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DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE
FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE
Real Academia de Ciencias
INTRODUCCIÓN
No es nuestro propósito, dadas las limitaciones de un en-
sayo de este tipo, desarrollar la teoría de cada uno de los
términos que aparecen en el título, ya que cada uno de ellos
podría dar lugar, por si solo, a una monografía. Queremos,
sobre todo, ilustrar la relación que existe entre todos ellos
y marcar las estrechas fronteras que existen entre estos
cuatro conceptos.
Laplace, casi al principio de su obra Ensayofilosóficoso-
bre lasprobabilidades (1814) comenta, en lo que parece una
apología del determinismo:
[...] Si concebimos una inteligencia que en un instante
determinado abarca todas las relaciones entre todos losen-
tes del universo -una inteligencia lo suficientemente am-
plia que permitiera someter estos datos al análisis—ésta po-
dría establecer las posiciones respectivas, el movimiento y
las propiedades generales de todos estos entes, desde los
mayores cuerpos del universo al menor de los átomos;para
ella nada sería incierto y el futuro así como el pasado esta-
rían presentes ante sus ojos.
Con esta frase Laplace resume la idea de determinis-
mo en la necesidad del conocimiento perfecto de las le-
yes naturales y de las condiciones iniciales; lo que, a
menudo, se ha tomado como una afirmación de la con-
cepción puramente determinista que Laplace tenía del
universo. Sin embargo, más adelante en la misma obra
comenta: «La teoría de la probabilidad debería ser ele-
vada al rango de los asuntos más importantes del co-
nocimiento humano»; que no son, precisamente, las pa-
labras de un determinista acérrimo. No debemos olvidar
que Laplace fue el autor que sentó las bases matemáti-
cas del moderno cálculo de probabilidades con la pu-
blicación de su Teoría analítica de las probabilidades
(1814).
Casi cien años más tarde, Poincaré, hablando del azar,
comenta en su libro Ciencia y Método (1908): «Una pe-
queña causa, que apenas percibimos, determina un gran
efecto que no pasa desapercibido, y entonces decimos
que el efecto se debe al azar. Si pudiéramos conocer con
exactitud las leyes de la naturaleza y la situación del uni-
verso en el instante inicial, podríamos predecir exacta-
mente la situación del mismo universo en un instante
posterior. Pero, incluso en el caso de que las leyes natu-
rales no tuviesen secretos, sólo podríamos conocer las
condiciones iniciales de modoaproximado. Si eso nos per-
mitiese predecir la situación posterior con el mismogra-
do deaproximación, no haría falta más, diríamos que el fe-
nómeno se predijo y que está regido por las leyes. Pero no
siempre sucede así; puede ocurrir que pequeñas diferen-
cias en las condiciones iniciales produzcan diferencias
muy grandes en el fenómeno último; un pequeño error
en las primeras se convertiría en uno enorme en el últi-
mo. Se hace imposible predecir y tenemos un fenómeno
fortuito».
Con estos comentarios, Poincaré se adelantó unos setenta
años a la aparición de una de las disciplinas que ha expe-
rimentado un mayor auge en las últimas décadas y que, se-
gún sus defensores, promete convertirse en uno de los hi-
tos científicos del siglo XX. Hablamos, naturalmente, de
la teoría del caos.
El ejemplo siguiente, conocido como el de la mesa debi-
llar, nos proporciona una pista sobre cuándo, o en qué
condiciones, un sistema determinista puede tener un com-
portamiento caótico.
Ejemplo de sistema no caótico
Supongamos una mesa de billar cuadrada -el que sea cua-
drada, en vez de rectangular no tiene ninguna importan-
cia para el desarrollo del ejemplo-. Desde la esquina in-
ferior izquierda se lanza una bola en dirección hacia el
lado derecho formando un cierto ángulo, con una cierta
velocidad fija. Se supone que no hay rozamiento y que la
bola rebota según las leyes de la reflexión.
La figura 1.1 muestra las trayectorias de dos bolas cu-
yos ángulos de lanzamiento difieren muy poco (una mi-
73
FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE
Ejemplo de sistema caótico
Fig. 1.1.- Mesa de billar. El ángulo inicial entre las trayectorias de las
dos bolas es de 0.001 radianes. Las trayectorias son prácticamente
indistinguibles.
0.015
0.0125
0.01
0.0075
0.005
0.0025
0 -
Distancia
0 2.5
entre las
y
5 7.5
posiciones
10 12.5 15
Tiempo
Fig. 1.2.- Evolución en el tiempo de la distancia angular entre las po-
siciones de las dos bolas. Se puede observar el carácter lineal de esta
distancia.
lésima de radián). Al cabo del tiempo las dos trayectorias
se van separando lentamente de modo que la distancia
angular entre ellas aumenta de forma lineal, tal como se
aprecia en la figura 1.2, y la posición de las bolas se pue-
de predecir en cualquier instante de tiempo futuro con
toda precisión.
Supongamos ahora que hay un obstáculo, por ejemplo,
en el centro de la mesa, tal como se representa en la figu-
ra 1.3, mediante un círculo, donde la bola rebota cada
vez que alcance su circunferencia. Lo que ocurre, cuando
se tropieza con el obstáculo, es que el ángulo de rebote es
el triple del ángulo de incidencia, con lo que las trayectorias
de las dos bolas se comportan de la forma que ilustra la
figura 1.3, es decir, de un modo caótico. Las trayectorias
divergen rápidamente y la predicción de su posición, a
largo plazo, se hace prácticamente imposible.
Fig. 1.3.- Mesa de billar con un obstáculo. El ángulo inicial entre las
trayectorias de las dos bolas es de 0.001 radianes. Las trayectorias
divergen rápidamente.
Además, el comportamiento caótico anterior se produ-
ce independientemente del tamaño y de la forma del obs-
táculo aunque, como parece intuitivo, el tiempo que tar-
da en producirse la divergencia entre las trayectorias -y, por
ende, el comportamiento irregular o caótico-, será ma-
yor cuanto menor y menos irregular sea el obstáculo. La
figura 1.4 muestra el comportamiento no lineal de la dis-
tancia angular entre las dos trayectorias.
Este ejemplo es característico del comportamiento de un
sistema dinámico que evoluciona a lo largo del tiempo, li-
nealú.no hay obstáculo y en este caso es posible predecirlo
con exactitud, y no linealcasode que haya un obstáculo,
en el cual no es posible hacer predicciones a largo plazo.
0
0.1
0
2
5
1
0.05
0
Distancia
•
3 2
entre
4
las
^~
6
posiciones
I
J
8 1C
Tiempo
Fig. 1.4.- Evolución en el tiempo de la distancia angular entre las po-
siciones de las dos bolas. Se puede observar el carácter no lineal de
esta distancia.
74
DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE
CAOS DETERMINISTA
En esta sección no pretendemos desarrollar la teoríadel
caos determinista —mejor diríamos de la teoría de los sis-
temas dinámicos nolineales- ejemplificada porlamesade
billar, sino comentar algunos aspectos del mismo relacio-
nados, sobre todo, conlaaleatoriedad, a través delconcepto
de medida invariante, mediante algunos ejemplos.
Brevemente ydemodo informal, quenoobstante noevi-
ta el queutilicemos ciertos tecnicismos, podemos definir
un sistema caótico como unsistema dinámico nolineal —lo
que constituye un ingrediente básico para garantizar la
presencia delcaos—tal que, siseparte decondicionesini-
ciales localizadas en unacierta región, todas lastrayecto-
rias quesegeneran están uniformemente acotadas; pero,
de talmodo que, aunque al principio están muy próximas,
con el tiempo unas divergendeotras demodo exponencial
y, sinembargo, todas lastrayectorias poseen lasmismaspro-
piedadesestadísticas. De modo que una trayectoria gene-
rada por un sistema determinista caótico se asemeja ala
realización de un cierto proceso estocásticoo serie temporal.
Vemos así que ciertas formas de determinismo pueden
originar comportamientos caóticos que,a su vez, se ase-
mejan a procesos aleatorios.
Los aspectos importantes asociados a la presencia del
caos determinista son:
• La no linealidad del sistema.
• Lapérdida deprecisión, decarácter exponencial, en la
predicción.
• La imposibilidad depredecir a largo plazo.
• El saber cómo secomportan las trayectorias.
• El conocer las propiedades estadísticas de las trayec-
torias, caso de que presenten alguna regularidad de
tipo estadístico.
Un método sencillo de generar o simular sistemas di-
námicos nolineales esmediante laiteración sucesiva de una
función nolineal/: S —> S,partiendo de un punto inicial
xfí e S, es decir, generando la sucesión x{),xx, ..., xt, ...,
donde
•*t+i - f(x
i) °>de modo equivalente xltl =/(/+
"(x0).
La trayectoria, que depende del valor inicial xí),se ob-
tiene uniendo lospuntos de lasucesión ((1, xj, ..., (í, x),
...).
Un ejemplo que ilustra la definición anterior es elsi-
guiente, conocido como modelo de la tienda de campa-
ña. En la figura 2.1 se aprecia el comportamiento caóti-
co de la trayectoria.
Ejemplo 2.1: Modelo de «Tienda de campaña»
xl I CO para 0 < x, < CO
Fig. 2 . 1 . - Gráfico de la tienda de campaña y trayectoria generada
por el modelo de tienda de campaña para co = .40 y x0 = .19.
La sensitividad del modelo a las condiciones iniciales
queda ilustrada por el gráfico de lafigura2.2.
No solamente las tres trayectorias presentan un com-
portamiento irregular o caótico sino quedivergen muy rá-
pidamente unas deotras alvariar muy poco elvalor inicial
xf)loque, a largo plazo, invalida lapredicción pormuy pre-
ciso queseaeste valor inicial. Pero, porotra parte, el aná-
lisis estadístico de las trayectorias demuestra que,a pesar
de sucarácter puramente determinista, secomportan como
realizaciones del mismoproceso estocástico, por lo que, por
otra parte, se pueden hacer predicciones probabilísticas.
De modo quepodemos decir que ciertas formas decaos de-
terminístico devienen en fenómenos aleatorios.
Con mayor precisión, podemos afirmar quelastrayec-
torias generadas porel modelo detienda decampañatie-
nen las mismas propiedades estadísticas -función espec-
tral empírica yfunción deautocorrelación- queel proceso
autorregresivo de orden unoAR{ 1)
y.•t+í=(2(O-l) y,
V, =/(*,)=•
(1 - xt) / (1 - CO) para CO< x, < 1
Fig. 2.2.-Tres trayectorias generadas por (2.2), para cu= .40 y para
tres valores Iniciales: a) x0 = .19, b)x,¡= .1901, c) xLI = .190001.
donde los errores {£,} son i.i.d. De modo quesi C0= 1/2,
las trayectorias generadas porelmodelo detienda decam-
paña secomportan como un ruido blanco.
Para CO = 1/2, y para casi todas lascondiciones iniciales
xtt, severifica que
75
FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE
# | x , , <t<T; xt e[a,b]}
> b —a
T
es decir, a largo plazo, laserie temporal originada por una
realización delmodelo detienda decampaña, cuando CO = 1/2,
oscila enel intervalo [0,1]según unadistribución unifor-
me, queesladenominada medida invariantedel modelo.
La figura 2.3,que solamente muestra lasucesión decien
puntos generada porel modelo de tienda de campaña
cuando CO =.5>GLyxa=0.19, ilustra elparágrafo ante-
rior enelsentido deque,dentro delabanda (a,b),cuyaan-
chura es0.2, laproporción depuntos queestán dentrode
ella esaproximadamente 0.2yqueademás esta proporción
no depende delos valores ay bsiempre que laanchuradel
intervalo sea 0.2.
1
0.8
0.6
0.4
0.2
L
20 40
• •
•
• -
60
•
*
•
80
• •
•
100
b
a
Fig. 2.3.- Sucesión generada por el modelo detienda de campaña
cuando w= .5 > íw.yxo = .19.
La figura 2.4muestra elhistograma correspondiente a
la serie de 10.000 valores dex,que, denuevo, ilustra la uni-
formidad delamedida invariante.
A diferencia deotros modelos dinámicos nolineales,
como ellogístico, elmodelo (2.2) «oproduce trayectorias
periódicas para casi ningún valor del parámetroCO.
La pérdida deprecisión enlapredicción, partiendode
un estado inicial xo±E,crece exponencialmente a medi-
da queelvalor deí crece demodo que,tras cierto tiem-
po, loúnico quesesabe dex{esque está en [0,1]; estoim-
plica capacidad potencialáe. predecir concerteza sólo si x{)
se puede medir conprecisión infinita.
El segundo ejemplo desistema caótico esel conocido
modelo logístico, delqueúnicamente ilustramos su com-
portamiento caótico enla figura 2.5para elvalor del pa-
rámetro CO =3.75. Suimportancia para nosotros severá
al final delasección siguiente, donde sedalaexpresión
de lamedida invariante delmismo para CO = 4.
Ejemplo 2.2: Modelo logístico
*,+i =f(x,)=wx,(l-x,)
x¡ e[0,l] we[0,4]
1
0.8
0.6
0.4
0.2
/
0
z.
L., ••m
•
iiii i
Y 0.4 u".6~~0.8
1
 0 20 40 60 80 100
1
Fig. 2.4.- Histograma correspondiente a la serie de 10.000 valores
dex,, queilustra la uniformidad de la medida invariante.
Fig. 2.5.- Gráfico decomportamiento caótico de lastrayectoriasdel
modelo logístico cuando w = 3.75> « „ yx0 = 0.05.
Nota. Alnúmero ($„ =3.569945557 ... sele conoce
con elnombre de constante deFeigenbaum, enhonor a su
descubridor M. Feigenbaum en 1975, yestablece elvalor
de laconstante CO apartir delcual elcomportamiento del
modelo logístico escaótico.
DEL DETERMINISMO AL AZAR, PASANDO POR EL CAOS
Los dos ejemplos siguientes ilustran, de modo feha-
ciente, larelación entre eldeterminismo, elcaos, elazar
y laincertidumbre, yaanticipado porPoincaré.
En el primer ejemplo nosreferimos a la teoría mate-
mática dellanzamiento demonedas. ¿Por qué decimos
que unamoneda esaleatoria?
Está claro quelasmonedas nosonaleatorias; conesto,
solemos referirnos a que,cuando éstas selanzan, no po-
demos prever suresultado.
Cuando selanza unamoneda, ésta tiene unaciertave-
locidad inicial y uncierto espín queesloque,deacuer-
do con lamecánica clásica, determina elcómo vaacaer.
No haynada aleatorio eneste proceso. J.B.Keller yR Dia-
conis, entre otros, estudiaron este problema yllegaron a
la conclusión deque lo que realmente ocurre esque el
76
DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE
plano en que se representan las dos variables, la velocidad
inicial y el espín de la moneda, queda particionado en re-
giones, de modo que si los valores de las variables están en
una región la moneda cae tal como se lanzó y si están en
la región contigua cae al contrario y así, de modo análo-
go y alternativamente, ocurre con todas las regiones.
Fig. 3.1.-Fronteras hiperbólicas que separan caras de cruces, don-
de v representa la velocidad inicial, g es la constante de gravitación
y (oes el número de revoluciones por segundo.
Las regiones resultantes, tal como muestra la figura 3.1,
tienen contornos con forma de hipérbolas y, a medida
que aumentan la velocidad y el espín, las regiones se apro-
ximan más y más, de modo que pequeños cambios en las
condiciones iniciales determinan que el resultado del lan-
zamiento sea cara o cruz. Este análisis explica el porqué una
moneda es aleatoria y el porqué, aunque se conozcan con
muchísima precisión las condiciones iniciales, el resulta-
do final va a ser aleatorio, es decir, no se puede predecir.
Situación análoga a la de los modelos deterministas no li-
neales que, bajo ciertas condiciones, generan caos.
Otro aspecto muy importante que revela el análisis pre-
cedente es que si el número de revoluciones por segundo
es pequeño, aproximadamente 15, como cuando se lan-
za una moneda a una altura de unos 30 cm, entonces los
resultados sucesivos del lanzamiento de la moneda están
correlados. Esta correlación es del orden de 0,1, lo que
supone una correlación nada despreciable, que podría
usarse para jugar con ventaja. Como cabe esperar, la co-
rrelación disminuye a medida que aumentan los valores de
ambas variables, de modo que los resultados de sucesivos
lanzamientos tienden a ser independientes.
Otro problema interesante relacionado con los juegos de
azar -que, como es bien sabido, históricamente constitu-
yen los orígenes del cálculo de probabilidades- es el de
determinar cuántas veces es necesario barajar un mazo
de cartas para que su orden se pueda considerar aleato-
rio. La respuesta es sorpredente y es siete. Sin embargo, la
solución de este problema entraña el utilizar herramien-
tas matemáticas muy sofisticadas como son los caminos
aleatorios sobre grupos simétricos, la convolución de
distribuciones de probabilidad y el análisis de Fourier no
conmutativo.
El haber traído a colación estos ejemplos se ha hecho con
el fin de ilustrar el porqué el razonamiento matemático,
e incluso las partes más teóricas de la matemática, pueden
desentrañar o, cuando menos, arrojar luz sobre proble-
mas cotidianos, de aspecto sencillo, y que son fácilmente
comprensibles.
El ejemplo siguiente ilustra el papel de laprobabilidad
personalo subjetiva, en una situación puramente deter-
minista y que, sorprendentemente, sirve para justificar el
punto de vista necesario de la probabilidad que es el que
comúnmente se utiliza en los cursos elementales de cálculo
de probabilidades cuando postulamos, muchas veces de
modo poco convincente, la existencia de supuestas sime-
tríasen problemas de dados, urnas y bolas.
Este ejemplo ya se encuentra en la segunda edición del
Calad des Probabilités de Poincaré (1912) y parece ser que
ha sido el origen de la aplicación de la teoría de la proba-
bilidad a cuestiones de la Física.
Fig. 3.2.- Representación esquemática de la rueda de Poincaré.
Supóngase que a una rueda de una bicicleta bien en-
grasada se le da un espín vigoroso y se la fotografía al cabo
de 10 segundos. ¿Qué se puede decir de la posición angular
S de alguna señal de la periferia de la rueda, como, por
ejemplo, la válvula?
Si la velocidad angular inicial de la rueda es de Vovuel-
tas por segundo y se desprecia el rozamiento, y 5 se mide
en fracciones de vuelta, de modo que tome valores en el
intervalo [0,1], entonces
5= 10K, (mod 1);
77
FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE
es decir, tras un lapso de 10 segundos, 5 es la parre frac-
cionaria de 10Vu.
¿Cuál es la probabilidad de que, por ejemplo, 5 esté en-
tre 1/3 y 2/3? Si se conoce con exactitud la velocidad ini-
cial Vf), la pregunta no tiene sentido, ya que no hay nada
de aleatorio en S. Si, por ejemplo, Vn= 5.4321, entonces
S = 0.321, que no está entre 1/3 y 2/3.
Pero, de ordinario, hay incertidumbre en Vü. Si se intenta
que el espín de la rueda sea aproximadamente de 10 re-
voluciones por segundo, por mucho que se haya conse-
guido un alto grado de habilidad en este menester, siem-
pre habrá alguna incertidumbre en el valor de Vo en el
momento de soltar la rueda.
Esta incertidumbre se puede reflejar por alguna densi-
dad de probabilidad tal como las que se representan en la
figura 3.3, e incluso por otras que tengan mayor disper-
sión. El área de la región sombreada es pues la probabili-
dad de que S esté entre 1/3 y 2/3.
10.2 103 104
9.7 9.8 9.9 10 10.1 10.2 10.3 10.4
Fig. 3.3.- Densidades de probabilidad de la velocidad angular inicial,
Va, de la rueda (en revoluciones por segundo). Ambas representan
mucha incertidumbre sobre el valor de Vo.
De la figura se desprende que la probabilidad de que 5
esté entre 1/3 y 2/3, que corresponde al área sombreada,
es aproximadamente 1 /3 y que, con mayor generalidad, S
tiene una distribución aproximadamente uniforme en el
intervalo [0,1]. En particular, personas con opiniones muy
diferentes sobre Vu,es decir, con funciones de densidad para
V^que sean muy distintas, pueden tener funciones de den-
sidad casi idénticas para S con la única condición de que
sus opiniones sobre Vosean suficientemente imprecisas.
Es esencial darse cuenta de que la distribución unifor-
me de Ses solamente aproximada y que se deduce de cier-
tas hipótesis. Algunas son físicas, aunque bajo una gran di-
versidad de condiciones físicas se obtendrían resultados
análogos; y otras son personalistas, es decir, se refieren a
la opinión que tiene la persona sobre la velocidad inicial
Vtt. La conclusión no es válida para aquellas personas que
están muy seguras de cuál es la segunda cifra decimal de
VH,como ocurriría si esa persona hubiera desarrollado una
habilidad extrema o si el modo de aplicar el espín a la rue-
da se realizase con un aparato especial, tal como ilustra la
figura 3.4. En este caso, la probabilidad de que 5 esté en-
tre 1/3 y 2/3 es aproximadamente 0.175, en vez de 1/3.
9.7 9.8 9.9 0 0. 0.2 0.3 0.4
Fig. 3.4.- Densidad de probabilidad de la velocidad angular inicial,
Vo, de la rueda (en revoluciones por segundo), que representa mucha
precisión o poca incertidumbre sobre Vu.
La convergencia de muchas opiniones diversas sobre
algo, mas no de todas -en este caso, la velocidad inicial de
la rueda—, hacia una conclusión similar —la de que S se
distribuya uniformemente— es un fenómeno de la mayor
importancia y, representa una explicación muy razona-
ble, al igual que ocurría en el caso del lanzamiento de una
moneda, del punto de vista necesario de la probabilidad,
que es la que se utiliza generalmente en los juegos de azar.
Los dos ejemplos considerados se pueden generalizar
de modo que las ideas intuitivas que tenemos sobre la
asignación de probabilidades a dados, ruletas y otros me-
canismos de azar se pueden deducir a partir de argumen-
tos similares.
En opinión de Savage (1973), es el espíritu de este ejem-
plo el que introduce la probabilidad en la mecánica esta-
dística clásica. Los sistemas dinámicos de que trata esta
rama de la Física son tautológicamente tan deterministas
como la rueda de Poincaré; pero, como en este ejemplo,
incluso una pequeña duda acerca de las condiciones ini-
ciales da lugar, al cabo de un cierto tiempo relativamen-
te corto, a las conocidas distribuciones de los parámetros
macroscópicos de la mecánica estadística. La gran com-
plejidad de los sistemas mecánicos que contienen muchas
partículas es la puerta de entrada a la aplicación de la teo-
ría de la probabilidad a tales sistemas, lo cual parece co-
rrecto; pero, precisamente funciona porque es muy difí-
cil conocer las condiciones iniciales con precisión y porque
lo poco que se pueda conocer de la posición detallada del
sistema en cualquier instante dado se difumina con inu-
sitada rapidez.
En los dos ejemplos considerados es la incertidumbre so-
bre los valores inciales del modelo físico lo que hace que
78
DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRH
parezca aleatorio el resultado de lanzar una moneda y la
posición de la válvula, respectivamente.
Curiosamente, en ambos casos la distribución límite es
uniforme: discreta en el caso de la moneda y continua en
el de la rueda de Poincaré. Estos resultados no se pueden
extrapolar a otros ejemplos ya que, en general, el com-
portamiento ergódico o límite viene descrito, como ya
hemos comentado, por la medida invariante, que no es
necesariamente uniforme. Así, para el modelo logístico,
xr+1 = 4x, (1—x,), la medida invariante resulta ser la distri-
bución arco-seno o la beta (0.5,0.5).
Fig. 3.5.-Trayectoria, para 7= 200y para el valor inicial xo= 0.1, ge-
nerada por el modelo logístico caótico x^.,= 4 x,(1-x,).
Figura 3.6.- Histograma correspondiente a la serie de 10.000 valores
de x, generada por el modelo logístico x,+1=4x, (1-x,). Superpuesta
está la densidad de la medida invariante: la distribución arco-seno
o Beta(1/2,1/2).
Obsérvese, en la figura 3.5, cómo las trayectorias visi-
tan los valores extremos 0 y 1 con mucha mayor frecuen-
cia que los valores centrales próximos al 0.5, lo que que-
da reflejado claramente en el histograma de la figura 3.6.
Nos encontramos de nuevo, en estos ejemplos, con la
imposibilidad de predecir con exactitud, tal como ocu-
rría en los sistemas dinámicos no lineales antes conside-
rados, en los que el comportamiento de las series por ellos
generadas se vuelve caótico para ciertos valores del pará-
metro y su límite viene determinado por el teorema er-
gódico. En estas circunstancias, sólo podemos hacer pre-
dicciones probabilísticas.
LOS MÉTODOS DE MONTE CARLO
Un aspecto muy interesante de la relación entre el de-
terminismo y el azar nos lo proporcionan los llamados
métodos de Monte Cario. El que se puedan calcular can-
tidades deterministas de modo aproximado, como el valor
de una integral definida múltiple, o el valor aproxima-
do de un número perfectamente conocido como, por
ejemplo, el número 71 mediante el simple recurso a la
simulación de números aleatorios, llama poderosamen-
te la atención.
Pero, ¿existen números aleatorios en la realidad?, ¿cómo
se puede saber si un conjunto de números es realmente alea-
torio, o simplemente se comporta como tal? La respues-
ta a estas preguntas no es sencilla, a pesar de que hay
muchos procedimientos para generar números pseudoa-
leatorios y un arsenal de contrastes estadísticos de aleato-
riedad.
La génesis de los métodos de Monte Cario se debió, en
primer lugar, a la imposibilidad de obtener soluciones
analíticas de ciertos sistemas estocásticos complejos y, so-
bre todo, a la aparición de los primeros ordenadores di-
gitales a finales de los años cuarenta.
Durante estas últimas décadas, para realizar simulacio-
nes por el llamado método de Monte Cario, los estadís-
ticos han venido utilizando algoritmos de generación de
números pseudoaleatorios que, en esencia, no son otra
cosa que funciones iterativas no lineales que muestran un
comportamiento caótico. La mayoría de estos algoritmos
utilizan congruencias lineales y su código, inmerso en el
compilador, no suele ser accesible, de modo que la alea-
toriedad de los números que producen ha de contrastar-
se mediante tests estadísticos. No obstante, la idea de es-
tos métodos es la de reproducir el ideal estadístico de la
independencia a través del determinismo. Generalmen-
te, estos métodos se basan en congruencias lineales de la
forma
x:ti = b (mod ni)
para diversos valores enteros de a, bymy elección arbi-
traria del valor inicial x0.
Debido a la creciente importancia que los métodos
de simulación o de Monte Cario tienen hoy día para el
estudio de modelos complejos que no pueden analizar-
se de modo analítico conviene, aunque sólo sea de paso,
hacer una breve reseña histórica de los procedimientos
para obtener números pseudoaleatorios como son las
tablas de números aleatorios y los generadores de nú-
meros pseudoaleatorios y también de los problemas que
plantean.
Cuando yo era estudiante todavía se utilizaban las tablas
de números aleatorios. Curiosamente muchas de ellas se
obtuvieron a partir de números perfectamente determi-
nados, como las de Fisher y Yates (1943), construidas con
las cifras de los lugares 15 y 19 de las tablas de logaritmos
de 20 cifras decimales de Thompson. Otras se construyeron
79
FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE
a partir de procedimientos, aparentemente más aleatorios,
como las de Kendall y Babington Smith (1940) que se
basaban en una vanante de la rueda de Poincaré.
Como detalle anecdótico comentaré que en 1954,en
nuestro país, Royo y Ferrer construyeron una tabla de
250.000 dígitos aleatorios basada en los resultados de la
Lotería Nacional. Está claro que estos procedimientos,
aparte de ser poco útiles, no garantizan la aleatoriedad de
sus dígitos. Lossistemas físicos de carácter analógico para
generarlos tampoco parecen ofrecer el ideal estadístico
que uno espera.
El primer procedimiento ideado para ser aplicado a un
ordenador digital se debió al gran matemático John von
Neumann y consistía en elevar al cuadrado un número
grande, extraer las cifras centrales del número resultante
y volver a elevarlo al cuadrado y proceder así sucesiva-
mente. La sucesión de dígitos resultante se comportaba
de un modo razonablemente aleatorio aunque se produ-
cían ciclos de carácter repetitivo relativamente cortos, que
invalidaban muchas de las simulaciones.
La primera generación de ordenadores personales IBM
XI disponía de un generador de números pseudoalea-
torios para el intérprete de BASIC que tenía serios pro-
blemas de correlación, como muestra la figura 4.1,e
incapaz de pasar los tests estadísticos de aleatoriedad
más simples.
Fig. 4.1.- Elprimer generador denúmeros pseudoaleatonosdel MS
BASIC. Gráfico de 10.000 puntos de coordenadas (rnd2n
, rnd2nf]
),
donde rnd es la función generadora de números aleatorios del
Basic de Microsoft.
Los generadores de números pseudoaleatorios de lasi-
guiente generación, como laversión actual delTurboPAS-
CAL, probablemente basados en aritmética módulo 2P
,
producen secuencias quepueden presentar anomalías tan
sutiles quela mayoría de los tests estadísticos no suelen de-
tectarlas. Sin embargo, la figura siguiente muestra que
existe una patología quesólo se presenta visualmente sien
la pantalla se elige el número de pixels como una poten-
cia de dos; de otro modo, la evidente anomalía pasa to-
talmente desapercibida.
Fig. 4.2.-Elúltimo generador denúmeros pseudoaleatoriosdel TUR-
BO PASCAL.Gráfica de unasucesión depares denúmerosaleatorios
consecutivos representados en una pantalla de 256 x 240 pixels.
El comportamiento de estos u otros algoritmos similares
plantea serios e importantes problemas, ya que debido
al enorme crecimiento de la velocidad de cálculo de los
ordenadores, que permiten simular modelos de asom-
brosa complejidad, sevan a usar cada vez más los proce-
dimientos de simulación. De modo quedisponer debue-
nos generadores de números pseudoaleatorios es una
necesidad real. Pero, ¿cómo podemos contrastar laalea-
toriedad de estos algoritmos? ¿Disponemos de algún
algoritmo o método de generación de números pseu-
doaleatorios oficialmente sancionado; es decir, de unare-
ferencia?
¿Qué ocurriría si todas lassimulaciones producidas por
el método de Monte Cario en el siglo venidero estuvieran
basadas en ese estándar y alguien descubriese que hayun
fallo terrible?
Nos encontramos, pues, en un callejón sin salida
aparente. Es el precio que hay que pagar para conver-
tir el determinismo en caos estocástico. No obstante,
la búsqueda de algoritmos que producen secuencias
de números que mejor representen la aleatoriedad con-
tinúa.
Uno de los métodos más recientes es el llamado gene-
rador de 32 bits mínimo estándar xn =/"(x0), donde
/(*) = 16807* (mod 2147483647)
Este generador de números aleatorios ha recibido las
bendiciones de Donald Knuth quien -aparte de haber he-
cho a la comunidad científica ese regalo maravilloso que
es el lenguage tipográfico TEX— es la autoridad indiscu-
tible en la materia y sus autores afirman que es demostra-
blementealeatorio, sin que esté muy claro lo que esosig-
nifica.
80
DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE
El reciente CDROM de números aleatorios de Marsa-
glia representa actualmente lo último en la metodología
de generación denúmeros pseudoaleatorios. Eldisco, dis-
tribuido por la Florida State University a un precio sim-
bólico, incluye además la batería de tests de aleatoriedad
deDiehard(1995).
EL CAMINO DE VUELTA: DE LAALEATORIEDAD
AL DETERMINISMO, SINPASAR POR ELCAOS
Hemos visto cómo algunos fenómenos puramente de-
terministas devienen en caos, y cómo frecuentemente este
comportamiento caótico posee aspectos aleatorios carac-
terizados porsu comportamiento ergódico a través dela
medida invariante. No parece pues descabellado pregun-
tarse sieste proceso sepuede invertir, demanera que sepue-
dan aplicar ideas probabilísticas, quesonlasque regulan
los fenómenos aleatorios, a resolver problemas determi-
nísticos complejos, lo que nos lleva a plantearnos las si-
guientes cuestiones.
¿Puede la teoría de la probabilidad ayudar a resolver
problemas puramente deterministas? En caso afirmativo,
¿cuál esla puerta deentrada dela aleatoriedad en los pro-
blemas deterministas?, ¿aqué coste seproduce?, ¿cuáles son
las ventajas?
La respuesta a las preguntas anteriores es que no so-
lamente la teoría de la probabilidad, sino más concre-
tamente la teoría de losalgoritmos probabilísticos,ayu-
da a resolver problemas puramente deterministas sino
que, en muchas ocasiones, es la única manera de hacerlo.
El cómo [hacerlo] suele ser,generalmente, mediante la
aplicación de los métodos de simulación o de Monte
Cario.
El precio quehayquepagar por resolver estos proble-
mas esque losresultados delasimulación tienen unapre-
cisión limitada, pero en la mayoría de los casos suele ser
más quesuficiente desde el punto devista práctico.
Las ventajas que presentan estos métodos es su coste
computacional relativamente bajo y la facilidad desu im-
plementación.
La relación entre los métodos deterministas y los pro-
babilísticos se ilustra muybien conlostres ejemplos que
siguen.
Ejemplo 5.1: Cálculo aproximado delnúmero Jl
por simulación
Aunque el problema de estimar el número K no tiene
ningún interés práctico, ahora quees posible determinar
71con decenas de miles de dígitos de precisión en pocos
segundos, la estimación de K por el método de Monte
Cario es ilustrativa delproceder de estos métodos.
La figura 5.1 ilustra la manera deproceder del método.
El área bajo el círculo, dentro del cuadrado unidad, es
exactamente 7t/4. Una manera de estimarla es simular n pa-
res de números aleatorios independientes del intervalo
Fig. 5.1.- Ilustración del método deMonte Cario para elcálculo apro-
ximado de 7t/4. La muestra depuntos aleatorios es de tamaño 5.000.
unidad («,, v{), {u^, v2),..., {un,vn),siendo n un número
grande, y calcular la proporción deaquellos queestán en
el interior del sector circular, es decir, de aquellos que
cumplen la condición M¡2
+ Í*,2
<1.
El valor estimado dejc/4, conesta muestra, fuede0.7882,
de modo quela estimación de 71sería 3.1528 que com-
parado con el valor de K con cuatro decimales, que es
3.1416, difiere aproximadamente en una centésima.
Ejemplo 5.2: Cálculo delaprobabilidad de un suceso
El segundo ejemplo esmás interesante, pues soluciona
un problema combinatorio muycomplejo que consiste
en calcular la probabilidad de queen un sorteo de la lo-
tería primitiva, una vez ordenados los seis números re-
sultantes del sorteo, haya al menos dos números conse-
cutivos.
El cálculo exacto de esta probabilidad requiere deter-
minar elnúmero total decasos favorables enlos que sepro-
duce el suceso y dividirlo por el total de casos posibles
que es el número combinatorio
49
= 13983816
La determinación del número de casos favorables es
un problema combinatorio bastante difícil. Sin embar-
go, si recurrimos a la simulación del sorteo un número
de veces muyelevado, podemos obtener dicha probabi-
lidad demodo aproximado. Enuna simulación de 10 000
sorteos, se obtuvo queen 4923 casos se produjo elsu-
ceso, de modo que la estimación de la probabilidad del
suceso es 0.4923.
Como en el ejemplo anterior, la precisión de esta esti-
mación secomentará másadelante.
81
FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE
Ejemplo 5.3: Estimación de una proporción
en un sondeo de opinión
El último ejemplo se refiere a las encuestas de opinión,
de sobra conocidas por todos y que, no obstante, el ciu-
dadano medio -es decir, el hombre de la calle-, todavía
las ve como algo sorprendente y misterioso.
Si queremos saber, por ejemplo, el tanto por ciento de
personas en el Estado español que están a favor de la su-
bida de un 10% en el precio del tabaco para el año 1999,
conocemos el modo de cómo obtener una respuesta útil
con un coste muy inferior al de realizar un censo com-
pleto de la población, simplemente recurriendo a las téc-
nicas del muestreo estadístico.
Lo más importante de la situación descrita es que no
hayen ella nada de carácter probabilístico. Está claro que
si queremos una respuesta exacta a la pregunta, la única so-
lución es recurrir a entrevistar a todo el censo poblacional.
Sin embargo, una respuesta útil no ha de ser necesaria-
mente exacta ya que una idea aproximada del verdadero
porcentaje, con un error de más menos un dos por cien-
to, es realmente útil para saber si la medida va a ser po-
pular o no.
La teoría de muestras nos dice que entrevistando a lo
sumo a 4147 personas, elegidas al azar, podemos estar
casi seguros (con una confianza del 99%) de que el por-
centaje que resulte de la muestra no diferirá del verda-
dero en más de un dos por ciento. Y lo que llama po-
derosamente la atención es que ese número no depende
del tamaño de la población encuestada; da lo mismo
que sean 38 millones de españoles que 1000 millones de
chinos.
Lo realmente importante es que podemos interpretar
la técnica clásica del muestreo estadístico como un algo-
ritmo probabilístico que sustituye a los algoritmos de
enumeración completa. En efecto, si imaginamos una
base de datos, del tamaño de la población censada, don-
de cada dato es un 1 o un 0 según se conteste afirmativa
o negativamente a la pregunta anterior, la manera de de-
terminar la proporción de l's es diseñar un simple algo-
ritmo de enumeración que lea toda la base de datos, sume
sus componentes y divida este resultado por el tamaño de
la base de datos. El algoritmo probabilístico elegiría al
azar 4147 elementos de la base de datos, los sumaría y el
resultado lo dividiría por 4147. ¡Mucho más rápido y
más barato!
Pero en muchas ocasiones ni siquiera se conoce el
tamaño de la población ni, por consiguiente, la manera
de obtener una muestra aleatoria de ella. De nuevo, los
algoritmos probabilísticos ayudan a resolver estos pro-
blemas.
Un aspecto muy importante en la aplicación de los mé-
todos de Monte Cario es el de determinar la precisión de
las estimaciones. Como estos métodos se basan en el cálcu-
lo de probabilidades, las afirmaciones que podamos dar
sobre las estimaciones han de ser necesariamente proba-
bilísticas, es decir, que sólo podremos afirmar que las es-
timaciones difieren de los valores reales [sic] que se quie-
ren estimar en una cantidad pequeña con una cierta pro-
babilidad, o mejor dicho confianza, predeterminada, que
se supondrá alta, es decir, próxima a 1, si realmente que-
remos tener confianza en las estimaciones.
Laprecisión o error ede las estimaciones depende del ta-
maño de la muestra simulada n, de la confianzaque que-
remos tener en esa estimación, que se mide por un número
próximo a la unidad (3 = 1 - a, que se suele interpretar
como una probabilidad y, por último, del valor p que se
pretende estimar.
Si se trata de estimar una proporción conocida o apro-
ximadamente conocida p e (0,1), la fórmula que pro-
porciona la precisión de la estimación e en función del
tamaño muestral n y del nivel de confianza 1—OC es
e-zrl
donde zanes el percentil 1—OC/2 de la distribución normal
tipificada.
La fórmula se obtiene a partir de dos de los resultados
teóricos más importantes del Cálculode Probabilidades
que son la ley de los grandes números y el teorema central del
límite.
En muchas ocasiones no se conoce p, ni siquiera de for-
ma aproximada, como ocurre con frecuencia en los son-
deos de opinión y, en estos casos se utiliza como fórmula
2V»
que es una cota superior de la fórmula anterior.
La precisión de las estimaciones y la confianza están li-
gadas al tamaño muestral por la fórmula anterior, y éste
se determina por la ecuación
4e2
cuyo último término da una cota superior del mismo
cuando no se conoce el valor de la proporción p que seva
a estimar.
Si aplicamos la fórmula anterior al ejemplo 5.1, obte-
nemos que la precisión de la estimación de 7t/4 es 0.011
y, por consiguiente, la de n es 0.044, con una confianza
de 0.95.
La precisión de la estimación de la probabilidad del
ejemplo 5.2 de la lotería primitiva es 0.0098, con una
confianza de 0.95.
El tamaño muestral del ejemplo 5.3, 4147, se calculó
usando la cota superior de la fórmula (5.3), con una con-
fianza de 0.99. Obsérvese que si la confianza se reduce al
0.95, como en los dos ejemplos anteriores, el tamaño
muestral sería solamente de 2401.
82
DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE
AZAR E INCERTIDUMBRE
Normalmente utilizamos la palabra incertidumbre cuan-
do nos referimos a aquellos fenómenos que no conoce-
mos o no podemos controlar y, a veces, reservamos lapa-
labra ¿zzarpara aquellos fenómenos de losque no podemos
predecir su resultado pero, por diversos motivos o consi-
deraciones, conocemos susprobabilidades como, por ejem-
plo, cuando se lanza una moneda o se observan los resul-
tados de la ruleta. Pero, si en vezde una moneda se lanzase
una chincheta, ¿qué podríamos decir de las probabilida-
des de lossucesos de quecaiga de una manera o de lacon-
traria? Si no recurrimos a modelos físico-probabilísticos,
como el comentado en la sección 3, a propósito dellan-
zamiento de monedas, ni a métodos estadísticos basados
en la repetición del experimento de lanzar la chincheta
bajo condiciones de independencia, no podremos tener una
idea de estas probabilidades.
Muchas veces se asocia a la noción de azar la distribu-
ción uniforme entre los posibles resultados, mientras que
la incertidumbre sepuede medir con probabilidades none-
cesariamente uniformes que expresan nuestro distinto gra-
do de incertidumbre, y éstas —no lo olvidemos— sonper-
sonales, es decir, varían de persona a persona según el
grado de información o conocimiento que tengan sobre
el fenómeno.
Ocurre queen algunas circunstancias -las menos-, como
sucede en el lanzamiento de una moneda, hay unanimi-
dad en la asignación de probabilidades debido a que el
grado de conocimiento sobre este fenómeno es similar
entre casi todas las personas. Sin embargo, en el caso del
lanzamiento de unachincheta determinada -no olvidemos
que hayvarios tipos de chinchetas—, nos encontramos con
que ni siquiera podríamos decir si la probabilidad deque
caiga con la base hacia abajo es mayor o menor que ladel
suceso contrario. Solamente aquella persona que hubiera
realizado experimentos estadísticos con esa chincheta, ouna
similar, podría asignar probabilidades a esos sucesos con
confianza, lo que no suele ser el caso de la mayoría delos
mortales.
En el lenguaje común se distiguen básicamente dosti-
pos de incertidumbre, a saber: aquella quese debe a nues-
tra ignorancia pero que se puede eliminar y convertir en
certeza absoluta, por medio de algún procedimiento de-
terminístico -como pudiera ser recurriendo, por ejem-
plo, a alguna rama de las matemáticas o la lógica para eli-
minarla—, y aquella que solamente se puede reducir, sin
llegar necesariamente a la certeza absoluta, por la repeti-
ción indefinida de experimentos estadísticos.
Un ejemplo del primer tipo de incertidumbre puede
corresponder a la pregunta: ¿espar el dígito que ocupa la
posición 9997 en la serie de dígitos correspondiente
a la parte decimal del númeroTC?
Antes de la aparición de los ordenadores, la respuesta
a la pregunta anterior no se conocía con certeza. Se vis-
lumbraba la idea de que la distribución de los dígitos de
la parte decimal de 71 era aleatoria con distribución uni-
forme sobre los diez dígitos, con lo cual la afirmación de
que la probabilidad de que el dígito que ocupa la posi-
ción 9997 fuese par es 1/2 seria una respuesta acepta-
ble.
Gracias a los ordenadores, hoy sabemos que esa cifra
es 5, con lo que ha desaparecido la incertidumbre, y la
respuesta es no.Un estadístico diría que se ha efectuado
un experimento estadístico concluyeme y la incertidum-
bre se ha reducido a 0.
Pero si en la pregunta anterior sesustituyese la posición
9997 por la
10000000000000000000099954345671089,
no estaría clara la respuesta -probablemente habría que es-
perar demasiado tiempo para responderla con certeza—,
pero la afirmación de que la probabilidad de que esedí-
gito fuese par es 1/2, seguiría siendo una respuesta acep-
table.
Incluso si, a la mayoría de nosotros, nos preguntasen
cuál es el dígito que ocupa la posición novena, sin tener
la posibilidad de consultarlo en una tabla u obtenerlo con
un ordenador o -aunque alguna vez se hubiera aprendi-
do- simplemente senosha olvidado, el lanzar una moneda
y responder quees par o impar según aparezca cara o cruz,
o viceversa, sigue siendo la mejor respuesta.
A la pregunta de si los dígitos de la parte decimal de Tí,
sucesión puramente determinista, se comportan como
aleatorios con distribución uniforme, los resultados delos
tests estadísticos de aleatoriedad a los que se ha sometido
a los dígitos hasta ahora conocidos permiten asegurar que
se comportan como aleatorios.
De hecho, esta sucesión determinista secomporta como
caótica con distribución invariante uniforme sobre losdí-
gitos.
Las figuras 6.1 y 6.2 corroboran lo anterior ya quelasu-
cesión de dígitos del número TC muestra un comporta-
miento similar al del mismo número de dígitos pseudoa-
leatorios obtenidos por simulación.
Los 10000 primeros dígitos de la parte decimal deTC son:
1415... 5678.
0.1
0.08
0.06
0.04
0.02
0 2 4 6 8 10
Fig. 6.1.-Diagrama de barras correspondiente a la distribuciónde
los 10.000 primeros dígitos pertenecientes a la parte decimal dejt.
83
FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE
Fig. 6.2.- Diagrama de barras correspondiente a una muestra alea-
toria de tamaño 10.000 de los dígitos del 0 al 9, obtenida mediante
simulación.
En la mayoría de las situaciones reales, sin embargo, la in-
certidumbre suele ser del segundo tipo y no sepuede eliminar
del todo. En estos casos, ésta [la incertidumbre] se puede re-
ducir a través de experimentos estadísticos, es decir, modelos
probabilísticos que relacionan losresultados inciertos con otros
observables, mediante la utilización de técnicas estadísticas.
Para muchos estadísticos la distinción entre los dos ti-
pos de incertidumbre no es necesaria, pues ésta siempre se
expresa o se mide en una escala probabilística, es decir,
mediante una medida de probabilidad, y éstas [las proba-
bilidades de los sucesos inciertos] se combinan de acuer-
do con las reglas del cálculo de probabilidades.
Este tratamiento de la incertidumbre constituye una
buena parte de la CienciaEstadística, demasiado extensa
para tratarla aquí, ni siquiera de forma somera.
84

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Determinismo o azar

  • 1. DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE Real Academia de Ciencias INTRODUCCIÓN No es nuestro propósito, dadas las limitaciones de un en- sayo de este tipo, desarrollar la teoría de cada uno de los términos que aparecen en el título, ya que cada uno de ellos podría dar lugar, por si solo, a una monografía. Queremos, sobre todo, ilustrar la relación que existe entre todos ellos y marcar las estrechas fronteras que existen entre estos cuatro conceptos. Laplace, casi al principio de su obra Ensayofilosóficoso- bre lasprobabilidades (1814) comenta, en lo que parece una apología del determinismo: [...] Si concebimos una inteligencia que en un instante determinado abarca todas las relaciones entre todos losen- tes del universo -una inteligencia lo suficientemente am- plia que permitiera someter estos datos al análisis—ésta po- dría establecer las posiciones respectivas, el movimiento y las propiedades generales de todos estos entes, desde los mayores cuerpos del universo al menor de los átomos;para ella nada sería incierto y el futuro así como el pasado esta- rían presentes ante sus ojos. Con esta frase Laplace resume la idea de determinis- mo en la necesidad del conocimiento perfecto de las le- yes naturales y de las condiciones iniciales; lo que, a menudo, se ha tomado como una afirmación de la con- cepción puramente determinista que Laplace tenía del universo. Sin embargo, más adelante en la misma obra comenta: «La teoría de la probabilidad debería ser ele- vada al rango de los asuntos más importantes del co- nocimiento humano»; que no son, precisamente, las pa- labras de un determinista acérrimo. No debemos olvidar que Laplace fue el autor que sentó las bases matemáti- cas del moderno cálculo de probabilidades con la pu- blicación de su Teoría analítica de las probabilidades (1814). Casi cien años más tarde, Poincaré, hablando del azar, comenta en su libro Ciencia y Método (1908): «Una pe- queña causa, que apenas percibimos, determina un gran efecto que no pasa desapercibido, y entonces decimos que el efecto se debe al azar. Si pudiéramos conocer con exactitud las leyes de la naturaleza y la situación del uni- verso en el instante inicial, podríamos predecir exacta- mente la situación del mismo universo en un instante posterior. Pero, incluso en el caso de que las leyes natu- rales no tuviesen secretos, sólo podríamos conocer las condiciones iniciales de modoaproximado. Si eso nos per- mitiese predecir la situación posterior con el mismogra- do deaproximación, no haría falta más, diríamos que el fe- nómeno se predijo y que está regido por las leyes. Pero no siempre sucede así; puede ocurrir que pequeñas diferen- cias en las condiciones iniciales produzcan diferencias muy grandes en el fenómeno último; un pequeño error en las primeras se convertiría en uno enorme en el últi- mo. Se hace imposible predecir y tenemos un fenómeno fortuito». Con estos comentarios, Poincaré se adelantó unos setenta años a la aparición de una de las disciplinas que ha expe- rimentado un mayor auge en las últimas décadas y que, se- gún sus defensores, promete convertirse en uno de los hi- tos científicos del siglo XX. Hablamos, naturalmente, de la teoría del caos. El ejemplo siguiente, conocido como el de la mesa debi- llar, nos proporciona una pista sobre cuándo, o en qué condiciones, un sistema determinista puede tener un com- portamiento caótico. Ejemplo de sistema no caótico Supongamos una mesa de billar cuadrada -el que sea cua- drada, en vez de rectangular no tiene ninguna importan- cia para el desarrollo del ejemplo-. Desde la esquina in- ferior izquierda se lanza una bola en dirección hacia el lado derecho formando un cierto ángulo, con una cierta velocidad fija. Se supone que no hay rozamiento y que la bola rebota según las leyes de la reflexión. La figura 1.1 muestra las trayectorias de dos bolas cu- yos ángulos de lanzamiento difieren muy poco (una mi- 73
  • 2. FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE Ejemplo de sistema caótico Fig. 1.1.- Mesa de billar. El ángulo inicial entre las trayectorias de las dos bolas es de 0.001 radianes. Las trayectorias son prácticamente indistinguibles. 0.015 0.0125 0.01 0.0075 0.005 0.0025 0 - Distancia 0 2.5 entre las y 5 7.5 posiciones 10 12.5 15 Tiempo Fig. 1.2.- Evolución en el tiempo de la distancia angular entre las po- siciones de las dos bolas. Se puede observar el carácter lineal de esta distancia. lésima de radián). Al cabo del tiempo las dos trayectorias se van separando lentamente de modo que la distancia angular entre ellas aumenta de forma lineal, tal como se aprecia en la figura 1.2, y la posición de las bolas se pue- de predecir en cualquier instante de tiempo futuro con toda precisión. Supongamos ahora que hay un obstáculo, por ejemplo, en el centro de la mesa, tal como se representa en la figu- ra 1.3, mediante un círculo, donde la bola rebota cada vez que alcance su circunferencia. Lo que ocurre, cuando se tropieza con el obstáculo, es que el ángulo de rebote es el triple del ángulo de incidencia, con lo que las trayectorias de las dos bolas se comportan de la forma que ilustra la figura 1.3, es decir, de un modo caótico. Las trayectorias divergen rápidamente y la predicción de su posición, a largo plazo, se hace prácticamente imposible. Fig. 1.3.- Mesa de billar con un obstáculo. El ángulo inicial entre las trayectorias de las dos bolas es de 0.001 radianes. Las trayectorias divergen rápidamente. Además, el comportamiento caótico anterior se produ- ce independientemente del tamaño y de la forma del obs- táculo aunque, como parece intuitivo, el tiempo que tar- da en producirse la divergencia entre las trayectorias -y, por ende, el comportamiento irregular o caótico-, será ma- yor cuanto menor y menos irregular sea el obstáculo. La figura 1.4 muestra el comportamiento no lineal de la dis- tancia angular entre las dos trayectorias. Este ejemplo es característico del comportamiento de un sistema dinámico que evoluciona a lo largo del tiempo, li- nealú.no hay obstáculo y en este caso es posible predecirlo con exactitud, y no linealcasode que haya un obstáculo, en el cual no es posible hacer predicciones a largo plazo. 0 0.1 0 2 5 1 0.05 0 Distancia • 3 2 entre 4 las ^~ 6 posiciones I J 8 1C Tiempo Fig. 1.4.- Evolución en el tiempo de la distancia angular entre las po- siciones de las dos bolas. Se puede observar el carácter no lineal de esta distancia. 74
  • 3. DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE CAOS DETERMINISTA En esta sección no pretendemos desarrollar la teoríadel caos determinista —mejor diríamos de la teoría de los sis- temas dinámicos nolineales- ejemplificada porlamesade billar, sino comentar algunos aspectos del mismo relacio- nados, sobre todo, conlaaleatoriedad, a través delconcepto de medida invariante, mediante algunos ejemplos. Brevemente ydemodo informal, quenoobstante noevi- ta el queutilicemos ciertos tecnicismos, podemos definir un sistema caótico como unsistema dinámico nolineal —lo que constituye un ingrediente básico para garantizar la presencia delcaos—tal que, siseparte decondicionesini- ciales localizadas en unacierta región, todas lastrayecto- rias quesegeneran están uniformemente acotadas; pero, de talmodo que, aunque al principio están muy próximas, con el tiempo unas divergendeotras demodo exponencial y, sinembargo, todas lastrayectorias poseen lasmismaspro- piedadesestadísticas. De modo que una trayectoria gene- rada por un sistema determinista caótico se asemeja ala realización de un cierto proceso estocásticoo serie temporal. Vemos así que ciertas formas de determinismo pueden originar comportamientos caóticos que,a su vez, se ase- mejan a procesos aleatorios. Los aspectos importantes asociados a la presencia del caos determinista son: • La no linealidad del sistema. • Lapérdida deprecisión, decarácter exponencial, en la predicción. • La imposibilidad depredecir a largo plazo. • El saber cómo secomportan las trayectorias. • El conocer las propiedades estadísticas de las trayec- torias, caso de que presenten alguna regularidad de tipo estadístico. Un método sencillo de generar o simular sistemas di- námicos nolineales esmediante laiteración sucesiva de una función nolineal/: S —> S,partiendo de un punto inicial xfí e S, es decir, generando la sucesión x{),xx, ..., xt, ..., donde •*t+i - f(x i) °>de modo equivalente xltl =/(/+ "(x0). La trayectoria, que depende del valor inicial xí),se ob- tiene uniendo lospuntos de lasucesión ((1, xj, ..., (í, x), ...). Un ejemplo que ilustra la definición anterior es elsi- guiente, conocido como modelo de la tienda de campa- ña. En la figura 2.1 se aprecia el comportamiento caóti- co de la trayectoria. Ejemplo 2.1: Modelo de «Tienda de campaña» xl I CO para 0 < x, < CO Fig. 2 . 1 . - Gráfico de la tienda de campaña y trayectoria generada por el modelo de tienda de campaña para co = .40 y x0 = .19. La sensitividad del modelo a las condiciones iniciales queda ilustrada por el gráfico de lafigura2.2. No solamente las tres trayectorias presentan un com- portamiento irregular o caótico sino quedivergen muy rá- pidamente unas deotras alvariar muy poco elvalor inicial xf)loque, a largo plazo, invalida lapredicción pormuy pre- ciso queseaeste valor inicial. Pero, porotra parte, el aná- lisis estadístico de las trayectorias demuestra que,a pesar de sucarácter puramente determinista, secomportan como realizaciones del mismoproceso estocástico, por lo que, por otra parte, se pueden hacer predicciones probabilísticas. De modo quepodemos decir que ciertas formas decaos de- terminístico devienen en fenómenos aleatorios. Con mayor precisión, podemos afirmar quelastrayec- torias generadas porel modelo detienda decampañatie- nen las mismas propiedades estadísticas -función espec- tral empírica yfunción deautocorrelación- queel proceso autorregresivo de orden unoAR{ 1) y.•t+í=(2(O-l) y, V, =/(*,)=• (1 - xt) / (1 - CO) para CO< x, < 1 Fig. 2.2.-Tres trayectorias generadas por (2.2), para cu= .40 y para tres valores Iniciales: a) x0 = .19, b)x,¡= .1901, c) xLI = .190001. donde los errores {£,} son i.i.d. De modo quesi C0= 1/2, las trayectorias generadas porelmodelo detienda decam- paña secomportan como un ruido blanco. Para CO = 1/2, y para casi todas lascondiciones iniciales xtt, severifica que 75
  • 4. FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE # | x , , <t<T; xt e[a,b]} > b —a T es decir, a largo plazo, laserie temporal originada por una realización delmodelo detienda decampaña, cuando CO = 1/2, oscila enel intervalo [0,1]según unadistribución unifor- me, queesladenominada medida invariantedel modelo. La figura 2.3,que solamente muestra lasucesión decien puntos generada porel modelo de tienda de campaña cuando CO =.5>GLyxa=0.19, ilustra elparágrafo ante- rior enelsentido deque,dentro delabanda (a,b),cuyaan- chura es0.2, laproporción depuntos queestán dentrode ella esaproximadamente 0.2yqueademás esta proporción no depende delos valores ay bsiempre que laanchuradel intervalo sea 0.2. 1 0.8 0.6 0.4 0.2 L 20 40 • • • • - 60 • * • 80 • • • 100 b a Fig. 2.3.- Sucesión generada por el modelo detienda de campaña cuando w= .5 > íw.yxo = .19. La figura 2.4muestra elhistograma correspondiente a la serie de 10.000 valores dex,que, denuevo, ilustra la uni- formidad delamedida invariante. A diferencia deotros modelos dinámicos nolineales, como ellogístico, elmodelo (2.2) «oproduce trayectorias periódicas para casi ningún valor del parámetroCO. La pérdida deprecisión enlapredicción, partiendode un estado inicial xo±E,crece exponencialmente a medi- da queelvalor deí crece demodo que,tras cierto tiem- po, loúnico quesesabe dex{esque está en [0,1]; estoim- plica capacidad potencialáe. predecir concerteza sólo si x{) se puede medir conprecisión infinita. El segundo ejemplo desistema caótico esel conocido modelo logístico, delqueúnicamente ilustramos su com- portamiento caótico enla figura 2.5para elvalor del pa- rámetro CO =3.75. Suimportancia para nosotros severá al final delasección siguiente, donde sedalaexpresión de lamedida invariante delmismo para CO = 4. Ejemplo 2.2: Modelo logístico *,+i =f(x,)=wx,(l-x,) x¡ e[0,l] we[0,4] 1 0.8 0.6 0.4 0.2 / 0 z. L., ••m • iiii i Y 0.4 u".6~~0.8 1 0 20 40 60 80 100 1 Fig. 2.4.- Histograma correspondiente a la serie de 10.000 valores dex,, queilustra la uniformidad de la medida invariante. Fig. 2.5.- Gráfico decomportamiento caótico de lastrayectoriasdel modelo logístico cuando w = 3.75> « „ yx0 = 0.05. Nota. Alnúmero ($„ =3.569945557 ... sele conoce con elnombre de constante deFeigenbaum, enhonor a su descubridor M. Feigenbaum en 1975, yestablece elvalor de laconstante CO apartir delcual elcomportamiento del modelo logístico escaótico. DEL DETERMINISMO AL AZAR, PASANDO POR EL CAOS Los dos ejemplos siguientes ilustran, de modo feha- ciente, larelación entre eldeterminismo, elcaos, elazar y laincertidumbre, yaanticipado porPoincaré. En el primer ejemplo nosreferimos a la teoría mate- mática dellanzamiento demonedas. ¿Por qué decimos que unamoneda esaleatoria? Está claro quelasmonedas nosonaleatorias; conesto, solemos referirnos a que,cuando éstas selanzan, no po- demos prever suresultado. Cuando selanza unamoneda, ésta tiene unaciertave- locidad inicial y uncierto espín queesloque,deacuer- do con lamecánica clásica, determina elcómo vaacaer. No haynada aleatorio eneste proceso. J.B.Keller yR Dia- conis, entre otros, estudiaron este problema yllegaron a la conclusión deque lo que realmente ocurre esque el 76
  • 5. DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE plano en que se representan las dos variables, la velocidad inicial y el espín de la moneda, queda particionado en re- giones, de modo que si los valores de las variables están en una región la moneda cae tal como se lanzó y si están en la región contigua cae al contrario y así, de modo análo- go y alternativamente, ocurre con todas las regiones. Fig. 3.1.-Fronteras hiperbólicas que separan caras de cruces, don- de v representa la velocidad inicial, g es la constante de gravitación y (oes el número de revoluciones por segundo. Las regiones resultantes, tal como muestra la figura 3.1, tienen contornos con forma de hipérbolas y, a medida que aumentan la velocidad y el espín, las regiones se apro- ximan más y más, de modo que pequeños cambios en las condiciones iniciales determinan que el resultado del lan- zamiento sea cara o cruz. Este análisis explica el porqué una moneda es aleatoria y el porqué, aunque se conozcan con muchísima precisión las condiciones iniciales, el resulta- do final va a ser aleatorio, es decir, no se puede predecir. Situación análoga a la de los modelos deterministas no li- neales que, bajo ciertas condiciones, generan caos. Otro aspecto muy importante que revela el análisis pre- cedente es que si el número de revoluciones por segundo es pequeño, aproximadamente 15, como cuando se lan- za una moneda a una altura de unos 30 cm, entonces los resultados sucesivos del lanzamiento de la moneda están correlados. Esta correlación es del orden de 0,1, lo que supone una correlación nada despreciable, que podría usarse para jugar con ventaja. Como cabe esperar, la co- rrelación disminuye a medida que aumentan los valores de ambas variables, de modo que los resultados de sucesivos lanzamientos tienden a ser independientes. Otro problema interesante relacionado con los juegos de azar -que, como es bien sabido, históricamente constitu- yen los orígenes del cálculo de probabilidades- es el de determinar cuántas veces es necesario barajar un mazo de cartas para que su orden se pueda considerar aleato- rio. La respuesta es sorpredente y es siete. Sin embargo, la solución de este problema entraña el utilizar herramien- tas matemáticas muy sofisticadas como son los caminos aleatorios sobre grupos simétricos, la convolución de distribuciones de probabilidad y el análisis de Fourier no conmutativo. El haber traído a colación estos ejemplos se ha hecho con el fin de ilustrar el porqué el razonamiento matemático, e incluso las partes más teóricas de la matemática, pueden desentrañar o, cuando menos, arrojar luz sobre proble- mas cotidianos, de aspecto sencillo, y que son fácilmente comprensibles. El ejemplo siguiente ilustra el papel de laprobabilidad personalo subjetiva, en una situación puramente deter- minista y que, sorprendentemente, sirve para justificar el punto de vista necesario de la probabilidad que es el que comúnmente se utiliza en los cursos elementales de cálculo de probabilidades cuando postulamos, muchas veces de modo poco convincente, la existencia de supuestas sime- tríasen problemas de dados, urnas y bolas. Este ejemplo ya se encuentra en la segunda edición del Calad des Probabilités de Poincaré (1912) y parece ser que ha sido el origen de la aplicación de la teoría de la proba- bilidad a cuestiones de la Física. Fig. 3.2.- Representación esquemática de la rueda de Poincaré. Supóngase que a una rueda de una bicicleta bien en- grasada se le da un espín vigoroso y se la fotografía al cabo de 10 segundos. ¿Qué se puede decir de la posición angular S de alguna señal de la periferia de la rueda, como, por ejemplo, la válvula? Si la velocidad angular inicial de la rueda es de Vovuel- tas por segundo y se desprecia el rozamiento, y 5 se mide en fracciones de vuelta, de modo que tome valores en el intervalo [0,1], entonces 5= 10K, (mod 1); 77
  • 6. FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE es decir, tras un lapso de 10 segundos, 5 es la parre frac- cionaria de 10Vu. ¿Cuál es la probabilidad de que, por ejemplo, 5 esté en- tre 1/3 y 2/3? Si se conoce con exactitud la velocidad ini- cial Vf), la pregunta no tiene sentido, ya que no hay nada de aleatorio en S. Si, por ejemplo, Vn= 5.4321, entonces S = 0.321, que no está entre 1/3 y 2/3. Pero, de ordinario, hay incertidumbre en Vü. Si se intenta que el espín de la rueda sea aproximadamente de 10 re- voluciones por segundo, por mucho que se haya conse- guido un alto grado de habilidad en este menester, siem- pre habrá alguna incertidumbre en el valor de Vo en el momento de soltar la rueda. Esta incertidumbre se puede reflejar por alguna densi- dad de probabilidad tal como las que se representan en la figura 3.3, e incluso por otras que tengan mayor disper- sión. El área de la región sombreada es pues la probabili- dad de que S esté entre 1/3 y 2/3. 10.2 103 104 9.7 9.8 9.9 10 10.1 10.2 10.3 10.4 Fig. 3.3.- Densidades de probabilidad de la velocidad angular inicial, Va, de la rueda (en revoluciones por segundo). Ambas representan mucha incertidumbre sobre el valor de Vo. De la figura se desprende que la probabilidad de que 5 esté entre 1/3 y 2/3, que corresponde al área sombreada, es aproximadamente 1 /3 y que, con mayor generalidad, S tiene una distribución aproximadamente uniforme en el intervalo [0,1]. En particular, personas con opiniones muy diferentes sobre Vu,es decir, con funciones de densidad para V^que sean muy distintas, pueden tener funciones de den- sidad casi idénticas para S con la única condición de que sus opiniones sobre Vosean suficientemente imprecisas. Es esencial darse cuenta de que la distribución unifor- me de Ses solamente aproximada y que se deduce de cier- tas hipótesis. Algunas son físicas, aunque bajo una gran di- versidad de condiciones físicas se obtendrían resultados análogos; y otras son personalistas, es decir, se refieren a la opinión que tiene la persona sobre la velocidad inicial Vtt. La conclusión no es válida para aquellas personas que están muy seguras de cuál es la segunda cifra decimal de VH,como ocurriría si esa persona hubiera desarrollado una habilidad extrema o si el modo de aplicar el espín a la rue- da se realizase con un aparato especial, tal como ilustra la figura 3.4. En este caso, la probabilidad de que 5 esté en- tre 1/3 y 2/3 es aproximadamente 0.175, en vez de 1/3. 9.7 9.8 9.9 0 0. 0.2 0.3 0.4 Fig. 3.4.- Densidad de probabilidad de la velocidad angular inicial, Vo, de la rueda (en revoluciones por segundo), que representa mucha precisión o poca incertidumbre sobre Vu. La convergencia de muchas opiniones diversas sobre algo, mas no de todas -en este caso, la velocidad inicial de la rueda—, hacia una conclusión similar —la de que S se distribuya uniformemente— es un fenómeno de la mayor importancia y, representa una explicación muy razona- ble, al igual que ocurría en el caso del lanzamiento de una moneda, del punto de vista necesario de la probabilidad, que es la que se utiliza generalmente en los juegos de azar. Los dos ejemplos considerados se pueden generalizar de modo que las ideas intuitivas que tenemos sobre la asignación de probabilidades a dados, ruletas y otros me- canismos de azar se pueden deducir a partir de argumen- tos similares. En opinión de Savage (1973), es el espíritu de este ejem- plo el que introduce la probabilidad en la mecánica esta- dística clásica. Los sistemas dinámicos de que trata esta rama de la Física son tautológicamente tan deterministas como la rueda de Poincaré; pero, como en este ejemplo, incluso una pequeña duda acerca de las condiciones ini- ciales da lugar, al cabo de un cierto tiempo relativamen- te corto, a las conocidas distribuciones de los parámetros macroscópicos de la mecánica estadística. La gran com- plejidad de los sistemas mecánicos que contienen muchas partículas es la puerta de entrada a la aplicación de la teo- ría de la probabilidad a tales sistemas, lo cual parece co- rrecto; pero, precisamente funciona porque es muy difí- cil conocer las condiciones iniciales con precisión y porque lo poco que se pueda conocer de la posición detallada del sistema en cualquier instante dado se difumina con inu- sitada rapidez. En los dos ejemplos considerados es la incertidumbre so- bre los valores inciales del modelo físico lo que hace que 78
  • 7. DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRH parezca aleatorio el resultado de lanzar una moneda y la posición de la válvula, respectivamente. Curiosamente, en ambos casos la distribución límite es uniforme: discreta en el caso de la moneda y continua en el de la rueda de Poincaré. Estos resultados no se pueden extrapolar a otros ejemplos ya que, en general, el com- portamiento ergódico o límite viene descrito, como ya hemos comentado, por la medida invariante, que no es necesariamente uniforme. Así, para el modelo logístico, xr+1 = 4x, (1—x,), la medida invariante resulta ser la distri- bución arco-seno o la beta (0.5,0.5). Fig. 3.5.-Trayectoria, para 7= 200y para el valor inicial xo= 0.1, ge- nerada por el modelo logístico caótico x^.,= 4 x,(1-x,). Figura 3.6.- Histograma correspondiente a la serie de 10.000 valores de x, generada por el modelo logístico x,+1=4x, (1-x,). Superpuesta está la densidad de la medida invariante: la distribución arco-seno o Beta(1/2,1/2). Obsérvese, en la figura 3.5, cómo las trayectorias visi- tan los valores extremos 0 y 1 con mucha mayor frecuen- cia que los valores centrales próximos al 0.5, lo que que- da reflejado claramente en el histograma de la figura 3.6. Nos encontramos de nuevo, en estos ejemplos, con la imposibilidad de predecir con exactitud, tal como ocu- rría en los sistemas dinámicos no lineales antes conside- rados, en los que el comportamiento de las series por ellos generadas se vuelve caótico para ciertos valores del pará- metro y su límite viene determinado por el teorema er- gódico. En estas circunstancias, sólo podemos hacer pre- dicciones probabilísticas. LOS MÉTODOS DE MONTE CARLO Un aspecto muy interesante de la relación entre el de- terminismo y el azar nos lo proporcionan los llamados métodos de Monte Cario. El que se puedan calcular can- tidades deterministas de modo aproximado, como el valor de una integral definida múltiple, o el valor aproxima- do de un número perfectamente conocido como, por ejemplo, el número 71 mediante el simple recurso a la simulación de números aleatorios, llama poderosamen- te la atención. Pero, ¿existen números aleatorios en la realidad?, ¿cómo se puede saber si un conjunto de números es realmente alea- torio, o simplemente se comporta como tal? La respues- ta a estas preguntas no es sencilla, a pesar de que hay muchos procedimientos para generar números pseudoa- leatorios y un arsenal de contrastes estadísticos de aleato- riedad. La génesis de los métodos de Monte Cario se debió, en primer lugar, a la imposibilidad de obtener soluciones analíticas de ciertos sistemas estocásticos complejos y, so- bre todo, a la aparición de los primeros ordenadores di- gitales a finales de los años cuarenta. Durante estas últimas décadas, para realizar simulacio- nes por el llamado método de Monte Cario, los estadís- ticos han venido utilizando algoritmos de generación de números pseudoaleatorios que, en esencia, no son otra cosa que funciones iterativas no lineales que muestran un comportamiento caótico. La mayoría de estos algoritmos utilizan congruencias lineales y su código, inmerso en el compilador, no suele ser accesible, de modo que la alea- toriedad de los números que producen ha de contrastar- se mediante tests estadísticos. No obstante, la idea de es- tos métodos es la de reproducir el ideal estadístico de la independencia a través del determinismo. Generalmen- te, estos métodos se basan en congruencias lineales de la forma x:ti = b (mod ni) para diversos valores enteros de a, bymy elección arbi- traria del valor inicial x0. Debido a la creciente importancia que los métodos de simulación o de Monte Cario tienen hoy día para el estudio de modelos complejos que no pueden analizar- se de modo analítico conviene, aunque sólo sea de paso, hacer una breve reseña histórica de los procedimientos para obtener números pseudoaleatorios como son las tablas de números aleatorios y los generadores de nú- meros pseudoaleatorios y también de los problemas que plantean. Cuando yo era estudiante todavía se utilizaban las tablas de números aleatorios. Curiosamente muchas de ellas se obtuvieron a partir de números perfectamente determi- nados, como las de Fisher y Yates (1943), construidas con las cifras de los lugares 15 y 19 de las tablas de logaritmos de 20 cifras decimales de Thompson. Otras se construyeron 79
  • 8. FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE a partir de procedimientos, aparentemente más aleatorios, como las de Kendall y Babington Smith (1940) que se basaban en una vanante de la rueda de Poincaré. Como detalle anecdótico comentaré que en 1954,en nuestro país, Royo y Ferrer construyeron una tabla de 250.000 dígitos aleatorios basada en los resultados de la Lotería Nacional. Está claro que estos procedimientos, aparte de ser poco útiles, no garantizan la aleatoriedad de sus dígitos. Lossistemas físicos de carácter analógico para generarlos tampoco parecen ofrecer el ideal estadístico que uno espera. El primer procedimiento ideado para ser aplicado a un ordenador digital se debió al gran matemático John von Neumann y consistía en elevar al cuadrado un número grande, extraer las cifras centrales del número resultante y volver a elevarlo al cuadrado y proceder así sucesiva- mente. La sucesión de dígitos resultante se comportaba de un modo razonablemente aleatorio aunque se produ- cían ciclos de carácter repetitivo relativamente cortos, que invalidaban muchas de las simulaciones. La primera generación de ordenadores personales IBM XI disponía de un generador de números pseudoalea- torios para el intérprete de BASIC que tenía serios pro- blemas de correlación, como muestra la figura 4.1,e incapaz de pasar los tests estadísticos de aleatoriedad más simples. Fig. 4.1.- Elprimer generador denúmeros pseudoaleatonosdel MS BASIC. Gráfico de 10.000 puntos de coordenadas (rnd2n , rnd2nf] ), donde rnd es la función generadora de números aleatorios del Basic de Microsoft. Los generadores de números pseudoaleatorios de lasi- guiente generación, como laversión actual delTurboPAS- CAL, probablemente basados en aritmética módulo 2P , producen secuencias quepueden presentar anomalías tan sutiles quela mayoría de los tests estadísticos no suelen de- tectarlas. Sin embargo, la figura siguiente muestra que existe una patología quesólo se presenta visualmente sien la pantalla se elige el número de pixels como una poten- cia de dos; de otro modo, la evidente anomalía pasa to- talmente desapercibida. Fig. 4.2.-Elúltimo generador denúmeros pseudoaleatoriosdel TUR- BO PASCAL.Gráfica de unasucesión depares denúmerosaleatorios consecutivos representados en una pantalla de 256 x 240 pixels. El comportamiento de estos u otros algoritmos similares plantea serios e importantes problemas, ya que debido al enorme crecimiento de la velocidad de cálculo de los ordenadores, que permiten simular modelos de asom- brosa complejidad, sevan a usar cada vez más los proce- dimientos de simulación. De modo quedisponer debue- nos generadores de números pseudoaleatorios es una necesidad real. Pero, ¿cómo podemos contrastar laalea- toriedad de estos algoritmos? ¿Disponemos de algún algoritmo o método de generación de números pseu- doaleatorios oficialmente sancionado; es decir, de unare- ferencia? ¿Qué ocurriría si todas lassimulaciones producidas por el método de Monte Cario en el siglo venidero estuvieran basadas en ese estándar y alguien descubriese que hayun fallo terrible? Nos encontramos, pues, en un callejón sin salida aparente. Es el precio que hay que pagar para conver- tir el determinismo en caos estocástico. No obstante, la búsqueda de algoritmos que producen secuencias de números que mejor representen la aleatoriedad con- tinúa. Uno de los métodos más recientes es el llamado gene- rador de 32 bits mínimo estándar xn =/"(x0), donde /(*) = 16807* (mod 2147483647) Este generador de números aleatorios ha recibido las bendiciones de Donald Knuth quien -aparte de haber he- cho a la comunidad científica ese regalo maravilloso que es el lenguage tipográfico TEX— es la autoridad indiscu- tible en la materia y sus autores afirman que es demostra- blementealeatorio, sin que esté muy claro lo que esosig- nifica. 80
  • 9. DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE El reciente CDROM de números aleatorios de Marsa- glia representa actualmente lo último en la metodología de generación denúmeros pseudoaleatorios. Eldisco, dis- tribuido por la Florida State University a un precio sim- bólico, incluye además la batería de tests de aleatoriedad deDiehard(1995). EL CAMINO DE VUELTA: DE LAALEATORIEDAD AL DETERMINISMO, SINPASAR POR ELCAOS Hemos visto cómo algunos fenómenos puramente de- terministas devienen en caos, y cómo frecuentemente este comportamiento caótico posee aspectos aleatorios carac- terizados porsu comportamiento ergódico a través dela medida invariante. No parece pues descabellado pregun- tarse sieste proceso sepuede invertir, demanera que sepue- dan aplicar ideas probabilísticas, quesonlasque regulan los fenómenos aleatorios, a resolver problemas determi- nísticos complejos, lo que nos lleva a plantearnos las si- guientes cuestiones. ¿Puede la teoría de la probabilidad ayudar a resolver problemas puramente deterministas? En caso afirmativo, ¿cuál esla puerta deentrada dela aleatoriedad en los pro- blemas deterministas?, ¿aqué coste seproduce?, ¿cuáles son las ventajas? La respuesta a las preguntas anteriores es que no so- lamente la teoría de la probabilidad, sino más concre- tamente la teoría de losalgoritmos probabilísticos,ayu- da a resolver problemas puramente deterministas sino que, en muchas ocasiones, es la única manera de hacerlo. El cómo [hacerlo] suele ser,generalmente, mediante la aplicación de los métodos de simulación o de Monte Cario. El precio quehayquepagar por resolver estos proble- mas esque losresultados delasimulación tienen unapre- cisión limitada, pero en la mayoría de los casos suele ser más quesuficiente desde el punto devista práctico. Las ventajas que presentan estos métodos es su coste computacional relativamente bajo y la facilidad desu im- plementación. La relación entre los métodos deterministas y los pro- babilísticos se ilustra muybien conlostres ejemplos que siguen. Ejemplo 5.1: Cálculo aproximado delnúmero Jl por simulación Aunque el problema de estimar el número K no tiene ningún interés práctico, ahora quees posible determinar 71con decenas de miles de dígitos de precisión en pocos segundos, la estimación de K por el método de Monte Cario es ilustrativa delproceder de estos métodos. La figura 5.1 ilustra la manera deproceder del método. El área bajo el círculo, dentro del cuadrado unidad, es exactamente 7t/4. Una manera de estimarla es simular n pa- res de números aleatorios independientes del intervalo Fig. 5.1.- Ilustración del método deMonte Cario para elcálculo apro- ximado de 7t/4. La muestra depuntos aleatorios es de tamaño 5.000. unidad («,, v{), {u^, v2),..., {un,vn),siendo n un número grande, y calcular la proporción deaquellos queestán en el interior del sector circular, es decir, de aquellos que cumplen la condición M¡2 + Í*,2 <1. El valor estimado dejc/4, conesta muestra, fuede0.7882, de modo quela estimación de 71sería 3.1528 que com- parado con el valor de K con cuatro decimales, que es 3.1416, difiere aproximadamente en una centésima. Ejemplo 5.2: Cálculo delaprobabilidad de un suceso El segundo ejemplo esmás interesante, pues soluciona un problema combinatorio muycomplejo que consiste en calcular la probabilidad de queen un sorteo de la lo- tería primitiva, una vez ordenados los seis números re- sultantes del sorteo, haya al menos dos números conse- cutivos. El cálculo exacto de esta probabilidad requiere deter- minar elnúmero total decasos favorables enlos que sepro- duce el suceso y dividirlo por el total de casos posibles que es el número combinatorio 49 = 13983816 La determinación del número de casos favorables es un problema combinatorio bastante difícil. Sin embar- go, si recurrimos a la simulación del sorteo un número de veces muyelevado, podemos obtener dicha probabi- lidad demodo aproximado. Enuna simulación de 10 000 sorteos, se obtuvo queen 4923 casos se produjo elsu- ceso, de modo que la estimación de la probabilidad del suceso es 0.4923. Como en el ejemplo anterior, la precisión de esta esti- mación secomentará másadelante. 81
  • 10. FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE Ejemplo 5.3: Estimación de una proporción en un sondeo de opinión El último ejemplo se refiere a las encuestas de opinión, de sobra conocidas por todos y que, no obstante, el ciu- dadano medio -es decir, el hombre de la calle-, todavía las ve como algo sorprendente y misterioso. Si queremos saber, por ejemplo, el tanto por ciento de personas en el Estado español que están a favor de la su- bida de un 10% en el precio del tabaco para el año 1999, conocemos el modo de cómo obtener una respuesta útil con un coste muy inferior al de realizar un censo com- pleto de la población, simplemente recurriendo a las téc- nicas del muestreo estadístico. Lo más importante de la situación descrita es que no hayen ella nada de carácter probabilístico. Está claro que si queremos una respuesta exacta a la pregunta, la única so- lución es recurrir a entrevistar a todo el censo poblacional. Sin embargo, una respuesta útil no ha de ser necesaria- mente exacta ya que una idea aproximada del verdadero porcentaje, con un error de más menos un dos por cien- to, es realmente útil para saber si la medida va a ser po- pular o no. La teoría de muestras nos dice que entrevistando a lo sumo a 4147 personas, elegidas al azar, podemos estar casi seguros (con una confianza del 99%) de que el por- centaje que resulte de la muestra no diferirá del verda- dero en más de un dos por ciento. Y lo que llama po- derosamente la atención es que ese número no depende del tamaño de la población encuestada; da lo mismo que sean 38 millones de españoles que 1000 millones de chinos. Lo realmente importante es que podemos interpretar la técnica clásica del muestreo estadístico como un algo- ritmo probabilístico que sustituye a los algoritmos de enumeración completa. En efecto, si imaginamos una base de datos, del tamaño de la población censada, don- de cada dato es un 1 o un 0 según se conteste afirmativa o negativamente a la pregunta anterior, la manera de de- terminar la proporción de l's es diseñar un simple algo- ritmo de enumeración que lea toda la base de datos, sume sus componentes y divida este resultado por el tamaño de la base de datos. El algoritmo probabilístico elegiría al azar 4147 elementos de la base de datos, los sumaría y el resultado lo dividiría por 4147. ¡Mucho más rápido y más barato! Pero en muchas ocasiones ni siquiera se conoce el tamaño de la población ni, por consiguiente, la manera de obtener una muestra aleatoria de ella. De nuevo, los algoritmos probabilísticos ayudan a resolver estos pro- blemas. Un aspecto muy importante en la aplicación de los mé- todos de Monte Cario es el de determinar la precisión de las estimaciones. Como estos métodos se basan en el cálcu- lo de probabilidades, las afirmaciones que podamos dar sobre las estimaciones han de ser necesariamente proba- bilísticas, es decir, que sólo podremos afirmar que las es- timaciones difieren de los valores reales [sic] que se quie- ren estimar en una cantidad pequeña con una cierta pro- babilidad, o mejor dicho confianza, predeterminada, que se supondrá alta, es decir, próxima a 1, si realmente que- remos tener confianza en las estimaciones. Laprecisión o error ede las estimaciones depende del ta- maño de la muestra simulada n, de la confianzaque que- remos tener en esa estimación, que se mide por un número próximo a la unidad (3 = 1 - a, que se suele interpretar como una probabilidad y, por último, del valor p que se pretende estimar. Si se trata de estimar una proporción conocida o apro- ximadamente conocida p e (0,1), la fórmula que pro- porciona la precisión de la estimación e en función del tamaño muestral n y del nivel de confianza 1—OC es e-zrl donde zanes el percentil 1—OC/2 de la distribución normal tipificada. La fórmula se obtiene a partir de dos de los resultados teóricos más importantes del Cálculode Probabilidades que son la ley de los grandes números y el teorema central del límite. En muchas ocasiones no se conoce p, ni siquiera de for- ma aproximada, como ocurre con frecuencia en los son- deos de opinión y, en estos casos se utiliza como fórmula 2V» que es una cota superior de la fórmula anterior. La precisión de las estimaciones y la confianza están li- gadas al tamaño muestral por la fórmula anterior, y éste se determina por la ecuación 4e2 cuyo último término da una cota superior del mismo cuando no se conoce el valor de la proporción p que seva a estimar. Si aplicamos la fórmula anterior al ejemplo 5.1, obte- nemos que la precisión de la estimación de 7t/4 es 0.011 y, por consiguiente, la de n es 0.044, con una confianza de 0.95. La precisión de la estimación de la probabilidad del ejemplo 5.2 de la lotería primitiva es 0.0098, con una confianza de 0.95. El tamaño muestral del ejemplo 5.3, 4147, se calculó usando la cota superior de la fórmula (5.3), con una con- fianza de 0.99. Obsérvese que si la confianza se reduce al 0.95, como en los dos ejemplos anteriores, el tamaño muestral sería solamente de 2401. 82
  • 11. DETERMINISMO, CAOS, AZAR E INCERTIDUMBRE AZAR E INCERTIDUMBRE Normalmente utilizamos la palabra incertidumbre cuan- do nos referimos a aquellos fenómenos que no conoce- mos o no podemos controlar y, a veces, reservamos lapa- labra ¿zzarpara aquellos fenómenos de losque no podemos predecir su resultado pero, por diversos motivos o consi- deraciones, conocemos susprobabilidades como, por ejem- plo, cuando se lanza una moneda o se observan los resul- tados de la ruleta. Pero, si en vezde una moneda se lanzase una chincheta, ¿qué podríamos decir de las probabilida- des de lossucesos de quecaiga de una manera o de lacon- traria? Si no recurrimos a modelos físico-probabilísticos, como el comentado en la sección 3, a propósito dellan- zamiento de monedas, ni a métodos estadísticos basados en la repetición del experimento de lanzar la chincheta bajo condiciones de independencia, no podremos tener una idea de estas probabilidades. Muchas veces se asocia a la noción de azar la distribu- ción uniforme entre los posibles resultados, mientras que la incertidumbre sepuede medir con probabilidades none- cesariamente uniformes que expresan nuestro distinto gra- do de incertidumbre, y éstas —no lo olvidemos— sonper- sonales, es decir, varían de persona a persona según el grado de información o conocimiento que tengan sobre el fenómeno. Ocurre queen algunas circunstancias -las menos-, como sucede en el lanzamiento de una moneda, hay unanimi- dad en la asignación de probabilidades debido a que el grado de conocimiento sobre este fenómeno es similar entre casi todas las personas. Sin embargo, en el caso del lanzamiento de unachincheta determinada -no olvidemos que hayvarios tipos de chinchetas—, nos encontramos con que ni siquiera podríamos decir si la probabilidad deque caiga con la base hacia abajo es mayor o menor que ladel suceso contrario. Solamente aquella persona que hubiera realizado experimentos estadísticos con esa chincheta, ouna similar, podría asignar probabilidades a esos sucesos con confianza, lo que no suele ser el caso de la mayoría delos mortales. En el lenguaje común se distiguen básicamente dosti- pos de incertidumbre, a saber: aquella quese debe a nues- tra ignorancia pero que se puede eliminar y convertir en certeza absoluta, por medio de algún procedimiento de- terminístico -como pudiera ser recurriendo, por ejem- plo, a alguna rama de las matemáticas o la lógica para eli- minarla—, y aquella que solamente se puede reducir, sin llegar necesariamente a la certeza absoluta, por la repeti- ción indefinida de experimentos estadísticos. Un ejemplo del primer tipo de incertidumbre puede corresponder a la pregunta: ¿espar el dígito que ocupa la posición 9997 en la serie de dígitos correspondiente a la parte decimal del númeroTC? Antes de la aparición de los ordenadores, la respuesta a la pregunta anterior no se conocía con certeza. Se vis- lumbraba la idea de que la distribución de los dígitos de la parte decimal de 71 era aleatoria con distribución uni- forme sobre los diez dígitos, con lo cual la afirmación de que la probabilidad de que el dígito que ocupa la posi- ción 9997 fuese par es 1/2 seria una respuesta acepta- ble. Gracias a los ordenadores, hoy sabemos que esa cifra es 5, con lo que ha desaparecido la incertidumbre, y la respuesta es no.Un estadístico diría que se ha efectuado un experimento estadístico concluyeme y la incertidum- bre se ha reducido a 0. Pero si en la pregunta anterior sesustituyese la posición 9997 por la 10000000000000000000099954345671089, no estaría clara la respuesta -probablemente habría que es- perar demasiado tiempo para responderla con certeza—, pero la afirmación de que la probabilidad de que esedí- gito fuese par es 1/2, seguiría siendo una respuesta acep- table. Incluso si, a la mayoría de nosotros, nos preguntasen cuál es el dígito que ocupa la posición novena, sin tener la posibilidad de consultarlo en una tabla u obtenerlo con un ordenador o -aunque alguna vez se hubiera aprendi- do- simplemente senosha olvidado, el lanzar una moneda y responder quees par o impar según aparezca cara o cruz, o viceversa, sigue siendo la mejor respuesta. A la pregunta de si los dígitos de la parte decimal de Tí, sucesión puramente determinista, se comportan como aleatorios con distribución uniforme, los resultados delos tests estadísticos de aleatoriedad a los que se ha sometido a los dígitos hasta ahora conocidos permiten asegurar que se comportan como aleatorios. De hecho, esta sucesión determinista secomporta como caótica con distribución invariante uniforme sobre losdí- gitos. Las figuras 6.1 y 6.2 corroboran lo anterior ya quelasu- cesión de dígitos del número TC muestra un comporta- miento similar al del mismo número de dígitos pseudoa- leatorios obtenidos por simulación. Los 10000 primeros dígitos de la parte decimal deTC son: 1415... 5678. 0.1 0.08 0.06 0.04 0.02 0 2 4 6 8 10 Fig. 6.1.-Diagrama de barras correspondiente a la distribuciónde los 10.000 primeros dígitos pertenecientes a la parte decimal dejt. 83
  • 12. FRANCISCO JAVIER GIRÓN GONZÁLEZ-TORRE Fig. 6.2.- Diagrama de barras correspondiente a una muestra alea- toria de tamaño 10.000 de los dígitos del 0 al 9, obtenida mediante simulación. En la mayoría de las situaciones reales, sin embargo, la in- certidumbre suele ser del segundo tipo y no sepuede eliminar del todo. En estos casos, ésta [la incertidumbre] se puede re- ducir a través de experimentos estadísticos, es decir, modelos probabilísticos que relacionan losresultados inciertos con otros observables, mediante la utilización de técnicas estadísticas. Para muchos estadísticos la distinción entre los dos ti- pos de incertidumbre no es necesaria, pues ésta siempre se expresa o se mide en una escala probabilística, es decir, mediante una medida de probabilidad, y éstas [las proba- bilidades de los sucesos inciertos] se combinan de acuer- do con las reglas del cálculo de probabilidades. Este tratamiento de la incertidumbre constituye una buena parte de la CienciaEstadística, demasiado extensa para tratarla aquí, ni siquiera de forma somera. 84