Seminario Filosofico Teologico de la Economia - Trabajo Final -
UNIVERSIDAD CATOLICA ARGENTINA - “SANTA MARIA DE LOS BUENOS AIRES” - FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS - DOCTORADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS
Tema 1 Introducción a la Administración Financiera
Ing Jose Stella - EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO ECONOMICO DEL DESARROLLO SOSTENIBLE Y LOS APORTES DE LA ENCÍCLICA CARITAS IN VERITATE
1. SEMINARIO
FILOSOFICO
TEOLOGICO DEL
PENSAMIENTO
ECONOMICO
EVOLUCIÓN DEL
PENSAMIENTO ECONOMIC O
DEL DESARROLLO
SOSTENIBLE Y LOS APORTES
DE LA ENCÍCLICA CARI TAS
IN VERITATE
U N I V E R S I D A D C A T O L I C A A R G E N T I N A
“ S A N T A M A R I A D E L O S B U E N O S A I R E S ”
F A C U L T A D D E C I E N C I A S E C O N Ó M I C A S
D O C T O R A D O E N A D M I N I S T R A C I Ó N D E E M P R E S A S
D O C T O R A N D O : J O S É S T E L L A
P R O F E S O R : D R . C A R L O S H O E V E L
A Ñ O 2 0 1 4
2. Doctorando José Stella – Profesor Dr. Carlos Hoevel - 20142
EVOLUCION DEL
PENSAMIENTO ECONOMIC O
DEL DESARROLLO
SOSTENIBLE Y LOS APORTES
DE LA ENCÍCLICA CARI TAS
IN VERITATE
…Sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir
objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador. El compartir los bienes
y recursos, de lo que proviene el auténtico desarrollo, no se asegura sólo con el progreso
técnico y con meras relaciones de conveniencia, sino con la fuerza del amor que vence al mal
con el bien y abre la conciencia del ser humano a relaciones recíprocas de libertad y de
responsabilidad…
Carta Encíclica Caritas in Veritate del Sumo Pontífice Benedicto XVI: 9
ABSTRACT
El enfoque del desarrollo humano surge a finales de la década de 1980 en el seno de las Naciones
Unidas, bajo el influjo del pensamiento y los trabajos de los economistas Amartya Sen
(galardonado en 1998 con el Premio Nobel de Economía) y Mahbub ul Haq. Este concepto se
institucionaliza a partir del año 1990 a través de los Informes sobre el Desarrollo Humano
elaborados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, considerando a ul Haq el
padre de los mismos.
Aquí nos planteamos las siguientes cuestiones que pensamos responder en el trabajo: ¿cómo
evolucionó el pensamiento económico en relación al desarrollo humano?, ¿qué puede aportar la Iglesia en esta línea
de pensamiento?.
A lo largo de su redacción, recorreremos, de manera sucinta, la evolución del pensamiento
económico en relación al desarrollo humano para finalmente desembocar en el desarrollo humano
integral descripto en la Encíclica Cáritas in Veritate que busca iluminar temas cruciales de nuestro
tiempo, como la globalización, las causas de la crisis financiera, el medio ambiente y el desarrollo
sustentable.
Este trabajo formará parte de la tesis de doctorado “Planificación Estratégicas de Políticas Energéticas
Sostenibles en Municipios de la provincia de Santa Fe. Un enfoque evaluativo‖, para la cual es sumamente
necesario conocer la evolución del pensamiento económico en relación al desarrollo sostenible
haciéndolo aún más amplio con el concepto de desarrollo humano integral.
3. 3
1. INTRODUCCION
Cuando todos vamos por lo seguro, creamos un mundo totalmente inseguro.
Dag Hammarskjold. Citado en Informe PNUD 2013.
El problema
Pese al enorme crecimiento económico alcanzado en las décadas posteriores a la Segunda Guerra, la satisfacción de
las necesidades mínimas de la gran mayoría de la población mundial ha continuado siendo insuficiente, desigual e
injusta. (Espinoza, Saavedra, 2009).
El mundo está recorrido por olas de cambio científico y tecnológico. Se suceden las rupturas epistemológicas y los
cambios paradigmáticos, en numerosas disciplinas. Crecen a diario nuevas áreas del conocimiento como la genética,
la microelectrónica, la informática, la robótica, la ciencia de los materiales, la biotecnología, las ciencias de las
comunicaciones y muchas otras. El stock tecnológico básico está siendo totalmente renovado, y la humanidad tiene
una excepcional capacidad para producir nuevos bienes y servicios. (Kliksberg, 2011).
Es posible ampliar fuertemente la esperanza de vida, tener cosechas fuera de estación, contar con
bibliotecas cuasi universales en internet, interconectar la computadora, el televisor y el teléfono,
fabricar autos eléctricos, y muchos otros desarrollos casi ni soñados poco tiempo atrás.
Sin embargo, los beneficios del progreso tecnológico están llegando sólo a una parte de la
población; grupos masivos están excluidos y luchando por asegurar las necesidades más básicas
de sus familias.
La convivencia de posibilidades inéditas de producción y sectores minoritarios en opulencia, y
riesgos severos de supervivencia de niños y madres, es un escándalo ético de grandes proporciones.
La paradoja de la pobreza en medio de la riqueza potencial tiene una de sus explicaciones
principales en el aumento sustancial de las desigualdades.
Esto forma parte de una extensa nómina de lo que Kliksberg llama escándalos éticos.
Por otro lado, la crisis económica actual (la del 2008) está costando al mundo trillones de dólares, millones de
trabajos perdidos, una gran pérdida de confianza en los mercados financieros, y una regresión en nuestros esfuerzos
para reducir la pobreza global. Es el resultado de la combinación de severas fallas. La falla ética corporativa es
una de ellas. Una que está en el epicentro de este terremoto financiero y económico. (Ángel Gurria, Secretario
General de la OCDE citado por Kliksberg, 2009).
En palabras de Mahhub ul Hap, el interés por el desarrollo humano parece estar pasando a ocupar un lugar
central en la década de los noventa. Durante mucho tiempo, la pregunta recurrente era: ¿cuánto está produciendo
un país? Con más frecuencia, la pregunta que se hace ahora es: ¿cómo le va a las personas? La razón principal
para este cambio es el creciente reconocimiento de que el objetivo real del desarrollo es ampliar las opciones de las
personas. (Mahhub ul Hap, 1995).
La iglesia no fue ajena a estas reflexiones económico-sociales y en la Encíclica Caritas in Veritate
el Papa Benedicto XVI afirma que la caridad es la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo
de cada persona y de toda la humanidad. Solo con la caridad, iluminada por la razón y por la fe, es posible
conseguir objetivos de desarrollo con un valor humano y humanizador.
¿Las distintas líneas de pensamiento económico aportaron o aportarán ideas para solucionar la distribución
equitativa de la riqueza, la reciprocidad, la felicidad de toda la sociedad en su conjunto?. Aquí nos planteamos
las siguientes cuestiones: ¿cómo evolucionó el pensamiento económico en relación al desarrollo humano?, ¿qué
puede aportar la Iglesia en esta línea de pensamiento?.
A lo largo de su redacción, recorreremos, de manera sucinta, la evolución del pensamiento
económico en relación al desarrollo humano para finalmente desembocar en el desarrollo humano
integral descripto en la Encíclica Cáritas in Veritate que busca iluminar temas cruciales de nuestro
tiempo, como la globalización, las causas de la crisis financiera, el medio ambiente y el desarrollo
sustentable.
4. Doctorando José Stella – Profesor Dr. Carlos Hoevel - 20144
2. RAICES DEL DESARROLLO HUMANO. LOS ORIGENES DE LA TEORIA DEL
CRECIMIENTO
El problema político de la humanidad consiste en combinar tres cosas:
eficiencia económica, justicia social y libertad individual.
John Maynard Keynes. Citado en Informe PNUD 2013.
Definir los conceptos de desarrollo y de desarrollo humano no es tarea sencilla, aquí analizaremos las
raíces teóricas de los mismos partiendo de entender qué es la economía del desarrollo
recorriendo las distintas escuelas de economía desde los mercantilistas hasta los autores pre
guerras mundiales.
Según Hidalgo, se suele considerar que la economía del desarrollo como subdisciplina científica no aparece hasta
después de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, la preocupación por el desarrollo, en sus distintas versiones
(riqueza, prosperidad material, progreso, crecimiento, etc...), y el intento por comprender cómo se produce para
poder alcanzarlo, no es patrimonio de los economistas de la segunda mitad del siglo XX; muy por el contrario, la
preocupación arranca bastante antes. (Hidalgo, 1996).
Por otra parte, las raíces teóricas del concepto de desarrollo humano se remontan a lo más selecto del pensamiento
clásico en la discusión filosófico—ética. El concepto (DH) revive ideas de libertad y la justicia que se presentan en
Aristóteles y Platón y en sus versiones posteriores en todas las épocas, y, en especial, las expuestas
paradigmáticamente en el siglo XVIII en las temáticas de la economía clásica y de la crítica a la razón práctica
(Espinoza, Saavedra, 2009).
Antes que la economía existiera como ciencia, ya se buscaba el crecimiento económico, entendido este
como el aumento de la riqueza. (Aguado, Barrutia, Etxebarria, 2009)
Sin embargo, habrá que esperar hasta el siglo XVII para encontrar una incipiente teoría del
desarrollo, ya que ni durante la Edad Media, ni durante el período de transición entre la época
medieval y la mercantil aparece en la literatura económica los elementos básicos de una teoría del
desarrollo; los primeros antecedentes de la economía del desarrollo surgen cuando de una forma
generalizada, las personas que se dedicaban a las actividades políticas y económicas comienzan a
plantearse el problema del desarrollo y a plasmarlo en sus escritos.
Son los mercantilistas italianos, españoles, franceses, alemanes e ingleses los genuinos pioneros del desarrollo, los
primeros en ocuparse de la riqueza de las naciones. (Hidalgo, 1996).
Posteriormente, los fisiócratas, cuestionando los planteos mercantilistas, aportan su propia visión
de cómo alcanzar la mayor riqueza de las naciones por medio de la agricultura frente a la visión
mercantilista del aumento de la riqueza por medio del comercio exterior.
En suma, tanto la escuela mercantilista como la fisiócrata estuvieron interesadas en la política de crecimiento pero
para los primeros era el intercambio en el comercio internacional el que generaba riqueza, mientras que para los
otros fue el laissez faire y su efecto sobre la agricultura, única actividad capaz de crear el Producto Neto.
(Aguado, Barrutia, Etxebarria, 2009).
Los clásicos (Adam Smith, Robert Malthus, David Ricardo) son considerados los precursores de
la economía del desarrollo porque la preocupación de estos era el progreso material y el atraso
económico quedando ello reflejado en sus escritos de mayor elaboración teórica que los
mercantilistas o los fisiócratas, de acuerdo con esto, no debe resultar extraño que en el título de
su libro Adam Smith incluya la riqueza de las naciones.
Para los clásicos el desarrollo, entendido como progreso material, era un proceso acumulativo, gradual y
autocontinuo que concluía al alcanzarse el estado estacionario; elementos fundamentales de este proceso
eran la mano invisible y la división del trabajo (de Smith), el principio de la población (de Malthus) y los
rendimientos decrecientes y el fondo de salarios (de Ricardo).
Marx, merece ser considerado al margen de los nombrados por la trascendencia histórica de su
enfoque, que ha originado una corriente heterodoxa de pensamiento. El pensamiento económico
marxista tiene su origen en la obra El capital (1867), que en realidad es una explicación del
funcionamiento del sistema capitalista y donde describe la evolución de la sociedad como una
sucesión de sistemas sociales caracterizados por tener cada uno un modo de producción distinto.
De esta manera, la teoría de las etapas en Marx es el propio materialismo histórico, donde el
motor del cambio es la lucha de clases.
5. 5
Otros antecedentes los encontramos en las obras de dos escuelas de pensamiento, a las que suele
prestarse escasa atención pero cuya relevancia es significativa; por un lado estarían los autores
historicistas alemanes, que entendían el proceso de desarrollo como una sucesión de etapas, por lo que
elaboraron teorías de las etapas del desarrollo económico, y por otro, los institucionalistas
norteamericanos cuyos aportes sobre los factores institucionales del desarrollo económico, merecen ser
tenidas en cuenta, dada su influencia en la corriente estructuralista.
Los neoclásicos escribieron a finales del siglo XIX y principios del XX. Dejaron de considerar el
desarrollo económico como principal objeto de estudio, para centrarse en la satisfacción de las
necesidades humanas con aprovechamiento óptimo de recursos; sin embargo, tres ideas
interrelacionadas son la herencia neoclásica a la economía del desarrollo: la primera que se trata de un
proceso gradual y continuo, sin cambios bruscos; la segunda, que se trata de un proceso armonioso y
acumulativo, garantizado por los mecanismos de equilibrio automáticos; y la tercera, que hay una perspectiva
optimista de las posibilidades de beneficios del crecimiento económico continuo, subrayada por los efectos de difusión
y transmisión del desarrollo económico.
La obra del economista austriaco Joseph Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia (1942), se
destaca por su concepción del desarrollo como el conjunto de transformaciones bruscas que desplazan al
sistema económico desde un punto de equilibrio a otro en un nivel superior y que según él tenía su origen en las
innovaciones introducidas por los empresarios en la economía.
La destrucción creativa, concepto ideado por el sociólogo alemán Werner Sombart y popularizado
por Schumpeter, describe el proceso de innovación que tiene lugar en una economía de
mercado en el que los nuevos productos destruyen viejas empresas y modelos de negocio. Para
Schumpeter, las innovaciones de los emprendedores son la fuerza que hay detrás de
un crecimiento económico sostenido a largo plazo, pese a que puedan destruir en el camino el
valor de compañías bien establecidas.
Sin embargo, mientras la obra de Schumpeter no consiguió crear una corriente de pensamiento,
no puede decirse lo mismo de la de Keynes, la preocupación de éste por los problemas del corto
plazo hizo que apenas se interesara por el desarrollo económico. Keynes creía que los países que
hubiesen alcanzado un cierto nivel de ingreso tendrían que dejar de preocuparse tanto por el
crecimiento económico, y todo aumento de la productividad desde ese momento debiera
transformarse en aumento del ocio, aumento de los servicios sociales (distribución más igualitaria
de la renta) o dar lugar a ocupaciones más artísticas y civilizadas, de todas maneras, su aporte, la
teoría de las inversiones, sirvió de base para que autores como Hansen analicen los problemas del
desarrollo bajo la óptica keynesiana.
Todos estos antecedentes coinciden en dos elementos, la identificación del desarrollo con el aumento de
la riqueza y la consideración de que las herramientas de análisis que se usan en el estudio del desarrollo son
válidas para todos los países. Es precisamente la negación de esta última característica una de los
elementos claves del surgimiento de la economía del desarrollo como subdisciplina científica. La
ruptura con la segunda de las características no se producirá hasta el surgimiento de las teorías
alternativas del desarrollo que analizaremos en el próximo punto.
3. LAS TEORIAS DEL CRECIMIENTO ECONOMICO
Acumular riqueza no es necesario para hacer realidad muchas opciones
humanas importantes.
Citado en el Informe PNUD 1994.
La teoría moderna del crecimiento económico se ha desarrollado teniendo como base el
establecimiento de modelos económicos con una estructura de equilibrio general.
Las principales diferencias entre los distintos modelos se hallan en las propiedades o características con las
que se configure a la función de producción. Todos estos modelos surgieron debido a los intentos de dinamizar
a medio y largo plazo el modelo keynesiano, bien por parte de los propios discípulos y seguidores de Keynes, o
bien por parte de los nuevos autores neoclásicos (Aguado, Barrutia, Etxebarria, 2009)
6. Doctorando José Stella – Profesor Dr. Carlos Hoevel - 20146
En su trabajo acerca del Desarrollo sostenible: un reto central para el pensamiento económico, Pulido San
Román cita las clasificaciones de las teorías actuales del crecimiento económico de acuerdo a las
propuestas de Robert Barro y Xavier Sala-i-Martín (1995), David Romer (1996) y de Steven
Durlauf y Danny Quah (1999). (A. Pulido San Román, 2003).
En Economic Growth, Barro y Sala-i-Martín, distinguen los siguientes modelos teóricos:
1. Modelos de crecimiento con tasas de ahorro exógenas: modelo de Solow y Swan (1956).
2. Modelos de crecimiento con tasas de ahorro determinadas por optimización del
consumidor: modelo de Ramsey (1928), Cass (1965) y Koopmans (1965).
3. Modelos de generaciones solapadas: modelos de Samuelson (1958), Diamond (1965) y
Blanchard (1985).
4. Modelos de crecimiento endógeno de un sector: el modelo AK de Romer (1986).
5. Modelos de crecimiento endógeno de dos sectores (con especial atención al papel del
capital humano): modelo de Rebelo (1991), Uzawa (1965) y Lucas (1988).
6. Modelos de cambio tecnológico con variedad de productos: modelo de Romer (1990) y
Grossman y Helpman (1991).
7. Modelos de cambio tecnológico con mejoras en la calidad de productos: modelos con
inputs intermedios.
8. Modelos de difusión de tecnología: modelos del tipo líder-seguidor.
Por su parte, David Romer (1996), en su libro de Macroeconomía Avanzada agrupa a los modelos de
crecimiento que en:
1. Modelo de crecimiento de Solow.
2. Modelo de horizonte infinito de Ramsey-Cass-Koopmans.
3. Modelo de generaciones solapadas de Diamond.
4. Modelos de Investigación y Desarrollo (I+D).
5. Modelos de capital humano.
Por último, Steven Durlauf y Danny Quah, en su trabajo de revisión de 1999, The new empirics of
economic growth, distingue:
1. Modelo neoclásico: un bien de capital y progreso tecnológico exógeno. Modelos de
Solow y Swam, Cass-Koopmans y Barro-Sala.
2. Modelo neoclásico: múltiples bienes de capital. Modelo de Mankiw, Romer y Weil
(MRW) (1992).
3. Modelos de crecimiento endógeno con tecnología linealmente asintótica: modelos de
Rebelo y AK de Romer.
4. Modelos de trampas de pobreza: como el de Azariadis y Drazen (1990).
5. Modelos de crecimiento endógeno con I+D y progreso tecnológico endógeno: como el
de Grossman y Helpman.
6. Modelos con interacciones entre países: modelo de Lucas con preponderancia del efecto
del capital humano.
4. DEL CRECIEMIENTO ECONOMICO A LAS TEORÍAS DE LA ECONOMÍA DEL
DESARROLLO
Cuando la música cambia, también cambia el baile. Proverbio africano.
Citado en Informe PNUD 2013.
Después de la Segunda Guerra Mundial, empezaron a surgir trabajos empíricos que pretendían
analizar las diferencias encontradas entre los diversos procesos de crecimiento desarrollados en el
mundo. Ante la evidencia empírica de una mayor agudización de la problemática del Tercer Mundo, se alzaron
las primeras voces discordantes con la ortodoxia económica dominante, herederas principalmente de los postulados
keynesianos. Economistas como Rosenstein-Rodan, Nurkse, Singer, Lewis, Gerschenkron, Myrdal, Hirschman,
Scitovsky, Perroux, Rostow, Myint y Prebisch son ya reconocidos con el apelativo de los Pioneros del Desarrollo
(Meier y Seers, 1986 citado por Aguado, Barrutia, Etxebarria, 2009)
7. 7
Los pioneros del desarrollo consideraban la industrialización de los países subdesarrollados como un
proceso necesario y proponían la intervención por parte del Estado para movilizar los recursos
ociosos.
Aquí nombraremos las diferentes teorías y formas de clasificar a estos autores, comenzando por
la propuesta de Hidalgo (1996) el cual realiza una primera agrupación en el nivel de teorías según
el enfoque ideológico-metodológico y la utilización de un criterio cronológico para la
subclasificación dentro de cada teoría, a saber:
1. Teoría de la modernización. Ortodoxia de la Economía del Desarrollo durante los años 50 y 60,
plantea la imitación del camino seguido por las economías industrializadas en su desarrollo
como estrategia.
2. Teoría estructuralista. Surge a raíz de los trabajos de Prebisch de principios de los 50 y
conforma la heterodoxia, afirmando que sólo puede entenderse el problema del
subdesarrollo desde un análisis histórico – estructural de las economías en desarrollo.
3. Teoría neomarxista del desarrollo. Arranca con la actualización de la teoría del imperialismo en los
50 y llega hasta los 80. El subdesarrollo es considerado como un elemento central en el
propio funcionamiento del sistema capitalista.
4. Teoría neoliberal. Se inicia como tal en la crisis de los 70, se desarrolla e implementa en los 80 y
en los 90 empieza a ser cuestionada. El mercado es el mejor agente de desarrollo, por lo que
la intervención y el propio Estado deben ser reducidas al mínimo indispensable, siendo la
liberalización interna y externa y la estabilidad macroeconómica las estrategias principales.
5. Teorías alternativas. Sin constituir, dada su heterogeneidad, un cuerpo teórico común,
coinciden en la erradicación de la pobreza como objetivo del desarrollo y su
multidimensionalidad como concepto.
Figura 1: Pensamiento económico según Hidalgo, agregado nuevos aportes elaboración propia
John McKay (1991) clasifica los diferentes modelos de desarrollo que han sido dominantes en el
pensamiento occidental en diez diferentes momentos:
8. Doctorando José Stella – Profesor Dr. Carlos Hoevel - 20148
1. Teoría de la modernización;
2. Teoría de la dependencia;
3. Enfoque de las necesidades básicas;
4. Ajuste estructural;
5. Modelos de articulación;
6. Internacionalización del capital;
7. Antimodernización;
8. Desarrollo de las raíces populares básicas;
9. Ajuste con rostro humano;
10. Desarrollo sostenible.
Los mismos criterios de clasificación son utilizados por Bustelo (1998), simplificando en teorías
ortodoxas y teorías heterodoxas según podemos observar en la figura 2.
Figura 2: Teorías del desarrollo económico según Bustelo.
Giovanni Reyes (2001), por su parte, considera, en un esquema similar, la globalización como una
de las teorías (con bases teóricas en el movimiento social estructuralista-funcionalista), parecida a
la teoría de los sistemas mundiales en la consideración de la escala mundial de análisis.
Volviendo a la figura 1, esta refleja de forma sintética la evolución del pensamiento económico
sobre desarrollo, aglutinando las diferentes teorías que han ido surgiendo. A pesar de que el
desarrollo humano y el desarrollo sostenible quedarían enmarcadas en las denominadas teorías
alternativas según la propuesta de Hidalgo, consideramos que, debido a su presencia cada vez
mayor, tanto en los discursos académicos como en la práctica del desarrollo, es momento quizá
de eliminar la etiqueta alternativos, puesto que sus postulados son ya de amplio reconocimiento a
nivel internacional.
5. EL DESARROLLO HUMANO, EL DESARROLLO SOSTENIBLE Y EL
DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE
Alrededor del mundo, las personas se están uniendo en una lucha en común
por participar libremente en los eventos y procesos que dan forma a sus
vidas.
Mahbub ul Haq (citado en el Informe PNUD 2013)
El cambio conceptual más significativo en la economía del desarrollo comienza a producirse a
partir de la década de 1970, motivado por la inexistencia de signos que mostraran un alcance real
del bienestar humano para toda la población. El crecimiento económico va perdiendo fuerza y
dando paso a otro centro de atención: la satisfacción de las necesidades básicas de las personas. Estos
nuevos planteos alternativos del desarrollo se van concretando en distintos enfoques que
9. 9
respaldan un desarrollo con rostro humano y más orientado hacia el equilibrio ecológico. (ver teorías
alternativas en figura 1).
El informe Ajuste con rostro humano, publicado por UNICEF en 1987 se convierte en precursor del
enfoque y concepto del desarrollo humano en su intento de confrontar la ortodoxia económica bajo
la cual se habían llevado a la práctica numerosos ajustes estructurales y programas de
estabilización en países en desarrollo.
El enfoque del Desarrollo Humano surge a finales de la década de 1980 en el seno de Naciones
Unidas, bajo el influjo del pensamiento y los trabajos de los economistas Amartya Sen y Mahbub
ul Haq. Este concepto se institucionaliza desde el año 1990 a través de los Informes sobre el
Desarrollo Humano elaborados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo,
considerando a ul Haq padre de estos informes. El primer Informe sobre el Desarrollo Humano
de 1990, titulado Concepto y Medida del Desarrollo Humano parte de una ruptura con el pensamiento
tradicional de desarrollo como crecimiento económico.
El interés por el desarrollo humano parece estar pasando a ocupar un lugar central en la década de los noventa.
Durante mucho tiempo, la pregunta recurrente era: ¿cuánto está produciendo un país? Con más frecuencia, la
pregunta que se hace ahora es: ¿cómo le va a las personas? La razón principal para este cambio es el creciente
reconocimiento de que el objetivo real del desarrollo es ampliar las opciones de las personas. El ingreso es sólo una
de esas opciones –y una extremadamente importante- pero no es la suma total de la vida humana. La salud, la
educación, el ambiente físico, la libertad –por nombrar algunas opciones- pueden ser tan importantes como el
ingreso (Ul Haq, 1995).
Las raíces filosóficas de este enfoque radican en la teoría de Amartya Sen sobre el Enfoque de la
Capacidades (Capability Approach), que concibe el desarrollo como un proceso de expansión de las
capacidades humanas individuales y colectivas para llevar a cabo actividades que son elegidas y valoradas
libremente. El acento principal está puesto en lo que las personas puedan hacer y ser, más que en lo
que puedan tener, lo que permite superar los enfoques que, a pesar de incorporar en mayor
medida el factor humano en el desarrollo, se centran básicamente en la satisfacción de
necesidades básicas mediante la dotación de recursos materiales.
Una posible definición del desarrollo humano es precisamente la que acuña el PNUD en el
Informe sobre el Desarrollo Humano donde se da a conocer este concepto: ―el desarrollo humano es
un proceso mediante el cual se amplían las oportunidades de los individuos, las más importantes de las cuales son
una vida prolongada y saludable, acceso a la educación y el disfrute de un nivel de vida decente. Otras
oportunidades incluyen la libertad política, la garantía de los derechos humanos y el respeto a sí mismo‖ (PNUD,
1990).
El desarrollo humano se configura en un concepto multidimensional que va más allá de la mera satisfacción de
necesidades básicas y que es aplicable por igual a países desarrollados y subdesarrollados.
Sobre el desarrollo humano hay algunos desacuerdos, pero es innegable el amplio acuerdo que
existe en relación a varios aspectos (ul Haq, 1995):
―El desarrollo debe poner a las personas en el centro de su preocupación.
El propósito del desarrollo es ampliar todas las opciones humanas, no sólo el ingreso.
El paradigma del desarrollo humano se preocupa tanto por desarrollar capacidades humanas (a través de
invertir en las personas) como por usar completamente aquellas capacidades humanas (a través de un
marco que permita el crecimiento y el empleo).
El desarrollo humano posee cuatro pilares fundamentales: igualdad, sustentabilidad, productividad y
empoderamiento. Considera al crecimiento económico como esencial, pero enfatiza la necesidad de
prestar atención a su calidad y distribución; analiza detalladamente su vínculo con las vidas de las
personas y cuestiona su sustentabilidad a largo plazo.
El paradigma del desarrollo humano establece los fines del desarrollo y analiza las opciones más sensibles
para lograr dichos fines‖.
La persona es, desde este enfoque, el medio y el fin del desarrollo, esto es, actor y beneficiario del proceso.
El desarrollo humano es un concepto integrador de lo que ha sido el desarrollo alternativo, pues combina la
satisfacción de las necesidades básicas, el desarrollo sostenible, la reforma del orden internacional, el desarrollo
autónomo, el desarrollo multidimensional, etc. (Hidalgo, 1998).
10. Doctorando José Stella – Profesor Dr. Carlos Hoevel - 201410
No podemos negar los esfuerzos intelectuales que se vienen realizando desde el enfoque del
desarrollo humano en los últimos años para la noción de sostenibilidad, sin embargo, ésta no está
plenamente imbricada en el enfoque del desarrollo humano a pesar de lo que sugiere Hidalgo,
razón por la cual la tendencia actual es adoptar la denominación desarrollo humano sostenible como
forma de aglutinar los principales aportes de ambos enfoques desde un marco más integral.
En la década de los setenta, el debate sobre el crecimiento económico cambió de rumbo. Fue en esta
época cuando surgieron las primeras voces en contra del crecimiento sin límites, es decir, que
alertaban sobre la necesidad de considerar los límites biológicos del planeta, en un contexto en el
que los efectos perniciosos que la crisis del petróleo estaba ocasionando sobre el medio ambiente
y sobre la calidad de vida eran cada vez más palpables.
Ante la gravedad de las condiciones ambientales y la percepción de que los recursos naturales
eran escasos, se empezaron a incorporar en los modelos de crecimiento económico la variable
medioambiental.
Autores como Tryzna destacan que el mayor avance en la nueva perspectiva conceptual sobre el desarrollo y
medio ambiente fue dada por la publicación en 1980 de la Estrategia Mundial de Conservación, que hacía
especial hincapié en el concepto de conservación como marco a la hora de hablar de medio ambiente y desarrollo.
No aborda explícitamente la definición de desarrollo sostenible (lo que plantea es el concepto
desarrollo sostenido, entendiendo éste como el crecimiento económico que no vulnera los ecosistemas), pero
destaca de manera recurrente el concepto de sostenibilidad y la conexión inevitable entre las
variables medio ambiente y desarrollo. (Tormo, Carola Calabuig, 2008)
La incorporación de esta variable a los modelos de crecimiento, se distinguen claramente dos
posturas contrapuestas: por un lado, la postura neoclásica, que ha derivado en la economía ambiental
y, por otro lado, la denominada economía ecológica. La primera, tiene por objetivo alcanzar la
sustituibilidad de los recursos naturales por medio de la tecnología. La segunda, contempla la imposibilidad de
mantener un crecimiento exponencial, dado que nos encontramos en un planeta finito. Estas dos posturas
contrapuestas han dado origen a los términos de sostenibilidad débil y sostenibilidad fuerte.
Este concepto de desarrollo sostenible es institucionalizado por primera vez, en 1987, en el
Informe Brundtland, elaborado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de
las Naciones Unidas (ONU), donde entiende que el desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las
necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus
propias necesidades. Esta definición se la considera dentro de la postura de la sostenibilidad débil y
comienza a ser ampliamente difundida y también criticada.
La afirmación de que para alcanzar el desarrollo sostenible tanto en el Norte como en el Sur es necesario el
crecimiento económico, parece que es la única afirmación que del informe han retenido empresarios y políticos
(Riechmann, 1995). El modelo economista de desarrollo sostenible basado en el capital, falla al dejar de lado
numerosas dimensiones y en no tratar adecuadamente las interconexiones (Kemp et al, 2005). Citadas ambas
apreciaciones por Carola Calabuig Tormo en su trabajo.
En la conferencia organizada por la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo, denominada
Primera Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro, en junio de 1992 se modificó el
concepto original el Informe Brundtland, centrado en la preservación del medio ambiente y el
consumo racional de los recursos naturales no renovables, hacia la idea de tres pilares
fundamentales del desarrollo sostenible: las dimensiones ambiental, económica y social.
Como consecuencia de la ambigüedad del término desarrollo sostenible existen en la actualidad
innumerables definiciones que enfatizan unas cuestiones más que otras, pero más allá de ello el
desarrollo sostenible tiene la utilidad de definir una dirección de actuación que resulta positiva:
Resalta la necesidad de preservar los recursos y funciones naturales. Pone límites al crecimiento.
Promueve la fijación y búsqueda de objetivos sociales (satisfacción de las necesidades de generaciones
actuales y futuras), en lugar de objetivos individuales reflejados en la demanda solvente. Es decir, integra
la economía y el medio ambiente en la toma de decisiones.
A pesar de su posible interpretación de forma egoísta, es indudable que el concepto tal y como lo acuña el
Informe Brundtland está inspirado en la solidaridad intra e intergeneracional.
Fomenta la participación popular en los procesos de desarrollo.
11. 11
En definitiva y desde una perspectiva de desarrollo sostenible, debemos reinterpretar nuestra
comprensión clásica de la riqueza y del capital en términos de satisfacer las necesidades ecológicas
y humanas fundamentales. El desarrollo sostenible implica un proceso de profundo cambio en los órdenes
políticos, sociales, económicos, institucionales y tecnológicos, incluyendo la redefinición de las relaciones entre países
desarrollados y en desarrollo (Maurice Strong).
Por otro lado, el desarrollo sostenible no es un estado fijo en armonía, sino un proceso continuo de evolución. Es,
en definitiva, un proceso abierto, inacabado. Teniendo en cuenta que siempre surgirán problemas
y necesidades para el cambio, más que unos resultados que alcanzar o un estado final, podemos
definir la sostenibilidad como un proceso de avance social continuado o como un marco a adoptar.
―… el desarrollo humano no se trata de un conjunto de preceptos fijos y estáticos, sino de un concepto en constante
evolución, cuyas herramientas analíticas se adaptan a los cambios que ocurren en el mundo, este enfoque insiste en
mantener la deliberación y el debate y en dejar siempre la puerta abierta a la discusión. Son las personas quienes,
individualmente o en grupo, dan forma a estos procesos. El paradigma del desarrollo humano es aplicable a todos
los países, ricos y pobres, y a todos los seres humanos. Es lo suficientemente flexible, sólido y activo como para
servir de modelo en el próximo siglo. (extraído de http://hdr.undp.org/es/content/sobre-el-desarrollo-
humano).
Ahora debemos entrelazar los conceptos de desarrollo humano y desarrollo sostenible con la
ayuda de Amartya Sen que introduce algunos elementos que tienden puentes entre ambos.
Desde una perspectiva orientada a la libertad, Sen propone una modificación posible de la
definición del Informe Brundtland de la siguiente forma: ―desarrollo sostenible como el desarrollo que
promueve las capacidades de las generaciones presentes sin comprometer las capacidades de las futuras
generaciones‖, mediante la sustitución del concepto necesidades por el concepto capacidades. El efecto
de este cambio radica en integrar la idea de sostenibilidad en la perspectiva de libertad, es decir,
ver a los seres humanos no solamente como criaturas que tienen necesidades, sino
principalmente como agentes de cambio y como personas cuyas libertades realmente importan.
El otro aporte de Sen se dirige a la consideración de la democracia en la sostenibilidad. Además de un
problema de elección individual, en el tránsito a la sostenibilidad nos encontramos con un
problema relacionado de elección social al determinar las prioridades entre diferentes tipos de
libertades, e incluso en la identificación de diferentes tipos de necesidades y las prioridades entre
ellas. Si esas identificaciones y prioridades se determinan por un proceso de elección social
democrática, entonces ha habido libertad de discusión, al igual que libertad de participación
política para permitir el proceso democrático.
Por otro lado, ul Haq propone que el nuevo concepto sobre desarrollo humano sustentable está
basado en un acceso equitativo a las oportunidades de desarrollo, para las generaciones actuales y
futuras. El núcleo de este concepto es la igualdad de acceso a oportunidades, no necesariamente
de resultados. Lo que las personas hagan con sus oportunidades es su responsabilidad. Sin
embargo, no se les debe negar una oportunidad igual para desarrollar y para usar sus capacidades
humanas. Debemos reconocer el carácter universal de las exigencias de vida para cada individuo.
El concepto de desarrollo humano sostenible no sólo presta atención a las futuras generaciones, sino que también a
las generaciones actuales. Sería inmoral mantener los niveles actuales de pobreza. Los modelos de desarrollo que
mantienen las desigualdades actuales no son sostenibles ni vale la pena que así sean. Es más, un mundo injusto es
inherentemente insostenible. Una reestructuración importante del ingreso mundial y de los modelos de consumo,
especialmente un cambio fundamental en los actuales estilos de vida de los países más ricos, podría ser una
precondición necesaria para cualquier estrategia viable de desarrollo humano sostenible (ul Haq, 1995).
6. LA ENCICLICA CARITAS IN VERITATE Y EL DESARROLLO HUMANO
INTEGRAL
El desarrollo humano integral supone la libertad responsable de la persona
y los pueblos: ninguna estructura puede garantizar dicho desarrollo desde
fuera y por encima de la responsabilidad humana
Encíclica Caritas in Veritate, 17
12. Doctorando José Stella – Profesor Dr. Carlos Hoevel - 201412
La caridad en la verdad (CiV) es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que
adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral. Deseo volver a recordar particularmente dos
de ellos, requeridos de manera especial por el compromiso para el desarrollo en una sociedad en vías de
globalización: la justicia y el bien común (CiV, 6).
Esta tercera Encíclica de Benedicto XVI, publicada en 2009, consta de una introducción, seis
capítulos y una conclusión, donde se analizan una gran diversidad de temas de gran relevancia y
busca iluminar en temas bastante cruciales de nuestro tiempo, como la globalización, las causas
de la crisis financiera, el medio ambiente y el desarrollo sustentable.
En Caritas in Veritate (CiV), el Papa afirma que la caridad es la principal fuerza propulsora para el
verdadero desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. Agrega que toda la Doctrina Social de la
Iglesia gira en torno al principio caritas in veritate. Solo con la caridad, iluminada por la razón y por
la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un valor humano y humanizador.
Esta Encíclica corresponde a un continuo histórico de la Doctrina Social de la Iglesia y se
fundamenta en abundantes citas a las encíclicas sociales de los papas apoyándose
fundamentalmente en la Encíclica Populorum Progressio (1967) de Paulo VI. De esta forma, Caritas
in Veritate continúa y profundiza el análisis y la reflexión de la Iglesia sobre cuestiones
económico-sociales de vital interés para la humanidad de nuestro tiempo.
En el apartado 21, la Encíclica fundamenta lo que entendía Pablo VI acerca del desarrollo,
expresando que Él tenía una visión articulada del desarrollo y que con dicho término quería indicar ante
todo el objetivo de que los pueblos salieran del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo.
Desde el punto de vista económico, eso significaba su participación activa y en condiciones de igualdad en el proceso
económico internacional; desde el punto de vista social, su evolución hacia sociedades solidarias y con buen nivel de
formación; desde el punto de vista político, la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y
paz.
En 1967, Pablo VI en la Encíclica Populorum Progressio, proponía que el amor de Dios a su
Creación podía hacer posible un desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres, haciendo posible el
tránsito de condiciones menos humanas a condiciones más humanas. Se trataba de un verdadero desarrollo
que debía abarcar el todo, ya que si no era de todo el ser humano y de todos los seres humanos,
no sería verdadero desarrollo. Luego, diría humanismo integral ya que le habla a todas las facultades
de lo humano; desde las materiales, pero también las intelectuales, emotivas, religiosas y
espirituales.
Solo así se podría fundar una humanidad desarrollada, es decir, ante todo aquello en que los pueblos
salieran del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo. Desde el punto de vista económico,
eso significaba su participación activa y en condiciones de igualdad en el proceso económico internacional; desde el
punto de vista social, su evolución hacia sociedades solidarias y con un buen nivel de formación; desde el punto de
vista político la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y paz (CiV, 21).
Caritas in Veritate nos transmite un mensaje muy importante, cual es la invitación a superar la tan
antigua y obsoleta dicotomía que se ha querido establecer entre nosotros, entre la esfera de lo
económico y la esfera de lo social. La modernidad nos ha dejado en herencia la idea según la cual,
para poder operar en el campo de la economía es indispensable buscar el beneficio (la utilidad) y
moverse sobre todo por el propio interés; lo que equivale a decir que no se es plenamente
empresario o emprendedor si no se persigue la maximización del crecimiento y de las utilidades.
En caso contrario, habría que contentarse por formar parte de la esfera de lo social.
Esta aproximación, que confunde la economía de mercado - la cual es el todo con una de sus vertientes, como es el
sistema capitalista - ha llevado a identificar la economía con el lugar en donde se produce la riqueza (y que nos
produce renta o rendimiento) y lo social con el lugar de la solidaridad para una distribución equitativa de la misma
(Espinosa, 2009).
En tal sentido Zamagni expresa que la concepción de la relación mercado-sociedad típica de la economía civil
se sitúa en una perspectiva radicalmente distinta respecto a las dos perspectivas hoy dominantes.
Una de estas perspectiva dominante ve en la extensión de los mercados y de la lógica de la eficiencia la
solución a todos los males sociales, el mercado es un ente a social, lo social es ajeno a la mecánica del
mercado demandándosele a este la eficiencia y la creación de riqueza; la solidaridad, en cambio,
13. 13
comienza exactamente donde termina el mercado, proporcionando los criterios para la
redistribución de la riqueza producida.
La otra perspectiva o enfoque ve el avance de los mercados como una desertificación de la sociedad y por lo
tanto busca protegerse del mismo, ve el mercado como esencialmente antisocial y como lugar de explotación del
más fuerte sobre el más débil.. Polanyi, citado por Zamagni, expresa el mercado avanza sobre la
desertificación de la sociedad surgiendo la llamada a proteger a la sociedad del mercado con el argumento
que las verdaderas relaciones humanas (la amistad, la confianza, el don, la reciprocidad no
instrumental, el amor) son destruidos por el avance de la cultura del mercado. La idea central de la
economía civil es la de vivir la experiencia de la sociabilidad humana en el seno de una vida económicamente
normal, sugiriendo un modelo de orden social en el cual pueden coexistir simultáneamente los tres siguientes
principios: el intercambio de equivalentes, la redistribución de la riqueza y la reciprocidad. (Zamagni, 2006).
Caritas in Veritate nos dice, por otro lado, que se puede emprender, que se puede hacer empresa
también cuando se persiguen fines de utilidad social y se actúa por motivaciones de tipo pro-
social; que una gestión económica que no incorpora en su interior la dimensión de lo social no
sería éticamente aceptable, así como también es verdad que una gestión social meramente
redistributiva, que no tenga en cuenta el vínculo de los recursos a la larga no sería sostenible.
Caritas in Veritate destaca bien que el desarrollo de los pueblos es considerado con demasiada
frecuencia en los últimos años, como un problema de ingeniería financiera, de apertura de
mercados, de baja de impuestos, inversiones productivas, reformas institucionales, en definitiva
como una cuestión exclusivamente técnica. CiV dice en cambio, que deberíamos preguntarnos
por qué las decisiones de tipo técnico han funcionado solo en parte y, enfatiza que el desarrollo
nunca estará plenamente garantizado por fuerzas que en gran medida son automáticas e
impersonales, ya sea que provengan de las leyes del mercado o de políticas de carácter
internacional. El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que
sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la
coherencia moral. (CiV, 71).
El desarrollo, si quiere ser auténticamente humano necesita dar espacio al principio de gratuidad como expresión de
fraternidad (CiV, 34). Hacen falta formas económicas solidarias. En este sentido, es muy significativo el
capítulo dedicado a la colaboración de la familia humana, donde se destaca que el desarrollo de los
pueblos depende sobretodo de que se reconozcan como parte de una sola familia. Y también destaca que el tema
del desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única
comunidad de la familia humana que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de
la justicia y la paz (CiV, 53–54).
Junto a la democracia, la reciprocidad, definida por Benedicto XVI, como la constitución íntima del ser
humano, es un valor que funda una sociedad. Aún más, también se podría sostener que la regla
democrática encuentra en la reciprocidad su sentido último. En CiV, 57 expresa, … la
subsidiaridad, al reconocer que la reciprocidad forma parte de la constitución íntima del ser humano, es el antídoto
más eficaz contra cualquier forma de asistencialismo paternalista.
El comportamiento recíproco no puede ser explicado en los términos de preferencias egoístas y de comportamientos
orientados a resultados. La reciprocidad es una respuesta comportamental a la cortesía percibida donde el término
cortesía viene a significar bien el sentido de equidad distributiva, bien la intención de comportarse de modo
equitativo. (Zamagni, 2006). La motivación de quien tiene preferencias reciprocicantes no se apoya,
por tanto, en ninguna prospectiva de ganancia futura.
Espinosa se cuestiona ¿En qué lugares la reciprocidad se manifiesta o se desarrolla naturalmente, es decir, en
donde se practica y alimenta?, a lo que responde, la familia es el primero de esos lugares; en torno a la propia
familia se desarrolla la relación de donación típica de la fraternidad. Luego está la cooperativa, la empresa social y
las diferentes formas de asociaciones. Hoy sabemos que el progreso civil y económico de un país depende básicamente
de cuan difundidas estén entre sus ciudadanos las prácticas de reciprocidad.
En su presentación al Senado Italiano de la Encíclica el Cardenal Bertone señaló claramente a
este respecto que las sociedades que extirpan de su tierra las raíces del árbol de la reciprocidad están destinadas
a la decadencia, como desde hace tiempo nos ha enseñado la historia.
El Papa concluye enfatizando que el desarrollo integral de los pueblos y la colaboración internacional exigen
el establecimiento de un grado superior de ordenamiento internacional de tipo subsidiario para el gobierno de la
globalización, que se lleve a cabo finalmente un orden social conforme al orden moral, así como esa relación entre
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esfera moral y social, entre política y mundo económico y civil, ya previsto en el Estatuto de las Naciones Unidas.
(CiV, 67).
En este último punto tratamos de analizar cómo pudieron evolucionar los distintos conceptos,
desde el concepto de desarrollo humano propuesto por ul Haq hasta el desarrollo humano integral
revindicado por la Iglesia pasando por el desarrollo sostenible y desarrollo humano sostenible.
7. CONCLUSIONES
La sabiduría no radica en la fijación ni en el cambio, sino en la dialéctica
entre ambos.
Octavio Paz. Citado en Informe PNUD 2013
En la introducción nos planteamos las siguiente cuestiones, ¿las distintas líneas de pensamiento
económico aportaron o aportarán ideas para solucionar la distribución equitativa de la riqueza, la reciprocidad, la
felicidad de toda la sociedad en su conjunto?, ¿cómo evolucionó el pensamiento económico en relación al desarrollo
humano?, ¿qué puede aportar la Iglesia en esta línea de pensamiento?. El desafío era tratar de responder a
las dos últimas.
En los orígenes acerca del crecimiento económico existía coincidencia en dos elementos, la
identificación del desarrollo con el aumento de la riqueza de los países y la consideración de que las herramientas
de análisis que se usaban en el estudio del desarrollo eran válidas para todos los países.
Posteriormente, la negación de esta última característica fue uno de los elementos claves del
surgimiento de la economía del desarrollo como subdisciplina científica con la aparición de las teorías
alternativas del desarrollo al hacerse más que evidente el aumento de la desigualdad entre los
países y de la población que los habita y de la degradación del acervo natural.
La moderación del discurso neoliberal tras el Consenso de Washington y, sobre todo, la
aceptación y extensión de los enfoques del desarrollo humano sostenible conforman un nuevo
panorama en el pensamiento sobre desarrollo alrededor de una nueva agenda de reducción de la
pobreza, caracterizado por una progresiva convergencia de ideas alejadas de posturas radicales.
Vimos que no prevalece una teoría sobre otra sino que se van nutriendo entre ellas, debido a esto
existe una cierta y progresiva convergencia de planteamientos alejadas de posturas radicales para
poner a la pobreza de las regiones en un plano prioritario.
Las Naciones Unidas llevan más de 30 años difundiendo los aportes de ul Haq y Sen y entiende
que el desarrollo humano trata de la expansión de las libertades y capacidades de la gente para vivir una vida que
valoren, y tienen razones para valorar. Las libertades y las capacidades que nos permiten llevar una vida plena
transcienden de la satisfacción de las necesidades básicas. Al tiempo que admitimos que se requieren muchos
recursos para llevar una buena vida y que estos pueden ser intrínsecamente valorables, es también importante
mencionar que las libertades y capacidades son aspectos que difieren bastante del estándar de vida y del consumo.
Por otro lado emergen nuevos campos de estudios ya no exclusivos de la economía que
convierten al análisis del desarrollo humano como campo interdisciplinario en la búsqueda eterna
de la felicidad del ser humano y de la sociedad toda.
La iglesia relanza el desarrollo humano integral en la Encíclica Caritas in Veritate resaltando que el
desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en
su conciencia la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la coherencia moral.
A la preparación profesional se le agrega un nuevo campo incipiente en la economía, la economía
civil como tercera opción a las dos conocidas. ¿El don y la reciprocidad harán felices a las personas?
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