1. Universidad Yacambú
Facultad de Humanidades
Carrera-Programa: Psicología
Fisiología
y ConductaLa Ira
Participante:
Paula Jiménez
V-17028764
HPS-163-00146V
La ira es solo el guardaespaldas
de la tristeza…… Liza Palmer.
2. Izard (1977, 1991) describe la ira como una emoción
primaria que se presenta cuando un organismo es
bloqueado en la consecución de una meta o en la
obtención o satisfacción de una necesidad. Tanto
Izard (1993) como Danesh (1977) o Berkowitz (1993,
1999), parten de que el organismo responde ante la
percepción de una amenaza con un impulso de
ataque, que sería la ira, o con un impulso de huida,
más relacionado con el miedo y la ansiedad.
LA IRA
3. La ira es una “respuesta al estrés" una emoción primitiva que envuelve el
mecanismo de supervivencia que habilita a los seres humanos a reaccionar
rápido en situaciones de peligrosas. Durante una respuesta de estrés, el cuerpo
segrega grandes cantidades de hormonas de adrenalina y noradrenalina, que
desencadena una cascada químicas, reacciones fisiológicas y reacciones de
comportamiento para pelear o volar.
En las propuestas de Spielberger (Spielberger, Krasner y Solomon, 1988), la ira
se define como un concepto más simple o primario que la hostilidad y la
agresión. Además, la hostilidad, a pesar de que usualmente implica sensaciones
airadas, es un concepto que connota un grupo complejo de actitudes que son
las que favorecen la agresión, con conductas destructivas dirigidas a objetos o
a personas.
LA IRA Y EL ESTRES
4. Localización de la ira en el
cerebro
Es cierto que cerebro y corazón están relacionados, puesto que el corazón palpita a ritmo diferente en
función de las emociones que nuestro cuerpo siente, pero es el cerebro el que tiene el mando. Y no
todo el cerebro, sino una parte muy concreta: el sistema límbico.
El término ‘límbico’ fue acuñado en el año 1878 por el médico y científico francés Paul Broca, para
designar un área compuesta por tres estructuras cuya función está relacionada con el aprendizaje, la
memoria y las respuestas emocionales. Está situado justo debajo de la corteza cerebral y está formado
por el tálamo, el hipotálamo, la amígdala cerebral y el hipocampo.
El sistema límbico es la zona del cerebro que dirige nuestras emociones y nuestras sensaciones más
primitivas: aquellas relacionadas con la supervivencia (como por ejemplo el miedo y la ira) y con las
sensaciones del ser humano en torno a nuestro comportamiento sexual. Muchos científicos han llegado
a llamarle el ‘cerebro reptil’ puesto que se encarga de nuestros instintos más básicos.
5. La amígdala, nuestra
defensa emocional
Es la estructura más importante dentro del sistema límbico. Es la que guarda y maneja
nuestras emociones más irracionales. Es esta parte del cerebro en la que se genera
la ‘defensa’ contra los peores sentimientos que tenemos los seres humanos: el miedo, la ira, la
tristeza, etc. Se encarga de regular estas sensaciones y de protegernos ante ellas. Gracias a la
amígdala podemos escapar de situaciones que ponen en riesgo nuestra supervivencia; pero
también tiene una parte mala: es la que permite que nuestros miedos más profundos y
nuestros traumas infantiles salgan a la luz. La amígdala nos ayuda a buscar la estrategia
necesaria para solventar una situación de estrés, miedo o peligro y nos da una visión
equilibrada de lo que sucede a nuestro alrededor. En definitiva, es la parte del cerebro que
permite que no nos dejemos llevar por el pánico y la ansiedad.
6. Influencias del aprendizaje
La emociones desagradables poderosas (ira, ansiedad, tensión o tristeza)
desvían la atención hacia sus propias ocupaciones interfiriendo el intento de
concentración en otra cosa. Cuando las emociones entorpecen la
concentración lo que ocurre es que se paraliza la capacidad mental cognitiva
que los científicos llaman “memoria activa”, la capacidad de retener en la
mente toda la información que atañe a la tarea que estamos realizando. La
memoria activa es una función ejecutiva por excelencia en la vida mental,
que hace posible todos los otros esfuerzos intelectuales, desde pronunciar
una frase hasta de desempeñar una compleja proposición lógica.
7. Influencias del aprendizaje
La ira dificulta la asimilación de conocimientos, en muchas ocasiones
impidiendo totalmente el proceso de aprendizaje.
La ira desvía la atención y paraliza la memoria activa la cual es vital en el
proceso de aprendizaje.
Los centros nerviosos y neurotransmisores que regulan las emociones y la
motivación están involucrados en el proceso de aprendizaje.
Es necesario regular la intensidad de la ira para evitar el
bloqueo inconsciente de la información.
8. La expresión externa de la ira se refiere a los gestos de enfado que permiten a los otros
saber que estamos “iracundos" a través de expresiones faciales o tonos de voz, y,
la expresión interna de la ira se refiere a la expresión de enfado “hacia adentro”, es decir, los
demás no saben del enfado, pero quien lo siente vive sensaciones de tensión en su interior
con la producción de pensamientos negativos.
Es importante considerar que la ira es una emoción básica y universal. Básica porque está al
servicio de la supervivencia a partir de tres funciones: la facilitación del desarrollo rápido de
conductas de defensa y ataque, la vigorización de la conducta y la regulación de la
interacción social. A su vez, es universal porque cualquier miembro sano de la especie
experimenta ira. Por lo tanto, enfadarse no solo es normal, sino, necesario.
¿ Como expresamos la
ira ?
9. Tipos de ira
Ira inconsciente: existen personas que no son conscientes de su ira pero que los
demás sí lo son de sus consecuencias. Estas personas se suelen sorprender cuando
alguien describe los sentimientos que producen sus actos, sus gestos o sus palabras, y
llegan a negar su intención de dañar al otro quitando importancia al hecho con frases
como; “era solo una broma”, “te tomas las cosas demasiado en serio”
Ira desplazada: se trata de un mecanismo que consiste en coger el enfado en un
contexto y descargarlo en otro diferente, desplazando la agresividad contra personas
que nada tuvieron que ver con el motivo del enfado, como sucede cuando alguien,
por no dar un grito a tiempo, se lo da luego a los hijos en casa.
Ira contra uno mismo: este estilo de gestionar la ira suele cursar con sentimientos de
culpa, aunque también puede estar relacionado con el rechazo identificativo con las
primeras figuras de referencia
10. Ira defensiva: las personas que presentan un estado permanente de tensión y rigidez
suelen tener mucha ira guardada, que a veces viene de lejos en su historia o que
para defender una identidad demasiado frágil o escasamente construida. Un ejemplo
lo representan las personalidades paranoides y narcisistas, siempre dispuestas a
emprender un ataque antes de que el otro se adelante o cuando alguien se acerca
demasiado con la tentativa de construir una intimidad.
Ira oral: es la reacción exagerada ante la más mínima frustración cuando el otro no
cumple las elevadas expectativas y la sobre-exigencia requerida. Se trata de la típica
pataleta infantil que suele acarrear mucho sufrimiento cuando se extiende en el
más allá de los cuatro años de edad.
Tipos de ira
11. Transtornos comunes de la ira
Trastorno Explosivo Intermitente (TEI)
Trastorno de Estrés Postraumático
Depresión Mayor
Trastorno de Personalidad Límite
Trastorno de Personalidad Antisocial
Enfermedades del Eje III (hipertensión esnecial o hipertensión idiopática,
enfermedad coronaria)
12. Tratamiento a estas reacciones
Terapia: congnitivo-conductual
• Crear un nivel de conciencia sobre
los impulsos.
• Controlar los pensamientos negativos relacionados.
• Gestionar el estrés emocional derivado al episodio de ira.
• Desarrollar estrategias para resolver conflictos adecuadamente.
13. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
El cerebro y la ira. DR. LUIS M. LABATH. HTTP://ASOCIACIONEDUCAR.COM/CEREBRO-IRA
Revista Electrónica de Motivación y Emoción. Miguel Ángel Pérez Nieto,
Marta Mª Redondo Delgado, Leticia León. REME Volumen XI Junio 2008 Número 28.
Ansiedad, angustia y estrés: tres conceptos a diferenciar. Virgilio Ortega, Ihab Zubeidat.
REVISTA MAL-ESTAR E SUBJETIVIDADE / FORTALEZA / V. III / N. 1 / P. 10 - 59 / MAR. 2003