Este documento presenta cuatro leyendas ecuatorianas. La primera habla sobre la Condesa de la Loma Grande, una mujer aristócrata que asesinaba a sus amantes. La segunda trata sobre El Tin Tin, un duende que engaña a mujeres. La tercera narra la historia de Cantuña, un indígena que engaña al diablo. Y la cuarta presenta la leyenda del Tren Infernal, un tren fantasma que se hunde en una laguna.
1. NOMBRE: Jackeline julieth Changalombo jaya
CURSO: Primero de bachillerato PARALELO: E2
FECHA: 23 /12/2020
TITULO: Mitos y Leyendas más populares del Ecuador
PROYECTO N.-4
2. LA CONDESA DE LA LOMA GRANDE
Personaje principal: La condesa
Personaje antagonista: villa de la
loma grande
Esta es la leyenda de una joven muy hermosa, esbelta, una dama
de la aristocracia europea. Vivía en una villa en el barrio la Loma
Grande, en el centro de Quito. Según detallan residentes de ese
barrio, sus abuelos comentaban que la mujer salía los viernes por la
noche a divertirse en los bares del centro histórico.
En el barrio la Loma Grande, aproximadamente en los años 1880 y
1890, todo es fiesta y jolgorio desde su llegada a las reuniones.
Todos le dicen "la condesa" y es tan bella que más de un galán
quiteño se disputa sus favores, decían las malas lenguas.
Sujétate que aquí viene lo terrorífico de la historia, es que cada
galán que empezaba a frecuentar a la condesa, desaparecía
misteriosamente. Se dice que acudían a su vivienda y eran asesinados
por ella. "Cuando la mujer dejó esa villa, los nuevos residentes
encontraron varios cuerpos enterrados en el jardín, posiblemente de
los hombres desaparecidos.
La condesa desapareció y nunca se supo de ella, las malas lenguas
dicen que su espíritu frecuenta la casa en busca de nuevos amores
para conquistar, los hombres más guapos del sector la suelen ver
cada inicio del mes y la describen como una mujer con un vestido gris
de época colonial, de cabellera larga.
3. El tin tin
Personaje principal: el duende
personaje antagonista: mujeres casadas o
solteras
El diablo tiene varias formas y nombres: Tintín, Duende, El Malo,
Belcebú, Demonio, Lucifer, en fin. Este diablo toma forma de un
hombre con estatura de 50 cms aproximadamente, físicamente
espeluznante. Se aparece en toda la Costa ecuatoriana, en
lugares apartados, en los campos, en lugares sólidos y
peligrosos o en horas de la noche. Enamora a las mujeres con sus
palabras y promesas, a veces las viola dejándolas embarazadas
luego paren niños anormales, dicen por ahí que los niños nacen
mitad animal, mitad hombre o simplemente deformes. Estos duendes
también asustan niños, les quitan sus juguetes y los esconden. Es
muy frecuente que al anochecer una vez acostados en cama, EL
DUENDE les jale las piernas o las sábanas. Este duende
usualmente usa un sombrero que le llega un poco más abajo de
las orejas, lleva una vestimenta colorida, su miembro viril es
sumamente desarrollado, al extremo de llevarlo arrastrando
por el suelo y mientras camina produce un silbido lúgubre.
Persigue y acecha a las mujeres casadas o solteras, de cabello
largo y cejas abundantes (color negro) para poseerlas
carnalmente, luego de sumirlas en un trance hipnótico, a veces
deja moretones en los brazos y piernas de estas mujeres. Cuando
se enamora de una mujer sale por las noches de los huecos donde
vive, y lleva una piedra imán en un mate, la cual coloca debajo de
las escaleras para que todos los habitantes de las casas se
duerman y una vez que esto se cumple él tiene relaciones
sexuales con la mujer que desea.
Es una leyenda típica de la Costa, propia de la zona montubia. El
folclorista Guido Garay recuerda: “era la época en que las
mujeres no salían a la calle. Y como esto no ocurría, si en una
casa una de ellas salía embarazada, la respuesta inmediata de
la Gente del vecindario era: “es obra del tintín”.
4. Cantuña
Personaje principal: cantuña
Personaje antagonista: el diablo
A un indígena llamado Cantuña los padres franciscanos le habían
encomendado la construcción de una iglesia en Quito, la de San
Francisco. Este aceptó y puso como plazo seis meses, a cambio él
recibiría una gran cantidad de dinero.
Aunque parecía una hazaña imposible lograr terminarla en seis
meses, Cantuña puso su mayor esfuerzo y empeño en terminarla,
reunió un equipo de indígenas y se propuso terminarla. Sin embargo, la
edificación no avanzaba como él esperaba. En esos momentos de
anGustia se le presentó lucifer y le dijo: “¡cantuña! aquí estoy para
ayudarte. Conozco tu angustia. Te ayudaré a construir el atrio
incompleto antes de que aparezca el nuevo día. A cambio, me pagarás
con tu alma”.
Cantuña aceptó el trato, solo le pidió una condición a Lucifer, que
termine la construcción de la iglesia lo más rápido posible y que sean
colocadas absolutamente todas las piedras.
Sin embargo, este se vio desesperado porque los diablillos
avanzaban muy rápido, tal como lo ofreciera Lucifer. La obra se
culminó antes de la medianoche, fue entonces el momento indicado
para cobrar el alto precio por la construcción: el alma de Cantuña.
El diablo al momento de ir ante Cantuña a llevarse su alma, este lo
detuvo con una tímida voz, ¡Un momento! – dijo Cantuña. ¡El trato ha
sido incumplido! Me ofreciste colocar hasta la última piedra de la
construcción y no fue así. Falta una piedra. El indígena había sacado
una roca de la construcción y la escondió sigilosamente antes de que
los demonios comenzaran su obra.
Lucifer, asombrado, vio como un simple mortal lo había engañado. Así,
Cantuña salvó su alma y el diablo, sintiéndose burlado, se refugió en
los infiernos sin llevarse su paga.
5. El tren infernal
Personaje principal: el tren
Personaje antagonista: laguna de yambo
Hace muchos años, la gente tenía pocas maneras de transportarse y el tiempo que
debían invertir en los viajes era extenso. La llegada del tren, construido hace más de un
siglo, gracias a la visión del general Eloy Alfaro, fue un gran avance que permitió
facilidad y rapidez en los traslados. Una de las rutas más frecuentadas era la que
cubría el camino Quito – Riobamba. Las líneas férreas se ubicaban al costado oriental
de la carretera Panamericana, bordeando en un tramo, la laguna de Yambo.
Cierta ocasión, un Viernes Santo, el ferrocarril llegó a las tierras cotopaxenses y tuvo
que detenerse, debido a que la fuerte lluvia hizo que el terreno se volviera lodoso y un
deslizamiento de tierra interrumpió la circulación del tren. Gracias a la ayuda
oportuna de los pasajeros y de los bondadosos pobladores de la región, consiguieron
retirar el material de la vía y después de un tiempo, continuaron su camino. Sin embargo,
hubiera sido mejor que el tren no se moviera de ese lugar para que los pasajeros no se
dirigieran hacia un destino fatal.
EL tren infernal se despidió en Salcedo
A las 11 de la noche los pobladores de Salcedo escucharon que pasaba el tren y
extrañamente hizo sonar su silbato, muchos pensaron que los saludaban, pero en
realidad sería una despedida.
Una hora más tarde, cuando la máquina se encontraba en el punto más cercano a la
laguna, la cantidad de lodo que se acumuló en las vías, hizo imposible que el tren
pudieran continuar pero tampoco pudo detenerse así que se volcó aparatosamente con
dirección a las gélidas aguas de Yambo.
Los pasajeros, desesperados lanzaban gritos desgarradores, tratando de huir, pero
los vagones formaron una prisión de la que no podían escarpar y en el que llegaron
hasta el fondo de la laguna. Según los vecinos, nadie se salvó, todos quedaron
atrapados en el fondo de las aguas y ni su cuerpo ni su alma pudieron ser rescatados.
La leyenda del tren infernal cuenta que desde aquella vez, cada año en Viernes Santo a
la media noche, se escucha con total claridad el estrépito de la locomotora
descarrilándose, el silbato del vapor y los aterradores gritos de desesperación de la
gente que iba en el tren. Aquellos que han podido escuchar el tren infernal, cuentan que
sienten un terror que los paraliza, congela su corazón y los sentimientos de
desesperanza de aquellos infortunados que murieron en el accidente, se aloja
directamente en su alma. Es una experiencia que no pueden olvidar.
6. EL GALLO DE LA CATEDRAL
Personaje principal: don ramón
Personaje antagonista: el gallo de la catedral
Esta difundida leyenda que atesoran los habitantes de
Quito se refiere a don Ramón Ayala y Sandoval, quien
era un hombre adinerado, muy bohemio y dedicado a la
buena vida; además mantenía indiscutible afición por la
vihuela (Guitarra), mistela (licor) y la Graciosa ‘chola’
Mariana, que le robaba más de un suspiro.
Asimismo, el personaje se vanagloriaba de sus 40 años de soltería, de su hacienda y de su
apellido. Don Ramón desarrollaba su vida con un horario estricto: se levantaba a las
06:00 para luego ponerse el poncho de bayeta y comenzar a desayunar lomo asado,
papas, un par de huevos fritos, una taza de chocolate, pan de huevo y el tentador queso
de Cayambe.
Después de comer como un dios, don Ramón pasaba a la biblioteca y disfrutaba de los
recuerdos de sus antepasados.
Tras gozar de una hora a la siesta, se daba un masaje con agua olorosa y a las 15:00
salía a la calle derrochando elegancia. Se detenía justo en el petril de la catedral, y
allí tenía siempre su primer encuentro con el popular gallito.
Con un gesto desafiante le decía: ¡”qué Gallito, qué disparate de Gallito!”. ramón amaba
a la ‘chola’ mariana, una mujer, dueña de un local de venta de licores, pero cuando la
gente iba a escuchar misa se espantaba al pasar por dicho establecimiento, pues Ramón,
ya pasado de tragos, comenzaba a lanzar carajos a todo el mundo.
¡El que se crea hombre, que se pare enfrente! ¡Para mí no hay gallitos que valgan, ni el
de la catedral!, repetía una y mil veces. Cierta noche, alrededor de las 20:00, pasaba
ebrio por el pretil de la catedral y trató de desafiar al gallo. Cuando alzó su mirada y
se disponía a gritarle, el gallo alzó su pata y rasgó con su espuela la pierna del noble,
quien cayó al piso.
Luego, el ave levantó el pico y le sentó un feroz golpe en la cabeza. Horrorizado por lo
que le estaba sucediendo, comenzó a pedir perdón y clemencia al animal, que le preguntó
si jamás volvería a beber e injuriar a las personas. El aristócrata prometió enmendar
su vida y no cometer tales abusos.
Don Ramón, el aristócrata, cambió por completo. Se volvió respetuoso con la gente y dejó
de tomar las mistelas. Mas un día se encontró con un antiguo amigo, quien le dijo que
estaban orgullosos de él y que habían preparado un agasajo. Al llegar, se halló con
una tentadora mistela y no aguantó la tentación. Terminó nuevamente en el local de la
‘chola’ mariana