1. ‘Hipotecas basura, subprime. Bonos, securitización’. Manuel Herranz Montero Página 1
Subprime Lending Crisis.2Matthew Long, Program Co-Chair. Bates White, LLC
HIPOTECAS BASURA, SUBPRIME.
BONOS, SECURITIZACIÓN.
Manuel Herranz Montero. 2013
El sistema financiero estadounidense no es igual al español aunque algunas
cosas sean similares, -tienen banca hipotecaria semipública, hoy totalmente
nacionalizada- el proceso de la burbuja inmobiliaria no es tan diferente en su
concepción, gestación, financiación y explosión, ahora bien si quieren
aproximarse al sector financiero específicamente, multipliquen por un número
alto los ejemplos que conozcan de España. El español está más estructurado,
reglamentado, resulta muy difícil entrar a competir individualmente, en EEUU
la banca está ligeramente regulada, y exige reservas contra los riesgos… pero
fuera de ella no hay casi regulación, por lo que se fomentan las instituciones en
la sombra, con intermediarios financieros a todos los niveles que puedan
imaginar.
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En el terreno hipotecario es común la existencia de una red de prestamistas,
individuos o empresas pequeñas que conceden préstamos hipotecarios, aquí hay
una pequeñísima red de particulares. Imagine la red de agencias inmobiliarias
como si fueran prestadores y vendedores, lo cual hacen algunos, y multiplique
por 1.000. Una red de analistas de grupos de población, zonal, usa estadísticas
históricas que miden el riesgo de impago de los préstamos calificando a los
deudores, prestatarios, están los originadores de préstamos, prestadores o
prestamistas, las gestorías administrativas, los intermediarios entre el
comprador de vivienda y los prestadores de dinero que puede venir de cualquier
parte, incluso de un banco.
En los 90, miles de ‘originadores autónomos y pequeñas empresas’ empezaron a
organizar el producto en una primera oleada de hipotecas basura,
posteriormente fueron creciendo y en la segunda oleada a partir de 2003
entraron los grandes bancos, el mercado de bonos hipotecarios movía billones
de dólares. Estas pequeñas empresas se especializaron en clientes de rentas
bajas, o no rentas -percentil inferior a 40, que en la segunda oleada de subprime
en los 2000 bajarían de 30-y comenzaron a crecer. El negocio funciona con
jugosas comisiones en cada escalón, cuanto mayor número de préstamos se
firman, más dinero se pega en las manos de tanto intermediario. Ampliar el
negocio necesitaba resolver dos problemas, 1) la dificultad de encontrar dinero
que se toma a corto para prestar a largo en hipotecas, 2) en un momento dado, a
las pequeñas entidades no les caben más préstamos en sus tripas. La solución se
encuentra titulizando, creando títulos, bonos ad hoc que se venden
masivamente en mercados de todo tipo, regulados y no regulados, teléfono a
teléfono, en los cuales los precios no sabemos qué son.
Los bancos de Wall Street tienen secciones especializadas en bonos, encargadas
de buscar negocios de cualquier tipo imaginable y convertirlos en títulos
susceptibles de ser vendidos a los ahorradores, a los mercados, sedientos de
meter dinero en papelitos con alguna rentabilidad. El mercado de bonos -
hipotecarios, corporativos, de activos, soberanos…- es un gigante inmenso,
superior al enorme mercado de deuda, -éste sí negociado en pantallas,
representa la mitad del total de bonos, negocia diariamente 600 millones $- a su
lado la bolsa de acciones de NY parece diminuta, que a su vez es gigantesca en
relación con todas las bolsas mundiales. El mercado de bonos hipotecarios son
muchos billones de dólares con poca regulación, lo cual explica por qué van a
ese entorno los nuevos instrumentos financieros CDS y CDO.
El aspecto esencial del problema es la creciente desigualdad. Desde los setenta,
los salarios de los trabajadores no crecen, por lo que la única forma de mantener
el estilo de vida americano se hizo soportada en créditos. La desigualdad era
combatida con créditos a corto plazo para todo lo que imaginen, consumo,
coches, estudios, médicos,… la tarjeta de crédito se convirtió en el salvoconducto
para vivir, pagando altos tipos de interés, superiores a los intereses hipotecarios,
que también podían alargar plazos. La idea de concentrar todos los créditos en
un préstamo hipotecario, triunfó, con garantía de la vivienda, intereses menores
y mayores plazos, las cuotas se reducían -algo parecido sucedió en España-.
Inicialmente la base teórica que apoya las hipotecas, es la garantía del
patrimonio inmovilizado de las viviendas. Posteriormente las mortgage se
convierten en materia prima para obtener jugosos beneficios a partir de los
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derivados, apoyándose en las necesidades de consumo de los pobres, que eran
los integrantes NINJA de las hipotecas basura, sin ingresos, sin trabajo, sin
activos. Los prestadores necesitan mover el negocio para aumentar las
comisiones, su fuente de beneficios, por lo que venden hipotecas a grandes
bancos que se las demandan para pasarlas a sus departamentos de bonos, allí
titulizan el producto y lo venden al público en el mercado de bonos. La
rentabilidad del bonista dependía de la calidad crediticia que soportaban los
préstamos en los que estaba basado el bono, y que repercutía en la calificación
de las agencias de rating, a mayor (A), menor renta, si quería alta rentabilidad
compraba títulos de menor calidad (B), con mayor posibilidad de impagos. La
calidad crediticia personal la tiene asignada cada individuo por su historia de
consumidor y determina la facilidad y condiciones de concesión de crédito,
incluido el tipo de interés que pagará –similar en España el tratamiento de
mejor cliente- . La primera oleada de desastres se produjo con la crisis rusa del
98, que provocó la quiebra del gigante LTCM que arrastró miles de empresas e
individuos y destrozó aquella primera etapa de hipotecas basura de los 90.
En España el problema de la financiación antes se intentaba resolver con las
cédulas hipotecarias, títulos que comprometían el pago de una renta contra la
garantía de las hipotecas, que aquí eran más seguras que las americanas.
Posteriormente a finales de siglo, comenzó la titulización; carteras de miles de
préstamos eran vendidas a otra entidad, inicialmente vinculada al banco, pero
autónoma. Dichos préstamos se convertían en bonos que eran vendidos en los
mercados, con la particularidad diferenciadora respecto a las cédulas de que
ahora los riesgos salían del balance del banco, el cual ingresaba dinero para
poder prestar otra vez, además de cobrar comisiones por la administración de
los préstamos.
Veamos un ejemplo de titulización española: Se realiza un agrupamiento de
miles de préstamos, en principio pueden ser de similares características, se
chequean por una auditoría externa, que comprueba sus datos, titularidad, tipos
de interés, garantías, inscripción, etc. etc. y se crea un grupo de préstamos, que
se venden a otra entidad que constituye un Fondo de Titulización Hipotecaria,
llamado Pepito Pérez. El fondo crea unos bonos respaldados por esos miles de
préstamos, por los que se compromete a pagar a los compradores de los mismos
una renta, -inversores, o ahorradores-, lo cual hace identificando el producto
que vende; en nuestro ejemplo identifica como serie A que contiene un monto
de 170.000 millones de pesetas, referenciado al tipo de interés del
Libor6meses+0.20. Las condiciones de los títulos que venden se detallan
totalmente, en definitiva serán todas las condiciones del préstamo firmado,
fechas, garantías, tipos de interés y referencia, principal y de demora,
diferencial, sistema de amortización, plazo, moneda, capital, etc.
Lo normal es asegurar contingencias y utilizar el dinero recibido por la venta de
títulos, asegurando retornos diferentes a los cumplimientos de cuota de los
préstamos hipotecarios, que garanticen la obligación periódica de pago, y los
beneficios; aquí entran los derivados, se realizan contratos de reinversión con
tipos de interés garantizados, préstamos subordinados, entre el fondo
comprador y el banco vendedor, entran en funcionamiento los swap –permutas
de flujos dinerarios- entre ambas entidades, contratos de aseguramiento entre el
Fondo y otra entidad para colocar la emisión de títulos en el mercado que
garantice su venta, amén de inscribir y comunicar a los reguladores nacionales e
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internacionales. El Fondo lo administra y gestiona una entidad autónoma, esté o
no vinculada a la inicialmente propietaria de los préstamos, cuyos titulares, los
prestatarios, deudores, que firmaron los préstamos, generalmente no conocen
la operación, ni les afecta, ya que las condiciones pactadas en escritura pública
inscrita en el Registro de la Propiedad siguen vigentes. Solo ha cambiado el
dueño del préstamo. Se ha producido una venta de deudas y se han creado
nuevos instrumentos financieros a través de una industria que alimentan al
sistema global, generando comisiones, flexibilizando el uso del dinero,
moviéndole.
Volvamos a EEUU, multipliquen las referencias españolas por un número
alto y se acercarán a los mercados estadounidenses en donde la muy superior
competencia y menores controles impulsan que todo se venda y revenda, por
múltiples intermediarios que se desentienden de la administración del crédito y
del riesgo, los unos porque ya han cobrado las comisiones, que es su negocio, los
otros porque al poner el dinero para prestar lo recuperan con las ventas de
bonos. Y ¿a los bonistas quien les asegura el cobro de su renta, o la posibilidad
de revender y obtener liquidez? Comprenderán las enormes pérdidas, y
beneficios, que se obtienen con tanto trapicheo en los MBS, títulos hipotecarios.
Tras la quiebra de LTCM en 1998, durante unos meses pareció liquidarse el
asunto subprime. Pronto se olvidó; el problema de fondo seguía, la creciente
desigualdad entre ricos y pobres marginaba a grandes sectores de población que
amenazaban con generar problemas mayores. Así el negocio de las hipotecas
basura recomenzó en los 2000, el crédito era el único recurso para socializar a
grupos de población con un mínimo nivel de vida. Y además se fue convirtiendo
rápidamente en extraordinario negocio para grandes entidades que compraban
pequeñas y medianas empresas especializadas anteriormente, y como todo en
EEUU, creció y se concentró. Si en el 2000 de 130.000 millones de dólares en
hipotecas basura se vendieron 55.000 millones como bonos, en 2005 hubo
625.000 millones $ de los cuales se titulizaron 507.000 millones, mover esos
volúmenes solo era posible por grandes instituciones financieras. Habíamos
entrado en el boom de los derivados y de los mercados. Buen Libro de apoyo:
‘La gran apuesta’, Debate. Michael Lewis hace una gran narración de los
mercados, como años atrás hizo en ‘El póquer del mentiroso’.
Históricamente no había tradición de concesión de préstamos a las capas bajas
de población, sin recursos, sin trabajo, sin patrimonio… no existían datos sobre
su capacidad de impago, era conocida de antemano y no entraban en los análisis
porque no entraban en el mercado, así que los datos utilizados para las
concesiones recientes, no existían, -la utilización de dichos datos allí es un
soporte importantísimo- por tanto los nuevos prestatarios no estaban sujetos a
iguales criterios que antaño, y la medición de riesgos por la historia crediticia,
simplemente desapareció. A nadie le importó, porque las casas, que eran la
garantía, subían de precio, y las hipotecas basura para el negocio, tuvieron
importancia en cuanto materia prima, el subyacente para los derivados, tras los
que se desvanecían los riesgos. Pero los cambios en la base se iban produciendo.
Los tipos de interés pasaron de fijos a variables. En la primera etapa de los
noventa 2/3 de los préstamos tenían interés fijo, lo cual hacía que los pagos de
las cuotas fueran determinadas y conocidas, pero en 2005, 2/3 de préstamos
habían pasado a ser de tipo variable, por tanto con un futuro incierto. Si en
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aquel momento los tipos estaban bajos, la sensación de capacidad de pago
animaba, pero en cuanto los tipos subieran, los impagos empezarían. Ítem más,
en la concesión de hipotecas se utilizaban los primeros años de carencia, 2+28 o
3+27, los 2 o 3 primeros sin amortización, sin devolver capital, por lo que los
pagos inicialmente eran muy inferiores a los posteriores, otros tenían tipos de
interés de salida menores para enchanchar, –para facilitar la compra se hacía
también en España, aunque en EEU las diferentes modalidades de tipos eran
más numerosas que las españolas- Los impagos avanzarían implacables
aumentando la mora que hasta entonces a nadie importaba, en cuanto pasaran
los primeros años de carencia, en cuanto los tipos de interés subieran, o en
cuanto los precios de las viviendas se estancaran.
Los precios no necesitaban bajar, solo frenar su subida para provocar la
estampida ya que montones de préstamos se ofrecían en base a la subida de
valor trimestral de la garantía, en la mayoría de los casos para poder pagar la
hipoteca. En otras ocasiones se ampliaban préstamos para comprar otra casa,
que a los pocos meses subía de precio, se refinanciaba ampliando la hipoteca
que se destinaba a comprar otra casa, que subía a los pocos meses, que se daba
otra hipoteca, que… esto se hacía a trabajadores inmigrantes con salarios de
14.000 dólares anules y para casas valoradas en 500.000 dólares, de tal manera
que se podían juntar con 3 o 4 préstamos, imposibles de pagar sin la
refinanciación continuada soportada en el aire de hipotéticas subidas de valor
del mercado inmobiliario, que no bajaba nunca.
Había mayores dificultades todavía; en uno de los grupos de préstamos
subprime llamados (ARM) con tipos de interés ajustables, creado para los que
no podían pagar, los tipos de interés posteriores al de salida, eran fijados por el
prestador o prestamista ¡a discreción! en función de la incapacidad del
prestatario o deudor. Se firmaba en contrato, aunque como el tipo de salida era
menor, y todo era una fiesta, nadie prestaba atención al problema que podría
existir años después, a pesar de todo hubo decenas de miles de denuncias. Los
tomadores de hipotecas podían ser trabajadores inmigrantes, buscados
específicamente para ello, con salarios de 1.000 dólares mensuales, e incluso sin
salario; en muchos casos la documentación justificativa de los préstamos no era
exigida, -tipificado como No-Doc, Low-Doc-, se obviaba la demostración de
ingresos, en otros se maquillaba la cualificación crediticia, si un individuo no
tenía impago era considerado buen cliente, lo cual podría ocurrir por no tener
créditos dada su incapacidad y no por buen pagador… La lista de tropelías fue
enorme, poco importaba, ya que las agencias de rating calificaban con triple A
los paquetes de hipotecas basura triple B, que les eran solicitados por los
grandes bancos que necesitaban un producto con gran demanda. Y los bancos
eran quienes pagaban a las agencias.
En 1999 entra en escena una sección de AIG (AIG FP) y comienza a vender
seguros contra impagos, en el formato de las recientes permutas de impago
crediticias, CDS, tal como si fueran seguros a largo plazo, a precios
irrisoriamente bajos en las primas que cobraba, lo cual le reporta beneficios al
principio. En aquellos años identificaban los créditos que aseguraban como
comerciales. En 2004/5 la oleada de créditos al consumo se junta con el crédito
vivienda y todo se convierte en hipotecas basura, que AIG sigue tratando con
iguales criterios de riesgos, ¿por qué? Las hipotecas basura habían pasado de
representar un 2% del total asegurado de créditos a ser un 95% en el 2005. Todo
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daba igual, y la mayoría del mercado pensaba que aquella fiesta hipotecaria
nunca explotaría; pero, una minoría sí lo creía y compran varios miles de
millones $ de CDS, no como seguros de los bonos hipotecarios a largo, lo hacen
como apuesta contra el mercado a corto, y sin necesidad de tener bonos, el
producto asegurado. Aquello era un casino y apostaban con los nuevos
instrumentos. Libro de apoyo –‘El casino que nos gobierna’ Juan Hdez.
Vigueras, Clave Intelectual-
En el 2006 frena la subida de precios del mercado inmobiliario y empiezan los
impagos. El problema de la crisis global subsiguiente no fue debido a la
explosión del negocio subprime, que actuó como detonante, -las hipotecas
basura podían representar un 15% del total hipotecario- el impago de hipotecas
pudo afectar inicialmente a unas cuantas decenas de miles de millones,
asimilables por el sistema sin grandes sobresaltos sistémicos. Pero,
naturalmente AIG no tenía cubierto los riesgos de sus CDS, no habían previsto
la posibilidad, y quebró y así otros bancos que no pudieron soltar todas las
hipotecas basura de sus tripas, ni cubrieron riesgos. La causa de la devastadora
fuerza de la explosión fue el tamaño de los mercados financieros y su
interpenetración global, aquellos CDO estaban por todas partes y nadie sabía lo
que tenían dentro ni cuánto valían. Los impagos continuaron y fueron abriendo
agujeros inundando todo el sistema, incluida la City y los bancos alemanes,
convirtiéndose en cientos de miles de millones a través de montañas de
derivados que se habían extendido por bancos y aseguradoras, los cuales
rompieron la cadena de confianza en otros bancos, nadie sabía cuánta basura
tendrían en sus tripas, así los bancos con dinero lo guardaron bajo llave por si lo
necesitaban para apuntalar su solvencia.
Las quiebras fueron cayendo como fichas de dominó y la pérdida de valor de
activos financieros fue gigantesca. La burbuja inmobiliaria reventó y provocó
una gran caída de valor de activos reales. El crédito desapareció del escenario
bancario y empresarial y la economía real se desplomó. Paro, y recesión; y
ayudas públicas. Y pasó a ocupar titulares el problema de la deuda.
http://blog.yardeni.com/2011/03/equity-bond-funds.html
7. ‘Hipotecas basura, subprime. Bonos, securitización’. Manuel Herranz Montero Página 7
http://droblopuntocom.blogspot.com.es/2013/02/evolucion-historica-del-
precio-de-la.html
El cuadro tomado de BBVA muestra el fuerte crecimiento de los préstamos
hipotecarios.
http://www.actibva.com/magazine/estudios-bbva/prestamos-bancarios-y-
la-postura-restrictiva-la-crisis-del-credito
8. ‘Hipotecas basura, subprime. Bonos, securitización’. Manuel Herranz Montero Página 8
Informe mensual 2007-12. ‘La Caixa’. Crecimiento de tipos cuando empiezan a
crecer las subprime, al nacer el siglo. En todo caso representan un 15% del
total de hipotecas.
Manuel Herranz Montero. Publicado en 2013 dentro de
‘El poder de los mercados. Y los españoles’.