Ser un consumidor responsable significa elegir productos considerando no solo el precio y calidad, sino también cómo y por quién fueron producidos, reduciendo el consumo y siendo crítico con la publicidad. Un consumo responsable implica informarse sobre los productos, buscar alternativas que minimicen la explotación, favorecer comercios éticos y asegurarse de la calidad mientras se recicla y reutiliza, ejerciendo los derechos del consumidor en caso de fraude.