La herencia y el ambiente interactúan dinámicamente para determinar el desarrollo de un organismo. La herencia programa la velocidad de maduración y las capacidades máximas, mientras que el ambiente influye en el comportamiento a través del aprendizaje y la práctica. Estudios con niños adoptados muestran que se parecen más a sus padres biológicos en características hereditarias como la inteligencia, pero el ambiente también puede modificar algunas características.