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Teórico 2
1. Teórico 17/08 – Fabián Schejtman 2010
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Hoy nos vamos a ocupar de las neuropsicosis de defensa, de
la histeria y de la obsesión, apoyados en el texto “nuevas
puntualizaciones...” A diferencia de lo que hemos hecho de la
psicosis, distinguimos cuatro cortes en su elaboración sobre las
neurosis. La primer nosología freudiana, de 1895, antes de
escribir la interpretación de los sueños. La segunda, un Freud
que señala que su neurótica le miente, que no eran traumas
efectivamente acontecidos aquellos que podían explicar los
síntomas histéricos, sino Freud piensa que son fantasías las que
están ocasionando los síntomas histéricos. A partir de 1900 en
adelante, tomando como referencia “Fantasías histéricas y su
relación con la bisexualidad”, Freud pasa a considerar que tras
los síntomas neuróticos se encuentra el campo de la fantasía.
Caída de la teoría de la seducción. Tercer Freud, desde 1914 y
1920, de la metapsicología. Luego, finalmente, a partir de 1920
con Introducción de más allá del principio de placer.
Destaquemos del texto de 1984 en oposición al campo de las
neurosis (llamadas actuales) y las psiconeurosis de defensa, que
se trata de una defensa contra una representación sexual
inconciliable. Es la hipótesis auxiliar que dice que el aparato
psicoquico hay dos elementos heterogéneos, el quantum, pura
cantidad, el afecto que se desplaza entre representaciones. El
psiquismo está constituido por soldaduras de estos dos
elementos. Y el trabajo del aparato no va a tener otro fin que
tramitar ese afecto. En interpretación de los sueños va a decir
que el aparato psíquico trabaja ligando la energía libre. Esta
hipótesis da la clave del campo de las neuropsicosis de defensa,
de qué se defienden: de una representación inconciliable. Pero
que la hace intolerable? No su contenido, su elevada dimensión
erótica o su carácter lujurioso, sino el exceso de energía
ligada a esa representación. El aparato trabaja debilitando esa
representación, quitándole el afecto a ella adherido. Se produce
para Freud un divorcio entre afecto y representación. La
representación así debilitada puede eventualmente devenir parte
de un segundo grupo psíquico. A la representación inconciliable
cae bajo la amentia. No ocurre lo mismo en las neurosis
obsesivas. Freud dice que el sujeto puede recordar esa
representación, pero ya no le trae más problemas puesto que se
la ha despojado de ese exceso de afecto. Tanto en histeria y en
neurosis el afecto se desplaza. La diferencia entre una y otra
será el destino del afecto. En la histeria se tramita por la vía
de la conversión. El afecto se desplaza al cuerpo, se va a
inervar. Desplazamiento de afecto a la representación de
determinada parte del cuerpo, del recorte simbólico que se hace
de esa parte. En el caso de las neurosis obsesivas el afecto se
divorcia de la representación, pero queda en el ámbito de los
pensamientos. Sufre de representaciones obsesivas. El afecto se
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desplaza sobre una representación nimia. Se desplaza de la
escena de seducción a una cuestión nimia. A los obsesivos no
tenemos que desculpabilizarlo, lo que hay que hacer es devolver
el afecto a la representación de la que fue desasido. El
problema en 1894 es doble, y lo resuelve dos años después. No
sabemos por qué razón una representación es inconciliable. No es
el tono lujurioso lo que la vuelve insoportable y mueve al
aparato a la defensa. Es que está excedida en cuanto a su
afecto, pero todavía no sabemos por qué. Segunda pregunta, qué
es lo que hace que frente a una representación inconciliable se
forme un síntoma histérico o un síntoma obsesiva. Con esas dos
preguntas nos vamos a introducir en el texto de 1896. Lo que
responde para la primera pregunta es que lo que hace que la
representación este excedida en cuanto a su afecto porque está
ligada a un trauma sexual infantil. Trauma es para Freud exceso
de afecto en el aparato, quiebre de la homeóstasis, frente a un
trauma infantil. Freud dice que para la causación de la histeria
no basta que en un momento de la vida se presente una vivencia
que de alguna manera roce la vida sexual y devenga patógena por
la sofocación del afecto penoso. Es preciso que estos traumas
sexuales correspondan a la niñez temprana. Y su contenido tiene
que consistir en una efectiva irritación de los genitales. Esto
es especifico de la histeria: pasividad sexual en períodos pre-
sexuales. Lo específico en la histeria se sigue de un trauma
sexual infantil pasivo. Esa pasividad supone la posición de
objeto en manos de otro que lo seduce, que viene a producir una
efectiva irritación de los genitales. El trauma sexual infantil
activo sería específico de la neurosis obsesiva. No es ya que lo
hayan seducido a él, sino que él va a seducir eventualmente a
alguien.la distinción se establece en relación a estos dos tipos
de trauma: uno pasivo, histérico, en relación al displacer, a la
irritación genital; uno activo, el neurótico, tocada de placer,
excesivo. En cualquier caso esto da para Freud una explicación
para el mayor número de casos de histerias que encuentra en
mujeres. La histeria es causada por alguna seducción del adulto,
por eso entiende que las mujeres sean más propensas a ser
histéricas, porque el sexo femenino es mas estimulador del
ataque sexual. Freud establece un lazo muy estrecho entre
histeria y femineidad. Lacan en el seminario 3 separa
tajantemente histeria y femineidad: una cosa es preguntarse qué
es mujer y otra cosa es serlo. En cuanto a la histeria, Lacan en
su última enseñanza, señala que los hombres tienen superioridad
en materia de histeria.
Freud presenta la llamada trayectoria típica de las
neurosis obsesivas en el capítulo 2. La neurosis obsesiva supone
un orden de complejidad, un paso más que está presente en Freud
en esta idea de que el obsesivo, los síntomas obsesivos, siguen
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de un trauma sexual infantil activo, que siempre está precedido
por un trama sexual pasivo. En el historial del hombre de las
ratas Freud propone que el lenguaje obsesivo es un dialecto de
la histeria. Esto quiere decir que el lenguaje histérico esta
como base y la obsesión dando un paso más. Freud distingue para
la neurosis obsesiva en principio, el período de predisposición
a la enfermedad de la neurosis propiamente dicha. “En un primer
periodo – periodo de la inmoralidad infantil-, ocurren los
sucesos que contienen el germen de la neurosis posterior. Ante
todo, en la más temprana infancia, las vivencias de seducción
sexual que luego posibilitan la represión; y después las
acciones de agresión sexual contra el otro sexo, que mas tarde
aparecen bajo la forma de acciones-reproche”. En todos los casos
de neurosis obsesivas Freud hallo un trasfondo de síntomas
histéricos que se deja reconducir a una escena de pasividad
sexual. Este periodo incluye el trauma sexual infantil pasivo y
el activo. Freud señala que esa vivencia de seducción sexual,
haber sido seducido por otro, adulto, que también encuentra en
las neurosis obsesivas, no solo en la histeria, es seguido luego
por una acción placentera, trauma activo. Si Freud pretende
explicar que la histeria tiene que ver con un trauma pasivo y la
neurosis con un trauma activo, y luego dice que en las neurosis
hay un trauma pasivo, le queda por explicar que es lo que hace
que después del trauma pasivo, en las neurosis, haya un trauma
activo. Freud dice que es en la más temprana infancia donde se
producen las vivencias de seducción sexual que luego posibilitan
a la represión. Es interesante que la represión posterior esta
posibilitada por el trauma pasivo. Tampoco explica por qué es
que la represión posterior es posibilitada.
Primer periodo, de la inmoralidad infantil, que incluye
trauma pasivo y trauma activo. “Pone término a este periodo el
ingreso en la maduración sexual”. No es que el sujeto devino
adolescente, sino que “al recuerdo de aquellas acciones
placenteras se anuda un reproche”. Segundo tiempo de maduración
sexual, consistente en que el sujeto recuerda la escena activa,
le recuerda esa escena, no la pasiva. Uno diría, a partir de
1914, que la escena pasiva esta reprimida primordialmente.
Cuando el sujeto vivenció esa escena, efectivamente acontecida
en este primer Freud, había exceso de placer, sin culpa ni
reproche. Es secundariamente que al recuerdo el sujeto se culpa
por haber seducido al otro, y es allí donde opera la represión,
secundaria, en un Freud posterior, que recae sobre el recuerdo
de la escena activa y sobre el reproche. “al recuerdo de
aquellas acciones placenteras se anuda un reproche, y el nexo
con la vivencia inicial de pasividad posibilita reprimir ese
reproche y sustituirlo por un síntoma defensivo primario”. Nexo
entre la escena pasiva y la activa que es lo que posibilita la
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represión. Nota al pie de página, explicación desde Lacan: ¿por
qué Freud tiene que proponer que la escena pasiva, aquella que
no se recuerda, es la que posibilita la represión secundaria?
Porque hay algo allí real que causa el trabajo del inconsciente.
El inconsciente no cesa de escribir aquello que no cesa de no
escribirse, que es una insistencia significante para intentar
tramitar un exceso que no es simbólico. Recién les decía que la
escena pasiva es reprimida primordialmente, es decir, estamos
tocando un punto que no es decible. Lo real posibilita, causa la
represión. Lo real es lo que causa el trabajo de represión y
retorno de lo reprimido. Estoy diciendo que la represión es un
modo de decir aquello indecible. Sigo leyendo: “al recuerdo de
aquellas acciones placenteras se anuda un reproche, y el nexo
con la vivencia inicial de pasividad posibilita reprimir ese
reproche y sustituirlo por un síntoma defensivo primario”. Con
lo que llama síntoma defensivo primario entramos en la tercera
fase de este periodo de predisposición de la enfermedad: fase de
salud aparente, de defensa lograda. Estos síntomas defensivos
primarios –escrúpulos de la conciencia moral, desconfianza de sí
mismo, vergüenza- no son retorno de lo reprimido, no son
formaciones del inconsciente, sino el moño del paquete con el
que el obsesivo ata su defensa, defensa lograda. Los síntomas
defensivos primarios mantienen en la represión, están en la
contracara, son síntomas defensivos, y mantienen en la represión
aquello de lo que el sujeto no quiere saber nada. No son
problemas, sino una solución. Los síntomas defensivos primarios
son rasgos de carácter, síntomas ego sintónicos. La neurosis no
se ha desencadenado aun. Esos síntomas no vienen en el lugar de
lo reprimido, sino que favorecen que lo reprimido se quede donde
está. ¿Qué es lo que desencadena una neurosis obsesiva? Tiene
que darse la coyuntura dramática, darse el momento justo. El
periodo siguiente es el de la enfermedad, que “se singulariza
por el retorno de los recuerdos reprimidos, vale decir, por el
fracaso de la defensa”. Ahora hablamos de síntomas de retorno de
lo reprimido, como formaciones de compromiso. Vale la pena
señalar una cuestión: es incierto si el despertar de esos
recuerdos, fracaso de la defensa, sobreviene más a menudo de
manera casual y espontanea, lo que indico como incidencia del
azar, o a consecuencia de unas perturbaciones sexuales activas.
¿Cómo explica el fracaso de la defensa? Por azar, por
contingencia que enfrenta al sujeto con algo que toca la
representación ligada al trauma; o bien, por perturbaciones
sexuales actuales. Una neurastenia, neurosis de angustia son
perturbaciones sexuales, que tengan como resultado la
insatisfacción o una satisfacción inadecuada, puede ser causa de
desencadenamiento de una neuropsicosis de defensa. Aparece
entonces, cuando fracasa la defensa, el retorno de lo reprimido,
que puede comportar dos formas distintas. Entramos en la
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variedad clínica de la neurosis obsesiva. Hasta acá teníamos la
predisposición a la neurosis obsesiva. Ahora entramos en la
clínica de la neurosis obsesiva. Distingue tres formas que
adopta el síntoma, variedades clínicas: el primer tipo de
síntoma Freud las llama representaciones obsesivas típicas; el
segundo tipo clínico, afectos obsesivos. “existen dos formas de
las neurosis obsesiva según que se conquiste el ingreso a la
conciencia solo el contenido mnémico de la acción-reproche o
también el afecto-reproche a ella anudado”. La represión había
recaído sobre el recuerdo de la escena activa y sobre el
reproche del sujeto, y Freud señala que hay dos formas clínicas
sea que lo que retorna sea el recuerdo mismo de la escena
activa, o que lo que retorna sea el afecto ligado al reproche.
La represión en el tiempo de la maduración sexual había
acontecido sobre el recuerdo y el reproche. Cualquiera de estas
dos vertientes puede retornar desde lo reprimido. Si lo que
retorna es el recuerdo de la escena activa, lo que tienen son
representaciones obsesivas típicas. Las representaciones
obsesivas están en el lugar de las representaciones sexuales
intolerables, que son las ligadas al trauma sexual infantil
activo. ¿Cómo opero la defensa? El afecto ligado al trauma
sexual infantil activo se desplazo, y volvió obsesiva a una idea
nimia. Pero el afecto no se enlaza a cualquier idea, sino a una
que pueda decir algo de aquello de lo que no quiero decir nada.
Por eso es que comporta algo del retorno de lo reprimido. Una
representación es obsesiva, compulsiva, tiene contenido psíquico
forzoso porque hay un afecto que está ligado a ella por la vía
de lo que llamo falso enlace. Puede ser que el sujeto no tenga
una ideación obsesiva manifiesta, sino afectos obsesivos. Eso da
lugar a una segunda afirmación clínica de la neurosis obsesiva.
Dice que eso ocurre si lo que “conquista una subrogación en la
vida psíquica consciente no es el contenido mnémico reprimido,
sino el reproche, reprimido igualmente”. Entonces, el obsesivo
puede tener aspectos diversos: angustia social, religiosa,
delirio de ser notado, vergüenza. Todos aspectos que le dan una
coloración, una desfiguración a ese afecto-reproche inicialmente
ligado a la escena activa. A esto Freud lo llama síntomas del
retorno de lo reprimido, o síntomas de compromiso, porque ya
suponen una solución de compromiso entre una instancia represora
y lo reprimido que quiere pasar. La cosa empieza allí. En cuanto
a los síntomas Freud distingue síntomas defensivos primarios,
síntomas del retorno de lo reprimido o síntomas de compromiso y
ahora agregamos síntomas defensivos secundarios. “el yo procura
defenderse ahora de aquellos retornos del recuerdo inicialmente
reprimido, y en esta lucha defensiva crea unos síntomas que se
podrían agrupar bajo el título de defensa secundaria”. Entonces,
los síntomas del retorno de lo reprimido, no suponen el retorno
del recuerdo como tal, sino que retorna desfigurado. Aquí ya hay
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un fracaso en la defensa, recuerdan que aquellos síntomas
defensivos eran una solución. Ahora vienen estos síntomas que
son un problema, lo que mueve al aparato a intentar una defensa
contra los síntomas del retorno de lo reprimido. Los síntomas
defensivos secundarios son una defensa contra los síntomas de
compromiso. Los síntomas defensivos primarios funcionaban en el
sentido de mantener reprimido lo reprimido. Los síntomas del
retorno de lo reprimido es lo reprimido que retorna. Los
síntomas defensivos secundarios intentan reprimir lo que retorna
de la represión. Defensa primaria fracaso de defensa
defensa secundaria. Todos estos síntomas- los defensivos
secundarios- constituyen medidas protectoras que prestan
servicios para combatir a la representación obsesiva y a los
afectos obsesivos: acciones obsesivas. Rituales. Inicialmente
las medidas no son obsesivas en sí mismas, sino que combaten a
las representaciones y a los afectos obsesivos. En algún momento
consiguen la victoria: esos síntomas del retorno de lo reprimido
transfieren el quantum a las medidas protectoras y devienen
ellas mismas acciones obsesivas. Tercera plasmación de las
neurosis obsesivas. La neurosis obsesiva no es para Freud sino
un intento fallido de tramitar ese exceso de afecto que se
desplaza de un escalón a otro de esta trayectoria típica.