Un estudio realizado con escáneres cerebrales mostró que las personas que se saltaron el desayuno tenían más atracción hacia los alimentos ricos en calorías y comieron un 20% más de calorías en el almuerzo, debido a que regiones del cerebro involucradas en la atracción a alimentos se volvían más activas sin desayunar. Saltarse el desayuno parece crear una tendencia en el cerebro a preferir este tipo de alimentos cuando se consume la próxima comida.