1. Johnny Be Good
Jim A. Prufrock
T. S. Eliot (poeta americano, autor de “La canción de amor de J. A. Prufrock”)
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Cuando uno aprende a hacer algo es importante aprender bien y no adquirir malos
hábitos. Imaginemos, por ejemplo, a un adolescente en una piscina recibiendo clases de
natación. En el caso de que este joven tuviese una tendencia a subir exageradamente los
hombros para tomar aire en cada brazada, a la larga podría hacerse daño. Si durante las
primeras lecciones el instructor no le enseña a colocar bien la cabeza, los hombros y el
2. cuello, este nadador difícilmente corregirá esa postura y, consecuentemente, su profesor
no habrá sido de gran ayuda. En otras palabras, un buen instructor hace buenos
nadadores.
En nuestro país tenemos un problema de educación. Me explico. A nosotros puede
sucedernos lo que al nadador si no se imparte una instrucción adecuada. Desde hace
años los españoles hemos encontrado mucha dificultad en el aprendizaje de las lenguas
extranjeras. No se nos dan bien, o por lo menos no somos tan buenos como lo son los
daneses o los suecos que hablan más de tres idiomas. En años anteriores cuando íbamos
a la escuela estudiábamos latín y francés (ambas lenguas romances) basándonos sobre
todo en el lenguaje escrito, que no en la comunicación y el lenguaje hablado. Con el
tiempo surgió el interés por la lengua de Chaucer, la música moderna y las canciones de
Dylan o The Beatles y muchos quisimos estudiar inglés. No hay que olvidar que en un
pequeño espacio de tiempo apareció Internet, el correo electrónico y la difusión de los
podcast de audio, los vuelos de bajo coste y las redes sociales.
Mantuvimos durante años la actitud cómoda de ir al cine sin preocuparnos por nada, ni
versión original ni subtítulos. Esta lengua es una lengua extraña plagada de
excepciones. No es una lengua romance y su pronunciación bárbara incluye
consonantes mudas en el medio de ciertas palabras así como una variada gama de
sonidos vocálicos inexistentes en castellano que no ayudan mucho al estudiante español
que quiere hablarla. Con el tiempo la asignatura de Inglés cobró fuerza en el sistema
educativo convirtiéndose en una de las materias difíciles de superar en los institutos.
3. El enfoque de esta materia tiene gran relevancia en un currículo académico, no obstante,
la sociedad española tal vez deba plantearse si la lengua inglesa merece ocupar el papel
de lengua vehicular en otras materias como Geografía o Historia, relegando a la lengua
castellana a una categoría inferior ¿Nadie se plantea hablar inglés como segunda lengua
en un proyecto educativo formal como podría hacerse con la lengua francesa o alemana,
por ejemplo?
Alguien pudiera pensar que a los profesores de inglés les satisface la idea de ver cómo
se imparten otras materias en lengua inglesa, pero no es así siempre. Como en el
ejemplo del nadador, un buen instructor hace buenos nadadores, y la enseñanza de una
lengua requiere una formación académica especializada.
Uno se pregunta qué necesidad tienen los estudiantes españoles de asumir el
bilingüismo forzoso cuando la idea de “Inglés como segunda lengua” sería la más
razonable.
El proceso del bilingüismo implicaría un desgaste de las asignaturas entendidas como
fáciles a costa de la falta de rigor en el desarrollo de esas asignaturas. Asimismo el uso
del inglés no sería el mejor o más apropiado.
Los resultados obtenidos en diferentes informes de nivel de estudios europeos nos
colocan a los españoles en los puestos más bajos y para contrarrestarlo nosotros nos
esforzamos paradójicamente en dominar la lengua inglesa por encima de todas las
demás asignaturas.
4. Siendo como soy profesor de lengua inglesa en nuestro país, he dedicado más de diez
años a aprender y a enseñar este idioma exigiendo a mis alumnos un mínimo de calidad
y cuestionándome constantemente mis pedagogías y mis objetivos. No me he olvidado
en ningún momento de la importancia del conocimiento y el uso de la lengua española.
Nuestra lengua materna lucha hoy por hacerse sitio en alguna comunidad autónoma
donde ha sido relegada a un segundo plano y precisamente por una cuestión de
bilingüismo. Tengo la impresión de que el castellano se enfrenta a más de un enemigo.
Quizá alguien creyó que un cerebro bilingüe era la solución a todos los problemas de la
educación y pensó, apoyándose en la falsa verdad de que todos tenemos las mismas
habilidades que lo que nos hace falta es educar en el bilingüismo. Imagino el alivio que
supondría para muchos estudiantes asumir que el estudio del inglés no pasa por el
bilingüismo necesariamente. Creo que la educación mejoraría en nuestro país.
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