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762
Asfixia perinatal y encefalopatía
hipóxico‑isquémica
Anne R. Hansen y Janet S. Soul
55
PUNTOS CLAVE
■
■ La hipotermia terapéutica es el único tratamiento con efectos comprobados
para la encefalopatía hipóxico‑isquémica, y debe iniciarse en las primeras
6 horas tras el nacimiento para obtener la máxima eficacia.
■
■ El enfriamiento pasivo es seguro y efectivo para la inducción de la hipotermia
en el ámbito comunitario, con vigilancia de la temperatura y manejo estrechos.
■
■ Puesto que las convulsiones que con frecuencia acompañan a la encefalopatía
hipóxico‑isquémica son a menudo subclínicas (electroencefalográficas sola-
mente), y los movimientos o posturas anormales pudieran no corresponder a
convulsiones, el electroencefalograma convencional sigue siendo el estándar
de referencia para su diagnóstico.
■
■ El manejo cuidadoso de la ventilación, la oxigenación, la perfusión, el estado
metabólico y el equilibrio hídrico son críticos para mejorar la evolución del
proceso.
	I	
ASFIXIA PERINATAL. Es una situación que ocurre durante el primero y el
segundo períodos del parto, en la que la alteración del intercambio gaseoso
conduce a acidosis, hipoxemia e hipercapnia fetales. Se identifica por la presencia
de acidosis fetal medida en la sangre arterial del cordón umbilical. El valor
del pH arterial umbilical que define la asfixia no es el principal determinante
de lesiones cerebrales. Aunque el valor más ampliamente aceptado de acidosis
fetal es un pH inferior a 7,0, con este grado de acidosis las probabilidades de
lesión cerebral son relativamente bajas. En la valoración de un recién nacido
a término con riesgo de lesión cerebral en el período perinatal se utilizan los
siguientes términos:
	A		 
Hipoxia, isquemia y asfixia perinatal. Estos términos fisiopatológicos
describen, respectivamente, la disminución de oxígeno (O2), de flujo san-
guíneo y de intercambio gaseoso en el feto o el recién nacido. Estos términos
deben reservarse para situaciones en las que se disponga de datos prenatales,
perinatales y posnatales rigurosos que los avalen.
	B		 Depresión perinatal y neonatal. Se trata de un término clínico descriptivo
que se aplica al estado del niño durante la exploración física en el período
posnatal inmediato, es decir, en la primera hora tras el nacimiento. Las
manifestaciones clínicas de este estado consisten en depresión del nivel de
conciencia, hipotonía muscular y / o alteraciones de la respiración espontánea
y de la función cardiovascular. Este término no implica ninguna asociación
con la condición prenatal o posnatal posterior (es decir, después de la pri-
mera hora), la exploración física, las pruebas de laboratorio, las pruebas de
imagen o el electroencefalograma (EEG). Después de la primera hora de
Hansen8e9788416781645.indd 762 08/06/2017 08:42
Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   763
vida, se prefiere usar el término de encefalopatía neonatal para describir las
alteraciones del estado mental y signos asociados persistentes en el neonato.
	C		 Encefalopatía neonatal. Es un término clínico (y no etiológico) que se
emplea para describir un estado neuroconductual anómalo, con alteración
del nivel de conciencia (incluido el estado hiperalerta) y, por lo general,
otros signos del tronco encefálico o de disfunción motora. No implica una
determinada etiología ni una lesión neurológica irreversible, puesto que
puede estar causada por situaciones reversibles, como la administración de
determinados fármacos a la madre o por hipoglucemia.
	D		 Encefalopatía hipóxico‑isquémica. Se refiere a la encefalopatía como se
ha descrito anteriormente, siempre que haya datos objetivos que indiquen
el mecanismo hipóxico‑isquémico como la causa subyacente.
	E		 Lesión cerebral hipóxico‑isquémica. Implica una descripción neuroanató-
mica patológica atribuible a hipoxia y / o isquemia que se pone de manifiesto
en neuroimágenes (ecografía craneal, resonancia magnética [RM], tomo-
grafía computarizada [TC]) o por anomalías patológicas (post mortem). Las
pruebas bioquímicas de lesión cerebral, como la creatincinasa cerebral y la
enolasa neuronal específica, no se emplean habitualmente en la práctica
clínica (v. sección IX.B).
				 El diagnóstico de encefalopatía y / o de lesión cerebral hipóxico‑isquémica
no es de exclusión, pero descartar otras etiologías de la disfunción neurológica
es parte fundamental de la valoración diagnóstica. Cuando se establece el
diagnóstico debe recogerse la siguiente información en el historial médico
del paciente:
	1		
Historia prenatal. Complicaciones del embarazo, en especial los factores de
riesgo asociados con depresión neonatal, además de cualquier antecedente
familiar pertinente.
	2		
Historia perinatal. Factores de riesgo en el parto, incluido el registro de
la frecuencia cardíaca fetal y los factores de riesgo de sepsis, pH del cordón
y / o del cuero cabelludo (especificando si es arterial o venoso), puntuación de
Apgar, maniobras de reanimación y gasometría sanguínea inmediatamente
después del nacimiento.
	3		
Datos posnatales.
			a	 
Exploración física al ingreso, con énfasis en la valoración neurológica y
la presencia de cualquier característica dismórfica.
			b	Evolución clínica, que incluya la presencia o ausencia de convulsiones (y,
en su caso, el momento de inicio), oliguria, alteraciones cardiorrespirato-
rias y tratamiento (p. ej., necesidad de administrar vasopresores, soporte
ventilatorio).
			c	 Pruebas de laboratorio, incluida la gasometría sanguínea, valores de elec-
trólitos, indicios de lesión de órganos terminales distintos del cerebro
(riñón, hígado, corazón, pulmón, intestino) y posible estudio de errores
congénitos del metabolismo.
			d	
Pruebas de imagen.
			e	 
Un EEG y otros estudios neurofisiológicos (p. ej., potenciales evocados).
			f	 
Anatomía patológica placentaria.
	II	INCIDENCIA. En los países desarrollados con cuidados obstétricos y neonatales
avanzados, la frecuencia de la asfixia perinatal es aproximadamente del 1,5% de
los recién nacidos vivos y está en proporción inversa con la edad gestacional y el
peso al nacimiento. Se observa en el 0,5% de los recién nacidos vivos con una
edad gestacional de más de 36 semanas y es responsable del 20% de las muertes
Hansen8e9788416781645.indd 763 08/06/2017 08:42
764    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos
perinatales (50% si se incluye a los mortinatos). La incidencia es más elevada
en los recién nacidos a término de madres diabéticas o toxémicas, así como en
caso de crecimiento intrauterino retardado, en la presentación de nalgas y en los
recién nacidos posmaduros.
	III	ETIOLOGÍA. En los recién nacidos a término, los fenómenos hipóxico‑isquémicos
pueden aparecer en los períodos preparto o intraparto debido a un trastorno del
intercambio gaseoso placentario que da lugar a un aporte insuficiente de oxígeno
(O2) al feto y a la alteración de la eliminación de dióxido de carbono (CO2) y de
hidrógeno (H+) fetales. En muchos casos ese desconoce el tiempo de evolución
de la asfixia o su intensidad. El resto de fenómenos hipóxico‑isquémicos tienen
lugar en el período posparto y suelen ser secundarios a trastornos pulmonares,
cardiovasculares o neurológicos.
	A		 
Factores que aumentan el riesgo de asfixia perinatal:
	1		
Trastornos de la oxigenación materna.
	2		
Disminución del flujo sanguíneo materno a la placenta.
	3		
Disminución del flujo sanguíneo desde la placenta al feto.
	4		
Alteración del intercambio gaseoso a través de la placenta o en los tejidos
fetales.
	5		
Aumento de los requerimientos de O2 del feto.
	B		 
Los factores etiológicos de la hipoxia‑isquemia pueden ser múltiples e
incluyen:
	1		
Factores maternos: hipertensión (aguda o crónica), hipotensión, infección
(incluida la corioamnionitis), hipoxia por trastornos pulmonares o cardíacos,
diabetes, vasculopatías maternas y exposición intrauterina a cocaína.
	2		
Factores placentarios: placentación anormal, placenta previa, infarto pla-
centario, fibrosis placentaria o hidropesía.
	3		Rotura uterina.
	4		
Alteraciones del cordón umbilical: prolapso, vueltas, nudo verdadero, com-
presión.
	5		
Anomalías de los vasos umbilicales.
	6		
Factores fetales: anemia (p. ej., por hemorragia maternofetal), infección,
miocardiopatía, hidropesía e insuficiencia cardíaca 
/ 
circulatoria grave.
	7		
Factores neonatales: cardiopatía congénita cianótica, hipertensión pulmo-
nar persistente del recién nacido (HPPRN), miocardiopatía, otras formas
neonatales de shock cardiogénico y / o shock séptico, insuficiencia respiratoria
por síndrome de aspiración de meconio, neumonía neonatal, neumotórax u
otras causas.
	IV	FISIOPATOLOGÍA.
	A		
Los fenómenos que ocurren en el transcurso del parto normal hacen que
la mayoría de los niños nazca con escasas reservas de O2. Entre ellos se
encuentran:
	1		Disminución del flujo sanguíneo a la placenta por las contracciones uterinas,
cierto grado de compresión del cordón, deshidratación materna y alcalosis
materna por hiperventilación.
	2		
Disminución de la llegada de O2 al feto por reducción del flujo sanguíneo.
	3		
Aumento del consumo de O2 en la madre y el feto.
	B		Los problemas hipóxico‑isquémicos pueden producir las alteraciones siguien-
tes:
	1		Con la asfixia breve se observa un aumento transitorio, seguido de un
descenso, de la frecuencia cardíaca, ligera elevación de la presión arterial
Hansen8e9788416781645.indd 764 08/06/2017 08:42
Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   765
y aumento de la presión venosa central (PVC), sin cambios esenciales del
gasto cardíaco. Estos se acompañan de la redistribución del gasto cardíaco,
con mayor proporción al cerebro, el corazón y las glándulas suprarrenales
(reflejo de inmersión). Se cree que en los casos de asfixia grave y breve (p. ej.,
desprendimiento de placenta seguido de cesárea urgente) no tiene lugar esta
desviación del flujo sanguíneo a las estructuras nucleares profundas vitales
del cerebro, de ahí el patrón de lesión característico en los núcleos del tronco
encefálico y subcorticales.
	2		Con la asfixia prolongada puede haber una pérdida de la autorregulación
de la presión y 
/ 
o de la vasorreactividad al CO2, lo que puede comportar
mayor alteración de la perfusión cerebral, en especial en casos de afectación
cardiovascular, con hipotensión y 
/ 
o disminución del gasto cardíaco. La
reducción del flujo sanguíneo cerebral da lugar al metabolismo anaerobio
y, finalmente, a insuficiencia de la energía celular como consecuencia del
mayor gasto de glucosa en el cerebro y la disminución de la concentración
de glucógeno, fosfocreatinina, y trifosfato de adenosina (ATP). La asfixia
prolongada suele producir una lesión difusa de las estructuras corticales y
subcorticales, con mayor daño a las poblaciones neuronales especialmente
susceptibles a las lesiones hipóxico‑isquémicas.
	C		Las alteraciones celulares son resultado del descenso de la fosforilación oxida-
tiva y de la producción de ATP. Este fallo de la energía trastorna la función de
bomba iónica, con acumulación intracelular de sodio (Na+), cloro (Cl –), agua
y calcio (Ca2+); acumulación extracelular de potasio (K+), y neurotransmiso-
res excitadores (p. ej., glutamato). El trastorno de la fosforilación oxidativa
puede producirse durante la lesión hipóxico‑isquémica primaria o durante
un fallo energético secundario, que suele iniciarse 6‑24 horas después de la
lesión inicial. La muerte celular puede ser inmediata o tardía, y apoptótica
o necrótica.
	1		La muerte celular inmediata (necrosis) puede producirse por sobrecarga
osmótica intracelular de Na+ y Ca2+, por alteraciones de la función de la
bomba iónica o por la acción de los neurotransmisores excitadores sobre los
receptores inotrópicos (como el receptor de N‑metil‑d‑aspartato [NMDA]).
	2		La muerte celular tardía (apoptosis) se produce por la activación incontro-
lada de sistemas de enzimas y segundos mensajeros en el interior de la célula
(p. ej., lipasas, proteasas y caspasas dependientes de Ca2+); la alteración del
transporte de la cadena de electrones respiratoria mitocondrial; la produc-
ción de radicales libres y leucotrienos; la producción de óxido nítrico (NO)
a través de la NO sintetasa, o el agotamiento de las reservas de energía.
	3		
La reperfusión de tejidos previamente isquémicos puede provocar lesiones
por formación de un exceso de especies de oxígeno reactivo (p. ej., superóxido,
peróxido de hidrógeno, hidroxilo, oxígeno simple), que pueden desbordar
los mecanismos endógenos de eliminación, con lesión de los lípidos, proteí-
nas y ácidos nucleicos celulares, así como de la barrera hematoencefálica.
Ello puede ocasionar una llegada de neutrófilos que, junto con la microglia
activada, liberan citocinas nocivas (p. ej., interleucina 1‑β [IL‑1β) y factor
de necrosis tumoral α [TNF‑α]).
	V	
DIAGNÓSTICO.
	A		 Valoración perinatal del riesgo. Incluye el conocimiento de los problemas
maternos o fetales preexistentes que puedan predisponer a la asfixia perina-
tal (v. sección III) y de la situación cambiante placentaria y fetal (v. cap. 1)
mediante el examen ecográfico, el perfil biofísico y las pruebas no estresantes.
Hansen8e9788416781645.indd 765 08/06/2017 08:42
766    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos
	B		 Puntuaciones de Apgar bajas. Junto con la necesidad de reanimación en la
sala de partos, son hallazgos frecuentes, pero inespecíficos. Muchos paráme-
tros de la puntuación de Apgar están relacionados con la integridad cardio-
vascular y no con la disfunción neurológica que es consecuencia de la asfixia.
	1		Además de la asfixia perinatal, el diagnóstico diferencial en un recién nacido
a término con una puntuación de Apgar de 3 o inferior a los 10 min o más,
debe incluir: depresión por la anestesia o analgesia maternas, traumatismo,
infecciones, trastornos cardíacos o pulmonares, trastornos neuromusculares,
y otros trastornos o malformaciones del sistema nervioso central (SNC).
	2		
Si la puntuación de Apgar es superior a 6 a los 5 minutos, no es probable
que exista asfixia perinatal.
	C		 Gasometría en sangre de cordón o de la primera muestra de sangre. Los
criterios gasométricos específicos que definen la asfixia causante de daños
cerebrales son inciertos; sin embargo, la determinación del pH y del déficit de
bases en la sangre de cordón o periférica es útil para establecer si el niño sufre
una asfixia que requiere valoración adicional por el riesgo de desarrollar una
encefalopatía hipóxico‑isquémica. En los ensayos clínicos aleatorizados sobre
la hipotermia para el tratamiento de la encefalopatía hipóxico‑isquémica
neonatal, la acidosis grave se definió por un pH de 7 o inferior o un déficit
de bases de 16 mmol 
/ 
l o superior.
	D		 Manifestaciones clínicas y diagnóstico diferencial. La encefalopatía hipó-
xico‑isquémica debe sospecharse en los neonatos con encefalopatía y / o ante-
cedentes de sufrimiento fetal o neonatal, además de los datos de laboratorio
que indiquen asfixia. El diagnóstico no debe olvidarse en circunstancias como
la aspiración de meconio, la hipertensión pulmonar, traumatismos obstétricos
o hemorragia maternofetal, en las que la encefalopatía hipóxico‑isquémica
puede pasar desapercibida debido a la gravedad de la afección pulmonar, de
la anemia o de otras manifestaciones clínicas. El diagnóstico de encefalopatía
neonatal incluye diversas etiologías, además de la hipoxia‑isquemia perina-
tal. Puede sospecharse asfixia e incluir razonablemente a la encefalopatía
hipóxico‑isquémica en el diagnóstico diferencial si se observa:
	1		
Acidosis prenatal prolongada (superior a 1 hora).
	2		
Frecuencia cardíaca fetal inferior a 60 lat. 
/ 
min.
	3		
Puntuación de Apgar de 3 o inferior a los 10 min.
	4		
Necesidad de ventilación con presión positiva durante más de 1 minuto, o
primer llanto tardío (después de 5 minutos).
	5		
Crisis convulsivas en las 24‑48 horas después del parto.
	6		
Patrón en el EEG de paroxismo‑supresión o supresión del patrón de fondo
en el EEG, o el EEG de amplitud integrada (EEGa).
	VI	SIGNOS NEUROLÓGICOS. La encefalopatía hipóxico‑isquémica puede ser leve,
moderada o grave (tabla 55‑1). El EEG es útil para obtener datos objetivos que
permiten establecer la gravedad.
	A		 Encefalopatía. Los recién nacidos con encefalopatía hipóxico‑isquémica
sufren una disminución anormal del nivel de conciencia por definición, que
puede ser leve, moderado o grave. La encefalopatía leve puede presentarse
como un estado de aparente hiperalerta o de agitación, pero el recién nacido
no responde adecuadamente a los estímulos, lo que denota una alteración del
estado de conciencia. Las encefalopatías moderadas y graves se caracterizan
por respuestas más deterioradas a estímulos como la luz, el tacto o incluso
el dolor. La actividad de fondo detectada por el EEG o el EEGa es útil para
determinar la gravedad de la encefalopatía.
Hansen8e9788416781645.indd 766 08/06/2017 08:42
Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   767
Tabla 55‑1  Estadios de Sarnat y Sarnat en la encefalopatía hipóxico‑isquémica*
Signos Estadio 1 (leve) Estadio 2 (moderada) Estadio 3 (grave)
Nivel de
conciencia
Hiperalerta,
irritable
Somnolencia u
obnubilación
Estupor, coma
Control
neuromuscular
Desinhibido,
hiperactivo
Disminución de
los movimientos
espontáneos
Disminución o ausencia
de los movimientos
espontáneos
Tono muscular Normal Hipotonía leve Flacidez
Postura Flexión distal leve Flexión distal intensa Descerebración
intermitente
Reflejos de
estiramiento
Hiperactivos Hiperactivos,
desinhibidos
Reducidos o ausentes
Mioclonías
segmentarias
Presentes o
ausentes
Presentes Ausentes
Reflejos complejos Normales Suprimidos Ausentes
Succión Débil Débil o ausente Ausente
Reflejo de Moro Intenso, de bajo
umbral
Débil, incompleto, de
umbral elevado
Ausente
Oculovestibular Normal Hiperactivo Débil o ausente
Tono muscular
del cuello
Leve Intenso Ausente
Función
vegetativa
Simpática
generalizada
Parasimpática
generalizada
Ambos sistemas
deprimidos
Pupilas Midriasis Miosis Posición media, a
menudo anisocoria,
reflejo fotomotor
deficiente
Respiración Espontánea Espontánea, apnea
ocasional
Periódica; apnea
Frecuencia
cardíaca
Taquicardia Bradicardia Variable
Secreciones
bronquiales y
salivales
Escasas Abundantes Variables
Motilidad
gastrointestinal
Normal o
reducida
Aumentada, diarrea Variable
Convulsiones No Frecuentes, focales o
multifocales (6‑24 h de
vida)
Infrecuentes (excluyendo
la descerebración)
Hallazgos en el
EEG
Normal
(despierto)
Precoz: de bajo voltaje
generalizado, lento
(ondas continuas δ y Θ)
Precoz: patrón periódico
con fases isopotenciales
Tardío: patrón periódico
(despierto); convulsiones
focales o multifocales;
punta‑onda 1‑1,5 Hz
Tardío: totalmente
isopotencial
Continúa
Hansen8e9788416781645.indd 767 08/06/2017 08:42
768    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos
	B		 
Alteraciones del tronco encefálico y de los nervios craneales. Los recién
nacidos con encefalopatía hipóxico‑isquémica pueden presentar disfunción
del tronco encefálico, cuya manifestación puede ser la ausencia de reflejos del
tronco encefálico, como el pupilar, el corneal, el oculocefálico, el de la tos y el
nauseoso. Además, puede observarse alteración de los movimientos oculares,
como desconjugación y preferencia de la mirada, movimiento ocular vertical
u otros patrones anormales de movimiento ocular bilateral, así como ausencia
de fijación ocular o de parpadeo a la luz. Los recién nacidos pueden mostrar
debilidad facial (generalmente simétrica) y reflejo de succión y de deglución
débiles o ausentes, con las consiguientes dificultades para la alimentación.
También puede haber apnea u otros patrones respiratorios anómalos.
	C		 Alteraciones motoras. Cuanto más grave es la encefalopatía, por lo general
es mayor el grado de hipotonía, debilidad y anomalías posturales con ausencia
del tono flexor, que suele ser simétrico. En la encefalopatía hipóxico‑isqué-
mica grave, los reflejos primitivos, como el de Moro o el de prensión, pueden
estar disminuidos. En días o semanas, la hipotonía inicial puede evolucionar
a espasticidad e hiperreflexia si la lesión cerebral es grave. Si el recién nacido
presenta hipertonía intensa en el primer día del nacimiento, el episodio
hipóxico‑isquémico puede haber ocurrido previamente, en el período ante-
parto, y haber producido ya una lesión establecida.
	D		 Crisis convulsivas. Aparecen hasta en el 50% de los recién nacidos con
encefalopatía hipóxico‑isquémica y suelen iniciarse en las 24 horas siguien-
tes al episodio hipóxico‑isquémico. Son un signo de que la gravedad de la
encefalopatía es moderada o grave.
	1		
Las crisis convulsivas pueden ser sutiles, tónicas o clónicas. En ocasiones
puede ser difícil distinguirlas de los temblores o los movimientos clónicos,
aunque las dos últimas manifestaciones pueden suprimirse sujetando firme-
mente la extremidad o las extremidades afectadas.
	2		
Puesto que las convulsiones a menudo son subclínicas (solo eléctricas) y
los movimientos o las posturas anómalas tal vez no sean convulsiones, el
EEG sigue siendo el mejor método para diagnosticarlas, en particular en la
encefalopatía hipóxico‑isquémica.
	3		Las convulsiones pueden dificultar la ventilación y la oxigenación, en especial
en los recién nacidos que no reciben ventilación mecánica. Es importante
un soporte ventilatorio apropiado para evitar una lesión hipóxica mayor.
	E		 Hipertensión intracraneal. Si aparece como consecuencia del edema cere-
bral difuso en la encefalopatía hipóxico‑isquémica a menudo refleja una
necrosis cerebral extensa, más que la tumefacción de las células intactas, y
Tabla 55‑1  Estadios de Sarnat y Sarnat en la encefalopatía hipóxico‑isquémica* (continuación)
Signos Estadio 1 (leve) Estadio 2 (moderada) Estadio 3 (grave)
Duración de los
síntomas
 24 h 2‑14 días De horas a semanas
Evolución Normal en cerca
del 100%
80% normal; anormal si
los síntomas duran más
de 5‑7 días
Cerca del 50% fallece;
secuelas graves en los
demás
* 
Los estadios que se presentan en esta tabla forman un continuo que refleja el espectro de situaciones clínicas
en los niños con edad gestacional de más de 36 semanas.
De Sarnat HB, Sarnat MS. Neonatal encephalopathy following fetal distress: a clinical and electroencephalogra-
phics study. Arch Neurol 1976;33:696‑705.
Hansen8e9788416781645.indd 768 08/06/2017 08:42
Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   769
es indicativa de mal pronóstico. El tratamiento para reducirla no afecta a la
evolución final.
	VII	 DISFUNCIÓN MULTIORGÁNICA. Además del cerebro, otros sistemas orgánicos
suelen presentar signos de lesión por asfixia. En algunos casos (menos del 15%) el
cerebro es el único órgano disfuncional tras la asfixia. En la mayoría de los casos,
la disfunción multiorgánica es resultado de una hipoxia‑isquemia generalizada.
La frecuencia de la afectación de los órganos en la asfixia perinatal varía entre las
distintas series publicadas, dependiendo en parte de las definiciones utilizadas
para asfixia y para disfunción orgánica.
	A		 Riñón. Es el órgano afectado con más frecuencia en la asfixia perinatal. El
túbulo proximal es especialmente sensible al descenso de la perfusión, lo
que conduce a necrosis tubular aguda con oliguria y un incremento de los
valores de creatinina sérica (v. cap. 28).
	B		 Disfunción cardíaca. Se produce por isquemia miocárdica transitoria. El
ECG puede mostrar depresión del segmento ST en las derivaciones precor-
diales medias e inversión de la onda T en las precordiales izquierdas. Los
hallazgos ecocardiográficos muestran disminución de la contractilidad del
ventrículo izquierdo, especialmente de la pared posterior; incremento de
la presión telediastólica ventricular; insuficiencia tricúspide e hipertensión
pulmonar. En los casos de asfixia grave, la disfunción afecta más a menudo
al ventrículo derecho. Una frecuencia cardíaca fija puede suscitar sospecha
de lesión cerebral clínica.
	C		
Efectos pulmonares. Son: aumento de la resistencia vascular pulmonar con
HPPRN, hemorragia pulmonar, edema pulmonar por disfunción cardíaca
y aspiración de meconio.
	D		
Efectos hematológicos. Son: coagulación intravascular diseminada por
lesión vascular, producción escasa de factores de coagulación debido a la
disfunción hepática, y baja producción de plaquetas por parte de la médula
ósea.
	E		
Afectación hepática. Puede manifestarse por un aumento aislado de las
cifras de enzimas hepatocelulares. Pueden aparecer lesiones más importantes,
con coagulación intravascular diseminada, agotamiento de los depósitos
de glucógeno y la consiguiente hipoglucemia, metabolismo retardado o
trastornos de la eliminación de los fármacos.
	F		
Efectos gastrointestinales. Son: mayor riesgo de isquemia intestinal y ente-
rocolitis necrosante (v. cap. 27).
	VIII	 DATOS DE LABORATORIO PARA VALORAR LOS EFECTOS DE LA ASFIXIA.
	A		 Valoración cardíaca. La elevación de los valores séricos de la creatincinasa
miocárdica por encima del 5‑10% pueden indicar una lesión del miocardio.
Las troponinas cardíacas I y T y las proteínas reguladoras cardíacas que
controlan la interacción de la actina y la miosina mediada por el calcio, son
marcadores de lesión miocárdica y, además, los valores elevados de estas
proteínas pueden sugerir la exposición a la asfixia, pero actualmente no se
utilizan en la práctica clínica.
	B		 
Marcadores neurológicos de lesión cerebral.
	1		
La creatincinasa cerebral sérica puede aumentar en los recién nacidos con
hipoxia‑isquemia en el plazo de 12 horas tras la lesión, pero no se ha correla-
cionado con la evolución del desarrollo neurológico a largo plazo. Se expresa
también en la placenta, en los pulmones, en el tracto gastrointestinal y en los
riñones. En los recién nacidos con asfixia y encefalopatía hipóxico‑isquémica
Hansen8e9788416781645.indd 769 08/06/2017 08:42
770    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos
se han utilizado otros marcadores séricos, como la proteína S‑100, la enolasa
neuronal específica y los marcadores urinarios.
	2		
En la práctica, los marcadores séricos y urinarios de la lesión cerebral no se
emplean de forma habitual para establecer la presencia de lesión cerebral o
predecir su evolución.
	C		 Valoración renal.
	1		Las cifras de nitrógeno ureico en sangre (BUN) y de creatinina sérica pueden
estar elevadas en la asfixia perinatal, generalmente 2‑4 días después de la
lesión.
	2		
La fracción de la excreción de Na+ o el índice de insuficiencia renal pueden
servir de ayuda para confirmar la afectación renal (v. cap. 28).
	3		
Los valores urinarios de microglobulina β2 se han utilizado como indicado-
res de disfunción tubular proximal, aunque no de modo sistemático. Esta
proteína de bajo peso molecular se filtra libremente a través del glomérulo
y se reabsorbe casi por completo en el túbulo proximal.
	IX	PRUEBAS DE IMAGEN CRANEAL.
	A		La ecografía cerebral puede mostrar el edema como pérdida de la diferen-
ciación entre las sustancias gris y blanca, y ventrículos pequeños cuando
es grave, pero generalmente no es sensible para detectar la lesión cerebral
hipóxico‑isquémica, en particular en los primeros días tras el nacimiento.
Puede ser útil para descartar una hemorragia intracraneal de gran tamaño,
en particular porque puede ser una contraindicación para la hipotermia
terapéutica.
	B		La TC puede utilizarse para detectar edema cerebral, hemorragia y, en último
término, lesión cerebral hipóxico‑isquémica. Por la intensidad de radiación
que implica, la TC solo está indicada si se necesita con urgencia una prueba
de imagen para establecer el tratamiento clínico y no están disponibles la
ecografía ni la RM con carácter urgente.
	C		
Resonancia magnética. La RM convencional en secuencias potenciadas
en proyección T1 y T2 es la mejor técnica para determinar la gravedad y
la extensión de la lesión cerebral hipóxico‑isquémica irreversible, pero con
frecuencia no se evidencia en los días inmediatos al episodio, a menos que
la lesión sea más antigua y muy grave. Estas secuencias convencionales son
mejores para la detección de la lesión cerebral después de 7‑10 días, y puede
ser necesario realizar una RM incluso después de 14 días para identificar la
extensión completa de la lesión, en particular si la RM temprana revela una
lesión menos intensa que la que sugieren la exploración clínica o el EEG.
	1		
RM con secuencias potenciadas en difusión (DWI). Puede mostrar altera-
ciones unas horas después del episodio hipóxico‑isquémico útiles para el diag-
nóstico de la encefalopatía hipóxico‑isquémica neonatal y un indicio de una
posible lesión cerebral. Sin embargo, la DWI puede tanto sobreestimar como
subestimar la localización y la gravedad de la lesión cerebral, dependiendo
del momento en que se realice. Las DWI precoces generalmente mostrarán
una difusión reducida en las regiones cerebrales afectadas, aunque esto no
significa forzosamente que la lesión en estas regiones sea irreversible. A los
7‑10 días de edad tiene lugar una seudonormalización de la difusión, de modo
que las DWI pueden ser normales a pesar de la lesión hipóxico‑isquémica.
La hipotermia parece prolongar el tiempo hasta la seudonormalización de
la difusión. Por todo ello, los datos de la DWI deben interpretarse cuidado-
samente en el contexto de la historia y la evolución clínica del recién nacido
con encefalopatía hipóxico‑isquémica.
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Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   771
	2		
La espectroscopia por resonancia magnética (ERM) localizada, deno-
minada también ERM protónica o ERM‑H1, mide las concentraciones
relativas de diversos metabolitos en los tejidos. Los valores elevados de lac-
tato, la disminución de N‑acetilaspartato (NAA) y las alteraciones en la
proporción de estos dos metabolitos en relación con la colina o la creatina
pueden indicar encefalopatía hipóxico‑isquémica y tienen valor pronóstico
neurológico.
	3		
Imagen potenciada en susceptibilidad. Puede ser útil para la detección de
hemorragias, incluidas las que se producen en las áreas de lesiones isquémicas.
	4		
Angiografía y venografía por RM. Pueden ser útiles si existe sospecha de
anomalías vasculares, enfermedad tromboembólica o trombosis del seno
venoso, que en algunos casos se asocian con la encefalopatía hipóxico‑isqué-
mica.
	X	
Electroencefalograma. Se utiliza para detectar y monitorizar la actividad
convulsiva, así como para definir la actividad de fondo anormal, como la supresión
de las descargas, el bajo voltaje continuo o los patrones isoeléctricos. Cuando el
EEG convencional de 8 o de 16 canales no está disponible de forma inmediata,
se puede utilizar el EEGa para detectar la actividad de fondo, en especial cuando
se requiere una valoración rápida para determinar las presencia o la gravedad de
la encefalopatía e indicar el tratamiento con hipotermia. Este método consiste en
un montaje reducido de uno o dos canales con electrodos parietales. Aunque el
EEGa puede detectar algunas convulsiones, algunos datos muestran que detecta
muchas menos crisis convulsivas que el EEG convencional, y la calidad de la
interpretación del EEGa depende en gran medida de la experiencia y la habilidad
del personal responsable.
	XI	HALLAZGOS ANATOMOPATOLÓGICOS DE LESIÓN CEREBRAL.
	A		
En caso dea encefalopatía hipóxico‑isquémica moderada o grave pueden
observarse datos neuroanatomopatológicos específicos.
	1		
Necrosis neuronal selectiva. Es la lesión más frecuente tras la asfixia perina-
tal. Se debe a la diferente vulnerabilidad de los distintos tipos celulares; por
ejemplo, las neuronas se afectan con más facilidad que la glía. Las regiones
específicas con mayor riesgo son la CA1 del hipocampo, las células de Pur-
kinje del cerebelo en los recién nacidos a término y los núcleos del tronco
encefálico. Los neonatos prematuros muestran lesión predominantemente
en la sustancia blanca cerebral, pero en los cuadros graves también pueden
aparecer lesiones neuronales subcorticales y corticales.
	2		
Infartos límitrofes. Se producen entre los territorios de distribución de las
arterias cerebrales, sobre todo después de hipotensión grave. Reflejan mala
perfusión de las zonas limítrofes vulnerables periventriculares en el centro
semioval, y ocasionan lesiones que predominan en la sustancia blanca, en
especial en los neonatos pretérmino. En los recién nacidos a término, esto da
lugar a lesiones hipóxico‑isquémicas más graves y prolongadas, que provocan
lesiones parasagitales bilaterales corticales y subcorticales, así como de la
sustancia blanca subcortical.
	3		La necrosis cortical focal o multifocal que afecta a todos los elementos
celulares puede originar una encefalomalacia quística y 
/ 
o ulegiria (atenua-
ción de la profundidad de las cisuras) por falta de perfusión en uno o varios
lechos vasculares.
	B		 Neuroanatomía patológica. Puede reflejar el tipo de episodio hipó-
xico‑isquémico, aunque el patrón exacto no puede anticiparse.
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772    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos
	1		Los episodios parciales prolongados de asfixia tienden a producir una necrosis
cerebral difusa (especialmente cortical), aunque a menudo se afectan también
las estructuras subcorticales, con o sin lesión del tronco encefálico.
	2		La asfixia total aguda, cuando es relativamente breve, afecta principalmente
al tronco encefálico, el tálamo y los ganglios basales, y tiende en gran medida
a dejar la corteza indemne.
	3		
La asfixia parcial prolongada, seguida de un fenómeno asfíctico agudo ter-
minal (combinado), probablemente está presente en la mayoría de los casos.
	XII	 TRATAMIENTO.
	A		
Tratamiento perinatal de los embarazos de alto riesgo.
	1		
Las anomalías fetales de la frecuencia cardíaca proporcionan información
que apoya la existencia de asfixia, en especial si se acompañan de meconio
espeso. Sin embargo, no aportan información sobre la duración o la gravedad
del episodio asfíctico.
	2		
La determinación del pH en el cuero cabelludo fetal es un método más
adecuado que la presión de O2 para conocer la oxigenación fetal. En la
hipoxia‑isquemia intermitente, el valor de la presión de O2 puede mejorar
transitoriamente, mientras que el pH cae de forma progresiva. Se ha sugerido
que el valor de lactato en sangre del cuero cabelludo fetal sería un método más
sencillo y fidedigno que el pH, pero no ha logrado una aceptación amplia.
	3		Es importante la monitorización estrecha del progreso del parto, con atención
a otros signos de sufrimiento intrauterino.
	4		
Diversos hallazgos anormales pueden indicar la necesidad de asistencia
inmediata por parte del equipo perinatal. Puede estar indicado modificar
los planes para el parto, y en cualquier centro médico se deben diseñar e
implantar las pautas de actuación para los casos en que se sospeche sufri-
miento fetal (v. cap. 1).
	B		
Tratamiento en la sala de partos. El tratamiento inicial del recién nacido
hipóxico‑isquémico en la sala de partos se describe en el capítulo 4.
	C		
Tratamiento posnatal de las consecuencias neurológicas de la asfixia.
	1		
Ventilación. Hay que mantener el CO2 dentro de los límites normales.
La hipercapnia puede producir acidosis y vasodilatación cerebrales. Es
posible un aumento del flujo sanguíneo en las áreas indemnes e isquemia
relativa en las afectadas («fenómeno de robo»). También debe evitarse
la hipocapnia excesiva (CO2  25 mm Hg), puesto que puede reducir la
perfusión cerebral.
	2		
Oxigenación. Hay que mantener los valores de O2 en márgenes normales,
aunque la mala perfusión periférica puede limitar la exactitud de la monito-
rización continua incruenta. La hipoxemia se tratará con O2 suplementario
y 
/ 
o ventilación mecánica. La hiperoxia puede reducir el flujo sanguíneo
cerebral o exacerbar la lesión producida por los radicales libres, por lo que
debe evitarse.
	3		
Temperatura. El enfriamiento pasivo del paciente apagando las luces radian-
tes es un modo eficaz de iniciar la terapia hipotérmica lo antes posible después
del episodio hipóxico‑isquémico. Hay que evitar siempre la hipertermia.
	4		
Perfusión. La estabilidad cardiovascular y cifras medias adecuadas de presión
arterial sistémica son importantes para mantener una presión de perfusión
cerebral suficiente.
	5		
Mantener el estado metabólico fisiológico.
			a	 
La hipocalcemia es una alteración metabólica frecuente después de la
asfixia neonatal. Es importante conservar las cifras de calcio en valores
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Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   773
normales, ya que la hipocalcemia puede afectar a la contractilidad cardíaca
o provocar crisis convulsivas (v. cap. 25).
			b	A menudo se observa hipoglucemia en los recién nacidos con hipoxia‑isque-
mia. La glucemia debe mantenerse dentro de los límites normales para
el recién nacido a término. La hipoglucemia puede aumentar el flujo
sanguíneo cerebral y exacerbar el déficit de energía, así como causar o
incrementar las convulsiones. La hiperglucemia puede aumentar las cifras
de lactato, dañar la integridad celular, aumentar el edema o desencadenar
otros trastornos de la autorregulación cerebral.
	6		
Se requiere un control razonable de los líquidos, evitando tanto la sobre-
carga como el volumen circulante inadecuado. Varios procesos predisponen
a la sobrecarga hídrica en los niños con asfixia:
			a	 
Necrosis tubular aguda (v. cap. 28) a consecuencia del «reflejo de sumer-
sión», que puede desencadenar oliguria seguida de poliuria.
			b	
Síndrome de secreción inadecuada de hormona antidiurética (SIADH)
(v. cap. 23), que se observa a menudo 3‑4 días después del episodio
hipóxico‑isquémico. Se manifiesta por hiponatremia e hipoosmolaridad,
combinadas con diuresis baja y orina inapropiadamente concentrada
(aumento de las cifras de densidad, osmolaridad y Na+).
			c	 
Restricción hídrica, que puede ayudar a reducir al mínimo el edema
cerebral, aunque se desconocen sus efectos sobre la evolución a largo
plazo en los recién nacidos sin insuficiencia renal.
	7		
Control de las crisis convulsivas. Las convulsiones suelen iniciarse en las
12 horas tras el nacimiento; su frecuencia aumenta, y después se resuelven
en unos días, aunque en los casos graves pueden mantenerse. Las causadas
por encefalopatía hipóxico‑isquémica pueden ser muy difíciles de controlar
y quizá no logren eliminarse con los fármacos disponibles. Hay que tener
presente que en la encefalopatía hipóxico‑isquémica a menudo son subclínicas
(solo electrográficas), y que en neonatos con bloqueo osteomuscular pueden
manifestarse solo por cambios bruscos en la presión arterial, la frecuen-
cia respiratoria y la oxigenación. En estos casos es imprescindible realizar
un EEG para detectarlas y monitorizar la respuesta a los anticonvulsivos,
que es superior al EEGa para este objetivo1. Cada vez son más los datos
que indican que las convulsiones agravan las lesiones cerebrales2, 3, pero los
anticonvulsivos no son totalmente eficaces y no existen pruebas de que un
mejor control de las convulsiones consiga una mejor evolución neurológica4.
Las alteraciones metabólicas que pueden provocar o exacerbar la actividad
convulsiva, como la hipoglucemia, la hipocalcemia y la hiponatremia, deben
corregirse.
			a	 
Uso agudo de anticonvulsivos.
				 i	 
Fenobarbital. Es el fármaco de elección. Se administra una dosis de
carga de 20 mg / kg por vía intravenosa. Si prosiguen las convulsiones,
se administra otra dosis de carga de 5‑10 mg / kg por vía intravenosa,
y se inicia una dosis de mantenimiento de 3‑5 mg / kg / día por vía oral
o intravenosa, fraccionada en dos tomas al día, 12‑24 horas después
de la dosis de carga. Al comenzar la administración de fenobarbital
debe monitorizarse estrechamente al recién nacido para detectar una
posible depresión respiratoria. Los valores séricos terapéuticos son de
15‑40 mg / dl. Debido a su semivida prolongada, que puede aumentar
todavía más por la disfunción renal y hepática, se deben monitorizar
las concentraciones séricas para ajustar adecuadamente la dosis de
mantenimiento.
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774    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos
				 ii	 
Fenitoína. Normalmente se añade al tratamiento cuando el fenobar-
bital no consigue controlar las convulsiones. La dosis de carga es de
15‑20 mg 
/ 
kg por vía intravenosa, seguida de una dosis de manteni-
miento de 4‑8 mg 
/ 
kg 
/ 
día fraccionada cada 8 horas. En numerosos
centros, la fosfenitoína se usa en lugar del fármaco original (feni-
toína), por su menor riesgo de hipotensión y porque la extravasa-
ción no conlleva efectos adversos. La dosis se calcula y se presenta en
equivalentes de fenitoína (fracción de la excreción) para evitar errores
de medicación. La concentración sérica terapéutica habitual es de
15‑20 mg / dl, aunque valores de 20‑25 mg / dl pueden ser efectivos, y
debe considerarse determinar los valores de fenitoína libre.
				 iii	Las benzodiazepinas se consideran fármacos de tercera opción, e inclu-
yen el lorazepam, que puede administrarse en dosis de 0,05‑0,1 mg / kg
por vía intravenosa. Algunos médicos tratan las convulsiones con
midazolam en bolo y en perfusión intravenosa, pero son escasos los
datos sobre la seguridad y la eficacia de este tratamiento.
				 iv	 
El levetiracetam se ha utilizado recientemente por su disponibilidad
en forma intravenosa y su relativa eficacia y seguridad en varios tipos
de epilepsia infantil. Algunas de las series publicadas han comuni-
cado resultados positivos en recién nacidos, pero sin monitorización
con EEG continuo para confirmar la eficacia, y existen pocos datos
relativos a la seguridad a corto o a largo plazo. Un estudio clínico
aleatorizado activo aportará pronto información sobre la eficacia de
este fármaco (NCT01720667).
			b	
Tratamiento anticonvulsivo a largo plazo. Puede suspenderse el tra-
tamiento anticonvulsivo cuando la exploración clínica y el EEG indi-
quen que el niño ya no presenta crisis. Si se está administrando más
de un anticonvulsivo, se retirarán en el orden inverso al de su inicio
y se dejará el fenobarbital para el final, a menos que se disponga de
evidencia importante de que un fármaco concreto sea más efectivo. Es
controvertido el momento apropiado de la interrupción del fenobarbital,
con partidarios del cese poco después del alta y otros que abogan por
mantenerlo durante 1‑6 meses, o incluso más. Los lactantes con mayor
riesgo de desarrollar epilepsia en la infancia son los aquellos con una
lesión cerebral hipóxico‑isquémica extensa o que muestran un EEG
epileptiforme persistente.
	8		
Tratamiento de las lesiones de otros órganos diana.
			a	 La disfunción cardíaca se trata con corrección de la hipoxemia, la aci-
dosis, la hipocalcemia y la hipoglucemia, y evitando la depleción o la
sobrecarga de volumen. Es posible que los diuréticos sean menos eficaces
en caso de trastorno renal concurrente. En los neonatos con afección
cardiovascular se deben monitorizar de forma continuada las cifras de
presión arterial media sistémica, PVC (si está disponible) y diuresis. Estos
neonatos pueden requerir inotrópicos como dopamina (v. cap. 40) y
reducir la poscarga (p. ej., con dobutamina o milrinona) para mantener
la presión arterial y la perfusión.
				 i	 
La presión arterial debe mantenerse dentro de los límites normales
para que la perfusión sistémica y cerebral sean suficientes.
				 ii	 
La monitorización de la PVC es útil para valorar la suficiencia de la
precarga (es decir, que el niño no esté hipovolémico por vasodilatación
o fugas al tercer espacio); un objetivo razonable es el de 5‑8 mm Hg
en el recién nacido a término.
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Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   775
			b	La función renal debe monitorizarse, con medición de la diuresis, de
los electrólitos séricos, de la osmolaridad comparada de orina y suero, el
análisis de orina y su densidad específica.
				 i	 
Si hay oliguria o anuria, se evitará la sobrecarga hídrica, para lo que
hay que limitar la administración de agua libre para reemplazar las
pérdidas inadvertidas y la diuresis (unos 60 ml / kg / día) y considerar la
perfusión de dopamina en dosis bajas (≤ 2,5 µg / kg / min) (v.  caps.  23  y
28).
				 ii	 
Hay que valorar el estado de la volemia antes de instaurar una res-
tricción hídrica importante. En caso de oligoanuria, puede ser útil
administrar una carga hídrica de 10‑20 ml / kg, seguida de un diurético
del asa como la furosemida.
				 iii	Para evitar la sobrecarga hídrica y la hipoglucemia puede ser necesa-
rio perfundir soluciones concentradas de glucosa a través de una vía
central. Se monitorizarán meticulosamente las concentraciones de
glucosa y se evitará su administración rápida en bolo. Las perfusiones
deben realizarse lentamente para evitar la posible hipoglucemia de
rebote.
			c	 
Efectos gastrointestinales. Se debe retirar la alimentación hasta que la
presión arterial sea estable, se escuchen ruidos intestinales activos y las
pruebas de sangre en heces sean negativas (v. cap. 27).
			d	
Anomalías hematológicas (v. caps. 42‑47). Hay que monitorizar el perfil
de coagulación, con determinación del tiempo de tromboplastina parcial
(TTP), el tiempo de protrombina (TP), el fibrinógeno y las plaquetas.
Puede ser necesario corregir las anomalías con plasma fresco congelado,
crioprecipitado y 
/ 
o perfusión de plaquetas.
			e	 Se monitorizará la función hepática con medición de los valores de tran-
saminasas (alanino aminotransferasa [ALT], aspartato aminotransferasa
[AST]), coagulación (TP, TTP, fibrinógeno), albúmina, bilirrubina y
amoníaco. También hay que controlar las concentraciones de los fármacos
que se metabolizan o eliminan a través del hígado.
			f	 
Pulmón (v. caps. 29, 30 y 36). El tratamiento de los efectos pulmonares
de la asfixia depende de la etiología de cada proceso.
	XIII	 ESTRATEGIAS NEUROPROTECTORAS. Se han propuesto diversas estrategias
neuroprotectoras, y se están investigando en ensayos con modelos animales y en
estudios clínicos en seres humanos.
	A		La inducción de hipotermia terapéutica ha demostrado reducir el riesgo de
lesión cerebral en los recién nacidos expuestos a lesiones hipóxico‑isquémicas
perinatales5‑7. El enfriamiento del cuerpo y de la cabeza ha demostrado ser
seguro y eficaz8‑10 y se recomienda para los recién nacidos con encefalitis
hipóxico‑isquémica moderada o grave11. Los autores recurren al enfriamiento
corporal total, en gran medida debido a que permite la monitorización
con EEG necesaria para detectar las frecuentes convulsiones (en un 50%
los neonatos con encefalopatía hipóxico‑isquémica moderada o grave).
	1		
Criterios de inclusión. Se trata con enfriamiento total del cuerpo a los
recién nacidos con encefalopatía hipóxico‑isquémica a partir de los siguientes
criterios:
			a	 
Edad pomenstrual superior a 36 semanas y peso al nacimiento mayor de
2.000 g.
			b	
Presencia de al menos uno de los siguientes signos de sufrimiento fetal
o neonatal:
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776    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos
				 i	 Antecedentes de fenómenos perinatales agudos (p. ej., placenta previa,
prolapso de cordón, alteraciones graves de la frecuencia cardíaca).
				 ii	 
pH inferior a 7 o deficiencia de bases superior a 16 mEq 
/ 
l en la
gasometría de cordón umbilical o en la gasometría en sangre tras el
nacimiento obtenida en la primera hora de vida.
				 iii	
Puntuación de Apgar inferior a 5 a los 10 min.
				 iv	 
Ventilación asistida iniciada al nacimiento y mantenida durante al
menos 10 min.
			c	 
Detección de encefalopatía neonatal moderada o grave durante la explo-
ración física y 
/ 
o mediante EEGa:
				 i	 
La técnica principal para identificar la encefalopatía neonatal es la
exploración física.
				 ii	 Si la exploración revela encefalopatía moderada o grave, debe realizarse
un EEGa para permitir una valoración y vigilancia más detalladas.
				 iii	
En los casos en que la exploración física no es fiable (p. ej., uso de
relajantes musculares) debe recurrirse a un EEGa para confirmar una
encefalopatía.
				 iv	 
Los patrones del EEGa que revelan encefalopatía moderada o grave
incluyen los siguientes, con un tiempo de registro mínimo de 20 min:
	 				 a	 Anomalía grave: margen superior de más de 10 µV.
	 				 b	 
Anomalía moderada: margen superior de más de 10 µV e inferior
de menos de 5 µV.
	 				 c	 
Convulsiones identificadas mediante EEGa.
			
Nota: una exploración neurológica normal descarta la necesidad de confir-
mación con EEGa.
	2		
Criterios de exclusión. Los pacientes pueden ser excluidos de este protocolo
si el médico responsable lo considera oportuno. Si durante el tratamiento
se identifica un criterio de exclusión, se calentará al paciente siguiendo el
procedimiento de recalentamiento que se describe a continuación:
			a	 
Presencia de anomalías cromosómicas mortales (como las trisomías 13
o 18).
			b	
Presencia de anomalías congénitas graves (p. ej., cardiopatía congénita
cianótica compleja, malformación grave del SNC).
			c	 Infección vírica sistémica congénita sintomática (p. ej., hepatosplenome-
galia, microcefalia).
			d	
Infección bacteriana sistémica sintomática (p. ej., meningoencefalitis,
coagulación vascular diseminada).
			e	 
Diátesis hemorrágica significativa.
			f	 
Hemorragia intracraneal grave.
			
	 El enfriamiento debe iniciarse antes de las 6 horas de edad, por lo que es
esencial un reconocimiento precoz. La temperatura esofágica que se establece
como objetivo durante es de 33,5 oC (33‑34 oC), con un intervalo aceptable
de 32,5‑34,5 oC.
			
	 Si es posible, se debe obtener un acceso arterial y uno venoso central antes
de iniciar el protocolo de hipotermia terapéutica. La obtención de una vía
central en situación de hipotermia puede ser extremadamente compleja por
los efectos de la vasoconstricción.
	B		
Actualmente se encuentran en evaluación preliminar de ensayos clínicos de
fase I 
/ 
II nuevas sustancias como la eritropoyetina, la melatonina, el xenón
o las células progenitoras, pero no existen datos que apoyen el uso de nin-
gún fármaco como tratamiento, además de la hipotermia terapéutica y la
neuroprotección.
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Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   777
	C		
Entre las sustancias investigadas en modelos animales, con escasos datos en
recién nacidos humanos, se encuentran los antagonistas de los receptores de
neurotransmisores excitotóxicos, como el bloqueo del receptor de NMDA
con ketamina o MK‑801; eliminadores de radicales libres como el alopuri-
nol, la superóxido dismutasa y la vitamina E; antagonistas del calcio como
el sulfato de magnesio, el nimodipino y el nicardipino; inhibidores de la
ciclooxigenasa como la indometacina; estimuladores del receptor de ben-
zodiazepinas como el midazolam, y favorecedores de la síntesis de proteínas
como la dexametasona.
	D		 
Control de los recién nacidos durante las 72 horas de hipotermia tera‑
péutica y recalentamiento.
	1		
Temperatura.
			a	 La temperatura central debe vigilarse de forma continua y documentarse
cada 15 min hasta 1 hora después de que se alcance el objetivo de 33,5 °C,
y luego cada hora. La temperatura central a menudo se cuantifica con
una sonda esofágica con sensor de temperatura.
			b	
Durante el procedimiento de recalentamiento, la temperatura central
debe monitorizarse de forma continua y documentarse cada hora.
	2		
Condición respiratoria.
			a	 
Debe realizarse una gasometría arterial y valorarse el lactato sérico al
inicio y a las 4, 8, 12, 24, 48 y 72 horas de tratamiento, y según indicación
clínica.
			b	
Puesto que las diferencias en los resultados de la gasometría sanguínea a
33,5 °C y a 37 °C son mínimas, no es necesario registrar la temperatura
central del neonato.
	3		
Estado cardiovascular. Deben monitorizarse y documentarse los signos
vitales de forma sistemática.
	4		
Equilibro hídrico, hidroelectrolítico y renal / gastrointestinal.
			a	 
Ayuno hasta nueva orden cuando se inicia el enfriamiento pasivo, de
manera característica hasta que se recalienta al paciente hasta la tem-
peratura normal. Las cifras de glucosa, electrólitos séricos con calcio,
BUN 
/ 
creatinina y transaminasas (AST 
/ 
ALT) deben cuantificarse al
inicio, y luego a las 24, 48 y 72 horas de tratamiento, y según indicación
clínica. Algunos centros administran alimentación de bajo volumen «tró-
fica» o «de preparación intestinal» de alrededor de 10 mg 
/ 
kg 
/ 
día si no
hay contraindicaciones específicas, como hipotensión.
			b	
Por lo general debe administrarse nutrición parenteral de acuerdo con
las recomendaciones estándar de inicio y continuación, y con objetivos
estandarizados que incluyen 3‑3,5 g / kg / día de proteínas y 3 g / kg / día de
lípidos. Debe señalarse que la restricción hídrica puede impedir alcanzar
estas cifras.
			c	 
Para evitar el edema cerebral en la población de riesgo, debe buscarse
una concentración de sodio objetivo en el extremo superior del intervalo
normal. Debido a que en muchos de estos pacientes el gasto urinario dis-
minuido tiene una etiología multifactorial, anticipar la necesidad de una
restricción relativa de líquidos ayudará a evitar concentraciones séricas
de sodio inferiores a 140 mEq 
/ 
l.
			d	El TP, el TTP, el índice internacional normalizado (INR), el fibrinógeno
y el recuento de plaquetas deben cuantificarse diariamente durante el
enfriamiento, y según indicación clínica. Debe administrarse trata-
miento sistemático para la coagulopatía, excepto para el recuento de
plaquetas, que debe mantenerse superio a 100.000 
/ 
μl para compensar
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778    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos
la disminución de la función plaquetaria. Puede solicitarse interconsulta
con hematología.
	5		
Enfermedad infecciosa.
			a	 Se debe iniciar el tratamiento con antibióticos tras obtener los resultados
habituales del hemograma y el hemocultivo.
			b	
También suele cambiarse la gentamicina por cefotaxima si hay signos de
deterioro renal.
	6		
Estado neurológico.
			a	 
Debe solicitarse interconsulta neurológica tan pronto como sea posible,
si está disponible.
			b	
Debe realizarse un EEGa o, preferentemente, iniciar la monitorización
con EEG completo al ingreso y mantenerse durante por lo menos las
primeras 24 horas y el período de 12 horas de recalentamiento, y quizá
durante todo el protocolo de hipotermia, en particular si aparecen con-
vulsiones frecuentes. La piel del cuero cabelludo debe vigilarse en forma
cuidadosa para descartar lesiones, por el riesgo que suponen la isquemia,
la hipotermia y la menor movilidad del neonato.
			c	 
Debe realizarse una ecografía cerebral tan pronto como sea posible tras
el inicio de la hipotermia terapéutica, para descartar hemorragia intra-
craneal.
			d	
Deben solicitarse una o más RM cerebrales para valorar la gravedad y
la localización de cualquier lesión hipóxico‑isquémica. Los estudios de
RM en neonatos a menudo pueden realizarse sin administrar fármacos
sedantes adicionales. Los estudios de RM cerebral deben diferirse si el
neonato muestra inestabilidad cardiorrespiratoria relevante, convulsiones
persistentes o cualquier condición que haga que el equipo médico con-
sidere inseguros el traslado y la RM. Idealmente, la RM debe incluir:
				 i	 Imágenes ponderadas en T1 y T2 para detectar cualquier lesión irrever-
sible, o anomalías congénitas o adquiridas en el parénquima cerebral.
				 ii	 
DWI para detectar evidencias de lesión hipóxico‑isquémica aguda.
				 iii	
Imágenes ponderadas por susceptibilidad para detectar hemorragia.
				 iv	 
Espectroscopia de protones por RM para detectar lactato u otros
metabolitos que sugieran una etiología metabólica distinta a la ence-
falopatía hipóxico‑isquémica.
				 v	 
La venografía o la arteriografía por RM pueden ser útiles en caso
de evidencia de lesión isquémica venosa o arterial focal sugestiva de
enfermedad tromboembólica.
			e	 La RM cerebral temprana que se practica en los días 1‑5 tras el nacimiento
(o después de lesión hipóxico‑isquémica) es útil con los fines siguientes:
				 i	 Detección de restricción temprana de la difusión, que revela una lesión
hipóxico‑isquémica temprana.
				 ii	 
Valoración de una lesión bien establecida (p. ej., lesión prenatal o
perinatal).
				 iii	
Definición de cualquier posible etiología de la encefalopatía, además
de la hipoxia‑isquemia.
				 iv	 
Valoración inicial de la presencia / gravedad de cualquier lesión hipó-
xico‑isquémica.
			
Nota: los estudios tempranos pueden subestimar la lesión hipóxico‑isquémica,
lo que depende del momento en que se produce y en que se obtienen las
imágenes.
				 Los estudios de RM cerebral tardíos son útiles para detectar la gravedad
y la localización de la lesión cerebral hipóxico‑isquémica, que se define con
Hansen8e9788416781645.indd 778 08/06/2017 08:42
Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   779
más precisión mediante secuencias de imagen convencionales ponderadas
en T1 y T2 a los 10‑14 días de edad o más. Este estudio de RM cerebral
tardío puede realizarse en el paciente ambulatorio sin sedación, si el neonato
ya recibió el alta de la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN).
Obsérvese que las anomalías de difusión que detecta la DWI cursan con
seudonormalización (es decir, adquieren un aspecto normal) alrededor de
los 7‑10 días tras la lesión hipóxico‑isquémica en neonatos, y después de
este período, la DWI muestra incremento de la difusión en las regiones con
lesión establecida.
	7		
Dolor y sedación.
			a	 
El nivel de sedación objetivo durante el enfriamiento debe definirse y
cuantificarse utilizando una técnica adecuada.
			b	
Debe aplicarse sedación suficiente para optimizar el bienestar y evitar
el tiriteo, que puede incrementar el metabolismo y la temperatura del
neonato, lo que limitan la eficacia de la terapia con hipotermia. Debe
ajustarse para alcanzar las cifras de sedación previstas.
					 Al final de las 72 horas de la inducción de la hipotermia, se recalienta
al recién nacido a una velocidad de 0,5 oC cada 2 horas, hasta que el
paciente alcanza los 36,5 oC. Este objetivo debería alcanzarse en unas
10‑12 horas.
					 Si se identifica un factor de exclusión en un paciente, o aparece una
contraindicación durante la administración de la terapia con hipotermia,
se recalienta al niño siguiendo el mismo procedimiento.
	E		 
Controversias en la aplicación de la hipotermia terapéutica.
	1		
Hipotermia de mayor duración o intensidad. Una interrogante que surgió
tras la publicación de los estudios clínicos iniciales sobre hipotermia mode-
rada durante 72 horas se refería a si el enfriamiento hasta una temperatura
menor, con o sin mayor duración, pudieran aportar mayor beneficio. Un
estudio clínico aleatorizado al respecto publicado en 2014 demostró que el
enfriamiento durante 120 horas o hasta una temperatura de 32 °C no confería
un beneficio adicional y, por el contrario, reveló una tendencia hacia una peor
evolución, por lo que el estudio clínico se suspendió de forma temprana.
	2		
Inicio tardío de la hipotermia. Algunos datos muestran que la hipotermia
se relaciona con una mejor evolución si se inicia en las primeras 3‑4 horas tras
el nacimiento, lo que es congruente con datos obtenidos en animales, pero
no está claro si es beneficioso iniciar la hipotermia más de 6 horas después
del nacimiento. Esta interrogante está siendo analizada en un estudio clínico
financiado por el National Institute of Child Health and Human Development
(NICHD), pero mientras tanto, centros como en el que colaboran los autores
inician al enfriamiento de los neonatos a las 6‑12 horas si se cumplen otros
criterios.
	3		
Edad gestacional de 34‑36 semanas. En la actualidad no está definida
la edad gestacional menor a la que la hipotermia sigue siendo efectiva y
segura, pero algunos centros consideran el enfriamiento en neonatos de
34‑36 semanas si se cumplen otros criterios, si tienen un peso normal, y si
puede realizarse una ecografía temprana para descartar hemorragia intra-
ventricular, que es más frecuente en prematuros.
	4		
Afecciones médicas subyacentes. También existe controversia en cuanto
a la aplicación de la hipotermia en neonatos con afecciones quirúrgicas o
genéticas subyacentes. Esta pregunta tiene poca probabilidad de ser analizada
en estudios clínicos grandes, de modo que requiere una consideración clínica
cuidadosa.
Hansen8e9788416781645.indd 779 08/06/2017 08:42
780    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos
	5		
Encefalopatía hipóxico‑isquémica leve. Es probable que la mayor difi-
cultad radique en decidir si se ofrece o no hipotermia a los neonatos que
cumplen solo algunos criterios, en particular en aquellos con un grado leve
de encefalopatía. Si bien existen algunos criterios objetivos de ingreso, como
pH, exceso de bases o voltaje en el EEGa, otros criterios son necesariamente
subjetivos, como la determinación del sufrimiento fetal / neonatal o la grave-
dad de la encefalopatía a partir de la exploración física. El umbral a partir
del cual la hipotermia puede aportar beneficios sin generar efectos adversos
puede diferir del que se ha valorado en los estudios clínicos hasta la fecha.
Está claro que se requieren más datos relativos a la evolución neurológica
de los neonatos con encefalopatía hipóxico‑isquémica leve, y los riesgos y
beneficios de la hipotermia en esta población.
	XIV	 EVOLUCIÓN DE LA ASFIXIA PERINATAL.
	A		La tasa de mortalidad global es de aproximadamente el 20%. La frecuencia
de secuelas en el desarrollo neurológico de los supervivientes es de aproxi-
madamente el 30%.
	B		
El riesgo de parálisis cerebral en los supervivientes de asfixia perinatal es del
5‑10%, en comparación con el 0,2% de la población general. La mayoría
de los casos de parálisis cerebral no guardan relación con la asfixia
perinatal, y la mayoría de los recién nacidos con asfixia perinatal no
presentan parálisis cerebral.
	C		La evolución específica depende de la gravedad de la encefalopatía, de la
presencia o ausencia de convulsiones, de los resultados del EEG y de los
hallazgos en las ecografías.
	1		Para comprobar la gravedad de la encefalopatía se pueden utilizar los estadios
clínicos de Sarnat para la encefalopatía hipóxico‑isquémica (v. tabla 55‑1).
			a	 Estadio 1 de la encefalopatía hipóxico‑isquémica o leve: mortalidad infe-
rior al 1%; el 98‑100% de los lactantes mostrarán un desarrollo neuro-
lógico normal.
			b	Estadio 2 de la encefalopatía hipóxico‑isquémica o moderado: el 20‑37%
de los afectados mueren o presentan trastornos del desarrollo neurológico.
El pronóstico puede concretarse mediante EEG y RM para detectar la
gravedad de la encefalopatía y las convulsiones, así como la gravedad y
la localización de la lesión cerebral hipóxico‑isquémica. Este grupo es el
que más beneficios puede obtener de la terapia hipotérmica.
			c	 
Estadio 3 o encefalopatía hipóxico‑isquémica grave: la muerte por los
efectos de la asfixia sistémica intensa es más probable en la encefalopatía
hipóxico‑isquémica grave o por la retirada electiva de la tecnología médica
cuando la lesión cerebral grave dará origen a discapacidad neurológica
importante. Los supervivientes presentarán con gran probabilidad una
o más deficiencias graves en el desarrollo neurológico, como parálisis
cerebral, retraso intelectual, discapacidad visual o epilepsia.
	2		La presencia de crisis convulsivas aumenta 50‑70 veces el riesgo de parálisis
cerebral. La tasa de mortalidad y la morbilidad a largo plazo son más elevadas
si las convulsiones comienzan durante las primeras 12 horas de vida, son
electrográficas y / o frecuentes3.
	3		
La actividad persistente de bajo voltaje o actividad de fondo isoeléctrica
mediante EEG es un indicador pronóstico de mal resultado. Si bien un
patrón de paroxismo‑supresión transitorio puede asociarse con un buen
pronóstico, uno persistente (p. ej., de 3 días o más) se asocia con un riesgo
elevado de muerte o de alteraciones del desarrollo neurológico. Debe señalarse
Hansen8e9788416781645.indd 780 08/06/2017 08:42
Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   781
que algunos fármacos administrados a la madre pueden generar alteraciones
transitorias del EEG neonatal.
	4		La RM ha aportado una gran cantidad de información pronóstica a los datos
del EEG y clínicos, puesto que el patrón de lesión cerebral hipóxico‑isqué-
mica suele mostrar una buena correlación con el pronóstico neurológico,
siempre que se realice a la edad adecuada y sea interpretado por un médico
con conocimientos sobre la RM cerebral neonatal. Las lesiones significativas
de la corteza o de los núcleos subcorticales se asocian normalmente con
discapacidad intelectual y motora, pero su intensidad varía en grado consi-
derable según las regiones afectadas y la gravedad de la lesión en cada una
de ellas. Hay que señalar que las lesiones aisladas en el núcleo subcortical
o las menos graves en zonas limítrofes 
/ 
parasagitales pueden asociarse con
una evolución cognitiva normal y con deficiencias motoras leves. En general,
la evolución motora es más fácil de predecir que la cognitiva o la sensorial,
y puede ser muy difícil definir de antemano qué neonatos padecerán más
adelante epilepsia o tendrán dificultades para la alimentación. Por ello, estas
pruebas deben interpretarlas cuidadosamente médicos con experiencia en la
atención de niños con encefalopatía hipóxico‑isquémica neonatal.
Bibliografía
  1.	Shellhaas RA, Soaita AI, Clancy RR. Sensitivity of amplitude‑integrated electroen-
cephalography for neonatal seizure detection. Pediatrics 2007;120:770‑777.
  2.	Wirrell EC, Armstrong EA, Osman LD y cols. Prolonged seizures exacerbate perinatal
hypoxic‑ischemic brain damage. Pediatr Res 2001;50:445‑454.
  3.	McBride MC, Laroia N, Guillet R. Electrographic seizures in neonates correlate with
poor neurodevelopmental outcome. Neurology 2000;55:506‑513.
  4.	Rennie J, Boylan G. Treatment of neonatal seizures. Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed
2007;92:F148‑F150.
  5.	Gluckman PD, Wyatt JS, Azzopardi D y cols. Selective head cooling with mild systemic
hypothermia after neonatal encephalopathy: multicentre randomised trial. Lancet
2005;365:663‑670.
  6.	Shankaran S, Laptook AR, Ehrenkranz RA y cols. Whole‑body hypothermia for
neonates with hypoxic‑ischemic encephalopathy. N Engl J Med 2005;353:1574‑1584.
  7.	Azzopardi DV, Strohm B, Edwards AD y cols. Moderate hypothermia to treat perinatal
asphyxial encephalopathy. N Engl J Med 2009;361:1349‑1358.
  8.	Gunn AJ, Gluckman PD, Gunn TR. Selective head cooling in newborn infants after
perinatal asphyxia: a safety study. Pediatrics 1998;102:885‑892.
  9.	Eicher DJ, Wagner CL, Katikaneni LP y cols. Moderate hypothermia in neonatal
encephalopathy: safety outcomes. Pediatr Neurol 2005;32:18‑24.
10.	Shankaran S, Pappas A, Laptook AR y cols. Outcomes of safety and effectiveness in
a multicenter randomized, controlled trial of whole‑body hypothermia for neonatal
hypoxic‑ischemic encephalopathy. Pediatrics 2008;122:e791‑e798.
11.	Papile LA, Baley JE, Benitz W y cols. Hypothermia and neonatal encephalopathy.
Pediatrics 2014;133(6):1146‑1150.
Lecturas recomendadas
Bednarek N, Mathur A, Inder T y cols. Impact of therapeutic hypothermia on MRI dif-
fusion changes in neonatal encephalopathy. Neurology 2012;78(18):1420‑1427.
Boylan GB, Kharoshankaya L, Wusthoff CJ. Seizures and hypothermia: importance of
electroencephalographic monitoring and considerations for treatment. Semin Fetal
Neonatal Med 2015;20(2):103‑108.
Jacobs SE, Berg M, Hunt R y cols. Cooling for newborns with hypoxic ischaemic encepha-
lopathy. Cochrane Database Syst Rev 2013;(1):CD003311.
Johnston MV, Trescher WH, Ishida A y cols. Neurobiology of hypoxic‑ischemic injury
in the developing brain. Pediatr Res 2001;49:735‑741.
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  • 1. 762 Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica Anne R. Hansen y Janet S. Soul 55 PUNTOS CLAVE ■ ■ La hipotermia terapéutica es el único tratamiento con efectos comprobados para la encefalopatía hipóxico‑isquémica, y debe iniciarse en las primeras 6 horas tras el nacimiento para obtener la máxima eficacia. ■ ■ El enfriamiento pasivo es seguro y efectivo para la inducción de la hipotermia en el ámbito comunitario, con vigilancia de la temperatura y manejo estrechos. ■ ■ Puesto que las convulsiones que con frecuencia acompañan a la encefalopatía hipóxico‑isquémica son a menudo subclínicas (electroencefalográficas sola- mente), y los movimientos o posturas anormales pudieran no corresponder a convulsiones, el electroencefalograma convencional sigue siendo el estándar de referencia para su diagnóstico. ■ ■ El manejo cuidadoso de la ventilación, la oxigenación, la perfusión, el estado metabólico y el equilibrio hídrico son críticos para mejorar la evolución del proceso. I ASFIXIA PERINATAL. Es una situación que ocurre durante el primero y el segundo períodos del parto, en la que la alteración del intercambio gaseoso conduce a acidosis, hipoxemia e hipercapnia fetales. Se identifica por la presencia de acidosis fetal medida en la sangre arterial del cordón umbilical. El valor del pH arterial umbilical que define la asfixia no es el principal determinante de lesiones cerebrales. Aunque el valor más ampliamente aceptado de acidosis fetal es un pH inferior a 7,0, con este grado de acidosis las probabilidades de lesión cerebral son relativamente bajas. En la valoración de un recién nacido a término con riesgo de lesión cerebral en el período perinatal se utilizan los siguientes términos: A Hipoxia, isquemia y asfixia perinatal. Estos términos fisiopatológicos describen, respectivamente, la disminución de oxígeno (O2), de flujo san- guíneo y de intercambio gaseoso en el feto o el recién nacido. Estos términos deben reservarse para situaciones en las que se disponga de datos prenatales, perinatales y posnatales rigurosos que los avalen. B Depresión perinatal y neonatal. Se trata de un término clínico descriptivo que se aplica al estado del niño durante la exploración física en el período posnatal inmediato, es decir, en la primera hora tras el nacimiento. Las manifestaciones clínicas de este estado consisten en depresión del nivel de conciencia, hipotonía muscular y / o alteraciones de la respiración espontánea y de la función cardiovascular. Este término no implica ninguna asociación con la condición prenatal o posnatal posterior (es decir, después de la pri- mera hora), la exploración física, las pruebas de laboratorio, las pruebas de imagen o el electroencefalograma (EEG). Después de la primera hora de Hansen8e9788416781645.indd 762 08/06/2017 08:42
  • 2. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   763 vida, se prefiere usar el término de encefalopatía neonatal para describir las alteraciones del estado mental y signos asociados persistentes en el neonato. C Encefalopatía neonatal. Es un término clínico (y no etiológico) que se emplea para describir un estado neuroconductual anómalo, con alteración del nivel de conciencia (incluido el estado hiperalerta) y, por lo general, otros signos del tronco encefálico o de disfunción motora. No implica una determinada etiología ni una lesión neurológica irreversible, puesto que puede estar causada por situaciones reversibles, como la administración de determinados fármacos a la madre o por hipoglucemia. D Encefalopatía hipóxico‑isquémica. Se refiere a la encefalopatía como se ha descrito anteriormente, siempre que haya datos objetivos que indiquen el mecanismo hipóxico‑isquémico como la causa subyacente. E Lesión cerebral hipóxico‑isquémica. Implica una descripción neuroanató- mica patológica atribuible a hipoxia y / o isquemia que se pone de manifiesto en neuroimágenes (ecografía craneal, resonancia magnética [RM], tomo- grafía computarizada [TC]) o por anomalías patológicas (post mortem). Las pruebas bioquímicas de lesión cerebral, como la creatincinasa cerebral y la enolasa neuronal específica, no se emplean habitualmente en la práctica clínica (v. sección IX.B). El diagnóstico de encefalopatía y / o de lesión cerebral hipóxico‑isquémica no es de exclusión, pero descartar otras etiologías de la disfunción neurológica es parte fundamental de la valoración diagnóstica. Cuando se establece el diagnóstico debe recogerse la siguiente información en el historial médico del paciente: 1 Historia prenatal. Complicaciones del embarazo, en especial los factores de riesgo asociados con depresión neonatal, además de cualquier antecedente familiar pertinente. 2 Historia perinatal. Factores de riesgo en el parto, incluido el registro de la frecuencia cardíaca fetal y los factores de riesgo de sepsis, pH del cordón y / o del cuero cabelludo (especificando si es arterial o venoso), puntuación de Apgar, maniobras de reanimación y gasometría sanguínea inmediatamente después del nacimiento. 3 Datos posnatales. a Exploración física al ingreso, con énfasis en la valoración neurológica y la presencia de cualquier característica dismórfica. b Evolución clínica, que incluya la presencia o ausencia de convulsiones (y, en su caso, el momento de inicio), oliguria, alteraciones cardiorrespirato- rias y tratamiento (p. ej., necesidad de administrar vasopresores, soporte ventilatorio). c Pruebas de laboratorio, incluida la gasometría sanguínea, valores de elec- trólitos, indicios de lesión de órganos terminales distintos del cerebro (riñón, hígado, corazón, pulmón, intestino) y posible estudio de errores congénitos del metabolismo. d Pruebas de imagen. e Un EEG y otros estudios neurofisiológicos (p. ej., potenciales evocados). f Anatomía patológica placentaria. II INCIDENCIA. En los países desarrollados con cuidados obstétricos y neonatales avanzados, la frecuencia de la asfixia perinatal es aproximadamente del 1,5% de los recién nacidos vivos y está en proporción inversa con la edad gestacional y el peso al nacimiento. Se observa en el 0,5% de los recién nacidos vivos con una edad gestacional de más de 36 semanas y es responsable del 20% de las muertes Hansen8e9788416781645.indd 763 08/06/2017 08:42
  • 3. 764    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos perinatales (50% si se incluye a los mortinatos). La incidencia es más elevada en los recién nacidos a término de madres diabéticas o toxémicas, así como en caso de crecimiento intrauterino retardado, en la presentación de nalgas y en los recién nacidos posmaduros. III ETIOLOGÍA. En los recién nacidos a término, los fenómenos hipóxico‑isquémicos pueden aparecer en los períodos preparto o intraparto debido a un trastorno del intercambio gaseoso placentario que da lugar a un aporte insuficiente de oxígeno (O2) al feto y a la alteración de la eliminación de dióxido de carbono (CO2) y de hidrógeno (H+) fetales. En muchos casos ese desconoce el tiempo de evolución de la asfixia o su intensidad. El resto de fenómenos hipóxico‑isquémicos tienen lugar en el período posparto y suelen ser secundarios a trastornos pulmonares, cardiovasculares o neurológicos. A Factores que aumentan el riesgo de asfixia perinatal: 1 Trastornos de la oxigenación materna. 2 Disminución del flujo sanguíneo materno a la placenta. 3 Disminución del flujo sanguíneo desde la placenta al feto. 4 Alteración del intercambio gaseoso a través de la placenta o en los tejidos fetales. 5 Aumento de los requerimientos de O2 del feto. B Los factores etiológicos de la hipoxia‑isquemia pueden ser múltiples e incluyen: 1 Factores maternos: hipertensión (aguda o crónica), hipotensión, infección (incluida la corioamnionitis), hipoxia por trastornos pulmonares o cardíacos, diabetes, vasculopatías maternas y exposición intrauterina a cocaína. 2 Factores placentarios: placentación anormal, placenta previa, infarto pla- centario, fibrosis placentaria o hidropesía. 3 Rotura uterina. 4 Alteraciones del cordón umbilical: prolapso, vueltas, nudo verdadero, com- presión. 5 Anomalías de los vasos umbilicales. 6 Factores fetales: anemia (p. ej., por hemorragia maternofetal), infección, miocardiopatía, hidropesía e insuficiencia cardíaca  /  circulatoria grave. 7 Factores neonatales: cardiopatía congénita cianótica, hipertensión pulmo- nar persistente del recién nacido (HPPRN), miocardiopatía, otras formas neonatales de shock cardiogénico y / o shock séptico, insuficiencia respiratoria por síndrome de aspiración de meconio, neumonía neonatal, neumotórax u otras causas. IV FISIOPATOLOGÍA. A Los fenómenos que ocurren en el transcurso del parto normal hacen que la mayoría de los niños nazca con escasas reservas de O2. Entre ellos se encuentran: 1 Disminución del flujo sanguíneo a la placenta por las contracciones uterinas, cierto grado de compresión del cordón, deshidratación materna y alcalosis materna por hiperventilación. 2 Disminución de la llegada de O2 al feto por reducción del flujo sanguíneo. 3 Aumento del consumo de O2 en la madre y el feto. B Los problemas hipóxico‑isquémicos pueden producir las alteraciones siguien- tes: 1 Con la asfixia breve se observa un aumento transitorio, seguido de un descenso, de la frecuencia cardíaca, ligera elevación de la presión arterial Hansen8e9788416781645.indd 764 08/06/2017 08:42
  • 4. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   765 y aumento de la presión venosa central (PVC), sin cambios esenciales del gasto cardíaco. Estos se acompañan de la redistribución del gasto cardíaco, con mayor proporción al cerebro, el corazón y las glándulas suprarrenales (reflejo de inmersión). Se cree que en los casos de asfixia grave y breve (p. ej., desprendimiento de placenta seguido de cesárea urgente) no tiene lugar esta desviación del flujo sanguíneo a las estructuras nucleares profundas vitales del cerebro, de ahí el patrón de lesión característico en los núcleos del tronco encefálico y subcorticales. 2 Con la asfixia prolongada puede haber una pérdida de la autorregulación de la presión y  /  o de la vasorreactividad al CO2, lo que puede comportar mayor alteración de la perfusión cerebral, en especial en casos de afectación cardiovascular, con hipotensión y  /  o disminución del gasto cardíaco. La reducción del flujo sanguíneo cerebral da lugar al metabolismo anaerobio y, finalmente, a insuficiencia de la energía celular como consecuencia del mayor gasto de glucosa en el cerebro y la disminución de la concentración de glucógeno, fosfocreatinina, y trifosfato de adenosina (ATP). La asfixia prolongada suele producir una lesión difusa de las estructuras corticales y subcorticales, con mayor daño a las poblaciones neuronales especialmente susceptibles a las lesiones hipóxico‑isquémicas. C Las alteraciones celulares son resultado del descenso de la fosforilación oxida- tiva y de la producción de ATP. Este fallo de la energía trastorna la función de bomba iónica, con acumulación intracelular de sodio (Na+), cloro (Cl –), agua y calcio (Ca2+); acumulación extracelular de potasio (K+), y neurotransmiso- res excitadores (p. ej., glutamato). El trastorno de la fosforilación oxidativa puede producirse durante la lesión hipóxico‑isquémica primaria o durante un fallo energético secundario, que suele iniciarse 6‑24 horas después de la lesión inicial. La muerte celular puede ser inmediata o tardía, y apoptótica o necrótica. 1 La muerte celular inmediata (necrosis) puede producirse por sobrecarga osmótica intracelular de Na+ y Ca2+, por alteraciones de la función de la bomba iónica o por la acción de los neurotransmisores excitadores sobre los receptores inotrópicos (como el receptor de N‑metil‑d‑aspartato [NMDA]). 2 La muerte celular tardía (apoptosis) se produce por la activación incontro- lada de sistemas de enzimas y segundos mensajeros en el interior de la célula (p. ej., lipasas, proteasas y caspasas dependientes de Ca2+); la alteración del transporte de la cadena de electrones respiratoria mitocondrial; la produc- ción de radicales libres y leucotrienos; la producción de óxido nítrico (NO) a través de la NO sintetasa, o el agotamiento de las reservas de energía. 3 La reperfusión de tejidos previamente isquémicos puede provocar lesiones por formación de un exceso de especies de oxígeno reactivo (p. ej., superóxido, peróxido de hidrógeno, hidroxilo, oxígeno simple), que pueden desbordar los mecanismos endógenos de eliminación, con lesión de los lípidos, proteí- nas y ácidos nucleicos celulares, así como de la barrera hematoencefálica. Ello puede ocasionar una llegada de neutrófilos que, junto con la microglia activada, liberan citocinas nocivas (p. ej., interleucina 1‑β [IL‑1β) y factor de necrosis tumoral α [TNF‑α]). V DIAGNÓSTICO. A Valoración perinatal del riesgo. Incluye el conocimiento de los problemas maternos o fetales preexistentes que puedan predisponer a la asfixia perina- tal (v. sección III) y de la situación cambiante placentaria y fetal (v. cap. 1) mediante el examen ecográfico, el perfil biofísico y las pruebas no estresantes. Hansen8e9788416781645.indd 765 08/06/2017 08:42
  • 5. 766    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos B Puntuaciones de Apgar bajas. Junto con la necesidad de reanimación en la sala de partos, son hallazgos frecuentes, pero inespecíficos. Muchos paráme- tros de la puntuación de Apgar están relacionados con la integridad cardio- vascular y no con la disfunción neurológica que es consecuencia de la asfixia. 1 Además de la asfixia perinatal, el diagnóstico diferencial en un recién nacido a término con una puntuación de Apgar de 3 o inferior a los 10 min o más, debe incluir: depresión por la anestesia o analgesia maternas, traumatismo, infecciones, trastornos cardíacos o pulmonares, trastornos neuromusculares, y otros trastornos o malformaciones del sistema nervioso central (SNC). 2 Si la puntuación de Apgar es superior a 6 a los 5 minutos, no es probable que exista asfixia perinatal. C Gasometría en sangre de cordón o de la primera muestra de sangre. Los criterios gasométricos específicos que definen la asfixia causante de daños cerebrales son inciertos; sin embargo, la determinación del pH y del déficit de bases en la sangre de cordón o periférica es útil para establecer si el niño sufre una asfixia que requiere valoración adicional por el riesgo de desarrollar una encefalopatía hipóxico‑isquémica. En los ensayos clínicos aleatorizados sobre la hipotermia para el tratamiento de la encefalopatía hipóxico‑isquémica neonatal, la acidosis grave se definió por un pH de 7 o inferior o un déficit de bases de 16 mmol  /  l o superior. D Manifestaciones clínicas y diagnóstico diferencial. La encefalopatía hipó- xico‑isquémica debe sospecharse en los neonatos con encefalopatía y / o ante- cedentes de sufrimiento fetal o neonatal, además de los datos de laboratorio que indiquen asfixia. El diagnóstico no debe olvidarse en circunstancias como la aspiración de meconio, la hipertensión pulmonar, traumatismos obstétricos o hemorragia maternofetal, en las que la encefalopatía hipóxico‑isquémica puede pasar desapercibida debido a la gravedad de la afección pulmonar, de la anemia o de otras manifestaciones clínicas. El diagnóstico de encefalopatía neonatal incluye diversas etiologías, además de la hipoxia‑isquemia perina- tal. Puede sospecharse asfixia e incluir razonablemente a la encefalopatía hipóxico‑isquémica en el diagnóstico diferencial si se observa: 1 Acidosis prenatal prolongada (superior a 1 hora). 2 Frecuencia cardíaca fetal inferior a 60 lat.  /  min. 3 Puntuación de Apgar de 3 o inferior a los 10 min. 4 Necesidad de ventilación con presión positiva durante más de 1 minuto, o primer llanto tardío (después de 5 minutos). 5 Crisis convulsivas en las 24‑48 horas después del parto. 6 Patrón en el EEG de paroxismo‑supresión o supresión del patrón de fondo en el EEG, o el EEG de amplitud integrada (EEGa). VI SIGNOS NEUROLÓGICOS. La encefalopatía hipóxico‑isquémica puede ser leve, moderada o grave (tabla 55‑1). El EEG es útil para obtener datos objetivos que permiten establecer la gravedad. A Encefalopatía. Los recién nacidos con encefalopatía hipóxico‑isquémica sufren una disminución anormal del nivel de conciencia por definición, que puede ser leve, moderado o grave. La encefalopatía leve puede presentarse como un estado de aparente hiperalerta o de agitación, pero el recién nacido no responde adecuadamente a los estímulos, lo que denota una alteración del estado de conciencia. Las encefalopatías moderadas y graves se caracterizan por respuestas más deterioradas a estímulos como la luz, el tacto o incluso el dolor. La actividad de fondo detectada por el EEG o el EEGa es útil para determinar la gravedad de la encefalopatía. Hansen8e9788416781645.indd 766 08/06/2017 08:42
  • 6. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   767 Tabla 55‑1  Estadios de Sarnat y Sarnat en la encefalopatía hipóxico‑isquémica* Signos Estadio 1 (leve) Estadio 2 (moderada) Estadio 3 (grave) Nivel de conciencia Hiperalerta, irritable Somnolencia u obnubilación Estupor, coma Control neuromuscular Desinhibido, hiperactivo Disminución de los movimientos espontáneos Disminución o ausencia de los movimientos espontáneos Tono muscular Normal Hipotonía leve Flacidez Postura Flexión distal leve Flexión distal intensa Descerebración intermitente Reflejos de estiramiento Hiperactivos Hiperactivos, desinhibidos Reducidos o ausentes Mioclonías segmentarias Presentes o ausentes Presentes Ausentes Reflejos complejos Normales Suprimidos Ausentes Succión Débil Débil o ausente Ausente Reflejo de Moro Intenso, de bajo umbral Débil, incompleto, de umbral elevado Ausente Oculovestibular Normal Hiperactivo Débil o ausente Tono muscular del cuello Leve Intenso Ausente Función vegetativa Simpática generalizada Parasimpática generalizada Ambos sistemas deprimidos Pupilas Midriasis Miosis Posición media, a menudo anisocoria, reflejo fotomotor deficiente Respiración Espontánea Espontánea, apnea ocasional Periódica; apnea Frecuencia cardíaca Taquicardia Bradicardia Variable Secreciones bronquiales y salivales Escasas Abundantes Variables Motilidad gastrointestinal Normal o reducida Aumentada, diarrea Variable Convulsiones No Frecuentes, focales o multifocales (6‑24 h de vida) Infrecuentes (excluyendo la descerebración) Hallazgos en el EEG Normal (despierto) Precoz: de bajo voltaje generalizado, lento (ondas continuas δ y Θ) Precoz: patrón periódico con fases isopotenciales Tardío: patrón periódico (despierto); convulsiones focales o multifocales; punta‑onda 1‑1,5 Hz Tardío: totalmente isopotencial Continúa Hansen8e9788416781645.indd 767 08/06/2017 08:42
  • 7. 768    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos B Alteraciones del tronco encefálico y de los nervios craneales. Los recién nacidos con encefalopatía hipóxico‑isquémica pueden presentar disfunción del tronco encefálico, cuya manifestación puede ser la ausencia de reflejos del tronco encefálico, como el pupilar, el corneal, el oculocefálico, el de la tos y el nauseoso. Además, puede observarse alteración de los movimientos oculares, como desconjugación y preferencia de la mirada, movimiento ocular vertical u otros patrones anormales de movimiento ocular bilateral, así como ausencia de fijación ocular o de parpadeo a la luz. Los recién nacidos pueden mostrar debilidad facial (generalmente simétrica) y reflejo de succión y de deglución débiles o ausentes, con las consiguientes dificultades para la alimentación. También puede haber apnea u otros patrones respiratorios anómalos. C Alteraciones motoras. Cuanto más grave es la encefalopatía, por lo general es mayor el grado de hipotonía, debilidad y anomalías posturales con ausencia del tono flexor, que suele ser simétrico. En la encefalopatía hipóxico‑isqué- mica grave, los reflejos primitivos, como el de Moro o el de prensión, pueden estar disminuidos. En días o semanas, la hipotonía inicial puede evolucionar a espasticidad e hiperreflexia si la lesión cerebral es grave. Si el recién nacido presenta hipertonía intensa en el primer día del nacimiento, el episodio hipóxico‑isquémico puede haber ocurrido previamente, en el período ante- parto, y haber producido ya una lesión establecida. D Crisis convulsivas. Aparecen hasta en el 50% de los recién nacidos con encefalopatía hipóxico‑isquémica y suelen iniciarse en las 24 horas siguien- tes al episodio hipóxico‑isquémico. Son un signo de que la gravedad de la encefalopatía es moderada o grave. 1 Las crisis convulsivas pueden ser sutiles, tónicas o clónicas. En ocasiones puede ser difícil distinguirlas de los temblores o los movimientos clónicos, aunque las dos últimas manifestaciones pueden suprimirse sujetando firme- mente la extremidad o las extremidades afectadas. 2 Puesto que las convulsiones a menudo son subclínicas (solo eléctricas) y los movimientos o las posturas anómalas tal vez no sean convulsiones, el EEG sigue siendo el mejor método para diagnosticarlas, en particular en la encefalopatía hipóxico‑isquémica. 3 Las convulsiones pueden dificultar la ventilación y la oxigenación, en especial en los recién nacidos que no reciben ventilación mecánica. Es importante un soporte ventilatorio apropiado para evitar una lesión hipóxica mayor. E Hipertensión intracraneal. Si aparece como consecuencia del edema cere- bral difuso en la encefalopatía hipóxico‑isquémica a menudo refleja una necrosis cerebral extensa, más que la tumefacción de las células intactas, y Tabla 55‑1  Estadios de Sarnat y Sarnat en la encefalopatía hipóxico‑isquémica* (continuación) Signos Estadio 1 (leve) Estadio 2 (moderada) Estadio 3 (grave) Duración de los síntomas  24 h 2‑14 días De horas a semanas Evolución Normal en cerca del 100% 80% normal; anormal si los síntomas duran más de 5‑7 días Cerca del 50% fallece; secuelas graves en los demás * Los estadios que se presentan en esta tabla forman un continuo que refleja el espectro de situaciones clínicas en los niños con edad gestacional de más de 36 semanas. De Sarnat HB, Sarnat MS. Neonatal encephalopathy following fetal distress: a clinical and electroencephalogra- phics study. Arch Neurol 1976;33:696‑705. Hansen8e9788416781645.indd 768 08/06/2017 08:42
  • 8. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   769 es indicativa de mal pronóstico. El tratamiento para reducirla no afecta a la evolución final. VII DISFUNCIÓN MULTIORGÁNICA. Además del cerebro, otros sistemas orgánicos suelen presentar signos de lesión por asfixia. En algunos casos (menos del 15%) el cerebro es el único órgano disfuncional tras la asfixia. En la mayoría de los casos, la disfunción multiorgánica es resultado de una hipoxia‑isquemia generalizada. La frecuencia de la afectación de los órganos en la asfixia perinatal varía entre las distintas series publicadas, dependiendo en parte de las definiciones utilizadas para asfixia y para disfunción orgánica. A Riñón. Es el órgano afectado con más frecuencia en la asfixia perinatal. El túbulo proximal es especialmente sensible al descenso de la perfusión, lo que conduce a necrosis tubular aguda con oliguria y un incremento de los valores de creatinina sérica (v. cap. 28). B Disfunción cardíaca. Se produce por isquemia miocárdica transitoria. El ECG puede mostrar depresión del segmento ST en las derivaciones precor- diales medias e inversión de la onda T en las precordiales izquierdas. Los hallazgos ecocardiográficos muestran disminución de la contractilidad del ventrículo izquierdo, especialmente de la pared posterior; incremento de la presión telediastólica ventricular; insuficiencia tricúspide e hipertensión pulmonar. En los casos de asfixia grave, la disfunción afecta más a menudo al ventrículo derecho. Una frecuencia cardíaca fija puede suscitar sospecha de lesión cerebral clínica. C Efectos pulmonares. Son: aumento de la resistencia vascular pulmonar con HPPRN, hemorragia pulmonar, edema pulmonar por disfunción cardíaca y aspiración de meconio. D Efectos hematológicos. Son: coagulación intravascular diseminada por lesión vascular, producción escasa de factores de coagulación debido a la disfunción hepática, y baja producción de plaquetas por parte de la médula ósea. E Afectación hepática. Puede manifestarse por un aumento aislado de las cifras de enzimas hepatocelulares. Pueden aparecer lesiones más importantes, con coagulación intravascular diseminada, agotamiento de los depósitos de glucógeno y la consiguiente hipoglucemia, metabolismo retardado o trastornos de la eliminación de los fármacos. F Efectos gastrointestinales. Son: mayor riesgo de isquemia intestinal y ente- rocolitis necrosante (v. cap. 27). VIII DATOS DE LABORATORIO PARA VALORAR LOS EFECTOS DE LA ASFIXIA. A Valoración cardíaca. La elevación de los valores séricos de la creatincinasa miocárdica por encima del 5‑10% pueden indicar una lesión del miocardio. Las troponinas cardíacas I y T y las proteínas reguladoras cardíacas que controlan la interacción de la actina y la miosina mediada por el calcio, son marcadores de lesión miocárdica y, además, los valores elevados de estas proteínas pueden sugerir la exposición a la asfixia, pero actualmente no se utilizan en la práctica clínica. B Marcadores neurológicos de lesión cerebral. 1 La creatincinasa cerebral sérica puede aumentar en los recién nacidos con hipoxia‑isquemia en el plazo de 12 horas tras la lesión, pero no se ha correla- cionado con la evolución del desarrollo neurológico a largo plazo. Se expresa también en la placenta, en los pulmones, en el tracto gastrointestinal y en los riñones. En los recién nacidos con asfixia y encefalopatía hipóxico‑isquémica Hansen8e9788416781645.indd 769 08/06/2017 08:42
  • 9. 770    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos se han utilizado otros marcadores séricos, como la proteína S‑100, la enolasa neuronal específica y los marcadores urinarios. 2 En la práctica, los marcadores séricos y urinarios de la lesión cerebral no se emplean de forma habitual para establecer la presencia de lesión cerebral o predecir su evolución. C Valoración renal. 1 Las cifras de nitrógeno ureico en sangre (BUN) y de creatinina sérica pueden estar elevadas en la asfixia perinatal, generalmente 2‑4 días después de la lesión. 2 La fracción de la excreción de Na+ o el índice de insuficiencia renal pueden servir de ayuda para confirmar la afectación renal (v. cap. 28). 3 Los valores urinarios de microglobulina β2 se han utilizado como indicado- res de disfunción tubular proximal, aunque no de modo sistemático. Esta proteína de bajo peso molecular se filtra libremente a través del glomérulo y se reabsorbe casi por completo en el túbulo proximal. IX PRUEBAS DE IMAGEN CRANEAL. A La ecografía cerebral puede mostrar el edema como pérdida de la diferen- ciación entre las sustancias gris y blanca, y ventrículos pequeños cuando es grave, pero generalmente no es sensible para detectar la lesión cerebral hipóxico‑isquémica, en particular en los primeros días tras el nacimiento. Puede ser útil para descartar una hemorragia intracraneal de gran tamaño, en particular porque puede ser una contraindicación para la hipotermia terapéutica. B La TC puede utilizarse para detectar edema cerebral, hemorragia y, en último término, lesión cerebral hipóxico‑isquémica. Por la intensidad de radiación que implica, la TC solo está indicada si se necesita con urgencia una prueba de imagen para establecer el tratamiento clínico y no están disponibles la ecografía ni la RM con carácter urgente. C Resonancia magnética. La RM convencional en secuencias potenciadas en proyección T1 y T2 es la mejor técnica para determinar la gravedad y la extensión de la lesión cerebral hipóxico‑isquémica irreversible, pero con frecuencia no se evidencia en los días inmediatos al episodio, a menos que la lesión sea más antigua y muy grave. Estas secuencias convencionales son mejores para la detección de la lesión cerebral después de 7‑10 días, y puede ser necesario realizar una RM incluso después de 14 días para identificar la extensión completa de la lesión, en particular si la RM temprana revela una lesión menos intensa que la que sugieren la exploración clínica o el EEG. 1 RM con secuencias potenciadas en difusión (DWI). Puede mostrar altera- ciones unas horas después del episodio hipóxico‑isquémico útiles para el diag- nóstico de la encefalopatía hipóxico‑isquémica neonatal y un indicio de una posible lesión cerebral. Sin embargo, la DWI puede tanto sobreestimar como subestimar la localización y la gravedad de la lesión cerebral, dependiendo del momento en que se realice. Las DWI precoces generalmente mostrarán una difusión reducida en las regiones cerebrales afectadas, aunque esto no significa forzosamente que la lesión en estas regiones sea irreversible. A los 7‑10 días de edad tiene lugar una seudonormalización de la difusión, de modo que las DWI pueden ser normales a pesar de la lesión hipóxico‑isquémica. La hipotermia parece prolongar el tiempo hasta la seudonormalización de la difusión. Por todo ello, los datos de la DWI deben interpretarse cuidado- samente en el contexto de la historia y la evolución clínica del recién nacido con encefalopatía hipóxico‑isquémica. Hansen8e9788416781645.indd 770 08/06/2017 08:42
  • 10. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   771 2 La espectroscopia por resonancia magnética (ERM) localizada, deno- minada también ERM protónica o ERM‑H1, mide las concentraciones relativas de diversos metabolitos en los tejidos. Los valores elevados de lac- tato, la disminución de N‑acetilaspartato (NAA) y las alteraciones en la proporción de estos dos metabolitos en relación con la colina o la creatina pueden indicar encefalopatía hipóxico‑isquémica y tienen valor pronóstico neurológico. 3 Imagen potenciada en susceptibilidad. Puede ser útil para la detección de hemorragias, incluidas las que se producen en las áreas de lesiones isquémicas. 4 Angiografía y venografía por RM. Pueden ser útiles si existe sospecha de anomalías vasculares, enfermedad tromboembólica o trombosis del seno venoso, que en algunos casos se asocian con la encefalopatía hipóxico‑isqué- mica. X Electroencefalograma. Se utiliza para detectar y monitorizar la actividad convulsiva, así como para definir la actividad de fondo anormal, como la supresión de las descargas, el bajo voltaje continuo o los patrones isoeléctricos. Cuando el EEG convencional de 8 o de 16 canales no está disponible de forma inmediata, se puede utilizar el EEGa para detectar la actividad de fondo, en especial cuando se requiere una valoración rápida para determinar las presencia o la gravedad de la encefalopatía e indicar el tratamiento con hipotermia. Este método consiste en un montaje reducido de uno o dos canales con electrodos parietales. Aunque el EEGa puede detectar algunas convulsiones, algunos datos muestran que detecta muchas menos crisis convulsivas que el EEG convencional, y la calidad de la interpretación del EEGa depende en gran medida de la experiencia y la habilidad del personal responsable. XI HALLAZGOS ANATOMOPATOLÓGICOS DE LESIÓN CEREBRAL. A En caso dea encefalopatía hipóxico‑isquémica moderada o grave pueden observarse datos neuroanatomopatológicos específicos. 1 Necrosis neuronal selectiva. Es la lesión más frecuente tras la asfixia perina- tal. Se debe a la diferente vulnerabilidad de los distintos tipos celulares; por ejemplo, las neuronas se afectan con más facilidad que la glía. Las regiones específicas con mayor riesgo son la CA1 del hipocampo, las células de Pur- kinje del cerebelo en los recién nacidos a término y los núcleos del tronco encefálico. Los neonatos prematuros muestran lesión predominantemente en la sustancia blanca cerebral, pero en los cuadros graves también pueden aparecer lesiones neuronales subcorticales y corticales. 2 Infartos límitrofes. Se producen entre los territorios de distribución de las arterias cerebrales, sobre todo después de hipotensión grave. Reflejan mala perfusión de las zonas limítrofes vulnerables periventriculares en el centro semioval, y ocasionan lesiones que predominan en la sustancia blanca, en especial en los neonatos pretérmino. En los recién nacidos a término, esto da lugar a lesiones hipóxico‑isquémicas más graves y prolongadas, que provocan lesiones parasagitales bilaterales corticales y subcorticales, así como de la sustancia blanca subcortical. 3 La necrosis cortical focal o multifocal que afecta a todos los elementos celulares puede originar una encefalomalacia quística y  /  o ulegiria (atenua- ción de la profundidad de las cisuras) por falta de perfusión en uno o varios lechos vasculares. B Neuroanatomía patológica. Puede reflejar el tipo de episodio hipó- xico‑isquémico, aunque el patrón exacto no puede anticiparse. Hansen8e9788416781645.indd 771 08/06/2017 08:42
  • 11. 772    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos 1 Los episodios parciales prolongados de asfixia tienden a producir una necrosis cerebral difusa (especialmente cortical), aunque a menudo se afectan también las estructuras subcorticales, con o sin lesión del tronco encefálico. 2 La asfixia total aguda, cuando es relativamente breve, afecta principalmente al tronco encefálico, el tálamo y los ganglios basales, y tiende en gran medida a dejar la corteza indemne. 3 La asfixia parcial prolongada, seguida de un fenómeno asfíctico agudo ter- minal (combinado), probablemente está presente en la mayoría de los casos. XII TRATAMIENTO. A Tratamiento perinatal de los embarazos de alto riesgo. 1 Las anomalías fetales de la frecuencia cardíaca proporcionan información que apoya la existencia de asfixia, en especial si se acompañan de meconio espeso. Sin embargo, no aportan información sobre la duración o la gravedad del episodio asfíctico. 2 La determinación del pH en el cuero cabelludo fetal es un método más adecuado que la presión de O2 para conocer la oxigenación fetal. En la hipoxia‑isquemia intermitente, el valor de la presión de O2 puede mejorar transitoriamente, mientras que el pH cae de forma progresiva. Se ha sugerido que el valor de lactato en sangre del cuero cabelludo fetal sería un método más sencillo y fidedigno que el pH, pero no ha logrado una aceptación amplia. 3 Es importante la monitorización estrecha del progreso del parto, con atención a otros signos de sufrimiento intrauterino. 4 Diversos hallazgos anormales pueden indicar la necesidad de asistencia inmediata por parte del equipo perinatal. Puede estar indicado modificar los planes para el parto, y en cualquier centro médico se deben diseñar e implantar las pautas de actuación para los casos en que se sospeche sufri- miento fetal (v. cap. 1). B Tratamiento en la sala de partos. El tratamiento inicial del recién nacido hipóxico‑isquémico en la sala de partos se describe en el capítulo 4. C Tratamiento posnatal de las consecuencias neurológicas de la asfixia. 1 Ventilación. Hay que mantener el CO2 dentro de los límites normales. La hipercapnia puede producir acidosis y vasodilatación cerebrales. Es posible un aumento del flujo sanguíneo en las áreas indemnes e isquemia relativa en las afectadas («fenómeno de robo»). También debe evitarse la hipocapnia excesiva (CO2  25 mm Hg), puesto que puede reducir la perfusión cerebral. 2 Oxigenación. Hay que mantener los valores de O2 en márgenes normales, aunque la mala perfusión periférica puede limitar la exactitud de la monito- rización continua incruenta. La hipoxemia se tratará con O2 suplementario y  /  o ventilación mecánica. La hiperoxia puede reducir el flujo sanguíneo cerebral o exacerbar la lesión producida por los radicales libres, por lo que debe evitarse. 3 Temperatura. El enfriamiento pasivo del paciente apagando las luces radian- tes es un modo eficaz de iniciar la terapia hipotérmica lo antes posible después del episodio hipóxico‑isquémico. Hay que evitar siempre la hipertermia. 4 Perfusión. La estabilidad cardiovascular y cifras medias adecuadas de presión arterial sistémica son importantes para mantener una presión de perfusión cerebral suficiente. 5 Mantener el estado metabólico fisiológico. a La hipocalcemia es una alteración metabólica frecuente después de la asfixia neonatal. Es importante conservar las cifras de calcio en valores Hansen8e9788416781645.indd 772 08/06/2017 08:42
  • 12. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   773 normales, ya que la hipocalcemia puede afectar a la contractilidad cardíaca o provocar crisis convulsivas (v. cap. 25). b A menudo se observa hipoglucemia en los recién nacidos con hipoxia‑isque- mia. La glucemia debe mantenerse dentro de los límites normales para el recién nacido a término. La hipoglucemia puede aumentar el flujo sanguíneo cerebral y exacerbar el déficit de energía, así como causar o incrementar las convulsiones. La hiperglucemia puede aumentar las cifras de lactato, dañar la integridad celular, aumentar el edema o desencadenar otros trastornos de la autorregulación cerebral. 6 Se requiere un control razonable de los líquidos, evitando tanto la sobre- carga como el volumen circulante inadecuado. Varios procesos predisponen a la sobrecarga hídrica en los niños con asfixia: a Necrosis tubular aguda (v. cap. 28) a consecuencia del «reflejo de sumer- sión», que puede desencadenar oliguria seguida de poliuria. b Síndrome de secreción inadecuada de hormona antidiurética (SIADH) (v. cap. 23), que se observa a menudo 3‑4 días después del episodio hipóxico‑isquémico. Se manifiesta por hiponatremia e hipoosmolaridad, combinadas con diuresis baja y orina inapropiadamente concentrada (aumento de las cifras de densidad, osmolaridad y Na+). c Restricción hídrica, que puede ayudar a reducir al mínimo el edema cerebral, aunque se desconocen sus efectos sobre la evolución a largo plazo en los recién nacidos sin insuficiencia renal. 7 Control de las crisis convulsivas. Las convulsiones suelen iniciarse en las 12 horas tras el nacimiento; su frecuencia aumenta, y después se resuelven en unos días, aunque en los casos graves pueden mantenerse. Las causadas por encefalopatía hipóxico‑isquémica pueden ser muy difíciles de controlar y quizá no logren eliminarse con los fármacos disponibles. Hay que tener presente que en la encefalopatía hipóxico‑isquémica a menudo son subclínicas (solo electrográficas), y que en neonatos con bloqueo osteomuscular pueden manifestarse solo por cambios bruscos en la presión arterial, la frecuen- cia respiratoria y la oxigenación. En estos casos es imprescindible realizar un EEG para detectarlas y monitorizar la respuesta a los anticonvulsivos, que es superior al EEGa para este objetivo1. Cada vez son más los datos que indican que las convulsiones agravan las lesiones cerebrales2, 3, pero los anticonvulsivos no son totalmente eficaces y no existen pruebas de que un mejor control de las convulsiones consiga una mejor evolución neurológica4. Las alteraciones metabólicas que pueden provocar o exacerbar la actividad convulsiva, como la hipoglucemia, la hipocalcemia y la hiponatremia, deben corregirse. a Uso agudo de anticonvulsivos. i Fenobarbital. Es el fármaco de elección. Se administra una dosis de carga de 20 mg / kg por vía intravenosa. Si prosiguen las convulsiones, se administra otra dosis de carga de 5‑10 mg / kg por vía intravenosa, y se inicia una dosis de mantenimiento de 3‑5 mg / kg / día por vía oral o intravenosa, fraccionada en dos tomas al día, 12‑24 horas después de la dosis de carga. Al comenzar la administración de fenobarbital debe monitorizarse estrechamente al recién nacido para detectar una posible depresión respiratoria. Los valores séricos terapéuticos son de 15‑40 mg / dl. Debido a su semivida prolongada, que puede aumentar todavía más por la disfunción renal y hepática, se deben monitorizar las concentraciones séricas para ajustar adecuadamente la dosis de mantenimiento. Hansen8e9788416781645.indd 773 08/06/2017 08:42
  • 13. 774    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos ii Fenitoína. Normalmente se añade al tratamiento cuando el fenobar- bital no consigue controlar las convulsiones. La dosis de carga es de 15‑20 mg  /  kg por vía intravenosa, seguida de una dosis de manteni- miento de 4‑8 mg  /  kg  /  día fraccionada cada 8 horas. En numerosos centros, la fosfenitoína se usa en lugar del fármaco original (feni- toína), por su menor riesgo de hipotensión y porque la extravasa- ción no conlleva efectos adversos. La dosis se calcula y se presenta en equivalentes de fenitoína (fracción de la excreción) para evitar errores de medicación. La concentración sérica terapéutica habitual es de 15‑20 mg / dl, aunque valores de 20‑25 mg / dl pueden ser efectivos, y debe considerarse determinar los valores de fenitoína libre. iii Las benzodiazepinas se consideran fármacos de tercera opción, e inclu- yen el lorazepam, que puede administrarse en dosis de 0,05‑0,1 mg / kg por vía intravenosa. Algunos médicos tratan las convulsiones con midazolam en bolo y en perfusión intravenosa, pero son escasos los datos sobre la seguridad y la eficacia de este tratamiento. iv El levetiracetam se ha utilizado recientemente por su disponibilidad en forma intravenosa y su relativa eficacia y seguridad en varios tipos de epilepsia infantil. Algunas de las series publicadas han comuni- cado resultados positivos en recién nacidos, pero sin monitorización con EEG continuo para confirmar la eficacia, y existen pocos datos relativos a la seguridad a corto o a largo plazo. Un estudio clínico aleatorizado activo aportará pronto información sobre la eficacia de este fármaco (NCT01720667). b Tratamiento anticonvulsivo a largo plazo. Puede suspenderse el tra- tamiento anticonvulsivo cuando la exploración clínica y el EEG indi- quen que el niño ya no presenta crisis. Si se está administrando más de un anticonvulsivo, se retirarán en el orden inverso al de su inicio y se dejará el fenobarbital para el final, a menos que se disponga de evidencia importante de que un fármaco concreto sea más efectivo. Es controvertido el momento apropiado de la interrupción del fenobarbital, con partidarios del cese poco después del alta y otros que abogan por mantenerlo durante 1‑6 meses, o incluso más. Los lactantes con mayor riesgo de desarrollar epilepsia en la infancia son los aquellos con una lesión cerebral hipóxico‑isquémica extensa o que muestran un EEG epileptiforme persistente. 8 Tratamiento de las lesiones de otros órganos diana. a La disfunción cardíaca se trata con corrección de la hipoxemia, la aci- dosis, la hipocalcemia y la hipoglucemia, y evitando la depleción o la sobrecarga de volumen. Es posible que los diuréticos sean menos eficaces en caso de trastorno renal concurrente. En los neonatos con afección cardiovascular se deben monitorizar de forma continuada las cifras de presión arterial media sistémica, PVC (si está disponible) y diuresis. Estos neonatos pueden requerir inotrópicos como dopamina (v. cap. 40) y reducir la poscarga (p. ej., con dobutamina o milrinona) para mantener la presión arterial y la perfusión. i La presión arterial debe mantenerse dentro de los límites normales para que la perfusión sistémica y cerebral sean suficientes. ii La monitorización de la PVC es útil para valorar la suficiencia de la precarga (es decir, que el niño no esté hipovolémico por vasodilatación o fugas al tercer espacio); un objetivo razonable es el de 5‑8 mm Hg en el recién nacido a término. Hansen8e9788416781645.indd 774 08/06/2017 08:42
  • 14. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   775 b La función renal debe monitorizarse, con medición de la diuresis, de los electrólitos séricos, de la osmolaridad comparada de orina y suero, el análisis de orina y su densidad específica. i Si hay oliguria o anuria, se evitará la sobrecarga hídrica, para lo que hay que limitar la administración de agua libre para reemplazar las pérdidas inadvertidas y la diuresis (unos 60 ml / kg / día) y considerar la perfusión de dopamina en dosis bajas (≤ 2,5 µg / kg / min) (v.  caps.  23  y 28). ii Hay que valorar el estado de la volemia antes de instaurar una res- tricción hídrica importante. En caso de oligoanuria, puede ser útil administrar una carga hídrica de 10‑20 ml / kg, seguida de un diurético del asa como la furosemida. iii Para evitar la sobrecarga hídrica y la hipoglucemia puede ser necesa- rio perfundir soluciones concentradas de glucosa a través de una vía central. Se monitorizarán meticulosamente las concentraciones de glucosa y se evitará su administración rápida en bolo. Las perfusiones deben realizarse lentamente para evitar la posible hipoglucemia de rebote. c Efectos gastrointestinales. Se debe retirar la alimentación hasta que la presión arterial sea estable, se escuchen ruidos intestinales activos y las pruebas de sangre en heces sean negativas (v. cap. 27). d Anomalías hematológicas (v. caps. 42‑47). Hay que monitorizar el perfil de coagulación, con determinación del tiempo de tromboplastina parcial (TTP), el tiempo de protrombina (TP), el fibrinógeno y las plaquetas. Puede ser necesario corregir las anomalías con plasma fresco congelado, crioprecipitado y  /  o perfusión de plaquetas. e Se monitorizará la función hepática con medición de los valores de tran- saminasas (alanino aminotransferasa [ALT], aspartato aminotransferasa [AST]), coagulación (TP, TTP, fibrinógeno), albúmina, bilirrubina y amoníaco. También hay que controlar las concentraciones de los fármacos que se metabolizan o eliminan a través del hígado. f Pulmón (v. caps. 29, 30 y 36). El tratamiento de los efectos pulmonares de la asfixia depende de la etiología de cada proceso. XIII ESTRATEGIAS NEUROPROTECTORAS. Se han propuesto diversas estrategias neuroprotectoras, y se están investigando en ensayos con modelos animales y en estudios clínicos en seres humanos. A La inducción de hipotermia terapéutica ha demostrado reducir el riesgo de lesión cerebral en los recién nacidos expuestos a lesiones hipóxico‑isquémicas perinatales5‑7. El enfriamiento del cuerpo y de la cabeza ha demostrado ser seguro y eficaz8‑10 y se recomienda para los recién nacidos con encefalitis hipóxico‑isquémica moderada o grave11. Los autores recurren al enfriamiento corporal total, en gran medida debido a que permite la monitorización con EEG necesaria para detectar las frecuentes convulsiones (en un 50% los neonatos con encefalopatía hipóxico‑isquémica moderada o grave). 1 Criterios de inclusión. Se trata con enfriamiento total del cuerpo a los recién nacidos con encefalopatía hipóxico‑isquémica a partir de los siguientes criterios: a Edad pomenstrual superior a 36 semanas y peso al nacimiento mayor de 2.000 g. b Presencia de al menos uno de los siguientes signos de sufrimiento fetal o neonatal: Hansen8e9788416781645.indd 775 08/06/2017 08:42
  • 15. 776    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos i Antecedentes de fenómenos perinatales agudos (p. ej., placenta previa, prolapso de cordón, alteraciones graves de la frecuencia cardíaca). ii pH inferior a 7 o deficiencia de bases superior a 16 mEq  /  l en la gasometría de cordón umbilical o en la gasometría en sangre tras el nacimiento obtenida en la primera hora de vida. iii Puntuación de Apgar inferior a 5 a los 10 min. iv Ventilación asistida iniciada al nacimiento y mantenida durante al menos 10 min. c Detección de encefalopatía neonatal moderada o grave durante la explo- ración física y  /  o mediante EEGa: i La técnica principal para identificar la encefalopatía neonatal es la exploración física. ii Si la exploración revela encefalopatía moderada o grave, debe realizarse un EEGa para permitir una valoración y vigilancia más detalladas. iii En los casos en que la exploración física no es fiable (p. ej., uso de relajantes musculares) debe recurrirse a un EEGa para confirmar una encefalopatía. iv Los patrones del EEGa que revelan encefalopatía moderada o grave incluyen los siguientes, con un tiempo de registro mínimo de 20 min: a Anomalía grave: margen superior de más de 10 µV. b Anomalía moderada: margen superior de más de 10 µV e inferior de menos de 5 µV. c Convulsiones identificadas mediante EEGa. Nota: una exploración neurológica normal descarta la necesidad de confir- mación con EEGa. 2 Criterios de exclusión. Los pacientes pueden ser excluidos de este protocolo si el médico responsable lo considera oportuno. Si durante el tratamiento se identifica un criterio de exclusión, se calentará al paciente siguiendo el procedimiento de recalentamiento que se describe a continuación: a Presencia de anomalías cromosómicas mortales (como las trisomías 13 o 18). b Presencia de anomalías congénitas graves (p. ej., cardiopatía congénita cianótica compleja, malformación grave del SNC). c Infección vírica sistémica congénita sintomática (p. ej., hepatosplenome- galia, microcefalia). d Infección bacteriana sistémica sintomática (p. ej., meningoencefalitis, coagulación vascular diseminada). e Diátesis hemorrágica significativa. f Hemorragia intracraneal grave. El enfriamiento debe iniciarse antes de las 6 horas de edad, por lo que es esencial un reconocimiento precoz. La temperatura esofágica que se establece como objetivo durante es de 33,5 oC (33‑34 oC), con un intervalo aceptable de 32,5‑34,5 oC. Si es posible, se debe obtener un acceso arterial y uno venoso central antes de iniciar el protocolo de hipotermia terapéutica. La obtención de una vía central en situación de hipotermia puede ser extremadamente compleja por los efectos de la vasoconstricción. B Actualmente se encuentran en evaluación preliminar de ensayos clínicos de fase I  /  II nuevas sustancias como la eritropoyetina, la melatonina, el xenón o las células progenitoras, pero no existen datos que apoyen el uso de nin- gún fármaco como tratamiento, además de la hipotermia terapéutica y la neuroprotección. Hansen8e9788416781645.indd 776 08/06/2017 08:42
  • 16. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   777 C Entre las sustancias investigadas en modelos animales, con escasos datos en recién nacidos humanos, se encuentran los antagonistas de los receptores de neurotransmisores excitotóxicos, como el bloqueo del receptor de NMDA con ketamina o MK‑801; eliminadores de radicales libres como el alopuri- nol, la superóxido dismutasa y la vitamina E; antagonistas del calcio como el sulfato de magnesio, el nimodipino y el nicardipino; inhibidores de la ciclooxigenasa como la indometacina; estimuladores del receptor de ben- zodiazepinas como el midazolam, y favorecedores de la síntesis de proteínas como la dexametasona. D Control de los recién nacidos durante las 72 horas de hipotermia tera‑ péutica y recalentamiento. 1 Temperatura. a La temperatura central debe vigilarse de forma continua y documentarse cada 15 min hasta 1 hora después de que se alcance el objetivo de 33,5 °C, y luego cada hora. La temperatura central a menudo se cuantifica con una sonda esofágica con sensor de temperatura. b Durante el procedimiento de recalentamiento, la temperatura central debe monitorizarse de forma continua y documentarse cada hora. 2 Condición respiratoria. a Debe realizarse una gasometría arterial y valorarse el lactato sérico al inicio y a las 4, 8, 12, 24, 48 y 72 horas de tratamiento, y según indicación clínica. b Puesto que las diferencias en los resultados de la gasometría sanguínea a 33,5 °C y a 37 °C son mínimas, no es necesario registrar la temperatura central del neonato. 3 Estado cardiovascular. Deben monitorizarse y documentarse los signos vitales de forma sistemática. 4 Equilibro hídrico, hidroelectrolítico y renal / gastrointestinal. a Ayuno hasta nueva orden cuando se inicia el enfriamiento pasivo, de manera característica hasta que se recalienta al paciente hasta la tem- peratura normal. Las cifras de glucosa, electrólitos séricos con calcio, BUN  /  creatinina y transaminasas (AST  /  ALT) deben cuantificarse al inicio, y luego a las 24, 48 y 72 horas de tratamiento, y según indicación clínica. Algunos centros administran alimentación de bajo volumen «tró- fica» o «de preparación intestinal» de alrededor de 10 mg  /  kg  /  día si no hay contraindicaciones específicas, como hipotensión. b Por lo general debe administrarse nutrición parenteral de acuerdo con las recomendaciones estándar de inicio y continuación, y con objetivos estandarizados que incluyen 3‑3,5 g / kg / día de proteínas y 3 g / kg / día de lípidos. Debe señalarse que la restricción hídrica puede impedir alcanzar estas cifras. c Para evitar el edema cerebral en la población de riesgo, debe buscarse una concentración de sodio objetivo en el extremo superior del intervalo normal. Debido a que en muchos de estos pacientes el gasto urinario dis- minuido tiene una etiología multifactorial, anticipar la necesidad de una restricción relativa de líquidos ayudará a evitar concentraciones séricas de sodio inferiores a 140 mEq  /  l. d El TP, el TTP, el índice internacional normalizado (INR), el fibrinógeno y el recuento de plaquetas deben cuantificarse diariamente durante el enfriamiento, y según indicación clínica. Debe administrarse trata- miento sistemático para la coagulopatía, excepto para el recuento de plaquetas, que debe mantenerse superio a 100.000  /  μl para compensar Hansen8e9788416781645.indd 777 08/06/2017 08:42
  • 17. 778    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos la disminución de la función plaquetaria. Puede solicitarse interconsulta con hematología. 5 Enfermedad infecciosa. a Se debe iniciar el tratamiento con antibióticos tras obtener los resultados habituales del hemograma y el hemocultivo. b También suele cambiarse la gentamicina por cefotaxima si hay signos de deterioro renal. 6 Estado neurológico. a Debe solicitarse interconsulta neurológica tan pronto como sea posible, si está disponible. b Debe realizarse un EEGa o, preferentemente, iniciar la monitorización con EEG completo al ingreso y mantenerse durante por lo menos las primeras 24 horas y el período de 12 horas de recalentamiento, y quizá durante todo el protocolo de hipotermia, en particular si aparecen con- vulsiones frecuentes. La piel del cuero cabelludo debe vigilarse en forma cuidadosa para descartar lesiones, por el riesgo que suponen la isquemia, la hipotermia y la menor movilidad del neonato. c Debe realizarse una ecografía cerebral tan pronto como sea posible tras el inicio de la hipotermia terapéutica, para descartar hemorragia intra- craneal. d Deben solicitarse una o más RM cerebrales para valorar la gravedad y la localización de cualquier lesión hipóxico‑isquémica. Los estudios de RM en neonatos a menudo pueden realizarse sin administrar fármacos sedantes adicionales. Los estudios de RM cerebral deben diferirse si el neonato muestra inestabilidad cardiorrespiratoria relevante, convulsiones persistentes o cualquier condición que haga que el equipo médico con- sidere inseguros el traslado y la RM. Idealmente, la RM debe incluir: i Imágenes ponderadas en T1 y T2 para detectar cualquier lesión irrever- sible, o anomalías congénitas o adquiridas en el parénquima cerebral. ii DWI para detectar evidencias de lesión hipóxico‑isquémica aguda. iii Imágenes ponderadas por susceptibilidad para detectar hemorragia. iv Espectroscopia de protones por RM para detectar lactato u otros metabolitos que sugieran una etiología metabólica distinta a la ence- falopatía hipóxico‑isquémica. v La venografía o la arteriografía por RM pueden ser útiles en caso de evidencia de lesión isquémica venosa o arterial focal sugestiva de enfermedad tromboembólica. e La RM cerebral temprana que se practica en los días 1‑5 tras el nacimiento (o después de lesión hipóxico‑isquémica) es útil con los fines siguientes: i Detección de restricción temprana de la difusión, que revela una lesión hipóxico‑isquémica temprana. ii Valoración de una lesión bien establecida (p. ej., lesión prenatal o perinatal). iii Definición de cualquier posible etiología de la encefalopatía, además de la hipoxia‑isquemia. iv Valoración inicial de la presencia / gravedad de cualquier lesión hipó- xico‑isquémica. Nota: los estudios tempranos pueden subestimar la lesión hipóxico‑isquémica, lo que depende del momento en que se produce y en que se obtienen las imágenes. Los estudios de RM cerebral tardíos son útiles para detectar la gravedad y la localización de la lesión cerebral hipóxico‑isquémica, que se define con Hansen8e9788416781645.indd 778 08/06/2017 08:42
  • 18. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   779 más precisión mediante secuencias de imagen convencionales ponderadas en T1 y T2 a los 10‑14 días de edad o más. Este estudio de RM cerebral tardío puede realizarse en el paciente ambulatorio sin sedación, si el neonato ya recibió el alta de la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN). Obsérvese que las anomalías de difusión que detecta la DWI cursan con seudonormalización (es decir, adquieren un aspecto normal) alrededor de los 7‑10 días tras la lesión hipóxico‑isquémica en neonatos, y después de este período, la DWI muestra incremento de la difusión en las regiones con lesión establecida. 7 Dolor y sedación. a El nivel de sedación objetivo durante el enfriamiento debe definirse y cuantificarse utilizando una técnica adecuada. b Debe aplicarse sedación suficiente para optimizar el bienestar y evitar el tiriteo, que puede incrementar el metabolismo y la temperatura del neonato, lo que limitan la eficacia de la terapia con hipotermia. Debe ajustarse para alcanzar las cifras de sedación previstas. Al final de las 72 horas de la inducción de la hipotermia, se recalienta al recién nacido a una velocidad de 0,5 oC cada 2 horas, hasta que el paciente alcanza los 36,5 oC. Este objetivo debería alcanzarse en unas 10‑12 horas. Si se identifica un factor de exclusión en un paciente, o aparece una contraindicación durante la administración de la terapia con hipotermia, se recalienta al niño siguiendo el mismo procedimiento. E Controversias en la aplicación de la hipotermia terapéutica. 1 Hipotermia de mayor duración o intensidad. Una interrogante que surgió tras la publicación de los estudios clínicos iniciales sobre hipotermia mode- rada durante 72 horas se refería a si el enfriamiento hasta una temperatura menor, con o sin mayor duración, pudieran aportar mayor beneficio. Un estudio clínico aleatorizado al respecto publicado en 2014 demostró que el enfriamiento durante 120 horas o hasta una temperatura de 32 °C no confería un beneficio adicional y, por el contrario, reveló una tendencia hacia una peor evolución, por lo que el estudio clínico se suspendió de forma temprana. 2 Inicio tardío de la hipotermia. Algunos datos muestran que la hipotermia se relaciona con una mejor evolución si se inicia en las primeras 3‑4 horas tras el nacimiento, lo que es congruente con datos obtenidos en animales, pero no está claro si es beneficioso iniciar la hipotermia más de 6 horas después del nacimiento. Esta interrogante está siendo analizada en un estudio clínico financiado por el National Institute of Child Health and Human Development (NICHD), pero mientras tanto, centros como en el que colaboran los autores inician al enfriamiento de los neonatos a las 6‑12 horas si se cumplen otros criterios. 3 Edad gestacional de 34‑36 semanas. En la actualidad no está definida la edad gestacional menor a la que la hipotermia sigue siendo efectiva y segura, pero algunos centros consideran el enfriamiento en neonatos de 34‑36 semanas si se cumplen otros criterios, si tienen un peso normal, y si puede realizarse una ecografía temprana para descartar hemorragia intra- ventricular, que es más frecuente en prematuros. 4 Afecciones médicas subyacentes. También existe controversia en cuanto a la aplicación de la hipotermia en neonatos con afecciones quirúrgicas o genéticas subyacentes. Esta pregunta tiene poca probabilidad de ser analizada en estudios clínicos grandes, de modo que requiere una consideración clínica cuidadosa. Hansen8e9788416781645.indd 779 08/06/2017 08:42
  • 19. 780    Sección IX  ■  Trastornos neurológicos 5 Encefalopatía hipóxico‑isquémica leve. Es probable que la mayor difi- cultad radique en decidir si se ofrece o no hipotermia a los neonatos que cumplen solo algunos criterios, en particular en aquellos con un grado leve de encefalopatía. Si bien existen algunos criterios objetivos de ingreso, como pH, exceso de bases o voltaje en el EEGa, otros criterios son necesariamente subjetivos, como la determinación del sufrimiento fetal / neonatal o la grave- dad de la encefalopatía a partir de la exploración física. El umbral a partir del cual la hipotermia puede aportar beneficios sin generar efectos adversos puede diferir del que se ha valorado en los estudios clínicos hasta la fecha. Está claro que se requieren más datos relativos a la evolución neurológica de los neonatos con encefalopatía hipóxico‑isquémica leve, y los riesgos y beneficios de la hipotermia en esta población. XIV EVOLUCIÓN DE LA ASFIXIA PERINATAL. A La tasa de mortalidad global es de aproximadamente el 20%. La frecuencia de secuelas en el desarrollo neurológico de los supervivientes es de aproxi- madamente el 30%. B El riesgo de parálisis cerebral en los supervivientes de asfixia perinatal es del 5‑10%, en comparación con el 0,2% de la población general. La mayoría de los casos de parálisis cerebral no guardan relación con la asfixia perinatal, y la mayoría de los recién nacidos con asfixia perinatal no presentan parálisis cerebral. C La evolución específica depende de la gravedad de la encefalopatía, de la presencia o ausencia de convulsiones, de los resultados del EEG y de los hallazgos en las ecografías. 1 Para comprobar la gravedad de la encefalopatía se pueden utilizar los estadios clínicos de Sarnat para la encefalopatía hipóxico‑isquémica (v. tabla 55‑1). a Estadio 1 de la encefalopatía hipóxico‑isquémica o leve: mortalidad infe- rior al 1%; el 98‑100% de los lactantes mostrarán un desarrollo neuro- lógico normal. b Estadio 2 de la encefalopatía hipóxico‑isquémica o moderado: el 20‑37% de los afectados mueren o presentan trastornos del desarrollo neurológico. El pronóstico puede concretarse mediante EEG y RM para detectar la gravedad de la encefalopatía y las convulsiones, así como la gravedad y la localización de la lesión cerebral hipóxico‑isquémica. Este grupo es el que más beneficios puede obtener de la terapia hipotérmica. c Estadio 3 o encefalopatía hipóxico‑isquémica grave: la muerte por los efectos de la asfixia sistémica intensa es más probable en la encefalopatía hipóxico‑isquémica grave o por la retirada electiva de la tecnología médica cuando la lesión cerebral grave dará origen a discapacidad neurológica importante. Los supervivientes presentarán con gran probabilidad una o más deficiencias graves en el desarrollo neurológico, como parálisis cerebral, retraso intelectual, discapacidad visual o epilepsia. 2 La presencia de crisis convulsivas aumenta 50‑70 veces el riesgo de parálisis cerebral. La tasa de mortalidad y la morbilidad a largo plazo son más elevadas si las convulsiones comienzan durante las primeras 12 horas de vida, son electrográficas y / o frecuentes3. 3 La actividad persistente de bajo voltaje o actividad de fondo isoeléctrica mediante EEG es un indicador pronóstico de mal resultado. Si bien un patrón de paroxismo‑supresión transitorio puede asociarse con un buen pronóstico, uno persistente (p. ej., de 3 días o más) se asocia con un riesgo elevado de muerte o de alteraciones del desarrollo neurológico. Debe señalarse Hansen8e9788416781645.indd 780 08/06/2017 08:42
  • 20. Capítulo 55  ■  Asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico‑isquémica   781 que algunos fármacos administrados a la madre pueden generar alteraciones transitorias del EEG neonatal. 4 La RM ha aportado una gran cantidad de información pronóstica a los datos del EEG y clínicos, puesto que el patrón de lesión cerebral hipóxico‑isqué- mica suele mostrar una buena correlación con el pronóstico neurológico, siempre que se realice a la edad adecuada y sea interpretado por un médico con conocimientos sobre la RM cerebral neonatal. Las lesiones significativas de la corteza o de los núcleos subcorticales se asocian normalmente con discapacidad intelectual y motora, pero su intensidad varía en grado consi- derable según las regiones afectadas y la gravedad de la lesión en cada una de ellas. Hay que señalar que las lesiones aisladas en el núcleo subcortical o las menos graves en zonas limítrofes  /  parasagitales pueden asociarse con una evolución cognitiva normal y con deficiencias motoras leves. En general, la evolución motora es más fácil de predecir que la cognitiva o la sensorial, y puede ser muy difícil definir de antemano qué neonatos padecerán más adelante epilepsia o tendrán dificultades para la alimentación. Por ello, estas pruebas deben interpretarlas cuidadosamente médicos con experiencia en la atención de niños con encefalopatía hipóxico‑isquémica neonatal. Bibliografía   1. Shellhaas RA, Soaita AI, Clancy RR. Sensitivity of amplitude‑integrated electroen- cephalography for neonatal seizure detection. Pediatrics 2007;120:770‑777.   2. Wirrell EC, Armstrong EA, Osman LD y cols. Prolonged seizures exacerbate perinatal hypoxic‑ischemic brain damage. Pediatr Res 2001;50:445‑454.   3. McBride MC, Laroia N, Guillet R. Electrographic seizures in neonates correlate with poor neurodevelopmental outcome. Neurology 2000;55:506‑513.   4. Rennie J, Boylan G. Treatment of neonatal seizures. Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed 2007;92:F148‑F150.   5. Gluckman PD, Wyatt JS, Azzopardi D y cols. Selective head cooling with mild systemic hypothermia after neonatal encephalopathy: multicentre randomised trial. Lancet 2005;365:663‑670.   6. Shankaran S, Laptook AR, Ehrenkranz RA y cols. Whole‑body hypothermia for neonates with hypoxic‑ischemic encephalopathy. N Engl J Med 2005;353:1574‑1584.   7. Azzopardi DV, Strohm B, Edwards AD y cols. Moderate hypothermia to treat perinatal asphyxial encephalopathy. N Engl J Med 2009;361:1349‑1358.   8. Gunn AJ, Gluckman PD, Gunn TR. Selective head cooling in newborn infants after perinatal asphyxia: a safety study. Pediatrics 1998;102:885‑892.   9. Eicher DJ, Wagner CL, Katikaneni LP y cols. Moderate hypothermia in neonatal encephalopathy: safety outcomes. Pediatr Neurol 2005;32:18‑24. 10. Shankaran S, Pappas A, Laptook AR y cols. Outcomes of safety and effectiveness in a multicenter randomized, controlled trial of whole‑body hypothermia for neonatal hypoxic‑ischemic encephalopathy. Pediatrics 2008;122:e791‑e798. 11. Papile LA, Baley JE, Benitz W y cols. Hypothermia and neonatal encephalopathy. Pediatrics 2014;133(6):1146‑1150. Lecturas recomendadas Bednarek N, Mathur A, Inder T y cols. Impact of therapeutic hypothermia on MRI dif- fusion changes in neonatal encephalopathy. Neurology 2012;78(18):1420‑1427. Boylan GB, Kharoshankaya L, Wusthoff CJ. Seizures and hypothermia: importance of electroencephalographic monitoring and considerations for treatment. Semin Fetal Neonatal Med 2015;20(2):103‑108. Jacobs SE, Berg M, Hunt R y cols. Cooling for newborns with hypoxic ischaemic encepha- lopathy. Cochrane Database Syst Rev 2013;(1):CD003311. Johnston MV, Trescher WH, Ishida A y cols. Neurobiology of hypoxic‑ischemic injury in the developing brain. Pediatr Res 2001;49:735‑741. Hansen8e9788416781645.indd 781 08/06/2017 08:42