El documento describe el corazón humano y divino de Cristo. Explica que Cristo tomó un corazón humano en la Encarnación para manifestar su amor por la humanidad. Su corazón refleja perfectamente su naturaleza humana y divina, uniendo lo finito y lo infinito. Finalmente, el corazón de Cristo es el símbolo del amor divino y la fuente del nuevo impulso de amor fraterno en la humanidad.
1. El corazón humano y divino de Cristo.
En la Encarnación, Cristo ha tomado la iniciativa de darse a sí mismo un corazón
humano, y asumir la responsabilidad personal de todas las manifestaciones de su amor
humano. Siendo así considerado el corazón del Verbo Encarnado como signo y principal
símbolo del amor divino con el que Jesús ama continuamente al Padre y a toda la
humanidad, es el símbolo del amor divino que en El es común con el Padre y Espíritu Santo,
y que sólo en El, como Verbo Encarnado, se manifiesta por medio del frágil velo del cuerpo
humano. El corazón de Jesús es símbolo de un amor sensible, pues el corazón de Cristo vivo
es dotado de la facultad sensitiva como nuestro corazón; palpitante y pulsante por las varias
motivaciones y afectos de ánimo, por la caridad de la doble voluntad (humana y divina), por
los varios impulsos de los sentidos particularmente su rostro un espejo de aquellos afectos.
El corazón de Cristo es al mismo tiempo perfectamente humano y humanamente perfecto,
debe ser reconocido como el modelo de todos los corazones, pues sabe unir la infinita
distancia que existe entre el ser soberano de Dios y el ser débil y pobre de las creaturas, no
impide que el corazón divino de Cristo sea constituido en una persona humana. Cristo tiene
un corazón humano, igual al nuestro. En Cristo, se descubre necesariamente la persona
divina, que es principio de sus actividades humanas, siendo el origen primordial de los
sentimientos humanos de Jesús lo infinito de su persona divina, es el infinito de una persona
que actúa a través de la finitud de la naturaleza humana, lo que nos ayuda a comprender
mejor cómo la divinidad y la humanidad; lo eterno y lo finito; lo trascendente y lo
contingente en la persona de Cristo se unen.
El corazón de Cristo refleja la imagen de la Divina Persona del Verbo, y es imagen también
de sus dos naturalezas; la humana y la divina; y así en El podemos considerar no sólo el
símbolo, sino también, la síntesis de todo el misterio de nuestra Redención. El corazón de
Cristo contiene el secreto de todo el comportamiento divino: una omnipotencia que se dona
en un humilde amor, la trascendencia y soberanía de Dios se manifiesta en algo sensible
para hacer comprender a los hombres la inmensidad del don de su Hijo.
El amor de Jesús es un amor que se expresa con palabras, sentimientos y gestos humanos,
con los que muestra ser verdadero hombre. Con su palabra quería comunicar a los que
escuchaban los pensamientos humanos más justos y verdaderos; con sus sentimientos
deseaba ayudar y animar aquellos que tenían necesidad de afecto; con sus gestos salvíficos,
quería anunciar la salvación espiritual, devolver a los cuerpos enfermos plenitud de salud y
de vida como signos de una vida más alta y plena, por lo que se puede decir que Jesús es un
verdadero ¨médico integral¨, porque es capaz de curar, de sanar y de salvar, devolviendo la
salud física, psíquica, moral y espiritual, abriendo los ojos de la carne y del espíritu para
reconocerlo y a la vez devolviendo y reintegrando a los enfermos a su mundo relacional de
acogida y pertenencia. Jesús identifica su actividad con la de un médico cuya función se
ordena a la curación integral de los enfermos, pues ve también su salvación.
2. Siendo la originalidad de Jesús el poder curar y sanar al hombre entero, porque no sólo es
¨médico de los cuerpos¨, sino también de las ¨almas¨.
Su actitud misericordiosa es la medicina especial hacia los enfermos. Él se acerca a los que
sufren, los acoge, escucha, consuela, los toca, les impone las manos, los unge, ve su interior y
su fe, los cura en su cuerpo y también en su alma, despertando en ellos la confianza radical
en la llegada del Reino. Jesús se conmueve acogiendo, transmite la fe y la salvación curando,
y sana perdonando, por lo que Jesús actúa como verdadero ¨médico¨, que cura eficaz e
integralmente.
El modo de acercarse Cristo con los enfermos, manifestando su compasión humana, y
ejerciendo su poder divino para curarlos, convence el ÉL era el Mesías esperado. Además, no
sólo ejercita su omnipotencia divina curando todas las enfermedades, sino que también
entra profundamente en el drama del sufrimiento humano, y se hace solidario con todos
aquellos que sufren. Jesús realiza su más plena acción curativa cuando descubre el sentido
de la enfermedad y del dolor en su pasión, muerte y resurrección, es decir, en el misterio
pascual, misterio donde Dios ha recreado al hombre haciéndolo hijo y le ha dado la garantía
de unos cielos nuevos y tierra nueva, invirtiendo el sentido ciego de la enfermedad y el dolor
mediante su amor redentor; Él hace entrega de si vida en la cruz como acto de servicio y
solidaridad radical con todos los que sufren en este mundo. ¿Se puede afirmar que la
actividad curativa y sanante de Jesús se orienta al misterio pascual a favor de los hombres?
La cruz y resurrección de Cristo afirman que el poder sanador de Dios no queda fuera y por
encima de la realidad del sufrimiento humano y de la creación, llevando luz y esperanza
hasta los últimos rincones oscuros y desesperantes.
En las palabras, actos, enseñanzas, milagros y especialmente en las obras que más
claramente expresan su amor hacia nosotros (la institución de la eucaristía, su pasión, etc.)
hemos de ver otras tantas pruebas de amor, y meditar los latidos de su Corazón, con los
cuales quiso medir los instantes de su terrenal peregrinación hasta entregar el Espíritu.
Mas, Cristo primero en ofrecerse en sacrificio incruento sobre la cruz en el calvario, se ofrece
también en el sacrificio de la Cena, que le permite alargar indefinidamente en el tiempo y
espacio el don que quiere hacer de sí mismo.
Él tiene sólo una vida y puede morir sólo una vez, pero su corazón se expande más allá de su
vida terrena y quiere perpetuar y multiplicar su sacrificio, encontrando así su medio genial y
misterioso de quedarse en agonía hasta el final del mundo para renovar continuamente, a
favor de los hombres, su pasaje de la muerte a la resurrección.
Jesús tenía un corazón humano destinado a favorecer el crecimiento de los otros corazones,
a manifestar una profunda solidaridad con todos los hombres, a difundir en el mundo una
mentalidad de amor reciproco y de buen entendimiento.
3. El corazón de Jesús debía ser el punto de partida de un nuevo impulso de amor fraterno en
la humanidad. Y para desarrollar esta tarea, el corazón de Cristo debía ser un corazón
humano; más no se puede olvidar que, para cumplir su misión sobre la tierra, debía ser un
corazón humano de una persona divina. ¨El corazón de Jesús es ese don total y constante del
padre a cada ser humano; un don que recibe quien se abre y se deja poseer por su amor.
¨Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado
nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y dalo a conocer con nuestra palabra y
obras es nuestro goz0¨ (DA29). Hemos recibido el mejor regalo en el corazón de Cristo, hay
que hacerlo nuestro para que sea lo mejor de nuestra vida y lo demos a conocer con
verdadero gozo y alegría.