1. DOMINGO DE RAMOS
Juan 12:12 Al día siguiente, al
enterarse la numerosa
muchedumbre que había llegado
para la fiesta, de que Jesús se
dirigía a Jerusalén,
Juan 12:13 tomaron ramas de
palmera y salieron a su
encuentro gritando: «¡ Hosanna!
¡Bendito el que viene en nombre
del Señor, y el Rey de Israel!»
Juan 12:14 Jesús, habiendo
encontrado un borriquillo, se
montó en él, según está escrito:
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8. El Señor antes había huido de toda aclamación
pública, pero en esta oportunidad el provoca esta
aclamación y acepta todas las alabanzas y elogios
que le dedica la gente.
Esta entrada nos demuestra el gran coraje de Jesús
al entrar en una ciudad donde los jefes están en
contra suya con odio a muerte. Y no llega a
escondidas sino en una forma que lo ubicaba con
toda intención en el centro mismo del escenario y
que hacía que todos los ojos se volvieran hacia él.
Todos los actos de los últimos días de Jesús lo
presentan de una manera valerosa y admirable que
no de muestra el mínimo temor a las consecuencias
tan graves que su actitud le puede acarrear.
9.
10. Todos los actos de los últimos días de Jesús lo
presentan de una manera valerosa y admirable
que no de muestra el mínimo temor a las
consecuencias tan graves que su actitud le
puede acarrear.
Jesús en sus últimos días se manifiesta en cada
escena como el Mesías, el Enviado de Dios. Si
el Señor se hubiera contentado con afirmar que
era un profeta, probablemente no lo habrían
crucificado. Pero él sólo se siente satisfecho en
el lugar supremo, en el sitio que le
corresponde: el de Mesías, Enviado de Dios,
Hijo del Altísimo.
11. Todos los actos de los últimos días de Jesús lo
presentan de una manera valerosa y admirable
que no de muestra el mínimo temor a las
consecuencias tan graves que su actitud le
puede acarrear.
Jesús en sus últimos días se manifiesta en cada
escena como el Mesías, el Enviado de Dios. Si
el Señor se hubiera contentado con afirmar que
era un profeta, probablemente no lo habrían
crucificado.
12. Jesús va a consumar su sacrificio en la cruz, va
a entregar su vida en amor al padre y a los
hombres. Y en esto él pone toda su gloria, es
por eso que en esos momentos quiere que se le
aclame como Rey y Mesías. Quiere celebrar la
gloria de su humillación, la gloria de su
sacrificio, la gloria de su amor a los hombres.
La multitud que acompañaba a Jesús en su
camino a Jerusalén al ver que el Señor pedía
montar en un asno, se enardece y entusiasma
poniendo sus mantos sobre el pollino para que
el Señor se siente sobre ellos. Era una manea
de adornar la cabalgadura en su honor.
13. Y también echan sus mantos sobre las tierra
por donde había de pasar Jesús. Además
cortan ramas de árboles, de olivos y palmeras, y
comienzan a alabar al Señor proclamándole
como el verdadero Mesías y el Rey que
establecería el reino y gritaban con júbilo
“Hosanna”.
“Hosanna” originalmente tenía el sentido de una
súplica: “salvanos”; pero en aquel tiempo ya su
sentido concreto era el de una alabanza a Dios:
“Gloria, honor…” Y con esta palabra comienzan
las aclamaciones del pueblo hacia Jesús.
14. La aclamación: “¡Bendito el que viene en
nombre del Señor! Esta tomada del Salmo
117,26 y se refería al Mesías que vendría.
En el Antiguo Testamento el Mesías se presenta
como descendiente de la casa de David y sería
proclamado Rey en el nuevo reinado que él
estableciese. Esto explica las aclamaciones:
“¡Hosanna al Hijo de David1 ¡Bendito el Rey de
Israel! ¡Bendito el Reino que viene, de nuestro
padre David!”.
15. El entusiasmo se desbordó aún más y cuando
ya Jesús estaba bajando por el monte de los
Olivos, la gente de Jerusalén se dio cuenta que
llegaba el Señor Jesús entre aclamaciones,
salieron a su encuentro uniéndose a las
aclamaciones de los que ya le acompañaban y
en medio del entusiasmo y la alabanza hizo su
entrada triunfal en Jerusalén.
16. Lucas y Juan nos dicen algo de la reacción de
los fariseos. Había orden de prender al Señor,
mas quien se atrevería a increpar directamente
al Señor. Ellos entendían que Jesús se
proclamaba el verdadero Mesías al aceptar las
aclamaciones con las que le alababa la
multitud. Por eso se dirigen a él y le dicen:
“Maestro, reprende a tus discípulos.”
El Señor Jesús les responde: “os digo que si
éstos callan, gritarán las piedras.”
17. La respuesta de Jesús implica una confesión
mesiánica de su persona. El acepta todas las
alabanzas que le tributan sus discípulos y la
multitud que le rodea.
Los fariseos mordidos por el odio y la envidia al
Señor, comentan amargamente que no
adelantan nada en su persecución a Jesús; dan
a entender que hay que buscar otros medios
más eficaces para acabar con su persona.
18. Sumada esta aclamación de la multitud al
milagro de la Resurrección de Lázaro ellos
toman la decisión de prender a Jesús y darle
muerte.
Vemos una nueva manifestación de la dureza e
hipocresía de estos hombres.
En síntesis vemos que esta entrada de Jesús era
un nuevo llamado a los hombres de todas las
naciones y razas para que le abrieran: no sus
palacios, sino sus corazones.