La práctica educativa debe transformarse para satisfacer las necesidades y expectativas de los estudiantes al mismo tiempo que cumple con los criterios institucionales y políticas educativas del país. Para lograr esto, es necesario establecer estrategias para conocer y abordar las emociones de los estudiantes a través de diálogos y considerando sus experiencias de vida. El autor enmarca su práctica docente en un enfoque de aprendizaje experiencial donde los estudiantes comparten constantemente experiencias que se convierten en formas de aprendizaje,