SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 34
Descargar para leer sin conexión
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
1 
INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE 
FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 23 
EL EVANGELIO DE JUAN 
VERSÍCULO POR VERSÍCULO 
(Parte 1) 
(Capítulos 1 al 3) 
Capítulo 1 
Un enfoque del evangelio de Juan 
En otro fascículo, he presentado algunas notas para aquellos 
que escucharon varios programas en los que se ofrecía un estudio 
resumido del evangelio de Juan dentro de nuestro estudio general 
del Nuevo Testamento. El fascículo que usted está leyendo ahora es 
uno de los seis en los que resumiré ciento treinta programas radiales 
que enseñan el evangelio de Juan versículo por versículo. 
El apóstol Juan es el autor de este evangelio. Al leerlo, sé el 
propósito por el cual Juan lo ha escrito y, por lo tanto, mi propósito 
para leerlo, ya que Juan nos dice claramente para qué lo escribió: 
“Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus 
discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se 
han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y 
para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (20:30,31). 
Una “señal” es un milagro que prueba algo o lo que 
podríamos llamar “evidencia milagrosa”. Según Juan, cuando 
Jesucristo estuvo aquí, realizó muchas “señales”. En el último 
versículo de su evangelio, Juan escribe que no ha registrado todas 
las señales que Jesús realizó, porque, si lo hubiera hecho, el mundo 
entero no bastaría para contener todos los libros que habrían de 
escribirse.
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
2 
Juan nos dice que su evangelio es un relato escrito de ciertos 
milagros que Jesús realizó. Comparte selectivamente su registro de 
estos milagros porque quiere que creamos que Jesús es el Cristo, el 
Mesías, el Hijo de Dios. Él está absolutamente convencido de que, 
cuando creamos, tendremos la calidad de vida que Dios desea que 
todo ser humano tenga. A esa calidad de vida, la llama “vida 
eterna”. 
Otra cosa que me gusta de la forma de escribir de Juan es 
que lo hace en una hermosa “lengua de señas”. Este cuarto 
evangelio es un ejemplo de lo que Pablo quiso decir cuando 
escribió que “los judíos piden señales” (1 Corintios 1:22). Este 
evangelio es una ilustración de lo que podríamos llamar la “lengua 
de señas” espiritual y bíblica de los judíos. 
Cuando Juan escribe el Apocalipsis, ya en el primer 
versículo nos dice cómo le fue dada la revelación: “La revelación 
de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las 
cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio 
de su ángel a su siervo Juan”. 
“Declaró” es una palabra muy interesante. Juan nos dice que 
la forma literaria de la revelación que Dios le dio en la isla de 
Patmos era una “lengua de señas” espiritual. Pablo amplía este 
concepto cuando escribe sobre la historia hebrea: “Y estas cosas les 
acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a 
nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 
Corintios 10:11) 
La palabra griega que usó Pablo y que se traduce como 
‘ejemplo’ es tupos. Esta palabra significa “tipo”, como los tipos de 
una imprenta. Pablo nos dice que la literatura histórica de la Biblia 
está llena de ejemplos y advertencias que son alegorías. Si 
buscamos la palabra “alegoría” en un diccionario, descubriremos 
que es ‘una historia en la cual personas, lugares y cosas tienen un 
significado más profundo, que nos instruye moral o 
espiritualmente’. 
El apóstol Pablo también escribe sobre el hecho de que 
Abraham tuvo dos hijos. Esto no es un mito; es historia. Pero, 
después de decirnos que Abraham tuvo dos hijos, escribe: “Lo cual 
es una alegoría” (Gálatas 4:22-24). Por lo tanto, Pablo sienta este 
precedente: en la Biblia, la verdad histórica puede ser aplicada 
alegóricamente. Esto significa que las personas, los lugares y las 
cosas que aparecen en un pasaje bíblico —como los dos hijos de 
Abraham— tienen un significado más profundo, que nos puede 
instruir espiritualmente. 
A esto me refiero cuando digo que el apóstol Juan escribe el 
cuarto evangelio, como escribió el Apocalipsis, en una lengua de 
señas judía, inspirada y alegórica. El Apocalipsis es un mensaje 
destinado al pueblo de Dios en una lengua de señas, codificada. Si 
deseamos comprender ese mensaje, debemos tener las claves para
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
3 
descifrarlo. En cierto sentido, esto también se aplica al evangelio de 
Juan. 
Este evangelio está escrito en dos niveles. Un niño puede 
comprender las palabras sencillas utilizadas por Juan. En este 
primer nivel, el evangelio de Juan es el más simple de los cuatro. 
Pero, cuando nos damos cuenta de que Juan escribe en la lengua de 
señas, con frecuencia, debemos buscar un significado más profundo 
en su evangelio. Generalmente, hay un significado alegórico en el 
que personas, lugares y cosas tienen otro significado, que puede 
instruirnos espiritualmente. Ese nivel más profundo convierte a este 
evangelio en el más profundo de los cuatro, pero, para comprender 
su significado, debemos tener las claves que interpreten el código. 
Solo cuando leemos el evangelio de Juan con las claves que 
nos permiten acceder a ese nivel más profundo de verdad, lo 
apreciamos verdaderamente. Antes de examinar este magnífico 
evangelio versículo por versículo, quisiera compartir con usted 
algunas claves que nos ayudarán a descifrar el código de ese 
segundo y hermoso nivel de verdad en el cuarto evangelio. 
La primera clave que quiero compartir con usted es el 
Espíritu Santo. Simplemente, no podemos discernir la verdad 
espiritual, a menos que el Espíritu Santo entre a residir en nuestra 
vida (1 Corintios 2:9-16; Juan 16:13). El apóstol Pablo nos revela 
por qué cuando enseña que “la verdad espiritual se discierne 
espiritualmente”. El hombre natural, no espiritual, no puede 
comprender la verdad espiritual y, como consecuencia de esto, dirá 
que las grandes verdades espirituales son locura, según Pablo. Por 
lo tanto, la primera clave que debemos tener para descifrar el 
código de este profundo cuarto evangelio es que, simplemente, 
debemos tener al Espíritu Santo como Maestro. 
Una segunda clave que permite descifrar el código del 
cuarto evangelio es darnos cuenta de que el noventa por ciento de lo 
que contiene el evangelio de Juan no se encuentra en los evangelios 
de Mateo, Marcos y Lucas. Por eso, Mateo, Marcos y Lucas son 
llamados “evangelios sinópticos”. El contenido de esos evangelios 
es sinónimo. Pero el noventa por ciento de lo que encontramos en el 
evangelio de Juan no se encuentra en los evangelios “sinónimos”. 
Esto significa que, si Juan no hubiera escrito este cuarto evangelio, 
no conoceríamos el noventa por ciento de los hechos y las personas 
de las que habla este libro. 
Una tercera clave para el cuarto evangelio es comprender 
que este es el único libro de la Biblia que está dirigido al incrédulo. 
El apóstol Pablo escribió: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, 
y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en 
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente 
preparado para toda buena obra” (1 Timoteo 3:16,17). Este pasaje 
nos comunica el propósito por el cual se escribió la Biblia entera: 
que todo hombre o mujer de Dios sea perfecto, es decir, completo,
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
4 
totalmente equipado para todas las buenas obras que su Padre 
celestial desea que haga. 
Esto significa que hay solo un mensaje en la Biblia para el 
incrédulo, y ese mensaje es que debe arrepentirse y creer en el 
evangelio. Cuando esa persona, que no creía, se arrepiente y nace 
de nuevo, Dios tiene sesenta y seis pequeños libros santos — 
incluyendo el evangelio de Juan— para instruirla, equiparla y 
perfeccionarla para toda buena obra que Dios desee que haga. 
Como veremos, hay una gran riqueza de verdades 
devocionales en el evangelio de Juan, que serán de gran provecho 
para el creyente. Pero este libro está dirigido, claramente, al 
incrédulo, para que crea. Eso hace que el evangelio de Juan sea 
único en toda la Biblia. Este propósito evangelístico del evangelio 
de Juan es otra clave para una mejor comprensión de este gran 
libro. 
El argumento del evangelio de Juan 
Una clave más que debemos considerar al estudiar este 
evangelio es comprender que Juan presenta un argumento 
sistemático a lo largo de todo su evangelio. Los evangelios de 
Mateo, Marcos y Lucas son biografías únicas de Jesús. Tienen sus 
objetivos particulares, y presentan argumentos sistemáticos 
mientras nos muestran un perfil de la vida de Jesús, pero no tienen 
argumentos tan sistemáticos y obvios como el que Juan presenta en 
su evangelio. 
Ese argumento se declara en los versículos finales del 
capítulo 20, donde el autor de este evangelio nos dice para qué ha 
registrado estos milagros que Jesús realizó: para que creamos que 
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y recibamos vida eterna porque 
hemos creído (20:30,31). Cuando usted halle este argumento —que 
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios— sistemáticamente presentado a 
lo largo del evangelio de Juan, habrá descubierto otra clave para 
comprender y apreciar este evangelio. 
Tres preguntas 
Hay otra clave para este evangelio que está implícita en la 
declaración de propósitos de Juan. Son tres preguntas cuyas 
respuestas usted encontrará en todo este evangelio. En cada 
capítulo, Juan las responde. La primera es: “¿Quién es Jesús?”. A lo 
largo de todo su evangelio, Juan nos dice quién es Jesús. 
La segunda pregunta que Juan responde es: “¿Qué es la 
fe?”. ¿Qué significa creer estas cosas acerca de Jesús? Juan no solo 
nos desafía a creer, sino que nos dice qué significa creer. Nos dice 
qué es la fe y, además, de muchas formas, muy maravillosas, nos 
muestra cómo es. 
Finalmente, la tercera pregunta que Juan contesta 
invariablemente en capítulo tras capítulo de su evangelio es: “¿Qué 
es la vida?”. ¿De qué se trata esta vida eterna de la que nos hablas,
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
5 
Juan? Encontraremos la respuesta a esta tercera pregunta en cada 
capítulo de este gran evangelio. 
Cuando usted lea el evangelio de Juan, estas tres preguntas 
—y, especialmente, sus respuestas— serán una importantísima 
clave que le mostrará la aplicación personal y práctica del mensaje 
que nos llega envuelto en la hermosa lengua de señas de Juan. Lea 
este evangelio buscando las respuestas a estas tres preguntas: 
¿Quién es Jesús? ¿Qué es la fe? ¿Qué es la vida? 
Una galería de arte espiritual 
Leemos que algunos griegos se acercaron al apóstol Felipe y 
le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús” (12:21). Su pedido 
representa otra clave vital para comprender y apreciar este, el más 
profundo de los cuatro evangelios: lea el evangelio de Juan para ver 
a Jesús. 
Como introducción para el evangelio de Juan, hay una 
última clave que quiero compartir con usted: considere el evangelio 
de Juan como si fuera una “galería de arte espiritual” en la que cada 
capítulo es una “sala” diferente de esa galería. En las “paredes” (los 
versículos) de cada uno de estas salas (los capítulos), hay hermosos 
“retratos” de Jesús. Al leer el evangelio de Juan completo, usando 
esta perspectiva como clave para comprenderlo, algunos de los 
bellos retratos de Jesús en palabras que he encontrado en este 
evangelio son: 
En el capítulo 1, Él es el Verbo, el Verbo hecho carne, el 
Creador, la Vida que era la Luz, la Luz verdadera, que ilumina a 
todo hombre, que llega al mundo, Aquel que nos da el poder de 
convertirnos en hijos de Dios, el Cordero de Dios que ha venido a 
quitar los pecados del mundo, el Ungido, el Hijo de Dios, el 
Mesías, el Cristo, Jesús de Nazaret, el Hijo de José, el Rey de 
Israel, el Hijo del Hombre, y el Rabí que vivió lo que enseñaba. 
En el capítulo 2, es el Dador del gozo, el que ama la casa de 
su Padre, el que limpia la casa de su Padre, la Prueba viva de todas 
sus afirmaciones con respecto de sí mismo, el que solo se 
compromete con aquellos que se comprometen con Él, Aquel que 
puede convertir agua en vino. 
En el capítulo 3, es el Maestro que viene de Dios, el 
Maestro que obra milagros, el Hombre celestial, el Exaltado, el 
unigénito Hijo de Dios, la única Solución de Dios, el único 
Salvador dado por Dios, el conjunto absoluto de criterios para la 
salvación y el Esposo. 
En el capítulo 4, es un judío que no tiene prejuicios, es un 
Hombre cansado, es el Don de Dios, el que nos da agua viva, el 
Consejero que aconseja con autoridad a las personas, un Profeta, el 
Mesías, un Hombre que le dijo a una mujer todo lo que ella había 
hecho, el Señor de la cosecha, el Salvador del mundo y el Dador de 
la vida.
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
6 
En el capítulo cinco, Jesús es el gran Médico que no puede 
ignorar a una gran multitud de personas débiles. Es un Hombre que 
deliberadamente rompe la interpretación legalista de la Ley de 
Moisés para iniciar un diálogo sobre el legalismo. Es un Hombre 
que dijo ser igual a Dios. Es el Juez de toda la Tierra. Es la 
Resurrección. Es la Clave para comprender todas las Escrituras. 
En el capítulo 6, es el Pan de vida y el Hombre que hace una 
obra significativa. 
En el capítulo siete, es un Maestro que dice que su 
enseñanza es la enseñanza de Dios. También, predica de manera tan 
dinámica que los soldados olvidan por qué habían ido a arrestarlo. 
Cuando regresan sin su Prisionero, la única explicación que pueden 
dar es: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” 
(7:44-46). También es el origen de las dos mejores experiencias de 
la vida: nacer de nuevo uno mismo, y ser el vehículo por medio del 
cual corran ríos de agua viva hacia otros (7:37-39). 
En el capítulo 8, Él es el Amigo de los pecadores, la Luz del 
mundo, el Hombre que tiene dirección para su vida, el Hombre que 
siempre agrada al Padre, la Verdad que hace verdaderamente libres 
a los hombres, y el Eterno que fue antes que Abraham. 
En el capítulo 9, Él es el Hombre que debe hacer las obras 
de su Padre y es el Señor que acepta la adoración de un hombre que 
fue sanado. Es la Luz que da vista a los espiritualmente ciegos y 
revela la ceguera espiritual de quienes no creen ser ciegos. 
En el capítulo 10, es el Buen Pastor de las ovejas, la Puerta 
del redil, el soberano Pastor. 
En el capítulo 11, Él es la Resurrección y la Vida, el que 
resuelve los dos problemas más difíciles de solucionar en la vida: la 
enfermedad y la muerte. 
En el capítulo 12, Él es un grano de trigo que cae a la tierra 
y muere para poder glorificar a Dios produciendo una gran cosecha. 
Es el Cristo glorificado, es el Cristo adorado, es el Cristo popular. 
En el capítulo 13, es el humilde Siervo Jesús, que asume el 
rol del esclavo y lava los pies de sus discípulos. Es el Cristo que va 
a partir, que deja un mandamiento con el cual se crea una 
comunidad nueva. 
En el capítulo 14, Él es el Cristo que regresa; es el Camino, 
la Verdad y la Vida. Podríamos decir, también, que es el Cristo 
dogmático, porque no solo nos dice que es el Camino, la Verdad y 
la Vida, sino, también que nadie puede llegar al Padre si no es por 
medio de Él. También es el Cristo que está preparando un lugar 
adonde llevará a sus seguidores para que vivan con Él para siempre. 
Es un Cristo consolador, que promete enviar a una Persona, una Paz 
a sus seguidores para que sus corazones no se turben. 
En el capítulo 15, es una Vid que busca ramas. Es el Cristo 
que da vida. Es el Cristo que condena, un Cristo odiado, el Cristo 
que elige.
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
7 
En el capítulo 16, Él es el Cristo que promete enviar al 
Espíritu Santo para dar consuelo y poder a sus discípulos. Es el 
Cristo abandonado, pero victorioso. 
En el capítulo 17, Él es el Gran Sumo Sacerdote, que 
intercede por los apóstoles y por quienes creerán por medio de 
ellos. 
En el capítulo 18, es el fiel Testigo que nació en este mundo 
para dar testimonio de la verdad. Es el Cristo traicionado, el Cristo 
inocente y el Cristo que la multitud rechaza. 
En el capítulo 19, Él es el Cristo crucificado y sepultado. 
En el capítulo 20, Él es el Cristo resucitado. 
En el capítulo 21, es el Cristo que comisiona a sus 
discípulos. 
Basándonos en el propósito para escribir este libro que Juan 
ha declarado (20:30,31), es de esperar que encontremos muchas 
respuestas para esta pregunta (“¿Quién es Jesús?”) a lo largo de su 
evangelio. Al comenzar nuestro estudio juntos, tengo una tarea para 
encomendarle, un desafío para usted: lea todo el evangelio de Juan 
y descubra los retratos de Jesús en palabras en cada capítulo. 
Después, en oración, medite sobre el evangelio de Juan y los 
retratos de Jesucristo que ha encontrado en él. Memorice al menos 
un retrato de Jesús por cada capítulo de este evangelio. En el 
evangelio de Juan, usted encontrará muchas, muchas respuestas a la 
pregunta de quién es Jesús. A medida que encuentre estas 
respuestas, irá conformando una “galería de arte espiritual” sobre 
Jesucristo, que le mostrará al Señor de muchas maneras 
maravillosas. 
Cuando se le preguntó a la Madre Teresa qué significaba 
Jesús para ella, su respuesta fue muy similar a la galería de arte 
espiritual del evangelio de Juan. Rápidamente comenzó a recitar de 
memoria una gran cantidad de bellas imágenes verbales de lo que 
Jesús significaba para ella, que no solo se encuentran en el 
evangelio de Juan. Dio un perfil de quién era Cristo, personalmente, 
para ella, citando versículos desde el Génesis hasta el Apocalipsis. 
Me pregunto: ¿Cuál es su visión de Cristo? ¿Quién es Jesús 
para usted? ¿Qué significa para usted? Mientras medite en el 
evangelio de Juan, al responder a la pregunta de quién es Jesús, 
usted descubrirá que es posible conocer a Aquel que lo salvó y 
descubrir todo lo que Él desea ser para usted. 
Mientras lee este evangelio, observe cómo la segunda 
pregunta: “¿Qué es la fe?” también se responde de muchas y 
hermosas maneras. Juan nos dice qué quiere decir “creer” para él. 
En el primer capítulo de este evangelio, cuando leemos cómo 
conocieron a Jesús seis de los apóstoles, descubrimos algunas 
respuestas prácticas a la pregunta sobre qué es la fe. Dos de estos 
hombres son discípulos de Juan el Bautista, y él mismo les dice que 
sigan a Jesús. 
Están siguiendo, literalmente, a Cristo por un camino,
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
8 
cuando Jesús se vuelve hacia ellos y les pregunta: “¿Qué buscan?”. 
Y ellos le responden, directamente: “Rabí, ¿dónde vives?”. Él 
contesta: “Vengan y vean”. Leemos entonces que “Fueron, y vieron 
donde moraba, y se quedaron con él". La historia continúa 
relatándonos que ellos vivieron para Él, y que cada uno de ellos 
murió por Él, a causa de lo que habían visto cuando tomaron el 
compromiso de “ir y ver” dónde y cómo vivía Jesús. 
Según esta demostración de lo que significa creer, la fe es 
“ir y ver”; es vivir con Él; es preguntarle: “Cuando nos 
encontramos en la vida real, ¿sirve, verdaderamente, tu 
enseñanza?”. Según el apóstol Juan, descubrimos lo que realmente 
es la fe cuando aplicamos personalmente los valores y las 
enseñanzas de Jesús. A lo largo de todo este evangelio, veremos 
hermosos ejemplos de lo que significa creer. 
Basándonos en el propósito por el que Juan ha declarado 
que escribió su evangelio, también encontraremos la respuesta para 
la tercera pregunta: “¿Qué es la vida?”. ¿Qué es esta vida eterna de 
la que Juan escribe? ¿Qué es esta calidad de vida que Dios propuso 
para nosotros, y que no tenemos hasta que creemos en Jesucristo? 
También encontraremos las bellas respuestas de Juan para esta 
tercera pregunta a lo largo de todo su evangelio. Por ejemplo, la 
vida eterna es como tomar un sorbo de agua que puede saciar 
nuestra sed por el resto de nuestra vida, y como el pan que puede 
satisfacer nuestra hambre por el resto de nuestra vida (4:1-42; 6:48- 
51). 
Ahora, lo invito a estudiar conmigo, versículo por versículo, 
los veintiún capítulos de este cuarto evangelio. Mientras lo 
estudiamos juntos, tengamos como clave para descifrar el 
magnífico mensaje de esta profunda biografía de Jesús la búsqueda 
de respuestas para estas tres preguntas: ¿Quién es Jesús?, ¿qué es la 
fe? y ¿qué es la vida? 
Capítulo 2 
El Verbo vivo 
(Juan 1:1-18) 
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el 
Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas 
por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue 
hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La 
luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron 
contra ella” (1:1-5). “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo 
hombre, venía a este mundo” (1:9). 
“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el 
mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
9 
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les 
dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son 
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de 
varón, sino de Dios (1:10-13). 
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y 
vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de 
gracia y de verdad. […] A Dios nadie le vio jamás; el unigénito 
Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” 
(1:14,18). 
En mi enfoque inicial de este evangelio, a modo de 
introducción, compartí algunas claves para el mensaje único del 
evangelio de Juan. En este capítulo, quisiera comenzar nuestro 
estudio de este evangelio, versículo por versículo. 
Me enseñaron que, cuando uno predica un sermón, debe 
hacer tres cosas: Primero, decirles a las personas lo que les va a 
decir. Después, decírselo y, finalmente, decirles lo que les acaba de 
decir. 
Esta instrucción describe la forma en que está organizado el 
evangelio de Juan. Los primeros dieciocho versículos de este 
evangelio son un prólogo, en el cual el apóstol Juan nos dice lo que 
nos va a decir. Después, a partir del versículo 19 del capítulo 1, 
hasta el versículo 29 del capítulo 20, Juan nos lo dice. Finalmente, 
en los versículos 30 y 31 de ese mismo capítulo, nos dice lo que nos 
acaba de decir. Esos versículos clave de este evangelio también nos 
dicen por qué Juan nos ha dicho lo que nos ha dicho. 
En cierto sentido, todo lo que Juan nos dirá en los veintiún 
capítulos de su evangelio se nos presenta, en forma resumida, en su 
prólogo. Cuando Juan nos dice lo que nos va a decir, escribe que el 
Verbo estaba con Dios en el principio, y que el Verbo era Dios. Al 
referirse a este “Verbo” que estaba en el principio con Dios, y era 
Dios, Juan está hablando de Jesucristo. 
Como señalé en mi introducción, todo este cuarto evangelio 
trata sobre Jesucristo. Por lo tanto, debemos leerlo buscando a 
Jesucristo. En el primer versículo de este evangelio, cuando se 
refiere a Jesucristo como el “Verbo”, Juan nos presenta su primer 
retrato de Jesús. 
¿Qué quiere decir Juan cuando se refiere a Jesucristo como 
el “Verbo”? [Algunas versiones de la Biblia, como Dios Habla 
Hoy, dicen “Palabra” en lugar de Verbo]. Una palabra es un medio 
de expresión. Si tengo una idea en mi mente y quiero comunicarla a 
su mente, el vehículo que llevará esa idea de mi mente a la suya 
será una palabra. 
La idea que Juan expresa aquí es que, en el principio — 
como nos lo dice, también, el relato de la creación en el libro de 
Génesis—, Dios ya existía, y, en ambas inspiradas descripciones 
del principio, Dios no estaba solo. En el Génesis, los pronombres 
relativos referidos a Dios están en plural y, según Juan, en el 
principio, el Verbo era, o existía, con Dios. Cuando Jesús ora por
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
10 
sus apóstoles, le pide al Padre que le dé nuevamente la gloria que 
tenía con Él antes que el mundo fuera (Juan 17:5). Dios tenía en su 
mente una idea, o una verdad, que quería comunicar al hombre. 
Jesucristo fue el Vehículo de esa expresión, el Verbo o Palabra que 
llevó esa idea de la mente de Dios a nuestra mente. 
El prólogo de Juan concluye con una gran afirmación sobre 
Jesús que lo resume todo: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito 
Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (1:18). 
En los versículos 14 y 18, Juan nos dice que este Verbo se 
hizo carne y vivió entre nosotros para que pudiéramos ver y 
escuchar los pensamientos de Dios, que Jesús nos reveló en 
plenitud. Más adelante, en este evangelio, Juan citará las palabras 
de Jesús: “Yo soy la Verdad” y “Yo para esto he nacido, y para esto 
he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad” (14:6; 18:37). 
Jesucristo era la Verdad que Dios quería compartir con usted y 
conmigo. 
La Biblia nos dice, en muchos pasajes, que ningún hombre 
ha visto, realmente, a Dios. Hubo hombres que experimentaron 
manifestaciones y revelaciones de Dios, y algunas de ellas fueron 
extraordinarias y espectaculares. Pero esas expresiones o 
revelaciones de Dios no eran todo lo que hay para ver de Él. 
Ningún ser humano podría ver a Dios en toda su plenitud. El 
Antiguo Testamento nos dice claramente que nadie podría verlo y 
sobrevivir a tal experiencia (Éxodo 33:20). Ningún hombre ha visto 
jamás a Dios en este sentido total. Según Juan, lo más cercano que 
usted y yo llegaremos jamás a ver una total revelación de Dios es lo 
que vemos cuando vemos a Jesús. Esta es otra razón por la que esta 
“galería de arte espiritual” es mi favorita de los cuatro evangelios. 
“El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre” significa 
que nuestro Señor Jesucristo estaba y está en íntima comunión con 
el Padre. Estar en el seno de alguien significaba estar sentado a su 
diestra en una cena o, en otras palabras, en el lugar más íntimo de 
comunión. La esencia del significado de este versículo es que el 
Hijo (el Verbo), que estaba y está en íntima comunión con Dios el 
Padre, ha revelado completamente a Dios. 
La palabra griega que se traduce como “lo ha dado a 
conocer” hace referencia a la “exégesis”. Cuando estudiamos griego 
en el Seminario, el primer año consiste en un estudio de la 
gramática, el vocabulario y los aspectos básicos del idioma griego. 
Si tomamos cuatro años de griego, después del primer año, los otros 
tres son llamados “Exégesis”. Hacer la “exégesis” de un versículo 
bíblico es sacar de ese versículo toda la verdad que contiene (ex = 
‘fuera de’; gesis = ‘verdad o conocimiento’). Juan nos dice que 
Jesucristo fue la exégesis de toda la verdad que una mente humana 
es capaz de comprender acerca de Dios. 
Como señalé cuando estudiamos las vidas de personas como 
Abraham, Moisés y David, en el Antiguo Testamento, cuando Dios 
desea comunicar un gran concepto —como la fe—, Él envuelve ese
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
11 
concepto en una persona. Juan nos está diciendo que Jesús fue la 
Persona en quien el Dios todopoderoso envolvió toda la verdad que 
deseaba comunicar a este mundo. Jesús fue esa Persona en todo lo 
que era y en todo lo que hizo. También cumplió ese rol en todo lo 
que dijo. En los evangelios, cada vez que leemos “y abriendo su 
boca, les enseñaba”, debemos recordar que Jesucristo fue la mayor 
revelación que Dios ha dado a este mundo. 
Esto es lo que Juan quiere decir cuando nos dice que 
Jesucristo fue y es el Verbo, o Palabra, de Dios. Jesucristo fue y es 
el Verbo vivo de Dios, que estaba con Dios en el principio y era 
Dios. Fue el Verbo que se hizo carne, vino a este mundo y nos dio 
la exégesis de Dios a todos. La mayor revelación de Dios no es la 
Biblia. La mayor revelación que Dios haya dado jamás a este 
mundo es Jesucristo. 
En la actualidad, la ciencia y la sofisticada tecnología nos 
confrontan con asuntos éticos que implican grandes desafíos, como 
la ingeniería genética, la clonación humana, el aborto y la eutanasia. 
Sea cual fuere el asunto, siempre debemos comenzar por Jesús y 
preguntarnos: “¿Trató Jesús este asunto, al menos en principio?”. 
Lo que creemos siempre debe comenzar en Jesús. La Verdad que 
era Jesús, y la verdad que Él enseñó, deben ser el fundamento y el 
centro de lo que creemos, si queremos ser dignos de identificarnos 
como discípulos de Jesucristo. 
Jesús era Dios 
En un sentido, el tema y el énfasis principal del cuarto 
evangelio se expresa en las últimas cinco palabras del versículo 1: 
“y el Verbo era Dios”. El Verbo del cual habla Juan no solo era en 
el principio y era con Dios. ¡Este Verbo era Dios! El argumento del 
evangelio de Juan es que, cuando el Verbo que era Dios se hizo 
carne y nos mostró la exégesis de Dios, ¡ese Verbo era Jesucristo! 
A lo largo de todo su evangelio, el objetivo de Juan es decirnos que 
Jesús no era solamente una persona que cumplía la voluntad de 
Dios. ¡Él era Dios! Este será el énfasis especial de las afirmaciones 
de Jesús en su hostil diálogo con los líderes religiosos que Juan 
registra en los capítulos 5 al 8. 
La profunda verdad que Juan comparte con nosotros se 
resume en la palabra “encarnación”. Encarnarse es estar “en carne”. 
Juan nos dice que el Dios todopoderoso se hizo carne. El evangelio 
de la Navidad es la Buena Noticia de que Dios se hizo carne para 
salvarnos a todos. 
Estoy tan decidido a expresarle el significado de este 
concepto de la encarnación que quiero desafiarlo a utilizar su 
imaginación durante unos minutos. Imagine que usted siempre 
encuentra hormigas en su cocina y en toda la casa. Supongamos que 
decide resolver este problema de las hormigas y descubre que 
vienen de un hormiguero que está en un rincón de su jardín. Hay 
una hilera de hormigas que pasan continuamente de ese hormiguero
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
12 
a su casa. Las hormigas sacan comida de su casa y vuelven al 
hormiguero, donde la guardan para luego comerla. 
Si usted pudiera comunicarse con las hormigas que están en 
ese hormiguero, podría trabajar con ellas para llegar a una solución. 
Quizá, usted estaría dispuesto a dejarles algo de comida cerca de su 
hormiguero, si ellas aceptaran mantenerse fuera de su casa. Después 
de observar a estas hormigas, usted sabe que ellas se comunican 
entre sí, pero su problema es que usted no puede comunicarse con 
ellas. 
Imaginemos que usted realmente quiere comunicarse con 
esas hormigas, y que las ama tanto que está dispuesto a dejar de ser 
humano para convertirse en hormiga. Después, iría al hormiguero 
durante el tiempo suficiente como para decirles a las hormigas: 
“Parezco una hormiga, pero, en realidad, soy el hombre que vive en 
esa casa. Estoy dispuesto a sacrificar un par de kilos de azúcar, que 
dejaré en este rincón del jardín, si ustedes se mantienen fuera de mi 
casa”. 
Aunque, en cierta forma, esta ilustración puede resultar 
ridícula, creo que demuestra, en una pequeña escala, el significado 
de este hermoso concepto bíblico de la “encarnación”. Piense en el 
desafío que enfrentó Dios cuando decidió declarar el milagro y el 
mensaje de la salvación a los seres humanos. La Buena Noticia que 
anuncia este cuarto evangelio es que Dios amó al hombre lo 
suficiente como para hacerse carne humana para poder darnos 
salvación y vida eterna a usted y a mí. 
En resumen 
En su prólogo, cuando Juan nos dice lo que nos va a decir, 
escribe que Jesús era el Verbo y que, como Verbo, era con Dios en 
el principio, antes que el mundo fuese creado, y era Dios. Él se hizo 
carne y vivió entre nosotros para que no solo leyéramos palabras 
acerca de Dios en una página sagrada, sino que viéramos cómo es 
Dios viviendo una vida humana. La palabra griega que se traduce 
como “habitó” significa ‘armó su tienda’ entre nosotros. Cuando 
Dios se hizo hombre, reveló lo que Dios es, realmente, y mostró 
toda la verdad que podemos comprender acerca de Él (1:1, 14, 18). 
Juan también nos dice en su prólogo: “En el mundo estaba, 
y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo 
suyo vino [es decir, al pueblo judío], y los suyos no le recibieron. 
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les 
dio potestad [autoridad] de ser hechos hijos de Dios; los cuales no 
son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad 
de varón, sino de Dios” (1:10-13). 
Al decirnos lo que nos va a decir, el amado apóstol lo 
expresa de esta manera, básicamente: “Cuando el Verbo se hizo 
carne y habitó entre nosotros, se presentó a un cierto pueblo de este 
mundo. Se presentó a su propio pueblo, el pueblo judío. La mayoría
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
13 
de los judíos no lo recibieron, especialmente sus líderes religiosos. 
Pero quienes lo recibieron como debían hacerlo nacieron de 
nuevo”. 
En realidad, la palabra que se traduce como “recibir”, en el 
versículo 12, significa, en el original, ‘creer’. Cuando Jesús estaba 
aquí en la carne, no les decía a las personas que inclinaran la cabeza 
y le pidieran que entrara en su corazón, porque Él estaba allí en 
carne y hueso. La propuesta no era que lo recibieran de esa manera. 
Eso llegaría después. La palabra “recibir”, en este versículo, es 
sinónima de “creer”. Leemos que: “En el mundo estaba, y el mundo 
por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”. El poeta nos dice: 
“En una cruz de madera, Cristo fue crucificado; y el monte en que 
se apoyaba, Él mismo lo había formado”. Los judíos no fueron los 
únicos que lo rechazaron. Un villancico navideño de origen 
afroamericano exclama: “¡No sabíamos que eras Tú, Señor! ¡No 
sabíamos Quién eras!”. 
Pero la buena noticia es esta: algunos, sí, lo recibieron, 
como los doce apóstoles. Muchos no recuerdan que los doce 
apóstoles eran, todos, judíos. Algunos judíos creyeron, y a los que 
creyeron, “a los que creen en su nombre, [Él] les dio potestad [esta 
es la palabra griega que significa ‘autoridad’] de ser hechos hijos de 
Dios”. 
En otras palabras, cuando Jesús se encontraba con las 
personas, la mayoría no creía cuando Él les decía quién era. Pero 
algunas, sí, creyeron, y a ellas, Él les dio el poder para ser lo que 
Dios siempre había deseado que fueran: hijos de Dios. Esas 
personas tuvieron una experiencia como si hubieran nacido de 
nuevo. 
Todos habían nacido físicamente. Habían nacido de la 
sangre, de la voluntad de la carne, de la voluntad del hombre. 
Habían experimentado un nacimiento físico, natural. Pero cuando 
recibieron de Jesús el poder de ser hechos hijos de Dios, tuvieron 
un nacimiento que no era físico; era espiritual. Juan nos dice que 
“nacieron de Dios” o “nacieron de lo alto”. En el tercer capítulo de 
este evangelio, Jesús llama a esto “nacer de nuevo”. 
Cuando lea este evangelio, observe que, después de decirnos 
lo que nos va a decir aquí, en su prólogo, nos presenta encuentros 
que Jesús tuvo con personas que nacieron de nuevo porque 
respondieron a Jesús como debían hacerlo. Algunas de las primeras 
personas con las que Jesús se entrevistó se convirtieron en sus 
apóstoles. También habrá otras personas, como un rabí llamado 
Nicodemo, a quien Jesús le dice que debe nacer de nuevo. 
En el capítulo 4, Jesús se encuentra con una mujer junto a 
un pozo en Samaria. Jesús le describe a esta mujer la experiencia 
del nuevo nacimiento con un lenguaje muy diferente. Le habla de 
beber un sorbo de agua viva que satisfará su sed por el resto de su 
vida. En el capítulo 5, Jesús se encuentra con un hombre junto a un 
estanque. En el capítulo 9, se encuentra con un hombre ciego y lo
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
14 
sana. Su vida se cruza con diferentes personas a lo largo de todo 
este evangelio. Pero ¿qué nos expresan estos encuentros y estas 
personas? 
Juan nos dice directamente lo que ellos nos expresan. 
Cuando Jesús se encontraba con una persona y ella no creía, no 
sucedía nada. Pero si la persona creía, Jesús le daba el poder de 
convertirse en un hijo de Dios, y la persona experimentaba algo. 
Según Juan, esa persona nacía de Dios. En todos los capítulos que 
siguen al prólogo de Juan, y en todos los encuentros que registran 
esos capítulos, eso es precisamente lo que Juan nos muestra y nos 
dice. 
Como ya he señalado, cuando Juan llega al final de su 
evangelio, nos dice lo que nos acaba de decir presentando su 
propósito definido para escribir este evangelio. Básicamente, al 
final del capítulo 20, Juan escribe: “No les he contado todas las 
señales de Jesús, pero les he contado estas señales que Él hizo para 
que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, porque, si 
creen lo que yo les he contado acerca de Cristo, nacerán de Dios y 
tendrán vida eterna”. 
Capítulo 3 
El testigo 
(Juan 1:6-17) 
“Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin 
de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese 
testimonio de la luz. [...]. Juan dio testimonio de él, y clamó 
diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es 
antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud 
tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de 
Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de 
Jesucristo” (1:6-8, 15-17). 
En los primeros capítulos de este fascículo, me he 
concentrado fundamentalmente en tres versículos del prólogo del 
evangelio de Juan: 1, 14 y 18 del capítulo 1. Entre esos tres, en los 
versículos 6 al 8, y 15 al 17, se nos presenta a otro hombre cuyo 
nombre es Juan. Es Juan el Bautista. Jesús dijo algo acerca de este 
Juan, que es el mayor cumplido que haya recibido jamás un ser 
humano: No hay hombre nacido de mujer que sea mayor que Juan, 
y no hay profeta mayor que Juan el Bautista (Mateo 11:11; Lucas 
7:28). 
Según Jesús, Juan el Bautista fue el más grande de todos los 
profetas y fue, simplemente, el más grande hombre que haya
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
15 
vivido. Ahora bien, esto debería hacer que nos detengamos a 
observar a este hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. 
El autor de este evangelio señala claramente que Juan no era 
la Luz, sino que fue enviado para dar testimonio de ella. En este 
prólogo, observe cuántas veces se utiliza el verbo “era” con 
respecto a Jesucristo. Lo leemos una y otra vez en los primeros 
dieciocho versículos del evangelio de Juan: “era, era, era”. Cuando 
habla de Jesús, el apóstol escribe “era”, pero observe también, 
cuando se nos presenta a este hombre, Juan el Bautista, cuántas 
veces leemos: “no era, no era, no era”. 
También observe que, cuando Jesús, el Verbo vivo, se hace 
carne, Él mismo dice, con gran frecuencia: “Yo soy, Yo soy, Yo 
soy”. Una manera maravillosa de estudiar la vida de Cristo en el 
evangelio de Juan es estudiar todos los “Yo soy” de Jesús a lo largo 
de este evangelio. Al tiempo que escuchamos a Cristo decir, vez 
tras vez, “Yo soy”, observe con cuánta frecuencia escuchamos a 
Juan decir lo opuesto. Escuchamos a Juan siempre decir cosas como 
esta: “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de 
Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién 
eres? Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. Y le 
preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el 
profeta? Y respondió: No. Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que 
demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 
Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el 
camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. Y los que habían sido 
enviados eran de los fariseos” (Juan 1:19-24). 
Cuando estas autoridades religiosas son enviadas a 
entrevistar a Juan el Bautista y le preguntan cosas como: “¿Eres el 
Cristo? ¿Eres Elías? ¿Eres ese profeta? ¿Quién eres? ¿Qué dices de 
ti mismo?”, él responde “No” y “No soy”. Observe cuántas veces él 
afirma: “Yo no soy”. 
Volvemos a encontrar a este hombre en el capítulo 3. Los 
discípulos de Juan se acercan a él y le dicen, básicamente: “Rabí, 
todos van a escuchar a ese Hombre que tú dijiste que era más que 
tú. Ya nadie viene a escucharte predicar a ti”. Y él les responde algo 
así como: “Yo les dije que no soy. Les dije que Él es, pero yo, no; y 
que Él debe crecer, y yo, menguar. Yo solo soy un muy buen amigo 
que está en las bodas, regocijándose al ver que el Esposo ha 
desposado a su novia”. (Ver 3:28-30). 
El secreto de la grandeza de este hombre es que él aceptó 
sus limitaciones y la responsabilidad por su capacidad. Aceptó la 
responsabilidad de ser quien Dios lo creó para que fuera y también 
sabía quién no iba a ser. Cuando esa “comisión” lo presionó para 
que diera respuesta a su pregunta, les dijo que él era una voz que 
clamaba en el desierto. Eso era quien Dios le había asignado que 
fuera, lo que Dios le había asignado que fuera, y el lugar que Dios 
le había asignado. Él sabía que sería necio tratar de ser más que eso
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
16 
y creía que la vida era demasiado valiosa como para ser menos de 
lo que Dios había deseado que él fuera. 
Una de las preguntas que los líderes religiosos le formularon 
a Juan el Bautista fue: “¿Qué dices de ti mismo?”. El diccionario 
define al “yo” (ese “ti mismo”) como: ‘la singularidad, la 
individualidad de cualquier persona dada, que la hace diferente de 
toda otra persona viva’. 
La Biblia enseña a lo largo de todas sus páginas que, cuando 
Dios hizo a Juan el Bautista, y cuando nos hizo a usted y a mí, 
“rompió el molde”. Cada vez que Dios hace a un ser humano, 
“rompe el molde”. No hay nadie como usted, nunca lo ha habido y 
nunca lo habrá. Usted y yo fuimos diseñados por Dios para ser 
únicos. Cada ser humano es diseñado por Dios para ser único. Hay 
más de sesenta mil millones de dedos en el mundo, en la actualidad, 
y cada uno de esos dedos tiene una huella única. Esto es un 
testimonio del diseño único que Dios tiene para cada ser humano. 
Lo que hoy llamamos ADN va mucho más allá, todavía, que las 
huellas digitales, como confirmación de este gran milagro. 
Según la Biblia, una de las primeras “consecuencias” de 
nuestra salvación es lo que Pablo llama “la buena voluntad de Dios, 
agradable y perfecta” para nuestra vida (Romanos 12:1,2). En otras 
palabras, cuando nacemos de nuevo, descubrimos nuestra 
singularidad y nuestra individualidad en Cristo. Antes de nacer de 
nuevo, tendemos a imitar, a copiar, a conformarnos o a permitir ser 
dominados hasta llegar a ser como todos los demás. En muchos 
sentidos, somos como Esaú en el Antiguo Testamento: vendemos 
nuestra primogenitura por un plato de guiso. (Ver Génesis 25:29- 
34). 
La Biblia se refiere a esta persona única que Dios desea que 
seamos. Cuando Jesús dijo: “¿Qué aprovechará al hombre, si ganare 
todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el 
hombre por su alma?”, estaba refiriéndose a la identidad básica que 
Dios quiso que tuviéramos y que nos hace diferentes de todos los 
demás seres humanos. (Ver Marcos 8:36,37). 
Hay una buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, para 
usted y para mí. Solo cuando aceptamos a Cristo, descubrimos esta 
individualidad única. Pero una de las primeras consecuencias de 
aceptar a Cristo es poder recuperar esa buena voluntad de Dios, 
agradable y perfecta, para nuestra vida. Los que, como Juan el 
Bautista, han descubierto el plan perfecto de Dios, aceptarán sus 
limitaciones y la responsabilidad de ser quienes Dios quiere que 
sean y lo que Él quiere que sean, y de estar donde Él quiere que 
estén. 
El ejemplo de Juan el Bautista se presenta en las páginas de 
las Escrituras para desafiarnos a creer que el mismo Dios que tuvo 
un propósito para la vida de Juan el Bautista tiene un propósito para 
nuestras vidas. ¿Sabe usted quién quiere Dios que sea? ¿Cree que 
Dios tiene un plan para lo que usted debe ser, y el lugar donde debe
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
17 
estar en este mundo? Esta es la forma en que debemos aplicar a 
nuestras vidas personales lo que la Biblia nos dice sobre el mayor 
hombre y el mayor profeta que jamás haya vivido. 
El testimonio de Juan 
En el primer capítulo de este evangelio, en el versículo 19, 
leemos: “Este es el testimonio de Juan...” Y en el versículo 32: 
“También dio Juan testimonio...” En el versículo 34, se nos relata 
que Juan dijo: “...he dado testimonio...” ¿Cuál es, precisamente, el 
testimonio de Juan? El testimonio de Juan es coherente con el tema 
de este evangelio. Recuerde: hay un argumento sistemático que 
recorre todo este evangelio. Ese argumento es parte del propósito 
declarado del evangelio: convencernos de que Jesús es el Cristo, el 
Mesías, el Hijo de Dios, para que podamos nacer de nuevo y tener 
vida eterna. 
Si retrocedemos al versículo 26, encontraremos a Juan 
respondiendo a otra pregunta: “¿Por qué bautizas?”. Y él responde: 
“Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien 
vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mí, el que es 
antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del 
calzado” (1:26-27). 
Después, en el versículo 29, leemos: “El siguiente día vio 
Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que 
quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Después 
de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero 
que yo. Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a 
Israel, por esto vine yo bautizando con agua. También dio Juan 
testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como 
paloma, y permaneció sobre él. Y yo no le conocía; pero el que me 
envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas 
descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que 
bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de 
que éste es el Hijo de Dios” (1:29-34). 
Cuando Juan fue enviado a bautizar, Aquel que lo envió le 
dijo: “Un día, estarás bautizando a la gente. Entonces, bautizarás a 
un Hombre, y el Espíritu descenderá sobre Él como una paloma y 
permanecerá sobre Él. ¡Cuando eso suceda, sabrás que ese Hombre 
es el Hijo de Dios!”. Juan da testimonio de que, cuando estaba 
bautizando a Jesús de Nazaret, vio al Espíritu Santo descender de 
los cielos como una paloma y permanecer sobre Jesús. Así que Juan 
dice: “Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de 
Dios". 
Juan el Bautista presentó a Jesús con las palabras: “He aquí 
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (1:29). Como 
el último y el más grande de los profetas, Juan el Bautista resumió 
el significado de los millones de corderos que habían sido 
sacrificados en obediencia a la Ley de Dios según los libros de 
Éxodo y Levítico. El corazón, la base de todos estos sacrificios era
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
18 
representada por la forma básica de adoración judía de la Pascua 
(Éxodo 12; Lucas 22:15,16). 
La presentación de Jesús por parte de Juan el Bautista 
conecta la muerte de Jesucristo en la cruz con todos esos sacrificios 
de animales que constituían el corazón de la liturgia de adoración 
de los judíos. Este hermoso protocolo de adoración fue instaurado 
cuando Dios le dio a Moisés las instrucciones para el tabernáculo de 
adoración. Muchos capítulos del libro de Éxodo parecen un libro de 
instrucciones escrito por arquitectos, ya que Dios deseaba que la 
liturgia que le mostraba a un pueblo pecador cómo acercarse a un 
Dios santo fuera muy simple y claramente comprensible. El templo 
de Salomón fue un centro permanente, lujoso, de adoración, en el 
cual se continuaron durante siglos los mismos patrones litúrgicos 
que habían sido prescriptos para el pequeño tabernáculo y se 
practicaron allí. 
Algunas personas que no conocen bien el Antiguo 
Testamento me han comentado que, cuando los romanos 
crucificaron a Jesús, sus seguidores inventaron la idea de que Él era 
el Cordero de Dios. Pero Juan el Bautista presenta ese concepto al 
principio mismo del ministerio de Jesucristo. Los apóstoles se 
suman a los profetas del Antiguo Testamento y a Juan el Bautista 
cuando conectan la muerte de Jesús con el cordero de la Pascua y el 
infinito número de animales que se habían sacrificado en el templo 
de Salomón y en el tabernáculo del desierto (Isaías 53; 1 Pedro 
1:18,19; 2:23, 24; 1 Corintios 5:21). 
El testigo 
Antes de dejar la vida de Juan el Bautista, hay otro concepto 
importante que podemos aprender de él: el concepto de ser un 
testigo. Jesús dijo: “...pero recibiréis poder, cuando haya venido 
sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, 
en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 
1:8). 
¿Qué es un testigo? Un testigo es alguien que ha 
experimentado u observado algo, y siente la responsabilidad de 
compartir lo que ha experimentado u observado. Aunque ser testigo 
tiene que ver con lo que somos, más que con lo que hacemos, 
nuestra responsabilidad va más allá que quiénes somos y qué 
somos. Ser testigos implica hablar públicamente de lo que hemos 
observado y experimentado. 
Imagine que un tribunal lo convoca para que testifique. 
Usted se sienta en la silla de los testigos, y le hacen preguntas sobre 
lo que ha experimentado u observado. Me pregunto si el tribunal 
estaría de acuerdo con que usted se niegue a testificar diciendo: 
“Dejaré que mi vida dé testimonio por mí”. ¿Cree usted que eso 
sería aceptable para el tribunal? Básicamente, lo obligarían a hablar,
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
19 
o lo considerarían como un desacato a la corte, una falta de respeto 
a su autoridad. Un testigo habla de lo que ha observado o ha vivido. 
Cuando sus potentes sermones lo enviaron a la cárcel, y 
demostró gran valentía al confrontar a un rey malvado —por lo cual 
fue decapitado—, Juan, verdaderamente, nos mostró otra dimensión 
de lo que significa ser un testigo. La palabra griega que los autores 
del Nuevo Testamento usan para decir “testigo” es, en su raíz, la 
palabra “mártir”. Según este fiel testimonio, como testigos, no 
debemos tener hambre y sed de felicidad ni de supervivencia, sino 
de la justicia que nos hace testigos para la gloria de Dios. 
Capítulo 4 
Gracia y Verdad 
En el prólogo de este evangelio, leemos: “Porque de su 
plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por 
medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por 
medio de Jesucristo" (1:16,17). 
¿Qué significa esto? ‘Gracia’ es la traducción de la palabra 
griega charis. Cuando la gracia obra en nuestra vida, se la llama 
charisma o charismata. La gracia divina puede definirse como el 
favor y la bendición de Dios, que no merecemos. No merecemos 
nada de Él, por lo que cualquier cosa que nos dé es por gracia. 
Pero, además de ser el favor inmerecido de Dios, la gracia 
es, también, el poder de Dios. La gracia es la dinámica de Dios. “La 
gracia es la obra de Dios dentro de nosotros y fuera de nosotros”. 
La gracia es ese milagroso nuevo nacimiento que Dios obra en 
nosotros sin ninguna ayuda nuestra, excepto nuestra fe. “La 
voluntad de Dios nunca nos llevará adonde no pueda mantenernos 
la gracia de Dios” es otra forma de tratar de explicar el concepto de 
la gracia divina. 
Es como si le dijéramos a Dios: “No puedo”. Y Dios nos 
respondiera: “Lo sé, pero Yo puedo. Así que, si ordenas tu vida 
conmigo de la manera adecuada, podrás recibir de mí la dinámica 
para ser y para hacer. Así que, como ves, no es cuestión de quién o 
qué eres tú, o de lo que tú puedas o no puedas hacer. Es cuestión de 
quién soy Yo y de lo que Yo puedo hacer. Así que, sigue la línea 
que yo te marco, y comprueba que puedo equiparte y darte poder 
para ser todo lo que quiero que seas y hacer todo lo que quiero que 
hagas. Sígueme, y te demostraré que esto es cierto”. 
Muchas personas, cuando piensan en hacerse seguidoras de 
Cristo y ven que eso implica un cambio total y absoluto de estilo de 
vida de su parte, dicen: “Jamás podría hacer eso. Jamás podría vivir 
así”. Por supuesto, tienen toda la razón del mundo. No podemos 
vivir así; no podemos hacer eso. Ningún ser humano puede hacerlo, 
a menos que reciba la gracia de Dios. Si recibe la gracia de Dios,
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
20 
entonces, puede. Ese es el significado de las palabras de los 
versículos 15 al 17: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia 
sobre gracia”. Una buena traducción dice: “...una bendición tras 
otra”. 
Esta es una muy buena noticia: “Pues la ley por medio de 
Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de 
Jesucristo”. Dios dio a su pueblo una verdad maravillosa a través de 
Moisés. Pero cuando nos dio su más grande revelación de la verdad 
a través del Verbo eterno que se hizo carne, también nos dio la 
gracia sobrenatural para aplicar esa verdad a nuestra vida. Esto es, 
indudablemente, una referencia al día de Pentecostés, cuando el 
Espíritu Santo vino sobre los seguidores de Cristo y habitó en ellos. 
Los resultados de este increíble suceso se relatan de esta manera en 
el libro de los Hechos: “...y abundante gracia era sobre todos ellos” 
(Hechos 4:33). 
Los creyentes judíos que vivieron Pentecostés ya tenían las 
Escrituras. La Ley de Dios les había sido dada por medio de 
Moisés. Durante siglos, habían disfrutado de una verdad que les 
mostraba cómo vivir, pero no tenían la dinámica para aplicar esa 
verdad a sus vidas. Es por eso que las vidas de los creyentes del 
Antiguo Testamento son, con frecuencia, advertencias para que 
nosotros prestemos atención, más que ejemplos que podamos seguir 
(1 Corintios 10:11). 
Los autores del Nuevo Testamento, como el apóstol Pablo, 
escriben que la Ley es simplemente una plomada colocada junto a 
nuestra construcción torcida, para demostrarnos cuánto nos hemos 
apartado de la línea recta (Romanos 3:19,20). Santiago escribe que 
la Palabra de Dios es como un espejo en el que debemos mirarnos 
cada mañana para ver nuestras imperfecciones (Santiago 1:22-25). 
Pero cuando vemos lo torcido, cuando vemos las imperfecciones, 
¿dónde encontramos el poder para enderezar lo torcido o para hacer 
los ajustes que necesitamos cada mañana, cuando nos miramos en 
el espejo de la Palabra de Dios? En otras palabras, ¿dónde 
encontramos la gracia para enderezar nuestra vida? 
Eso es lo que Juan nos dice en su prólogo cuando escribe 
que podemos recibir “gracia sobre gracia”. Es una muy buena 
noticia: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y 
la verdad vinieron por medio de Jesucristo”. 
Venid y ved 
Cuando Juan el Bautista presentó a Jesús como el Cordero 
de Dios, leemos que había dos hombres con él, que eran sus 
discípulos. Andrés era uno de ellos; no se nos dice quién era el otro. 
Los eruditos creen que era Juan, el autor de este evangelio. Lo 
creen por dos razones. 
Cuando leemos que “Este [Andrés] halló primero a su 
hermano Simón”, las palabras, en griego, significan, en realidad,
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
21 
que Andrés fue el primero en encontrar a su hermano. Juan también 
tenía un hermano, y estas dos parejas de hermanos eran socias en 
una empresa de pesca. ‘Andrés fue el primero en encontrar a su 
hermano Simón (que, después, será conocido como Pedro) y se lo 
presentó a Jesús’ sería el significado básico de esas palabras en 
griego. 
La segunda razón por la que los eruditos creen que el otro 
discípulo era Juan es que el autor de este evangelio mantiene a lo 
largo de todo su escrito un perfil muy bajo y se refiere a sí mismo 
como “el discípulo que Jesús amaba”. Es típico de su estilo de 
escritura retacear la información de que él era el otro discípulo de 
Juan el Bautista que se convirtió en uno de los apóstoles de Jesús. 
Cuando Juan el Bautista les indicó a estos dos discípulos 
que siguieran a Jesús, leemos: “Y volviéndose Jesús, y viendo que 
le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que 
traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. 
Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él” (1:35-39). 
Como señalé en mi introducción, generalmente, en el 
evangelio de Juan, hay un significado más profundo. ¿Qué sucede 
realmente, aquí, cuando estos discípulos de Juan el Bautista 
comienzan, ahora, a seguir a Jesús, y Él les formula la pregunta que 
lleva a una invitación a que vayan y vean dónde vive Él? La 
pregunta: “¿Qué buscáis?” es muy profunda. Dios nos ha creado 
con la capacidad de decidir. El libre albedrío del ser humano es 
muy importante para Dios. Dios no viola la libertad que Él mismo 
le dio al hombre, de tomar decisiones. Dado que somos capaces de 
decidir, podemos buscar lo que nosotros queramos. 
Los Salmos nos comunican la gran promesa de que Dios nos 
dará el deseo de nuestro corazón (Salmos 37:4). Muchos devotos 
creyentes reclaman, sabiamente, este versículo, como una de las 
grandes promesas que Dios nos ha dado en su Palabra; y es una 
gran promesa. Pero, al mismo tiempo, ese versículo es, también, un 
gran desafío, porque nos plantea esta pregunta: “¿Cuáles son los 
deseos de nuestro corazón?”. ¿Estamos deseando vivir un estilo de 
vida inmoral? Pues bien, si eso es lo que deseamos, la decisión es 
nuestra, y la vida es nuestra. Tendremos que pagar las 
consecuencias, pero podemos vivir nuestra vida de cualquier 
manera que lo deseemos. 
Un poeta dijo: “Tarde o temprano, todo hombre debe 
sentarse al banquete de las consecuencias”. Esas palabras son muy 
ciertas. En sus enseñanzas, Jesús usó el argumento de las 
consecuencias con gran frecuencia (Mateo 7:13-27). La vida es “un 
banquete de consecuencias”, y cada uno de nosotros comerá ese 
banquete tarde o temprano. Eso hace que esta pregunta sea 
extremadamente importante: ¿Qué es lo que estamos buscando? 
¿Cuáles son los deseos de nuestro corazón? 
La pregunta que estos hombres le formularon a Jesús era 
sumamente práctica. En realidad, su pregunta era: “¿Dónde lo
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
22 
vives, Maestro?”. Es decir: “¿Lo que enseñas funciona en el lugar 
donde se vive la vida real todos los días?”. Muchas veces, he 
pensado que todo pastor debería tener estas palabras grabadas en 
una placa ubicada en un lugar visible de la pared en su oficina: 
“Pastor, ¿dónde vives?”. El sermón más importante que predicamos 
es la vida que vivimos en este mundo todos los días. 
La pregunta que Jesús les hizo a estos hombres es aquella en 
la que debemos concentrarnos continuamente cuando entramos en 
la Palabra de Dios, y la Palabra de Dios entra en nosotros: “¿Qué 
buscáis?”. Esta era una pregunta profunda y provocadora. Las 
respuestas correctas para esta pregunta tendrán un dinámico 
impacto en la calidad de vida que vivimos mientras seguimos a 
nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 
Estos hombres eran muy prácticos. Eran hombres de 
negocios. Creo que estaban interesados en las aplicaciones prácticas 
de las enseñanzas de Jesús. Cuando lo encontraron y le hicieron esa 
pregunta, básicamente, le estaban diciendo: “Mira, rabí, no 
queremos una teología de salón. No queremos algo que parezca 
muy prolijo sobre el pizarrón o en un libro de teología. Lo que 
queremos saber es si lo que tú enseñas funciona donde nosotros 
vivimos todos los días”. 
Jesús era tan práctico como ellos, ya que respondió su 
pregunta con una invitación: “Venid y ved”. Entonces, leemos estas 
hermosas palabras: “Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron 
con él". Como dije en la introducción, el relato continúa 
diciéndonos que todos ellos vivieron por Él. En realidad, según las 
Escrituras y la tradición de la historia de la Iglesia, cada uno de 
ellos murió por Él, por lo que habían visto cuando tomaron el 
compromiso de ir a ver dónde y cómo vivía Él. 
Como ya he señalado, Juan no solo nos dice que debemos 
creer, sino también nos explica qué significa creer. Tenemos un 
gran ejemplo de esto aquí. Fe es tomar el compromiso de ir a ver, 
de ir y caminar con Jesús, de pedirle que nos muestre cómo vivir, y 
de pedirle que nos dé la gracia para vivir de esa forma. 
¿Alguna vez ha hecho usted esto? ¿Se ha acercado 
verdaderamente al Cristo vivo y resucitado para decirle: “Quiero 
que seas mi Señor y quiero seguirte. Quiero recibir de ti la gracia 
para seguirte. Quiero ir a ver cómo toda la verdad que tú trajiste a 
este mundo, y la gracia para aplicarla, funcionan en las situaciones 
de la vida real que vivo todos los días. Quiero comprobar que 
funcionan allí”. Jesús les extiende esta invitación a todos: “Venid y 
ved”. 
Deberíamos formularnos otras dos preguntas y hallar sus 
respuestas a medida que recorremos el evangelio de Juan: ¿Quién 
es Jesús? ¿Qué es la vida? Esto es la vida: la calidad de vida que 
resulta de que una persona se comprometa a reconocer la realidad 
de que Jesús es el Cordero de Dios y, luego, se acerque para tomar 
el compromiso de seguirlo, de manera que Él pueda mostrarle en
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
23 
las situaciones que vive en su vida real cuán cierto es que la gracia 
y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. 
Lo desafío a continuar este estudio del evangelio de Juan 
conmigo. Al avanzar por este magnífico evangelio, juntos, capítulo 
tras capítulo, versículo por versículo, descubriremos quién es Jesús, 
qué es la fe y qué es la vida. 
Capítulo 5 
Nacer de nuevo: qué, por qué, y cómo 
“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y 
estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las 
bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús 
le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? 
Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced 
todo lo que os dijere. 
“Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al 
rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales 
cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de 
agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y 
llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. 
“Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber 
él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado 
el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el 
buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas 
tú has reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales 
hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus 
discípulos creyeron en él” (Juan 2:1-11). 
Juan nos ha dicho en su propósito declarado para escribir 
este evangelio que va a contarnos las señales, o milagros, que Jesús 
realizó, porque cree que, si él organiza un registro de todas estas 
señales, y nosotros lo examinamos, ese registro nos convencerá de 
que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Juan desea que creamos eso 
porque, según él, si lo creemos, tendremos vida eterna. Es 
interesante que, después de decirnos lo que va a decirnos y de 
declarar su propósito para escribir este evangelio, cuando Juan 
comienza a contarnos estas señales, la primera que nos relata es que 
Jesús fue a una fiesta de bodas y, cuando se quedaron sin vino, Él 
convirtió agua en vino. 
En la Biblia, el vino es un símbolo de gozo. Estoy 
convencido de que, además de ser un milagro, en sentido literal, 
esta historia es una hermosa alegoría. Como ya he señalado, cuando 
digo que esta historia es una alegoría, no estoy sugiriendo que no se 
trata de una historia real. Una alegoría es una historia en la que 
personas, lugares y cosas tienen un significado más profundo, que 
es moralmente o espiritualmente instructivo.
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
24 
Esta historia es una alegoría que se aplica al objetivo del 
evangelio. Juan nos dijo que nos iba a contar que, cuando las 
personas respondían a Jesús de forma adecuada, nacían de lo alto, 
es decir, nacían del Espíritu. Este hermoso milagro de Jesús es una 
alegoría de ese milagro de nacer de lo alto o de Dios. Esta historia 
de un gran milagro presenta una alegoría de regeneración. 
El primer paso para nacer de nuevo es representado por las 
palabras de María, cuando se acerca a Jesús y le dice: “No tienen 
vino”. Alegóricamente, esto es como decir que no tienen felicidad o 
que no tienen verdadero gozo. El sufrimiento del pueblo de Dios en 
ese tiempo explica que no tuvieran gozo. Habían sido conquistados 
por los romanos y ahora estaban bajo el puño de hierro de su 
dominación. 
En la actualidad, este milagro podría comunicarnos que el 
primer paso para nacer de nuevo es confesar que no hemos nacido 
de nuevo. Lea las descripciones bíblicas de una persona que ha 
nacido de nuevo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva 
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas 
nuevas [por Dios]" (2 Corintios 5:17). 
Cuando usted reflexiona sobre el fruto del Espíritu, o la vida 
abundante que debe vivir una persona que ha nacido de nuevo, 
¿piensa: “Mi vida no es así”? (Gálatas 5:22,23; Juan 10:10). 
Alegóricamente hablando, es como si usted estuviera confesando: 
“No tengo vino”. Según esta alegoría, ese es el primer paso que 
usted debe dar si quiere nacer de nuevo. Confiese que no tiene vino, 
que no tiene un gozo real, o, en otras palabras, que no ha nacido de 
nuevo. 
Encontramos el segundo paso de esta alegoría del nuevo 
nacimiento cuando Jesús dice a los siervos que llenen las tinajas (de 
80 litros de capacidad) con agua. En la Biblia, el agua es un 
símbolo de la Biblia misma (Efesios 5:26). 
La Palabra de Dios es el agente que Dios utiliza cuando obra 
este milagro en nuestra vida. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribe: 
“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” 
(Romanos 10:17). Pedro escribe que el nuevo nacimiento es como 
el nacimiento físico. En el nacimiento físico hay una semilla, un 
huevo, la concepción, el desarrollo de la vida prenatal, la crisis del 
nacimiento, y luego el desarrollo y el crecimiento. Pedro escribe 
que, en el nacimiento espiritual, la semilla —o “la esperma”, que es 
la palabra que utiliza Pedro— es la Palabra de Dios (1 Pedro 1:23). 
Estoy convencido de que el símbolo alegórico de llenar las tinajas 
de agua representa el segundo paso en el proceso de nacer de 
nuevo: una vez que hemos confesado que no hemos nacido de 
nuevo, si queremos que esto suceda, debemos llenar nuestra 
“tinaja” —nuestra mente y alma— con la Palabra de Dios. 
Por eso es que yo tenía la carga de iniciar un pequeño 
instituto bíblico. He descubierto que, cuando una persona entra en 
la Palabra, y la Palabra entra en una persona, cuando llena sus
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
25 
“tinajas” con la Palabra de Dios, muchas veces, esa persona nace de 
nuevo, porque la fe viene por oír la Palabra, y las Escrituras 
inspiradas son la semilla que concibe el nuevo nacimiento. Por lo 
tanto, si usted quiere nacer de nuevo, llene su tinaja, llene su mente, 
llene su corazón y llene su vida de la Palabra de Dios. Ese es el 
segundo paso del proceso para nacer de nuevo que se enseña, 
alegóricamente, en este milagro. 
El tercer paso de esta alegoría del nuevo nacimiento se nos 
representa cuando María se dirige a los siervos y les dice: “Haced 
todo lo que os dijere”. La aplicación es que el paso siguiente del 
proceso para nacer de nuevo es: mientras esté llenando su tinaja con 
el agua de la Palabra, todo lo que Jesús le diga que haga, ¡hágalo! 
Cuando lea la Biblia, descubrirá que el principio que hace 
que ella cobre vida no es estar familiarizado con las Escrituras. El 
factor vital, que hace que la Palabra de Dios sea un poder que da 
vida cuando la leemos, es lo que hacemos con relación a lo que 
sabemos. La mayoría de nosotros no necesita escuchar más; 
necesita escuchar mejor. Según la Parábola del Sembrador, cuando 
obedezcamos la Palabra que ha sido sembrada en nuestra vida, 
llevaremos mucho fruto (Lucas 8:15). 
Por tanto, mientras llena su mente y su corazón con la 
Palabra, si escucha la voz de Dios que le dice que haga algo, hágalo 
siempre. Puede ser que, mientras usted llena su tinaja con la Palabra 
de Dios, el Espíritu Santo le dé convicción de pecado sobre algo 
que está haciendo y le diga: “Deja de hacer eso”. Cuando eso 
suceda, obedezca siempre. 
El cuarto paso de esta alegoría del nuevo nacimiento es: 
cuando haya terminado con tres primeros pasos, saque del agua que 
ha sido milagrosamente convertida en vino y sírvala. Como en la 
alimentación de los cinco mil, debemos preguntarnos: ¿cuándo 
sucedió este milagro? Precisamente, ¿cuándo se convirtió el agua 
en vino? Estoy convencido de que el milagro se produjo cuando los 
siervos tuvieron la fe suficiente como para servir el agua que Él les 
había dicho que se había convertido en vino. 
El mensaje de esta parte de la alegoría es: cuando el Cristo 
vivo ha convertido su agua en vino, comparta ese milagro con otros. 
Su experiencia del nuevo nacimiento debe marcar una diferencia en 
sus relaciones con las personas. Si realmente ha nacido de nuevo, 
¿lo sabrá su esposa?, ¿lo sabrá su esposo?, ¿lo sabrán sus padres?, 
¿será obvio para sus hijos?, ¿se darán cuenta sus compañeros de 
trabajo? 
Por supuesto que sí, porque su experiencia del nuevo 
nacimiento no solo lo cambiará a usted, sino también cambiará 
profundamente sus relaciones. Así como el agua se convirtió en 
vino cuando fue compartida, a medida que compartimos esta nueva 
vida en nuestras relaciones, la experiencia del milagro se 
perfecciona. Este bello milagro del agua que se convierte en vino es 
una alegoría de lo que Juan nos dijo que nos iba a decir: que las
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
26 
personas nacían de nuevo cuando respondían adecuadamente a 
Jesús y a su Palabra. 
La historia de este hermoso milagro podría ser, también, una 
alegoría del avivamiento. Cuando usted haya nacido de nuevo, 
habrá momentos en que pensará que necesita nacer de nuevo... de 
nuevo. En realidad, lo que necesita no es un nuevo nacimiento, sino 
una renovación o un avivamiento de su nuevo nacimiento. Como 
Jesús le dice a Pedro en su discurso del aposento alto, cuando 
hemos experimentado el “baño” de la regeneración y nuestros pies 
se ensucian al caminar por este mundo, no necesitamos un nuevo 
“baño”. Lo único que necesitamos es un lavado de pies (Juan 
13:10). 
En la historia de este hermoso milagro de Jesús, hay una 
fórmula que usted puede usar cuando se encuentre en necesidad de 
un avivamiento. Primero: confiese que no tiene vino (Salmos 
51:12). Simplemente, confiésele a Dios: “Ya no tengo el gozo que 
sé que debería tener. He perdido mi gozo. No tengo vino”. Después, 
el segundo paso es: llene su tinaja de la Palabra de Dios. Vaya a 
algún lado y haga un retiro. Llene su corazón y su mente con la 
Palabra de Dios. 
El tercer paso es: mientras esté en ese retiro, preste atención 
a la voz de Dios, porque Él le señalará algo y le dirá: “Hazlo”, o 
señalará otra cosa y le dirá: “No lo hagas”. Siempre, haga lo que Él 
le dice que haga. Entonces experimentará una renovación espiritual. 
El cuarto paso es: pídale a Dios que use su avivamiento personal 
para hacer que usted sea de bendición para todas las personas que 
se cruzan con su vida. Cuando haya dado los cuatro pasos que nos 
presenta, alegóricamente, este milagro, descubrirá que su vida en 
Cristo ha sido renovada. 
El impacto inmediato de este milagro fue que, por primera 
vez, los discípulos creyeron en Jesús. Cuando le preguntaron dónde 
vivía, fue el comienzo de sus viajes de fe. Pero Juan nos dice 
claramente que la primera vez que creyeron fue cuando vieron el 
agua convertida en vino. Según este evangelio, ellos 
experimentaron una revelación continua de lo que era la fe mientras 
seguían a Jesús. Descubrimos otra metáfora sobre la fe en Juan, 
capítulo 2. Al final del capítulo, leemos que, mientras Jesús estaba 
en Jerusalén, muchos creyeron en Él cuando vieron los milagros 
que hacía. Pero Jesús no se comprometió con ellos, porque sabía lo 
que había en el interior del hombre. No necesitaba que nadie le 
dijera qué había en el interior del hombre (2:23-25). 
Esta es otra interesante respuesta para la pregunta: “¿Qué es 
la fe?”. Estos versículos nos dicen lo que es la fe diciéndonos lo que 
la fe no es. No todo aquel que profesa fe es un auténtico creyente. 
Estas personas creyeron porque vieron milagros. ¿Quién no cree 
cuando ve milagros? Pero ¿un auténtico discípulo de Jesús cree 
solamente cuando ha visto un milagro?
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
27 
Según esta metáfora negativa, la fe es una calle de doble vía. 
La fe es que un creyente se comprometa con Cristo, y que Cristo se 
comprometa con ese creyente. "Venid en pos de mí, y os haré..." 
(Mateo 4:19). Así funciona la fe en Cristo. Usted toma el 
compromiso de seguirlo; Él toma el compromiso de hacer algo de 
su vida. Aparentemente, en este caso, estas personas creyeron, pero 
su creencia era solamente un asentimiento intelectual, y no, un 
compromiso del corazón. Jesús no se comprometió con ellos, 
porque ellos no se habían comprometido con Él (Juan 20:29; 
Romanos 10:9). 
En este capítulo, Juan registra, además, el hecho de que 
Jesús limpió el templo. La limpieza del templo también figura en 
los evangelios sinópticos. Los otros evangelios ubican este hecho al 
final de su ministerio. Juan lo sitúa al comienzo de sus tres años de 
ministerio público. La única forma de armonizar esta aparente 
contradicción es decir que debe de haber habido dos limpiezas del 
templo. Otra observación es que Juan no se preocupa especialmente 
por la precisión histórica, como Lucas. Él está tratando de 
convencernos de su argumento básico, central, acerca de Jesús: que 
Él era el Cristo, el Hijo de Dios. 
La importancia de la limpieza del templo en el evangelio de 
Juan es que este hecho constituye la señal más importante que Juan 
nos presenta para probar que Jesús es el Cristo. Cuando Jesús 
afirmaba que Él era Dios, y que era el Mesías, los líderes religiosos 
le decían constantemente: “¿Qué señal puedes darnos?”. Cierta vez, 
cuando le pidieron una señal, Jesús respondió: “Esta generación 
mala y adúltera pide una señal, pero no voy a darles ninguna señal, 
excepto esta: destruyan este templo —es decir, su cuerpo—, y, en 
tres días, me levantaré”. (Ver Mateo 12:39-41). 
Juan nos dice que, cuando Jesús fue resucitado, sus 
discípulos recordaron los pasajes bíblicos del Antiguo Testamento 
que profetizaban su resurrección, como el Salmo 16, en el cual se 
basó Pedro para su sermón del día de Pentecostés. También 
recordaron esta afirmación que hizo Jesús (Juan 2:19-22). En el 
contexto de la limpieza del templo, Jesús nos da esta 
importantísima señal, que, en la opinión del apóstol Juan, debería 
convencernos de que Él es el Cristo, el Hijo de Dios. 
En resumen: ¿Quién es Jesús en el segundo capítulo del 
evangelio de Juan? En el capítulo 2, Jesús es Aquel que puede 
convertir nuestra agua en vino. Podemos acercarnos a Jesús, y Él 
tomará nuestros problemas, que son como agua, y los convertirá en 
vino. Cuando usted invite a Jesús a entrar en su vida, Él convertirá 
el agua de su debilidad en el vino del verdadero gozo. 
Hay muchas aplicaciones de este milagro. También se puede 
aplicar esta historia a la predicación o la enseñanza de la Palabra de 
Dios. Uno de mis profesores preferidos, el Dr. J. Vernon McGee, 
nos compartió a los jóvenes seminaristas, en 1952, que, cuando 
predicaba a cuatro mil personas todos los domingos: “Algunas
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
28 
veces, tengo un mensaje que creo que Dios me ha dado. Pero, 
francamente, es material bastante débil. Es solo agua. Pero Dios me 
dice: ‘Entrégalo, McGee’, y yo lo hago. En algún lugar, entre el 
púlpito y el banco de la iglesia, Él lo toca, y esa agua se convierte 
en vino. No sé cómo lo hace, ¡pero lo hace!”. 
El Dr. McGee nos dijo a los jóvenes que aspirábamos a ser 
predicadores: “Cuando Dios les dé un mensaje, compártanlo. Quizá 
piensen que es solo agua, pero ¡predíquenlo! Cuando ustedes 
compartan esa agua, en algún lugar entre el púlpito y el banco de la 
iglesia, Dios la tocará, y esa agua se convertirá en vino”. Desde 
1952, descubrí que esto es cierto. En Juan, capítulo 2, Jesús es 
Aquel que puede convertir nuestras muchas y diferentes clases de 
agua en vino. 
¿Qué es la fe en el capítulo 2? Fe es seguir estos pasos para 
el nuevo nacimiento o el avivamiento: Sea sincero con Dios y 
confiésele que usted no tiene vino. Confiésele que no ha nacido de 
nuevo, o que no está disfrutando del gozo del Espíritu y necesita un 
avivamiento. Después, llene su tinaja con la Palabra de Dios. Pase 
mucho tiempo en la Palabra de Dios. ¡Y todo lo que Dios le diga 
que haga mientras está leyendo su Palabra, hágalo! Después, 
comparta los resultados de su avivamiento espiritual personal con 
otras personas. Comparta la Biblia y el gozo que ha encontrado en 
el contexto de sus relaciones con todas las personas que, por 
providencia divina, se cruzan con su vida. 
¿Y qué es la vida en el segundo capítulo del evangelio de 
Juan? Vida es nacer de nuevo. Juan nos dirá de muchas y hermosas 
maneras, en muchos de estos capítulos, que la vida es nacer de 
nuevo. En este capítulo, la vida es la experiencia de que nuestra 
agua sea convertida en vino. La vida es la consecuencia de entrar en 
una relación de fe con Jesucristo en la que usted se compromete con 
Él, y Él se compromete con usted. Saber que Jesucristo le ha 
entregado a usted todo lo que Él es y lo que tiene debería darle una 
calidad de vida superior. La vida es, también, que nuestro templo 
personal sea limpiado cuando el pecado lo hace necesario. 
Capítulo 6 
“Debes nacer de nuevo” 
El capítulo 3 es el más conocido del evangelio de Juan. Es el 
que registra el encuentro de Jesús con un rabí llamado Nicodemo. 
Para nuestro estudio de este capítulo, léalo en el contexto de lo que 
Juan nos dijo que nos iba a decir. En su prólogo, Juan, básicamente, 
escribió: “Esto es lo que voy a contarles: cuando una persona creía 
en Jesús, nacía de nuevo”. En el capítulo 2, alegóricamente, por 
medio del agua que se convirtió en vino, Juan nos dijo cómo Jesús 
dio una alegoría del nuevo nacimiento al realizar su primer milagro.
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
29 
En los capítulos 3, 4 y 5, Juan nos dará ejemplos de 
personas que nacieron de nuevo. El primero es el rabí Nicodemo. El 
idioma original sugiere que este hombre era un maestro famoso o 
muy estimado en aquella época, en Jerusalén (3:10). La tradición 
nos dice que Nicodemo era hermano de Josefo, el historiador judío. 
Aunque, en el capítulo 3, no leemos que Nicodemo haya 
nacido de nuevo, volvemos a encontrarlo luego en el evangelio de 
Juan. Aproximadamente por la mitad del evangelio, leemos que 
Nicodemo defendió a Jesús delante del Sanedrín y, cerca del final 
del evangelio de Juan, leemos que tuvo el valor de colaborar en la 
sepultura de Jesús (7:50; 19:39). En ese punto, la tradición continúa 
la historia y nos dice que Nicodemo había nacido de nuevo, 
verdaderamente, y que sufrió gozosamente la pérdida de todo lo que 
tenía, por Cristo. 
Nicodemo se acercó a Jesús de noche y, notablemente, abrió 
la conversación con Jesús llamándolo “rabí”. Esto es 
verdaderamente digno de atención. Debemos recordar que, 
humanamente hablando, Jesús es un carpintero que proviene de un 
lugar bastante desprestigiado —Nazaret—, pero, aquí, vemos a un 
destacado maestro de Israel llamando a Jesús rabí y diciendo: 
“Sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie 
puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él”. Es 
notable que Nicodemo se haya acercado a Jesús. Hacemos mucho 
énfasis en el hecho de que lo hizo de noche. Quizá lo hizo porque 
trabajaba todo el día, o porque no quería que nadie supiera que él 
iba a ver a Jesús. 
La explicación más importante sobre por qué Nicodemo fue 
a ver a Jesús es que lo hizo porque estaba impresionado por las 
cosas que lo había visto hacer. Esa es, obviamente, la razón por la 
que quería escuchar lo que Jesús tenía para decir. Si pensamos que, 
en la actualidad, la situación es diferente, nos engañamos a nosotros 
mismos. Las personas solo quieren escuchar lo que tenemos para 
decirles cuando están impresionadas por lo que nos ven hacer. 
Recordemos que Jesús ponía un gran énfasis, más en la 
práctica, que en la profesión. Aquí vemos el fruto de esa filosofía. 
Alguien ha dicho: “Lo que realmente creemos es lo que hacemos. 
Lo demás son solo palabras religiosas”. Solo porque estaba 
impresionado por lo que veía hacer a Jesús, este gran rabino quiso 
escuchar su “charla religiosa”. Solo cuando están impresionadas por 
lo que nos ven hacer, las personas se interesan por nuestra “charla 
religiosa”. 
De esta manera comienza el intrigante diálogo. Cuando 
Nicodemo comienza con esta afirmación que es un elogio para 
Jesús, Él tiene la puerta abierta para comunicarle sus palabras 
religiosas: “De cierto, de cierto (de veras, de veras) te digo, 
Nicodemo, que si un hombre no nace de nuevo, no puede ver el 
reino de Dios. A menos que nazca del Espíritu y del agua, nunca 
entrará al reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, (solo) carne
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
30 
es. Así que, no te maravilles de que te diga: ‘Debes nacer de 
nuevo’”. 
Estas palabras han hecho que el tercer capítulo de Juan sea 
conocido como “el capítulo del nuevo nacimiento”. ¡Nacer de 
nuevo! ¿Qué quiere decir esto, realmente? Al encarar el tema del 
nuevo nacimiento, ante todo, debemos formularnos esta pregunta: 
¿Cuál es el propósito del nuevo nacimiento? Observe que Jesús no 
enseña el nuevo nacimiento como un fin en sí mismo. El nuevo 
nacimiento es un medio para un fin, según Jesús. Él no solo dice: 
“Debes nacer de nuevo”. También nos dice por qué. 
Debemos nacer de nuevo porque no podemos ver el reino de 
Dios ni podemos entrar en el reino de Dios a menos que, o hasta 
que, nazcamos de nuevo. Es que el tema central, aquí, no es el 
nuevo nacimiento, sino el reino de Dios. El reino de Dios es el fin; 
el nuevo nacimiento es un medio para el fin, que es el reino de 
Dios. 
Según Jesús, también debemos nacer de nuevo porque lo 
que nace de la carne es (solo) carne. Cuando la Biblia usa la palabra 
“carne”, se refiere a la naturaleza humana sin intervención de Dios. 
Nuestro nacimiento físico solo nos hace criaturas físicas. Podríamos 
decir que Jesús estaba enseñando, básicamente, que nacer 
físicamente solo nos hace animales complejos. Si queremos ser 
criaturas espirituales, debemos nacer espiritualmente. 
¿Qué es el reino de Dios? Aprendimos la respuesta a esa 
pregunta cuando estudiamos el Antiguo Testamento y el Sermón 
del Monte (Mateo 5-7). El reino de Dios es el ámbito en el cual 
Dios reina. La verdad, simplemente, es esta: Dios es Rey y tiene un 
ámbito sobre el cual reina. Si Dios reina sobre usted, entonces, 
usted es parte de su reino. Si usted es un súbdito leal, y Él es su Rey 
de reyes y Señor de señores, entonces, usted ha visto su reino y ha 
entrado en su reino. 
Muchos creen que el reino de Dios es el cielo, al que se va 
después de morir. Su interpretación de las palabras de Jesús en su 
encuentro con Nicodemo es: “Nunca irás al cielo, cuando mueras, a 
menos que hayas nacido de nuevo”. Estoy persuadido de que no es 
esto lo que Jesús quiso decir al pronunciar estas conocidas palabras. 
Básicamente, Jesús le dijo a Nicodemo: “Nunca verás la 
realidad de que Dios desea ser tu Rey a menos que nazcas de 
nuevo; y jamás entrarás en esa clase de relación con Dios a menos 
que nazcas de nuevo. Pero, cuando nazcas de nuevo, verás a Dios 
como tu Rey y entrarás en esa clase de relación con Dios; no 
cuando mueras, ¡sino ahora mismo!”. Según Jesús, la primera 
“consecuencia” del nuevo nacimiento es que confesaremos, como 
lo hizo Tomás: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28). 
El apóstol Pablo enseñó esta misma verdad cuando declaró 
que nadie puede decir que Jesús es Señor, excepto por el Espíritu 
Santo (1 Corintios 12:3). En el Nuevo Testamento, los creyentes
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
31 
ven el reino de Dios y entran en él cuando llaman a Jesús, Señor, 
además de llamarlo Salvador. Vemos esa relación con Jesús y 
entramos en ella cuando nacemos de nuevo. La primera 
“consecuencia” de haber nacido de nuevo será que Él sea, real y 
concretamente, nuestro Señor y nuestro Rey. 
Cierta vez organicé un retiro con los ancianos de la iglesia 
que yo pastoreaba. Les di una tarea para hacer. Les pedí que 
meditaran sobre dos preguntas y las respondieran por escrito. La 
primera pregunta era: “Según la enseñanza de Jesús en la segunda 
mitad de Mateo, capítulo seis, ¿cuáles deberían ser sus 
prioridades?”. La segunda pregunta era: “Teniendo en cuenta la 
forma en que ustedes emplean el tiempo, el dinero, sus energías, sus 
afectos y todas las cosas que forman la esencia de sus vidas, ¿cuáles 
son sus prioridades reales y concretas?”. 
Les pedí que fueran muy sinceros al responder estas 
preguntas; y lo fueron. Yo había iniciado esa iglesia, y la mayoría 
de ellos había asistido a ella durante muchos años. Habían 
escuchado mi enseñanza más de una vez. Me quedé pasmado 
cuando uno dijo: “Por primera vez en mi vida, veo que Jesús dijo 
que Él debe ser mi prioridad número uno. El reino de Dios debe ser 
mi primera prioridad. Eso es, claramente, lo que Jesús enseña aquí. 
Nunca lo había visto antes”. Y, en su respuesta a la segunda 
pregunta, escribió: “Teniendo en cuenta la forma en que estoy 
empleando mi vida, para ser totalmente sincero, lo más importante 
en mi vida soy yo, mi esposa, mi hijo, mi retiro y la seguridad; 
cosas así. Me pregunto qué lugar ocupa Jesús, verdaderamente, 
entre mis prioridades”. 
Cuando vi que todos habían respondido las dos preguntas en 
forma similar, compartí con ellos algunos versículos de este tercer 
capítulo de Juan. Entonces, les dije: “Jesús dijo: ‘Cuando ustedes 
nazcan de nuevo, verán que Dios debe ser su Rey’. Cuando ustedes 
nazcan de nuevo, entrarán en una relación con Dios en la que, en 
forma real y concreta, Él es su Rey”. Esto no significa que Él 
siempre tiene absolutamente el primer lugar en nuestra vida —si así 
fuera, seríamos perfectos—, pero sí, significa que, al menos, hemos 
visto esa relación y hemos entrado en esa clase de relación con Él. 
Se trataba de una iglesia evangélica, en la que todos 
profesaban ser nacidos de nuevo cuando se unían a la iglesia. Les 
dije, entonces, a estos ancianos: “Muchos de ustedes han dicho aquí 
que nunca habían visto esta verdad del reino antes de hoy y que 
jamás, en realidad, habían entrado en esa clase de relación con Dios 
y con Cristo en la que Él es Rey de reyes y Señor de señores en 
nuestra vida. Dado que ver el reino de Dios y entrar en el reino de 
Dios son las primeras evidencias de haber nacido de nuevo, ¿tienen 
ustedes derecho a decir que han nacido de nuevo?”. 
Cuando Jesús comparte sus “palabras religiosas” con 
Nicodemo, este miembro del Sanedrín le formula dos veces la 
misma pregunta. Su pregunta es: “¿Cómo?”. ¿Cómo puede un
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
32 
hombre nacer de nuevo? ¿Puede, cuando ya es viejo, entrar 
nuevamente en el vientre de su madre y nacer? Jesús parece un 
poco molesto a causa de esta pregunta. Básicamente, lo que le dice 
es: “Aquí estás tú, que eres un extraordinario maestro de Israel. He 
usado una ilustración terrenal, común, y no puedes comprenderla. 
¿Qué harías si te dijera algo realmente espiritual, como esto: Nadie 
ha subido al cielo, sino yo. Nadie ha descendido del cielo, sino yo; 
y nadie está en el cielo, sino yo?”. 
Creo que, mientras dice esto, Jesús mira a Nicodemo 
directamente a los ojos. Jesús le dice a este distinguido rabí que Él 
mismo estaba en el cielo mientras estaba allí, delante de él. Cuando 
Jesús afirmó esto, Nicodemo ni siquiera preguntó “¿Cómo?”. 
Entonces, parafraseando y resumiendo, Jesús le recuerda a 
Nicodemo una historia que ha quedado registrada en el Libro de 
Números. Los hijos de Israel estaban en el desierto y se quejaban. 
Dado que Dios odia las quejas (Números 14:26-31, Filipenses 
2:14), envió serpientes para que picaran a los que se quejaban. Pero, 
después, envió también un mensaje de misericordia. Le indicó a 
Moisés que levantara una serpiente de bronce sobre una asta en el 
centro del campamento. Así se proclamó el mensaje de misericordia 
a todos los quejosos que habían sido picados por serpientes: “Si 
logras llegar, aunque sea arrastrándote, o consigues que alguien te 
lleve hasta el centro del campamento, cuando mires esa serpiente de 
bronce, ¡serás sanado de la picadura!”. (Números 21). 
Algunos dijeron: “Mirar un pedazo de bronce no va a curar 
la picadura”. Así que murieron por el veneno. Pero otros dijeron: 
“No tiene sentido, en realidad, pero es la única esperanza que 
tengo”. Consiguieron alguien que los llevara, fueron arrastrados o 
se arrastraron ellos mismos hasta el centro del campamento, y 
miraron la serpiente de bronce. Y fueron sanados de las picaduras al 
mirarla. 
Este es solo uno más de los muchos milagros del Antiguo 
Testamento, hasta que leemos el tercer capítulo de este evangelio. 
En este punto de su diálogo con Nicodemo, Jesús hace la 
afirmación más dogmática que han registrado los autores de los 
cuatro evangelios (3:14-21). Parafraseando y resumiendo, le dice a 
este distinguido rabí: “Yo debo ser levantado sobre una cruz 
(crucificado). Debo ser levantado sobre una cruz, porque soy el 
único Hijo de Dios. Como único Hijo de Dios, al morir en esa cruz, 
soy la única Solución para el problema del pecado, y el único 
Salvador del pecado, enviado por Dios. Cuando sea levantado en 
esa cruz, así como esos que fueron picados por serpientes, por 
haberse quejado, fueron sanados, los que me miren con fe en la cruz 
serán sanados de su problema de pecado. Serán hechos sanos. 
Tendrán vida eterna, para siempre”. 
Según Juan el Bautista, el Hombre-Dios, Jesucristo, era el 
Cordero de Dios que vino al mundo para quitar los pecados del 
mundo. Ahora aprendemos de Jesús que Él iba a resolver el
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
33 
problema del pecado muriendo en una cruz por todos nosotros. 
Jesús lo deja bien en claro cuando le dice a Nicodemo: “Porque de 
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, 
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida 
eterna” (3:16). 
Básicamente, esa fue la respuesta de Jesús al “¿cómo?” de 
Nicodemo. En cierto sentido, Jesús contestó esa pregunta con una 
sola palabra: “cree”. ¿Qué significa creer? Como ya he señalado, 
Juan nos dice y nos muestra qué significa creer en todos los 
capítulos de este evangelio. En este capítulo, vemos la fe ilustrada y 
demostrada en las personas que miran la serpiente de bronce y son 
curadas de las picaduras. 
De la misma manera, con un simple acto de fe, usted y yo 
miramos a Jesús en su cruz y le decimos a Dios: “Creo que Jesús es 
tu único Hijo; creo que Él es tu Solución para el problema del 
pecado, y que Jesús es el único Salvador que nos has dado. Ahora, 
confío en que tu Hijo es mi Salvador personal”. 
Jesús le dijo a Nicodemo, y a usted y a mí, que cualquier 
persona que cree, puede nacer de nuevo. Tenemos una parte que 
cumplir en esto de nacer de nuevo: nuestra parte en este gran 
milagro es creer. Eso es, verdaderamente, muy simple. Nuestra 
parte es creer que Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados. 
La parte que Dios cumple en este nuevo nacimiento es una 
dimensión que usted y yo jamás entenderemos. Usted no tuvo que 
aprender obstetricia para nacer en este mundo. Su rol en el 
nacimiento físico fue pasivo: usted fue dado a luz. Es algo que le 
sucedió. Jesús enseñó que debemos ser “dados a luz” 
espiritualmente. No enseñó que podemos darnos vida espiritual 
nosotros mismos. Cumplimos ciertas condiciones: hacemos nuestra 
parte, que es creer. Entonces, Dios hace su parte. Dios nos da vida 
eterna y abundante por medio de la experiencia del nuevo 
nacimiento. 
Jesús comparó el rol de Dios en el nuevo nacimiento con el 
viento. Escuchamos el sonido del viento, pero no podemos verlo. 
Cuando hay un gran huracán, los meteorólogos son los primeros en 
admitir que no podemos predecir adónde soplará el viento a 
continuación. Jesús presenta esta metáfora y luego anuncia: “Así es 
con el que es nacido del Espíritu”. Nunca comprenderemos la parte 
que juega Dios en el nuevo nacimiento, y no tenemos por qué 
comprenderla. Nuestra parte es muy simple. Jesús la ha reducido a 
una palabra: “¡Cree!”. 
Estos versículos que he parafraseado y resumido se 
convierten en su afirmación más dogmática cuando Él le dice a 
Nicodemo que quienes creen su declaración sobre el significado de 
su muerte en la cruz no son condenados, sino tienen vida eterna. 
Quienes no creen son condenados; y no, a causa de su pecado, sino 
porque no creen lo que Él ha dicho acerca de su muerte en la cruz
Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 
34 
(3:16-18). Esta es la afirmación más dogmática que Jesús haya 
hecho jamás. 
Además de todo esto que he compartido sobre la enseñanza 
de Jesús, Él les envió un mensaje a los líderes espirituales del 
pueblo judío a través de este distinguido miembro del Sanedrín. La 
esencia de su mensaje era: “Ustedes deben comenzar de nuevo. 
Deben comenzar de otra manera: ¡deben comenzar por mí!”. 
Las tres preguntas 
¿Quién es Jesús en Juan, capítulo 3? Jesús es el Hijo 
unigénito de Dios. Es la única Solución para el problema del 
pecado. Es el único Salvador del pecado. Dios no tiene ninguna otra 
solución ni ningún otro salvador, sino su unigénito Hijo, Jesucristo. 
Ese es Jesús en Juan, capítulo 3. 
¿Qué es la fe en este capítulo? La fe es “mirar y vivir”. Hay 
un himno que está basado en esta metáfora, titulado: “Mira y vive”. 
Charles Haddon Spurgeon, uno de los más grandes predicadores 
que haya predicado el evangelio jamás, se convirtió mientras se 
cantaba ese himno. Con una fe sencilla, vio la verdad de que el 
evangelio de Jesucristo es, simplemente: “Mira y vive”. Esa es, 
también, la fe, en Juan, capítulo 3. 
¿Qué es la vida en este capítulo? La vida es nacer de nuevo. 
La vida comienza cuando nacemos de nuevo, vemos el reino de 
Dios y entramos en el reino de Dios. La vida es ver que Dios desea 
ser nuestro Rey. La vida es entrar en una relación con Dios por 
medio de la cual Él es, real y concretamente, nuestro Rey. 
Querido amigo, termino preguntándole: ¿Alguna vez ha 
mirado usted a Jesús como la única solución a su problema de 
pecado? ¿Ha creído, no solo con su mente, sino también con su 
corazón, que Él murió por sus pecados? ¿Ha nacido de nuevo? ¿Ha 
visto a Jesús como Rey de su vida? Si no es así, por favor, lea estos 
primeros tres capítulos del evangelio de Juan nuevamente y pídale a 
Dios que lo ayude a ver su reino y a entrar en él. 
Si ya ha entrado en su reino y es un seguidor de Cristo, lo 
desafío a que comparta el gozo de su salvación con todos los que 
Dios acerca a su vida. Como María les dijo a los siervos, lo desafío 
a que sea obediente y haga todo lo que Él le haga saber que quiere 
que usted haga.

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

La actualidad más candente (18)

libro complementario esc sabatica 13/10/2012
libro complementario esc sabatica 13/10/2012libro complementario esc sabatica 13/10/2012
libro complementario esc sabatica 13/10/2012
 
Verdaderos profetas
Verdaderos profetasVerdaderos profetas
Verdaderos profetas
 
3 juan
3 juan 3 juan
3 juan
 
02 dios y la revelacion
02 dios y la revelacion02 dios y la revelacion
02 dios y la revelacion
 
Estudios yo soy wellington gordon
Estudios yo soy   wellington gordonEstudios yo soy   wellington gordon
Estudios yo soy wellington gordon
 
Revelación e inspiración 1
Revelación e inspiración 1Revelación e inspiración 1
Revelación e inspiración 1
 
Enseñanzas de jesús en Juan
Enseñanzas de jesús en JuanEnseñanzas de jesús en Juan
Enseñanzas de jesús en Juan
 
1 juan 1
1 juan 11 juan 1
1 juan 1
 
Parábola del sembrador
Parábola del sembradorParábola del sembrador
Parábola del sembrador
 
Arqueologicas
ArqueologicasArqueologicas
Arqueologicas
 
Apocalipsis para jóvenes
Apocalipsis para jóvenesApocalipsis para jóvenes
Apocalipsis para jóvenes
 
El Espíritu Santo en la Biblia - P. Hugo Estrada
El Espíritu Santo en la Biblia - P. Hugo EstradaEl Espíritu Santo en la Biblia - P. Hugo Estrada
El Espíritu Santo en la Biblia - P. Hugo Estrada
 
Spa read-01
Spa read-01Spa read-01
Spa read-01
 
Leccion 5 cap 1 2
Leccion 5 cap 1 2Leccion 5 cap 1 2
Leccion 5 cap 1 2
 
Spa read-10
Spa read-10Spa read-10
Spa read-10
 
Quien era el discipulo amado
Quien era el discipulo amadoQuien era el discipulo amado
Quien era el discipulo amado
 
El propósito moral de la profecía
El propósito moral de la profecíaEl propósito moral de la profecía
El propósito moral de la profecía
 
Hechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranas
Hechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranasHechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranas
Hechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranas
 

Similar a Spa read-23

Victoriosos en Cristo - apocalipsis
Victoriosos en Cristo - apocalipsisVictoriosos en Cristo - apocalipsis
Victoriosos en Cristo - apocalipsisvictorchv
 
Revelacion inspiracion-canon-biblia
Revelacion inspiracion-canon-bibliaRevelacion inspiracion-canon-biblia
Revelacion inspiracion-canon-bibliaCarlos Campos
 
Hechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranas
Hechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranasHechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranas
Hechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranasHumberto Rendon
 
Introducción al apocalipsis (1,1 8) dr pablo armero
Introducción al apocalipsis (1,1 8) dr pablo armeroIntroducción al apocalipsis (1,1 8) dr pablo armero
Introducción al apocalipsis (1,1 8) dr pablo armeroPabloArmero4
 
J.01. introduccion-a_apocalipsis
J.01.  introduccion-a_apocalipsisJ.01.  introduccion-a_apocalipsis
J.01. introduccion-a_apocalipsisIBE Callao
 
16 lecciones el discipulado bíblico lecciones la Palabra de Dios
16 lecciones el discipulado bíblico lecciones la Palabra de Dios16 lecciones el discipulado bíblico lecciones la Palabra de Dios
16 lecciones el discipulado bíblico lecciones la Palabra de Dioscarlosmoyano2015
 
25 estudios bíblicos básicos francis schaeffer
25 estudios bíblicos básicos   francis schaeffer25 estudios bíblicos básicos   francis schaeffer
25 estudios bíblicos básicos francis schaefferCarlos Quiroz
 
25 estudios bíblicos básicos francis schaeffer
25 estudios bíblicos básicos   francis schaeffer25 estudios bíblicos básicos   francis schaeffer
25 estudios bíblicos básicos francis schaefferCarlos Quiroz
 
1 Corintios 15 (1ª. Parte) La resurrección de los muertos.pdf
1 Corintios 15 (1ª. Parte) La resurrección de los muertos.pdf1 Corintios 15 (1ª. Parte) La resurrección de los muertos.pdf
1 Corintios 15 (1ª. Parte) La resurrección de los muertos.pdfHumberto Rendon
 
Francisa schaeffer-25estudiosbblicosbsicos-120306090642-phpapp02
Francisa schaeffer-25estudiosbblicosbsicos-120306090642-phpapp02Francisa schaeffer-25estudiosbblicosbsicos-120306090642-phpapp02
Francisa schaeffer-25estudiosbblicosbsicos-120306090642-phpapp02miguel minaya
 
BREVE HISTORIA DEL CRISTIANISMO
BREVE HISTORIA DEL CRISTIANISMOBREVE HISTORIA DEL CRISTIANISMO
BREVE HISTORIA DEL CRISTIANISMOYvan Balabarca
 
Instituto biblico virtual capitulo 1
Instituto biblico virtual capitulo 1Instituto biblico virtual capitulo 1
Instituto biblico virtual capitulo 1Castelan2013
 

Similar a Spa read-23 (20)

Spa read-15
Spa read-15Spa read-15
Spa read-15
 
Prologo del evangelio según san Juan
Prologo del evangelio según san JuanPrologo del evangelio según san Juan
Prologo del evangelio según san Juan
 
Victoriosos en Cristo - apocalipsis
Victoriosos en Cristo - apocalipsisVictoriosos en Cristo - apocalipsis
Victoriosos en Cristo - apocalipsis
 
Revelacion inspiracion-canon-biblia
Revelacion inspiracion-canon-bibliaRevelacion inspiracion-canon-biblia
Revelacion inspiracion-canon-biblia
 
Ministerio en palestina
Ministerio en palestinaMinisterio en palestina
Ministerio en palestina
 
Hechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranas
Hechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranasHechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranas
Hechos 1 El preámbulo de las lluvias tempranas
 
CORPUS PAULINO.docx
CORPUS PAULINO.docxCORPUS PAULINO.docx
CORPUS PAULINO.docx
 
Introducción al apocalipsis (1,1 8) dr pablo armero
Introducción al apocalipsis (1,1 8) dr pablo armeroIntroducción al apocalipsis (1,1 8) dr pablo armero
Introducción al apocalipsis (1,1 8) dr pablo armero
 
J.01. introduccion-a_apocalipsis
J.01.  introduccion-a_apocalipsisJ.01.  introduccion-a_apocalipsis
J.01. introduccion-a_apocalipsis
 
16 lecciones el discipulado bíblico lecciones la Palabra de Dios
16 lecciones el discipulado bíblico lecciones la Palabra de Dios16 lecciones el discipulado bíblico lecciones la Palabra de Dios
16 lecciones el discipulado bíblico lecciones la Palabra de Dios
 
25 estudios bíblicos básicos francis schaeffer
25 estudios bíblicos básicos   francis schaeffer25 estudios bíblicos básicos   francis schaeffer
25 estudios bíblicos básicos francis schaeffer
 
102452676 25-estudios-biblicos-basicos-francis-schaeffer
102452676 25-estudios-biblicos-basicos-francis-schaeffer102452676 25-estudios-biblicos-basicos-francis-schaeffer
102452676 25-estudios-biblicos-basicos-francis-schaeffer
 
25 estudios bíblicos básicos francis schaeffer
25 estudios bíblicos básicos   francis schaeffer25 estudios bíblicos básicos   francis schaeffer
25 estudios bíblicos básicos francis schaeffer
 
Lv juan
Lv juanLv juan
Lv juan
 
1 Corintios 15 (1ª. Parte) La resurrección de los muertos.pdf
1 Corintios 15 (1ª. Parte) La resurrección de los muertos.pdf1 Corintios 15 (1ª. Parte) La resurrección de los muertos.pdf
1 Corintios 15 (1ª. Parte) La resurrección de los muertos.pdf
 
INTRODUCCIÓN. Evangelio de san juan.
INTRODUCCIÓN. Evangelio de san juan.INTRODUCCIÓN. Evangelio de san juan.
INTRODUCCIÓN. Evangelio de san juan.
 
Francisa schaeffer-25estudiosbblicosbsicos-120306090642-phpapp02
Francisa schaeffer-25estudiosbblicosbsicos-120306090642-phpapp02Francisa schaeffer-25estudiosbblicosbsicos-120306090642-phpapp02
Francisa schaeffer-25estudiosbblicosbsicos-120306090642-phpapp02
 
BREVE HISTORIA DEL CRISTIANISMO
BREVE HISTORIA DEL CRISTIANISMOBREVE HISTORIA DEL CRISTIANISMO
BREVE HISTORIA DEL CRISTIANISMO
 
Instituto biblico virtual capitulo 1
Instituto biblico virtual capitulo 1Instituto biblico virtual capitulo 1
Instituto biblico virtual capitulo 1
 
Spa read-12
Spa read-12Spa read-12
Spa read-12
 

Más de Fabiana Tejeda

Mi dieta diaria crema de tofu (sustituto del yogur)
Mi dieta diaria  crema de tofu (sustituto del yogur)Mi dieta diaria  crema de tofu (sustituto del yogur)
Mi dieta diaria crema de tofu (sustituto del yogur)Fabiana Tejeda
 
Qué es la levadura de masa madre (sourdough _ levain) l loving life
Qué es la levadura de masa madre   (sourdough _ levain) l loving lifeQué es la levadura de masa madre   (sourdough _ levain) l loving life
Qué es la levadura de masa madre (sourdough _ levain) l loving lifeFabiana Tejeda
 
Más allá del gluten..22
Más allá del gluten..22Más allá del gluten..22
Más allá del gluten..22Fabiana Tejeda
 
Más allá del gluten..14
Más allá del gluten..14Más allá del gluten..14
Más allá del gluten..14Fabiana Tejeda
 
Yogurt de tofu con frutos rojos
Yogurt de tofu con frutos rojos  Yogurt de tofu con frutos rojos
Yogurt de tofu con frutos rojos Fabiana Tejeda
 
Yogurt de soja y queso de yogurt la dimensión vegana22
Yogurt de soja y queso de yogurt   la dimensión vegana22Yogurt de soja y queso de yogurt   la dimensión vegana22
Yogurt de soja y queso de yogurt la dimensión vegana22Fabiana Tejeda
 
Yogurt de soja y queso de yogurt la dimensión vegana
Yogurt de soja y queso de yogurt   la dimensión veganaYogurt de soja y queso de yogurt   la dimensión vegana
Yogurt de soja y queso de yogurt la dimensión veganaFabiana Tejeda
 
Yogurt de coco la dimensión vegana
Yogurt de coco   la dimensión veganaYogurt de coco   la dimensión vegana
Yogurt de coco la dimensión veganaFabiana Tejeda
 
Yogur de soja casero con fermento mamás que miman
Yogur de soja casero con fermento   mamás que mimanYogur de soja casero con fermento   mamás que miman
Yogur de soja casero con fermento mamás que mimanFabiana Tejeda
 
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2652_1_recuerdo-de-la-anatomia...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2652_1_recuerdo-de-la-anatomia...Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2652_1_recuerdo-de-la-anatomia...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2652_1_recuerdo-de-la-anatomia...Fabiana Tejeda
 
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2142_1_estudio-de-las-articula...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2142_1_estudio-de-las-articula...Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2142_1_estudio-de-las-articula...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2142_1_estudio-de-las-articula...Fabiana Tejeda
 
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2050_1_vias-olfatorias-hipocam...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2050_1_vias-olfatorias-hipocam...Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2050_1_vias-olfatorias-hipocam...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2050_1_vias-olfatorias-hipocam...Fabiana Tejeda
 
Tortilla de castañas
Tortilla de castañas  Tortilla de castañas
Tortilla de castañas Fabiana Tejeda
 
Todas las recetas tortitas de avena y canela
Todas las recetas   tortitas de avena y canelaTodas las recetas   tortitas de avena y canela
Todas las recetas tortitas de avena y canelaFabiana Tejeda
 
Más allá del gluten..0
Más allá del gluten..0Más allá del gluten..0
Más allá del gluten..0Fabiana Tejeda
 
Todas las recetas tofu de garbanzo
Todas las recetas   tofu de garbanzoTodas las recetas   tofu de garbanzo
Todas las recetas tofu de garbanzoFabiana Tejeda
 
Todas las recetas cuajo y yogur de soja
Todas las recetas   cuajo y yogur de sojaTodas las recetas   cuajo y yogur de soja
Todas las recetas cuajo y yogur de sojaFabiana Tejeda
 
Tarta de yogur de soja con frambuesas
Tarta de yogur de soja con frambuesasTarta de yogur de soja con frambuesas
Tarta de yogur de soja con frambuesasFabiana Tejeda
 

Más de Fabiana Tejeda (20)

Mi dieta diaria crema de tofu (sustituto del yogur)
Mi dieta diaria  crema de tofu (sustituto del yogur)Mi dieta diaria  crema de tofu (sustituto del yogur)
Mi dieta diaria crema de tofu (sustituto del yogur)
 
Qué es la levadura de masa madre (sourdough _ levain) l loving life
Qué es la levadura de masa madre   (sourdough _ levain) l loving lifeQué es la levadura de masa madre   (sourdough _ levain) l loving life
Qué es la levadura de masa madre (sourdough _ levain) l loving life
 
Más allá del gluten..22
Más allá del gluten..22Más allá del gluten..22
Más allá del gluten..22
 
Más allá del gluten..14
Más allá del gluten..14Más allá del gluten..14
Más allá del gluten..14
 
Yogurt de tofu con frutos rojos
Yogurt de tofu con frutos rojos  Yogurt de tofu con frutos rojos
Yogurt de tofu con frutos rojos
 
Yogurt de soja y queso de yogurt la dimensión vegana22
Yogurt de soja y queso de yogurt   la dimensión vegana22Yogurt de soja y queso de yogurt   la dimensión vegana22
Yogurt de soja y queso de yogurt la dimensión vegana22
 
Yogurt de soja y queso de yogurt la dimensión vegana
Yogurt de soja y queso de yogurt   la dimensión veganaYogurt de soja y queso de yogurt   la dimensión vegana
Yogurt de soja y queso de yogurt la dimensión vegana
 
Yogurt de coco la dimensión vegana
Yogurt de coco   la dimensión veganaYogurt de coco   la dimensión vegana
Yogurt de coco la dimensión vegana
 
Yogur de soja casero con fermento mamás que miman
Yogur de soja casero con fermento   mamás que mimanYogur de soja casero con fermento   mamás que miman
Yogur de soja casero con fermento mamás que miman
 
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2652_1_recuerdo-de-la-anatomia...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2652_1_recuerdo-de-la-anatomia...Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2652_1_recuerdo-de-la-anatomia...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2652_1_recuerdo-de-la-anatomia...
 
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2142_1_estudio-de-las-articula...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2142_1_estudio-de-las-articula...Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2142_1_estudio-de-las-articula...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2142_1_estudio-de-las-articula...
 
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2050_1_vias-olfatorias-hipocam...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2050_1_vias-olfatorias-hipocam...Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2050_1_vias-olfatorias-hipocam...
Www.portalesmedicos.com publicaciones articles_2050_1_vias-olfatorias-hipocam...
 
Tortilla de castañas
Tortilla de castañas  Tortilla de castañas
Tortilla de castañas
 
Todas las recetas tortitas de avena y canela
Todas las recetas   tortitas de avena y canelaTodas las recetas   tortitas de avena y canela
Todas las recetas tortitas de avena y canela
 
Más allá del gluten..0
Más allá del gluten..0Más allá del gluten..0
Más allá del gluten..0
 
Todas las recetas tofu de garbanzo
Todas las recetas   tofu de garbanzoTodas las recetas   tofu de garbanzo
Todas las recetas tofu de garbanzo
 
Todas las recetas cuajo y yogur de soja
Todas las recetas   cuajo y yogur de sojaTodas las recetas   cuajo y yogur de soja
Todas las recetas cuajo y yogur de soja
 
Tarta de yogur de soja con frambuesas
Tarta de yogur de soja con frambuesasTarta de yogur de soja con frambuesas
Tarta de yogur de soja con frambuesas
 
Tarta de santiago
Tarta de santiagoTarta de santiago
Tarta de santiago
 
Tarta de limón
Tarta de limónTarta de limón
Tarta de limón
 

Spa read-23

  • 1. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 1 INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 23 EL EVANGELIO DE JUAN VERSÍCULO POR VERSÍCULO (Parte 1) (Capítulos 1 al 3) Capítulo 1 Un enfoque del evangelio de Juan En otro fascículo, he presentado algunas notas para aquellos que escucharon varios programas en los que se ofrecía un estudio resumido del evangelio de Juan dentro de nuestro estudio general del Nuevo Testamento. El fascículo que usted está leyendo ahora es uno de los seis en los que resumiré ciento treinta programas radiales que enseñan el evangelio de Juan versículo por versículo. El apóstol Juan es el autor de este evangelio. Al leerlo, sé el propósito por el cual Juan lo ha escrito y, por lo tanto, mi propósito para leerlo, ya que Juan nos dice claramente para qué lo escribió: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (20:30,31). Una “señal” es un milagro que prueba algo o lo que podríamos llamar “evidencia milagrosa”. Según Juan, cuando Jesucristo estuvo aquí, realizó muchas “señales”. En el último versículo de su evangelio, Juan escribe que no ha registrado todas las señales que Jesús realizó, porque, si lo hubiera hecho, el mundo entero no bastaría para contener todos los libros que habrían de escribirse.
  • 2. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 2 Juan nos dice que su evangelio es un relato escrito de ciertos milagros que Jesús realizó. Comparte selectivamente su registro de estos milagros porque quiere que creamos que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios. Él está absolutamente convencido de que, cuando creamos, tendremos la calidad de vida que Dios desea que todo ser humano tenga. A esa calidad de vida, la llama “vida eterna”. Otra cosa que me gusta de la forma de escribir de Juan es que lo hace en una hermosa “lengua de señas”. Este cuarto evangelio es un ejemplo de lo que Pablo quiso decir cuando escribió que “los judíos piden señales” (1 Corintios 1:22). Este evangelio es una ilustración de lo que podríamos llamar la “lengua de señas” espiritual y bíblica de los judíos. Cuando Juan escribe el Apocalipsis, ya en el primer versículo nos dice cómo le fue dada la revelación: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”. “Declaró” es una palabra muy interesante. Juan nos dice que la forma literaria de la revelación que Dios le dio en la isla de Patmos era una “lengua de señas” espiritual. Pablo amplía este concepto cuando escribe sobre la historia hebrea: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11) La palabra griega que usó Pablo y que se traduce como ‘ejemplo’ es tupos. Esta palabra significa “tipo”, como los tipos de una imprenta. Pablo nos dice que la literatura histórica de la Biblia está llena de ejemplos y advertencias que son alegorías. Si buscamos la palabra “alegoría” en un diccionario, descubriremos que es ‘una historia en la cual personas, lugares y cosas tienen un significado más profundo, que nos instruye moral o espiritualmente’. El apóstol Pablo también escribe sobre el hecho de que Abraham tuvo dos hijos. Esto no es un mito; es historia. Pero, después de decirnos que Abraham tuvo dos hijos, escribe: “Lo cual es una alegoría” (Gálatas 4:22-24). Por lo tanto, Pablo sienta este precedente: en la Biblia, la verdad histórica puede ser aplicada alegóricamente. Esto significa que las personas, los lugares y las cosas que aparecen en un pasaje bíblico —como los dos hijos de Abraham— tienen un significado más profundo, que nos puede instruir espiritualmente. A esto me refiero cuando digo que el apóstol Juan escribe el cuarto evangelio, como escribió el Apocalipsis, en una lengua de señas judía, inspirada y alegórica. El Apocalipsis es un mensaje destinado al pueblo de Dios en una lengua de señas, codificada. Si deseamos comprender ese mensaje, debemos tener las claves para
  • 3. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 3 descifrarlo. En cierto sentido, esto también se aplica al evangelio de Juan. Este evangelio está escrito en dos niveles. Un niño puede comprender las palabras sencillas utilizadas por Juan. En este primer nivel, el evangelio de Juan es el más simple de los cuatro. Pero, cuando nos damos cuenta de que Juan escribe en la lengua de señas, con frecuencia, debemos buscar un significado más profundo en su evangelio. Generalmente, hay un significado alegórico en el que personas, lugares y cosas tienen otro significado, que puede instruirnos espiritualmente. Ese nivel más profundo convierte a este evangelio en el más profundo de los cuatro, pero, para comprender su significado, debemos tener las claves que interpreten el código. Solo cuando leemos el evangelio de Juan con las claves que nos permiten acceder a ese nivel más profundo de verdad, lo apreciamos verdaderamente. Antes de examinar este magnífico evangelio versículo por versículo, quisiera compartir con usted algunas claves que nos ayudarán a descifrar el código de ese segundo y hermoso nivel de verdad en el cuarto evangelio. La primera clave que quiero compartir con usted es el Espíritu Santo. Simplemente, no podemos discernir la verdad espiritual, a menos que el Espíritu Santo entre a residir en nuestra vida (1 Corintios 2:9-16; Juan 16:13). El apóstol Pablo nos revela por qué cuando enseña que “la verdad espiritual se discierne espiritualmente”. El hombre natural, no espiritual, no puede comprender la verdad espiritual y, como consecuencia de esto, dirá que las grandes verdades espirituales son locura, según Pablo. Por lo tanto, la primera clave que debemos tener para descifrar el código de este profundo cuarto evangelio es que, simplemente, debemos tener al Espíritu Santo como Maestro. Una segunda clave que permite descifrar el código del cuarto evangelio es darnos cuenta de que el noventa por ciento de lo que contiene el evangelio de Juan no se encuentra en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Por eso, Mateo, Marcos y Lucas son llamados “evangelios sinópticos”. El contenido de esos evangelios es sinónimo. Pero el noventa por ciento de lo que encontramos en el evangelio de Juan no se encuentra en los evangelios “sinónimos”. Esto significa que, si Juan no hubiera escrito este cuarto evangelio, no conoceríamos el noventa por ciento de los hechos y las personas de las que habla este libro. Una tercera clave para el cuarto evangelio es comprender que este es el único libro de la Biblia que está dirigido al incrédulo. El apóstol Pablo escribió: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (1 Timoteo 3:16,17). Este pasaje nos comunica el propósito por el cual se escribió la Biblia entera: que todo hombre o mujer de Dios sea perfecto, es decir, completo,
  • 4. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 4 totalmente equipado para todas las buenas obras que su Padre celestial desea que haga. Esto significa que hay solo un mensaje en la Biblia para el incrédulo, y ese mensaje es que debe arrepentirse y creer en el evangelio. Cuando esa persona, que no creía, se arrepiente y nace de nuevo, Dios tiene sesenta y seis pequeños libros santos — incluyendo el evangelio de Juan— para instruirla, equiparla y perfeccionarla para toda buena obra que Dios desee que haga. Como veremos, hay una gran riqueza de verdades devocionales en el evangelio de Juan, que serán de gran provecho para el creyente. Pero este libro está dirigido, claramente, al incrédulo, para que crea. Eso hace que el evangelio de Juan sea único en toda la Biblia. Este propósito evangelístico del evangelio de Juan es otra clave para una mejor comprensión de este gran libro. El argumento del evangelio de Juan Una clave más que debemos considerar al estudiar este evangelio es comprender que Juan presenta un argumento sistemático a lo largo de todo su evangelio. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son biografías únicas de Jesús. Tienen sus objetivos particulares, y presentan argumentos sistemáticos mientras nos muestran un perfil de la vida de Jesús, pero no tienen argumentos tan sistemáticos y obvios como el que Juan presenta en su evangelio. Ese argumento se declara en los versículos finales del capítulo 20, donde el autor de este evangelio nos dice para qué ha registrado estos milagros que Jesús realizó: para que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y recibamos vida eterna porque hemos creído (20:30,31). Cuando usted halle este argumento —que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios— sistemáticamente presentado a lo largo del evangelio de Juan, habrá descubierto otra clave para comprender y apreciar este evangelio. Tres preguntas Hay otra clave para este evangelio que está implícita en la declaración de propósitos de Juan. Son tres preguntas cuyas respuestas usted encontrará en todo este evangelio. En cada capítulo, Juan las responde. La primera es: “¿Quién es Jesús?”. A lo largo de todo su evangelio, Juan nos dice quién es Jesús. La segunda pregunta que Juan responde es: “¿Qué es la fe?”. ¿Qué significa creer estas cosas acerca de Jesús? Juan no solo nos desafía a creer, sino que nos dice qué significa creer. Nos dice qué es la fe y, además, de muchas formas, muy maravillosas, nos muestra cómo es. Finalmente, la tercera pregunta que Juan contesta invariablemente en capítulo tras capítulo de su evangelio es: “¿Qué es la vida?”. ¿De qué se trata esta vida eterna de la que nos hablas,
  • 5. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 5 Juan? Encontraremos la respuesta a esta tercera pregunta en cada capítulo de este gran evangelio. Cuando usted lea el evangelio de Juan, estas tres preguntas —y, especialmente, sus respuestas— serán una importantísima clave que le mostrará la aplicación personal y práctica del mensaje que nos llega envuelto en la hermosa lengua de señas de Juan. Lea este evangelio buscando las respuestas a estas tres preguntas: ¿Quién es Jesús? ¿Qué es la fe? ¿Qué es la vida? Una galería de arte espiritual Leemos que algunos griegos se acercaron al apóstol Felipe y le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús” (12:21). Su pedido representa otra clave vital para comprender y apreciar este, el más profundo de los cuatro evangelios: lea el evangelio de Juan para ver a Jesús. Como introducción para el evangelio de Juan, hay una última clave que quiero compartir con usted: considere el evangelio de Juan como si fuera una “galería de arte espiritual” en la que cada capítulo es una “sala” diferente de esa galería. En las “paredes” (los versículos) de cada uno de estas salas (los capítulos), hay hermosos “retratos” de Jesús. Al leer el evangelio de Juan completo, usando esta perspectiva como clave para comprenderlo, algunos de los bellos retratos de Jesús en palabras que he encontrado en este evangelio son: En el capítulo 1, Él es el Verbo, el Verbo hecho carne, el Creador, la Vida que era la Luz, la Luz verdadera, que ilumina a todo hombre, que llega al mundo, Aquel que nos da el poder de convertirnos en hijos de Dios, el Cordero de Dios que ha venido a quitar los pecados del mundo, el Ungido, el Hijo de Dios, el Mesías, el Cristo, Jesús de Nazaret, el Hijo de José, el Rey de Israel, el Hijo del Hombre, y el Rabí que vivió lo que enseñaba. En el capítulo 2, es el Dador del gozo, el que ama la casa de su Padre, el que limpia la casa de su Padre, la Prueba viva de todas sus afirmaciones con respecto de sí mismo, el que solo se compromete con aquellos que se comprometen con Él, Aquel que puede convertir agua en vino. En el capítulo 3, es el Maestro que viene de Dios, el Maestro que obra milagros, el Hombre celestial, el Exaltado, el unigénito Hijo de Dios, la única Solución de Dios, el único Salvador dado por Dios, el conjunto absoluto de criterios para la salvación y el Esposo. En el capítulo 4, es un judío que no tiene prejuicios, es un Hombre cansado, es el Don de Dios, el que nos da agua viva, el Consejero que aconseja con autoridad a las personas, un Profeta, el Mesías, un Hombre que le dijo a una mujer todo lo que ella había hecho, el Señor de la cosecha, el Salvador del mundo y el Dador de la vida.
  • 6. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 6 En el capítulo cinco, Jesús es el gran Médico que no puede ignorar a una gran multitud de personas débiles. Es un Hombre que deliberadamente rompe la interpretación legalista de la Ley de Moisés para iniciar un diálogo sobre el legalismo. Es un Hombre que dijo ser igual a Dios. Es el Juez de toda la Tierra. Es la Resurrección. Es la Clave para comprender todas las Escrituras. En el capítulo 6, es el Pan de vida y el Hombre que hace una obra significativa. En el capítulo siete, es un Maestro que dice que su enseñanza es la enseñanza de Dios. También, predica de manera tan dinámica que los soldados olvidan por qué habían ido a arrestarlo. Cuando regresan sin su Prisionero, la única explicación que pueden dar es: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (7:44-46). También es el origen de las dos mejores experiencias de la vida: nacer de nuevo uno mismo, y ser el vehículo por medio del cual corran ríos de agua viva hacia otros (7:37-39). En el capítulo 8, Él es el Amigo de los pecadores, la Luz del mundo, el Hombre que tiene dirección para su vida, el Hombre que siempre agrada al Padre, la Verdad que hace verdaderamente libres a los hombres, y el Eterno que fue antes que Abraham. En el capítulo 9, Él es el Hombre que debe hacer las obras de su Padre y es el Señor que acepta la adoración de un hombre que fue sanado. Es la Luz que da vista a los espiritualmente ciegos y revela la ceguera espiritual de quienes no creen ser ciegos. En el capítulo 10, es el Buen Pastor de las ovejas, la Puerta del redil, el soberano Pastor. En el capítulo 11, Él es la Resurrección y la Vida, el que resuelve los dos problemas más difíciles de solucionar en la vida: la enfermedad y la muerte. En el capítulo 12, Él es un grano de trigo que cae a la tierra y muere para poder glorificar a Dios produciendo una gran cosecha. Es el Cristo glorificado, es el Cristo adorado, es el Cristo popular. En el capítulo 13, es el humilde Siervo Jesús, que asume el rol del esclavo y lava los pies de sus discípulos. Es el Cristo que va a partir, que deja un mandamiento con el cual se crea una comunidad nueva. En el capítulo 14, Él es el Cristo que regresa; es el Camino, la Verdad y la Vida. Podríamos decir, también, que es el Cristo dogmático, porque no solo nos dice que es el Camino, la Verdad y la Vida, sino, también que nadie puede llegar al Padre si no es por medio de Él. También es el Cristo que está preparando un lugar adonde llevará a sus seguidores para que vivan con Él para siempre. Es un Cristo consolador, que promete enviar a una Persona, una Paz a sus seguidores para que sus corazones no se turben. En el capítulo 15, es una Vid que busca ramas. Es el Cristo que da vida. Es el Cristo que condena, un Cristo odiado, el Cristo que elige.
  • 7. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 7 En el capítulo 16, Él es el Cristo que promete enviar al Espíritu Santo para dar consuelo y poder a sus discípulos. Es el Cristo abandonado, pero victorioso. En el capítulo 17, Él es el Gran Sumo Sacerdote, que intercede por los apóstoles y por quienes creerán por medio de ellos. En el capítulo 18, es el fiel Testigo que nació en este mundo para dar testimonio de la verdad. Es el Cristo traicionado, el Cristo inocente y el Cristo que la multitud rechaza. En el capítulo 19, Él es el Cristo crucificado y sepultado. En el capítulo 20, Él es el Cristo resucitado. En el capítulo 21, es el Cristo que comisiona a sus discípulos. Basándonos en el propósito para escribir este libro que Juan ha declarado (20:30,31), es de esperar que encontremos muchas respuestas para esta pregunta (“¿Quién es Jesús?”) a lo largo de su evangelio. Al comenzar nuestro estudio juntos, tengo una tarea para encomendarle, un desafío para usted: lea todo el evangelio de Juan y descubra los retratos de Jesús en palabras en cada capítulo. Después, en oración, medite sobre el evangelio de Juan y los retratos de Jesucristo que ha encontrado en él. Memorice al menos un retrato de Jesús por cada capítulo de este evangelio. En el evangelio de Juan, usted encontrará muchas, muchas respuestas a la pregunta de quién es Jesús. A medida que encuentre estas respuestas, irá conformando una “galería de arte espiritual” sobre Jesucristo, que le mostrará al Señor de muchas maneras maravillosas. Cuando se le preguntó a la Madre Teresa qué significaba Jesús para ella, su respuesta fue muy similar a la galería de arte espiritual del evangelio de Juan. Rápidamente comenzó a recitar de memoria una gran cantidad de bellas imágenes verbales de lo que Jesús significaba para ella, que no solo se encuentran en el evangelio de Juan. Dio un perfil de quién era Cristo, personalmente, para ella, citando versículos desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Me pregunto: ¿Cuál es su visión de Cristo? ¿Quién es Jesús para usted? ¿Qué significa para usted? Mientras medite en el evangelio de Juan, al responder a la pregunta de quién es Jesús, usted descubrirá que es posible conocer a Aquel que lo salvó y descubrir todo lo que Él desea ser para usted. Mientras lee este evangelio, observe cómo la segunda pregunta: “¿Qué es la fe?” también se responde de muchas y hermosas maneras. Juan nos dice qué quiere decir “creer” para él. En el primer capítulo de este evangelio, cuando leemos cómo conocieron a Jesús seis de los apóstoles, descubrimos algunas respuestas prácticas a la pregunta sobre qué es la fe. Dos de estos hombres son discípulos de Juan el Bautista, y él mismo les dice que sigan a Jesús. Están siguiendo, literalmente, a Cristo por un camino,
  • 8. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 8 cuando Jesús se vuelve hacia ellos y les pregunta: “¿Qué buscan?”. Y ellos le responden, directamente: “Rabí, ¿dónde vives?”. Él contesta: “Vengan y vean”. Leemos entonces que “Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él". La historia continúa relatándonos que ellos vivieron para Él, y que cada uno de ellos murió por Él, a causa de lo que habían visto cuando tomaron el compromiso de “ir y ver” dónde y cómo vivía Jesús. Según esta demostración de lo que significa creer, la fe es “ir y ver”; es vivir con Él; es preguntarle: “Cuando nos encontramos en la vida real, ¿sirve, verdaderamente, tu enseñanza?”. Según el apóstol Juan, descubrimos lo que realmente es la fe cuando aplicamos personalmente los valores y las enseñanzas de Jesús. A lo largo de todo este evangelio, veremos hermosos ejemplos de lo que significa creer. Basándonos en el propósito por el que Juan ha declarado que escribió su evangelio, también encontraremos la respuesta para la tercera pregunta: “¿Qué es la vida?”. ¿Qué es esta vida eterna de la que Juan escribe? ¿Qué es esta calidad de vida que Dios propuso para nosotros, y que no tenemos hasta que creemos en Jesucristo? También encontraremos las bellas respuestas de Juan para esta tercera pregunta a lo largo de todo su evangelio. Por ejemplo, la vida eterna es como tomar un sorbo de agua que puede saciar nuestra sed por el resto de nuestra vida, y como el pan que puede satisfacer nuestra hambre por el resto de nuestra vida (4:1-42; 6:48- 51). Ahora, lo invito a estudiar conmigo, versículo por versículo, los veintiún capítulos de este cuarto evangelio. Mientras lo estudiamos juntos, tengamos como clave para descifrar el magnífico mensaje de esta profunda biografía de Jesús la búsqueda de respuestas para estas tres preguntas: ¿Quién es Jesús?, ¿qué es la fe? y ¿qué es la vida? Capítulo 2 El Verbo vivo (Juan 1:1-18) “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (1:1-5). “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (1:9). “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
  • 9. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 9 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (1:10-13). “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. […] A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (1:14,18). En mi enfoque inicial de este evangelio, a modo de introducción, compartí algunas claves para el mensaje único del evangelio de Juan. En este capítulo, quisiera comenzar nuestro estudio de este evangelio, versículo por versículo. Me enseñaron que, cuando uno predica un sermón, debe hacer tres cosas: Primero, decirles a las personas lo que les va a decir. Después, decírselo y, finalmente, decirles lo que les acaba de decir. Esta instrucción describe la forma en que está organizado el evangelio de Juan. Los primeros dieciocho versículos de este evangelio son un prólogo, en el cual el apóstol Juan nos dice lo que nos va a decir. Después, a partir del versículo 19 del capítulo 1, hasta el versículo 29 del capítulo 20, Juan nos lo dice. Finalmente, en los versículos 30 y 31 de ese mismo capítulo, nos dice lo que nos acaba de decir. Esos versículos clave de este evangelio también nos dicen por qué Juan nos ha dicho lo que nos ha dicho. En cierto sentido, todo lo que Juan nos dirá en los veintiún capítulos de su evangelio se nos presenta, en forma resumida, en su prólogo. Cuando Juan nos dice lo que nos va a decir, escribe que el Verbo estaba con Dios en el principio, y que el Verbo era Dios. Al referirse a este “Verbo” que estaba en el principio con Dios, y era Dios, Juan está hablando de Jesucristo. Como señalé en mi introducción, todo este cuarto evangelio trata sobre Jesucristo. Por lo tanto, debemos leerlo buscando a Jesucristo. En el primer versículo de este evangelio, cuando se refiere a Jesucristo como el “Verbo”, Juan nos presenta su primer retrato de Jesús. ¿Qué quiere decir Juan cuando se refiere a Jesucristo como el “Verbo”? [Algunas versiones de la Biblia, como Dios Habla Hoy, dicen “Palabra” en lugar de Verbo]. Una palabra es un medio de expresión. Si tengo una idea en mi mente y quiero comunicarla a su mente, el vehículo que llevará esa idea de mi mente a la suya será una palabra. La idea que Juan expresa aquí es que, en el principio — como nos lo dice, también, el relato de la creación en el libro de Génesis—, Dios ya existía, y, en ambas inspiradas descripciones del principio, Dios no estaba solo. En el Génesis, los pronombres relativos referidos a Dios están en plural y, según Juan, en el principio, el Verbo era, o existía, con Dios. Cuando Jesús ora por
  • 10. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 10 sus apóstoles, le pide al Padre que le dé nuevamente la gloria que tenía con Él antes que el mundo fuera (Juan 17:5). Dios tenía en su mente una idea, o una verdad, que quería comunicar al hombre. Jesucristo fue el Vehículo de esa expresión, el Verbo o Palabra que llevó esa idea de la mente de Dios a nuestra mente. El prólogo de Juan concluye con una gran afirmación sobre Jesús que lo resume todo: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (1:18). En los versículos 14 y 18, Juan nos dice que este Verbo se hizo carne y vivió entre nosotros para que pudiéramos ver y escuchar los pensamientos de Dios, que Jesús nos reveló en plenitud. Más adelante, en este evangelio, Juan citará las palabras de Jesús: “Yo soy la Verdad” y “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad” (14:6; 18:37). Jesucristo era la Verdad que Dios quería compartir con usted y conmigo. La Biblia nos dice, en muchos pasajes, que ningún hombre ha visto, realmente, a Dios. Hubo hombres que experimentaron manifestaciones y revelaciones de Dios, y algunas de ellas fueron extraordinarias y espectaculares. Pero esas expresiones o revelaciones de Dios no eran todo lo que hay para ver de Él. Ningún ser humano podría ver a Dios en toda su plenitud. El Antiguo Testamento nos dice claramente que nadie podría verlo y sobrevivir a tal experiencia (Éxodo 33:20). Ningún hombre ha visto jamás a Dios en este sentido total. Según Juan, lo más cercano que usted y yo llegaremos jamás a ver una total revelación de Dios es lo que vemos cuando vemos a Jesús. Esta es otra razón por la que esta “galería de arte espiritual” es mi favorita de los cuatro evangelios. “El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre” significa que nuestro Señor Jesucristo estaba y está en íntima comunión con el Padre. Estar en el seno de alguien significaba estar sentado a su diestra en una cena o, en otras palabras, en el lugar más íntimo de comunión. La esencia del significado de este versículo es que el Hijo (el Verbo), que estaba y está en íntima comunión con Dios el Padre, ha revelado completamente a Dios. La palabra griega que se traduce como “lo ha dado a conocer” hace referencia a la “exégesis”. Cuando estudiamos griego en el Seminario, el primer año consiste en un estudio de la gramática, el vocabulario y los aspectos básicos del idioma griego. Si tomamos cuatro años de griego, después del primer año, los otros tres son llamados “Exégesis”. Hacer la “exégesis” de un versículo bíblico es sacar de ese versículo toda la verdad que contiene (ex = ‘fuera de’; gesis = ‘verdad o conocimiento’). Juan nos dice que Jesucristo fue la exégesis de toda la verdad que una mente humana es capaz de comprender acerca de Dios. Como señalé cuando estudiamos las vidas de personas como Abraham, Moisés y David, en el Antiguo Testamento, cuando Dios desea comunicar un gran concepto —como la fe—, Él envuelve ese
  • 11. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 11 concepto en una persona. Juan nos está diciendo que Jesús fue la Persona en quien el Dios todopoderoso envolvió toda la verdad que deseaba comunicar a este mundo. Jesús fue esa Persona en todo lo que era y en todo lo que hizo. También cumplió ese rol en todo lo que dijo. En los evangelios, cada vez que leemos “y abriendo su boca, les enseñaba”, debemos recordar que Jesucristo fue la mayor revelación que Dios ha dado a este mundo. Esto es lo que Juan quiere decir cuando nos dice que Jesucristo fue y es el Verbo, o Palabra, de Dios. Jesucristo fue y es el Verbo vivo de Dios, que estaba con Dios en el principio y era Dios. Fue el Verbo que se hizo carne, vino a este mundo y nos dio la exégesis de Dios a todos. La mayor revelación de Dios no es la Biblia. La mayor revelación que Dios haya dado jamás a este mundo es Jesucristo. En la actualidad, la ciencia y la sofisticada tecnología nos confrontan con asuntos éticos que implican grandes desafíos, como la ingeniería genética, la clonación humana, el aborto y la eutanasia. Sea cual fuere el asunto, siempre debemos comenzar por Jesús y preguntarnos: “¿Trató Jesús este asunto, al menos en principio?”. Lo que creemos siempre debe comenzar en Jesús. La Verdad que era Jesús, y la verdad que Él enseñó, deben ser el fundamento y el centro de lo que creemos, si queremos ser dignos de identificarnos como discípulos de Jesucristo. Jesús era Dios En un sentido, el tema y el énfasis principal del cuarto evangelio se expresa en las últimas cinco palabras del versículo 1: “y el Verbo era Dios”. El Verbo del cual habla Juan no solo era en el principio y era con Dios. ¡Este Verbo era Dios! El argumento del evangelio de Juan es que, cuando el Verbo que era Dios se hizo carne y nos mostró la exégesis de Dios, ¡ese Verbo era Jesucristo! A lo largo de todo su evangelio, el objetivo de Juan es decirnos que Jesús no era solamente una persona que cumplía la voluntad de Dios. ¡Él era Dios! Este será el énfasis especial de las afirmaciones de Jesús en su hostil diálogo con los líderes religiosos que Juan registra en los capítulos 5 al 8. La profunda verdad que Juan comparte con nosotros se resume en la palabra “encarnación”. Encarnarse es estar “en carne”. Juan nos dice que el Dios todopoderoso se hizo carne. El evangelio de la Navidad es la Buena Noticia de que Dios se hizo carne para salvarnos a todos. Estoy tan decidido a expresarle el significado de este concepto de la encarnación que quiero desafiarlo a utilizar su imaginación durante unos minutos. Imagine que usted siempre encuentra hormigas en su cocina y en toda la casa. Supongamos que decide resolver este problema de las hormigas y descubre que vienen de un hormiguero que está en un rincón de su jardín. Hay una hilera de hormigas que pasan continuamente de ese hormiguero
  • 12. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 12 a su casa. Las hormigas sacan comida de su casa y vuelven al hormiguero, donde la guardan para luego comerla. Si usted pudiera comunicarse con las hormigas que están en ese hormiguero, podría trabajar con ellas para llegar a una solución. Quizá, usted estaría dispuesto a dejarles algo de comida cerca de su hormiguero, si ellas aceptaran mantenerse fuera de su casa. Después de observar a estas hormigas, usted sabe que ellas se comunican entre sí, pero su problema es que usted no puede comunicarse con ellas. Imaginemos que usted realmente quiere comunicarse con esas hormigas, y que las ama tanto que está dispuesto a dejar de ser humano para convertirse en hormiga. Después, iría al hormiguero durante el tiempo suficiente como para decirles a las hormigas: “Parezco una hormiga, pero, en realidad, soy el hombre que vive en esa casa. Estoy dispuesto a sacrificar un par de kilos de azúcar, que dejaré en este rincón del jardín, si ustedes se mantienen fuera de mi casa”. Aunque, en cierta forma, esta ilustración puede resultar ridícula, creo que demuestra, en una pequeña escala, el significado de este hermoso concepto bíblico de la “encarnación”. Piense en el desafío que enfrentó Dios cuando decidió declarar el milagro y el mensaje de la salvación a los seres humanos. La Buena Noticia que anuncia este cuarto evangelio es que Dios amó al hombre lo suficiente como para hacerse carne humana para poder darnos salvación y vida eterna a usted y a mí. En resumen En su prólogo, cuando Juan nos dice lo que nos va a decir, escribe que Jesús era el Verbo y que, como Verbo, era con Dios en el principio, antes que el mundo fuese creado, y era Dios. Él se hizo carne y vivió entre nosotros para que no solo leyéramos palabras acerca de Dios en una página sagrada, sino que viéramos cómo es Dios viviendo una vida humana. La palabra griega que se traduce como “habitó” significa ‘armó su tienda’ entre nosotros. Cuando Dios se hizo hombre, reveló lo que Dios es, realmente, y mostró toda la verdad que podemos comprender acerca de Él (1:1, 14, 18). Juan también nos dice en su prólogo: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino [es decir, al pueblo judío], y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad [autoridad] de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (1:10-13). Al decirnos lo que nos va a decir, el amado apóstol lo expresa de esta manera, básicamente: “Cuando el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, se presentó a un cierto pueblo de este mundo. Se presentó a su propio pueblo, el pueblo judío. La mayoría
  • 13. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 13 de los judíos no lo recibieron, especialmente sus líderes religiosos. Pero quienes lo recibieron como debían hacerlo nacieron de nuevo”. En realidad, la palabra que se traduce como “recibir”, en el versículo 12, significa, en el original, ‘creer’. Cuando Jesús estaba aquí en la carne, no les decía a las personas que inclinaran la cabeza y le pidieran que entrara en su corazón, porque Él estaba allí en carne y hueso. La propuesta no era que lo recibieran de esa manera. Eso llegaría después. La palabra “recibir”, en este versículo, es sinónima de “creer”. Leemos que: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”. El poeta nos dice: “En una cruz de madera, Cristo fue crucificado; y el monte en que se apoyaba, Él mismo lo había formado”. Los judíos no fueron los únicos que lo rechazaron. Un villancico navideño de origen afroamericano exclama: “¡No sabíamos que eras Tú, Señor! ¡No sabíamos Quién eras!”. Pero la buena noticia es esta: algunos, sí, lo recibieron, como los doce apóstoles. Muchos no recuerdan que los doce apóstoles eran, todos, judíos. Algunos judíos creyeron, y a los que creyeron, “a los que creen en su nombre, [Él] les dio potestad [esta es la palabra griega que significa ‘autoridad’] de ser hechos hijos de Dios”. En otras palabras, cuando Jesús se encontraba con las personas, la mayoría no creía cuando Él les decía quién era. Pero algunas, sí, creyeron, y a ellas, Él les dio el poder para ser lo que Dios siempre había deseado que fueran: hijos de Dios. Esas personas tuvieron una experiencia como si hubieran nacido de nuevo. Todos habían nacido físicamente. Habían nacido de la sangre, de la voluntad de la carne, de la voluntad del hombre. Habían experimentado un nacimiento físico, natural. Pero cuando recibieron de Jesús el poder de ser hechos hijos de Dios, tuvieron un nacimiento que no era físico; era espiritual. Juan nos dice que “nacieron de Dios” o “nacieron de lo alto”. En el tercer capítulo de este evangelio, Jesús llama a esto “nacer de nuevo”. Cuando lea este evangelio, observe que, después de decirnos lo que nos va a decir aquí, en su prólogo, nos presenta encuentros que Jesús tuvo con personas que nacieron de nuevo porque respondieron a Jesús como debían hacerlo. Algunas de las primeras personas con las que Jesús se entrevistó se convirtieron en sus apóstoles. También habrá otras personas, como un rabí llamado Nicodemo, a quien Jesús le dice que debe nacer de nuevo. En el capítulo 4, Jesús se encuentra con una mujer junto a un pozo en Samaria. Jesús le describe a esta mujer la experiencia del nuevo nacimiento con un lenguaje muy diferente. Le habla de beber un sorbo de agua viva que satisfará su sed por el resto de su vida. En el capítulo 5, Jesús se encuentra con un hombre junto a un estanque. En el capítulo 9, se encuentra con un hombre ciego y lo
  • 14. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 14 sana. Su vida se cruza con diferentes personas a lo largo de todo este evangelio. Pero ¿qué nos expresan estos encuentros y estas personas? Juan nos dice directamente lo que ellos nos expresan. Cuando Jesús se encontraba con una persona y ella no creía, no sucedía nada. Pero si la persona creía, Jesús le daba el poder de convertirse en un hijo de Dios, y la persona experimentaba algo. Según Juan, esa persona nacía de Dios. En todos los capítulos que siguen al prólogo de Juan, y en todos los encuentros que registran esos capítulos, eso es precisamente lo que Juan nos muestra y nos dice. Como ya he señalado, cuando Juan llega al final de su evangelio, nos dice lo que nos acaba de decir presentando su propósito definido para escribir este evangelio. Básicamente, al final del capítulo 20, Juan escribe: “No les he contado todas las señales de Jesús, pero les he contado estas señales que Él hizo para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, porque, si creen lo que yo les he contado acerca de Cristo, nacerán de Dios y tendrán vida eterna”. Capítulo 3 El testigo (Juan 1:6-17) “Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. [...]. Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (1:6-8, 15-17). En los primeros capítulos de este fascículo, me he concentrado fundamentalmente en tres versículos del prólogo del evangelio de Juan: 1, 14 y 18 del capítulo 1. Entre esos tres, en los versículos 6 al 8, y 15 al 17, se nos presenta a otro hombre cuyo nombre es Juan. Es Juan el Bautista. Jesús dijo algo acerca de este Juan, que es el mayor cumplido que haya recibido jamás un ser humano: No hay hombre nacido de mujer que sea mayor que Juan, y no hay profeta mayor que Juan el Bautista (Mateo 11:11; Lucas 7:28). Según Jesús, Juan el Bautista fue el más grande de todos los profetas y fue, simplemente, el más grande hombre que haya
  • 15. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 15 vivido. Ahora bien, esto debería hacer que nos detengamos a observar a este hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. El autor de este evangelio señala claramente que Juan no era la Luz, sino que fue enviado para dar testimonio de ella. En este prólogo, observe cuántas veces se utiliza el verbo “era” con respecto a Jesucristo. Lo leemos una y otra vez en los primeros dieciocho versículos del evangelio de Juan: “era, era, era”. Cuando habla de Jesús, el apóstol escribe “era”, pero observe también, cuando se nos presenta a este hombre, Juan el Bautista, cuántas veces leemos: “no era, no era, no era”. También observe que, cuando Jesús, el Verbo vivo, se hace carne, Él mismo dice, con gran frecuencia: “Yo soy, Yo soy, Yo soy”. Una manera maravillosa de estudiar la vida de Cristo en el evangelio de Juan es estudiar todos los “Yo soy” de Jesús a lo largo de este evangelio. Al tiempo que escuchamos a Cristo decir, vez tras vez, “Yo soy”, observe con cuánta frecuencia escuchamos a Juan decir lo opuesto. Escuchamos a Juan siempre decir cosas como esta: “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. Y los que habían sido enviados eran de los fariseos” (Juan 1:19-24). Cuando estas autoridades religiosas son enviadas a entrevistar a Juan el Bautista y le preguntan cosas como: “¿Eres el Cristo? ¿Eres Elías? ¿Eres ese profeta? ¿Quién eres? ¿Qué dices de ti mismo?”, él responde “No” y “No soy”. Observe cuántas veces él afirma: “Yo no soy”. Volvemos a encontrar a este hombre en el capítulo 3. Los discípulos de Juan se acercan a él y le dicen, básicamente: “Rabí, todos van a escuchar a ese Hombre que tú dijiste que era más que tú. Ya nadie viene a escucharte predicar a ti”. Y él les responde algo así como: “Yo les dije que no soy. Les dije que Él es, pero yo, no; y que Él debe crecer, y yo, menguar. Yo solo soy un muy buen amigo que está en las bodas, regocijándose al ver que el Esposo ha desposado a su novia”. (Ver 3:28-30). El secreto de la grandeza de este hombre es que él aceptó sus limitaciones y la responsabilidad por su capacidad. Aceptó la responsabilidad de ser quien Dios lo creó para que fuera y también sabía quién no iba a ser. Cuando esa “comisión” lo presionó para que diera respuesta a su pregunta, les dijo que él era una voz que clamaba en el desierto. Eso era quien Dios le había asignado que fuera, lo que Dios le había asignado que fuera, y el lugar que Dios le había asignado. Él sabía que sería necio tratar de ser más que eso
  • 16. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 16 y creía que la vida era demasiado valiosa como para ser menos de lo que Dios había deseado que él fuera. Una de las preguntas que los líderes religiosos le formularon a Juan el Bautista fue: “¿Qué dices de ti mismo?”. El diccionario define al “yo” (ese “ti mismo”) como: ‘la singularidad, la individualidad de cualquier persona dada, que la hace diferente de toda otra persona viva’. La Biblia enseña a lo largo de todas sus páginas que, cuando Dios hizo a Juan el Bautista, y cuando nos hizo a usted y a mí, “rompió el molde”. Cada vez que Dios hace a un ser humano, “rompe el molde”. No hay nadie como usted, nunca lo ha habido y nunca lo habrá. Usted y yo fuimos diseñados por Dios para ser únicos. Cada ser humano es diseñado por Dios para ser único. Hay más de sesenta mil millones de dedos en el mundo, en la actualidad, y cada uno de esos dedos tiene una huella única. Esto es un testimonio del diseño único que Dios tiene para cada ser humano. Lo que hoy llamamos ADN va mucho más allá, todavía, que las huellas digitales, como confirmación de este gran milagro. Según la Biblia, una de las primeras “consecuencias” de nuestra salvación es lo que Pablo llama “la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” para nuestra vida (Romanos 12:1,2). En otras palabras, cuando nacemos de nuevo, descubrimos nuestra singularidad y nuestra individualidad en Cristo. Antes de nacer de nuevo, tendemos a imitar, a copiar, a conformarnos o a permitir ser dominados hasta llegar a ser como todos los demás. En muchos sentidos, somos como Esaú en el Antiguo Testamento: vendemos nuestra primogenitura por un plato de guiso. (Ver Génesis 25:29- 34). La Biblia se refiere a esta persona única que Dios desea que seamos. Cuando Jesús dijo: “¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”, estaba refiriéndose a la identidad básica que Dios quiso que tuviéramos y que nos hace diferentes de todos los demás seres humanos. (Ver Marcos 8:36,37). Hay una buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, para usted y para mí. Solo cuando aceptamos a Cristo, descubrimos esta individualidad única. Pero una de las primeras consecuencias de aceptar a Cristo es poder recuperar esa buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, para nuestra vida. Los que, como Juan el Bautista, han descubierto el plan perfecto de Dios, aceptarán sus limitaciones y la responsabilidad de ser quienes Dios quiere que sean y lo que Él quiere que sean, y de estar donde Él quiere que estén. El ejemplo de Juan el Bautista se presenta en las páginas de las Escrituras para desafiarnos a creer que el mismo Dios que tuvo un propósito para la vida de Juan el Bautista tiene un propósito para nuestras vidas. ¿Sabe usted quién quiere Dios que sea? ¿Cree que Dios tiene un plan para lo que usted debe ser, y el lugar donde debe
  • 17. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 17 estar en este mundo? Esta es la forma en que debemos aplicar a nuestras vidas personales lo que la Biblia nos dice sobre el mayor hombre y el mayor profeta que jamás haya vivido. El testimonio de Juan En el primer capítulo de este evangelio, en el versículo 19, leemos: “Este es el testimonio de Juan...” Y en el versículo 32: “También dio Juan testimonio...” En el versículo 34, se nos relata que Juan dijo: “...he dado testimonio...” ¿Cuál es, precisamente, el testimonio de Juan? El testimonio de Juan es coherente con el tema de este evangelio. Recuerde: hay un argumento sistemático que recorre todo este evangelio. Ese argumento es parte del propósito declarado del evangelio: convencernos de que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios, para que podamos nacer de nuevo y tener vida eterna. Si retrocedemos al versículo 26, encontraremos a Juan respondiendo a otra pregunta: “¿Por qué bautizas?”. Y él responde: “Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado” (1:26-27). Después, en el versículo 29, leemos: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios” (1:29-34). Cuando Juan fue enviado a bautizar, Aquel que lo envió le dijo: “Un día, estarás bautizando a la gente. Entonces, bautizarás a un Hombre, y el Espíritu descenderá sobre Él como una paloma y permanecerá sobre Él. ¡Cuando eso suceda, sabrás que ese Hombre es el Hijo de Dios!”. Juan da testimonio de que, cuando estaba bautizando a Jesús de Nazaret, vio al Espíritu Santo descender de los cielos como una paloma y permanecer sobre Jesús. Así que Juan dice: “Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios". Juan el Bautista presentó a Jesús con las palabras: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (1:29). Como el último y el más grande de los profetas, Juan el Bautista resumió el significado de los millones de corderos que habían sido sacrificados en obediencia a la Ley de Dios según los libros de Éxodo y Levítico. El corazón, la base de todos estos sacrificios era
  • 18. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 18 representada por la forma básica de adoración judía de la Pascua (Éxodo 12; Lucas 22:15,16). La presentación de Jesús por parte de Juan el Bautista conecta la muerte de Jesucristo en la cruz con todos esos sacrificios de animales que constituían el corazón de la liturgia de adoración de los judíos. Este hermoso protocolo de adoración fue instaurado cuando Dios le dio a Moisés las instrucciones para el tabernáculo de adoración. Muchos capítulos del libro de Éxodo parecen un libro de instrucciones escrito por arquitectos, ya que Dios deseaba que la liturgia que le mostraba a un pueblo pecador cómo acercarse a un Dios santo fuera muy simple y claramente comprensible. El templo de Salomón fue un centro permanente, lujoso, de adoración, en el cual se continuaron durante siglos los mismos patrones litúrgicos que habían sido prescriptos para el pequeño tabernáculo y se practicaron allí. Algunas personas que no conocen bien el Antiguo Testamento me han comentado que, cuando los romanos crucificaron a Jesús, sus seguidores inventaron la idea de que Él era el Cordero de Dios. Pero Juan el Bautista presenta ese concepto al principio mismo del ministerio de Jesucristo. Los apóstoles se suman a los profetas del Antiguo Testamento y a Juan el Bautista cuando conectan la muerte de Jesús con el cordero de la Pascua y el infinito número de animales que se habían sacrificado en el templo de Salomón y en el tabernáculo del desierto (Isaías 53; 1 Pedro 1:18,19; 2:23, 24; 1 Corintios 5:21). El testigo Antes de dejar la vida de Juan el Bautista, hay otro concepto importante que podemos aprender de él: el concepto de ser un testigo. Jesús dijo: “...pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). ¿Qué es un testigo? Un testigo es alguien que ha experimentado u observado algo, y siente la responsabilidad de compartir lo que ha experimentado u observado. Aunque ser testigo tiene que ver con lo que somos, más que con lo que hacemos, nuestra responsabilidad va más allá que quiénes somos y qué somos. Ser testigos implica hablar públicamente de lo que hemos observado y experimentado. Imagine que un tribunal lo convoca para que testifique. Usted se sienta en la silla de los testigos, y le hacen preguntas sobre lo que ha experimentado u observado. Me pregunto si el tribunal estaría de acuerdo con que usted se niegue a testificar diciendo: “Dejaré que mi vida dé testimonio por mí”. ¿Cree usted que eso sería aceptable para el tribunal? Básicamente, lo obligarían a hablar,
  • 19. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 19 o lo considerarían como un desacato a la corte, una falta de respeto a su autoridad. Un testigo habla de lo que ha observado o ha vivido. Cuando sus potentes sermones lo enviaron a la cárcel, y demostró gran valentía al confrontar a un rey malvado —por lo cual fue decapitado—, Juan, verdaderamente, nos mostró otra dimensión de lo que significa ser un testigo. La palabra griega que los autores del Nuevo Testamento usan para decir “testigo” es, en su raíz, la palabra “mártir”. Según este fiel testimonio, como testigos, no debemos tener hambre y sed de felicidad ni de supervivencia, sino de la justicia que nos hace testigos para la gloria de Dios. Capítulo 4 Gracia y Verdad En el prólogo de este evangelio, leemos: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo" (1:16,17). ¿Qué significa esto? ‘Gracia’ es la traducción de la palabra griega charis. Cuando la gracia obra en nuestra vida, se la llama charisma o charismata. La gracia divina puede definirse como el favor y la bendición de Dios, que no merecemos. No merecemos nada de Él, por lo que cualquier cosa que nos dé es por gracia. Pero, además de ser el favor inmerecido de Dios, la gracia es, también, el poder de Dios. La gracia es la dinámica de Dios. “La gracia es la obra de Dios dentro de nosotros y fuera de nosotros”. La gracia es ese milagroso nuevo nacimiento que Dios obra en nosotros sin ninguna ayuda nuestra, excepto nuestra fe. “La voluntad de Dios nunca nos llevará adonde no pueda mantenernos la gracia de Dios” es otra forma de tratar de explicar el concepto de la gracia divina. Es como si le dijéramos a Dios: “No puedo”. Y Dios nos respondiera: “Lo sé, pero Yo puedo. Así que, si ordenas tu vida conmigo de la manera adecuada, podrás recibir de mí la dinámica para ser y para hacer. Así que, como ves, no es cuestión de quién o qué eres tú, o de lo que tú puedas o no puedas hacer. Es cuestión de quién soy Yo y de lo que Yo puedo hacer. Así que, sigue la línea que yo te marco, y comprueba que puedo equiparte y darte poder para ser todo lo que quiero que seas y hacer todo lo que quiero que hagas. Sígueme, y te demostraré que esto es cierto”. Muchas personas, cuando piensan en hacerse seguidoras de Cristo y ven que eso implica un cambio total y absoluto de estilo de vida de su parte, dicen: “Jamás podría hacer eso. Jamás podría vivir así”. Por supuesto, tienen toda la razón del mundo. No podemos vivir así; no podemos hacer eso. Ningún ser humano puede hacerlo, a menos que reciba la gracia de Dios. Si recibe la gracia de Dios,
  • 20. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 20 entonces, puede. Ese es el significado de las palabras de los versículos 15 al 17: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”. Una buena traducción dice: “...una bendición tras otra”. Esta es una muy buena noticia: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”. Dios dio a su pueblo una verdad maravillosa a través de Moisés. Pero cuando nos dio su más grande revelación de la verdad a través del Verbo eterno que se hizo carne, también nos dio la gracia sobrenatural para aplicar esa verdad a nuestra vida. Esto es, indudablemente, una referencia al día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo vino sobre los seguidores de Cristo y habitó en ellos. Los resultados de este increíble suceso se relatan de esta manera en el libro de los Hechos: “...y abundante gracia era sobre todos ellos” (Hechos 4:33). Los creyentes judíos que vivieron Pentecostés ya tenían las Escrituras. La Ley de Dios les había sido dada por medio de Moisés. Durante siglos, habían disfrutado de una verdad que les mostraba cómo vivir, pero no tenían la dinámica para aplicar esa verdad a sus vidas. Es por eso que las vidas de los creyentes del Antiguo Testamento son, con frecuencia, advertencias para que nosotros prestemos atención, más que ejemplos que podamos seguir (1 Corintios 10:11). Los autores del Nuevo Testamento, como el apóstol Pablo, escriben que la Ley es simplemente una plomada colocada junto a nuestra construcción torcida, para demostrarnos cuánto nos hemos apartado de la línea recta (Romanos 3:19,20). Santiago escribe que la Palabra de Dios es como un espejo en el que debemos mirarnos cada mañana para ver nuestras imperfecciones (Santiago 1:22-25). Pero cuando vemos lo torcido, cuando vemos las imperfecciones, ¿dónde encontramos el poder para enderezar lo torcido o para hacer los ajustes que necesitamos cada mañana, cuando nos miramos en el espejo de la Palabra de Dios? En otras palabras, ¿dónde encontramos la gracia para enderezar nuestra vida? Eso es lo que Juan nos dice en su prólogo cuando escribe que podemos recibir “gracia sobre gracia”. Es una muy buena noticia: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”. Venid y ved Cuando Juan el Bautista presentó a Jesús como el Cordero de Dios, leemos que había dos hombres con él, que eran sus discípulos. Andrés era uno de ellos; no se nos dice quién era el otro. Los eruditos creen que era Juan, el autor de este evangelio. Lo creen por dos razones. Cuando leemos que “Este [Andrés] halló primero a su hermano Simón”, las palabras, en griego, significan, en realidad,
  • 21. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 21 que Andrés fue el primero en encontrar a su hermano. Juan también tenía un hermano, y estas dos parejas de hermanos eran socias en una empresa de pesca. ‘Andrés fue el primero en encontrar a su hermano Simón (que, después, será conocido como Pedro) y se lo presentó a Jesús’ sería el significado básico de esas palabras en griego. La segunda razón por la que los eruditos creen que el otro discípulo era Juan es que el autor de este evangelio mantiene a lo largo de todo su escrito un perfil muy bajo y se refiere a sí mismo como “el discípulo que Jesús amaba”. Es típico de su estilo de escritura retacear la información de que él era el otro discípulo de Juan el Bautista que se convirtió en uno de los apóstoles de Jesús. Cuando Juan el Bautista les indicó a estos dos discípulos que siguieran a Jesús, leemos: “Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él” (1:35-39). Como señalé en mi introducción, generalmente, en el evangelio de Juan, hay un significado más profundo. ¿Qué sucede realmente, aquí, cuando estos discípulos de Juan el Bautista comienzan, ahora, a seguir a Jesús, y Él les formula la pregunta que lleva a una invitación a que vayan y vean dónde vive Él? La pregunta: “¿Qué buscáis?” es muy profunda. Dios nos ha creado con la capacidad de decidir. El libre albedrío del ser humano es muy importante para Dios. Dios no viola la libertad que Él mismo le dio al hombre, de tomar decisiones. Dado que somos capaces de decidir, podemos buscar lo que nosotros queramos. Los Salmos nos comunican la gran promesa de que Dios nos dará el deseo de nuestro corazón (Salmos 37:4). Muchos devotos creyentes reclaman, sabiamente, este versículo, como una de las grandes promesas que Dios nos ha dado en su Palabra; y es una gran promesa. Pero, al mismo tiempo, ese versículo es, también, un gran desafío, porque nos plantea esta pregunta: “¿Cuáles son los deseos de nuestro corazón?”. ¿Estamos deseando vivir un estilo de vida inmoral? Pues bien, si eso es lo que deseamos, la decisión es nuestra, y la vida es nuestra. Tendremos que pagar las consecuencias, pero podemos vivir nuestra vida de cualquier manera que lo deseemos. Un poeta dijo: “Tarde o temprano, todo hombre debe sentarse al banquete de las consecuencias”. Esas palabras son muy ciertas. En sus enseñanzas, Jesús usó el argumento de las consecuencias con gran frecuencia (Mateo 7:13-27). La vida es “un banquete de consecuencias”, y cada uno de nosotros comerá ese banquete tarde o temprano. Eso hace que esta pregunta sea extremadamente importante: ¿Qué es lo que estamos buscando? ¿Cuáles son los deseos de nuestro corazón? La pregunta que estos hombres le formularon a Jesús era sumamente práctica. En realidad, su pregunta era: “¿Dónde lo
  • 22. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 22 vives, Maestro?”. Es decir: “¿Lo que enseñas funciona en el lugar donde se vive la vida real todos los días?”. Muchas veces, he pensado que todo pastor debería tener estas palabras grabadas en una placa ubicada en un lugar visible de la pared en su oficina: “Pastor, ¿dónde vives?”. El sermón más importante que predicamos es la vida que vivimos en este mundo todos los días. La pregunta que Jesús les hizo a estos hombres es aquella en la que debemos concentrarnos continuamente cuando entramos en la Palabra de Dios, y la Palabra de Dios entra en nosotros: “¿Qué buscáis?”. Esta era una pregunta profunda y provocadora. Las respuestas correctas para esta pregunta tendrán un dinámico impacto en la calidad de vida que vivimos mientras seguimos a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Estos hombres eran muy prácticos. Eran hombres de negocios. Creo que estaban interesados en las aplicaciones prácticas de las enseñanzas de Jesús. Cuando lo encontraron y le hicieron esa pregunta, básicamente, le estaban diciendo: “Mira, rabí, no queremos una teología de salón. No queremos algo que parezca muy prolijo sobre el pizarrón o en un libro de teología. Lo que queremos saber es si lo que tú enseñas funciona donde nosotros vivimos todos los días”. Jesús era tan práctico como ellos, ya que respondió su pregunta con una invitación: “Venid y ved”. Entonces, leemos estas hermosas palabras: “Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él". Como dije en la introducción, el relato continúa diciéndonos que todos ellos vivieron por Él. En realidad, según las Escrituras y la tradición de la historia de la Iglesia, cada uno de ellos murió por Él, por lo que habían visto cuando tomaron el compromiso de ir a ver dónde y cómo vivía Él. Como ya he señalado, Juan no solo nos dice que debemos creer, sino también nos explica qué significa creer. Tenemos un gran ejemplo de esto aquí. Fe es tomar el compromiso de ir a ver, de ir y caminar con Jesús, de pedirle que nos muestre cómo vivir, y de pedirle que nos dé la gracia para vivir de esa forma. ¿Alguna vez ha hecho usted esto? ¿Se ha acercado verdaderamente al Cristo vivo y resucitado para decirle: “Quiero que seas mi Señor y quiero seguirte. Quiero recibir de ti la gracia para seguirte. Quiero ir a ver cómo toda la verdad que tú trajiste a este mundo, y la gracia para aplicarla, funcionan en las situaciones de la vida real que vivo todos los días. Quiero comprobar que funcionan allí”. Jesús les extiende esta invitación a todos: “Venid y ved”. Deberíamos formularnos otras dos preguntas y hallar sus respuestas a medida que recorremos el evangelio de Juan: ¿Quién es Jesús? ¿Qué es la vida? Esto es la vida: la calidad de vida que resulta de que una persona se comprometa a reconocer la realidad de que Jesús es el Cordero de Dios y, luego, se acerque para tomar el compromiso de seguirlo, de manera que Él pueda mostrarle en
  • 23. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 23 las situaciones que vive en su vida real cuán cierto es que la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Lo desafío a continuar este estudio del evangelio de Juan conmigo. Al avanzar por este magnífico evangelio, juntos, capítulo tras capítulo, versículo por versículo, descubriremos quién es Jesús, qué es la fe y qué es la vida. Capítulo 5 Nacer de nuevo: qué, por qué, y cómo “Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. “Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. “Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él” (Juan 2:1-11). Juan nos ha dicho en su propósito declarado para escribir este evangelio que va a contarnos las señales, o milagros, que Jesús realizó, porque cree que, si él organiza un registro de todas estas señales, y nosotros lo examinamos, ese registro nos convencerá de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Juan desea que creamos eso porque, según él, si lo creemos, tendremos vida eterna. Es interesante que, después de decirnos lo que va a decirnos y de declarar su propósito para escribir este evangelio, cuando Juan comienza a contarnos estas señales, la primera que nos relata es que Jesús fue a una fiesta de bodas y, cuando se quedaron sin vino, Él convirtió agua en vino. En la Biblia, el vino es un símbolo de gozo. Estoy convencido de que, además de ser un milagro, en sentido literal, esta historia es una hermosa alegoría. Como ya he señalado, cuando digo que esta historia es una alegoría, no estoy sugiriendo que no se trata de una historia real. Una alegoría es una historia en la que personas, lugares y cosas tienen un significado más profundo, que es moralmente o espiritualmente instructivo.
  • 24. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 24 Esta historia es una alegoría que se aplica al objetivo del evangelio. Juan nos dijo que nos iba a contar que, cuando las personas respondían a Jesús de forma adecuada, nacían de lo alto, es decir, nacían del Espíritu. Este hermoso milagro de Jesús es una alegoría de ese milagro de nacer de lo alto o de Dios. Esta historia de un gran milagro presenta una alegoría de regeneración. El primer paso para nacer de nuevo es representado por las palabras de María, cuando se acerca a Jesús y le dice: “No tienen vino”. Alegóricamente, esto es como decir que no tienen felicidad o que no tienen verdadero gozo. El sufrimiento del pueblo de Dios en ese tiempo explica que no tuvieran gozo. Habían sido conquistados por los romanos y ahora estaban bajo el puño de hierro de su dominación. En la actualidad, este milagro podría comunicarnos que el primer paso para nacer de nuevo es confesar que no hemos nacido de nuevo. Lea las descripciones bíblicas de una persona que ha nacido de nuevo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas [por Dios]" (2 Corintios 5:17). Cuando usted reflexiona sobre el fruto del Espíritu, o la vida abundante que debe vivir una persona que ha nacido de nuevo, ¿piensa: “Mi vida no es así”? (Gálatas 5:22,23; Juan 10:10). Alegóricamente hablando, es como si usted estuviera confesando: “No tengo vino”. Según esta alegoría, ese es el primer paso que usted debe dar si quiere nacer de nuevo. Confiese que no tiene vino, que no tiene un gozo real, o, en otras palabras, que no ha nacido de nuevo. Encontramos el segundo paso de esta alegoría del nuevo nacimiento cuando Jesús dice a los siervos que llenen las tinajas (de 80 litros de capacidad) con agua. En la Biblia, el agua es un símbolo de la Biblia misma (Efesios 5:26). La Palabra de Dios es el agente que Dios utiliza cuando obra este milagro en nuestra vida. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribe: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Pedro escribe que el nuevo nacimiento es como el nacimiento físico. En el nacimiento físico hay una semilla, un huevo, la concepción, el desarrollo de la vida prenatal, la crisis del nacimiento, y luego el desarrollo y el crecimiento. Pedro escribe que, en el nacimiento espiritual, la semilla —o “la esperma”, que es la palabra que utiliza Pedro— es la Palabra de Dios (1 Pedro 1:23). Estoy convencido de que el símbolo alegórico de llenar las tinajas de agua representa el segundo paso en el proceso de nacer de nuevo: una vez que hemos confesado que no hemos nacido de nuevo, si queremos que esto suceda, debemos llenar nuestra “tinaja” —nuestra mente y alma— con la Palabra de Dios. Por eso es que yo tenía la carga de iniciar un pequeño instituto bíblico. He descubierto que, cuando una persona entra en la Palabra, y la Palabra entra en una persona, cuando llena sus
  • 25. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 25 “tinajas” con la Palabra de Dios, muchas veces, esa persona nace de nuevo, porque la fe viene por oír la Palabra, y las Escrituras inspiradas son la semilla que concibe el nuevo nacimiento. Por lo tanto, si usted quiere nacer de nuevo, llene su tinaja, llene su mente, llene su corazón y llene su vida de la Palabra de Dios. Ese es el segundo paso del proceso para nacer de nuevo que se enseña, alegóricamente, en este milagro. El tercer paso de esta alegoría del nuevo nacimiento se nos representa cuando María se dirige a los siervos y les dice: “Haced todo lo que os dijere”. La aplicación es que el paso siguiente del proceso para nacer de nuevo es: mientras esté llenando su tinaja con el agua de la Palabra, todo lo que Jesús le diga que haga, ¡hágalo! Cuando lea la Biblia, descubrirá que el principio que hace que ella cobre vida no es estar familiarizado con las Escrituras. El factor vital, que hace que la Palabra de Dios sea un poder que da vida cuando la leemos, es lo que hacemos con relación a lo que sabemos. La mayoría de nosotros no necesita escuchar más; necesita escuchar mejor. Según la Parábola del Sembrador, cuando obedezcamos la Palabra que ha sido sembrada en nuestra vida, llevaremos mucho fruto (Lucas 8:15). Por tanto, mientras llena su mente y su corazón con la Palabra, si escucha la voz de Dios que le dice que haga algo, hágalo siempre. Puede ser que, mientras usted llena su tinaja con la Palabra de Dios, el Espíritu Santo le dé convicción de pecado sobre algo que está haciendo y le diga: “Deja de hacer eso”. Cuando eso suceda, obedezca siempre. El cuarto paso de esta alegoría del nuevo nacimiento es: cuando haya terminado con tres primeros pasos, saque del agua que ha sido milagrosamente convertida en vino y sírvala. Como en la alimentación de los cinco mil, debemos preguntarnos: ¿cuándo sucedió este milagro? Precisamente, ¿cuándo se convirtió el agua en vino? Estoy convencido de que el milagro se produjo cuando los siervos tuvieron la fe suficiente como para servir el agua que Él les había dicho que se había convertido en vino. El mensaje de esta parte de la alegoría es: cuando el Cristo vivo ha convertido su agua en vino, comparta ese milagro con otros. Su experiencia del nuevo nacimiento debe marcar una diferencia en sus relaciones con las personas. Si realmente ha nacido de nuevo, ¿lo sabrá su esposa?, ¿lo sabrá su esposo?, ¿lo sabrán sus padres?, ¿será obvio para sus hijos?, ¿se darán cuenta sus compañeros de trabajo? Por supuesto que sí, porque su experiencia del nuevo nacimiento no solo lo cambiará a usted, sino también cambiará profundamente sus relaciones. Así como el agua se convirtió en vino cuando fue compartida, a medida que compartimos esta nueva vida en nuestras relaciones, la experiencia del milagro se perfecciona. Este bello milagro del agua que se convierte en vino es una alegoría de lo que Juan nos dijo que nos iba a decir: que las
  • 26. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 26 personas nacían de nuevo cuando respondían adecuadamente a Jesús y a su Palabra. La historia de este hermoso milagro podría ser, también, una alegoría del avivamiento. Cuando usted haya nacido de nuevo, habrá momentos en que pensará que necesita nacer de nuevo... de nuevo. En realidad, lo que necesita no es un nuevo nacimiento, sino una renovación o un avivamiento de su nuevo nacimiento. Como Jesús le dice a Pedro en su discurso del aposento alto, cuando hemos experimentado el “baño” de la regeneración y nuestros pies se ensucian al caminar por este mundo, no necesitamos un nuevo “baño”. Lo único que necesitamos es un lavado de pies (Juan 13:10). En la historia de este hermoso milagro de Jesús, hay una fórmula que usted puede usar cuando se encuentre en necesidad de un avivamiento. Primero: confiese que no tiene vino (Salmos 51:12). Simplemente, confiésele a Dios: “Ya no tengo el gozo que sé que debería tener. He perdido mi gozo. No tengo vino”. Después, el segundo paso es: llene su tinaja de la Palabra de Dios. Vaya a algún lado y haga un retiro. Llene su corazón y su mente con la Palabra de Dios. El tercer paso es: mientras esté en ese retiro, preste atención a la voz de Dios, porque Él le señalará algo y le dirá: “Hazlo”, o señalará otra cosa y le dirá: “No lo hagas”. Siempre, haga lo que Él le dice que haga. Entonces experimentará una renovación espiritual. El cuarto paso es: pídale a Dios que use su avivamiento personal para hacer que usted sea de bendición para todas las personas que se cruzan con su vida. Cuando haya dado los cuatro pasos que nos presenta, alegóricamente, este milagro, descubrirá que su vida en Cristo ha sido renovada. El impacto inmediato de este milagro fue que, por primera vez, los discípulos creyeron en Jesús. Cuando le preguntaron dónde vivía, fue el comienzo de sus viajes de fe. Pero Juan nos dice claramente que la primera vez que creyeron fue cuando vieron el agua convertida en vino. Según este evangelio, ellos experimentaron una revelación continua de lo que era la fe mientras seguían a Jesús. Descubrimos otra metáfora sobre la fe en Juan, capítulo 2. Al final del capítulo, leemos que, mientras Jesús estaba en Jerusalén, muchos creyeron en Él cuando vieron los milagros que hacía. Pero Jesús no se comprometió con ellos, porque sabía lo que había en el interior del hombre. No necesitaba que nadie le dijera qué había en el interior del hombre (2:23-25). Esta es otra interesante respuesta para la pregunta: “¿Qué es la fe?”. Estos versículos nos dicen lo que es la fe diciéndonos lo que la fe no es. No todo aquel que profesa fe es un auténtico creyente. Estas personas creyeron porque vieron milagros. ¿Quién no cree cuando ve milagros? Pero ¿un auténtico discípulo de Jesús cree solamente cuando ha visto un milagro?
  • 27. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 27 Según esta metáfora negativa, la fe es una calle de doble vía. La fe es que un creyente se comprometa con Cristo, y que Cristo se comprometa con ese creyente. "Venid en pos de mí, y os haré..." (Mateo 4:19). Así funciona la fe en Cristo. Usted toma el compromiso de seguirlo; Él toma el compromiso de hacer algo de su vida. Aparentemente, en este caso, estas personas creyeron, pero su creencia era solamente un asentimiento intelectual, y no, un compromiso del corazón. Jesús no se comprometió con ellos, porque ellos no se habían comprometido con Él (Juan 20:29; Romanos 10:9). En este capítulo, Juan registra, además, el hecho de que Jesús limpió el templo. La limpieza del templo también figura en los evangelios sinópticos. Los otros evangelios ubican este hecho al final de su ministerio. Juan lo sitúa al comienzo de sus tres años de ministerio público. La única forma de armonizar esta aparente contradicción es decir que debe de haber habido dos limpiezas del templo. Otra observación es que Juan no se preocupa especialmente por la precisión histórica, como Lucas. Él está tratando de convencernos de su argumento básico, central, acerca de Jesús: que Él era el Cristo, el Hijo de Dios. La importancia de la limpieza del templo en el evangelio de Juan es que este hecho constituye la señal más importante que Juan nos presenta para probar que Jesús es el Cristo. Cuando Jesús afirmaba que Él era Dios, y que era el Mesías, los líderes religiosos le decían constantemente: “¿Qué señal puedes darnos?”. Cierta vez, cuando le pidieron una señal, Jesús respondió: “Esta generación mala y adúltera pide una señal, pero no voy a darles ninguna señal, excepto esta: destruyan este templo —es decir, su cuerpo—, y, en tres días, me levantaré”. (Ver Mateo 12:39-41). Juan nos dice que, cuando Jesús fue resucitado, sus discípulos recordaron los pasajes bíblicos del Antiguo Testamento que profetizaban su resurrección, como el Salmo 16, en el cual se basó Pedro para su sermón del día de Pentecostés. También recordaron esta afirmación que hizo Jesús (Juan 2:19-22). En el contexto de la limpieza del templo, Jesús nos da esta importantísima señal, que, en la opinión del apóstol Juan, debería convencernos de que Él es el Cristo, el Hijo de Dios. En resumen: ¿Quién es Jesús en el segundo capítulo del evangelio de Juan? En el capítulo 2, Jesús es Aquel que puede convertir nuestra agua en vino. Podemos acercarnos a Jesús, y Él tomará nuestros problemas, que son como agua, y los convertirá en vino. Cuando usted invite a Jesús a entrar en su vida, Él convertirá el agua de su debilidad en el vino del verdadero gozo. Hay muchas aplicaciones de este milagro. También se puede aplicar esta historia a la predicación o la enseñanza de la Palabra de Dios. Uno de mis profesores preferidos, el Dr. J. Vernon McGee, nos compartió a los jóvenes seminaristas, en 1952, que, cuando predicaba a cuatro mil personas todos los domingos: “Algunas
  • 28. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 28 veces, tengo un mensaje que creo que Dios me ha dado. Pero, francamente, es material bastante débil. Es solo agua. Pero Dios me dice: ‘Entrégalo, McGee’, y yo lo hago. En algún lugar, entre el púlpito y el banco de la iglesia, Él lo toca, y esa agua se convierte en vino. No sé cómo lo hace, ¡pero lo hace!”. El Dr. McGee nos dijo a los jóvenes que aspirábamos a ser predicadores: “Cuando Dios les dé un mensaje, compártanlo. Quizá piensen que es solo agua, pero ¡predíquenlo! Cuando ustedes compartan esa agua, en algún lugar entre el púlpito y el banco de la iglesia, Dios la tocará, y esa agua se convertirá en vino”. Desde 1952, descubrí que esto es cierto. En Juan, capítulo 2, Jesús es Aquel que puede convertir nuestras muchas y diferentes clases de agua en vino. ¿Qué es la fe en el capítulo 2? Fe es seguir estos pasos para el nuevo nacimiento o el avivamiento: Sea sincero con Dios y confiésele que usted no tiene vino. Confiésele que no ha nacido de nuevo, o que no está disfrutando del gozo del Espíritu y necesita un avivamiento. Después, llene su tinaja con la Palabra de Dios. Pase mucho tiempo en la Palabra de Dios. ¡Y todo lo que Dios le diga que haga mientras está leyendo su Palabra, hágalo! Después, comparta los resultados de su avivamiento espiritual personal con otras personas. Comparta la Biblia y el gozo que ha encontrado en el contexto de sus relaciones con todas las personas que, por providencia divina, se cruzan con su vida. ¿Y qué es la vida en el segundo capítulo del evangelio de Juan? Vida es nacer de nuevo. Juan nos dirá de muchas y hermosas maneras, en muchos de estos capítulos, que la vida es nacer de nuevo. En este capítulo, la vida es la experiencia de que nuestra agua sea convertida en vino. La vida es la consecuencia de entrar en una relación de fe con Jesucristo en la que usted se compromete con Él, y Él se compromete con usted. Saber que Jesucristo le ha entregado a usted todo lo que Él es y lo que tiene debería darle una calidad de vida superior. La vida es, también, que nuestro templo personal sea limpiado cuando el pecado lo hace necesario. Capítulo 6 “Debes nacer de nuevo” El capítulo 3 es el más conocido del evangelio de Juan. Es el que registra el encuentro de Jesús con un rabí llamado Nicodemo. Para nuestro estudio de este capítulo, léalo en el contexto de lo que Juan nos dijo que nos iba a decir. En su prólogo, Juan, básicamente, escribió: “Esto es lo que voy a contarles: cuando una persona creía en Jesús, nacía de nuevo”. En el capítulo 2, alegóricamente, por medio del agua que se convirtió en vino, Juan nos dijo cómo Jesús dio una alegoría del nuevo nacimiento al realizar su primer milagro.
  • 29. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 29 En los capítulos 3, 4 y 5, Juan nos dará ejemplos de personas que nacieron de nuevo. El primero es el rabí Nicodemo. El idioma original sugiere que este hombre era un maestro famoso o muy estimado en aquella época, en Jerusalén (3:10). La tradición nos dice que Nicodemo era hermano de Josefo, el historiador judío. Aunque, en el capítulo 3, no leemos que Nicodemo haya nacido de nuevo, volvemos a encontrarlo luego en el evangelio de Juan. Aproximadamente por la mitad del evangelio, leemos que Nicodemo defendió a Jesús delante del Sanedrín y, cerca del final del evangelio de Juan, leemos que tuvo el valor de colaborar en la sepultura de Jesús (7:50; 19:39). En ese punto, la tradición continúa la historia y nos dice que Nicodemo había nacido de nuevo, verdaderamente, y que sufrió gozosamente la pérdida de todo lo que tenía, por Cristo. Nicodemo se acercó a Jesús de noche y, notablemente, abrió la conversación con Jesús llamándolo “rabí”. Esto es verdaderamente digno de atención. Debemos recordar que, humanamente hablando, Jesús es un carpintero que proviene de un lugar bastante desprestigiado —Nazaret—, pero, aquí, vemos a un destacado maestro de Israel llamando a Jesús rabí y diciendo: “Sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él”. Es notable que Nicodemo se haya acercado a Jesús. Hacemos mucho énfasis en el hecho de que lo hizo de noche. Quizá lo hizo porque trabajaba todo el día, o porque no quería que nadie supiera que él iba a ver a Jesús. La explicación más importante sobre por qué Nicodemo fue a ver a Jesús es que lo hizo porque estaba impresionado por las cosas que lo había visto hacer. Esa es, obviamente, la razón por la que quería escuchar lo que Jesús tenía para decir. Si pensamos que, en la actualidad, la situación es diferente, nos engañamos a nosotros mismos. Las personas solo quieren escuchar lo que tenemos para decirles cuando están impresionadas por lo que nos ven hacer. Recordemos que Jesús ponía un gran énfasis, más en la práctica, que en la profesión. Aquí vemos el fruto de esa filosofía. Alguien ha dicho: “Lo que realmente creemos es lo que hacemos. Lo demás son solo palabras religiosas”. Solo porque estaba impresionado por lo que veía hacer a Jesús, este gran rabino quiso escuchar su “charla religiosa”. Solo cuando están impresionadas por lo que nos ven hacer, las personas se interesan por nuestra “charla religiosa”. De esta manera comienza el intrigante diálogo. Cuando Nicodemo comienza con esta afirmación que es un elogio para Jesús, Él tiene la puerta abierta para comunicarle sus palabras religiosas: “De cierto, de cierto (de veras, de veras) te digo, Nicodemo, que si un hombre no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios. A menos que nazca del Espíritu y del agua, nunca entrará al reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, (solo) carne
  • 30. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 30 es. Así que, no te maravilles de que te diga: ‘Debes nacer de nuevo’”. Estas palabras han hecho que el tercer capítulo de Juan sea conocido como “el capítulo del nuevo nacimiento”. ¡Nacer de nuevo! ¿Qué quiere decir esto, realmente? Al encarar el tema del nuevo nacimiento, ante todo, debemos formularnos esta pregunta: ¿Cuál es el propósito del nuevo nacimiento? Observe que Jesús no enseña el nuevo nacimiento como un fin en sí mismo. El nuevo nacimiento es un medio para un fin, según Jesús. Él no solo dice: “Debes nacer de nuevo”. También nos dice por qué. Debemos nacer de nuevo porque no podemos ver el reino de Dios ni podemos entrar en el reino de Dios a menos que, o hasta que, nazcamos de nuevo. Es que el tema central, aquí, no es el nuevo nacimiento, sino el reino de Dios. El reino de Dios es el fin; el nuevo nacimiento es un medio para el fin, que es el reino de Dios. Según Jesús, también debemos nacer de nuevo porque lo que nace de la carne es (solo) carne. Cuando la Biblia usa la palabra “carne”, se refiere a la naturaleza humana sin intervención de Dios. Nuestro nacimiento físico solo nos hace criaturas físicas. Podríamos decir que Jesús estaba enseñando, básicamente, que nacer físicamente solo nos hace animales complejos. Si queremos ser criaturas espirituales, debemos nacer espiritualmente. ¿Qué es el reino de Dios? Aprendimos la respuesta a esa pregunta cuando estudiamos el Antiguo Testamento y el Sermón del Monte (Mateo 5-7). El reino de Dios es el ámbito en el cual Dios reina. La verdad, simplemente, es esta: Dios es Rey y tiene un ámbito sobre el cual reina. Si Dios reina sobre usted, entonces, usted es parte de su reino. Si usted es un súbdito leal, y Él es su Rey de reyes y Señor de señores, entonces, usted ha visto su reino y ha entrado en su reino. Muchos creen que el reino de Dios es el cielo, al que se va después de morir. Su interpretación de las palabras de Jesús en su encuentro con Nicodemo es: “Nunca irás al cielo, cuando mueras, a menos que hayas nacido de nuevo”. Estoy persuadido de que no es esto lo que Jesús quiso decir al pronunciar estas conocidas palabras. Básicamente, Jesús le dijo a Nicodemo: “Nunca verás la realidad de que Dios desea ser tu Rey a menos que nazcas de nuevo; y jamás entrarás en esa clase de relación con Dios a menos que nazcas de nuevo. Pero, cuando nazcas de nuevo, verás a Dios como tu Rey y entrarás en esa clase de relación con Dios; no cuando mueras, ¡sino ahora mismo!”. Según Jesús, la primera “consecuencia” del nuevo nacimiento es que confesaremos, como lo hizo Tomás: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28). El apóstol Pablo enseñó esta misma verdad cuando declaró que nadie puede decir que Jesús es Señor, excepto por el Espíritu Santo (1 Corintios 12:3). En el Nuevo Testamento, los creyentes
  • 31. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 31 ven el reino de Dios y entran en él cuando llaman a Jesús, Señor, además de llamarlo Salvador. Vemos esa relación con Jesús y entramos en ella cuando nacemos de nuevo. La primera “consecuencia” de haber nacido de nuevo será que Él sea, real y concretamente, nuestro Señor y nuestro Rey. Cierta vez organicé un retiro con los ancianos de la iglesia que yo pastoreaba. Les di una tarea para hacer. Les pedí que meditaran sobre dos preguntas y las respondieran por escrito. La primera pregunta era: “Según la enseñanza de Jesús en la segunda mitad de Mateo, capítulo seis, ¿cuáles deberían ser sus prioridades?”. La segunda pregunta era: “Teniendo en cuenta la forma en que ustedes emplean el tiempo, el dinero, sus energías, sus afectos y todas las cosas que forman la esencia de sus vidas, ¿cuáles son sus prioridades reales y concretas?”. Les pedí que fueran muy sinceros al responder estas preguntas; y lo fueron. Yo había iniciado esa iglesia, y la mayoría de ellos había asistido a ella durante muchos años. Habían escuchado mi enseñanza más de una vez. Me quedé pasmado cuando uno dijo: “Por primera vez en mi vida, veo que Jesús dijo que Él debe ser mi prioridad número uno. El reino de Dios debe ser mi primera prioridad. Eso es, claramente, lo que Jesús enseña aquí. Nunca lo había visto antes”. Y, en su respuesta a la segunda pregunta, escribió: “Teniendo en cuenta la forma en que estoy empleando mi vida, para ser totalmente sincero, lo más importante en mi vida soy yo, mi esposa, mi hijo, mi retiro y la seguridad; cosas así. Me pregunto qué lugar ocupa Jesús, verdaderamente, entre mis prioridades”. Cuando vi que todos habían respondido las dos preguntas en forma similar, compartí con ellos algunos versículos de este tercer capítulo de Juan. Entonces, les dije: “Jesús dijo: ‘Cuando ustedes nazcan de nuevo, verán que Dios debe ser su Rey’. Cuando ustedes nazcan de nuevo, entrarán en una relación con Dios en la que, en forma real y concreta, Él es su Rey”. Esto no significa que Él siempre tiene absolutamente el primer lugar en nuestra vida —si así fuera, seríamos perfectos—, pero sí, significa que, al menos, hemos visto esa relación y hemos entrado en esa clase de relación con Él. Se trataba de una iglesia evangélica, en la que todos profesaban ser nacidos de nuevo cuando se unían a la iglesia. Les dije, entonces, a estos ancianos: “Muchos de ustedes han dicho aquí que nunca habían visto esta verdad del reino antes de hoy y que jamás, en realidad, habían entrado en esa clase de relación con Dios y con Cristo en la que Él es Rey de reyes y Señor de señores en nuestra vida. Dado que ver el reino de Dios y entrar en el reino de Dios son las primeras evidencias de haber nacido de nuevo, ¿tienen ustedes derecho a decir que han nacido de nuevo?”. Cuando Jesús comparte sus “palabras religiosas” con Nicodemo, este miembro del Sanedrín le formula dos veces la misma pregunta. Su pregunta es: “¿Cómo?”. ¿Cómo puede un
  • 32. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 32 hombre nacer de nuevo? ¿Puede, cuando ya es viejo, entrar nuevamente en el vientre de su madre y nacer? Jesús parece un poco molesto a causa de esta pregunta. Básicamente, lo que le dice es: “Aquí estás tú, que eres un extraordinario maestro de Israel. He usado una ilustración terrenal, común, y no puedes comprenderla. ¿Qué harías si te dijera algo realmente espiritual, como esto: Nadie ha subido al cielo, sino yo. Nadie ha descendido del cielo, sino yo; y nadie está en el cielo, sino yo?”. Creo que, mientras dice esto, Jesús mira a Nicodemo directamente a los ojos. Jesús le dice a este distinguido rabí que Él mismo estaba en el cielo mientras estaba allí, delante de él. Cuando Jesús afirmó esto, Nicodemo ni siquiera preguntó “¿Cómo?”. Entonces, parafraseando y resumiendo, Jesús le recuerda a Nicodemo una historia que ha quedado registrada en el Libro de Números. Los hijos de Israel estaban en el desierto y se quejaban. Dado que Dios odia las quejas (Números 14:26-31, Filipenses 2:14), envió serpientes para que picaran a los que se quejaban. Pero, después, envió también un mensaje de misericordia. Le indicó a Moisés que levantara una serpiente de bronce sobre una asta en el centro del campamento. Así se proclamó el mensaje de misericordia a todos los quejosos que habían sido picados por serpientes: “Si logras llegar, aunque sea arrastrándote, o consigues que alguien te lleve hasta el centro del campamento, cuando mires esa serpiente de bronce, ¡serás sanado de la picadura!”. (Números 21). Algunos dijeron: “Mirar un pedazo de bronce no va a curar la picadura”. Así que murieron por el veneno. Pero otros dijeron: “No tiene sentido, en realidad, pero es la única esperanza que tengo”. Consiguieron alguien que los llevara, fueron arrastrados o se arrastraron ellos mismos hasta el centro del campamento, y miraron la serpiente de bronce. Y fueron sanados de las picaduras al mirarla. Este es solo uno más de los muchos milagros del Antiguo Testamento, hasta que leemos el tercer capítulo de este evangelio. En este punto de su diálogo con Nicodemo, Jesús hace la afirmación más dogmática que han registrado los autores de los cuatro evangelios (3:14-21). Parafraseando y resumiendo, le dice a este distinguido rabí: “Yo debo ser levantado sobre una cruz (crucificado). Debo ser levantado sobre una cruz, porque soy el único Hijo de Dios. Como único Hijo de Dios, al morir en esa cruz, soy la única Solución para el problema del pecado, y el único Salvador del pecado, enviado por Dios. Cuando sea levantado en esa cruz, así como esos que fueron picados por serpientes, por haberse quejado, fueron sanados, los que me miren con fe en la cruz serán sanados de su problema de pecado. Serán hechos sanos. Tendrán vida eterna, para siempre”. Según Juan el Bautista, el Hombre-Dios, Jesucristo, era el Cordero de Dios que vino al mundo para quitar los pecados del mundo. Ahora aprendemos de Jesús que Él iba a resolver el
  • 33. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 33 problema del pecado muriendo en una cruz por todos nosotros. Jesús lo deja bien en claro cuando le dice a Nicodemo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (3:16). Básicamente, esa fue la respuesta de Jesús al “¿cómo?” de Nicodemo. En cierto sentido, Jesús contestó esa pregunta con una sola palabra: “cree”. ¿Qué significa creer? Como ya he señalado, Juan nos dice y nos muestra qué significa creer en todos los capítulos de este evangelio. En este capítulo, vemos la fe ilustrada y demostrada en las personas que miran la serpiente de bronce y son curadas de las picaduras. De la misma manera, con un simple acto de fe, usted y yo miramos a Jesús en su cruz y le decimos a Dios: “Creo que Jesús es tu único Hijo; creo que Él es tu Solución para el problema del pecado, y que Jesús es el único Salvador que nos has dado. Ahora, confío en que tu Hijo es mi Salvador personal”. Jesús le dijo a Nicodemo, y a usted y a mí, que cualquier persona que cree, puede nacer de nuevo. Tenemos una parte que cumplir en esto de nacer de nuevo: nuestra parte en este gran milagro es creer. Eso es, verdaderamente, muy simple. Nuestra parte es creer que Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados. La parte que Dios cumple en este nuevo nacimiento es una dimensión que usted y yo jamás entenderemos. Usted no tuvo que aprender obstetricia para nacer en este mundo. Su rol en el nacimiento físico fue pasivo: usted fue dado a luz. Es algo que le sucedió. Jesús enseñó que debemos ser “dados a luz” espiritualmente. No enseñó que podemos darnos vida espiritual nosotros mismos. Cumplimos ciertas condiciones: hacemos nuestra parte, que es creer. Entonces, Dios hace su parte. Dios nos da vida eterna y abundante por medio de la experiencia del nuevo nacimiento. Jesús comparó el rol de Dios en el nuevo nacimiento con el viento. Escuchamos el sonido del viento, pero no podemos verlo. Cuando hay un gran huracán, los meteorólogos son los primeros en admitir que no podemos predecir adónde soplará el viento a continuación. Jesús presenta esta metáfora y luego anuncia: “Así es con el que es nacido del Espíritu”. Nunca comprenderemos la parte que juega Dios en el nuevo nacimiento, y no tenemos por qué comprenderla. Nuestra parte es muy simple. Jesús la ha reducido a una palabra: “¡Cree!”. Estos versículos que he parafraseado y resumido se convierten en su afirmación más dogmática cuando Él le dice a Nicodemo que quienes creen su declaración sobre el significado de su muerte en la cruz no son condenados, sino tienen vida eterna. Quienes no creen son condenados; y no, a causa de su pecado, sino porque no creen lo que Él ha dicho acerca de su muerte en la cruz
  • 34. Fascículo 23: El evangelio de Juan, versículo por versículo (Parte 1) 34 (3:16-18). Esta es la afirmación más dogmática que Jesús haya hecho jamás. Además de todo esto que he compartido sobre la enseñanza de Jesús, Él les envió un mensaje a los líderes espirituales del pueblo judío a través de este distinguido miembro del Sanedrín. La esencia de su mensaje era: “Ustedes deben comenzar de nuevo. Deben comenzar de otra manera: ¡deben comenzar por mí!”. Las tres preguntas ¿Quién es Jesús en Juan, capítulo 3? Jesús es el Hijo unigénito de Dios. Es la única Solución para el problema del pecado. Es el único Salvador del pecado. Dios no tiene ninguna otra solución ni ningún otro salvador, sino su unigénito Hijo, Jesucristo. Ese es Jesús en Juan, capítulo 3. ¿Qué es la fe en este capítulo? La fe es “mirar y vivir”. Hay un himno que está basado en esta metáfora, titulado: “Mira y vive”. Charles Haddon Spurgeon, uno de los más grandes predicadores que haya predicado el evangelio jamás, se convirtió mientras se cantaba ese himno. Con una fe sencilla, vio la verdad de que el evangelio de Jesucristo es, simplemente: “Mira y vive”. Esa es, también, la fe, en Juan, capítulo 3. ¿Qué es la vida en este capítulo? La vida es nacer de nuevo. La vida comienza cuando nacemos de nuevo, vemos el reino de Dios y entramos en el reino de Dios. La vida es ver que Dios desea ser nuestro Rey. La vida es entrar en una relación con Dios por medio de la cual Él es, real y concretamente, nuestro Rey. Querido amigo, termino preguntándole: ¿Alguna vez ha mirado usted a Jesús como la única solución a su problema de pecado? ¿Ha creído, no solo con su mente, sino también con su corazón, que Él murió por sus pecados? ¿Ha nacido de nuevo? ¿Ha visto a Jesús como Rey de su vida? Si no es así, por favor, lea estos primeros tres capítulos del evangelio de Juan nuevamente y pídale a Dios que lo ayude a ver su reino y a entrar en él. Si ya ha entrado en su reino y es un seguidor de Cristo, lo desafío a que comparta el gozo de su salvación con todos los que Dios acerca a su vida. Como María les dijo a los siervos, lo desafío a que sea obediente y haga todo lo que Él le haga saber que quiere que usted haga.