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Capítulo         1
Historia Clínica y Exploración
Física
Dr. Jaime Fernández de Bobadilla Ossorio
Sección de Cardiología. Hospital San Juan de la Cruz. Ubeda (Jaén).


1. INTRODUCCIÓN

      En este primer capítulo se pretende hacer una revisión de la historia y la explo-
ración física en cardiología que permita al médico evaluador interpretar y compren-
der los datos de un informe cardiológico, las limitaciones de las distintas clasifica-
ciones de severidad de los síntomas y el significado de la anamnesis y la exploración
en el proceso diagnóstico.
      Aunque la capacidad diagnóstica de las pruebas complementarias ha progresa-
do espectacularmente en los últimos años, sólo tienen sentido como complemento
de una historia correctamente orientada. El clínico puede caer fácilmente en la ten-
tación de sustituir la historia y la exploración por pruebas diagnósticas que resultan
caras, incómodas y a veces peligrosas para el paciente, e inútiles o contraproducen-
tes si no han sido solicitadas con una indicación precisa y justificada que se oriente
a dar respuesta a una pregunta diagnóstica concreta y de interés clínico.
      Saber cómo se hace una historia y una exploración cardiolólgica no sólo es útil
para el clínico, también para el médico evaluador, que cumple funciones de control
del sistema sanitario, y necesita tomar decisiones sobre la vida laboral de los pacien-
tes, interpretar y elaborar informes, etc. Probablemente la tentación de ceñirse estric-
tamente a las pruebas complementarias objetivas es todavía mayor para el médico
evaluador, ya que la solución de muchos de los problemas que se le plantean hace
casi imprescindible un patrón de valoración objetivo. Es preciso conocer el signifi-
cado de los síntomas y los signos para interpretar el informe clínico, comprender la
actitud diagnóstica y terapéutica del médico que lo emite e interpretar así el signifi-
cado de las pruebas objetivas. Por una parte, los resultados aislados del entorno clí-
nico carecen de significado y, por otra, ciertos síntomas, como el síncope, pueden en
sí mismos justificar decisiones terapéuticas con independencia del resultado de las
pruebas complementarias.
      La historia clínica del cardiópata incluye un interrogatorio general por aparatos,
pero debe hacerse especial hincapié en los síntomas que se relacionan directamente
Historia Clínica y Exploración Física

con la patología cardiovascular. Las conclusiones del médico que realiza la historia
deben quedar expresadas de forma clara y concisa en el informe clínico. Cada uno
de los síntomas debe describirse con precisión, detallando el inicio y cronología, la
frecuencia y severidad de su presentación, la limitación funcional que supone para
el paciente, la relación con factores desencadenantes y atenuantes y la respuesta a los
tratamientos aplicados.

2. HISTORIA CLÍNICA

2.1. Perfil de riesgo cardiovascular, estilo de vida y antecedentes
     familiares.

     En cardiología, es preciso preguntar al paciente por los cuatro factores de
riesgo cardiovascular (FRCV) principales: Hipertensión arterial (HTA), tabaquis-
mo, hiperlipemia y diabetes mellitus. A ser posible, deben detallarse las cifras
habituales de PA, el momento en que se diagnosticó la HTA, el tratamiento segui-
do por el paciente y su respuesta al mismo y, si existe, el daño orgánico produci-
do por la HTA. De forma similar, conviene detallar la fecha en que el paciente
comenzó a fumar, la cantidad de cigarrillos, puros o pipas que consume diaria-
mente y señalar, si existen, otras patologías secundarias al tabaquismo. En cuanto
a la hiperlipemia, deben reseñarse las cifras de colesterol total y fracciones (LDL
y HDL), la dieta y el tratamiento farmacológico y la respuesta del paciente. Por
último, en el caso de la diabetes, detallaremos las cifras de glucemia habituales, las
dosis de antidiabéticos orales o insulina y las otras manifestaciones clínicas de la
enfermedad.
     Otros factores de riesgo de menor influencia en el desarrollo de la enfermedad
coronaria son la menopausia precoz, el empleo de anticonceptivos orales cuando se
asocia al tabaquismo y el alcohol a dosis altas. El consumo de alcohol a dosis en
torno a 30 g/ día parece ejercer un efecto protector sobre el desarrollo de enferme-
dad aterosclerosa, pero traspasados estos límites su efecto negativo sobre la PA y el
perfil lipídico aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular. El consumo de alco-
hol, por otra parte, es la causa más frecuente de miocardiopatía dilatada secundaria
y, en este caso, el abandono del tóxico puede hacer regresar la dilatación y disfun-
ción del ventrículo izquierdo. En las mujeres es necesario preguntar por la fecha de
la menopausia, ya que si apareció precozmente aumenta el riesgo de enfermedad
cardiovascular y por el consumo de anticonceptivos orales, que en fumadoras es
también un factor de riesgo.
     Los antecedentes de fiebre reumática, corea y enfermedades venéreas pueden
aclarar la etiología del paciente valvular. Los antecedentes de manipulaciones den-
tales y procedimientos diagnósticos o terapéuticos invasivos como sondaje vesical,
pueden orientar al diagnóstico de una endocarditis infecciosa.
     Debe preguntarse al paciente sobre otras características de su estilo de vida:
dieta, trabajo y aficiones, tipo de actividad física, fármacos que consume, etc. Si el


                                          14
Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias

paciente presenta síntomas, se valorará la repercusión de cada uno de ellos en su
capacidad funcional y calidad de vida.
      También es necesario obtener información de los antecedentes familiares: fami-
liares de primer grado con enfermedad coronaria antes de los 50 años, hiperlipemia,
miocardiopatía hipertrófica, HTA, diabetes, etc.

2.2. Antecedentes patológicos

2.2.1. Eventos cardiológicos

      Los eventos principales de la historia deben reseñarse cuidadosamente, especi-
ficando con la mayor precisión posible la fecha en que tuvieron lugar. Cuando se
dispone de informes clínicos correspondientes a ingresos o visitas ambulatorias,
debe extraerse la información más trascendente: causa de ingreso, curso clínico,
complicaciones, resultados de pruebas complementarias, procedimientos realizados,
tratamiento durante el ingreso y tratamiento al alta. Para evitar un informe dema-
siado prolijo, es razonable reseñar sólo aquellos datos que tienen trascendencia clí-
nica. Conviene ser muy riguroso a la hora de dar por válidos diagnósticos que el pro-
pio enfermo aporta de palabra sin documentos escritos ya que, en muchas ocasio-
nes, los enfermos creen haber sufrido un proceso que nada tiene que ver con el que
motivó su ingreso o el que se ha diagnosticado realmente. En todo caso, se reque-
rirá del paciente toda la documentación médica disponible en forma de informes clí-
nicos o de pruebas diagnósticas. Cuando existan dudas, y en ausencia de una prue-
ba documental, lo más sensato es reseñar en la historia: "el enfermo refiere que
sufrió, por ejemplo, un infarto de miocardio hace seis años y que estuvo ingresado
varios días en un hospital que no recuerda, aunque no aporta informes de dicho
ingreso".

2.2.2. Eventos no cardiológicos

     Dentro de la Historia no cardiológica, deben describirse con especial detalle los
eventos relacionados con la patología cardiovascular: Accidentes cerebrales vascula-
res (ACV), claudicación intermitente, vasculopatía renal y aquellas patologías que
puedan suponer una contraindicación para el uso de aspirina, como el ulcus, o que
requieran ajuste de dosis de ciertos fármacos, como la insuficiencia renal o hepática.
Se reseñarán también las intervenciones quirúrgicas y las enfermedades principales
sufridas por el paciente.

2.3. Enfermedad actual

     Se realizará un detallado análisis de los síntomas cardiológicos principales: dis-
nea, dolor torácico, síncope, palpitaciones, edemas, hemoptisis y fatigabilidad.



                                          15
Historia Clínica y Exploración Física

2.3.1. Disnea y tos

      La disnea se define como sensación subjetiva de falta de aire y puede ser secun-
daria a gran variedad de patologías cardiológicas y no cardiológicas: insuficiencia
cardíaca izquierda, obstrucción crónica al flujo aéreo (de predomino espiratorio),
enfermedad de vías respiratorias altas (de predominio inspiratorio), infecciones pul-
monares, enfermedad de la pared torácica, hipertensión pulmonar, anemia, vasculo-
patía periférica, obesidad, permanencia prolongada en cama, enfermedades psico-
somáticas, etc. La disnea repentina puede ser secundaria a insuficiencia cardíaca
aguda (secundaria a arritmias rápidas y lentas, a enfermedad valvular, a disfunción
sistólica o diastólica del ventrículo izquierdo, etc) o a embolia de pulmón, broncos-
pasmo, neumotórax etc.
      La disnea cardiogénica tiene su origen en un aumento de la presión en el capi-
lar pulmonar que produce extravasación de fluido al intersticio pulmonar, y en situa-
ciones extremas al espacio aéreo, y dificulta el intercambio gaseoso. Este aumento
de presión es resultado de un aumento de presión en la aurícula izquierda, en el seno
de cualquier patología cardíaca valvular, congénita, isquémica o miocárdica, que de
lugar a un equilibrio de presiones anormalmente elevado.
      La disnea cardiogénica se asocia a ortopnea (disnea de decúbito), que muchos
clínicos miden de forma aproximada por el número de almohadas que el paciente
utiliza para aliviar la disnea durante el descanso nocturno y, así, puede verse con fre-
cuencia la expresión "ortopnea de, por ejemplo, dos almohadas". La ortopnea es, sin
embargo, un síntoma poco específico de cardiopatía y aparece con frecuencia en la
enfermedad pulmonar.
      La auscultación pulmonar ayuda a distinguir el origen de la disnea: crepitantes
húmedos en la cardiogénica y roncus y sibilancias en la disnea de origen pulmonar,
aunque las sibilancias pueden aparecer como consecuencia de edema peribronquial
por insuficiencia cardíaca, dando lugar a lo que se conoce como "asma cardíaco". La
disnea cardíaca responde a diuréticos, ieca y nitratos, mientras que la pulmonar res-
ponde a broncodilatadores y esteroides.
      La disnea puede ser también un "equivalente anginoso", es decir, como expre-
sión de isquemia miocárdica. Por otro lado, la isquemia miocárdica extensa puede
producir disfunción sistólica global y secundariamente aumento de la presión en el
capilar pulmonar, en cuyo caso puede aparecer asociada a la angina.
      La disnea de origen funcional es una manifestación psicosomática, que puede
acompañarse de pinchazos precordiales, suspiros y claustrofobia.
      La tos es un síntoma muy frecuente en enfermedades del pulmón, de la vía
aérea y de la vasculatura pulmonar. La tos productiva (con esputo), es típica de la
enfermedad pulmonar y bronquial. La hipertensión pulmonar suele acompañarse de
una tos seca irritativa y espasmódica.
      La insuficiencia cardíaca también puede cursar con tos, en ocasiones acom-
pañada de obstrucción bronquial secundaria a edema peribronquial. En este caso, la
exploración puede llevar a confusión.


                                          16
Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias

     Los fármacos inhibidores del enzima conversor de angiotensina (IECA), utili-
zados en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca y la HTA, producen tos como
efecto secundario, al parecer por acción de las prostaglandinas a nivel del Sistema
Nervioso Central, hasta en un 5-10 % de los casos.

2.3.2. Dolor torácico

     Si tenemos en cuenta que hoy en día la enfermedad coronaria es la cardiopatía
más frecuente, es fácil comprender que el dolor torácico sea el síntoma más impor-
tante en cardiología. Existen múltiples causas de dolor torácico: reflujo gastroesofá-
gico, úlcera gástrica, pancreatitis, hipertensión pulmonar con dilatación de la arteria
pulmonar, pericarditis, disección aórtica, síndrome de Tietze (de la articulación con-
drocostal), herpes zoster, enfermedad psicosomática y, por supuesto, dolor debido a
isquemia miocárdica ya sea angina de pecho o infarto agudo de miocardio. A este
respecto, conviene recordar que llamamos angina de pecho al dolor torácico secun-
dario a isquemia miocárdica cuando posteriormente no se produce necrosis; si la
isquemia se prolonga suficiente tiempo para producir necrosis miocárdica, hablamos
de infarto agudo de miocardio.
     El interrogatorio constituye la herrramienta diagnóstica más útil para orientar la
etiología del dolor torácico. Se debe preguntar sobre las caracterísiticas del dolor, su
localización, irradiación, duración, cronología, factores precipitantes y atenuantes y
síntomas acompañantes.
     Antes de explicar la información que aportan cada uno de estos datos, es nece-
sario distinguir la angina de esfuerzo estable, síntoma de cardiopatía isquémica cró-
nica y la angina inestable que constituye un síndrome coronario agudo. La angina
estable es el dolor torácico secundario a isquemia miocárdica que aparece con el
esfuerzo y desaparece en reposo y que mantiene unas características más o menos
constantes de duración, intensidad, umbral de esfuerzo y frecuencia de episodios
durante un periodo de más de dos meses. Clásicamente se define la angina inestable
como todo dolor torácico secundario a isquemia miocárdica que no llega a producir
necrosis miocárdica y que cumple uno o más de los siguientes criterios: aparece en
reposo (angina de reposo), dura más de 20 minutos (angina prolongada), aparece en
relación con esfuerzo pero ha habido en las últimas semanas un aumento significati-
vo de la duración, intensidad o frecuencia de los episodios de dolor o una disminu-
ción del umbral de esfuerzo al que se produce la angina (angina progresiva), angina
que ha comenzado en los últimos dos meses (angina de reciente comienzo) o angina
que aparece en el primer mes después del infarto (angina postinfarto). Basta que el
dolor torácico secundario a isquemia cumpla alguno de esos criterios para que se
considere angina inestable, aunque puede cumplir más de uno.
     Estas definiciones, que pueden parecer artificiosas, son útiles, ya que el meca-
nismo fisiopatológico que generalmente subyace a la angina de esfuerzo estable
(aumento de demanda en paciente con lesiones coronarias fijas) es diferente al de la
angina inestable (trombosis de placas de ateroma, espasmo, embolia coronaria,


                                           17
Historia Clínica y Exploración Física

disección coronaria, aumento brusco de la demanda de oxígeno por causas extra-
cardíacas, etc). Como vemos, la angina inestable abarca un amplio abanico de meca-
nismos fisiopatológicos, que comparte con el infarto agudo de miocardio y que deter-
minan un pronóstico peor e impredecible en relación con la angina estable. Por otro
lado, dentro del concepto de angina inestable se incluyen síndromes de pronóstico
y manejo terapéutico muy distintos. La definición de angina inestable que hemos uti-
lizado en el texto ha sido revisada en varias ocasiones dando lugar a clasificaciones
con voluntad más científica y menos descriptiva (como la de Braunwald), que resul-
tan en general poco prácticas y contribuyen poco a resolver el problema de estrati-
ficar adecuadamente la severidad del cuadro anginoso agudo.
      A continuación analizamos los datos del interrogatorio que permiten orientar la
etiología del dolor torácico. Típicamente, el dolor de la angina de pecho es de carác-
ter opresivo y difuso o el paciente lo describe como un peso; un dolor punzante y
localizado a punta de dedo no suele ser de origen isquémico.
      El dolor coronario suele localizarse en la región precordial, y se irradia a los
hombros, al cuello, a la mandíbula, a los dientes o a la región cubital del brazo
izquierdo; si se irradia a la espalda, debe pensarse en la posibilidad de una disección
aórtica, aunque puede ser secundario a enfermedad coronaria o patología osteo-
muscular.
      La duración suele ser de 20 segundos a 20 minutos; si el dolor dura menos de
20 segundos, es muy improbable que sea secundario a isquemia miocárdica. Cuan-
do dura entre 20 y 30 minutos, puede ser de origen isquémico, y en tal caso se tra-
taría de un episodio de angina de pecho inestable prolongada, de acuerdo a la clasi-
ficación clásica. Si el dolor dura más de 30 minutos, debemos pensar en un infarto
agudo de miocardio o en otras causas de dolor torácico.
      El dolor de la angina de pecho suele desencadenarse por el esfuerzo físico, aun-
que puede aparecer en reposo, en cuyo caso estaríamos ante una angina inestable de
reposo, un infarto agudo de miocardio o un dolor de origen no coronario. La rela-
ción con el esfuerzo es una de las características clínicas más específicas del dolor de
origen coronario. Tan es así, que incluso ante un dolor de reposo, es preciso pre-
guntar al paciente si ha tenido en el pasado dolores similares en relación con el
esfuerzo, dato este que sugiere un origen isquémico del dolor que sufre en el momen-
to del interrogatorio, que en tal caso sería una angina inestable de reposo o infarto
agudo de miocardio. Además del esfuerzo físico, el frío, la comida y el estrés psi-
cológico pueden desencadenar el episodio de angina. Por las mañanas, el umbral del
dolor suele ser más bajo. El dolor de la angina de esfuerzo se alivia con el reposo y
con la nitroglicerina sublingual, aunque este dato es poco específico, y otras entida-
des como el espasmo esofágico pueden ceder con nitroglicerina sublingual.
      El dolor anginoso no suele modificarse con los cambios posturales ni con la tos:
un dolor opresivo que se modifica al inclinarse hacia delante, sugiere la presencia de
pericarditis aguda; en este caso, el dolor suele durar horas y no se relaciona con el
esfuerzo. Si se incrementa con la tos o los movimientos respiratorios suele tener ori-
gen pleural o pulmonar. Si se reproduce con la presión o el movimiento muscular o


                                          18
Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias

articular (dolor mecánico), suele ser de origen osteomuscular o articular. Si se alivia
con la ingesta o con antiácidos suele ser secundario a esofagitis o úlcera gastroduo-
denal.
      Entre los síntomas acompañantes, la presencia de sudor, náuseas y vómitos,
debe hacer sospechar un infarto de miocardio. La disnea acompañante puede pro-
ducirse por isquemia extensa, infarto de miocardio, neumotórax o embolia de
pulmón. Cuando aparecen palpitaciones acompañando al dolor torácico, se debe
pensar en la posibilidad de una taquiarritmia inducida por la isquemia o en una
isquemia miocárdica secundaria a taquiarritimia. La presencia de fiebre sugiere la
posibilidad de neumonía, pleuritirs o pericarditis; la hemoptisis, de un tumor pul-
monar o embolia de pulmón con infarto pulmonar asociado; los suspiros, un dolor
de origen psicosomático (funcional).
      Los antecedentes del paciente: edad, factores de riesgo cardiovascular, arterio-
patía periférica concomitante (claudicación intermitente, antecedentes de ACV),
apoyan la etiología isquémica del dolor.
      El electrocardiograma de 12 derivaciones es la prueba complementaria más
importante, las alteraciones electrocardiográficas del segmento ST que aparecen
durante el dolor y desaparecen cuando cede, sirven para establecer el diagnóstico de
cardiopatía isquémica.
      Aunque las características del dolor pueden orientar el diagnóstico, lo cierto es
que, en muchas ocasiones, la isquemia miocárdica se presenta de forma atípica. De
ahí viene la distinción entre dolor típico, es decir, que tiene las características des-
critas y dolor atípico, que presenta algunas características que no sugieren origen
isquémico. Aunque el dolor atípico con frecuencia es secundario a otras etiologías,
lo cierto es que el criterio del médico para clasificar el dolor como típico o atípico es
muy variable. Además, los pacientes diabéticos, los hipertensos y las mujeres, pre-
sentan con gran frecuencia dolores atípicos como manifestación de isquemia miocár-
dica, que puede incluso cursar de forma silente, es decir, sin angina, o manifestarse
como disnea (equivalente anginoso). El índice de sospecha debe, por tanto, ser más
alto en estos pacientes.
      Probablemente, las dos características del dolor torácico que más sugieren su
origen isquémico son su relación con el esfuerzo (dolor que se desencadena con
esfuerzo y cede con reposo) y la presencia de alteraciones electrocardiográficas que
aparecen con el dolor y desaparecen cuando éste cede. Debe tenerse en cuenta la
edad, sexo y FRCV a la hora de valorar la probabilidad de que un dolor torácico sea
de origen coronario.

2.3.3. Síncope

     El diagnóstico etiológico del síncope entraña gran dificultad. Incluso después de
una historia detallada y meticulosa y de un estudio diagnóstico completo utilizando
todas las pruebas complementarias necesarias, es imposible llegar al diagnóstico
hasta en el 50 % de los casos. Estos síncopes que quedan sin diagnóstico etiológico


                                           19
Historia Clínica y Exploración Física

son los de mejor pronóstico. El síncope puede ser cardiogénico: taquicardias, bradi-
cardias, miocardiopatía hipertrófica, estenosis aórtica, etc; neurogénico: crisis comi-
ciales; por alteración del sistema nervioso autónomo: por ejemplo, síncopes vasova-
gales; por alteraciones endocrinas; por patología psiquiátrica, etc.
      Algunos datos de la historia permiten orientar el diagnóstico. El uso de fárma-
cos hipotensores, hipoglucemiantes orales o insulina, puede ser causa de síncope. El
estrés emocional puede causar síncopes vasovagales o por hiperventilación. Los sín-
copes desencadenados por movimientos de la cabeza pueden ser debidos a hiper-
sensibilidad del seno carotídeo. Los síncopes de esfuerzo aparecen en la miocardio-
patía hipertrófica, en la estenosis aórtica y en el mixoma cardíaco. Los producidos
con el ejercicio de las extremidades en el síndrome de robo de la subclavia.
      El comienzo súbito del síncope suele aparecer en los síncopes neurogénicos y
cardiogénicos (taquicardia ventricular, fibrilación ventricular, crisis de Stock Adams,
crisis comiciales etc.). Los síncopes de comienzo rápido pero con sensación premo-
nitoria suelen ser vasovagales o neurogénicos.
      Los síncopes que se producen al levantarse (ortostáticos) aparecen en pacientes
que utilizan fármacos hipotensores, están deshidratados o sufren disregulación
autonómica. Los síncopes vasovagales suelen aparecer cuando el paciente está
mucho tiempo de pie. El síncope cardiogénico es de recuperación rápida al igual que
el neurogénico, aunque en este último, la recuperación completa es más lenta. Los
síncopes posicionales pueden ser consecuencia de trombos intracardiacos o tumores
intracardiacos tipo mixoma.
      La presencia de alteraciones asociadas como incontinencia o mordedura de la
lengua sugiere lesiones neurológicas.

2.3.4. Palpitaciones

     Las palpitaciones suelen aparecer en pacientes que tienen arritmias rápidas,
extrasístoles o aumento del volumen sistólico y son producto de la sensación que pro-
ducen los latidos hiperdinámicos, rápidos o irregulares. También las arritmias lentas
pueden ocasionar palpitaciones secundarias al aumento de volumen sistólico. El
comienzo brusco de las palpitaciones suele corresponder a taquicardias paroxísticas (ya
sea fibrilación auricular paroxística, flutter, taquicardia de la unión AV o taquicardia
por vía accesoria). Es de gran utilidad enseñar al paciente a tomarse el pulso durante
las palpitaciones (en el caso de arritmias paroxísticas poco frecuentes puede ser más útil
que la monitorización ambulatoria continua con Holter), ya que permite obtener infor-
mación sobre la frecuencia y regularidad del pulso. Un ritmo irregular sugiere fibrila-
ción auricular paroxística, un ritmo lento bradiarritmia, un ritmo a 150 lpm flutter, y
una frecuencia mayor de 160 lpm, taquicardia supraventricular paroxística. Cuando se
detectan latidos anticipados, se trata de extrasístoles. Si con las palpitaciones la fre-
cuencia es normal, posiblemente la ansiedad es la causa de las palpitaciones, aunque
en ocasiones ciertas patologías que incrementan el volumen sistólico, como la insufi-
ciencia aórtica, pueden ocasionar palpitaciones en ausencia de trastornos del ritmo.


                                           20
Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias

2.3.5. Edemas

     El momento del día en que se producen los edemas puede esclarecer su causa:
los edemas vespertinos suelen ser secundarios a insuficiencia cardíaca derecha o a
insuficiencia venosa periférica; los edemas simétricos son típicos de insuficiencia
cardíaca derecha y aparecen en las partes declives; los edemas generalizados, pue-
den deberse a insuficiencia cardíaca derecha o a hepatopatía y se acompañan con
frecuencia de ascitis; los que se localizan en los párpados son propios del síndrome
nefrótico, la glomerulonefritis, el edema angioneurótico, la hipoproteinemia y el
mixedema; los que se limitan a los miembros suelen deberse a trombosis o linfede-
ma.
     Cuando se acompañan de disnea sugieren insuficiencia cardíaca congestiva;
cuando se asocian a ictericia, hepatopatía, aunque la insuficiencia cardíaca puede ser
la causa inicial de la misma. Cuando existen úlceras y pigmentación en los miem-
bros suelen ser consecuencia de insuficiencia venosa. La nicturia es un síntoma deri-
vado de la absorción nocturna de los edemas de la insuficiencia cardíaca, aunque
puede aparecer en la enfermedad renal y en pacientes con patología prostática.

2.3.6. Hemoptisis

      La hemoptisis es un síntoma que aparece con cierta frecuencia en la enferme-
dad pulmonar, aunque ocasionalmente ocurre en los cardiópatas, por ejemplo en la
estenosis mitral. La hemoptisis secundaria a enfermedad cardíaca suele ser de esca-
sa cuantía y se acompaña de disnea y taquipnea. La hemoptisis masiva aparece en
fístulas arteriovenosas pulmonares y en el aneurisma aórtico roto.
      Cuando la hemoptisis se acompaña de dolor pleurítico se debe pensar en la
embolia de pulmón. En una persona joven, sugiere un adenoma bronquial o una car-
diopatía congénita con síndrome de Eissenmenger. La enfermedad pulmonar obs-
tructiva y la tuberculosis pulmonar producen, igual que la estenosis mitral, hemopti-
sis moderadas recurrentes.

2.3.7. Fatigabilidad

     La enfermedad cardíaca avanzada con bajo gasto mantenido ocasiona pérdida
de masa muscular, anorexia y fatigabilidad crónica, que en su estado terminal da
lugar a la situación de caquexia cardíaca.

3. CUANTIFICACIÓN DE LA SEVERIDAD DE LOS SÍNTOMAS

      Existen tres dificultades fundamentales para valorar la limitación real que pro-
ducen los síntomas. La primera se debe a que, por definición, el síntoma es subjeti-
vo, la segunda a la dificultad para comprobar hasta que punto intereses distintos a la
búsqueda de la salud pueden modificar el relato del paciente, y la tercera a la ausen-


                                          21
Historia Clínica y Exploración Física

cia de criterios comunes en la comunidad médica. Estas limitaciones impiden con
frecuencia emitir un juicio objetivo sobre la capacidad funcional y laboral de los
pacientes.
      Para subsanar estos problemas esenciales a la actividad médica, existen diver-
sas escalas que permiten valorar la severidad de los síntomas de forma semicuanti-
tativa y que tienen un indudable valor. Sin embargo, su ambigüedad, su dependen-
cia del entorno sociocultural y sobre todo del relato del paciente, empobrecido por
la falta de tiempo del médico debida a la sobrecarga asistencial, las convierten en un
instrumento limitado.
      Existe la posibilidad de realizar pruebas complementarias para determinar la
capacidad funcional de manera objetiva, como la ergometría o la ergometría con
gases, sin embargo estas pruebas dependen también de la voluntad y motivación del
paciente.
      Los síntomas que se han cuantificado en cardiología a través de las clasificacio-
nes de severidad que a continuación se explican son la disnea, el dolor torácico, las
palpitaciones y la fatigabilidad. El síncope es un síntoma cuya trascendencia clínica
puede ser muy grande, pero especialmente difícil de cuantificar. En general se acep-
ta que los síncopes de repetición merecen un estudio particularmente exhaustivo.

3.1. Clasificación de la asociación del corazón de Nueva York:
     NYHA

      La clasificación de la NYHA valora la capacidad funcional dependiendo de la
limitación que origina cada síntoma (disnea, angina, palpitaciones o fatigabilidad) en
la actividad ordinaria del paciente. Existen cuatro clases, la I la de menor limitación
y la IV la de mayor limitación (ver Tabla 1). Es necesario especificar en los informes
el síntoma para el cual se está utilizando la clasificación, por ejemplo, "paciente en
clase funcional II/IV de la NYHA para disnea". Los principales problemas de la cla-
sificación de la NYHA son su subjetividad, su falta de reproducibilidad, y su inca-
pacidad para predecir adecuadamente la capacidad de ejercicio. Su principal venta-
ja es que es la más conocida y utilizada.

Tabla 1. Clasificación de la asociación del corazón de Nueva York

                           Valoración del grado de limitación de la actividad
  Clase funcional
                           física por disnea, angina, palpitaciones o fatigabilidad.
          I                No existe limitación por la actividad física ordinaria
          II               Ligera limitación por la actividad física ordinaria
         III               Síntomas con actividad física menor que la ordinaria.
                           La actividad ordinaria está limitada de forma marcada.
         IV
                           Síntomas en reposo o con mínima actividad


                                           22
Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias

3.2. Clasificación de la Sociedad Cardiovascular Canadiensa

     Esta clasificación, de estructura muy similar a la de la NYHA, es una clasifica-
ción de la severidad de la angina (ver Capítulo 6, Tabla 1). Sus limitaciones son simi-
lares a las de la clasificación de Nueva York, con el inconveniente de que es menos
conocida y utilizada.

3.3. Escala específica de actividad

      Esta clasificación (ver Tabla 2) supone un avance, ya cuantifica el grado de
actividad en función de una medida objetiva (el MET) que es la misma que se
utiliza en la prueba de esfuerzo. Un MET sería el consumo de oxígeno en situa-
ción basal, 2 METS el doble que el basal y así sucesivamente. Se trata de una
clasificación reproducible, que correlaciona bien con la capacidad de ejercicio
y aunque los ejemplos se ajustan mal a la sociedad española, son fácilmente
adaptables. Su principal desventaja, también subsanable, es que no es muy
conocida.
Tabla 2. Grado de actividad que el paciente es capaz de realizar en MET
                          Valoración del grado de limitación de la actividad
  Clase funcional
                          física por disnea, angina, palpitaciones o fatigabilidad.
                          Más de 7 METS: Subir 8 escalones con un peso de
          I               10 Kg (24 Lb), trabajar fuera de casa y realizar
                          actividades recreativas
                          Entre 5 y 7 METS: Realizar el acto sexual sin tener que
         II
                          detenerse, labores de jardinería, bailar, etc.
                          Entre 2 y 5 METS: Ducharse, hacer la cama, limpiar
         III
                          ventanas, caminar 4 Km, jugar al golf, etc.
         IV               No más de 2 METS.

4. EXPLORACIÓN FÍSICA

      No intentaremos hacer una revisión exhaustiva de la exploración en cardio-
logía, pero sí dar unas nociones básicas del significado de los signos clínicos y cons-
tantes vitales.
      En la exploración, los primeros datos que deben reseñarse son la presión arte-
rial (PA) y la frecuencia cardíaca (FC). Tampoco debe olvidarse la medida de la tem-
peratura corporal.
      La diuresis es un parámetro que se altera de forma relativamente rápida cuan-
do hay mala perfusión renal, ya sea por hipovolemia, por mala función cardíaca o
por ambas, y da una idea indirecta aproximada de la calidad de la perfusión orgáni-
ca global cuando la función renal era previamente normal.

                                           23
Historia Clínica y Exploración Física

     La auscultación pulmonar en cardiología sirve, entre otras cosas, para hacerse
una idea de la presión capilar pulmonar: si existen crepitantes húmedos, puede sig-
nificar que hay aumento de la presión capilar pulmonar y por tanto en la aurícula
izquierda. La correlación de la auscultación con la presión real en el capilar pulmo-
nar es, sin embargo, pobre.
     Se valorarán los edemas en los miembros inferiores que pueden ser consecuen-
cia de insuficiencia cardíaca derecha.
     No debe descuidarse la exploración abdominal, neurológica y de los otros apa-
ratos.
     Al pulso arterial, venoso y auscultación cardíaca, de mayor complejidad, dedi-
camos los apartados siguientes.

4.1. Pulso arterial

      El pulso arterial debe tomarse al menos en carótidas, femorales, radiales, cubi-
tales, poplíteas y pedias y en ambos lados del cuerpo. El pulso se produce por la
transmisión a través de la pared arterial de la onda producida por la expansión radial
sistólica de la aorta. Las características del pulso arterial se relacionan con la calidad
de la eyección cardíaca, las resistencias periféricas, la permeabilidad de las arterias y
la existencia de patología cardíaca y arterial. La onda de la presión arterial tiene una
elevación rápida y un descenso algo más lento. No debemos olvidar que cuando
hablamos de pulso arterial y de presión arterial nos referimos por defecto a la pre-
sión y pulso arterial sistémicos, ya que la arteria pulmonar sólo puede valorarse por
medio de cateterismo.
      Cuando disminuye el volumen sistólico del ventrículo izquierdo (como en la
hipovolemia o la disfunción sistólica), aumentan las resistencias periféricas, o hay
una obstrucción fija a la salida del ventrículo izquierdo (como en la estenosis aórti-
ca), aparece un pulso pequeño y débil. En la obstrucción a la salida del ventrículo la
onda del pulso aparece también retrasada: pulso tardío.
      El pulso hipercinético o intenso se asocia a un aumento del volumen sistólico
del ventrículo izquierdo: insuficiencia aórtica, insuficiencia mitral, cortocircuitos y
circulación hiperdinámica debida a anemia, fiebre o ansiedad.
      Se palpan dos ondas sistólicas, pulso bisferiens, en la insuficiencia aórtica y en
la miocardiopatía hipertrófica; y dos ondas, una sistólica y otra diastólica, pulso
dícroto, cuando el volumen sistólico es pequeño.
      El pulso alternante es aquel en que la intensidad varía latido a latido y se
encuentra en situaciones de disfunción ventricular izquierda terminal.
      Por último, se habla de pulso paradójico cuando la disminución inspiratoria de
la presión arterial sistólica es mayor de 10 mmHg, fenómeno este típico del tapona-
miento cardíaco, pero que también aparece en la pericarditis constrictiva, miocar-
diopatía restrictiva y obstrucción grave al flujo aéreo.



                                           24
Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias

4.2. Pulso venoso yugular

      La presión que hay en las venas yugulares equivale a la presión auricular dere-
cha o presión venosa central (PVC); generalmente se eleva por aumento de la pre-
sión telediastólica del ventrículo derecho, secundaria a insuficiencia cardíaca dere-
cha.
      El pulso venoso yugular consta de dos ondas positivas ("a" y "v") y dos negati-
vas o senos ("x" e "y"), que se deben a las modificaciones de presión que tienen lugar
en la aurícula derecha a lo largo del ciclo cardíaco.
      La onda "a" (onda presistólica) se debe a la contracción auricular que tiene lugar
al final de la diástole, un poco antes del pulso arterial. La onda "a" grande aparece
cuando hay resistencia al llenado del ventrículo derecho y la contracción auricular
es más enérgica, como en la estenosis tricuspídea, la hipertensión pulmonar y la este-
nosis pulmonar. Si la contracción de la aurícula derecha y el ventrículo derecho ocu-
rre de forma simultánea, se producen las ondas "a" cañón, ya que hay eyección retró-
grada de la sangre de la aurícula derecha; esta situación se da cuando hay disocia-
ción aurículoventricular como en el bloqueo auriculoventricular de tercer grado y la
taquicardia ventricular o taquicardias de la unión. Si hay fibrilación auricular, no
existe onda "a", ya que la aurícula no tiene actividad mecánica.
      El seno "x" se debe a la relajación de la aurícula que tiene lugar al principio de
la contracción ventricular. Aumenta en la pericarditis constrictiva, disminuye en la
dilatación del ventrículo derecho y se invierte en la insuficiencia tricuspídea grave.
      La onda "v" se produce por el llenado de la AD que tiene lugar durante la con-
tracción ventricular. Una onda "v" gigante puede producirse en la insuficiencia tri-
cuspídea severa. Al abrirse la tricúspide empieza el seno "y", ya que la sangre entra
rápidamente en el ventrículo y la aurícula se vacía. Un seno "y" pequeño sugiere un
obstáculo al llenado del ventrículo derecho como en la estenosis tricúspide. En la
pericarditis constrictiva tiene lugar un descenso "y" rápido y profundo con un ascen-
so rápido a la línea basal.

4.3. Auscultación cardíaca

      El primer ruido cardíaco (R1) se produce por el cierre de las válvulas auriculo-
ventriculares (mitral y tricúspide). El segundo ruido (R2) por el cierre de las válvu-
las semilunares (aórtica y pulmonar). Entre R1 y R2 tiene lugar la sístole y entre R2
y R1 la diástole. En condiciones normales la diástole es sensiblemente más larga que
la sístole. Si existen dificultades para identificar sístole y diástole a la auscultación, lo
más práctico es palpar simultáneamente un arteria central.
      Además de los ruidos normales, pueden existir un tercer (R3) y cuarto ruidos
(R4) que son anormales. El R3 se produce por un llenado ventricular rápido y/o
voluminoso y puede ser fisiológico en niños; en adultos suele ser patológico e indi-
ca disfunción ventricular izquierda o valvulopatía. El R4 siempre es patológico y se
debe a la contracción enérgica de la aurícula cuando existen dificultades para llenar


                                             25
Historia Clínica y Exploración Física

un ventrículo poco distensible, como en la hipertensión arterial, la estenosis aórtica,
la miocardiopatía hipertrófica, o la cardiopatía isquémica, o porque existe un obstá-
culo mecánico, como en la estenosis mitral en ritmo sinusal. Este ruido se produce
al final de la diástole y no existe cuando hay fibrilación auricular.
      El soplo es la auscultación del sonido producido por aumento de velocidad de
la sangre o turbulencia. Los soplos pueden ser inocentes, es decir, producidos por
variaciones normales de la anatomía del corazón y grandes vasos o por circunstan-
cias hemodinámicas transitorias, y en tal caso son sistólicos y suelen aparecer en
niños.
      Por otro lado, la enfermedad valvular produce soplos patológicos. Dado que
durante la sístole están abiertas las válvulas pulmonar y aórtica, la dificultad de aper-
tura de estas válvulas (estenosis aórtica y pulmonar), produce soplos sistólicos y,
como la mitral y tricúspide estarán cerradas en sístole, la insuficiencia de estas vál-
vulas también producirá soplos sitólicos. La estenosis mitral y tricúspide y la insufi-
ciencia aórtica y pulmonar producirán soplos diastólicos. Existen además múltiples
causas de soplos como embolismo pulmonar, cortocircuitos, fístulas, coartación de
aorta, entre otras.

BIBLIOGRAFÍA

1. Walker HK, Hall WD, Hurst JW: Clinical Methods: The History, Physical,
and Laboratory Examination, 2nd ed. Boston, Butterworths, 1980.
2. J. Am. Coll. The physiologic mechanisms of cardiac and vascular phisical signs.
Cardiol. 1: 184, 1983.
3. P. Zarco. Cardiología Básica. IDEPSA, 1986.
4. Perloff, J. K.: Physical Examination of the Heart and Circulation. 2nd ed. Phila-
delphia, W. B. Saunders Company, 1990.
5. Marriott, H. J. L.: Bedside Cardiac Diagnosis. Philadelphia, J. B. Lippincott Co.,
1993.
6. R.C. Schalant, R.W. Alexander: Hurst’s The Heart, Arteries and Veins. 8th ed.
McGraw Hill, 1994.
7. E. Braunwald, Heart Disease: A textbook of Cardiovascular Medicine, 5th ed.,
1997.
8. R. Moreno, A. O. Valle, J.F. Bobadilla: Capítulo cardiología. Manual CTO
para la preparación del examen MIR, 2nd ed., 1997.




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Historia clinica cardiologica

  • 1. Capítulo 1 Historia Clínica y Exploración Física Dr. Jaime Fernández de Bobadilla Ossorio Sección de Cardiología. Hospital San Juan de la Cruz. Ubeda (Jaén). 1. INTRODUCCIÓN En este primer capítulo se pretende hacer una revisión de la historia y la explo- ración física en cardiología que permita al médico evaluador interpretar y compren- der los datos de un informe cardiológico, las limitaciones de las distintas clasifica- ciones de severidad de los síntomas y el significado de la anamnesis y la exploración en el proceso diagnóstico. Aunque la capacidad diagnóstica de las pruebas complementarias ha progresa- do espectacularmente en los últimos años, sólo tienen sentido como complemento de una historia correctamente orientada. El clínico puede caer fácilmente en la ten- tación de sustituir la historia y la exploración por pruebas diagnósticas que resultan caras, incómodas y a veces peligrosas para el paciente, e inútiles o contraproducen- tes si no han sido solicitadas con una indicación precisa y justificada que se oriente a dar respuesta a una pregunta diagnóstica concreta y de interés clínico. Saber cómo se hace una historia y una exploración cardiolólgica no sólo es útil para el clínico, también para el médico evaluador, que cumple funciones de control del sistema sanitario, y necesita tomar decisiones sobre la vida laboral de los pacien- tes, interpretar y elaborar informes, etc. Probablemente la tentación de ceñirse estric- tamente a las pruebas complementarias objetivas es todavía mayor para el médico evaluador, ya que la solución de muchos de los problemas que se le plantean hace casi imprescindible un patrón de valoración objetivo. Es preciso conocer el signifi- cado de los síntomas y los signos para interpretar el informe clínico, comprender la actitud diagnóstica y terapéutica del médico que lo emite e interpretar así el signifi- cado de las pruebas objetivas. Por una parte, los resultados aislados del entorno clí- nico carecen de significado y, por otra, ciertos síntomas, como el síncope, pueden en sí mismos justificar decisiones terapéuticas con independencia del resultado de las pruebas complementarias. La historia clínica del cardiópata incluye un interrogatorio general por aparatos, pero debe hacerse especial hincapié en los síntomas que se relacionan directamente
  • 2. Historia Clínica y Exploración Física con la patología cardiovascular. Las conclusiones del médico que realiza la historia deben quedar expresadas de forma clara y concisa en el informe clínico. Cada uno de los síntomas debe describirse con precisión, detallando el inicio y cronología, la frecuencia y severidad de su presentación, la limitación funcional que supone para el paciente, la relación con factores desencadenantes y atenuantes y la respuesta a los tratamientos aplicados. 2. HISTORIA CLÍNICA 2.1. Perfil de riesgo cardiovascular, estilo de vida y antecedentes familiares. En cardiología, es preciso preguntar al paciente por los cuatro factores de riesgo cardiovascular (FRCV) principales: Hipertensión arterial (HTA), tabaquis- mo, hiperlipemia y diabetes mellitus. A ser posible, deben detallarse las cifras habituales de PA, el momento en que se diagnosticó la HTA, el tratamiento segui- do por el paciente y su respuesta al mismo y, si existe, el daño orgánico produci- do por la HTA. De forma similar, conviene detallar la fecha en que el paciente comenzó a fumar, la cantidad de cigarrillos, puros o pipas que consume diaria- mente y señalar, si existen, otras patologías secundarias al tabaquismo. En cuanto a la hiperlipemia, deben reseñarse las cifras de colesterol total y fracciones (LDL y HDL), la dieta y el tratamiento farmacológico y la respuesta del paciente. Por último, en el caso de la diabetes, detallaremos las cifras de glucemia habituales, las dosis de antidiabéticos orales o insulina y las otras manifestaciones clínicas de la enfermedad. Otros factores de riesgo de menor influencia en el desarrollo de la enfermedad coronaria son la menopausia precoz, el empleo de anticonceptivos orales cuando se asocia al tabaquismo y el alcohol a dosis altas. El consumo de alcohol a dosis en torno a 30 g/ día parece ejercer un efecto protector sobre el desarrollo de enferme- dad aterosclerosa, pero traspasados estos límites su efecto negativo sobre la PA y el perfil lipídico aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular. El consumo de alco- hol, por otra parte, es la causa más frecuente de miocardiopatía dilatada secundaria y, en este caso, el abandono del tóxico puede hacer regresar la dilatación y disfun- ción del ventrículo izquierdo. En las mujeres es necesario preguntar por la fecha de la menopausia, ya que si apareció precozmente aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular y por el consumo de anticonceptivos orales, que en fumadoras es también un factor de riesgo. Los antecedentes de fiebre reumática, corea y enfermedades venéreas pueden aclarar la etiología del paciente valvular. Los antecedentes de manipulaciones den- tales y procedimientos diagnósticos o terapéuticos invasivos como sondaje vesical, pueden orientar al diagnóstico de una endocarditis infecciosa. Debe preguntarse al paciente sobre otras características de su estilo de vida: dieta, trabajo y aficiones, tipo de actividad física, fármacos que consume, etc. Si el 14
  • 3. Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias paciente presenta síntomas, se valorará la repercusión de cada uno de ellos en su capacidad funcional y calidad de vida. También es necesario obtener información de los antecedentes familiares: fami- liares de primer grado con enfermedad coronaria antes de los 50 años, hiperlipemia, miocardiopatía hipertrófica, HTA, diabetes, etc. 2.2. Antecedentes patológicos 2.2.1. Eventos cardiológicos Los eventos principales de la historia deben reseñarse cuidadosamente, especi- ficando con la mayor precisión posible la fecha en que tuvieron lugar. Cuando se dispone de informes clínicos correspondientes a ingresos o visitas ambulatorias, debe extraerse la información más trascendente: causa de ingreso, curso clínico, complicaciones, resultados de pruebas complementarias, procedimientos realizados, tratamiento durante el ingreso y tratamiento al alta. Para evitar un informe dema- siado prolijo, es razonable reseñar sólo aquellos datos que tienen trascendencia clí- nica. Conviene ser muy riguroso a la hora de dar por válidos diagnósticos que el pro- pio enfermo aporta de palabra sin documentos escritos ya que, en muchas ocasio- nes, los enfermos creen haber sufrido un proceso que nada tiene que ver con el que motivó su ingreso o el que se ha diagnosticado realmente. En todo caso, se reque- rirá del paciente toda la documentación médica disponible en forma de informes clí- nicos o de pruebas diagnósticas. Cuando existan dudas, y en ausencia de una prue- ba documental, lo más sensato es reseñar en la historia: "el enfermo refiere que sufrió, por ejemplo, un infarto de miocardio hace seis años y que estuvo ingresado varios días en un hospital que no recuerda, aunque no aporta informes de dicho ingreso". 2.2.2. Eventos no cardiológicos Dentro de la Historia no cardiológica, deben describirse con especial detalle los eventos relacionados con la patología cardiovascular: Accidentes cerebrales vascula- res (ACV), claudicación intermitente, vasculopatía renal y aquellas patologías que puedan suponer una contraindicación para el uso de aspirina, como el ulcus, o que requieran ajuste de dosis de ciertos fármacos, como la insuficiencia renal o hepática. Se reseñarán también las intervenciones quirúrgicas y las enfermedades principales sufridas por el paciente. 2.3. Enfermedad actual Se realizará un detallado análisis de los síntomas cardiológicos principales: dis- nea, dolor torácico, síncope, palpitaciones, edemas, hemoptisis y fatigabilidad. 15
  • 4. Historia Clínica y Exploración Física 2.3.1. Disnea y tos La disnea se define como sensación subjetiva de falta de aire y puede ser secun- daria a gran variedad de patologías cardiológicas y no cardiológicas: insuficiencia cardíaca izquierda, obstrucción crónica al flujo aéreo (de predomino espiratorio), enfermedad de vías respiratorias altas (de predominio inspiratorio), infecciones pul- monares, enfermedad de la pared torácica, hipertensión pulmonar, anemia, vasculo- patía periférica, obesidad, permanencia prolongada en cama, enfermedades psico- somáticas, etc. La disnea repentina puede ser secundaria a insuficiencia cardíaca aguda (secundaria a arritmias rápidas y lentas, a enfermedad valvular, a disfunción sistólica o diastólica del ventrículo izquierdo, etc) o a embolia de pulmón, broncos- pasmo, neumotórax etc. La disnea cardiogénica tiene su origen en un aumento de la presión en el capi- lar pulmonar que produce extravasación de fluido al intersticio pulmonar, y en situa- ciones extremas al espacio aéreo, y dificulta el intercambio gaseoso. Este aumento de presión es resultado de un aumento de presión en la aurícula izquierda, en el seno de cualquier patología cardíaca valvular, congénita, isquémica o miocárdica, que de lugar a un equilibrio de presiones anormalmente elevado. La disnea cardiogénica se asocia a ortopnea (disnea de decúbito), que muchos clínicos miden de forma aproximada por el número de almohadas que el paciente utiliza para aliviar la disnea durante el descanso nocturno y, así, puede verse con fre- cuencia la expresión "ortopnea de, por ejemplo, dos almohadas". La ortopnea es, sin embargo, un síntoma poco específico de cardiopatía y aparece con frecuencia en la enfermedad pulmonar. La auscultación pulmonar ayuda a distinguir el origen de la disnea: crepitantes húmedos en la cardiogénica y roncus y sibilancias en la disnea de origen pulmonar, aunque las sibilancias pueden aparecer como consecuencia de edema peribronquial por insuficiencia cardíaca, dando lugar a lo que se conoce como "asma cardíaco". La disnea cardíaca responde a diuréticos, ieca y nitratos, mientras que la pulmonar res- ponde a broncodilatadores y esteroides. La disnea puede ser también un "equivalente anginoso", es decir, como expre- sión de isquemia miocárdica. Por otro lado, la isquemia miocárdica extensa puede producir disfunción sistólica global y secundariamente aumento de la presión en el capilar pulmonar, en cuyo caso puede aparecer asociada a la angina. La disnea de origen funcional es una manifestación psicosomática, que puede acompañarse de pinchazos precordiales, suspiros y claustrofobia. La tos es un síntoma muy frecuente en enfermedades del pulmón, de la vía aérea y de la vasculatura pulmonar. La tos productiva (con esputo), es típica de la enfermedad pulmonar y bronquial. La hipertensión pulmonar suele acompañarse de una tos seca irritativa y espasmódica. La insuficiencia cardíaca también puede cursar con tos, en ocasiones acom- pañada de obstrucción bronquial secundaria a edema peribronquial. En este caso, la exploración puede llevar a confusión. 16
  • 5. Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias Los fármacos inhibidores del enzima conversor de angiotensina (IECA), utili- zados en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca y la HTA, producen tos como efecto secundario, al parecer por acción de las prostaglandinas a nivel del Sistema Nervioso Central, hasta en un 5-10 % de los casos. 2.3.2. Dolor torácico Si tenemos en cuenta que hoy en día la enfermedad coronaria es la cardiopatía más frecuente, es fácil comprender que el dolor torácico sea el síntoma más impor- tante en cardiología. Existen múltiples causas de dolor torácico: reflujo gastroesofá- gico, úlcera gástrica, pancreatitis, hipertensión pulmonar con dilatación de la arteria pulmonar, pericarditis, disección aórtica, síndrome de Tietze (de la articulación con- drocostal), herpes zoster, enfermedad psicosomática y, por supuesto, dolor debido a isquemia miocárdica ya sea angina de pecho o infarto agudo de miocardio. A este respecto, conviene recordar que llamamos angina de pecho al dolor torácico secun- dario a isquemia miocárdica cuando posteriormente no se produce necrosis; si la isquemia se prolonga suficiente tiempo para producir necrosis miocárdica, hablamos de infarto agudo de miocardio. El interrogatorio constituye la herrramienta diagnóstica más útil para orientar la etiología del dolor torácico. Se debe preguntar sobre las caracterísiticas del dolor, su localización, irradiación, duración, cronología, factores precipitantes y atenuantes y síntomas acompañantes. Antes de explicar la información que aportan cada uno de estos datos, es nece- sario distinguir la angina de esfuerzo estable, síntoma de cardiopatía isquémica cró- nica y la angina inestable que constituye un síndrome coronario agudo. La angina estable es el dolor torácico secundario a isquemia miocárdica que aparece con el esfuerzo y desaparece en reposo y que mantiene unas características más o menos constantes de duración, intensidad, umbral de esfuerzo y frecuencia de episodios durante un periodo de más de dos meses. Clásicamente se define la angina inestable como todo dolor torácico secundario a isquemia miocárdica que no llega a producir necrosis miocárdica y que cumple uno o más de los siguientes criterios: aparece en reposo (angina de reposo), dura más de 20 minutos (angina prolongada), aparece en relación con esfuerzo pero ha habido en las últimas semanas un aumento significati- vo de la duración, intensidad o frecuencia de los episodios de dolor o una disminu- ción del umbral de esfuerzo al que se produce la angina (angina progresiva), angina que ha comenzado en los últimos dos meses (angina de reciente comienzo) o angina que aparece en el primer mes después del infarto (angina postinfarto). Basta que el dolor torácico secundario a isquemia cumpla alguno de esos criterios para que se considere angina inestable, aunque puede cumplir más de uno. Estas definiciones, que pueden parecer artificiosas, son útiles, ya que el meca- nismo fisiopatológico que generalmente subyace a la angina de esfuerzo estable (aumento de demanda en paciente con lesiones coronarias fijas) es diferente al de la angina inestable (trombosis de placas de ateroma, espasmo, embolia coronaria, 17
  • 6. Historia Clínica y Exploración Física disección coronaria, aumento brusco de la demanda de oxígeno por causas extra- cardíacas, etc). Como vemos, la angina inestable abarca un amplio abanico de meca- nismos fisiopatológicos, que comparte con el infarto agudo de miocardio y que deter- minan un pronóstico peor e impredecible en relación con la angina estable. Por otro lado, dentro del concepto de angina inestable se incluyen síndromes de pronóstico y manejo terapéutico muy distintos. La definición de angina inestable que hemos uti- lizado en el texto ha sido revisada en varias ocasiones dando lugar a clasificaciones con voluntad más científica y menos descriptiva (como la de Braunwald), que resul- tan en general poco prácticas y contribuyen poco a resolver el problema de estrati- ficar adecuadamente la severidad del cuadro anginoso agudo. A continuación analizamos los datos del interrogatorio que permiten orientar la etiología del dolor torácico. Típicamente, el dolor de la angina de pecho es de carác- ter opresivo y difuso o el paciente lo describe como un peso; un dolor punzante y localizado a punta de dedo no suele ser de origen isquémico. El dolor coronario suele localizarse en la región precordial, y se irradia a los hombros, al cuello, a la mandíbula, a los dientes o a la región cubital del brazo izquierdo; si se irradia a la espalda, debe pensarse en la posibilidad de una disección aórtica, aunque puede ser secundario a enfermedad coronaria o patología osteo- muscular. La duración suele ser de 20 segundos a 20 minutos; si el dolor dura menos de 20 segundos, es muy improbable que sea secundario a isquemia miocárdica. Cuan- do dura entre 20 y 30 minutos, puede ser de origen isquémico, y en tal caso se tra- taría de un episodio de angina de pecho inestable prolongada, de acuerdo a la clasi- ficación clásica. Si el dolor dura más de 30 minutos, debemos pensar en un infarto agudo de miocardio o en otras causas de dolor torácico. El dolor de la angina de pecho suele desencadenarse por el esfuerzo físico, aun- que puede aparecer en reposo, en cuyo caso estaríamos ante una angina inestable de reposo, un infarto agudo de miocardio o un dolor de origen no coronario. La rela- ción con el esfuerzo es una de las características clínicas más específicas del dolor de origen coronario. Tan es así, que incluso ante un dolor de reposo, es preciso pre- guntar al paciente si ha tenido en el pasado dolores similares en relación con el esfuerzo, dato este que sugiere un origen isquémico del dolor que sufre en el momen- to del interrogatorio, que en tal caso sería una angina inestable de reposo o infarto agudo de miocardio. Además del esfuerzo físico, el frío, la comida y el estrés psi- cológico pueden desencadenar el episodio de angina. Por las mañanas, el umbral del dolor suele ser más bajo. El dolor de la angina de esfuerzo se alivia con el reposo y con la nitroglicerina sublingual, aunque este dato es poco específico, y otras entida- des como el espasmo esofágico pueden ceder con nitroglicerina sublingual. El dolor anginoso no suele modificarse con los cambios posturales ni con la tos: un dolor opresivo que se modifica al inclinarse hacia delante, sugiere la presencia de pericarditis aguda; en este caso, el dolor suele durar horas y no se relaciona con el esfuerzo. Si se incrementa con la tos o los movimientos respiratorios suele tener ori- gen pleural o pulmonar. Si se reproduce con la presión o el movimiento muscular o 18
  • 7. Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias articular (dolor mecánico), suele ser de origen osteomuscular o articular. Si se alivia con la ingesta o con antiácidos suele ser secundario a esofagitis o úlcera gastroduo- denal. Entre los síntomas acompañantes, la presencia de sudor, náuseas y vómitos, debe hacer sospechar un infarto de miocardio. La disnea acompañante puede pro- ducirse por isquemia extensa, infarto de miocardio, neumotórax o embolia de pulmón. Cuando aparecen palpitaciones acompañando al dolor torácico, se debe pensar en la posibilidad de una taquiarritmia inducida por la isquemia o en una isquemia miocárdica secundaria a taquiarritimia. La presencia de fiebre sugiere la posibilidad de neumonía, pleuritirs o pericarditis; la hemoptisis, de un tumor pul- monar o embolia de pulmón con infarto pulmonar asociado; los suspiros, un dolor de origen psicosomático (funcional). Los antecedentes del paciente: edad, factores de riesgo cardiovascular, arterio- patía periférica concomitante (claudicación intermitente, antecedentes de ACV), apoyan la etiología isquémica del dolor. El electrocardiograma de 12 derivaciones es la prueba complementaria más importante, las alteraciones electrocardiográficas del segmento ST que aparecen durante el dolor y desaparecen cuando cede, sirven para establecer el diagnóstico de cardiopatía isquémica. Aunque las características del dolor pueden orientar el diagnóstico, lo cierto es que, en muchas ocasiones, la isquemia miocárdica se presenta de forma atípica. De ahí viene la distinción entre dolor típico, es decir, que tiene las características des- critas y dolor atípico, que presenta algunas características que no sugieren origen isquémico. Aunque el dolor atípico con frecuencia es secundario a otras etiologías, lo cierto es que el criterio del médico para clasificar el dolor como típico o atípico es muy variable. Además, los pacientes diabéticos, los hipertensos y las mujeres, pre- sentan con gran frecuencia dolores atípicos como manifestación de isquemia miocár- dica, que puede incluso cursar de forma silente, es decir, sin angina, o manifestarse como disnea (equivalente anginoso). El índice de sospecha debe, por tanto, ser más alto en estos pacientes. Probablemente, las dos características del dolor torácico que más sugieren su origen isquémico son su relación con el esfuerzo (dolor que se desencadena con esfuerzo y cede con reposo) y la presencia de alteraciones electrocardiográficas que aparecen con el dolor y desaparecen cuando éste cede. Debe tenerse en cuenta la edad, sexo y FRCV a la hora de valorar la probabilidad de que un dolor torácico sea de origen coronario. 2.3.3. Síncope El diagnóstico etiológico del síncope entraña gran dificultad. Incluso después de una historia detallada y meticulosa y de un estudio diagnóstico completo utilizando todas las pruebas complementarias necesarias, es imposible llegar al diagnóstico hasta en el 50 % de los casos. Estos síncopes que quedan sin diagnóstico etiológico 19
  • 8. Historia Clínica y Exploración Física son los de mejor pronóstico. El síncope puede ser cardiogénico: taquicardias, bradi- cardias, miocardiopatía hipertrófica, estenosis aórtica, etc; neurogénico: crisis comi- ciales; por alteración del sistema nervioso autónomo: por ejemplo, síncopes vasova- gales; por alteraciones endocrinas; por patología psiquiátrica, etc. Algunos datos de la historia permiten orientar el diagnóstico. El uso de fárma- cos hipotensores, hipoglucemiantes orales o insulina, puede ser causa de síncope. El estrés emocional puede causar síncopes vasovagales o por hiperventilación. Los sín- copes desencadenados por movimientos de la cabeza pueden ser debidos a hiper- sensibilidad del seno carotídeo. Los síncopes de esfuerzo aparecen en la miocardio- patía hipertrófica, en la estenosis aórtica y en el mixoma cardíaco. Los producidos con el ejercicio de las extremidades en el síndrome de robo de la subclavia. El comienzo súbito del síncope suele aparecer en los síncopes neurogénicos y cardiogénicos (taquicardia ventricular, fibrilación ventricular, crisis de Stock Adams, crisis comiciales etc.). Los síncopes de comienzo rápido pero con sensación premo- nitoria suelen ser vasovagales o neurogénicos. Los síncopes que se producen al levantarse (ortostáticos) aparecen en pacientes que utilizan fármacos hipotensores, están deshidratados o sufren disregulación autonómica. Los síncopes vasovagales suelen aparecer cuando el paciente está mucho tiempo de pie. El síncope cardiogénico es de recuperación rápida al igual que el neurogénico, aunque en este último, la recuperación completa es más lenta. Los síncopes posicionales pueden ser consecuencia de trombos intracardiacos o tumores intracardiacos tipo mixoma. La presencia de alteraciones asociadas como incontinencia o mordedura de la lengua sugiere lesiones neurológicas. 2.3.4. Palpitaciones Las palpitaciones suelen aparecer en pacientes que tienen arritmias rápidas, extrasístoles o aumento del volumen sistólico y son producto de la sensación que pro- ducen los latidos hiperdinámicos, rápidos o irregulares. También las arritmias lentas pueden ocasionar palpitaciones secundarias al aumento de volumen sistólico. El comienzo brusco de las palpitaciones suele corresponder a taquicardias paroxísticas (ya sea fibrilación auricular paroxística, flutter, taquicardia de la unión AV o taquicardia por vía accesoria). Es de gran utilidad enseñar al paciente a tomarse el pulso durante las palpitaciones (en el caso de arritmias paroxísticas poco frecuentes puede ser más útil que la monitorización ambulatoria continua con Holter), ya que permite obtener infor- mación sobre la frecuencia y regularidad del pulso. Un ritmo irregular sugiere fibrila- ción auricular paroxística, un ritmo lento bradiarritmia, un ritmo a 150 lpm flutter, y una frecuencia mayor de 160 lpm, taquicardia supraventricular paroxística. Cuando se detectan latidos anticipados, se trata de extrasístoles. Si con las palpitaciones la fre- cuencia es normal, posiblemente la ansiedad es la causa de las palpitaciones, aunque en ocasiones ciertas patologías que incrementan el volumen sistólico, como la insufi- ciencia aórtica, pueden ocasionar palpitaciones en ausencia de trastornos del ritmo. 20
  • 9. Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias 2.3.5. Edemas El momento del día en que se producen los edemas puede esclarecer su causa: los edemas vespertinos suelen ser secundarios a insuficiencia cardíaca derecha o a insuficiencia venosa periférica; los edemas simétricos son típicos de insuficiencia cardíaca derecha y aparecen en las partes declives; los edemas generalizados, pue- den deberse a insuficiencia cardíaca derecha o a hepatopatía y se acompañan con frecuencia de ascitis; los que se localizan en los párpados son propios del síndrome nefrótico, la glomerulonefritis, el edema angioneurótico, la hipoproteinemia y el mixedema; los que se limitan a los miembros suelen deberse a trombosis o linfede- ma. Cuando se acompañan de disnea sugieren insuficiencia cardíaca congestiva; cuando se asocian a ictericia, hepatopatía, aunque la insuficiencia cardíaca puede ser la causa inicial de la misma. Cuando existen úlceras y pigmentación en los miem- bros suelen ser consecuencia de insuficiencia venosa. La nicturia es un síntoma deri- vado de la absorción nocturna de los edemas de la insuficiencia cardíaca, aunque puede aparecer en la enfermedad renal y en pacientes con patología prostática. 2.3.6. Hemoptisis La hemoptisis es un síntoma que aparece con cierta frecuencia en la enferme- dad pulmonar, aunque ocasionalmente ocurre en los cardiópatas, por ejemplo en la estenosis mitral. La hemoptisis secundaria a enfermedad cardíaca suele ser de esca- sa cuantía y se acompaña de disnea y taquipnea. La hemoptisis masiva aparece en fístulas arteriovenosas pulmonares y en el aneurisma aórtico roto. Cuando la hemoptisis se acompaña de dolor pleurítico se debe pensar en la embolia de pulmón. En una persona joven, sugiere un adenoma bronquial o una car- diopatía congénita con síndrome de Eissenmenger. La enfermedad pulmonar obs- tructiva y la tuberculosis pulmonar producen, igual que la estenosis mitral, hemopti- sis moderadas recurrentes. 2.3.7. Fatigabilidad La enfermedad cardíaca avanzada con bajo gasto mantenido ocasiona pérdida de masa muscular, anorexia y fatigabilidad crónica, que en su estado terminal da lugar a la situación de caquexia cardíaca. 3. CUANTIFICACIÓN DE LA SEVERIDAD DE LOS SÍNTOMAS Existen tres dificultades fundamentales para valorar la limitación real que pro- ducen los síntomas. La primera se debe a que, por definición, el síntoma es subjeti- vo, la segunda a la dificultad para comprobar hasta que punto intereses distintos a la búsqueda de la salud pueden modificar el relato del paciente, y la tercera a la ausen- 21
  • 10. Historia Clínica y Exploración Física cia de criterios comunes en la comunidad médica. Estas limitaciones impiden con frecuencia emitir un juicio objetivo sobre la capacidad funcional y laboral de los pacientes. Para subsanar estos problemas esenciales a la actividad médica, existen diver- sas escalas que permiten valorar la severidad de los síntomas de forma semicuanti- tativa y que tienen un indudable valor. Sin embargo, su ambigüedad, su dependen- cia del entorno sociocultural y sobre todo del relato del paciente, empobrecido por la falta de tiempo del médico debida a la sobrecarga asistencial, las convierten en un instrumento limitado. Existe la posibilidad de realizar pruebas complementarias para determinar la capacidad funcional de manera objetiva, como la ergometría o la ergometría con gases, sin embargo estas pruebas dependen también de la voluntad y motivación del paciente. Los síntomas que se han cuantificado en cardiología a través de las clasificacio- nes de severidad que a continuación se explican son la disnea, el dolor torácico, las palpitaciones y la fatigabilidad. El síncope es un síntoma cuya trascendencia clínica puede ser muy grande, pero especialmente difícil de cuantificar. En general se acep- ta que los síncopes de repetición merecen un estudio particularmente exhaustivo. 3.1. Clasificación de la asociación del corazón de Nueva York: NYHA La clasificación de la NYHA valora la capacidad funcional dependiendo de la limitación que origina cada síntoma (disnea, angina, palpitaciones o fatigabilidad) en la actividad ordinaria del paciente. Existen cuatro clases, la I la de menor limitación y la IV la de mayor limitación (ver Tabla 1). Es necesario especificar en los informes el síntoma para el cual se está utilizando la clasificación, por ejemplo, "paciente en clase funcional II/IV de la NYHA para disnea". Los principales problemas de la cla- sificación de la NYHA son su subjetividad, su falta de reproducibilidad, y su inca- pacidad para predecir adecuadamente la capacidad de ejercicio. Su principal venta- ja es que es la más conocida y utilizada. Tabla 1. Clasificación de la asociación del corazón de Nueva York Valoración del grado de limitación de la actividad Clase funcional física por disnea, angina, palpitaciones o fatigabilidad. I No existe limitación por la actividad física ordinaria II Ligera limitación por la actividad física ordinaria III Síntomas con actividad física menor que la ordinaria. La actividad ordinaria está limitada de forma marcada. IV Síntomas en reposo o con mínima actividad 22
  • 11. Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias 3.2. Clasificación de la Sociedad Cardiovascular Canadiensa Esta clasificación, de estructura muy similar a la de la NYHA, es una clasifica- ción de la severidad de la angina (ver Capítulo 6, Tabla 1). Sus limitaciones son simi- lares a las de la clasificación de Nueva York, con el inconveniente de que es menos conocida y utilizada. 3.3. Escala específica de actividad Esta clasificación (ver Tabla 2) supone un avance, ya cuantifica el grado de actividad en función de una medida objetiva (el MET) que es la misma que se utiliza en la prueba de esfuerzo. Un MET sería el consumo de oxígeno en situa- ción basal, 2 METS el doble que el basal y así sucesivamente. Se trata de una clasificación reproducible, que correlaciona bien con la capacidad de ejercicio y aunque los ejemplos se ajustan mal a la sociedad española, son fácilmente adaptables. Su principal desventaja, también subsanable, es que no es muy conocida. Tabla 2. Grado de actividad que el paciente es capaz de realizar en MET Valoración del grado de limitación de la actividad Clase funcional física por disnea, angina, palpitaciones o fatigabilidad. Más de 7 METS: Subir 8 escalones con un peso de I 10 Kg (24 Lb), trabajar fuera de casa y realizar actividades recreativas Entre 5 y 7 METS: Realizar el acto sexual sin tener que II detenerse, labores de jardinería, bailar, etc. Entre 2 y 5 METS: Ducharse, hacer la cama, limpiar III ventanas, caminar 4 Km, jugar al golf, etc. IV No más de 2 METS. 4. EXPLORACIÓN FÍSICA No intentaremos hacer una revisión exhaustiva de la exploración en cardio- logía, pero sí dar unas nociones básicas del significado de los signos clínicos y cons- tantes vitales. En la exploración, los primeros datos que deben reseñarse son la presión arte- rial (PA) y la frecuencia cardíaca (FC). Tampoco debe olvidarse la medida de la tem- peratura corporal. La diuresis es un parámetro que se altera de forma relativamente rápida cuan- do hay mala perfusión renal, ya sea por hipovolemia, por mala función cardíaca o por ambas, y da una idea indirecta aproximada de la calidad de la perfusión orgáni- ca global cuando la función renal era previamente normal. 23
  • 12. Historia Clínica y Exploración Física La auscultación pulmonar en cardiología sirve, entre otras cosas, para hacerse una idea de la presión capilar pulmonar: si existen crepitantes húmedos, puede sig- nificar que hay aumento de la presión capilar pulmonar y por tanto en la aurícula izquierda. La correlación de la auscultación con la presión real en el capilar pulmo- nar es, sin embargo, pobre. Se valorarán los edemas en los miembros inferiores que pueden ser consecuen- cia de insuficiencia cardíaca derecha. No debe descuidarse la exploración abdominal, neurológica y de los otros apa- ratos. Al pulso arterial, venoso y auscultación cardíaca, de mayor complejidad, dedi- camos los apartados siguientes. 4.1. Pulso arterial El pulso arterial debe tomarse al menos en carótidas, femorales, radiales, cubi- tales, poplíteas y pedias y en ambos lados del cuerpo. El pulso se produce por la transmisión a través de la pared arterial de la onda producida por la expansión radial sistólica de la aorta. Las características del pulso arterial se relacionan con la calidad de la eyección cardíaca, las resistencias periféricas, la permeabilidad de las arterias y la existencia de patología cardíaca y arterial. La onda de la presión arterial tiene una elevación rápida y un descenso algo más lento. No debemos olvidar que cuando hablamos de pulso arterial y de presión arterial nos referimos por defecto a la pre- sión y pulso arterial sistémicos, ya que la arteria pulmonar sólo puede valorarse por medio de cateterismo. Cuando disminuye el volumen sistólico del ventrículo izquierdo (como en la hipovolemia o la disfunción sistólica), aumentan las resistencias periféricas, o hay una obstrucción fija a la salida del ventrículo izquierdo (como en la estenosis aórti- ca), aparece un pulso pequeño y débil. En la obstrucción a la salida del ventrículo la onda del pulso aparece también retrasada: pulso tardío. El pulso hipercinético o intenso se asocia a un aumento del volumen sistólico del ventrículo izquierdo: insuficiencia aórtica, insuficiencia mitral, cortocircuitos y circulación hiperdinámica debida a anemia, fiebre o ansiedad. Se palpan dos ondas sistólicas, pulso bisferiens, en la insuficiencia aórtica y en la miocardiopatía hipertrófica; y dos ondas, una sistólica y otra diastólica, pulso dícroto, cuando el volumen sistólico es pequeño. El pulso alternante es aquel en que la intensidad varía latido a latido y se encuentra en situaciones de disfunción ventricular izquierda terminal. Por último, se habla de pulso paradójico cuando la disminución inspiratoria de la presión arterial sistólica es mayor de 10 mmHg, fenómeno este típico del tapona- miento cardíaco, pero que también aparece en la pericarditis constrictiva, miocar- diopatía restrictiva y obstrucción grave al flujo aéreo. 24
  • 13. Estudio de la Incapacidad Laboral por Enfermedades Cardiocirculatorias 4.2. Pulso venoso yugular La presión que hay en las venas yugulares equivale a la presión auricular dere- cha o presión venosa central (PVC); generalmente se eleva por aumento de la pre- sión telediastólica del ventrículo derecho, secundaria a insuficiencia cardíaca dere- cha. El pulso venoso yugular consta de dos ondas positivas ("a" y "v") y dos negati- vas o senos ("x" e "y"), que se deben a las modificaciones de presión que tienen lugar en la aurícula derecha a lo largo del ciclo cardíaco. La onda "a" (onda presistólica) se debe a la contracción auricular que tiene lugar al final de la diástole, un poco antes del pulso arterial. La onda "a" grande aparece cuando hay resistencia al llenado del ventrículo derecho y la contracción auricular es más enérgica, como en la estenosis tricuspídea, la hipertensión pulmonar y la este- nosis pulmonar. Si la contracción de la aurícula derecha y el ventrículo derecho ocu- rre de forma simultánea, se producen las ondas "a" cañón, ya que hay eyección retró- grada de la sangre de la aurícula derecha; esta situación se da cuando hay disocia- ción aurículoventricular como en el bloqueo auriculoventricular de tercer grado y la taquicardia ventricular o taquicardias de la unión. Si hay fibrilación auricular, no existe onda "a", ya que la aurícula no tiene actividad mecánica. El seno "x" se debe a la relajación de la aurícula que tiene lugar al principio de la contracción ventricular. Aumenta en la pericarditis constrictiva, disminuye en la dilatación del ventrículo derecho y se invierte en la insuficiencia tricuspídea grave. La onda "v" se produce por el llenado de la AD que tiene lugar durante la con- tracción ventricular. Una onda "v" gigante puede producirse en la insuficiencia tri- cuspídea severa. Al abrirse la tricúspide empieza el seno "y", ya que la sangre entra rápidamente en el ventrículo y la aurícula se vacía. Un seno "y" pequeño sugiere un obstáculo al llenado del ventrículo derecho como en la estenosis tricúspide. En la pericarditis constrictiva tiene lugar un descenso "y" rápido y profundo con un ascen- so rápido a la línea basal. 4.3. Auscultación cardíaca El primer ruido cardíaco (R1) se produce por el cierre de las válvulas auriculo- ventriculares (mitral y tricúspide). El segundo ruido (R2) por el cierre de las válvu- las semilunares (aórtica y pulmonar). Entre R1 y R2 tiene lugar la sístole y entre R2 y R1 la diástole. En condiciones normales la diástole es sensiblemente más larga que la sístole. Si existen dificultades para identificar sístole y diástole a la auscultación, lo más práctico es palpar simultáneamente un arteria central. Además de los ruidos normales, pueden existir un tercer (R3) y cuarto ruidos (R4) que son anormales. El R3 se produce por un llenado ventricular rápido y/o voluminoso y puede ser fisiológico en niños; en adultos suele ser patológico e indi- ca disfunción ventricular izquierda o valvulopatía. El R4 siempre es patológico y se debe a la contracción enérgica de la aurícula cuando existen dificultades para llenar 25
  • 14. Historia Clínica y Exploración Física un ventrículo poco distensible, como en la hipertensión arterial, la estenosis aórtica, la miocardiopatía hipertrófica, o la cardiopatía isquémica, o porque existe un obstá- culo mecánico, como en la estenosis mitral en ritmo sinusal. Este ruido se produce al final de la diástole y no existe cuando hay fibrilación auricular. El soplo es la auscultación del sonido producido por aumento de velocidad de la sangre o turbulencia. Los soplos pueden ser inocentes, es decir, producidos por variaciones normales de la anatomía del corazón y grandes vasos o por circunstan- cias hemodinámicas transitorias, y en tal caso son sistólicos y suelen aparecer en niños. Por otro lado, la enfermedad valvular produce soplos patológicos. Dado que durante la sístole están abiertas las válvulas pulmonar y aórtica, la dificultad de aper- tura de estas válvulas (estenosis aórtica y pulmonar), produce soplos sistólicos y, como la mitral y tricúspide estarán cerradas en sístole, la insuficiencia de estas vál- vulas también producirá soplos sitólicos. La estenosis mitral y tricúspide y la insufi- ciencia aórtica y pulmonar producirán soplos diastólicos. Existen además múltiples causas de soplos como embolismo pulmonar, cortocircuitos, fístulas, coartación de aorta, entre otras. BIBLIOGRAFÍA 1. Walker HK, Hall WD, Hurst JW: Clinical Methods: The History, Physical, and Laboratory Examination, 2nd ed. Boston, Butterworths, 1980. 2. J. Am. Coll. The physiologic mechanisms of cardiac and vascular phisical signs. Cardiol. 1: 184, 1983. 3. P. Zarco. Cardiología Básica. IDEPSA, 1986. 4. Perloff, J. K.: Physical Examination of the Heart and Circulation. 2nd ed. Phila- delphia, W. B. Saunders Company, 1990. 5. Marriott, H. J. L.: Bedside Cardiac Diagnosis. Philadelphia, J. B. Lippincott Co., 1993. 6. R.C. Schalant, R.W. Alexander: Hurst’s The Heart, Arteries and Veins. 8th ed. McGraw Hill, 1994. 7. E. Braunwald, Heart Disease: A textbook of Cardiovascular Medicine, 5th ed., 1997. 8. R. Moreno, A. O. Valle, J.F. Bobadilla: Capítulo cardiología. Manual CTO para la preparación del examen MIR, 2nd ed., 1997. 26