Ante la confusión actual de valores, sería conveniente volver a la naturaleza para buscar posibles fundamentos sobre los que se pueda construir un sistema de valores comunes y universales que puedan armonizar las distintas visiones conflictivas y contradictorias actuales.
En este libro se analizan varias controversias ya clásicas como son el conflicto entre el materialismo y el idealismo, el debate sobre el origen y evolución de la vida y del universo, la polémica entre el determinismo y la libertad, y el problema entre el individuo y la totalidad.
Al final se enumeran una serie de principios generales de la naturaleza, que son de gran utilidad para armonizar las diferentes tradiciones científicas, filosóficas y religiosas.
2. 1. Distintos modelos o metáforas
sobre el origen y evolución del
universo a lo largo de la historia
2. Indicios de la existencia de un
diseño o proyecto inteligente en el
universo
CAPÍTULO 2 ¿EXISTE UN DISEÑO O PROYECTO INTELIGENTE
DETRÁS DEL PROCESO DE FORMACIÓN
Y EVOLUCIÓN DEL UNIVERSO?
3. La metáfora de la
procreación
El modelo geológico y
atomista
La metáfora del artesano
El modelo de la emanación
La metafísica de la luz
El mecanicismo moderno
DISTINTOS MODELOS O METÁFORAS SOBRE EL ORIGEN Y
EVOLUCIÓN DEL UNIVERSO A LO LARGO DE LA HISTORIA
El mecanicismo materialista
El mecanicismo evolucionista
La teoría del Big Bang
El principio de la objetividad
y las limitaciones de la ciencia
El dogma de la exclusión del
diseño y los fines
intencionales
4. La metáfora de la procreación
El modelo geológico y atomista
La metáfora del artesano
Progenitores mitológicos
El Logos o fuego creador de Heráclito
El agua deTales
El aire de Anaxímenes
Los átomos de Demócrito y Lucrecio
El Dios matemático de Pitágoras
La inteligencia ordenadora de Sócrates
El Demiurgo (artesano) platónico
La forma suprema o Dios y la materia prima en
Aristóteles
5. El modelo más antiguo quizás sea el
que utiliza la metáfora de la
procreación humana.
En casi todas las mitologías se
relatan historias de linajes de
antepasados, reyes y reinas, dioses y
diosas, padres y madres primigenios
que dieron a luz no solamente a la raza
humana sino también a toda la
naturaleza.
Así, creían que el Cielo era el padre
que, con la lluvia, inseminaba y
vivificaba a la madreTierra, o que el
padre sol daba vida a todas las criaturas
vivientes con sus rayos.
Más adelante, como reacción a este crudo
antropomorfismo y a la proliferación de sagas de
padres primigenios, héroes o dioses, se tendió
hacia una visión monista del origen del universo,
reconvirtiendo a algunos de aquellos antiguos
dioses en unos principios más impersonales y
abstractos.
Por ejemplo, el Uno de Jenófanes, el Ser esférico
de Parménides, el Logos o fuego creador de
Heráclito, el Brahman o Uno incondicional y
absoluto hindú, y elTao y el Cielo chinos. En
general, según estos modelos, la naturaleza fue
originada por una primera causa inmanente
mediante un proceso natural de procreación,
emanación o generación espontánea.
La metáfora de la procreación
6. Los primeros físicos jónicos, con una visión
panpsiquista de la materia y partiendo de los
clásicos cuatro elementos, agua, aire, tierra y
fuego, que poseían una fuerte carga mitológica,
elaboraron diversas teorías acerca del elemento
primigenio del cual provienen todas las cosas y al
cual se reducen.
Ellos utilizaron por primera vez explicaciones
físicas o geológicas. Por ejemplo, Anaxímenes
decía que el aire —el elemento primigenio según
él— por calentamiento se rarifica y se convierte
en fuego, y al enfriarse se condensa y se
convierte en agua, y al condensarse más en
tierra.También explicaban la naturaleza de los
astros y otros fenómenos naturales como los
rayos, truenos y terremotos, mediante fuegos,
vapores, vientos, remolinos y vórtices.
A este segundo tipo de explicación lo designo
modelo geológico más que natural, puesto que la
procreación —utilizada como metáfora en el modelo
anterior— es tan natural como los vapores o vientos.
Dentro de este modelo se puede incluir el atomismo
de Demócrito. Según la metáfora posterior de
Lucrecio, el mundo está compuesto de átomos que
revolotean y se agrupan al azar al chocar unos con
otros en un espacio vacío, como las partículas de polvo
que flotan en el aire al azar fácilmente observables
cuando entra un rayo de sol en una habitación oscura.
Las características de este modelo geológico son su
monismo material y la creencia de que el mundo fue
originado por azar, accidentes fortuitos, o por una
concatenación de causas inmediatas y físicas como
calentamientos, enfriamientos, remolinos y choques.
El modelo geológico y atomista
7. Otro modelo que intentó explicar el origen y
formación del universo es el que utiliza la
metáfora del artesano, o las variantes del Dios
arquitecto, geómetra y matemático. Quizás la más
antigua sea la metáfora bíblica del Dios alfarero
que modeló al hombre con barro.
Pitágoras afirmó que el elemento primordial del
cual venían todas las cosas eran los números, y
que las proporciones o razones numéricas eran la
esencia última de las cosas. Por ello, creía que
todos los seres y cosas están hechos de números o
unidades, que son a la vez puntos geométricos y
unidades extensas. Este tipo de visión dio pie a la
creencia en un Dios geómetra y matemático que
había construido un cosmos ordenado mediante
razones numéricas.
Sócrates diferenciaba entre las cosas surgidas
al azar que no tenían ninguna finalidad o utilidad
aparente y las cosas fabricadas por los
artesanos, que sí estaban hechas para un fin y
tenían una utilidad evidente. Las primeras eran
frutos del azar y las segundas eran obras de una
inteligencia.
Así que, observando la naturaleza y en
especial la forma del cuerpo humano, sus
órganos y su disposición en el cuerpo, llegó a la
conclusión que, ante la evidencia de que los
órganos cumplen una cierta función o utilidad,
éstos no eran obra del azar sino de una
inteligencia ordenadora que los había hecho
para un fin.
La metáfora del artesano
8. «Además de eso, ¿no te parece la
obra de providencia que siendo la
vista algo delicado se la haya cerrado
con párpados, que se abren cuando
hay que utilizarla, mientras que están
cerrados durante el sueño y que, para
que los vientos tampoco la dañen, se
hayan implantado como una criba las
pestañas y que se hayan rebordeado
con cejas la parte superior de los ojos,
para que ni siquiera el sudor de la
frente los perjudique? (…)
¿Y que la boca, por la que los animales
mandan dentro cuanto apetecen, esté
colocada cerca de los ojos y de la nariz, y en
cambio, como las deyecciones nos repugnan
hayan desviado sus conductos y los hayan
llevado lo más lejos posible de los sentidos?
Estas cosas, tan providencialmente
preparadas, ¿todavía dudas sin son obra del
azar o de la inteligencia?»
Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, Gredos,
Madrid, 1993, pp. 46-47.
La inteligencia ordenadora de Sócrates
9. «Cuando era joven deseé extraordinariamente
ese saber que llaman investigación de la
naturaleza. (...)Y una vez oí decir a alguien
mientras leía un libro, de Anaxágoras, según dijo,
que es la mente lo que pone todo en orden y la
causa de todas las cosas.
Regocíjeme con esta causa y me pareció que,
en cierto modo, era una ventaja que fuera la
mente la causa de todas las cosas. Pensé que, si
eso era así, la mente ordenadora ordenaría y
colocaría todas y cada una de las cosas allí dónde
mejor estuvieran. (...)
Con gran diligencia cogí los libros y los
leí lo más rápidamente que pude. Mas mi
maravillosa esperanza, ¡oh compañero!, la
abandoné una vez que, avanzando en la
lectura, vi que mi hombre no usaba para
nada de la mente, ni le imputaba ninguna
causa en lo referente a la ordenación de
las cosas, sino que las causas las asigna al
aire, al éter y a otras muchas cosas
extrañas.»
Jenofonte, Recuerdos de Sócrates, Gredos,
Madrid, 1993, pp. 46-47.
Desencanto de Sócrates con la filosofía natural de Anaxímenes
Por esta razón Sócrates, se desilusionó pronto de la filosofía natural deAnaxágoras, pues, aunque
éste puso la mente o la inteligencia (nous) como la causa primera del universo, luego, al explicar el
proceso de formación del universo aducía solamente causas materiales accidentales o azarosas,
olvidándose de la inteligencia.
10. Platón y Aristóteles heredaron esta visión
de la naturaleza de Sócrates. La
característica principal de este modelo
artesano es la de considerar a la naturaleza
y el cosmos como obra de un artífice
inteligente, como queda evidenciado por el
orden del cosmos y la finalidad manifiesta
del diseño del cuerpo y los órganos de los
seres vivos.
Por otro lado, esta metáfora indujo a la
creencia de que el artífice o creador es una
causa exterior separada de su obra y de una
naturaleza distinta a ella, promoviendo así
una visión dualista del mundo.
Platón separó el mundo de las ideas y
formas geométricas del mundo material;
siendo el primero el mundo de los prototipos
ideales y perfectos, cuya cúspide es la Idea del
Bien (Dios); y el segundo el mundo de cosas
materiales, que son copias imperfectas y
defectuosas de los modelos ideales. Aunque
lo intentó, no logró explicar cómo el mundo
de las copias se derivó del mundo de los
originales.
Solamente enTimeo esbozó la teoría de un
Demiurgo o Artífice (artesano) que modeló el
mundo tomando como modelos los
prototipos ideales eternos.
El Demiurgo (artesano) platónico
11. Aristóteles, no admitió la existencia separada del
mundo de prototipos ideales, sino que pensó que
estos modelos ideales estaban dentro de las cosas
mismas.Así sostuvo que todas las cosas estaban
compuestas de forma y materia. La forma era la
esencia de la cosa, su entelequia o alma, y también
una fuerza interior que empujaba a cada cosa a
alcanzar su perfección y su fin. La materia era un
substrato base, semejante a la masa de un alfarero,
con la potencialidad de adquirir cualquier forma.
Todas las formas o almas constituían una jerarquía
encabezada por la forma suprema, Dios, cuya función
era la de mover a los astros y al mundo hacia su fin. El
origen de la materia era una hipotética materia
prima, pero no dio ninguna explicación sobre el
proceso de formación del mundo, sino que
simplemente supuso que el mundo era eterno.
Los filósofos árabes, judíos y cristianos
medievales asumieron este dualismo de
Aristóteles, suponiendo que Dios era un
espíritu puro, inmaterial, que creó primero una
materia primigenia e informe, y luego a partir
de ella fue dando forma a todas las cosas. Era
la metáfora bíblica del Dios alfarero que
primero crea la masa de barro de la nada y
luego hace diversas vasijas con ella.
Esta creencia se convirtió casi en un dogma
de fe, pero como veremos más adelante no
todos estaban de acuerdo con algo a todas
luces tan problemático como afirmar que la
materia pueda ser creada de la nada.
La forma suprema o Dios y la materia prima en Aristóteles
12. El modelo de la emanación
(Visión monista que combina el modelo del
artesano con una primera causa procreadora)
La metafísica de la luz
(Robert Grosseteste)
El modelo de los logos seminales de los estoicos
El modelo de la emanación de Plotino
La fuente de la vida de Ibn Gabirol
El primer principio formal y material de Bruno
Creación del universo mediante la irradiación
esférica de la luz (materia sutilísima) a partir
de un punto
13. Los estoicos fueron los primeros que
intentaron dar una explicación de la formación del
universo combinando el modelo artesano con el
modelo de una primera causa procreadora que
dio nacimiento a todas las cosas. Ellos asociaron
el concepto socrático de un artífice inteligente y
providente, que moldeó la naturaleza con vistas a
un fin, con el concepto del Logos de Heráclito,
una razón ordenadora y una especie de fuego
artístico o creador que forjó a todas las cosas.
Los estoicos, utilizando también el concepto de
forma y materia de Aristóteles, afirmaron que
todas las cosas estaban compuestas de un
principio activo o pneuma y un principio pasivo o
materia.
Para ellos, este pneuma o alma era como el
logos-fuego heraclitiano, un continuo de materia
sutil que penetraba e impregnaba la materia más
gruesa, y que podía transformarse en materia y
viceversa.Así que pudieron explicar que el origen de
todos los seres y cosas se debía un logos seminal
específico de cada cosa, que era como su razón o
plan.
Era una visión monista en la cual materia y
espíritu eran un continuo intercambiable entre sí.
Esta idea de una materia sutil que se compenetraba
con una materia más gruesa influyó mucho en la
elaboración del concepto de campos de fuerzas de
la física moderna.
El modelo de los logos seminales de los estoicos
14. Plotino trató de sistematizar y
completar el platonismo ofreciendo
asimismo una visión monista del
origen y desarrollo del mundo
combinando el modelo del artífice o
demiurgo platónico con el modelo
de una primera causa progenitora y
procreadora.
Todo procede del Uno (Dios) por
emanación a causa de la perfección
o exceso de potencia de éste, de
manera similar a cómo las semillas y
la descendencia son producidas por
plantas y animales maduros, o la luz
y el calor emanan del sol.
La primera emanación del Uno es la Inteligencia,
en la que incluye el mundo de modelos ideales
platónicos. Luego, vienen el Alma del Mundo y las
almas particulares creadas por ésta, y al final la
materia, la procesión más alejada del Uno, que es
como un espacio vacío susceptible de recibir
cualquier forma, o un lienzo en blanco sobre el cual
se puede dibujar cualquier cosa.
Hay una línea de filósofos judíos y cristianos que,
influenciados por este neoplatonismo de Plotino y
por las ideas estoicas, —y no estando de acuerdo con
el tradicional dualismo aristotélico y cristiano—
intentaron elaborar una explicación monista de cómo
a partir de Dios, o una primera causa inteligente, se
originaron todas las cosas, incluida la materia.
El modelo de la emanación de Plotino
15. Ibn Gabirol, en su libro, La fuente de la vida, explica
que todas las cosas se reducen a tres raíces, Dios, la
forma universal y la materia universal. Razonaba
diciendo que, dado que todas las cosas se componen
de forma y materia, y que ambas no pueden existir la
una sin la otra, entonces, no sólo las cosas sensibles
tenían forma y materia, sino que las formas
suprasensibles (espirituales) deberían poseer asimismo
un soporte material más sutil.
Así pues, todos estos tipos de formas y materias se
deberían reducir a dos raíces únicas, una materia
universal y una forma universal. Aunque mantiene
separado a Dios de estas dos raíces y sigue sosteniendo
la doctrina de la creación a partir de la nada, eleva a la
materia a la categoría de raíz o causa primera.
Más adelante, Bruno, en contra del
dualismo aristotélico, sostenía que, si
Dios era el principio y causa de todas las
cosas, debería ser a la vez el principio
formal y el principio material; es decir,
que ambas sustancias, la espiritual y la
material, tendrían que provenir de Dios
mismo.
Así hasta llegar a Espinosa que
afirmaba que Dios era a la vez
pensamiento y materia, y que éstos,
contrariamente al dualismo cartesiano,
era como dos aspectos o atributos de
una misma sustancia homogénea.
La fuente de la vida de Ibn Gabirol y el primer principio formal y material de Bruno
16. Robert Grosseteste, un monje franciscano agustiniano y
neoplatónico que fue un pionero en las investigaciones
científicas experimentales del Medioevo cristiano, elaboró una
curiosa teoría de la creación del mundo llamada la metafísica
de la luz.
SanAgustín había situado el mundo de los prototipos
ideales platónicos en la mente de Dios, y luego sirviéndose del
concepto de los logos seminales estoicos, pensó que Dios
primero creó una primigenia materia informe de la nada y
luego fue plantando en ella esos logos o razones seminales.
SanAgustín, usando la metáfora de Plotino de la luz que
emana del sol, decía que, así como la luz del sol al bañar
objetos que están en la oscuridad hace que sus formas sean
visibles, de igual manera la verdad o los modelos ideales que
están en la mente de Dios son como una luz que ilumina la
materia oscura e informe y le otorga una forma.
La metafísica de la luz
17. Grosseteste, influido por Ibn Gabirol, pensaba que las
cosas suprasensibles o modelos ideales también poseían un
soporte material muy sutil. Consideró que la luz podría ser
un tipo de materia tenue intermedia entre esa materia
espiritual sutilísima y la materia más gruesa de las cosas
sensibles.
Se imaginó que habría una gradación sustancial y
continuidad entre Dios, los prototipos ideales, esa materia
espiritual sutilísima —soporte de aquellos—, la luz física y,
por último, la materia sensible.
Así pues, pensó que el mundo se originó mediante la
radiación esférica de esa materia sutilísima a partir de un
punto. La materia sutilísima, que era como una especie de
luz espiritual llena de virtudes o fuerzas, era la que causaba
la multiplicación de los logos o razones seminales
agustinianos y estoicos, creando así el espacio y la luz física
primero y luego todas las cosas materiales.
Creación mediante la radiación esférica de una luz sutilísima
18. La metafísica de la luz fue
una teoría muy popular entre
los físicos y astrónomos que
iniciaron la revolución
científica del Siglo XVII, como
puede verse, por ejemplo, en
esta carta de Galileo a P. Dini:
«Diré que me parece que en la naturaleza se
encuentra una substancia sutilísima, muy tenue y
velocísima que, difundiéndose por el universo, lo
penetra por todas las partes sin oposición, calienta,
vivifica y fecunda a todas las criaturas vivientes; y de
este espíritu parece que los sentidos mismos nos
demuestran que el cuerpo del Sol es el principal
irradiador, del cual propagándose una inmensa luz por
el universo, acompañado por tal espíritu calorífico y
penetrando por todos los cuerpos vegetales, les da
vida y les fecunda.»
Galileo Galilei, Carta a Piero Dini del 23 de Marzo de 1615,
Carta a Cristina de Lorena y otros textos sobre ciencia y religión,
Alianza Editorial, Madrid, 1987, p. 57.
Galileo y la metafísica de la luz
19. La metafísica de la luz, así como las
creencias neoplatónicas de que el trono de
Dios se ubicaba en el astro sol, fueron
factores muy importantes que llevaron a
Copérnico, Kepler y Galileo a defender con
tanto ardor la hipótesis heliocéntrica.
En realidad, todos los científicos que
participaron en la llamada revolución
científica del Siglo XVII, como Copérnico,
Gilbert, Kepler, Galileo, Newton y Descartes,
eran platónicos o pitagóricos convencidos de
que Dios había proyectado y creado el mundo
utilizando la geometría y las matemáticas, y
que, por ello, la naturaleza estaba escrita en el
lenguaje matemático.
«La filosofía está escrita en este vasto
libro que continuamente se ofrece a
nuestros ojos (me refiero al universo), el
cual, sin embargo, no se puede entender si
no se ha aprendido a comprender su lengua
y a conocer el alfabeto en que está escrito.Y
está escrito en el lenguaje de las
matemáticas, siendo sus caracteres
triángulos, círculos y otras figuras
geométricas, sin las cuales es imposible
entender una sola palabra.»
Galileo Galilei, Il Saggiatore,VI, 232, cit. en
Wenceslao Castañares y José Luis González Quirós,
Diccionario de citas, Noesis, Madrid, 1993, p. 170.
Dios creó el mundo utilizando la geometría y las matemáticas
20. Newton, influido por los alquimistas del Renacimiento,
pensaba que la materia estaba interrelacionada por medio
de misteriosas fuerzas inherentes de atracción y repulsión.
De hecho, aunque la fuerza de atracción gravitatoria
universal se pueda medir muy precisamente, incluso hoy
día sigue siendo un misterio cómo puede actuar a
distancia.
De manera similar, los conceptos modernos de campos
de fuerzas se elaboraron imaginando un continuo de
materia sutil o éter que penetraba la materia, a semejanza
del pneuma estoico. Aunque ahora los científicos no
divagan sobre la naturaleza física de los campos —que
sigue siendo un misterio sin explicar—, sino que sólo tratan
con las fórmulas o ecuaciones matemáticas que los
gobiernan.
Newton y la misteriosa fuerza de la gravedad
21. Paracelso y, posteriormente, los filósofos y
científicos románticos alemanes sostuvieron ideas
muy parecidas a la de los logos o razones seminales
estoicas y agustinianas. Para ellos, tanto los seres
vivos como los minerales poseían un arqueo,
entelequia, principio vital o logos interno, que era a
la vez su idea, plan o diseño y una fuerza que
guiaba su crecimiento y los impulsaban hacia su fin.
Esta búsqueda del arqueo de los seres vivos es la
que llevó a los biólogos alemanes a suponer la
existencia de un genoma, o código genético, en el
interior de las células, que contuviera el plan o
diseño del ser vivo. Esta investigación dio frutos
más adelante con el descubrimiento de los
cromosomas y del ADN.
Paracelso y los científicos románticos alemanes
22. El mecanicismo moderno: Descartes
El mecanicismo materialista
El mecanicismo evolucionista: Darwin
(Aplicación del modelo geológico a la biología)
El Dios relojero que creó el universo como una gran
maquinaria (universo-reloj) y que funciona de acuerdo
a unas inmutables y eternas leyes de la naturaleza
decretadas por él mismo.
La maquinaria del universo y sus leyes son
eternas e increadas.
Se prescinde de los servicios del relojero
(mecanismos y leyes sin ingeniero).
Las especies han evolucionado unas de otras debido
pequeñas variaciones y la selección natural
23. Descartes, que era contrario a las creencias en virtudes y fuerzas
ocultas del Renacimiento, elaboró una visión de la creación del
mundo, combinando una variante más moderna del modelo
artesano —un Dios relojero— con el modelo atomista.
Así pues, pensaba que el universo era como un gran reloj, creado
por Dios, que funcionaba de acuerdo a unas leyes también
inventadas por él. Después de la creación, Dios se limitó a darle un
primer impulso, y luego el reloj siguió funcionando solo por inercia a
base de choques y presiones entre sus piezas, a semejanza de las
bolas, ruedas dentadas, poleas o palancas de los relojes y máquinas
que se fabricaban en su época.
Por esta razón, los científicos cartesianos pensaban que la fuerza
de atracción gravitatoria de Newton, que actuaba a distancia, era
una patraña de magos y alquimistas. Pues, por coherencia con su
visión atomista, las únicas fuerzas que operan en el mundo son las
derivadas de choques o presiones por contacto directo.
El mecanicismo moderno: Descartes
24. Descartes acentuó más, si
cabe, el dualismo aristotélico,
afirmando que todos los seres
vivos, incluidos los animales y el
cuerpo humano, eran máquinas
puramente materiales, que
entraban plenamente en la
categoría de cosa extensa, o
sustancia material.
Pero, en cambio, Dios y el
espíritu humano, pertenecían a
otra sustancia espiritual, la cosa
pensante, completamente
distinta.
El dualismo sustancial cartesiano
Para resolver el problema —por cierto irresoluble— de
cómo el alma humana, una sustancia completamente
diferente de la materia, podría gobernar o controlar un
cuerpo puramente material, Descartes dijo que la
conexión se realiza de una manera misteriosa a través
de la glándula pineal.
25. Los científicos mecanicistas herederos de esta visión de
Descartes, pronto prescindieron de los servicios del relojero,
simplemente suponiendo que el universo-reloj era eterno y
había estado siempre en continuo movimiento, quedándose
sólo con la maquinaria del reloj y sus leyes.
Olvidando que la lógica y el sentido común más elemental
nos dice que toda máquina implica necesariamente que
alguien la ha diseñado y construido para que funcione de
acuerdo a ciertas leyes y para que sirva para cumplir uno o
varios fines.
A no ser que se crea, claro está, que trozos de materia
chocando unos con otros al azar puedan primero originar las
piezas de la máquina, y luego éstas, por el mismo método,
puedan ensamblarse hasta construir una máquina que
milagrosamente funciona de acuerdo a unas leyes que también
aparecen de no se sabe dónde.
El mecanicismo materialista
26. Asimismo, ellos se deshicieron con facilidad
de las sustancias espirituales o almas humanas,
diciendo que eran esos fantasmas o
homúnculos que nos imaginamos que están
dentro de las maquinas moviendo las palancas
y las poleas.
De esta manera, el modelo dualista
cartesiano se convirtió en un mecanicismo
materialista, una mezcla entre el modelo del
universo-reloj regido por leyes, pero sin
relojero, y el modelo geológico o atomista de
las presiones y choques al azar.
Este paradigma ha sido muy influyente,
aunque no universalmente aceptado, en la
ciencia. Los reduccionistas actuales son los
herederos de esta visión.
El fantasma dentro de la máquina
27. Darwin fue quién, más tarde, extendió el modelo geológico a
la biología. Mientras se entusiasmaba leyendo un libro de
geología de Lyell, viajó a las islas Galápagos y allí observó como
las mismas especies de pájaros variaban de acuerdo al clima y
circunstancias de cada isla.
Aplicando los principios de la geología de Lyell a la biología
llegó a la conclusión de que las especies evolucionaron unas de
otras mediante pequeñas variaciones naturales a lo largo de
mucho tiempo debido a causas geológicas, como cambios de
clima, alimentos u otras condiciones ambientales.
Luego, Darwin estudió a los criadores de plantas y animales, y
observó como ellos seleccionaban a los mejores individuos para
ser los reproductores, mejorando así las razas. Sin embargo,
este tipo de selección no le servía a Darwin porque era una
selección guiada por personas inteligentes.Así que buscó otro
tipo de selección en la cual sólo intervinieran causas naturales o
geológicas.
El mecanicismo evolucionista: Darwin
28. Al final, un día Darwin leyó un libro de Malthus en el
que se afirmaba que —dado que el ser humano se
multiplica en proporción geométrica y la producción
de alimentos sólo crece en proporción aritmética— es
inevitable «la lucha permanente por el espacio vital y
la comida» y que las enfermedades y las muertes
prematuras causadas por las guerras y los vicios
humanos son un fenómeno natural que ayuda a
diezmar la población, garantizando así la
supervivencia de los más aptos.
Ésta fue la gran idea que suministro a Darwin su
mecanismo evolutivo, la llamada selección natural; los
organismos compiten por fuentes limitadas de
alimentos, sobreviviendo y multiplicándose
solamente aquellos dotados de las variaciones más
favorables.
T. R. Malthus, Essays on the Principle of Population, 3
La supervivencia de los más actos
29. El modelo del Big Bang
Híbrido del modelo geológico atomista
(azar) y el modelo del mecanicismo
materialista (reloj sin relojero)
Lemaître: El átomo primigenio (huevo
cósmico)
Gamow: La masa compacta de
neutrones
La explosión de energía
30. Actualmente, la visión más popular y ampliamente aceptada del
origen del universo es la famosa teoría del Big Bang.
La idea original fue del sacerdote y astrónomo belga Lemaître,
quien, en 1927, ante la observación del continuo alejamiento de las
galaxias sugirió que en un principio toda la masa del universo
estaba concentrada en un gigantesco átomo o huevo cósmico,
como él mismo lo llamó, que luego se desintegró de manera
análoga a la desintegración de un átomo radiactivo.
Lemaître pensaba que Dios había creado ese huevo cósmico que
luego explotó lanzando sus trozos en todas las direcciones, de
forma similar a la explosión de un cohete de fuegos artificiales.
Nótese la similitud de esta imagen con la teoría de la metafísica
de la luz de una radiación esférica a partir de un punto central.
Además de eso, la creencia en un huevo cósmico primigenio del
cual nació el mundo, como un pollo sale del huevo, es una clásica
idea mitológica que estaba presente en muchas culturas primitivas.
El modelo del Big Bang
31. Si, como afirma la física cuántica, las
partículas son paquetes de energía u
ondas de un campo cuántico de fuerzas,
entonces habría que pensar que lo que
hubo al principio fue una gran eclosión
de energía o simplemente un gran
campo unificado de fuerzas.
El modelo del Big Bang
La teoría fue desarrollada y popularizada más tarde por
Gamow, quien sostuvo que el huevo estaría formado por
una masa compacta y extraordinariamente densa de
neutrones que explotó violentamente, formándose a
continuación una sopa de protones y electrones, y más
tarde todos los elementos, empezando por los más simples
y abundantes, como el hidrógeno, y acabando con los más
pesados.
Un proceso más lógico y verosímil que la idea original de
Lemaître de un huevo de materia pesada que se trocea o
desintegra.
Gamow fue quien le dio el nombre actual a esta teoría,
que desde entonces se llama la teoría de la gran explosión o
Big Bang. Luego, han ido surgiendo continuas revisiones
sobre la naturaleza de ese huevo primigenio a medida que
se van descubriendo o suponiendo la existencia de una
serie — que parece interminable— de subpartículas.
32. Híbrido del modelo geológico atomista (azar) y el modelo del mecanicismo
materialista (reloj sin relojero)
La teoría del Big Bang utiliza el modelo geológico para explicar
cómo se han ido formando partículas, átomos, moléculas,
elementos, estrellas y galaxias. Es decir, se afirma que han
surgido espontáneamente, de la misma manera como se
originaron formaciones geológicas como volcanes, montañas,
ríos, sedimentos, etc.Todo fue fruto del azar, o sea, debido a una
concatenación de causas físicas, como choques, presiones,
calentamientos, enfriamientos u otras condiciones ambientales.
Pero, utilizando únicamente este modelo geológico se hace
muy difícil explicar la formación de regularidades, sistemas y
estructuras organizadas. El puro azar parece intuitivamente que
sólo conduce al puro caos. Ni siquiera se puede hablar de
formación, evolución, progreso o desarrollo, pues todos estos
conceptos denotan una cierta dirección. Las explosiones,
choques o cualquier otro tipo de accidentes fortuitos no generan
direcciones ni regularidades duraderas o estables, sólo procesos
reversibles y arbitrarios.
Por esta razón, para explicar el
proceso de formación y evolución de
universo, se sigue echado mano del
modelo del universo-reloj cartesiano,
esta vez sin relojero.
Es decir, se dice que la formación
del universo no solamente fue fruto
del azar, sino que asimismo ha sido el
resultado de una necesidad derivada
unas leyes de la naturaleza.
Unas leyes que según parece
estaban ahí en alguna parte cuando
ocurrió el Big Bang o eran inherentes
a la energía o los campos de fuerzas.
33. Pero eso sí, está terminantemente prohibido hablar
de intenciones, diseños, planes, proyectos, objetivos y
fines, porque —según Monod— ello viola el dogma de
la objetividad de la ciencia que a su entender se
retrotrae a Galileo y Descartes. Únicamente se
admiten explicaciones puramente científicas, no
explicaciones híbridas o mezcladas con supersticiones
animistas o especulaciones metafísicas.
Es cierto que Galileo luchó contra el uso que hacía
Aristóteles de las causas finales en su física y
astronomía, quién llegó a decir que las piedras caían al
suelo porque su fin era apetecer su lugar natural, la
tierra; o que el movimiento de los astros era debido a
que el fin de éstos era apetecer a sus motores
inmóviles, que constituían una jerarquía de
inteligencias celestes.
Jacques Monod, El azar y la necesidad, Tusquets Editores,
Barcelona, 1970, p. 30.
El principio de la objetividad y la limitación de la ciencia
Pero, esto no significa que Galileo no creyera que
hubiera finalidades y diseños, como se puede ver en
la carta citada anteriormente. La pretensión de
Galileo era que la física se librara de estas
fantásticas causas finales aristotélicas.Tanto él
como Kepler, Newton y Descartes especularon
sobre causas finales e hipótesis metafísicas, algunas
de las cuales, por cierto, fueron muy útiles para sus
descubrimientos científicos.
El resaltar únicamente las cualidades objetivas de
las cosas en sus investigaciones y experimentos, o
sea, tan sólo lo que se puede medir con
instrumentos, formaba parte de su programa de
matematización de la naturaleza, que consistía en
crear modelos matemáticos virtuales, utilizando
ciertos aspectos medibles de las cosas y
descartando el resto. Esto no significaba que las
cosas no pudieran tener otras cualidades.
34. En cierto sentido, la objetividad en
la ciencia quiere decir que la
investigación científica sólo se debe
ocupar de estudiar la máquina, sus
piezas y sus mecanismos, saber
cómo funciona y de acuerdo a qué
leyes matemáticas.
Saber quién la diseñó y para qué
fines no deben ser cuestiones que
entren dentro del campo de la
ciencia, por ser cosas que no se
pueden comprobar con
experimentos.
El principio de la objetividad y la limitación de la ciencia
35. «La imagen científica del mundo que me
rodea es muy deficiente. Proporciona una
gran cantidad de información sobre los
hechos (…) pero guarda un silencio sepulcral
sobre todos y cada uno de los aspectos que
tienen que ver con el corazón, sobre todo lo
que realmente nos importa. (…)
No sabe nada de lo bello o de lo feo, de lo
bueno o de lo malo, de Dios y la eternidad. A
veces la ciencia pretende dar una respuesta a
estas cuestiones, pero sus respuestas son a
menudo tan tontas que nos sentimos
inclinados a no tomarlas en serio. (...)
La visión científica del mundo no contiene
por sí misma valores estéticos ni éticos, ni dice
una palabra sobre nuestro último objetivo o
destino final, ni quiere saber nada —sólo
faltaría— de Dios.
¿De dónde vengo, adónde voy? La ciencia es
incapaz de explicar mínimamente por qué la
música puede deleitarnos, o por qué y cómo
una antigua canción puede hacer que nos salten
las lágrimas.»
Erwin Schrödinder, Cuestiones Cuánticas, ed. K. Wilber,
Kairós, Barcelona, 1987, pp. 128-130.
El principio de la objetividad y la limitación de la ciencia
Schrödinger, el creador de la mecánica ondulatoria cuántica, expresa muy bien esta
limitación de la ciencia.
36. A partir de entonces, la ciencia ha venido
usando, como si tal cosa, los conceptos de
mecanismos y leyes de la naturaleza sin
asociarle una inteligencia racional que haya
diseñado esos mecanismos o ideado esas
leyes, en contra del más elemental sentido
común.
Muchos científicos ahora dicen que en la
naturaleza no hay sentidos, ni diseños, ni
fines, solamente existe lo que se puede
medir. Esto es una pura creencia metafísica
derivada del modelo híbrido atomista y
mecanicista que se ha convertido en un
dogma de fe de los científicos materialistas.
Los científicos mecanicistas decidieron
prescindir del relojero simplemente
suponiendo que la máquina y las leyes que
regulaban su funcionamiento eran eternas
y, por tanto, no creadas, olvidándose de
que toda máquina y sus leyes son el fruto
de un diseño inteligente.
El dogma de la exclusión del diseño y los fines intencionales
37. En las explicaciones científicas emergentistas se aprecia la mezcla híbrida de
modelos que dan lugar a fragrantes contradicciones
Se habla de una materia con la capacidad
espontánea de organizarse en sistemas que
persiguen la estabilidad, de sabios y sofisticados
mecanismos que crean maravillas de ingeniería y
diseño, y de organismos que —con una capacidad
previsora extraordinaria— cumplen con una función
orientada hacia la estabilidad de sistemas más
grandes.
Si realmente se cree que el universo ha surgido de
una manera fortuita y accidental, no cabría hablar de
sistemas altamente organizados ni mecanismos
sofisticados ni de leyes fundamentales y universales.
En todo caso se podría hablar únicamente de
ciertas regularidades locales, parciales y transitorias,
no universales y eternas. El caos debería ser lo
universal, y el orden lo raro y anecdótico.
Por un lado, se mantiene el modelo geológico
de la generación espontánea fortuita y
accidental, y, por otro, se habla de un universo
creador que se autoorganiza.
El truco consiste en cambiar los nombres
antiguos por otros nuevos para que parezca que
no se está hablando de las mismas cosas. En vez
de hablar de causas finales o teleología, se habla
de teleonomía; en vez de las antiguas almas,
entelequias o principios vitales, se habla de
principios autoorganizativos, leyes de nivel
superior, o niveles de consciencia emergentes.
Otro truco es atribuir intenciones, finalidades
y capacidades creativas a mecanismos, que se
suponen que son pura materia sin inteligencia ni
consciencia.
38. Se habla de los seres vivos como máquinas
altamente complejas, con sofisticados
mecanismos que le confieren grandes
capacidades de autorregularse y adaptarse a su
ambiente, en cuyo ADN está contenida la
información sobre todas sus características.
La evolución se produce debido a que
mutaciones puramente al azar del ADN —o sea,
fallos en la trascripción o copiado de la
información genética— producen pequeñas
variaciones en los individuos.
Y cuando algunas de estas variaciones hacen
que el individuo tenga éxito en su lucha por la
supervivencia, maximizando su capacidad
reproductiva, entonces se generalizan en la
población y llegan a ser dominantes.
Así que, según Dawkins, los protagonistas de la
historia son unos genes mutantes y egoístas que
sólo buscan reproducirse con frenesí, o sea, producir
el mayor número posible de copias de sí mismo y
llegar a ser así dominantes.
Estos genes fueron los que nos inventaron y
crearon para utilizarnos como sus máquinas
descartables para cumplir sus malévolos y egoístas
propósitos.
No es serio hablar de máquinas sofisticadas que
disponen de un ordenador central, oADN, que
contiene toda la información genética sin
presuponer un diseño inteligente, y luego, para
colmo, atribuir a los genes inteligencia, intenciones,
fines y capacidades inventivas asombrosas.
Richard Dawkins, El gen egoísta, Labor, Barcelona, 1979, pp. 42-
47.
La moderna teoría sintética neodarwinista de la evolución es asimismo
una visión híbrida entre un puro azar y un mecanicismo sofisticado
39. La metáfora de la
mente de Dios
El Dios matemático
El Principio
Antrópico
Un universo
perfectamente
ajustado
INDICIOS DE LA EXISTENCIA DE UN DISEÑO O PROYECTO
INTELIGENTE EN EL UNIVERSO
Un proyecto cósmico
Dios, como primera causa a
la vez mental y material, que
diseñó, planificó y dirigió el
proceso de formación y
evolución del universo
Principio del diseño
inteligente
40. INDICIOS DE LA EXISTENCIA DE UN DISEÑO O PROYECTO INTELIGENTE
EN EL UNIVERSO
Si es así, si esas leyes, fórmulas y
constantes universales descubiertas por
los científicos son realidades objetivas
presentes en la naturaleza, entonces
surgen muchos interrogantes tales como:
¿Por qué la naturaleza obedece esas
leyes o fórmulas matemáticas? ¿Por qué
esas constantes universales tienen el valor
que tienen y no otros? ¿Existían ya esas
leyes y fórmulas en el tiempo de la
primera explosión de energía que dio
origen al universo?
Podríamos hacernos esta pregunta:
¿Son todas las teorías, leyes, fórmulas y
ecuaciones matemáticas que descubren
los científicos puras invenciones de su
mente o, por el contrario, son
descubrimientos de unas leyes objetivas
que están de alguna manera en la
naturaleza?
Algunos científicos y filósofos de la
ciencia afirman que son meras ficciones o
instrumentos útiles. Los científicos
realistas le responden que, en ese caso,
sería un milagro el éxito de las
aplicaciones tecnológicas de la ciencia.
41. «Si hubiera algo que pudiéramos
descubrir en la naturaleza que nos diese
alguna intuición especial sobre la obra
de Dios, tendrían que ser las leyes
finales de la naturaleza.Conociendo
estas leyes, estaríamos en posesión del
libro de las reglas que gobiernan las
estrellas y las piedras y cualquier otra
cosa.
Por eso, es natural que Stephen
Hawking se refiriese a las leyes de la
naturaleza como “la mente de Dios.” (…)
Pero cuando se le pregunta al físico por qué el universo
está construido con arreglo a ciertas leyes físicas y no
otras puede muy bien responder: “Dios lo sabe.”
Einstein comentó una vez a su asistente Ernst Straus
que “lo que realmente me interesa es si Dios tuvo alguna
elección al crear el mundo.” (...)
Cualquiera que sea la religión de uno, o la falta de ella,
resulta una metáfora irresistible el hablar de las leyes
finales de la naturaleza en términos de la mente de
Dios.»
Steven Weinberg, El sueño de una teoría final, Crítica, Barcelona, 1994,
pp. 192-193.
El físico Steven Weinberg, a pesar de no creer en ninguna inteligencia inherente a la naturaleza,
afirma que en el único sitio donde sería posible encontrar indicios de ella sería en estas leyes finales de
la naturaleza, y que consideraciones de este tipo son las que hacen casi irresistible el utilizar la
metáfora de la mente de Dios.
La metáfora de la mente de Dios
42. La creencia en un Dios matemático que
ha diseñado el universo mediante leyes y
fórmulas matemáticas es parte integrante
de la tradición antigua y actual de la ciencia.
Se remonta a Pitágoras y se ha mantenido a
lo largo de toda su historia, incluso hasta
nuestros días.
De hecho, casi todos los grandes físicos,
astrónomos y matemáticos del Siglo XX,
como Planck, Einstein, Bohr, Heisenberg,
Pauli o Eddington, comparten esta visión
pitagórica o platónica del universo, como se
puede ver en esta cita de Heisenberg:
«Creo que, en este punto, la física
moderna se ha decantado definitivamente
en favor de Platón.
Porque las mínimas porciones de materia
no son de hecho objetos físicos en el
sentido ordinario de la palabra; son formas,
estructuras, o —en el sentido que les da
Platón— Ideas, que pueden ser descritas
sin ambigüedad en un lenguaje
matemático.»
Werner Heisenberg, Cuestiones Cuánticas, ed. K. Wilber,
Kairós, Barcelona, 1987, p. 85.
El Dios matemático
43. Muchos científicos, como Freeman
Dyson, han señalado la importancia
vital que tuvieron los valores
numéricos exactos de ciertas
constantes o fuerzas para el futuro de
la evolución del universo, y en especial
para que fuera posible la aparición de
la vida y los seres humanos.
Este hecho les ha llevado a sugerir
la existencia de un plan general o un
alma del mundo.
Estos accidentes o coincidencias
significativas se han hecho muy
populares en la ciencia con el nombre
de Principio Antrópico.
«A partir de estos accidentes en la física y la
astronomía, concluyo que el universo es un lugar
inesperadamente hospitalario para que los seres vivos
hagan en él su hogar...
La armonía peculiar entre la estructura del universo y las
necesidades de la vida y la inteligencia es... una
manifestación de la importancia de la mente en el
esquema de las cosas.
Como individuos, algunos de nosotros acaso estemos
dispuesto a ir más lejos… a apoyar la hipótesis de que
existe un espíritu universal o alma del mundo, subyacente
en las manifestaciones de inteligencia que observamos.»
Freeman Dyson, Trastornando el universo, F.C.E., México, 1982, pp. 282-
284.
El Principio Antrópico
44. Un universo
perfectamente
ajustado
Un protón tiene una masa que es 1.836 veces la
de un electrón y un neutrón pesa ligeramente más
que un protón. La precisión de esa ligera diferencia
es crucial.
Stephen Hawking señala que, si esa diferencia
«no fuera aproximadamente el doble de la masa
del electrón, no se tendría los aproximadamente
doscientos nucleídos estables [elementos y sus
isótopos] que componen los elementos y que son
la base de la química y la biología.»
La masa de las partículas subatómicas
En otras palabras, con que solo
hubiera un ligerísimo cambio en la
masa de un protón o de un neutrón,
no habría elementos químicos, ni
planetas, soles o galaxias.
Stephen W. Hawking, Is the end in sight for
theoretical physics?, Physics Bulletin 32, 1980, 15-17.
45. Un universo
perfectamente
ajustado
Loscamposdefuerzasnucleares
Si la interacción nuclear débil fuese
ligeramente más fuerte, el helio,
producto de la fusión solar, no se
formaría, y si fuese ligeramente más
débil, no quedaría hidrógeno en el Sol.
Dean L. Overman, A case against accident and self-
organization, Rowman and Littlefield Pub.,
Maryland, 1997, pp. 140-141.
Si la interacción nuclear fuerte fuese un 2% más
intensa, no habría hidrógeno, y sin hidrógeno no
habría Sol para calentarnos, ni agua, esencial para
la vida, ni seres vivos (cuyos compuestos orgánicos
tienen abundancia de hidrógeno).
Pero si la interacción nuclear fuerte fuese solo un
5% menor, solo habría hidrógeno en el universo, y
todo sería sumamente simple.
J. Leslie, Universes, Routledge, Londres, 1989, p. 35.
46. Si la fuerza electromagnética fuese
ligeramente mayor, las estrellas como el Sol
serían estrellas rojas y estarían demasiado frías
para darnos el calor que necesitamos. Pero si
fuese ligeramente menor, las estrellas serían
estrellas azules muy calientes y de vida
sumamente breve, y tendríamos muchísimo
calor, pero solo durante un tiempo muy corto.
J. Leslie, Universes, Routledge, Londres, 1989, p. 35.
Uno de los delicados equilibrios que la ciencia
ha observado es la relación precisa que existe
entre la gravedad y el electromagnetismo. El
físico Paul Davies comenta: «Los cálculos
demuestran que los cambios en la intensidad de
cualquiera de las dos fuerzas de solo una parte
entre 1040 significaría una catástrofe para
estrellas como el Sol.»
Un universo
perfectamente
ajustado
El electromagnetismo y la gravedad
47. El físico Paul Davies también sugiere la
existencia de un proyecto cósmico detrás
de la evolución del universo, en la forma
leyes de un nivel superior o de algún
principio creador y autoorganizativo
inherente a la naturaleza.
Ideas parecidas son las sostenidas por el
biólogo Rupert Sheldrake, que especula
sobre la existencia de un supercampo
unificado de nivel superior que incluye
campos de fuerzas físicos y campos
mórficos o biológicos.
«El hecho mismo de que el universo
es creativo, y que las leyes han
permitido que surjan estructuras
complejas y se desarrollen hasta el
punto de la conciencia... es para mí una
prueba evidente de que hay algo que
está operando detrás de todo. La
impresión de diseño es abrumadora.»
Davies, Paul, The Cosmic Blueprint: New Discoveries
in Nature's Creative Ability to Order the Universe. New
York: Simon and Schuster, 1988, p. 203.
Un proyecto cósmico
48. Dado que la materia se reduce en último
término a campos cuánticos o energía, no es
absurdo ni irracional suponer que dentro de esa
supuesta energía primigenia tuvieran lugar
también procesos mentales.
De hecho, los deseos, emociones, decisiones,
pensamientos, ideas o conceptos son fenómenos
energéticos similares a fuerzas.
Como sostiene el Pensamiento de Unificación,
se puede hablar indistintamente de una mente
energética o de una energía mental, pues ambos
aspectos, los mentales y los materiales o
energéticos, no se pueden separar.
Dios, como primera causa a la vez mental y material, que diseñó,
planificó y dirigió el proceso de formación y evolución del universo
Así pues, presuponer que tuvo que
haber una inteligencia racional y
planificadora inherente a aquella
primera explosión de energía que
dio origen al universo no es una
suposición mística, irracional o
acientífica.
Por tanto, es razonable pensar que
Dios, como la primera causa a la vez
mental y material, pudo diseñar,
planificar, crear y dirigir el proceso
de formación y evolución del
universo.