Los controladores aéreos se encargan de evitar accidentes en el tráfico aéreo al controlar que no haya aviones en el mismo espacio al mismo tiempo. Su trabajo es estresante ya que deben estar atentos a múltiples detalles a la vez y reaccionar rápido a imprevistos. A pesar de las críticas sobre sus altos sueldos y huelgas, los controladores afirman que su labor es crucial para la seguridad de los pasajeros y requiere mucha responsabilidad.
1. MARTES, 13 DE AGOSTO DE 2013
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El gremio de controladores aéreos se
defiende: «Somos algo más que
huelgas y sueldos exorbitantes»
«Sheriffs» del cielo
ANA LUISA ISLAS
BARCELONA
ACE algunos años pocos conocían el oficio de controlador aéreo. Se sabía que había una torre de control, donde gente «controlaba» cosas, pero no
se sabía a ciencia cierta de qué iba la
historia. En 2010, la huelga de controladores de tránsito aéreo (CTA) paralizó el movimiento en los cielos españoles y los puso en el punto de mira.
Tres años más tarde, la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo prefiere dejar atrás los sinsabores y reivindicar el oficio mermado
por la crisis, los sueldos altísimos y las
huelgas. «Allá arriba hay tantas cosas
que pueden ir mal de un momento a
otro; nosotros estamos aquí para minimizar los daños», explica Jesús Pedraz, controlador y encargado de comunicación de la asociación.
Los CTA tienen como tarea evitar
que dos aviones ocupen el mismo espacio al mismo tiempo. Es decir, son
una especie de policías de tránsito del
cielo y la tierra, en lo que a aeronaves
se refiere, pues no solamente controlan lo que sucede arriba, sino también
lo que pasa antes de despegar y después de aterrizar. «Prevenimos choques, controlamos el tráfico en el aire,
al salir, en la pista y al llegar», comenta Pedraz. Para realizar su tarea, los
H
controladores tiene que dar claramente y en inglés instrucciones a los pilotos, y repetirlas las veces que haga falta. Además, deben estar atentos a preguntas y peticiones. «No hablamos
como los seres humanos normales, tenemos una fraseología estándar, para
evitar confusiones y por lo tanto accidentes», confiesa Juan Lario, también
controlador. «Es necesario hablar inglés, no solo saber algunas frases como
un guión, para poder reaccionar ante
cualquier incidente», agrega.
Aunque en la teoría la tarea parece
sencilla, en la realidad suceden muchas cosas al mismo tiempo, por lo que
el trabajo necesita de atención máxima a los detalles y la capacidad de reaccionar a tiempo ante imprevistos. El
tránsito en los aeropuertos, especialmente en El Prat o Barajas, es pesado
ya de por sí: en Barcelona aterrizan y
despegan 35 aviones cada hora; en Madrid, 42. Al tráfico se suman las inclemencias del tiempo y otros imprevistos. Perros, personas, aves e incluso
tortugas pueden obstruir las pistas.
«Los animales pueden ser absorbidos
por las turbinas y causar un daño enorme al motor», apunta Pedraz.
Lo que sucede fuera de los aviones
no es lo único que está bajo su cargo,
sino también lo que pasa a bordo. «Se
me ha desmayado algún pasajero», explica Lario. Cuando alguna de estas
emergencias suceden, los controlado-
Los cursos cuentan entre 25.00 y 30.00 euros
Formación de altura
«No es una profesión muy
conocida y quienes nos dedicamos a esto es porque tenemos
algún familiar que también lo
hace», comenta el controlador
que también se dedica a formar
nuevos colegas. Hace unos años,
para entrar al oficio se requería
de una carrera universitaria y el
coste de la formación, de 14
meses, corría por la cuenta de
AENA. Ahora, los cursos no
requieren una licenciatura,
res también se encargan de dar paso
a las ambulancias, o lo que haga falta,
a través de las pistas del aeropuerto.
Para ellos, las tres reglas básicas son:
«Primero la seguridad, luego el orden
y en tercer lugar la rapidez».
Debido a que tantas vidas humanas
dependen de que la tarea de los CTA
se realice correctamente, es un oficio
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cuestan entre 25.000 y 30.000
euros, duran dos años y los
imparten escuelas particulares.
«No te garantizan ni trabajo ni
sueldo» comparte Lario. Los
sueldos varían mucho. En torres
privadas, rondan entre los mil y
los 2.000 euros. Con la experiencia, pueden elevarse hasta los
100.000 euros al año, según la
responsabilidad que tengan,
aseguran desde la asociación. En
2010 se habló de sueldos anuales
de hasta un millón de euros. Los
controladores lo niegan.
muy estresante, pero también muy
bien pagado. Según el Centro de Enfermedades y Prevención de Atlanta,
los controladores aéreos, junto con los
profesores, los médicos, los policías y
los mineros, son las profesiones con
más estrés. En ello se basaban los controladores en 2010 para exigir que no
se rebajaran sus elevados sueldos ni
se alargaran sus reducidas jornadas
de trabajo.
Turnos establecidos
Panel de mandos en la sala de la torre de control
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Actualmente, los turnos establecidos
por la legislación no pueden superar
las 170 horas mensuales de trabajo,
que se reducen a 135 en invierno, y los
CTA cuentan con 45 días de vacaciones al año. Aún así, para los controladores, «los nuevos turnos machacan
porque lo que hacemos sucede muy
rápido y siempre es en vivo», explica
Pedraz. «Tener 15 aviones en aproximación es muchísimo, pues hay que
estar pendientes de todos, y más si hay
alguna incidencia», agrega. Aún así,
AENA insiste en cambiar sus prestaciones y los controladores escudan sus
protestas en su amplia responsabilidad y el estrés laboral.
Ahora han diversificado las protestas. Según AENA, en El Prat para «no
asistir al centro de trabajo, hacen uso
de los días para cuidados de familiares». Hace unos días, la entidad denunciaba que el absentismo de CTA
en Barcelona este verano sobrepasará el 26%. Lo dicho, los controladores
no solo controlan el cielo, a veces sus
jurisdicción va un poco más allá.