La organización militar azteca les permitió expandir su imperio a través de la fuerza de sus soldados y la habilidad de sus gobernantes. Los territorios conquistados pagaban tributo y mantenían su administración local, mientras los aztecas establecían fortalezas para vigilarlos y proteger las rutas comerciales. Algunas regiones eran gobernadas directamente por funcionarios aztecas con poder político y militar, usando la fuerza para someter cualquier resistencia.