El documento argumenta que fortalecer la cohesión y estabilidad de la familia mediante una educación basada en valores éticos universales es fundamental para lograr la paz social y mundial. Señala que la familia es la institución humana primaria y que cuando la familia se deteriora o corrompe, la sociedad entera sufre las consecuencias negativas como el aumento de la delincuencia y conflictos. Propone que reconstruir la unidad y armonía familiar puede ayudar a mejorar numerosos problemas sociales.
1. Fortalecer la cohesión y estabilidad de la familia
mediante una educación basada en valores éticos
familiares universales
Educación Ética para la Paz
2. 1. Crisis actual de la familia
2. Armonía y paz familiar: Fuente de estabilidad, progreso y
paz social
3. El papel de forjador moral de la persona que tiene la
familia
4. La familia: Escuela del amor, del cultivo de las virtudes y
del respeto a las normas
5. El valor y la dignidad de la familia
CAPÍTULO 2 FORTALECER LA COHESIÓNY ESTABILIDAD DE LA
FAMILIA MEDIANTE UNA EDUCACIÓN BASADA EN
VALORES ÉTICOS FAMILIARES UNIVERSALES
3. La familia es la
y por ello es la
Por ello, la primera medida
educativa para llevar adelante
una revolución pacífica y
silenciosa de regeneración
moral de las personas atañe a la
familia, puesto que ésta es una
pieza fundamental para lograr la
paz mundial, como explica Sun
Myung Moon:
«¿Cómo se logra la paz? Cuando vuestra mente
y cuerpo estén unidos y tengáis una familia que
viva en paz, entonces podrá haber una nación en
paz y un mundo en paz. La paz no vendrá por
alguna ideología hecha por el hombre.
Tenéis que establecer un fundamento para la
paz en vuestra mente y cuerpo, y luego en vuestra
familia, entre marido y esposa, y padres e hijos,
centrados en el corazón original de Dios. Tales
familias son las piedras angulares de la paz. »
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC,
305:203, (14 de julio de 1998).
INTRODUCCIÓN
4. Es decir, es como
que pueden
construir una buena sociedad.
López-Barajas, con bastante
acierto, nos comenta:
«La expresión primera y originaria de la dimensión
social de la persona es el matrimonio y la familia. El
matrimonio y la familia constituyen el primer campo
para el ejercicio del compromiso social de los hombres y
las mujeres.
Es un compromiso que sólo puede llevarse a cabo
adecuadamente teniendo la convicción del valor único e
insustituible de la familia para el desarrollo de la
sociedad.
Urge, por tanto, una labor amplia, profunda y
sistemática, sostenida no sólo por la cultura sino
también por medios económicos e instrumentos
legislativos, dirigida a asegurar a la familia su papel
primario de humanización de la persona y la sociedad.»
Emilio López-Barajas Zayas, «La familia es una institución permanente», en
La familia en el tercer milenio, UNED, Madrid, 1995, pp. 24-25.
5. Sin embargo, los hogares
conflictivos o rotos en donde se
producen abandonos, falta de amor,
abusos, malos tratos o violencia
generalmente suelen causar graves
daños psicológicos y morales a los
individuos hasta el extremo de
inducirles a convertirse ellos mismos
en delincuentes, maltratadores,
violadores o asesinos.
Por esta razón, si se quiere una
sociedad pacífica y armoniosa, habría
que evitar a toda costa la degradación
de las familias, puesto que ello, a la
larga, provoca todo tipo de plagas y
conflictos sociales que constituyen un
auténtico desastre humanitario.
6. Fuente de buenos ciudadanos y por
tanto de concordia, solidaridad y paz
social
Los buenos hijos que confían en sus
padres y que ayudan a sus hermanos, los
maridos y esposas fieles, los padres
modélicos que se sacrifican por sus hijos
Buenos alumnos, compañeros o
ciudadanos solidarios, modélicos
profesores, profesionales, hombres de
negocios y servidores públicos que
trabajan y se sacrifican por el bien de sus
comunidades
Cuando hay desunión, divorcios, peleas,
infidelidades, odios o malos tratos dentro
de la familia, esta falta de amor o abusos
que sufren los hijos pueden traumatizarles
para toda la vida o incluso inducirles a
convertirse en maltratadores o criminales
violentos
La mayoría de los individuos que muestran
conductas antisociales, delictivas o
compulsivas provienen de hogares rotos o
problemáticos.
Fuente de conflictos, males y plagas
sociales
La familia
7. Es patente que, hace ya
décadas, existe un fuerte deterioro
de la familia, principalmente en las
sociedades democráticas
occidentales, cuyos orígenes o
causas se remontan a la famosa
revolución sexual de los años
sesenta, que popularizó la
promiscuidad sexual entre los
jóvenes y las infidelidades
matrimoniales entre adultos,
además de otras circunstancias
socioeconómicas que confluyeron
en siglo pasado, como explica Sun
Myung Moon en esta cita:
«La familia está cambiando en todo el mundo, y la
estructura de la familia tradicional está siendo cuestionada
de muchas maneras… se están desmoronando los sistemas
de valores, se están alterando nuestros modelos de ética y
moralidad. A esto se añade que el imperante individualismo
egoísta y el culto al placer y el dinero nos están robando
nuestra humanidad. Y la cultura del sexo libre y la
inmoralidad está fomentando la destrucción de la familia.
¡A qué situación tan trágica nos estamos enfrentando a
causa de estas tendencias! Si no se hace nada, el futuro de la
humanidad será desolador. (…) El valor de la familia es
inmutable… el amor es la fuente de la felicidad y alegría de
las personas, y la familia es el fundamento de la felicidad y la
paz.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, 275:80, (22 de
agosto de 1995).
CRISIS ACTUAL DE LA FAMILIA
8. A pesar de que actualmente existe una preocupación generalizada por el
futuro de la familia por parte de las administraciones públicas,
instituciones académicas, asociaciones e iglesias, aún persisten los
síntomas de la desintegración familiar que son:
a) El alto índice de embarazos no deseados de adolescentes y de hijos
nacidos fuera del matrimonio
b) El aumento de los divorcios o separaciones por causa de infidelidades
matrimoniales o violencia familiar
c) El subsiguiente incrementos de niños y niñas de familias rotas que
sufren las consecuencias del divorcio de sus padres, o que se crían y
educan sin la presencia de uno de ellos
d) El aumento también importante de la violencia en el ámbito familiar,
los maltratos y asesinatos de mujeres y los abusos de niños
Síntomas de la desintegración familiar
9. Esta desintegración familiar es también una de las causas que
propician secuelas sociales tan indeseables como son:
a) La práctica generalizada del aborto
b) La proliferación del Sida y otras enfermedades de transmisión sexual
c) El aumento de la delincuencia juvenil
d) El alcoholismo, la drogadicción y otros tipos de conductas violentas y
compulsivas entre los jóvenes
e) El incremento de los índices de suicidios, depresiones y trastornos
psicológicos
f) El aumento del acoso sexual, violaciones y abusos sexuales a
menores.
Secuelas sociales propiciadas por la desintegración familiar
10. La familia es la unidad básica o
célula del tejido u organismo
social. Por esta razón, cuando la
familia se deteriora o se
corrompe, la sociedad entera
sufre las consecuencias
ARMONÍAY PAZ FAMILIAR:
FUENTE DE ESTABILIDAD, PROGRESOY PAZ SOCIAL
11. La familia es la primera institución humana
«Una institución permanente», como defiende con
razón López-Barajas, puesto que es una institución
común y universal en todos los pueblos y culturas,
pasadas y presentes, a pesar de que —dependiendo
de las civilizaciones— la institución familiar muestre
ciertas características culturales diferenciadas, o de
que haya evolucionado y cambiado en algunos
aspectos a lo largo de la historia.
Emilio López-Barajas Zayas, «La familia es una institución permanente», en La
familia en el tercer milenio, UNED, Madrid, 1995, p. 11.
12. La familia es la estructura básica de la existencia humana
La familia es una unidad cuasinatural, en el sentido
que tiene unos aspectos naturales inmutables y otros
aspectos culturales variables. Los animales también
forman familias, pero sólo con el fin de la
multiplicación y preservación de la especie, y sus lazos
familiares suelen ser, por lo general, temporales y
basados en instintos biológicos innatos. Sin embargo,
los lazos familiares humanos son lazos afectivos
permanentes y eternos basados principalmente en
relaciones voluntarias y responsables de intercambios
recíprocos de amor, afectos, ideales, bienes y servicios.
13. La familia es un microcosmos que está regido por leyes naturales
y leyes morales invariables. De hecho, en el universo todos los
seres y cosas existen en forma de parejas de entidades masculinas
y femeninas, y la ley más simple y general del cosmos es la
universalidad de las interacciones recíprocas entre parejas de
entidades complementarias, o ley de dar y recibir. Estas
interacciones son las que garantizan la existencia, movimiento,
estabilidad y cohesión de todos los sistemas del universo.
De igual manera, la unión armoniosa entre marido y esposa está
regida por esa misma ley general que gobierna el universo, es
decir, se realiza mediante relaciones de intercambios recíprocos de
amor, cuidados y servicios, que son las que garantizan la
existencia, multiplicación, estabilidad y felicidad de la familia.
La familia es un microcosmos del universo
16. Las relaciones de intercambios recíprocos de amor, cuidados,
ideales, bienes y servicios son las que garantizan la existencia,
multiplicación, estabilidad y felicidad común de la familia
Padres
Hijos
Marido Esposa
17. Por esta razón, existen normas familiares universales que son
leyes morales invariables, como son los universales preceptos
de la piedad filial, la fidelidad conyugal, la fraternidad y el amor
paternal y maternal sacrificial, así como las prohibiciones del
incesto y el adulterio. Prueba de ello es que en el caso de
violarse causan el deterioro o interrupción del circuito de dar y
recibir entre los miembros de la familia y la destrucción de la
armonía y felicidad familiar.
Además de estas leyes morales invariables, en la familia
existen otras reglas o normas menos importantes o secundarias
que son convencionales y variables, como, por ejemplo, el
reparto concreto de tareas o roles sociales.
Normas familiares universales e invariables y normas
convencionales y variables
18. La razón de esto es que la familia es un elemento vital, imprescindible e
irremplazable para que pueda existir y funcionar la sociedad y el mundo.
López-Barajas llega esta misma conclusión:
«Mi tesis es... que: El hombre no tiene otro camino hacia la
humanidad más que a través de la familia. Y la familia debe ser
colocada como fundamento mismo de la solicitud para el bien del
hombre y de todo esfuerzo para que nuestro mundo humano sea cada
vez más humano. Nadie puede substraerse a esta solicitud: ninguna
sociedad, ningún pueblo, ningún sistema; ni el Estado, ni la Iglesia, ni
siquiera el individuo. La familia es la célula primaria del tejido social.»
Emilio López-Barajas Zayas, «La familia es una institución permanente», en La familia en el tercer
milenio, UNED, Madrid, 1995, p. 20.
Todos los intentos históricos de abolir o distorsionar radicalmente la familia
acabaron en rotundos fracasos
19. La recuperación de la estabilidad y armonía familiar es
la solución más efectiva para:
Los problemas de las conductas autolesivas,
antisociales y compulsivas de la juventud
El fracaso escolar, la falta de identidad y de autoestima
El aislamiento, depresión y soledad que sufren tanto
jóvenes como adultos
Sería también la solución para plagas sociales como la
delincuencia, las violaciones, los abusos sexuales a
menores, y la proliferación de mafias que se enriquecen a
costa de vicios y degradaciones humanas, como son la
prostitución y la pornografía adulta y, mucho peor, la
infantil
Superar la crisis actual de la familia y evitar el colapso de la unidad familiar es una tarea
prioritaria que compete a todas las sociedades, pueblos y culturas del mundo si se
quiere garantizar la paz social y mundial
20. La reconstrucción de la unidad y armonía familiar
podría ayudar también a:
a) Contribuir a reforzar los lazos vecinales,
comunitarios y sociales
b) Fomentar la solidaridad ciudadana
c) Prevenir la corrupción de los profesionales,
empresarios y servidores públicos
d) Mejorar la economía familiar y nacional
e) Elevar la calidad de vida de todos los ciudadanos
f) Solucionar los problemas medioambientales
g) Estimular a las personas a trabajar de una
manera voluntaria y desinteresada por el
bienestar de otros pueblos o culturas del mundo
menos favorecidas.
21. Educadores norteamericanos, como CrouseYoest y los Sandford, reafirman
nuestras tesis:
«Desde el punto de vista de la sociedad, la
familia es importante debido a su papel en la
formación de buenos ciudadanos. Basicamente, el
estado necesita estabilidad, logros o iniciativas
individuales y lealtad por parte de sus ciudadanos,
y la familia promueve estas tres cualidades. (...)
La historia ha demostrado la bancarrota de la
oposición a la familia. El único camino abierto para
los individuos y para la nación es la reconstrucción
y la revalorización de la familia. La sociedad que
haga esto, llegará a ser la más fuerte.»
Charmaine Crouse Yoest, «Fount of Virtue, Spring of Wealth, How the
Strong Family Sustains a Prosperous Society», en The World and I, August,
1994, Washington, pp. 359, 375.
«La estabilidad de una sociedad se
puede medir por la unidad y salud de sus
familias, ya que los fundamentos del
carácter y las actitudes básicas hacia la
vida se edifican en las relaciones con el
padre, la madre, y con otras personas
allegadas en las etapas más tempranas de
la vida.
Las sociedades se vuelven inestables y
los índices de criminalidad aumentan
cuando la institución de la familia
comienza a desmoronarse.»
John and Paula Sandford, «Covenant, not Contract», en The
World and I, November, 1997, p. 40.
22. EL PAPEL DE FORJADOR MORAL DE LA PERSONA
QUE TIENE LA FAMILIA
El lugar más natural, las circunstancias
más favorables y el ambiente más
propicio para que el ser humano forme
su carácter y conciencia, adquiera
buenos hábitos y alcance una madurez
moral o autodominio es o tendría que ser
la familia.
La mayor parte de los educadores y
psicólogos, así como todas las religiones,
coinciden en resaltar la extraordinaria
importancia que tiene la familia en la
maduración moral de los individuos.
23. «La familia es, en efecto, el ámbito natural en el que la
persona viene a este mundo, se abre a los demás, y en el
que de forma inmediata y fundamental se forma. En ella
surgen, de modo espontáneo o intencionado, los primeros
y más profundos influjos educativos de la vida humana
personal. Y ello, desde la misma convivencia
indiferenciada, casi instintivamente, impregnada de
afectividad, de las primeras edades, hasta la convivencia
socializada, ya configurada, y responsablemente asumida
de la niñez y la juventud.»
Rogelio Medina Rubio, «La familia y la formación de las actitudes personales
ante la vida», en La familia en el tercer milenio, UNED, Madrid, 1995, pp. 30-31.
24. «La familia representa la unidad de socialización por excelencia,
y su ámbito de actuación está adscrito a la llamada “educación no
formal”. La familia es una unidad de socialización flexible, abierta,
diversa, tolerante y renovable; lo que hace del entorno familiar un
espacio y contexto de complementariedad indispensable para el
desarrollo normal de la personalidad humana.
El entorno familiar, por ello, desde una perspectiva ecológica,
puede ser calificado, con rigor, de ecosistema educativo natural,
porque en él se inicia el aprendizaje de dimensiones tan
fundamentales del ser humano como la afectiva y la sexual, la
génesis de la identificación del “yo”, los primeros patrones
lingüísticos y morales.»
Emilio López-Barajas, La familia en el tercer milenio, UNED, 1995, p. 10.
25. LA FAMILIA: ESCUELA DEL AMOR, DE CULTIVO DE LAS VIRTUDESY
DEL RESPETO A LAS NORMAS
A. Amor filial hacia los padres
B. Amor fraternal entre
hermanos y hermanas
C. Amor conyugal entre
esposos
D. Amor paternal y maternal
hacia los hijos
26. «La familia es la escuela del amor; es la escuela más importante
en la vida. Dentro de la familia, los hijos cultivan la profundidad y la
amplitud de sus corazones para aprender a amar a los demás. Es la
educación del amor y las emociones que sólo los padres pueden
proporcionar. Esta educación del amor se convierte en la primera
piedra para formar el carácter de los hijos.
La familia es también la escuela que enseña las virtudes, normas y
costumbres. La ley celestial es que las personas reciban la educación
académica, la educación física y la educación técnica sobre el
fundamento de esta crucial educación del corazón y las virtudes.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, 271:80, (22 de agosto de 1995).
27. Y, más adelante, al experimentar el amor
conyugal y parental, desarrollan aún más la
capacidad de dar amor, hasta el punto de
poder amar de forma incondicional o
desinteresada, o sea, con el simple fin de hacer
feliz a otros.
De esta manera, pueden progresar hacia una
madurez moral dejando atrás las motivaciones
egocéntricas infantiles, pasando por las
motivaciones juveniles de expectativas de
felicidad compartida, hasta alcanzar la
motivación altruista, sacrificial y desinteresada
de los padres.
La educación del corazón es la
que enseña lo más importante y
fundamental que precisa el ser
humano, es decir, aprender a dar
y recibir amor, a amar y ser
amado.
Primero, los niños aprenden a
recibir amor y, en menor grado, a
dar. A medida que crecen,
cultivan su capacidad de dar
amor de forma que en la edad
juvenil se ejercitan en un dar y
recibir recíproco.
La familia es la escuela del amor por excelencia en la que se imparte
la educación del corazón
28. Querer recibir más
que dar
Dar y recibir en igual
medida
Dar más de lo que se
recibe
Dar de una forma
incondicional
Educación del corazón:
Desarrollar la capacidad de dar y recibir amor
Niñez
Edad juvenil
Matrimonio
Madurez
HijosPadres
Hermanas
EsposaEsposo
PadresHijos
Hermanos
29. «Si es verdad, como he tratado de demostrar, que el amor es la única
respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana, entonces
toda sociedad que excluya, relativamente, el desarrollo del amor, a la
larga perece a causa de su propia contradicción con las necesidades
básicas de la naturaleza del hombre.
Hablar del amor no es “predicar”, por la sencilla razón de que significa
hablar de la necesidad fundamental y real de todo ser humano. (...) Tener
fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no sólo
excepcional e individual, es tener una fe racional basada en la
comprensión de la naturaleza misma del hombre.»
Erich Fromm, El arte de amar, Paidós, Barcelona, 1997, pp. 124-128.
Según Fromm, hablar de amor no es “predicar” por la sencilla razón que es una
necesidad fundamental de todo ser humano
30. Por ejemplo, no se miente porque se
comprende que es algo necesario para
no romper las relaciones de amor y
confianza mutua con los amigos o
compañeros.
Más adelante, cuando se forma una
familia y se tienen hijos, se entra en una
tercera etapa de interdependencia en la
que se puede cultivar la fidelidad mutua,
benevolencia, compasión, capacidad de
entrega y sacrificio.Y se tiene un respeto
—ya incondicional— a ciertas normas
morales y de justicia, a pesar de que su
observancia pueda ocasionar perjuicios
propios.
En una primera etapa infantil de dependencia,
se cultiva la confianza y piedad filial hacia los
padres.Al mismo tiempo, a causa de esa
confianza y estimulado por premios y castigos, se
aprende a respetar las normas morales
elementales que le inculcan los padres, como no
mentir, no quitar cosas, no hacerse daño a sí
mismo ni a los demás, y compartir las cosas o
ayudar a otros.
En una segunda etapa juvenil de autonomía o
independencia se cultiva la honestidad,
reciprocidad, cooperación, confianza y ayuda
mutua, y se comienza a respetar las normas
morales no porque las dicten los padres sino por
instancias de la propia conciencia.
La familia es la escuela del amor por excelencia en la que se imparte
la educación del corazón
31. Se cultiva la confianza y piedad filial hacia los
padres
Se aprende a no mentir, no insultar, no hacer
daño y no quitar cosas a los demás
La familia es la escuela donde se cultivan los buenos hábitos o virtudes más
elementales, así como el respeto por las normas morales más básicas
Se puede cultivar la fidelidad mutua, compasión,
capacidad de entrega y sacrificio
Se aprende a respetar de forma incondicional
ciertas normas éticas universales y de justicia
Se cultiva la honestidad, reciprocidad,
cooperación, confianza y ayuda mutua
Se comienza a respetar las normas morales por
instancias de la propia conciencia
Etapa infantil
Etapa juvenil
Etapa de madurez
32. Así pues, en la familia la educación del corazón o del amor es la que debe
impregnar y envolver todos los demás aspectos formativos, y la que se tiene que
expandir a ámbitos más amplios. López-Barajas resalta de forma muy atinada la
dimensión e importancia del amor en la familia en la cita que viene a continuación.
«La familia, resulta evidente, se funda y vivifica por el amor; el entorno natural
de las mujeres y los hombres esposos, de los padres y de los hijos, de los
parientes. Que se abre de forma solidaria a la solidaridad con todos los habitantes
de la “aldea global”. El principio interior que la dinamiza, la fuerza permanente y
la meta última es el amor.
El amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano. (…) cuando
[el amor] se toma en su sentido más noble —como un querer el bien para otro en
cuanto otro, según lo definiera Aristóteles— se advierte de inmediato que sólo las
realidades personales son capaces de amar … y que sólo ellas son dignas de ese
precioso tesoro de amar y ser amado.»
Emilio López-Barajas, La familia en el tercer milenio, UNED, 1995, pp. 9-10.
33. Sun Myung Moon le atribuye incluso una dimensión divina y
eterna al amor parental, conyugal y filial que se experimenta en
la familia, como se puede apreciar en esta cita:
«El amor de Dios reside donde los padres, el marido y la
esposa y los hijos se unen en el amor. Dios reside absoluta y
eternamente en el lugar donde confluyen estos tres tipos de
amor.
Esta familia es la morada de Dios. Dios siempre está
presente donde hay un amor parental eterno, un amor
conyugal eterno, y un amor filial eterno.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, 131:112, (22 de abril de 1984).
34. A. AMOR FILIAL HACIA LOS PADRES
El incipiente altruismo del niño
El niño acepta las normas inculcadas por sus padres por
amor
La piedad filial es la respuesta agradecida al amor de los
padres
El amor filial es la raíz de todas las virtudes
La veneración por la naturaleza, por los fundadores de las
religiones y la fe en Dios, hunde sus raíces en el amor filial
Para el cultivo del amor filial es esencial que los padres
muestren un amor incondicional y un buen ejemplo moral
Las excelencias del amor materno y la educación del
corazón
35. El ser humano está hecho para dar y
recibir amor, para amar y ser amado. Lo
primero que el niño necesita aprender es a
recibir amor, ya que recibir es más fácil que
dar. Por este motivo su actitud es
egocéntrica y su principal deseo es ser
amado. Hablando de la edad infantil,
Fromm nos comenta que todas las
vivencias de un niño «se cristalizan o
integran en la experiencia: me aman… me
aman porque soy.»
Entonces, el amor de sus padres induce
al niño a querer responderles, a dar amor a
los padres, que se expresa en la forma de
amor filial, confianza, obediencia, respeto
o admiración hacia ellos.
Fromm nos sigue comentando que «por primera
vez, el niño piensa en dar algo a sus padres, en
producir algo —un poema, un dibujo, o lo que fuere—
Por primera vez en la vida del niño, la idea del amor
se transforma de ser amado a amar, en crear amor.»
E. Fromm, El arte de amar, Paidós, Barcelona, 1997, pp. 45-46.
A. AMOR FILIAL HACIA LOS PADRES
36. «Según Kohlberg los niños actúan movidos por el
castigo o el premio. Pero esta afirmación contradice
muchos hallazgos empíricos. En la observación naturalista
de la conducta, los niños manifiestan frecuentemente una
conducta espontáneamente altruista: ayudan, comparten
o consuelan a otros.
Cuando se les pregunta los motivos aclaran que han
actuado así porque el otro lo necesitaba o, simplemente,
porque querían ayudar. También en muchos estudios se
ha comprobado la existencia de una cierta empatía que
llevaba a una conducta altruista espontánea. (Blasi, 1984;
Keller y Edelstein, 1986; entre otros).»
Maria Victoria Gordillo, Desarrollo del altruismo en la infancia y la
adolescencia, Centro de Publicaciones del Ministerio de Educación y
Ciencia, Madrid, 1996, p. 78.
Kohlberg, famoso por sus
estudios en psicología del desarrollo
moral, afirma que las motivaciones
del niño para hacer lo correcto «son
evitar el castigo y el poder superior
de las autoridades», dando a
entender que el niño es un ser
puramente egocéntrico y egoísta.
Aún siendo esto parcialmente
cierto, desde muy temprana edad el
niño también siente un impulso
incipiente de dar amor de forma
altruista a sus padres o hermanos,
como lo confirman otros psicólogos
morales como MaríaVictoria
Gordillo.
El incipiente altruismo del niño
37. Este amor filial es también
el motivo principal, asistido
por el estímulo o refuerzo de
premios y castigos, por el cual
el niño acepta las normas
morales que le inculcan sus
padres, como dice
acertadamente Rawls:
Dado que la conciencia del niño aún no
ha madurado, el natural egocentrismo
del niño puede dirigir sus deseos en una
dirección equivocada y hacerle cometer
errores. Por ello, el niño necesita por un
tiempo el control exterior de sus padres
por medio de preceptos o mandatos.
«Si ama y confía en sus padres, tenderá a aceptar sus
mandatos. También se esforzará por quererles,
admitiendo que son, ciertamente, dignos de estima, y se
adherirá a los preceptos que ellos le dictan. Se supone que
ellos constituyen ejemplos de conocimiento o poder
superiores, y se les considera prototipos a los que apelar
para determinar lo que se debe hacer.»
John Rawls, Teoría de la justicia, F. C. E., México, 1979, p. 514.
El niño acepta las normas inculcadas por sus padres por amor
Por ejemplo, todos los niños prefieren jugar a
estudiar, y si no se les obliga a estudiar se pasarían
el día entero jugando. Este control externo le sirve
al niño de práctica o entrenamiento de
autodominio, que es lo que le facilitará conseguir el
control de sus propios deseos una vez que haya
madurado su conciencia.
38. Sun Myung Moon describe el amor filial de los hijos como una respuesta agradecida al amor que
ellos reciben de los padres, como se ve en esta cita:
La piedad filial es la respuesta agradecida al amor de los padres
«Tienes que devolver a tus padres el amor
que ellos te dieron. Cuando los padres están
criando a un hijo o hija en tiempo difíciles, no se
preocupan de su propia hambre. Si tienen algo
de comida, soportan su hambre apretando sus
labios, y le dan a su hijo o hija esa comida.
Por la propia naturaleza del amor los hijos
devolverán a sus padres este mismo tipo de
amor. Después de que los padres hayan
recorrido el camino del amor, los hijos seguirán
ese mismo camino de ofrecer consuelo a sus
padres. El amor filial se inicia en tu corazón que
desea consolar a tus padres. (…)
¿Qué tipo de persona es un hijo de piedad filial? Es
el hijo que trata y se cuida de sus padres como ellos
le trataron y cuidaron de él. (…) Es aquel que paga la
deuda del amor paternal que recibió de ellos.
Cuando sus padres son ancianos y se vuelven
seniles, sus hijos e hijas deberían soportar todas las
dificultades de la tarea de cuidar de ellos, sin sentir
que es una pesada carga. Tienen que tener el mismo
corazón que sus padres tuvieron hacia ellos cuando
eran pequeños, limpiándoles su orina y heces. Esto
es lo que significa ser un hijo o una hija con un amor
filial.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC,
35:241, (19 de octubre de 1970).
39. Esta respuesta agradecida del niño o primer impulso
voluntario de dar amor a sus padres, inducida por el
amor que ellos le brindan, constituye la raíz de toda
responsabilidad (habilidad o capacidad de responder) u
obligación moral humana.
Confucio mantenía, con razón, que «la piedad filial es
la raíz de toda virtud, y el tallo de donde crecen todas
las enseñanzas morales.» Incluso el respeto por sí
mismo, el reconocimiento de la dignidad propia surge
de la conciencia de sí mismo como un tesoro muy
apreciado y valioso para sus padres y que, por tanto, no
se puede dañar para no hacerles sufrir.
Más adelante, esta piedad filial, confianza, respeto o
admiración que se siente hacia los padres se proyecta
hacia otros ídolos o modelos —como, por ejemplo,
maestros, sabios, artistas, líderes, héroes o santos—
que son ejemplos de amor, dedicación o sacrificio por
los demás.
Este amor y confianza casi filial que jóvenes y
adultos sienten hacia ellos les lleva a querer
imitarlos y desear convertirse en grandes
hombres o benefactores de la humanidad, que
sean apreciados y reconocidos por todos.
Confucio, Classic on Filial Piety, cit. en A. Wilson, ed., World
Scripture, Parangon House, 1991, p. 171.
El amor filial es la raíz de todas las virtudes
40. Se venera a la naturaleza porque se la
considera como una gran madre que nos
alimenta o protege. Se tiene fe en los
fundadores de las religiones porque se les ve
como un ejemplo admirable de amor y
compasión paternal o maternal hacia toda la
humanidad. Se ama a Dios —como el origen
del universo— porque se cree que es el
padre o madre amante y bondadoso de
todos los hombres.
En resumen, el cultivo por parte del niño de su incipiente
capacidad de dar amor, en su expresión primeriza de confianza
y respeto filial hacia sus padres, es esencial para el futuro
desarrollo de su capacidad de amar de forma altruista, así
como para el respeto a las normas y la adquisición de las
virtudes individuales, familiares, cívicas y humanitarias.
La veneración por la naturaleza, por los fundadores de las religiones y
la fe en Dios, hunde sus raíces en el amor filial
41. Para el cultivo del amor filial es esencial que los padres muestren un amor
incondicional y un buen ejemplo moral
Como dice Rawls, «los padres deben amar al
niño y ser objetos dignos de su admiración. De
este modo, despiertan en él un sentimiento de
su propio valor y el deseo de convertirse en la
misma clase de persona que ellos. (...) Los
padres deben constituir ejemplos de la
moralidad que ellos prescriben (...)
Sin afecto, ni ejemplo, ni orientación, no
puede efectuarse estos procesos [de desarrollo
moral], y, desde luego, no se efectúan en el
marco de unas relaciones carentes de amor,
mantenidas sobre la base de amenazas y
represalias coercitivas.»
John Rawls,Teoría de la justicia, Fondo de Cultura
Económica, México, 1979, p. 514-515.
Medina Rubio, abundando en esta opinión, dice:
«La actuación de los demás y, especialmente, el
ejemplo de los padres tiene un singular poder
formativo en la vida familiar, Los padres son las
primeras personas que, de un modo natural y
espontáneo, se ofrecen como objeto de imitación a
sus hijos; (...)
El halo afectivo que acompaña al ejemplo (la
admiración o el cariño hacia uno o ambos cónyuges, o
hermanos) suele ser el factor más decisivo que, junto a
la tendencia a la imitación de las conductas más
próximas, explica el afincamiento en las conductas
familiares como referentes o ideales de vida a imitar. »
Rogelio Medina Rubio, La familia en el tercer milenio, UNED, Madrid,
1995, p. 47.
42. Quintana Cabanas, comentando el libro Cartas sobre la educación infantil (1988) de
Pestalozzi, escribe lo siguiente acerca de las excelencias del amor materno y de la
educación del corazón.
«Disintiendo de Kant, Pestalozzi opina que en el niño existe una cierta
predisposición natural a la bondad, porque ésta se desarrolla fácil y efectivamente
cuando la madre trata con bondad y amor a su hijito. Pestalozzi incluso llega a
llamar “fría y desalmada” la doctrina que niega esa condición natural del niño.
Pestalozzi opina que el amor de la madre es como el sol, que hace florecer los
gérmenes del bien depositados en el corazón de su hijo.
En todo caso la educación moral, como toda educación auténtica y profunda, ha
de hacerse a través del corazón, “esa gran rueda del mecanismo humano”. “El
cultivo cotidiano del amor y la fe infantiles irá poco a poco desarrollando todos los
gérmenes de las virtudes más puras”.»
José María Quintana Cabanas, Pedagogía Moral, Dykinson, Madrid, 1995, p. 337.
Las excelencias del amor materno y la educación del corazón
43. B. AMOR FRATERNAL ENTRE HERMANOS
Del egocentrismo a la reciprocidad
De la dependencia infantil hacia la
autonomía moral
La experiencia de recibir el amor
parental induce a los hermanos y
hermanas a respetarse y amarse
mutuamente
El sentimiento de solidaridad
humana universal hunde sus raíces en
el amor fraternal que se experimenta
en el seno de la familia
44. El niño, a medida que crece pasando
por las etapas de adolescencia y
juventud, va desarrollando cada vez más
su capacidad de dar amor a través de las
relaciones de cooperación e
intercambios recíprocos que mantiene
con sus hermanos y hermanas, amigos y
amigas, o compañeros de estudios.
B. AMOR FRATERNAL ENTRE HERMANOS
45. A través de estas nuevas
experiencias el niño
comprende que para
recibir algo, hay que dar
algo a cambio. De este
modo, el niño pasa de la
inmadura e infantil actitud
egocéntrica a una juvenil y
más madura actitud de
reciprocidad.
Como explica Kohlberg,
en esta etapa se madura
moralmente al adoptar la
perspectiva de verse a sí
mismo como una «persona
en relación con otras
personas».
Del egocentrismo a la reciprocidad
O sea, «la persona es conocedora de sentimientos, acuerdos y
expectativas compartidas y que tienen prioridad sobre los intereses
personales», y por ello se esfuerza en «mantener relaciones mutuas
basadas en la confianza, la lealtad, el respeto y la gratitud». A saber, se
practica la famosa «Regla de Oro: Haz a los demás lo que quieras que los
demás te hagan a ti.»
Anne Colby and Lawrence Kohlberg, The Measurenment of Moral Judgment, vol. I,
Cambridge University Press, London, 1987, pp. 18-19, 27.
46. Esta autonomía moral es un paso previo necesario para
poder madurar hasta alcanzar el autodominio o control de los
propios deseos. El ser humano no está hecho para estar sujeto
toda su vida a un control que venga de fuera, sino que está
configurado para que —siguiendo los dictados de su propia
conciencia— decida por sí mismo respetar las normas morales
y hacer el bien a otros de una manera voluntaria, responsable y
creativa.
Jean Piaget, El criterio moral en el niño, Ediciones Martínez Roca,
Barcelona, 1984, p. 165.
En la etapa juvenil, el niño pasa
desde una situación de dependencia
infantil a otra de relativa libertad e
independencia, en la que se desarrolla
el propio juicio y conciencia y se logra
la autonomía moral, Según Piaget,
ésta se anuncia cuando el niño
«descubre que la veracidad es
necesaria para las relaciones de
simpatía y respeto mutuo».
Es decir, el joven ya no sigue las
normas prescritas por sus padres u
otras autoridades motivado por
recibir premios o evitar castigos, sino
porque comprende por sí mismo que
son necesarias para mantener las
relaciones de confianza mutua que
tiene con sus hermanos o amigos.
De la dependencia infantil hacia la autonomía moral
47. Entre hermanos y hermanas, la natural
competencia o rivalidad que existe entre
iguales se mitiga por el hecho de tener
unos padres comunes. La experiencia del
amor parental les induce a respetarse
mutuamente, a quererse, e incluso
motiva a los hermanos o hermanas
mayores a hacerse responsables por sus
hermanos pequeños.
Cuando ocurre esto, los hermanos
menores admiran y siguen el ejemplo de
los mayores, buscan amigos que se
parezcan a ellos, o incluso sueñan en
casarse en el futuro con alguien que sea
semejante a su hermano o hermana. Sun
Myung Moon habla sobre esto en la
siguiente cita:
«¿De qué forma se aman entre sí los hermanos y
hermanas? ¿Cuál es su modelo de amor? Deberían
amarse entre sí como sus padres les aman a ellos. Los
hijos aprenden a amar siguiendo el modelo de sus
padres. Los hijos empiezan a heredar el amor de sus
padres a través de relacionarse con sus hermanos y
hermanos.
Un chico puede amar a su hermana mayor como
amaría a su madre; una chica puede amor a su hermano
mayor como amaría a su padre. El hermano mayor
debería amar a sus hermanos pequeños de la misma
forma que su padre le ama a él, y la hermana mayor
debería amar a sus hermanas pequeñas como su madre
le ama a ella.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, 66:121, (18
de abril de 1973).
La experiencia de recibir el amor parental induce a los hermanos y hermanas a
respetarse y amarse mutuamente
48. Se puede decir que el sentimiento
de solidaridad humana universal
hunde sus raíces en el amor fraternal
que se experimenta en el seno de la
familia. Puesto que a los niños o
jóvenes que en su familia aprendan a
amar a sus hermanos y hermanas les
será más fácil extender esos mismos
sentimientos fraternales a sus
compañeros de estudios, amigos y
amigas, o incluso hacia personas de
otras razas y nacionalidades. Sun
Myung Moon dice:
«Cuando los hijos que han recibido el amor de
sus padres llevan una vida social y se encuentran
con personas de la misma edad que sus padres, se
sentirán cercanos a ellos, y les hablaran y estarán
dispuestos a ayudarles.
Cuando las personas que tienen una hermosa
relación con sus hermanos y hermanas salen a la
sociedad, fácilmente se llevaran bien y tendrán una
relación cercana con la gente que se encuentren. Se
sentirán confortables incluso en sus relaciones con
el sexo opuesto. Los trataran como a sus hermanos
y hermanas sin tener deseos sexuales o ideas
malsanas.»
Sun Myung Moon, Blessed Family, p. 927.
El sentimiento de solidaridad humana universal hunde sus raíces en el amor fraternal
que se experimenta en el seno de la familia
49. Fromm exalta este amor fraternal universal como un tipo de amor fundamental en la
siguiente cita:
El sentimiento de solidaridad humana universal hunde sus raíces en el amor fraternal
que se experimenta en el seno de la familia
«La clase más fundamental de amor,
básica en todo tipo de amor, es el amor
fraternal. Por él se entiende el sentido de
responsabilidad, cuidado, respeto y
conocimiento con respecto a cualquier otro
ser humano, el deseo de promover su vida.
A esta clase de amor se refiere la Biblia
cuando dice: ama a tu prójimo como a ti
mismo. El amor fraternal es el amor a todos
los seres humanos; se caracteriza por su falta
de exclusividad.
Si he desarrollado la capacidad de amar, no
puedo dejar de amar a mis hermanos. En el
amor fraternal se realiza la experiencia de unión
con todos los hombres, de solidaridad humana,
de reparación humana.
El amor fraternal se basa en la experiencia que
todos somos uno. Las diferencias de talento,
inteligencia, conocimiento, son despreciables en
comparación con la identidad de la esencia
humana común a todos los hombres.»
E. Fromm, El arte de amar, Paidós, Barcelona, 1997,
pp. 45-46.
50. El amor conyugal exige que el deseo
de ambos esposos de dar amor sea
superior al deseo de recibir amor
El amor es un arte
La dimensión social y universal del
amor conyugal
El amor conyugal incluye a los demás
tipos de amor en la familia
La estricta exclusividad del amor
conyugal
El carácter sagrado y místico de la
unión entre un hombre y una mujer
La relación sexual es la más hermosa
expresión del profundo amor
conyugal entre marido y esposa
Las relaciones sexuales no son tan
intrascendentes como saborear una
buena comida
La sacralización del matrimonio y del
amor conyugal
La llave que abre los órganos sexuales
del hombre y la mujer
La educación sexual basada en la
pureza y fidelidad
C. AMOR CONYUGAL ENTRE ESPOSOS
51. Es evidente que el hombre, por naturaleza, está
hecho para la mujer, y la mujer para el hombre.
Son dos seres que se complementan tanto en
aspectos biológicos como en facetas psicológicas
o de carácter, son como dos piezas que encajan
perfectamente una en otra, de tal manera que
aislados se puede decir que están incompletos.
Prueba de ello es que cuando los adolescentes
alcanzan una cierta edad surge en ellos, de
manera espontánea, una fuerte atracción o
irresistible fascinación hacia el sexo opuesto,
hasta el punto de que la búsqueda de su pareja
ideal ocupa un lugar muy importante en sus
preocupaciones, proyectos, ilusiones y
expectativas de felicidad futura, generando a
veces fuertes arrebatos o pasiones amorosas que
han llenado innumerables páginas de la literatura
universal.
C. AMOR CONYUGAL ENTRE ESPOSOS
52. Cuando los jóvenes forman su propia familia
por medio de una relación de amor conyugal
entran en una nueva etapa de interdependencia
mutua que les exige desarrollar aún más su
capacidad de dar amor. Esto es así porque para
que una relación conyugal funcione y sea estable y
duradera, se necesita que el deseo de amar de
ambos sea mayor que el deseo de ser amado, a
diferencia de una relación fraternal o de amistad
en la que puede bastar una reciprocidad o
equivalencia entre lo que se da y se recibe.
El amor conyugal exige que el deseo de ambos esposos de dar amor sea superior al
deseo de recibir amor
53. Por amor el marido y la esposa están dispuestos incluso a
dar su vida el uno por el otro, como dice Sun Myung Moon:
Cuando, por el contrario, ambos esposos
se casan con la actitud inmadura y egoísta de
pensar que su cónyuge tiene que amarle,
servirle y hacerle feliz, su matrimonio será un
fracaso si no cambian pronto de actitud.
«El marido y la esposa pueden
sacrificarse el uno por el otro hasta el
punto de entregar sus vidas, y aún así
sentirán alegría. Ellos pueden invertir en
su amor infinitamente, y sentir a cambio
una alegría infinita.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-
UWC, (11 de septiembre de 1972).
Y si uno de los dos es el que exige ser
amado y servido y el otro se somete a sus
deseos, el matrimonio más que una fuente de
alegría o felicidad común se convertirá en un
semillero de quejas y resentimientos mutuos.
54. Fromm, en su famoso libro El arte de
amar, plantea la siguiente cuestión: «¿Es
el amor un arte? En tal caso requiere
conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor
una sensación placentera, cuya
experiencia es una cuestión de azar, algo
con lo que uno tropieza si tiene suerte?»
Fromm defiende es su libro que el
amor es un arte, que hay que esforzarse
en aprender y practicar, a la vez que
señala que la mayoría de las personas,
especialmente del mundo occidental,
creen en cambio en la segunda premisa.
.
El amor es un arte
Piensan que amar es fácil y que el único
problema consiste en encontrar a una pareja
atractiva o hermosa que nos ame y nos haga
felices, o sea, que el «problema del amor
consiste fundamentalmente en ser amado, y no
en amar, no en la propia capacidad de amar.»
Otro de los errores —en opinión de nuestro
autor— que «lleva a suponer que no hay nada
que aprender sobre el amor, radica en la
confusión entre la experiencia inicial del
enamorarse, y la situación permanente de estar
enamorado, o, mejor dicho, de permanecer
enamorado.»
E. Fromm, El arte de amar, Paidós, Barcelona, 1997, pp.
13-16.
55. Lo importante no es enamorarse sino permanecer enamorados toda la vida
En el mundo occidental —continúa Fromm— se
ha popularizado, con la ayuda de la literatura y el
cine, el concepto de que el amor entre el hombre y
la mujer consiste principalmente en un
«enamoramiento» casual o fortuito, un «flechazo»
instantáneo que surge de forma imprevista, una
sensación vibrante y eufórica, unos sentimientos
excitantes y estimulantes que se experimentan
cuando se inicia una relación afectiva e íntima.
El amor conyugal no consiste sólo en
experimentar estos sentimientos de euforia o
excitación iniciales, cuya función de estimular a la
pareja a entregarse más el uno al otro. Lo esencial
es que la pareja se esfuerce día tras día en
desarrollar cada vez más su capacidad de amar,
comprender, servir y hacer feliz a su cónyuge.
Como dice Fromm, en el
amor conyugal la cuestión
principal o esencial no radica
en «enamorarse» sino en
cómo «permanecer
enamorado» toda la vida.
56. En nuestras sociedades occidentales los
jóvenes se «enamoran» y se casan, pero
cuando desaparece la euforia inicial
muchos matrimonios se separan y buscan
en vano el «amor» perdido en nuevos y
sucesivos «enamoramientos», sufriendo
las subsiguientes consecuencias nefastas
que estos fracasos matrimoniales les
acarrean a ellos mismos y a sus hijos.
Sin embargo, en las sociedades orientales el
concepto de amor conyugal no se identifica
tanto con el «enamoramiento» inicial sino
como con el fruto de una larga relación
matrimonial en la que se aprende a amar y
servir al esposo o esposa. Una concepción que
obviamente contribuye a que en sus sociedades
exista una mayor estabilidad familiar.
57. Que las relaciones de amor entre los
hombres y las mujeres sean dichosas,
armoniosas y duraderas, no solamente
es vital para la estabilidad de las
familias y la felicidad de los hijos, sino
que también tiene consecuencias
beneficiosas a nivel social.
La dimensión social y universal del amor conyugal
La humanidad se compone, básicamente, de
hombres y mujeres, así que la unión armoniosa o paz
entre ambos afecta directamente a la paz mundial.
El matrimonio, o unión amorosa entre un hombre
y una mujer, no es sólo un asunto privado sin
trascendencia social, pues simboliza la unión de toda
la humanidad.
58. Para el marido, su esposa representa a
todas las mujeres del mundo, a la totalidad
del género femenino, y para la esposa, su
marido representa a todos los hombres o
totalidad del género masculino.
Si el marido ama, sirve y venera a su
esposa, apreciará y respetará igualmente al
resto de las mujeres del mundo.Y si la
esposa ama, sirve y venera a su marido,
apreciará y respetará igualmente al resto de
los hombres.
Ésta es la única manera de resolver
problemas tales como la dominación y
discriminación histórica que ha sufrido la
mujer por parte del hombre, el uso de las
mujeres y niños como una mercancía
sexual, y los maltratos, abusos y violencia
machista doméstica.
Sólo el amor conyugal, y no la confrontación u odio
entre géneros, puede resolver estos problemas y hacer
que los hombres y las mujeres sean realmente iguales.
Esto es así porque en una relación de amor maduro
en la que ambas partes desean servir a la otra más que
ser servidos ninguno de los dos se sienten esclavos o
dominados por la otra parte, sino todo lo contrario.
59. Según Sun Myung Moon, la unión amorosa entre un hombre y una
mujer posee incluso una dimensión divina y cósmica:
«Como mujer deberías tener la actitud de que vas a amar a tu
esposo como a Dios y como el representante de toda la
humanidad. A no ser que lo ames más que a nadie en el mundo no
podrás entrar en el reino de los cielos.
De igual manera, como hombre deberías saber que a menos
que ames a una única mujer como tu esposa, y la ames como a
Dios y como la representante de toda la humanidad, no serás
capaz de amar a Dios ni a la humanidad.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, 97:321, (1 de abril
de 1978).
La dimensión divina y cósmica del amor conyugal
60. La dimensión divina y cósmica del amor conyugal
Manifestación
de Dios
Consumación
de la creación
del universo
Unidad de
la humanidad
Perfección de
la familia
Marido Esposa
Dios
61. El amor conyugal es muy
versátil y flexible, ya que
incluye a los demás tipos de
amor que se dan en la familia.
Así el marido, puede adoptar
indistintamente el papel de
padre, hermano, compañero
o hijo de su esposa, y ésta, a
su vez, puede actuar como
madre, hermana, compañera
o hija de su esposo, como
explica Sun Myung Moon:
«Para el hombre su esposa representa a su madre; ella
contiene elementos de su madre, y también contiene
elementos de sus hermanas mayores, hermanas menores y de
todas la mujeres del mundo. Cuando el marido ama a su
esposa, que contiene todos esos elementos, él está amando a
su madre, sus hermanas mayores y hermanas menores, y a
todas las mujeres del mundo.
De igual manera, para la mujer, su marido representa y
contiene elementos de su padre, hermanos mayores,
hermanos menores, y de todos los hombres del mundo. Al
amarle, ella ama a su padre, sus hermanos y a todos los
hombres del mundo. Este es el ideal de la familia.»
Sun Myung Moon, God’s Will and the World, 21 de septiembre de 1978.
El amor conyugal incluye a los demás tipos de amor en la familia
62. El amor conyugal es muy versátil y flexible, ya que incluye
a los demás tipos de amor que se dan en la familia
Marido
Amigo
Padre
Hijo
Hermano
mayor
Hermano
menor
Esposa
Amiga
Hija
Madre
Hermana
menor
Hermana
mayor
63. Por esta razón, el amor conyugal entre
el marido y la esposa reúne también
todas las virtudes que adornan las
demás relaciones familiares, como son
la mutua entrega, veneración, fe,
confianza, honestidad, reciprocidad y
cooperación.
Pero, dado el carácter estrictamente
exclusivo de este amor, la virtud que
más lo caracteriza es la fidelidad
conyugal y la norma sagrada que no se
puede violar si no se quiere destruir la
relación conyugal es la de no ser infiel o
cometer adulterio.
La estricta exclusividad del amor conyugal
64. Sun Myung Moon le confiere al matrimonio una dimensión sagrada
afirmando que es un medio para experimentar el amor de Dios en su más
completa extensión:
«Fuimos creados como hombre y mujer para poder experimentar el
nivel más elevado del amor de Dios por medio de nuestra unión». Y en
otra ocasión dice: «El hombre y la mujer son las obras maestras de Dios.
Cuando se aman el uno al otro centrado en Dios, su amor es supremo,
trascendental, no un amor humano. Sienten que su amor es el mejor de
todos los amores; el más hermoso amor que brilla eternamente. ¿Dónde
se puede experimentar este tipo de amor? Solamente en la familia.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, 109:275, (2 de noviembre
de 1980). 26:154, (25 de octubre de 1969).
El carácter sagrado y místico de la unión entre un hombre y una mujer
65. La relación sexual es la más hermosa
expresión visible del profundo amor
conyugal que debería existir entre el
marido y la esposa. Hace posible que
puedan fundirse en un solo cuerpo y una
sola alma, y sella una relación de amor,
que, además de proporcionarles una
gran dicha y felicidad común, les
permite tener descendencia.
Incluso por la forma y función de los
órganos sexuales del hombre y la
mujer se puede ver claramente que
ambos están hechos el uno para el
otro.
La relación sexual es la más hermosa expresión del profundo amor conyugal entre
marido y esposa
66. Hoy día, bajo el influjo del mito de la liberación
sexual promovido por filósofos, psicólogos y
educadores libertarios, naturalistas y hedonistas, y
popularizado por la llamada revolución sexual de los
años sesenta, se considera que disfrutar del sexo es
un placer exactamente igual que beber un vaso de
vino o saborear una buena comida, y que todo el
mundo tiene el derecho de disfrutar libremente de
los placeres sexuales de la forma que quiera.
Es decir, igual que no apetece comer siempre lo
mismo, es natural que se desee cambiar de pareja
de vez en cuando sin temer ninguna consecuencia
dañina.
Sin embargo, hay claros indicios de que las
relaciones sexuales afectan profundamente al
carácter, psique o alma humana.
Las relaciones sexuales no son tan intrascendentes como saborear
una buena comida o un buen vino
Cuando dos personas se unen sexualmente
se crea un lazo emocional y afectivo íntimo que
es muy difícil romper sin un desgarramiento
interior, y cuando se tienen hijos comunes, es
imposible cortar completamente la relación
debido a que éstos siguen siempre unidos a sus
padres por un lazo de sangre.
67. Si fuera cierto que las relaciones sexuales son
tan triviales e intrascendentes como saborear una
buena comida, las infidelidades matrimoniales no
deberían provocar reacciones emocionales tan
fuertes o violentas, sino más bien la indiferencia o
incluso la complacencia del marido o la esposa, ya
que a éstos no les importaría que su pareja
disfrutara de un placer culinario fuera de casa.
Otra prueba de la trascendencia de las
relaciones sexuales es que las víctimas de delitos
sexuales sufren graves daños psicológicos o
traumas muy difíciles de olvidar.
Por estas razones, es mucho más prudente y
razonable pensar que las relaciones sexuales
están íntimamente conectadas con el alma, el
corazón o los sentimientos más profundos del ser
humano, y por ello deberían ser manejadas con
extremada delicadeza y cuidado.
No se trata de volver a la antigua
concepción dualista que consideraba al sexo
como un instinto animal bajo, vergonzoso,
obsceno y pecaminoso, sino todo lo contrario.
Se debería exaltar el valor de las relaciones
sexuales dentro del matrimonio.
68. Baste recordar, por ejemplo, los
pasajes bíblicos en los que está
escrito que Dios «creó al hombre a su
imagen... varón y hembra los creó», y
luego los bendijo diciéndoles:
«creced, multiplicaos, llenad la
tierra»; o cuando Jesús dijo: «lo que
Dios ha juntado que el hombre no lo
separe»
La santificación o sacralización del
matrimonio y del amor conyugal es
algo común y universal en todas las
tradiciones religiosas, incluida
nuestra tradición judeo-cristiana.
La sacralización del matrimonio y del amor conyugal
También, Pablo en una de sus cartas afirma
que «la mujer no es dueña de su cuerpo, sino el
marido; lo mismo el marido no es dueño de su
cuerpo, sino la mujer. No os privéis uno de
otro, si no es de acuerdo mutuo.»
Génesis, 1, 27-28, Mateo, 19, 6, 1 Corintios, 7, 4-5, Biblia del
Peregrino, Ediciones Mensajero, 1995.
69. Sun Myung Moon exalta de una forma poética el valor de las relaciones sexuales
como la máxima expresión visible del amor conyugal entre el marido y la esposa
de esta manera:
«A través del matrimonio y del
encuentro de sus órganos sexuales, dos
mitades de seres llegan a ser completos. El
hombre llega a ser completo a través del
amor de la mujer. La mujer llega a ser
completa a través del amor del hombre.
Llegan a ser un solo cuerpo mediante el
verdadero amor.
En ese lugar, dos vidas se unen
completamente, con el amor como centro.
Ese lugar es el crisol donde se funden la
sangre del hombre y la mujer. De ese lugar
vienen los hijos e hijas.
De ese lugar vienen los hijos e hijas. Ese
lugar es más precioso que vuestros hijos e
hijas, que vuestro esposo o esposa e incluso
que Dios. (…)
Debido a que este lugar el lo más valioso, el
tesoro de los tesoros, debe guardarse cerrado
bajo llave, oculto a la exposición pública
durante toda la vida. La esposa es la única
persona que tiene la llave que abre los órganos
sexuales de su marido, y el marido es el único
que tiene la llave de los de su esposa.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC,
280:200, (1 de enero de 1997).
70. Así que, como también señaló acertadamente Pablo en la
Biblia, la actitud correcta del esposo debería ser la de pensar
que su cuerpo y órganos sexuales están hechos para dar
satisfacción y felicidad a su esposa, además de concebir hijos;
y la esposa, del mismo modo, debería ser pensar que su
cuerpo y sus órganos sexuales están hechos para dar
satisfacción y felicidad a su marido, aparte de dar a luz a sus
hijos. Por ello, Sun Myung Moon afirma que «la esposa es la
única persona que tiene la llave que abre los órganos sexuales
de su marido, y el marido es el único que tiene la llave de los
de su esposa.»
Este tipo de actitud y compresión, además de ser más razonable y conforme a la
naturaleza, sería, desde luego, mucho más útil y eficaz para evitar las infidelidades
matrimoniales, que la actitud individualista, hedonista y egocéntrica que hace que las
personas se consideren como los únicos dueños de sus cuerpos y órganos sexuales y
que, por tanto, se sientan con el derecho de poder usarlos como les plazca con el fin
de obtener el máximo de placer de ellos, sin tener en cuenta a los demás.
La llave que abre los órganos sexuales del hombre y la mujer
71. Por todas estas razones, se debería
educar a los adolescentes y jóvenes para
que —de una manera voluntaria—
preservaran su pureza o virginidad hasta el
matrimonio, igual que un capullo conserva
su fragancia en su interior hasta el tiempo
de la floración.
El escenario ideal para experimentar la
máxima alegría y felicidad en la vida
amorosa sería que el primer amor fuera el
único y el que durara para siempre.
Igualmente, se debería aconsejar a los
adultos a ser fieles a sus esposas y esposos
con el fin de salvaguardar su amor
conyugal y garantizar su propia felicidad y
la de sus hijos.
Es un hecho constatado que las relaciones sexuales
prematuras y la promiscuidad sexual tienen más
consecuencias psicológicas negativas que positivas
sobre adolescentes y jóvenes. Ademas, aparte de causar
problemas tales como los embarazos no deseados y los
abortos, los predisponen más a un fracaso matrimonial
que a formar parejas estables en el futuro.
También, las relaciones extramatrimoniales entre
adultos es una de las causas principales de las
separaciones y divorcios, cuyas malas consecuencias las
pagan los hijos. Son, incluso, la causa indirecta de todas
las secuelas sociales que acarrean el deterioro de las
relaciones familiares, como son los malos tratos
maritales, abusos y abandono de hijos, pobreza,
marginación, delincuencia, violencia juvenil y
proliferación de conductas compulsivas.
La educación sexual basada en la pureza y fidelidad
72. El amor paternal y maternal es
sacrificial, desinteresado e
incondicional
Los padres desean que sus hijos sean
mejores que ellos mismos
El amor de los padres nunca cambia
Con la práctica del amor paternal y
maternal se puede desarrollar la
capacidad de dar amor hasta el punto
que el deseo de amar se vuelve
irreprimible, y no está ya condicionado
por el deseo de recibir amor
La veneración por los grandes santos
se basa en que fueron un ejemplo de
amor parental hacia toda la
humanidad
Todas las religiones atribuyen a Dios,
o el origen del universo, un corazón
paternal o maternal bondadoso y
compasivo que tiene un amor infinito
e ilimitado hacia todas las criaturas
La importancia y transcendencia de
que todos los seres humanos cultiven
su capacidad de amar
D. AMOR PATERNAL Y MATERNAL HACIA LOS HIJOS
73. A través de la experiencia de criar
hijos y educarlos, los esposos pueden
madurar aún más su capacidad de dar
amor incluso hasta el punto de ser
capaz de amar de una forma
completamente incondicional o
desinteresada. Muchos padres y
madres, en situaciones extremas, están
dispuestos a arriesgar su vida o incluso
morir para salvar la vida a sus hijos. Los
padres trabajan duramente y se
sacrifican por el bienestar y la felicidad
de sus hijos, y son felices cuando los
ven sanos y contentos, y son
desgraciados si sufren o son infelices.
D. AMOR PATERNAL Y MATERNAL HACIA LOS HIJOS
74. Como explica Sun Myung Moon:
«En el curso de amar a sus hijos, los padres siempre están dispuestos a
sacrificarse. No importa cuánto se sacrifiquen por sus hijos, ellos no lo
considerarán como algo doloroso, porque su sacrificio está motivado por un
corazón de amor. Toda la energía que han invertido vuelve a ellos como un
amor estimulante. Cuanto más dan, más alegría sienten. Esta fuerza es la que
les hace superar el dolor del sacrificio.»
«Una madre y un padre no llevan una contabilidad de los sacrificios que han
hecho por sus hijos, cuántas veces han trabajado por las noches para
alimentarlos y mandarlos a la escuela. Ellos no calculan la inversión que han
hecho ni esperan algo a cambio de ella, diciendo a sus hijos, “he gastado esta
cantidad en vosotros; dentro de diez años sumará esta otra cantidad, incluido
los intereses.” En lugar de esto ellos invertirán todo lo que tienen en sus hijos
sin llevar la cuenta de ello y olvidando lo que han invertido.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, (11 de septiembre de 1972),
242:50, (27 de diciembre de 1992).
El amor paternal y maternal es sacrificial, desinteresado e incondicional
75. Entre padres e hijos es muy difícil que
haya rivalidad, competencia, celos o
envidias —algo que suele ocurrir entre
hermanos, amigos o compañeros, o
incluso entre esposos— puesto que los
padres quieren que sus hijos sean
mejores que ellos mismos, más
inteligentes, más instruidos, más ricos o
que alcancen una posición más alta.
Unos padres campesinos sin estudios
se sentirán felices y orgullosos de sus
hijos si éstos estudian una carrera
universitaria o alcanzan una posición
social alta, o llegan a ser personas
famosas apreciadas por sus talentos.
Como dice Sun Myung Moon:
«Los padres desean que sus hijos sean
mejores que ellos mismos. Ningún padre
quiere que sus hijos sean inferiores a él. Si un
hombre bien parecido y una mujer hermosa
se casan y tienen un hijo no tan agraciado, y
aún así vosotros les decís, “vuestro hijo es
más guapo que vosotros”, ellos serán felices.
Ningún padre se ofenderá por un
comentario así.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC,
77:102, (1 de abril de 1975).
Los padres desean que sus hijos sean mejores que ellos mismos
76. También, el amor parental hacia los
hijos nunca cambia, permanece constante
a lo largo de toda la vida a pesar del paso
del tiempo, el lugar y las circunstancias.
Por lo general, la madre o el padre no
pueden dejar de querer a sus hijos, aunque
éstos los abandonen, se rebelen contra
ellos o les hagan sufrir. Como dice Fromm:
El amor de los padres nunca cambia
«Es precisamente por su carácter altruista y
generoso que el amor materno ha sido
considerado la forma más elevada de amor, y el
más sagrado de los vínculos emocionales.»
E. Fromm, El arte de amar, Paidós, Barcelona, 1997, pp.
45-61.
77. A través de la experiencia de tener hijos e hijas los
seres humanos pueden desarrollar aún más su
capacidad de dar amor, hasta el punto en el que el
deseo de amar se convierte en un impulso irreprimible
e irresistible, que ya no está condicionado por el deseo
de recibir. Es decir, se ama con el único fin de hacer
feliz a la persona amada, y se sigue amando a pesar
sufrir amargamente por no recibir una correspondencia
o incluso teniendo el corazón roto porque la persona
que amas te haga daño o se convierta en tu enemigo.
Si unos padres son capaces de extender este tipo de amor o corazón
paternal y maternal que sienten hacia sus hijos a otras personas de su
comunidad y nación, o incluso a la totalidad del género humano, se
podría decir entonces que han alcanzado la madurez o perfección moral.
Con la práctica del amor paternal y maternal se puede desarrollar la capacidad de dar
amor hasta el punto que el deseo de amar se vuelve irreprimible, y no está ya
condicionado por el deseo de recibir amor
78. La razón por la cual los grandes hombres y santos del pasado —
como, por ejemplo, Confucio, Buda, Sócrates, Mahoma y Jesús—
siguen siendo admirados o venerados por millones de personas
hoy día, más que por sus ideas o creencias es porque
demostraron con su vida y ejemplo personal que poseían un amor
o corazón parental hacia toda la humanidad, a pesar de haber
sido rechazados o perseguidos por la gente de su época incluso
hasta la muerte.
El humanitarismo o benevolencia hacia los hombres de
Confucio, la compasión maternal por el sufrimiento humano de
Buda, la pasión por la enseñanza del bien, la belleza y la verdad a
los jóvenes de Sócrates, la misericordia y perdón de Mahoma y el
amor al prójimo de Jesús, son diferentes expresiones de este tipo
de amor parental extendido al género humano.
La veneración por los grandes santos se basa en que fueron un ejemplo de amor
parental hacia toda la humanidad
79. La difícil prescripción de Jesús de
«amar a los enemigos» —que
también se encuentra en las
escrituras de las demás religiones y
que representa el nivel más elevado
de moralidad— es imposible ponerla
en práctica si no se posee un corazón
paternal o maternal.
Es imposible amar al enemigo si no
se adopta el punto de vista de una
madre o un padre que no puede dejar
de amar a su hijo aunque éste se
convierta en su enemigo.
Los santos modernos como
Gandhi, Martín Luther King o la
Madre Teresa han puesto en práctica
este tipo de amor paternal o maternal
incondicional hacia sus semejantes.
«La no violencia no significa meramente amar a los
que nos aman. La no violencia es solamente cuando
amamos a aquellos que nos odian. Sé lo difícil que es
seguir esta suprema ley del amor. Pero, ¿no son todas
las cosas grandes y buenas difíciles de hacer?»
Mahatma Gandhi, All men are brothers, Navajivan Publishing
House, Ahmendabad, 1960, p. 111.
«Arrogadnos a la cárcel, y aun así os amaremos.
Mandadnos a vuestros violentos sicarios encapuchados
a nuestras comunidades para que en mitad de la noche
nos apaleen y nos dejen medio muertos, y aun así os
amaremos.»
Martin Luther King, Strength to Love, Philadelphia Fortress, 1963.
80. Otra prueba de que este tipo de
amor representa la madurez o
perfección moral, y de que es
considerado como el valor supremo
al que aspira el hombre, se
encuentra en el hecho de que todas
las religiones atribuyen a Dios —el
creador, el origen del universo, el
Logos, el Cielo, el Tao o el Espíritu
absoluto— un corazón paternal o
maternal bondadoso y compasivo,
y un amor infinito e incondicional
hacia todas las criaturas, como
queda poéticamente ilustrado en la
cita de Sun Myung Moon:
«¿Cómo es el amor de Dios? Es un amor que nunca está
satisfecho con lo que ha dado. Se siente avergonzado porque
siempre desearía dar más. Si das todo lo que tienes y aún así
te sientes avergonzado de no haber podido dar más,
entonces posees el verdadero amor.
Una madre amante siente ansiedad por no haber podido
comprar mejores ropas para sus hijos, así que suplementa la
deficiencia con amor.
Por eso, aunque el amor que se da sea escaso, retorna con
abundancia. El amor no disminuye cuando se gasta, sino que
florece porque se suplementa con algo más grande. Por ello,
nada prospera sin amor. La vida eterna no existe sin amor.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC, 38:327-28, (8
de enero de 1971).
Todas las religiones atribuyen a Dios, o el origen del universo, un corazón paternal o
maternal bondadoso y compasivo que tiene un amor infinito e ilimitado hacia todas las
criaturas
81. «Creo que el amor es la llave principal
para abrir las puertas al “crecimiento” del
hombre. El amor y la unión a alguien o
algo fuera de uno mismo permite trabar
relación con otros, sentirse uno con
otros, sin reducir el sentido de integridad
e independencia.»
«El hombre tiene el poder de amar y si
no puede hacer uso de este poder, si es
incapaz de amar, sufrirá a causa de este
infortunio aun cuando trate de ignorar su
sufrimiento por medio de toda clase de
racionalizaciones o sirviéndose de las
vías de escape culturalmente
establecidas para evitar el dolor causado
por su fracaso.».
Fromm corrobora en las siguientes citas nuestra tesis acerca la importancia y
transcendencia de que todos los seres humanos cultiven su capacidad de amar
«Si el hombre quiere ser capaz de amar, debe colocarse en
su lugar supremo. (…) Si es verdad, como he tratado de
demostrar, que el amor es la única respuesta satisfactoria al
problema de la existencia humana, entonces toda sociedad
que excluya, relativamente, el desarrollo del amor, a la larga
perece a causa de su propia contradicción con las necesidades
básicas de la naturaleza del hombre.
Hablar del amor no es “predicar”, por la sencilla razón de
que significa hablar de la necesidad fundamental y real de todo
ser humano. (...)Tener fe en la posibilidad del amor como un
fenómeno social y no sólo excepcional e individual, es tener
una fe racional basada en la comprensión de la naturaleza
misma del hombre.»
Erich Fromm, El humanismo como utopía real, Paidós, Barcelona, 1998, p. 111.
Erich Fromm, Ética y Psicoanálisis, F. C.E., México, 1977, p. 237.
Erich Fromm, El arte de amar, Paidós, Barcelona, 1997, pp. 124-128.
82. EL VALOR Y LA DIGNIDAD DE LA FAMILIA
La familia es donde el individuo encuentra su
identidad, valor y dignidad más esencial y
permanente
En las sociedades orientales se acentúa más el
valor y dignidad de la familia
El abandono de los abuelos y la baja natalidad
El valor y sentido de realeza en las familias
extensas
Las culturas occidentales y orientales podrían
enriquecerse mutuamente, adoptando las
primeras las virtudes familiares orientales, y
las segundas los valores individuales
occidentales
83. De igual manera que
enfatizamos el valor y la dignidad
de la persona humana, por todas
las razones que acabamos de
exponer, también se debería
resaltar el valor y la dignidad de la
familia. De hecho, en la familia es
donde el individuo encuentra su
identidad, valor y dignidad más
esencial y permanente.
La identidad, el valor y la dignidad que las personas adquieren
de otras fuentes sociales, como pueden ser la función, trabajo,
posición o papel que se desempeña en la sociedad, son variables y
efímeros, pues suelen duran solamente un tiempo limitado.
EL VALOR Y LA DIGNIDAD DE LA FAMILIA
84. Alguien que llegue a ser un personaje
famoso admirado por muchos, un
millonario o el presidente de una nación,
se sentirá importante y valioso mientras
disfrute de su privilegiada posición.
Sin embargo, incluso sin perder su
posición y mucho más si la pierde, se
sentirá desgraciado si no tiene unos
padres, un marido o una esposa, y unos
hijos que le quieran simplemente por lo
que son y no por su posición social, título
o fama.
En la familia las posiciones no suelen cambiar
tanto. Por ello, si un hombre y una mujer se aman
profundamente entre sí como marido y esposa, y
son amados y apreciados por sus hijos y nietos
hasta su muerte, aunque hayan sido personas
humildes, se sentirán tan felices y satisfechos de
sus vidas como si hubieran sido un rey y una reina.
La familia es donde el individuo encuentra su identidad, valor y dignidad más
esencial y permanente
85. En las sociedades orientales al individuo nunca se
le considera como un átomo aislado o independiente
sino siempre como alguien que forma parte de una
familia y un linaje, a semejanza de una rama que
forma parte de un árbol.
Confucio, por ejemplo, además de resaltar las
tradicionales virtudes familiares de piedad filial,
fidelidad conyugal, respeto por los ancianos y
veneración por los antepasados, atribuyó también a
la institución familiar una cierta dignidad real y una
influencia benévola de amplitud nacional o incluso
cósmica. «Mientras exista una sola familia en la que
reine la bondad y el amor, estas virtudes se
difundirán por todo el reino; una sola familia que
practique la cortesía y el humanitarismo bastará para
que todo el reino resulte amable y humanitario.»
Confucio,Ta-Hio. 4, IX, 3, Los cuatro libros clásicos, Ediciones
B, Barcelona, 1997.
En Occidente la familia tiende a reducirse a la
familia nuclear, compuesta por la pareja y un par
de hijos, o incluso a la familia uniparental. En
Oriente en cambio aún persiste la familia
extensa, en la que tres generaciones viven juntas,
abuelos, padres y nietos.
Esto es debido la tradicional costumbre de que
el hijo mayor se hace cargo y cuida de los abuelos
hasta su muerte. A los abuelos se les respeta
tanto o más que a los padres, y se recurre a ellos
en caso de problemas, pues consideran que
debido a su edad poseen más experiencia y
sabiduría. Además, los hermanos y parientes
suelen mantener fuertes lazos familiares aunque
vivan separados o hayan ya desaparecido sus
progenitores, constituyéndose así los típicos
clanes orientales.
En las sociedades orientales se acentúa más el valor y dignidad de la familia
86. Algo que es verdaderamente lamentable
e inhumano es el hecho que muchos hijos se
comporten peor que los animales
abandonando a sus padres en asilos de
ancianos cuando éstos se convierten en una
carga para ellos.
Si los padres aman, cuidan y se sacrifican
por criar a sus hijos cuando son pequeños, el
más elemental deber humano de éstos es
sentir agradecimiento hacia sus padres y
compensarles por sus sacrificios cuidándoles
hasta su muerte con el mismo cariño y amor
que recibieron de ellos, y más aun si llegan a
una edad que ya no pueden valerse por sí
mismos.
Como suelen decir los orientales, unos padres
que se comportan así con los abuelos recibirán el
castigo de ser abandonados ellos mismos por sus
propios hijos, ya que éstos imitarán el ejemplo de
egoísmo que ellos han mostrado no cuidando de
sus propios padres.
Otro de los problemas de los países
desarrollados occidentales es el hecho de que las
familias se limitan a tener uno o dos hijos por
comodidad y egoísmo, lo cual, aparte de privar a
sus hijos del derecho de tener más hermanos y
hermanas, y de causar un serio problema
demográfico de envejecimiento de la población, a
la larga es prácticamente un suicidio colectivo de
la propia etnia o raza.
El abandono de los abuelos y la baja natalidad
87. En línea con el concepto de familia extensa
oriental, Sun Myung Moon trata de elevar el
valor y dignidad de la familia atribuyéndole
un sentido de realeza.
Así en muchas de sus charlas menciona
que los abuelos, que representan el pasado,
la tradición familiar, son como reyes que ya
han abdicado en favor de sus hijos, pero que
aún siguen siendo sus consejeros; los padres,
que representan al presente, son como los
reyes actuales o responsables de manejar los
asuntos familiares; y los hijos son sus
príncipes y princesas que representan la
esperanza del futuro. Como él mismo dice:
«La familia es el palacio del reino celestial, y
sus miembros son la realeza de ese reino. Dios
ve a los abuelos como los representantes de los
reyes del pasado; a los padres como los
representantes de los reyes actuales de todas
las naciones del mundo; y a los hijos como los
representantes de los príncipes y princesas de
todo el universo en el futuro.
Todos tenemos estos deseos, ¿no es verdad?
Nuestra familia, nuestro hogar es un lugar así,
posee este tipo de valor.»
Sun Myung Moon, Selecciones de charlas, Seúl, HSA-UWC,
216:299, (14 de abril de 1991).
El valor y sentido de realeza en las familias extensas
88. Este sistema de familias extensas y clanes
tiene claras ventajas sobre las familias
nucleares, pues cuando los niños crecen
rodeados del afecto y los cuidados de más
hermanos y hermanas, primos y tíos, se
facilita su desarrollo emocional y humano.
El valor y sentido de realeza en las familias extensas
Abuelos
Reyes del pasado
Padres
Reyes actuales
Hijos
Príncipes y princesas
El clan familiar puede ofrecer a las familias y sus
miembros una mayor protección, seguridad o
asistencia en caso de necesidad. Mientras que en las
familias nucleares con pocos hijos, éstos sufrirán por
la carencia de hermanos, primos, tios y familiares
allegados, y la familia estará más desprotegida.
89. Así que, a la cultura occidental no le vendría mal adoptar las
buenas tradiciones y virtudes familiares orientales que no
están muy arraigadas o se han perdido en Occidente. Por otra
parte, también es verdad que en Oriente se enfatiza
demasiado la lealtad de los individuos al sistema de familias
extensas y clanes, con lo cual se ahoga la libertad, creatividad
e iniciativa individual.
Por esta razón, las sociedades orientales también
necesitarían aprender de los valores individuales occidentales.
De esta forma, ambas culturas podrían enriquecerse
mutuamente y lograr que en sus sociedades exista un
equilibrio entre los valores individuales y familiares, es decir,
una sociedad que respetara tanto el valor y la dignidad de la
persona como el valor y dignidad de la familia.
Las culturas occidentales y orientales podrían enriquecerse mutuamente, adoptando las
primeras las virtudes familiares orientales, y las segundas los valores individuales
occidentales