1. Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 37, julio 2009
Foto:Baharri
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Efrén Martín, gerente de y profesor de la Universidad de Deusto
www.fvmartin.net
Cuando el maestro gobierna,
la gente apenas percibe su existencia.
Inferior gobernante es aquel que es amado.
Inferior más aún el que es temido.
El peor, el despreciado.
Si no confías en la gente,
la gente pierde su confianza.
El Maestro no habla; actúa.
Cuando su tarea concluye,
la gente dice: «Asombroso:
¡lo hicimos nosotros solos!».
Tao Te Ching
El ataque del tiburón blanco suele ser desde
abajo hacia arriba, de la profundidad a la
superficie. Extremadamente peligroso, porque
no se le ve venir, adquiere con ello un poder
sorpresivo y sorprendente.
Los grandes líderes siempre actuaron así,
pero no para masticar al prójimo sino para
elevarlo. Ellos saben que el verdadero poder no
está en ellos sino en los demás y actuando con
modestia se los ganan para una noble causa.
Sin que nadie lo note aparecen finalmente en
cabeza. Cuando el objetivo se ha logrado,
vuelven a sumergirse, rechazan los honores y
hacen sentir y pensar a sus seguidores:
“nosotros lo hicimos”. Así crece su gloria y son
admirablemente recordados para siempre.
¿Qué caracteriza un liderazgo torpe? Todo
lo contrario:
Tenemos una persona ambiciosa, ansiosa
por sobresalir, que trepa precipitadamente
en la organización con prisa y sin
consideración.
Se posiciona sobre un equipo de trabajo,
de arriba abajo, machacando y adaptando a
las personas al puesto en lugar de al revés,
o al menos sin buscar un equilibrio digno.
Logran así hundir la moral de todos en las
profundidades; mientras ellos quedan
satisfechos de la altura que han logrado
conseguir.
Cuando se van surge el alivio, aunque
también un temor muy razonable: son
pocos los tiburones fiables y es probable
que el siguiente haga bueno al anterior.
Por supuesto, también cabe la posibilidad
de un ataque mezquino desde abajo y una
ayuda providencial desde arriba. En el primer
caso conviene recordar un aforismo: no sirvas
a quien sirvió, ni pidas a quien pidió. En el
caso positivo tenemos a mentores y
mecenas.
Y no hemos terminado aún porque existe el
ataque lateral, también en positivo y en
negativo. En el primer caso un igual te ayuda
a reflexionar. En el segundo otro igual monta
el peligroso juego “vamos a pegarnos tú y él”,
calentando tu cabeza con la energía de la
frustración e impulsándote a hacer
barbaridades.
Vivir rodeados de un prójimo, que no
sabemos si es depredador o no, resulta más
que apasionante. Si somos semejantes -que
lo somos- la cuestión importante aquí y ahora
es: ¿¿CCuuááll eess ttuu eessttrraatteeggiiaa ddee ttiibbuurróónn??