2. • Los primeros años de la infancia constituyen un periodo de grandes y diversas
transformaciones, pero a su vez de considerable vulnerabilidad para los niños y niñas. Por
ello, las bases que se establecen los primeros años de vida, desde la concepción hasta el
inicio del tercer año, son decisivas para su desarrollo integral y bienestar futuro.
• A un nivel conceptual, se entiende por desarrollo infantil temprano a aquella condición
óptima de un niño o niña para enfrentar los desafíos, transiciones y cambios en la primera
etapa de su vida.
• El desarrollo humano involucra cambios orgánicos y psicosociales, y tiene un carácter
integral que incluye tanto las capacidades o potencial presente en todo niño o niña, así
como conocimientos y estructuras mentales y afectivas, procesos cognitivos, habilidades
psicomotrices y sociales, estrategias de aprendizaje, así como una condición adecuada de
salud y nutrición.
3. • Esto implica no sólo el crecimiento físico sino también el despliegue de esas capacidades y
el aprendizaje progresivo de conocimientos, habilidades y destrezas en una variedad de
dimensiones: física, cognitiva, lingüística, psicomotriz, afectiva-emocional y social, e incluye
la preparación del niño o niña para que pueda asumir cada vez, y siempre en sentido
creciente, nuevos niveles de afrontamiento y responsabilidades, que le posibilite la
adquisición de autonomía progresiva y el establecimiento de interrelaciones sociales con el
entorno.
• La perspectiva biopsicosocial nos ayuda a comprender que el estudio del desarrollo infantil
es integral, donde todos los componentes son esenciales para el bienestar de los niños y
niñas: lo físico, lo cognitivo, lo afectivo, lo social y cuando el desarrollo infantil es adecuado,
significa que los niños y niñas están preparados para participar y afrontar sus diversos
entornos de aprendizaje y de relacionamiento: familiar, comunitario, escolar y social, en
general, de acuerdo a cada etapa de su desarrollo.
4. LOS NIÑOS Y EL DEPORTE
Para un desarrollo deportivo adecuado es necesario tomar en cuenta lo siguiente:
• El niño/a no es un pequeño adulto:
• Las características del niño hacen que necesite de una forma de trabajo especial, adaptado a sus estructuras y
posibilidades. Las sesiones de entrenamiento no tienen por qué basarse en los modelos del adulto, en cuanto a la
estructuración de la forma de trabajo. No se trata pues únicamente de reducir los parámetros del juego adulto, ni
a nivel de aspectos estructurales ni en volumen e intensidad.
• El niño es un ser individual e irrepetible:
• Debemos respetar el principio de individualización para permitirle el desarrollo natural del niño. No tenemos la
potestad para delimitar con exactitud el momento preciso de consecución de los objetivos previstos, y mucho
menos para tener la intención de que todos nuestros pequeños jugadores los asuman simultáneamente. La
estructura de las sesiones ha de favorecer la adquisición progresiva del niño/a, partiendo de situaciones con
objetivos más globales que respeten los diferentes niveles de asimilación con los que nos encontramos.
• El niño/a tiene un proceso propio y definido de desarrollo:
• La maduración se define como un proceso fisiológico genéticamente determinado por el cual un órgano o
conjunto de órganos llega a su plenitud, y permite a la función por la cual es conocido, que se ejerza libremente y
con el máximo de eficacia. La maduración resulta de factores internos sobre los que el entrenamiento no provoca
efectos, hasta el momento en que 7 la función es posible.
5. ¿CUÁNDO ESTÁ PREPARADO UN NIÑO/A
PARA PRACTICAR BÉISBOL?
• Un niño está preparado para practicar un deporte cuando tiene las destrezas físicas,
mentales y sociales para cumplir con las exigencias del deporte.
• Es más probable que los niños disfruten y tengan éxito en los deportes cuando tienen las
destrezas físicas, mentales y sociales que requiere el mismo.
• La iniciación deportiva es el proceso de enseñanza-aprendizaje, seguido por un individuo,
para la adquisición de la capacidad de ejecución práctica y conocimiento de un deporte. Este
conocimiento abarca desde que el individuo toma contacto con el deporte hasta que es
capaz de jugarlo con adecuación a su estructura funcional.
• Antes de cumplir 6 años, la mayoría de los niños no tienen las destrezas motoras básicas
para hacer deportes organizados. El equilibrio y el margen de atención son limitados, y la
vista y la capacidad de seguir objetos en movimiento no están completamente desarrolladas.
6. • A esa edad, los niños tienen un margen de atención corto y aprenden mejor cuando
pueden explorar, experimentar y copiar a otras personas. Las instrucciones deben
ser limitadas, deben seguir un formato en el que se muestren y se expliquen las
cosas. Y deben incluir tiempo de juego. Se debe evitar la competencia. Los padres
pueden ser buenos ejemplos a seguir y se los debe alentar para que participen.
• Para cuando tienen 6 años, la mayoría de los niños tiene las destrezas motoras
básicas para hacer deportes organizados simples. Sin embargo, es posible que aún
les falte la coordinación necesaria entre las manos y los ojos para ejercitar destrezas
motoras complejas, y que todavía no estén preparados para comprender y recordar
conceptos como el trabajo en equipo y las estrategias.
7. CARACTERISTICAS DEL JUEGO PARA
MENORES DE 4 A 6
• Las reglas deben ser flexibles para promover el éxito, la acción y la
participación.
• El deporte debe centrarse en aprender nuevas destrezas, antes que en ganar.
El equipo y las reglas también deben ser apropiados para los niños
pequeños. Por ejemplo, pelotas más pequeñas, canchas más pequeñas,
tiempos de juego y entrenamiento acortados, menor cantidad de niños que
juegan al mismo tiempo, cambios de posición frecuente y menor enfoque en
el marcador.