El documento analiza cómo Disney promueve ideologías dominantes a través de sus producciones. Disney representa relaciones de poder que colocan a ciertos grupos como dominantes y otros como dominados, y naturaliza conceptos como la familia tradicional, el imperialismo y el consumismo constante. Al eliminar cualquier referencia a la producción real de bienes, Disney crea un mundo idealizado para la burguesía centrado únicamente en el consumo.