1. PESO SECO
El llamado peso seco es el peso posdiálisis cuando ya se ha extraído todo o la mayor
parte del exceso de líquido corporal.
2. Si el peso seco es demasiado alto, continuará con hiperhidratación
después de la sesión de diálisis.
Si el peso seco es demasiado bajo, el paciente puede presentar
frecuentes hipotensiones durante la última parte de la sesión de
diálisis. Los pacientes que han sido ultrafiltrados por debajo de su
peso seco pueden experimentar malestar, sensación de sed,
calambres y mareo posdiálisis.
3. En la práctica, el peso seco de cada paciente debe
determinarse mediante el estudio ensayo-error.
El peso seco, a menudo, cambia periódicamente (p. ej.,
debido a variaciones temporales en la grasa corporal), y por
ello debe controlarse por lo menos cada 2 semanas.
Una progresiva disminución en el peso seco puede ser la
clave de un trastorno nutricional subyacente o enfermedad en
proceso.
4. Ajustes frecuentes del peso seco. Un error común en las
unidades de diálisis es fallar en el reajuste del peso seco con
la frecuencia suficiente.
Si el paciente pierde peso magro, el peso seco previo será
demasiado alto y, si se mantiene, puede producir una
hiperhidratación y hospitalización por sobrecarga de líquidos.
5. Antes de la diálisis
Los pesos prediálisis deben compararse con los pesos de los pacientes en
las últimas posdiálisis y con el peso seco objetivo para obtener
información sobre la ganancia de peso interdiálisis.
Una gran ganancia de peso interdiálisis, especialmente cuando va
acompañada de síntomas como disnea u ortopnea, exige un pronto
reconocimiento cardiovascular y un replanteamiento del peso seco (podría
ser demasiado alto).
Quejas de sensación de sequedad y calambres musculares persistentes
después de la diálisis sugieren que el peso seco objetivo es demasiado
bajo.
6. Evaluación clínica del peso seco.
De forma ideal, el tratamiento con diálisis debería restablecer el volumen
extracelular normal en el paciente.
En la práctica clínica, el «peso seco» se define como el valor por debajo el cual la
extracción adicional de líquido produciría hipotensión, calambres musculares,
náuseas y vómitos.
Estos síntomas dependen de la rapidez con que el líquido es extraído, de la
estrategia de diálisis utilizada, del volumen prediálisis y del tratamiento
farmacológico concomitante (muchos fármacos antihipertensivos empeoran las
adaptaciones cardiovasculares reflejas a la extracción de volumen).
El edema puede no ser detectado hasta que el volumen intersticial se ha
incrementado alrededor de un tercio por encima de lo normal (p. ej., alrededor
de 5 l). a