Ángulo De Fase: Un acercamiento general de su aplicación clínica como herramienta de evaluación del estado nutricio.
1. Ángulo De Fase: Un acercamiento general de su aplicación clínica
como herramienta de evaluación del estado nutricio.
ARTÍCULO DE REVISIÓN Rendón-Rodríguez, Ricardo.
Introducción al ángulo de fase (Qué es y de dónde se obtiene)
En los últimos años, la popularidad con respecto a la utilización del ángulo de fase (AF) ha
ganado terreno en el campo de las ciencias de la salud y aplicación clínica. El AF proviene de
dos datos brutos que arroja el análisis de la bioimpedancia eléctrica (BIA), dichos datos son la
resistencia (R) y la reactancia (Xc), la primera representa la oposición pura de un conductor
biológico al flujo de una corriente eléctrica alterna, y la segunda es la oposición adicional
debida a la capacitancia (propiedad que tienen los cuerpos para mantener una carga eléctrica)
de esos tejidos, llamado también “componente dieléctrico” (que mide materia con baja
conductividad eléctrica), sus valores dependen de la frecuencia (intensidad) de la corriente
eléctrica.(1)
En otras palabras, la Xc está asociada con el tamaño de la célula, e integridad de la membrana
celular. Por otro lado, la R está inversamente correlacionada con la hidratación y electrolitos
que contenga un tejido, es decir, a mayor hidratación, menor resistencia y viceversa. Poniendo
de ejemplo al tejido graso (adiposo) debido a su conformación a partir de lípidos tendría una
gran resistencia (R), pues dicho tejido no conduciría corriente eléctrica eficientemente ya que
su nivel de hidratación es muy bajo, la resistencia (R) que generaría dicho tejido para que la
corriente eléctrica no traspase a sus células (adipocitos) sería demasiada y los valores
arrojados de este parámetro serían elevados, con respecto a la Xc, los valores arrojados
estarían disminuidos, por el mismo hecho de que la conductividad eléctrica de dicho tejido es
muy baja (al tejido adiposo se le puede denominar tejido dieléctrico por su baja capacidad para
conducir electricidad). (2)
Con el tejido de la masa muscular pasaría totalmente lo contrario, presentaría baja resistencia
(R), pues las células de este tejido están completamente hidratadas, así que la corriente
eléctrica pasaría sin mayor problema (sin oponer resistencia), y la reactancia (Xc) sería alta,
debido a que la conductividad eléctrica sería mayor. Hay que tener el claro que la frecuencia de
la corriente eléctrica es medida en Hertz (Hz), los flujos eléctricos de corriente atraviesan de
forma diferente tanto los líquidos extracelulares, como los intracelulares, y son dependientes de
la frecuencia de la corriente. En frecuencias de 5 Hz o menores, esta corriente fluye muy bien
por el agua extracelular (AEC). Con frecuencias por encima de 100 Hz, la corriente penetra en
los tejidos corporales, las mejores mediciones se dan con equipos de BIA con corrientes de
50Hz según lo reportado en la literatura científica. Ver figura 1.
Figura1.- BF: Baja
Frecuencia, AF: Alta
Frecuencia.
2. De la combinación de estos dos parámetros descritos anteriormente (R y Xc), nace el famoso
AF, que se puede calcular como el arco tangente (Xc/R) x 180º/π. Sin embargo, algunos
equipos de BIA ya arrojan el resultado de AF calculado, aun así, se puede obtener los datos en
bruto si se desea, tomando en cuenta que el método de medición es no invasivo, económico y
portable, utilizado desde aproximadamente hace dos décadas, incluso mayor tiempo atrás.
Phase angle = arc-tangent reactance/resistance x 180°/ π
Angulo de fase y su relación con el estado nutricional
Por lo tanto, el AF mide la integridad de la célula (permeabilidad de la membrana celular) y
también mide el tamaño celular (hidratación celular), pudiendo ser aún mejor que otros
indicadores nutricionales bioquímicos y antropométricos. Está directamente relacionado con la
desnutrición y el pronóstico clínico del paciente, siendo independiente de las ecuaciones de
regresión, del peso corporal total y de la hidratación. Pudiendo ser medido incluso en
situaciones como ascitis y edema. (3)
Diferentes autores han utilizado al AF como un indicador del estado nutricional para el
diagnóstico de desnutrición en gran variedad de ensayos clínicos, el cual puede medir la
progresión de la enfermedad y el resultado clínico, debido a esto el ángulo de fase se ha
utilizado también para evaluar a niños y adultos en diferentes patologías como cáncer de colon,
mama, pulmón, páncreas, esclerosis sistémica, cirrosis hepática y personas VIH seropositivas.
Cada autor ha propuesto diferentes puntos de corte para cada patología y así medir el
pronóstico clínico-nutricional, no obstante la falta de puntos de corte establecidos ha limitado el
uso del AF en situaciones clínicas y epidemiológicas. (4)
Angulo de fase en población sana de referencia.
Por un lado hay que tener establecidos puntos de corte de AF en población sana para
posteriormente poder compararlos con alguna población patológica. Sin embargo, el aspecto
racial juega un papel muy importante en los valores de AF. Se han documentado diferencias
estadísticamente significativas en valores de AF, en diferentes razas: (p <0.001), 6.55º± 1.10
en asiáticos, 6.82º ±1.13 para blancos y 7.33º ± 1.19 para hispanos respectivamente, teniendo
en cuenta que si se clasifica el AF por sexo, en todos los estudios los valores más altos son en
hombres respecto a mujeres, explicado por la mayor cantidad de masa muscular en el sexo
masculino. (1)
En el trabajo de Baumgartner y cols.(1988) en población sana, el AF promedio para hombres
(n: 29) fue 7º (5,3º-8,8º) y en mujeres (n: 44) fue 6,3º (4,9º-7,7º). (2)
Bosy y cols en el 2006 evaluaron a población alemana sana con una muestra de 15,605 niños
y adolescentes, y 214,732 adultos con un amplio rango de edad (6–102 años) y un IMC (13.2–
60 kg/m
2
). Los resultados arrojaron que el AF fue mayor en hombres que mujeres a excepción
de adultos mayores de 70 años de edad. En niños y adolescentes el AF mostró correlación
positiva con IMC (r=0.31, p=0.001), esta relación fue muy débil para adultos (r=0.03; p=0.001).
El AF fue positivamente asociado con la edad en niños adolescentes (r=0.33; p=0.001) y
negativamente en adultos (r=-0.25; p=0.001).
En este mismo estudio, el AF tendía a aumentar a medida que aumentaba el IMC, las
correlaciones positivas se perdieron en los grupos de mayor IMC (30-40 kg/m
2
), y en el rango
de IMC >40 kg/m
2
hubo correlaciones inversas para ambos sexos. El mecanismo implicado
que un AF bajo se presente en grados altos de obesidad es por una pérdida en el estado
funcional de la membrana celular, aunado de un incremento en la secreción de citocinas
proinflamatorias a partir del exceso de tejido adiposo. (3)
3. En un estudio brasileño, dirigido por Barbosa y cols en el 2005, estudiaron 1967 adultos sanos,
de 18 a 94 años de edad, los resultados encontrados fueron que el AF fue significativamente
mayor en hombres que en mujeres (7.48º ± 1.10 y 6.53º ± 1.01) respectivamente (p=<0.001).
También el AF mostró una correlación positiva con el IMC (r=0.17) y negativa para porcentaje
de grasa (r= -0.49) valores con significancia estadística (p=<0.001). El valor absoluto de AF
para esta población sana fue de 6.93º, aunque también los autores clasificaron el AF en grupos
de edad por sexo, mostrado en la siguiente Tabla del autor
La disminución de los valores de AF con el incremento de la edad, se sugiere que es también
un indicador del estado de función y salud en general; no solo de la composición corporal. (6)
Selberg y cols en el 2004, encontraron un AF promedio en 50 personas sanas (20 hombres y
30 mujeres) fue de 6,6º (5,4º-7,8º). En los hombres el AF fue de 6,8º (6,1º- 8,5º) y no fue
significativamente diferente al de las mujeres con un promedio de 6,5º (5,3º -7,3º) (p= 0,1). (7)
Angulo de fase en situaciones clínicas
Paciente en estado crítico
El establecimiento de un método ideal para la correcta evaluación del estado nutricional en el
paciente critico continua siendo un reto. En lo que respecta al AF, valores disminuidos se han
asociado a riesgo nutricional, como ya se ha descrito anteriormente, el AF puede ser medido
en escenarios donde la BIA pierde sensibilidad, en este caso, en alteraciones en el equilibro de
fluidos a ejemplo de los pacientes críticos. En el 2015, Silva y cols evaluaron a 110 pacientes
de un hospital universitario cardiológico de Brasil, todos de la unidad de cuidados intensivos
(UCI), El promedio de edad fue de 63 años (53-70), siendo el 50,9% hombres y el 64,5%
adultos mayores. El principal diagnóstico fue el infarto agudo al miocardio (35,5%). De entre las
comorbilidades, la prevalencia de Hipertensión Arterial Sistémica (HAS) y Diabetes Mellitus
(DM) fue el 60,0% y el 28,0%, respectivamente. Para el AF se ocuparon los puntos de corte
<5.0 para hombres y <4.6 para mujeres respectivamente. El promedio de AF encontrado en los
resultados fue de 5,4± 1,9 (6,0 ± 2,2 en hombres y 4,8 ± 1,4 en mujeres).
En el mismo estudio, se observó mayor prevalencia de AF disminuido, en los pacientes críticos
con tratamiento dialítico. Con relación a los parámetros de valor pronóstico, hubo asociación
entre AF y la puntuación APACHE II, con mayor prevalencia de un bajo AF entre los pacientes
con puntuación ≥ 20 (p =0,012). Se observaron correlaciones positivas entre AF y las variables
independientes estudiadas, circunferencia de pantorrilla (r = 0,194; p =0,043), % de adecuación
de circunferencia braquial (r =0,199; p =0,038), % de adecuación de pliegue cutáneo tricipital (r
=0,208; p =0,029), área muscular de brazo corregida (r =0,391; p<0,001); hemoglobina (r
4. =0,299; p =0,016), hematocrito (r =0,233; p =0,014) y albúmina (r =0,420; p<0,001). Se
encontró una correlación inversa entre AF y tiempo de estancia hospitalaria (r = -0,259; p
=0,006)
La asociación de los parámetros anteriores con el AF puede reforzar la indicación de este
método como predictor del estado nutricional en pacientes críticos. Hasta el momento, no
existen publicaciones que hayan investigado la asociación entre el estado nutricional y el AF en
pacientes críticos, siendo el trabajo de Silva y cols, pionero en la temática. A pesar de que su
utilización en UCI parece ser útil para identificar a pacientes desnutridos precozmente y, así,
implementar la intervención nutricional tempranamente. No obstante, hacen falta más estudios
para respaldar su utilización como predictor del estado nutricional en esta población. (4)
Paciente hepatópata
La prevalencia de desnutrición energético-proteica en pacientes con cirrosis hepática es
elevada, dicha condición se ha asociado con un desbalance en el fluido celular, así también
como daño en las membranas. Alves y cols, evaluaron a 165 pacientes, de la muestra 59%
fueron hombres, con una media de edad de 55.9 años en ambos sexos. Se reportó que
pacientes que tenían valores de AF disminuidos (<5.4º), tenían una mayor clasificación en
Child-Pugh score, es decir, a mayor clasificación en esta herramienta de evaluación, se
relacionaba a los pacientes con 2.6 veces más riesgo de un peor pronóstico clínico. (5)
Existen limitaciones en los métodos de evaluación nutricional en pacientes con enfermedad
hepática crónica. Peres y cols, formularon la hipótesis de que si el AF representa la integridad
en la membrana celular, por lo tanto puede evaluar la desnutrición considerándolo como un
indicador del estado nutricional en dicha enfermedad. El objetivo era evaluar el AF en todas las
etapas incluyendo hepatitis crónica, cirrosis hepática y carcinoma hepatocelular. Se incluyó una
muestra de 66 pacientes, la media de edad fue de 59 años (41-79), un 57.6% de la muestra
eran pacientes del sexo masculino. La principal etiología de la enfermedad hepática crónica fue
infección por virus de la hepatitis C (60.8%), infección por virus de la hepatitis B (24%) y
relacionada con el alcohol (15.2%). De acuerdo a los resultados obtenidos, la media de AF fue
de 5.31 (3.45-7.42) en pacientes bien nutridos, siendo significativamente más alto el valor que
en pacientes desnutridos (4.35; 1.86-6.37) (p=0.005), de acuerdo con la valoración global
subjetiva (VGS). Los coeficientes de correlación entre el AF y edad, función hepática y
parámetros antropométricos se pueden observar en la siguiente Tabla del autor
La media de AF en pacientes con encefalopatía hepática fue de 4.17 (3.19-7.42) siendo
significativamente más bajos a comparación de los pacientes sin dicha condición, con un AF de
5. 5.04 (1.86-6.89) (p=0.003). La media de AF para pacientes con ascitis fue de 4.62 y para
pacientes sin ascitis fue de 5.03, sin mostrar significancia estadística. Con respecto a la función
hepatocelular evaluada acorde el puntaje Child-Pugh, no se encontraron diferencias
estadísticamente significativas entre esta herramienta y el AF (p=0.16).
Por último, pacientes con un AF <5.18, tenían una media de supervivencia de 62 meses a
comparación de los pacientes con AF de mayor a 5.18 con una media de supervivencia de 122
meses, esta diferencia con significancia estadística (p=0.01).
En este tipo de patologías que cursan con un desgaste proteico, están asociadas a
deshidratación intracelular, al mismo tiempo que incrementa el agua extracelular, siendo esto
un indicador del catabolismo proteico. Se ha demostrado que la pérdida de volumen celular en
estos pacientes va de un 15 a 20%, siendo sugerida la utilización del AF que refleja la cantidad
de membranas celulares intactas en dicha entidad clínica. La relación que se da entre AF y
albumina en este estudio (se puede observar en la tabla anterior), se toma como un parámetro
importante de función hepática, confirmando sus descubrimientos con otros estudios en
pacientes con cirrosis hepática. Los resultados fueron consistentes con la hipótesis, tomando al
AF como un indicador del estado nutricional en estos pacientes. (10) (11)
Paciente con cáncer
La desnutrición es una característica de la progresión del cáncer. Gupta y cols en el 2004
evaluaron a 52 pacientes con diagnostico histológicamente confirmado de cáncer colorectal en
estadio IV, el objetivo fue evaluar el valor pronóstico de AF en la enfermedad,
independientemente de otras variables clínicas y nutricionales. Se encontró que el AF se asoció
fuertemente con la supervivencia del paciente. Valores de AF <5.57º tenían una media de
supervivencia de 8.6 meses a comparación de los pacientes con un AF mayor a 5.57º con una
media de supervivencia de 40.4 meses, siendo significativa esta diferencia con un valor
p=0.0001. Reportan comparaciones con el estudio de Toso y cols del año 2000, donde se
evaluaron a pacientes con cáncer de pulmón, encontrando que pacientes con valores de AF
<4.5 tenían una menor supervivencia a comparación de los pacientes con valores de AF más
altos. Según los autores, el AF es potencialmente un indicador del estado nutricional, pudiendo
predecir la supervivencia del paciente con cáncer colorectal. (8)(9)
Paciente adulto mayor
Norman y cols evaluaron la correlación del AF y el estado nutricional según el Mini Nutricional
Assesment (MNA) en 112 ancianos institucionalizados. El AF fue mayormente bajo en los
pacientes en riesgo de desnutrición; AF: 3,7º (3,3- 4,3) a comparación de los que tenían un
estado nutricional preservado con un valor de AF 4º (3,8-4,7) y los valores disminuyeron aún
más en los desnutridos con valor promedio de AF de 2,9º (2,6-3,5). También se obtuvieron
correlaciones significativas entre el AF y la fuerza muscular de empuñadura (r: 0,411; P <
0,00001). (12)
Otro estudio de Buffa y cols. Con la integración de 170 pacientes ambulatorios entre 70 a 99
años, utilizaron el MNA para determinar el estado nutricional, y lo compararon con el AF. Se
observó una clara asociación entre desnutrición y menor AF que los sujetos con estado
nutricional adecuado (hombres; 5,2º ± 1,3 versus 5,7º ± 1,0, p = 0.027; mujeres 5º ± 1,0 versus
5,4º ± 0,9, p = 0,065). La misma tendencia fue observada en pacientes ancianos con Alzheimer
evaluada por el mismo grupo de investigadores. (13)
6. Paciente VIH+
Araujo y cols en el 2012, evaluaron a 101 pacientes con diagnostico confirmado de VIH
positivo, independientemente del estadio de la enfermedad. 40 años de edad en promedio en
ambos sexos, 89.4% mostraban valores de linfocitos TCD4 <500 cel/mm
3
, el 53.5% no utilizaba
terapia antiretroviral (TAR). Con respecto a los resultados los pacientes mostraron una media
de puntaje Z de AF de -2.54, un valor mínimo de -6.0 y máximo de 0.75. Sólo el 6.6% de la
población estudiada, arrojó resultado positivos para AF medido en puntaje Z comparado con
población sana de referencia. Los valores del AF se correlacionaron, la albúmina (r = 0,49; p <
0,0001), el IMC (r = 0,58; p < 0,0001), la circunferencia media braquial (r = 0,41; p < 0,0001), el
pliegue cutáneo tricipital (r = 0,47; p < 0,001) y el % Masa grasa (r = 0,48, p < 0,0001). Ver la
siguiente Tabla del autor
Otro de los resultados relevantes, fue que los pacientes con valores de AF medido en puntaje Z
menores a -1.65, mostraron un alto riesgo de mortalidad (OR: 3.12, IC: 2.03-4.79; p=<0.001) en
relación con aquellos con valores más altos. Considerando la influencia de la desnutrición en la
progresión del VIH, el pronóstico de los pacientes infectados presenta una alta supervivencia
cuando los valores del AF son altos. El cual se debe utilizar como un parámetro del estado
nutricional en esta población. (14)
Paciente renal
Se ha relacionado el AF con el estado de nutrición en pacientes en diálisis. Ya que la presencia
de desnutrición es una factor de riesgo de mortalidad en estos pacientes, se han evaluado
herramientas que reflejan el estado nutricio como el IMC sin tener mucho éxito ya que en esta
población se presencia la famosa “epidemiologia inversa”, también la valoración global
subjetiva ha sido utilizada relacionándose con la mortalidad, aun así, la valoración clínica
nutricional en el paciente con diálisis no está bien definida. Abad y cols en 2011, evaluaron en
un estudio prospectivo observacional de 6 años de seguimiento a 164 pacientes en diálisis, 127
en hemodiálisis (HD) y 37 en diálisis peritoneal, con edad media de 61,1 ± 14,5 años, de la
muestra el 60,3% era población masculina. Con respecto a la etiología de la enfermedad renal
crónica (ERC) sus tres principales causas fueron: glomerulonefritis (27.9%), diabetes (23.2%) y
nefritis túbulo-intersticial (17%). Se midió el AF a una frecuencia de 50Hz, llamándole el AF50,
creándose tres grupos con los resultados obtenidos. Grupo a) 19 pacientes con AF50 de 5-6º;
b) 106 pacientes con AF50 de 7-8º, y c) 39 pacientes con AF50 >8º. En el análisis de
supervivencia de Kaplan-Meyer, se observó que el grupo con mayor AF50 presenta una
supervivencia significativamente mejor que los dos restantes (Log-Rank 14,9; p <0,001),
pudiéndose observar dicho resultado en la siguiente Figura del autor
7. Se estudiaron las variables de BIA relacionadas con la mortalidad, y se encontró que el
porcentaje de masa grasa (%MG) se asociaba con mayor riesgo de mortalidad (p = 0,003), a
diferencia del porcentaje de masa libre de grasa (%MLG) (p = 0,003), el porcentaje de agua
intracelular (%AIC) (p = 0,044) y el AF50 >8º (p = 0,005) se asociaban a un menor riesgo.
También se realizó análisis de correlación bivariada entre el AF50 con las variables analizadas,
las correlaciones se visualizan en la siguiente Tabla del autor
Un dato importe a destacar es que los valores de AF50 fueron mayores en pacientes con
diálisis peritoneal (DP) a comparación de los pacientes con HD, sin embargo esto puede ser
explicado porque los pacientes con DP eran más jóvenes. Los autores confirman en du estudio
que el AF50 se asocia con el estado nutricional del paciente y demuestra que se puede utilizar
como un indicador del riesgo de mortalidad a largo plazo, comparten resultados con Segall y
cols que refieren con valores de AF50 inferiores a 6º presentar un riesgo relativo de mortalidad
al año de 4.1 veces más riesgo a comparación de los que tienen un AF50 en valores más altos.
(15)
8. Discusión y Conclusión
Como se acaba de describir en esta revisión muy general del AF, puede ser utilizado de
diversas maneras, unos autores lo utilizan como marcador pronóstico de la enfermedad,
indicador del estado nutricional, diagnostico de desnutrición, predictor de supervivencia, entre
otros usos. Todo dependerá del escenario y contexto clínico en el cuál se utilice y se adapte a
una patología específica. Aún no todo está escrito, por lo tanto se tendrán que interpretar con
cautela cualquier punto de corte, debido a que como se ha descrito anteriormente, el simple
hecho racial sin agregar alguna otra variable modifica los valores arrojados, además los
aspectos que más fluctuaciones causan en los resultado del AF, es el sexo y la edad, es por
eso que se debe evitar extrapolar puntos de corte en población con un alto grado de
heterogeneidad, tratando de dividir los puntos de corte a expensas de estos parámetros.
Hasta el momento el AF es una herramienta confiable, económica y aplicable en circunstancias
donde algunos métodos de medición no pueden ser utilizados por la disminución en su
sensibilidad, accesibilidad, etc. Es preferible que el AF se use en conjunto con otras
herramientas clínicas que evalúen el estado nutricional del paciente para poder corroborar los
resultados obtenidos, debido a que un resultado aislado, nunca se comparara frente a una
evaluación integral donde se incluyan aspectos antropométricos, bioquímicos, clínicos y
dietéticos (A,B,C,D de la nutrición). Esta revisión solo es un acercamiento al AF y su utilización
en la práctica clínica, ya que de querer ahondar más en el tema, se tendrá que investigar
específicamente la patología y su relación con la aplicación de AF. Por último, los puntos de
corte utilizados de AF se generan dentro de la población en estudio utilizando principalmente el
promedio o el cuartil más bajo, otros autores han creado puntos de corte en comparación con
un grupo control sano. Se sugiere la realización de más estudios de intervención para
comprender el funcionamiento clínico específico del AF, así como la realización de puntos de
corte estandarizados o de referencia.
Referencias:
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LN. Ricardo Rendón Rodríguez
Licenciado en Nutrición, Universidad Latinoamericana, Campus Cuernavaca, México.
Certificado como Antropometrista Internacional por “International Society for the Advancement of
Kinanthropometry” (ISAK)
Certificado en Soporte Vital Básico por la “American Heart Association” (AHA)
Consultor y asesor nutricional privado
Información de contacto: ricardo_rendon@outlook.com