1. Filosofía y habilidad intelectual
Ante la posible situación de la enseñanza de la filosofía en el futuro
próximo en la enseñanza media es necesaria la insistencia en su valor
como materia instrumental fundamental, desde los aspectos formativos
presentes en el curriculum académico. La capacidad de pensar las
cosas, organizar las ideas, saber argumentar y escribir coherentemente
son habilidades cognitivas que se potencian muy considerablemente
con el saber filosófico. También la capacidad de entender aumenta
extraordinariamente con el cultivo de la reflexión filosófica, y la
lectura y análisis de textos filosóficos. Es cierto que existen grandes
filósofos que por su jerga parecen muy oscuros y herméticos, y otros
que no lo son tanto. En cualquier caso, la actividad filosófica se
fundamenta en el uso del lenguaje, y esto facilita el desarrollo de una
habilidad verbal y escrita muy útil para cualquier persona en todos
los ámbitos de su vida, y también en el trabajo.
Evidentemente, la función contemplativa y especulativa de la filosofía,
también es esencial, ya que incluso Pitágoras pensaba que para lograr
que las cosas funcionen bien es preciso haber observado cómo
funcionan de hecho. Lo que posee unas implicaciones políticas
indudables. La necesidad de comprender y ejercer la capacidad crítica
es una de las tareas básicas de la filosofía. Ya que lo se denomina, a
veces, el punto de vista filosófico, no son, únicamente, las simples
especulaciones abstractas, sino aplicar a cualquier cuestión el examen
crítico de las razones y argumentos utilizados. Además, como indica
Sánchez Bennasar: «En el mundo laboral, las empresas prefieren
emplear a alguien con un pasado filosófico, porque resulta que tales
personas son gente que saben pensar, entender, organizar ideas y
escribirlas».
El entendimiento y la capacidad de pensar se pueden aumentar y
perfeccionar por medio de la filosofía. Por tanto, en un mundo
globalizado, cada vez más complejo el valor de las habilidades
cognoscitivas es cada vez mayor. En nuestra sociedad del conocimiento
los cambios son cada vez más rápidos, y esto requiere una mayor
organización y eficiencia en la realización de las tareas y actividades
de todo tipo. Ante el reto de una sociedad sometida a cambios sociales
continuos y constantes la capacidad de adaptación y de reaprendizaje
es crucial. La flexibilidad cognitiva que aporta el conocimiento
filosófico es, precisamente, otra de las razones para que esté presente
plenamente en la enseñanza. Además, la curiosidad por la totalidad de
los asuntos humanos, mundanos y científicos es otra de las ventajas de
la actitud filosófica.Aunque, esta búsqueda del conocimiento entendido
en toda su amplitud debe ser orientada con adecuadas y sistemáticas
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2. técnicas, y procedimientos de investigación. En esta labor también la
filosofía tiene mucho que decir.
El diálogo es una de las expresiones fundamentales de la filosofía. Si
bien, se observa que en muchas ocasiones no se dialoga correcta y
coherentemente porque cada argumento debe ser analizado, y deben
eliminarse ambigüedades y falacias. Además es indispensable la clara
separación de premisas y conclusión. La lógica como parte clave del
saber filosófico es otra habilidad esencial en el desarrollo de formas de
pensamiento racional, y no contradictorio. La lectura de libros de
filosofía y el estudio y discusión crítica de los grandes pensadores en
Historia de la Filosofía, y también la introducción al saber filosófico y
la Ética constituyen una profunda y rica base de conocimientos y
destrezas que son insustituibles en la formación de los adolescentes, y
de cualquier persona. La riqueza del mundo cultural transmitida a
través de la enseñanza no puede prescindir de la filosofía, ya que sería
una barbaridad. Ya que el comprender y la convivencia se sustentan
en la reflexión, y en la racionalidad y justicia. Como señala Rivera de
Rosales: «Lo justo establece por tanto el criterio de cómo deben ser las
acciones y relaciones humanas en relación con su ser libre y necesitado.
No tiene un carácter fáctico sino ideal, y no puede ser objeto de
ciencias sino de una reflexión que desde Grecia se llama filosofía, la
haga quien la haga».
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