Este documento describe el caso de Daniela García, una joven estudiante de medicina que sufrió un terrible accidente al caer de un tren en movimiento en 2002. Como resultado del accidente, Daniela perdió ambas manos y piernas. A pesar de las graves lesiones y la pérdida masiva de sangre, Daniela logró sobrevivir y mantenerse lúcida hasta que llegó la ambulancia. Después de varias semanas en el hospital, Daniela demostró una gran resiliencia y capacidad de recuperación. Su historia ejemplifica la
TIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptx
Autoestima y resiliencia
1. GESTIÓN DE TALENTO HUMANO
FICHA 812520
ELABORADO POR
ANGELA MARÍA ARISMENDY AGUDELO
ACTIVIDAD
AUTOESTIMA Y RESILIENCIA
CENTRO TECNOLÓGICO MOBILIARIO
SENA
SERVICIO NACIONAL DE APRENDIZAJE
2015
2.
3. 1- Mencione tres factores del entorno que afectan el estudio
Factores que inciden en el estudio
1. Factores internos: atención, capacidad, inteligencia, motivación, estado
psicológico etc.
2. Factores externos: ambiente y lugar de estudio.
3. Técnicas de trabajo intelectual: planificación, toma de apuntes, método de
estudio, planificación de repasos, preparación y realización de exámenes, auto
evaluación.
Factores internos:
* El Estado psicológico de la persona. Estado de animo, el estar triste o contento
influye mucho al momento de estudiar
* Motivación, es muy difícil tener ganas de hacer algo sin no se le encuentra
sentido.
* Preguntarse ¿por qué estudio yo?, ¿qué motivos tengo para hacerlo?, ¿a corto,
a medio y a largo plazo?, ¿estudio por presiones familiares o sociales o porque
realmente lo he decidido yo?, ¿cómo sería mi vida si no estudiara? Es importante
decidir personalmente sobre los motivos reales que tiene cada uno para estudiar
diferenciándolos de los motivos sociales que nos inducen a hacerlo, con esto se
consigue que la decisión que tomes sea personal y, como tal, asumas tu
responsabilidad en lo que haces y decides.
Factores externos:
* Lugar de estudio: que debe ser fijo, personal, aislado y ordenado
* El cuidar el sitio donde se estudia nos va a facilitar la concentración y nos va a
ayudar a mantenerla más tiempo.
* Es necesario poner grande ahínco en este lugar es decir iluminación, comodidad
y un bonito ambiente para es aconsejable que el lugar en el que se estudia sea
siempre el mismo y que en él no se realice ninguna actividad que no sea estudiar;
como ver televisión, leer lecturas de ocio etc, esto nos facilitará que al asentarse
en nuestra mente se afiance mucho más rápido.
* Si nos distraemos, no debemos permanecer en el lugar de estudio, lo adecuado
es levantarse y no volver a sentarnos hasta que no estemos dispuestos a seguir
estudiando. Es cuestión de crear hábito, no importa que al principio tengamos que
levantarnos muchas veces.
Técnicas de trabajo intelectual:
La organización es fundamental para la realización de cualquier trabajo, ya sea de
estudio o de otro tipo.
Dentro de los períodos de estudio, los descansos deben ser cortos. Se
recomienda descansar unos 5 ó 10 minutos cada hora, y hacer un descanso de
4. unos 20 ó 30 en periodos más largos, por ejemplo a media mañana o a media
tarde de estudio.
* El método que utilizamos para estudiar es determinante. Es necesario tener un
buen método para facilitar la asimilación de nuestras materias al máximo.
* Es fundamental el Orden. Es vital afianzar los conocimientos de una manera
firme lógica y sistematizada, el no tener orden dificulta asimilar el tema.
* Recomendaciones para diseñar un buen método de estudio.
* Distribuir el tiempo de forma flexible, adaptada a cambios y a circunstancias.
* Tener en cuenta las dificultades concretas de cada materia.
* Averiguar el ritmo personal de trabajo
* Ser realista y valorar la capacidad de comprensión, memorización.
* Comenzar por los trabajos más difíciles y dejar los más fáciles para el final.
* Memorizar datos, entenderlos y fijarlos
2- Elabore la escala de Autoestima
AUTOCONOCIMIENTO
Comienza con establecer de manera clara, sincera y objetiva las fortalezas y
debilidades de nosotros mismos, para así obtener nuestras características como
personas.
AUTOCONCEPTO
Es el conjunto de creencias que una persona tiene de sí
mismo nos permite, analizarnos, concientizarnos y mirarnos
interiormente para poder retomar la disciplina y lograr los
proyectos propuestos
AUTOEVALUACIÓN
Es describirte a ti mismo con defectos y cualidades.
Consiste en que valoremos por si mismos nuestra
propia capacidad y características en diversos ámbitos
AUTOACEPTACIÓN
Significa reconocer que somos valiosos y dignos
de ser queridos y respetados a pesar de no ser
perfectos.
AUTORRESPETO
Buscar y valorar todo aquello que lo haga a
uno sentirse orgulloso de sí mismo.
AUTOESTIMA
Significa quererse a sí mismo y
considerarse una persona valiosa
5. 3- Qué es la Coevaluación?
Consiste en la evaluación del desempeño de un alumno a través de la
observación y determinaciones de sus propios compañeros de estudio. El
mencionado tipo de evaluación resulta ser realmente innovador porque
propone que sean los mismos alumnos, que son los que tienen la misión de
aprender, los que se coloquen por un momento en los zapatos del docente
y evalúen los conocimientos adquiridos por un compañero y que ellos
también han debido aprender oportunamente. Esta retroalimentación que
nos propone este tipo de evaluación, busca y tiende a mejorar el
aprendizaje, porque animará a los estudiantes a que se sientan realmente
partícipes del proceso de contenidos y no sólo asistentes de una clase, la
coevaluación les propone a los estudiantes que participen de su propio
proceso de aprendizaje y el del resto de sus compañeros a través de la
expresión de juicios críticos sobre el trabajo de los otros. Algunas
consideraciones que deberían ser tenidas en cuenta a la hora de la
coevaluación de los compañeros son las siguientes: sugerir ideas, compartir
conocimientos y también ideas, mostrar responsabilidad, preocuparse por
enriquecer y mejorar la tarea del equipo en el que le tocó participar,
comunicarse en forma clara, precisa, concisa y cordial para con el resto de
sus compañeros, aceptar las opiniones contrarias y sentar sus propias
ideas y su propia reflexión acerca del equipo, analizar su desempeño y las
cuestiones que podrían mejorar su dinámica, por ejemplo.
Vale destacar que la coevaluación nada tiene que ver con la
autoevaluación, ya que en esta última es uno mismo el que evalúa los
propios conocimientos adquiridos y reflexiona sobre los mismos, en cambio,
como mencionamos, en la coevaluación participan todos los alumnos que
conforman un equipo.
4- Con un ejemplo demuestre que hay resiliencia.
RESILIENCIA: Es la capacidad para afrontar la adversidad y lograr
adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés
severo, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva.
Hasta el 30 de octubre de 2002, Daniela García llevó la vida cómoda y
despreocupada, de una joven educada en el seno de una familia de la clase
alta y culta de Chile. Excelente estudiante con altas calificaciones, le
encantaba la biología e ingresó en la Facultad de Medicina de la PUC. En la
6. última semana de ese octubre, Daniela tenía 22 años y cursaba el último
mes de su cuarto año. Tenía un novio formal desde hacía cuatro años, Ricardo
Strube, un joven buen mozo y atlético.
Por ese tiempo, se acercaban los calurosos días del verano y estaban a
punto de iniciarse los exámenes finales. También era la época de
los Juegos Inter-Escuelas de Medicina, tradición competitiva anual en la
que participan casi todos los estudiantes de medicina del país. Ese año se
iba a realizar en Temuco, ciudad de 260.000 habitantes, situada a unos 250
km al sur de Santiago. Pero ella no estaba segura de querer asistir. Le
preocupaba un próximo examen de Dermatología, una de sus mejores
amigas no iría, y el viaje hasta allí era caro e implicaba unas cuantas horas
en tren, y de noche. Además tenía un extraño y desagradable
presentimiento respecto del viaje.
Durante varios días sus compañeros le insistieron en que los acompañara:
necesitaban su habilidad de futbolista en el equipo. Por fin cedió. Sin
embargo, cuando llegó a la estación central del ferrocarril aquel miércoles
por la noche, su miedo sólo aumentó. El sistema nacionalizado de
ferrocarriles había dispuesto trenes adicionales, con vagones viejos. A
Daniela no le gustaba cómo se veían las ventanillas sucias y la pintura
descascarada. Cálmate, se dijo. El ferrocarril es seguro.
Cuando el tren empezó a dirigirse hacia el sur, los estudiantes sacaron
guitarras y empezaron a cantar y a bailar. “Bailá con nosotros”, le pidieron
con insistencia unos amigos. Pero esa noche no tenía ganas. Se quedó
sentada y trató de mirar el paisaje. A eso de las 10, poco más de una hora
después del inicio del viaje, dos amigos le pidieron que los acompañara a
otros vagones para ver si conocían a algunos de los estudiantes a bordo.
Mientras caminaban de un vagón a otro, un amigo iba delante y otro detrás
de ella. Las luces de techo estaban fundidas y era difícil ver. Daniela no
sabía que no estaba en su lugar la pasarela que normalmente cubre los
huecos entre los acoplamientos de los vagones. El tren entró en una larga
curva y la brecha se ensanchó aún más.
Daniela dio un paso y sintió que caía al vacío. Los amigos de Daniela
notaron que de pronto había desaparecido. Un pasajero que fumaba al lado
dijo, “¡Oigan, esa chica se acaba de caer!”.
Daniela tuvo la sensación de que tiraban de ella de un lado a otro. Luego,
como si despertara de un sueño desorientador, se encontró en medio de las
vías en una noche oscura
No sentía dolor, pero tenía sangre que brotaba de una lastimadura pequeña
y profunda sobre el ojo izquierdo. Movió la mano izquierda para retirar el
pelo de los ojos. No pasó nada. Lo intentó de nuevo, y nada.
Desconcertada, levantó la cabeza y miró: no estaba su mano izquierda.
7. Luego miró el otro brazo y el horror aumentó: también estaban cercenados
la mano y el antebrazo derechos. Las heridas abiertas sangraban
intensamente. Intentó moverse y una oleada de dolor le traspasó el cuerpo.
A Daniela no le gusta recordar lo que vio a continuación. Tenía la pierna
izquierda amputada entre la cadera y la rodilla. Le faltaba una parte de la
pierna derecha. Era casi insoportable ver que tenía las cuatro extremidades
afectadas.
Se dio cuenta de que podría pasar otro tren en cualquier momento. Tenía
que apartarse de las vías y conseguir ayuda cuanto antes, o moriría. De
alguna manera, a pesar de las lesiones masivas y el dolor, logró levantar la
espalda y separarse de las vías dándose vuelta. Sin embargo, ya no pudo
moverse más. Empezó a gritar: “¡Ayúdenme! ¡Por favor, ayúdenme!”. Por
casualidad, en ese momento, Ricardo Morales, un trabajador rural, paseaba
por allí, escuchó el grito y corrió hacia ella.
“No te muevas. Buscaré ayuda”, dijo asustado. Corrió al teléfono público
que había en la estación de servicio. Cuando vio a Morales y escuchó su
voz, Daniela sintió la primera oleada de esperanza; sin embargo, mientras
esperaba a que volviera, empezó a desvanecerse. No debo perder la fe, se
dijo.
Los Servicios de Emergencia de Rancagua enviaron una ambulancia en 4
minutos. El paramédico Víctor Solís no abrigaba mucha esperanza de que
encontraran a la víctima con vida. Cuando llegaron la chica gemía. A pesar
de haber perdido una enorme cantidad de sangre, Daniela permanecía
lúcida. Incluso empezó a recitar su nombre, el de sus padres, sus números
telefónicos y los de sus tíos. “¡Shhh! Guarde silencio. Mantenga la calma”,
dijo el médico. Los demás llegaron corriendo por las vías con una camilla
rígida y más equipo.
“¿Está muerta?”, preguntaron. "¿Estoy muerta?", se preguntó Daniela. No,
no podía ser.
“¡No estoy muerta!” gritó Daniela, y su fuerza sobresaltó a los médicos.
El equipo trabajó con celeridad; sobre todo detuvieron las hemorragias en
cada miembro. En eso oyeron un retumbar y sintieron vibrar las vías: venía
otro tren. Quedarse con ella sería arriesgado, pero tampoco tenían tiempo
para sacarla de allí.
“Se acerca un tren”, le comunicó Solís. “Tenemos que irnos. Regresaremos
de inmediato”.
“¡No me dejen!”, gritó Daniela, mientras el equipo se ponía a salvo justo a
tiempo.
Daniela sintió el estremecimiento y el golpe del viento cuando el tren pasó
casi por encima de ella. Le parecía que nunca terminaría de pasar. A un
8. costado, sin poder verla, Solís también tuvo la impresión de que el tren era
infinito. En cuanto terminó, corrieron de nuevo al lado de la chica, y vieron
con alivio que había sobrevivido. La subieron a la ambulancia y llegaron al
hospital rápidamente. A todas las personas que veía, ella les
preguntaba: “¿Voy a estar bien?”. Recién en un ascensor, camino al
quirófano para operar sus extremidades cercenadas, un doctor le contesto
con tranquilidad: “Vas a estar perfectamente”. Por primera vez desde el
accidente, Daniela pudo por fin tranquilizarse. Hice todo lo que pude. Está
en las manos de los médicos, pensó. Ahora sólo deseaba descansar. Cerró
los ojos.
El llamado telefónico de Rancagua al hogar de los García llegó un poco
después de las 11 de la noche. El hospital se negaba a proporcionarles
detalles, pero les dijeron que debían acudir de inmediato. Llegaron luego de
un viaje que tardó una hora.
Mientras tanto Ricardo, el novio de Daniela, recibió un llamado de unos
amigos que iban en el tren. Cuando Daniela desapareció, algunos
intentaron detener el tren, le dijeron, pero el personal no creía que alguien
pudiera haberse caído. Un familiar lo llevó al hospital donde se unió a la
familia.
A los días Daniela fue trasladada a Santiago. Pasó seis semanas en el
hospital con visitas diarias de Ricardo, la familia y amigos. Lo más difícil de
la curación fue manejar el dolor y las sensaciones fantasmas de sus
extremidades cercenadas. Con el tiempo, por medio de la meditación y el
reiki —terapia japonesa que pretende manipular los campos energéticos del
organismo— aprendió a atenuar y controlar las respuestas nerviosas la
mayor parte del tiempo.
El padre de Daniela buscó el mejor lugar que pudiera proveerle prótesis a
su hija y ofrecerle la extensa rehabilitación que requeriría. Optó por el
famoso Instituto de Rehabilitación Moss, de la Universidad Albert
Einstein, en las afueras de Filadelfia, Pensilvania. Daniela llegó un nevado
sábado de febrero para una estancia de seis semanas. Todos los días
trabajaba con un equipo de para aprender a caminar, alimentarse y llevar a
cabo otras actividades de la vida cotidiana con extremidades artificiales.
Daniela estableció un vínculo especial con el jefe de la unidad, el doctor
Alberto Esquenazi. No sólo hablaba español, sino que había perdido la
mano derecha en una explosión de laboratorio. En su lugar había un
gancho plateado que usaba con toda naturalidad. Eso le daba esperanza.
Apenas cuatro días después de llegar y dos después de que el equipo de
prótesis le tomara medidas, vio su primer par de piernas artificiales. Cuando
le sujetaron una pierna y la fisioterapeuta María Lucas la ayudó a ponerse
en posición vertical, sintió pura alegría. Por primera vez desde el accidente,
9. pudo mirar a otra persona a los ojos. Lloró de felicidad. Tenía
mucha fortaleza y determinación.
Logró avances extraordinarios, y pronto aprendió la técnica de usar los
músculos de la espalda, conectados a cables, para abrir y cerrar los
ganchos de las manos. Al poco tiempo sostenía y manipulaba objetos. Se
volvió tan experta que pudo aplicarse hábilmente el maquillaje de los ojos y
tejer. Con todo, el equipo se preocupó ante la posibilidad de que estuviera
al borde de una crisis. Se mostraba demasiado optimista. Sin embargo ya
allí ella se dio cuenta de que las cosas jamás volverían a ser igual que
antes, y a veces le corrían las lágrimas al verse obligada a aceptar esa
realidad.
El doctor le dijo: “Siempre vas a extrañar tus manos. Nada de lo que
hagamos aquí remplazará jamás lo que perdiste. Sin embargo, tenés
opciones. Podés esconderte en un rincón y jamás salir, o podés aceptar el
desafío y aprender a hacer tu mejor esfuerzo con lo que tenés”. Daniela
sabía que tenía razón y a pesar de sus momentos de tristeza, se entregó
con todas sus fuerzas a la fisioterapia.
Ella decidió aferrarse a las palabras de Esquenazi: “Tu vida será lo que
hagas con ella”.
Después de seis semanas en el Instituto Moss, voló a Santiago con su
familia. Ricardo la esperaba en el aeropuerto. La vio por primera vez
cuando se dirigía hacia él con sus nuevas prótesis, y su característica
sonrisa enorme y entusiasta. Fue un encuentro jubiloso, y las dudas
respecto a si podía permanecer a su lado se borraron por completo.
Unos cuantos meses después, Daniela regresó a Moss por otro período,
para afinar sus prótesis y aprender a manejar un auto nuevamente. Tuvo un
momento de intensa alegría cuando aprendió el delicado equilibrio de andar
en bicicleta con sus miembros artificiales.
Casi al año exacto de su accidente volvió a ingresar en la Facultad de
Medicina, decidida a no aceptar ningún trato especial y a prosperar o a
fracasar de acuerdo con sus propias habilidades. Sería una especialista en
rehabilitación, como el doctor Esquenazi. Con compromiso logró mejores
calificaciones que nunca, y con el tiempo se convirtió en “la primera
médica amputada cuadrilateral en el mundo”.
En noviembre de 2003, tras un episodio en el cual gracias a su presencia,
un programa de televisión logró recaudar los fondos necesarios para niños
enfermos, Daniela decidió que aunque no fuera escritora, quería narrar su
historia a su manera. Poco a poco, redactando breves pasajes en sus ratos
libres, relató los detalles del accidente y de su rehabilitación, apretando
letra por letra en su computadora. Una mañana despertó con la compulsión
10. de que tenía que terminar el libro. No estaba segura de que se lo
publicarían, pero deseaba intentarlo. Se asombró cuando la renombrada
casa editorial Random House adquirió los derechos. La primera edición
de “Elegí vivir” se agotó rápidamente. Para el 2008 se encontraba en su
decimocuarta edición. Ella se había convertido en un personaje muy
conocido y en una sensación literaria.
Ahora personas a todo lo largo de Chile le envían cartas para decirle cómo
su historia las ha inspirado y les ha infundido valor para encarar los retos de
su propia vida, para aprovecharla al máximo independientemente de lo que
les depare el destino, para buscar la felicidad. Daniela guarda todas las
cartas en un baúl especial, su baúl de la felicidad. “Escribí el libro porque
me resultó terapéutico. Me ayudó a aliviarme. No sabía que ayudaría a
tantas otras personas y eso es muy especial para mí”.
Ahora nota que es poco lo que no puede hacer. Unas perillas especiales en
el volante le permiten manejar su camioneta. Le gusta pasear en bicicleta.
Adora cocinar. Incluso puede sentir en cierta forma con sus ganchos, como
cuando palpa un abultamiento debajo de la piel de sus pacientes.
“Es una sensación distinta. No es realmente sentir, pero percibo algo.
Los seres humanos tienen la capacidad de compensar y el cerebro
aprende a interpretar la información. No puedo explicarlo, pero
realmente siento con los ganchos”.
Su relación con Ricardo ha ido viento en popa. En marzo de 2007, después
de que la pareja hiciera un viaje a Europa, él le propuso matrimonio. Lo
había planeado desde hacía meses. “Para ser sincero, cuando ocurrió el
accidente no sabía cómo nos afectaría, qué haría con nuestra relación. Si
Daniela se hubiera lamentado todo el tiempo por lo que había perdido, tal
vez yo no hubiera podido soportarlo. Pero ella no se comportó así de
ninguna manera. No ha permitido que el accidente la defina o la limite.
Supe que deseaba pasar el resto de mi vida con ella”. En septiembre de
2007, delante de 300 familiares y amigos, la pareja se casó y luego bailaron
toda la noche. Pronto, planean iniciar una familia.
Las metas de Daniela ahora son las mismas que antes del accidente: ser
una buena médica de rehabilitación tanto en sus conocimientos
profesionales como en su relación con los pacientes (ayudarlos a superar
sus traumas y lesiones y readaptarse para vivir una vida plena), ser una
esposa cariñosa y, algún día, madre.
Sin embargo, lo más importante es que quiere concentrarse no en lo que ha
perdido, sino en su vida como un don maravilloso, fuente de felicidad,
11. recordando siempre las palabras que le dijo el doctor Esquenazi cuando se
conocieron: “Tu vida será lo que hagas de ella”.