2. La ira es una emoción que nos acompaña a lo largo de
nuestra vida. No en vano, la ira siempre esta presente en
situaciones de conflicto, ya sean con otros o con nosotros
mismos y puede oscilar desde una leve irritación hasta el
más profundo de los odios.
Cuando percibimos que somos tratados injustamente,
cuando nos sentimos heridos o cuando vemos dificultada la
consecución de alguna meta importante, sentimos ira.
Sentir esta emoción en estas circunstancias nos predispone
a la acción en un intento de protegernos de aquello que nos
hace daño y que es el origen de esta emoción.
3. La ira como todas las demás emociones es una reacción
compleja en la que se ponen en funcionamiento tres tipos
de respuestas.
La primera es una respuesta corporal, en la que nuestro
cuerpo se activa para la defensa o el ataque. Nuestro ritmo
cardiaco aumenta al igual que nuestra respiración se
acelera, nuestros músculos se tensan y el flujo sanguíneo se
dispara preparándonos para actuar ante una amenaza
percibida. Cuando este estado de excitación permanece
estamos más predispuestos a actuar de forma impulsiva
llegando a emitir conductas agresivas.
4. La segunda es una respuesta cognitiva, es decir, depende
de nuestra manera de interpretar las situaciones. Cuando
estamos inmersos en una situación, esta por si sola no tiene
ningún valor emocional, es la valoración personal que
hacemos de ella la que le confiere un significado.
De esta manera, las emociones están en función de nuestros
pensamientos, así que cuando interpretamos una situación
como un abuso, una injusticia, una falta de respeto o como
un obstáculo para conseguir una meta, sentimos ira.
5. La última respuesta de la ira tiene que ver con la gestión
conductual en estas situaciones. La conducta en estas
circunstancias está orientada para defendernos de aquello
que se interpone un nuestro camino y para ello se genera
una energía interna que mueve a la "destrucción" del
obstáculo.
No debemos confundir la emoción de la ira con la
agresividad, ya que ésta es una de las múltiples maneras de
gestión emocional. Experimentar y expresar la ira a través
de la agresividad depende de las conductas que hayamos
aprendido a lo largo de nuestra vida.
6. Localización de la ira en el cerebro
El sistema límbico es la zona del cerebro que dirige nuestras
emociones y nuestras sensaciones más primitivas: aquellas
relacionadas con la supervivencia (como por ejemplo el
miedo y la ira) y con las sensaciones del ser humano en
torno a nuestro comportamiento sexual. De hecho, muchos
científicos han llegado a llamarle el ‘cerebro reptil’ puesto
que se encarga de nuestros instintos más básicos.
7. La amígdala, nuestra defensa emocional
Es la estructura más importante dentro del sistema límbico.
Es la que guarda y maneja nuestras emociones más
irracionales. Es esta parte del cerebro en la que se genera la
‘defensa’ contra los peores sentimientos que tenemos los
seres humanos: el miedo, la ira, la tristeza, etc. Se encarga
de regular estas sensaciones y de protegernos ante ellas.
8. Gracias a la amígdala podemos escapar de situaciones que
ponen en riesgo nuestra supervivencia; pero también tiene
una parte mala: es la que permite que nuestros miedos más
profundos y nuestros traumas infantiles salgan a la luz.
La amígdala nos ayuda a buscar la estrategia necesaria para
solventar una situación de estrés, miedo o peligro y nos da
una visión equilibrada de lo que sucede a nuestro
alrededor. En definitiva, es la parte del cerebro que permite
que no nos dejemos llevar por el pánico y la ansiedad.
9. Influencias del Aprendizaje
Las emociones son fenómenos de carácter biológico y
cognitivo, que tienen sentido en términos sociales. En el
caso de la ira:
• Dificulta la asimilación de conocimientos, impidiendo, en
algunas ocasiones, el proceso de aprendizaje.
• Desvía la atención y paraliza la memoria activa vital para
aprender .
• Los centros nerviosos y los neurotransmisores que
regulan las emociones y la motivación están involucrados
en el proceso de aprendizaje.
• Es necesario regular la intensidad de la emoción (ira) para
evitar el bloqueo inconsciente de la información.
10. Modificaciones y tolerancia
La ira puede ser suprimida, para poder redirigirla, dejando
de focalizarnos en el sentimiento de enfado y centrándonos
en algo positivo, inhibiendo la rabia y convirtiéndola en un
comportamiento más constructivo. El peligro es que si no se
permite su expresión externa, la ira puede volverse contra
uno mismo. Las personas que se enojan con facilidad, por lo
general tienen, baja tolerancia a la frustración, no pueden
tomar las cosas con calma, particularmente si la situación
parece de alguna manera injusta. Socioculturalmente, la ira
se considera un sentimiento negativo, no se permite
mostrar nuestro enojo, con la consiguiente dificultad para
aprender mecanismos que nos permitan manejarlo
constructivamente.
11. Trastornos Comunes
• Trastorno Explosivo Intermitente: caracterizado por
expresiones extremas de enfado, a menudo hasta el punto
de rabia incontrolada, que son desproporcionadas respecto
a las circunstancias en que se producen.
• Trastorno de Estrés Postraumático: hace que se sienta
estresado y con temor luego de pasado el peligro Depresión
mayor: Se presenta cuando los sentimientos de tristeza,
pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria
durante un largo período de tiempo.
• Trastorno de Personalidad Límite: se caracteriza
primariamente por inestabilidad emocional, pensamiento
extremadamente polarizado y dicotómico, impulsividad y
relaciones interpersonales caóticas.
• Trastorno de Personalidad Antisocial: persona tiene un
patrón prolongado de manipulación, explotación o
violación de los derechos de otros. A menudo este
comportamiento es delictivo.
• Hipertensión esencial y enfermedades coronarias.
12. Tratamiento
Hoy en día se emplea ampliamente la Terapia Cognitivo-
Conductual, cuyo objetivo principal es reconocer los
impulsos de la ira con la finalidad de:
• Crear un nivel de conciencia sobre esos impulsos.
• Controlar los pensamientos negativos relacionados.
• Gestionar el estrés emocional derivado de los episodios
de ira.
• Desarrollar estrategias para resolver conflictos
adecuadamente.