1. El ganadero no es el enemigo
José Félix Lafaurie Rivera*
Difícil situación afrontan los ganaderos dedicados a la producción de leche,
quienes están ante la encrucijada de sostenerse a pérdida o dedicarse a la ceba, o
a otro renglón agrícola de rentabilidad más estable.
Es una crisis originada en la encrucijada entre productores e industriales. Los
ganaderos reclamamos un precio justo y, sobre todo, estable, que compense el
esfuerzo productivo durante la sobreoferta invernal, Los procesadores piden, por
su parte, libertad total de precios e importaciones al primer veranillo.
La sobreoferta se ha convertido en disculpa de los industriales para consolidar sus
utilidades a costa del ganadero -mediante la baja de precios y la no recolección
de la leche-, y de los consumidores colombianos -que nunca ven bajar los precios
en el supermercado-.
Mientras la industria no asuma el concepto de cadena, Colombia seguirá en “la
encrucijada”. Debe entender que los ganaderos no somos el enemigo o el
proveedor “pedigüeño”, sino, por el contrario, su socio estratégico. La industria
debe orientar el esfuerzo colectivo para proveer leche de excelente calidad y a
precio competitivo, tanto para los colombianos como para los mercados
externos.
La última encrucijada comenzó en 2008, cuando empezaron a desinflarse los
precios internacionales. Fenómeno que coincidió con una sobreoferta interna,
que la industria no aprovechó para colocar excedentes en los mercados externos.
El problema se agravó con el desplome de la economía mundial.
En ese momento propusimos una política lechera nacional para solucionar un
problema estructural, que beneficiaba a los estratos menos favorecidos. Era un
esquema innovador, basado en la responsabilidad social de los ganaderos y de la
industria: todos ponen, todos ganan, incluyendo a los pobres de Colombia. Hasta
2.
ahora la industria atiende los estratos medios y altos, que representan el 11% de
los hogares, dejando de lado los estratos bajos donde el consumo per cápita
apenas alcanza los 35 litros al año. El esquema recibió el apoyo del Gobierno
Nacional, pero no fue acogido por la industria lechera.
Los ganaderos insistimos en la estructuración de una real política lechera
nacional, con instrumentos de coyuntura para conjurar la emergencia, y de
mediano plazo, para superar la condición de encrucijada permanente de la
producción lechera. Entre las estrategias de emergencia se encuentran:
- El aporte de recursos adicionales del Presupuesto Nacional, en cuantía de 40.000
millones de pesos para sacar los excedentes del mercado.
- La protección del mercado interno a través del incremento de aranceles a las
importaciones de leche, limitación a las de lactosueros y control a su uso
indebido por parte de la industria.
- La continuidad del Incentivo al Almacenamiento de Leche.
- La revisión de la política de libertad vigilada a los insumos.
- El retorno temporal al precio competitivo vigente en agosto de 2008, de $718
por litro, con el cual el ganadero pierde, pero no se ve abocado a la quiebra;
reorientando el diferencial de precio –más de 70.000 millones de pesos- para
absorber excedentes con destino a un Fondo orientado a los mercados
asistenciales de precios bajos.
FEDEGÁN, además de su compromiso social y con la defensa del precio justo al
ganadero, insiste en la necesidad de poner en marcha una POLÍTICA LECHERA
NACIONAL, integrada y concertada entre las partes, basada en los anteriores
lineamientos. Es esencial un mecanismo permanente de cesiones hacia un fondo
destinado a sacar excedentes a precio diferenciado para el mercado asistencial, a
partir de una discusión abierta y sin cortapisas, pero asertiva y sin prevenciones,
como corresponde entre socios de un mismo negocio. Gana el industrial, gana el
ganadero, gana el consumidor y ganan los pobres de Colombia.