La constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II describe la revelación como una iniciativa personal de Dios que se manifiesta a sí mismo e invita al hombre a compartir su vida divina a través de Jesucristo. Tras cuatro redacciones y tres años de discusión, la constitución enfatiza la naturaleza histórica y personal de la revelación en Cristo, así como la correspondiente respuesta de fe por parte del hombre.