1. ESCUELA NORMAL URBANA FEDERAL
“PROFR. J. JESÚS ROMERO FLORES” | MORELIA, MICH. Año 1 | Número 1
Por Valeria Gisel Aguilar Martinez | Citlali Alcántar García | María Isabel Huerta Villa | Jafet Hernández Rodríguez | Christian Guadalupe Mendoza Chávez
Diversidad y educación inclusiva: un desafío para los sistemas educativos actuales SEPTIEMBRE 2014
“HAY DEMASIADA AUSENCIA DEL OTRO EN NOSOTROS”
(CARLOS SKLIAR)
Nuestra sociedad actual, una sociedad “democrática” que, al menos teórica y discursivamente, valora y defiende las diferencias a la par que se enriquece con ellas, es una sociedad que no logra hacer frente a la problemática de la exclusión social causada por la diversidad de nosotros mismos.
Esa diversidad que caracteriza a la sociedad y, por consiguiente, al sistema educativo hace referencia al abanico de personas diferentes que responden a varios factores. Resaltemos que las diferencias que vivimos tanto en las aulas como fuera de ellas, son diferencias de capacidad y no de discapacidad o de anormalidad porque pensamos que la categoría en la que todas y todos nos podemos incluir es aquella que refiera a nuestras diversas capacidades y formas de ser.
Cuando hablamos de la diversidad así como de la educación inclusiva, demasiadas veces nos referimos a las personas diferentes como “las otras”. Y lo hacemos también quienes ideológicamente queremos avanzar hacia una sociedad incluyente, al decir cosas como que ´nosotros debemos trabajar para que los niños y niñas diferentes se sientan incluidos e incluidas´… todo eso lo tenemos que hacer nosotros, los ¿capacitados para todo?, los ¿normales?
Eso nos parece riesgoso, pues establecemos una separación absurda entre nosotros, los capacitados o normales, y los otros, los discapacitados o diferentes. De esta forma volvemos a la vieja tradición de lo normal y lo anormal,
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ubicándonos nosotros, por supuesto, en el bando de los normales. ¿No será mejor posicionarnos en el grupo de los seres humanos diversos? En la medida que nosotros nos sintamos diferentes, diversos, excepcionales, capaces para unas cosas y discapacitados para otras, iremos entendiendo y capacitándonos para la educación inclusiva y para la sociedad de la diversidad; ya que la educación inclusiva es un horizonte de posibilidades y está contra la división entre “nosotros” y “ellos”, los estudiantes “normales” y los “no normales”, y el uso de categorías o etiquetas entre personas. "¿Qué hay de malo en ser distinto? Ver a tanta gente cortada por el mismo patrón es decepcionante. No puedes ser creativo, innovador y todas esas cosas si te da miedo pensar, sentir y ser diferente" Robin Sharma
En el introito se habla de la diversidad, pero ¿nos queda claro ese concepto?
De manera general, el término diversidad es aquel que nos permite indicar, marcar o hablar de la variedad y diferencias que pueden presentar algunas cosas o personajes entre sí y que conviven en un contexto en particular, como lo es la comunidad.
En el terreno educativo, la diversidad ha ido adquiriendo una mayor importancia. La diversidad que se produce en el ámbito educativo tiene su origen en factores diversos como son los factores sociales, económicos, culturales, geográficos, religiosos, entre otros así como las diferentes capacidades intelectuales, psíquicas, físicas, sensoriales y motrices.
A esta amplia variedad de discrepancias entre unos alumnos y otros, se unen otros factores de diversidad como son: la diversidad de intereses, de motivaciones, de capacidades, de estilos cognitivos y culturales, y de necesidades propias de la naturaleza del niño
Así, en educación, la diversidad se entiende como “todas aquellas características excepcionales del alumnado, provocadas por distintos factores que requieren una atención especializada para que todos y cada uno de los niños y niñas aprenda” (Salinas, 2007: 13).
Ante este panorama es que la educación debe responder a las necesidades, situaciones y características de los niños, teniendo así un carácter preventivo y compensador puesto que los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo personal y social de las personas y para la futura vida adulta.
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La atención a la diversidad, busca fomentar la creación de ambientes de aprendizaje inclusivos, en las que no existan barreras, éstas surgen de la interacción entre los estudiantes y sus contextos: personas, políticas, instituciones, culturas y las circunstancias sociales y económicas que afectan sus vidas. “Una sociedad inclusiva es la que valoriza la diversidad humana y fortalece la aceptación de las diferencias individuales. Es dentro de ella que aprendemos a convivir, contribuir y construir juntos un mundo de oportunidades reales para todos.”
Algunas de las barreras más comunes son las siguientes:
Socioeconómicas:
Falta de recursos para el aprendizaje.
Pobreza que obliga al trabajo de menores que desertan de los centros escolares.
Ambientes comunitarios de riesgo.
Biológicas.
Ausencia o dificultad para el control de movimientos, deficiencias sensoriales o
mentales.
Físicas:
Ausencias de vías de acceso adecuadas para personas con problemas de movilidad.
Bancas inapropiadas para alumnos con problemas motores, zurdos o hiperactivos.
Dificultad para el uso de servicios como los higiénicos, las fuentes de agua, los teléfonos, etc.
Curriculares:
Rígido, poco o nada flexible.
Contenido curricular poco relacionado con las experiencias previas y la vida diaria de los alumnos.
Poca o ninguna correlación de los contenidos.
Administrativas:
No coordinación con las entidades comunitarias para la búsqueda y utilización de recursos.
Metodológicas:
Material de enseñanza poco comprensible.
Fallo en motivar al alumno.
Actitudinales:
Actitud sobreprotectora de padres, docentes o compañeros.
Acoso o rechazo de compañeros.
Barreras mentales del alumno.
La Educación Inclusiva como vía para la formación íntegra de una sociedad diversa
La sociedad excluyente en la que actualmente sobrevivimos requiere de una transformación, en la que se priorice una construcción permanente de la democracia y la participación ciudadana en todos los sectores de la sociedad, sin distinción de condiciones. La
La atención a la DIVERSIDAD no se fundamenta en diagnósticos específicos de los alumnos para recibir apoyos especiales y paralelos. La atención a la DIVERSIDAD se basa en la mediación social y pedagógica que realiza el docente para descubrir e impulsar los potenciales que poseen tod@s l@s niñ@s a partir de ambientes de respeto y diálogo entre las diferencias.
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construcción de esta nueva sociedad involucra la participación de todos los ciudadanos, de las autoridades e instituciones, de manera primordial de la escuela como institución que favorezca la equidad y la justicia social hacia los excluidos.
Vivir y ser parte del enfoque de la inclusión es un proceso que requiere del involucramiento, de acciones coordinadas, unificación de criterios y de cada uno de los sectores de la sociedad.
La escuela como institución, debe dar respuesta a la diversidad desde las acciones que implementa. Equiparar oportunidades, hacer frente a las barreras culturales y educativas, atender a la heterogeneidad y satisfacer las necesidades de todos los alumnos. Es un reto difícil de lograr, especialmente cuando insistimos en etiquetar, separar, distinguir o discriminar.
La educación inclusiva implica la responsabilidad de todos los actores del proceso de enseñanza aprendizaje y el apoyo hacia niños y niñas sin necesidad de etiquetarlas. Sólo de esta forma se logrará la formación de ciudadanos que se acepten como únicos y esto conlleva a la aceptación de la diversidad, formando personas íntegras.
Es claro que en un país capitalista como México, donde prima la competitividad como requisito para el éxito y una vida estable, es difícil lograr la utopía de una escuela para todos, donde no se haga distinciones por cualquier causa que parezca “anormal”. Sin embargo debemos creer que la educación contribuye a mejorar la cohesión social cuando es capaz de formar para la convivencia, y de brindar a las personas un mejor panorama de incorporación a la vida productiva, al desarrollo cultural y a las instituciones sociales, contribuyendo así a la conformación de una sociedad cada vez mejor. DIVERSOS Y TAMBIÉN DESIGUALES. ¿QUÉ HACER EN LA EDUCACIÓN?
La comunidad educativa debe dar respuestas a la diversidad del alumnado, tener en cuenta las dificultades que presentan y en qué niveles. A partir de estas consideraciones debe encontrar la metodología que mejor se adapte a sus características con el fin de dar a todos los niños una educación por igual, consiguiendo así la verdadera inclusión educativa.
Una vez que se logra la concientización tanto de la comunidad escolar como de la administración pública y sociedad es importante integrar el trabajo “inclusivo” como una realidad en el mundo laboral y social. Al lograr potenciar la idea de la escuela como una comunidad ligada al sentido de pertinencia y de responsabilidad compartida entre TODOS LOS SERES QUE LA INTEGRAN es esencial tener una idea de lo que significa comunidad para poder fomentarla en las escuelas.
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Muchas escuelas y clases inclusivas que consiguen su meta y enfatizan la comunidad se centran en el modo de organizarse, de tal manera que todos se sientan ligados, aceptados y apoyados, y en las que cada uno apoye a sus compañeros y a los demás miembros de la comunidad, al tiempo que se satisfacen sus necesidades educativas.
En suma, es importante atender a la diversidad en el aula, ya que existe una serie de pautas fundamentales que el profesorado podrá llevar a cabo para hacer frente a los distintos ritmos de aprendizaje, estilos y características de todos y cada uno de los niños. Debemos crear un ambiente acogedor, seguro donde los alumnos y alumnas se sientan queridos y valorados; alabar sus avances; ignorar las conductas inadecuadas y potenciar las adecuadas; ofrecer actividades que permitan varios niveles de dificultad y todas aquellas medidas que permitan un aprendizaje adecuado de todo el grupo que compone la clase. “Yo soy como soy y tú eres como eres, construyamos un mundo donde yo pueda ser sin dejar de ser yo, donde tú puedas ser sin dejar de ser tú, y donde ni yo ni tú obliguemos al otro a ser como yo o como tú”. Subcomandante Marcos ¿Cuándo educamos en la diversidad? ¿Y cuándo no?
Educar en y para la diversidad no es tarea simple, el encontrarse con ella no es algo conquistable y accesible de manera sencilla. El educar en y para es un aprendizaje que no se logra con un solo encuentro.
Podemos decir que estamos educando en la diversidad cuando:
• Nos damos cuenta que cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles.
• Contemplamos al niño como persona ya que se conocen sus sentimientos, emociones y motivaciones.
• Aceptamos que todos somos diferentes y dialogamos esas diferencias.
• Un grupo se enriquece con las diferencias de sus integrantes.
• Se diseñan actividades que atiendan las necesidades específicas de los niños.
• La regla de oro es que todos y cada uno de nuestros alumnos aprendan.
• Se construyen aulas sin barreras, donde exista todo lo necesario para el desenvolvimiento de todos.
• Tanto el maestro como el alumnado aprenden de la diferencia del otro y de la propia.
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• Reconocemos a la diversidad como una oportunidad de mejora.
• Se generan propuestas de intervención educativas pertinentes a los contextos donde se enseña.
• Existe una participación activa y el aprendizaje colaborativo de los diversos actores.
• Lograr que todos los estudiantes consigan avanzar en sus procesos de aprendizaje
• Considerar los intereses y motivaciones de nuestros alumnos.
A MANERA DE REFLEXIÓN
En el desarrollo del presente se han venido abordando distintos conceptos relacionados con la diversidad que como sociedad tenemos así como de las posibles vías para dar respuesta y atender a esta situación. Sin embargo, consideramos importante que más allá de recitar o conceptualizar es necesario concretar la inclusión en nuestra realidad pues ésta ha de coadyuvar a que todos y cada uno de nosotros logremos consolidar no un proyecto de vida, sino un proyecto de felicidad.
Así, la inclusión no sólo debe reflejarse en la escuela o en el aula, sino que se debe dar de manera simultánea en la sociedad ya que en ella es donde emergen las prácticas excluyentes derivadas de una dinámica social permeada multifactorialmente; por lo tanto enfrentamos la necesidad de una transformación ciudadana.
Ante este panorama, estimado lector, es que el cambio debe comenzar desde uno mismo, con la regla de las tres “D”: Deseo, Determinación y Dedicación, estas son sólo algunas de las características que como docentes debemos tener para lograr cumplir nuestra función laboral y socialmente hablando.
Consideramos esencial poner en práctica los valores personales como la empatía y la voluntad, la voluntad por aprender del otro y para el otro, la voluntad de capacitarnos e informarnos para atender a la diversidad perene en nuestra comunidad y, por ende, en el aula. Sólo así es que podremos hablar de una educación inclusiva y de calidad. REFERENCIAS - Arnaíz, P. (2005) Sobre la atención a la diversidad. Murcia: Editorial Consejería de Educación y Universidades. - Echeita, G (2000) Educación para la inclusión o no educación sin exclusiones. Madrid: Editorial Narcea - Silva, S. (2007) Atención a la diversidad: guía de actuación para docentes. España: Editorial Vigo - Gimeno, J. (S/F) Ante diversidad, ¿qué hacer en educación? Valencia: Editorial UDV - Marchesi, A., Et al. (2001)Avances y desafíos de la educación inclusiva en Iberoamérica. Madrid: Editorial OEI - Rosano, S. (2007) El camino de la inclusión educativa. Cuenca: S/E
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