2. La ira.
Es una emoción que se expresa a través
el resentimiento o de la irritabilidad. Los efectos
físicos de la ira incluyen aumento del ritmo
cardíaco, de la presión sanguínea y de los niveles
de adrenalina y noradrenalina. Algunos ven la ira
como parte de la respuesta cerebral de atacar o
huir de una amenaza o daño percibidos. La ira se
vuelve el sentimiento predominante en el
comportamiento, cognitivamente, y
fisiológicamente cuando una persona hace la
decisión consciente de tomar acción para detener
inmediatamente el comportamiento amenazante de
otra fuerza externa.
3. El sistema límbico.
Es un área compuesta por tres estructuras cuya
función está relacionada con el aprendizaje, la
memoria y las respuestas emocionales. Está situado
justo debajo de la corteza cerebral y está formado por
el tálamo, el hipotálamo, la amígdala cerebral y el
hipocampo.
El sistema límbico es la zona del cerebro que dirige
nuestras emociones y nuestras sensaciones más
primitivas: aquellas relacionadas con la supervivencia
(como por ejemplo el miedo y la ira) y con las
sensaciones del ser humano en torno a nuestro
comportamiento sexual. De hecho, muchos científicos
han llegado a llamarle el ‘cerebro reptil’ puesto que se
encarga de nuestros instintos más básicos. Es una de
las partes de nuestro cerebro que tiene mayor
antigüedad. Tiene más de dos millones de años y aún
es capaz de controlar ciertos comportamientos y
sensaciones que hoy en día nos parecen muy
racionales: el cortejo, el buscar pareja para casarse, el
buscar otros seres humanos que nos dirijan o buscar
una casa.
4. La amígdala, nuestra defensa emocional
Es la estructura más importante dentro del sistema límbico. Es la que guarda y maneja nuestras
emociones más irracionales. Es esta parte del cerebro en la que se genera la ‘defensa’ contra los peores
sentimientos que tenemos los seres humanos: el miedo, la ira, la tristeza, etc. Se encarga de regular
estas sensaciones y de protegernos ante ellas. Gracias a la amígdala podemos escapar de situaciones
que ponen en riesgo nuestra supervivencia; pero también tiene una parte mala: es la que permite que
nuestros miedos más profundos y nuestros traumas infantiles salgan a la luz. La amígdala nos ayuda a
buscar la estrategia necesaria para solventar una situación de estrés, miedo o peligro y nos da una visión
equilibrada de lo que sucede a nuestro alrededor. En definitiva, es la parte del cerebro que permite que
no nos dejemos llevar por el pánico y la ansiedad.
5. Desde esa perspectiva, las emociones constituyen un factor importante al momento de interpretar el comportamiento humano,
influyendo fuertemente para regular la actividad y la conducta del ser humano puesto que dependiendo del tipo de emoción en
que se encuentre el ser humano será el tipo de acción que pueda realizar.
clasificándolas de la siguiente manera:
•Ira: furia, ultraje, resentimiento, odio, rencor, cólera, enojo, exasperación, indignación, aflicción, acritud, animosidad, fastidio,
irritabilidad, hostilidad, violencia, odio patológico.
•Tristeza: congoja, pesar, melancolía, pesimismo, pena, autocompasión, soledad, abatimiento, desesperación, depresión.
•Temor: ansiedad, aprensión, nerviosismo, preocupación, consternación,, inquietud, cautela, incertidumbre, pavor, miedo,
terror, fobia-pánico.
•Placer: felicidad, alegría, alivio, contento, dicha, deleite, diversión, orgullo, placer sensual, estremecimiento, embeleso,
gratificación, satisfacción, euforia, extravagancia, éxtasis.
•Amor: aceptación, simpatía, confianza, amabilidad, afinidad, devoción, adoración, infatuación, ágape (amor espiritual).
•Sorpresa: conmoción, asombro, desconcierto.
•Disgustos: desdén, desprecio, menosprecio, aborrecimiento, aversión, disgusto, repulsión.
•Vergüenza: culpabilidad, molestia, disgusto, remordimiento, humillación, arrepentimiento, mortificación y contrición.
Con las familias o grupos de emociones planteadas, en el campo educativo es necesario que el docente como actor
fundamental reconozca en el proceso de enseñanza-aprendizaje los alcances de las emociones y sepa controlar tanto las
emociones propias como controlar las reacciones emocionales que se susciten en el aula de clase.
6. El trastorno explosivo intermitente.
implica episodios repetidos
de comportamiento impulsivo,
agresivo y violento o explosiones
verbales enojadas en las que el
afectado reacciona bruscamente y de
manera desproporcionada a la
situación.
Tratamiento.
Medicación
Los diferentes tipos de medicamentos pueden ayudar en el
tratamiento de trastorno explosivo intermitente. Estos
medicamentos incluyen:
•Los antidepresivos como la fluoxetina.
•Los anticonvulsivos, como carbamazepina, oxcarbazepina,
fenitoína, topiramato y la lamotrigina.
•Los agentes anti-ansiedad en la familia de las
benzodiazepinas, como el lorazepam y el clonazepam.
•Estabilizadores del estado de ánimo como el litio.
Ningún tratamiento es completamente efectivo para todas las
personas con trastorno explosivo intermitente. Existe un
tratamiento general que incluye psicoterapia y medicación.
Psicoterapia
Las sesiones de terapia individual o grupal pueden
ser útiles. Un tipo de terapia, la terapia cognitivo-
conductual, sirve para ayudar a las personas con
trastorno explosivo intermitente a identificar
condiciones o prácticas que pueden provocar una
respuesta beligerante.