Los hermanos Stanley diseñaron y construyeron los primeros automóviles de vapor de manera privada a finales del siglo XIX, marcando un hito en el desarrollo del automóvil. Sus vehículos de vapor utilizaban una caldera que generaba vapor para accionar un motor de dos cilindros. Aunque eran seguros, los automóviles de vapor entraron en declive en la década de 1910 debido a la popularización de los motores de combustión interna, que eran más baratos, potentes y fáciles de arrancar