Este poema recuerda un motín que ocurrió cada 15 de abril y expresa la agonía y el dolor del poeta por alguien que extraña y recuerda a través de la música de un violín. El poeta siente la necesidad de revivir imágenes del pasado y rozar a esa persona ausente, aunque la experiencia oscurezca su malestar. El poema concluye preguntándose qué significan 15 años para el futuro y comprometiéndose a conmemorar cada 15 de abril el recuerdo de abandono y desamparo
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Datar la presencia
1. Datar la presencia
Tente el viento sedante
cada quince de abril, un motín,
de fondo acompasa el violín
por si percatarse nota el cielo,
desmelenando cada recuerdo, ¡por ti…!
Tenté el clamor de ese momento
cual trotamundos sacramental.
Quince lágrimas de llanto,
algunas más son de cristal, para ignorar
que romo mi pensamiento, ¡vuelve…!
Tengo la cruenta necesidad, con carestía,
de tomar en alternancia del pasado
afines imágenes avistando, con valentía,
en cada efusión de sollozo, ¡te rozo…!:
deslizándose por mi agonía.
Tenga la inmanencia de atestiguar el acto,
responda tras el final de la oración.
Al vuelo celeste de mi partitura, ¡vuelo alto…!,
echando al olvido un sonido de redención
por el que vivo y muero tras este pacto.
Tenlo por cólera convidada a tu piedra,
casi hiedra por quejido sentimental,
ramificada ocurrencia de velarte, ¡amarte…!,
mas la experiencia oscurezca mi malestar
cérea al compás del arco, sin tus voces.
Tenle en esmero y atención secular:
¿qué son quince años para un porvenir diñar?
Si el tiempo no sirve para vivir
haz ocasión por tu antojo,
pues amotinaré cada quince de abril
melena y manto luctuoso,
escuchando a la escolta de poniente,
y confesando con el vibrar de este violín
la memoria de abandono y desamparo
entre melodía, silencio y aquel rugir.
Félix Sánchez.
Domingo, 20 de noviembre de 2016.
Un ciudadano más.