Los deportistas de competición deben someterse a pruebas médicas periódicas para evaluar su capacidad de utilizar los nutrientes con eficacia durante los esfuerzos físicos intensos. Estas pruebas incluyen medir los latidos del corazón y la respiración en reposo y durante un esfuerzo máximo, así como análisis de sangre y orina, para determinar si su cuerpo puede resistir el estrés del ejercicio intenso y recuperarse adecuadamente.