2. Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth
College y en la Universidad de Harvard y todo
indica que fue en su juventud un voraz lector de
buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su
generación, descubrió el ordenador, el Internet,
los prodigios de la gran revolución informática
de nuestro tiempo; además, se hizo un
profesional y un experto en las nuevas
tecnologías de la comunicación sobre las que ha
escrito extensamente en prestigiosas
publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
3. Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y,
casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o
dos páginas de un libro. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo,
empiezo a pensar qué otra cosa hacer. La lectura profunda que
solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".
Los alumnos han perdido el hábito de leer para contentarse con un
mariposeo cognitivo. Preocupado, tomó una decisión radical. A
finales de 2007, él y su esposa se fueron a vivir a una cabaña de las
montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el
Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años,
escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula
“Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?”
(Taurus, 2011).
4. Por supuesto que existe una distorsión, porque la capacidad de análisis y
comprensión está más limitada, debemos manifestar para ello que analizar un
libro extenso con un lenguaje complicado, conlleva un mayor esfuerzo y por lo
consiguiente una mayor exigencia a la capacidad de la persona, en cambio en
internet hay diferentes páginas y ventanas de información que da la facilidad al
usuario de escoger la más adecuada y conveniente para uno, evitando una mayor
capacidad de análisis del usuario y tan solo se reduce a una lectura rápida.
El lector atado a la información que recibe de internet, se siente más cómodo y
seguro por los beneficios que le brinda la red, que ocupa gran parte de su tiempo,
generando una distorsión en la capacidad de análisis, por las pocas horas de
lectura que le puede llegar a dar a los libros de información.
En conclusión, un lector amante de la lectura tiene una mayor capacidad de
análisis de la información, en cambio un cibernauta tiene una capacidad reducida
de análisis porque el internet le otorga facilidades para conocer una determinada
información, que es reducida, sucinta y creada por otros autores.
5. El internet Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de
nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta,
se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y
de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este
sistema hace por él y, a veces, mejor que él.
Esta distorsión se produce desde el momento que nos
convertimos en esclavos de esta herramienta tecnológica,
reemplazando la “inteligencia humana” por la “inteligencia
artificial”, además el autor nos manifiesta que no es
responsabilidad de la nueva generación su incapacidad de poder
leer extensos libros u obras, sino ha sido la costumbre y el pasar
del tiempo que han hecho posible que esta nueva generación se
vean atrapados por esta nueva herramienta que día a día sigue
evolucionando, nos manifiesta el autor.