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INTRODUCCIÓN
En condiciones fisiológicas existe una escasa
cantidad de líquido pleural (LP), unos 5-15 ml en
cada hemitórax, que lubrifica y facilita el desplaza-
miento de las dos hojas pleurales que delimitan la
cavidad pleural. Se denomina derrame pleural (DP)
al acúmulo de líquido en el espacio pleural.
Tanto la pleura parietal como la visceral están
irrigadas por vasos dependientes de la circulación
sistémica, pero difieren en el retorno venoso, pues
los capilares de la pleura visceral drenan en las
venas pulmonares mientras que los de la parietal
lo hacen en la vena cava. El LP proveniente de
ambas hojas fluye a la cavidad pleural a un ritmo
de unos 0,5 ml/hora. La circulación linfática, espe-
cialmente la de la pleura parietal, tiene un papel
primordial en la absorción de líquido y células desde
el espacio pleural, que es más intensa en las zonas
más declives del tórax, y aumenta considerable-
mente cuando existe un DP.
MECANISMOS DE PRODUCCIÓN
DEL DERRAME PLEURAL
Según Sahn(1) existen seis mecanismos res-
ponsables posibles:
• Aumento de la presión hidrostática a nivel
de los capilares de la circulación pulmonar,
como ocurre en la insuficiencia cardiaca. Da
lugar a trasudados.
• Descenso de la presión oncótica en los capi-
lares, como ocurre cuando existe hipoprotei-
nemia (sobre todo por hipoalbuminemia), inde-
pendientemente de su causa. Produce trasu-
dados.
• Aumento de la presión negativa del espa-
cio pleural, como sucede en la atelectasia pul-
monar masiva. Por sí solo produce un derrame
pequeño.
• Aumento de la permeabilidad capilar a nivel
de la pleura, por una patología propia, ya sea
de causa infecciosa, neoplásica, o inmunoló-
gica. Origina exudados.
• Alteración del drenaje linfático, ya sea por
bloqueo de los ganglios linfáticos subpleura-
les o mediastínicos, como ocurre en las neo-
plasias, o por rotura del conducto torácico,
como sucede en los linfomas y traumatismos.
Puede producir trasudados, exudados o qui-
lotórax.
• Paso de líquido desde la cavidad peritone-
al, a través de los linfáticos diafragmáticos o de
pequeños defectos del diafragma, como se pro-
duce en la ascitis. Las características del LP son
iguales a la del líquido ascítico.
Están implicados varios mecanismos en los
traumatismos torácicos y la yatrogenia (endos-
copia digestiva, esclerosis de varices, exploración
instrumental de la pleura, etc.). Producen exuda-
Manejo del paciente
con derrame pleural
R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón
295
24
dos, con frecuencia serohemáticos, y en ocasiones
hemotórax.
DIAGNÓSTICO DEL DERRAME PLEURAL
Es fundamental una historia clínica con la ocu-
pación laboral, posible exposición a tabaco y asbes-
to, fármacos usados y enfermedades previas o
actuales, sobre todo cardiopatías, hepatopatías y
nefropatías crónicas, neoplasias y colagenosis.
Síntomas
• Disnea. Es el síntoma más frecuente. Se pro-
duce cuando el DP es de cierta importancia,
aproximadamente mayor de 1/3 de hemitó-
rax, o bien cuando, siendo de menor cuantía,
acompaña a otra patología pulmonar o cardia-
ca. También influyen en su presencia la aso-
ciación de dolor y la rapidez de producción del
DP. La disnea puede aumentar con el decúbi-
to contralateral al derrame.
• Dolor pleurítico. La pleura visceral carece de
terminaciones nerviosas, por lo que el “dolor
pleurítico” es por afectación de la pleura parie-
tal. Habitualmente el dolor se refleja en la
pared torácica, excepto cuando la lesión afec-
ta a la parte central del diafragma, inervada
por el nervio frénico, y el dolor se transmite
al hombro y cuello. Se produce sobre todo
cuando existe una patología primaria de la
pleura. No suele aparecer cuando el DP es
secundario a patología extrapleural, y se
puede encontrar de forma casual en estos
casos.
• Tos seca, por irritación pleural.
Exploración física
La semiología del derrame es evidente cuan-
do tiene una cierta cuantía, y en ocasiones está
influida por las características anatómicas de la pared
torácica. El hemitórax afectado puede estar abom-
bado y poco móvil si el DP es severo. Se encon-
traría una disminución de la transmisión de las vibra-
ciones vocales y matidez a la percusión, con aboli-
ción de la ventilación en la zona afecta, y en oca-
siones un “roce” o un “soplo” en el límite supe-
rior del derrame. La búsqueda de estos signos es
fundamental en el momento de realizar la tora-
centesis.
Métodos de imagen
Radiografía de tórax, posteroanterior
y lateral
El DP comienza a ser visible en la radiografía
posteroanterior cuando la cantidad de LP es mayor
de unos 100 ml. Cuando el LP está libre adopta
una forma típica de menisco (Figura 1) de conca-
vidad hacia arriba (aparente). Con frecuencia el LP
se encapsula o presenta tabicaciones en su inte-
rior, y entonces no presenta esta morfología. Cuan-
do el DP es severo produce desplazamiento medias-
tínico contralateral (Figura 2).
296 R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón
Figura 1. Derrame pleural “típico”. Figura 2. Derrame pleural masivo.
A veces el LP se localiza en las cisuras interlo-
bares o subpulmonar (Figura 3), caracterizándose
en este último caso porque la parte más alta de
la aparente cúpula del diafragma está desviada hacia
la pared torácica, o porque la burbuja gástrica está
a más de 2 cm de la supuesta cúpula diafragmá-
tica.
Es difícil conocer la cuantía del DP cuando la
radiografía está hecha en decúbito. Cuando es muy
pequeño y se duda si es un engrosamiento pleu-
ral o que tenga un componente subpulmonar, o se
quiere confirmar que el líquido está libre, se puede
recurrir a la radiografía en decúbito homolateral. En
esta proyección se considera DP mínimo cuando
la distancia entre la línea del derrame y la pared
torácica es mayor de 1 cm.
Cuando el DP se presenta con un nivel hori-
zontal es debido al paso de aire a la cavidad pleu-
ral. La presencia de este aire en escasa cantidad
puede ser debida a una toracentesis previa, a la
presencia de una fístula broncopleural o a la infec-
ción por gérmenes anaerobios.
Tomografía computarizada (TAC)
de tórax
Es más sensible que la radiografía simple, pues-
to que el derrame es visible con una mínima can-
tidad de líquido. Su realización tiene especial inte-
rés en los casos de “encapsulados” pleurales, para
delimitar una patología pulmonar asociada al derra-
me y para detectar posibles implantes neoplásicos
en el estudio del DP sospechoso de malignidad.
En este último caso se puede usar como guía para
la biopsia si el DP es pequeño y existe engrosa-
miento pleural(2) (Figura 4).
Ecografía torácica
Ayuda a precisar la situación del DP “encapsu-
lado”, especialmente con vista a la toracentesis, que
se puede hacer ecoguiada. Sirve para cuantificar
con precisión el volumen del DP en pacientes some-
tidos a ventilación mecánica(3) o que no se pueden
poner en bipedestación, por si procede toracen-
tesis. También distingue entre derrame y engrosa-
miento pleurales.
DIAGNÓSTICO ETIOLÓGICO
Toracentesis
Es la primera exploración a realizar para esta-
blecer la etiología del DP cuando presenta al menos
una mínima cuantía, salvo que el diagnóstico etio-
lógico sea evidente. Las principales contraindica-
ciones relativas son la alteración severa de la coa-
gulación y la trombopenia (< 50.000 plaque-
tas/mm3). Sus complicaciones más frecuentes son
la reacción vagal y el neumotórax (3-8%).
La contaminación por sangre de la muestra
modifica sus parámetros bioquímicos, aunque para
hacerlo de forma significativa la cantidad tiene que
297
Manejo del paciente con derrame pleural
Figura 3. Formas “atípicas” de derrame pleural: A) en cisuras y B) subpulmonar.
A B
ser importante, lo que es raro en una toracentesis
diagnóstica. No es necesaria radiografía de con-
trol salvo que se sospeche neumotórax o el pacien-
te esté con ventilación mecánica.
Se debe extraer una muestra de unos 20-30
ml con lo que se puede hacer la bioquímica, pH,
estudio celular, incluido recuento de hematíes y leu-
cocitos con su fórmula, citología para células neo-
plásicas y cultivo-baciloscopia.
Componentes bioquímicos
Se deben analizar siempre los siguientes com-
ponentes bioquímicos, que son orientativos, y a
veces diagnósticos, de la etiología:
• Proteínas totales (PT). Su valor normal es de
1-2,4 g/dl. Según los criterios de Light(4), las
PT distinguen los exudados, caracterizados por
presentar una relación PTLP/PTplasma > 0,5 o
bien unas PT mayores de 3 g/dl, de los tra-
sudados. Los exudados tienen un color ama-
rillo oscuro, mientras que los trasudados sue-
len ser de color amarillo más claro. Cuando
los trasudados se tratan durante un tiempo
con diuréticos pueden tener unas PT algo
mayores de 3 g/dl.
• Lacticodeshidrogenasa (LDH). Su valor nor-
mal es < 50% de la plasmática. Según los cri-
terios de Light(4), distingue los exudados, con
una LDHLP mayor de los 2/3 del límite supe-
rior normal de la LDH plasmática, o una rela-
ción entre LDHLP/LDHplasma > 0,6, de los trasu-
dados.
Cuando el LP presenta al menos uno de estos
criterios el DP se valora como exudado, lo que tiene
unas connotaciones para posteriores exploraciones.
Estos criterios tienen una sensibilidad del 100%
para exudados, pero tienen menor especificidad,
por lo que un 15-30% de los trasudados son con-
siderados erróneamente como exudados. Con una
rentabilidad diagnóstica del 96% se siguen consi-
derando(5) los criterios más idóneos para distinguir
trasudados y exudados.
Existen nuevas propuestas(6) para esta distin-
ción, como la viscosidad del LP(7) y la detección del
péptido natriurético cerebral (BNP); un valor en LP
mayor de 1.500 pg/ml presenta una alta rentabi-
lidad para diagnosticar los trasudados de la insufi-
ciencia cardiaca(8). Un valor en plasma mayor de
500 pg/ml tiene el mismo valor diagnóstico y evita
la toracentesis.
Las etiologías posibles del DP son muy nume-
rosas (Tabla I), aunque la gran mayoría de los exu-
dados, en nuestro medio, son de origen metaneu-
mónico, neoplásico, secundarios a tromboembolis-
mo pulmonar (TEP) o tuberculosos. La causa más
frecuente de trasudados es la insuficiencia cardiaca.
• Glucosa. Su valor normal es similar al del plas-
ma. Disminuye cuando hay mayor actividad
metabólica de las células mesoteliales, lo que
ocurre en los empiemas, donde su valor puede
298 R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón
Figura 4. Derrame pleural e infarto pulmonar en un TEP. Además existe una atelectasia del LII de otra etiología.
estar próximo a cero, en el DP paraneumóni-
co y tuberculoso, en el neoplásico, en la artri-
tis reumatoide y en el lupus.
• pH. Sus variaciones de valor son paralelas a los
de la glucosa. Si el DP es pequeño puede des-
cender falsamente por la mezcla del anesté-
sico local. Los trasudados suelen presentar un
pH entre 7,45-7,55, mientras que en los exu-
dados oscila entre 7,30-7,45. Un valor inferior
lo presentan algunos derrames tuberculosos y
neoplásicos, y en ocasiones la artritis reuma-
toide y el lupus, pero su valor más bajo se
encuentra en los derrames paraneumónicos
complicados, definidos por un pH < 7,0-7,20
y, sobre todo, en los empiemas y la rotura de
esófago. En el DP tabicado el pH puede variar
en las distintas cámaras(9).
Algunas determinaciones se piden por sospe-
cha de una patología concreta:
• Adenosindesaminasa (ADA). Cuando su valor
es > 45 U/L diagnostica etiología tuberculosa
con una sensibilidad del 97%(10), aunque pue-
den existir falsos positivos, como en los empie-
mas y DP paraneumónicos complicados, y rara
vez en neoplasias, especialmente en el
mesotelioma. Su utilidad es menor en países
de baja prevalencia de tuberculosis y en inmu-
nodeprimidos.
• Lisozima. Una relación lisozimaLP/lisozimaplasma
> 1,2 tiene una rentabilidad muy alta para el
diagnóstico de DP tuberculoso, si se excluye el
empiema.
• Interferón gamma. Se debe realizar si se sos-
pecha de DP tuberculoso,. Tiene una especi-
299
Manejo del paciente con derrame pleural
Trasudados Exudados
Insuficiencia cardiaca congestiva Infecciosos: Paraneumónico/empiema
Cirrosis hepática descompensada Tuberculosis
Insuficiencia renal crónica Actinomicosis, Nocardia (poco frecuentes)
Infrecuentes: Hongos (poco frecuentes)
Síndrome de vena cava superior Neoplásicos: Mesotelioma difuso
Pericarditis constrictiva Cáncer de pulmón (10% trasudados)
Síndrome de Dressler Metástasis (mama, digestivo, riñón, etc.)
Síndrome nefrótico Mieloma/leucemias
Diálisis peritoneal Inflamatorios: Artritis reumatoide
Urinotórax Lupus sistémico
Síndrome de Meigs Enfermedad de Wegener
Postparto Síndrome de Sjögren y otros muy infrecuentes
Hipotiroidismo Sarcoidosis
Patología abdomen: Rotura de esófago
Pancreatitis/pseudoquiste pancreático
Cirugía/absceso subfrénico
Síndrome de hiperestimulación ovárica
Endometriosis
Otros: Tromboembolismo pulmonar (raro trasudado)
Traumatismos torácicos/RCP
Cirugía cardiaca
DP “benigno” por asbesto
Radioterapia
Fármacos: amiodarona, metotrexato, bromocriptina
y otros poco usados
Tabla I. Etiología de los trasudados y exudados
ficidad del 98%(11) para valores mayores de 3,7
UI/ml.
• Triglicéridos. Cuando su valor es mayor de 110
mg/dl y más alto que el de los triglicéridos en
plasma, el DP se denomina quilotórax, y en
estos casos el líquido es de aspecto lechoso
y espeso, y presenta quilomicrones. Su etio-
logía más frecuente son los traumatismos, inclui-
da la trombosis yatrógena por catéteres de la
vena cava superior o de la subclavia izquierda,
la cirugía torácica, las neoplasias, especialmente
los linfomas, y la cirrosis hepática. Algunos son
idiopáticos.
• Colesterol. Se ha usado como criterio acce-
sorio para distinguir trasudados, con niveles <
60 mg/dl, de exudados. Cuando su contenido
en el LP es alto el derrame se denomina pseu-
doquilotórax, y se considera como un derra-
me “crónico”, habitualmente secuela de una
tuberculosis o artritis reumatoide antiguas, por
lo general acompañado de engrosamiento e
incluso calcificación pleural. El líquido suele con-
tener cristales de colesterol.
• Amilasa. Su valor en LP supera la amilasa sérica
en las pancreatitis y en el pseudoquiste pancre-
ático, donde alcanza su máximo valor, y en la
rotura esofágica (isoenzima salival). Excepcio-
nalmente está elevada en derrames malignos.
• Marcadores tumorales. Carecen de valor diag-
nóstico específico. Pueden ayudar a plantear
técnicas invasivas cuando la sospecha clínica
de DP neoplásico es alta y el valor de los mar-
cadores es claramente positivo.
• Creatinina. El urinotórax, producido por el
paso de orina desde la cápsula renal al espa-
cio pleural en casos de uropatía obstructiva, se
caracteriza por una relación creatininaLP/creati-
ninaplasma > 1. El LP huele a orina y es un tra-
sudado con pH ácido. Niveles inferiores a los
séricos aparecen en la insuficiencia renal cró-
nica.
• Estudios inmunológicos. Títulos de anticuerpos
antinucleares > 1/160 o mayores que en el suero
son muy específicos de pleuritis lúpica. Títulos
de factor reumatoide > 1/320 o superiores a los
séricos sugieren pleuritis reaumatoide.
Celularidad del LP
Normalmente hay menos 5.000 células/mm3,
la mayor parte de las cuales corresponden a macró-
fagos, linfocitos y células mesoteliales. No hay hema-
tíes o son muy escasos.
• Hematíes. Cuando su número es mayor de
20.000 hematíes/mm3 el LP tiene un color
anaranjado, y con cifras más altas un aspecto
sanguinolento, y el DP se denomina serohe-
mático, aunque su hematocrito suele ser muy
bajo, habitualmente del 1-3%. Sus causas más
frecuentes son las neoplasias, el TEP, los trau-
matismos y la cirugía cardiaca(12).
En ocasiones el LP es francamente hemorrági-
co, y en estos casos se denomina hemotórax
cuando la relación entre hematocritoLP/hema-
tocritosangre es mayor del 50%, pensando enton-
ces en un sangrado activo en la cavidad pleu-
ral. Las etiologías más frecuentes son los trau-
matismos, las alteraciones severas de la coagu-
lación y la rotura de aneurisma de aorta.
• Leucocitos. Su valor absoluto es de escaso
interés diagnóstico. Cuando predominan los
neutrófilos se sugieren los diagnósticos de infar-
to pulmonar y sobre todo DP paraneumónico
y empiema. Cuando predominan los linfocitos
por encima del 80% el DP se considera de
evolución subaguda o crónica, y sugiere tuber-
culosis, neoplasia, artritis reumatoide y sarcoi-
dosis. Cuando el recuento de eosinófilos es
mayor del 10% de los leucocitos, las etiologías
más frecuentes son toracentesis repetidas, infar-
to pulmonar, eosinofilia pulmonar, reacción a
fármacos y pleuritis por asbesto, aunque a veces
aparecen en los derrames neoplásicos.
• Células mesoteliales. Su número puede ser
pequeño o estar ausentes tanto en la tuber-
culosis como en las neoplasias, teniendo esca-
so valor diagnóstico.
• Células neoplásicas. La citología es positiva
en más del 50% de los derrames neoplásicos,
aunque la rentabilidad está influida por la expe-
riencia del anatomopatólogo. Aumenta si se
repite el estudio en otra muestra. Es positiva
con más frecuencia en los adenocarcinomas.
Se considera que cuanto más bajo es el pH y
300 R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón
mayor la LDH, la afectación pleural es más
extensa, y la citología es más frecuentemente
positiva. Las técnicas de inmunohistoquímica
permiten distinguir el adenocarcinoma metas-
tásico del mesotelioma, tumores con anatomía
patológica parecida. Si se sospecha linfoma se
debe hacer citometría de flujo.
Estudios microbiológicos
• Cultivo. Se debe realizar cuando se supone
etiología infecciosa, aunque con frecuencia el
LP es estéril. Los cultivos son positivos en más
del 50% de los DP paraneumónicos compli-
cados y los empiemas(13). Los gérmenes aisla-
dos en más de la mitad de los pacientes son
bacterias aeróbicas grampositivas como Strep-
tococcus pneumoniae y Staphylococcus aureus,
este último después de traumatismos o pro-
cedimientos quirúrgicos, y bacilos gramnegati-
vos, como Haemophilus influenzae, Escheri-
chia coli y Pseudomonas aeruginosa; el 15%
están causados por gérmenes anaerobios exclu-
sivamente, y el resto, por flora mixta(14). Cuan-
do el LP tiene olor fétido es imprescindible soli-
citar cultivo de anaerobios, casi siempre pre-
sentes en los empiemas, aunque a veces su
crecimiento es difícil. Un cultivo positivo ayuda
a cambiar el tratamiento antibiótico si proce-
diera. Si se sospecha tuberculosis se debe pedir
cultivo específico, que presenta una sensibili-
dad en torno al 35%(15).
• Tinción de Gram. Indicada en los derrames de
etiología infecciosa, sirve para plantear un tra-
tamiento antibiótico inicial más específico.
• Baciloscopia. Se debe realizar cuando se valo-
ra la posibilidad de etiología tuberculosa, aun-
que su rentabilidad es bastante baja, en torno
al 5%(15).
• Detección de antígenos. Se ha podido detec-
tar antígeno neumocócico en el LP, pero la téc-
nica no está estandarizada(16).
Biopsia pleural
Tiene especial interés cuando se plantea etio-
logía tuberculosa, donde tiene una sensibilidad del
60-80% o incluso algo mayor(13). En estos casos
se deben tomar al menos cuatro fragmentos y remi-
tir una muestra para cultivo específico. Es una alter-
nativa a la toracoscopia, cuando no se dispone de
ella, para los derrames de etiología supuestamen-
te neoplásica. En estos casos la sensibilidad está
en torno al 45-60%(13). Si es negativa, es mejor rea-
lizar una toracoscopia a la segunda biopsia(17).
Está contraindicada en el derrame paraneu-
mónico complicado y los empiemas, así como en
las alteraciones severas de la coagulación o cuan-
do existen menos de 50.000 plaquetas/mm3.
Puede producir diseminación tumoral en la vía de
la aguja en los mesoteliomas. Su complicación más
frecuente es el neumotórax (10%); otras, como la
infección pleural, el hemotórax o la laceración de
hígado o bazo son raras. Se debe realizar radiografía
de control después del procedimiento.
Toracoscopia
Indicada cuando el DP es un exudado en
pacientes mayores de 40 años y por el contexto
clínico-radiológico o características del LP se han
descartado otras etiologías. En este grupo de pacien-
tes, si el DP es masivo y el LP serohemático la pro-
babilidad de malignidad es muy alta(18), y estaría
especialmente indicada como primera prueba diag-
nóstica. Su sensibilidad en el DP maligno es mayor
del 90% y aumenta si se asocia a la citología. Si es
negativa se puede recurrir a una segunda toracos-
copia con toma de múltiples muestras cuando se
sospecha mesotelioma(17), sobre todo en caso de
que el paciente presente buena situación general
y recidiva del derrame, con vistas a pleurodesis.
Sus contraindicaciones son alteraciones de la
coagulación similares a las de la biopsia y la ausen-
cia de cámara pleural. Se debe realizar radiografía
de control.
Otras exploraciones
En ocasiones concretas puede estar indicada
la realización de otras pruebas:
• Fibrobroncoscopia. Es la primera exploración
a realizar en caso de que, por la clínica, la radio-
grafía o la TAC, con masa, atelectasia o ade-
nopatías, se valore un carcinoma de pulmón
como primera posibilidad etiológica.
301
Manejo del paciente con derrame pleural
• TAC abdominal. Cuando se piense que el DP
pueda ser secundario a patología tumoral
metastásica o a cualquier patología abdominal.
• Tomografía por emisión de positrones. Puede
ser útil en el diagnóstico del DP neoplásico,
aunque no se tiene la suficiente experiencia.
• Resonancia magnética nuclear. Aporta resul-
tados similares a los de la TAC, por lo que rara
vez está indicada.
Aun aplicando todas las posibilidades diag-
nósticas la etiología del DP queda sin filiar en apro-
ximadamente 5-10% de los enfermos. En estos
casos se recomienda seguimiento. En torno al 25%
de estos pacientes tendrán una neoplasia.
MANEJO DEL DERRAME PLEURAL
Está condicionado por la etiología y la cuantía
del derrame. El protocolo de diagnóstico del DP y
su manejo posterior está en la Figura 5.
Trasudados
El tratamiento es el específico de la enferme-
dad que lo produce. En caso de que el DP sea
importante y produzca disnea se debe realizar tora-
centesis evacuadora. La evacuación del derrame se
debe realizar con mucha lentitud para evitar el edema
pulmonar ex vacuo. Haciéndolo de esta forma se
pueden evacuar hasta 1.500 cc de líquido sin com-
plicaciones y sin necesidad de medir la presión intra-
pleural(19). Se debe hacer radiografía de control.
Exudados
Cuando se conoce el diagnóstico etiológico y
la cantidad de LP es importante se puede realizar
toracentesis evacuadora. Si recidiva el DP se debe
considerar colocar drenaje, dependiendo de la evo-
lución clínica y de la bioquímica del LP(20). En los
casos de DP casi masivo, independientemente de
su etiología, o DP paraneumónico complicado (pH
< 7,2 o cultivo positivo) es necesario colocar dre-
naje torácico, fino o grueso dependiendo de la natu-
raleza del líquido(21), aunque no hay estudios ale-
atorizados que demuestren una mayor eficacia
según el tamaño del drenaje en este tipo de derra-
mes(13). Se debe retirar cuando el débito es menor
de 50-100 ml/24 h.
La elección del antibiótico en el DP metaneu-
mónico dependerá de que la neumonía sea comu-
302 R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón
Figura 5. Algoritmo de diagnóstico y manejo del derrame pleural.
TUBO DE DRENAJE
Grueso: empiema, hemotórax y quilotórax
¿Fino?: metaneumónico complicado, DP masivo
Trasudado
(evacuar si DP severo)
Exudado
Etiología conocida
(evacuar si DP significativo)
Etiología desconocida
TAC con adenopatías
masa/atelectasia
BRONCOSCOPIA
< 40 años
Sospecha TBC
BIOPSIA PLEURAL
(+)
(–)
Evacuar si es severo
Maligno, ¿pleurodesis?
(+)
Maligno, ¿pleurodesis?
(–)
(+)
Evacuar si es severo
(–)
> 40 años, DP masivo,
LP serohemático
TORACOSCOPIA
?
?
TAC
TORACENTESIS
(si LP encapsulado ¿ecoguiada?)
No hacer si: Etiología evidente
DP en cisuras o subpulmonar
DP mínimo (Rx decúbito lateral)
Derrame pleural (historia-exploración-Rx)
nitaria o nosocomial, y de la presencia o no de deter-
minados factores de riesgo en el huésped(16). Hay
que mantenerlos al menos durante dos semanas.
En el DP tuberculoso se hace el mismo tratamien-
to que en la tuberculosis pulmonar. El uso de cor-
ticoides no previene la paquipleuritis(22).
Empiema
Cuando el líquido es purulento es imprescin-
dible el drenaje torácico con tubo grueso, y trata-
miento antibiótico que incluya uno con cobertura
para gérmenes anaerobios, manteniéndolos 3 ó 4
semanas.
En caso de dificultad para drenarse, y sobre
todo cuando el derrame está encapsulado o pre-
senta tabicaciones, se debe recurrir pasadas 24
horas (23) a los fibrinolíticos tópicos, siendo el más
usado la uroquinasa, a dosis que no están bien esta-
blecidas y varían desde 100.000 UI/8-24 h a
200.000 UI/24 h. También se ha utilizado la estrep-
toquinasa(24). Están contraindicados en casos de
cirugía o traumatismo craneoencefálico recientes,
coagulopatías, hemorragia intrapleural en los 5 días
previos, sospecha de fístula broncopleural y en el
embarazo(25). Si el paciente tiene mala evolución
clínica está indicada la toracoscopia o toracotomía.
Quilotórax
Si son pequeños se puede hacer toracentesis
evacuadora. Si son más severos o muestran ten-
dencia a recidivar se debe realizar drenaje con tubo
grueso, junto a medidas dietéticas, recurriendo en
ocasiones a la nutrición parenteral, y el tratamiento
etiológico. En los casos de linfomas o carcinomas
metastásicos refractarios a tratamiento con radio o
quimioterapia se puede realizar pleurodesis con
talco(26). En los que tienen un origen traumático, si
el drenaje es mayor de 1.500 ml/día durante 5 o
más días puede ser necesaria la ligadura del con-
ducto torácico mediante toracoscopia o toracotomía.
Hemotórax
Salvo que sean pequeños, con un volumen
estimado menor de 300 ml, es imprescindible su
evacuación con drenaje torácico, debiéndose usar
en estos casos tubo grueso de 28-32F y tratamiento
antibiótico profiláctico(13). El drenaje está contrain-
dicado cuando se sospecha rotura de aneurisma
aórtico, porque puede favorecer la progresión de
la hemorragia. Cuando el LP drenado inicialmen-
te supera los 1.500 ml o su ritmo de drenaje es
> 200 ml/hora, se debe realizar toracotomía(14) o
toracoscopia(27). En caso de que existieran proble-
mas de drenaje se puede recurrir al uso de fibri-
nolíticos a partir del 5º día de cesar la hemorra-
gia, o a la evacuación de los coágulos mediante
toracoscopia.
Derrame pleural recidivante
Se produce en los trasudados y en los exuda-
dos de origen neoplásico. En este último caso, cuan-
do se estima que la esperanza de vida es mayor
de pocos meses, se puede hacer pleurodesis en
lugar de toracentesis repetidas. Para su indicación
es necesario que la disnea sea debida fundamen-
talmente al derrame y que el pulmón se pueda
reexpandir. No está indicada en los trasudados salvo
que no queden otras alternativas terapéuticas.
Se han usado varias sustancias para la pleuro-
desis, siendo las más frecuentes el talco, el clorhi-
drato de tetraciclina, y agentes quimioterápicos. El
más utilizado es el talco, que puede ser pulverizado
a través del toracoscopio, o instilado a través de un
drenaje torácico fino o grueso, usando una solución
de 4 g de talco en 50 ml de suero salino. Con talco
pulverizado se obtienen mejores resultados(28), lle-
gando hasta un 78% de respuestas completas(29).
Se consideró que valores del pH < 7,2 tienen un por-
centaje de fracasos muy alto, aunque un metaaná-
lisis(30) demostró que el pH del LP no se relaciona
bien con el resultado de la pleurodesis.
Cuando la esperanza de vida es corta, como
alternativa a las toracentesis repetidas, se puede
usar un drenaje conectado a bolsa o un frasco de
vacío portátil que se puedan evacuar.
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Manejo del paciente con derrame pleural

  • 1. INTRODUCCIÓN En condiciones fisiológicas existe una escasa cantidad de líquido pleural (LP), unos 5-15 ml en cada hemitórax, que lubrifica y facilita el desplaza- miento de las dos hojas pleurales que delimitan la cavidad pleural. Se denomina derrame pleural (DP) al acúmulo de líquido en el espacio pleural. Tanto la pleura parietal como la visceral están irrigadas por vasos dependientes de la circulación sistémica, pero difieren en el retorno venoso, pues los capilares de la pleura visceral drenan en las venas pulmonares mientras que los de la parietal lo hacen en la vena cava. El LP proveniente de ambas hojas fluye a la cavidad pleural a un ritmo de unos 0,5 ml/hora. La circulación linfática, espe- cialmente la de la pleura parietal, tiene un papel primordial en la absorción de líquido y células desde el espacio pleural, que es más intensa en las zonas más declives del tórax, y aumenta considerable- mente cuando existe un DP. MECANISMOS DE PRODUCCIÓN DEL DERRAME PLEURAL Según Sahn(1) existen seis mecanismos res- ponsables posibles: • Aumento de la presión hidrostática a nivel de los capilares de la circulación pulmonar, como ocurre en la insuficiencia cardiaca. Da lugar a trasudados. • Descenso de la presión oncótica en los capi- lares, como ocurre cuando existe hipoprotei- nemia (sobre todo por hipoalbuminemia), inde- pendientemente de su causa. Produce trasu- dados. • Aumento de la presión negativa del espa- cio pleural, como sucede en la atelectasia pul- monar masiva. Por sí solo produce un derrame pequeño. • Aumento de la permeabilidad capilar a nivel de la pleura, por una patología propia, ya sea de causa infecciosa, neoplásica, o inmunoló- gica. Origina exudados. • Alteración del drenaje linfático, ya sea por bloqueo de los ganglios linfáticos subpleura- les o mediastínicos, como ocurre en las neo- plasias, o por rotura del conducto torácico, como sucede en los linfomas y traumatismos. Puede producir trasudados, exudados o qui- lotórax. • Paso de líquido desde la cavidad peritone- al, a través de los linfáticos diafragmáticos o de pequeños defectos del diafragma, como se pro- duce en la ascitis. Las características del LP son iguales a la del líquido ascítico. Están implicados varios mecanismos en los traumatismos torácicos y la yatrogenia (endos- copia digestiva, esclerosis de varices, exploración instrumental de la pleura, etc.). Producen exuda- Manejo del paciente con derrame pleural R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón 295 24
  • 2. dos, con frecuencia serohemáticos, y en ocasiones hemotórax. DIAGNÓSTICO DEL DERRAME PLEURAL Es fundamental una historia clínica con la ocu- pación laboral, posible exposición a tabaco y asbes- to, fármacos usados y enfermedades previas o actuales, sobre todo cardiopatías, hepatopatías y nefropatías crónicas, neoplasias y colagenosis. Síntomas • Disnea. Es el síntoma más frecuente. Se pro- duce cuando el DP es de cierta importancia, aproximadamente mayor de 1/3 de hemitó- rax, o bien cuando, siendo de menor cuantía, acompaña a otra patología pulmonar o cardia- ca. También influyen en su presencia la aso- ciación de dolor y la rapidez de producción del DP. La disnea puede aumentar con el decúbi- to contralateral al derrame. • Dolor pleurítico. La pleura visceral carece de terminaciones nerviosas, por lo que el “dolor pleurítico” es por afectación de la pleura parie- tal. Habitualmente el dolor se refleja en la pared torácica, excepto cuando la lesión afec- ta a la parte central del diafragma, inervada por el nervio frénico, y el dolor se transmite al hombro y cuello. Se produce sobre todo cuando existe una patología primaria de la pleura. No suele aparecer cuando el DP es secundario a patología extrapleural, y se puede encontrar de forma casual en estos casos. • Tos seca, por irritación pleural. Exploración física La semiología del derrame es evidente cuan- do tiene una cierta cuantía, y en ocasiones está influida por las características anatómicas de la pared torácica. El hemitórax afectado puede estar abom- bado y poco móvil si el DP es severo. Se encon- traría una disminución de la transmisión de las vibra- ciones vocales y matidez a la percusión, con aboli- ción de la ventilación en la zona afecta, y en oca- siones un “roce” o un “soplo” en el límite supe- rior del derrame. La búsqueda de estos signos es fundamental en el momento de realizar la tora- centesis. Métodos de imagen Radiografía de tórax, posteroanterior y lateral El DP comienza a ser visible en la radiografía posteroanterior cuando la cantidad de LP es mayor de unos 100 ml. Cuando el LP está libre adopta una forma típica de menisco (Figura 1) de conca- vidad hacia arriba (aparente). Con frecuencia el LP se encapsula o presenta tabicaciones en su inte- rior, y entonces no presenta esta morfología. Cuan- do el DP es severo produce desplazamiento medias- tínico contralateral (Figura 2). 296 R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón Figura 1. Derrame pleural “típico”. Figura 2. Derrame pleural masivo.
  • 3. A veces el LP se localiza en las cisuras interlo- bares o subpulmonar (Figura 3), caracterizándose en este último caso porque la parte más alta de la aparente cúpula del diafragma está desviada hacia la pared torácica, o porque la burbuja gástrica está a más de 2 cm de la supuesta cúpula diafragmá- tica. Es difícil conocer la cuantía del DP cuando la radiografía está hecha en decúbito. Cuando es muy pequeño y se duda si es un engrosamiento pleu- ral o que tenga un componente subpulmonar, o se quiere confirmar que el líquido está libre, se puede recurrir a la radiografía en decúbito homolateral. En esta proyección se considera DP mínimo cuando la distancia entre la línea del derrame y la pared torácica es mayor de 1 cm. Cuando el DP se presenta con un nivel hori- zontal es debido al paso de aire a la cavidad pleu- ral. La presencia de este aire en escasa cantidad puede ser debida a una toracentesis previa, a la presencia de una fístula broncopleural o a la infec- ción por gérmenes anaerobios. Tomografía computarizada (TAC) de tórax Es más sensible que la radiografía simple, pues- to que el derrame es visible con una mínima can- tidad de líquido. Su realización tiene especial inte- rés en los casos de “encapsulados” pleurales, para delimitar una patología pulmonar asociada al derra- me y para detectar posibles implantes neoplásicos en el estudio del DP sospechoso de malignidad. En este último caso se puede usar como guía para la biopsia si el DP es pequeño y existe engrosa- miento pleural(2) (Figura 4). Ecografía torácica Ayuda a precisar la situación del DP “encapsu- lado”, especialmente con vista a la toracentesis, que se puede hacer ecoguiada. Sirve para cuantificar con precisión el volumen del DP en pacientes some- tidos a ventilación mecánica(3) o que no se pueden poner en bipedestación, por si procede toracen- tesis. También distingue entre derrame y engrosa- miento pleurales. DIAGNÓSTICO ETIOLÓGICO Toracentesis Es la primera exploración a realizar para esta- blecer la etiología del DP cuando presenta al menos una mínima cuantía, salvo que el diagnóstico etio- lógico sea evidente. Las principales contraindica- ciones relativas son la alteración severa de la coa- gulación y la trombopenia (< 50.000 plaque- tas/mm3). Sus complicaciones más frecuentes son la reacción vagal y el neumotórax (3-8%). La contaminación por sangre de la muestra modifica sus parámetros bioquímicos, aunque para hacerlo de forma significativa la cantidad tiene que 297 Manejo del paciente con derrame pleural Figura 3. Formas “atípicas” de derrame pleural: A) en cisuras y B) subpulmonar. A B
  • 4. ser importante, lo que es raro en una toracentesis diagnóstica. No es necesaria radiografía de con- trol salvo que se sospeche neumotórax o el pacien- te esté con ventilación mecánica. Se debe extraer una muestra de unos 20-30 ml con lo que se puede hacer la bioquímica, pH, estudio celular, incluido recuento de hematíes y leu- cocitos con su fórmula, citología para células neo- plásicas y cultivo-baciloscopia. Componentes bioquímicos Se deben analizar siempre los siguientes com- ponentes bioquímicos, que son orientativos, y a veces diagnósticos, de la etiología: • Proteínas totales (PT). Su valor normal es de 1-2,4 g/dl. Según los criterios de Light(4), las PT distinguen los exudados, caracterizados por presentar una relación PTLP/PTplasma > 0,5 o bien unas PT mayores de 3 g/dl, de los tra- sudados. Los exudados tienen un color ama- rillo oscuro, mientras que los trasudados sue- len ser de color amarillo más claro. Cuando los trasudados se tratan durante un tiempo con diuréticos pueden tener unas PT algo mayores de 3 g/dl. • Lacticodeshidrogenasa (LDH). Su valor nor- mal es < 50% de la plasmática. Según los cri- terios de Light(4), distingue los exudados, con una LDHLP mayor de los 2/3 del límite supe- rior normal de la LDH plasmática, o una rela- ción entre LDHLP/LDHplasma > 0,6, de los trasu- dados. Cuando el LP presenta al menos uno de estos criterios el DP se valora como exudado, lo que tiene unas connotaciones para posteriores exploraciones. Estos criterios tienen una sensibilidad del 100% para exudados, pero tienen menor especificidad, por lo que un 15-30% de los trasudados son con- siderados erróneamente como exudados. Con una rentabilidad diagnóstica del 96% se siguen consi- derando(5) los criterios más idóneos para distinguir trasudados y exudados. Existen nuevas propuestas(6) para esta distin- ción, como la viscosidad del LP(7) y la detección del péptido natriurético cerebral (BNP); un valor en LP mayor de 1.500 pg/ml presenta una alta rentabi- lidad para diagnosticar los trasudados de la insufi- ciencia cardiaca(8). Un valor en plasma mayor de 500 pg/ml tiene el mismo valor diagnóstico y evita la toracentesis. Las etiologías posibles del DP son muy nume- rosas (Tabla I), aunque la gran mayoría de los exu- dados, en nuestro medio, son de origen metaneu- mónico, neoplásico, secundarios a tromboembolis- mo pulmonar (TEP) o tuberculosos. La causa más frecuente de trasudados es la insuficiencia cardiaca. • Glucosa. Su valor normal es similar al del plas- ma. Disminuye cuando hay mayor actividad metabólica de las células mesoteliales, lo que ocurre en los empiemas, donde su valor puede 298 R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón Figura 4. Derrame pleural e infarto pulmonar en un TEP. Además existe una atelectasia del LII de otra etiología.
  • 5. estar próximo a cero, en el DP paraneumóni- co y tuberculoso, en el neoplásico, en la artri- tis reumatoide y en el lupus. • pH. Sus variaciones de valor son paralelas a los de la glucosa. Si el DP es pequeño puede des- cender falsamente por la mezcla del anesté- sico local. Los trasudados suelen presentar un pH entre 7,45-7,55, mientras que en los exu- dados oscila entre 7,30-7,45. Un valor inferior lo presentan algunos derrames tuberculosos y neoplásicos, y en ocasiones la artritis reuma- toide y el lupus, pero su valor más bajo se encuentra en los derrames paraneumónicos complicados, definidos por un pH < 7,0-7,20 y, sobre todo, en los empiemas y la rotura de esófago. En el DP tabicado el pH puede variar en las distintas cámaras(9). Algunas determinaciones se piden por sospe- cha de una patología concreta: • Adenosindesaminasa (ADA). Cuando su valor es > 45 U/L diagnostica etiología tuberculosa con una sensibilidad del 97%(10), aunque pue- den existir falsos positivos, como en los empie- mas y DP paraneumónicos complicados, y rara vez en neoplasias, especialmente en el mesotelioma. Su utilidad es menor en países de baja prevalencia de tuberculosis y en inmu- nodeprimidos. • Lisozima. Una relación lisozimaLP/lisozimaplasma > 1,2 tiene una rentabilidad muy alta para el diagnóstico de DP tuberculoso, si se excluye el empiema. • Interferón gamma. Se debe realizar si se sos- pecha de DP tuberculoso,. Tiene una especi- 299 Manejo del paciente con derrame pleural Trasudados Exudados Insuficiencia cardiaca congestiva Infecciosos: Paraneumónico/empiema Cirrosis hepática descompensada Tuberculosis Insuficiencia renal crónica Actinomicosis, Nocardia (poco frecuentes) Infrecuentes: Hongos (poco frecuentes) Síndrome de vena cava superior Neoplásicos: Mesotelioma difuso Pericarditis constrictiva Cáncer de pulmón (10% trasudados) Síndrome de Dressler Metástasis (mama, digestivo, riñón, etc.) Síndrome nefrótico Mieloma/leucemias Diálisis peritoneal Inflamatorios: Artritis reumatoide Urinotórax Lupus sistémico Síndrome de Meigs Enfermedad de Wegener Postparto Síndrome de Sjögren y otros muy infrecuentes Hipotiroidismo Sarcoidosis Patología abdomen: Rotura de esófago Pancreatitis/pseudoquiste pancreático Cirugía/absceso subfrénico Síndrome de hiperestimulación ovárica Endometriosis Otros: Tromboembolismo pulmonar (raro trasudado) Traumatismos torácicos/RCP Cirugía cardiaca DP “benigno” por asbesto Radioterapia Fármacos: amiodarona, metotrexato, bromocriptina y otros poco usados Tabla I. Etiología de los trasudados y exudados
  • 6. ficidad del 98%(11) para valores mayores de 3,7 UI/ml. • Triglicéridos. Cuando su valor es mayor de 110 mg/dl y más alto que el de los triglicéridos en plasma, el DP se denomina quilotórax, y en estos casos el líquido es de aspecto lechoso y espeso, y presenta quilomicrones. Su etio- logía más frecuente son los traumatismos, inclui- da la trombosis yatrógena por catéteres de la vena cava superior o de la subclavia izquierda, la cirugía torácica, las neoplasias, especialmente los linfomas, y la cirrosis hepática. Algunos son idiopáticos. • Colesterol. Se ha usado como criterio acce- sorio para distinguir trasudados, con niveles < 60 mg/dl, de exudados. Cuando su contenido en el LP es alto el derrame se denomina pseu- doquilotórax, y se considera como un derra- me “crónico”, habitualmente secuela de una tuberculosis o artritis reumatoide antiguas, por lo general acompañado de engrosamiento e incluso calcificación pleural. El líquido suele con- tener cristales de colesterol. • Amilasa. Su valor en LP supera la amilasa sérica en las pancreatitis y en el pseudoquiste pancre- ático, donde alcanza su máximo valor, y en la rotura esofágica (isoenzima salival). Excepcio- nalmente está elevada en derrames malignos. • Marcadores tumorales. Carecen de valor diag- nóstico específico. Pueden ayudar a plantear técnicas invasivas cuando la sospecha clínica de DP neoplásico es alta y el valor de los mar- cadores es claramente positivo. • Creatinina. El urinotórax, producido por el paso de orina desde la cápsula renal al espa- cio pleural en casos de uropatía obstructiva, se caracteriza por una relación creatininaLP/creati- ninaplasma > 1. El LP huele a orina y es un tra- sudado con pH ácido. Niveles inferiores a los séricos aparecen en la insuficiencia renal cró- nica. • Estudios inmunológicos. Títulos de anticuerpos antinucleares > 1/160 o mayores que en el suero son muy específicos de pleuritis lúpica. Títulos de factor reumatoide > 1/320 o superiores a los séricos sugieren pleuritis reaumatoide. Celularidad del LP Normalmente hay menos 5.000 células/mm3, la mayor parte de las cuales corresponden a macró- fagos, linfocitos y células mesoteliales. No hay hema- tíes o son muy escasos. • Hematíes. Cuando su número es mayor de 20.000 hematíes/mm3 el LP tiene un color anaranjado, y con cifras más altas un aspecto sanguinolento, y el DP se denomina serohe- mático, aunque su hematocrito suele ser muy bajo, habitualmente del 1-3%. Sus causas más frecuentes son las neoplasias, el TEP, los trau- matismos y la cirugía cardiaca(12). En ocasiones el LP es francamente hemorrági- co, y en estos casos se denomina hemotórax cuando la relación entre hematocritoLP/hema- tocritosangre es mayor del 50%, pensando enton- ces en un sangrado activo en la cavidad pleu- ral. Las etiologías más frecuentes son los trau- matismos, las alteraciones severas de la coagu- lación y la rotura de aneurisma de aorta. • Leucocitos. Su valor absoluto es de escaso interés diagnóstico. Cuando predominan los neutrófilos se sugieren los diagnósticos de infar- to pulmonar y sobre todo DP paraneumónico y empiema. Cuando predominan los linfocitos por encima del 80% el DP se considera de evolución subaguda o crónica, y sugiere tuber- culosis, neoplasia, artritis reumatoide y sarcoi- dosis. Cuando el recuento de eosinófilos es mayor del 10% de los leucocitos, las etiologías más frecuentes son toracentesis repetidas, infar- to pulmonar, eosinofilia pulmonar, reacción a fármacos y pleuritis por asbesto, aunque a veces aparecen en los derrames neoplásicos. • Células mesoteliales. Su número puede ser pequeño o estar ausentes tanto en la tuber- culosis como en las neoplasias, teniendo esca- so valor diagnóstico. • Células neoplásicas. La citología es positiva en más del 50% de los derrames neoplásicos, aunque la rentabilidad está influida por la expe- riencia del anatomopatólogo. Aumenta si se repite el estudio en otra muestra. Es positiva con más frecuencia en los adenocarcinomas. Se considera que cuanto más bajo es el pH y 300 R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón
  • 7. mayor la LDH, la afectación pleural es más extensa, y la citología es más frecuentemente positiva. Las técnicas de inmunohistoquímica permiten distinguir el adenocarcinoma metas- tásico del mesotelioma, tumores con anatomía patológica parecida. Si se sospecha linfoma se debe hacer citometría de flujo. Estudios microbiológicos • Cultivo. Se debe realizar cuando se supone etiología infecciosa, aunque con frecuencia el LP es estéril. Los cultivos son positivos en más del 50% de los DP paraneumónicos compli- cados y los empiemas(13). Los gérmenes aisla- dos en más de la mitad de los pacientes son bacterias aeróbicas grampositivas como Strep- tococcus pneumoniae y Staphylococcus aureus, este último después de traumatismos o pro- cedimientos quirúrgicos, y bacilos gramnegati- vos, como Haemophilus influenzae, Escheri- chia coli y Pseudomonas aeruginosa; el 15% están causados por gérmenes anaerobios exclu- sivamente, y el resto, por flora mixta(14). Cuan- do el LP tiene olor fétido es imprescindible soli- citar cultivo de anaerobios, casi siempre pre- sentes en los empiemas, aunque a veces su crecimiento es difícil. Un cultivo positivo ayuda a cambiar el tratamiento antibiótico si proce- diera. Si se sospecha tuberculosis se debe pedir cultivo específico, que presenta una sensibili- dad en torno al 35%(15). • Tinción de Gram. Indicada en los derrames de etiología infecciosa, sirve para plantear un tra- tamiento antibiótico inicial más específico. • Baciloscopia. Se debe realizar cuando se valo- ra la posibilidad de etiología tuberculosa, aun- que su rentabilidad es bastante baja, en torno al 5%(15). • Detección de antígenos. Se ha podido detec- tar antígeno neumocócico en el LP, pero la téc- nica no está estandarizada(16). Biopsia pleural Tiene especial interés cuando se plantea etio- logía tuberculosa, donde tiene una sensibilidad del 60-80% o incluso algo mayor(13). En estos casos se deben tomar al menos cuatro fragmentos y remi- tir una muestra para cultivo específico. Es una alter- nativa a la toracoscopia, cuando no se dispone de ella, para los derrames de etiología supuestamen- te neoplásica. En estos casos la sensibilidad está en torno al 45-60%(13). Si es negativa, es mejor rea- lizar una toracoscopia a la segunda biopsia(17). Está contraindicada en el derrame paraneu- mónico complicado y los empiemas, así como en las alteraciones severas de la coagulación o cuan- do existen menos de 50.000 plaquetas/mm3. Puede producir diseminación tumoral en la vía de la aguja en los mesoteliomas. Su complicación más frecuente es el neumotórax (10%); otras, como la infección pleural, el hemotórax o la laceración de hígado o bazo son raras. Se debe realizar radiografía de control después del procedimiento. Toracoscopia Indicada cuando el DP es un exudado en pacientes mayores de 40 años y por el contexto clínico-radiológico o características del LP se han descartado otras etiologías. En este grupo de pacien- tes, si el DP es masivo y el LP serohemático la pro- babilidad de malignidad es muy alta(18), y estaría especialmente indicada como primera prueba diag- nóstica. Su sensibilidad en el DP maligno es mayor del 90% y aumenta si se asocia a la citología. Si es negativa se puede recurrir a una segunda toracos- copia con toma de múltiples muestras cuando se sospecha mesotelioma(17), sobre todo en caso de que el paciente presente buena situación general y recidiva del derrame, con vistas a pleurodesis. Sus contraindicaciones son alteraciones de la coagulación similares a las de la biopsia y la ausen- cia de cámara pleural. Se debe realizar radiografía de control. Otras exploraciones En ocasiones concretas puede estar indicada la realización de otras pruebas: • Fibrobroncoscopia. Es la primera exploración a realizar en caso de que, por la clínica, la radio- grafía o la TAC, con masa, atelectasia o ade- nopatías, se valore un carcinoma de pulmón como primera posibilidad etiológica. 301 Manejo del paciente con derrame pleural
  • 8. • TAC abdominal. Cuando se piense que el DP pueda ser secundario a patología tumoral metastásica o a cualquier patología abdominal. • Tomografía por emisión de positrones. Puede ser útil en el diagnóstico del DP neoplásico, aunque no se tiene la suficiente experiencia. • Resonancia magnética nuclear. Aporta resul- tados similares a los de la TAC, por lo que rara vez está indicada. Aun aplicando todas las posibilidades diag- nósticas la etiología del DP queda sin filiar en apro- ximadamente 5-10% de los enfermos. En estos casos se recomienda seguimiento. En torno al 25% de estos pacientes tendrán una neoplasia. MANEJO DEL DERRAME PLEURAL Está condicionado por la etiología y la cuantía del derrame. El protocolo de diagnóstico del DP y su manejo posterior está en la Figura 5. Trasudados El tratamiento es el específico de la enferme- dad que lo produce. En caso de que el DP sea importante y produzca disnea se debe realizar tora- centesis evacuadora. La evacuación del derrame se debe realizar con mucha lentitud para evitar el edema pulmonar ex vacuo. Haciéndolo de esta forma se pueden evacuar hasta 1.500 cc de líquido sin com- plicaciones y sin necesidad de medir la presión intra- pleural(19). Se debe hacer radiografía de control. Exudados Cuando se conoce el diagnóstico etiológico y la cantidad de LP es importante se puede realizar toracentesis evacuadora. Si recidiva el DP se debe considerar colocar drenaje, dependiendo de la evo- lución clínica y de la bioquímica del LP(20). En los casos de DP casi masivo, independientemente de su etiología, o DP paraneumónico complicado (pH < 7,2 o cultivo positivo) es necesario colocar dre- naje torácico, fino o grueso dependiendo de la natu- raleza del líquido(21), aunque no hay estudios ale- atorizados que demuestren una mayor eficacia según el tamaño del drenaje en este tipo de derra- mes(13). Se debe retirar cuando el débito es menor de 50-100 ml/24 h. La elección del antibiótico en el DP metaneu- mónico dependerá de que la neumonía sea comu- 302 R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón Figura 5. Algoritmo de diagnóstico y manejo del derrame pleural. TUBO DE DRENAJE Grueso: empiema, hemotórax y quilotórax ¿Fino?: metaneumónico complicado, DP masivo Trasudado (evacuar si DP severo) Exudado Etiología conocida (evacuar si DP significativo) Etiología desconocida TAC con adenopatías masa/atelectasia BRONCOSCOPIA < 40 años Sospecha TBC BIOPSIA PLEURAL (+) (–) Evacuar si es severo Maligno, ¿pleurodesis? (+) Maligno, ¿pleurodesis? (–) (+) Evacuar si es severo (–) > 40 años, DP masivo, LP serohemático TORACOSCOPIA ? ? TAC TORACENTESIS (si LP encapsulado ¿ecoguiada?) No hacer si: Etiología evidente DP en cisuras o subpulmonar DP mínimo (Rx decúbito lateral) Derrame pleural (historia-exploración-Rx)
  • 9. nitaria o nosocomial, y de la presencia o no de deter- minados factores de riesgo en el huésped(16). Hay que mantenerlos al menos durante dos semanas. En el DP tuberculoso se hace el mismo tratamien- to que en la tuberculosis pulmonar. El uso de cor- ticoides no previene la paquipleuritis(22). Empiema Cuando el líquido es purulento es imprescin- dible el drenaje torácico con tubo grueso, y trata- miento antibiótico que incluya uno con cobertura para gérmenes anaerobios, manteniéndolos 3 ó 4 semanas. En caso de dificultad para drenarse, y sobre todo cuando el derrame está encapsulado o pre- senta tabicaciones, se debe recurrir pasadas 24 horas (23) a los fibrinolíticos tópicos, siendo el más usado la uroquinasa, a dosis que no están bien esta- blecidas y varían desde 100.000 UI/8-24 h a 200.000 UI/24 h. También se ha utilizado la estrep- toquinasa(24). Están contraindicados en casos de cirugía o traumatismo craneoencefálico recientes, coagulopatías, hemorragia intrapleural en los 5 días previos, sospecha de fístula broncopleural y en el embarazo(25). Si el paciente tiene mala evolución clínica está indicada la toracoscopia o toracotomía. Quilotórax Si son pequeños se puede hacer toracentesis evacuadora. Si son más severos o muestran ten- dencia a recidivar se debe realizar drenaje con tubo grueso, junto a medidas dietéticas, recurriendo en ocasiones a la nutrición parenteral, y el tratamiento etiológico. En los casos de linfomas o carcinomas metastásicos refractarios a tratamiento con radio o quimioterapia se puede realizar pleurodesis con talco(26). En los que tienen un origen traumático, si el drenaje es mayor de 1.500 ml/día durante 5 o más días puede ser necesaria la ligadura del con- ducto torácico mediante toracoscopia o toracotomía. Hemotórax Salvo que sean pequeños, con un volumen estimado menor de 300 ml, es imprescindible su evacuación con drenaje torácico, debiéndose usar en estos casos tubo grueso de 28-32F y tratamiento antibiótico profiláctico(13). El drenaje está contrain- dicado cuando se sospecha rotura de aneurisma aórtico, porque puede favorecer la progresión de la hemorragia. Cuando el LP drenado inicialmen- te supera los 1.500 ml o su ritmo de drenaje es > 200 ml/hora, se debe realizar toracotomía(14) o toracoscopia(27). En caso de que existieran proble- mas de drenaje se puede recurrir al uso de fibri- nolíticos a partir del 5º día de cesar la hemorra- gia, o a la evacuación de los coágulos mediante toracoscopia. Derrame pleural recidivante Se produce en los trasudados y en los exuda- dos de origen neoplásico. En este último caso, cuan- do se estima que la esperanza de vida es mayor de pocos meses, se puede hacer pleurodesis en lugar de toracentesis repetidas. Para su indicación es necesario que la disnea sea debida fundamen- talmente al derrame y que el pulmón se pueda reexpandir. No está indicada en los trasudados salvo que no queden otras alternativas terapéuticas. Se han usado varias sustancias para la pleuro- desis, siendo las más frecuentes el talco, el clorhi- drato de tetraciclina, y agentes quimioterápicos. El más utilizado es el talco, que puede ser pulverizado a través del toracoscopio, o instilado a través de un drenaje torácico fino o grueso, usando una solución de 4 g de talco en 50 ml de suero salino. Con talco pulverizado se obtienen mejores resultados(28), lle- gando hasta un 78% de respuestas completas(29). Se consideró que valores del pH < 7,2 tienen un por- centaje de fracasos muy alto, aunque un metaaná- lisis(30) demostró que el pH del LP no se relaciona bien con el resultado de la pleurodesis. Cuando la esperanza de vida es corta, como alternativa a las toracentesis repetidas, se puede usar un drenaje conectado a bolsa o un frasco de vacío portátil que se puedan evacuar. BIBLIOGRAFÍA 1. Sahn SA. The pleura. Am Rev Respir Dis 1988; 138: 184-234. 2. Rahman NM, Davies RJ, Gleeson FV. Rational imaging: Investigating suspected malignant pleural effusion. BMJ 2007; 334 (7586): 206-7. 303 Manejo del paciente con derrame pleural
  • 10. 3. Balik M, Plasil P, Waldauf P, Pazout J et al. Ultrasound esti- mation of volume of pleural fluid in mechanically venti- lated patients. Intensive Care Med 2006; 32: 318-21. 4. Light RW, Mac Gregor MI, Luchsinger PC, Wall WC. Pleu- ral effusions: the diagnostic separation of transudates and exudates. Ann Intern Med 1972; 77: 507-13. 5. Gary Lee YC, Davies RJO, Light RW. Diagnosing pleural effusion. Moving beyond transudates-exudate separa- tion. Chest 2007; 131: 942-3. 6. Hernández Blasco L. Diferenciación entre exudado y trasudado. Nuevos marcadores, ¿añaden algo a los cri- terios clásicos? Rev Patol Respir 2008; 11 (Supl 2): 104-8. 7. Yetkin O, Tek I, Yetkin F, Numanoglu N. Role of pleural viscosity in the diferencial diagnosis of exudative pleu- ral effusion. Respirology 2007; 12 (2): 267-71. 8. Kolditz M, Halank M, Schiemanck CS, Schmeisser A, Haff- ken G. High diagnostic accuracy of NT- proBNP for car- diac origin of pleural effusions. Eur Respir J 2006; 28 (1): 144-50. 9. Maskell NA, Gleeson FV, Darby M et al. Diagnostically significant variations in pleural fluid pH in loculated parap- neumonic effusions. Chest 2004; 126: 2022-4. 10. Ocaña IM, Martínez-Vázquez JM, Segura RM, Fernández Sevilla T, Capdevilla JA. Adenosine deaminase in pleu- ral fluid. Test for diagnosis of tuberculous pleural effu- sión. Chest 1983; 84: 51-3. 11. Villena V, López-Encuentra A, Pozo F, Echave-Sustaeta J, Ortuño-de-Soto B, Estenoz-Alfaro J et al. Interferon gamma levels in pleural fluid for the diagnosis of tuber- culosis. Am J Med 2003; 115 (5): 365-70. 12. Villena V, López-Encuentra E, García-Luján R et al. Cli- nical implications of appearance of pleural fluid at tho- racentesis. Chest 2004; 125: 156-9. 13. Villena Garrido V, Ferrer Sancho J, Hernández Blasco L, De Pablo Gafas A, Pérez Rodríguez E, Rodríguez Pana- dero F et al. Normativa SEPAR. Diagnóstico y tratamiento del derrame pleural. Sociedad Española de Neumolo- gía y Cirugía Torácica. Arch Bronconeumol 2006; 42 (7): 349-72. 14. De Miguel Díez J, Jara Chinarro B, Ventura Álvarez A. Derrames pleurales infecciosos. En: Enfermedades de la pleura. Monografías Neumomadrid. Madrid: Ergon; 2003. p. 69-93. 15. Valdés L, Álvarez D, San José E et al. Tuberculous pleu- risy: A study of 254 cases. Arch Intern Med 1998; 158: 2017-21. 16. Grupo de Estudio de la Neumonía Adquirida en la Comu- nidad. Normativas para el diagnóstico y el tratamiento de la neumonía adquirida en la comunidad. Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica. Arch Bron- coneumol 2005; 41: 272-89. 17. Rodríguez Panadero F. Manejo del paciente con derra- me pleural. En: Manual de diagnóstico y terapeútica en Neumología. 1ª ed. Madrid: Ergon; 2006. p. 239-47. 18. Ferrer J, Roldán J, Teixidor J et al. Predictors of pleural malignancy in patients with pleural effusion undergoing thoracoscopy. Chest 2005; 127: 1017-22. 19. Villena V, López-Encuentra A, Pozo F et al. Measurement of pleural pressure during therapeutic thoracentesis. Am J Respir Crit Care Med 2000; 162: 1534-8. 20. Porcel JM, Rodríguez-Panadero F. ¿Cuándo y cómo dre- nar un derrame pleural? Med Clin (Barc) 2002; 118: 265-7. 21. Davies R, Gleeson F. Introduction to the methods used in the generation of the British Thoracic Society guide- lines for the management of pleural diseases. Thorax 2003; 58 (Suppl 2): ii1-7. 22. Matchaba PT, Volmink J. Steroids for treating tubercu- lous pleurisy (Cochrane Review). En: The Cocharane Library, Issue 1. Oxford: Update Software; 2001. 23. Light RW, Porcel JM. Derrame pleural paraneumónico y empiema. Med Clin (Barc) 2000; 115: 384-91. 24. Maskell NA, Davies CWH, Nunn AJ et al. UK controlled trial of intrapleural streptokinase for pleural infection. N Engl J Med 2005; 252: 865-74. 25. Sanchís Moret F, Cases Viedma E. Instilación de fibrino- líticos. En: Manual SEPAR de procedimientos. Procedi- mientos en patología pleural II. Barcelona: Permanyer; 2006. p. 5-14. 26. Mares DC, Mathur PN. Medical thoracoscopic talc pleu- rodesis for chylothorax due to lymphoma: a case series. Chest 1998; 114: 731-5. 27. Ahmed N, Jones D. Video-assisted thoracic surgery: state of the art in trauma care. Injury 2004; 35: 479-89. 28. Shaw P, Agarwall R. Pleurodesis for malignant pleural effusions. Cochrane Database Syst Rev, 2004; (1): CD002916. 29. Rodríguez-Panadero F, Anthony WB. Pleurodesis: state of the art. Eur Resp J 1997; 10: 1648-54. 30. Heffner JE, Nietert PJ, Barbieri C. Pleural fluid pH as a predictor of pleurodesis failure. Analysis of primary data. Chest 2000; 117: 87-95. 304 R. García Montesinos, R. Rodríguez Martínez, F. Linde de Luna, A. Levy Naón