calendario de tandeos macrosectores xalapa mayo 2024.pdf
Tema 5
1. 1 Tema 5. FILOSOFÍA MEDIEVAL. PROFESOR: Juan Ramón Tirado Rozúa
TEMA 5. RAZÓN Y FE EN LA EDAD MEDIA: SANTO TOMÁS DE
AQUINO
1. LA EVOLUCIÓN DE LAS RELACIONES ENTRE RAZÓN Y FE EN
EL PENSAMIENTO MEDIEVAL CRISTIANO.
La Edad Media es una etapa histórica que se prolonga del siglo V (caída del
Imperio romano) hasta el siglo XV (llegada de Colón a América) y se la suele calificar
como teocéntrica, por la gran importancia que tuvo la religión, llegando ésta a
impregnar la vida cotidiana y todas las manifestaciones culturales: literatura, pintura,
arquitectura,… y, por supuesto, también la filosofía.
Uno de los principales temas que se plantea el pensamiento medieval es el de las
controversias entre razón y fe. Los primeros pensadores cristianos debían hacer entender
el mensaje cristiano y diferenciarlo de otros pensamientos. La propagación de la fe
exigía interpretar bien los textos bíblicos, adoptar los conceptos de la filosofía griega
necesarios para expresar adecuadamente el nuevo pensamiento, y distinguir lo propio de
la razón (la búsqueda de una explicación racional de todo cuanto es, es decir, la
búsqueda de la verdad) y lo propio de la fe (las Sagradas Escrituras son la Palabra de
Dios y, por tanto, la Verdad Absoluta).
El cristianismo no es una filosofía, es una religión revelada. Esto quiere decir
que gran parte del contenido y mensaje de esta religión procede de Dios, ha sido
comunicada por Dios a los hombres (Biblia). Se ofrece como una doctrina de redención,
de salvación y de amor y no como un sistema teórico de la realidad, es decir, el
cristianismo es “un camino hacia Dios” y no un sistema filosófico. Las creencias de la
religión cristiana no son fruto de la investigación ni de la reflexión abstracta, sino de la
revelación divina y, por tanto, de la fe. La filosofía, por su parte, pretende ser una
investigación racional, autónoma y teórica que busca una interpretación de la realidad.
Ante esta diversidad de actitudes: ¿es posible una filosofía cristiana? ¿son compatibles
filosofía y religión? Parece que sí. Veamos algunos ejemplos de los intentos de conciliar
razón y fe en los que, como suele ocurrir con todo extremismo, la historia del
cristianismo consistirá en ir pactando con lo que en un primer momento había negado:
I. TERTULIANO (s. II-III): con su afirmación “Credo quia absurdum est”,
creo porque es absurdo, subordina de modo absoluto la razón a la fe. No hay
más sabiduría que la revelación evangélica, y ésta contradice toda filosofía y
supera a la razón. Considera que el mundo de la fe es incomprensible
racionalmente, pero ha de predominar, pues considera que el filósofo es el
amigo del error, al contrario que el cristiano, que es su enemigo, y tiene fe en
la Verdad revelada por Dios, por absurda que sea en ocasiones a la luz de la
mera razón. Ej.: que Jesús, hijo de Dios, murió y resucitó es absurdo desde la
perspectiva racional, pero es verdad, una verdad accesible desde la fe, el
único camino válido.
II. SAN AGUSTIN (s. IV-V): Se pregunta cómo llega el ser humano a las
verdades más profundas. Reconoce que razón y fe pertenecen a ámbitos
diferentes, pero ambas contribuyen a alcanzar el gran objetivo del ser
humano: la Verdad.
Con la máxima “Intellige ut credas, crede ut intelligas” (entiende para creer,
cree para entender), pone de manifiesto como fe y razón, aún perteneciendo
2. 2 Tema 5. FILOSOFÍA MEDIEVAL. PROFESOR: Juan Ramón Tirado Rozúa
a ámbitos diferentes, contribuyen a alcanzar la verdad. Sin embargo, la fe es
más segura, por tanto, orienta y guía a la razón. La mente humana sólo con
el auxilio de la fe puede acceder a la verdad. Razón y fe confluyen en el
amor apasionado por la verdad, pero la iluminación divina es imprescindible
para acceder tanto a la más simple verdad de que dos más dos son cuatro
como al más elevado conocimiento revelado por Dios. Todo conocimiento
proviene de la iluminación divina.
III. SAN ANSELMO (S. XI): “Fides quarens intelectum”, la fe necesita ahora
del intelecto. El hombre comienza a recuperar la confianza en sus dotes
naturales, la razón. Fue el primero de los pensadores creyentes que sintió la
necesidad de demostrar racionalmente la existencia de Dios. Se opone a una
fe ciega. Parte de la fe, pero de una fe que busca comprender. San Anselmo a
través del argumento ontológico quiere mostrar al incrédulo que cuando
afirma que Dios es “el ser mayor que puede ser pensado” pero niega su
existencia, se contradice. Lo más grande pensable, el ser más perfecto,
además de existir en el pensamiento, tiene que existir realmente; si le falta la
perfección de la existencia, su grandeza ya no es completa, ya que no es lo
más grande que podemos pensar. Por tanto, Dios, el ser más grande que
puede ser pensado, debe poseer todas las perfecciones y, por tanto, también
la existencia. Pensar lo contrario es incurrir en contradicción. San Anselmo
parte del concepto de Dios y extrae deductivamente las consecuencias
lógicas con el fin de concluir como evidente su existencia real.
IV. SANTO TOMÁS DE AQUINO (S. XIII): La posición de Santo Tomás de
Aquino sobre las relaciones entre razón y fe es innovadora y armonizadora.
Considera que si bien el punto de partida y los caminos de las verdades de
razón y fe no coinciden, ambas tienen que llegar a las mismas conclusiones.
Concibe razón y fe como dos caminos muy diferenciados, pero que deben
llegar al mismo punto: la Verdad. Para Santo Tomás, es necesario que la
teología y la filosofía coincidan en sus conclusiones, no pueden
contradecirse, pues todas las verdades provienen de Dios. La razón ofrece un
sistema, un método, pero la fe es el principal criterio de verdad, es decir,
que cuando la razón llega a una conclusión distinta de la fe, la garantía y
última palabra la tiene la fe. La razón debe haber cometido algún error en su
proceder. Santo Tomás piensa que un conflicto real y definitivo entre razón
y fe es imposible, ya que la verdad es única y se fundamenta en Dios.
¿Puede la razón humana llegar a demostrar la existencia de Dios? En primer
lugar, Santo Tomás afirma que no es una verdad inmediatamente evidente, si
lo fuera nadie la negaría. En segundo lugar, distingue entre verdades
teológicas naturales (verdades a las que el hombre puede llegar a través de
la luz de la razón), y verdades teológicas reveladas (accesibles a través de la
luz de la revelación divina). La existencia de Dios es una verdad revelada,
pero también es una verdad a la que el hombre puede acceder utilizando
todas sus capacidades racionales. Por otra parte, a algunas verdades, como la
de la Trinidad divina o la encarnación de Dios, nunca podremos llegar sin la
luz de la revelación, de la fe, necesaria para la salvación humana.
V. G. DE OCKHAM (S. XIV): su filosofía supone la autonomía del
individuo, de lo mundano, el nacimiento de la ciencia, la separación de fe y
3. 3 Tema 5. FILOSOFÍA MEDIEVAL. PROFESOR: Juan Ramón Tirado Rozúa
razón y, por tanto, el nacimiento del mundo moderno. Razón y fe son
facultades distintas (una sirve para conocer y otra para creer), con
contenidos distintos (una los seres naturales y otra lo sobrenatural). Una
sirve para conocer este mundo y la otra para ganarse el otro mundo, el
celestial. Por tanto, considera que no tienen nada en común. El ámbito al
cual tiene acceso la razón, lo que ésta puede demostrar y conocer, queda
reducido notablemente, ya que su ámbito sólo será la realidad concreta y
singular. En cuanto a la fe, nos permite creer en lo sobrenatural. No podemos
salvarnos por nosotros mismos: necesitamos la ayuda de Dios, es decir, la fe,
la revelación y la gracia.
2. SANTO TOMÁS DE AQUINO. RAZÓN Y FE, FILOSOFÍA Y
TEOLOGÍA.
El propósito de los escolásticos era profundizar en el conocimiento de las
verdades de la fe a través de la razón, sistematizando los contenidos de la verdad
sagrada mediante un método filosófico. Según numerosos pensadores escolásticos,
Santo Tomás estableció con precisión los límites entre razón y fe, entre filosofía y
teología. Según Santo Tomás, la fe consiste en un acto del entendimiento movido por la
voluntad a la que, a su vez, Dios asiste mediante la gracia, siendo capaz de aceptar las
verdades reveladas que no comprende por superar las posibilidades de comprensión de
dicho entendimiento.
En este sentido, tenemos que de modo primario razón y fe son dos facultades, la
primera es una facultad de conocer, la segunda de creer; mientras que, por otra parte,
filosofía y teología son dos ciencias, la primera la ciencia del ser o de las cosas
naturales (y artificiales) y la segunda de las cosas sobrenaturales. Veamos, por tanto,
las diferencias entre una y otra y, a continuación, sus relaciones más relevantes.
En primer lugar, la fe se distingue de la razón: a) por su origen: el origen del
conocimiento racional se encuentra en la razón; el de la fe, en la iluminación divina. b)
por sus actos: el acto de la razón consiste en comprender, en entender; el de la fe en
creer. c) por sus objetos: el objeto de la razón son las cosas naturales que aparecen ante
el entendimiento; el de la fe, los misterios de la revelación.
En cuanto a las relaciones entre filosofía y teología, son dos ciencias distintas, y
en tanto que tales, podemos diferenciarlas: a) por sus principios: los principios de la
filosofía son los axiomas, las verdades evidentes por sí mismas; los de la teología, los
artículos de fe, es decir, la teología parte de las verdades reveladas; b) por sus
conclusiones: las conclusiones de la filosofía son racionales, en filosofía partimos de
principios evidentes para la razón y razonando llegamos a conclusiones que se
mantienen en el ámbito racional; las conclusiones a que llega la teología, en cambio,
pertenecen al ámbito de lo sobrenatural; c) por su objeto: el objeto de investigación de
la filosofía es el ser natural; la teología, en cambio, se mueve siempre en el ámbito de
lo revelado y, en el fondo, el conocimiento del propio Dios.
Ahora bien, ¿existe algún tipo de relación entre el orden de la razón y la
filosofía y el orden de la fe y la teología?
Santo Tomás considera que existen algunas verdades reveladas que los seres
humanos podían haber descubierto por el uso de su razón y además, como hemos visto,
la teología (como ciencia de la fe) se sirve de la razón para llevar a cabo sus procesos
científicos.
Cuando una proposición científica, es decir, obtenida de la razón, se encuentra
en desacuerdo con una verdad de la fe, dicha proposición es falsa; ahora bien, en caso
contrario, cuando una proposición científica es coincidente con una verdad de fe, por el
4. 4 Tema 5. FILOSOFÍA MEDIEVAL. PROFESOR: Juan Ramón Tirado Rozúa
mero hecho de coincidir con ella no es verdadera, es decir, puede ser verdadera o falsa;
por ejemplo, dicha conclusión puede haber sido deducida incorrectamente, etc.
En cuanto a la existencia de determinadas verdades reveladas que pueden ser
descubiertas por la razón (existencia de Dios, creación del mundo,…), Santo Tomás
justifica tal revelación por la dificultad que la demostración de dichas verdades implica
y porque no todas las personas poseen la inteligencia o el tiempo necesario para
acceder a ellas. Al conjunto de estas verdades reveladas pero que, a su vez son también
demostrables le denomina Preámbulos de la fe.
3. CONTEXTO HISTÓRICO, FILOSÓFICO Y CULTURAL DE SANTO
TOMÁS DE AQUINO (s. XIII).
3.1. Contexto histórico.
La vida de Santo Tomás de Aquino, noble italiano por nacimiento, transcurre
durante el siglo XIII (1225-1274), y representa una síntesis del espíritu de su tiempo. La
Edad Media, que había pasado largos siglos asimilando las diversas culturas que habían
irrumpido en el Imperio Romano durante las invasiones bárbaras está llegando a su fin.
Se produce en esta época un florecimiento de las grandes ciudades como París y Roma,
que habían sufrido una fuerte decadencia en siglos anteriores. Esto hace posible la
creación de las primeras Universidades (en la de París estudia y enseña Santo Tomás
durante muchos años). Se crean las grandes órdenes religiosas, como los franciscanos y
los dominicos, a la cual pertenece Santo Tomás. En las nuevas Universidades surgen
corrientes rivales de pensamiento entre franciscanos, dominicos y el clero secular que
avivan muchas polémicas interesantes desde los puntos de vista filosófico y teológico.
En todo caso, la vida intelectual de la época sigue estando casi exclusivamente en
manos de la Iglesia, que también conserva un fuerte protagonismo en el poder político.
3.2. Contexto filosófico y cultural.
El Aquinate, como en general todos los autores de la escolástica, es
fundamentalmente teólogo. Hace filosofía en cuanto que busca la fundamentación
racional de aquello que acepta previamente por la fe. Conjuga genialmente racionalidad
y teocentrismo. También en el pensamiento árabe (Averroes y Avicena) y judío
(Avicebrón y Maimónides) de los siglos XI y XII, que se difundieron en la época
gracias a la Escuela de Traductores de Toledo, encontramos esta armónica conjugación.
El siglo XIII, en el que transcurre la vida de Santo Tomás, es un siglo
intelectualmente inquieto. La teología cristiana de los siglos anteriores estaba basada
fundamentalmente en los llamados “Padres de la Iglesia”, entre los cuales dominaba el
pensamiento de San Agustín (s. IV-V), que a su vez se inspiraba en la filosofía de
Platón y Plotino. Entre las novedades que trae el siglo XIII tiene especial importancia el
redescubrimiento en Europa de la Filosofía de Aristóteles que, aunque nunca había sido
totalmente olvidada, “se pone de moda” en Occidente por la influencia de varios
pensadores árabes (como Avicena y Averroes). Santo Tomás estudia con entusiasmo el
pensamiento aristotélico y construye su filosofía y teología inspirándose en él, tratando
de interpretar a este filósofo griego desde el punto de vista cristiano, como San Agustín
había hecho con Platón. Esta postura, entonces considerada “progresista”, le ocasiona
algunos conflictos con el poder eclesiástico de su tiempo.
Consigue hacer un sistema coherente que responde a las condiciones y estructura
cultural y social de su época, que busca insistentemente enmarcar la vida y el saber en
un sistema de referencia que tiene a Dios como origen y fin de todo. En este sentido, se
puede decir que es el creador del sistema filosófico cristiano que más ha influido en la
5. 5 Tema 5. FILOSOFÍA MEDIEVAL. PROFESOR: Juan Ramón Tirado Rozúa
cultura de Occidente. Por lo que al cristianismo se refiere, sin duda es el autor más
importante en la enseñanza académica de la Iglesia y en el amplio ámbito de influencia
de la misma. El papa León XIII, en su encíclica “Aeterni Patris” (1789) le propuso
como “guía intelectual del pensamiento católico”.
Entre sus obras destacan de modo especial la Suma Teológica, Sobre la Verdad,
la Suma contra gentiles y diversos comentarios a algunas obras de Aristóteles. Su gran
repercusión en todo el pensamiento cristiano se pone de manifiesto cuando a partir del
siglo XV su Suma Teológica se convierte en libro de texto de todas las universidades y
escuelas católicas.
4. TEXTO DE SELECTIVIDAD PARA COMENTAR.
TOMÁS DE AQUINO:
Suma Teológica I, cuestión 2, artículo 3
(BAC, Madrid, 1988, pp. 110-113)
¿Existe o no existe Dios?
Objeciones por las que parece que Dios no existe:
1. Si uno de los contrarios es infinito, el otro queda totalmente anulado. Esto es lo que sucede con el nombre
Dios al darle el significado de bien absoluto. Pues si existiese Dios, no existiría ningún mal. Pero el mal se da
en el mundo. Por lo tanto, Dios no existe.
2. Más aún. Lo que encuentra su razón de ser en pocos principios, no se busca en muchos. Parece que todo lo
que existe en el mundo, y supuesto que Dios no existe, encuentra su razón de ser en otros principios; pues lo
que es natural encuentra su principio en la naturaleza; lo que es intencionado lo encuentra en la razón y
voluntad humanas.
Así, pues, no hay necesidad alguna de acudir a la existencia de Dios.
En cambio está lo que se dice en Éxodo 3,14 de la persona de Dios: Yo existo.
Solución. Hay que decir: La existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas 1) La primera y
más clara es la que se deduce del movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay
movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho nada se mueve a no ser que en, cuanto
potencia, esté orientado a aquello por lo que se mueve. Por su parte, quien mueve está en acto. Pues mover no
es más que pasar de la potencia al acto. La potencia no puede pasar a acto más que por quien está en acto.
Ejemplo: El fuego, en acto caliente, hace que la madera, en potencia caliente, pase a caliente en acto. De este
modo la mueve y cambia. Pero no es posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en acto;
sólo lo puede ser respecto a algo distinto. Ejemplo: Lo que es caliente en acto, no puede ser al mismo tiempo
caliente en potencia, pero sí puede ser en potencia frío. Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido
al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que
es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar
indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores
intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: Un bastón no mueve nada si no
es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos
reconocen a Dios.
2) La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible hay un
orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí
mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder
indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta,
sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las
causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas
eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera habría efecto último ni causa
intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos
la llaman Dios.
6. 6 Tema 5. FILOSOFÍA MEDIEVAL. PROFESOR: Juan Ramón Tirado Rozúa
3) La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas
pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan
o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí
mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la
posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría
nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es
imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no
todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser otro, o no la tiene. Por
otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder
indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes. Por lo tanto, es preciso admitir algo que
sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad
de los demás. Todos le dicen Dios.
4) La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas. Pues nos encontramos que la
bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores se dan en las cosas. En unas más y en otras menos. Pero este
más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se
dice de aquello que se aproxima más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy bueno, muy
noble; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son sumamente verdaderas, son seres máximos,
como se dice en II Metaphysica. Como quiera que en cualquier género, lo máximo se convierte en causa de lo
que pertenece a tal género — así el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se
explica en el mismo libro —, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de su
bondad, de cualquier otra perfección. Le llamamos Dios.
5) La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen
conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando
cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su
objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin
ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay
alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.
Respuesta a las objeciones: 1. A la primera hay que decir: Escribe Agustín en el Enchiridion: Dios, por ser el
bien sumo, de ninguna manera permitiría que hubiera algún tipo de mal en sus obras, a no ser que, por ser
omnipotente y bueno, del mal sacara un bien. Esto pertenece a la infinita bondad de Dios, que puede permitir el
mal para sacar de él un bien.
2. A la segunda hay que decir: Como la naturaleza obra por un determinado fin a partir de la dirección de
alguien superior, es necesario que las obras de la naturaleza también se reduzcan a Dios como a su primera
causa. De la misma manera también, lo hecho a propósito es necesario reducirlo a alguna causa superior que no
sea la razón y voluntad humanas; puesto que éstas son mudables y perfectibles. Es preciso que todo lo sometido
a cambio y posibilidad sea reducido a algún primer principio inmutable y absolutamente necesario, tal como ha
sido demostrado.
TOMÁS DE AQUINO:
Suma teológica I-II, cuestión 94, artículo 2
(BAC, Madrid, 1989, pp. 731-733)
La ley natural, ¿comprende muchos preceptos o uno solamente?
Objeciones por las que parece que la ley natural no comprende muchos preceptos, sino solamente uno.
1. Como ya vimos, la ley pertenece al género del precepto. Luego si hubiera muchos preceptos en la ley natural
se seguiría que también serían muchas las leyes naturales.
2. La ley natural es algo consiguiente a la naturaleza humana. Mas la naturaleza humana, aunque es una
considerada como un todo, es múltiple en sus partes. Por eso, la ley natural, o bien consta de un solo precepto
por la unidad de la naturaleza humana como un todo, o bien consta de muchos por la multiplicidad de la
naturaleza humana en sus partes. Pero en este caso también las inclinaciones de la parte concupiscible deberían
pertenecer a la ley natural.
3. La ley, como ya vimos es cosa de la razón. Pero la razón en el hombre es una sola. Luego la ley natural sólo
tiene un precepto.
7. 7 Tema 5. FILOSOFÍA MEDIEVAL. PROFESOR: Juan Ramón Tirado Rozúa
En cambio consta que los preceptos de la ley natural son en el orden práctico lo que son los primeros principios
en el orden de la demostración. Pero estos primeros principios son muchos. Luego también son múltiples los
preceptos de la ley natural.
Solución. Hay que decir: Como ya dijimos, los principios de la ley natural son en el orden práctico lo que los
primeros principios de la demostración en el orden especulativo, pues unos y otros son evidentes por sí mismos.
Ahora bien, esta evidencia puede entenderse en dos sentidos: en absoluto y en relación a nosotros. De manera
absoluta es evidente por sí misma cualquier proposición cuyo predicado pertenece a la esencia del sujeto; pero
tal proposición puede no ser evidente para alguno, porque ignora la definición de su sujeto.
Así, por ejemplo, la enunciación «el hombre es racional» es evidente por naturaleza, porque el que dice hombre
dice racional; sin embargo, no es evidente para quien desconoce lo que es el hombre.
De aquí que, según expone Boecio en su obra De hebdomadibus, hay axiomas o proposiciones que son
evidentes por sí mismas para todos; y tales son aquellas cuyos términos son de todos conocidos, como «el todo
es mayor que la parte» o «dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí». Y hay proposiciones que son
evidentes por sí mismas sólo para los sabios, que entienden la significación de sus términos. Por ejemplo, para
el que sabe que el ángel no es corpóreo y entiende lo que esto significa, resulta evidente que el ángel no esta
circunscrito a un lugar; mas no así para el indocto, que desconoce el sentido estricto de estos términos.
Ahora bien, entre las cosas que son conocidas de todos hay un cierto orden.
Porque lo primero que alcanza nuestra aprehensión es el ente, cuya noción va incluida en todo lo que el hombre
aprehende. Por eso, el primer principio indemostrable es que «no se puede afirmar y negar a la vez una misma
cosa», principio que se funda en las nociones de ente y no-ente y sobre el cual se asientan todos los demás
principios, según se dice en IV Metaphysica. Mas así como el ente es la noción absolutamente primera del
conocimiento, así el bien es lo primero que se alcanza por la aprehensión de la razón práctica, ordenada a la
operación; porque todo agente obra por un fin, y el fin tiene razón de bien. De ahí que el primer principio de la
razón práctica es el que se funda sobre la noción de bien, y se formula así: «el bien es lo que todos apetecen».
En consecuencia, el primer precepto de la ley es éste: «El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse ».
Y sobre éste se fundan todos los demás preceptos de la ley natural, de suerte que cuanto se ha de hacer o evitar
caerá bajo los preceptos de esta ley en la medida en que la razón práctica lo capte naturalmente como bien
humano.
Por otra parte, como el bien tiene razón de fin, y el mal, de lo contrario, síguese que todo aquello a lo que el
hombre se siente naturalmente inclinado lo aprehende la razón como bueno y, por ende, como algo que debe ser
procurado, mientras que su contrario lo aprehende como mal y como vitando. De aquí que el orden de los
preceptos de la ley natural sea correlativo al orden de las inclinaciones naturales. Y así encontramos, ante todo,
en el hombre una inclinación que le es común con todas las sustancias, consistente en que toda sustancia tiende
por naturaleza a conservar su propio ser. Y de acuerdo con esta inclinación pertenece a la ley natural todo
aquello que ayuda a la conservación de la vida humana e impide su destrucción.
En segundo lugar, encontramos en el hombre una inclinación hacia bienes más determinados, según la
naturaleza que tiene en común con los demás animales. Y a tenor de esta inclinación se consideran de ley
natural las cosas que la naturaleza ha enseñado a todos los animales, tales como la conjunción de los sexos, la
educación de los hijos y otras cosas semejantes.
En tercer lugar, hay en el hombre una inclinación al bien correspondiente a la naturaleza racional, que es la suya
propia, como es, por ejemplo, la inclinación natural a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad. Y,
según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a esta inclinación, como evitar la ignorancia, respetar a
los conciudadanos y todo lo demás relacionado con esto.
Respuesta a las objeciones: 1. A la primera hay que decir: Todos estos preceptos de la ley natural constituyen
una ley natural única en cuanto se reducen a un único primer precepto.
2. A la segunda hay que decir: Todas las inclinaciones de cualquiera de las partes de la naturaleza humana,
como la concupiscible y la irascible, en la medida en que se someten al orden de la razón, pertenecen a la ley
natural y se reducen a un único primer precepto, como acabamos de decir. Y así, los preceptos de la ley natural,
considerados en sí mismos, son muchos, pero todos ellos coinciden en la misma raíz.
3. A la tercera hay que decir: Aunque es una en sí misma, la razón ha de poner orden en todos los asuntos que
atañen al hombre. Y en este sentido caen bajo la ley de la razón todas las cosas que son susceptibles de una
ordenación racional.