¿De qué hablamos cuando hablamos de clubes deportivos? Barrios, clubes y vida cotidiana.
1. ¿De qué hablamos cuando hablamos
de clubes deportivos?
Barrios, clubes y vida cotidiana.
Bernardo Guerrero Jiménez
Bernardo.guerrero@gmail.com
Concepción 5 y 6 de agosto de 2016
2. Enfatizamos la dimensión simbólica que cruza a los
barrios y a los clubes deportivos en su constante
construcción de la vida cotidiana.
3. El nombres, los colores, los emblemas, su
himnos, entre otros dispositivos movilizan
representaciones colectivas de lo que es un
territorio, sea un barrio o una ciudad.
4. Aproximaciones teorícas
La sociologia del deporte nacional no se ha ocupado mucho
de estudiar los clubes deportivos, en tanto soporte de la
actividad fìsica y recreacional.
5. A pesar de su larga historia no se encuentran reflexiones
sistemáticas sobre su desarrollo y menos aun, sobre su
función, más allá de sus componentes organizacionales, en
tanto grupo humano.
6. Esta institución, sería una especie de catalizador
y resumidero de fenómenos extradeportivos que
se expresan táctita o en formas manifiesta, en
estos grupos.
7. El lugar de los clubes deportivos es el espacio público.
8. Es preciso entender esta noción, la de espacio público, como
una relación social.
9. Sennet lo explica con la expresión "multiplicidad de puntos de
contactos" (2001: 102).
10. A igual que la familia, los clubes deportivos son grupos
sociales, que favorecen la integración y la producción de
identidades. Los clubes deportivos poseen una
dimensión simbólica. Esto es un conjunto de recursos
intangibles, pero eficaces que movilizan los sentidos de
identidad.
11. Pero también estas estructuras tienen un fuerte
componente de subjetividad en la producción de
sentido. Esto quiere decir que los sujetos están
constantemente realizando acciones en pos de
dinamizar y actualizar sus repertorios de identidad.
12. Seguimos aquí algunas ideas de Castoriadis que cuestiona la aplicación de
los modelos fisicos y logicistas que no dejan ver la rica actividad de los
actores sociales en su interacción diaria. Si bien es cierto, los clubes
deportivos son instituciones sociales, mas cierto es aun el hecho de que
poseen una especificidad. Joas cita a este autor griego:
13. La sociedad es el resultado de un proceso de institucionalización, y este
proceso, porque arranca de lo imaginario, de la capacidad humana de
proyectar sentido, tiene una dimensión creativa irreductible (Joas,
1998: 154).
14. Lo específico de los clubes deportivos, radica en que son estructuras
simbólicas, que son el producto de sujetos creativos que se
congregaron para fundarlos, proyectarlos y reproducirlo en el
tiempo.
15. La biografía sico/social de estas instituciones nos indica el
tiempo largo de su historia. Sus actas, las fotos de sus
directivas, jugadores y otros registros expresan lo anterior. Su
preservación y puesta en escena a través de archivos, sobre
todo de las nuevas generaciones habla de un ejercicio de la
memoria, que expresa la vitalidad de estas estructuras.
17. La función social de los deportes eran sin duda, ocupar el
ocio o el tiempo libre.
Lugares de encuentros, que permitían el encuentro cara a
cara, entre gente que quizás no se conocían, pero que
compartían una historia en común, un lugar de origen
familiar.
18. Estas estructuras deportivas de alguna manera replicaban los
simbolismos de las patrias de origen. El nombre del club, los colores y
tipos de uniformes, la forma de nombrar la posición de los jugadores,
entre otras consideraciones, remitían a la cultura de origen.
19. Nombrar la posición de los jugadores en el idioma inglés, era una
forma de reactualizar los orígenes. Nombrar el club con el
nombre de su ciudad de origen revelaba los orígenes.
20. Son apellidos españoles, ingleses,
croatas, italianos, entre otros, lo que
da cuenta de la diversidad de países
que se encontraban en el Norte
Grande, al amparo de la dinámica
actividad salitrera.
22. Los clubes deportivos intentaron en sus comienzos replicar
sus orígenes. Casi como un traslado de sus prácticas
deportivas de Inglaterra al Norte Grande de Chile.
23. Lo cierto, es que a la luz de las primeras alienaciones, se
podría suponer que la actividad del fútbol, no fue endogámica.
24. Los clubes formados, en una breve tipología se podrían dividir
en tres. Los ligados a actividades industriales, comerciales y
barriales.
25. De este modo el territorio, sea el barrio, la oficina salitrera o el
oficio, a través del fútbol, construía una identidad que sintetizaba
al colectivo que representaba.
26. La comunidad que allí residía construía un nosotros, una épica y un
relato que los aglutinaba. La prensa deportiva jugó un rol
importante en la configuración de esos relatos.
28. Pertenecer y habitar un club deportivo es una experiencia
por cierto cotidiana, pero que que va más allá de esa
categoría.
29. Se pertenece por la necesidad de ser parte integrante del
proceso de construcción social, de ser co-protagonista de
un proyecto en común.
30. Más allá de las consideraciones funcionalistas que
puede provocar lo anterior, la pertenencia y el habitar
permite, además, la construcción de un imaginario
trangeneracional (abuelo, padres, hijos, nietos) que
asegura una continuidad en el tiempo, en la historia.
31. Un imaginario que porta una épica fundacional constitutiva de
una identidad, al decir de Bauman, sólida (2014). Y como tal
está constituida por una ética que se desprende de una
lealtad formada en el barrio, la familia.
32. La construcción de un
discurso identitario no se
debe reducir tan solo a
consignas repetidas en
forma oral, o bien inscritas
en sus emblemas o cantadas
en los momentos fuertes de
cada institución, sino que
también pertenecen a la vida
cotidiana.
33. Tener en casa un banderín del club revela la importancia de pertenecer a
un nosotros.
La identidad está también inscripta en los cuerpos. Los modos de jugar
son ejemplo de lo anterior. El fútbol tarapaqueño, por ejemplo, se
caracterizó, por el uso del vigor físico y por lo que se conoce como garra.
34. La prensa centralista, santiaguina, la denominó, a través de sus
cronistas como "fútbol, no científico". Deportes Iquique, de la
década de los años 80, fue una máquina fìsica, más que técnica.
Había una identidad deportiva expresada en los cuerpos en
movimiento.
35. Es díficil imaginarse un club deportivo sin himno. Este constituye el
relato que sintetiza la imagen que sus miembros tienen de él. Es
una relato épico que recorre la historia y pone en relieve a sus
héroes. Recuerda sus tragedias y llama a la lealtad.
36. Cada club debe tener su Pindaro. En el tiempo de
globalización y de estandarización de los deportes, el himno
parece ir en declive.
38. Los clubes deportivos son testigos de la marcha de la sociedad y
de sus problemas.
Ubicados en el centro del paisaje público, construyeron un modo de
estar en la sociedad y a la vez, canalizaron la creatividad de sujetos,
los dirigentes, que encontraron en esos espacios un lugar para
desarrollar estrategias compensatorias para la dura vida laboral.
Inscritos en una modernidad sólida, de redes claras, de fronteras
barrales precisas, pero movibles, los clubes al igual que otras
organizaciones como bailes religiosos o partidos políticos, contribuían
a aumentar el espesor del capital social y cultural.
39. Harvey dice:
En esas condiciones los ideales de identidad urbana, ciudadania y
pertenencia, y de una política urbana coherente, ya amenazados por
la creciente difusión de la ética neoliberal individualista, se hacen
mucho más difíciles de sostener (Harvey, 2014, 41).
Las sedes sociales de los clubes cerradas demuestran lo anterior. Esta
cita lo deja claro:
Tanto la respuesta a la pregunta ¿quién soy yo? como el mismo
planteamiento de la pregunta carecen de sentido sin un marco de
referencia constituido por el mundo común del espacio público fojardo
en la acción (De la Maza, 1999: 43).
40.
41. ¿De qué hablamos cuando hablamos
de clubes deportivos?
Barrios, clubes y vida cotidiana.
Bernardo Guerrero Jiménez
Bernardo.guerrero@gmail.com
Concepción 5 y 6 de agosto de 2016