasar por el “prisma” del amor de Dios. Cuando los escribas y fariseos enseñaban la ley de Dios, no comprendían ni recordaban el propósito o la intención de la Ley cuando fue dada a Moisés en el Monte Sinaí, que era el bienestar total del pueblo de Dios. La ley de Dios era una expresión del amor de Dios por su pueblo. Obviamente, Jesús nunca perdió de vista ese propósito de la Escritura. Esa es la esencia de lo que Jesús quería que sus discípulos aprendieran y no olvidaran jamás cuando regresaran a la multitud que
  • 23. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 23 estaba al pie de la montaña. Les estaba enseñando a sus discípulos que ellos debían saber cómo aplicar la ley de Dios a la vida de las personas que forman el pueblo de Dios para poder ser sal del mundo. Justicia relacional (vv. 21-48) Después de hacer estas afirmaciones sobre la importancia de las Escrituras en la vida de un discípulo, Jesús muestra a sus discípulos cómo aplicar esta enseñanza en sus relaciones. La primera relación que trata es la relación con el hermano, o con otro discípulo. Es notable escucharlo enseñar que algunas veces, la prioridad no es “Dios primero”, sino “primero tu hermano, después Dios”. Esta prioridad de enfoque nos muestra cuánto valor adjudica Jesús a nuestra relación con los demás creyentes. No podemos ganar al mundo si nos perdemos unos a otros. Les enseñó cómo debían relacionarse con sus adversarios. Vivimos en un mundo muy competitivo. Nuestro adversario es nuestro competidor, nuestro oponente (vv. 25,26). Tuvo algunas palabras con referencia a las mujeres (vv. 27-30). (Dado que no dio instrucciones con respecto a las relaciones con hombres, podemos deducir que este fue un retiro solo de hombres). Muchos malentienden esta enseñanza. Jesús no estaba enseñando que pensar en cometer adulterio era tan grave como cometerlo en la práctica. La instrucción para nosotros es que ganemos la batalla contra la tentación cuando es nada más que una mirada y un pensamiento. Después, Jesús trató sobre la relación del hombre con su esposa (vv. 31,32). Les enseñó que su relación con su esposa debía ser una relación permanente. Agregue esta instrucción a lo que Jesús enseñó sobre las relaciones con las mujeres. Una de las causas de la epidemia de divorcios que hay en la actualidad es la infidelidad. Cuando hay una epidemia de divorcios, hay una epidemia de familias disfuncionales e hijos que sufren. Gran parte del dolor y el sufrimiento que hay “al pie de la montaña” se debe a que los hombres están perdiendo la batalla contra la tentación, de la que Jesús habló en los versículos anteriores (vv. 27-30). También se les indica que no acompañen sus compromisos verbales con un juramento, como hacían los fariseos. Cuando decían “sí”, eso debía significar “sí”; y cuando decían “no”, eso debía significar “no”. No solo debían ser hombres de la Palabra (la Biblia), sino hombres de palabra, hombres íntegros (vv. 33-37). La ética suprema (vv. 38-48) Jesús cierra este largo pasaje de aplicación presentándonos la ética suprema de toda su enseñanza ética. Lo que Jesús enseña en estos últimos versículos representa la enseñanza ética más elevada de cualquier religión. Esta enseñanza fue un factor vital en la muerte de los apóstoles, así como para millones de discípulos a lo largo de la historia de la iglesia. Estos versículos también son considerados la enseñanza más difícil de Jesús. Dos de sus afirmaciones más difíciles
  • 24. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 24 son que no debemos resistirnos cuando otros nos hagan mal, y que debemos amar a nuestros enemigos. Recordemos que Jesús no enseñó esta ética al pie de la montaña, a una muchedumbre mezclada, sino la enseñó a los que estaban en la cima de la montaña, a sus discípulos. Sus discípulos eran personas que habían asumido el compromiso de seguirlo y hasta morir por Él (Lucas 9:23-25; 14:25-35). Él les había dejado bien en claro a todos los que profesaban ser sus discípulos que debían cargar su cruz para seguirlo. Cuando Jesús dijo: “No resistan al malo” y “Amen a sus enemigos”, simplemente les estaba diciendo dónde, cuándo, cómo y por qué causa quería que murieran. Durante las “Guerras Santas”, aproximadamente en el año 1220, Francisco de Asís estaba cuidando a un turco que había sido herido. Un cruzado que pasó en su caballo miró a Francisco y al turco herido, y dijo: “Si ese turco se sana, Francisco, te matará”. A lo que Francisco respondió: “¡Bien, pero antes, habrá conocido el amor de Cristo!”. El corazón de este pasaje es la pregunta que Jesús formuló: “¿Qué hacéis de más [que los otros]?” (v. 47). A lo largo de todo este sermón, Jesús está enseñando: “Como discípulo mío, debes ser diferente”. Una traducción lo expresa de esta manera: “Si ustedes solo aman a los que los aman a ustedes, ¿qué gracia practican? No se necesita gracia para amar a los que nos aman”. La iglesia del Nuevo Testamento tenía gracia, que había recibido en el día de Pentecostés (Hechos 2). Esa gracia le dio a la gente de la iglesia del Nuevo Testamento la capacidad para ser diferentes. Debemos orar pidiendo gracia cuando nosotros también apliquemos esta suprema ética de Jesús a nuestras relaciones con nuestros enemigos. Capítulo 8 Tres perspectivas para vivir Cuando Jesús enseñó las hermosas actitudes, desafió a sus discípulos a ver el centro de su ser y reflexionar sobre cuál era el esquema mental que guiaba su vida. En el extenso pasaje que sigue a las bienaventuranzas, los desafía a mirar a su alrededor y aplicar las bienaventuranzas en sus relaciones más importantes. Cuando los discípulos que asistieron al retiro en la montaña escucharon cómo las bienaventuranzas se aplican en sus relaciones, especialmente sus relaciones con sus enemigos, estaban más que listos para la tercera perspectiva sobre la vida que Jesús les enseñó. Cuando comenzamos a leer el sexto capítulo de Mateo, vemos que Jesús les dijo a sus discípulos que miraran hacia arriba y reflexionaran sobre las disciplinas y los valores espirituales de un auténtico discípulo. (La palabra “disciplina” y la palabra “discípulo” provienen de la misma raíz). Él les presenta tres disciplinas espirituales y les enseña que las tres deben ser practicadas verticalmente y no horizontalmente.
  • 25. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 25 Los fariseos tenían una justicia horizontal, es decir, practicada para lograr el aplauso y la aprobación de las personas. Jesús desafió a sus discípulos a tener una justicia que practicaran verticalmente, es decir, para lograr la aprobación de Dios. Esto es, al menos, parte de lo que quiso decir cuando enseñó que la justicia de sus discípulos debía ser mayor que la de los escribas y fariseos (5:20). La disciplina de dar (vv. 1-4) La primera disciplina espiritual que enseña Jesús es lo que hoy llamamos mayordomía. Nuestra salud y nuestro bienestar espiritual son vitalmente afectados por nuestra fiel práctica de esta disciplina espiritual. Debemos dar de forma vertical, es decir, para Dios, no para impresionar a las personas. Si le damos a Dios, no es necesario que nadie sepa lo que estamos dando. La disciplina de la oración: Comunicación con Dios (vv. 5–15) No podemos amar a nuestros enemigos, ni ser parte de la solución de Cristo en las vidas de aquellos que aún son parte del problema, si no sabemos orar. En realidad, ni siquiera podemos solucionar nuestros propios problemas si no sabemos orar. Por eso, Cristo demostró y enseñó a sus discípulos la disciplina de la oración. El punto central de su enseñanza acerca de la oración es que debemos estar seguros de que estamos hablando con Dios cuando oramos. Jesús enseñó que, si queremos asegurarnos de hablar con Dios cuando oramos, debemos entrar a nuestro aposento (o cualquier lugar donde podamos estar a solas) y cerrar la puerta. Dado que no hay nadie allí que podamos impresionar, salvo Dios, la oración en nuestro aposento privado es mejor que la oración pública, según Jesús. Él promete que nuestro Dios, que está en lo secreto, honrará y responderá nuestras sinceras oraciones hechas en privado. En este contexto, Jesús da la mayor enseñanza que haya recibido este mundo acerca de cómo orar. Esta enseñanza debería llamarse “La oración del discípulo”. Hay siete peticiones en esta oración. Después de tratar a Dios como nuestro Padre celestial, hay tres peticiones providenciales: tu nombre, tu reino y tu voluntad. Solo después podemos orar pidiendo: “Danos”. Con estas tres peticiones providenciales, estamos orando: “Dios primero”. La oración no es cuestión de llegar a la presencia de Dios con una lista de las cosas que queremos y mandar a Dios “de compras”. Debemos entrar en nuestro aposento de oración con un corazón abierto y pedirle a Dios que nos mande a nosotros a conseguir lo que Él quiere. Una vez que tenemos esa prioridad, entonces podemos pedir por nuestras peticiones personales. Las peticiones personales son: “Danos, perdónanos, no nos metas y líbranos”. La primera petición personal es: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (v. 11). El pan simboliza todas nuestras necesidades. El pan que pedimos es solo el de “hoy”. Después, debemos orar: “Perdónanos” (v. 12). Jesús no está enseñando que nuestro perdón esté basado en el hecho de que perdonemos. Perdonamos porque
  • 26. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 26 fuimos perdonados. ¿Cómo podríamos no perdonar a otros cuando se nos ha perdonado tanto a nosotros? Pero solo experimentaremos el perdón cuando practiquemos el perdón, dice Jesús. La siguiente petición es “No nos metas en tentación” (v. 13). Esta petición, en realidad, es: “Padre, si Tú ordenas mis pasos, y yo sigo tu guía, no tendré que confrontarme con la tentación”. La cuarta petición podría traducirse, realmente, como “Líbranos del maligno” (v. 13). Se nos enseña a concluir nuestras oraciones de la misma forma que las comenzamos, básicamente, orando “Dios primero” otra vez. Concluimos reconociendo y afirmando que “el poder para responder mi oración siempre vendrá de ti, así que el resultado (el Reino) siempre te pertenecerá a ti, y la gloria siempre será para ti”. La disciplina del ayuno (vv. 16-18) Como las disciplinas espirituales de dar y orar, Jesús enseñó que la disciplina espiritual de ayunar también debe ser vertical (vv. 16–18). El ayuno declara a Dios y a nosotros mismos que valoramos lo espiritual más que lo físico. Según Jesús, el ayuno demuestra la sinceridad de nuestras oraciones. Ciertos milagros no se producen sino después de mucha oración y ayuno (Mateo 17:21). La disciplina de los valores verticales (vv. 19-34) Jesús enseña, después, la disciplina de los valores celestiales (vv. 19-34). En este pasaje, presenta otra causa del sufrimiento de los que están al pie de la montaña. La gente sufre porque no tiene valores espirituales. Para poder ser parte de su solución y una de sus respuestas a las personas que aún son parte del problema, los discípulos simplemente deben tener los valores verticales, celestiales, espirituales de Cristo. Hay tesoros en los cielos y tesoros en la tierra. Los discípulos de Cristo no deben acumular tesoros en la tierra, que pierden valor y pueden ser robados. Deben acumular tesoros en los cielos, que no pierden valor y no pueden ser robados. Jesús es brutalmente sincero cuando les dice cómo sabrán cuáles son verdaderamente sus valores. Una paráfrasis resumida de esta enseñanza, actualmente, sería: “Si ustedes quieren saber cuáles son sus valores, miren hacia atrás y fíjense en qué han gastado su dinero; y miren hacia atrás y fíjense en qué han pasado su tiempo durante los últimos cinco años”. Nuestro corazón está donde está nuestro tesoro, y si usted quiere saber cuáles son sus tesoros, pregúntese: “¿Cómo gasto mi dinero? ¿Cómo paso mi tiempo? ¿Qué es lo que quiero todo el día? ¿Qué me preocupa todo el día?”. Si usted evalúa sus actividades, sus ambiciones y sus ansiedades, encontrará sus valores. Cristo concluye este discurso sobre los valores verticales enseñando a sus discípulos que su prioridad absoluta debe ser el reino de Dios y su justicia: lo que Él les muestra que es justo. Si quienes tienen hambre y sed de justicia hacen de este su valor prioridad número uno, absolutamente, Dios los bendecirá con todo lo
  • 27. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 27 que necesiten en la medida que ellos pongan a Dios y su Reino primero. Mirar hacia adentro (7:1-5) Cuando leemos el séptimo capítulo de Mateo, nos damos cuenta de que Jesús, ahora, está terminando este retiro. Después de haberlos desafiado a mirar hacia adentro, a su alrededor, y hacia arriba, concluye su enseñanza con un veredicto pidiéndoles que tomen la decisión deliberada de mirar hacia adentro y examinarse a sí mismos. Usando una metáfora humorística, enseña que no debemos buscar motas de polvo en el ojo de nuestro hermano, cuando tenemos una viga en el propio. Debemos mirar hacia adentro y pedirle a Dios que nos juzgue a nosotros antes de poder ayudar a los demás. Por lo tanto, debemos tomar la decisión de mirar hacia adentro y sacar la viga de nuestro ojo antes de poder ministrar a otros. Jesús nos dice que no seamos hipócritas hipercríticos. Mirar hacia arriba (7:3-5) Jesús continúa cerrando su enseñanza invitando a quienes la han oído a tomar la decisión de mirar hacia arriba. Cierra con un veredicto su enseñanza sobre las disciplinas y los valores espirituales invitando a estos discípulos a mirar hacia arriba con perseverancia: pedir, buscar y llamar continuamente. Y a esto le sigue una triple promesa: todo aquel que pide, recibe; todo el que busca, halla; y todo aquel que llama, finalmente se encontrará frente a una puerta abierta (Lucas 11:9-13). Mirar alrededor (7:12) Cuando aquellos que lo han escuchado están a punto de dejar la cima de la montaña, Jesús los invita a tomar la decisión de mirar a su alrededor. Esta enseñanza es llamada “la Regla de Oro”. Este breve versículo es un resumen de la enseñanza ético-relacional de Jesús y de toda la Biblia. El desafío esencial de esta enseñanza es: “Si quieres ser la sal y la luz que la gente este mundo necesita desesperadamente, ponte en el lugar de cada persona que conozcas, y pregúntate: ‘Si yo fuera esta persona, ¿qué querría que hiciera un discípulo que ha escuchado lo que tú has escuchado en esta montaña?’ Cuando tengas la respuesta para esa pregunta, simplemente, ¡hazlo! Esa es la enseñanza de toda la Biblia sobre el tema de las relaciones humanas. Todo lo que quieras que los hombres hagan por ti, ve y hazlo por ellos”. Por aplicación, póngase en el lugar de su cónyuge, hijos, padres, hermanos y otros creyentes. Aplique esta enseñanza a todas las personas cuyas vidas se cruzan con la suya. Si fuera alguna de esas personas, ¿qué querría que hiciera usted? No olvide aplicar esta enseñanza a quienes aún no han llegado a la fe en Jesucristo, que no han experimentado la salvación ni ninguna de sus bendiciones. Pregúntese, entonces: “Si yo fuera esa persona, ¿qué querría que hiciera un discípulo de Jesucristo con estas
  • 28. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 28 actitudes?”. Cuando tenga la respuesta para esa pregunta, simplemente, hágalo, porque esa es la Regla de Oro del evangelismo. La invitación (7:13-27) Cuando Jesús comenzó este retiro, su invitación era: “¿Eres parte del problema, o quieres ser parte de la solución?”. Al final de su enseñanza, Jesús lanza el mismo desafío que al principio, solo que esta vez, quienes escuchan la invitación ya han profesado que quieren ser parte de su solución. Al concluir el retiro, la invitación de Jesús es: “¿Qué clase de solución vas a ser?”. Para resumir y parafrasear su invitación, digamos que Jesús cerró este retiro diciendo: “Hay dos clases de discípulos: los muchos y los pocos, los falsos y los verdaderos, los que dicen y los que hacen. Los muchos piensan que hay una forma fácil de ser solución y respuesta. Ellos nunca llegan a ser parte de mi solución. Pero los pocos se dan cuenta de que ser sal de la tierra y luz del mundo comienza con una puerta estrecha seguida por una vida disciplinada y difícil de discipulado. ¿Serás uno de los muchos, o uno de los pocos? ¿Vas a ser uno de los falsos o uno de los verdaderos discípulos que realmente llega a ser parte de mi solución? ¿Serás uno de los que meramente dice, o uno de los que realmente hace lo que he enseñado en esta montaña?”. La gran metáfora con la que Jesús concluye su mayor discurso presenta dos clases de discípulos que están a punto de dejar esa cima de la montaña. Jesús presenta dos casas (vidas), una construida sobre la roca (el discípulo que obedece las enseñanzas de Jesús) y otra construida sobre la arena (el discípulo que no obedece sus enseñanzas). Ambos han escuchado sus enseñanzas, pero uno, el necio, nunca aplica lo que ha escuchado. Esta tremenda conclusión deja bien en claro que la diferencia entre estos dos discípulos es lo que hacen con lo que saben (Mateo 7:24-27). Ahora que usted ha estudiado esta gran enseñanza, ¿qué clase de discípulo será para Jesús? ¿Qué va a hacer con lo que sabe? Capítulo 9 La comisión de los comprometidos No tenemos idea de cuántos discípulos asistieron al primer retiro cristiano. Como ya he señalado, poco después que Jesús concluyó su enseñanza en la montaña con esa extraordinaria invitación, comisionó a doce discípulos para que fueran sus apóstoles. Jesús, obviamente, reclutó a estos discípulos en ese retiro, y luego los comisionó para que compartieran su misión; para que fueran parte de su estrategia para alcanzar a todo el mundo con la salvación que vino a traer. Como le pregunté anteriormente: Si usted supiera que le quedan tres años de vida para completar su misión, ¿qué haría? Jesús, sin duda, sabía que tenía tres años, por eso envió a estos apóstoles y delegó en ellos su deseo de llevar la salvación al mundo. Sus
  • 29. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 29 discípulos difundieron fielmente la Buena Noticia durante su vida. Cinco siglos después de que Él los comisionara, una persona ni siquiera podía conseguir trabajo en el Imperio Romano a menos que dijera que era cristiana. De la misma forma, nosotros debemos ser fieles en alcanzar a nuestro mundo para Cristo proclamando el evangelio en el mundo en el que vivimos. Conozcamos a los doce apóstoles Jesús pasó toda una noche orando antes de comisionar a estos doce apóstoles (Lucas 6:12, 13). Los primeros cuatro apóstoles mencionados en Mateo son dos pares de hermanos: Pedro y Andrés, y Jacobo y Juan. Estos cuatro hombres trabajaban juntos como pescadores. Felipe y Bartolomé siempre son mencionados juntos, como Tomás y Mateo. Felipe era un hombre de negocios que trabajaba con caballos o transporte. En la actualidad, él probablemente hubiera trabajado en el negocio de los automóviles. Cuando comparamos las listas de los apóstoles según los diferentes evangelios, llegamos a la conclusión de que Bartolomé también era conocido como Natanael. Tomás era un intelectual, con una mente inquisidora. Hoy solemos decir que esa clase de personas dudan, “como Tomás”. Mateo era recaudador de impuestos, un publicano, que recaudaba impuestos para Roma de sus compatriotas judíos, lo cual significa que era un traidor para su propio pueblo. Usted observará que en los Evangelios suele hablarse de “pecadores y publicanos”. Esto no significa que los publicanos no fueran pecadores. ¡Significa que eran una categoría aparte de pecadores en sí mismos! El pueblo judío odiaba verdaderamente a los publicanos. Es interesante que Jesús haya elegido a un publicano para ser uno de los doce. Las últimos cuatro nombres son duplicados en la lista de los doce. Por ejemplo, había otro Simón, además de Simón Pedro. Este otro Simón era llamado “el cananeo” o “el zelote”. Esto significa que era lo opuesto de un hombre como Mateo. Pertenecía a los zelotes, guerrilleros que continuaban la resistencia contra Roma, aunque el pueblo judío ya había sido conquistado por los romanos. En la actualidad, diríamos que era un revolucionario. Los eruditos creen que tres, posiblemente cuatro, de los apóstoles eran zelotes. Muchas veces me he preguntado de qué hablarían Simón el zelote y Mateo el publicano —si es que se hablaban— mientras caminaban con Jesús por Galilea, Judea, Jerusalén y Samaria. Imagine la situación dramática que se habrá producido cuando Jesús les dijo a Mateo el publicano y a Simón el zelote que se lavaran los pies mutuamente y se amaran el uno al otro (Juan 13:34,35). Hay otro Jacobo en la lista de los doce, llamado “Jacobo hijo de Alfeo”. Este Jacobo también es llamado “Jacobo el menor”, que probablemente significa que fuera más bajo o menor en edad (Marcos 15:40). También había dos Judas. Uno es Judas “el hermano de Jacobo”, también llamado “Tadeo” o “Lebeo,” y Judas Iscariote, que traicionó a Jesús.
  • 30. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 30 Los apóstoles debían predicar el Evangelio y demostrar el reino de Dios por medio de señales y prodigios. Debían sanar a los enfermos, limpiar a los leprosos, echar fuera demonios y resucitar muertos. Debían predicar y dar el evangelio gratuitamente, sin pedir nada a nadie, confiando en que Dios iba a satisfacer cada una de sus necesidades. Debían vivir por fe. Jesús advirtió a los apóstoles que no serían bien recibidos. Los advirtió: “Yo os envío como a ovejas en medio de lobos” (10:16). Básicamente, les estaba diciendo: “El mundo no les deseará nada bueno cuando ustedes obedezcan mi comisión y pongan en práctica mi estrategia”. Esto sigue siendo cierto aún hoy. Una tarea Usted aprenderá y será bendecido si responde estas seis preguntas acerca de estos doce hombres con quienes Jesús pasó sus tres años de ministerio público y a quienes confió su misión en este mundo: ¿Qué estaba haciendo este hombre cuando conoció a Jesús? ¿En qué cambió eso como resultado de conocer a Jesús? ¿Dónde murió? ¿Qué estaba haciendo cuando murió? Según lo que pueda averiguar en la Biblia y otras fuentes, ¿cómo murió? ¿Por qué Jesús eligió a este hombre en particular para que fuera su apóstol? Jesús exigió un tremendo nivel de compromiso cuando hizo aquella invitación en la cima de la montaña, porque sabía que estos apóstoles iban a sufrir y morir por Él. ¿Hasta qué punto se ha comprometido usted con Jesucristo? ¿Es usted auténticamente su discípulo? ¿Está dispuesto a tomar un compromiso con Jesús como el compromiso que vemos en las vidas de los apóstoles? Capítulo 10 Las parábolas de Jesús en Mateo El capítulo 13 de Mateo es el gran capítulo de parábolas de este Evangelio. La palabra “parábola” (en griego: para ballo) deriva de dos palabras. Para significa ‘al lado de’. Ballo es ‘arrojar’. La parábola es una historia que se “arroja al lado” de una verdad que se trata de enseñar. Jesús fue el Maestro absoluto de la parábola. Hubo un período en su ministerio en que Jesús enseñó exclusivamente en parábolas. Un motivo para esto fue que no iban a arrestarlo por contar historias “insignificantes” que las autoridades no comprendían. Solo quienes tenían el Espíritu Santo para enseñarles comprendían sus parábolas. El capítulo 13 de Mateo es el gran capítulo de las parábolas o historias de este Evangelio. Dado que este estudio no es más que un panorama y una introducción a dicho Evangelio, solo tendré tiempo de presentarle el concepto de la parábola y darle algunos ejemplos de parábolas que Jesús enseñó.
  • 31. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 31 Jesús comienza con la Parábola del Sembrador. Un sembrador sale a sembrar semillas en el campo. Toma las semillas de su bolsa y las arroja. Algunas caen en suelo duro, un camino donde había caminado gente. Esa semilla, simplemente, quedó sobre la superficie. Nunca penetró el suelo, y los pájaros vinieron y se la comieron. Algunas otras semillas cayeron donde la tierra estaba suelta, y esa semilla comenzó a dar raíces, pero, debajo de la superficie, había piedras. Así que las raíces chocaron contra la piedra y cambiaron de dirección. Cuando salió el sol, la planta producida por esa semilla se quemó y no dio ningún fruto. Algunas semillas cayeron en buen suelo, profundo, bien regado, y la semilla echó raíces. Pero cuando las plantas comenzaron a crecer, se encontraron con espinos que las ahogaron, de modo que tampoco produjeron fruto. Las últimas semillas del sembrador cayeron en buena tierra. No había problemas allí, ni sobre la tierra ni debajo de ella. Esas semillas produjeron fruto; algunas, treinta; otras, sesenta; y otras cien veces más que lo plantado. Cuando leemos por primera vez esta parábola, coincidimos en que debe llamársela la “Parábola del Sembrador”. Pero cuando la estudiamos con mayor detenimiento, podemos llegar a pensar que debería llamarse la “Parábola de las Semillas”. Dado que la semilla es la Palabra, esta parábola es una profunda enseñanza sobre la Palabra de Dios y algunas cosas que suceden cuando se la enseña o se la predica. “Mirad, pues cómo oís” es la forma en que Lucas aplica el significado de esta parábola (Lucas 8:18). Después de enseñar esta parábola, cuando Jesús estaba solo con sus apóstoles, ellos le preguntaron sobre la parábola, y Él la interpretó para ellos. Les dijo que la semilla que el sembrador sembraba era la Palabra de Dios, y los cuatro tipos de suelo representan cuatro formas en que las personas responden a la Palabra. Cuando leemos la interpretación de la parábola, nos damos cuenta de que un título mejor para ella sería la “Parábola de los Suelos”. Cuando reflexionamos sobre el hecho de que el centro de la parábola es cómo las personas responden a la Palabra de Dios, nos damos cuenta de que el mejor título sería “Cuatro maneras de escuchar la Palabra de Dios”, porque esta parábola nos presenta cuatro formas en que las personas responden a la Palabra de Dios cuando se les enseña o predica. Cuando la Palabra es presentada, la primera persona ni siquiera la comprende; su mente, o su entendimiento, está endurecido, no puede ser penetrado, y no produce fruto. La segunda persona comprende la Palabra. Esta penetra en su entendimiento, pero el suelo rocoso que impide que las raíces lleguen a lo profundo de la tierra representa lo que Jesús llama, en otro lugar, “el corazón endurecido”. Esto nos sugiere que su voluntad no ha sido penetrada, y su compromiso es superficial. Creen la Palabra, pero
  • 32. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 32 cuando llega la tribulación o la persecución, pronto se apartan o caen, y no dan fruto. La tercera persona no es vencida por nada que esté debajo del suelo ni dentro de su vida, como el entendimiento de su mente o el compromiso de su voluntad. Es vencida por fuerzas exteriores a su vida, que están por encima del suelo, como el engaño de las riquezas o los placeres que las acompañan. También es posible que sea vencida por “los cuidados de este mundo”, es decir, la preocupación por la riqueza que tiene o no tiene. En la parábola, los obstáculos son espinos que ahogan la planta que la Palabra quisiera hacer crecer en el suelo de su vida. Esta tercera persona tampoco da fruto. Podríamos decir que la primera persona tiene una “cabeza dura”. La segunda persona tiene un corazón duro, y la tercera es distraída por decisiones difíciles. El cuarto tipo de suelo representa la forma en que Jesús quisiera que todos respondiéramos cuando escuchamos la Palabra de Dios. No hay nada bajo el suelo o sobre él que impida el crecimiento ni que la planta dé fruto. Esto representa a la persona que decide que nada en su vida, como su entendimiento o su terca voluntad, impedirá que dé fruto. También está decidida a que ninguna fuerza externa a su vida impida que cumpla los propósitos para los cuales Dios le dio su Palabra. Lucas describe a estas personas diciendo que “con corazón bueno y recto retienen la palabra oída” y esto las hace fructíferas (Lucas 8:15). Lucas también explica la esencia de esta profunda parábola con estas palabras: “Mirad, pues, cómo oís [la Palabra de Dios]” (Lucas 8:18). La verdad de esta profunda parábola es muy obvia para cualquiera que enseñe o predique la Palabra de Dios. Cuando se enseña o se predica la Palabra de Dios, estas cuatro clases de personas siempre están, y el predicador o maestro que tiene discernimiento puede distinguirlas fácilmente. Todos los que escuchan y enseñan la Biblia deberían reflexionar mucho sobre esta parábola cuando lo hacen. Primero, debemos estudiar nuestro propio suelo. ¿Qué clase de suelo encuentra la semilla de Dios en nuestro corazón? ¿Permitimos que la Palabra de Dios lleve fruto? ¿Somos muy fructíferos (100%) o solo un poco (30%)? Segundo, quienes enseñan deben tener plena conciencia de la dura realidad de que la predicación o la enseñanza de la Palabra serán infructuosas a menos que quienes reciben la enseñanza comprendan el significado de la Palabra que están escuchando. Además, debemos darnos cuenta de que nuestra predicación o enseñanza serán infructuosas a menos que podamos penetrar en la voluntad de la persona a quien enseñamos. Cuando enseñamos, debemos, por lo tanto, hacerlo de manera tan sencilla que podamos penetrar en su entendimiento. También debemos, en oración, llevar nuestra enseñanza o predicación a un veredicto, de manera que el Espíritu Santo pueda penetrar la voluntad de quien nos escucha.
  • 33. Fascículo No. 10: Introducción a los Evangelios y Un panorama de Mateo 33 En esta parábola no se nos desafía a producir “expertos en la Biblia” que la conozcan, sino discípulos comprometidos del Señor que practiquen la Palabra que ha penetrado en su entendimiento y su voluntad. Por lo tanto, debemos simplemente escuchar, enseñar y predicar la Palabra orando para que el Espíritu Santo abra los ojos espirituales de quienes nos escuchan, para que puedan comprender y obedecer la Palabra de Dios. Debemos orar para que nos dé a nosotros, y a quienes escuchan, el don de la fe, y la voluntad para “hacer” la Palabra, de manera que esta dé fruto (Juan 7:17; Filipenses 2:13). También debemos confiar en Dios para que nos dé poder a nosotros, y a quienes nos escuchan, para vencer todas las fuerzas de este mundo que harán todo lo que esté en su poder para que la Palabra que escuchamos, y nuestra predicación y enseñanza de ella, sean infructuosas. Solo Dios puede hacer esto. Por eso, cuando estudiamos, enseñamos o ministramos la Palabra, debe ser “oración y ministerio de la Palabra”. Ambas deben ir juntas (Hechos 6:4). La parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30; 36-42) Esta breve, pero profunda, parábola, y su interpretación, son una enseñanza muy importante de Jesús, porque constituyen su respuesta a la pregunta que ha acosado a los teólogos y filósofos durante toda la existencia de la teología y la filosofía. Esa pregunta es “¿De dónde proviene el mal?”, o, en otras palabras, “¿Cómo podemos explicar la existencia del mal en un mundo que ha sido creado y es sostenido por un Dios amoroso y omnipotente?”. La respuesta, en forma de parábola, que da Jesús, es: “Un enemigo mío hizo esto, mientras el hombre dormía”. El origen del mal es atribuido a “su enemigo”, y también a la negligencia de los hombres. Esta explicación de Jesús probablemente inspiró al hombre que escribió: “Lo único que necesita el mal para triunfar sobre el bien es que los hombres buenos no hagan nada”. En esta parábola, las “semillas” no son las palabras de Dios que caen en el suelo de la vida de los hombres, sino hijos del Reino plantados en el suelo de este mundo. Quizá no lo entendamos, pero una vez que aceptamos la realidad del mal, el desafío es: “¿Qué vamos a hacer acerca de este problema?”. “El campo es el mundo”, según Jesús, y eso nos hace pensar en una carga que Él expresaba con frecuencia. Él desafió a los discípulos a orar para que Dios enviara obreros a la mies, porque ya están los campos blancos para la siega, y los obreros son pocos (Mateo 9:37,38). Juan Wesley comprendió y compartió esta perspectiva de Cristo cuando declaró: “¡El mundo es mi parroquia!”. Nunca debemos perder de vista el hecho de que “el campo es el mundo”, no solo nuestro pequeño rinconcito de ese campo. Siempre debemos tener una perspectiva mundial cuando aceptamos el desafío de que el bien y el mal existen juntos en este mundo.