El documento analiza los cambios en las relaciones familiares y educativas, así como las funciones de los padres y la escuela. Señala una crisis en las estructuras familiares tradicionales y los modelos de autoridad, lo que ha llevado a una mayor violencia e indiferencia. Propone redefinir los roles de género de una forma más equitativa y andrógina, así como enfocar la educación en valores como la civilidad y la convivencia para enfrentar los conflictos.