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Revista
de ciencia y tecnología
Año III / N* IT / julio 1 9 7 2 / B u e n o s Aires
Av. Roque Sáenz Peña 825. 9 ' piso. Oí. 93 - Buenos Aire,
Tel.: 45-8935
3 Editoriales: Nuestra
palabra, nuestra voz. La
invasión herlziann. Higos
y manzanas
19 Humor nuevo
39 Novedades de ciencia
y tecnología
40 Juegos maieimíticos
58 Comentarios «le libros
ftS Correo del lector
11 Problemas de Go
Melegol
5 VIETNAM: LABORATORIO PARA EL GENOCIDIO
Alai» Janbert
13 Cinco años del Instituto de Cálculo de la Universidad
de Buenos Aires
Entrevista a Manuel Sadosky
20 Memorias magneto-ópticas para computadoras más
veloces
Ivan Chambouleyron
22 Nace una nueva ciencia: la Paleoingeniería
Georgc Whitfieldy Cherric Bramwell
29 Una música que se hace ciencia
William Skyvington
33 El impacto social de la biología moderna
}o nathan Beckwith
3 9 Anemómetro láser para aeropuertos
Una computadora saboteada por no adherirse a la huelga
45 El juego de Go (II)
Hilario Fernández Long
49 Instituto de Promoción Secaría
50 La primera CACTAL
55 DINEA: Dirección Nacional de Adultos
61 La 57" Reunión de la Asociación Física Argentina
62 Discriminación ideológica en la Universidad de
Venezuela
De las opiniones expresadas en los artículos firmados
son responsables exclusivos sus autores.
1
Nuestra tapa
y los
pintores
Continuando la serie iniciada en el N" 16 con
un trabajo de Hermenegildo Sábat, CIENCIA
NUEVA luce hoy en su portada un
dibujo realizado especialmente por Lorenzo
Amengual. En números sucesivos
tendremos trabajos de Ernesto Deira, Luis
Felipe Noé, Oscar Smoje y Rómulo Macció.
Lorenzo Amengual nació en Córdoba, tiene 32
años y hace 5 que reside en Buenos Aires.
Es arquitecto y trabaja como diseñador
gráfico. Su lenguaje es esencialmente
humorístico y comenta preferentemente el
el acontecer político y social. Quizá sea una
de las causas por las cuales sus trabajos,
de incuestionable nivel plástico, no
se ven con regularidad en medios gráficos
locales de difusión masiva,
aunque sí en algunos del extranjero.
Uno de sus trabajos más recientes
y maduros es la ilustración del libro
La Edad de Oro, del poeta y político cubano
José Martí, realizado para la Editorial
Nueva Senda. Estos dibujos fueron expuestos
recientemente en la galería Lirolay.
Es una publicación de Editorial Ciencia Nueva S.R.L., Av. R.
Sáenz Peña 825, 9" P., of. 93, Buenos Aires, República Argen-
tina, Tel.: 45-8935. Distribuidores: en la República Argentina
Ryela S.A.I.C.I.F. y A., Paraguay 340, Capital Federal, Tel.:
32-6010 al 29; en Capital Federal, Vaccaro Hnos., S.R.L.,
Solfs 585, Capital Federal. Impreso en Talleres Gráficos DI-
DOT S.C.A., Luca 2223, Buenos Aires. Precio del ejemplar:
ley 18.188 $4 (m$n.400). Suscripciones: Argentina, ley 18.188
$40 (m$n. 4.000) por doce números; Uruguay, $2.500, exte-
rior, por vía ordinaria, u$s. 15 anual. Registro de la propiedad
intelectual n? 1.049.414. Hecho el depósito de ley. Derechos
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bajos originales, y en castellano para colaboraciones traducidas.
2
Director
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Director Adjunto
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Asesores
Héctor Abrales
Hernán Bonadeo
Daniel Goldstein
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Secretario de redacción
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Redacción
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Corresponsales
Boston: Carlos Abeledo
Jerusalén: Eduardo Fischbein
Londres: Eduardo Ortiz
Los Angeles: Julio Moreno
México: Jaime Kravsov
Montevideo: Juan Arturo Grompone
París: Alain Jaubert - Beatriz Ottonello
San Pablo: Ricardo Albizuri
Santiago de Chile: Juan Pablo Schifini
Nuestra palabra, nuestra voz
En diversas páginas de este ejemplar el lector encon-
trará información sobre algunos hechos que queremos
destacar en este comentario porque son una gratifica-
ción adicional hacia nuestro trabajo.
Desde el 2 de julio ampliaremos nuestros "canales de
comunicación": CIENCIA NUEVA estará todos los
domingos, a las 19, en Radio Municipal. En 20 minu-
tos semanales intentaremos dar un panorama ameno
del quehacer científico y tecnológico que nos permitirá
colocarnos más cerca de los lectores que sólo nos cono-
cen a través de la palabra escrita y a la vez proveer
a una difusión más general de estos temas que nos in-
teresan y que cumplen un papel protagónico en la evo-
lución de nuestras sociedades.
El éxito de nuestra primera Mesa Redonda, la adhe-
sión manifestada por nuestros lectores, nos alentaron
a preparar una segunda. El tema será esta vez La Uni-
versidad en América latina-, dispondremos como en-
tonces del excelente salón y del apoyo técnico del Cen-
tro Cultural General San Martín de la Municipalidad
de la Ciudad de Buenos Aires. Estaremos allí el martes
1? de agosto.
La Dirección Nacional de Educación del Adulto (DI-
NEA) necesitaba un medio apropiado para la publi-
cación de sus trabajos y noticias. Un cuidadoso análisis
del mercado local de publicaciones especializadas llevó
a sus directivos a elegir a CIENCIA NUEVA para ese
fin. Si bien las páginas que comienzan a publicarse
en este número son "propiedad" de la DINEA h Di-
rección de la revista ha supervisado la selección del
material de modo de intentar que el interés de los lec-
tores se vea reflejado en esta selección.
Con el Instituto de Promoción Becaria hemos lle-
gado a un acuerdo para publicar en forma permanente
una cartelera de becas disponibles. Este es un servicio
típico de los que puede y debe dar una revista especia-
lizada y creemos que será útil a muchos de nuestros
lectores.
Estos son algunos resultados de casi cuatro años de
trabajo. En cada nuevo número que editamos y en cada
ejemplar que se vende se hace realidad aquella fe
utópica de publicar CIENCIA NUEVA en la Argenti-
na de hoy.
La invasión hertziana
La historia de la civilización es la historia de las comu-
nicaciones y la aceleración del progreso científico y
tecnológico es la causa y a la vez la consecuencia del
desarrollo de los medios de comunicación masiva.
Es bien sabido el papel que cumplió la imprenta
en la evolución de las sociedades humanas. Y estamos
sumidos hoy en un constante condicionamiento deter-
minado por los medios de comunicación que nos al-
canzan permanentemente en toda nuestra actividad,
nuestro trabajo, nuestro aprendizaje, nuestra más pe-
queña cotidianeidad.
Esto no es nuevo: Sarmiento por ejemplo, lo sabía,
toda vez que imposibilitado en cambiar la realidad his-
tórica, utilizó su literatura fuerte, panfletaria, para des-
truir sin lucha a sus enemigos y para mostrar a sus
coetáneos la cara de los hechos que necesitaban sus
objetivos.
Y sabemos asimismo cómo toda la estructura depen-
diente de nuestros países no podría funcionar si los co-
nalcs de información no estuviesen estrictamente con-
trolados, a nivel mundial, por los países imperialistas.
Un nuevo instrumento tecnológico de incalculables
posibilidades se ofrece ahora a nuestras sociedades: los
satélites de emisión directa de radio y televisión. Sus
posibilidades se refieren tanto al alcance y difusión de
la cultura como al contexto ideológico de esas emisio-
nes que podrían ir en detrimento de los intereses de
cada una de las comunidades afectadas, favorecer el de-
terioro de las tradiciones culturales, agravar la depen-
dencia de los pueblos, las provincias, los países econó-
micamente débiles, en la medida en que esos pueblos
o países podrían intervenir solo parcialmente en la se-
lección del material que reciben.
Los gobiernos suelen reaccionar airadamente cuando
una nave extranjera roza las aguas territoriales o un
avión cruza la vertical de las fronteras físicas. Pero ha-
ce ya muchos años que la soberanía de los pueblos no
se protege con reacciones románticas. La tecnología ha
desarrollado recursos como la radio y la televisión, mu-
cho más sutiles, que no reconocen fronteras, que pe-
netran insidiosamente en nuestros hogares.
Y condicionan a nuestros gobernantes y los mantie-
nen muy ocupados en cuidar que nadie roce las fron-
teras físicas . . .
3
Higos y manzanas
"Si ustedes tienen en el jardín un manzano sobre el cual colocan
un cartel con la leyenda: 'es una higuera', ¿el árbol se transfor-
mará por eso en una higuera? No. Y ustedes podrán reunir a
todo un país y hacer jurar solemnemente a todos los habitantes
que es una higuera; el árbol continuará siendo lo que era y, al
año siguiente, se verá que da manzanas y no higos".
Fernando de Lasalle (1862)
(De la "Esencia de una Constitución")
En el número 16 de CIENCIA NUEVA se publicaron
un reportaje al actual titular del CONACYT, ingeniero
Cavoti y los comentarios críticos de M. Kaplan, S. Ma-
yo, M Diamand y E. Oteiza a la encuesta sobre po-
tencial científico y técnico nacional realizado para el
CONACYT bajo la dirección de Alberto Aráoz. La lec-
tura del resumen del trabajo de Aráoz y de los comen-
tarios que lo siguen vuelven imposible imaginar qué
es lo que inspira el nebuloso optimismo de las más bien
irreales declaraciones del titular del CONACYT.
Los hechos revelados por la encuesta —a pesar de
que la realidad debe ser aún más negra ya que la forma
de relevamiento permite "embellecer" ciertas situacio-
nes— son realmente alarmantes; sin entrar en un aná-
lisis pormenorizado basta señalar el lugar de cola que
ocupa la Argentina en el ranking internacional en los
cuadros referentes al gasto nacional en investigación y
desarrollo y al número de científicos e ingenieros afec-
tados en esas actividades. Tanto Aráoz como quienes
comentan su trabajo expresan que la encuesta revela
insuficiencias de todo tipo en el esfuerzo nacional di-
rigido a impulsar la investigación científica v tecnoló-
gica y hacen especial hincapié en "la poca vinculación
entre ciencia y sociedad", "la bajísima proporción de
proyectos dirigidos a la industria", "la absoluta diso-
ciación con la problemática nacional", "la carencia de
ínteres por parte de la industria en general en reempla-
zar know-how extranjero por desarrollos nacionales",
la taita de demanda social para la investigación y el
desarrollo", "la incentivación oficial en Argentina que
ayuda a exportar productos simples con bajo valor
agregado industrial", "la poca demanda efectiva de in-
vestigación por parte de los sectores económicos", etc
Los mismos datos —puesto que cabe suponer que eí
titular del CONACYT se basa en lo que el organismo
que dirige ha logrado conocer— inspiran al ingeniero
Cayoti conclusiones muy distintas. Dice: [que es de-
seable] mantener un adecuado balance de progra-
mación de las actividades científico-técnicas con ef ob-
jeto de satisfacer las necesidades económicos, sociales
y culturales del país". Y, a partir del curioso propósito
de mantener" lo que no existe, se adentra en el tran-
sitado campo de las promesas diciendo, por ejemplo
que el CONACYT determinará "programas y proyec-
tos prioritarios sobre la base de requerimientos de in-
sumos tecnológicos" o estructurará "el campo dé ofer-
ta" (sic).
4
De las montañas de papel hemos pasado a la ava-
lancha de palabras. Y aunque acumular palabras sin
ninguna relación ni con los hechos ni con la realidad
se ha convertido en el "estilo nacional", vale la pena
llamar la atención de los lectores sobre la circunstancia
singular de que los planes del C O N A C Y T enunciados
por su titular podrían, sin cambiarles ni una coma, ha-
ber sido propuestos en casi cualquier otro país del orbe!
El titular del CONACYT culmina sus declaraciones
afirmando —al referirse a las posibilidades de acceso
de los científicos argentinos a participar en las respon-
sabilidades de la elaboración y conducción de una "po-
lítica científica"— que "los científicos argentinos han
participado y seguirán participando en forma aún más
activa en este proceso". Tal afirmación parece un es-
carnio. Si hay científicos en el C O N A C Y T los hay en
tanto que funcionarios y si la participación en el
CONICET se reduce a la integración de las comisiones
asesoras por encima de cuyos consejos tiene la SIDE
poder de decisión, poco o nada puede decir la comu-
nidad científica sobre "la conducción del proceso".
No sólo la comunidad científica es ajena a la reso-
lución de los grandes problemas que afectan a la in-
vestigación científica y tecnológica y a la enseñanza su-
perior si no que, lo cual es mucho más grave, todo el
país —cuyos intereses se invocan tan declamatoria-
mente— está también al margen.
Sin embargo no se puede culpar a los funcionarios
más que del juego de querer hacer pasar por realidades
sus ilusiones. Ellos no son responsables de los proble-
mas de fondo.
_ Sólo un país que haya recuperado el poder de deci-
sión y que cuente con el apoyo de todos los sectores
populares interesados vitalmente — y no movidos por
vagas "aspiraciones"— en la independencia económica,
política y cultural de la Nación, podrá lograr que esos
mismos sectores, en los cuales estará integrada la comu-
nidad científica con responsabilidad nacional, partici-
pen realmente en el proceso de poner la investigación
científica y tecnológica y la enseñanza superior al ser-
vicio del pueblo.
Solamente arrancando el manzano y reemplazándolo
por una higuera se logrará cambiar de fruta en las pró-
ximas cosechas. O
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Alain Jaubert
Reagrupamiento de poblaciones, "urbanización" forzada, gigantescas
manipulaciones psicológicas, exterminaciones masivas, ensayos de
nuevos explosivos, de nuevas aleaciones, de nuevos materiales civiles
o militares, ensayos de gases y aerosoles tóxicos, absorción acelerada
de una enorme superproducción industrial, manipulación a una esca-
la sin precedentes de la ecología y del clima de toda una región: eso
es Indochina hoy j el mayor campo de experimentación nunca imagi-
nado, un laboratorio de 750.000 kilómetros cuadrados, donde cien-
tíficos y técnicos de los países de alto nivel tecnológico experimen-
tan, por interpósitos militares, sobre millones de cobayos humanos.
En diciembre de 1971 tuvo
lugar en París una Conferen-
cia Internacional sobre medi-
cina y la guerra de Indochi-
na. Participaron en esta Con-
ferencia delegaciones de mé-
dicos y de científicos prove-
nientes de Vietnam del Norte
y del Sur, de Laos, de Cam-
boya, de Alemania Federal,
de Bélgica, de Cuba, de Gran
Bretaña, de Dinamarca y de
otros países de Europa, ade-
más de una importante dele-
gación norteamericana. Los
delegados vietnamitas, laosia-
nos y norteamericanos pre-
sentaron en esa ocasión toda
una gama de armas y de sis-
temas de armas de las cuales
prácticamente nada se cono-
cía hasta entonces.
Los efectos devastadores de los de-
foliantes y los gases tóxicos sobre la
vida humana y toda la ecología del
Vietnam han ido tratados en otras
publicaciones,* por lo cual centrare-
mos nuestra atención en aspectos
menos conocidos del conflicto.
Conviene sin embargo, recordar
ciertos datos numéricos proporcio-
nados por el profesor Steven Rose
al iniciarse la conferencia: "Hasta
el comienzo de 1970 se habían uti-
lizado en Vietnam del Sur unos 3
millones de kilogramos de CS, can-
tidad necesaria para cubrir el total
de Vietnam del Sur 1,3 veces ( . . . )
Las estimaciones oficiales norteame-
ricanas permiten suponer que hacia
1969 se habían rociado 2,6 millones
de hectáreas con 75 millones de li-
tros de defoliantes y se había des-
truido un 50 por ciento del área
de los pantanos de manglo del delta
del río Mekong y un 20 por cien-
to de los bosques y también se ha-
bía destruido suficiente arroz como
para alimentar entre 150.000 y
1.000.000 de personas durante un
año ( . . . ) Pese a la promesa de Ni-
xon de ir disminuyendo el uso de
defoliantes, éstos siguen siendo uti-
lizados en Vietnam del Sur y no exis-
te información oficial acerca de su
empleo en Laos y Camboya. 7,5 mi-
llones de litros del "agente naran-
ja", que contiene 2,4,5-T, están en
poder del régimen de Saigón y "fue-
ra de la jurisdicción de los Estados
Unidos'."
Cráteres y superbombas
Los doctores E. W. Pfeiffer, zoólogo
de la Universidad de Montana y A.
H. Westing, botánico de Windham
College de Vermont, que habían es-
tado anteriormente en Vietnam para
estudiar los efectos de las armas quí-
micas, volvieron a ir en agosto de
1971. Su objetivo fue investigar los
cráteres de bombas, el arrasamiento
de la jungla y los efectos ecológicos
de la "superbomba".
Los cráteres de bombas, cuyo nú-
mero se estima en más de 10 millo-
nes, son unos de los principales fac-
tores de deterioro ecológico en Viet-
nam del Sur. Impiden el cultivo del
arroz y se transforman en pozos de
* En castellano pueden consultarse el
artículo "La guerra química", por Nguyen
Dang Tam, Ciencia Nueva, año 1, N° 9,
abril de 1971, y el fascículo "Guerra Quí-
mica y Biológica", por Joel Jardim, Trans-
formaciones, N? 28, Centro Editor de
América Latina. Ambas publicaciones po-
seen extensas referencias bibliográficas.
5
agua que permiten la proliferación
de mosquitos y otros insectos vecto-
res de enfermedades, muy en parti-
cular del paludismo.
Desde 1968 el ejército norteame-
ricano "al darse cuenta que la selva
representa una de las ¡nenas de los
guerrilleros, al brindarles cubierta y
reparo"y despliega esfuerzos cada vez
mayores para liquidarla. Ni los crá-
teres de bombas, ni los defoliantes
dispersados por helicópteros resul-
tan suficientes: los gigantescos bull-
dozers y tractores del U.S. Engineer
Commani consiguen finalmente de-
forestar con una cadencia infernal.
A. H. Westing ha visitado una de
estas compañías de limpieza de la
selva. ¡En 26 días ésta había nivela-
do 2.700 hectáreas! Las regiones así
deforestadas son, por lo general, in-
vadidas por el bambú y, en terreno
ondulado, resultan rápidamente ero-
sionadas o laterizadas, produciéndose
como consecuencias secundarias bru-
tales inundaciones. La pérdida eco-
nómica directa es enorme. En cuan-
to a la que ocasionará la degrada-
ción del lugar, ésta es actualmente
imposible de evaluar, pero sin duda
será aún superior a la pérdida eco-
nómica inmediata.
En el curso de su viaje, los docto-
res Pfeiffer y Westing obtuvieron
además informaciones sobre un ar-
tefacto destructivo acerca del cual
el ejército norteamericano no había
proporcionado ningún dato hasta el
presente, la "superbomba". Desig-
nada por el nombre de código BLU-
82/B y apodada por los tripulantes
de los bombarderos Daisy cutter
(corta-margaritas) o Cheeseburger
(sandwich de carne y queso), la su-
perbomba es "una bomba cuyas di-
mensiones sobrepasan todo record:
tiene un diámetro de 1,35 metros,
una longitud que excede los 3,3 me-
tros y pesa 6.750 kilogramos. Su
cápsula exterior de acero contiene
5.670 kilogramos de un explosivo
particularmente poderoso, el DBA-
22M, compuesto por una gelatina
acuosa de nitrato de amonio y un
polvo de aluminio (mezcla comple-
tada por un agente intermediario).
Esta fórmula provoca una explosión
cuya potencia es sobrepasada sola-
mente por la de las bombas atómi-
cas". La bomba explota justo antes
de tocar el suelo. "Si todo sucede
normalmente, dice A. H. "Westing,
la explosión radial que resulta no
cava cráter pero descuaja y vuela
todos los árboles y otros obstáculos
en el corazón mismo de una jungla
densa, creando así un espacio perfec-
tamente limpio de dimensiones com-
parables a las de un estadio de fút-
bol". La zona de aterrizaje así ob-
tenida puede ser inmediatamente
utilizada por helicópteros. En junio
de 1970, ya se habían largado sobre
Indochina 160 de estas bombas y
siguen siendo lanzadas a un ritmo
de varias por semana. Aunque en
teoría la "superbomba" es emplea-
da para abrir rápidamente zonas de
aterrizaje en la jungla, ha sido em-
pleada en numerosas ocasiones sobre
objetivos civiles. La fuerza de deto-
nación del artefacto es tal que "toda
vida terrestre y arborifera (así como
todo ser humano que estuviera en
la zona) es inmediatamente liquida-
do por la onda expansiva de la ex-
plosión en un radio de aproximada-
mente 1.000 metros. La zona letal
de estas bombas, se extiende así so-
bre una superficie de unas 340 hec-
táreas. Más allá de este círculo de
muerte, se producen heridas por
contusión en una zona que se ex-
tiende sobre una distancia de otros
500 metros. Así, la bomba determi-
na muerte o heridas sobre una su-
perficie de 780 hectáreas".
Armas anliperaonal
Como señalara en la conferencia el
profesor doctor Hang Thuy Nguyen,
las armas incendiarias son vastamen-
te utilizadas en Vietnam. Perfeccio-
nadas sin cesar, son armas terrorífi-
cas que liberan enormes cantidades
de calor. El napalm (de 900 a
b
f
Figura 1. Panoplia de armas
antipersonal
a) Gravel Mine-, b) Shrapnel Ball; c)
Pineapple Bomb-, d) Orange Smooth
Bomb; e) Dragón Tooth Mine;
f) Spider Mine-, g) Flechitas; h) Guava
Bomb; i) Perforating Bomb de
fabricación Honeywell.
(Foto Pachkoff)
1.300° C) ha dado origen al napalm-
pirogel de las bombas PT1 y al su-
pernapalm (de 1.300 a 2.000° C).
También se utilizan bombas de fós-
foro blanco, de termita (de 2.000
a 3.000° C) o de magnesio (de
3.000 a 3.900° C) y de mezclas de
fósforo y aluminio o de fósforo y ter-
mita. Algunos de estos materiales
son extremadamente pegajosos y
adherentes. Se extienden sobre el
cuerpo de las víctimas —esencial-
mente mujeres y niños— y pueden
quemar durante largos minutos fun-
diendo las carnes en profundidad.
Además el fósforo es muy tóxico.
Cuando no mata a la víctima, le afec-
ta seriamente el hígado, le ataca el
riñon y el sistema nervioso. A veces
el óxido de carbono que se despren-
de por la combustión de estos pro-
ductos asfixia las víctimas. Los so-
brevivientes quedan monstruosa-
mente deformados: huesos retorc.i-
* Las armas antipersonal están expre-
samente mencionadas en el artículo 23
inciso e) de la Convención de La Haya:
"Está especialmente prohibido emplear ar-
mas, proyectiles o material deliberadamen-
te pensado para causar sufrimientos in-
útiles."
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dos, carnes fundidas y crecimientos
queloides, miembros destruidos, co-
mo en ciertos sobrevivientes de Hi-
roshima. Pero, pese al horror, se
puede decir que el napalm es un
arma "convencional". Las nuevas
armas "antipersonal" puestas a pun-
to en los últimos años son aun más
diabólicas en su concepción.
La idea básica es la de la Cluster
Bomb Unit (CBU): una bomba
madre hace las veces de receptáculo
para un cierto número de bombas
hijas o Bomb Live Units (BLU).
Después de ser lanzada por un bom-
bardero, la CBU se abre a una al-
tura que puede variar entre 800 y
1.200 metros y dispersa su conteni-
do sobre una superficie muy grande.
Algunas de estas CBU están equipa-
das con un motor que les imprime
un movimiento rotatorio el cual tie-
ne por efecto proyectar las bombas
en todas direcciones.
Las primeras Steel Bellet Bombs
(bombas de fragmentación), apare-
cieron por primera vez en enero de
1965: la bomba CBU-46 contenía
bombas hijas apodadas pineapple
(ananá), porque tenían una forma
parecida a la de esa fruta. Cada pi-
neapple pesa 800 gramos y contiene
250 perdigones metálicos de 6,5 mi-
límetros de diámetro. La bomba pi-
neapple fue perfeccionada y dio lu-
gar a la Guava Bomb (BLU/26/B)
que debe su nombre al parecido con
la guayaba. Pesa 425 gramos y con-
tiene 300 perdigones metálicos: ga-
na en peso y en volumen y es por lo
tanto de una eficacia mayor. Estas
bombas evidentemente no hacen nin-
gún efecto sobre las instalaciones
militares pero son mortales o peli-
grosas para el hombre. En el mo-
mento de la explosión, los perdigo-
nes proyectados a una gran velocidad
pueden matar o herir a muchas per-
sonas simultáneamente. Los perdi-
gones tienen una trayectoria sinuo-
sa. Atraviesan músculos, perforan
órganos, mutilan gravemente a las
víctimas. Es a menudo imposible
extraerlos todos de un cuerpo. Estas
armas tienen una función precisa: no
se trata sólo de matar, sino sobre
todo de inactivar a un gran número
de víctimas para la producción o la
defensa, de inmovilizar de seis a
diez personas (entre médicos y en-
fermeros) necesarias para la extrac-
ción de los perdigones y los cuida-
dos de los heridos y finalmente, de
socavar la moral de la población.
Además, según los norvietnamitas se
ha añadido un perfeccionamiento
Figura 2. Pineapple (bomba en forma de ananá).
Figura 3. Efectos de las bombas de fragmentación a proyectiles sobre un
bebé de 19 días luego de un ataque contra la aldea
de Lata Dong, cerca de Haifong. La madre también murió en ese bombardeo
consistente en reemplazar los perdi-
gones de plumo por bolitas de plás-
tico, material prácticamente indetec-
table por los rayos X. Algunas de
estas bombas son de detonación re-
tardada y explotan a veces mucho
después que pasó la alerta o bien
cuando los camilleros van a recoger
a los heridos.
En marzo de 1969, John Wood,
jefe de la U.S. Weapon Research
División, hizo la apología de la "fie-
chita" como "el arma del porvenir
de la infantería norteamericana", en
un artículo aparecido en la revista
Infantry. John "Wood omitía men-
cionar que las "flechitas" eran ya
utilizadas desde 1966 por medio de
las ametralladoras ultrarápidas S.P.
I.W. (Special Purpose Individual
Weapon) montadas sobre aviones
y también desde cohetes Beehive
(colmena) que las contienen por
millares o de misiles que llevan cen-
tenas de miles. Estas "flechitas" son
de 3,6 centímetros de largo. Son
proyectadas a una velocidad muy
grande y no penetran ni el acero ni
el cemento. Para que no atraviesen
el cuerpo de las víctimas de lado a
7
lado, están munidas de cuatro arpo-
nes que Jas retardan y las prenden
a los tejidos. Las "flechitas" son
muy difíciles de extraer y se despla-
zan progresivamente en el cuerpo
del herido, amenazando órganos y
partes vitales. Fue el profesor Ale-
xandre Minkowski, pediatra de Pa-
rís, quien a la vuelta de un viaje a
Vietnam del Norte llamó la atención
sobre el caso de un joven pescador
de 19 años, Phon Quoc, a quien
había examinado en Hanoi, grave-
mente herido por una "flechita".
Ésta le había entrado por el pecho,
llegando hasta la columna vertebral,
perforando a su paso una vena y
una arteria y estableciendo al sol-
darlas una comunicación entre san-
gre arterial oxigenada y sangre ve-
nosa no ventilada.
Es necesario hacer notar que to-
dos los artefactos antipersonal no
tienen nada que ver, por su tamaño,
con las armas convencionales. La
Gravel Mine, k Tooth Dragón Mine
caben en el hueco de la mano. La
Spider Miner, la Shrapnel Bal!, son
apenas más grandes que una pelota
de ping-pong. La Perforating Bomb
tiene el tamaño de una botella chica
de Coca Cola. Las Orange Bombs
son del tamaño de una naranja y las
primeras Pineapple Bombs, pese a su
nombre, eran más pequeñas que un
ananá aun cuando tuvieran la misma
forma.
8
Es probable que para el estado
mayor norteamericano, los bombar-
deos con artefactos de este tipo se
hayan revelado a la larga como más
"eficaces" que los bombardeos clá-
sicos, dado que un cable reciente
de la agencia Associated Press, fe-
chado en Saigón, nos informa que
hasta los bombarderos B-52 van ac-
tualmente equipados con bombas de
fragmentación. Un caza bombardero
normal puede transportar cuatro
contatners (cargas) de 500 kilogra-
mos, cada uno con 360 pineapple o
640 Guavas, es decir, que puede
sembrar una región de 10 a 18 hec-
táreas con entre 400 y 680 mil pro-
yectiles. A su vez, un B-52 puede
transportar 25 toneladas de bombas
de fragmentación, es decir 50 con-
tainers. Los B-52 vuelan en escua-
drillas de por lo menos cinco apa-
ratos a una altura mínima de 12.000
metros, de modo que su aparición
no es advertida por las poblaciones.
Dado que en noviembre de 1971
hubo 6.300 incursiones —es decir,
más de 200 incursiones por día—
sobre Laos (país con una superficie
casi igual a la de Gran Bretaña), se
puede imaginar el efecto devastador
de estos bombardeos sobre una po-
blación mucho menos preparada, si
podemos decirlo así, que la pobla-
ción vietnamita, de la cual una gran
parte vive permanentemente en re-
fugios o en subterráneos.
Figura 4. Nguyen Thi Lan, geóloga
de 27 años, gravemente herida
por bombas de proyectiles en abril
de 1967, durante un bombardeo sobre
un suburbio de Hanoi. Como se ve,
fueron necesarias varias personas
para extraer los proyectiles.
El campo de batalla
automatizado
Podríamos continuar indefinidamen-
te este catálogo alucinante pero tam-
bién es imprescindible mencionar la
formidable infraestructura que per-
mite que se efectúen los bombar-
deos y, en particular, todo aquello
que actualmente se clasifica bajo el
término de "Automated Battlefield"
(campo de batalla automatizado).
El concepto fue formulado por pri-
mera vez en octubre de 1969 por el
general Westmoreland. Un modelo
operativo había sido aprobado en el
curso de la batalla de Khe-San a
principios de 1968. Pero también se
sabe por un informe de agosto de
1966 publicado entre los Pentagon
Papers (los documentos secretos del
Pentágono publicados por el New
York Times en 1971), que en el
transcurso del verano de 1966, lue-
go del fracaso de la operación Roll-
ing Thunder (destrucción de los de-
pósitos de petróleo de Vietnam del
Norte) que no había disminuido en
nada la infiltración Vietcong, Ro-
bert McNamara había acogido jubi-
losamente las propuestas de un gru-
po de científicos reunidos secreta-
mente para estudiar los aspectos
técnicos de la guerra. Algunos meses
antes, el profesor Roger Fisher, de
Harvard, había propuesto la cons-
trucción de una barrera anti-infiltra-
ciones, munida de todos los dispo-
sitivos existentes de detección elec-
trónica, a través de la Zona Desmi-
litarizada. Fue esta propuesta la
escogida por el grupo de científicos.
El posterior desarrollo de esta idea
llevó a resultados imprevistos.
El Automated Battlefield com-
prende tres niveles: 1) una red de
sensores electrónicos de diferentes
tipos, esparcidos sobre el suelo o
dispuestos sobre el campo de batalla
en árboles, aviones o helicópteros;
2) un centro de control y de mando
automático que procesa Ja informa-
ción comunicada por los sensores;
3) un conjunto de armas variadas
(cohetes, misiles, bombarderos, mi-
nas enterradas o teledirigidas), que
responde automáticamente a las ór-
denes del oficial que dirige el cen-
tro de control o directamente a las
órdenes de una computadora.
"En el campo de batalla del futu-
ro —dice el general Westmoreland—
las fuerzas enemigas serán localiza-
das, seguidas y atacadas casi instan-
táneamente mediante el uso de data
links evaluación de inteligencia asis-
tida por computadora y control de
fuego automatizado. Con una pro-
babilidad de blancos logrados en
primera instancia que se acerca a la
certeza, y con dispositivos de vigi-
lancia que pueden tracear continua-
mente al enemigo, la necesidad de
grandes fuerzas de infantería será
menor".
El conjunto de dispositivos elec-
trónicos es también impresionante.
Un artículo del Armed Forces Jour-
nal del 15 de febrero de 1971 des-
cribe algunos de los que han servido
para atacar el sendero de H o Chi
Minh. Detectores acústicos, sísmicos
o térmicos fueron lanzados por mi-
llares. Algunos estaban destinados a
quedar prendidos de los árboles con
su paracaídas (Acuoubuoy), otros se
enterraban dejando sobresalir una
antena que imita perfectamente una
planta tropical (Adsid y Acuousid).
En un principio, un avión era el en-
cargado de recibir los mensajes emi-
tidos por estos detectores, pero en
lo sucesivo fue un aparato sin piloto,
el QU-22B quien se hizo cargo de
la retransmisión de los datos a la
base de Nakhom Phanom, en Tai-
landia. En esa base, dos computado-
ras IBM 360-65 S, procesan los da-
tos y retransmiten inmediatamente
las informaciones, ya sea a las bases
de bombarderos, a los jefes de uni-
dades locales o aun a las minas tele-
dirigidas ya distribuidas en el cam-
po de batalla. Nakhom Phanom, que
según ciertos observadores es en la
actualidad una de las mayores bases
de telecomunicaciones del mundo,
está además ligada directamente con
el Pentágono por medio de nume-
rosos satélites controlados desde
ella. Entre estos satélites, citemos a
los satélites espías encargados de la
intercepción radiofónica y de la ob-
servación fotográfica (normal e in-
frarroja) de China e Indochina, los
satélites marcadores para la artillería
y los satélites de telecomunicaciones.
Este principio, aplicado a escala
fantástica en la ruta de Ho Chi
Minh, ha sido desarrollado en todos
los sectores con sistemas miniaturi-
zados y rápidamente transportables.
Los oficiales de sector disponen de
una computadora y de una multitud
de aparatos de detección. Si la com-
putadora detecta cualquier actividad,
el responsable de la vigilancia que
está de guardia frente a una panta-
lla que da la posición de todos sus
detectores, puede localizar inmedia-
tamente el lugar preciso donde se
encuentra el blanco y también seguir
sus desplazamientos. Estas informa-
ciones son transmitidas instantánea-
mente a la artillería o inclusive a
las computadoras de los aviones que
los dirigen automáticamente hacia el
blanco.
En la actualidad los detectores
son perfeccionados incesantemente.
El People Sniffer XM-3 (olfateador
de gente) es sensible a dosis ínfi-
mas de amoníaco, es decir que pue-
de detectar a distancia el sudor hu-
mano. El Low Light Level TV, es
un sistema de guía en el cual una
pequeña cámara de televisión mon-
tada sobre una bomba la dirige y
corrige su camino. El mismo prin-
cipio existe con un radar en minia-
tura o con un dispositivo de detec-
ción infrarroja. Incluso hay un sis-
tema, el MAGID (Magnetic Intru-
sión Detector) que detecta las mí-
nimas variaciones del campo magné-
tico terrestre, causadas, por ejem-
plo, por un soldado portador de un
fusil. Este dispositivo es tan sensi-
ble que detecta una moneda o un
botón metálico. El dispositivo de
detección infrarroja puede ser aco-
plado a un radar mejorando así la
precisión de su bomba. Finalmente,
el láser acumula todas las "ventajas"
de los otros sistemas: la computado-
ra regula el camino de la bomba de
modo tal que el rayo láser dé siem-
pre en el centro del blanco (Eye
Bombs).
Y sin duda, no se ha terminado
de descubrir la totalidad de la inves-
tigación militar estadounidense en
Asía. Así, recientemente se mencio-
nó ante el Senado de los Estados
Unidos, un misterioso proyecto titu-
lado Nill Blue, que dispone de un
presupuesto de 3 millones de dóla-
res y cuyo tema es "la investigación
de modificaciones de clima". De este
modo ha hecho aparición oficialmen-
te la guerra geofísica, con su arsenal
de terremotos, inundaciones, saltos
bruscos de clima y tifones provoca-
dos por encargo. Es posible que todo
esto no esté más que en un estadio
(Sigue en página 11)
Figura 5. Spider Mine.
arma antipersonal
El principal objetivo del arma
antipersonal es la población civil. Se
trata de bombas y minas de tipo
especial: no están diseñadas para
destruir instalaciones ni equipos bé-
licos, ni siquiera para matar, sino
para producir múltiples heridas in-
validantes y difíciles de tratar. Los
objetivos a lograr son de dos tipos y
están señalados en un manual de
la Fuerza Aérea de los EE. UU.:
"Una población preocupada en la
defensa civil no puede trabajar efi-
cazmente en la producción de ma-
terial bélico" y "Debilitar la con-
fianza del pueblo, provocar el des-
gaste, reducir el rendimiento de la
población activa, socavar la moral,
producir el pánico y la resistencia
pasiva contra el gobierno."
Los siguientes son algunos de es-
tos artefactos.
Las bombas Smooth Orange son
versiones modernas de las bombas
de proyectiles. Lanzan a una gran
velocidad centenares de pequeños
fragmentos extremadamente cortan-
tes. En la variante Striate Orange
Bomb, el envoltorio de acero de la
bomba tiene estrías longitudinales
en el exterior y transversales en el
interior de tal modo que al explo-
tar son proyectados varios centena-
res de pequeños fragmentos.
La Spider Mine (mina araña) se
emplea en Vietnam desde 1968. Es
una mina pequeña, un poco más
grande que una pelota de ping-
pong. Cuando llega al suelo, des-
pués de haber sido lanzada por la
bomba madre, sus resortes se extien-
den y envían ocho hilos de nylon
de unos 8 metros de longitud en
todas las direcciones. La mina per-
manece así como una araña en me-
dio de su tela. Para hacerla explotar
basta con tropezar con uno de los
hilos. A menudo la Spider Mine es
lanzada simultáneamente con bom-
bas de perdigones: así el trabajo de
salvamento y de enfermería poste-
rior a los ataques se vuelve extre-
madamente peligroso.
Las Shrapnel Balls son obuses
lanzados por cañones de 155 y
203 mm de calibre. Al explotar, es-
tos obuses proyectan sobre el suelo
104 pequeñas bolas de 3,7 centí-
metros de diámetro munidas de ale-
tas. Entonces cada una de estas bo-
las rebota y explota a un metro cin-
cuenta de altura proyectando 600
pequeños fragmentos de 1 milíme-
tro hacia el cuello, la cabeza y el
pecho. La altura de la explosión ha
sido especialmente estudiada tenien-
do en cuenta la talla del vietnamita.
El Fuel Air Explosive Weapoti
(CBU55/B) contiene un nuevo ex-
plosivo que se dispersa sobre el sue-
lo y después se incendia bruscamen-
te. Es un arma empleada para lim-
piar la jungla, pero también se la
utiliza contra las aldeas.
La Silent Button Bomblet está
probablemente rellena de fósforo
blanco. Durante mucho tiempo fue
manufacturada en embalajes de plás-
tico que imitaban excrementos de
animales.
La bala dum-dum, prohibida pol-
la Convención de La Haya de 1899,
ha conocido una nueva variante a
partir de 1965 en la guerra de Viet-
nam. Esta es un proyectil de cali-
bre 20 milímetros, tirado desde
aviones y cuya cabeza explota tras
penetrar en el cuerpo de la víctima.
FlSbrike Missile (AGM-45A) es
utilizado por la aviación norteame-
ricana sobre zonas densamente po-
bladas. La cabeza de este misil al
explotar cerca del suelo, proyecta
10.000 pequeños cubos de acero de
4 milímetros de lado que penetran
muy profundamente en el cuerpo y
que son muy difíciles de detectar
radiográficamente.
La Botile Shaped Bomb (BLU-
P B Bomb MA18) era originaria-
mente un cohete antitanque. Utili-
zada desde 1965 contra las zonas
densamente pobladas, ha sido per-
feccionada como Perforating Bomb,
de modo de poder penetrar en los
refugios de hormigón y explotar en
ellos dispersando partículas pene-
trantes de variadas formas.
Finalmente, hay que señalar una
categoría de armas antipersonal que
utilizan una pequeña carga explo-
siva. La Gravel Mine XM-12, por
ejemplo, es un pequeño sobre chato
de tejido que contiene una veintena
de gramos de un explosivo pode-
roso. Puede parecer un pañuelo del-
gado^ o una venda o si no ser de
plástico y tener el color del suelo
o de las hojas caídas. En telas de
brillantes colores se los ha encon-
trado cosidos en vestidos de muñe-
cas. Sembrados en grandes cantida-
des sobre los caminos, estos sobre-
citos explotan en el momento de
ser pisados. A menudo arrancan el
pie de un hombre, y si no lo parten
en sentido longitudinal pero no con-
siguen hacer estallar un neumático.
Dada la altísima densidad de estas
minas en la superficie del suelo, no
es raro que una persona al caer de
espaldas toque a varias de entre
ellas, haciéndolas explotar,
La Dragón Tooth Mine también
es muy liviana. Tiene una carga mi-
núscula munida de un detonador ul-
tra miniaturizado que es llevada por
el viento con ayuda de una pequeña
aleta de plástico, siguiendo el prin-
cipio de la semilla del sicomoro.
La compañía Honeywell tiene el
liderazgo absoluto como productor
de armas antipersonal y ha recibido
más de 50 millones de dólares por
su trabajo en esta área. Es la in-
ventora y la única productora de
los dispositivos de detonación alea-
toria retardada (Random Time-
Delay Fuses) que posibilitan la ex-
plosión de las bombas de fragmen-
tación a intervalos irregulares pos-
teriores al lanzamiento, de modo de
matar y herir a aquellos que acuden
a ayudar a las víctimas del bombar-
deo inicial.
La Honeywell fabrica varios sis-
temas de Cluster Bombs antiperso-
nal, basados en sus Guava Bombs.
Las minas antipersonal fabricadas
por Honeywell incluyen las Gravel
Mines y las Silent Buttom Bomblets.
Para uso en el campo de batalla
electrónico, la Honeywell ha inven-
tado el People Sniffer (que se su-
pone basado en un dispositivo para
la detección de polución ambiental)
y trabaja actualmente en el detec-
tor magnético Magid. La Honeywell
también manufactura, en todo o en
parte minas y bombas de fósforo,
ametralladoras que disparan "flechi-
tas", cámaras miniaturizadas para la
conducción de bombas, bombas dp
gas CS y de Napalm, además de ar-
mas convencionales; los contratos
militares aportan el 40 por ciento
de sus ganancias.
El Honeywell Project es un gru-
po formado en Minneápolis (la ciu-
dad donde se encuentra la casa ma-
triz de la compañía) por ciudadanos
empeñados en detener la fabricación
de armas antipersonal y conseguir
que el control de la corporación esté
a cargo de la comunidad. "Los pro-
ductores de armamento antipersonal
—dicen los miembros del Honey-
well Project— que se disputan los
lucrativos contratos para este tipo
de producción, pero que se mantie-
nen unidos entre sí y a las corpora-
ciones dedicadas a las industrias ex-
tractivas para mantener funcionan-
do la política de guerra y acrecen-
tando sus ganancias son indudable-
mente los criminales de guerra ma-
yores que ha conocido la humani-
dad."
El Honeywell Project acaba de
publicar detalles técnicos y datos
económicos acerca de las fabricacio-
nes militares de la empresa. (La
dirección del H. P. es 529 Cedar
Ave. S, Minneápolis, Minn. 55404,
USA.)
A. J.
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¡1 ^
; jv^r; acjbi ¿
¡Arrieos y J»
F
Ai
muy primario —en todo caso es de
desear que así sea— pero algunos
ya sugieren que las lluvias torren-
ciales seguidas de graves inundacio-
nes que se abatieron sobre Vietnam
del Norte el año pasado no serían
ajenas a este tipo de experiencias.
Reacciones y perspectivas
Según el Pentágono, la nueva gue-
rra automatizada, practicada a dis-
tancia y sin riesgos, calmaría a la
opinión pública norteamericana sen-
sibilizada sobre todo, según dicen
los militares, ante las pérdidas en
hombres. Esta forma de guerra apor-
taría además importantes oportuni-
dades a la industria. Sin embargo,
estos puntos de vista resultan dema-
siado simplistas para muchos obser-
vadores. No es más posible, ni aun
al precio de una intensa propagan-
da, considerar la guerra de Vietnam
como un simple conflicto local. Lo
que allí sucede desde hace años so-
brepasa en horror a todo lo que se
produjo durante el curso de la Se-
gunda Guerra Mundial y la opinión
pública norteamericana comienza a
descubrirlo con estupor. Se hicieron
públicos los efectos abortivos y te-
ratogénicos del "agente naranja"
(defoliante). Se conocieron masa-
cres como las de My Lai. Se publi-
caron documentos que prueban el
papel de sociólogos y de encuesta-
dores que trabajan directamente o
indirectamente para la CIA en la
manipulación de los regímenes y de
las poblaciones del Sudeste asiático
(en particular se ha demostrado el
papel jugado por la Advanced Re-
search Projects Agency en Tailan-
dia). Como culminación se publica-
ron los documentos secretos de la
CIA y del gobierno norteamericano
(los Pentagon Papers): en ellos el
cinismo, la mentira y la manipula-
ción aparecen elevados al rango de
instituciones.
No ha sido por azar que los mé-
dicos y los científicos han estado
entre los primeros en denunciar esta
faz oculta de la guerra. Dado que
los militares han colonizado en su
provecho casi todo el campo de la
investigación científica, el genocidio
vietnamita resulta la caricatura in
extremis de la investigación aplica-
da: el estimulante monstruoso de
centenares de laboratorios donde
equipos de investigadores brillantes
estudian ocho horas por día los me-
jores medios de matar, de herir, de
mutilar, de asfixiar, de envenenar.
Figura 6. Perforating Bomb sobre la cual se puede leer el nombre del fabricante.
Figura 7. Efectos de las minas Gravel.
Figura 8. Gravel Mine.
Este aspecto del problema fue se-
ñalado ya en las sesiones del Tribu-
nal Russell. Ha sido enfocado con
mayor énfasis en el curso de la con-
ferencia: el profesor Tran Huu Tuoc
habló de "ciencia sin conciencia" y
el profesor Nguyen Dang Tam de
"ideología nazi". Este tema es obje-
to ya de lucha militante para un
cierto número de investigadores tan-
to en Estados Unidos como en Eu-
ropa.
Y hoy en día se adivina qué ame-
naza representa para el resto del
mundo, el campo de ensayo vietna-
mita. Como resumió el profesor
Steven Rose: "La tecnología expe-
rimental de la guerra de Vietnam
está siendo adoptada en muchos lu-
gares. Por ejemplo, los portugueses
usan defoliantes en Angola y proba-
blemente también en Guinea. El gas
CS, desarrollado en un principio en
Inglaterra, es utilizado no solamente
en Vietnam sino también en los Es-
tados Unidos, en Japón, en Francia
y en Irlanda del Norte. La tecnolo-
gía de la opresión contra la lucha
de los guerrilleros rurales y urbanos
es internacional; para combatirla, la
lucha misma debe convertirse en in-
ternacional". O
11
¡Computación sin complicación!
Nuestra nueva calculadora modelo
20, la más reciente creación de la serie
9SOO, se expresa en lenguaje común
y literalmente comprende sus problemas.
Este magnífico equipo se proyecto
con el fin de permitir su programación
directa e instantánea en el propio
escritorio o mesa de trabajo del opera-
dor. En esta forma la máquina desarrolla
un problema completo, desde el
planteo inicial hasta la solución final,
con mayor rapidez que cualquier otro
sistema de su categoría.
Lenguaje increíblemente sencillo.
En el modelo 20 se emplea un lenguaje
.simple pero de alta capacidad que
permite efectuar operaciones con sím-
bolos algebraicos, fórmulas matemáticas
e instrucciones en idioma claro. Si usted
ya tiene práctica en programación
apreciará la inclusión de características
que antes sólo se encontraban en
lenguajes como el FORTRAN y el
BASIC, por ejemplo: instrucciones
de entrada y formato de datos; funciones
codificadas en subrutinas y llamada de
subrutinas con pasada de parámetros.
El modelo 20 lo acompaña paso a
paso en la solución de sus problemas. El
indicador alfanumérico y la impresora
le dan instrucciones de operación, le
muestran las fórmulas a medida que las
ingresa por el teclado y le identifican
por completo los datos de entrada y
salida.
Facilidad de manejo. Si usted comete
un error, el indicador visual no sólo
le anuncia su presencia sino que también
le describe con precisión de qué se trata
y dónde se encuentra. Además usted no
precisa ser un experto dactilógrafo para
manejar el modelo 20. Gracias a los
métodos de detección y corrección de
errores que emplea esta calculadora,
su manejo resulta sumamente fácil y
rápido. '
Importancia de la capacidad. Lo real-
mente. útil del modelo 20 no es el
hecho de que pueda resolver hasta 36
ecuaciones simultáneas, sino el provecho
que usted mismo puede sacar de esta
capacidad. Con el empleo de los módu-
los enchufables para diversas funciones
del teclado, usted pasará menos tiempo
resolviendo problemas y más horas
formulando ideas y planes de
utilización.
El modelo 20 se puede interconectar
con diversos equipos periféricos de la
creciente línea de la serie 9800, tales
como: graficador X-Y, máquina de
escribir, lectora de tarjetas, unidad
de cinta en cassette, digitalizador y
lectora de cinta de papel. También
funciona con instrumentos de prueba.
Tenemos existencia del modelo 20
para entrega inmediata. Para recibir in-
formación detallada o una demo-
stración práctica, diríjase a: Hewlett-
Packard Argentina, S.A.C.e.L, Lavalle
1171-3, Buenos Aires. Tél.: 35-0436,
35-0341, 35-0627.
HEWLETT ihpj PACKARD"¡¡¡¡¡i
Cinco años del
Instituto de Cálculo de la
Universidad de Buenos Aires
1961- 66
Entrevista a Manuel Sadosky
Ciencia Nueva: Hemos pensado que las declaraciones
del actual decano de la Facultad de Ciencias Exactas
y Naturales de Buenos Aires» en las cuales hace refe-
rencia a los problemas de la computación en esa Fa-
cultad, ofrecen una oportunidad para que usted ex-
plique qué se realizó en esa materia durante el período
en que usted fue Director del Instituto de Cálculo,
En primer lugar: ¿cómo se inició la actividad del Ins-
tituto de Cálculo?
Manuel Sadosky. Me parece muy útil que ustedes
me ofrezcan la oportunidad de hacer un. poco de "his-
toria". No bien terminó la guerra, el mundo científico
tuvo conciencia de que, seguramente en otra escala pe-
ro en un nivel de gran trascendencia, además del con-
trol de la energía atómica los hombres de ciencia ha-
bían accedido a posibilidades enteramente nuevas con
la creación de las computadoras electrónicas. Además
en los primeros 10 años de postguerra se mostró que
los progresos en el campo de la computación se pro-
ducían con un ritmo de aceleración sin precedentes, no
sólo en cuanto al mejoramiento de las máquinas sino
y sobre todo en la incidencia que el cálculo automático
iba teniendo en los más diversos terrenos científicos
y técnicos.
En nuestro país, tanto en matemática como en física,
por razones muy explicables dentro del contexto de de-
pendencia cultural y de carencias presupuestarias agra-
vadas por la incomprensión oficial en que se ha desa-
rrollado la ciencia en la Argentina, las ramas aplicadas
y experimentales fueron no sólo muy poco cultivadas
sino tenidas en un cierto menosprecio. Lo que ocurrió
en mi caso es que tuve la suerte que, al acabar mi li-
cenciatura en matemática, estaba en el país —contrata-
do por el Observatorio Astronómico de La Plata—, el
ingeniero español Esteban Terradas, que era un erudi-
to matemático; él me inició en la matemática aplicada,
con él hice mi tesis de doctorado y así se determinó
la orientación posterior de mi trabajo. En 1952 pu-
bliqué el "Cálculo numérico y gráfico" que fue el pri-
mer libro en español sobre esos temas.
Cuando se reorganizó la Facultad de Ciencias Exac-
tas y Naturales, apareció con naturalidad hacia 1957,
13
la posibildad de encarar la creación de un Instituto de
Cálculo para impulsar el desarrollo de la matemática
aplicada, utilizando los recursos de la computación elec-
trónica automática. Desde el principio tuvimos muy
claro que la adquisición de una computadora era muy
importante pero de una importancia secundaria en re-
lación con el problema esencial que es el de la forma-
ción de la gente.
Formar un equipo adiestrado en el uso del método
científico, capaz de encarar y resolver problemas con
métodos nuevos, con autonomía, para no esclavizarse
de una máquina y, por consiguiente, de no convertirse
en apéndice de una compañía comercializadora, es mu-
cho más difícil y demanda más tiempo que comprar
una computadora.
En aquella época se incorporó a la Facultad como
profesor, el doctor Simón Altman que había tenido im-
portante actuación en el Departamento de Matemáti-
ca Aplicada de la Universidad de Oxford (Inglaterra)
y cuya experiencia en computación fue decisiva para los
trabajos que se iniciaron. Con su participación, la del
doctor Oscar Varsavsky y la del ingeniero Humberto
Ciancaglini, se organizaron cursos y seminarios para
interesar a los estudiantes en los problemas de mate-
mática aplicada y computación. Fue importante un cur-
so que se organizó en el Centro Argentino de Ingenie-
ros, en el cual participaron, además de Ciancaglini y
yo, varios ingenieros jóvenes —entre ellos Sigfrido
Lichtenthal, Marcelo Diamand y Luis Meyer—. A par-
tir de allí empezaron a discutirse las posibilidades de
encarar la construcción de una computadora o de orien-
tarse hacia la compra de un equipo.
En la Facultad de Ciencias se optó por la compra e
inmediatamente se formó una Comisión —que integré
junto con los doctores A. González Domínguez y S.
Altman— para preparar el llamado a licitación pública
internacional.
Todo el tiempo que transcurrió desde entonces
(1957) hasta la instalación de la computadora (1961)
se dedicó a la formación de los futuros analistas y pro-
gramadores, a la actualización y reorientación de inge-
nieros y matemáticos y a la difusión entre investigado-
res de otras disciplinas (física, química, meteorología,
economía, etc.), la "mentalidad computacional" para
preparar a los futuros usuarios.
Fue una época muy activa con excelentes frutos,
hasta el punto que cuando en 1966, después de la in-
tervención a la Universidad de Buenos Aires, fui invi-
tado por la Universidad del Uruguay a actuar como ase-
sor del rectorado para crear un Centro de Cómputo,
propugné que se siguiera el mismo camino: primero la
gente, después la máquina. En Montevideo el Centro
de Computación se creó en noviembre de 1966 y aun-
que la computadora se instaló recién en diciembre de
1968, durante esos dos años las cosas se organizaron
de tal manera que, utilizando "horas prestadas" en la
computadora de un Banco privado llegaron a realizarse
los primeros trabajos.
C. N.j^ ¿Usted entiende, entonces, que la actividad en
relación con la computación automática se inició en la
Facultad de Ciencias de Buenos Aires en 1957?
^ M. S.: En realidad 1957 y 1958 constituyen el pe-
ríodo preparatorio. En ese momento se había produci-
do una conjunción de acontecimientos favorables aL
proyecto que nos preocupaba. Acababa de crearse el
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Téc-
nicas (CNICT) y eso brindaba la posibilidad de ob-
tener un subsidio nacional para comprar la computa-
dora, Y en efecto se obtuvo: el CNICT otorgó ese sub-
sidio de 152.099 libras esterlinas a fines de 1958. Vale
la pena agregar, por otra parte, que hasta 1966 el Ins-
tituto de Cálculo no tuvo subsidios más que del
CNICT, uno para el laboratorio de desarrollo electró-
nico cuando allí se construyó el convertidor tarjeta-cin-
ta y el último en agosto de 1964 para adquirir el "Da-
taplotter" como complemento del equipo de computa-
ción. Además, en ese período se iniciaron los trabajos
para construir el primer pabellón de la Ciudad Uni-
versitaria en Núñez ofreciéndose la posibilidad inme-
diata de preparar, en condiciones óptimas, el lugar que
habría de alojar a la computadora. Y, por último, a
los interesados en el problema que ya estábamos en el
país, se sumaron, aportando gran experiencia y cono-
cimiento, Simón Altman que venía de Oxford y P. E.
Zadunaisky que había trabajado en las universidades de
Columbia y Harvard y en el Smithsonian Institution
utilizando las técnicas computacionales automáticas pa-
ra el cálculo de trayectorias astronómicas.
El Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias de-
signó, en 1957, la Comisión que debía preparar el plie-
go para la licitación. Se presentaron a la misma cuatro
firmas: IBM, Remington y Philco de los Estados Uni-
dos y Ferranti de Inglaterra. Se hizo un cuidadoso es-
tudio de las propuestas teniendo en cuenta las carac-
terísticas técnicas y los precios y por acuerdo unánime
de sus miembros la Comisión decidió aconsejar la com-
pra del equipo Mercury ofrecido por Ferranti de Man-
chester. Para la época se trataba de una máquina de
excelente categoría técnica no sólo por su rapidez y
tipos de memoria, sino también porque el grupo de
investigadores de la Universidad de Manchester había
desarrollado un lenguaje "Autocode" de fácil apren-
dizaje y de buenas características para el tratamiento
de problemas científicos.
El punto de vista de la Comisión fue aprobado por
el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias v por
el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires.
Correspondió al entonces decano de la Facultad de
Ciencias, doctor Rolando García, informar sobre la
propuesta en el Consejo Superior universitario y en el
CNICT —del cual era vicepresidente— cuando se ges-
tionó el correspondiente subsidio.
C. IV.: ¿Cuándo comenzó la actividad específica del
Instituto de Cálculo?
M.S.: Aunque el Instituto de Cálculo como primer
Instituto de la Universidad fue oficialmente creado
recién el 24 de noviembre de 1962 de acuerdo a la
nueva reglamentación de institutos que acababa de ser
aprobada, puede decirse que su funcionamiento orgá-
nico se inició en 1960. A mediados de ese año presenté
al Consejo Directivo de la Facultad un informe en el
cual se pormenorizaba en forma concreta la manera có-
mo se instalaría el equipo, ya adquirido, en el Pabe-
llón en construcción de la Ciudad Universitaria, cómo
se realizaría con personal argentino el mantenimiento
de la computadora, cómo se formarían los programa-
dores cuyo adiestramiento estaría a cargo la primera
vez de la profesora Cicely Popplewell de la Universi-
dad de Manchester, para cuyo traslado a Buenos Aires
se había ya obtenido el apoyo del Consejo Británico;
cuáles serían los primeros trabajos de investigación y
docencia de acuerdo al personal de que se disponía,
cuáles eran los pasos que debían darse para poder in-
corporar al personal del Instituto a los especialistas
argentinos que se encontraban en el exterior y cómo
se encararía la prestación de servicios a las principales
instituciones nacionales que eran usuarios potenciales
del equipo de computación.
En noviembre de 1960, con una beca del Centro In-
ternacional de Cálculo del cual yo era entonces miem-
bro como representante argentino, fue a la Universi-
dad de Manchester el ingeniero Oscar Mattiussi que
trabajó un año en el laboratorio del profesor Kilburn
para prepararse a ocupar a su retorno un cargo en el
grupo de mantenimiento.
El CNICT costeó el viaje y la permanencia por tres
meses en los laboratorios de Ferranti en Manchester
del ingeniero electrónico Jonás Pajuk para que asistiera
al montaje y desmontaje del equipo Mercury. El inge-
niero Pajuk ocupó a su regreso el cargo de jefe del gru-
po de mantenimiento y tuvo importante actuación en
el desarrollo de investigaciones tecnológicas para el me-
joramiento del sistema de computación.
En enero de 1961 comienza la instalación de la com-
putadora y en marzo la profesora Popplewell dicta ei
primer curso de programación a los jóvenes ya integra-
dos como personal del Instituto. El 15 de mayo del
mismo año se dictó el primer curso de programación
"autocode" para representantes de las universidades
de Córdoba, La Plata, del Sur, Tucumán, Cuyo, Lito-
ral, Buenos Aires, Montevideo, del Instituto de Física
de Bariloche, de la Comisión Nacional de Energía Ató-
mica, del Instituto de Investigaciones Científicas y Téc-
nicas de las Fuerzas Armadas, del Instituto Geográfico
Militar, de la Empresa Nacional de Agua y Energía
Eléctrica, de la Empresa Nacional de Telecomunicacio-
nes, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecua-
ria, del Instituto Nacional de Tecnología Industrial,
de la Escuela Nacional de Salud Pública y de varias
empresas privadas. Las clases teóricas fueron dictadas
por la profesora Popplewell y colaboraron en las clases
prácticas la doctora R. Ch. de Guber, la ingeniera A.
de Marval y las licenciadas C. Berdichevsky, V. Eandi
y el licenciado E. García Camarero.
Aunque la máquina estaba ya en pleno funcionamien-
to durante el desarrollo de este curso, pasó las pruebas
especificadas en el contrato de compra para la acepta-
ción de la entrega, el 2 de junio de 1961.
Según los convenios suscriptos, un año después, la
responsabilidad total del mantenimiento fue asumida
por los ingenieros argentinos: J. Pajuk y O. Mattiussi
iniciaron el grupo al cual luego se incorporaron los
ingenieros A. Tapia, J. J. Cantón, D. Cosarinsky v J.
R. Reselló.
C.N.: ¿Cómo se organizaron las actividades del Ins-
tituto de Cálculo?
M. S.: Respecto a la resolución de problemas hubo
dos líneas de trabajo. Por una parte el Instituto reci-
bió para su procesamiento y/o resolución los proble-
mas presentados por investigadores de cualquiera de
las Facultades de la Universidad o de las instituciones
nacionales con las cuales se hallaba vinculado y que ya
mencionamos. Por otra parte y teniendo en cuenta las
características del personal de que disponía se fueron
abriendo distintos frentes de trabajo que encaraban
problemas propios. Siempre se trató de que fueran
"problemas reales", es decir surgidos de la realidad
circundante y no fruto de lucubraciones abstractas.
El grupo de Economía Matemática que dirigió el
doctor Oscar Varsavsky elaboró dos modelos económi-
cos: Meic-0 y Meic-1 (Modelo Económico del Institu-
to de Cálculo, el 0 es sin el sector financiero que el
1 incluye), iniciando una técnica nueva que implicaba
el uso de la computadora para elaborar material pro-
porcionado por estadísticas argentinas. Este grupo fue
característicamente interdisciplinario y a él se incorpo-
raron los economistas A. O'Connell y A. Fucaraccío,
el sociólogo J. F. Sábato y el estadístico V. Yohai, con
los cuales colaboraron Nélida Lugo, H. Paulero, R.
Frenkel, Mario Malajovich, Liana Lew y Noemí Gar-
cía. El grupo de Investigación Operativa se inició con
un trabajo de gran trascendencia nacional como es el
del estudio del aprovechamiento de los ríos andinos
por el método de modelos numéricos. Este estudio fue
propuesto al Instituto de Cálculo por la Comisión Mix-
ta del Consejo Federal de Inversiones (CFI) y CEPAL.
La dirección del trabajo estuvo a cargo de O. Var-
savsky y J. Aráoz y contó con el asesoramiento de los
ingenieros Jorge J. C. Riva, Roque Carranza y otros
y constituyó uno de los primeros ejemplos en el mun-
15
do de aplicación del método de experimentación nu-
mérico al análisis de complejos sistemas dinámicos.
Este mismo grupo realizó, bajo la dirección de J.
Aráoz Durancl y en conexión con el ingeniero Aníbal
Petersen, los primeros trabajos —utilizando computa-
dora—• sobre camino crítico. Participaban en ese gru-
po Marcelo Larramendy, Néstor Sameghini y J. C.
Frenkel.
Una preocupación predominante del Instituto de
Cálculo fue impulsar el estudio y aplicación de la es-
tadística, rama aún insuficientemente desarrollada en
el país en relación con las necesidades. El grupo de
Estadística cumplió su trabajo en dos planos: por una
parte con la dirección del profesor Sigfrido Mazza y
la colaboración de los ingenieros A. Éllenrieder y R.
Maga!di y la licenciada María Rosa P. de Pignotti, se
hicieron estudios especiales de los problemas estadísti-
cos que se presentaban en las tareas de INTA, YPF,
CONADE, Entel, Instituto Nacional de la Salud, Ins-
tituto de Sociología, etc. Este grupo tuvo la responsa-
bilidad de diseñar la muestra y evaluar los errores del
material compilado en el Censo de población de 1960.
Por otra parte el grupo que integraban Violna Eandi,
Walkiria Primo y Luis Talavera, centró su actividad
en la colaboración permanente con el INTA. En mar-
zo de 1963 esa institución publicó el fascículo titulado:
"El uso de la computadora Mercury Ferranti en el aná-
lisis de datos experimentales", en el cual se dan las
instrucciones que deben seguir los usuarios disemina-
dos en todo el país para normalizar la recolección del
material estadístico agrario.
El grupo de Mecánica Aplicada, con la dirección del
ingeniero Mario H. Gradowczyk y la participación de
los ingenieros J. Schujman, H. C. Folguera, E. Risler
y el computador Alberto Rivas, realizó numerosos e
importantes trabajos en dos líneas: mecánica del sólido
y mecánica de fluidos. En la primera desarrollaron tra-
bajos en tres ramas: 1) cálculo de estructuras con com-
putadoras; 2) teoría de cascaras, y 3) cálculo numé-
rico de problemas elásticos. En la segunda se trabajó
en el estudio de la erosión y transporte de material de
fondo en canales y cauces naturales y en los problemas
«estacionarios en tuberías. En el primer campo fue
inapreciable la colaboración del profesor ingeniero Os-
car Maggíolo de la Universidad de Montevideo que
dictó un seminario en el Instituto de Cálculo en junio
de 1964 sobre "Mecánica de la erosión", aportando su
vasta experiencia en modelos físicos. En el segundo
campo se trabajó en colaboración con el personal téc-
nico de Agua y Energía Eléctrica de la Nación.
El grupo de Análisis Numérico bajo la dirección del
ingeniero P. E. Zadunaisky y con la colaboración de
los licenciados Víctor Pereyra, C. Berdichevsky, Gra-
ciela Oliver, E. Ruspini, G. Galimberti, A. Martese y
otros, se ocupó de estudiar problemas de convergencia
en la resolución numérica de ecuaciones diferenciales
en relación con cuestiones de mecánica celeste especial-
mente relativas al cálculo de órbitas.
Cuando la naturaleza de los problemas estudiados
alcanzó una mayor complejidad fue necesario pasar de
la etapa de adiestramiento de programadores en los len-
guajes usuales a la investigación de las estructuras que
permiten elaborar nuevos lenguajes para el máximo
aprovechamiento de los equipos. El grupo que se cons-
tituyó con este propósito fue dirigido por Wilfred Du-
16
rán y contó con la colaboración de Ana C. Zoltan,
Clarisa Cortés y Diana Buyó.
Este grupo de Sistemas de Programación creó un
nuevo lenguaje, denominado COMIC (Compilador
del Instituto de Cálculo), que fue publicado en mayo
de 1966 y que demostro desde sus primeros usos ser
muy apropiado para el tipo de trabajo que se realizaba
en la computadora del Instituto de Cálculo.
También realizó trabajos una Sección de Lingüística
Computacional dirigida por la ingeniera Eugenia Fisher
que contó con la colaboración de Alberto Rivas y Vic-
toria Bajar y Adelqui Brunetti, que encaró problemas
de traducción automática y de estructura de la lengua
española. Trabajó en colaboración con la cátedra de
filología de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos
Aires, y el Instituto Radiotécnico de Tucumán, el Ins-
tituto Matemático de Bahía Blanca y con el asesora-
miento del profesor B. Vauquois de la Universidad de
Grenoble (Francia).
A raíz de que el Servicio de Hidrografía Naval, pa-
ra poder utilizar eficientemente la computadora, de-
cidió trasladar al Instituto de Cálculo su estereocom-
parador Nistri, se creó una sección encargada de pre-
parar los correspondientes programas en relación con
la cátedra de fotogrametría de la Facultad de Ingenie-
ría de Buenos Aires.
Hubo un grupo peculiar, que denominamos de In-
geniería Electrónica, que si bien tuvo como primera y
primordial tarea asegurar el funcionamiento del equipo
Mercury, cosa que hizo con excepcional eficiencia du-
rante cinco años, excedió los marcos de esa labor reali-
zando trabajos de Investigación y Desarrollo que per-
mitieron complementar y perfeccionar el equipo. Este
grupo fue dirigido por el ingeniero J. Pajuk. Entre los
más importantes trabajos realizados se abocaron al di-
seño y la construcción de equipos periféricos que per-
mitieron incrementar las velocidades de entrada y de
salida del sistema Mercury y la construcción de un
convertidor de tarjetas a cinta con el cual se facilitó
la realización de aquellos trabajos cuyos datos estaban
contenidos en fichas Hollerith. También diseñaron un
convertidor analógico-digital destinado al análisis de
datos de origen neurológico por requerimiento del gru-
po de investigadores que, en el Hospital de Niños, di-
rigía el profesor Raúl Carrea.
CJV.: ¿Estos grupos de trabajo que usted acaba de
señalar, se dedicaban a la investigación o tenían tam-
bién participación en la docencia?
M. S.: Todo el trabajo del Instituto estaba imple-
mentado para atender tres frentes: la docencia, la in-
vestigación y los servicios.
En lo que se refiere a la investigación, la labor ha
sido ya descrita aunque de manera bastante somera, en
mi respuesta anterior. En agosto de 1964 decidimos
iniciar una serie especial de publicaciones conteniendo
las investigaciones más importantes, cuya nómina les
entrego. Entre el millar o más de trabajos que se reali-
zaron en el Instituto de 1961 a 1966, hubo muchos
que fueron publicados en las revistas especializadas y
sólo el_ análisis de esos trabajos podría permitir una
valoración completa de la labor de investigación que
fue cumplida.
Me parece importante señalar el carácter original
que tuvieron los servicios que el Instituto de Cálculo
prestaba. Siempre se tuvo la preocupación de no acep-
tar trabajos rutinarios y los que se efectuaron consti-
tuyeron un vivero constantemente renovado de pro-
blemas que obligaron a analizar cuestiones científicas,
a requerir la participación interdisciplinaria de especia-
listas, a veces no miembros de la Universidad de Bue-
nos Aires; a exigir de los ingenieros el desarrollo de
nuevos dispositivos para aumentar el rendimiento del
equipo y desafiar a los programadores a perfeccionar
y elaborar los lenguajes más adaptados a las necesida-
des denlos usuarios. La reglamentación del Instituto
permitía que la realización de los servicios proporcio-
nara fondos que incrementaban el presupuesto: en el
período 1964-65, mientras la Universidad proporcionó
5.200.000 pesos, los ingresos propios superaron los 12
millones. La complejidad de la atención de los servicios
exigió ya en 1961 la creación de una jefatura que estu-
vo a cargo de la doctora R. Ch. de Guber. Los fondos
propios no solamente permitieron la contratación de
jóvenes graduados en matemática y computación, sino
que llegaron a hacer posible el otorgamiento de 20 be-
cas especiales para el estudio intensivo de programa-
ción superior. Para esos becarios se dictó un curso de
seis meses en 1965 con óptimos resultados.
La labor de docencia tuvo un muy amplio espectro,
Aparte de los cursos esporádicos como el que acabo de
Publicaciones del Instituto de Cálculo
A partir de_ agosto de 1964 se comenzó a publi-
car una serie especial con los siguientes títulos:
1. Un método para la estimación de errores
propagados en la solución numérica de un
sistema de ecuaciones ordinarias; P. E.
Zadunaisky.
2. Tensiones térmicas en cascaras elásticas
delgadas-, M. H. Gradowczyk.
3. Discusión sobre un modelo matemático pa-
ra el estudio de los problemas de erosión
de lechos móviles; M. H. Gradowczyk.
4. El movimiento del cometa Halley durante
el retorno de 1910; P. E. Zadunaisky.
5. Sobre la convergencia y precisión de un
proceso de correcciones diferenciales suce-
sivas-, P. E. Zadunaisky y V. Pereyra.
6. Modelo matemático para el estudio de la
erosión de lechos móviles-, M. H. Gra-
dowczyk y H. C. Folguera.
7. Sistemas dinámicos controlados-, E. Roxin.
8. La varianza minimax en la interpolación y
la extrapolación polinómica; A. Levine.
9. Tabla para diseños óptimos en predicción
por polinomios-, F. J. Alfonso.
10, Una teoría matemática para el estudio de
los problemas de erosión-, M. H. Gra-
dowczyk.
11. Estudio del aprovechamiento hidráulico de
ríos andinos por el método de modelos
numéricos-, T. Aráoz Durand y O. Var-
savsky.
12. Camino crítico aplicado a la construcción
de edificios-, J. Aráoz Durand.
13. Matrices positivas. Propiedades utilizadas
en teorías económicas-, Seminario de eco-
nomía matemática, 1962.
14. Introducción al lenguaje COMIC; W. Du-
ran.
Los títulos 12 y 13 estaban en prensa en la
época que las ediciones quedaron interrumpidas.
Además se publicaron 5 números de los Bole-
tines Internos del Grupo de Economía y varios
fascículos especiales con informes tales como Re-
conocimiento de Mayores Costos, trabajo enco-
mendado por la Dirección Nacional de Vialidad.
Numerosos trabajos realizados en el Instituto
de Cálculo fueron publicados en revistas especia-
lizadas del país y del extranjero, tales como: Cien-
cia e Investigación (1963); Ciencia y Técnica
(1964); Zeitschrift für Angewandte Mathematik
un Mechanik (1966); La Houille Blanche (1965);
Pestschrift Beer-Sattler (1966); The Astronomi-
cal Journal (1962, 1966), y en las Actas de los
simposios y congresos de la Federación Interna-
cional de Sociedades de Procesamiento de Infor-
mación (IFIP, 1965); Unión Astronómica Inter-
nacional (1964); Congresos de Hidráulica de Por-
to Alegre (1964), Buenos Aires (1965), Vene-
zuela (1966), Minneápolis (1966), Jornadas de
Ingeniería Estructural, San Pablo (1966), Unión
Astronómica Internacional (1964), etc.
citar que fueron muchos, se realizaban varias veces por
año cursos teóricas-prácticos que duraban una semana
y exigían dedicación full-time para instruir a potencia-
les usuarios que actuaban en las universidades del in-
terior o en empresas estatales o privadas sobre progra-
mación en Autocode y en COMIC. De tales cursos se
realizaron 13 en los cinco años. Pero naturalmente el
trabajo fundamental de docencia se realizó para poner
en marcha y atender los requerimientos específicos de
la carrera de Computador Cien tífico. Esa carrera fue
creada a iniciativa nuestra. Presentamos el proyecto
al Consejo Directivo de la Facultad en setiembre de
1962, proyecto que fue sancionado en forma defini-
tiva por el Consejo Superior de la Universidad el 19
de octubre de 1963. Correspondía a una real exigen-
cia del ambiente como lo probó el alto número de ins-
cripciones y el reconocimiento general del nivel de los
egresados hasta 1966. La creación de la carrera tuvo
como principal finalidad hacer recaer en la Universidad
la responsabilidad de la formación de expertos en com-
putación, evitando que ocurriera lo que sucede en mu-
chos países que delegan esa función en las empresas
comercializadoras de equipos electrónicos.
Dentro del capítulo de educación, debo agregar que
el Instituto se ocupó tanto del perfeccionamiento de su
personal en el extranjero como de la incorporación
transitoria de renombrados expertos internacionales.
Se obtuvieron becas: del CNICT para el ingeniero
Pajuk, del Centro Internacional de Cálculo para el in-
geniero O. Mattiussi y la licenciada C. Berdichevsky,
de la Universidad de Stanford para los licenciados V.
Pereyra y Guillermo Delbue y del Centro de Estudios
Económicos de París para el licenciado V. Yohai.
Los profesores A. Ostrowski, de Basilea; L. Collatz,
de Hamburgo; O. Kempthorne, de Iowa; B. Vauquois,
de Grenoble; D. Duguet y E. Berrebi, de París, actua-
ron como expertos.
C. N.: En el reportaje a que aludíamos al comienzo el
doctor Zardini dijo: "Cuando el doctor Manuel Sadosky
era vicedecano, compró una computadora vieja que no
servía para nada. Ni bien se rompió llamamos a licita-
ción para comprar otra". Respecto a la primera parte
creemos que lo que usted nos ha dicho aclara amplia-
mente las cosas; tal vez sería útil que nos precisara
ahora qué pasaba con la computadora y con el trabajo
del Instituto al final de su gestión.
M S.: Es tan absurdo y revela una ignorancia tan
extrema sobre el problema decir que la computadora
"se rompió' que realmente no vale la pena referirse a
eso. Si lo que ustedes desean saber es si en 1966 el
equipo Mercury había envejecido hasta el punto de
dejar de ser útil, la respuesta es taxativa: la computa-
dora, a pesar de las mejoras que se le habían incorpo-
rado, ya había sido superada por los modelos más mo-
dernos, pero todavía se usaba muy bien y cumplía am-
pliamente con los requerimientos derivados de la do-
cencia. Sus limitaciones (de velocidad y memoria) eran
sensibles sobre todo para el renglón servicios y para el
trabajo con modelos matemáticos en el cual se utiliza-
ban gran cantidad de variables. Precisamente por eso,
en 1965, se hizo un estudio exhaustivo, con la parti-
cipación de todo el personal del Instituto, para deter-
minar de acuerdo a lo que entonces se hacía y a las
necesidades previsibles para los próximos 10 años, cuál
Clementina
La computadora Mercury Ferranti del Instituto de
Cálculo tenía varias "habilidades". Estaba adies-
trada para jugar al nim y no sólo vencía en la
man mayoría de los casos, sino que acompañaba
el anuncio de su victoria con la emisión de algunos
acordes de la Marcha Triunfal. Precisamente se
hizo acreedora en el ambiente del nombre de Cle-
mentinaporque su "número fuerte" consistía en
la interpretación de la popular melodía Clemen-
tine. Pero los programadores del Instituto de
Cálculo también lograron que la máquina fuera
capaz de emitir acordes de La Cumparsita.
debía ser la configuración del equipo electrónico que
debería poseer el Instituto de Cálculo para mantenerse :
en el primer rango que entonces ocupaba entre las ins-
tituciones similares de América Latina. Se realizó un
seminario de discusión en el cual participaron todas
las compañías comercializadoras (IBM, Bull-General
Electric, Burroughs, NCR) cuyos representantes in-
formaron sobre sus posibilidades de oferta y discutie-
ron con el personal del Instituto sobre las caracterís-
ticas de las novedades técnicas.
Como resumen de todas esas discusiones preparé, en
enero de 1966, un informe que la Universidad de Bue-
nos Aires elevó al Ministerio de Hacienda de la Nación
del cual había que recabar el acuerdo para la financia-
ción, donde constan los requerimientos técnicos y los
costos del equipo que se consideraba necesario adquirir.
A pesar de las limitaciones de máquina, el trabajo
del Instituto de Cálculo se desatollaba en 1966 en su
máximo de eficiencia y productividad. El equipo Mer-
cury funcionaba 24 horas por día. Resulta doloroso
comparar los cinco años de trabajo fecundo que se su-
cedieron a partir de su creación con los cinco años
siguientes a la intervención de la Universidad: un Ins-
tituto sin computadora y sin publicaciones, una carrera
de la cual no se tienen más noticias que las quejas de,
los estudiantes que la prensa recoge esporádicamente.
Mientras esta decadencia del Instituto de Cálculo se
fue acentuando, en otros países de América Latina
como Brasil, Méjico, Chile, Venezuela y Uruguay los
progresos fueron sostenidos y por supuesto nadie su-
pone ya que el Instituto argentino figure en ningún
ranking , . .
C. N.: ¿Cree usted que cabe algún otro comentario acer-
ca de las afirmaciones de Zardini?
M. S.: Las pintorescas declaraciones del doctor Zar-
dini me han dado la oportunidad de rescatar esta "his-
toria" que me parece útil que los jóvenes conozcan.
Por lo demás resultaría ocioso tenerlas en cuenta si no
fuera que el azar que lo ha puesto al frente ck' la Fa-
cultad de Ciencias Exactas y Naturales de Buenos Ai-
res hace que comprometa el prestigio de los docentes
e investigadores que lo tienen como autoridad y avalan
con su silencio los despropósitos que él formula. O
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Humor Julio Moreno
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Memorias magneto-ópticas
para computadoras más veloces
Ivan Chambouleyron
La utilización de computadoras elec-
trónicas en la solución de problemas
más y más complejos en donde se
manejan cantidades cada vez mayores
de datos y variables, ha conducido
a plantear la velocidad de operación
como factor determinante de pro-
greso.
El descubrimiento de componen-
tes veloces y confiables utilizados en
la lógica de las máquinas, ha despla-
zado en los últimos años el problema
hacia las memorias que constituyen
el cuello de botella del proceso de
cálculo. Dicho de otra manera: hay
que encontrar nuevos tipos de me-
morias tales que permitan almacenar
enorme cantidad de información y
que al mismo tiempo posean un sis-
tema de lectura tal que dicha infor-
mación pueda acceder a la lógica en
un tiempo extremadamente corto.
El problema de almacenamiento
de gran cantidad de datos ha sido en
parte resuelto con la utilización de
las llamadas memorias de masa. És-
tas son sistemas de almacenamiento
externos a la computadora en sí, pe-
ro que trabajan bajo control de la
Ivan Chambouleyron es mendocino,
ingeniero en Telecomunicaciones
de la Universidad de La Plata (1962)
y doctor en Ciencias de la Universidad
de París (1970). En Francia fue
docente e investigador de la Facultad
de Ciencias y, a su regreso a la
Argentina, se incorporó al grupo
de Semiconductores de la Comisión
Nacional de Estudios Geo-Heliofísicos.
20
misma. A pedido de ella proveen
datos necesarios a la ejecución de un
programa que pueden ser intercala-
dos con los que almacena la memo-
ria principal de la máquina. En la
actualidad están constituidas por dis-
cos o tambores magnéticos con ca-
bezas de escritura y lectura de fe-
rrita. Son capaces de almacenar del
orden de 5.104
unidades de infor-
mación por centímetro cuadrado y
su tiempo de acceso, es decir el tiem-
po necesario para seleccionar una
información almacenada, es de apro-
ximadamente 50 milisegundos. La
mayor parte del tiempo de acceso es
debida a movimientos de rotación
y traslación necesarios para la ubi-
cación de la información deseada.
La tecnología clásica de registro
magnético permite, en principio,
aumentar por encima de los valores
actualmente utilizados la capacidad
de las memorias, pero desgraciada-
mente, sólo a costa del tiempo de
acceso a la información.1
La figura 1 muestra la capacidad
de memoria en bits versus el tiem-
po de acceso a la información para
los diferentes sistemas existentes de
registro magnético. Vemos que la
tecnología actual parece alinear los
diferentes sistemas sobre una recta
de pendiente negativa. La posibili-
dad de manejar mayor cantidad de
datos sólo se consigue aumentando
los tiempos de operación.
Los progresos realizados en la tec-
nología actual van introduciendo
mejoras en los sistemas representa-
dos que tienden a desplazar la recta
de la figura 1 hacia la derecha y
hacia arriba. Sin embargo los es-
pecialistas están poco convencidos de
que por este camino se pueda llegar
al cambio en uno o dos órdenes de
magnitud, necesarios para que la ex-
tracción de datos de las memorias,
auxiliares no constituya el cuello de
botella del proceso de cálculo. Tan-
to más puesto que se espera en los
próximos años operar con lógicas
más veloces que las actuales.
Para encontrar solución a este pro-
blema, grupos de investigadores de
las principales firmas productoras de
computadoras se han dedicado a bus-
car sistemas de memorias de gran
capacidad de almacenamiento y tiem-
po de acceso rápido. Una posibilidad
que ofrece interesantes perspectivas
la constituyen las llamadas memo-
rias magneto-ópticas.
El principio de funcionamiento de
tales memorias es un fenómeno co-
nocido desde hace años: el efecto
Faraday. Se llama efecto Faraday a
la rotación del plano de polarización
de un haz luminoso polarizado Ii-
nealmente, cuando atraviesa una sus-
tancia en presencia de un campo
1
La capacidad de una memoria se mide
en bits que es la unidad de información
en el sistema binario utilizado por la ló-
gica de las máquinas. El sistema binario
de numeración posee dos dígitos O y 1.
Corresponden en la máquina al paso de
la corriente y su interrupción, al estado
de magnetización o no de una substancia
o, como veremos, al paso o interrupción
de un haz luminoso.
® La temperatura de Curie de un ma-
terial es la temperatura por encima de la
cual la magnetización espontánea o re-
manente desaparece.
. FILMS
| NUCLEOS

TAMBORES
DISCOS
i v aCINTAS
105 10' 10- 101
capacidad (bits)
Figura 1. Capacidad de almacenamiento y tiempo
de acceso a la información en los sistemas de registro
magnético convencionales.
Figura 2. La luz se propaga perpendicularmente
al plano de la figura incidiendo en 0. Su plano
de polarización es 01. Para un estado de magnetización
del material el plano de polarización del haz emergente
habrá girado a y es 02. Para el otro estado
de magnetización posible habrá girado —a y será 03.
El eje analizador está dado por la recta a.
Ninguna luz lo atravesará si el plano de polarización
del haz emergente es 02. Para la dirección 03,
una fracción de la luz atravesará el analizador y podrá
alcanzar el detector.
magnético. Esta rotación tiene sen-
tidos opuestos según la luz se pro-
pague en el sentido del campo mag-
nético o en sentido opuesto.
Para utilizar este efecto como me-
moria se parte de una capa delgada
(del orden de 1000 Ángstrom) de
magneso-bismuto, óxido de europio
u otra sustancia apropiada. Por apli-
cación de un campo magnético se
magnetiza el material perpendicular-
mente a su superficie. El registro de
una unidad de información se reali-
za calentando hasta la temperatura
de Curie 2
del material, un punto de
algunos micrones de diámetro por
medio de un rayo láser. Al enfriarse
el material, se magnetiza en sentido
opuesto. Es este cambio de imanta-
ción lo que constituye el bit alma-
cenado.
Para la lectura magneto-óptica de
la información bastará iluminar el
punto en cuestión con rayo láser po-
larizado linealmente. Una parte de
la luz será absorbida por el material
y la restante emergerá con un plano
de polarización que diferirá de a o
de — a con respecto al haz incidente
según el estado magnético local (fi-
gura 2).
La presencia de una información
podría entonces ser detectada colo-
cando en el camino óptico del haz
emergente un analizador y un detec-
tor de luz.
Si el eje del analizador es perpen-
dicular al plano de polarización del
haz luminoso que haya atravesado
un punto donde, por ejemplo, nin-
gún bit ha sido almacenado, la luz
no podrá pasar y el detector dará
una señal nula.
Por el contrario el analizador de-
jará pasar una fracción de la luz si
el rayo láser ha atravesado una re-
gión donde una información ha sido
registrada.
En ese caso el eje del analizador
y el plano de polarización del haz
emergente (éste habrá rotado de
— a ) no serán perpendiculares y el
detector producirá la señal corres-
pondiente. Para borrar la informa-
ción registrada bastará aplicar un
campo magnético suficientemente
elevado que magnetice nuevamente
la capa en una dirección.
En los primeros ensayos realiza-
dos en este sentido, se han utilizado
láseres gaseosos que registran la in-
formación en puntos de 5 micrones
de diámetro. Un grupo de investiga-
ción de IBM se propone empero uti-
lizar láseres semiconductores de ar-
seniuro de galio que podrían alma-
cenar un bit en una superficie del
orden del micrón cuadrado. Con esta
tecnología y aún suponiendo super-
ficies mayores por bit, serían alcan-
zables densidades del orden de 10°
bits/cm2
. Esto representa cien ve-
ces la densidad de información de
los sistemas utilizados. Por otra par-
te, los detectores ópticos sensibles
a la radiación del arseniuro de galio
tienen frecuencias de corte superio-
res a los 108
FIz, por lo que los re-
tardos debidos a la lectura desapa-
recen. Sólo queda el derivado de la
rotación del disco soporte. Cálculos
no muy optimistas muestran que el
tiempo total de acceso a la informa-
ción no sería nunca superior a los
5 milisegundos, es decir un orden de
magnitud menor que el actualmente
necesario.
Se investigan en la actualidad
otros tipos de memorias basadas en
principios ópticos diferentes. Un
grupo de investigación de RCA tra-
ta de almacenar información por el
registro de un holograma magnético
sobre una capa delgada de manga-
neso-bismuto. Esta tecnología, un
poco más sofisticada que la anterior,
permitiría almacenar 1010
bits en
superficies inferiores al metro cua-
drado con tiempos de acceso infe-
riores a 0,1 milisegundo.
Aunque todo lo expuesto se halla
aún a nivel de laboratorio, el pro-
blema de obtener memorias más ve-
loces y confiables en las computado-
ras del futuro parece tener su solu-
ción en tecnologías de avanzada en
donde la luz jugará un papel fun-
damental. O
21
Nace una nueva ciencia:
la Paleoingeniería
George Whitfield y Cherrie Bramwell
jLa aplicación de los principios de la ingeniería a la paleontología permite llenar
brechas en el conocimiento de los fósiles y proyectar una nueva luz sobre la vida
de especies extintas. Por ejemplo, la paleoingeniería ha establecido ya una des-
cripción mucho más completa que las conocidas hasta ahora de la estructura y los
hábitos de la criatura volante más grande que haya existido en el mundo, el ptero-
dáctilo llamado Pteranodon.
George Whitfield, es doctor en
ingeniería; Cherrie Bramwell es
paleóntologa. Esta nota introduce
en el trabajo que ambos realizan en
conjunto en la Universidad
de Reading, Gran Bretaña.
Fue publicado originalmente por
la revista inglesa New Scientist.
Figura 1. Esqueleto del Diplodocus.
Este animal medía 26 metros
de largo y debe de haber pesado
40 toneladas.
Durante muchos años, los paleon-
tólogos han extraído de la tierra fó-
siles y tratado de recrear los anima-
les originales, basando sus recons-
trucciones sobre las dimensiones y
la distribución de los huesos encon-
trados. En esa tarea los guiaron com-
paraciones con animales vivos, así
como las informaciones aportadas
por la geología y la física y los re-
cursos brindados por la química en
materia de limpieza y conservación.
En general, empero, los paleontólo-
gos han ignorado la ingeniería. La-
mentablemente, porque el ingeniero
puede ofrecer mucho al paleontólogo
aplicando su conocimiento de la me-
cánica a los animales, vivos o de es-
pecies extintas (hecho que los zoó-
logos no han dejado de apreciar).
Todo animal posee una estructura
mecánica que debe ser capaz de so-
portar las cargas que se le impon-
gan, debe ser estable y, dado que en
su mayor parte los animales se mue-
ven, debe estar dotada de músculos
lo suficientemente grandes y coloca-
dos en la forma correcta para la lo-
comoción.
Estas consideraciones se aplican
en particular a los animales grandes,
altamente evolucionados o especia-
lizados. Visitar el Museo de Historia
Natural de Gran Bretaña con los ojos
de un ingeniero proporciona múlti-
ples ejemplos de ello. Tal el caso del
Diplodocus (figura 1), de 26 me-
tros de largo: se trata sin lugar a
dudas de un animal grande y pesa-
do cuyo peso es soportado por cua-
tro patas. ¿Por qué no se hunde el
cuerpo en el medio? La respuesta
clásica decía que el Diplodocus vivía
habitualmente en agua que lo hacía
boyar; el volumen desplazado de
agua relevaba a las patas de gran
parte de su carga. Pero puede ob-
servarse que el cuerpo está construi-
do como el arco de un puente en su
parte superior y como un puente
colgante en su parte inferior (figu-
ra 2). El cuello y la cola del Diplo-
docus, largos, se proyectan en vola-
dizo respecto del cuerpo. En esas
partes la columna vertebral recibe
el esfuerzo de compresión y un ten-
dón que en vida del animal, pasaba
por encima de ella, era el miembro
tensor. Las vértebras, a lo largo de
las cuales corría el tendón, son más
largas en las regiones pectoral y pel-
viana, donde las cargas son mayores.
Las fuerzas derivadas del cuerpo,
el cuello y la cola convergen hacia
las cinturas escapular y pelviana y
ese peso es transferido por su inter-
medio a las patas, que verticales y
rectas, responden a la forma ideal
para soportar una gran carga. Un
simple cálculo revela que las patas
son, con comodidad, lo suficiente-
mente fuertes como para soportar el
peso: tiene un coeficiente de seguri-
dad de cuatro. La paleoingeniería del
Diplodocus señala que no hay ne-
cesidad de postular una existencia
acuática por una razón mecánica y,
en este sentido, es de notar que hace
corto tiempo Robert Bakker, de la
Universalidad de Yale, reestudió los
esqueletos de los saurópodos y sugi-
rió que eran animales más bien te-
rrestres que acuáticos. A tal conclu-
sión llegó al cabo de un análisis de
distintas partes de la anatomía, con
inclusión de los dientes, la cola y la
forma general del cuerpo. Bakker se-
ñalaba que la sección transversal del
cuerpo del Diplodocus es similar a
la que presentan grandes animales
terrestres como el elefante, sección
profunda y relativamente angosta, y
no achatada como en los animales
afectos al agua, como el hipopótamo
(figura 3).
Estas secciones transversales se
derivan directamente de exigencias
mecánicas. Para soportar un cuerpo
pesado, el miembro resistente a la
compresión, en este caso la espina
dorsal, debe estar en la parte supe-
rior y contar con un miembro ten-
sor abajo, tan lejos del otro como
sea posible. En el agua el peso es
sostenido por flotación, por lo que
la espina dorsal del pez se encuen-
tra en el centro de éste, óptimo lu-
gar para brindar la flexibilidad que
exige la natación. El hipopótamo ne-
cesita caminar por tierra, de manera
que su estructura responde a un
compromiso.
Cualquier estructura mecánica de-
be ser lo bastante fuerte como para
soportar su propio peso en todas las
etapas de la construcción. Similar-
mente, un animal debe ser lo bás-
tanle re-isleuie en todas las etapas
de su desarrollo. Existe, por ejem-
plo, el caso del huevo. Un huevo de-
be sopor ra r la presión hidrostática
del lícniido que contiene. Un huevo
pequeño, en consecuencia, puede te-
ft n
Figura 2. Diseño estructural del cuerpo
de un Diplodocus: tina combinación
de puente de arco y puente colgante.
Hipopótamo
Elefante
Diplodocus
Figura 3. Secciones transversas de un pez,
un animal acuático y dos animales
de tierra. Pueden apreciarse la ubicación
cada vez más alta de la espina dorsal
el aumento de la profundidad del cuerpo,
necesarios para soportar el mayor peso.
m
Figura 4. El Pteranodon, pterodáctilo de mayor tamaño que haya existido
(según Augusta y Burian).
Ciencianueva17
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Ciencianueva17

  • 1. »I í Lecciones de GO m ¡W l i li W$¡ ÍM éemtáte m: i f >t ^ ¿ B B Ü i ¡i ~~~í:l cl8 y tecnología «d, Bu««oí VIETNAM: Laboratorio para el genocidio
  • 2. Calculadora electrónica con impresión CIFRA 311: Lógica de 3? generación, memoria de 4? generación. CIFRA 311: Mayor potencialidad, diseño expeditivo, costo menor. CIFRA 311: Creada en el pais, es la solución más actualizada a las vertiginosas exigencias de precisión y caudal de cálculo de las empresas modernas. Un producto FATE S.A.I.C.I. División Electrónicauc iao cmijicoao iiiuuoi i las. un pruuuuio r A i c a.M.i.u.i. un Comercialización y Ventas: Garay 1, Tel. 34-6034/5/6/7/8.
  • 3. Lecciones d e . G O Paleoingeniería, ' VIETNAM: Laboratorio para el genocidio C I E H C H I Revista de ciencia y tecnología Año III / N* IT / julio 1 9 7 2 / B u e n o s Aires Av. Roque Sáenz Peña 825. 9 ' piso. Oí. 93 - Buenos Aire, Tel.: 45-8935 3 Editoriales: Nuestra palabra, nuestra voz. La invasión herlziann. Higos y manzanas 19 Humor nuevo 39 Novedades de ciencia y tecnología 40 Juegos maieimíticos 58 Comentarios «le libros ftS Correo del lector 11 Problemas de Go Melegol 5 VIETNAM: LABORATORIO PARA EL GENOCIDIO Alai» Janbert 13 Cinco años del Instituto de Cálculo de la Universidad de Buenos Aires Entrevista a Manuel Sadosky 20 Memorias magneto-ópticas para computadoras más veloces Ivan Chambouleyron 22 Nace una nueva ciencia: la Paleoingeniería Georgc Whitfieldy Cherric Bramwell 29 Una música que se hace ciencia William Skyvington 33 El impacto social de la biología moderna }o nathan Beckwith 3 9 Anemómetro láser para aeropuertos Una computadora saboteada por no adherirse a la huelga 45 El juego de Go (II) Hilario Fernández Long 49 Instituto de Promoción Secaría 50 La primera CACTAL 55 DINEA: Dirección Nacional de Adultos 61 La 57" Reunión de la Asociación Física Argentina 62 Discriminación ideológica en la Universidad de Venezuela De las opiniones expresadas en los artículos firmados son responsables exclusivos sus autores. 1
  • 4. Nuestra tapa y los pintores Continuando la serie iniciada en el N" 16 con un trabajo de Hermenegildo Sábat, CIENCIA NUEVA luce hoy en su portada un dibujo realizado especialmente por Lorenzo Amengual. En números sucesivos tendremos trabajos de Ernesto Deira, Luis Felipe Noé, Oscar Smoje y Rómulo Macció. Lorenzo Amengual nació en Córdoba, tiene 32 años y hace 5 que reside en Buenos Aires. Es arquitecto y trabaja como diseñador gráfico. Su lenguaje es esencialmente humorístico y comenta preferentemente el el acontecer político y social. Quizá sea una de las causas por las cuales sus trabajos, de incuestionable nivel plástico, no se ven con regularidad en medios gráficos locales de difusión masiva, aunque sí en algunos del extranjero. Uno de sus trabajos más recientes y maduros es la ilustración del libro La Edad de Oro, del poeta y político cubano José Martí, realizado para la Editorial Nueva Senda. Estos dibujos fueron expuestos recientemente en la galería Lirolay. Es una publicación de Editorial Ciencia Nueva S.R.L., Av. R. Sáenz Peña 825, 9" P., of. 93, Buenos Aires, República Argen- tina, Tel.: 45-8935. Distribuidores: en la República Argentina Ryela S.A.I.C.I.F. y A., Paraguay 340, Capital Federal, Tel.: 32-6010 al 29; en Capital Federal, Vaccaro Hnos., S.R.L., Solfs 585, Capital Federal. Impreso en Talleres Gráficos DI- DOT S.C.A., Luca 2223, Buenos Aires. Precio del ejemplar: ley 18.188 $4 (m$n.400). Suscripciones: Argentina, ley 18.188 $40 (m$n. 4.000) por doce números; Uruguay, $2.500, exte- rior, por vía ordinaria, u$s. 15 anual. Registro de la propiedad intelectual n? 1.049.414. Hecho el depósito de ley. Derechos reservados en castellano y cualquier otro idioma para los tra- bajos originales, y en castellano para colaboraciones traducidas. 2 Director Ricardo A. Ferraro Director Adjunto Hebe Mitlag Asesores Héctor Abrales Hernán Bonadeo Daniel Goldstein Roberto Lugo Ricardo Schwarcz Secretario de redacción Horacio Speratti Redacción Lucía Bonadeo Katia Fischer Ana Tedeschi Diseño gráfico Isabel Carballo Dibujo Fernando Díaz Humor Julio Moreno Secretaría María Susana Abrales Rodolfo D'Amario Corresponsales Boston: Carlos Abeledo Jerusalén: Eduardo Fischbein Londres: Eduardo Ortiz Los Angeles: Julio Moreno México: Jaime Kravsov Montevideo: Juan Arturo Grompone París: Alain Jaubert - Beatriz Ottonello San Pablo: Ricardo Albizuri Santiago de Chile: Juan Pablo Schifini
  • 5. Nuestra palabra, nuestra voz En diversas páginas de este ejemplar el lector encon- trará información sobre algunos hechos que queremos destacar en este comentario porque son una gratifica- ción adicional hacia nuestro trabajo. Desde el 2 de julio ampliaremos nuestros "canales de comunicación": CIENCIA NUEVA estará todos los domingos, a las 19, en Radio Municipal. En 20 minu- tos semanales intentaremos dar un panorama ameno del quehacer científico y tecnológico que nos permitirá colocarnos más cerca de los lectores que sólo nos cono- cen a través de la palabra escrita y a la vez proveer a una difusión más general de estos temas que nos in- teresan y que cumplen un papel protagónico en la evo- lución de nuestras sociedades. El éxito de nuestra primera Mesa Redonda, la adhe- sión manifestada por nuestros lectores, nos alentaron a preparar una segunda. El tema será esta vez La Uni- versidad en América latina-, dispondremos como en- tonces del excelente salón y del apoyo técnico del Cen- tro Cultural General San Martín de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Estaremos allí el martes 1? de agosto. La Dirección Nacional de Educación del Adulto (DI- NEA) necesitaba un medio apropiado para la publi- cación de sus trabajos y noticias. Un cuidadoso análisis del mercado local de publicaciones especializadas llevó a sus directivos a elegir a CIENCIA NUEVA para ese fin. Si bien las páginas que comienzan a publicarse en este número son "propiedad" de la DINEA h Di- rección de la revista ha supervisado la selección del material de modo de intentar que el interés de los lec- tores se vea reflejado en esta selección. Con el Instituto de Promoción Becaria hemos lle- gado a un acuerdo para publicar en forma permanente una cartelera de becas disponibles. Este es un servicio típico de los que puede y debe dar una revista especia- lizada y creemos que será útil a muchos de nuestros lectores. Estos son algunos resultados de casi cuatro años de trabajo. En cada nuevo número que editamos y en cada ejemplar que se vende se hace realidad aquella fe utópica de publicar CIENCIA NUEVA en la Argenti- na de hoy. La invasión hertziana La historia de la civilización es la historia de las comu- nicaciones y la aceleración del progreso científico y tecnológico es la causa y a la vez la consecuencia del desarrollo de los medios de comunicación masiva. Es bien sabido el papel que cumplió la imprenta en la evolución de las sociedades humanas. Y estamos sumidos hoy en un constante condicionamiento deter- minado por los medios de comunicación que nos al- canzan permanentemente en toda nuestra actividad, nuestro trabajo, nuestro aprendizaje, nuestra más pe- queña cotidianeidad. Esto no es nuevo: Sarmiento por ejemplo, lo sabía, toda vez que imposibilitado en cambiar la realidad his- tórica, utilizó su literatura fuerte, panfletaria, para des- truir sin lucha a sus enemigos y para mostrar a sus coetáneos la cara de los hechos que necesitaban sus objetivos. Y sabemos asimismo cómo toda la estructura depen- diente de nuestros países no podría funcionar si los co- nalcs de información no estuviesen estrictamente con- trolados, a nivel mundial, por los países imperialistas. Un nuevo instrumento tecnológico de incalculables posibilidades se ofrece ahora a nuestras sociedades: los satélites de emisión directa de radio y televisión. Sus posibilidades se refieren tanto al alcance y difusión de la cultura como al contexto ideológico de esas emisio- nes que podrían ir en detrimento de los intereses de cada una de las comunidades afectadas, favorecer el de- terioro de las tradiciones culturales, agravar la depen- dencia de los pueblos, las provincias, los países econó- micamente débiles, en la medida en que esos pueblos o países podrían intervenir solo parcialmente en la se- lección del material que reciben. Los gobiernos suelen reaccionar airadamente cuando una nave extranjera roza las aguas territoriales o un avión cruza la vertical de las fronteras físicas. Pero ha- ce ya muchos años que la soberanía de los pueblos no se protege con reacciones románticas. La tecnología ha desarrollado recursos como la radio y la televisión, mu- cho más sutiles, que no reconocen fronteras, que pe- netran insidiosamente en nuestros hogares. Y condicionan a nuestros gobernantes y los mantie- nen muy ocupados en cuidar que nadie roce las fron- teras físicas . . . 3
  • 6. Higos y manzanas "Si ustedes tienen en el jardín un manzano sobre el cual colocan un cartel con la leyenda: 'es una higuera', ¿el árbol se transfor- mará por eso en una higuera? No. Y ustedes podrán reunir a todo un país y hacer jurar solemnemente a todos los habitantes que es una higuera; el árbol continuará siendo lo que era y, al año siguiente, se verá que da manzanas y no higos". Fernando de Lasalle (1862) (De la "Esencia de una Constitución") En el número 16 de CIENCIA NUEVA se publicaron un reportaje al actual titular del CONACYT, ingeniero Cavoti y los comentarios críticos de M. Kaplan, S. Ma- yo, M Diamand y E. Oteiza a la encuesta sobre po- tencial científico y técnico nacional realizado para el CONACYT bajo la dirección de Alberto Aráoz. La lec- tura del resumen del trabajo de Aráoz y de los comen- tarios que lo siguen vuelven imposible imaginar qué es lo que inspira el nebuloso optimismo de las más bien irreales declaraciones del titular del CONACYT. Los hechos revelados por la encuesta —a pesar de que la realidad debe ser aún más negra ya que la forma de relevamiento permite "embellecer" ciertas situacio- nes— son realmente alarmantes; sin entrar en un aná- lisis pormenorizado basta señalar el lugar de cola que ocupa la Argentina en el ranking internacional en los cuadros referentes al gasto nacional en investigación y desarrollo y al número de científicos e ingenieros afec- tados en esas actividades. Tanto Aráoz como quienes comentan su trabajo expresan que la encuesta revela insuficiencias de todo tipo en el esfuerzo nacional di- rigido a impulsar la investigación científica v tecnoló- gica y hacen especial hincapié en "la poca vinculación entre ciencia y sociedad", "la bajísima proporción de proyectos dirigidos a la industria", "la absoluta diso- ciación con la problemática nacional", "la carencia de ínteres por parte de la industria en general en reempla- zar know-how extranjero por desarrollos nacionales", la taita de demanda social para la investigación y el desarrollo", "la incentivación oficial en Argentina que ayuda a exportar productos simples con bajo valor agregado industrial", "la poca demanda efectiva de in- vestigación por parte de los sectores económicos", etc Los mismos datos —puesto que cabe suponer que eí titular del CONACYT se basa en lo que el organismo que dirige ha logrado conocer— inspiran al ingeniero Cayoti conclusiones muy distintas. Dice: [que es de- seable] mantener un adecuado balance de progra- mación de las actividades científico-técnicas con ef ob- jeto de satisfacer las necesidades económicos, sociales y culturales del país". Y, a partir del curioso propósito de mantener" lo que no existe, se adentra en el tran- sitado campo de las promesas diciendo, por ejemplo que el CONACYT determinará "programas y proyec- tos prioritarios sobre la base de requerimientos de in- sumos tecnológicos" o estructurará "el campo dé ofer- ta" (sic). 4 De las montañas de papel hemos pasado a la ava- lancha de palabras. Y aunque acumular palabras sin ninguna relación ni con los hechos ni con la realidad se ha convertido en el "estilo nacional", vale la pena llamar la atención de los lectores sobre la circunstancia singular de que los planes del C O N A C Y T enunciados por su titular podrían, sin cambiarles ni una coma, ha- ber sido propuestos en casi cualquier otro país del orbe! El titular del CONACYT culmina sus declaraciones afirmando —al referirse a las posibilidades de acceso de los científicos argentinos a participar en las respon- sabilidades de la elaboración y conducción de una "po- lítica científica"— que "los científicos argentinos han participado y seguirán participando en forma aún más activa en este proceso". Tal afirmación parece un es- carnio. Si hay científicos en el C O N A C Y T los hay en tanto que funcionarios y si la participación en el CONICET se reduce a la integración de las comisiones asesoras por encima de cuyos consejos tiene la SIDE poder de decisión, poco o nada puede decir la comu- nidad científica sobre "la conducción del proceso". No sólo la comunidad científica es ajena a la reso- lución de los grandes problemas que afectan a la in- vestigación científica y tecnológica y a la enseñanza su- perior si no que, lo cual es mucho más grave, todo el país —cuyos intereses se invocan tan declamatoria- mente— está también al margen. Sin embargo no se puede culpar a los funcionarios más que del juego de querer hacer pasar por realidades sus ilusiones. Ellos no son responsables de los proble- mas de fondo. _ Sólo un país que haya recuperado el poder de deci- sión y que cuente con el apoyo de todos los sectores populares interesados vitalmente — y no movidos por vagas "aspiraciones"— en la independencia económica, política y cultural de la Nación, podrá lograr que esos mismos sectores, en los cuales estará integrada la comu- nidad científica con responsabilidad nacional, partici- pen realmente en el proceso de poner la investigación científica y tecnológica y la enseñanza superior al ser- vicio del pueblo. Solamente arrancando el manzano y reemplazándolo por una higuera se logrará cambiar de fruta en las pró- ximas cosechas. O
  • 7. VIETNAM: mim •¿«I, : • . ^ « i f ' ' : : " - 1 tet't--. - • . ¿!¡v laboratorio para el genocidio i . i • - -.V.ÍÜETÍ "^tillisj. •«•'"¿.•i: •"•"i- 'íps::;. f t páa|||il; V. ••!:!i¡ JlJgtfS ÉÉlfcf .-vfcatje - ¿ w ' •v.-:íxrjr .5.J." |Sff||i|ÉÍ||| ¡. -¡riirK.ii'- « M i l t l Alain Jaubert Reagrupamiento de poblaciones, "urbanización" forzada, gigantescas manipulaciones psicológicas, exterminaciones masivas, ensayos de nuevos explosivos, de nuevas aleaciones, de nuevos materiales civiles o militares, ensayos de gases y aerosoles tóxicos, absorción acelerada de una enorme superproducción industrial, manipulación a una esca- la sin precedentes de la ecología y del clima de toda una región: eso es Indochina hoy j el mayor campo de experimentación nunca imagi- nado, un laboratorio de 750.000 kilómetros cuadrados, donde cien- tíficos y técnicos de los países de alto nivel tecnológico experimen- tan, por interpósitos militares, sobre millones de cobayos humanos. En diciembre de 1971 tuvo lugar en París una Conferen- cia Internacional sobre medi- cina y la guerra de Indochi- na. Participaron en esta Con- ferencia delegaciones de mé- dicos y de científicos prove- nientes de Vietnam del Norte y del Sur, de Laos, de Cam- boya, de Alemania Federal, de Bélgica, de Cuba, de Gran Bretaña, de Dinamarca y de otros países de Europa, ade- más de una importante dele- gación norteamericana. Los delegados vietnamitas, laosia- nos y norteamericanos pre- sentaron en esa ocasión toda una gama de armas y de sis- temas de armas de las cuales prácticamente nada se cono- cía hasta entonces. Los efectos devastadores de los de- foliantes y los gases tóxicos sobre la vida humana y toda la ecología del Vietnam han ido tratados en otras publicaciones,* por lo cual centrare- mos nuestra atención en aspectos menos conocidos del conflicto. Conviene sin embargo, recordar ciertos datos numéricos proporcio- nados por el profesor Steven Rose al iniciarse la conferencia: "Hasta el comienzo de 1970 se habían uti- lizado en Vietnam del Sur unos 3 millones de kilogramos de CS, can- tidad necesaria para cubrir el total de Vietnam del Sur 1,3 veces ( . . . ) Las estimaciones oficiales norteame- ricanas permiten suponer que hacia 1969 se habían rociado 2,6 millones de hectáreas con 75 millones de li- tros de defoliantes y se había des- truido un 50 por ciento del área de los pantanos de manglo del delta del río Mekong y un 20 por cien- to de los bosques y también se ha- bía destruido suficiente arroz como para alimentar entre 150.000 y 1.000.000 de personas durante un año ( . . . ) Pese a la promesa de Ni- xon de ir disminuyendo el uso de defoliantes, éstos siguen siendo uti- lizados en Vietnam del Sur y no exis- te información oficial acerca de su empleo en Laos y Camboya. 7,5 mi- llones de litros del "agente naran- ja", que contiene 2,4,5-T, están en poder del régimen de Saigón y "fue- ra de la jurisdicción de los Estados Unidos'." Cráteres y superbombas Los doctores E. W. Pfeiffer, zoólogo de la Universidad de Montana y A. H. Westing, botánico de Windham College de Vermont, que habían es- tado anteriormente en Vietnam para estudiar los efectos de las armas quí- micas, volvieron a ir en agosto de 1971. Su objetivo fue investigar los cráteres de bombas, el arrasamiento de la jungla y los efectos ecológicos de la "superbomba". Los cráteres de bombas, cuyo nú- mero se estima en más de 10 millo- nes, son unos de los principales fac- tores de deterioro ecológico en Viet- nam del Sur. Impiden el cultivo del arroz y se transforman en pozos de * En castellano pueden consultarse el artículo "La guerra química", por Nguyen Dang Tam, Ciencia Nueva, año 1, N° 9, abril de 1971, y el fascículo "Guerra Quí- mica y Biológica", por Joel Jardim, Trans- formaciones, N? 28, Centro Editor de América Latina. Ambas publicaciones po- seen extensas referencias bibliográficas. 5
  • 8. agua que permiten la proliferación de mosquitos y otros insectos vecto- res de enfermedades, muy en parti- cular del paludismo. Desde 1968 el ejército norteame- ricano "al darse cuenta que la selva representa una de las ¡nenas de los guerrilleros, al brindarles cubierta y reparo"y despliega esfuerzos cada vez mayores para liquidarla. Ni los crá- teres de bombas, ni los defoliantes dispersados por helicópteros resul- tan suficientes: los gigantescos bull- dozers y tractores del U.S. Engineer Commani consiguen finalmente de- forestar con una cadencia infernal. A. H. Westing ha visitado una de estas compañías de limpieza de la selva. ¡En 26 días ésta había nivela- do 2.700 hectáreas! Las regiones así deforestadas son, por lo general, in- vadidas por el bambú y, en terreno ondulado, resultan rápidamente ero- sionadas o laterizadas, produciéndose como consecuencias secundarias bru- tales inundaciones. La pérdida eco- nómica directa es enorme. En cuan- to a la que ocasionará la degrada- ción del lugar, ésta es actualmente imposible de evaluar, pero sin duda será aún superior a la pérdida eco- nómica inmediata. En el curso de su viaje, los docto- res Pfeiffer y Westing obtuvieron además informaciones sobre un ar- tefacto destructivo acerca del cual el ejército norteamericano no había proporcionado ningún dato hasta el presente, la "superbomba". Desig- nada por el nombre de código BLU- 82/B y apodada por los tripulantes de los bombarderos Daisy cutter (corta-margaritas) o Cheeseburger (sandwich de carne y queso), la su- perbomba es "una bomba cuyas di- mensiones sobrepasan todo record: tiene un diámetro de 1,35 metros, una longitud que excede los 3,3 me- tros y pesa 6.750 kilogramos. Su cápsula exterior de acero contiene 5.670 kilogramos de un explosivo particularmente poderoso, el DBA- 22M, compuesto por una gelatina acuosa de nitrato de amonio y un polvo de aluminio (mezcla comple- tada por un agente intermediario). Esta fórmula provoca una explosión cuya potencia es sobrepasada sola- mente por la de las bombas atómi- cas". La bomba explota justo antes de tocar el suelo. "Si todo sucede normalmente, dice A. H. "Westing, la explosión radial que resulta no cava cráter pero descuaja y vuela todos los árboles y otros obstáculos en el corazón mismo de una jungla densa, creando así un espacio perfec- tamente limpio de dimensiones com- parables a las de un estadio de fút- bol". La zona de aterrizaje así ob- tenida puede ser inmediatamente utilizada por helicópteros. En junio de 1970, ya se habían largado sobre Indochina 160 de estas bombas y siguen siendo lanzadas a un ritmo de varias por semana. Aunque en teoría la "superbomba" es emplea- da para abrir rápidamente zonas de aterrizaje en la jungla, ha sido em- pleada en numerosas ocasiones sobre objetivos civiles. La fuerza de deto- nación del artefacto es tal que "toda vida terrestre y arborifera (así como todo ser humano que estuviera en la zona) es inmediatamente liquida- do por la onda expansiva de la ex- plosión en un radio de aproximada- mente 1.000 metros. La zona letal de estas bombas, se extiende así so- bre una superficie de unas 340 hec- táreas. Más allá de este círculo de muerte, se producen heridas por contusión en una zona que se ex- tiende sobre una distancia de otros 500 metros. Así, la bomba determi- na muerte o heridas sobre una su- perficie de 780 hectáreas". Armas anliperaonal Como señalara en la conferencia el profesor doctor Hang Thuy Nguyen, las armas incendiarias son vastamen- te utilizadas en Vietnam. Perfeccio- nadas sin cesar, son armas terrorífi- cas que liberan enormes cantidades de calor. El napalm (de 900 a b f Figura 1. Panoplia de armas antipersonal a) Gravel Mine-, b) Shrapnel Ball; c) Pineapple Bomb-, d) Orange Smooth Bomb; e) Dragón Tooth Mine; f) Spider Mine-, g) Flechitas; h) Guava Bomb; i) Perforating Bomb de fabricación Honeywell. (Foto Pachkoff) 1.300° C) ha dado origen al napalm- pirogel de las bombas PT1 y al su- pernapalm (de 1.300 a 2.000° C). También se utilizan bombas de fós- foro blanco, de termita (de 2.000 a 3.000° C) o de magnesio (de 3.000 a 3.900° C) y de mezclas de fósforo y aluminio o de fósforo y ter- mita. Algunos de estos materiales son extremadamente pegajosos y adherentes. Se extienden sobre el cuerpo de las víctimas —esencial- mente mujeres y niños— y pueden quemar durante largos minutos fun- diendo las carnes en profundidad. Además el fósforo es muy tóxico. Cuando no mata a la víctima, le afec- ta seriamente el hígado, le ataca el riñon y el sistema nervioso. A veces el óxido de carbono que se despren- de por la combustión de estos pro- ductos asfixia las víctimas. Los so- brevivientes quedan monstruosa- mente deformados: huesos retorc.i- * Las armas antipersonal están expre- samente mencionadas en el artículo 23 inciso e) de la Convención de La Haya: "Está especialmente prohibido emplear ar- mas, proyectiles o material deliberadamen- te pensado para causar sufrimientos in- útiles."
  • 9. ÍK! ¡í: hjCja Ji £05 y aia- flíC. ¿fe í f » as i' ¡exí afe a á » ¿ os Spc- .- i: !"• Hia •i:-- íKTr dos, carnes fundidas y crecimientos queloides, miembros destruidos, co- mo en ciertos sobrevivientes de Hi- roshima. Pero, pese al horror, se puede decir que el napalm es un arma "convencional". Las nuevas armas "antipersonal" puestas a pun- to en los últimos años son aun más diabólicas en su concepción. La idea básica es la de la Cluster Bomb Unit (CBU): una bomba madre hace las veces de receptáculo para un cierto número de bombas hijas o Bomb Live Units (BLU). Después de ser lanzada por un bom- bardero, la CBU se abre a una al- tura que puede variar entre 800 y 1.200 metros y dispersa su conteni- do sobre una superficie muy grande. Algunas de estas CBU están equipa- das con un motor que les imprime un movimiento rotatorio el cual tie- ne por efecto proyectar las bombas en todas direcciones. Las primeras Steel Bellet Bombs (bombas de fragmentación), apare- cieron por primera vez en enero de 1965: la bomba CBU-46 contenía bombas hijas apodadas pineapple (ananá), porque tenían una forma parecida a la de esa fruta. Cada pi- neapple pesa 800 gramos y contiene 250 perdigones metálicos de 6,5 mi- límetros de diámetro. La bomba pi- neapple fue perfeccionada y dio lu- gar a la Guava Bomb (BLU/26/B) que debe su nombre al parecido con la guayaba. Pesa 425 gramos y con- tiene 300 perdigones metálicos: ga- na en peso y en volumen y es por lo tanto de una eficacia mayor. Estas bombas evidentemente no hacen nin- gún efecto sobre las instalaciones militares pero son mortales o peli- grosas para el hombre. En el mo- mento de la explosión, los perdigo- nes proyectados a una gran velocidad pueden matar o herir a muchas per- sonas simultáneamente. Los perdi- gones tienen una trayectoria sinuo- sa. Atraviesan músculos, perforan órganos, mutilan gravemente a las víctimas. Es a menudo imposible extraerlos todos de un cuerpo. Estas armas tienen una función precisa: no se trata sólo de matar, sino sobre todo de inactivar a un gran número de víctimas para la producción o la defensa, de inmovilizar de seis a diez personas (entre médicos y en- fermeros) necesarias para la extrac- ción de los perdigones y los cuida- dos de los heridos y finalmente, de socavar la moral de la población. Además, según los norvietnamitas se ha añadido un perfeccionamiento Figura 2. Pineapple (bomba en forma de ananá). Figura 3. Efectos de las bombas de fragmentación a proyectiles sobre un bebé de 19 días luego de un ataque contra la aldea de Lata Dong, cerca de Haifong. La madre también murió en ese bombardeo consistente en reemplazar los perdi- gones de plumo por bolitas de plás- tico, material prácticamente indetec- table por los rayos X. Algunas de estas bombas son de detonación re- tardada y explotan a veces mucho después que pasó la alerta o bien cuando los camilleros van a recoger a los heridos. En marzo de 1969, John Wood, jefe de la U.S. Weapon Research División, hizo la apología de la "fie- chita" como "el arma del porvenir de la infantería norteamericana", en un artículo aparecido en la revista Infantry. John "Wood omitía men- cionar que las "flechitas" eran ya utilizadas desde 1966 por medio de las ametralladoras ultrarápidas S.P. I.W. (Special Purpose Individual Weapon) montadas sobre aviones y también desde cohetes Beehive (colmena) que las contienen por millares o de misiles que llevan cen- tenas de miles. Estas "flechitas" son de 3,6 centímetros de largo. Son proyectadas a una velocidad muy grande y no penetran ni el acero ni el cemento. Para que no atraviesen el cuerpo de las víctimas de lado a 7
  • 10. lado, están munidas de cuatro arpo- nes que Jas retardan y las prenden a los tejidos. Las "flechitas" son muy difíciles de extraer y se despla- zan progresivamente en el cuerpo del herido, amenazando órganos y partes vitales. Fue el profesor Ale- xandre Minkowski, pediatra de Pa- rís, quien a la vuelta de un viaje a Vietnam del Norte llamó la atención sobre el caso de un joven pescador de 19 años, Phon Quoc, a quien había examinado en Hanoi, grave- mente herido por una "flechita". Ésta le había entrado por el pecho, llegando hasta la columna vertebral, perforando a su paso una vena y una arteria y estableciendo al sol- darlas una comunicación entre san- gre arterial oxigenada y sangre ve- nosa no ventilada. Es necesario hacer notar que to- dos los artefactos antipersonal no tienen nada que ver, por su tamaño, con las armas convencionales. La Gravel Mine, k Tooth Dragón Mine caben en el hueco de la mano. La Spider Miner, la Shrapnel Bal!, son apenas más grandes que una pelota de ping-pong. La Perforating Bomb tiene el tamaño de una botella chica de Coca Cola. Las Orange Bombs son del tamaño de una naranja y las primeras Pineapple Bombs, pese a su nombre, eran más pequeñas que un ananá aun cuando tuvieran la misma forma. 8 Es probable que para el estado mayor norteamericano, los bombar- deos con artefactos de este tipo se hayan revelado a la larga como más "eficaces" que los bombardeos clá- sicos, dado que un cable reciente de la agencia Associated Press, fe- chado en Saigón, nos informa que hasta los bombarderos B-52 van ac- tualmente equipados con bombas de fragmentación. Un caza bombardero normal puede transportar cuatro contatners (cargas) de 500 kilogra- mos, cada uno con 360 pineapple o 640 Guavas, es decir, que puede sembrar una región de 10 a 18 hec- táreas con entre 400 y 680 mil pro- yectiles. A su vez, un B-52 puede transportar 25 toneladas de bombas de fragmentación, es decir 50 con- tainers. Los B-52 vuelan en escua- drillas de por lo menos cinco apa- ratos a una altura mínima de 12.000 metros, de modo que su aparición no es advertida por las poblaciones. Dado que en noviembre de 1971 hubo 6.300 incursiones —es decir, más de 200 incursiones por día— sobre Laos (país con una superficie casi igual a la de Gran Bretaña), se puede imaginar el efecto devastador de estos bombardeos sobre una po- blación mucho menos preparada, si podemos decirlo así, que la pobla- ción vietnamita, de la cual una gran parte vive permanentemente en re- fugios o en subterráneos. Figura 4. Nguyen Thi Lan, geóloga de 27 años, gravemente herida por bombas de proyectiles en abril de 1967, durante un bombardeo sobre un suburbio de Hanoi. Como se ve, fueron necesarias varias personas para extraer los proyectiles. El campo de batalla automatizado Podríamos continuar indefinidamen- te este catálogo alucinante pero tam- bién es imprescindible mencionar la formidable infraestructura que per- mite que se efectúen los bombar- deos y, en particular, todo aquello que actualmente se clasifica bajo el término de "Automated Battlefield" (campo de batalla automatizado). El concepto fue formulado por pri- mera vez en octubre de 1969 por el general Westmoreland. Un modelo operativo había sido aprobado en el curso de la batalla de Khe-San a principios de 1968. Pero también se sabe por un informe de agosto de 1966 publicado entre los Pentagon Papers (los documentos secretos del Pentágono publicados por el New York Times en 1971), que en el transcurso del verano de 1966, lue- go del fracaso de la operación Roll- ing Thunder (destrucción de los de- pósitos de petróleo de Vietnam del Norte) que no había disminuido en nada la infiltración Vietcong, Ro- bert McNamara había acogido jubi- losamente las propuestas de un gru- po de científicos reunidos secreta- mente para estudiar los aspectos técnicos de la guerra. Algunos meses antes, el profesor Roger Fisher, de Harvard, había propuesto la cons- trucción de una barrera anti-infiltra- ciones, munida de todos los dispo- sitivos existentes de detección elec- trónica, a través de la Zona Desmi- litarizada. Fue esta propuesta la escogida por el grupo de científicos. El posterior desarrollo de esta idea llevó a resultados imprevistos. El Automated Battlefield com- prende tres niveles: 1) una red de sensores electrónicos de diferentes tipos, esparcidos sobre el suelo o dispuestos sobre el campo de batalla en árboles, aviones o helicópteros; 2) un centro de control y de mando
  • 11. automático que procesa Ja informa- ción comunicada por los sensores; 3) un conjunto de armas variadas (cohetes, misiles, bombarderos, mi- nas enterradas o teledirigidas), que responde automáticamente a las ór- denes del oficial que dirige el cen- tro de control o directamente a las órdenes de una computadora. "En el campo de batalla del futu- ro —dice el general Westmoreland— las fuerzas enemigas serán localiza- das, seguidas y atacadas casi instan- táneamente mediante el uso de data links evaluación de inteligencia asis- tida por computadora y control de fuego automatizado. Con una pro- babilidad de blancos logrados en primera instancia que se acerca a la certeza, y con dispositivos de vigi- lancia que pueden tracear continua- mente al enemigo, la necesidad de grandes fuerzas de infantería será menor". El conjunto de dispositivos elec- trónicos es también impresionante. Un artículo del Armed Forces Jour- nal del 15 de febrero de 1971 des- cribe algunos de los que han servido para atacar el sendero de H o Chi Minh. Detectores acústicos, sísmicos o térmicos fueron lanzados por mi- llares. Algunos estaban destinados a quedar prendidos de los árboles con su paracaídas (Acuoubuoy), otros se enterraban dejando sobresalir una antena que imita perfectamente una planta tropical (Adsid y Acuousid). En un principio, un avión era el en- cargado de recibir los mensajes emi- tidos por estos detectores, pero en lo sucesivo fue un aparato sin piloto, el QU-22B quien se hizo cargo de la retransmisión de los datos a la base de Nakhom Phanom, en Tai- landia. En esa base, dos computado- ras IBM 360-65 S, procesan los da- tos y retransmiten inmediatamente las informaciones, ya sea a las bases de bombarderos, a los jefes de uni- dades locales o aun a las minas tele- dirigidas ya distribuidas en el cam- po de batalla. Nakhom Phanom, que según ciertos observadores es en la actualidad una de las mayores bases de telecomunicaciones del mundo, está además ligada directamente con el Pentágono por medio de nume- rosos satélites controlados desde ella. Entre estos satélites, citemos a los satélites espías encargados de la intercepción radiofónica y de la ob- servación fotográfica (normal e in- frarroja) de China e Indochina, los satélites marcadores para la artillería y los satélites de telecomunicaciones. Este principio, aplicado a escala fantástica en la ruta de Ho Chi Minh, ha sido desarrollado en todos los sectores con sistemas miniaturi- zados y rápidamente transportables. Los oficiales de sector disponen de una computadora y de una multitud de aparatos de detección. Si la com- putadora detecta cualquier actividad, el responsable de la vigilancia que está de guardia frente a una panta- lla que da la posición de todos sus detectores, puede localizar inmedia- tamente el lugar preciso donde se encuentra el blanco y también seguir sus desplazamientos. Estas informa- ciones son transmitidas instantánea- mente a la artillería o inclusive a las computadoras de los aviones que los dirigen automáticamente hacia el blanco. En la actualidad los detectores son perfeccionados incesantemente. El People Sniffer XM-3 (olfateador de gente) es sensible a dosis ínfi- mas de amoníaco, es decir que pue- de detectar a distancia el sudor hu- mano. El Low Light Level TV, es un sistema de guía en el cual una pequeña cámara de televisión mon- tada sobre una bomba la dirige y corrige su camino. El mismo prin- cipio existe con un radar en minia- tura o con un dispositivo de detec- ción infrarroja. Incluso hay un sis- tema, el MAGID (Magnetic Intru- sión Detector) que detecta las mí- nimas variaciones del campo magné- tico terrestre, causadas, por ejem- plo, por un soldado portador de un fusil. Este dispositivo es tan sensi- ble que detecta una moneda o un botón metálico. El dispositivo de detección infrarroja puede ser aco- plado a un radar mejorando así la precisión de su bomba. Finalmente, el láser acumula todas las "ventajas" de los otros sistemas: la computado- ra regula el camino de la bomba de modo tal que el rayo láser dé siem- pre en el centro del blanco (Eye Bombs). Y sin duda, no se ha terminado de descubrir la totalidad de la inves- tigación militar estadounidense en Asía. Así, recientemente se mencio- nó ante el Senado de los Estados Unidos, un misterioso proyecto titu- lado Nill Blue, que dispone de un presupuesto de 3 millones de dóla- res y cuyo tema es "la investigación de modificaciones de clima". De este modo ha hecho aparición oficialmen- te la guerra geofísica, con su arsenal de terremotos, inundaciones, saltos bruscos de clima y tifones provoca- dos por encargo. Es posible que todo esto no esté más que en un estadio (Sigue en página 11) Figura 5. Spider Mine.
  • 12. arma antipersonal El principal objetivo del arma antipersonal es la población civil. Se trata de bombas y minas de tipo especial: no están diseñadas para destruir instalaciones ni equipos bé- licos, ni siquiera para matar, sino para producir múltiples heridas in- validantes y difíciles de tratar. Los objetivos a lograr son de dos tipos y están señalados en un manual de la Fuerza Aérea de los EE. UU.: "Una población preocupada en la defensa civil no puede trabajar efi- cazmente en la producción de ma- terial bélico" y "Debilitar la con- fianza del pueblo, provocar el des- gaste, reducir el rendimiento de la población activa, socavar la moral, producir el pánico y la resistencia pasiva contra el gobierno." Los siguientes son algunos de es- tos artefactos. Las bombas Smooth Orange son versiones modernas de las bombas de proyectiles. Lanzan a una gran velocidad centenares de pequeños fragmentos extremadamente cortan- tes. En la variante Striate Orange Bomb, el envoltorio de acero de la bomba tiene estrías longitudinales en el exterior y transversales en el interior de tal modo que al explo- tar son proyectados varios centena- res de pequeños fragmentos. La Spider Mine (mina araña) se emplea en Vietnam desde 1968. Es una mina pequeña, un poco más grande que una pelota de ping- pong. Cuando llega al suelo, des- pués de haber sido lanzada por la bomba madre, sus resortes se extien- den y envían ocho hilos de nylon de unos 8 metros de longitud en todas las direcciones. La mina per- manece así como una araña en me- dio de su tela. Para hacerla explotar basta con tropezar con uno de los hilos. A menudo la Spider Mine es lanzada simultáneamente con bom- bas de perdigones: así el trabajo de salvamento y de enfermería poste- rior a los ataques se vuelve extre- madamente peligroso. Las Shrapnel Balls son obuses lanzados por cañones de 155 y 203 mm de calibre. Al explotar, es- tos obuses proyectan sobre el suelo 104 pequeñas bolas de 3,7 centí- metros de diámetro munidas de ale- tas. Entonces cada una de estas bo- las rebota y explota a un metro cin- cuenta de altura proyectando 600 pequeños fragmentos de 1 milíme- tro hacia el cuello, la cabeza y el pecho. La altura de la explosión ha sido especialmente estudiada tenien- do en cuenta la talla del vietnamita. El Fuel Air Explosive Weapoti (CBU55/B) contiene un nuevo ex- plosivo que se dispersa sobre el sue- lo y después se incendia bruscamen- te. Es un arma empleada para lim- piar la jungla, pero también se la utiliza contra las aldeas. La Silent Button Bomblet está probablemente rellena de fósforo blanco. Durante mucho tiempo fue manufacturada en embalajes de plás- tico que imitaban excrementos de animales. La bala dum-dum, prohibida pol- la Convención de La Haya de 1899, ha conocido una nueva variante a partir de 1965 en la guerra de Viet- nam. Esta es un proyectil de cali- bre 20 milímetros, tirado desde aviones y cuya cabeza explota tras penetrar en el cuerpo de la víctima. FlSbrike Missile (AGM-45A) es utilizado por la aviación norteame- ricana sobre zonas densamente po- bladas. La cabeza de este misil al explotar cerca del suelo, proyecta 10.000 pequeños cubos de acero de 4 milímetros de lado que penetran muy profundamente en el cuerpo y que son muy difíciles de detectar radiográficamente. La Botile Shaped Bomb (BLU- P B Bomb MA18) era originaria- mente un cohete antitanque. Utili- zada desde 1965 contra las zonas densamente pobladas, ha sido per- feccionada como Perforating Bomb, de modo de poder penetrar en los refugios de hormigón y explotar en ellos dispersando partículas pene- trantes de variadas formas. Finalmente, hay que señalar una categoría de armas antipersonal que utilizan una pequeña carga explo- siva. La Gravel Mine XM-12, por ejemplo, es un pequeño sobre chato de tejido que contiene una veintena de gramos de un explosivo pode- roso. Puede parecer un pañuelo del- gado^ o una venda o si no ser de plástico y tener el color del suelo o de las hojas caídas. En telas de brillantes colores se los ha encon- trado cosidos en vestidos de muñe- cas. Sembrados en grandes cantida- des sobre los caminos, estos sobre- citos explotan en el momento de ser pisados. A menudo arrancan el pie de un hombre, y si no lo parten en sentido longitudinal pero no con- siguen hacer estallar un neumático. Dada la altísima densidad de estas minas en la superficie del suelo, no es raro que una persona al caer de espaldas toque a varias de entre ellas, haciéndolas explotar, La Dragón Tooth Mine también es muy liviana. Tiene una carga mi- núscula munida de un detonador ul- tra miniaturizado que es llevada por el viento con ayuda de una pequeña aleta de plástico, siguiendo el prin- cipio de la semilla del sicomoro. La compañía Honeywell tiene el liderazgo absoluto como productor de armas antipersonal y ha recibido más de 50 millones de dólares por su trabajo en esta área. Es la in- ventora y la única productora de los dispositivos de detonación alea- toria retardada (Random Time- Delay Fuses) que posibilitan la ex- plosión de las bombas de fragmen- tación a intervalos irregulares pos- teriores al lanzamiento, de modo de matar y herir a aquellos que acuden a ayudar a las víctimas del bombar- deo inicial. La Honeywell fabrica varios sis- temas de Cluster Bombs antiperso- nal, basados en sus Guava Bombs. Las minas antipersonal fabricadas por Honeywell incluyen las Gravel Mines y las Silent Buttom Bomblets. Para uso en el campo de batalla electrónico, la Honeywell ha inven- tado el People Sniffer (que se su- pone basado en un dispositivo para la detección de polución ambiental) y trabaja actualmente en el detec- tor magnético Magid. La Honeywell también manufactura, en todo o en parte minas y bombas de fósforo, ametralladoras que disparan "flechi- tas", cámaras miniaturizadas para la conducción de bombas, bombas dp gas CS y de Napalm, además de ar- mas convencionales; los contratos militares aportan el 40 por ciento de sus ganancias. El Honeywell Project es un gru- po formado en Minneápolis (la ciu- dad donde se encuentra la casa ma- triz de la compañía) por ciudadanos empeñados en detener la fabricación de armas antipersonal y conseguir que el control de la corporación esté a cargo de la comunidad. "Los pro- ductores de armamento antipersonal —dicen los miembros del Honey- well Project— que se disputan los lucrativos contratos para este tipo de producción, pero que se mantie- nen unidos entre sí y a las corpora- ciones dedicadas a las industrias ex- tractivas para mantener funcionan- do la política de guerra y acrecen- tando sus ganancias son indudable- mente los criminales de guerra ma- yores que ha conocido la humani- dad." El Honeywell Project acaba de publicar detalles técnicos y datos económicos acerca de las fabricacio- nes militares de la empresa. (La dirección del H. P. es 529 Cedar Ave. S, Minneápolis, Minn. 55404, USA.) A. J. 10
  • 13. as?' S a J , , ! , i c > d : I ' • ^ f i l S v , t&í.'Cv;•«Natal,»: dC '"'WiJÍlBíi : (!»madod» rallos que ¡^ -^nmas ddborab íctica vira " Sí»íi ar¿e¿ «« GWH Ipciwíu! ffe¿ incluso) las G<s* nh:¡ tokiV* ' ™po de baúl í'ftwdl ha áe. fqaejs-, '••n dispositivo km riifflóna'Kiii' en el ib U f e ; ' til lodo'oc • ile fósfaro {'.Tdnpuu'fefc :is«uriadispni r V tó» j admís día:- -j'^: los cois • i" •!• >:r rr. t Pmjtct«U.1 p : Mamdpriis (lié wcnitíhcHis ; Hi> por ciudadana rada fibras i ««rail T etap : íbcmponcis! : -rr^iníJad. "Los p» ; jotio antipas® t r-^ros del i » .¡st se dispiSi 'ü , m pía ® f : w que se r * ; ciiyalísfflipo | j !J< inJasíM®' ••jtkiw M » . !: f«H Í i í r;i:u de gwrtJ« : ".vü1 ¡1 ^ ; jv^r; acjbi ¿ ¡Arrieos y J» F Ai muy primario —en todo caso es de desear que así sea— pero algunos ya sugieren que las lluvias torren- ciales seguidas de graves inundacio- nes que se abatieron sobre Vietnam del Norte el año pasado no serían ajenas a este tipo de experiencias. Reacciones y perspectivas Según el Pentágono, la nueva gue- rra automatizada, practicada a dis- tancia y sin riesgos, calmaría a la opinión pública norteamericana sen- sibilizada sobre todo, según dicen los militares, ante las pérdidas en hombres. Esta forma de guerra apor- taría además importantes oportuni- dades a la industria. Sin embargo, estos puntos de vista resultan dema- siado simplistas para muchos obser- vadores. No es más posible, ni aun al precio de una intensa propagan- da, considerar la guerra de Vietnam como un simple conflicto local. Lo que allí sucede desde hace años so- brepasa en horror a todo lo que se produjo durante el curso de la Se- gunda Guerra Mundial y la opinión pública norteamericana comienza a descubrirlo con estupor. Se hicieron públicos los efectos abortivos y te- ratogénicos del "agente naranja" (defoliante). Se conocieron masa- cres como las de My Lai. Se publi- caron documentos que prueban el papel de sociólogos y de encuesta- dores que trabajan directamente o indirectamente para la CIA en la manipulación de los regímenes y de las poblaciones del Sudeste asiático (en particular se ha demostrado el papel jugado por la Advanced Re- search Projects Agency en Tailan- dia). Como culminación se publica- ron los documentos secretos de la CIA y del gobierno norteamericano (los Pentagon Papers): en ellos el cinismo, la mentira y la manipula- ción aparecen elevados al rango de instituciones. No ha sido por azar que los mé- dicos y los científicos han estado entre los primeros en denunciar esta faz oculta de la guerra. Dado que los militares han colonizado en su provecho casi todo el campo de la investigación científica, el genocidio vietnamita resulta la caricatura in extremis de la investigación aplica- da: el estimulante monstruoso de centenares de laboratorios donde equipos de investigadores brillantes estudian ocho horas por día los me- jores medios de matar, de herir, de mutilar, de asfixiar, de envenenar. Figura 6. Perforating Bomb sobre la cual se puede leer el nombre del fabricante. Figura 7. Efectos de las minas Gravel. Figura 8. Gravel Mine. Este aspecto del problema fue se- ñalado ya en las sesiones del Tribu- nal Russell. Ha sido enfocado con mayor énfasis en el curso de la con- ferencia: el profesor Tran Huu Tuoc habló de "ciencia sin conciencia" y el profesor Nguyen Dang Tam de "ideología nazi". Este tema es obje- to ya de lucha militante para un cierto número de investigadores tan- to en Estados Unidos como en Eu- ropa. Y hoy en día se adivina qué ame- naza representa para el resto del mundo, el campo de ensayo vietna- mita. Como resumió el profesor Steven Rose: "La tecnología expe- rimental de la guerra de Vietnam está siendo adoptada en muchos lu- gares. Por ejemplo, los portugueses usan defoliantes en Angola y proba- blemente también en Guinea. El gas CS, desarrollado en un principio en Inglaterra, es utilizado no solamente en Vietnam sino también en los Es- tados Unidos, en Japón, en Francia y en Irlanda del Norte. La tecnolo- gía de la opresión contra la lucha de los guerrilleros rurales y urbanos es internacional; para combatirla, la lucha misma debe convertirse en in- ternacional". O 11
  • 14. ¡Computación sin complicación! Nuestra nueva calculadora modelo 20, la más reciente creación de la serie 9SOO, se expresa en lenguaje común y literalmente comprende sus problemas. Este magnífico equipo se proyecto con el fin de permitir su programación directa e instantánea en el propio escritorio o mesa de trabajo del opera- dor. En esta forma la máquina desarrolla un problema completo, desde el planteo inicial hasta la solución final, con mayor rapidez que cualquier otro sistema de su categoría. Lenguaje increíblemente sencillo. En el modelo 20 se emplea un lenguaje .simple pero de alta capacidad que permite efectuar operaciones con sím- bolos algebraicos, fórmulas matemáticas e instrucciones en idioma claro. Si usted ya tiene práctica en programación apreciará la inclusión de características que antes sólo se encontraban en lenguajes como el FORTRAN y el BASIC, por ejemplo: instrucciones de entrada y formato de datos; funciones codificadas en subrutinas y llamada de subrutinas con pasada de parámetros. El modelo 20 lo acompaña paso a paso en la solución de sus problemas. El indicador alfanumérico y la impresora le dan instrucciones de operación, le muestran las fórmulas a medida que las ingresa por el teclado y le identifican por completo los datos de entrada y salida. Facilidad de manejo. Si usted comete un error, el indicador visual no sólo le anuncia su presencia sino que también le describe con precisión de qué se trata y dónde se encuentra. Además usted no precisa ser un experto dactilógrafo para manejar el modelo 20. Gracias a los métodos de detección y corrección de errores que emplea esta calculadora, su manejo resulta sumamente fácil y rápido. ' Importancia de la capacidad. Lo real- mente. útil del modelo 20 no es el hecho de que pueda resolver hasta 36 ecuaciones simultáneas, sino el provecho que usted mismo puede sacar de esta capacidad. Con el empleo de los módu- los enchufables para diversas funciones del teclado, usted pasará menos tiempo resolviendo problemas y más horas formulando ideas y planes de utilización. El modelo 20 se puede interconectar con diversos equipos periféricos de la creciente línea de la serie 9800, tales como: graficador X-Y, máquina de escribir, lectora de tarjetas, unidad de cinta en cassette, digitalizador y lectora de cinta de papel. También funciona con instrumentos de prueba. Tenemos existencia del modelo 20 para entrega inmediata. Para recibir in- formación detallada o una demo- stración práctica, diríjase a: Hewlett- Packard Argentina, S.A.C.e.L, Lavalle 1171-3, Buenos Aires. Tél.: 35-0436, 35-0341, 35-0627. HEWLETT ihpj PACKARD"¡¡¡¡¡i
  • 15. Cinco años del Instituto de Cálculo de la Universidad de Buenos Aires 1961- 66 Entrevista a Manuel Sadosky Ciencia Nueva: Hemos pensado que las declaraciones del actual decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de Buenos Aires» en las cuales hace refe- rencia a los problemas de la computación en esa Fa- cultad, ofrecen una oportunidad para que usted ex- plique qué se realizó en esa materia durante el período en que usted fue Director del Instituto de Cálculo, En primer lugar: ¿cómo se inició la actividad del Ins- tituto de Cálculo? Manuel Sadosky. Me parece muy útil que ustedes me ofrezcan la oportunidad de hacer un. poco de "his- toria". No bien terminó la guerra, el mundo científico tuvo conciencia de que, seguramente en otra escala pe- ro en un nivel de gran trascendencia, además del con- trol de la energía atómica los hombres de ciencia ha- bían accedido a posibilidades enteramente nuevas con la creación de las computadoras electrónicas. Además en los primeros 10 años de postguerra se mostró que los progresos en el campo de la computación se pro- ducían con un ritmo de aceleración sin precedentes, no sólo en cuanto al mejoramiento de las máquinas sino y sobre todo en la incidencia que el cálculo automático iba teniendo en los más diversos terrenos científicos y técnicos. En nuestro país, tanto en matemática como en física, por razones muy explicables dentro del contexto de de- pendencia cultural y de carencias presupuestarias agra- vadas por la incomprensión oficial en que se ha desa- rrollado la ciencia en la Argentina, las ramas aplicadas y experimentales fueron no sólo muy poco cultivadas sino tenidas en un cierto menosprecio. Lo que ocurrió en mi caso es que tuve la suerte que, al acabar mi li- cenciatura en matemática, estaba en el país —contrata- do por el Observatorio Astronómico de La Plata—, el ingeniero español Esteban Terradas, que era un erudi- to matemático; él me inició en la matemática aplicada, con él hice mi tesis de doctorado y así se determinó la orientación posterior de mi trabajo. En 1952 pu- bliqué el "Cálculo numérico y gráfico" que fue el pri- mer libro en español sobre esos temas. Cuando se reorganizó la Facultad de Ciencias Exac- tas y Naturales, apareció con naturalidad hacia 1957, 13
  • 16. la posibildad de encarar la creación de un Instituto de Cálculo para impulsar el desarrollo de la matemática aplicada, utilizando los recursos de la computación elec- trónica automática. Desde el principio tuvimos muy claro que la adquisición de una computadora era muy importante pero de una importancia secundaria en re- lación con el problema esencial que es el de la forma- ción de la gente. Formar un equipo adiestrado en el uso del método científico, capaz de encarar y resolver problemas con métodos nuevos, con autonomía, para no esclavizarse de una máquina y, por consiguiente, de no convertirse en apéndice de una compañía comercializadora, es mu- cho más difícil y demanda más tiempo que comprar una computadora. En aquella época se incorporó a la Facultad como profesor, el doctor Simón Altman que había tenido im- portante actuación en el Departamento de Matemáti- ca Aplicada de la Universidad de Oxford (Inglaterra) y cuya experiencia en computación fue decisiva para los trabajos que se iniciaron. Con su participación, la del doctor Oscar Varsavsky y la del ingeniero Humberto Ciancaglini, se organizaron cursos y seminarios para interesar a los estudiantes en los problemas de mate- mática aplicada y computación. Fue importante un cur- so que se organizó en el Centro Argentino de Ingenie- ros, en el cual participaron, además de Ciancaglini y yo, varios ingenieros jóvenes —entre ellos Sigfrido Lichtenthal, Marcelo Diamand y Luis Meyer—. A par- tir de allí empezaron a discutirse las posibilidades de encarar la construcción de una computadora o de orien- tarse hacia la compra de un equipo. En la Facultad de Ciencias se optó por la compra e inmediatamente se formó una Comisión —que integré junto con los doctores A. González Domínguez y S. Altman— para preparar el llamado a licitación pública internacional. Todo el tiempo que transcurrió desde entonces (1957) hasta la instalación de la computadora (1961) se dedicó a la formación de los futuros analistas y pro- gramadores, a la actualización y reorientación de inge- nieros y matemáticos y a la difusión entre investigado- res de otras disciplinas (física, química, meteorología, economía, etc.), la "mentalidad computacional" para preparar a los futuros usuarios. Fue una época muy activa con excelentes frutos, hasta el punto que cuando en 1966, después de la in- tervención a la Universidad de Buenos Aires, fui invi- tado por la Universidad del Uruguay a actuar como ase- sor del rectorado para crear un Centro de Cómputo, propugné que se siguiera el mismo camino: primero la gente, después la máquina. En Montevideo el Centro de Computación se creó en noviembre de 1966 y aun- que la computadora se instaló recién en diciembre de 1968, durante esos dos años las cosas se organizaron de tal manera que, utilizando "horas prestadas" en la computadora de un Banco privado llegaron a realizarse los primeros trabajos. C. N.j^ ¿Usted entiende, entonces, que la actividad en relación con la computación automática se inició en la Facultad de Ciencias de Buenos Aires en 1957? ^ M. S.: En realidad 1957 y 1958 constituyen el pe- ríodo preparatorio. En ese momento se había produci- do una conjunción de acontecimientos favorables aL proyecto que nos preocupaba. Acababa de crearse el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Téc- nicas (CNICT) y eso brindaba la posibilidad de ob- tener un subsidio nacional para comprar la computa- dora, Y en efecto se obtuvo: el CNICT otorgó ese sub- sidio de 152.099 libras esterlinas a fines de 1958. Vale la pena agregar, por otra parte, que hasta 1966 el Ins- tituto de Cálculo no tuvo subsidios más que del CNICT, uno para el laboratorio de desarrollo electró- nico cuando allí se construyó el convertidor tarjeta-cin- ta y el último en agosto de 1964 para adquirir el "Da- taplotter" como complemento del equipo de computa- ción. Además, en ese período se iniciaron los trabajos para construir el primer pabellón de la Ciudad Uni- versitaria en Núñez ofreciéndose la posibilidad inme- diata de preparar, en condiciones óptimas, el lugar que habría de alojar a la computadora. Y, por último, a los interesados en el problema que ya estábamos en el país, se sumaron, aportando gran experiencia y cono- cimiento, Simón Altman que venía de Oxford y P. E. Zadunaisky que había trabajado en las universidades de Columbia y Harvard y en el Smithsonian Institution utilizando las técnicas computacionales automáticas pa- ra el cálculo de trayectorias astronómicas. El Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias de- signó, en 1957, la Comisión que debía preparar el plie- go para la licitación. Se presentaron a la misma cuatro firmas: IBM, Remington y Philco de los Estados Uni- dos y Ferranti de Inglaterra. Se hizo un cuidadoso es- tudio de las propuestas teniendo en cuenta las carac- terísticas técnicas y los precios y por acuerdo unánime de sus miembros la Comisión decidió aconsejar la com- pra del equipo Mercury ofrecido por Ferranti de Man- chester. Para la época se trataba de una máquina de excelente categoría técnica no sólo por su rapidez y tipos de memoria, sino también porque el grupo de investigadores de la Universidad de Manchester había desarrollado un lenguaje "Autocode" de fácil apren- dizaje y de buenas características para el tratamiento de problemas científicos. El punto de vista de la Comisión fue aprobado por el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias v por el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires. Correspondió al entonces decano de la Facultad de Ciencias, doctor Rolando García, informar sobre la propuesta en el Consejo Superior universitario y en el CNICT —del cual era vicepresidente— cuando se ges- tionó el correspondiente subsidio. C. IV.: ¿Cuándo comenzó la actividad específica del Instituto de Cálculo? M.S.: Aunque el Instituto de Cálculo como primer Instituto de la Universidad fue oficialmente creado recién el 24 de noviembre de 1962 de acuerdo a la nueva reglamentación de institutos que acababa de ser aprobada, puede decirse que su funcionamiento orgá- nico se inició en 1960. A mediados de ese año presenté al Consejo Directivo de la Facultad un informe en el cual se pormenorizaba en forma concreta la manera có- mo se instalaría el equipo, ya adquirido, en el Pabe- llón en construcción de la Ciudad Universitaria, cómo se realizaría con personal argentino el mantenimiento de la computadora, cómo se formarían los programa-
  • 17. dores cuyo adiestramiento estaría a cargo la primera vez de la profesora Cicely Popplewell de la Universi- dad de Manchester, para cuyo traslado a Buenos Aires se había ya obtenido el apoyo del Consejo Británico; cuáles serían los primeros trabajos de investigación y docencia de acuerdo al personal de que se disponía, cuáles eran los pasos que debían darse para poder in- corporar al personal del Instituto a los especialistas argentinos que se encontraban en el exterior y cómo se encararía la prestación de servicios a las principales instituciones nacionales que eran usuarios potenciales del equipo de computación. En noviembre de 1960, con una beca del Centro In- ternacional de Cálculo del cual yo era entonces miem- bro como representante argentino, fue a la Universi- dad de Manchester el ingeniero Oscar Mattiussi que trabajó un año en el laboratorio del profesor Kilburn para prepararse a ocupar a su retorno un cargo en el grupo de mantenimiento. El CNICT costeó el viaje y la permanencia por tres meses en los laboratorios de Ferranti en Manchester del ingeniero electrónico Jonás Pajuk para que asistiera al montaje y desmontaje del equipo Mercury. El inge- niero Pajuk ocupó a su regreso el cargo de jefe del gru- po de mantenimiento y tuvo importante actuación en el desarrollo de investigaciones tecnológicas para el me- joramiento del sistema de computación. En enero de 1961 comienza la instalación de la com- putadora y en marzo la profesora Popplewell dicta ei primer curso de programación a los jóvenes ya integra- dos como personal del Instituto. El 15 de mayo del mismo año se dictó el primer curso de programación "autocode" para representantes de las universidades de Córdoba, La Plata, del Sur, Tucumán, Cuyo, Lito- ral, Buenos Aires, Montevideo, del Instituto de Física de Bariloche, de la Comisión Nacional de Energía Ató- mica, del Instituto de Investigaciones Científicas y Téc- nicas de las Fuerzas Armadas, del Instituto Geográfico Militar, de la Empresa Nacional de Agua y Energía Eléctrica, de la Empresa Nacional de Telecomunicacio- nes, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecua- ria, del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, de la Escuela Nacional de Salud Pública y de varias empresas privadas. Las clases teóricas fueron dictadas por la profesora Popplewell y colaboraron en las clases prácticas la doctora R. Ch. de Guber, la ingeniera A. de Marval y las licenciadas C. Berdichevsky, V. Eandi y el licenciado E. García Camarero. Aunque la máquina estaba ya en pleno funcionamien- to durante el desarrollo de este curso, pasó las pruebas especificadas en el contrato de compra para la acepta- ción de la entrega, el 2 de junio de 1961. Según los convenios suscriptos, un año después, la responsabilidad total del mantenimiento fue asumida por los ingenieros argentinos: J. Pajuk y O. Mattiussi iniciaron el grupo al cual luego se incorporaron los ingenieros A. Tapia, J. J. Cantón, D. Cosarinsky v J. R. Reselló. C.N.: ¿Cómo se organizaron las actividades del Ins- tituto de Cálculo? M. S.: Respecto a la resolución de problemas hubo dos líneas de trabajo. Por una parte el Instituto reci- bió para su procesamiento y/o resolución los proble- mas presentados por investigadores de cualquiera de las Facultades de la Universidad o de las instituciones nacionales con las cuales se hallaba vinculado y que ya mencionamos. Por otra parte y teniendo en cuenta las características del personal de que disponía se fueron abriendo distintos frentes de trabajo que encaraban problemas propios. Siempre se trató de que fueran "problemas reales", es decir surgidos de la realidad circundante y no fruto de lucubraciones abstractas. El grupo de Economía Matemática que dirigió el doctor Oscar Varsavsky elaboró dos modelos económi- cos: Meic-0 y Meic-1 (Modelo Económico del Institu- to de Cálculo, el 0 es sin el sector financiero que el 1 incluye), iniciando una técnica nueva que implicaba el uso de la computadora para elaborar material pro- porcionado por estadísticas argentinas. Este grupo fue característicamente interdisciplinario y a él se incorpo- raron los economistas A. O'Connell y A. Fucaraccío, el sociólogo J. F. Sábato y el estadístico V. Yohai, con los cuales colaboraron Nélida Lugo, H. Paulero, R. Frenkel, Mario Malajovich, Liana Lew y Noemí Gar- cía. El grupo de Investigación Operativa se inició con un trabajo de gran trascendencia nacional como es el del estudio del aprovechamiento de los ríos andinos por el método de modelos numéricos. Este estudio fue propuesto al Instituto de Cálculo por la Comisión Mix- ta del Consejo Federal de Inversiones (CFI) y CEPAL. La dirección del trabajo estuvo a cargo de O. Var- savsky y J. Aráoz y contó con el asesoramiento de los ingenieros Jorge J. C. Riva, Roque Carranza y otros y constituyó uno de los primeros ejemplos en el mun- 15
  • 18. do de aplicación del método de experimentación nu- mérico al análisis de complejos sistemas dinámicos. Este mismo grupo realizó, bajo la dirección de J. Aráoz Durancl y en conexión con el ingeniero Aníbal Petersen, los primeros trabajos —utilizando computa- dora—• sobre camino crítico. Participaban en ese gru- po Marcelo Larramendy, Néstor Sameghini y J. C. Frenkel. Una preocupación predominante del Instituto de Cálculo fue impulsar el estudio y aplicación de la es- tadística, rama aún insuficientemente desarrollada en el país en relación con las necesidades. El grupo de Estadística cumplió su trabajo en dos planos: por una parte con la dirección del profesor Sigfrido Mazza y la colaboración de los ingenieros A. Éllenrieder y R. Maga!di y la licenciada María Rosa P. de Pignotti, se hicieron estudios especiales de los problemas estadísti- cos que se presentaban en las tareas de INTA, YPF, CONADE, Entel, Instituto Nacional de la Salud, Ins- tituto de Sociología, etc. Este grupo tuvo la responsa- bilidad de diseñar la muestra y evaluar los errores del material compilado en el Censo de población de 1960. Por otra parte el grupo que integraban Violna Eandi, Walkiria Primo y Luis Talavera, centró su actividad en la colaboración permanente con el INTA. En mar- zo de 1963 esa institución publicó el fascículo titulado: "El uso de la computadora Mercury Ferranti en el aná- lisis de datos experimentales", en el cual se dan las instrucciones que deben seguir los usuarios disemina- dos en todo el país para normalizar la recolección del material estadístico agrario. El grupo de Mecánica Aplicada, con la dirección del ingeniero Mario H. Gradowczyk y la participación de los ingenieros J. Schujman, H. C. Folguera, E. Risler y el computador Alberto Rivas, realizó numerosos e importantes trabajos en dos líneas: mecánica del sólido y mecánica de fluidos. En la primera desarrollaron tra- bajos en tres ramas: 1) cálculo de estructuras con com- putadoras; 2) teoría de cascaras, y 3) cálculo numé- rico de problemas elásticos. En la segunda se trabajó en el estudio de la erosión y transporte de material de fondo en canales y cauces naturales y en los problemas «estacionarios en tuberías. En el primer campo fue inapreciable la colaboración del profesor ingeniero Os- car Maggíolo de la Universidad de Montevideo que dictó un seminario en el Instituto de Cálculo en junio de 1964 sobre "Mecánica de la erosión", aportando su vasta experiencia en modelos físicos. En el segundo campo se trabajó en colaboración con el personal téc- nico de Agua y Energía Eléctrica de la Nación. El grupo de Análisis Numérico bajo la dirección del ingeniero P. E. Zadunaisky y con la colaboración de los licenciados Víctor Pereyra, C. Berdichevsky, Gra- ciela Oliver, E. Ruspini, G. Galimberti, A. Martese y otros, se ocupó de estudiar problemas de convergencia en la resolución numérica de ecuaciones diferenciales en relación con cuestiones de mecánica celeste especial- mente relativas al cálculo de órbitas. Cuando la naturaleza de los problemas estudiados alcanzó una mayor complejidad fue necesario pasar de la etapa de adiestramiento de programadores en los len- guajes usuales a la investigación de las estructuras que permiten elaborar nuevos lenguajes para el máximo aprovechamiento de los equipos. El grupo que se cons- tituyó con este propósito fue dirigido por Wilfred Du- 16 rán y contó con la colaboración de Ana C. Zoltan, Clarisa Cortés y Diana Buyó. Este grupo de Sistemas de Programación creó un nuevo lenguaje, denominado COMIC (Compilador del Instituto de Cálculo), que fue publicado en mayo de 1966 y que demostro desde sus primeros usos ser muy apropiado para el tipo de trabajo que se realizaba en la computadora del Instituto de Cálculo. También realizó trabajos una Sección de Lingüística Computacional dirigida por la ingeniera Eugenia Fisher que contó con la colaboración de Alberto Rivas y Vic- toria Bajar y Adelqui Brunetti, que encaró problemas de traducción automática y de estructura de la lengua española. Trabajó en colaboración con la cátedra de filología de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, y el Instituto Radiotécnico de Tucumán, el Ins- tituto Matemático de Bahía Blanca y con el asesora- miento del profesor B. Vauquois de la Universidad de Grenoble (Francia). A raíz de que el Servicio de Hidrografía Naval, pa- ra poder utilizar eficientemente la computadora, de- cidió trasladar al Instituto de Cálculo su estereocom- parador Nistri, se creó una sección encargada de pre- parar los correspondientes programas en relación con la cátedra de fotogrametría de la Facultad de Ingenie- ría de Buenos Aires. Hubo un grupo peculiar, que denominamos de In- geniería Electrónica, que si bien tuvo como primera y primordial tarea asegurar el funcionamiento del equipo Mercury, cosa que hizo con excepcional eficiencia du- rante cinco años, excedió los marcos de esa labor reali- zando trabajos de Investigación y Desarrollo que per- mitieron complementar y perfeccionar el equipo. Este grupo fue dirigido por el ingeniero J. Pajuk. Entre los más importantes trabajos realizados se abocaron al di- seño y la construcción de equipos periféricos que per- mitieron incrementar las velocidades de entrada y de salida del sistema Mercury y la construcción de un convertidor de tarjetas a cinta con el cual se facilitó la realización de aquellos trabajos cuyos datos estaban contenidos en fichas Hollerith. También diseñaron un convertidor analógico-digital destinado al análisis de datos de origen neurológico por requerimiento del gru- po de investigadores que, en el Hospital de Niños, di- rigía el profesor Raúl Carrea. CJV.: ¿Estos grupos de trabajo que usted acaba de señalar, se dedicaban a la investigación o tenían tam- bién participación en la docencia? M. S.: Todo el trabajo del Instituto estaba imple- mentado para atender tres frentes: la docencia, la in- vestigación y los servicios. En lo que se refiere a la investigación, la labor ha sido ya descrita aunque de manera bastante somera, en mi respuesta anterior. En agosto de 1964 decidimos iniciar una serie especial de publicaciones conteniendo las investigaciones más importantes, cuya nómina les entrego. Entre el millar o más de trabajos que se reali- zaron en el Instituto de 1961 a 1966, hubo muchos que fueron publicados en las revistas especializadas y sólo el_ análisis de esos trabajos podría permitir una valoración completa de la labor de investigación que fue cumplida. Me parece importante señalar el carácter original
  • 19. que tuvieron los servicios que el Instituto de Cálculo prestaba. Siempre se tuvo la preocupación de no acep- tar trabajos rutinarios y los que se efectuaron consti- tuyeron un vivero constantemente renovado de pro- blemas que obligaron a analizar cuestiones científicas, a requerir la participación interdisciplinaria de especia- listas, a veces no miembros de la Universidad de Bue- nos Aires; a exigir de los ingenieros el desarrollo de nuevos dispositivos para aumentar el rendimiento del equipo y desafiar a los programadores a perfeccionar y elaborar los lenguajes más adaptados a las necesida- des denlos usuarios. La reglamentación del Instituto permitía que la realización de los servicios proporcio- nara fondos que incrementaban el presupuesto: en el período 1964-65, mientras la Universidad proporcionó 5.200.000 pesos, los ingresos propios superaron los 12 millones. La complejidad de la atención de los servicios exigió ya en 1961 la creación de una jefatura que estu- vo a cargo de la doctora R. Ch. de Guber. Los fondos propios no solamente permitieron la contratación de jóvenes graduados en matemática y computación, sino que llegaron a hacer posible el otorgamiento de 20 be- cas especiales para el estudio intensivo de programa- ción superior. Para esos becarios se dictó un curso de seis meses en 1965 con óptimos resultados. La labor de docencia tuvo un muy amplio espectro, Aparte de los cursos esporádicos como el que acabo de Publicaciones del Instituto de Cálculo A partir de_ agosto de 1964 se comenzó a publi- car una serie especial con los siguientes títulos: 1. Un método para la estimación de errores propagados en la solución numérica de un sistema de ecuaciones ordinarias; P. E. Zadunaisky. 2. Tensiones térmicas en cascaras elásticas delgadas-, M. H. Gradowczyk. 3. Discusión sobre un modelo matemático pa- ra el estudio de los problemas de erosión de lechos móviles; M. H. Gradowczyk. 4. El movimiento del cometa Halley durante el retorno de 1910; P. E. Zadunaisky. 5. Sobre la convergencia y precisión de un proceso de correcciones diferenciales suce- sivas-, P. E. Zadunaisky y V. Pereyra. 6. Modelo matemático para el estudio de la erosión de lechos móviles-, M. H. Gra- dowczyk y H. C. Folguera. 7. Sistemas dinámicos controlados-, E. Roxin. 8. La varianza minimax en la interpolación y la extrapolación polinómica; A. Levine. 9. Tabla para diseños óptimos en predicción por polinomios-, F. J. Alfonso. 10, Una teoría matemática para el estudio de los problemas de erosión-, M. H. Gra- dowczyk. 11. Estudio del aprovechamiento hidráulico de ríos andinos por el método de modelos numéricos-, T. Aráoz Durand y O. Var- savsky. 12. Camino crítico aplicado a la construcción de edificios-, J. Aráoz Durand. 13. Matrices positivas. Propiedades utilizadas en teorías económicas-, Seminario de eco- nomía matemática, 1962. 14. Introducción al lenguaje COMIC; W. Du- ran. Los títulos 12 y 13 estaban en prensa en la época que las ediciones quedaron interrumpidas. Además se publicaron 5 números de los Bole- tines Internos del Grupo de Economía y varios fascículos especiales con informes tales como Re- conocimiento de Mayores Costos, trabajo enco- mendado por la Dirección Nacional de Vialidad. Numerosos trabajos realizados en el Instituto de Cálculo fueron publicados en revistas especia- lizadas del país y del extranjero, tales como: Cien- cia e Investigación (1963); Ciencia y Técnica (1964); Zeitschrift für Angewandte Mathematik un Mechanik (1966); La Houille Blanche (1965); Pestschrift Beer-Sattler (1966); The Astronomi- cal Journal (1962, 1966), y en las Actas de los simposios y congresos de la Federación Interna- cional de Sociedades de Procesamiento de Infor- mación (IFIP, 1965); Unión Astronómica Inter- nacional (1964); Congresos de Hidráulica de Por- to Alegre (1964), Buenos Aires (1965), Vene- zuela (1966), Minneápolis (1966), Jornadas de Ingeniería Estructural, San Pablo (1966), Unión Astronómica Internacional (1964), etc.
  • 20. citar que fueron muchos, se realizaban varias veces por año cursos teóricas-prácticos que duraban una semana y exigían dedicación full-time para instruir a potencia- les usuarios que actuaban en las universidades del in- terior o en empresas estatales o privadas sobre progra- mación en Autocode y en COMIC. De tales cursos se realizaron 13 en los cinco años. Pero naturalmente el trabajo fundamental de docencia se realizó para poner en marcha y atender los requerimientos específicos de la carrera de Computador Cien tífico. Esa carrera fue creada a iniciativa nuestra. Presentamos el proyecto al Consejo Directivo de la Facultad en setiembre de 1962, proyecto que fue sancionado en forma defini- tiva por el Consejo Superior de la Universidad el 19 de octubre de 1963. Correspondía a una real exigen- cia del ambiente como lo probó el alto número de ins- cripciones y el reconocimiento general del nivel de los egresados hasta 1966. La creación de la carrera tuvo como principal finalidad hacer recaer en la Universidad la responsabilidad de la formación de expertos en com- putación, evitando que ocurriera lo que sucede en mu- chos países que delegan esa función en las empresas comercializadoras de equipos electrónicos. Dentro del capítulo de educación, debo agregar que el Instituto se ocupó tanto del perfeccionamiento de su personal en el extranjero como de la incorporación transitoria de renombrados expertos internacionales. Se obtuvieron becas: del CNICT para el ingeniero Pajuk, del Centro Internacional de Cálculo para el in- geniero O. Mattiussi y la licenciada C. Berdichevsky, de la Universidad de Stanford para los licenciados V. Pereyra y Guillermo Delbue y del Centro de Estudios Económicos de París para el licenciado V. Yohai. Los profesores A. Ostrowski, de Basilea; L. Collatz, de Hamburgo; O. Kempthorne, de Iowa; B. Vauquois, de Grenoble; D. Duguet y E. Berrebi, de París, actua- ron como expertos. C. N.: En el reportaje a que aludíamos al comienzo el doctor Zardini dijo: "Cuando el doctor Manuel Sadosky era vicedecano, compró una computadora vieja que no servía para nada. Ni bien se rompió llamamos a licita- ción para comprar otra". Respecto a la primera parte creemos que lo que usted nos ha dicho aclara amplia- mente las cosas; tal vez sería útil que nos precisara ahora qué pasaba con la computadora y con el trabajo del Instituto al final de su gestión. M S.: Es tan absurdo y revela una ignorancia tan extrema sobre el problema decir que la computadora "se rompió' que realmente no vale la pena referirse a eso. Si lo que ustedes desean saber es si en 1966 el equipo Mercury había envejecido hasta el punto de dejar de ser útil, la respuesta es taxativa: la computa- dora, a pesar de las mejoras que se le habían incorpo- rado, ya había sido superada por los modelos más mo- dernos, pero todavía se usaba muy bien y cumplía am- pliamente con los requerimientos derivados de la do- cencia. Sus limitaciones (de velocidad y memoria) eran sensibles sobre todo para el renglón servicios y para el trabajo con modelos matemáticos en el cual se utiliza- ban gran cantidad de variables. Precisamente por eso, en 1965, se hizo un estudio exhaustivo, con la parti- cipación de todo el personal del Instituto, para deter- minar de acuerdo a lo que entonces se hacía y a las necesidades previsibles para los próximos 10 años, cuál Clementina La computadora Mercury Ferranti del Instituto de Cálculo tenía varias "habilidades". Estaba adies- trada para jugar al nim y no sólo vencía en la man mayoría de los casos, sino que acompañaba el anuncio de su victoria con la emisión de algunos acordes de la Marcha Triunfal. Precisamente se hizo acreedora en el ambiente del nombre de Cle- mentinaporque su "número fuerte" consistía en la interpretación de la popular melodía Clemen- tine. Pero los programadores del Instituto de Cálculo también lograron que la máquina fuera capaz de emitir acordes de La Cumparsita. debía ser la configuración del equipo electrónico que debería poseer el Instituto de Cálculo para mantenerse : en el primer rango que entonces ocupaba entre las ins- tituciones similares de América Latina. Se realizó un seminario de discusión en el cual participaron todas las compañías comercializadoras (IBM, Bull-General Electric, Burroughs, NCR) cuyos representantes in- formaron sobre sus posibilidades de oferta y discutie- ron con el personal del Instituto sobre las caracterís- ticas de las novedades técnicas. Como resumen de todas esas discusiones preparé, en enero de 1966, un informe que la Universidad de Bue- nos Aires elevó al Ministerio de Hacienda de la Nación del cual había que recabar el acuerdo para la financia- ción, donde constan los requerimientos técnicos y los costos del equipo que se consideraba necesario adquirir. A pesar de las limitaciones de máquina, el trabajo del Instituto de Cálculo se desatollaba en 1966 en su máximo de eficiencia y productividad. El equipo Mer- cury funcionaba 24 horas por día. Resulta doloroso comparar los cinco años de trabajo fecundo que se su- cedieron a partir de su creación con los cinco años siguientes a la intervención de la Universidad: un Ins- tituto sin computadora y sin publicaciones, una carrera de la cual no se tienen más noticias que las quejas de, los estudiantes que la prensa recoge esporádicamente. Mientras esta decadencia del Instituto de Cálculo se fue acentuando, en otros países de América Latina como Brasil, Méjico, Chile, Venezuela y Uruguay los progresos fueron sostenidos y por supuesto nadie su- pone ya que el Instituto argentino figure en ningún ranking , . . C. N.: ¿Cree usted que cabe algún otro comentario acer- ca de las afirmaciones de Zardini? M. S.: Las pintorescas declaraciones del doctor Zar- dini me han dado la oportunidad de rescatar esta "his- toria" que me parece útil que los jóvenes conozcan. Por lo demás resultaría ocioso tenerlas en cuenta si no fuera que el azar que lo ha puesto al frente ck' la Fa- cultad de Ciencias Exactas y Naturales de Buenos Ai- res hace que comprometa el prestigio de los docentes e investigadores que lo tienen como autoridad y avalan con su silencio los despropósitos que él formula. O 18
  • 21. Humor Julio Moreno V i /• 0= tí ta CX j tí i — „ - > Cn (0 « k) L a (S55J 0 O
  • 22. Memorias magneto-ópticas para computadoras más veloces Ivan Chambouleyron La utilización de computadoras elec- trónicas en la solución de problemas más y más complejos en donde se manejan cantidades cada vez mayores de datos y variables, ha conducido a plantear la velocidad de operación como factor determinante de pro- greso. El descubrimiento de componen- tes veloces y confiables utilizados en la lógica de las máquinas, ha despla- zado en los últimos años el problema hacia las memorias que constituyen el cuello de botella del proceso de cálculo. Dicho de otra manera: hay que encontrar nuevos tipos de me- morias tales que permitan almacenar enorme cantidad de información y que al mismo tiempo posean un sis- tema de lectura tal que dicha infor- mación pueda acceder a la lógica en un tiempo extremadamente corto. El problema de almacenamiento de gran cantidad de datos ha sido en parte resuelto con la utilización de las llamadas memorias de masa. És- tas son sistemas de almacenamiento externos a la computadora en sí, pe- ro que trabajan bajo control de la Ivan Chambouleyron es mendocino, ingeniero en Telecomunicaciones de la Universidad de La Plata (1962) y doctor en Ciencias de la Universidad de París (1970). En Francia fue docente e investigador de la Facultad de Ciencias y, a su regreso a la Argentina, se incorporó al grupo de Semiconductores de la Comisión Nacional de Estudios Geo-Heliofísicos. 20 misma. A pedido de ella proveen datos necesarios a la ejecución de un programa que pueden ser intercala- dos con los que almacena la memo- ria principal de la máquina. En la actualidad están constituidas por dis- cos o tambores magnéticos con ca- bezas de escritura y lectura de fe- rrita. Son capaces de almacenar del orden de 5.104 unidades de infor- mación por centímetro cuadrado y su tiempo de acceso, es decir el tiem- po necesario para seleccionar una información almacenada, es de apro- ximadamente 50 milisegundos. La mayor parte del tiempo de acceso es debida a movimientos de rotación y traslación necesarios para la ubi- cación de la información deseada. La tecnología clásica de registro magnético permite, en principio, aumentar por encima de los valores actualmente utilizados la capacidad de las memorias, pero desgraciada- mente, sólo a costa del tiempo de acceso a la información.1 La figura 1 muestra la capacidad de memoria en bits versus el tiem- po de acceso a la información para los diferentes sistemas existentes de registro magnético. Vemos que la tecnología actual parece alinear los diferentes sistemas sobre una recta de pendiente negativa. La posibili- dad de manejar mayor cantidad de datos sólo se consigue aumentando los tiempos de operación. Los progresos realizados en la tec- nología actual van introduciendo mejoras en los sistemas representa- dos que tienden a desplazar la recta de la figura 1 hacia la derecha y hacia arriba. Sin embargo los es- pecialistas están poco convencidos de que por este camino se pueda llegar al cambio en uno o dos órdenes de magnitud, necesarios para que la ex- tracción de datos de las memorias, auxiliares no constituya el cuello de botella del proceso de cálculo. Tan- to más puesto que se espera en los próximos años operar con lógicas más veloces que las actuales. Para encontrar solución a este pro- blema, grupos de investigadores de las principales firmas productoras de computadoras se han dedicado a bus- car sistemas de memorias de gran capacidad de almacenamiento y tiem- po de acceso rápido. Una posibilidad que ofrece interesantes perspectivas la constituyen las llamadas memo- rias magneto-ópticas. El principio de funcionamiento de tales memorias es un fenómeno co- nocido desde hace años: el efecto Faraday. Se llama efecto Faraday a la rotación del plano de polarización de un haz luminoso polarizado Ii- nealmente, cuando atraviesa una sus- tancia en presencia de un campo 1 La capacidad de una memoria se mide en bits que es la unidad de información en el sistema binario utilizado por la ló- gica de las máquinas. El sistema binario de numeración posee dos dígitos O y 1. Corresponden en la máquina al paso de la corriente y su interrupción, al estado de magnetización o no de una substancia o, como veremos, al paso o interrupción de un haz luminoso. ® La temperatura de Curie de un ma- terial es la temperatura por encima de la cual la magnetización espontánea o re- manente desaparece.
  • 23. . FILMS | NUCLEOS TAMBORES DISCOS i v aCINTAS 105 10' 10- 101 capacidad (bits) Figura 1. Capacidad de almacenamiento y tiempo de acceso a la información en los sistemas de registro magnético convencionales. Figura 2. La luz se propaga perpendicularmente al plano de la figura incidiendo en 0. Su plano de polarización es 01. Para un estado de magnetización del material el plano de polarización del haz emergente habrá girado a y es 02. Para el otro estado de magnetización posible habrá girado —a y será 03. El eje analizador está dado por la recta a. Ninguna luz lo atravesará si el plano de polarización del haz emergente es 02. Para la dirección 03, una fracción de la luz atravesará el analizador y podrá alcanzar el detector. magnético. Esta rotación tiene sen- tidos opuestos según la luz se pro- pague en el sentido del campo mag- nético o en sentido opuesto. Para utilizar este efecto como me- moria se parte de una capa delgada (del orden de 1000 Ángstrom) de magneso-bismuto, óxido de europio u otra sustancia apropiada. Por apli- cación de un campo magnético se magnetiza el material perpendicular- mente a su superficie. El registro de una unidad de información se reali- za calentando hasta la temperatura de Curie 2 del material, un punto de algunos micrones de diámetro por medio de un rayo láser. Al enfriarse el material, se magnetiza en sentido opuesto. Es este cambio de imanta- ción lo que constituye el bit alma- cenado. Para la lectura magneto-óptica de la información bastará iluminar el punto en cuestión con rayo láser po- larizado linealmente. Una parte de la luz será absorbida por el material y la restante emergerá con un plano de polarización que diferirá de a o de — a con respecto al haz incidente según el estado magnético local (fi- gura 2). La presencia de una información podría entonces ser detectada colo- cando en el camino óptico del haz emergente un analizador y un detec- tor de luz. Si el eje del analizador es perpen- dicular al plano de polarización del haz luminoso que haya atravesado un punto donde, por ejemplo, nin- gún bit ha sido almacenado, la luz no podrá pasar y el detector dará una señal nula. Por el contrario el analizador de- jará pasar una fracción de la luz si el rayo láser ha atravesado una re- gión donde una información ha sido registrada. En ese caso el eje del analizador y el plano de polarización del haz emergente (éste habrá rotado de — a ) no serán perpendiculares y el detector producirá la señal corres- pondiente. Para borrar la informa- ción registrada bastará aplicar un campo magnético suficientemente elevado que magnetice nuevamente la capa en una dirección. En los primeros ensayos realiza- dos en este sentido, se han utilizado láseres gaseosos que registran la in- formación en puntos de 5 micrones de diámetro. Un grupo de investiga- ción de IBM se propone empero uti- lizar láseres semiconductores de ar- seniuro de galio que podrían alma- cenar un bit en una superficie del orden del micrón cuadrado. Con esta tecnología y aún suponiendo super- ficies mayores por bit, serían alcan- zables densidades del orden de 10° bits/cm2 . Esto representa cien ve- ces la densidad de información de los sistemas utilizados. Por otra par- te, los detectores ópticos sensibles a la radiación del arseniuro de galio tienen frecuencias de corte superio- res a los 108 FIz, por lo que los re- tardos debidos a la lectura desapa- recen. Sólo queda el derivado de la rotación del disco soporte. Cálculos no muy optimistas muestran que el tiempo total de acceso a la informa- ción no sería nunca superior a los 5 milisegundos, es decir un orden de magnitud menor que el actualmente necesario. Se investigan en la actualidad otros tipos de memorias basadas en principios ópticos diferentes. Un grupo de investigación de RCA tra- ta de almacenar información por el registro de un holograma magnético sobre una capa delgada de manga- neso-bismuto. Esta tecnología, un poco más sofisticada que la anterior, permitiría almacenar 1010 bits en superficies inferiores al metro cua- drado con tiempos de acceso infe- riores a 0,1 milisegundo. Aunque todo lo expuesto se halla aún a nivel de laboratorio, el pro- blema de obtener memorias más ve- loces y confiables en las computado- ras del futuro parece tener su solu- ción en tecnologías de avanzada en donde la luz jugará un papel fun- damental. O 21
  • 24. Nace una nueva ciencia: la Paleoingeniería George Whitfield y Cherrie Bramwell jLa aplicación de los principios de la ingeniería a la paleontología permite llenar brechas en el conocimiento de los fósiles y proyectar una nueva luz sobre la vida de especies extintas. Por ejemplo, la paleoingeniería ha establecido ya una des- cripción mucho más completa que las conocidas hasta ahora de la estructura y los hábitos de la criatura volante más grande que haya existido en el mundo, el ptero- dáctilo llamado Pteranodon. George Whitfield, es doctor en ingeniería; Cherrie Bramwell es paleóntologa. Esta nota introduce en el trabajo que ambos realizan en conjunto en la Universidad de Reading, Gran Bretaña. Fue publicado originalmente por la revista inglesa New Scientist. Figura 1. Esqueleto del Diplodocus. Este animal medía 26 metros de largo y debe de haber pesado 40 toneladas. Durante muchos años, los paleon- tólogos han extraído de la tierra fó- siles y tratado de recrear los anima- les originales, basando sus recons- trucciones sobre las dimensiones y la distribución de los huesos encon- trados. En esa tarea los guiaron com- paraciones con animales vivos, así como las informaciones aportadas por la geología y la física y los re- cursos brindados por la química en materia de limpieza y conservación. En general, empero, los paleontólo- gos han ignorado la ingeniería. La- mentablemente, porque el ingeniero puede ofrecer mucho al paleontólogo aplicando su conocimiento de la me- cánica a los animales, vivos o de es- pecies extintas (hecho que los zoó- logos no han dejado de apreciar). Todo animal posee una estructura mecánica que debe ser capaz de so- portar las cargas que se le impon- gan, debe ser estable y, dado que en su mayor parte los animales se mue- ven, debe estar dotada de músculos lo suficientemente grandes y coloca- dos en la forma correcta para la lo- comoción. Estas consideraciones se aplican en particular a los animales grandes, altamente evolucionados o especia- lizados. Visitar el Museo de Historia Natural de Gran Bretaña con los ojos de un ingeniero proporciona múlti- ples ejemplos de ello. Tal el caso del Diplodocus (figura 1), de 26 me- tros de largo: se trata sin lugar a dudas de un animal grande y pesa- do cuyo peso es soportado por cua- tro patas. ¿Por qué no se hunde el cuerpo en el medio? La respuesta clásica decía que el Diplodocus vivía habitualmente en agua que lo hacía boyar; el volumen desplazado de agua relevaba a las patas de gran parte de su carga. Pero puede ob- servarse que el cuerpo está construi- do como el arco de un puente en su parte superior y como un puente colgante en su parte inferior (figu- ra 2). El cuello y la cola del Diplo- docus, largos, se proyectan en vola- dizo respecto del cuerpo. En esas partes la columna vertebral recibe el esfuerzo de compresión y un ten- dón que en vida del animal, pasaba por encima de ella, era el miembro
  • 25. tensor. Las vértebras, a lo largo de las cuales corría el tendón, son más largas en las regiones pectoral y pel- viana, donde las cargas son mayores. Las fuerzas derivadas del cuerpo, el cuello y la cola convergen hacia las cinturas escapular y pelviana y ese peso es transferido por su inter- medio a las patas, que verticales y rectas, responden a la forma ideal para soportar una gran carga. Un simple cálculo revela que las patas son, con comodidad, lo suficiente- mente fuertes como para soportar el peso: tiene un coeficiente de seguri- dad de cuatro. La paleoingeniería del Diplodocus señala que no hay ne- cesidad de postular una existencia acuática por una razón mecánica y, en este sentido, es de notar que hace corto tiempo Robert Bakker, de la Universalidad de Yale, reestudió los esqueletos de los saurópodos y sugi- rió que eran animales más bien te- rrestres que acuáticos. A tal conclu- sión llegó al cabo de un análisis de distintas partes de la anatomía, con inclusión de los dientes, la cola y la forma general del cuerpo. Bakker se- ñalaba que la sección transversal del cuerpo del Diplodocus es similar a la que presentan grandes animales terrestres como el elefante, sección profunda y relativamente angosta, y no achatada como en los animales afectos al agua, como el hipopótamo (figura 3). Estas secciones transversales se derivan directamente de exigencias mecánicas. Para soportar un cuerpo pesado, el miembro resistente a la compresión, en este caso la espina dorsal, debe estar en la parte supe- rior y contar con un miembro ten- sor abajo, tan lejos del otro como sea posible. En el agua el peso es sostenido por flotación, por lo que la espina dorsal del pez se encuen- tra en el centro de éste, óptimo lu- gar para brindar la flexibilidad que exige la natación. El hipopótamo ne- cesita caminar por tierra, de manera que su estructura responde a un compromiso. Cualquier estructura mecánica de- be ser lo bastante fuerte como para soportar su propio peso en todas las etapas de la construcción. Similar- mente, un animal debe ser lo bás- tanle re-isleuie en todas las etapas de su desarrollo. Existe, por ejem- plo, el caso del huevo. Un huevo de- be sopor ra r la presión hidrostática del lícniido que contiene. Un huevo pequeño, en consecuencia, puede te- ft n Figura 2. Diseño estructural del cuerpo de un Diplodocus: tina combinación de puente de arco y puente colgante. Hipopótamo Elefante Diplodocus Figura 3. Secciones transversas de un pez, un animal acuático y dos animales de tierra. Pueden apreciarse la ubicación cada vez más alta de la espina dorsal el aumento de la profundidad del cuerpo, necesarios para soportar el mayor peso. m Figura 4. El Pteranodon, pterodáctilo de mayor tamaño que haya existido (según Augusta y Burian).