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OBRAS ESCOGIDAS
IV
Psicologia infantil
(Incluye: «Paidologfa infanrih>.
«Problemas de la psicologfa infanrih)
A~achado
~"Libros
LEV SEMIONOVICH VYGOTSKI
Obras Escogidas
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(Academia de Ciencias Pedag6gicas
de fa URSS)
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Tfrulo original: Sobranie Sochinenii Tom Cherviorrii
Detskaya Psijologuia
9. Desarrollo de los intereses en la edad de transicion .. 11
10. El desarrollo del pensamiento del adolescente y la formaci6n de con-
ceptos 47
11. Desarrollo de las funciones psfquicas superiores en la edad de trans i-
cionHHH, 117
12. Imaginacion. y creatividad del adolescente ... 205
16. Dinamica y estructura de la personalidacPdel adolescente.. 225
Primera edici6n: 1996
Segunda edici6n: 2006
PROBLEMAS DE LA PSICOLOGfA INFANTIL ...
El problema de la edad ....
El primer ano ..
Crisis del primer ano de vida .
La infancia temprana ...
La crisis de los tres anos
La crisis de los siete anos H
249
251
275
319
341
369
377
© Editorial Pedagogica, Moscu 1984
© De la presente edicion
A. MACHADO LIBRas, S. A., 2006
Labradores, sIn - P. 1. Prado del Espino
28660 Boadilla del Monre (Madrid)
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Deposiro Legal: M-21.798-2006
Visor Forocornposicion, S. A.
Irnpreso en Espana - Primed in Spain
Graficas Rogar. Navalcarnero (Madrid)
Indice cronologico de los escritos de Vygotski incluidos en los seis tomos
de las Obras Escogidas .. 425
Paidologia del adolescente
Articulos seleccionados1
Desarrollo de los intereses en la edad
de transici6n
EI problema de los intereses en la edad de rransicion es la clave para enrender
rodo el desarrollo ~sicologico del adolescenre. Las funciones psicologicas del ser
humano, en cad;l eppa de su desarrollo, no son anarquicas ni auromaticas ni cau-
sales sino que esran regidas, denrro de un cievro sistema, por determinadas aspira-
ciones, atracciones (vlechenie)* e inrereses sedimenrados en la personalidad.
Estas fuerzas motrices de nuestro comportamienro varian en cada etapa de la
edad y su evolucion determina los cambios que se producen en la propia conduc-
ta. Por tanto, seria erroneo examinar -error frecuentemente cometido- el desa-
rrollo de las funciones y procesos psicologicos solo ~,~,u s~.s.~~c;:,~o
formal, en su
forma aislada, sin relacion alguna c~.2ri~lilci<2-n, independienre de aquellas
fuerzas motrices que ponen en movimienro estos mecanismos psicofisiologicos.
El esrudio puramente formal del desarrollo psicologico es, en reaJidad, anrigeneti-
co2
, ya que menosprecia el hecho de que en el paso a cada nueva etapa de la edad
no solo se modifican y desarrollan los propios mecanismos de la conducta, sino
tambien sus fuerzas motrices. EI fracaso de muchas investigaciones psicologicas,
en particular [is que se refleren a la edad de transicion3
, se debe al desconoci-
mienro de dicha circunstancia. Estas investigaciones trataban de establecer en va-
no algunas diferencias cualitativas esenciales en la actividad de ciertos mecanis-
mos de la conducta comparando, por ejempJo, la atencion 0 la memoria del
adolescenre con Jas del escolar4
y del nino de edad temprana. Si esas peculiarida-
des incluso se estabJecian, se limitaban por 10 general, a una caracreristica pura-
mente cuanrirativa que demostraba eI incremenro de las funciones, eI crecimienra
de su fndice numerico, pero no eI cambio de su estructura interior.
Mas aun, algunos investigadores, como veremos despues, sobre la base de
un esrudio formal del desarrollo psiquico, llegaban, por 10gica necesidad, a de-
cir que rados los elemenros fundamentales del pensamienro del adolescente
existfan ya en el nino de tres anos y que los procesos inrelectuales en la edad de
rransicion conrinuaban su desarrollo posterior en el mismo senrido, que no sig-
I r(J.J/I[t ~'F
11?/ ' -
~ ..}t..,..rf'li
J",,,,,.(·d.~
,~.' t,,·:Jt :-,
~ ~ ..
v
l, 1;", .'
teres esruvo oscurecido durante largo tiempo pOl' numerosos intentos -err6neos
en su mayor parte- de presentar correctamente las relaciones existentes entre el
interes y 105mecanismos de nuestro comportamiento.
E. Thorndike define el interes como aspiraci6n, subraya su fuerza mouiz, in-
citadora, su naruraleza dinamica, su tendencia orientadora. ~,a~.pi~aci2? de ~9n-
~gJ~.!:
19lE~ios ..E~~~~UC2,~~, ~lgun fen6meno el autor 10 define
como int~~,~por este fen6meno. Thorndike dice que la sensaci6n de entusiasmo,
de excltaci6n mental, de atracci6n hacia el objeto se llama inteces. '- , , ,,'
Ya en esta formula, junto con la nueva concepci6n del interes, expuesta de
manera mas 0 menDs clara, hallamos una serie de momentos indeterminados (la
sensacion de entusiasmo, la excitaci6n mental, la atracci6n hacia el objeto) de cu-
ya suma intenta el aucor obtener la definicion del interes.
Desarrollando la misma idea, Thorndike dice que 105intereses pueden ser in-
natos 0 adquiridos. En tal sentido, 105 intereses no constiruyen una excepci6n de
la regia general, es decir, que nuestra conducta esca formada tanto pOl' reacciones
innatas como adqlliridas que se sobreesuucturan sobre su base. En su intento de
dividir 105inter~ses en innacos y adquiridos,jla psicologfa objetiva vuelve a borrar
coda d,ie!~~ entre el interes(JJ l~~ecanismos del comportamiento 0 las fun-
cjones psfquicas. No es casual que partiendo e t~pcion se produzcan nu-
merosasclivergencias en las opiniones y teorfas sobre el interes.
La cuesti6n central para codas esas teorfas es la siguiente: ~adquiere el hombre
en el proceso de su desarrollo nuevos intereses 0 ellos tam bien se reducen a 105in-
tereses innatos condicionados pOl' factores biologicos? Cabe formular ese mismo
problema de otro modo: ~puede diferenciarse en psicologia el interes y la atrac-
cion, cuales son las relaciones existentes entre ambos? Como hemos visto, Thorn-
dike responde afirmativamente a esa pregunta, diferencia 105intereses innatos de
105 adquiridos. No obstante se inclina a identificar la relacion enue atraccion e
interes con la relacion existente entre las reacciones innatas y las adquiridas.
Que ese punto de vista impone, en su desarrollo logico, la identificacion
de 105 intereses y las reacciones se ve facilmente en las deducciones que hacen de
esta tesis 105 representantes de la nueva psicologia dinamica estadounidense.
R. Woodworth, pot ejemplo, considera que la capacidad de la psique humana de
adquirir nuevos mecanismos equivale ala capacidad de adquirir nuevas aspiracio-
nes, ya que todo mecanismo, que se halla en la etapa de desarrollo, cuando alcan-
za una cierta efectividad, sin haberse convertido aun en aucomatico, viene a ser
pOl' si mismo una aspiracion y posiblemente un motivo de acciones que se hallan
fuera de su funcionamiento directo.
Para 105 partidarios de la psicologia dinamica, la propia aspiracion no es mas
que un mecanismo activo relacionado dinamicamente con otros mecanismos debi-
do a 10 cual, como dice este mismo autor, el proceso de desarrollo de 105 motivos
secundarios 0 adquiridos es parte del proceso general de la formacion de habitos,
Dicho de ouo modo, 105aucores citados se inclinan a suponer, sobre la base de sus
investigaciones, que simultaneameme con la formacion de habitos, de nuevos re-
flejos condicionados, de nuevos mecanismos de conducta, se originan nuevos inte-
nificaban nada realmente nuevo en comparacion con 10 observado en la infan-
cia teu:prana. Charlotte BUhlerS, que hace esta deduccion, establece un amplio
paralellsmo entre el adolescente en la etapa de la maduracion sexual y el nino
de. tres anos y encuentra, desde el puntO de vista formal, una serie de rasgos si-
mIlares en la pSlcologfa del uno y del ouo. Creemos que esta afirmacion de-
muestra la inconsistencia interna ael metodo puramente formal en la paidolo-
gfa, su impotencia para captar e!"'p~o~eso del desarrollo en toda su complejidad
*r~al y tomar en cuenta todas lasID_ll~as formaciones reales que surgen cuando el
nino pasa de una edad a otra.
. 1 Como ya hemos dicho, U.?,C:lave
para entender la psicologfa de las edades se
",_0 encuentra en el problema de la orientacion, en el problema de las fuerzas motri-
ces, en la estructllra de las atracciones y aspiraciones (stremLenie) deLnino, Los mis-
mos habitos, 105mismos mecanismos psicofisiologicos de la conducta, que desde
un punto de vista formal a menudo no demuesuan diferencias esenciales en las
distintas etapas de la edad, se insertan, en diversas etapas de la infancia, en un sis-
c' Hr. tema de atracciones y aspiraciones completamente distinto, con una orientacion del
rodo diferente y de aqui surge la profunda pecuLiaridad de su estructura, de su acti-
vidady de sus cambios en una etapa dada de la infancia.
POt no tener en cuenta esta circunstancia, la psicologfa infantil no pudo ha-
liar, a 10 largo de muchos dec~nios, ni un solo indicio esencial que diferenciara la
percepcion del nino de la percepcion del adulro e indicara el contenido de los
procesos del desarrollo en esta esfera. El conocimiento de la insuficiencia del ana-
lisis formal y de la necesidad de esrudiar aquellos momentos esenciales de la
'orientaci6n, cuya pecuLiar configuraci6n determina en cada niveL Laestructura, donde
--.-haLLansu Lugary significado todos Losmecanismos deLcomportamiento, supuso un vi-
raje importante en la historia del esrudio de la conducta del nino.
En esta esfera, la investigacion cientifica empieza pOl' reconocer que no solo
se desarrollan los habiros y las funciones psicologicas del nino (atencion, memo-
s-cI"..,r'JP" ria, pensamiento, etc.), sino que el desarrollo psiquico se basa ante todo en la
.evolucion de la conducta y <;l~
l~~~ir;~<;.~e.s~s
d~S.0!tis>en 105cambios que se produ-
cen en la estructura de la orieIlt~sii~,de su comportamiento.
La psicologia lIego al reconocimiento de dicha tesis tan solo en estos ultimos
anos. No nos referimos ahora a la vieja psicologia subjetiva que tan pronto identi-
fica los intereses del nino con la actividad mental, considerandolos como un fe-
nomeno puramente intelectual O. Herbart)G, situandolos en la esfera de las viven-
cias emocionales y definiendolos como sentimientos de jubilo ante rodo cuanto
sucede sin dificultad para nuesuas fuerzas (T. Lipps, V. Jerusalem)', deduciendo-
los de la naturaleza de la voluntad humana, aproximandolos a la accion y basan-
~o su estructura en el deseo. Sin embargo, incluso en la psicologia objetiva que
llltenta edlficar su teorfa del interes sobre una base biologica, el problema del in-
reses, nuevos motivos motores, que en 10 fundamental estan supeditados alas mis-
mas leyes de formacion que los reflejos condicionados. Desde ese punto de vista,
toda actividad crea por sf misma nuevos intereses. En base a esto surgen aspiracio-
nes por determinados objetos, los cuales son, en realidad, intereses.
El mundo seria aburrido, afirman estos auto res, si los objetos no nos atrajesen
por sf mismos y que solo el hambre, el miedo y otras reacciones innatas, instinti-
vas, determinaran cada vez por entero nuestra relacion con uno u otro objeto.
La idea mecanicista sobre el desarrollo de los intereses, que como una sombra
acompafian al desarrollo de los habitos surgidos como simples costumbres y que,
de hecho, no es mas que la simple tendencia de repetir multiples veces las accio-
nes reiteradamente realizadas, una simple inercia del comportamiento se trasluce
en esta concepcion sobre los intereses que, en apariencia, niega la rutina e inercia
de las fuerzas motrices de nuestra conducta y toma en consideracion las tenden-
cias adquiridas de nuestras reacciones, adem as de las innatas.
El error de dicha concepcion radica en que reduce el mecanismo de adquisi-
cion de intereses al simple mecanismo del adiestramiento y del entrenamiento,
basado en la simple fuerza de la inercia, en la accion mecanica de una repeticion
habitual. Vemos, por tanto, que la teotia se embrolla en una serie de contradic-
ciones internas, intentando, por un lado, interpretar la aparicion de nuevas aspi-
raciones en el proceso del desarrollo y, por otro, diluir las nuevas aspiraciones en
la tendencia general a la repeticion, y reducirlas a un denominador comun con la
formacion de habitos nuevos. De aquf pro cede la idea mecanicista de que los in-
tereses recien adquiridos no se diferencian en nada de las atracciones innatas 0
instintivas. ]. English, por ejemplo, considera que las ~que son fruto
del habito, infunden a nuestras aspiraciones una fuerza igual a la de las disposi-
ciones instintivas. En esta afirmacion, la teotia que estamos analizando niega su
propia tesis principal al renunciar el establecimiento de la diferencia entre la aspi-
racion instintiva y la disposicion elaborada.
Un punto de vista opuesto defienden los psicologos que no consideran posi-
ble identificar el interes 0 la aspiracion con el mecanismo en accion. McDougall,
por ejemplo, a base de sus investigaciones llega a la conclusion de que toda aspi-
racion, todo interes, parte de hecho de una atraccion instintiva, que se manifiesta
en el habito unicamente y esta servido por uno u otro mecanismo del comporta-
miento. El dice que los habitos no contienen en sf una aspiracion especial inhe-
rente a ellos; los habitos determinan el modo como debemos realizar nuestras ta-
reas, pero no son las fuerzas motrices del proceso y no 10 apoyan. El habito, por sf
mismo, como demuestra McDougall en un simple ejemplo experimental, no
contiene interes, aunque siempre es un momento subordinado en el despliegue
del proceso psicologico, momento que debe diferenciarse rigurosamente de la
fuerza motriz, de la fuerza incitadora que pone en movimiento y mantiene todo
el curso de dicha operacion.
Imaginemonos que decimos el alfabeto desde la primera letra hasta la ultima y,
de pronto, interrumpimos a medias esta tarea. Como es natural, nuestra aspiracion
es proseguir la accion interrumpida, inacabada. Se crea facilmente la impresion de
que es el propio habito el que provoc~ esa aspiracion, que en el esra .implicito el i~-
teres de seguir nombrando toda la sene de letras hasta el fin. En realldad no es a:l y
no resulta dificil convencerse de ello. El interes que sentimos en forma de asplra-
cion cuando se interrumpe nuestra actividad radica, de hecho, en el objeti~o funda-
mental que nos ha impulsado a actuar. Imaginemos que :,olvemos a repet~: todo el
alfabeto hasta la letra donde se interrumpio nuestra pnmera reproducclOn, pero
guiados ahora por un pr()!?-o~s~_t?
~~t~}!l~~e~~jEL~_s()~
no reproducir to?O el alfabeto
hasta el fin, sino calcular el org:~~_.!1l1f!l~r~so
que Ie corresponde ad!c:h! letr;l. En
este caso otro proposito, otro objetivo nos lleva a resultados totalmente distinto~:
cuando lIegamos de nuevo a dicha letra y, por consiguiente, interrumpimos el habl-
to en el mismo punto, no descubrimos ni la mas mfnima tend encia a continuarlo,
ya que la propia aspiracion motriz se ha agotado en el punto dado: -? ~ h:-:::J
;;;:", ';;
El analisis de casos semejantes, dice McDougall, nos lleva lOevltab1emente a !,
la conclusion de que el habito, por sf mismo, no encierra ninguna aspiracion.
McDougall, o1;>servandoados muchachos a los que }ncito a realizar ~recurrien-
do a su espfritu ,de. emulacion y amor propio- un trabaJo duro y poco mteresante,
descepar un tocon, demostro que el profundtl> intere~, la co~pleta absorc~on P?r el
objeto de la actividad, que podtia ser considerada a pnmera VISt~como un lnt~res re-
cien adquirido e independiente por dicho trabajo, pone de maOlhesto en realldad su" _,
muy estrecha dependenciade los intereses bisicos instintivos (arnor propio, espfritu ~ /
competitivo, etc.), interes que desaparece tan pronto como estos ultir~lOsquedan sa-
tisfechos. El autor, por tanto, niega decididarnente la tesis de que los mtereses se ad-
quieran y se formen del mismo modo como los hibitos. Ac~,,"~ J.e j.,;j,.;;D", -j. 1::L'O:;'<c
Si la segunda teotia sobre los intereses aparece favoreclda en compar~clon
con la primera en un sentido (ahondar mas en la estructura del comportamlento
y comprender mejor las complejas y multiples relaciones entre el interes y el habi-
to), en otro sentido esta teotia da un gran paso hacia atras si la comparamos con
la teotia de Thorndike y Woodworth, al considerar que todos los intereses, todas
las fuerzas incitadoras de nuestra actividad son innatas y condicionadas al fin y al
cabo por la naturaleza biologica de los instintos.
La discusion de si se adquieren 0 no aspiraciones nuevas trajo como consecuen-
cia, hecho frecuente en los debates cientihcos, la precision y un nuevo planteamiento
del propio problema y, por tanto, el esclarecimiento de la verdad relativa ~ontenida
en una y otra teotia, asf como la superacion de los profundos errores que dlluyen esa
particula de verdad en cada una de ellas. :unbas teotias son consiste~tes en s~ parte
critica, alIi donde aspiran a poner de matufiesto los errores de la teona contrana y las
dos son igualmente erroneas en su parte positiva, por igual impotentes en la supera-
cion de la idea mecanicista de la conducta y del desarrollo del interes.
Los partidarios de la primera teotia dicen, rehr~endose a McDo~gall, que el
mundo setia aburrido si todo nuestro comportamlento esruvlera dlrectamente
determinado por los instintos del hambre, temor y otros. En este sentido tiel~en
toda la razon: la descripcion real de una actitud de interes por el mundo no COIO-
cide en absoluto con la descripcion que cabe hacer a base de la teotia de McDou-
gall, pero este podria refutar con todo fundamento a los ctiticos utilizando sus
propias palabras, diciendo, por ejemplo, que el mundo seda igual de aburrido si
nuesrra acrirud ante uno u otro objeto estuviera determinada exclusivamente por
la fuerza de la costumbre 0 la tendencia a la inercia.
EI nuevo planteamiento del problema demuestra que, por una parte, tienen ra-
zon los cientificos que consideran posible la adquisicion 0 elaboraci6n de nuevas as-
piraciones e intereses y, por otra, tam bien tienen su parte de razon los partidarios de
la teoda segun la cual no todo habito es por sf mismo u.!1a~£it~£ion 0 .un iIl~e~~s
propio, qUt;exi~!en.es.f~!"as.
~~s..a.~p1.i.as.epla personalidad, aptitudes mas profun~
y~t~b.les,-ql}e. hay inclinaciones con~t'!-Qsesque son una espec.iege lfneas fund~-
IJ1_~I2Lal~.
de nuestro comport<i.miento que podemos calificar con toda razon de in-
tereses, que determinan, a su vez, el funcionamiento de unos u otros habitos.
En efecto, si se acepta la opinion de que todo habito, por el hecho de haberse
formado, posee su propia fuerza motriz, lIegaremos inevitablemente a una mons-
truosa vision de la conducta por su mecanicismo y atomismo, por su fndole cao-
tica y dispersa, que recuerda una «maquina loca» en la cual cada tornillo se mueve
por sus propias leyes y fuerzas internas; la conducta, en este caso, deja de ser una
formacion organica integral. Una teorfa semejante imposibilita toda explicacion
cientffica del problema fundamental: <de donde procede la coherencia, el caracter
organizado, la fusion, la concordancia mutua de los diversos procesos del com-
portamiento, la existencia de ~~~ks~~ <En que se distin-
gue, entonces, el proceso del desarrollo psicologico del simple proceso de adies-
tramiento que permite formar habitos cada vez nuevos?
Si defendemos el punto de vista contrario e identificamos los intereses con atrac-
ciones instintivas, obtendremos una vision no menos monstruosa y desesperante: las
nuevas generaciones, seglin esa teorfa, se mueven siempre por el drculo de las atrac-
ciones instintivas, innatas, no avanzan y de nuevo no se puede comprender ni expli-
car de que manera supera el hombre los limites de su naturaleza animal, de que ma-
nera se desarrolla como un ser cuIto y trabajador en el proceso de la vida social.
Pero tanto desde un punto de vista como del orro, no esra resuelto el proble-
ma del desarrollo del comportamiento, asf como su problema central: <como apa-
recen las nuevas formaciones durante el proceso del desarrollo psicologico? Tanto
para una, como para orra teoda, sigue siendo inaccesible sL~~9J.~1:g5 10
!llI,~V?
.~}1-,,~~P!-().s;~~~~ La teorfa estructuralista de los intereses, que
esra naciendo actualmente, nos proporciona la posibilidad de superar los errores
fundamentales de ambas teodas y enfocar de un modo nuevo, sintetico, el pro-
blema de los intereses.
Cion: el antiguo punto de vista, que vela en la relaci6n asociativa entre dos ele-
mentos la fuerza morriz que ponfa en marcha los procesos psicologicos, pierde
consistencia ante los nuevos hechos. La investigacion experimental del habito
-dice K. Lewin-9
ha demostrado que los nexos creados por la costumbre no son
jamas, como tales, motores del proceso psicologico.
El hecho de haberse formado la asociacion no es suficiente para poner en
marcha alglin mecanismo nervioso. Los habitos, las costumbres formadas, los ne-
xos y las combinaciones asociativas pueden existir como una serie de mecanismos
potencialmente preparados pero, por sf solos, gracias al mero hecho de existir, no
tienen una fuerza impulsora inicial y no poseen a causa de ello ninguna aspira-
cion especial, inherente a ellos.
Las investigaciones realizadas por Lewin han demostrado que los hechos
corresponden plenamente a !as deducciones de McDougall que mencionamos an-
teriormente. EI habito, por sf mismo, no provoca ninguna tendencia a continuar
la actividad, por el, contrario, la tendencia de continuar la actividad es indepen-I 1"
diente, relativamen.te, de la serie de habitos en los cuales se realiza. Cuando, por
ejemplo, interrumpimos en el curso de un acperimento alguna actividad, la ten-
dencia a culminarla se resuelve, se descarga, en alguna otra actividad sustitutiva,
sucedanea, que por sus mecanismos asociativos nada tienen en comlin con la an-
terior. Cuando alguna actividad agota el interes que despierta y lIeva a la saciedad
y a la renuncia del sujeto a proseguir el rrabajo, es muy faci! provocar la continua-
cion de esa misma actividad, sin interrupcion alguna, si se forma en el sujeto una
tendencia nueva, un nuevo interes, si se incluye dicho habito en otra estructura,
si se Ie da otra orientacion.
Cabe consf~ hecho experimentalmente establecido, que los habitos
y los mecanismos asociativos no actuan de manera caotica, auromatica, carente
de to do r~stema, por sf mismos, en virtud de una aspiracion especial inherente a
ellos, sino ~dos ellos son impulsados a la accion como unos momentos su-
bordinados de una estructura general, de un to do general, de una ~~~i~A-X~.l~~
~'tl dentro de la cual adquieren su significado funcional y su sentido. La
propia combinacion de los habitos, el orden de su puesta en marcha, su estructu-
ra y modos de actividad esran determinados en primer lugar por la organizacion y
las complejas relaciones existentes denrro de dicha tendencia dinamica. Esas ten-
dencias dindmicas integrales que determinan la estructura de fa orientaci6n de nues-
tras reacciones son las que podemos calificar de intereses conpleno fundamento.
EI ejemplo citado por Lewin puede explicarnos la relacion que existe entre al-
gunos tipos de actividad con la tendencia dinamica integral en la cual se inclu-
yen. Dice que a un nino pequeno Ie encanta tirar diversos objetos; mas tarde em-
pieza a guardarlos detds del armario y debajo de la alfombra; cuando es algo
mayor Ie gusta jugar al escondite y esconderse el mismo; incluso cuando miente,
el hecho de esconder juega frecuentemente un papel importante en sus mentiras.
o bien otro ejemplo: al principio, el nino pequeno abre y cierra con gran entu-
siasmo alguna caja; luego, todavfa en brazos de su madre, Ie causa un gran placer
abrir y cerrar la puerta; mas tarde, cuando empieza a caminar sigue jugando in-
La teorfa estructuralista de los intereses como ya hemos dicho, intenta supe-
rar los extremos de las dos concepciones uni!aterales. Las profundas y complejas
investigaciones experimentales realizadas para resolver el problema de las relacio-
nes entre el interes y el habito imponen a la nueva psicologfa la siguiente deduc-
cansablemente con la puena y con todas las que encuentra. En casos semejantes
no so.l? se desarrollan las.capacidades de realizar determinadas acciones, sino que
tam bien se pone de mamfiesto el desarrollo de las inclinaciones, necesidades e in-
tereses.
Vemos, por tanto, que las necesidades, inclinaciones e interesesson procesos in-
tegrales de mayor amplitud que cada reaccion aislada. Una misma inclinacion
puede suscitar reacciones distintas y, por el contrario, a menudo intereses total-
mente distintos encuentran la expresion y satisfaccion en unas reacciones seme-
jantes e.n su aspecto externo. Segun Lewin, nifios de dos y cuatro afios que reali-
zan acclOnes en apariencia parecidas, como, por ejemplo, jugar con las mufiecas,
al rranvia 0 construir algo, pueden tener razones totalmente distintas.
La actividad humana no es simplemente una suma mecanica de habitos desor-
ganizados, sino que se regula y estructura por tendencias integrales, dinamicas-
aspiraciones e intereses. La nueva teotia, al tiempo que establece la relacion es-
tr~ctural entre el interes y el habito, llega, con logica consecuencia, a un plantea-
n:1ento completamen.te nuevo del viejo problema de los intereses innatos y adqui-
ndos. No plantea dlcha cuestion tal como 10 hada antes, es decir, de si los
intereses son exclusivamente innatos 0 dados a la par de las arracciones instintivas
fundamentales del ser humano 0 bien si se adquieren al mismo tiempo que se
forman los nuevos habitos en el proceso de un simple entrenamiento.
Los intereses no se adquieren, se desarrollan. La introduccion del concepto de
desarrolloen la teotia de los intereses es el factor mas imponante que introduce la
nueva teotia en dicha problematica. Por primera vez se ha descubieno la posibili-
dad real de superar el punto de vista mecanicista sobre el interes, concepcion que
companian las dos tendencias opuestas en las que se habia dividido la psicologia
anterior.
A fa luz de esa concepcion, los intereses como tendencias de estructura global, di-
ndmica, son consideradospor la psicologia moderna como procesos vitales, orgdnicos,
profimdamente enraizados en fa base orgdnica, biologica de la personalidad, pero que
se desarrolfanjuntamente con el desarrolloglobal de fapersonalidad. En estos proce-
sos, como en todos los procesos vitales, se ponen de manifiesto claramente el
desarrollo, el crecimiento y la maduracion. Esta manifiesta ontogenesis de necesi-
dades, inclinaciones e intereses posee, segun Lewin, el mismo ritmo que, por
ejemplo, el desarrollo biologico del hue~~one, supone Lewin, de una
serie de fases dinamicas cada una de las cuales es relativamente independiente.
Los conceptos de madurez y crisis son los mas esenciales.
Desde el angulo de la nueva teotia, que incluye los intereses en el contexto
general de la ontogenesis, el problema de las relaciones entre 10 biologico y 10 so-
cial en el desarrollo de los intereses, presenta un nuevo aspecto. La fuerza impul-
sora de la actividad humana 0 aspiracion no pasa asimismo de ser una simple
suma mecanica de excitaciones 0 impulsos instintivos. Ditiase que estas aspiracio-
nes se ubican en celdillas especiales que podemos denominar necesidades, ya que
les atribuimos, por una pane, fuerza impulsora para la accion, las consideramos
como un manantial que origina las inclinaciones e intereses y, por otra, afirma-
mos que las necesidades tienen un determinado valor objetivo con relacion a to-
do el organismo.
Llegamos, pues, a la conclusion general de que la conducra del ser humano
esta regida por las necesidades, sin embargo, la teotia esrrucruralistalO
, a diferencia
de la teotia de McDougall, no reduce, ni mucho menos, radas las necesidades a
innatas 0 instintivas. Las necesidades revelan una ontogenesis claramente mani-
fiesta. Ademas de las necesidades implicitas en las atracciones innatas, la teotia es-
rrucruralista reconoce la existencia de necesidades que se 2!"igill,atl en el Proc_~9
.$L~!:2!l2Yerson~l ~el n~fio, originadas por su ~~<i~E!:iar me-
dlO clrcundant,e y, en pnmer lug~r, al medio ~ocial. Debido a ello, se amplia infi- ~ 4cye
l11tamente el S~l?~~~~~l~~~~~~ pero la cuestion no se limita a )
elJo: a ~apar de las neces!dades autenti~as que surgen a 10 largo del desarrollo, es-
ta teona reconoce necesldades que caltfica de no autenticas 0 cuasi-necesidades
que son las que constituyen la verdadera esfera de los interes~h~~;;{;-~·.·E;;
cuasi-necesidades pone~ de manifiesto, en primer lugar, su profunda analogia
con las verdadera~ n~cesldades y su dependencia de estas ultimas.
Esta analogia no solo se basa en una simiijtud puramente externa con las ver-
daderas necesidades, sino tambien en un vinculo genetico: las nuevas necesidades
nac.e,n sobre la base ~e las au~enticas y poseen mecanismos afines que ponen en
aCClOnnuestras reaCClOnes.DICho de otro modo: la necesidad 0 el interes tempo- "1)", y,y.{ 
rales actuan e.n detel:minados limites de modo exactamente igual que la necesidad ::
real. ~as cuasl-necesldades no se limitan a repetir simplemente en forma nueva las .nai '
necesldades fundamentales, autenticas, sino que son formaciones nuevas en el
verd.adero s~ntido de la palabra. Estas formaciones nu~r;:~~;;i1-lesto "7
sus ll1teraCClOnesreales con las necesidades autenticas, mantienen con ellas una
relacion bien mas cercana 0 bien lejana; a veces, entran en contradiccion con ellas
y.en orras ocasiones, por el contrario, esran a su servicio. Cuando surge una nece-
sldad tempor~l, nunca ex~ste ni esra formado el sistema de habitos u operaciones
mentale~ destll1a~os a s~:lsfacerla. No hay mas que una disposicion general, una
t~ndencl~, una onentaclOn del componamiento para resolver cierta tarea y, como
dICe.Lewll1, tan solo la union 0 la coincidencia de la necesidad temporal y la si-
tuaclon concreta determinan que acciones concretas han de ser reproducidas.
Ll~gamos al ultimo momento que distingue la nueva teotia de los intereses,
es deClr, el establecimiento de su doble naturaleza objetiva-subjetiva. Hemos de
tene~ en cuenta que el debate respecto a si se crean 0 no los intereses fue, en gran
medlda, un debate sobre que es la fuerza motriz de nuesrra conducta -Ia satisfac-
cion subjetiva, relacionada con los instintos, la atraccion interna, 0 la arraccion
objetiva de los propios objetos y de las actividades.
Vemos, por tanto, que se ha planteado una cuestion muy seria que ha perdu-
rado de hecho durante todo el desarrollo de la teotia sobre el interes: ·tiene el in-
teres caracter objetivo 0 subjetivo? (
E~ Hegel!! est~ esbozada ya la solucion dialectica de dicha cuestion. Hegel
supol11a que el cammo cenero para la solucion de dicho problema no radicaba en
el reconocimiento de un aspecto del interes, el subjetivo 0 el objetivo, sino en el
reconocimiento de la unidad compleja e indivisible de ambas partes. La teoria es-
tructuralista sigue el camino trazado por Hegel. Si alguien realiza una actividad,
dice Hegel, en relacion con algun objeto, este no solo se interesa por eI objeto, si-
no tambien esra incitado por el. A la par de las aspiraciones y necesidades, eI inte-
res es una tendencia que incita ala actividad.
Dicho de otro modo, se origina una relacion extremadamente peculiar entre
eI hombre y la realidad objetiva. Para Lewin esa relacion peculiar radica en que en
base a esta necesidad temporal 0 interes, se modifica fundamenralmente la estruc-
tura del medio circundante del hombre 0, segun el termino por eI empleado, la
!.7 r I' ~ tructur~~2. Las necesidades, incluso cuando son autenticas, no nos
lIevan de manera directa a cienas acciones; su influencia directa se manifiesta so-
bre todo en que modinca para nosotros la indole de los objetos que nos rodean.
La existencia de necesidades presupone que fuera de nosotros hay determina-
dos objetos 0 procesos que nos incitan a la accion. Para un animal hambrienro
poseen ese cad.cter todas las cosas relacionadas con la comida. Los ob~
n9? ~odean ~t~ ~ No solo nos ocasionan~o .dlce Le-
win, dJfclJtaaes grandes 0 pequenas cuando actuamos 0, por el contrano, favo-
recen nuestra actividad, sino que muchos de tales objetos y aconrecimientos reve-
Ian con relacion a nosorros una volunrad mas 0 menos determinada, nos
impulsan a realizar determinadas acciones: un tiempo agradable 0 un bello paisa-
je nos incitan a pasear, los peldanos de una escalera impulsan a un nino de dos
arios a subir y a bajar, las puenas incitan a que se las abran y cierren, el perro a
que se Ie irrite, un bombon de chocolate 0 un pastel provoca en nosotros el deseo
de comerlo, ete.
EI caracter incitador de las casas puede ser positivo 0 negativo, puede impul-
sarnos a la accion de manera directa 0 indirecta, con fuerza 0 debilmente, etc.,
pero el senti do de la ley fundamental sigue siendo siempre el mismo: precisamen-
te sobre la base de las nuevas necesidades, los objetos se dividen en neutrales 0 in-
citadores y estos ultimos influyen activamente en nuestro comportamienro. Lo
dicho se refiere por igual alas necesidades temporales. Tambien ellas modifican la
estructura del medio circundante. La necesidad temporal contribuye a que los
objetos del mundo circundante comiencen a ipfluir sobre nosotros en forma ins-
tigadora, diriase que exigen de nosotros unas dererminadas acciones, nos provo-
can, nos atraen 0 repelen, nos ordenan, nos seducen a desvian. Su papel no es pa-
sivo, sino activo con relacion a la propia necesidad. Igual a la polvora que explota
tan solo cuando cae en ella una chispa, la necesidad se revela rambien en la coli-
sian con los objetos extemos que la instigan y pueden satisfacerla.
EI conjunto de objetos que poseen caracter incitador esta mas 0 menos estric-
tamenre determinado desde el angulo biologico can relacion alas necesidades au-
tenticas; pero es muy indefinido, elastico y variable frente alas necesidades tem-
porales. Por eso, Lewin formula una tesis general del siguiente modo: hasta un
cierto punto, dice, !as expresiones «ha surgido una u otra necesidad» 0 bien «una
u orra esfera de objeros posee caracter incitador frente a unas u orras acciones»
son equivalentes. En la teoria esrructuralista, por tanto, se asigna un lugar debido
al influjo incitador que ejercen sabre nosotros los objetos. Para el desarrollo yel
destino de cada necesidad no es, ni mucho menos, indiferente conocer la inAuen-
cia de las fuerzas incitadoras que aetuan sobre ellas. La esterilidad del viejo plan-
teamiento del problema de los intereses era debido a que se dividian los aspectos
objetivos y subjetivos del proceso cuando la base real del mismo es, precisamente,
su doble naturaleza en la cual esran sintetizados de forma compleja ambos mo- /t
mentos: el subjetivo y el objetivo.
EI defecto fundamental y mas imponante de la teoria estructuralista de los
intereses consiste en que no capta la profundisima diferencia enrre los intereses y
las necesidades instintivas, se limita a establecer una serie de diferencias funciona-
les y estructLIrales ~ntre las necesidades temporales y las autenricas, pero no toma
en consideracion I,! diferencia de principio en su propia naturaleza, en la propia
esencia de ambos fenomenos 0, dicho simple.nenre, ~~xnra la natl!..B.-
leza historico-social de los intereses humanos. De hecho solo el hom~rpro-
~;desarrolrc(r11Sf6riCOZQ;isigliYc~r nuevas fuerzas motrices de la con-
ducta, tan solo a 10 largo del proceso historico-social del ser humano han surgido,
se han formado y se han desarrollado sus nuevas necesidades al tiempo _g~~s
.Pf2£.ias necesidades naturales han experimentado un profundo cambio en el
desarrollo historico del hombre.
La teoria estructuralista no toma en consideracion este cambio de la naturale-
za humana en el proceso del desarrollo historico, ni el caracter historico de las
r~itle~~~;:cr~que se puede denominar como intereses. Considera los inte-
reses como una categoria natural y no historica, opina que el proceso de desarro-
llo de los intereses es analogo a los procesos biologicos, organicos, de maduracion
y crecimiento; para dicha teoria el desarrollo del interes es similar al desarrollo del
huevo y por ello busca analogias en la fisica del organismo vivo; las necesidades y
las necesidades temporales son para ella, sobre todo, ~g8.~. ( ~.
relegando al olvido que las necesidades humanas se refractan multi les veces en el
.E!isma de las complejas relaciones. sociales. Es propensa a considerar que a onto-
ge~e las neceslaades y los Intereses es, sobre todo, un proceso organico, vi-
tal, olvidando que el desarrollo del interes, en el verdadero sentido de la palabra,
constituye en mucho mayor medida el contenido del desarrollo sociocultural que
de su formacion biologica. Por esta razon simplifica las complejas relaciones entre
la base biologica, organica, de los intereses y el complejo proceso de su formacion
superior, proceso que es una parte del arraigo general del nino en la vida del todo
social al que pertenece.
Olvida, segun palabras de Carlos Marx, que la necesidad del hombre se con-
vierte en necesidad humana, por ello la teoria estructuralista resulta mas consisten-
te cuando relaciona el desarrollo de los intereses con el desarrollo de su base biolo-
gica; pero esa compleja concatenacion de las dos Ifneas de desarrollo -la biologica
y la sociocultural- que constituye en tealidad la base de la ontogenesis es inexpli-
cable, desde el punto de vista de esa teoda y son poco delimitadas las Ifneas de su
formaci6n. En uno de los capitulos antetiores13
habfamos dicho que pata en tender
cotrectamente el nucleo fundamenral de las necesidades biol6gicas, del que parte
el desarrollo de los inrereses en la edad de transici6n, es imprescindible comar en
cuenra la naruraleza hist6rica de la atracci6n humana, la forma hist6rica del amor
sexual entre los seres humanos. Creemos que fue F. Engels el primero en fijar su
atenci6n en dicha problematica desde el plano del desarrollo filogenetico.
I' ,L, «El amor sexual contemporaneo se diferencia esencialmenre de la simple
~ atracci6n sexual, del eros antiguo. En primer lugar, presupone el amor del ser
•.; ;,',j amado; en este senti do la posici6n de la mujer es la misma que la del hombre,
r'-- mientras que en el eros antiguo no siempre, ni muchos menos, se requeda la con-
formidad de la mujer. En segundo lugar, la inrensidad y duraci6n del amor sexual
suelen ser de tal indole que la imposibilidad de la posesi6n y separacion, significa-
ban para ambas partes una gran, por no decir grandisima, desgracia; los enamora-
dos corren un gran riesgo, incluso se juegan la vida con elllI1ico proposico de per-
tenecerse, 10 que en la antiguedad solo ocurda en casos de infidelidad conyugal.
Finalmente, aparece un nuevo criterio moral para condenar y justificar la relacion
sexual; no solo inreresa saber si fue una relacion matrimonial 0 extramatrimonial,
sino tambien si es fruro 0 no de amor redproco.» (c. Marx y F. Engels, Obras
comp/etas, t. 21, ed. rusa, pags. 79-80.)
Engels se refiere al amor individual moderno entre dos personas de distinco
sexo, a ese noble proceso moral: solo en el medioevo surgio pOl' primera vez esa
forma historica de amor sexual individual, es decir, la forma superior de la necesi-
dad humana es una forma historica.
En el plano oncogenetico, que es el que nos interesa ahora, debemos diferen-
ciaI' asimismo la linea socio-cultural en el desarrollo y en la formacion de las ne-
cesidades del nino y del adolescente de la linea biologica del desarrollo de sus
atracciones organicas. Hacerlo tiene particular imporrancia sobre codo en la edad
de transicion. En esa edad de gran avance en el desarrollo biologico y cultural,
, cuando se produce la maduracion de las necesidades biologicas y culturales no
 podremos hallar la clave para entender correS:lamenre los cambios que se produ-
" cen si no tR1?amos en consideracion que no~-solo el cO_I1.~e~id<?
del pensamienro
... , . humano, nc?solo l:ls formas y los mecanismos superiores de la conducta humana,
.' .'- sino tambien l£tpro'pias fuerzas motrices del comportamienro, los propios moco-
'. -, res que ponen en accion -~ales mecanismos, la propia orienracion de fa conducta
-,"~-"'.~- •••••.••••••••••• -- • ~"","" j .-' ,. •
humana expenmenran un complejo desarrollo socLO-cultural.
En esesentido, los intereses constituyen un estado espedficamenre humano
que diferencia al hombre de los animales: el desarrollo de los intereses subyace en
el desarrollo cultural y ps!quico del adolescenre; el interes en su forma superior, al
hacerse conscienre y libre se presenta ante nosotros como una aspiracion cons-
ciente, una ~tracci0.!!.2_ara si a diferencia del impulso instintivo que es una atrac-
cion hacia sf.
La hiscoria del desatrollo de los inrereses en la edad de transici6n 14 es la mejor
demostraci6n ractica de codo cuanro hemos dicho sobre la naturaleza de nuestros
intereses y su desarrollo, la mejor confirmacion de codos 10s aspeccos positivos de
la teoda estrucruralista, la mas convincente refutacion de sus errores, la mas evi-
dente y efectiva ilustraci6n de la teoda, realmenre cientffica, sobre eI interes.
La teoria de los inrereses en la edad de transici6n ilustra brillanremente la te-
sis de Lewin ya citada: los intereses !J.o.pu_eden ser comprendidos ~._ma~~n del
proceso del desarrollo, ya que los concepcos de crecimiento, crisis, maduracion
son fundamentales al enfocar dicho problema. Basta con analizar la historia del
desarrollo de los intereses en esa edad para convencerse definitivamente hasta que
pun COes erroneo idenrificar los intereses y los habicos, las fue.~~asmotrices y los .".,
mecanismos de la conducta. ---.- .
·--..E~el tr~nscu~so de cinco arros, plaza rel~tivamente pequeno, los cambios tan
intensos y profundos que se producen en las fuerzas motrices del comportamien-
co forman con toda claridad una linea especial de desarrollo que no coincide con
la linea del desarrollo de los propios mecanismos de conducta. Si no sabemos di-
ferenciar en el desarrollo psiquico del adolescenre el proceso de formacion de los
habicos del proceso de desarrollo de los inrereses jamas podremos explicar el he-
cho -cenrral para coda esa edad- de que los hibitos no cambian demanera muy
esencial a 10 largo de uno 0 dos anos. -) ,~n;,'
,.
;;.--;"',;~,,,;(;;.;
..
i~~:)-:"~
~. . ...
'~-C~nrinllan existiendo los mecanismos del comportamienro ya formados, sur-
gen a base de ellos otros nuevos, pero los intereses, es decir, I~s necesidasl~§ que
ponen en marcha esos mecanismos cambian radicalmente. No comprendemos
nada en el desarrollo psiquico del adolescente si no tomamos en consideracion es-
te hecho fundamental. Tal como hemos indicado antes, las dificultades de los psi-
cologos, que no encontraban cambios esenciales en los procesos del pensamiento
de los adolescentes y se limitaban a constatar el desarrollo ulterior de los mismos
mecanismos que ya posee un nino de tres anos, se explican, ante codo, pOl' 10 si-
guiente: la psicologia no diferenciaba con suficienre claridad el desarrollo de la Ii-'! .<•• ,,'.
nea de ~dt;[1.~~fiQny de Igs.motivos impulsores ~~l pensamienro, as! como 10sJ" '
propios mecanismos de los procesos intelectuales.
Si no se coma en cuenta este hecho, no se podra comprender el pOl' que se
produce habitualmente en el proceso del desarrollo del adolescente, en su estadio
mas critico, un descenso en su rendimienro escolar, el empeoramiento de los ha-
bicos antes establecidos sobre codo cuando se despliega anre el nirro un trabajo
productivo de caracter creativo.
Sin embargo, los mecanismos de la conducta no descienden a un nivel infe-
rior ni se observa una disminucion en la curva del desarrollo inrelectual si se
planrea al adolescenre una tarea que exige el empleo de habicos de indole mas 0
menos mecanica. EI ejemplo del trabajo mecanico del adolescente nos brinda una
prueba e~idente de que el ~a?ito, por sf mismo, no experimenta cambios impor-
ta.ntes, n:lent~as que su actlvldad en una nueva esrruetura de intereses puede su-
fnr modlficaclOnes esenciales.
Cabe decir, sin exageracion alguna, que en dicha edad la lfnea de desarrollo
..9~losj~ter~~~ y la 1~~~3.sLe.A~s.~rollo~~Lo.§_.m~S:ilnis~~~ se
dlferenClan m~y claramente, cada una de ellas realiza por separado un movimien-
to ta~ complejo que es precisamente la correlacion de ambas lfneas la que nos
permlte comprender las principales peculiaridades del desarrollo.
En esa edad es cuando se manifiestan con toda nitidez las relaciones entre las
ver~aderas necesidades biologicas del organismo y S.l!S. !!.~.£esiQ'!c!~s
c:ulturales su-
'-~ll;:' .p.enores,-~~_~la!!l~m()til}g!~~. En ninguna orra edad de desarroll~-lnfa~tifse
revela con tal evidencia el hecho de que la maduracion y formacion de cierras
atracciones vitales constituyen la premisa imprescindible para que se modifiquen
los intereses del adolescente.
Veremos mas tarde como los dos procesos recfprocamente relacionados -ma-
duracion de nuevas atracciones y reestrueturacion sobre esta base de todo el siste-
ma de i~t~r~ses- esran claramente disociados en el tiempo y constituyen los mo-
mentos 1l11Clal
y final de un proceso de desarrollo, unico por su esencia.
) Fin.almente, la relacion de los momentos, el subjetivo yel objeti.vo, dentro de
la propla estructura de las arracciones e intereses, 'Ios cambios en el sistema inter-
no de las necesidades y de la fuerza incitadora de los ob'etos circundantes, se ma-
nifiestan clara mente en la hisl£ri~'d~i1tereses en la edad de transicion. Con
experimental claridad hemos podido observar como la maduracion y aparicion de
nuevas atracciones y necesidades internas amplfan infinitamente el cfrculo de ob-
jetos que poseen fuerza incitadora para los adolescentes, como esferas enteras de
actividad,.antes neutrales p~~~,ellos, se convierten ahora en momentos funda-
~_  mentales que det~rminai(su' cond~2ta, como, a la par del nuevo mundo interno
".1surge para el adolescente un mundo exterior completamente nuevo. '
Sin comprender que rados los mecanismos de la conducta del adolescente
empiezan a funcionar en un mundo interno y externo completamente distinto, es
decir, en un sistema de intereses internos y en un sistema de influjos incitadores
extemos radicalmente distintos, no sabremos comprender los cambios realmente
profundos que experimenta el adolescente en dicho perfodo. Quiza en ningun
otro lugar se mal1lfiesta con tanta claridad la diferencia entre los intereses y los
habitos como en la reestructuracion del sistema de intereses en la edad de trans i-
cion que nos permite distinguir la estructura intema, intima, de todo el sistema
de desarrollo complejo del que hablamos en uno de los primeros capitulosl5 de
nuestro trabajo. Decfamos en el, utilizando un simil figurativo, que los procesos
de desarrollo en la edad infantil y en la edad de transicion recuerdan frecuente-
mente la transformacion de la oruga en crisalida y de la crisalida en mariposa. En
este proceso del desatrollo, ante el cambio cualitativo de las formas, ante la apari-
cion de nuevas formaciones, el propio proceso revela claramente su compleja es-
tructura, este se compone de los procesos de extincion, desarrollo inverso 0 re-
duccion de la forma vieja y de los procesos de nacimiento, formacion y
maduracion de la forma nueva. La transformacion de la crisalida en mariposa
presupone tanto la extincion de la crisalida como el nacimiento de la mariposa;
t~i~~~~~9J}-~J-3~ m~..9.~m 0, involucion. As!, ]. BaldwinlG formulo esta ( 71'
ley basica del desarroTlo. En el desarrollo e los intereses se observa con suma cla- '
ridad la compleja concatenacion, entremezclamiento, de los procesos de extin-
cion y nacimiento. ,",o/C"l (d"'''''' --
Se advierre facilmente, incluso a primera vista, que en el adolescente no solo
aparecen nuevos intereses, sino que desaparecen los viejos, que no solo empieza a
interesarse por los o.bjetos completamente nuevos para el, sino que ~ck.,0~~
I;,8Elajc9y~s)lye le..11}ter~sl9'!fl~~5~'El ascenso a un nivel nuevo significa la des-
aparicion de 10viejo y este largo proceso de extincion de los intereses infantiles en jt,~'
la edad de rransi~ion, p~~~~~e~~~~~n~£!> y(con frecuencio/kt()!5~~0, llena,;
como veremos mas tarde, todo un capitulO en la historia del desarrollo de los in-
tereses del adolescente, Sin embargo, la reduccion de los viejos intereses domi-
nantes en el perfodo anterior, no esra acompanada en modo alguno por la des-
apari~ion de lo~ viejos habitos adquiridos en la primera edad escolar y en la
antenor, por la extincion de los viejos mecanjsmos del comporramiento formados
y estructurados en la infancia.
Como es logico, dichos mecanismos experimentan tambien cambios esencia-
les, pero el destino de esos cambios, la lfnea de su desarrollo y extincion no coin-
cide, ni mucho menos, con la linea del desarrollo y extincion de los intereses in-
fantiles: con su destino. Hemos considerado imprescindible anteponer al analisis
de los Il1teres~s del adolescente el analisis general de los intereses, ya que el ~-
~le!l1~,~~~los_.J:I:lte.~ en la edad de transicion se enfocaba habitualmente de ma-
nera puramente empirica, sin base teorica alguna, ya que ~~lEroblema clave de
194<l.1'0l..si£()1~g~~.4el3sl~!~~£ente_y
porque en ella se manifiestan con claridaci'!;s
leyes basicas que rigen el desarrollo general de los intereses, sin cuyo conocimien-
to serfa incomprensible y confuso el destino de los mismos en la edad de trans i-
cion.
El esclarecimiento de los fundamentos generales de la teorfa sobre el interes
equivale a cumplir la mitad de la tarea en el estudio de los intereses en la edad de
transicion. Hemos dicho ya que los psicologos que no toman en consideracion
los cambios y desplazamientos en la esfera de los intereses, se dejan llevar invo-
luntariamente por la ilusion de que en el desarrollo psiquico del adolescente no
hay nada esencialmente nuevo si se Ie compara con el desarrollo de un nino de
tres anos. Opin~n que se rer~..cciona~ unic~me~te 1~~':"~~~I'li§!E9s, que ~ )'-"
el avance postenor se produce e;;ramlsma dlrecClon. ' -,
En el capitulo siguiente, dedicado al problema del pensamiento en la edad de
transicion, nos detendremos a examinar con detalle este punto de vista. En rela-
cion con el problema de los intereses adquiere para nosotros principal significado
el prejuicio -analogo al anterior- de que en la esfera de los intereses la edad de
transicion constituye asimismo un todo global, no fraccionado en fases y estadios
aislados, es decir, que la edad, en relacion con los intereses, constituye un todo
global esratico.
La teoria clasica sobre la edad de transici6n ha negado siempre la existencia
de cambios importantes en la esfera de los intereses del adolescente. Cientfficos
como T. Tzigen (1924) se oponen al establecimiento de fases aisladas en la edad
de transici6n y suponen que en ese periodo eI desarrollo se produce de manera
uniforme. Semejante concepci6n significa, de hecho, negar la comprensi6n del
desarrollo que experimentan los intereses del adolescente. Todos los exitos de la
psicologia contemporanea se deb en precisamente a la superaci6n de este prejuicio;
se procura destacar, analizar y describir del modo mas exacto ~i~~r~'!S-l'!~_~§ y
etapas que constituyen todo eI proceso de la maduraci6n sexual. Recurriendo a la
conocida analogia, cabe decir que la peculiaridad mas caracteristica de la actual
psicologia del adolescente radica en su intento de enfocar la personalidad del mis-
A r mo no como un obJ'eto, sino como un pmceso, es decir, de forma dinamica y no
I~1"
p / ",cr. tesratica, enfoque que esra inevitablemente ligado a la diferenciaci6n de fases y
( ~.'/'.) etapas distintas, en el desarrollo de 105 intereses del adolescente.
,'1
O. Kroh distingue c1aramente dos periodos de rechazo'8: 1) alrededor de los
tres afios y 2) ala edad de trece afios mas 0 menos, cuando se inicia el periodo de
maduraci6n sexual. Por esta raz6n muchos cientfficos, incluida Ch. Buhler, esta-
blecen una analogia de largo alcance entre eI proceso de desarrollo del adolescente
y los procesos de desarrollo de un nino de tres ailos. Por ahora dejamos de lado
esta teorfa que analizatemos mas tarde.
Si sumamos los datos de las teorias actuales sobre las fases de la mad uraci6n
sexual veremos -y eso es 10 que nos interesa ahota en primer lugar- que todos los
autores reconocen la existencia de fases y complejos movimientos arritnticos en: ",.
esta edad. Vemos, pOl' tanto, que ha perdicG s'U
"~i~r;-ciat~C;G"~~is-ae Tzigen - ;"),,,, ;{
sobre un desarrollo uniforme y correeto en ese periodo como la concepcion tradi'l r;':. .
cional para la cual los procesos criticos de involucion en la psicologia del adoles- r ~ : .:.
cente constituian eI contenido absoluto del periodo de desarrollo en su conjunto,! . J:_ ":,.
sin percatarse, debido a los fenomenos de la crisis, de los fenomenos de creci· .
miento y maduracion. Son precisamente esos rres momentos -crecimiento, crisis: m·,-·,
y maduracion-, IQs que determinan, en 10 fundamental, los tres estadios de la
maduracion sexual y tan solo en su conjuntG nos proporcionan una idea correcta
sabre eI proceso de desarrollo en su totalidad. P L. Zagorovski'9 tiene mucha ra-
zon cuando dice, al hacer eI balance de la teoria actual sobre el fraccionamiento
del period a de maduraci6n sexual ~~islad;J.S., que las diversas investiga-
ciones sobre la adolescencia, realizadas en los ultimos ailos, lin!it~ en grade
considerable la idea vigente sobre el periodo de la maduracion sexual 'cpL,
como una edad de oscilaciones ~~%>.A~j.!Jlg, un periodo de c.onrrastes ~> ,.<-"
en eI desarrollo (5. Hall)20, ete. La fase negativa se prolonga durante un tlempo It- ! :-,:I~
mitado y una vez acabada, eI adolescente entra en una fase ulterior de desarrollo. n;i:;·~
EI debate, frecuente en la literatura modema, sobre la esencia de la edad de
rransicion, es decir, si se trata de una crisis que evoluciona dramaticamente 0 bien
si la maduracion esca basada en una sintesis positiva y multiforme, se
debe, en parte, a un enfoque estadistico incorrecto de la cuestion dada, al intento
de abarcar en una formula unica eI periodo de rransicion como algo acabado, dis-
puesto, dotado de propiedades firmes, consolidadas y precisas. Es en eI movimien-
to, en la dinamica, en eI desarrollo de la edad de transicion donde se juntan de
manera efectiva, vital, ambos puntos de vista tan diametralmente opuestos.
La crisis y la sintesis, que representan diversos momentos de una misma ola
de desarrollo, integran eI proceso de maduracion. Si pasamos a estudiar eI .conte-
nido de las fases principales d~Jas ~ual~~'§~~Q.~P..Q}:!~.!:!.~~.~~~!'.9Jlo
4~Jos __
!f.lte.~~
ses en la edad de rransicion, deberiamos senalar que todo ese desarrollo se basa en
los cambios organicos relacionados con los procesos de maduracion sexual. La
maduracion sexual significa que en el sistema de las atracciones organicas apare-
cen nuevas necesidades e impulsos, esto es 10 que constituye la base de todos los
cambios en eI sistema de los intereses del adolescente. La mejor demosrracion de
ello es el hecho de que los procesos de cambio de intereses suelen coincidir de Ile-
no en el tiempo con eI inicio de los cambios organicos. Cuando la maduracion
sexual se rerrasa, se aplaza tambien en el tiempo la crisis de los intereses; cuando
En la nueva psicologia del adolescente se admite como tesis principal eI que
las fases basicas en el desarrollo de los intereses coinciden con las fases basicas del
proceso de maduracion biologica del mismo. Este mero hecho demuestra que el
desarrollo de los intereses se halla en estrecha y directa dependencia de los proce-
sos de maduracion biologica y que eI ritmo de la maduracion organica determina
eI ritmo en el desarrollo de los intereses.
O. Krohl
? expuso a ese respecto un punto de vista muy diferente de las opi-
niones de Tzigen en su trabajo sobre las fases en eI desarrollo del adolescente. La
idea fundamental de su trabajo es la siguiente: eI desarrollo no es un proceso uni·
forme y estricto, eI desarrollo del adolescente, incluido el desarrollo de sus intere-
ses, se produce como un movimient0v'~r~ en el cual revel an claramente di-
versas fases, doblemente determinadas -de un lado por eI ritmo de la maduracion
interna, por los cambios en eI sistema de las glandulas de secrecion intema y, de
otro, por eI hecho de que eI adolescente que madura en eI senti do biologico, pier-
de su vinculo con eI medio.
Una vez establecido que el interes surge cuando se desarrollan las,~U~g!Q-
.'V 1.«:- ~ Y que juntamente con su aparicion se modifican tambien las relaciones con
.",~ el medio, no resulta nada sorprendente que las fases, que forman el movimien·
to arritmico en eI periodo de la maduracion sexual, no solo esten caracterizadas
por diversos cambios internos organicos, sino tambien por la reesrructuracion
de todo el sistema de relaciones con el medio. Una vez establecido que en eI
desarrollo d~ln~~;~;;'~~""halI;i~;a~ic[;I;-involucion de los intereses ante-
riores, tam poco resulta sorprendente que el paso de una fase en desarrollo a
otra se manifieste directamente, y ante todo, en la extincion de los vieJ'os vincu-
r¥
-;q" los con el medio, que aparezcan en el desarrollo del nino periodos enteros de
rechazo al medio.
la maduraci6n sexual se adelanta en el tiempo, la crisis de intereses se aproxima al
estadio inicial de este periodo.
Por este motivo en la edad de transici6n podemos claramente observar la
existencia de dos etapas fundamentales en el desarrollo de los intereses: la etapa
de aparici6n de nuevas atracciones, que constituyen la base organica del nuevo
sistema de intereses y luego la etapa de maduraci6n de ese nuevo sistema que se
estructura sobre las nuevas atracciones. W Peters (1927) tenia toda la raz6n al
proponer que se diferenciasen dos fases fundamentales en la edad de transici6n.
Denomina la primera de fase de at acciones, y la segunda de intereses21
• Claro es-
ra que semejante diferenciaci6n, as! como las denominac~~~, son muy
convencionales, pero en 10 fundamental nos dan a conocer los principales resulta-
dos obtenidos por diversas investigaciones dedicadas a la edad de transici6n. La
primera fase, la de atracciones, se prolonga, habitualmence, unos dos afios. Peters
la caracteriza como una fase de manifestaci6n negativa de los intereses, como una
fase de quiebra de prestigio, de elevada irritabilidad, gran capacidad de excita-
ci6n, extrema fatigabilidad, rapidos y bruscos cambios de humor, de grandes os-
cilaciones en las disposiciones.
La fase mencionada se caracteriza sobre todo por el hecho de que su conteni-
do esti constituido por dos momentos fundamentales: en primer lugar, por la re-
ducci6n y extinci6n del sistema de intereses anreriormence formados (de aqu! su
indole negativa, concestataria) y, en segundo lugar, por los procesos de madura-
ci6n y aparici6n de las primeras atracciones organicas que sefialan el inicio de la
maduraci6n sexual. Es precisamenre la combinaci6n de estos dos momentos, to-
rnados en conjunro, la que caracteriza el hecho, que puede parecer extrafio a pri-
mera vista, de que en el adolescence se observa una~-
~~y, a veces, incluso su ausencia total. La fase destructiva, devastadora, en la
cual el adolescence deja atras su infancia, fue calificada por L. N. Toistoi22
como
el «desierto de la adolescencia».
Vemos, por tanco, que este pedodo se distingue, en su conjunto, por dos ras-
gos fundamencales: por ser un perfodo de ruptura y extinci6n de los viejos inrere-
ses y por un perfodo de maduraci6n de una nueva base biol6gica que permite
mas tarde el desarrollo de nuevos inrereses.
por sf misma y pasa por cambios muy esenciales en la edad de transici6n, destru-
yendo la armonfa de las atracciones establecidas anteriormente y pOl1lendo de
manifiesto los impulsos instincivos que inician su maduraci6n.
No es extrafio, pues, que toda la superestructura se destruya hasta los cimien-
cos como sucede con un edificio durance un terremoto. El perfodo de destrucci6n
de la superestructura y la revelaci6n de las nuevas capas de atracciones constituye
la fase que Peters califica como fase de atracciones. Opina que dicha fase se carac-
teriza, ance todo, por una irritabilidad general, indefinida y enensa, gran exci-
tabilidad, rapida fatiga y agotamienro, bruscos cambios de humor, protesta y
derrum~~~i~.;lf-
~mbien para Peters, junto con la revelaci6n de nuevas atracciones y a la par
con este proceso, tiene lugar otro: el derrumbe 0 la perdida de los viejos intereses.
La fase nueva que sustituye a la anrerior, Peters la caracteriza ance codo por la exis-
tencia de rasgos concradictorios, es decir, por la maduraci6n y el establecimiento
de intereses nuevos que se desarrollan sobre una base completamente nueva.
N principio. el :proceso se distingue por la multiplicidad de los intereses que
manifiesta el adolescence en su paso ala segUJ1da fase. Poco a poco, y mediante la
diferenciaci6n, se elige y afianza un cierto nucleo fundamental de intereses que se
desarrolla a 10 largo de la segunda fase, desarrollo que se distingue por una rela-
ci6n polar entre su punco inicial y el ultimo. Si la fase de desarrollo de los intere-1
ses se encuentra al p-!incipio bajo el signo de as~~~~, el final de r
la misma se distingue por una elecci6n realista"'y practica de un interes mas esta-
ble, que en la mayorfa de los casos esra directamente vinculado a ~).::~ctori.a
fundamencal de la vide>flue ha elegido el adolescente. Merecen ser destacadas las
~'---~~~--.J
oDservaciones de Peters sobre el aesarrollo de esas dos fases de intereses del ado-
lescente obrero. N igual que otros muchos autores, Peters constata que la juven-
cud del muchacho obrero comienza mas tarde y termina antes, que todo su perfo-
do de desarrollo transcurre bien en forma reprimida, bien desinhibida en
dependencia de si son favorables 0 adversas las condiciones econ6micas, sociales,
culturales y otras. Las observaciones de Peters, asi como las de otros autores ex-
tranjeros, se refieren a los adolescentes obreros de los paises capitalistas. Peters in-
dica que un adolescente obrero de catorce afios es todavia un nifio y el de diecio-
cho un adulto.
Segun Peters, la primera fase en el adolescence obrero tiene igual duraci6n
que en el adolescence burgues; a veces, debido a las condiciones de vida se mani-
fiestan con mayor virulencia y, en cambio, la segunda fase, la de los incereses, es
mas reducida, mas restringida en el tiempo, limitada en su desarrollo natural, in-
hibida a causa de la necesidad de trabajar en edad temprana y alas duras condi-
ciones de vida.
El otro rasgo de la fase, la involuci6n de 10s intereses anteriores, permite defi-
nirla como negativa 0 como fase de rechazo en el desarrollo del adolescente.
Charlotte Bi.i.hler, al calificarla asi, subraya ante todo sus tendencias negativas, el
advenimienco de esta fase se caracteriza por la desaparici6n de los intereses escola-
res a la par de otros sincomas puramente negativos; su rasgo principal es la ausen-
La extinci6n de los viejos incereses y la maduraci6n de las atracciones produ-
ce una impresi6n de vacuidad. Fue esta circunstancia la que motiv6 a Peters a de-
nominar todo el estadio, en su conjunto, de fase de atracciones y contraponerla a
i
la siguiente fase de maduraci6n la fase de intereses. Sabemos que todos los intere-
. 7(. ses estin estructurados sobre una cierta base in tintiva racias a la-Cualse hace --0:
/ ~. ~.bk1u posterior desarroli.9; sin em argo, e rasgo esenciaf e desarrollo es preci-
samente el hecho de que la base biol6gica 0 subsuelo de los intereses -que a 10
largo de otros perfodos de edad permanece mas 0 menos invariable- se desplaza
cia de intereses determinados y estables. De hecho, Ch. Buhler reconoce como
fase negativa eI mismo estadio en el desarrollo del adolescente que Peters, pero
destaca, ante todo, otro rasgo suyo.
Si para Peters ocupa el primer lugar, en el conjunto de sintomas del perfodo
examinado, la aparicion de nuevas atracciones sobre un fondo de extincion de los
intereses infantiles, para Ch. Buhler, en cambio, figura en primer lugar la nega-
cion de los imereses anteriores sobre el fondo del nacimiento de nuevas atraccio-
nes. Entre los sintomas que caracterizan el inicio de la fase negativa, Ch. Buhler
enumera la aguda curiosidad sexual como el mis frecuente en los adolescentes en
ese periodo. No considera casual que segun datos estadisticos de Berlin, los deli-
tos sexuales de las jovenes correspondan casi siempre a esa fase.
Tiene suma importancia senalar que precisamente en el inicio de la madura-
cion sexual, durante la fase negativa, las atracciones sexuales se manifiestan en la
forma menos encubierta, revelada y a medida de la maduracion sexual, observa-
mos el descenso y no el incremento de tales sintomas. La caracteristica de la fase
negativa es precisamente su manifestaci6n abierta, no enmascarada ni elaborada.
Ademis de los sintomas negativos, Ch. Buhler no s610 sefiala la manifestacion de
las atracciones como rasgos principales de la fase, tomada en su conjunto, sino
que va mis alli, pues intenta establecer una relaci6n biol6gica directa de todos los
momentos negativos de la fase dada, todo 10 que la hace negativa, con la madura-
ci6n sexual, con el incremento de la atraccion sexual.
En esta cuesti6n, Ch. Buhler se basa en la analog fa biol6gica. F. Doflein y al-
gunos otros investigadores senalan que los animales en visperas de la maduraci6n
sexual manifiestan inquietud, elevada excitabilidad, tendencias al aislamiento. Di-
cen asimismo que el perfodo del negativismo en las nifias suele aparecer antes de
la primera menstruaci6n y acaba cuando esta se produce. Ch. Buhler propende a
considerar todo el conjunto de los sintomas negativos como el advenimiento di-
recto del proceso de maduraci6n sexual.
Segun Ch. Buhler, el comienzo de esta fase se caracteriza por un claro des-
censo de la productividad y capacidad para la actividad incluso en la esfera de las
facultades e intereses. (Hemos de observar que en el caso dado tenemos un ejem-
plo magnifico de hasta que punto el desarrollo de los mecanismos del comporta-
miento, de los hibitos y capacidades no es paralelo al desarrollo de los intereses y
de la profunda divergencia que existe entre ambos procesos en la fase negativa.)
Junto con este descenso se observa un descontento interior, inquietud, tendencia
a la soledad, autoaislamiento, que se acompana, a veces, de una actitud hostil
frente a los demas. EI rasgo distintivo principal de toda la fase es el descenso de la
productividad de la actividad, la perdida de intereses, la inquietud general. Dirfa-
se que el adolescente se aparta del medio, que adopta una actitud negativa ante
todo cuanto Ie rodea, hacia aquello que hace poco aun constituia el objeto de su
interes; en algunos casos el negativismo es menos violento y en otros adopta la
forma de una actividad destructora. Junto con las@,:,encias subjetiv~ (estados de-
presivos, tristeza, angustia que conocemos por los diarios y otras documentos que
ponen de manifiesto la vida interior, fntima del adolescente) esta fase se caracteri-
za por una actitud hostil, tendencia a las rinas, infracciones de la disciplina.
Podemos denominar toda esa fase como la del segundo negativismo, ya que
tal actitud negativa suele aparecer por primera vez en la edad infantil temprana,
alrededor de los tres anos. Como hemos dicho ya, esa similitud permite a Ch.
Buhler hacer una analogia de largo alcance entre la primera y la segunda fase de
negacion. Dicha semejanza se limita, claro esta, a un parecido puramente formal
entre ambos perfodos; cabe suponer que ~~~~'U:lm,~.QJ?~~_~~~~do
~~~i.u~c!()_":.ira~~}()i~~~~s~~ ~. y es para el nino un
puente imprescindiQe por e1 cual asciende a una nueva etapa del desarrollo. Se-
gun Ch. Btihler, esta fase tiene lugar en las ninas alrededor de los trece anos y dos
meses y dura algunos meses.
Observaciones similares fueron hechas P9r otras investigadores. O. Shterzin-
ger, por ejemplo, fija su atencion en las reiteradas quejas de los maestros sobre el
bajo rendimiento de los alumnos adolescentes de 5.° grado de catorce y quince
anos, sobre las dificultades que encuentran en su labor docente. O. Krah dice 10
mismo: en la primera fase de la maduraci6n sexual se observa una cierta disminu-
ci6n de la capacidad y productividad del trabajo mental de los alumnos. Kroh di-
ce que el sorprendente bajo rendimiento escolar que se observa en la escuela se-
cundaria, habitualmente en 5.° grado, incluso entre los alumnos aventajados
hasta aquel entonces, se explica por el paso del sistema de ensefianza visual al de
~tendimiento y deducci6n. EI paso a una forma nueva, superior, de actividad in-
relecrual, va acompafiado por un descenso temporal de la capacidad de trabajo.
Kroh define con pleno fundamento dicho perfodo como un periodo de des-
orientaci6n en las relaciones internas y externas. Cuando el adolescente llega a la
edad de transici6n, cuando en su R~.~ se mezclan los rasgos de~a..4Q
s.~<:.~~_~.tingLLc(Y:,'del
£ll~ur~il':l~.c-9mi<o.!l3-a,
se praduce cierto cambio en las lineas
fundamentales, un cierto estado provisional de desorientacion. Y precisamente en
dicho pedodo se observa cierta divergencia entre el nino y su medio circundante.
Kroh considera que es poco probable que hubiera, a 10 largo de todo el proceso
del desarrollo, una mayor ~~t;9i9.l~
<;n~~e~.eL<:i'Q»
1~.~~SlY~~~Q como en eo I) '/ I'J,i"
este pedodo.
O. Tumlirz23 (1931) caracteriz6 de modo similar dicha fase en el desarrollo
de los intereses. Tambien para eJ, el periodo de la maduracion sexual se inicia con
la fase cuyo momento central es la ruprura de 10s intereses antes establecidos. Se
trata de un pedodo en el cual colisionan las diversas aptitudes psicologicas, un
pedodo de inquietud, negacion y protesta tanto interna como externa. La actitud
negativa de oposicion caracreriza este perfodo carente de intereses positivos y es-
tables. La primera fase de negacion es seguida por otra positiva que Tumlirz cali-
fica de perfodo de los intereses culturales.
V/'.P._~
Vemos, por ranro, que los mas diversos investigadores, pese a sus diferencias
en algunas definiciones, reconocen unanimemenre la existencia de la fase negativa
a principios de la edad de transicion. Varios aurores completan esa tesis con valio-
sos daros facticos. A. Busemann, por ejemplo, que ha estudiado como se reflejan
los rasgos fundamenrales de la adolescencia en los propios juicios de los adoles-
centes, senala que los sinromas de desconrenro se manifiestan sobre todo en las
ninas a los trece anos aproximadamenre y en los chicos alrededor de los dieciseis.
• E. Lau, cuyo trabajo llama particularmenre nuestra atencion por estar dedica-
.'. ,'J",' do al adolescenre obrero, observa que el descenso del interes por el trabajo se ma-
. -' j nifiesta a los quince-dieciseis afios cuando a menudo se adquiere una actitud re-
penrinamenre negativa anre su profesion, actitud que suele durar poco, siendo
•.1" .
sustituida por la positiva.
.. .' ~ r.;· Las investigaciones de otros autores24 nos han permitido precisar las diferen-
cias enrre muchachos y chicas en esta fase y esclarecer sus diversos sinromas. EI
estudio de Reininger ha demostrado que la fase negativa se ha observado en las
nifias habitualmenre en el perfodo enrre los once anos y ocho meses y los trece
afios, con una duracion de ocho-nueve meses. Reininger llega a la conclusion de
que la fase negativa es un periodo normal e imprescindible por el que ha de pasar
el adolescenre. La ausencia de dicho periodo, en su opinion, se observa tan solo
.rlei, r cuando el desarrollo del adolescente se aparta de la norma en uno u otro sentido
. _.r·  0 bien cuando adviene una anticipada y temprana madurez.
EI sintoma principal que senala el fin de dicha fase se distingue por un mayor
rendimiento, y una mayor productividad de la actividad menral. Reininger sefiala
entre los sfntomas que catacterizan esta fase la inestabilidad, la inquierud, el des-
censo del estado de animo, su matiz negativo, la pasividad y el descenso de los in-
tereses. Entre las nifias de las clases menos acomodadas dicho periodo transcurre,
en 10 fundamenral, del mismo modo, pero tiene lugar algo mas tarde, alrededor
de los trece-carorce anos.
L. Vecerka realizo una investigacion similar de este periodo con ninas; Ie in-
teresaba conocer el desarrollo de las relaciones sociales entre los adolescenres, su
actitud frente a los adultos, las diversas formas de la vida social infantil. Segun sus
datos, la evolucion de las relaciones sociales y de los intereses, con ellas relaciona-
dos, revela con toda claridad la existencia de dos fases polares: la primera de ellas
se caracteriza por la disgregacion de los nexos colectivos, la ruprura de !as relacio-
nes antes establecidas entre los ninos, un brusco cambio de actitud ante otras per-
sonas; la segunda, llamada por la investigadora fase de alianzas, se distingue por
sus rasgos conrrarios, la ampliacion y el fortalecimienro de las relaciones sociales
en primer lugar.
H. Hetzer ha observado el transcurso de la misma fase en los nifios que habi-
tualmente se desarrollaban con retraso en comparacion con !as ninas -enrre los
carorce y los dieciseis anos-. Los sintomas eran identicos en ambos casos: descen-
so de la productividad, estados de animo pesimistas. La diferencia fundamental
entre los muchachos y las chicas radica en que la fase negativa se manifiesta en los
ninos con mayor virulencia y duracion, su negativismo es mas activo, menor su
apatfa y su pasividad en comparacion con las chicas; su actividad resulta mas des-
tructiva y adopta diversas formas. / ' 1M' '" '/ ,,!.,) ..
> - ,1...
L-y j)1/'./'v.... ~.............•.
CV) 2 C' " 'r - ~
c:Y, ..J:p:: ?
o
En dos excelenres investigaciones de P. L. Zagorovski (1929) hallam os daros
sumamenre inreresanres sobre la genesis de esta fase y sus peculiaridades relarivas
al adolescenre sovierico. En la primera se esrudiaron sisremaricamente siete gru-
pos escolares: IV, V, VI, VII grados. Las observaciones se Hevaron a cabo durante
todo el curso escolar. De los 274 alumnos, comprendidos entre los once an os y
medio y los dieciseis afios hubo 52 en quienes el negativismo era muy evidenre y
acusado. En relacion con el numero total de los ninos investigados, los adolescen-
tes que se hallaban en la fase negativa de su desarrollo constirulan un 19%. En los
grupos estudiados d numero de ninos y ninas era mas 0 menos igual, pero entre
los 52 adolescemes .de la fase manifiestamenre negativa habla 34 chicas y 18 mu-
chachos. EI 82% del grupo (43 ninos) proverrian de familias de funcionarios e in-
telectuales y tan solo el 18% (9 personas) eran hijos de obreros. La edad media de
las ninas en fase negativa era de catorce anos y dos meses (oscilaban entre los tre-
ce anos y dos meses y los catorce anos y nueve meses), la edad media de los chicos
era de catorce afios y seis meses.
Respecto a los sintomas que caracterizan el curso de la fase negativa, la inves-
tigaci6n citada ha confirmado, en general, 10 ya senalado anteriormenre.
Para Zagorovski la peculiaridad principal que se observa en los adolescenres
duranre la fase negativa es el bajo rendimiento en los esrudios y la disminucion
de la capacidad' de trabajo. Despues de un periodo de rendimienro normal, de
una capacidad normal de trabajo, el alumno deja subiramenre de cumplir sus ta-
reas, falta alas clases. Alumnos que realizaban con inreres determinadas tareas,
pierden de pronro rodo enrusiasmo por ellas; alas pregunras del pedagogo del
por que no han preparado uno u otro trabajo, suelen responder que no tenian de-
seo de hacerlo. En algunos casos el rendimienro escolar desciende de modo muy
nororio. Suelen producirse enrre los adolescentes infracciones de la disciplina (en
la mayoria de los casos se trata de chicos); reacciones contestatarias frente a los
demas companeros, «negarivismo verbal» y negativismo en las acciones, rupturas
de relaciones amisrosas, desprecio de !as reglas establecidas por el colectivo, deseo
de soledad; tales son las peculiaridades mas frecuentes en la conducta de losado-
lescentes en esta fase. Entre las chicas prevalece una conducta pasiva, apatica,
somnolienra.
En los adolescenres estudiados se ha observado (ocho casos) un gran interes
por la lectura: empiezan a leer obras de otro contenido, sobre rodo aquellas don-
de hay elemenros eroticos. En una serie de casos cabe suponer en ellos un agudo
inreres sexual, pero las observaciones de Zagorovski no han podido esclarecer con
precision esta faceta de la vida de los adolescentes.
("1'1,,'5
'*
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.)'
r,J J/ IJ'-/"~
'. ·.·.r~
,tc'
En la fase negativa, el bajo rendimiento en los estudios y en la capacidad de
trabajo atafie por igual alas muchachas que a los chicos. Zagorovski dice que la
capacidad de trabajo desciende sobre todo en las tareas de creacion (redacciones,
solucion de problemas). Sin embargo, no se observa siempre tal descenso en las
tareas mecanicas.
Lo realmente nuevo en la investigacion de Zagorovski es la descripcion de la
conducta de los adolescentes durante la fase negativa en el entorno familiar. Te-
nie~do en cuenta dichos datos, cabe hacer la siguiente deduccion general: el ne-
gatlvismo del adolescente no se manifiesta en el seno familiar con tanta evidencia
como en la escuela y, por el conrrario, algunos adolescenres se portan muy negati-
vamente en su casa peto en el medio escolar apenas si se nota su negativismo.
Asf, pues, hay dos momentos que llaman nuestra atencion en la investigacion
mencionada. El primero es el descenso de la capacidad de trabajo fundamental-
mente en tareas de indole creativa, fenomeno que se explica par el paso del ado-
lescente a formas nuevas, aun debiles, de actividad intelecrual; ese tipo de tareas,
par otra parte, se apoya, mas que los trabajos mecanicos, en los inrereses creativos
del adolescente y son los mas perjudicados cuando se produce la ruprura de los
1
intereses. El segundo momenta es la muy estrecha dependencia de las disposicio-
nes ~legativas de las cOl:diciones del medio (la actirud negativa no se manifiesta
por Igual en todos los ntnos y adopta diversas formas tanto en la familia como en
la escuela) .
La segunda investigacion hecha a 104 adolescentes en perfodo de madura-
cion sexual permite al autor precisar una serie de cuestiones relacionadas con ese
problema y hacer un analisis cualitativo sumamente valioso e importanre de los
fenomenos observados. La edad media de las nifias esrudiadas era de trece afios y
tres meses (desde los doce hasta los trece con nueve meses); la edad de los chicos
era de catorce anos y cuatro meses (comprendida enrre los trece anos y seis meses
y los quince con ocho meses).
Los datos obtenidos fueron objeto de un analisis cualitativo que nos ha per-
rmitido distinguir varios tipos de escolares por sus vlvenclas n la fase negativa del
desarrollo. £1 autor propone que en lugar de hablar e «tIPOS»de conducta se ha-
ble de «formas de comportamienro del escolar sovietico», ya que el concepto de
«tipo» presupone algo estable, invariable, que no puede aplicarse a los ninos se-
gun los datos obtenidos por Zagorovski. Las formas en que transcurre la fase ne-
gativa en los adolescentes se reducen a tres variantes fundamentales: la primera es
un negativismo clara mente manifiesro en todas las esferas de la vida del adoles-
cente, los intereses anreriores del escolar caen bruscamente en desuso yadquieren
una nueva orientacion, por ejemplo hacia las cuestiones de la vida sexual; en al-
gunos casos el comportamiento del adolescente varfa en unas cuanras semanas.
En algunos casos, el negativismo es asombrosamenre estable. £1 escolar hace
caso oiniso de la familia, no obedece a los adultos, se muestra excesivamente exci-
tado en la escuela 0, por el contrario, muy abulico y torpe, es decir, es facil hallar
en el rasgos de fndole esquizoide. Entre los ninos esrudiados habia 16 con esas ca-
racterfsticas (nueve ninos y siete nifias), entre ellos cuatro de procedencia obrera,
Entre las nifias los violenros rasgos negativos se suavizan mucho antes que en los
chicos. AJ caracterizar a esos ninos, el autor de la investigacion reconoce que el
perfodo inicial de la maduracion sexual tiene en ellos un curso diffcil yagudo.
La segunda varianre del curso de la fase negativa se distingue por rasgos me-
nos violentos. £1 adolescenre, segun Zagorovski, es un negativista potencial, cabe
decir que su actirud negativa se manifiesta en determinadas siruaciones vitales, en
determinadas condiciones del medio social tan solo. Su negativismo viene a ser
una reaccion, sobre todo, alas influencias adversas del entorno (ambiente opresi-
vo en la escuela, conflicros familiares), se trata, sin embargo, de reacciones inesta-
bles y de poca duracion. Son ninos que se distinguen por una conducta diversa
en las diversas situaciones sociales, en el seno familiar y en la escuela. Pertenecen
a ese tipo una considerable mayorfa de los escolares investigados (68 de 104).
Finalmenre, en la tercera varianre del curso de la primera fase de la madura-
cion sexual no se han detectado fenomenos negativos. No se observa en dicha va-
rianre ningun descenso en el rendimienro escolar ni ruptura de vfnculos amisto-
sos, ni abandono del colectivo, ni cambios en la actirud frente al pedagogo 0 la
familia, Zagorovski constata, sin embargo, IJue el cambio de intereses salta a la
vista: nace el inreres por el otro sexo, por otras lecturas y disminuye el inreres por
la vida social de la escuela. Pertenecen a este grupo alrededor del 20% de los ni-
nos esrudiados. Destaca en todo ese grupo una clara orienracion positiva hacia si-
ruaciones vitales (a pesar de que viven las mismas fases biologicas de desarrollo
que los ninos que son claramente negativistas). £1 tercer grupo, dice Zagorovski,
carece en apariencia de fase negativa, no se debilitan sus emociones positivas du-
rante un largo perfodo. La mayorfa de los nifios que carecen de fase negativa pro-
ceden de familias obreras (11 de 20).
Basandose en sus investigaciones, Zagorovski llega a la conclusion de que de-
be inrroducirse una seria enmienda en las tesis de los investigadores que describen
la fase negativa. £s indudable, a su juicio, que el negativismo, como una fase de-
terminada en el desarrollo de los intereses del adolescente, que se caracteriza por
la repulsa del adolescenre del medio, tiene lugar en el desarrollo del hombre. Za-
gorovski cree, sin embargo, que debe rechazarse la formula puramente biologica
propugnada por Ch. Buhler. Segun el autor, la inconsistencia de dicha formula se
debe a que los reflejos negativos frenre al medio, que suelen observarse entre los
mamfferos superiores, pueden ser inhibidos, modificados en el medio social hu-
mano donde adoptan, ademas, formas peculiares. Por otra parte, el negativismo 1R1i<.'tt
no se manifiesta en todas las siruaciones vitales. La manifestacion violenta de tales
~tomas se debe, en medida muy consietefaDfe, a fallos en el planreamienro peda-
gogico.
Zagorovski considera que se conoce malla pedagogia del adolescente, que no
esta suficienremente elaborada una determinada ractica para influir sobre el ado-
lescenre negativista. Sin embargo, todos los investigadores opinan que la fase ne-
gativa del adolescenre normal no es tan larga, que puede adoptar diversas formas
de comportamiento, es decir, estar supedirada a distinras influencias y este hecho
habla en favor del optimismo pedagogico.
A nuestro juicio, la mayoria de los investigadores al senalar correctamente los
sfntomas que caracterizan el inicio de la maduracion sexual cuando describen la
fase negativa, ~iJ~p!jflc,!n extlS-llla.da.!J1>:n
~ eI_er9-ble~ debido a 10 cual surge un
panorama contradiccorio de las diversas fornus en que se manifiesta el perfodo
negativo en distintas condiciones del medio social y educativo.
. ,,' .,'
, ),1'
J
o sea, fenomenos que resulta enormemente diffcil de dominar. Sin embargo, en
realidad, el periodo crftico, pese a codas sus dificultades y complejidad, no se dis-
tingue por el dramatismo que Ie adjudican habitualmente en la vieja paidologfa;
no se rrata de nada homogeneo, ya que en la vida real se producen en dicha etapa
tres tipos de procesos y es preciso comar en cuenta oportuna y globalmente cada
uno de ellos en su relacion con codos los demas cuando se elaboran los metod os
educativos.
Segun Zalkind, los tres tipos de procesos que configuran el perfodo crftico en'
eI desarrollo del adolescente son los siguientes: 1) crecientes procesos estabilizado-
res que aseguran los avances anteriores del organismo, haciendolos mas funda-
mentales y firmes; 2) procesos realmente crfticos y totalmente nuevos donde los
cambios se producen con gran rapidez y violencia, y 3) procesos que van configu-
rando los incipientes elementos del adulto y son la base para la actividad creadora
ulterior del ser humano en el proceso de su crecimiento. Para Zalkind, la hetero-
geneidad interna y la unidad del perfodo crftico se expresan en la siguiente for-
mula: es una etd;pa:que pone fin a la infancia, la consolida, crea algo completa-
mente nuevo y lleva en sf elementos de mad!;Lracion en el verdadero sentido de la
palabra.
Creemos que si se toma en consideracion la heterogeneidad de la fase crftica
juntamente con la transformacion de las atracciones en intereses, es decir, la for-
macion cultural de las atracciones, obtendremos una vision correcta del problema
de la fase negativa.
Los intereses del adolescente son el factor principal y determinante de la es-
tructura y la dinamica de cad a fase.
En Ja edad de transicion, dice Zalkind, se complica enormemente el proble-
ma de los intereses. Es del todo evidente que si no se crea en los adolescentes
orientaciones claras hacia determinadas impresiones que provocan su interes, no
podremos influir, des de el punto de vista pedagogico, sobre los principales valores
biologicos existentes en la edad de transicion. Zalkind insiste en que el problema
de la educacion y de la ensenanza en la edad de transicion es un problema de la
correcta formacion de intereses®~~~~nantes de acuerdo con la edad.
Es imposible, senala con acierto Zagorovski, limitar el analisis de esta fase tan
solo alas formas biologicas. Creemos, sin embargo, que tampoco el abarca, en su
objecion, toda la cuestion en su conjunto. Tambien el adjudica al medio, en el
desarrollo de los intereses del adolescente, unicamente el papel de factor, capaz de
frenar, moderar y dar diferentes formas alas manifestaciones externas, pero no de
.cJ~ ni f.Qu:p;t~I}~~ del adolescente. No debemos olvidar que el rasgo
principal de ese perfodo consiste en que la maduracion sexual es al mismo tiempo
la etapa de ~a~~~e~~}~~. A medida que aparecen las nue-
vas atracciones, que constituyen fa base biologica para la reestructuracion de todo
el sistema de intereses, los intereses se reestructuran y se forman ds:~cLe2!!iba, a
par.~~_1e la (p~~!1al1£id)en su proceso de maduracion y de la~~R~2.!Ldel
mundo )del adolescente.
Los cientfficos biologistas suelen olvidar con gran frecuencia que eI adoles-
cente no es tan solo un ser biologico, natural, sino tambien historico, social. Pier-
den asimismo de vista que a la par de la maduracion social y eI arraigo del adoles-
cente en la vida social sus intereses no se vierten mednicamente, como un
Iiquido en un recipiente vado, en las formas biologicas de sus atracciones, sino
que por sf mismos, en el proceso del desarrollo interno y de la reestructuracion de
la personalidad, reconstruyen las propias formas de atracciones, e1evandolas a un
peldafio superior y transformandolas en intereses humanos, por sf mismos se con-
vierten en momentos internos integrantes de la personalidad.
Las ideas que rodean al adolescente y se encuentran fuera de eI al comienzo
de su maduracion pasan a ser su patrimonio interior, una parte inseparable de su
personalidad.
La segunda enmienda que debe introducirse en la teorfa sobre la fase negativa
consiste en que tanto desde el punto de vista biologico, como sociopsicologico es
igualmente erroneo presentar el perfodo de la fase negativa como una etapa ho-
mogenea, suponer que toda la melodfa de la etapa crftica esta compuesta por una
sola nota. De hecho, los procesos del desarrollo en general y el proceso dado, en
particular, se distinguen por una configuracion mucho mas compleja, por una es-
tructura mucho mas delicada.
A. B. Zalkind25 senala el profundo error pedagogico que da origen a una serie
de absurdos en las tecnicas del enfoque educativo del perfodo crftico. EI error se
debe principalmente a que la etapa crftica se describe como algo homogeneo, en
la cual como si solo existiesen procesos de excitacion, fermentacion y explosiones
En relacion con esto la teorfa de Thorndike sobre el significado pedagogico
de los intereses adquiere extraordinaria importancia teorica y practica. Defiende
en 10 fundamental tres ideas, cada una de las cuales, por separado y conjunta-
mente, adquiere un valor primordial para el problema de los intereses en la edad
de rransicion. 0''''
De acuerdo con la primera idea la educacion se relaciona con el interes en :)
dos sentidos. EI objetivo de la educacion consiste en formar determinados intere-
ses positivos y eliminar los indeseables, ya que la educacion de hecho, j~l:r,as.
RUt;-
de formal' de antemano tadas las peculiaridades futuras de la conducta humana;
"/",1"''''''-'-' ""' /......... - ..r_ r .-- ,_. ...-
.••.••..••.
_
configura y crea unicamence los incereses fundamencales que mueven, dirigen al
ser humano en su vida sucesiva. Por tanto, vemos hasta que punco es erroneo,
desde el angulo psicologico, el incento de reducir el proceso educativo a la simple
elaboracion de nuevos reflejos condicionados, relegando al olvido el desarrollo y
~~ la ~duc~ d<0~~~~. La cr~acion de h~bi~os, de
mecanismos de comportamienco tan solo, sin la cultura de mtereses sera Slempre
una educacion formal incapaz de oriencar debidamence la conducta.
La educacion de los intereses adquiere primordial importancia si se compa-
ra con la educacion de los habitos, sobre todo en la edad de eransicion, en el
perfodo de maduracion, cuando las orientaciones fundamencales de la vida fu-
tura se determinan en un grado mucho mayor por la formacion de los incereses
que por el desarrollo final de los habitos. Ademas, los jDterese£ en_~LJ~}jlgso
~~r;.J/'~:.; educativo desempenan el p~p_~lg,e_Il.KdiQS, ya que _sobre ~1~9.s_se
basa toda i~i-
.~-~~~:~~acion a la actividad, a la adquisicion de ha~s L CQl1Qcim.ientos. Thorndike
, .').." -_._--- .,- ---~--
/<..
:..(
..
~confiere gran importancia a dic a diferenciacion, ya que los principales errores
pedagogicos, respecco a los intereses, se deb en al hecho de confundir los medios
y los objetivos.
·A La segunda idea de Thorndike consiste en que el, interes como fue.r~a m~triz
-' que pone en marcha el mecanismo de la conducta esta presente y condlclOna me-
vitablemence -10 queramos 0 no- el desarrollo de codo proceso psicologico.
Todo erabajo -dice Thorndike- presupone interes. Es imposible realizar cual-
quier trabaJ'o ffsico 0 inteleceual sin inceres, hasta el menos inceresance se realiza,
~~l'
p.ese a ello, ~~~ p~~~ c~'. man.teners.e en a ~OSI-
Clan conqUlstada en la clase 0 bIen para conservar 1a propla estlma; slempre tlene
que haber un inceres. El problema del inceres en la ensenanza no radica en que
los ninos tengan 0 no interes por el estudio, si no 10 tienen, jamas estudiaran. EI
problema es saber como sera ese inceres, de donde procede.
Y, finalmence, la tercera idea de Thorndike -sin la cual resulta imposible
comprender correctamence los incereses en la edad de transicion- es que tanco en
relacion con todos los instincos y habitos, como en relacion con los incereses E9
~ se ,uede 'co~s,iderar a la naeuraleza ~na cond~ccora fia~le,hacia los ideales
.." :;,. .'>k<t«l_ de a educaClOn. Por ello, podemos y debemos modlficar los mtereses, encauzar-
,.I,. c·n-,~<."" los, permutarlos de una esfera a oera, educar y formar incereses nuevos.
.•..
c:tIM'3O" .•.
do en su conjunco. Para ello es imprescindible recordar que ademas de las dos
fases mencionadas por casi codos los aucores, la fase de la negacion y la de afirma-
cion, hay otra mas, la tercera, aunque seria mas correcco denominarla como la
primera, la preparatoria. Hemos citado anteriormence la opinion de A. Beedle26
sobre la triple c1asificacion biologica de la etapa de maduracion sexual. No hay
ningun motivo para renunciar a tal clasificacion desde el punto de vista psicologi-
co, tanco mas que en el desarrollo de los incereses distinguimos con toda claridad
una fase mas, la fase preparacoria que considerada biologicamence se caracteriza
por una actividad reforzada de la hipofisis y la glandula tiroides que influyen en
el crecimienco de las glandulas sexuales, preparando asi la maduracion sexual.
Existe, por tanco, un periodo latence de maduracion sexual cuando en el sistema
interno, mas profundo, del organismo se va preparando la maduracion sexual que
no abarca codavia los restances sistemas. Zalkind califica este perfodo latence de
maduracion sexual como etapa de consolidacion previa, ya que en ella se van pre-
parando, por una Pflrte, los elemencos de la crisis fucura y, por otra, se configuran
y culminan los proc;esos del desarrollo infancil.
Es un perfodo latence de maduracion sekual relativamence eranquilo, que se
produce en las profundidades del organismo y por parte de los incereses se carac-
teriza por la ausencia de tendencias claramence dominances, especialmence de in-
tereses manifiestos. 2Como se explica la irrelevancia, por decirlo as!, de la fase
preparacoria? En 10 fundamencal, por cierta falta de excitacion general. La fase la-
t~te viene a ser eI prologo de un desarrollo ulterior, un prologo que conciene en
forma embrional, no desarrollada ni fraccionada los eres perfodos basicos que
condicionan dicha edad: el fin de la infancia, la crisis y la maduracion. Los incere-
ses del segundo perfodo de la edad de transicion se distinguen por formas mas
peculiares, por un desarrollo mas amplio. Adquiere en ese perfodo un significado
especialla ley de permutacion de incereses, cuyo efecco puede explicar la razon de
que los fenomenos violencos y concestatarios de la fase negativa sean reemplaza-
dos en los adolescences por unas tendencias positivas en un encorno social bien
organizado.
~kind opina que existen varios grupos (nucleos) de dominances funda-
mentales 0 incereses de edad de cuya conjuncion se forma eI grupo de incereses de
la segunda fase. Todas las dominantes pueden constituir un faccor morboso, pue-
den ocasionar nerviosismo, dispersion de ideas, fatiga, ciertas manifestaciones de
negativismo, pero si la excitacion se transfiere a las vias dominances, a los incere-
ses principales, resultan ser una Fuente inapreciable para la oriencacion positiva
del adolescence que convierte la fase negativa en un estadio de desarrollo, de crea-
tividad sumamence valioso.
AI primer grupo de incereses 0 dominances podemos llamarle como disposi-
cion egocencrica 0 egodominance del adolescence. Esta dominance consiste en que
la personalidad del adolescence en proceso de formacion es uno de los nucleos
cencrales de sus incereses, eI punco de partida para abordar la segunda fase en
su conjunco. Zalkind opina que no debemos perder de vista la peculiar orienca-
cion del adolescence hacia el fueuro, hacia las amplias y vastas perspectivas que
De las tesis enunciadas se hace evidence, tanco desde el punto de vista his-
torico como practico, cual es la segunda fase en el desarrollo de los incereses en
la edad de transicion: es la fase de la afirmacion, la fase positiva, la fase de los
~ incereses como la define Peters 0 bien, la fase de los incereses culturales segun
rv-~
Tumlirz.
Antes de analizar esa fase, debemos imaginarnos en forma muy breve y es-
quematica eI proceso de desarrollo de los incereses en la edad de eransicion, toma-
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  • 3. Obras Escogidas Psicologia infantil Edicion en lengua rusa D. B. ELKONIN Consultora P. YA GALPERIN Compiladores D. B. ELKONIN G. L. VYGODSKAYA Comentarios y EpHogo D. B. ELKONIN Edicion en lengua castellana Supervision general JOSE LUIS LINAZA Traduccion de LYDIA KUPER Revision y adaptacion NAPOLEON JESUS VIDARTE VARGAS IRINA FILANOVA
  • 4. Tfrulo original: Sobranie Sochinenii Tom Cherviorrii Detskaya Psijologuia 9. Desarrollo de los intereses en la edad de transicion .. 11 10. El desarrollo del pensamiento del adolescente y la formaci6n de con- ceptos 47 11. Desarrollo de las funciones psfquicas superiores en la edad de trans i- cionHHH, 117 12. Imaginacion. y creatividad del adolescente ... 205 16. Dinamica y estructura de la personalidacPdel adolescente.. 225 Primera edici6n: 1996 Segunda edici6n: 2006 PROBLEMAS DE LA PSICOLOGfA INFANTIL ... El problema de la edad .... El primer ano .. Crisis del primer ano de vida . La infancia temprana ... La crisis de los tres anos La crisis de los siete anos H 249 251 275 319 341 369 377 © Editorial Pedagogica, Moscu 1984 © De la presente edicion A. MACHADO LIBRas, S. A., 2006 Labradores, sIn - P. 1. Prado del Espino 28660 Boadilla del Monre (Madrid) www.rnachadolibros.com edi rorial@rnachadolibros.com ISBN: 84-7774-996-5 (Obra cornpleta) ISBN: 84-7774-122-0 (Torno IV) Deposiro Legal: M-21.798-2006 Visor Forocornposicion, S. A. Irnpreso en Espana - Primed in Spain Graficas Rogar. Navalcarnero (Madrid) Indice cronologico de los escritos de Vygotski incluidos en los seis tomos de las Obras Escogidas .. 425
  • 6. Desarrollo de los intereses en la edad de transici6n EI problema de los intereses en la edad de rransicion es la clave para enrender rodo el desarrollo ~sicologico del adolescenre. Las funciones psicologicas del ser humano, en cad;l eppa de su desarrollo, no son anarquicas ni auromaticas ni cau- sales sino que esran regidas, denrro de un cievro sistema, por determinadas aspira- ciones, atracciones (vlechenie)* e inrereses sedimenrados en la personalidad. Estas fuerzas motrices de nuestro comportamienro varian en cada etapa de la edad y su evolucion determina los cambios que se producen en la propia conduc- ta. Por tanto, seria erroneo examinar -error frecuentemente cometido- el desa- rrollo de las funciones y procesos psicologicos solo ~,~,u s~.s.~~c;:,~o formal, en su forma aislada, sin relacion alguna c~.2ri~lilci<2-n, independienre de aquellas fuerzas motrices que ponen en movimienro estos mecanismos psicofisiologicos. El esrudio puramente formal del desarrollo psicologico es, en reaJidad, anrigeneti- co2 , ya que menosprecia el hecho de que en el paso a cada nueva etapa de la edad no solo se modifican y desarrollan los propios mecanismos de la conducta, sino tambien sus fuerzas motrices. EI fracaso de muchas investigaciones psicologicas, en particular [is que se refleren a la edad de transicion3 , se debe al desconoci- mienro de dicha circunstancia. Estas investigaciones trataban de establecer en va- no algunas diferencias cualitativas esenciales en la actividad de ciertos mecanis- mos de la conducta comparando, por ejempJo, la atencion 0 la memoria del adolescenre con Jas del escolar4 y del nino de edad temprana. Si esas peculiarida- des incluso se estabJecian, se limitaban por 10 general, a una caracreristica pura- mente cuanrirativa que demostraba eI incremenro de las funciones, eI crecimienra de su fndice numerico, pero no eI cambio de su estructura interior. Mas aun, algunos investigadores, como veremos despues, sobre la base de un esrudio formal del desarrollo psiquico, llegaban, por 10gica necesidad, a de- cir que rados los elemenros fundamentales del pensamienro del adolescente existfan ya en el nino de tres anos y que los procesos inrelectuales en la edad de rransicion conrinuaban su desarrollo posterior en el mismo senrido, que no sig- I r(J.J/I[t ~'F 11?/ ' - ~ ..}t..,..rf'li J",,,,,.(·d.~ ,~.' t,,·:Jt :-, ~ ~ .. v l, 1;", .'
  • 7. teres esruvo oscurecido durante largo tiempo pOl' numerosos intentos -err6neos en su mayor parte- de presentar correctamente las relaciones existentes entre el interes y 105mecanismos de nuestro comportamiento. E. Thorndike define el interes como aspiraci6n, subraya su fuerza mouiz, in- citadora, su naruraleza dinamica, su tendencia orientadora. ~,a~.pi~aci2? de ~9n- ~gJ~.!: 19lE~ios ..E~~~~UC2,~~, ~lgun fen6meno el autor 10 define como int~~,~por este fen6meno. Thorndike dice que la sensaci6n de entusiasmo, de excltaci6n mental, de atracci6n hacia el objeto se llama inteces. '- , , ,,' Ya en esta formula, junto con la nueva concepci6n del interes, expuesta de manera mas 0 menDs clara, hallamos una serie de momentos indeterminados (la sensacion de entusiasmo, la excitaci6n mental, la atracci6n hacia el objeto) de cu- ya suma intenta el aucor obtener la definicion del interes. Desarrollando la misma idea, Thorndike dice que 105intereses pueden ser in- natos 0 adquiridos. En tal sentido, 105 intereses no constiruyen una excepci6n de la regia general, es decir, que nuestra conducta esca formada tanto pOl' reacciones innatas como adqlliridas que se sobreesuucturan sobre su base. En su intento de dividir 105inter~ses en innacos y adquiridos,jla psicologfa objetiva vuelve a borrar coda d,ie!~~ entre el interes(JJ l~~ecanismos del comportamiento 0 las fun- cjones psfquicas. No es casual que partiendo e t~pcion se produzcan nu- merosasclivergencias en las opiniones y teorfas sobre el interes. La cuesti6n central para codas esas teorfas es la siguiente: ~adquiere el hombre en el proceso de su desarrollo nuevos intereses 0 ellos tam bien se reducen a 105in- tereses innatos condicionados pOl' factores biologicos? Cabe formular ese mismo problema de otro modo: ~puede diferenciarse en psicologia el interes y la atrac- cion, cuales son las relaciones existentes entre ambos? Como hemos visto, Thorn- dike responde afirmativamente a esa pregunta, diferencia 105intereses innatos de 105 adquiridos. No obstante se inclina a identificar la relacion enue atraccion e interes con la relacion existente entre las reacciones innatas y las adquiridas. Que ese punto de vista impone, en su desarrollo logico, la identificacion de 105 intereses y las reacciones se ve facilmente en las deducciones que hacen de esta tesis 105 representantes de la nueva psicologia dinamica estadounidense. R. Woodworth, pot ejemplo, considera que la capacidad de la psique humana de adquirir nuevos mecanismos equivale ala capacidad de adquirir nuevas aspiracio- nes, ya que todo mecanismo, que se halla en la etapa de desarrollo, cuando alcan- za una cierta efectividad, sin haberse convertido aun en aucomatico, viene a ser pOl' si mismo una aspiracion y posiblemente un motivo de acciones que se hallan fuera de su funcionamiento directo. Para 105 partidarios de la psicologia dinamica, la propia aspiracion no es mas que un mecanismo activo relacionado dinamicamente con otros mecanismos debi- do a 10 cual, como dice este mismo autor, el proceso de desarrollo de 105 motivos secundarios 0 adquiridos es parte del proceso general de la formacion de habitos, Dicho de ouo modo, 105aucores citados se inclinan a suponer, sobre la base de sus investigaciones, que simultaneameme con la formacion de habitos, de nuevos re- flejos condicionados, de nuevos mecanismos de conducta, se originan nuevos inte- nificaban nada realmente nuevo en comparacion con 10 observado en la infan- cia teu:prana. Charlotte BUhlerS, que hace esta deduccion, establece un amplio paralellsmo entre el adolescente en la etapa de la maduracion sexual y el nino de. tres anos y encuentra, desde el puntO de vista formal, una serie de rasgos si- mIlares en la pSlcologfa del uno y del ouo. Creemos que esta afirmacion de- muestra la inconsistencia interna ael metodo puramente formal en la paidolo- gfa, su impotencia para captar e!"'p~o~eso del desarrollo en toda su complejidad *r~al y tomar en cuenta todas lasID_ll~as formaciones reales que surgen cuando el nino pasa de una edad a otra. . 1 Como ya hemos dicho, U.?,C:lave para entender la psicologfa de las edades se ",_0 encuentra en el problema de la orientacion, en el problema de las fuerzas motri- ces, en la estructllra de las atracciones y aspiraciones (stremLenie) deLnino, Los mis- mos habitos, 105mismos mecanismos psicofisiologicos de la conducta, que desde un punto de vista formal a menudo no demuesuan diferencias esenciales en las distintas etapas de la edad, se insertan, en diversas etapas de la infancia, en un sis- c' Hr. tema de atracciones y aspiraciones completamente distinto, con una orientacion del rodo diferente y de aqui surge la profunda pecuLiaridad de su estructura, de su acti- vidady de sus cambios en una etapa dada de la infancia. POt no tener en cuenta esta circunstancia, la psicologfa infantil no pudo ha- liar, a 10 largo de muchos dec~nios, ni un solo indicio esencial que diferenciara la percepcion del nino de la percepcion del adulro e indicara el contenido de los procesos del desarrollo en esta esfera. El conocimiento de la insuficiencia del ana- lisis formal y de la necesidad de esrudiar aquellos momentos esenciales de la 'orientaci6n, cuya pecuLiar configuraci6n determina en cada niveL Laestructura, donde --.-haLLansu Lugary significado todos Losmecanismos deLcomportamiento, supuso un vi- raje importante en la historia del esrudio de la conducta del nino. En esta esfera, la investigacion cientifica empieza pOl' reconocer que no solo se desarrollan los habiros y las funciones psicologicas del nino (atencion, memo- s-cI"..,r'JP" ria, pensamiento, etc.), sino que el desarrollo psiquico se basa ante todo en la .evolucion de la conducta y <;l~ l~~~ir;~<;.~e.s~s d~S.0!tis>en 105cambios que se produ- cen en la estructura de la orieIlt~sii~,de su comportamiento. La psicologia lIego al reconocimiento de dicha tesis tan solo en estos ultimos anos. No nos referimos ahora a la vieja psicologia subjetiva que tan pronto identi- fica los intereses del nino con la actividad mental, considerandolos como un fe- nomeno puramente intelectual O. Herbart)G, situandolos en la esfera de las viven- cias emocionales y definiendolos como sentimientos de jubilo ante rodo cuanto sucede sin dificultad para nuesuas fuerzas (T. Lipps, V. Jerusalem)', deduciendo- los de la naturaleza de la voluntad humana, aproximandolos a la accion y basan- ~o su estructura en el deseo. Sin embargo, incluso en la psicologia objetiva que llltenta edlficar su teorfa del interes sobre una base biologica, el problema del in-
  • 8. reses, nuevos motivos motores, que en 10 fundamental estan supeditados alas mis- mas leyes de formacion que los reflejos condicionados. Desde ese punto de vista, toda actividad crea por sf misma nuevos intereses. En base a esto surgen aspiracio- nes por determinados objetos, los cuales son, en realidad, intereses. El mundo seria aburrido, afirman estos auto res, si los objetos no nos atrajesen por sf mismos y que solo el hambre, el miedo y otras reacciones innatas, instinti- vas, determinaran cada vez por entero nuestra relacion con uno u otro objeto. La idea mecanicista sobre el desarrollo de los intereses, que como una sombra acompafian al desarrollo de los habitos surgidos como simples costumbres y que, de hecho, no es mas que la simple tendencia de repetir multiples veces las accio- nes reiteradamente realizadas, una simple inercia del comportamiento se trasluce en esta concepcion sobre los intereses que, en apariencia, niega la rutina e inercia de las fuerzas motrices de nuestra conducta y toma en consideracion las tenden- cias adquiridas de nuestras reacciones, adem as de las innatas. El error de dicha concepcion radica en que reduce el mecanismo de adquisi- cion de intereses al simple mecanismo del adiestramiento y del entrenamiento, basado en la simple fuerza de la inercia, en la accion mecanica de una repeticion habitual. Vemos, por tanto, que la teotia se embrolla en una serie de contradic- ciones internas, intentando, por un lado, interpretar la aparicion de nuevas aspi- raciones en el proceso del desarrollo y, por otro, diluir las nuevas aspiraciones en la tendencia general a la repeticion, y reducirlas a un denominador comun con la formacion de habitos nuevos. De aquf pro cede la idea mecanicista de que los in- tereses recien adquiridos no se diferencian en nada de las atracciones innatas 0 instintivas. ]. English, por ejemplo, considera que las ~que son fruto del habito, infunden a nuestras aspiraciones una fuerza igual a la de las disposi- ciones instintivas. En esta afirmacion, la teotia que estamos analizando niega su propia tesis principal al renunciar el establecimiento de la diferencia entre la aspi- racion instintiva y la disposicion elaborada. Un punto de vista opuesto defienden los psicologos que no consideran posi- ble identificar el interes 0 la aspiracion con el mecanismo en accion. McDougall, por ejemplo, a base de sus investigaciones llega a la conclusion de que toda aspi- racion, todo interes, parte de hecho de una atraccion instintiva, que se manifiesta en el habito unicamente y esta servido por uno u otro mecanismo del comporta- miento. El dice que los habitos no contienen en sf una aspiracion especial inhe- rente a ellos; los habitos determinan el modo como debemos realizar nuestras ta- reas, pero no son las fuerzas motrices del proceso y no 10 apoyan. El habito, por sf mismo, como demuestra McDougall en un simple ejemplo experimental, no contiene interes, aunque siempre es un momento subordinado en el despliegue del proceso psicologico, momento que debe diferenciarse rigurosamente de la fuerza motriz, de la fuerza incitadora que pone en movimiento y mantiene todo el curso de dicha operacion. Imaginemonos que decimos el alfabeto desde la primera letra hasta la ultima y, de pronto, interrumpimos a medias esta tarea. Como es natural, nuestra aspiracion es proseguir la accion interrumpida, inacabada. Se crea facilmente la impresion de que es el propio habito el que provoc~ esa aspiracion, que en el esra .implicito el i~- teres de seguir nombrando toda la sene de letras hasta el fin. En realldad no es a:l y no resulta dificil convencerse de ello. El interes que sentimos en forma de asplra- cion cuando se interrumpe nuestra actividad radica, de hecho, en el objeti~o funda- mental que nos ha impulsado a actuar. Imaginemos que :,olvemos a repet~: todo el alfabeto hasta la letra donde se interrumpio nuestra pnmera reproducclOn, pero guiados ahora por un pr()!?-o~s~_t? ~~t~}!l~~e~~jEL~_s()~ no reproducir to?O el alfabeto hasta el fin, sino calcular el org:~~_.!1l1f!l~r~so que Ie corresponde ad!c:h! letr;l. En este caso otro proposito, otro objetivo nos lleva a resultados totalmente distinto~: cuando lIegamos de nuevo a dicha letra y, por consiguiente, interrumpimos el habl- to en el mismo punto, no descubrimos ni la mas mfnima tend encia a continuarlo, ya que la propia aspiracion motriz se ha agotado en el punto dado: -? ~ h:-:::J ;;;:", ';; El analisis de casos semejantes, dice McDougall, nos lleva lOevltab1emente a !, la conclusion de que el habito, por sf mismo, no encierra ninguna aspiracion. McDougall, o1;>servandoados muchachos a los que }ncito a realizar ~recurrien- do a su espfritu ,de. emulacion y amor propio- un trabaJo duro y poco mteresante, descepar un tocon, demostro que el profundtl> intere~, la co~pleta absorc~on P?r el objeto de la actividad, que podtia ser considerada a pnmera VISt~como un lnt~res re- cien adquirido e independiente por dicho trabajo, pone de maOlhesto en realldad su" _, muy estrecha dependenciade los intereses bisicos instintivos (arnor propio, espfritu ~ / competitivo, etc.), interes que desaparece tan pronto como estos ultir~lOsquedan sa- tisfechos. El autor, por tanto, niega decididarnente la tesis de que los mtereses se ad- quieran y se formen del mismo modo como los hibitos. Ac~,,"~ J.e j.,;j,.;;D", -j. 1::L'O:;'<c Si la segunda teotia sobre los intereses aparece favoreclda en compar~clon con la primera en un sentido (ahondar mas en la estructura del comportamlento y comprender mejor las complejas y multiples relaciones entre el interes y el habi- to), en otro sentido esta teotia da un gran paso hacia atras si la comparamos con la teotia de Thorndike y Woodworth, al considerar que todos los intereses, todas las fuerzas incitadoras de nuestra actividad son innatas y condicionadas al fin y al cabo por la naturaleza biologica de los instintos. La discusion de si se adquieren 0 no aspiraciones nuevas trajo como consecuen- cia, hecho frecuente en los debates cientihcos, la precision y un nuevo planteamiento del propio problema y, por tanto, el esclarecimiento de la verdad relativa ~ontenida en una y otra teotia, asf como la superacion de los profundos errores que dlluyen esa particula de verdad en cada una de ellas. :unbas teotias son consiste~tes en s~ parte critica, alIi donde aspiran a poner de matufiesto los errores de la teona contrana y las dos son igualmente erroneas en su parte positiva, por igual impotentes en la supera- cion de la idea mecanicista de la conducta y del desarrollo del interes. Los partidarios de la primera teotia dicen, rehr~endose a McDo~gall, que el mundo setia aburrido si todo nuestro comportamlento esruvlera dlrectamente determinado por los instintos del hambre, temor y otros. En este sentido tiel~en toda la razon: la descripcion real de una actitud de interes por el mundo no COIO- cide en absoluto con la descripcion que cabe hacer a base de la teotia de McDou- gall, pero este podria refutar con todo fundamento a los ctiticos utilizando sus
  • 9. propias palabras, diciendo, por ejemplo, que el mundo seda igual de aburrido si nuesrra acrirud ante uno u otro objeto estuviera determinada exclusivamente por la fuerza de la costumbre 0 la tendencia a la inercia. EI nuevo planteamiento del problema demuestra que, por una parte, tienen ra- zon los cientificos que consideran posible la adquisicion 0 elaboraci6n de nuevas as- piraciones e intereses y, por otra, tam bien tienen su parte de razon los partidarios de la teoda segun la cual no todo habito es por sf mismo u.!1a~£it~£ion 0 .un iIl~e~~s propio, qUt;exi~!en.es.f~!"as. ~~s..a.~p1.i.as.epla personalidad, aptitudes mas profun~ y~t~b.les,-ql}e. hay inclinaciones con~t'!-Qsesque son una espec.iege lfneas fund~- IJ1_~I2Lal~. de nuestro comport<i.miento que podemos calificar con toda razon de in- tereses, que determinan, a su vez, el funcionamiento de unos u otros habitos. En efecto, si se acepta la opinion de que todo habito, por el hecho de haberse formado, posee su propia fuerza motriz, lIegaremos inevitablemente a una mons- truosa vision de la conducta por su mecanicismo y atomismo, por su fndole cao- tica y dispersa, que recuerda una «maquina loca» en la cual cada tornillo se mueve por sus propias leyes y fuerzas internas; la conducta, en este caso, deja de ser una formacion organica integral. Una teorfa semejante imposibilita toda explicacion cientffica del problema fundamental: <de donde procede la coherencia, el caracter organizado, la fusion, la concordancia mutua de los diversos procesos del com- portamiento, la existencia de ~~~ks~~ <En que se distin- gue, entonces, el proceso del desarrollo psicologico del simple proceso de adies- tramiento que permite formar habitos cada vez nuevos? Si defendemos el punto de vista contrario e identificamos los intereses con atrac- ciones instintivas, obtendremos una vision no menos monstruosa y desesperante: las nuevas generaciones, seglin esa teorfa, se mueven siempre por el drculo de las atrac- ciones instintivas, innatas, no avanzan y de nuevo no se puede comprender ni expli- car de que manera supera el hombre los limites de su naturaleza animal, de que ma- nera se desarrolla como un ser cuIto y trabajador en el proceso de la vida social. Pero tanto desde un punto de vista como del orro, no esra resuelto el proble- ma del desarrollo del comportamiento, asf como su problema central: <como apa- recen las nuevas formaciones durante el proceso del desarrollo psicologico? Tanto para una, como para orra teoda, sigue siendo inaccesible sL~~9J.~1:g5 10 !llI,~V? .~}1-,,~~P!-().s;~~~~ La teorfa estructuralista de los intereses, que esra naciendo actualmente, nos proporciona la posibilidad de superar los errores fundamentales de ambas teodas y enfocar de un modo nuevo, sintetico, el pro- blema de los intereses. Cion: el antiguo punto de vista, que vela en la relaci6n asociativa entre dos ele- mentos la fuerza morriz que ponfa en marcha los procesos psicologicos, pierde consistencia ante los nuevos hechos. La investigacion experimental del habito -dice K. Lewin-9 ha demostrado que los nexos creados por la costumbre no son jamas, como tales, motores del proceso psicologico. El hecho de haberse formado la asociacion no es suficiente para poner en marcha alglin mecanismo nervioso. Los habitos, las costumbres formadas, los ne- xos y las combinaciones asociativas pueden existir como una serie de mecanismos potencialmente preparados pero, por sf solos, gracias al mero hecho de existir, no tienen una fuerza impulsora inicial y no poseen a causa de ello ninguna aspira- cion especial, inherente a ellos. Las investigaciones realizadas por Lewin han demostrado que los hechos corresponden plenamente a !as deducciones de McDougall que mencionamos an- teriormente. EI habito, por sf mismo, no provoca ninguna tendencia a continuar la actividad, por el, contrario, la tendencia de continuar la actividad es indepen-I 1" diente, relativamen.te, de la serie de habitos en los cuales se realiza. Cuando, por ejemplo, interrumpimos en el curso de un acperimento alguna actividad, la ten- dencia a culminarla se resuelve, se descarga, en alguna otra actividad sustitutiva, sucedanea, que por sus mecanismos asociativos nada tienen en comlin con la an- terior. Cuando alguna actividad agota el interes que despierta y lIeva a la saciedad y a la renuncia del sujeto a proseguir el rrabajo, es muy faci! provocar la continua- cion de esa misma actividad, sin interrupcion alguna, si se forma en el sujeto una tendencia nueva, un nuevo interes, si se incluye dicho habito en otra estructura, si se Ie da otra orientacion. Cabe consf~ hecho experimentalmente establecido, que los habitos y los mecanismos asociativos no actuan de manera caotica, auromatica, carente de to do r~stema, por sf mismos, en virtud de una aspiracion especial inherente a ellos, sino ~dos ellos son impulsados a la accion como unos momentos su- bordinados de una estructura general, de un to do general, de una ~~~i~A-X~.l~~ ~'tl dentro de la cual adquieren su significado funcional y su sentido. La propia combinacion de los habitos, el orden de su puesta en marcha, su estructu- ra y modos de actividad esran determinados en primer lugar por la organizacion y las complejas relaciones existentes denrro de dicha tendencia dinamica. Esas ten- dencias dindmicas integrales que determinan la estructura de fa orientaci6n de nues- tras reacciones son las que podemos calificar de intereses conpleno fundamento. EI ejemplo citado por Lewin puede explicarnos la relacion que existe entre al- gunos tipos de actividad con la tendencia dinamica integral en la cual se inclu- yen. Dice que a un nino pequeno Ie encanta tirar diversos objetos; mas tarde em- pieza a guardarlos detds del armario y debajo de la alfombra; cuando es algo mayor Ie gusta jugar al escondite y esconderse el mismo; incluso cuando miente, el hecho de esconder juega frecuentemente un papel importante en sus mentiras. o bien otro ejemplo: al principio, el nino pequeno abre y cierra con gran entu- siasmo alguna caja; luego, todavfa en brazos de su madre, Ie causa un gran placer abrir y cerrar la puerta; mas tarde, cuando empieza a caminar sigue jugando in- La teorfa estructuralista de los intereses como ya hemos dicho, intenta supe- rar los extremos de las dos concepciones uni!aterales. Las profundas y complejas investigaciones experimentales realizadas para resolver el problema de las relacio- nes entre el interes y el habito imponen a la nueva psicologfa la siguiente deduc-
  • 10. cansablemente con la puena y con todas las que encuentra. En casos semejantes no so.l? se desarrollan las.capacidades de realizar determinadas acciones, sino que tam bien se pone de mamfiesto el desarrollo de las inclinaciones, necesidades e in- tereses. Vemos, por tanto, que las necesidades, inclinaciones e interesesson procesos in- tegrales de mayor amplitud que cada reaccion aislada. Una misma inclinacion puede suscitar reacciones distintas y, por el contrario, a menudo intereses total- mente distintos encuentran la expresion y satisfaccion en unas reacciones seme- jantes e.n su aspecto externo. Segun Lewin, nifios de dos y cuatro afios que reali- zan acclOnes en apariencia parecidas, como, por ejemplo, jugar con las mufiecas, al rranvia 0 construir algo, pueden tener razones totalmente distintas. La actividad humana no es simplemente una suma mecanica de habitos desor- ganizados, sino que se regula y estructura por tendencias integrales, dinamicas- aspiraciones e intereses. La nueva teotia, al tiempo que establece la relacion es- tr~ctural entre el interes y el habito, llega, con logica consecuencia, a un plantea- n:1ento completamen.te nuevo del viejo problema de los intereses innatos y adqui- ndos. No plantea dlcha cuestion tal como 10 hada antes, es decir, de si los intereses son exclusivamente innatos 0 dados a la par de las arracciones instintivas fundamentales del ser humano 0 bien si se adquieren al mismo tiempo que se forman los nuevos habitos en el proceso de un simple entrenamiento. Los intereses no se adquieren, se desarrollan. La introduccion del concepto de desarrolloen la teotia de los intereses es el factor mas imponante que introduce la nueva teotia en dicha problematica. Por primera vez se ha descubieno la posibili- dad real de superar el punto de vista mecanicista sobre el interes, concepcion que companian las dos tendencias opuestas en las que se habia dividido la psicologia anterior. A fa luz de esa concepcion, los intereses como tendencias de estructura global, di- ndmica, son consideradospor la psicologia moderna como procesos vitales, orgdnicos, profimdamente enraizados en fa base orgdnica, biologica de la personalidad, pero que se desarrolfanjuntamente con el desarrolloglobal de fapersonalidad. En estos proce- sos, como en todos los procesos vitales, se ponen de manifiesto claramente el desarrollo, el crecimiento y la maduracion. Esta manifiesta ontogenesis de necesi- dades, inclinaciones e intereses posee, segun Lewin, el mismo ritmo que, por ejemplo, el desarrollo biologico del hue~~one, supone Lewin, de una serie de fases dinamicas cada una de las cuales es relativamente independiente. Los conceptos de madurez y crisis son los mas esenciales. Desde el angulo de la nueva teotia, que incluye los intereses en el contexto general de la ontogenesis, el problema de las relaciones entre 10 biologico y 10 so- cial en el desarrollo de los intereses, presenta un nuevo aspecto. La fuerza impul- sora de la actividad humana 0 aspiracion no pasa asimismo de ser una simple suma mecanica de excitaciones 0 impulsos instintivos. Ditiase que estas aspiracio- nes se ubican en celdillas especiales que podemos denominar necesidades, ya que les atribuimos, por una pane, fuerza impulsora para la accion, las consideramos como un manantial que origina las inclinaciones e intereses y, por otra, afirma- mos que las necesidades tienen un determinado valor objetivo con relacion a to- do el organismo. Llegamos, pues, a la conclusion general de que la conducra del ser humano esta regida por las necesidades, sin embargo, la teotia esrrucruralistalO , a diferencia de la teotia de McDougall, no reduce, ni mucho menos, radas las necesidades a innatas 0 instintivas. Las necesidades revelan una ontogenesis claramente mani- fiesta. Ademas de las necesidades implicitas en las atracciones innatas, la teotia es- rrucruralista reconoce la existencia de necesidades que se 2!"igill,atl en el Proc_~9 .$L~!:2!l2Yerson~l ~el n~fio, originadas por su ~~<i~E!:iar me- dlO clrcundant,e y, en pnmer lug~r, al medio ~ocial. Debido a ello, se amplia infi- ~ 4cye l11tamente el S~l?~~~~~l~~~~~~ pero la cuestion no se limita a ) elJo: a ~apar de las neces!dades autenti~as que surgen a 10 largo del desarrollo, es- ta teona reconoce necesldades que caltfica de no autenticas 0 cuasi-necesidades que son las que constituyen la verdadera esfera de los interes~h~~;;{;-~·.·E;; cuasi-necesidades pone~ de manifiesto, en primer lugar, su profunda analogia con las verdadera~ n~cesldades y su dependencia de estas ultimas. Esta analogia no solo se basa en una simiijtud puramente externa con las ver- daderas necesidades, sino tambien en un vinculo genetico: las nuevas necesidades nac.e,n sobre la base ~e las au~enticas y poseen mecanismos afines que ponen en aCClOnnuestras reaCClOnes.DICho de otro modo: la necesidad 0 el interes tempo- "1)", y,y.{ rales actuan e.n detel:minados limites de modo exactamente igual que la necesidad :: real. ~as cuasl-necesldades no se limitan a repetir simplemente en forma nueva las .nai ' necesldades fundamentales, autenticas, sino que son formaciones nuevas en el verd.adero s~ntido de la palabra. Estas formaciones nu~r;:~~;;i1-lesto "7 sus ll1teraCClOnesreales con las necesidades autenticas, mantienen con ellas una relacion bien mas cercana 0 bien lejana; a veces, entran en contradiccion con ellas y.en orras ocasiones, por el contrario, esran a su servicio. Cuando surge una nece- sldad tempor~l, nunca ex~ste ni esra formado el sistema de habitos u operaciones mentale~ destll1a~os a s~:lsfacerla. No hay mas que una disposicion general, una t~ndencl~, una onentaclOn del componamiento para resolver cierta tarea y, como dICe.Lewll1, tan solo la union 0 la coincidencia de la necesidad temporal y la si- tuaclon concreta determinan que acciones concretas han de ser reproducidas. Ll~gamos al ultimo momento que distingue la nueva teotia de los intereses, es deClr, el establecimiento de su doble naturaleza objetiva-subjetiva. Hemos de tene~ en cuenta que el debate respecto a si se crean 0 no los intereses fue, en gran medlda, un debate sobre que es la fuerza motriz de nuesrra conducta -Ia satisfac- cion subjetiva, relacionada con los instintos, la atraccion interna, 0 la arraccion objetiva de los propios objetos y de las actividades. Vemos, por tanto, que se ha planteado una cuestion muy seria que ha perdu- rado de hecho durante todo el desarrollo de la teotia sobre el interes: ·tiene el in- teres caracter objetivo 0 subjetivo? ( E~ Hegel!! est~ esbozada ya la solucion dialectica de dicha cuestion. Hegel supol11a que el cammo cenero para la solucion de dicho problema no radicaba en el reconocimiento de un aspecto del interes, el subjetivo 0 el objetivo, sino en el
  • 11. reconocimiento de la unidad compleja e indivisible de ambas partes. La teoria es- tructuralista sigue el camino trazado por Hegel. Si alguien realiza una actividad, dice Hegel, en relacion con algun objeto, este no solo se interesa por eI objeto, si- no tambien esra incitado por el. A la par de las aspiraciones y necesidades, eI inte- res es una tendencia que incita ala actividad. Dicho de otro modo, se origina una relacion extremadamente peculiar entre eI hombre y la realidad objetiva. Para Lewin esa relacion peculiar radica en que en base a esta necesidad temporal 0 interes, se modifica fundamenralmente la estruc- tura del medio circundante del hombre 0, segun el termino por eI empleado, la !.7 r I' ~ tructur~~2. Las necesidades, incluso cuando son autenticas, no nos lIevan de manera directa a cienas acciones; su influencia directa se manifiesta so- bre todo en que modinca para nosotros la indole de los objetos que nos rodean. La existencia de necesidades presupone que fuera de nosotros hay determina- dos objetos 0 procesos que nos incitan a la accion. Para un animal hambrienro poseen ese cad.cter todas las cosas relacionadas con la comida. Los ob~ n9? ~odean ~t~ ~ No solo nos ocasionan~o .dlce Le- win, dJfclJtaaes grandes 0 pequenas cuando actuamos 0, por el contrano, favo- recen nuestra actividad, sino que muchos de tales objetos y aconrecimientos reve- Ian con relacion a nosorros una volunrad mas 0 menos determinada, nos impulsan a realizar determinadas acciones: un tiempo agradable 0 un bello paisa- je nos incitan a pasear, los peldanos de una escalera impulsan a un nino de dos arios a subir y a bajar, las puenas incitan a que se las abran y cierren, el perro a que se Ie irrite, un bombon de chocolate 0 un pastel provoca en nosotros el deseo de comerlo, ete. EI caracter incitador de las casas puede ser positivo 0 negativo, puede impul- sarnos a la accion de manera directa 0 indirecta, con fuerza 0 debilmente, etc., pero el senti do de la ley fundamental sigue siendo siempre el mismo: precisamen- te sobre la base de las nuevas necesidades, los objetos se dividen en neutrales 0 in- citadores y estos ultimos influyen activamente en nuestro comportamienro. Lo dicho se refiere por igual alas necesidades temporales. Tambien ellas modifican la estructura del medio circundante. La necesidad temporal contribuye a que los objetos del mundo circundante comiencen a ipfluir sobre nosotros en forma ins- tigadora, diriase que exigen de nosotros unas dererminadas acciones, nos provo- can, nos atraen 0 repelen, nos ordenan, nos seducen a desvian. Su papel no es pa- sivo, sino activo con relacion a la propia necesidad. Igual a la polvora que explota tan solo cuando cae en ella una chispa, la necesidad se revela rambien en la coli- sian con los objetos extemos que la instigan y pueden satisfacerla. EI conjunto de objetos que poseen caracter incitador esta mas 0 menos estric- tamenre determinado desde el angulo biologico can relacion alas necesidades au- tenticas; pero es muy indefinido, elastico y variable frente alas necesidades tem- porales. Por eso, Lewin formula una tesis general del siguiente modo: hasta un cierto punto, dice, !as expresiones «ha surgido una u otra necesidad» 0 bien «una u orra esfera de objeros posee caracter incitador frente a unas u orras acciones» son equivalentes. En la teoria esrructuralista, por tanto, se asigna un lugar debido al influjo incitador que ejercen sabre nosotros los objetos. Para el desarrollo yel destino de cada necesidad no es, ni mucho menos, indiferente conocer la inAuen- cia de las fuerzas incitadoras que aetuan sobre ellas. La esterilidad del viejo plan- teamiento del problema de los intereses era debido a que se dividian los aspectos objetivos y subjetivos del proceso cuando la base real del mismo es, precisamente, su doble naturaleza en la cual esran sintetizados de forma compleja ambos mo- /t mentos: el subjetivo y el objetivo. EI defecto fundamental y mas imponante de la teoria estructuralista de los intereses consiste en que no capta la profundisima diferencia enrre los intereses y las necesidades instintivas, se limita a establecer una serie de diferencias funciona- les y estructLIrales ~ntre las necesidades temporales y las autenricas, pero no toma en consideracion I,! diferencia de principio en su propia naturaleza, en la propia esencia de ambos fenomenos 0, dicho simple.nenre, ~~xnra la natl!..B.- leza historico-social de los intereses humanos. De hecho solo el hom~rpro- ~;desarrolrc(r11Sf6riCOZQ;isigliYc~r nuevas fuerzas motrices de la con- ducta, tan solo a 10 largo del proceso historico-social del ser humano han surgido, se han formado y se han desarrollado sus nuevas necesidades al tiempo _g~~s .Pf2£.ias necesidades naturales han experimentado un profundo cambio en el desarrollo historico del hombre. La teoria estructuralista no toma en consideracion este cambio de la naturale- za humana en el proceso del desarrollo historico, ni el caracter historico de las r~itle~~~;:cr~que se puede denominar como intereses. Considera los inte- reses como una categoria natural y no historica, opina que el proceso de desarro- llo de los intereses es analogo a los procesos biologicos, organicos, de maduracion y crecimiento; para dicha teoria el desarrollo del interes es similar al desarrollo del huevo y por ello busca analogias en la fisica del organismo vivo; las necesidades y las necesidades temporales son para ella, sobre todo, ~g8.~. ( ~. relegando al olvido que las necesidades humanas se refractan multi les veces en el .E!isma de las complejas relaciones. sociales. Es propensa a considerar que a onto- ge~e las neceslaades y los Intereses es, sobre todo, un proceso organico, vi- tal, olvidando que el desarrollo del interes, en el verdadero sentido de la palabra, constituye en mucho mayor medida el contenido del desarrollo sociocultural que de su formacion biologica. Por esta razon simplifica las complejas relaciones entre la base biologica, organica, de los intereses y el complejo proceso de su formacion superior, proceso que es una parte del arraigo general del nino en la vida del todo social al que pertenece. Olvida, segun palabras de Carlos Marx, que la necesidad del hombre se con- vierte en necesidad humana, por ello la teoria estructuralista resulta mas consisten- te cuando relaciona el desarrollo de los intereses con el desarrollo de su base biolo- gica; pero esa compleja concatenacion de las dos Ifneas de desarrollo -la biologica
  • 12. y la sociocultural- que constituye en tealidad la base de la ontogenesis es inexpli- cable, desde el punto de vista de esa teoda y son poco delimitadas las Ifneas de su formaci6n. En uno de los capitulos antetiores13 habfamos dicho que pata en tender cotrectamente el nucleo fundamenral de las necesidades biol6gicas, del que parte el desarrollo de los inrereses en la edad de transici6n, es imprescindible comar en cuenra la naruraleza hist6rica de la atracci6n humana, la forma hist6rica del amor sexual entre los seres humanos. Creemos que fue F. Engels el primero en fijar su atenci6n en dicha problematica desde el plano del desarrollo filogenetico. I' ,L, «El amor sexual contemporaneo se diferencia esencialmenre de la simple ~ atracci6n sexual, del eros antiguo. En primer lugar, presupone el amor del ser •.; ;,',j amado; en este senti do la posici6n de la mujer es la misma que la del hombre, r'-- mientras que en el eros antiguo no siempre, ni muchos menos, se requeda la con- formidad de la mujer. En segundo lugar, la inrensidad y duraci6n del amor sexual suelen ser de tal indole que la imposibilidad de la posesi6n y separacion, significa- ban para ambas partes una gran, por no decir grandisima, desgracia; los enamora- dos corren un gran riesgo, incluso se juegan la vida con elllI1ico proposico de per- tenecerse, 10 que en la antiguedad solo ocurda en casos de infidelidad conyugal. Finalmente, aparece un nuevo criterio moral para condenar y justificar la relacion sexual; no solo inreresa saber si fue una relacion matrimonial 0 extramatrimonial, sino tambien si es fruro 0 no de amor redproco.» (c. Marx y F. Engels, Obras comp/etas, t. 21, ed. rusa, pags. 79-80.) Engels se refiere al amor individual moderno entre dos personas de distinco sexo, a ese noble proceso moral: solo en el medioevo surgio pOl' primera vez esa forma historica de amor sexual individual, es decir, la forma superior de la necesi- dad humana es una forma historica. En el plano oncogenetico, que es el que nos interesa ahora, debemos diferen- ciaI' asimismo la linea socio-cultural en el desarrollo y en la formacion de las ne- cesidades del nino y del adolescente de la linea biologica del desarrollo de sus atracciones organicas. Hacerlo tiene particular imporrancia sobre codo en la edad de transicion. En esa edad de gran avance en el desarrollo biologico y cultural, , cuando se produce la maduracion de las necesidades biologicas y culturales no podremos hallar la clave para entender correS:lamenre los cambios que se produ- " cen si no tR1?amos en consideracion que no~-solo el cO_I1.~e~id<? del pensamienro ... , . humano, nc?solo l:ls formas y los mecanismos superiores de la conducta humana, .' .'- sino tambien l£tpro'pias fuerzas motrices del comportamienro, los propios moco- '. -, res que ponen en accion -~ales mecanismos, la propia orienracion de fa conducta -,"~-"'.~- •••••.••••••••••• -- • ~"","" j .-' ,. • humana expenmenran un complejo desarrollo socLO-cultural. En esesentido, los intereses constituyen un estado espedficamenre humano que diferencia al hombre de los animales: el desarrollo de los intereses subyace en el desarrollo cultural y ps!quico del adolescenre; el interes en su forma superior, al hacerse conscienre y libre se presenta ante nosotros como una aspiracion cons- ciente, una ~tracci0.!!.2_ara si a diferencia del impulso instintivo que es una atrac- cion hacia sf. La hiscoria del desatrollo de los inrereses en la edad de transici6n 14 es la mejor demostraci6n ractica de codo cuanro hemos dicho sobre la naturaleza de nuestros intereses y su desarrollo, la mejor confirmacion de codos 10s aspeccos positivos de la teoda estrucruralista, la mas convincente refutacion de sus errores, la mas evi- dente y efectiva ilustraci6n de la teoda, realmenre cientffica, sobre eI interes. La teoria de los inrereses en la edad de transici6n ilustra brillanremente la te- sis de Lewin ya citada: los intereses !J.o.pu_eden ser comprendidos ~._ma~~n del proceso del desarrollo, ya que los concepcos de crecimiento, crisis, maduracion son fundamentales al enfocar dicho problema. Basta con analizar la historia del desarrollo de los intereses en esa edad para convencerse definitivamente hasta que pun COes erroneo idenrificar los intereses y los habicos, las fue.~~asmotrices y los ."., mecanismos de la conducta. ---.- . ·--..E~el tr~nscu~so de cinco arros, plaza rel~tivamente pequeno, los cambios tan intensos y profundos que se producen en las fuerzas motrices del comportamien- co forman con toda claridad una linea especial de desarrollo que no coincide con la linea del desarrollo de los propios mecanismos de conducta. Si no sabemos di- ferenciar en el desarrollo psiquico del adolescenre el proceso de formacion de los habicos del proceso de desarrollo de los inrereses jamas podremos explicar el he- cho -cenrral para coda esa edad- de que los hibitos no cambian demanera muy esencial a 10 largo de uno 0 dos anos. -) ,~n;,' ,. ;;.--;"',;~,,,;(;;.; .. i~~:)-:"~ ~. . ... '~-C~nrinllan existiendo los mecanismos del comportamienro ya formados, sur- gen a base de ellos otros nuevos, pero los intereses, es decir, I~s necesidasl~§ que ponen en marcha esos mecanismos cambian radicalmente. No comprendemos nada en el desarrollo psiquico del adolescente si no tomamos en consideracion es- te hecho fundamental. Tal como hemos indicado antes, las dificultades de los psi- cologos, que no encontraban cambios esenciales en los procesos del pensamiento de los adolescentes y se limitaban a constatar el desarrollo ulterior de los mismos mecanismos que ya posee un nino de tres anos, se explican, ante codo, pOl' 10 si- guiente: la psicologia no diferenciaba con suficienre claridad el desarrollo de la Ii-'! .<•• ,,'. nea de ~dt;[1.~~fiQny de Igs.motivos impulsores ~~l pensamienro, as! como 10sJ" ' propios mecanismos de los procesos intelectuales. Si no se coma en cuenta este hecho, no se podra comprender el pOl' que se produce habitualmente en el proceso del desarrollo del adolescente, en su estadio mas critico, un descenso en su rendimienro escolar, el empeoramiento de los ha- bicos antes establecidos sobre codo cuando se despliega anre el nirro un trabajo productivo de caracter creativo. Sin embargo, los mecanismos de la conducta no descienden a un nivel infe- rior ni se observa una disminucion en la curva del desarrollo inrelectual si se planrea al adolescenre una tarea que exige el empleo de habicos de indole mas 0 menos mecanica. EI ejemplo del trabajo mecanico del adolescente nos brinda una
  • 13. prueba e~idente de que el ~a?ito, por sf mismo, no experimenta cambios impor- ta.ntes, n:lent~as que su actlvldad en una nueva esrruetura de intereses puede su- fnr modlficaclOnes esenciales. Cabe decir, sin exageracion alguna, que en dicha edad la lfnea de desarrollo ..9~losj~ter~~~ y la 1~~~3.sLe.A~s.~rollo~~Lo.§_.m~S:ilnis~~~ se dlferenClan m~y claramente, cada una de ellas realiza por separado un movimien- to ta~ complejo que es precisamente la correlacion de ambas lfneas la que nos permlte comprender las principales peculiaridades del desarrollo. En esa edad es cuando se manifiestan con toda nitidez las relaciones entre las ver~aderas necesidades biologicas del organismo y S.l!S. !!.~.£esiQ'!c!~s c:ulturales su- '-~ll;:' .p.enores,-~~_~la!!l~m()til}g!~~. En ninguna orra edad de desarroll~-lnfa~tifse revela con tal evidencia el hecho de que la maduracion y formacion de cierras atracciones vitales constituyen la premisa imprescindible para que se modifiquen los intereses del adolescente. Veremos mas tarde como los dos procesos recfprocamente relacionados -ma- duracion de nuevas atracciones y reestrueturacion sobre esta base de todo el siste- ma de i~t~r~ses- esran claramente disociados en el tiempo y constituyen los mo- mentos 1l11Clal y final de un proceso de desarrollo, unico por su esencia. ) Fin.almente, la relacion de los momentos, el subjetivo yel objeti.vo, dentro de la propla estructura de las arracciones e intereses, 'Ios cambios en el sistema inter- no de las necesidades y de la fuerza incitadora de los ob'etos circundantes, se ma- nifiestan clara mente en la hisl£ri~'d~i1tereses en la edad de transicion. Con experimental claridad hemos podido observar como la maduracion y aparicion de nuevas atracciones y necesidades internas amplfan infinitamente el cfrculo de ob- jetos que poseen fuerza incitadora para los adolescentes, como esferas enteras de actividad,.antes neutrales p~~~,ellos, se convierten ahora en momentos funda- ~_ mentales que det~rminai(su' cond~2ta, como, a la par del nuevo mundo interno ".1surge para el adolescente un mundo exterior completamente nuevo. ' Sin comprender que rados los mecanismos de la conducta del adolescente empiezan a funcionar en un mundo interno y externo completamente distinto, es decir, en un sistema de intereses internos y en un sistema de influjos incitadores extemos radicalmente distintos, no sabremos comprender los cambios realmente profundos que experimenta el adolescente en dicho perfodo. Quiza en ningun otro lugar se mal1lfiesta con tanta claridad la diferencia entre los intereses y los habitos como en la reestructuracion del sistema de intereses en la edad de trans i- cion que nos permite distinguir la estructura intema, intima, de todo el sistema de desarrollo complejo del que hablamos en uno de los primeros capitulosl5 de nuestro trabajo. Decfamos en el, utilizando un simil figurativo, que los procesos de desarrollo en la edad infantil y en la edad de transicion recuerdan frecuente- mente la transformacion de la oruga en crisalida y de la crisalida en mariposa. En este proceso del desatrollo, ante el cambio cualitativo de las formas, ante la apari- cion de nuevas formaciones, el propio proceso revela claramente su compleja es- tructura, este se compone de los procesos de extincion, desarrollo inverso 0 re- duccion de la forma vieja y de los procesos de nacimiento, formacion y maduracion de la forma nueva. La transformacion de la crisalida en mariposa presupone tanto la extincion de la crisalida como el nacimiento de la mariposa; t~i~~~~~9J}-~J-3~ m~..9.~m 0, involucion. As!, ]. BaldwinlG formulo esta ( 71' ley basica del desarroTlo. En el desarrollo e los intereses se observa con suma cla- ' ridad la compleja concatenacion, entremezclamiento, de los procesos de extin- cion y nacimiento. ,",o/C"l (d"'''''' -- Se advierre facilmente, incluso a primera vista, que en el adolescente no solo aparecen nuevos intereses, sino que desaparecen los viejos, que no solo empieza a interesarse por los o.bjetos completamente nuevos para el, sino que ~ck.,0~~ I;,8Elajc9y~s)lye le..11}ter~sl9'!fl~~5~'El ascenso a un nivel nuevo significa la des- aparicion de 10viejo y este largo proceso de extincion de los intereses infantiles en jt,~' la edad de rransi~ion, p~~~~~e~~~~~n~£!> y(con frecuencio/kt()!5~~0, llena,; como veremos mas tarde, todo un capitulO en la historia del desarrollo de los in- tereses del adolescente, Sin embargo, la reduccion de los viejos intereses domi- nantes en el perfodo anterior, no esra acompanada en modo alguno por la des- apari~ion de lo~ viejos habitos adquiridos en la primera edad escolar y en la antenor, por la extincion de los viejos mecanjsmos del comporramiento formados y estructurados en la infancia. Como es logico, dichos mecanismos experimentan tambien cambios esencia- les, pero el destino de esos cambios, la lfnea de su desarrollo y extincion no coin- cide, ni mucho menos, con la linea del desarrollo y extincion de los intereses in- fantiles: con su destino. Hemos considerado imprescindible anteponer al analisis de los Il1teres~s del adolescente el analisis general de los intereses, ya que el ~- ~le!l1~,~~~los_.J:I:lte.~ en la edad de transicion se enfocaba habitualmente de ma- nera puramente empirica, sin base teorica alguna, ya que ~~lEroblema clave de 194<l.1'0l..si£()1~g~~.4el3sl~!~~£ente_y porque en ella se manifiestan con claridaci'!;s leyes basicas que rigen el desarrollo general de los intereses, sin cuyo conocimien- to serfa incomprensible y confuso el destino de los mismos en la edad de trans i- cion. El esclarecimiento de los fundamentos generales de la teorfa sobre el interes equivale a cumplir la mitad de la tarea en el estudio de los intereses en la edad de transicion. Hemos dicho ya que los psicologos que no toman en consideracion los cambios y desplazamientos en la esfera de los intereses, se dejan llevar invo- luntariamente por la ilusion de que en el desarrollo psiquico del adolescente no hay nada esencialmente nuevo si se Ie compara con el desarrollo de un nino de tres anos. Opin~n que se rer~..cciona~ unic~me~te 1~~':"~~~I'li§!E9s, que ~ )'-" el avance postenor se produce e;;ramlsma dlrecClon. ' -, En el capitulo siguiente, dedicado al problema del pensamiento en la edad de transicion, nos detendremos a examinar con detalle este punto de vista. En rela- cion con el problema de los intereses adquiere para nosotros principal significado el prejuicio -analogo al anterior- de que en la esfera de los intereses la edad de transicion constituye asimismo un todo global, no fraccionado en fases y estadios aislados, es decir, que la edad, en relacion con los intereses, constituye un todo global esratico.
  • 14. La teoria clasica sobre la edad de transici6n ha negado siempre la existencia de cambios importantes en la esfera de los intereses del adolescente. Cientfficos como T. Tzigen (1924) se oponen al establecimiento de fases aisladas en la edad de transici6n y suponen que en ese periodo eI desarrollo se produce de manera uniforme. Semejante concepci6n significa, de hecho, negar la comprensi6n del desarrollo que experimentan los intereses del adolescente. Todos los exitos de la psicologia contemporanea se deb en precisamente a la superaci6n de este prejuicio; se procura destacar, analizar y describir del modo mas exacto ~i~~r~'!S-l'!~_~§ y etapas que constituyen todo eI proceso de la maduraci6n sexual. Recurriendo a la conocida analogia, cabe decir que la peculiaridad mas caracteristica de la actual psicologia del adolescente radica en su intento de enfocar la personalidad del mis- A r mo no como un obJ'eto, sino como un pmceso, es decir, de forma dinamica y no I~1" p / ",cr. tesratica, enfoque que esra inevitablemente ligado a la diferenciaci6n de fases y ( ~.'/'.) etapas distintas, en el desarrollo de 105 intereses del adolescente. ,'1 O. Kroh distingue c1aramente dos periodos de rechazo'8: 1) alrededor de los tres afios y 2) ala edad de trece afios mas 0 menos, cuando se inicia el periodo de maduraci6n sexual. Por esta raz6n muchos cientfficos, incluida Ch. Buhler, esta- blecen una analogia de largo alcance entre eI proceso de desarrollo del adolescente y los procesos de desarrollo de un nino de tres ailos. Por ahora dejamos de lado esta teorfa que analizatemos mas tarde. Si sumamos los datos de las teorias actuales sobre las fases de la mad uraci6n sexual veremos -y eso es 10 que nos interesa ahota en primer lugar- que todos los autores reconocen la existencia de fases y complejos movimientos arritnticos en: ",. esta edad. Vemos, pOl' tanto, que ha perdicG s'U "~i~r;-ciat~C;G"~~is-ae Tzigen - ;"),,,, ;{ sobre un desarrollo uniforme y correeto en ese periodo como la concepcion tradi'l r;':. . cional para la cual los procesos criticos de involucion en la psicologia del adoles- r ~ : .:. cente constituian eI contenido absoluto del periodo de desarrollo en su conjunto,! . J:_ ":,. sin percatarse, debido a los fenomenos de la crisis, de los fenomenos de creci· . miento y maduracion. Son precisamente esos rres momentos -crecimiento, crisis: m·,-·, y maduracion-, IQs que determinan, en 10 fundamental, los tres estadios de la maduracion sexual y tan solo en su conjuntG nos proporcionan una idea correcta sabre eI proceso de desarrollo en su totalidad. P L. Zagorovski'9 tiene mucha ra- zon cuando dice, al hacer eI balance de la teoria actual sobre el fraccionamiento del period a de maduraci6n sexual ~~islad;J.S., que las diversas investiga- ciones sobre la adolescencia, realizadas en los ultimos ailos, lin!it~ en grade considerable la idea vigente sobre el periodo de la maduracion sexual 'cpL, como una edad de oscilaciones ~~%>.A~j.!Jlg, un periodo de c.onrrastes ~> ,.<-" en eI desarrollo (5. Hall)20, ete. La fase negativa se prolonga durante un tlempo It- ! :-,:I~ mitado y una vez acabada, eI adolescente entra en una fase ulterior de desarrollo. n;i:;·~ EI debate, frecuente en la literatura modema, sobre la esencia de la edad de rransicion, es decir, si se trata de una crisis que evoluciona dramaticamente 0 bien si la maduracion esca basada en una sintesis positiva y multiforme, se debe, en parte, a un enfoque estadistico incorrecto de la cuestion dada, al intento de abarcar en una formula unica eI periodo de rransicion como algo acabado, dis- puesto, dotado de propiedades firmes, consolidadas y precisas. Es en eI movimien- to, en la dinamica, en eI desarrollo de la edad de transicion donde se juntan de manera efectiva, vital, ambos puntos de vista tan diametralmente opuestos. La crisis y la sintesis, que representan diversos momentos de una misma ola de desarrollo, integran eI proceso de maduracion. Si pasamos a estudiar eI .conte- nido de las fases principales d~Jas ~ual~~'§~~Q.~P..Q}:!~.!:!.~~.~~~!'.9Jlo 4~Jos __ !f.lte.~~ ses en la edad de rransicion, deberiamos senalar que todo ese desarrollo se basa en los cambios organicos relacionados con los procesos de maduracion sexual. La maduracion sexual significa que en el sistema de las atracciones organicas apare- cen nuevas necesidades e impulsos, esto es 10 que constituye la base de todos los cambios en eI sistema de los intereses del adolescente. La mejor demosrracion de ello es el hecho de que los procesos de cambio de intereses suelen coincidir de Ile- no en el tiempo con eI inicio de los cambios organicos. Cuando la maduracion sexual se rerrasa, se aplaza tambien en el tiempo la crisis de los intereses; cuando En la nueva psicologia del adolescente se admite como tesis principal eI que las fases basicas en el desarrollo de los intereses coinciden con las fases basicas del proceso de maduracion biologica del mismo. Este mero hecho demuestra que el desarrollo de los intereses se halla en estrecha y directa dependencia de los proce- sos de maduracion biologica y que eI ritmo de la maduracion organica determina eI ritmo en el desarrollo de los intereses. O. Krohl ? expuso a ese respecto un punto de vista muy diferente de las opi- niones de Tzigen en su trabajo sobre las fases en eI desarrollo del adolescente. La idea fundamental de su trabajo es la siguiente: eI desarrollo no es un proceso uni· forme y estricto, eI desarrollo del adolescente, incluido el desarrollo de sus intere- ses, se produce como un movimient0v'~r~ en el cual revel an claramente di- versas fases, doblemente determinadas -de un lado por eI ritmo de la maduracion interna, por los cambios en eI sistema de las glandulas de secrecion intema y, de otro, por eI hecho de que eI adolescente que madura en eI senti do biologico, pier- de su vinculo con eI medio. Una vez establecido que el interes surge cuando se desarrollan las,~U~g!Q- .'V 1.«:- ~ Y que juntamente con su aparicion se modifican tambien las relaciones con .",~ el medio, no resulta nada sorprendente que las fases, que forman el movimien· to arritmico en eI periodo de la maduracion sexual, no solo esten caracterizadas por diversos cambios internos organicos, sino tambien por la reesrructuracion de todo el sistema de relaciones con el medio. Una vez establecido que en eI desarrollo d~ln~~;~;;'~~""halI;i~;a~ic[;I;-involucion de los intereses ante- riores, tam poco resulta sorprendente que el paso de una fase en desarrollo a otra se manifieste directamente, y ante todo, en la extincion de los vieJ'os vincu- r¥ -;q" los con el medio, que aparezcan en el desarrollo del nino periodos enteros de rechazo al medio.
  • 15. la maduraci6n sexual se adelanta en el tiempo, la crisis de intereses se aproxima al estadio inicial de este periodo. Por este motivo en la edad de transici6n podemos claramente observar la existencia de dos etapas fundamentales en el desarrollo de los intereses: la etapa de aparici6n de nuevas atracciones, que constituyen la base organica del nuevo sistema de intereses y luego la etapa de maduraci6n de ese nuevo sistema que se estructura sobre las nuevas atracciones. W Peters (1927) tenia toda la raz6n al proponer que se diferenciasen dos fases fundamentales en la edad de transici6n. Denomina la primera de fase de at acciones, y la segunda de intereses21 • Claro es- ra que semejante diferenciaci6n, as! como las denominac~~~, son muy convencionales, pero en 10 fundamental nos dan a conocer los principales resulta- dos obtenidos por diversas investigaciones dedicadas a la edad de transici6n. La primera fase, la de atracciones, se prolonga, habitualmence, unos dos afios. Peters la caracteriza como una fase de manifestaci6n negativa de los intereses, como una fase de quiebra de prestigio, de elevada irritabilidad, gran capacidad de excita- ci6n, extrema fatigabilidad, rapidos y bruscos cambios de humor, de grandes os- cilaciones en las disposiciones. La fase mencionada se caracteriza sobre todo por el hecho de que su conteni- do esti constituido por dos momentos fundamentales: en primer lugar, por la re- ducci6n y extinci6n del sistema de intereses anreriormence formados (de aqu! su indole negativa, concestataria) y, en segundo lugar, por los procesos de madura- ci6n y aparici6n de las primeras atracciones organicas que sefialan el inicio de la maduraci6n sexual. Es precisamenre la combinaci6n de estos dos momentos, to- rnados en conjunro, la que caracteriza el hecho, que puede parecer extrafio a pri- mera vista, de que en el adolescence se observa una~- ~~y, a veces, incluso su ausencia total. La fase destructiva, devastadora, en la cual el adolescence deja atras su infancia, fue calificada por L. N. Toistoi22 como el «desierto de la adolescencia». Vemos, por tanco, que este pedodo se distingue, en su conjunto, por dos ras- gos fundamencales: por ser un perfodo de ruptura y extinci6n de los viejos inrere- ses y por un perfodo de maduraci6n de una nueva base biol6gica que permite mas tarde el desarrollo de nuevos inrereses. por sf misma y pasa por cambios muy esenciales en la edad de transici6n, destru- yendo la armonfa de las atracciones establecidas anteriormente y pOl1lendo de manifiesto los impulsos instincivos que inician su maduraci6n. No es extrafio, pues, que toda la superestructura se destruya hasta los cimien- cos como sucede con un edificio durance un terremoto. El perfodo de destrucci6n de la superestructura y la revelaci6n de las nuevas capas de atracciones constituye la fase que Peters califica como fase de atracciones. Opina que dicha fase se carac- teriza, ance todo, por una irritabilidad general, indefinida y enensa, gran exci- tabilidad, rapida fatiga y agotamienro, bruscos cambios de humor, protesta y derrum~~~i~.;lf- ~mbien para Peters, junto con la revelaci6n de nuevas atracciones y a la par con este proceso, tiene lugar otro: el derrumbe 0 la perdida de los viejos intereses. La fase nueva que sustituye a la anrerior, Peters la caracteriza ance codo por la exis- tencia de rasgos concradictorios, es decir, por la maduraci6n y el establecimiento de intereses nuevos que se desarrollan sobre una base completamente nueva. N principio. el :proceso se distingue por la multiplicidad de los intereses que manifiesta el adolescence en su paso ala segUJ1da fase. Poco a poco, y mediante la diferenciaci6n, se elige y afianza un cierto nucleo fundamental de intereses que se desarrolla a 10 largo de la segunda fase, desarrollo que se distingue por una rela- ci6n polar entre su punco inicial y el ultimo. Si la fase de desarrollo de los intere-1 ses se encuentra al p-!incipio bajo el signo de as~~~~, el final de r la misma se distingue por una elecci6n realista"'y practica de un interes mas esta- ble, que en la mayorfa de los casos esra directamente vinculado a ~).::~ctori.a fundamencal de la vide>flue ha elegido el adolescente. Merecen ser destacadas las ~'---~~~--.J oDservaciones de Peters sobre el aesarrollo de esas dos fases de intereses del ado- lescente obrero. N igual que otros muchos autores, Peters constata que la juven- cud del muchacho obrero comienza mas tarde y termina antes, que todo su perfo- do de desarrollo transcurre bien en forma reprimida, bien desinhibida en dependencia de si son favorables 0 adversas las condiciones econ6micas, sociales, culturales y otras. Las observaciones de Peters, asi como las de otros autores ex- tranjeros, se refieren a los adolescentes obreros de los paises capitalistas. Peters in- dica que un adolescente obrero de catorce afios es todavia un nifio y el de diecio- cho un adulto. Segun Peters, la primera fase en el adolescence obrero tiene igual duraci6n que en el adolescence burgues; a veces, debido a las condiciones de vida se mani- fiestan con mayor virulencia y, en cambio, la segunda fase, la de los incereses, es mas reducida, mas restringida en el tiempo, limitada en su desarrollo natural, in- hibida a causa de la necesidad de trabajar en edad temprana y alas duras condi- ciones de vida. El otro rasgo de la fase, la involuci6n de 10s intereses anteriores, permite defi- nirla como negativa 0 como fase de rechazo en el desarrollo del adolescente. Charlotte Bi.i.hler, al calificarla asi, subraya ante todo sus tendencias negativas, el advenimienco de esta fase se caracteriza por la desaparici6n de los intereses escola- res a la par de otros sincomas puramente negativos; su rasgo principal es la ausen- La extinci6n de los viejos incereses y la maduraci6n de las atracciones produ- ce una impresi6n de vacuidad. Fue esta circunstancia la que motiv6 a Peters a de- nominar todo el estadio, en su conjunto, de fase de atracciones y contraponerla a i la siguiente fase de maduraci6n la fase de intereses. Sabemos que todos los intere- . 7(. ses estin estructurados sobre una cierta base in tintiva racias a la-Cualse hace --0: / ~. ~.bk1u posterior desarroli.9; sin em argo, e rasgo esenciaf e desarrollo es preci- samente el hecho de que la base biol6gica 0 subsuelo de los intereses -que a 10 largo de otros perfodos de edad permanece mas 0 menos invariable- se desplaza
  • 16. cia de intereses determinados y estables. De hecho, Ch. Buhler reconoce como fase negativa eI mismo estadio en el desarrollo del adolescente que Peters, pero destaca, ante todo, otro rasgo suyo. Si para Peters ocupa el primer lugar, en el conjunto de sintomas del perfodo examinado, la aparicion de nuevas atracciones sobre un fondo de extincion de los intereses infantiles, para Ch. Buhler, en cambio, figura en primer lugar la nega- cion de los imereses anteriores sobre el fondo del nacimiento de nuevas atraccio- nes. Entre los sintomas que caracterizan el inicio de la fase negativa, Ch. Buhler enumera la aguda curiosidad sexual como el mis frecuente en los adolescentes en ese periodo. No considera casual que segun datos estadisticos de Berlin, los deli- tos sexuales de las jovenes correspondan casi siempre a esa fase. Tiene suma importancia senalar que precisamente en el inicio de la madura- cion sexual, durante la fase negativa, las atracciones sexuales se manifiestan en la forma menos encubierta, revelada y a medida de la maduracion sexual, observa- mos el descenso y no el incremento de tales sintomas. La caracteristica de la fase negativa es precisamente su manifestaci6n abierta, no enmascarada ni elaborada. Ademis de los sintomas negativos, Ch. Buhler no s610 sefiala la manifestacion de las atracciones como rasgos principales de la fase, tomada en su conjunto, sino que va mis alli, pues intenta establecer una relaci6n biol6gica directa de todos los momentos negativos de la fase dada, todo 10 que la hace negativa, con la madura- ci6n sexual, con el incremento de la atraccion sexual. En esta cuesti6n, Ch. Buhler se basa en la analog fa biol6gica. F. Doflein y al- gunos otros investigadores senalan que los animales en visperas de la maduraci6n sexual manifiestan inquietud, elevada excitabilidad, tendencias al aislamiento. Di- cen asimismo que el perfodo del negativismo en las nifias suele aparecer antes de la primera menstruaci6n y acaba cuando esta se produce. Ch. Buhler propende a considerar todo el conjunto de los sintomas negativos como el advenimiento di- recto del proceso de maduraci6n sexual. Segun Ch. Buhler, el comienzo de esta fase se caracteriza por un claro des- censo de la productividad y capacidad para la actividad incluso en la esfera de las facultades e intereses. (Hemos de observar que en el caso dado tenemos un ejem- plo magnifico de hasta que punto el desarrollo de los mecanismos del comporta- miento, de los hibitos y capacidades no es paralelo al desarrollo de los intereses y de la profunda divergencia que existe entre ambos procesos en la fase negativa.) Junto con este descenso se observa un descontento interior, inquietud, tendencia a la soledad, autoaislamiento, que se acompana, a veces, de una actitud hostil frente a los demas. EI rasgo distintivo principal de toda la fase es el descenso de la productividad de la actividad, la perdida de intereses, la inquietud general. Dirfa- se que el adolescente se aparta del medio, que adopta una actitud negativa ante todo cuanto Ie rodea, hacia aquello que hace poco aun constituia el objeto de su interes; en algunos casos el negativismo es menos violento y en otros adopta la forma de una actividad destructora. Junto con las@,:,encias subjetiv~ (estados de- presivos, tristeza, angustia que conocemos por los diarios y otras documentos que ponen de manifiesto la vida interior, fntima del adolescente) esta fase se caracteri- za por una actitud hostil, tendencia a las rinas, infracciones de la disciplina. Podemos denominar toda esa fase como la del segundo negativismo, ya que tal actitud negativa suele aparecer por primera vez en la edad infantil temprana, alrededor de los tres anos. Como hemos dicho ya, esa similitud permite a Ch. Buhler hacer una analogia de largo alcance entre la primera y la segunda fase de negacion. Dicha semejanza se limita, claro esta, a un parecido puramente formal entre ambos perfodos; cabe suponer que ~~~~'U:lm,~.QJ?~~_~~~~do ~~~i.u~c!()_":.ira~~}()i~~~~s~~ ~. y es para el nino un puente imprescindiQe por e1 cual asciende a una nueva etapa del desarrollo. Se- gun Ch. Btihler, esta fase tiene lugar en las ninas alrededor de los trece anos y dos meses y dura algunos meses. Observaciones similares fueron hechas P9r otras investigadores. O. Shterzin- ger, por ejemplo, fija su atencion en las reiteradas quejas de los maestros sobre el bajo rendimiento de los alumnos adolescentes de 5.° grado de catorce y quince anos, sobre las dificultades que encuentran en su labor docente. O. Krah dice 10 mismo: en la primera fase de la maduraci6n sexual se observa una cierta disminu- ci6n de la capacidad y productividad del trabajo mental de los alumnos. Kroh di- ce que el sorprendente bajo rendimiento escolar que se observa en la escuela se- cundaria, habitualmente en 5.° grado, incluso entre los alumnos aventajados hasta aquel entonces, se explica por el paso del sistema de ensefianza visual al de ~tendimiento y deducci6n. EI paso a una forma nueva, superior, de actividad in- relecrual, va acompafiado por un descenso temporal de la capacidad de trabajo. Kroh define con pleno fundamento dicho perfodo como un periodo de des- orientaci6n en las relaciones internas y externas. Cuando el adolescente llega a la edad de transici6n, cuando en su R~.~ se mezclan los rasgos de~a..4Q s.~<:.~~_~.tingLLc(Y:,'del £ll~ur~il':l~.c-9mi<o.!l3-a, se praduce cierto cambio en las lineas fundamentales, un cierto estado provisional de desorientacion. Y precisamente en dicho pedodo se observa cierta divergencia entre el nino y su medio circundante. Kroh considera que es poco probable que hubiera, a 10 largo de todo el proceso del desarrollo, una mayor ~~t;9i9.l~ <;n~~e~.eL<:i'Q» 1~.~~SlY~~~Q como en eo I) '/ I'J,i" este pedodo. O. Tumlirz23 (1931) caracteriz6 de modo similar dicha fase en el desarrollo de los intereses. Tambien para eJ, el periodo de la maduracion sexual se inicia con la fase cuyo momento central es la ruprura de 10s intereses antes establecidos. Se trata de un pedodo en el cual colisionan las diversas aptitudes psicologicas, un pedodo de inquietud, negacion y protesta tanto interna como externa. La actitud negativa de oposicion caracreriza este perfodo carente de intereses positivos y es- tables. La primera fase de negacion es seguida por otra positiva que Tumlirz cali- fica de perfodo de los intereses culturales. V/'.P._~
  • 17. Vemos, por ranro, que los mas diversos investigadores, pese a sus diferencias en algunas definiciones, reconocen unanimemenre la existencia de la fase negativa a principios de la edad de transicion. Varios aurores completan esa tesis con valio- sos daros facticos. A. Busemann, por ejemplo, que ha estudiado como se reflejan los rasgos fundamenrales de la adolescencia en los propios juicios de los adoles- centes, senala que los sinromas de desconrenro se manifiestan sobre todo en las ninas a los trece anos aproximadamenre y en los chicos alrededor de los dieciseis. • E. Lau, cuyo trabajo llama particularmenre nuestra atencion por estar dedica- .'. ,'J",' do al adolescenre obrero, observa que el descenso del interes por el trabajo se ma- . -' j nifiesta a los quince-dieciseis afios cuando a menudo se adquiere una actitud re- penrinamenre negativa anre su profesion, actitud que suele durar poco, siendo •.1" . sustituida por la positiva. .. .' ~ r.;· Las investigaciones de otros autores24 nos han permitido precisar las diferen- cias enrre muchachos y chicas en esta fase y esclarecer sus diversos sinromas. EI estudio de Reininger ha demostrado que la fase negativa se ha observado en las nifias habitualmenre en el perfodo enrre los once anos y ocho meses y los trece afios, con una duracion de ocho-nueve meses. Reininger llega a la conclusion de que la fase negativa es un periodo normal e imprescindible por el que ha de pasar el adolescenre. La ausencia de dicho periodo, en su opinion, se observa tan solo .rlei, r cuando el desarrollo del adolescente se aparta de la norma en uno u otro sentido . _.r· 0 bien cuando adviene una anticipada y temprana madurez. EI sintoma principal que senala el fin de dicha fase se distingue por un mayor rendimiento, y una mayor productividad de la actividad menral. Reininger sefiala entre los sfntomas que catacterizan esta fase la inestabilidad, la inquierud, el des- censo del estado de animo, su matiz negativo, la pasividad y el descenso de los in- tereses. Entre las nifias de las clases menos acomodadas dicho periodo transcurre, en 10 fundamenral, del mismo modo, pero tiene lugar algo mas tarde, alrededor de los trece-carorce anos. L. Vecerka realizo una investigacion similar de este periodo con ninas; Ie in- teresaba conocer el desarrollo de las relaciones sociales entre los adolescenres, su actitud frente a los adultos, las diversas formas de la vida social infantil. Segun sus datos, la evolucion de las relaciones sociales y de los intereses, con ellas relaciona- dos, revela con toda claridad la existencia de dos fases polares: la primera de ellas se caracteriza por la disgregacion de los nexos colectivos, la ruprura de !as relacio- nes antes establecidas entre los ninos, un brusco cambio de actitud ante otras per- sonas; la segunda, llamada por la investigadora fase de alianzas, se distingue por sus rasgos conrrarios, la ampliacion y el fortalecimienro de las relaciones sociales en primer lugar. H. Hetzer ha observado el transcurso de la misma fase en los nifios que habi- tualmente se desarrollaban con retraso en comparacion con !as ninas -enrre los carorce y los dieciseis anos-. Los sintomas eran identicos en ambos casos: descen- so de la productividad, estados de animo pesimistas. La diferencia fundamental entre los muchachos y las chicas radica en que la fase negativa se manifiesta en los ninos con mayor virulencia y duracion, su negativismo es mas activo, menor su apatfa y su pasividad en comparacion con las chicas; su actividad resulta mas des- tructiva y adopta diversas formas. / ' 1M' '" '/ ,,!.,) .. > - ,1... L-y j)1/'./'v.... ~.............•. CV) 2 C' " 'r - ~ c:Y, ..J:p:: ? o En dos excelenres investigaciones de P. L. Zagorovski (1929) hallam os daros sumamenre inreresanres sobre la genesis de esta fase y sus peculiaridades relarivas al adolescenre sovierico. En la primera se esrudiaron sisremaricamente siete gru- pos escolares: IV, V, VI, VII grados. Las observaciones se Hevaron a cabo durante todo el curso escolar. De los 274 alumnos, comprendidos entre los once an os y medio y los dieciseis afios hubo 52 en quienes el negativismo era muy evidenre y acusado. En relacion con el numero total de los ninos investigados, los adolescen- tes que se hallaban en la fase negativa de su desarrollo constirulan un 19%. En los grupos estudiados d numero de ninos y ninas era mas 0 menos igual, pero entre los 52 adolescemes .de la fase manifiestamenre negativa habla 34 chicas y 18 mu- chachos. EI 82% del grupo (43 ninos) proverrian de familias de funcionarios e in- telectuales y tan solo el 18% (9 personas) eran hijos de obreros. La edad media de las ninas en fase negativa era de catorce anos y dos meses (oscilaban entre los tre- ce anos y dos meses y los catorce anos y nueve meses), la edad media de los chicos era de catorce afios y seis meses. Respecto a los sintomas que caracterizan el curso de la fase negativa, la inves- tigaci6n citada ha confirmado, en general, 10 ya senalado anteriormenre. Para Zagorovski la peculiaridad principal que se observa en los adolescenres duranre la fase negativa es el bajo rendimiento en los esrudios y la disminucion de la capacidad' de trabajo. Despues de un periodo de rendimienro normal, de una capacidad normal de trabajo, el alumno deja subiramenre de cumplir sus ta- reas, falta alas clases. Alumnos que realizaban con inreres determinadas tareas, pierden de pronro rodo enrusiasmo por ellas; alas pregunras del pedagogo del por que no han preparado uno u otro trabajo, suelen responder que no tenian de- seo de hacerlo. En algunos casos el rendimienro escolar desciende de modo muy nororio. Suelen producirse enrre los adolescentes infracciones de la disciplina (en la mayoria de los casos se trata de chicos); reacciones contestatarias frente a los demas companeros, «negarivismo verbal» y negativismo en las acciones, rupturas de relaciones amisrosas, desprecio de !as reglas establecidas por el colectivo, deseo de soledad; tales son las peculiaridades mas frecuentes en la conducta de losado- lescentes en esta fase. Entre las chicas prevalece una conducta pasiva, apatica, somnolienra. En los adolescenres estudiados se ha observado (ocho casos) un gran interes por la lectura: empiezan a leer obras de otro contenido, sobre rodo aquellas don- de hay elemenros eroticos. En una serie de casos cabe suponer en ellos un agudo inreres sexual, pero las observaciones de Zagorovski no han podido esclarecer con precision esta faceta de la vida de los adolescentes.
  • 18. ("1'1,,'5 '* l' .)' r,J J/ IJ'-/"~ '. ·.·.r~ ,tc' En la fase negativa, el bajo rendimiento en los estudios y en la capacidad de trabajo atafie por igual alas muchachas que a los chicos. Zagorovski dice que la capacidad de trabajo desciende sobre todo en las tareas de creacion (redacciones, solucion de problemas). Sin embargo, no se observa siempre tal descenso en las tareas mecanicas. Lo realmente nuevo en la investigacion de Zagorovski es la descripcion de la conducta de los adolescentes durante la fase negativa en el entorno familiar. Te- nie~do en cuenta dichos datos, cabe hacer la siguiente deduccion general: el ne- gatlvismo del adolescente no se manifiesta en el seno familiar con tanta evidencia como en la escuela y, por el conrrario, algunos adolescenres se portan muy negati- vamente en su casa peto en el medio escolar apenas si se nota su negativismo. Asf, pues, hay dos momentos que llaman nuestra atencion en la investigacion mencionada. El primero es el descenso de la capacidad de trabajo fundamental- mente en tareas de indole creativa, fenomeno que se explica par el paso del ado- lescente a formas nuevas, aun debiles, de actividad intelecrual; ese tipo de tareas, par otra parte, se apoya, mas que los trabajos mecanicos, en los inrereses creativos del adolescente y son los mas perjudicados cuando se produce la ruprura de los 1 intereses. El segundo momenta es la muy estrecha dependencia de las disposicio- nes ~legativas de las cOl:diciones del medio (la actirud negativa no se manifiesta por Igual en todos los ntnos y adopta diversas formas tanto en la familia como en la escuela) . La segunda investigacion hecha a 104 adolescentes en perfodo de madura- cion sexual permite al autor precisar una serie de cuestiones relacionadas con ese problema y hacer un analisis cualitativo sumamente valioso e importanre de los fenomenos observados. La edad media de las nifias esrudiadas era de trece afios y tres meses (desde los doce hasta los trece con nueve meses); la edad de los chicos era de catorce anos y cuatro meses (comprendida enrre los trece anos y seis meses y los quince con ocho meses). Los datos obtenidos fueron objeto de un analisis cualitativo que nos ha per- rmitido distinguir varios tipos de escolares por sus vlvenclas n la fase negativa del desarrollo. £1 autor propone que en lugar de hablar e «tIPOS»de conducta se ha- ble de «formas de comportamienro del escolar sovietico», ya que el concepto de «tipo» presupone algo estable, invariable, que no puede aplicarse a los ninos se- gun los datos obtenidos por Zagorovski. Las formas en que transcurre la fase ne- gativa en los adolescentes se reducen a tres variantes fundamentales: la primera es un negativismo clara mente manifiesro en todas las esferas de la vida del adoles- cente, los intereses anreriores del escolar caen bruscamente en desuso yadquieren una nueva orientacion, por ejemplo hacia las cuestiones de la vida sexual; en al- gunos casos el comportamiento del adolescente varfa en unas cuanras semanas. En algunos casos, el negativismo es asombrosamenre estable. £1 escolar hace caso oiniso de la familia, no obedece a los adultos, se muestra excesivamente exci- tado en la escuela 0, por el contrario, muy abulico y torpe, es decir, es facil hallar en el rasgos de fndole esquizoide. Entre los ninos esrudiados habia 16 con esas ca- racterfsticas (nueve ninos y siete nifias), entre ellos cuatro de procedencia obrera, Entre las nifias los violenros rasgos negativos se suavizan mucho antes que en los chicos. AJ caracterizar a esos ninos, el autor de la investigacion reconoce que el perfodo inicial de la maduracion sexual tiene en ellos un curso diffcil yagudo. La segunda varianre del curso de la fase negativa se distingue por rasgos me- nos violentos. £1 adolescenre, segun Zagorovski, es un negativista potencial, cabe decir que su actirud negativa se manifiesta en determinadas siruaciones vitales, en determinadas condiciones del medio social tan solo. Su negativismo viene a ser una reaccion, sobre todo, alas influencias adversas del entorno (ambiente opresi- vo en la escuela, conflicros familiares), se trata, sin embargo, de reacciones inesta- bles y de poca duracion. Son ninos que se distinguen por una conducta diversa en las diversas situaciones sociales, en el seno familiar y en la escuela. Pertenecen a ese tipo una considerable mayorfa de los escolares investigados (68 de 104). Finalmenre, en la tercera varianre del curso de la primera fase de la madura- cion sexual no se han detectado fenomenos negativos. No se observa en dicha va- rianre ningun descenso en el rendimienro escolar ni ruptura de vfnculos amisto- sos, ni abandono del colectivo, ni cambios en la actirud frente al pedagogo 0 la familia, Zagorovski constata, sin embargo, IJue el cambio de intereses salta a la vista: nace el inreres por el otro sexo, por otras lecturas y disminuye el inreres por la vida social de la escuela. Pertenecen a este grupo alrededor del 20% de los ni- nos esrudiados. Destaca en todo ese grupo una clara orienracion positiva hacia si- ruaciones vitales (a pesar de que viven las mismas fases biologicas de desarrollo que los ninos que son claramente negativistas). £1 tercer grupo, dice Zagorovski, carece en apariencia de fase negativa, no se debilitan sus emociones positivas du- rante un largo perfodo. La mayorfa de los nifios que carecen de fase negativa pro- ceden de familias obreras (11 de 20). Basandose en sus investigaciones, Zagorovski llega a la conclusion de que de- be inrroducirse una seria enmienda en las tesis de los investigadores que describen la fase negativa. £s indudable, a su juicio, que el negativismo, como una fase de- terminada en el desarrollo de los intereses del adolescente, que se caracteriza por la repulsa del adolescenre del medio, tiene lugar en el desarrollo del hombre. Za- gorovski cree, sin embargo, que debe rechazarse la formula puramente biologica propugnada por Ch. Buhler. Segun el autor, la inconsistencia de dicha formula se debe a que los reflejos negativos frenre al medio, que suelen observarse entre los mamfferos superiores, pueden ser inhibidos, modificados en el medio social hu- mano donde adoptan, ademas, formas peculiares. Por otra parte, el negativismo 1R1i<.'tt no se manifiesta en todas las siruaciones vitales. La manifestacion violenta de tales ~tomas se debe, en medida muy consietefaDfe, a fallos en el planreamienro peda- gogico. Zagorovski considera que se conoce malla pedagogia del adolescente, que no esta suficienremente elaborada una determinada ractica para influir sobre el ado- lescenre negativista. Sin embargo, todos los investigadores opinan que la fase ne- gativa del adolescenre normal no es tan larga, que puede adoptar diversas formas de comportamiento, es decir, estar supedirada a distinras influencias y este hecho habla en favor del optimismo pedagogico.
  • 19. A nuestro juicio, la mayoria de los investigadores al senalar correctamente los sfntomas que caracterizan el inicio de la maduracion sexual cuando describen la fase negativa, ~iJ~p!jflc,!n extlS-llla.da.!J1>:n ~ eI_er9-ble~ debido a 10 cual surge un panorama contradiccorio de las diversas fornus en que se manifiesta el perfodo negativo en distintas condiciones del medio social y educativo. . ,,' .,' , ),1' J o sea, fenomenos que resulta enormemente diffcil de dominar. Sin embargo, en realidad, el periodo crftico, pese a codas sus dificultades y complejidad, no se dis- tingue por el dramatismo que Ie adjudican habitualmente en la vieja paidologfa; no se rrata de nada homogeneo, ya que en la vida real se producen en dicha etapa tres tipos de procesos y es preciso comar en cuenta oportuna y globalmente cada uno de ellos en su relacion con codos los demas cuando se elaboran los metod os educativos. Segun Zalkind, los tres tipos de procesos que configuran el perfodo crftico en' eI desarrollo del adolescente son los siguientes: 1) crecientes procesos estabilizado- res que aseguran los avances anteriores del organismo, haciendolos mas funda- mentales y firmes; 2) procesos realmente crfticos y totalmente nuevos donde los cambios se producen con gran rapidez y violencia, y 3) procesos que van configu- rando los incipientes elementos del adulto y son la base para la actividad creadora ulterior del ser humano en el proceso de su crecimiento. Para Zalkind, la hetero- geneidad interna y la unidad del perfodo crftico se expresan en la siguiente for- mula: es una etd;pa:que pone fin a la infancia, la consolida, crea algo completa- mente nuevo y lleva en sf elementos de mad!;Lracion en el verdadero sentido de la palabra. Creemos que si se toma en consideracion la heterogeneidad de la fase crftica juntamente con la transformacion de las atracciones en intereses, es decir, la for- macion cultural de las atracciones, obtendremos una vision correcta del problema de la fase negativa. Los intereses del adolescente son el factor principal y determinante de la es- tructura y la dinamica de cad a fase. En Ja edad de transicion, dice Zalkind, se complica enormemente el proble- ma de los intereses. Es del todo evidente que si no se crea en los adolescentes orientaciones claras hacia determinadas impresiones que provocan su interes, no podremos influir, des de el punto de vista pedagogico, sobre los principales valores biologicos existentes en la edad de transicion. Zalkind insiste en que el problema de la educacion y de la ensenanza en la edad de transicion es un problema de la correcta formacion de intereses®~~~~nantes de acuerdo con la edad. Es imposible, senala con acierto Zagorovski, limitar el analisis de esta fase tan solo alas formas biologicas. Creemos, sin embargo, que tampoco el abarca, en su objecion, toda la cuestion en su conjunto. Tambien el adjudica al medio, en el desarrollo de los intereses del adolescente, unicamente el papel de factor, capaz de frenar, moderar y dar diferentes formas alas manifestaciones externas, pero no de .cJ~ ni f.Qu:p;t~I}~~ del adolescente. No debemos olvidar que el rasgo principal de ese perfodo consiste en que la maduracion sexual es al mismo tiempo la etapa de ~a~~~e~~}~~. A medida que aparecen las nue- vas atracciones, que constituyen fa base biologica para la reestructuracion de todo el sistema de intereses, los intereses se reestructuran y se forman ds:~cLe2!!iba, a par.~~_1e la (p~~!1al1£id)en su proceso de maduracion y de la~~R~2.!Ldel mundo )del adolescente. Los cientfficos biologistas suelen olvidar con gran frecuencia que eI adoles- cente no es tan solo un ser biologico, natural, sino tambien historico, social. Pier- den asimismo de vista que a la par de la maduracion social y eI arraigo del adoles- cente en la vida social sus intereses no se vierten mednicamente, como un Iiquido en un recipiente vado, en las formas biologicas de sus atracciones, sino que por sf mismos, en el proceso del desarrollo interno y de la reestructuracion de la personalidad, reconstruyen las propias formas de atracciones, e1evandolas a un peldafio superior y transformandolas en intereses humanos, por sf mismos se con- vierten en momentos internos integrantes de la personalidad. Las ideas que rodean al adolescente y se encuentran fuera de eI al comienzo de su maduracion pasan a ser su patrimonio interior, una parte inseparable de su personalidad. La segunda enmienda que debe introducirse en la teorfa sobre la fase negativa consiste en que tanto desde el punto de vista biologico, como sociopsicologico es igualmente erroneo presentar el perfodo de la fase negativa como una etapa ho- mogenea, suponer que toda la melodfa de la etapa crftica esta compuesta por una sola nota. De hecho, los procesos del desarrollo en general y el proceso dado, en particular, se distinguen por una configuracion mucho mas compleja, por una es- tructura mucho mas delicada. A. B. Zalkind25 senala el profundo error pedagogico que da origen a una serie de absurdos en las tecnicas del enfoque educativo del perfodo crftico. EI error se debe principalmente a que la etapa crftica se describe como algo homogeneo, en la cual como si solo existiesen procesos de excitacion, fermentacion y explosiones En relacion con esto la teorfa de Thorndike sobre el significado pedagogico de los intereses adquiere extraordinaria importancia teorica y practica. Defiende en 10 fundamental tres ideas, cada una de las cuales, por separado y conjunta- mente, adquiere un valor primordial para el problema de los intereses en la edad de rransicion. 0'''' De acuerdo con la primera idea la educacion se relaciona con el interes en :) dos sentidos. EI objetivo de la educacion consiste en formar determinados intere- ses positivos y eliminar los indeseables, ya que la educacion de hecho, j~l:r,as. RUt;- de formal' de antemano tadas las peculiaridades futuras de la conducta humana; "/",1"''''''-'-' ""' /......... - ..r_ r .-- ,_. ...- .••.••..••. _
  • 20. configura y crea unicamence los incereses fundamencales que mueven, dirigen al ser humano en su vida sucesiva. Por tanto, vemos hasta que punco es erroneo, desde el angulo psicologico, el incento de reducir el proceso educativo a la simple elaboracion de nuevos reflejos condicionados, relegando al olvido el desarrollo y ~~ la ~duc~ d<0~~~~. La cr~acion de h~bi~os, de mecanismos de comportamienco tan solo, sin la cultura de mtereses sera Slempre una educacion formal incapaz de oriencar debidamence la conducta. La educacion de los intereses adquiere primordial importancia si se compa- ra con la educacion de los habitos, sobre todo en la edad de eransicion, en el perfodo de maduracion, cuando las orientaciones fundamencales de la vida fu- tura se determinan en un grado mucho mayor por la formacion de los incereses que por el desarrollo final de los habitos. Ademas, los jDterese£ en_~LJ~}jlgso ~~r;.J/'~:.; educativo desempenan el p~p_~lg,e_Il.KdiQS, ya que _sobre ~1~9.s_se basa toda i~i- .~-~~~:~~acion a la actividad, a la adquisicion de ha~s L CQl1Qcim.ientos. Thorndike , .').." -_._--- .,- ---~-- /<.. :..( .. ~confiere gran importancia a dic a diferenciacion, ya que los principales errores pedagogicos, respecco a los intereses, se deb en al hecho de confundir los medios y los objetivos. ·A La segunda idea de Thorndike consiste en que el, interes como fue.r~a m~triz -' que pone en marcha el mecanismo de la conducta esta presente y condlclOna me- vitablemence -10 queramos 0 no- el desarrollo de codo proceso psicologico. Todo erabajo -dice Thorndike- presupone interes. Es imposible realizar cual- quier trabaJ'o ffsico 0 inteleceual sin inceres, hasta el menos inceresance se realiza, ~~l' p.ese a ello, ~~~ p~~~ c~'. man.teners.e en a ~OSI- Clan conqUlstada en la clase 0 bIen para conservar 1a propla estlma; slempre tlene que haber un inceres. El problema del inceres en la ensenanza no radica en que los ninos tengan 0 no interes por el estudio, si no 10 tienen, jamas estudiaran. EI problema es saber como sera ese inceres, de donde procede. Y, finalmence, la tercera idea de Thorndike -sin la cual resulta imposible comprender correctamence los incereses en la edad de transicion- es que tanco en relacion con todos los instincos y habitos, como en relacion con los incereses E9 ~ se ,uede 'co~s,iderar a la naeuraleza ~na cond~ccora fia~le,hacia los ideales .." :;,. .'>k<t«l_ de a educaClOn. Por ello, podemos y debemos modlficar los mtereses, encauzar- ,.I,. c·n-,~<."" los, permutarlos de una esfera a oera, educar y formar incereses nuevos. .•.. c:tIM'3O" .•. do en su conjunco. Para ello es imprescindible recordar que ademas de las dos fases mencionadas por casi codos los aucores, la fase de la negacion y la de afirma- cion, hay otra mas, la tercera, aunque seria mas correcco denominarla como la primera, la preparatoria. Hemos citado anteriormence la opinion de A. Beedle26 sobre la triple c1asificacion biologica de la etapa de maduracion sexual. No hay ningun motivo para renunciar a tal clasificacion desde el punto de vista psicologi- co, tanco mas que en el desarrollo de los incereses distinguimos con toda claridad una fase mas, la fase preparacoria que considerada biologicamence se caracteriza por una actividad reforzada de la hipofisis y la glandula tiroides que influyen en el crecimienco de las glandulas sexuales, preparando asi la maduracion sexual. Existe, por tanco, un periodo latence de maduracion sexual cuando en el sistema interno, mas profundo, del organismo se va preparando la maduracion sexual que no abarca codavia los restances sistemas. Zalkind califica este perfodo latence de maduracion sexual como etapa de consolidacion previa, ya que en ella se van pre- parando, por una Pflrte, los elemencos de la crisis fucura y, por otra, se configuran y culminan los proc;esos del desarrollo infancil. Es un perfodo latence de maduracion sekual relativamence eranquilo, que se produce en las profundidades del organismo y por parte de los incereses se carac- teriza por la ausencia de tendencias claramence dominances, especialmence de in- tereses manifiestos. 2Como se explica la irrelevancia, por decirlo as!, de la fase preparacoria? En 10 fundamencal, por cierta falta de excitacion general. La fase la- t~te viene a ser eI prologo de un desarrollo ulterior, un prologo que conciene en forma embrional, no desarrollada ni fraccionada los eres perfodos basicos que condicionan dicha edad: el fin de la infancia, la crisis y la maduracion. Los incere- ses del segundo perfodo de la edad de transicion se distinguen por formas mas peculiares, por un desarrollo mas amplio. Adquiere en ese perfodo un significado especialla ley de permutacion de incereses, cuyo efecco puede explicar la razon de que los fenomenos violencos y concestatarios de la fase negativa sean reemplaza- dos en los adolescences por unas tendencias positivas en un encorno social bien organizado. ~kind opina que existen varios grupos (nucleos) de dominances funda- mentales 0 incereses de edad de cuya conjuncion se forma eI grupo de incereses de la segunda fase. Todas las dominantes pueden constituir un faccor morboso, pue- den ocasionar nerviosismo, dispersion de ideas, fatiga, ciertas manifestaciones de negativismo, pero si la excitacion se transfiere a las vias dominances, a los incere- ses principales, resultan ser una Fuente inapreciable para la oriencacion positiva del adolescence que convierte la fase negativa en un estadio de desarrollo, de crea- tividad sumamence valioso. AI primer grupo de incereses 0 dominances podemos llamarle como disposi- cion egocencrica 0 egodominance del adolescence. Esta dominance consiste en que la personalidad del adolescence en proceso de formacion es uno de los nucleos cencrales de sus incereses, eI punco de partida para abordar la segunda fase en su conjunco. Zalkind opina que no debemos perder de vista la peculiar orienca- cion del adolescence hacia el fueuro, hacia las amplias y vastas perspectivas que De las tesis enunciadas se hace evidence, tanco desde el punto de vista his- torico como practico, cual es la segunda fase en el desarrollo de los incereses en la edad de transicion: es la fase de la afirmacion, la fase positiva, la fase de los ~ incereses como la define Peters 0 bien, la fase de los incereses culturales segun rv-~ Tumlirz. Antes de analizar esa fase, debemos imaginarnos en forma muy breve y es- quematica eI proceso de desarrollo de los incereses en la edad de eransicion, toma-