1. JUSTICIA Y RAZÓN
Evidentemente, la imparcialidad es una de los fundamentos esenciales
de la justicia. Algo que indica claramente el mismo John Rawls en su
obra Teoría de la Justicia. En efecto, en la regulación normativa y en la
ordenación de la sociedad, y también como es lógico en la delimitación
jurídica de la actividad de las instituciones sociales debe prevalecer
una actitud imparcial. El reconocimiento del mérito que es la expresión
de la justicia es el principio básico que sustenta el valor de las leyes. Se
comprende que Rawls escriba: «no importa que las leyes e
instituciones estén ordenadas y sean eficientes: si son injustas han de
ser reformadas o abolidas».Considero que es un planteamiento
argumentativamente profundo e impecable. Esto, a mi juicio, debe ser
aplicable a todo tipo de normas y decisiones políticas y administrativas
en todos los ámbitos del estado y de la sociedad.
Indudablemente los derechos de cada persona poseen preeminencia
sobre el bienestar general de la sociedad. Algo que no es
contradictorio, porque si se garantiza el respeto de los derechos
individuales se está afirmando la paz social y la justicia social. Lo que
está en inequívoca relación con un ajustado entendimiento de la
imparcialidad como valor moral de primera magnitud.
Ciertamente, el cálculo de intereses políticos no es un procedimiento
adecuado para asegurar la igualdad de derechos de modo efectivo a
todos los ciudadanos.Y es que la cooperación social es uno de los
principios que deben regir, en mi opinión, en la convivencia cívica por
encima de cuestiones económicas. A través de numerosos mecanismos
de ajuste de que disponen los estados democráticos se pueden arbitrar
soluciones racionales y justas de redistribución de recursos.
Por tanto, la razón y la capacidad de argumentación son aliados
indispensables en la función política, y también en el ámbito moral y
ético. La concepción de la justicia no debe supeditarse a las coyunturas
y circunstancias de cada momento histórico. Lo que si es factible para
superar esto es plantear múltiples alternativas posibles para solucionar
de un modo razonable los desajustes económicos y los conflictos
sociales. Estos son consustanciales a la evolución misma de la sociedad,
y están en conexión con el cambio social propio de todas las sociedades
a lo largo de la historia.
Que esté en discusión lo que es justo o injusto es algo que forma parte
de la capacidad razonadora y crítica característica de los seres
humanos como sujetos pensantes. De todos modos, para evitar
discusiones interminables acerca de lo justo está la determinación o
fijación de unos derechos y deberes básicos para todos los ciudadanos.
Lo que no excluye un enfoque hasta cierto punto consecuencialista de
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2. la justicia. Porque la afirmación de la misma es la plasmación de unas
consecuencias distributivas positivas para todas las personas en el
ámbito material.
Rawls dice que: «Por tanto, si se supone que el concepto de la justicia
se aplica siempre que existe una repartición de algo considerado
racionalmente como ventajoso o desventajoso…». Se deduce de este
juicio que la equidad y la proporcionalidad son valores de primer
orden en el campo ético, moral y político. Equidad que es dar a cada
uno lo que merece. Considero que es la base de la imparcialidad si se
quiere mostrar la esencia de la justicia.
Además, la cuestión de la justificación de las decisiones morales y
políticas, y el problema de la decisión racional adquieren una
relevancia decisiva. Considero que son definibles unas reglas de
prioridad ante los conflictos que se fundamentan en unos valores
morales que sirven de pauta regulativa racional y proporcionada.
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