El documento discute los riesgos asociados con los criptoactivos como el Bitcoin, señalando que su falta de regulación los hace atractivos para el lavado de dinero y la financiación del terrorismo. Específicamente, menciona que grupos terroristas como Hamás han recibido más de 130 millones de dólares en criptomonedas para financiar ataques, y que hasta el 20% del terrorismo global puede ser financiado a través del mercado criptográfico. Finalmente, el documento argumenta que se necesita una estricta regulación de las
Revista Estudiantil de la Carrera de Contaduría Pública de la Universidad May...
CRIPTOACTIVOS Y TERRORISMO.
1. CRIPTOACTIVOS: HUMO Y TERRORISMO.
MANFRED NOLTE
Desde que el criptoactivo Bitcoin -el líder de la fantasía digital- fue adquiriendo
notoriedad en 2010, muchas voces altamente autorizadas no han cesado de repetirlo.
La lúdica creación en 2008 de Satoshi Nakamoto, rodando sobre tecnología blockchain,
es poco más que el desarrollo de un juguete de edición limitada -un máximo de 21
millones de unidades- que puede tentar a los compradores de talante más lúdico, y más
inconscientes, sobre la base de su escasez, pero que, en todo caso, carece de valor
subyacente. Si acaso puede considerarse como tal el coste del minado para su obtención,
lo que cifraría su precio en unas decenas de dólares. La posterior eclosión en su precio
debida a un efecto emulación o ‘efecto bandada de peces’ sin el menor fundamento
intrínseco, evoca la imagen de un casino donde el jugador apuesta pensando que puede
obtener un beneficio rápido, como otros lo han logrado antes que él. Se trata de activos
imaginarios, esquemas Ponzzi, afectados por el síndrome ‘NQQF’, esto es: ‘no quiero
quedarme fuera’. Humo sobre humo. Los entrantes en el juego consolidan obviamente
la posición de los ya instalados y les otorga la razón de la repetición estadística.
La fiebre bitcoin ha alcanzado también a líderes políticos y a gobernantes. El Salvador lo
ha proclamado moneda de curso legal con lo cual ha propiciado la entrada masiva en el
país de bitcoins de origen inconfesable que, vía compras en activos inmobiliarios, se
blanquean finalmente contra dólares, esquilmando de paso las escasas reservas
centrales. También la República Centroafricana. Dos ciudades americanas, Miami y
Nueva York, han emitido sus propias criptomonedas, con el apoyo entusiasta de sus
alcaldes. El resultado es que MiamiCoin ha bajado más del 90 por ciento desde su punto
máximo, y NewYorkCityCoin más del 80 por ciento.
El contenido críptico es el ingrediente que lo hace especialmente atractivo para quienes
buscan un refugio de ciberdelitos y otros crímenes de la economía sumergida, alentando
todo tipo de violaciones incluido el terrorismo puro y duro. Que no sean moneda, no
significa que no haga su función circunstancialmente, en mercados cerrados, muy
2. restringidos, bajo determinados supuestos. Como es el caso de la organización terrorista
Hamás. Los recientes ataques de Hamás en territorio israelí han conmocionado al mundo
entero, pero también han planteado la pregunta de la financiación del grupo. Calificada
internacionalmente como entidad terrorista, Hamás está sujeta a sanciones y ha sido
aislada del sistema bancario internacional. Cualquier intento del grupo de recaudar
fondos es perseguido por cuerpos globales antiterroristas, especialmente entrenados.
Según la cadena CNN y el rotativo THE WALL STREET JOURNAL (WSJ) la respuesta está
en los criptoactivos. Tres grupos, Hamás, La Yihad palestina islámica y Hezbollah han
recibido cuantiosas contribuciones en forma de este tipo de ‘gadget’, que luego han
cambiado por monedas internacionales o que simplemente han sido aceptadas por
traficantes clandestinos de armas, ubicados en la esfera criminal. WSJ cifra en 130
millones de dólares el valor de los activos digitales acumulados por los grupos citados
en los dos años anteriores al ataque.
A pesar de su difícil trazabilidad, un determinado número de los llamados ‘monederos’
que pueden recibir transferencias en criptoactivos han sido localizados y confiscados
tanto por la inteligencia israelí, como por la de los Estados Unidos. Fuentes del
contraterrorismo americano señalan que la mayor parte de los fondos han procedido
históricamente de las donaciones, de impuestos a las empresas y sobre todo de países
aliados tales como Qatar, Turquía o Irán. La minería de criptoactivos es otra fuente de
financiación de la organización criminal. Naciones Unidas estima que el criptomercado
financia hasta un 20% del terrorismo global.
La lógica clama por una estricta regulación del mundo cripto, que no acaba de llegar.
Comenzando por una praxis inexcusable exigida ya desde hace tiempo a los bancos:
verificar sin excepción el titular último y el origen y el destino de los fondos.
Las haciendas nacionales se afanan -están en su obligación- en perseguir hasta el más
pequeño fraude, el impago del IVA en una modesta transacción doméstica, pero al
mismo tiempo asisten impasibles a la existencia de estos activos que se intercambian de
forma impune, y que se contratan y programan en las cloacas de las webs oscuras,
inaccesibles al público en general.
Incongruente bipolaridad.