1. Esto es una guerra.
Manfred Nolte
La pírrica aprobación en sede parlamentaria de las medidas recogidas en el Real
Decreto Ley 20/2012, ha promovido un estallido de indignación en la opinión
pública, mientras algunos lobbies expresan sus reservas por el alcance,
efectividad o aún suficiencia del programa emprendido. Para unos hay que
ahondar el recorte del gasto en estructuras viciadas por privilegios y
nepotismos, limitando las subidas impositivas y, en cualquiera de los casos, las
de carácter directo. Para otros hay que gravar a las grandes -aunque reducidas
en número- fortunas aunque solo sea por ejemplaridad, como ha hecho el
Sr.Hollande. Nunca hasta la fecha, se había registrado un ataque tan directo y
virulento a la consistencia de las administraciones central y periférica, en cuyo
solapamiento se intuyen no solo duplicidades sin número, sino conductas
improductivas que abogan por su adelgazamiento o incluso eliminación. Los
más críticos resumen que las medidas, en su conjunto, siguen primando la
incompetencia: recaudan del eficiente para mantener al subvencionado.
La fuerza de la riada abrirá paso, si aun queda tiempo, a nuevos cauces en temas
de tan trascendental relevancia. En la decisión del ajuste, que el Gobierno ha
adoptado con la fe ciega del carbonero, la economía española se está jugando
con unas cartas cada vez más miserables, la supervivencia como Ente soberano,
cuya alternativa consiste en ser un criado de Bruselas, si antes el estallido social
no provoca reacciones más traumáticas que, en la actualidad, pocos prevén y
nadie desea. Pero por si todo ello no fuera suficiente, autistas frente a tanta
austeridad decretada, los mercados trazan la espiral de la muerte entre prima de
riesgo (642 p.b.) y capacidad de repago del Estado, mientras los halcones del
euro asisten impasibles al incendio desatado. El Ibex cae a mínimos desde 2003
pese a la prohibición de las operaciones en corto.
A estas alturas, es evidente que la superación de la crisis española y con ella,
previsiblemente, la del país transalpino, no está en manos de quienes las sufren.
Otras deben aprestarse sin demora a secundar las medidas ahora reclamadas
por el FMI (Perspectivas de la economía mundial, julio 2012), según el cual la
situación en la eurozona ha alcanzado un estadio crítico.
Es evidente que el funcionamiento actual de los mercados financieros de la zona
euro muestra su peor perfil esquizofrénico. Los signos de estrés máximo se
evidencian en que las primas de riesgo han escalado cotas record en países
como España e Italia, mientras otros se financian a tipos negativos al
considerarse jurisdicciones e inversiones refugio. La enfermedad genética de la
deficiente construcción europea nos evidencia que la concatenación –el círculo
vicioso- entre el riesgo soberano, los bancos y la economía real es más fuerte
que nunca. Esta descripción malamente se casa con el funcionamiento ordenado
de una unión económica y revela el gripaje de los mecanismos de transmisión
monetaria. Como denuncia el FMI,”la política monetaria común no está
funcionando del modo previsto”.
La Institución Internacional con sede en Washington no vacila en alertar, a
estas alturas del ciclo, con una famélica trayectoria del PIB que alcanza a buen
1
2. número de países sin excluir ni a Estados Unidos ni a los emergentes dinámicos,
que “la prioridad máxima radica en resolver la crisis de la zona euro”.
Para el FMI, si se implementan sin dilación –y no en la lejanía- los recientes
acuerdos de la cumbre europea, estos contribuirán a quebrar la interacción
adversa entre las entidades soberanas y los bancos, a crear una unión bancaria y
proporcionar calma a los inversores. En particular, el Fondo de rescate
recapitalizaría los bancos directamente, adquiriendo asimismo bonos soberanos
en los mercados secundarios.
El organismo multilateral recalca textualmente que “hay margen para distender
más la política monetaria de la zona del euro. El BCE debería asegurarse de que
su apoyo monetario se transmita de manera eficaz a toda la región y debería
seguir suministrando amplio respaldo de liquidez a los bancos en condiciones
suficientemente generosas. Ello requeriría medidas no convencionales, como la
reactivación del ‘Programa de compra de bonos’, nuevas operaciones de
financiación a plazo más largo con garantías menos exigentes o la introducción
de compras de activos similares a una expansión cuantitativa.” Otros ‘think
tanks’ de prestigio avalan esta posición: la beligerancia del BCE, o la activación
inmediata de compras por parte del Fondo de rescate, lejos de la heterodoxia,
significarían el respaldo oficial a las reformas emprendidas.
La guerra del mutismo ha sido declarada: ahuyentado todo resquicio de ‘riesgo
moral’, si España cumple con extenuantes programas de austeridad su parte del
trato, ¿por qué Bruselas y Frankfurt no cumplen con la suya, ahora que también
el propio FMI y voces altamente autorizadas están de nuestra parte?
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