Este documento cuestiona el uso común de afirmar "es un hecho" para fundamentar una posición o argumento. Explica que todo hecho ocurre en un contexto y está sujeto a selección e interpretación. Al seleccionar sólo ciertos hechos y no otros, o al enfocarse en un aspecto particular de un hecho, se está realizando una manipulación retórica, ya sea consciente o inconscientemente. Igualmente, al comunicar un hecho a alguien se está dirigiendo su interpretación de ese hecho de una manera específica para
1. El engaño implícito al decir Es un hecho
Cuando no oímos, como fundamentación, el típico “pero es un hecho”. Cual si eso fuese
suficiente verdad. Pero en realidad no es más que una estrategia que en el mejor de los casos
se basa sobre un autoengaño, y la mayoría de las veces apabulla pero no convence. Y porqué
no convence? Pues porque no es una realidad que pueda satisfacer, ya que ignora, en
ocasiones con propósitos de manipulación retórica pero las más por simple inconsciencia, que
todo hecho se da en contexto. Un contexto de hechos, y un contexto de lectura - un qué y un
cómo.
Selección:
A qué me refiero? Para comenzar, un hecho está rodeado por un cierto contexto, del cual lo
selecciono. Así que surge la pregunta: porqué tomo ese hecho y no otro? Porqué me fijo en
este y no en aquel? Pues porque me interesa - lo selecciono con una intención. Tomo los que
apoyan mi posición, y claro, no tomo los que no la apoyan, pero eso no elimina lo que podría
debilitar mi argumento. Toda selección es al fin y al cabo una manipulación en el sentido más
general, en el sentido que siempre conducimos, sin mala voluntad, a nuestro interlocutor hacia
cierto punto. También cuando ese interlocutor somos nosotros mismos y nos queremos
convencer de algo.
Siempre se da una selección, sea entre hechos o de datos dentro de un hecho. En el marco de
mi argumentación, espero que se considere cierto aspecto de el hecho enuncio. Por ejemplo, al
decir “es un hecho que esta piedra pesa 2 kilos”, estoy poniendo énfasis en su peso y no en su
color, o su posición, o su material.
Aclararé la idea de la selección con un ejemplo que espero aclare rápidamente el criterio:
Cuando tomo una foto, selecciono un encuadre. Nadie duda que la foto (a menos que
hablemos de retoque de imagen) representa la realidad fielmente, pero no puede representar lo
que está fuera del encuadre - y que también eso es parte de la misma realidad. Si como
fotógrafo de prensa elijo qué voy a fotografiar, también estoy decidiendo qué no, y esta elección
de qué voy a transmitir es al fin y al cabo una interpretación.
Así que si oímos que algo es un hecho, es bastante relevante reflexionar acerca de las
razones, y cuestionarlas caso dado, por las que aquel hecho es mencionado y porqué
justamente ese y no otro.
Interpretación:
Ya hablé de que la selección misma es una interpretación. La lectura lo es en mucho mayor
grado. Si le digo a alguien “es un hecho”, se lo estoy diciendo a alguien, o sea es algo dirigido a
alguien, quien ha de entenderlo de alguna manera específico. El “hecho” será usado para
demostrar algo, será interpretado hacia algo. En otras palabras, el hecho no es independiente
del contexto en el que de ser entendido.
Nuevamente un ejemplo que espero sirva para ilustrar el punto: A menudo vemos el uso
prolífico de estadísticas, pero los mismos datos pueden ser interpretados por diferentes autores
para “demostrar” diferentes posiciones. Me puedo servir de los mismos números sobre la
cantidad de armas vendidas para sustentar que hay mucha violencia en Estados unidos, o que
la industria armamentista está en patente crecimiento. Los números no mienten, en ninguno de
los dos casos, ni yo al enunciarlos, pero si creo que eso es un dato objetivo y que la lectura no
2. es subjetiva, ahí sí me engaño, y caso dado lo intento con mi interlocutor. Así que qué saco de
los números, o qué saco de los hechos, para qué los enuncio?
Por lo tanto: el que algo sea “un hecho” demuestra muy poco, demuestra de qué quiero hablar,
qué veo del mundo y cómo lo veo y quiero que sea visto, pero ante un mundo tan múltiple,
realmente dice poco de él, y poco de alguna realidad, de alguna verdad. No es un criterio de
veracidad que trascienda contundentemente lo retórico. Y sólo puede ser de alguna utilidad si
es que nos preguntamos, antes de esgrimirlo, porqué veo lo que veo y porqué lo veo como lo
veo.
Al fin y al cabo, este cuestionamiento de que decir “es un hecho” basta para fundamentar
alguna noción de verdad o realidad, pretende poner en tela en juicio también el entusiasmo
cuando se cree ciegamente en los resultados experimentales de algunos conceptos de
ciencias, en especial lo que el vulgo entiende bajo ciencia natural. Ejemplo simplón: Si una rata
blanca hace lo que yo esperaba que hiciera, lo que termino demostrando en realidad no es
mucho más que la existencia de mi expectativa.
Andres Leon, 11 de Junio 2013