El documento describe la importancia del amoniaco, cuya síntesis en 1908 revolucionó la agricultura al permitir la producción de fertilizantes nitrogenados y alimentar a miles de millones de personas. Sin embargo, también tuvo aplicaciones bélicas como base de explosivos, lo que contribuyó a la muerte de entre 100 y 150 millones de personas en guerras. Además, su uso masivo ha alterado el ciclo natural del nitrógeno y provocado problemas ambientales aunque también tiene efectos positivos como la captura de CO2.
ACERTIJO SOPA DE LETRAS OLÍMPICA. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
Amoniaco
1. Amoniaco, la sustancia que cambió el mundo
Ni la electricidad, ni el binomio informática-Internet, ni siquiera la televisión. Lo que
realmente cambió la marcha del siglo XX fue el amoniaco. Es lo que defienden algunos
científicos que celebran estos días el centenario de la síntesis del NH3, un compuesto de tres
átomos de hidrógeno y uno de nitrógeno. Como fertilizante, el amoniaco ha sostenido la
alimentación de miles de millones de personas pero, como explosivo, está implicada en la
muerte de 150 millones.
FUENTE | Público
13/10/2008
El 13 de octubre de 1908, el químico alemán Fritz Haber registró la patente del amoniaco. Por
primera vez se conseguía solidificar el nitrógeno de forma eficaz y estable. Los científicos sabían
que era el nutriente básico de las plantas, pero su estado gaseoso (supone el 78% de la
atmósfera) impedía aprovecharlo. A comienzos del siglo pasado, las únicas formas sólidas de
nitrógeno en estado natural eran el guano peruano y el salitre o nitrato de Chile. Pero su
producción era insuficiente para satisfacer las demandas de la agricultura moderna.
Lo que patentó Haber fue un proceso por el que obtenía NH3 de la combinación de hidrógeno y
nitrógeno a alta temperatura y presión en presencia de un catalizador como el óxido de hierro. La
inmediata aplicación industrial del sistema por parte de Carl Bosch permitió la independencia
agrícola de Alemania cuando, durante la I Guerra Mundial, los aliados bloquearon sus suministros
de nitratos orgánicos.
Los dos químicos recibieron sendos premios Nobel por su proceso Haber-Bosch. Hoy en día se
producen 150 millones de toneladas métricas al año, el 80% destinadas a alimentar las tierras de
cultivo.
El último número de la revista Nature Geoscience publica un artículo titulado Cómo un siglo de la
síntesis del amoniaco cambió el mundo. Sus autores ofrecen algunas cifras que destacan la
importancia del NH3.
Su aparición provocó un aumento dramático de la productividad agraria mundial. Estiman que el
número de humanos soportados por cada hectárea de tierra productiva ha pasado de 1,9 en 1908
a 4,3 un siglo después. Los fertilizantes nitrogenados son los responsables de la alimentación del
48% de la población mundial actual.
DE LA VIDA A LA MUERTE
En realidad, la aplicación bélica del amoniaco despertó en los industriales alemanes un interés
mucho mayor que su uso como fertilizante ya antes del estallido de las hostilidades en julio de
1914. El bloqueo del suministro exterior alemán realizado por parte de las potencias aliadas no
hizo otra cosa que acelerar el desarrollo de las aplicaciones militares del amoniaco. Gracias al
proceso Haber-Bosch, el NH3 es oxidado y convertido en ácido nítrico, la base de explosivos como
el nitrato amónico, la nitroglicerina y el trinitolueno (TNT).
Alemania, país central y aislado, pudo mantener el esfuerzo bélico durante más tiempo gracias a
que el amoniaco permitía alimentar a su población y las balas, proyectiles y bombas de sus
soldados. Desde entonces, este compuesto químico se ha convertido en el elemento básico de las
municiones. Los autores del artículo afirman que el nitrógeno reactivo está relacionado
directamente con la muerte de entre 100 y 150 millones de personas en las guerras que han
jalonado el siglo XX.
LARGA LISTA DE APLICACIONES
La lista de aplicaciones del amoniaco es enorme: tintes para textiles, nuevos materiales como el
nylon, alimentación del ganado estabulado, los primeros refrigeradores y aires acondicionados,
pinturas, productos de limpieza, extracción mineral... Nada de esto habría sido posible, al menos
tal como se conoce, sin amoniaco. Como se preguntan los autores del artículo mirando al siglo
XXI, "¿habrá otra patente que cambie el mundo como lo hizo la registrada por Fritz Haber hace
100 años?".
2. FRITZ HABER, EL PADRE DE LA GUERRA QUÍMICA
En el discurso de aceptación del Nobel de la Academia Sueca, en junio de 1920, Fritz Haber (1868-
1934) obvió el papel del amoniaco en la guerra, centrándose en la importancia que tendría para la
agricultura y alimentación. Tampoco tocó un tema aún más espinoso: su papel en la aparición de
la guerra química.
El 22 de abril de 1915, en los campos belgas de Flanders, tuvo lugar la segunda batalla de Ypres.
Los soldados franceses, británicos y belgas, parapetados en sus trincheras, se vieron rodeados por
una nube de 150 toneladas de gas de dióxido de cloro. Los que no murieron, huyeron espantados.
Haber, según su biógrafo, dijo en una ocasión que "si quieres ganar la guerra, entonces haz la
guerra química con decisión". Tras la aparente frialdad del químico alemán se esconde su
convicción (rescatada después por los defensores de la bomba atómica) de que los agentes
químicos podrían acortar el conflicto y, por tanto, reducir el número de muertos.
El químico, de origen judío, se sentía un patriota. En una ocasión dijo que " un científico se debe a
su país en tiempos de guerra y a toda la Humanidad en tiempos de paz". Por eso se implicó
directamente en el diseño, creación y propagación de los gases tóxicos. Designado capitán de la
Wehrmacht, se encargó personalmente de los ataques y la defensa química frente a los gases
franceses.
Tras la guerra, Haber volvió a la dirección del Instituto de Física y Electroquímica de Berlín-
Dahlem. Reconocido por todo el mundo, dedicó esos años a levantar la ciencia alemana y aliviar la
carga económica del derrotado pueblo de su país. Desarrolló un sistema para que los mineros
detectaran fugas de gases en la mina. Pero a lo que más tiempo dedicó, hasta 1926, fue a la
búsqueda de oro en el mar. Con su conocimiento sobre la presión y los procesos catalíticos, creía
firmemente que se podría conseguir el metal precioso del mar para pagar parte de las
indemnizaciones de guerra que debía pagar el Gobierno alemán. Pero fracasó en su alocado
sueño.
En una de las paradojas más dramáticas y crueles, un grupo de investigadores creó bajo su
dirección el Zyklon B, un insecticida basado en el cianuro. El veneno sería usado años más tarde
por los nazis en los campos de exterminio. Entre las víctimas estarían varios de sus familiares.
La fe ciega de Haber en la ciencia se percibe en el discurso que pronunció en la inauguración del
Instituto Alemán-Japonés: "La ciencia determina la medida de la prosperidad del hombre; su
cultivo es la semilla del bienestar de las generaciones futuras".
Con la subida al poder de Hitler, ni siquiera Haber, que tanto había dado por su país, estaba a
salvo. El químico se vio obligado a dejar el instituto y abandonar Alemania en 1933. Fallecería en
la ciudad suiza de Basilea de un ataque cardíaco un año más tarde y, como dice la biografía de la
Fundación Nobel, el corazón roto por el rechazo de la Alemania a la que tanto sirvió.
EL IMPACTO AMBIENTAL
Solo el 17% del amoniaco usado como fertilizante es consumido por los humanos a través de la
comida. El resto acaba en la tierra o en el aire. Según un artículo de Nature Geoscience, las
emisiones en ausencia de interferencia humana son de 0,5 kilos por hectárea y año. La agricultura
moderna ha multiplicado por 20 esta cifra, lo que ha provocado la alteración del ciclo natural del
nitrógeno aunque su impacto global aún no es muy conocido.
Hay dos problemas directamente relacionados con el amoniaco. Uno es el de la eutrofización de
las aguas. Los nitratos acaban en mares y ríos, las algas y bacterias se dan un banquete con el
exceso de nutrientes y eso acaba con el oxígeno que necesitan otras especies. Por otro lado, el
nitrógeno reactivo está alterando el balance atmosférico, enriqueciendo el ozono de la troposfera y
reduciendo el de la estratosfera. Eso sí, el amoniaco tiene el efecto positivo de la captura de CO2
en selvas y bosques debido a la mayor presencia de nitrógeno en el aire.
Autor: Miguel Ángel Criado