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Mortalidad infantil
Política educativa chilena
Leí energía envenenada
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Mortalidad infantil
Política educativa chilena
La energía envenenada
Año III / N ? 2 2 / Marzo 1973 / Buenos Aires
Revista de ciencia y tecnología
Av. Roque Slúenz Peña 825, 9" piso, Of. 93 - Buenos Aires
Tel.: 4S-7175
5 Las muertes infantiles en la Argentina
José Carlos Escudero y Florentino García Scarponi
8 La energía envenenada
John W. Gofman
14 Situación educacional chilena: crisis y soluciones
Entrevista a Jorge Tapia Valdés
19 Acerca de la terapia intensiva respiratoria
Aquiles J. Roncoroni
28 Cultura, ciencia política y dependencia
Carlos P. Mastrorilli
39 Por una política científica y tecnológica nacional
Comité independiente de científicos, universitarios
y profesionales de apoyo a la Alianza Popular Revolucionaria
46 En el quinto centenario de Copérnieo
José Babini
49 Tecnología sobre caminos de hierro
Horacio Speratti
55 La dependencia: lo que es del César
y lo que es de Dios
Dante Caputo
3 Editorial: Después de Vietnam.
Argentina 1973
18 Humor Nuevo
36 Novedades de ciencia
y tecnología
41 Libros nuevos
42 Comentarios de libros
45 Fundación José M. Aragón:
Becas externas para argentinos
54 Juegos matemáticos
57 Correo del lector
64 Metegol De las opiniones expresadas en los artículos firmados
son responsables exclusivos sus autores.Problemas de Go
1
Nuestra tapa
La portada de esta edición fue realizada
especialmente para CIENCIA NUEVA por Barbe,
un dibujante francés que estableció
comunicación con el público de su país
a través de Satirix y Politique Hebdo. Ilustra
ahora regularmente en La Recherche
y recientemente sus dibujos han encontrado
ubicación en la revista norteamericana
Playboy.
Omisiones
Tecnología y Sociedad, el trabajo de Mario Kame-
netzky publicado en Ciencia Nueva N? 21, pági-
na 25, corresponde a una conferencia pronunciada
en la sesión inaugural del Congreso Mundial "La
Ingeniería al servicio del hombre", realizado en se-
tiembre de 1972 en París, Francia. En el mismo nú-
mero, páginas 43 y 44 la omisión fue más grave:
la declaración de la Asociación Gremial de Inge-
nieros de Buenos Aires (AGIBA) que incluye un
cupón al pie, carece de dirección adonde enviar ese
cupón. La dirección es: Chile 1481, Buenos Aires.
Errata
En Ciencia Nueva N? 21, página 54, correspon-
diente al trabajo de Mario Bunge, Modelo del dile-
ma electoral argentino, en la primera columna, el
valor de Eficacia E2 correspondiente a Peronistas
es de 0,33, como resulta del cálculo elemental allí
detallado.
Es una publicación de Editorial Ciencia Nueva S.R.L., Av. R.
Sáenz Peña 825, 9? P., of. 93, Buenos Aires, República Argen-
tina, Tel.: 45-7175. Distribuidores: en la República Argentina
Ryela S.A.I.C.I.F. y A., Paraguay 340, Capital Federal, Tel.:
32-6010 al 29; en Capital Federal, Vaccaro Hnos., S.R.L.,
Solís 585, Capital Federal. Impreso en Talleres Gráficos DI-
DOT S.C.A., Luca 2223, Buenos Aires. Precio del ejemplar:
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Nápoles: Esteban Levialdi
París: Alain Jaubert - Beatriz Ottonello
San Pablo: Ricardo Albizuri
Santiago de Chile: Juan Pablo Schifini
Después de Vietnam
La derrota militar y política de los Estados Unidos
en Vietnam constituye un hito en la historia de la
humanidad. La guerra de Vietnam se caracterizó siem-
pre por su asimetría: los objetivos y los métodos utili-
zados por los contendientes fueron cualitativamente
diferentes. Esta asimetría llevó a los Estados Unidos
a una orgía de destrucción, a un genocidio planificado
que sólo es comparable con el perpetrado por la Ale-
mania nazi. Pese a la larga lista de atrocidades a que
se sometió al pueblo vietnamita —guerra biológica,
guerra química, el uso sistemático de armamentos pro-
hibidos por los acuerdos internacionales y el exterminio
directo de la población civil— la República Democrá-
tica de Vietnam y el Frente de Liberación Nacional
resultaron victoriosos moral, política y militarmente.
El reconocimiento por parte de los Estados Unidos y
del gobierno de Saigón de la existencia de un solo Viet-
nam y del compromiso de concretar la unidad política
y geográfica de la nación de acuerdo a lo establecido
por los Acuerdos de Ginebra son índices elocuentes
de esta victoria.
El derrotado fundamental de la guerra de Vietnam
no fue el ejército expedicionario norteamericano sino
la totalidad de la trama social y política de los Estados
Unidos. La política genocida de los Estados Unidos en
Vietnam no fue el resultado de deformaciones del capi-
talismo (como el fascismo en Italia o el nazismo en
Alemania) o de la bancarrota de una potencia colonial
(como en Francia durante la guerra de Argelia). No
fue un hecho excepcional sino el producto natural del
estado hegemónico del sistema capitalista. El único res-
ponsable del genocidio norteamericano en Vietnam es
el esqueleto político de los Estados Unidos, el capita-
lismo. La comprensión de este hecho motivó el cues-
tionamiento del capitalismo mismo por parte de los
habitantes de los Estados Unidos, fundamentalmente
por aquellos en contacto directo con la guerra de Viet-
nam: los negros (enviados a morir en las acciones de
infantería), los jóvenes en general (reclutados para
pelear una guerra extraña) y los científicos (colabora-
dores habituales del poder militar).
La historia del conflicto muestra un hecho curioso:
como si cada mortero del Frente de Liberación Na-
cional hubiera detonado dos veces, una en Vietnam y
otra en pleno Estados Unidos. Vietnam desencadenó la
guerra de los ghettos e hizo evidente que las ideologías
que respaldan al genocidio en el sudeste asiático —el
imperialismo y el racismo— son las mismas que fun-
cionan para reprimir y oprimir a las minorías raciales
norteamericanas, a los negros, a los indios, a los por-
torriqueños y a los chícanos. Vietnam destruyó también
la conciencia tranquila de los intelectuales norteameri-
canos que asombrados y horrorizados comprendieron
su papel en el sistema, el por qué y el para qué de sus
labores, el destino de sus obras, su total falta de con-
trol sobre los resultados de sus propios trabajos.
Las cómodas relaciones entre los científicos norte-
americanos y el poder militar, inauguradas durante la
Segunda Guerra Mundial y sustancialmente expandidas
y profundizadas durante la Guerra Fría, también en-
traron en crisis con la guerra de Vietnam. Muchos
científicos adquirieron conciencia de su responsabilidad
colectiva como generadores de los armamentos y de
las tácticas utilizadas en la destrucción del pueblo viet-
namita y comenzaron a luchar para independizar a la
actividad científica del control de las fuerzas armadas.
Porque el arsenal diabólico empleado por los Estados
Unidos en Vietnam no constituye el resultado de apli-
caciones secundarias de conocimientos adquiridos pri-
mordialmente para el uso civil. Por el contrario, casi
la totalidad de las novedades tecnológicas y científicas
que se aplican para refinar el arsenal norteamericano
son el fruto primario de investigaciones sugeridas y
financiadas por los militares y por la cúpula del poder
político.
^ En el mundo moderno, la ciencia y la tecnología es-
tán indisolublemente ligadas a la guerra, independiente-
mente de los propósitos individuales de cualquier pro-
fesional de la ciencia. Sin embargo, la ciencia no es ni
buena ni mala en sí, su contenido moral se lo da el
empleo político que se hace de sus frutos. El cuestio-
namiento básico al sistema por parte de los científicos
y los estudiantes universitarios norteamericanos comen-
zó basándose precisamente'en esto: se rebelaron contra
el poder político y militar porque Vietnam les había
hecho comprender que la única garantía para evitar el
desastre moral y la complicidad criminal con el siste-
ma, era conseguir el control político de la aplicación
de los frutos de su trabajo. Y al asumir esa posición
chocaron violentamente con la realidad y descubrieron
la necesidad de un cambio social radical para poder
alcanzar ese objetivo.
Y fueron precisamente los científicos quienes se
constituyeron en la vanguardia del pueblo norteameri-
cano en la lucha contra la guerra de Vietnam. Mientras
Linus Pauling, Noam Chomsky, Salvador Luria, George
Wald, Mathew Meselson, Jon Beckwith, Arthur
Galston y otros denunciaban en los Estados Unidos la
3
complicidad académica con el poder militar, Lord
Bertrand Russell realizaba una valiente campaña en
Europa denunciando la política criminal de los Estados
Unidos en Indochina. El notable esfuerzo de Russell,
conducido con su inteligencia y valentía clásicas, cul-
minó en la formación del Tribunal de Crímenes de
Guerra Norteamericanos en Vietnam, un cuerpo inte-
grado por científicos, literatos y filósofos de la talla
de Jean Paul Sartre, Laurent Schwartz e Isaac Deuts-
cher que realizó el análisis más documentado sobre el
genocidio perpetrado en Vietnam, sus causas, sus con-
secuencias y sus responsables.
La guerra de Vietnam es el modelo de las guerras
coloniales del futuro. Durante su transcurso se inven-
taron centenares de métodos, tácticas y aparatos de
pesadilla que tras de ser utilizados contra Vietnam que-
darán listos para volverse contra los pueblos de cual-
quier parte del mundo. Todo el poderío científico y
tecnológico de los Estados Unidos se plasmó en el
campo de batalla automatizado que ahorra bajas expe-
dicionarias y crisis políticas en la metrópolis y moviliza
masivamente a la industria. Satélites artificiales y super-
napalm, encuestas sociológicas y bombas antipersonal,
detectores miniaturizados y torturas bajo los efectos
de psicofármacos, bombas teleguiadas y defoliación,
lluvias artificiales, destrucción de diques, epidemias y
mutilaciones, todo está estudiado por científicos y téc-
nicos, diseñado por científicos y técnicos, implementado
con el asesoramiento de científicos y técnicos. Los cien-
tíficos del mundo entero debemos no solamente tomar
conciencia y denunciar el uso inmoral que se hace de
los resultados de nuestro trabajo, sino también asumir
nuestra responsabilidad colectiva en la destrucción de
Vietnam y nuestro consiguiente deber de cooperar en
su reconstrucción así como de negarnos terminante-
mente a colaborar en la realización de proyectos que
contribuirán, más o menos disfrazados, a continuar
sojuzgando a los pueblos. O
Argentina, 1973
En la noche del 12 de marzo de 1973, la euforia po-
pular desbordó las calles del país. Sólo en ese mo-
mento el gobierno de la autodenominada Revolución
Argentina había accedido a reconocer el categórico
triunfo en las elecciones nacionales del Frente Justicia-
lista de Liberación y a bajar su fuerte brazo represivo
para tolerar el festejo.
No es necesario el análisis de políticos y sociólogos
para reconocer que en esos resultados el país expresó
su deseo de retomar el curso de la historia que fuera
interrumpida y congelada el 16 de setiembre de 1955,
fecha inicial del oscuro período que se afianza en 1962
y 1966, ofreciéndose dispuesto a culminar un proceso
de independencia que debió haber sido consumado
hace más de 10 años.
La alegría que el resultado de este acto eleccionario
nos deja, las renovadas esperanzas que nos aporta —a
nosotros argentinos y a todos los que en el mundo
luchan por una causa que dignifique al hombre— no
pueden ocultar la injusticia en la distribución de los
beneficios de este proceso, a lo largo de los últimos
años.
Las minorías gobernantes y sus naturales aliados, los
capitales imperialistas, tuvieron a su favor 17 años
que aprovecharon bien —y a un bajísimo costo huma-
no— para consumar la entrega de fuentes vitales de
nuestra riqueza, para perpetuar y acentuar el desequi-
librio en la distribución de los bienes, para asegurar
y aumentar sus privilegios, para desarticular la ense-
ñanza, destruir a la Universidad, perseguir la investi-
gación y atacar toda forma de cultura; para mantener
a grandes sectores populares en la sumisión, en la ig-
norancia, en la dependencia y hasta en el miedo y en la
indigencia. Tuvieron tiempo para estructurar al país
y a sus habitantes al servicio de sus intereses de clase.
El resultado de las urnas marcó una vez más a los
responsables.
Para llegar a la expresada realidad de esos resulta-
dos eleccionarios, la civilidad, en cambio, debió pelear.
Fue reprimida y asustada, fue cotidianamente inferio-
rizada, sufrió detenciones y torturas, llenó las cárceles,
entregó la sangre de cientos de heridos, de decenas y
decenas de muertos.
Y todavía deberá luchar duramente para ejercer el
poder, para desarmar pieza por pieza la estructura
cuidadosamente montada para impedirle ejercer libre-
mente sus aspiraciones.
Tenemos un país herido, frustrado; la reparación no
será rápida ni fácil; la reconstrucción más difícil y
larga aún. Pero queremos hacerla sin padres ni salva-
dores, queremos ejercer el derecho de hacer y el de
equivocarnos.
Queremos ser los arquitectos de nuestra casa, de
nuestra ciudad, de nuestro explotado Continente.
4
Líis muertes infantiles
en la Argentina
José Carlos Escudero
Florentino García Scarponi
La opinión pública ha
recibido con asombro la
noticia que la mortalidad
infantil en la Argentina *
lia permanecido sin
descender durante los ,
últimos quince años, y
presenta en 1968 cifras
ligeramente superiores a
1954. Un estudio reciente 1
que compara la evolución
de este indicador en la
Argentina y otros seis países,
elegidos porque presentaban
un registro confiable de
natalidad y mortalidad y
tasas semejantes a las
nuestras en 1954, reveló
que todos, con la excepción
de nuestro país, las habían
reducido significativamente
quince años después.
1954 1961 1968
___ Tasa índice [asa índice Tasa índice
A r g e n t i n a 60,4 100,0 59,1 97,8 61,0 101,0
P u e r t 0 R i c o 57,6 100,0 41,5 72,0 28,3 49,1
H u n g r í a 60,7 100,0 44,1 72,6 35,8 59,0
U , R , S - S 68,0 100,0 32,0 47,0 26,4 38,8
Alemania Oriental 50,3 100,0 33,7 67,0 20,4 40,5
I t a l i a 53>° 100,0 40,7 76,8 32,2 60,7
E s p a ñ a 55,2 100,0 46,2 83,7 32,0 58,0
dad infantil ^ V ^ ( d " E s t e
relaciona las muertes de niños " r e s ^ e S n W ^ " ^ 0 ® 0 T a S * ^ m ° " a l i -
xa»tstt&sEs rr —~
Introducción
Este fenómeno de estancamiento en
las cifras de mortalidad infantil es
doblemente sorprendente porque se
registra excepcionalmente en la lite-
ratura demográfica y porque, en el
caso de nuestro país, la nivelación
de la mortalidad infantil rompe una
sostenida tendencia al descenso de
esta tasa, que había llevado sus va-
lores de 90,2 a 60,4 en 1954. Con-
viene profundizar la descripción de
esta violencia silenciosa que anual-
mente mata 30.000 niños argenti-
nos. Analizaremos por separado las
causas médicas de estas muertes
—aquellas que el médico anota en el
certificado de defunción— y las cau-
sas que se originan en el medio so-
cial en el cual el niño nace y que, en
muchos casos, terminan con su vida.
Causas médicas
de las muertes infantiles
Un análisis acerca de las muertes
infantiles en 1968 (último año para
el cual se tienen datos de todas las
provincias) revela que 12,2 por
ciento no tuvieron atención médica
en su última enfermedad, que en el
16,1 por ciento se ignora si tuvieron
o no atención médica en tanto que
en el 10,5 por ciento el certificado
de^ defunción no fue firmado por un
médico. En éste, como en todo otro
indicador sanitario o social, se ob-
servan grandes diferencias entre pro-
vincias.
5
División política
Número
de muertes
infantiles
mortalidad
infantil por
mil nacidos
vivos
%
Tasa de
mortalidad
de muertes
infantiles
sin atención
médica
%
de muertes
infantiles
con atención
médica
ignorada
%
de certific.
de def.
infantiles
no llenados
por médico
Total de la República . . . . 29.550 61,9 12,2 16,1 10,5
Capital Federal 3.636 46,8 2,2 7,2 0,7
Buenos Aires 6.470 50,5 4,8 21,0 —
Catamarca 412 85,9 24,3 4,4 15,3
Córdoba 2.059 46,7 8,9 4,1 2,9
Corrientes 1.266 79,0 19,0 13,0 14,1
Chaco 1.517 108,1 28,8 3,0 36,1
Chubut 350 73,2 26,6 16,3 16,0
Entre Ríos 1.050 60,1 10,8 6,9 2,0
Formosa 421. 69,0 23,5 19,5 13,8
Jujuy 1.464 138,6 32,7 14,8 17,6
La Pampa 197 53,6 7,6 5,6 0,5
La Rioja 236 78,8 11,9 28,4 9,7
Mendoza 1.258 66,8 6,3 24,2 1,3
Misiones 1.043 82,6 17,0 29,8 2,6
Neuquén 576 118,5 23,6 16,1 5,9
Río Negro 787 114,7 21,1 4,7 10,8
Salta 1.866 118,9 5,6 65,2 58,0
San Juan 747 74,0 11,2 — 0,3
San Luis 271 70,2 20,3 5,9 3,3
Santa Cruz 120 54,8 13,3 11,7 5,8
Santa Fe 1.380 36,0 7,1 13,0 0,1
Santiago del Estero 796 64,2 42,1 15,7 49,7
Tucumán 1.630 76,1 10,5 1,8 8,6
Tierra del Fuego, Antártida
e islas del A. Sud . . . . 16 60,4 — — —
Causas de mortalidad infantil en la Argentina, año 1968
Causa N° de muertes % del total
Varias enfermedades infecciosas . 12.706 43,0
Síntomas y estados mal definidos 2.653 9,0
Lesiones al nacer 2.404 8,1
Anomalías congénitas 1.401 4,7
Otras 10.386 35,1
Total 29.550 100,0
Si pasamos revista a las causas
médicas por las que murieron estos
niños veremos que no menos del 43
por ciento de las muertes se debie-
ron a enfermedades infecciosas,2 es
decir un tipo de patología que es ca-
si siempre prevenible o curable. Ten-
gamos presente que países como
Suecia u Holanda cuyas tasas de
mortalidad infantil, las más bajas del
mundo, se encuentran cerca del lí-
mite de lo que la tecnología actual
puede lograr, demuestran que en la
Argentina pueden, teóricamente, evi-
tarse cerca de 20.000 muertes infan-
tiles cada año.
Causas ambientales
de la mortalidad infantil
La mortalidad infantil no es sola-
mente un reflejo de la situación de
salud de una comunidad. La labili-
dad del organismo en su primer año
de vida hace que los factores medio-
ambientales sean capaces de llevar
rápidamente al niño a situaciones de
enfermedad y a la muerte. Existe
una nutrida y creciente bibliografía,
alguna de la cual ha sido originada en
nuestro país8, 4| 0 que avala la evi-
dentísima relación entre mortalidad
infantil y desempleo, distribución
regresiva del ingreso, analfabetismo,
disminución del poder adquisitivo
del salario, malas condiciones de
vivienda y otros elementos de la epi-
demiología de la dependencia.
La vía más usual de acceso de
estas regresiones al niño se da a tra-
vés de la desnutrición,0 problema
cuya magnitud está subestimada en
nuestro país 7 por una serie de me-
canismos que van desde la negación
de la existencia de desnutrición en
la Argentina, hasta el vicio de for-
mación de muchos de nuestros mé-
dicos que le niegan papel de agente
en el desenlace mortal de gran parte
de la patología infantil. De cualquier
forma pudo registrarse en 1968 que
el 57 por ciento de los muertos me-
nores de 5 años de edad en Chaco y
el 36,9 por ciento en San Juan, pre-
sentaban formas moderadas o seve-
ras de desnutrición5 y que el 4,7
por ciento de las defunciones con
certificación médica de niños de 1 a
4 años se debían específicamente
a "avitaminosis y deficiencia nutri-
cional".8
6
Comentario»
Lo más notable de la situación que
acaba de exponerse, es su carácter de
evitable. Salud es un sector que no
requiere excesivas inversiones de ca-
pital, ni divisas extranjeras, ni knoio
hoto que deba ser importado. Es,
fundamentalmente, mano de obra
intensiva y es bien sabido que en la
Argentina la gente que trabaja, en
general gana poco dinero. Las medi-
das que pueden tomarse dentro del
Campo de la Salud Pública para
hacer bajar la mortalidad infantil son
obvias y utilizan una tecnología ru-
dimentaria: provisión de alimentos y
agua potable, inmunización sistemá-
tica de la población, atención y tra-
tamiento médico oportuno de cua-
dros infecciosos. Ni siquiera puede
argüirse que exista escasez de recur-
sos humanos para ponerlas en prác-
tica, ya que la Argentina tiene una
de las densidades de médicos por
población más alta del mundo y
puede elegirse entre el ejército de
desocupados a aquellos que, tras una
breve capacitación, ejercerán tareas
auxiliares en el esquema de medidas.
La mortalidad infantil es un re-
flejo indirecto de nuestras priorida-
des nacionales. Que nuestro país,
con cerca de 1.000 dólares anuales
de ingreso per cápita y que consi-
dera necesario fabricar casi 200.000
automóviles particulares por año,
tenga una mortalidad infantil de 60
por ciento, corresponde a una sinies-
tra lógica global.
Lo expuesto ha sido un primer
esbozo del problema y hemos inten-
tado apuntar algunas de las carac-
terísticas de este silencioso, cotidia-
no y anónimo asesinato.O
José Carlos Escudero, nació en 1938,
Es médico y diplomado en Salud
Pública y Planificación
de Salud (Universidad de Buenos
Aires), licenciado en Estadísticas
de Salud (Universidad de Chile) y
Master of Arts in Sociology
(Universidad de Michigan), Enseña
y trabaja en Estadística de Salud.
Florentino García Scarponi, nació
en 1939. Es médico (Universidad
de Rosario) y diplomado en Salud
Pública (Universidad de Buenos Aires).
Autor de varios trabajos sobre
mortalidad infantil y preescolares,
trabaja en Estadísticas de Salud y
programación de la atención médica.
Bibliografía
1 García Scarponi, F,; Durante de Camps,
K. M.: Tendencia de la Mor la!¡dad In-
fantil en Argentina, 1954-1968, Publi-
cación del Departamento de Estadística
de Salud Serie 5, N? 18, año 1972.
2 García Scarponi, F.: Mortalidad Infantil
en la República Argentina, Boletín de
Programa Nacional de Estadísticas de
Salud, Año 1, N" 7, 1971.
3 Behm Rosas, H.: Mortalidad infantil y ni-
vel de vida, Ediciones de la Universidad
de Chile, Santiago, 1962.
J Cacopardo, María C. y Feller Jorge, J . :
Estudio de la mortalidad infantil en la
Pda. de Tucumán, Publicación del De-
partamento de Estadísticas de Salud
Serie 2, N? 3, 1972.
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dad en la Niñez, Informe Provisional,
Organización Panamericana de la Salud,
1971.
«Schimshaw, M, S.; Taylor, C. E.: Accio-
nes recíprocas entre la nutrición y la in-
fección, OMS, Serie Monografías, N'-' 57.
7 Escudero, José C.; García Scarponi, F.;
ICotliar, H. A.: Un aporte al conoci-
miento de la desnutrición en la Argenti-
na, Cuadernos de Salud Pública,"Uni-
versidad de Buenos Aires, en prensa.
8 García Ccarponi, F.; Durante de Camps,
R. M.: Morbimortalidad en la población
de 1 a 4 años de edad, Boletín del
Programa Nacional de Estadísticas de
Salud, Año 2, N? 20, 1972.
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M
La energía envenenada
John W. Gofman
El hombre elegido por la Comisión de Energía Atómica de
EE.UU. para calcular los riesgos de sus distintos proyectos
se convirtió en el enemigo número uno de las centrales
nucleares. Aquí explica el porqué de ese cambio.
"La industria nuclear es una indus-
tria muy peligrosa... los que hoy
toman decisiones en la materia com-
prometen el destino de la humani-
dad entera y eso por varios mile-
nios . . . La tasa de radioactividad
tolerada según las normas existen-
tes en los EE. UU. puede provocar,
cada año, la aparición de 32.000
casos de cánceres suplementarios y
de 150.000 a 1.500.000 de muertes
suplementarias!"
El que habla así es John W. Gof-
man, un físico nuclear de primer
arden, uno de los que en los EE.
UU. encabezaron una cruzada, no
solamente contra el armamento ató-
mico, sino también contra las apli-
caciones llamadas "pacíficas" del
átomo. Codescubridor con Glenn T.
Seaborg del Uranio 233 y de su fi-
sión, autor de numerosos trabajos
de física y radiología, Gofman co-
laboró en las investigaciones del
proyecto Manhattan que tuvo como
resultado la fabricación de la prime-
ra bomba atómica. Después de 1947,
se dedicó a la docencia universitaria
y sobre todo, como tantos otros fí-
sicos disgustados por las aplicacio-
nes de la física nuclear, a la investi-
gación médica.
En 1963, la "Atomic Energy
Commission" (A.E.C.), el equiva-
lente norteamericano de nuestra Co-
misión Nacional de Energía Atómi-
ca, se enfrentó a muy violentos ata-
ques. Llegaron a Washington infor-
mes médicos y técnicos confidencia-
les: después de un número excesivo
de pruebas en la atmósfera, la tasa
de radioactividad aumentó en pro-
8
porciones alarmantes. Ese pánico de
los años sesenta llegó hasta los de-
legados de las conferencias sobre el
desarme. El 5 de agosto de 1963,
la URSS y los EE.UU., firmaron
el tratado de Moscú que prohibió
las pruebas en la atmósfera y el mar
(cien naciones adhirieron al tratado,
pero entre éstas no están Francia ni
China). Antes del tratado, los diri-
gentes del AEC decidieron empezar
una importante encuesta para cono-
cer los efectos sobre los hombres,
animales y plantas de todas las prue-
bas, experiencias y programas que
intentaron. El director del Laurence
Laboratory de Livermore (Califor-
nia), uno de los grandes laboratorios
que investigan sobre el armamento
nuclear, pidió a John W. Gofman
aceptar la dirección de esa encuesta.
Este la aceptó y pidió la colabo-
ración del bioquímico Arthur Tam-
plin. Tres años más tarde, cuando
los dos investigadores publicaron el
resultado de sus trabajos, que hu-
bieran tenido que preocupar al AEC,
se encontraron iniciando una de las
más fuertes polémicas científicas de
la postguerra. El AEC, sostenido
por el "lobby" de los industriales
de la energía atómica, contraatacó
con vigor. Pero Gofman y Tam plin,
infatigables, llamaron a la opinión
pública, escribieron innumerables
artículos, publicaron libros1 y mul-
tiplicaron sus conferencias.
Es la historia de esa lucha, la que
John Gofman presenta aquí.
Alain Jaubert
"Una de nuestras primeras tareas,
confiada a mi colega Arthur R. Tam-
plin que dirigía un equipo de doce
investigadores, fue redactar un ca-
tálogo de todas las sustancias radioac-
tivas, determinando la manera se-
gún la cual esas sustancias son ab-
sorbidas por las plantas, los anima-
les, el agua y la tierra, al ser recha-
zadas en la atmósfera y determinan-
do al mismo tiempo las tasas de con-
taminación que se deben esperar
después de las precipitaciones de la
nube radioactiva en función de la dis-
tancia y de las condiciones meteoro-
lógicas. Este catálogo ha sido termi-
nado y nos permite determinar para
cada sustancia radioactiva la manera
según la cual afecta cada órgano del
cuerpo, si se absorbe en cierta can-
tidad.
Ya existían varias asociaciones en-
cargadas del estudio de los efectos
de las radiaciones, por ejemplo la
International Commission on Radio-
logical Protection (ICRP) o la Fe-
deral Radiation Council (FRC). El
estudio de los sobrevivientes de
Hiroshima parecía haber demostrado
que, para los irradiados, la leucemia
aparecía en primer lugar y después,
mucho más tarde, otras formas de
cáncer. Basándose sobre estos datos
estadísticos y sobre algunos otros es-
tudios como el de los doce mil pa-
cientes tratados con raxos X en Gran
Bretaña, los grupos responsables de
la protección habían llegado a la
1 Population control through nu-
clear pollution Nelson Hall, Chicago.
Poisoned Power Rodal Press, Emmaus,
conclusión siguiente: había una apa-
rición de cáncer para cada caso de
leucemia provocada por la irradia-
ción.
Fue uno de nuestros objetivos ve-
rificar esa afirmación. Por consi-
guiente, estudiamos con precisión los
datos publicados por los diferentes
grupos y en 1969, tres años después
de la última publicación de la Co-
misión Internacional (IRCP), en-
contramos que sus primeras conclu-
siones eran erróneas. El estudio de
los sobrevivientes de Hiroshima y
de los británicos irradiados, mostra-
ba claramente que no había que es-
perar un cáncer por cada leucemia,
sino más bien ¡veinte cánceres por
cada leucemia!
Esto nos llevó a considerar el pro-
blema de las dosis de irradiación
autorizadas por los reglamentos. En
la industria, a pesar de las precau.-
ciones, un cierto porcentaje de pro-
ductos tratados se difunde en el me-
dio; esto es válido también para la
industria nuclear: los centros de in-
vestigación, las usinas de tratamien-
to, el transporte de los materiales
radioactivos, los reactores nucleares
para la producción de electricidad y
todas las demás instalaciones que
usan productos radioactivos, consti-
tuyen entonces riesgos de contami-
nación para el medio.
Por el eso el Consejo Federal de Ra-
diaciones (FRC) declara que la do-
sis dispersada no tendrá que superar
0,17 rad2 por año y por ciudadano
norteamericano es decir, alrededor
de cinco rads por persona desde el
nacimiento hasta la edad de los trein-
ta años.
a El rad es una unidad de dosis
de rayos absorbidos. Corresponde a una
energía de 100 erg producida en tin
gramo de sustancia considerada, por
los rayos (rayos X, rayos gama, neu-
trones, etc.)
I
¿Dos horas de vida?
Sin embargo, nuestros cálculos de-
mostraron que un rad aumenta to-
das las formas de cáncer en un 2 por
ciento. El hecho de acumular cinco
rads durante la primera parte de la
vida de los individuos lleva enton-
ces a un aumento de 5 X 2 = 10
por ciento de la probabilidad de apa-
rición del cáncer. Aproximadamente
alrededor de 320.000 casos de cán-
cer se declaran cada año en los EE.
UU., un aumento del 10 por cien-
to corresponde a ¡32.000 casos su-
plementarios! Así las normas de con-
taminación radioactiva que prohiben
a la industria nuclear sobrepasar el
umbral de 0,17 rads por año y por
persona, podrían sin embargo causar
la aparición de 32.000 casos suple-
mentarios cada año. Y en todos los
países que aplican esas mismas nor-
mas podemos suponer que se encuen-
tra esa proporción del 10 por ciento
de casos suplementarios cada año.
Calculamos así que esta contamina-
ción autorizada podía provocar de
150.000 a 1.500.000 muertes suple-
mentarias cada año. Este aumento
de mortalidad se debe a causas ge-
néticas. Pues los residuos radiacti-
vos difundidos en el medio no so-
lamente causan la multiplicación de
los casos del cáncer y leucemia, sino
también actúan sobre las células re-
productivas y en particular sobre
sus cromosonas provocando mutacio-
nes. Así debemos esperar, con la do-
sis autorizada, un aumento no sola-
mente del número de las enferme-
dades genéticas como la hemofilia,
la anemia faciforma o la galactose-
mia, normalmente bastante escasas,
sino también un aumento de los ca-
sos de diabetes, enfermedades car-
díacas y mentales. El profesor Jo-
shua Lederberg, premio Nobel de
medicina, publicó poco tiempo des-
pués de nuestra propia publicación,
una estimación del riesgo genético
al cual estaba sometida la población
con estas normas de radiación. Se-
gún él, las normas del AEC pueden
causar un aumento de la tasa de mu-
tación de la población norteameri-
cana del 10 por ciento y, para la ge-
neración siguiente, el costo médico
de esas mutaciones suplementarias
será de diez mil millones de dóla-
res por año.
Uno de los argumentos de los de-
fensores de la energía nuclear, cuan-
do se les ataca sobre estos puntos,
consiste en lo siguiente: "Podemos
admitir la existencia de un pequeño
riesgo: esto quita dos horas de vida
a cada persona. Después de todo,
vale la pena sacrificar dos horas de
vida para disfrutar de todos los be-
neficios de la electricidad". En rea-
lidad, esta manera de utilizar los
cálculos es totalmente absurda. To-
mamos el ejemplo de un chico que
muere de leucemia a los diez años.
Perdió por lo menos sesenta años de
su vida. Pero, las estadísticas toman
esos sesenta años, los agregan a to-
dos_ los años perdidos por los demás
individuos muertos precozmente y
repartiendo el total entre toda la
población declaran que no equivale
más que a dos horas de vida.
Otro de sus argumentos es pre-
tender que exista un umbral de to-
lerancia del cuerpo humano y de sus
diferentes órganos: por debajo de
ese umbral, las radiaciones no ten-
drían ningún efecto y se podría en-
tonces sufrir dosis débiles sin nin-
gún peligro. Claro, esto sería lo
ideal, pero no lo verificaron al nivel
del experimento. Al contrario, las
9
experiencias demuestran que, si ha-
cen falta cien rads o más para indu-
cir algunos casos de cáncer, una sim-
ple radiación de dos o tres rads en
fetos durante el período de gesta-
ción, es suficiente para causar un
cáncer. El 9 de octubre de 1969,
presentamos el resumen de nuestras
conclusiones al Instituto de Ingenie-
ros de Electricidad y Electrónica.
Fue una comunicación muy fría, con-
ciliadora y sin pasión. Pedimos el
apoyo del AEC para encontrar una
mejor reglamentación de dosis acep-
tables. Pensábamos por ejemplo, que
era necesario reducir por lo menos
10 veces el umbral de radioactividad
autorizada. Dimos a la gente del
AEC la posibilidad de cambiar su
posición de una manera honorable.
Después de todo, éramos sus em-
pleados. Hubieran podido formar un
comité y hacer estudiar a fondo y
con seriedad el problema de las nor-
mas, Pero al contrario, nos atacaron
inmediatamente.
El hecho que yo tenga una cierta
reputación científica en los EE. UU.
y aun fuera, no les impidió procla-
mar que todo eso era ridículo y po-
co prudente, que no sabía lo que de-
cía. Entonces muchos periodistas
preguntaron: "¿Si Gofman y Tam-
plin son tan ridículos, por qué el
AEC no publica un artículo demos-
trando que se equivocaron?" El
AEC respondió que tal artículo era
demasiado técnico y difícil.
Dos meses después de nuestra co-
municación, el ICRP publicó un
agregado a su informe de 1966. ¡Y
ahora constatamos que el ICRP está
de acuerdo con nosotros! Según sus
nuevas cifras, la ocurrencia del cán-
cer sería cinco veces y medio mayor
a la de la leucemia. No llegaban to-
davía a nuestra relación de "veinte
por uno", pero el mismo ICRP pre-
cisaba que su cifra no tomaba en
cuenta las diferencias entre las do-
sis recibidas por la médula ósea, don-
de se origina la leucemia y las dosis
recibidas por diferentes órganos don-
de nacen otros tipos de cáncer. In-
troduciendo esta corrección en los
resultados del ICRP, se obtiene una
proporción de 21,5, cifra que coin-
cide claramente con nuestras pre-
visiones.
Así, dos meses después de noso-
tros, un organismo oficial interna-
cional llegaba a las mismas conclu-
siones, Pero el AEC se negó a tomar
en cuenta el nuevo informe del
ICRP y siguió basando sus estima-
ciones sobre las cifras de 1966, es
decir "un cáncer por una leucemia".
Sin embargo, las conclusiones del
ICRP se vieron confirmadas poco
tiempo después por el Dr. David Le-
vine del Instituto Nacional del Cán-
cer de Francia y por muchos otros
médicos e investigadores tanto en
los EE. UU. como en otros países.
Por consiguiente, existía un cierto
acuerdo entre los investigadores. No
empezó una discusión seria, lo nor-
mal en este caso, sino una violenta
campaña animada no solamente pol-
los dirigentes del AEC, sino sobre
todo por las compañías de electrici-
dad, la General Electric, Westing-
house y todos los industriales de la
energía nuclear. El leit-motiv era
"Tamplin y Gofman se desacredita-
ron. Todo lo que dicen es falso".
Hasta aquel entonces, no nos ha-
bíamos preocupado de la producción
de la electricidad nuclear. Pensába-
mos que ya estaba muy bien estudia-
do. Nos habían preocupado, sobre to-
do como científicos, los proyectos
como el programa "Plowshare" que
preveía el uso de explosiones nuclea-
res para abrir puertos, canales, arra-
sar montañas y desviar ríos. Estos
proyectos parecían peligrosos y con-
taminantes. Nos preocupaba también
la carrera al armamento nuclear que
aumentaba cada vez más. Pero, la
producción de electricidad utilizan-
do reactores nucleares nos parecía
totalmente razonable. Sin embargo,
como todos los ataques venían del
sector de la electricidad nuclear, em-
pezamos a estudiar con mucha aten-
ción todo lo dicho y publicado en
la materia. Nos dimos cuenta que
la industria nuclear era el más gi-
gantesco fraude y que la humanidad
entera era su víctima.
La humanidad como
conejito de indias
Primera mentira: Los promotores de
la energía nuclear tratan de hacer
creer en sus declaraciones y publici-
dades que la dosis de 0,17 rad es to-
talmente inofensiva. Demostramos
que era algo falso.
Segunda mentira: Las centrales
nucleares estarían seguras. Aun si
hubiese una posibilidad sobre diez
mil de que una central nuclear su-
friese un accidente grave por año,
ya sería un riesgo inaceptable. Pero
la experiencia de la industria nu-
clear es tan reciente y limitada que
sus responsables no pueden decir
aún si esa probabilidad es de uno
sobre cien, sobre diez mil o un mi-
llón. No conozco esta probabilidad
pero estoy seguro de una cosa: ellos
no la conocen tampoco. No puedo
decir que las centrales son seguras,
ellos tampoco. No puedo decir hasta
qué punto son peligrosas, ellos tam-
poco.
El Dr. Walter Jordán, uno de los
difusores de la energía nuclear, llegó
a decir: "¿Hemos llegado a dismi-
nuir a un nivel aceptable —por ejem-
plo menos de una posibilidad sobre
diez mil— el riesgo de que haya un
accidente grave por año en un reac-
tor? No existe ningún medio para
probarlo. Acumulamos algo así co-
co cien años-reactor de experiencia
sin accidente en la producción nu-
clear de electricidad. Estamos lejos
de cien mil o diez mil y los datos
no son hasta el momento suficientes.
La única solución es seguir acumu-
lando esta experiencia". La idea se
puede resumir así: usamos a la hu-
manidad como conejito de indias.
La idea mía es que eso no se puede
hacer.
Los propagandistas de la energía
nuclear suelen usar el argumento si-
guiente: cualquier persona se puede
sentar sobre un reactor sin proble-
ma. No me interesa. Pienso que eso
es cierto: los reactores se construyen
bien y uno puede sentarse arriba sin
recibir una dosis más fuerte que en
otros lugares. Pero ese no es el pro-
blema. Lo que los propagandistas
olvidan decir es que cuando haya un
accidente serio en una central o usi-
na de tratamiento, si los materiales
radioactivos se difunden en la atmós-
fera, habrá que evacuar las pobla-
ciones vecinas. No les gusta hablar
de eso. No registramos todavía nin-
10
gún accidente grave en los EE. UU.
—salvo el accidente del reactor En-
rico Fermi, cerca de Detroit y por
suerte sus consecuencias estuvieron
limitadas— pero la primera vez que
tengamos uno, será el fin de la in-
dustria nuclear. Cuando discutí el
accidente del reactor Enrico Fermi
con los responsables del AEC, me
dijeron: "Ud. vio, los residuos no
pasaron los límites de la usina. No
tuvimos que evacuar Detroit". En-
tonces les pregunté: " ¿ Y qué nece-
sitan todavía? ¿Otra ocasión para
verificarlo?"
Lo que hace la industria nuclear
tan peligrosa para la humanidad, es
que las consecuencias de cada error
se prolongarán durante períodos de
quinientos años hasta doscientos mil
años. Productos radiactivos de fi-
sión, como el estroncio 90 o el ce-
sio 137 por ejemplo, tienen un "pe-
ríodo" 8 de treinta años. Esto signi-
fica que volverán a un nivel de ra-
dioactividad inofensivo (un millón
de veces inferior, por ejemplo) so-
lamente después de un plazo de por
lo menos veinte períodos, es decir
de seiscientos años. ¿Puede Ud. ci-
tarme un gobierno o un organismo
civil que haya durado seiscientos
años? ¿Quién garantiza la conserva-
ción y la administración de los resi-
duos radioactivos cuando haya revo-
luciones, guerras, atentados, cambios
de gobierno?
Otro problema es el del plutonio.
Es uno de los principales subproduc-
tos de la industria nuclear que pro-
viene de la captura de neutrones por
el uranio 238. Era el "explosivo"
de la bomba de Nagasaki y era el
combustible de reactores rápidos.
Una usina como la proyectada usina
de Barnwell (Carolina del Sur),
producirá más de ocho toneladas por
año, es decir, lo necesario para fa-
bricar 11.000 bombas de Nagasaki.
Este plutonio lo transportaron a par-
tir de Barnwell en containers (reci-
pientes) de 25 kilogramos. Como
cada tren va a transportar dos o tres
containers, habrá, por término me-
dio, veinticinco trenes por año. Ha-
ce diez años, un experto, calculan-
do_ la probabilidad de desvío de tres
aviones gigantescos por piratas del
aire en una sola semana, en la región
del Middle West hubiera dicho que
era ínfima. Sin embargo, así pasó.
3 O "semi-vida". Tiempo al fin del
cual la mitad de los núcleos de un
cuerpo radioactivo se desintegra.
¿Cómo calcular hoy la probabili-
dad de un desvío de un cargamen-
to de plutonio? ¿Quién va a impedir
el surgimiento de un mercado negro
de plutonio con sus traficantes, sus
espías y hold up? Hacen falta sola-
mente algunos kilos de plutonio pa-
ra fabricar una bomba atómica.
¿Qué pequeño país va a resistir la
tentación?
Además, sabemos que la conta-
minación por el plutonio es la más
peligrosa de todas. Si se abre uno
de los containers de 5 kilogramos
de plutonio a causa de un atentado
o accidente cerca de una gran ciu-
dad, va a liberar un número de par-
tículas capaces teóricamente de pro-
ducir 440 mil millones de casos de
cáncer del pulmón para tres mil mi-
llones de seres humanos. Todas esas
partículas no se difundirían unifor-
memente, por supuesto. Suponga-
mos que una sola partícula sobre
diez millones sea a fin de cuentas
inhalada por pulmones humanos:
eso causaría todavía 44.000 casos de
cáncer del pulmón. Todo eso sin to-
mar en cuenta las partículas no inha-
ladas que al caer sobre el suelo, po-
drían ser llevadas por el viento a dis-
tancias enormes aun de un Conti-
nente a otro y esto durante varias
decenas de millares de años, puesto
que el plutonio tiene un período de
24.400 años.
Pasto - Vaca - Leche - Niño
Aun^si se evita la brutal contami-
nación por accidente, siempre exis-
tirá una por disipación lenta. En el
caso de la industria química, no pue-
de evitarse que alrededor del 1 por
ciento del producto tratado sea echa-
do de nuevo en Ja atmósfera o el
agua. Esta proporción de "pérdidas"
resultaría sumamente catastrófica en
el caso de una usina como la de
Barnwell. Podemos suponer que sea
posible reducirla a un diez milésimo
(tasa de seguridad nunca alcanzada
en ninguna industria): aun así, se-
ría considerable la cantidad de ra-
dioactividad difundida en el medio.
En Barnwell piensan tratar 1.500
toneladas de combustible nuclear por
año. Es decir que habrá en la usina,
permanentemente en cada momento
mientras ella funcione, quince veces
la radioactividad de todas las preci-
pitaciones producidas por todas las
pruebas nucleares norteamericanas
o soviéticas en la atmósfera, o si pre-
fiere otra comparación, la radioacti-
vidad de 192.000 bombas de Hiro-
shima o Nagasaki. En caso de gue-
rra, un bombardeo de esa usina se-
ría suficiente para producir los mis-
mos efectos secundarios que milla-
res de bombas atómicas.
_ Pero veamos ahora las consecuen-
cias de los inevitables escapes, aun
sin guerra. Encaramos varias posi-
bilidades, en función de la fuerza del
viento, si llueve o no, etc. y calcu-
lamos que un escape brutal del 10
por ciento difundiría un polvo ra-
dioactivo sobre una enorme superfi-
cie, exponiendo las poblaciones a
dosis diarias equivalentes a la dosis
autorizada por año. Habrá entonces
que evacuar totalmente las regiones
tocadas por las precipitaciones y en
ellas la agricultura resultará impo-
sible durante varias decenas de años.
Supongamos que un accidente mi-
litar se produzca en la planta de la
Hague, cerca de Cherbourg; con
condiciones meteorlógicas desfavora-
bles habría que evacuar a la pobla-
ción de París. Por un escape de
0,01 por ciento —es decir un diez
milésimo del cual hablaba recién—
las precipitaciones serían más dis-
cretas pero igualmente terribles.
Se ha estudiado el camino de las
partículas radioactivas a través del
famoso círculo "pasto - vaca - leche -
niño" y resultó que la concentra-
ción era tal, en cada etapa, que los
chicos podrían recibir, aun desoués
de un escape del 0,01 por ciento,
dosis superiores a 50 rads, es decir
varios centenares más que la dosis
"permitida". El estudio de otro cir-
cuito "suelo - raíz - planta", a pesar
de llegar a dosis mucho más débiles,
demuestra que los productos agríco-
las así producidos no podrían ser
consumidos sin peligro.
Así, los que hoy toman decisio-
nes en el campo de la energía nu-
clear, comprometen el porvenir de
la humanidad entera y por milenios.
Y me siento verdaderamente horro-
rizado al pensar que los industriales
ya están proyectando la instalación
de un millar de centrales nucleares
en Europa y un millar en los EE.
UU., cuando disponemos de tan po-
cas informaciones sobre la seguri-
dad de los reactores, las posibilida-
des de accidentes, la importancia de
los "escapes" en las usinas de trata-
miento y los medios para eliminar
los residuos radioactivos.
11
No hay que olvidarse de otra ci-
fra: un reactor nuclear produciendo
mil megawatt de potencia eléctrica
(es la potencia de los reactores que
se construyen comúnmente hoy)
produce al mismo tiempo, cada año,
tantos residuos radioactivos, con pro-
ductos de vida larga como el estron-
cio o el cesio, como producirían mil
bombas de Hiroshima. Ningún físico
en el mundo podría discutirme esas
cifras. Así, por mil reactores habrá
que eliminar cada año la misma can-
tidad de residuos radioactivos que por
un millón de bombas de Hiroshima.
¿Qué vamos a hacer con todos
estos residuos? Se comenzó por su-
mergirlos en el océano. Esta insen-
sata operación se interrumpió. Des-
pués pensaron eliminarlos guardán-
dolos en minas de sal, basándose so-
bre el razonamiento siguiente: la
misma existencia de la sal demues-
tra que en estos lugares no hubo
agua para disolverlos desde hace mi-
llares de años. Entonces, seguridad
absoluta. Si se colocan los depósitos
de residuos en las minas de sal, no
se van a transformar durante milla-
res de años. Pero aparecieron pro-
blemas. Examinaron con mucho cui-
dado la mina de Lyons, Texas, ele-
gida por el AEC. Resultó que esta-
ba ubicada en una zona que no era
para nada favorable desde el punto
de vista geológico. De cualquier ma-
nera, resultó imposible garantizar
que se mantendría intacta durante
un millar de años.
Promotores irresponsables
Después de 25 años de experimen
tos sobre cómo guardar los residuos,
el doctor Schlesinger, que sucedió a
Glenn T. Seaborg en la dirección del
AEC, sugirió colocar los residuos en
cohetes y enviarlos al sol. ¿Pero
cuántos cohetes van a hacer falta an-
tes de saber con seguridad que el
lanzamiento del cohete-basura será
exitoso? La probabilidad de un fra-
caso sobre un millón de lanzamien-
tos sería aun peligrosa. Intentar hoy
tal experiencia pese a todos los ac-
cidentes, algunos sumamente graves
en Cabo Kennedy —y dos fracasos
por ejemplo sobre dieciséis lanza-
mientos en la serie Apollo— resul-
taría a la vez insensato y criminal.
Todas estas polémicas con el AEC
nos costaron muchas represalias.
Once de los doce miembros del equi-
po de Tamplin se vieron trasladados
a otros lugares y los presupuestos
de nuestros laboratorios fueron re-
ducidos. Hace un año, Ralph Nader
y el senador Muskie nos defendie-
ron y preguntaron al AEC el porqué
de su actitud tan agresiva con res-
pecto a nosotros. El AEC, muy con-
fuso, respondió que no buscaban pa-
ra nada impedirnos hablar sino por
el contrario, que nos ayudaban. La
campaña de Nader y Muskie tuvo
un resultado positivo: ahora el AEC
ya no se atreve a echarnos, podemos
trabajar como queremos.
En el discurso que pronunció al
tomar la dirección del AEC, el Dr.
Schlesinger declaró que ahora la Co-
misión tendría que trabajar por el
bien público. ¿Por qué no lo hizo
desde hace 25 años? Si realmente
quiere dar una nueva orientación a
la política del AEC, el Dr. Schlesin-
ger se va a enfrentar con los pode-
rosos grupos de presión de la indus-
tria nuclear. Hasta ahora ellos po-
dían contar con el total apoyo del
AEC que les incitaba a invertir en
tal o cual rama, les controlaba por
problemas de seguridad, pero siem-
pre resultaba ser un interlocutor
complaciente y convencido del mé-
rito de la industria nuclear.
Sin embargo, existe una prueba
muy clara de la poca confianza que
la misma industria nuclear tiene en
la seguridad de sus propias instala-
ciones: en los EE. UU. la responsa-
bilidad financiera de la industria
nuclear fue limitada (a siete mil mi-
llones de dólares) y así pasa en to-
dos los demás países. Usted puede
examinar su propia póliza de segu-
ro: descubrirá que las compañías
excluyen de sus contratos todos los
accidentes ligados a la radioactividad.
Si la industria nuclear estuviera real-
mente segura de sus reactores, no
se preocuparía tanto en limitar sus
riesgos. Y nos pueden contar cual-
quier cosa: mientras no sean respon-
sables al nivel financiero, los pro-
motores de energía nuclear tendrán
las manos libres. El senador Gravel
propuso cancelar esa limitación, pero
se puede imaginar, cuando se conoce
la enorme potencia financiera que
está detrás de la industria nuclear,
las pocas posibilidades que hay de
hacer votar tal enmienda. En la hi-
pótesis de un accidente como ele los
que ya hablamos con el ejemplo de
la usina de Barnwell, es una mag-
nitud del orden de mil millones de
dólares en la que habría de cifrar
los daños. Sin embargo, resultaría ex-
celente la enmienda propuesta por el
senador Gravel.
Una mentira perfecta
Se plantea entonces la siguiente pre-
gunta: ¿Cómo vamos a solucionar
todos esos problemas? Nuestras ne-
cesidades en electricidad aumenta-
rán mucho más en el futuro. Pero
también pienso, como muchos ecó-
logos, que estamos hoy en día des-
perdiciando nuestros recursos ener-
géticos y que no podemos seguir así
sin desembocar en situaciones irra-
cionales. Estoy convencido que po-
demos procurarnos toda la energía
que necesitamos con mucha más se-
guridad y sin usar la energía nuclear.
La frase favorita de los promotores
de la energía nuclear, es también la
de la electricidad de Francia, "sin
centrales nucleares no hay electri-
cidad", es una mentira perfecta. No
existe la crisis de la energía. Tenemos
suficiente carbón, petróleo y gas co-
mo para seguir todavía cien años
más sin problemas, si terminamos
con este desperdicio. No necesitamos
tomar la más insensata e irreversible
decisión de todos los tiempos con
el pretexto de que vivimos una cri-
sis de energía y una horrible conta-
minación. No tiene nada de irreme-
diable esta "contaminación". Pues si
tenemos centrales eléctricas a car-
bón o a fuel-oil sumamente conta-
minantes, es porque la gente acepta
dejarse envenenar. Existen excelen-
tes procedimientos de purificación
de los combustibles y excelentes dis-
positivos anti-contaminación para las
usinas. En los EE. UU. las compa-
ñías productoras de electricidad ten-
drían que ser condenadas por no ha-
ber construido instalaciones total-
12
mente no-contaminantes, como lo
hubieran podido hacer desde hace
mucho tiempo y sin gastos excesivos.
Comenzando hace veinte años con
inversiones limitadas, podían resol-
ver ese problema de la contamina-
ción. Pero sólo hoy están empezan-
do a hacerlo y muy tímidamente.
Imponernos la alternativa "nu-
clear limpio o combustibles clásicos
contaminantes", es ejercer un ver-
dadero chantage sobre datos falsos.
Me niego a discutir sobre esa base.
Reclamo, como todo ciudadano ra-
zonable, la construcción de centrales
a carbón o fuel-oil que sean limpias,
porque sé que es posible, ya sea por
la recuperación de efluentes o por
la transformación de los combusti-
bles. Se puede perfectamente con-
vertir el carbón en gas natural que
es un combustible muy limpio. No
tenemos ningún problema de recur-
sos energéticos para los cien próxi-
mos años, entonces tenemos tiempo
para tomar decisiones racionales. Y
si lo pensamos bien, llegaremos a
una sola conclusión: el mejor méto-
do para asegurar nuestras necesida-
des en energía de una manera que
no sea contaminante, es usar la ener-
gía solar. Si la EDF y el CEA acep-
tan invertir una parte de su presu-
puesto en investigar el problema ¿el
uso de la energía solar, van a encon-
trar una solución elegante mucho
antes de aprender a administrar sus
residuos radioactivos o resolver sus
problemas de seguridad. Es absurdo;
sin ninguna duda, tardarían sólo cin-
co años, no es un problema de po-
sibilidad sino de decisión. Pero la
decisión no puede ser tomada por-
que las inversiones de la energía nu-
clear son enormes y los grupos de
presión no las quieren perder. Yo
pienso que estos grupos hicieron tan-
tas inversiones porque el AEC y los
demás promotores de la energía nu-
clear les han pedido hacerlo, asegu-
rándoles que era una buena cosa.
En estas condiciones, ¿por qué no
indemnizarlos?, el costo resultaría
seguramente más bajo para el país
y no iríamos a la catástrofe.
En los EE. UU. el movimiento
contra las centrales nucleares está
alcanzando una dimensión nacional.
El Comité para la Responsabilidad
Nuclear4 del cual formo parte, in-
tenta tener un papel de coordinación
junto a otros grupos. Intenta sobre
todo educar al gran público. Hace
dos años, en una pequeña ciudad de
Oregón, votaron el presupuesto para
construir una central nuclear. Un
grupo de la universidad local difun-
dió información sobre los peligros
de la energía nuclear e hizo circular
una petición pidiendo la cancelación
del proyecto que fue finalmente pos-
tergado por cuatro años. En muchas
otras ciudades de EE. UU. ha ocu-
rrido lo mismo: Los ciudadanos se
preocupan cada día más de los pro-
yectos por los cuales no han sido
consultados y sobre los cuales se les
informa de manera incompleta. Yo
veo que sucede lo mismo en Europa
donde hay numerosos comités anti-
nucleares que me parecen muy diná-
micos. En California estamos ahora
organizando una campaña para que
voten en junio una moratoria sus-
pendiendo la construcción de cual-
quier central nuclear durante cinco
años. Sabemos ya que los industria-
les de la energía nuclear han previs-
to gastar millones de dólares en con-
tra-publicidad, pero tenemos mucha
confianza. La moratoria de cinco
años representaría una primera eta-
pa: nos permitiría pensar de nuevo
esos problemas y dar una nueva
orientación a la política energética.
4 Committee for nuclear responsa-
bility, 110 East 59th Street, 1100, New
York City.
Una ciencia subversiva
El hecho de que cada vez más gente
se informa sobre estos temas y se
sienta _ directamente interesada, es
muy significativo. Entienden que su
vida y la de sus hijos están amena-
zadas, empiezan realmente a movi-
lizarse. Aquí, el hombre de ciencia
tiene una enorme responsabilidad.
Pienso que ahora para él es una obli-
gación estudiar las implicaciones y
consecuencias de su investigación.
Ya pasaron los tiempos en que se
podía refugiar en su laboratorio y
consagrar a la investigación "puja"
y "objetiva". Un investigador debe
explicar al público lo que sabe, lo
que hace y cuáles son los beneficios
y riesgos de su trabajo. Ningún cien-
tífico tiene el derecho de tomar de-
cisiones en nombre del público. De-
be informar a la gente y ellos tienen
que pedir cuentas a los investigado-
res como a cualquier ciudadano con
responsabilidades.
Estos problemas de contamina-
ción y de desperdicio no sólo con-
ciernen a los países capitalistas. Es-
toy seguro de que Marx estaría ha-
rrorizado viendo lo que ahora es la
Unión Soviética. Sus dirigentes co-
metieron los mismos errores económi-
cos que los de los EE. UU. Cuando
uno estudia los problemas ecológicos
tiene que reflexionar sobre la real
significación de este crecimiento eco-
nómico que se quiere mantener a
todo precio. Si consiste en desparra-
mar por los alrededores los resi-
duos de la industria envenenando así
el aire, la tierra y el agua, tal vez
convendría replantearse esta noción
de crecimiento y tratar de disuadir
a los países del tercer mundo que
nos imitan, para que no cometan los
mismos errores que nosotros. No
tengo ninguna solución inmediata
para proponer.
Las diferentes formas de conta-
minación —pero sobre todo las más
terrible por lo irremediable, la con-
taminación radiactiva— amenazan a
todos los países. Ya no es más una
cuestión de derecha o de izquierda,
sino de vida o muerte. Los gobier-
nos y las grandes compañías indus-
triales van a enfrentarse cada vez
más con problemas de ecología y
podrán resolverlos cada vez menos
en las estructuras políticas clásicas.
En este sentido la ecología es una
ciencia subversiva.O
13
. — — — — _ _ _
I .
31
Situación educacional chilena:
crisis y soluciones
Entrevista a Jorge Tapia Valdés
CIENCIA NUEVAs Quisiéramos que nos expusiera, en
primer lugar, los problemas que se presentan en el cam-
po educacional chileno y, en segundo término, el enfo-
que que su gobierno aplica a su resolución.
Jorge Tapia Valdés: En Chile existe el consenso, la opi-
nión ampliamente mayoritaria —incluso en el propio
medio docente— de que el sistema educativo como
tal ha hecho crisis, que no está a la altura de los
tiempos ni produciendo el tipo de ciudadano que el país
necesita. Por esta razón, y hace ya más de una década,
el gobierno del anterior presidente Frei intentó encarar
algunas reformas en el sistema educacional. Lamenta-
blemente se trató solo de eso: una reforma. Sin entrar
todavía a analizar su contenido tuvo, en el plano de su
implementación, dos inconvenientes principales: En pri-
mer lugar fue una reforma impuesta desde arriba; se
decidió en el Ministerio, a nivel tecnocrático y fue lan-
zada desde allí, sin conocimiento previo por parte de los
sectores docentes afectados, con la ulterior y natural re-
sistencia por parte de los mismos; el segundo inconve-
niente fue que esta reforma se limitó sólo a una fase de
modernización de la educación bajo la inspiración de
pedagogos norteamericanos, lo que determinó además,
la adopción de metodologías extranjeras, apropiadas pa-
ra una sociedad de distinto desarrollo y nivel económi-
co-social que el chileno. Aun así, debemos reconocer que
representó un intento de modificar el sistema educativo
luego de verificar su estado crítico.
Nosotros subimos al gobierno en un momento de fran-
Jorge Tapia Valdés, 35 años, abogado, profesor
de la Universidad de Chile y Ministro de Educación de ese
país, al que representó recientemente en la Vi Reunión
Internacional del CIECC (Comité Interamericano
para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Allí se realizó
esta entrevista.
ca inquietud, tanto por la crisis ya señalada, como por
los resultados negativos de la reforma encarada en el
año 1966. Los estudios realizados, desde un primer mo-
mento, por el Ministerio de Educación bajo el gobierno
de la Unidad Popular, conducen a la realización de un
gran encuentro nacional de docentes, el primer Congre-
so Nacional de Educación, celebrado en diciembre de
1971. En el mismo los docentes del país, casi por una-
nimidad, llegan a una serie de conclusiones muy impor-
tantes que se podrían resumir en lo siguiente: La estruc-
tura educacional chilena es anacrónica y una de las gra-
ves causas de diferenciación social que existe en el país.
Es una estructura anacrónica, porque está fundada sobre
valores, incentivos y contenidos educacionales apropia-
dos para una sociedad rural, no eficaces para una socie-
dad en vías de industrialización con un alto grado de
desarrollo político, como es el caso de Chile. En esta si-
tuación y a causa del distanciamiento que existe con los
países de mayor desarrollo, Chile se ve obligado a apro-
vechar sus capacidades y recursos naturales sobre la ba-
se de tecnologías apropiadas y originarias. Durante años
tuvimos una educación destinada a una élite conductora
de base humanista. Hoy pretendemos llegar a un sistema
educacional destinado a la masa, que lio es una masa que
se deje conducir, sino que es consciente y comprensiva,
no digamos culta, pero sí conocedora, informada y con
grandes posibilidades de adaptación al desarrollo cien-
tífico y tecnológico.
Esta caracterización rural de nuestra sociedad que to-
davía persiste en sectores de nuestro sistema educativo,
ocasiona la existencia virtual dentro del mismo, de dos
corrientes. Una de ellas considera su objetivo cumplido
cuando el individuo que ingresa al primer año de la
educación básica o primaria, culmina su esfuerzo edu-
cativo en la universidad, a la cual todo el sistema se em-
peña en conducir. Pero, cuando el individuo llega a este
punto, se encuentra con que la Universidad no es capaz
14
de recibir a toda la gente que quiere ingresar y de esta
manera se generan grupos cada vez más numerosos de
estudiantes frustrados que han sido educados durante
12 o 18 años para nada, ya que no se encuentran en
condiciones de ingresar al aparato productivo. Tanto en
los casos debidos a incapacidades personales, como los
atribuibles a los déficits del sistema de educación supe-
rior, los estudiantes que no ingresan a la universidad
no tienen otra alternativa que no hacer nada, o algo muy
parecido que es entrar en la burocracia. Esta tendencia
se acentúa todavía más por el predominio de valores que
aún hoy, destaca a la educación superior, de tipo hu-
manista o científico, como el único medio que da real-
mente un status social, que permite al individuo sentirse
realizado. Esta visión se traduce, consecuentemente, en
una valoración disminuida del trabajo manual y técnico.
La segunda corriente apunta a la educación de la ma-
sa en su totalidad, no de una élite. Se enfrentan así dos
visiones distintas; la primera separa dos destinos: Por un
lado, el del hombre que llegará a participar de los equi-
pos que toman las grandes decisiones, porque estudió en
la Universidad; por otro lado, el destino del hombre
que, como máximo, llegará a capataz o jefe de una sec-
ción industrial, porque no tiene estudios. Estas dos co-
rrientes se ven determinadas por causas socio-económi-
cas: la diferenciación de clase, los niveles de ingreso, el
medio ambiente hogareño, etc., que determinan que só-
lo los niños pertenecientes a una minoría se desarrollen
plenamente, ya desde los primeros meses de vida, des-
de el punto de vista psico-biológico. En consecuencia,
serán ellos los más capaces, los más desarrollados, los
que en la lucha podrán llegar hasta arriba. El chico que
proviene de la clase trabajadora o de un medio rural no
podrá desarrollarse de la misma manera porque no reci-
be la cantidad adecuada de proteínas, y porque su hogar
no le aporta intelectualmente; no mantiene discusiones
que lo motiven o incentiven ni desarrollen su. imagina-
ción. Los que eran iguales al nacer, a los dos años de
vida ya son profundamente distintos. Es este panorama
de la educación chilena que queremos cambiar.
C. N.: ¿Qué medidas concretas se han encarado para
hacerlo?
J.T. V.: Hemos concebido un sistema escolar, de tipo
regular, distinto, que denominamos Escuela Nacional
Unificada. Hace un año que lo estamos elaborando y
justamente queremos que 1973 se llame el año de la
E. N.U., porque durante el mismo se prepararán los pla-
nes y programas que se están discutiendo a todos los ni-
veles; se buscará el consenso de todos los sectores do-
centes y se los preparará para que en el año 74 lo pon-
gan en práctica.
€. N.: ¿En qué consiste fundamentalmente el plan de
h E.N.U.?
J. T. V.: Es un sistema de escuela único. Toma al niño
para que después de 10 o 12 años de estudio, el joven
pueda optar entre seguir su estudio en una Universidad
o ejercer un cargo de técnico de mando medio para el
cual ya se lo ha preparado durante esos años, durante
Está a favor de
la Enseñanza
Privad
V
m i
los cuales habrá recibido una educación humanista y
científica, pero unida al trabajo y al aprendizaje tecno-
lógico. Este plan es un esfuerzo por unir en la escuela
y en torno a ella, teoría y práctica, estudio y trabajo. El
joven estudia Ciencias Sociales y Exactas, pero además
va al laboratorio o a la fábrica de la industria donde
realiza sus prácticas. Una tarea fundamental es modifi-
car el nivel que ocupa en la escala valorativa el trabajo
en general y dentro de éste el trabajo manual. No desea-
mos convertir a todo el país en un conjunto de obreros,
sino_ establecer un nivel de conocimiento y práctica a
partir del cual, si se desea, se pueda seguir adelante. No
es un esfuerzo romántico ni idealista, ni siquiera una
perspectiva que se pueda llamar "socialista". Si bien es
cierto que en países socialistas hay esquemas educativos
similares, también se incluyen en informes —tan actua-
les y serios como en el Aprender a hacer, emitido por
la UNESCO, fruto del trabajo de una comisión que in-
tegraba Felipe Herrera y cuyas conclusiones son simila-
res a las nuestras.
Paralelamente al proyecto de la E. N. U. buscamos
robustecer la educación pre-escolar, para otorgarle a los
niños todo aquello que, debido a las diferencias socio-
económicas, nunca tuvieron: no sólo más proteínas, sino
también más ideas, más conversación, más mundo, de lo
cual forman parte por ejemplo, las vacaciones que nunca
tuvieron.
Por otro lado, nos planteamos la educación de los
trabajadores que no debe confundirse con el adiestra-
miento de obreros, que es la tendencia de los desa-
rrollistas. De la clase trabajadora, y a través de la E. N.
U., surgirá una nueva intelectualidad, distinta a la que
suponen la orientación liberal y los esquemas educacio-
nales típicos de nuestros países occidentales; una nueva
intelectualidad, con una escala diferente de valores, de
contenido esencialmente moral, espiritual y no material.
De esta manera, el trabajador chileno tendrá la posibi-
lidad de desarrollarse en forma plena e integrarse social-
mente, será capaz de armar y desarmar su máquina, pero
además, podrá adaptarse a la nueva tecnología que reem-
plaza a la anterior y participar en su creación; aprender
música, valorar un cuadro, escribir sobre sus compañe-
ros o su país; tendrá capacidad de creación. Yo creo que
los países capitalistas dependientes, han perdido en to-
dos los planos. Nosotros queremos abrir las compuertas,
a los obreros, dejarlos crear y aportar, haciéndolos cons-
15
Qué opinas de la
Reforma Educa-
tiva ?
I y
cientes de que ellos y no el empresario, son el motor
de la sociedad, los protagonistas de la historia.
C. N.¡ ¿Cuál es la situación universitaria en este mo-
mento y en relación al nuevo enfoque educativo?
J. T. V.: Hasta ahora, la estructura universitaria chilena,
pese a las reformas habidas en los últimos cinco o seis
años, se asemeja a lo clásico. La reforma universitaria
en Chile significó, en realidad, una variación en relación
a los centros de poder. Se dio participación al sector es-
tudiantil y al del personal trabajador no docente. Hoy
los organismos directivos están integrados por esos dos
sectores y un tercero formado por los académicos. La
Universidad se democratizó, pero ello no fue seguido de
modificaciones reales en cuanto a los objetivos y los
métodos de la enseñanza actual. Si bien es cierto que
las antiguas facultades se suplantaron por departamen-
tos y que la Universidad de Santiago, que era un gran
monstruo se subdividó en cuatro sedes, estos cambios
corresponden a un terreno formal. La Universidad chi-
lena se halla en una posición destacada entre las del
continente. Cuando se reconoce la crisis educativa, la
Universidad, a nivel nacional, trata de remediarla exten-
diéndose sobre todo el nivel de las provincias. Al hacer-
lo, no eleva su nivel de enseñanza, ni siquiera lo man-
tiene, sino que se desciende el mismo al tratarse de lle-
nar la brecha existente entre la educación secundaria y
superior. La situación era tal que de los institutos se-
cundarios no salía un nivel capaz de ser bien absorbido
por la Universidad antigua y liberal; entonces se crea-
ron, en las provincias y a todo lo largo de Chile, verda-
deros politécnicos, para carreras medias. ¿Qué se for-
maba allí? Un poco el técnico de mano medio que no-
sotros pensamos formar en la E. N. U. que sería para
dar un ejemplo en un área específica un hombre inter-
medio entre un obrero y un ingeniero. Sin embargo, es-
te gran esfuerzo significó la distracción de recursos hu-
manos y materiales que la universidad pudo emplear en
otro ámbito. Esto no es criticable, si comprendemos la
causa que llevó a las Universidades a hacer este esfuer-
zo, pero tampoco podemos pretender que ésto sea una
real reforma de la Enseñanza Superior; es casi una gene-
rosidad, por parte de la misma, para hacer lo que el sis-
tema oficial a nivel de Enseñanza Media no pudo lograr.
Por otra parte Chile se caracteriza por un alto grado de
autonomía universitaria que las universidades chilenas
son muy celosas de mantener. Ningún gobierno preten-
dería quebrarla y, entonces, esto significa que el minis-
terio de Educación no mantiene una relación directa con
el nivel universitario. Incluso durante los dos últimos
años se han perdido hasta las relaciones de tipo presu-
puestario que anteriormente habían ocasionado grandes
desventajas a la Universidad. De manera que hasta hace
muy poco existió una gran incomunicación entre los dos
niveles que yo, en el plano de mi gestión, estoy tratan-
do de superar, ya que los planes que nosotros hagamos
a nivel de nuestra enseñanza repercutirán necesariamen-
te en las políticas universitarias. En el momento en que
todos los que lo deseen puedan ingresar a la Universi-
dad, ésta, de hecho, tendrá que rectificar o modificar su
política. Probablemente y de este modo, podrá perder su
carácter profesionalizante y dedicarse a profundizar en
el terreno de las ciencias exactas y sociales, elevando su
nivel. En países como los nuestros, la desazón de profe-
sionales de aquellas carreras muy concurridas, deviene
de una formación estática que ocasiona que puedan ser-
vir a una única y determinada función. Una vez que se
supere la crisis del sentido actual de la profesión liberal
tendremos una educación superior que permita la adap-
tación del universitario a diversas actividades, aportan-
do el máximo de su capacidad.
C, N,: Usted acaba de regresar de Mar de Plata, don-
de asistió a la reunión del Comité Interamericano para
la Educación, la Ciencia y la Cultura. ¿Cuál es su eva-
luación de esa reunión?
J. T. V.: Con toda sinceridad, creo que la Conferencia
110 resultó todo lo productiva que esperábamos. Las de-
liberaciones, a nivel de organismos internacionales, siem-
pre son muy largas. Se reúnen innumerables comisiones
que realizan una serie de estudios e informes que recién
van a conformar la base de las discusiones concretas. El
proceso es muy dilatado y en relación con el costo y el
tiempo empleado, el resultado obtenido es muy magro.
Tengo que reconocer que los planes que presentó mi
país, apoyados por organismos de la OEA, tuvieron
bastante éxito, pero uno de los temas principales de es-
ta reunión, según se me había anunciado, era una virtual
variación de política para evitar que se repitan, por parte
del organismo cultural de la OEA, esfuerzos que ya
realizan debidamente otros organismos internacionales.
La resolución sobre este punto no ha sido clara. Por
otra parte, se conoció un informe rendido por una comi-
sión acerca de la importancia de la educación extraes-
colar. Este informe, valioso pero poco profundo, será
considerado por los gobiernos.
Nosotros esperamos que, en nuestra próxima reunión,
la OEA adopte alguna decisión concreta para reunir
multilateralmente recursos que permitan provocar en
nuestras naciones una expansión real, de magnitud, de
los sistemas educativos.
Hemos comprometido nuestro apoyo para que así sea,
y además, hemos ofrecido nuestra capital, Santiago, co-
mo sede para la VI Reunión del CIECC, donde tenemos
la esperanza de que puedan concretarse decisiones im-
portantes. O
16
Fragmentos del discurso pronunciado por el Ministro Tapia Valdés ante la Quinta Reunión
Internacional del Comité Interamericano para la Educación, la Ciencia y la Cultura:
"La inclemente naturaleza ha enseñado al pueblo
chileno a ser humilde, austero y digno. En ese
estado de espíritu me dirijo a ustedes para recor-
dar que hace sólo unos días el Presidente de la Re-
pública de Chile, Dr. Salvador Allende, pronunció
un trascendental discurso en el seno de la Naciones
Unidas, para describir con claridad meridiana la
crítica situación social y económica de los países
del llamado "Tercer Mundo".
"El Dr. Allende señaló que nuestros países de-
ben ser objeto de urgentes y profundas transfor-
maciones a fin de poner término a la actual e in-
justa división del trabajo a que se nos ha conde-
nado en el plano internacional, y poder cubrir o
disminuir la gran brecha económica, científica y
tecnológica que separa las naciones opulentas de
las que están en vías de desarrollo. El sello dis-
tintivo de esa intervención fue su invocación al
"Tercer Mundo" para una toma común de con-
ciencia y para el ejercicio de una acción colectiva
y coordinada de enfrentamiento con los pueblos
del subdesarrollo. La acción aislada e inconexa es
débil y puede ser aplastada por la simple presión
comercial, financiera o judicial de una empresa
transnacional. Creemos firmemente que todas las
deliberaciones y acuerdos de esta Conferencia de-
ben hacerse dentro de este marco de referencia".
"La aplicación de nuevas modalidades educati-
vas nos conducirá, así, a la concepción moderna de
la sociedad como agencia educativa, donde todos
sus elementos integrantes ejercen sobre el indivi-
duo una acción informadora y formadora. Es en-
tonces cuando aflorará el compromiso real que
existe entre el individuo, la educación, la sociedad,
para promover social y profesionalmente todo
aquello que se encuentra comprometido a la vez
en el proceso educativo y en el productivo".
"Frente a esta realidad creemos honesto expre-
sar nuestra preocupación por lo que parecería ser
una tendencia de los organismos técnicos inter-
nacionales el tratar por separado los problemas
educativos de los problemas científicos y tecnoló-
gicos. Estamos convencidos de que la manera de
crear una tecnología adecuada a nuestro estado de
desarrollo, sea ella originaria o adaptación de ad-
quirida, no puede consistir en la sola asignación
de recursos a centros de excelencia porque ello
no garantiza ni su orientación ni su eficacia. La
escasez de recursos y el tiempo que obran en con-
tra nuestra en esta materia solo puede ser suplida
por el compromiso total de nuestros pueblos me-
diante la plena identificación del desarrollo eco-
nómico social con las aspiraciones de justicia so-
cial y por la vía de fundir, dentro del sistema edu-
cativo la teoría con la práctica y el estudio con el
trabajo".
"Señores Delegados, nuestro país se vería alta-
mente honrado si vosotros quisierais aceptar nues-
tra invitación oficial, que mantendremos mientras
otra nación hermana no haga valer su mejor de-
recho, a fin de que la VI Reunión del Consejo In-
teramericano de la Educación, la Ciencia y la Cul-
tura, se celebre en Santiago de Chile. Anhelamos
la presencia de los señores Delegados de Chile por
exigencia de nuestra amistad y solidaridad con los
pueblos de la América que emerge. Necesitamos
la presencia de los señores Delegados en nuestro
pueblo para que sepan y comprendan que estamos
luchando por dar una mayor dimensión al proce-
so educativo. Primero enseñábamos a nuestros
hijos para que se ganaran la vida; luego, hemos
tomado conciencia que debemos formarlo para
que sepan aprender. Nos hemos comprometido en
seguida en la labor de enseñarlo para que apren-
dan a ser. Mañana, aspiramos a enseñarles para
que aprendan a ser felices".
Reapertura de la carrera de licenciado en Administración
Pública en la Universidad del Salvador
La demanda de profesionales es-
pecializados en problemas de ad-
ministración pública viene cre-
ciendo constantemente a medida
que se extiende el campo de inter-
vención del estado en la vida so-
cial. Ante el pedido reiterado de
estudiantes y graduados, la Uni-
versidad del Salvador ha dispues-
to la reapertura de la Licenciatura
en Administración Pública, carre-
ra que se dictará a partir de este
año dentro de la Escuela de Cien-
cia Política. La inscripción se ha-
lla abierta a graduados universi-
tarios —quienes deben cursar dos
años de estudio— y a estudiantes
no graduados para quienes la du-
ración total de la carrera es de
cinco años. Para informes e ins-
cripciones, dirigirse a la Secreta-
ría de la Escuela en Hipólito Yri-
goyen 2441 o al teléfono 47-3546.
17/
Humor (jÍRflMÍREzir)
Julio Moreno
Conferencia "Antonio Cetrángolo" - 1972 *
Acerca de la
• •
terapia intensiva respiratoria
Aquiles J. Roncoroni
Es este un nuevo acto de agradecimiento a Antonio
Cetrángolo por su trayectoria médica y humana. Sus
méritos no pueden quizás ser suficientemente desta-
cados por quien sólo alcanzó a conocerlo muy breve-
mente en el Hospital de Vicente López o en la Pena
de Neumonología de la calle Río Bamba. Sin embargo
quisiera señalar su amor por la libertad que posible-
mente lo llevó a ser perseguido, por la educación co-
mún que inspiró su creación en Córdoba del Colegio
Libre de Cultura Popular y por los enfermos humil-
des y el Hospital Público que puede ser bien com-
prendido por aquellos que le hemos dedicado la mejor
parte de nuestra vida médica.
La historia de la terapia intensiva respiratoria nos
es contemporánea. En 1952 la extendida epidemia da-
nesa de poliomielitis respiratoria hace ver la necesidad
de la existencia de unidades especializadas. Hasta
1956 no había en nuestro medio ni conocimientos ni
organización adecuada; eso explica las muertes por
poliomielitis respiratoria aguda de ese verano y las
dificultades para atender los pacientes, muchos de los
cuales sólo salvaron la vida por la dedicación perma-
nente de médicos y enfermeras, con más devoción que
conocimientos o recursos instrumentales. No había
tampoco métodos de laboratorio disponibles para diag-
nosticar la insuficiencia respiratoria. La situación ha
cambiado mucho desde entonces. Hace 10 o 15 años,
cuando yo discutía la necesidad de la difusión de las
Unidades de Terapia Intensiva (U.T.I.), se me con-
testaba que eran muy caras y no redituables. Hoy en
día la actitud es inversa y por lo menos hay algún
cartel con el nombre de U.T.I. en casi todos los lu-
gares públicos o privados de asistencia médica. Quiero
adelantar que el cartel no garantiza lo que se hace en
su nombre. Pero esto es bien conocido para todas las
actividades humanas. Quiero también expresar lo que
debería haber detrás del cartel (Tabla 1).
Creo que si se quiere sintetizar lo que es T. I., yo
diría que es una actitud médica de vigilancia perma-
nente sobre una serie de funciones vitales: respirato-
ria, renal, circulatoria, neurológica y otras, acompa-
ñada de la capacidad técnica e instrumental y de cola-
boración necesario para la intervención. Con respecto
a esta última un error común es el pensar que las
U.T.I. están para intervenir solamente. Era dado es-
perar y así ha ocurrido en nuestro país, como antes
en otros, que la eclosión brusca de U.T.I. produjera
su propia patología por exceso de intervención. En
este sentido quisiera referirme solamente a la intuba-
ción traqueal innecesaria, la hiperventilación mecánica
y el uso indiscriminado de 0 2 y antibióticos. También
puede haber errores por defecto.
Las ideas actuales con respecto a ciertas entidades
han variado totalmente. Hace casi 10 años1 publicá-
bamos nuestra experiencia en el tratamiento de la
insuficiencia respiratoria por bronquitis y/o enfisema
y destacábamos que la indicación de asistencia respi-
ratoria mecánica (ARM), en la gran mayoría de los
pacientes estaba condicionada por la presencia de en-
cefalopatía respiratoria. Hoy en día la restricción es
mayor y aun en pacientes con cuadros neurológicos
graves, se agotan las instancias de tratamiento médico
antes de llegar a la asistencia ventilatoria. Evolución
similar ha seguido la ARM en el mal asmático: la
comprobación de hipercapnia, que evidentemente agru-
pa a los pacientes de mayor riesgo, era antes indica-
ción precisa de intubación traqueal.2 Hoy día los efec-
tos, a veces casi mágicos, de las dosis masivas de hi-
drocortisona y el rápido decrecimiento de la hipercap-
nia cuando se alivia la obstrucción de la vida aérea,
en pacientes sin daño severo del pulmón, nos inclinan
a una mayor tolerancia. Esta conducta es solo apli-
cable en centros donde una atenta e ilustrada vigi-
lancia permita modificarla en cualquier momento que
19
Tabla 1 Actividad permanente
Médicos
Terapia intensiva respiratoria Presencia permanente
Requisitos mínimos
Personal enfermería
Kinesiólogos
Internación mínima 4 pacientes
Laboratorio bioquímico y radiología permanente
Medicación urgencia - O2
Respiradores "disponibles" para 75 % de los pacientes
Monitoreo E. C. G. 50 % de los pacientes
Espirómetros - humidificadores
parezca necesario. Debe ser evidente que se opta por
lo que se considera el mal menor y que la conducta
inversa, intubación precoz, se indica en aquellas en-
fermedades donde el riesgo de muerte súbita parece
aun mayor. Me refiero a los pacientes en coma pro-
fundo por cualquier causa, en los postoperatorios,
traumatismos importantes de tórax, trastornos neuro-
musculares diversos, etc. En estas últimas entidades,
y con gran trabajo, hemos logrado hacer ver que en
estos pacientes sin neumopatía, la indicación de intu-
bación está dada por la observación de incapacidad
ventilatoria y tusígena de determinada magnitud. Si
en cambio s_e pretende aguardar la aparición de insufi-
ciencia respiratoria (v. gr. hipercapnia e hipoxemia)
se pueden perder muchos pacientes. Esta conducta
rige sobretodo respecto a enfermedades tales como la
polineuritis, la poliomielitis, las distrofias musculares
y otras de evolución prolongada o relativamente irre-
versibles. Son dignas de mayor atención aquellas don-
de la terapéutica médica exitosa puede producir rá-
pida mejoría, como la miastenia grave. Sin embargo
esta última es también una buena fuente de iatroge-
nia por el uso excesivo de anticolinesterásicos ante una
crisis paralítica no suficientemente estudiada.3
La intubación traqueal, frecuentemente indispensa-
ble, no cursa sin producir patología local. A veces las
secuelas laríngeas y sobretodo sub-laringeas, son de
difícil tratamiento quirúrgico. No es fácil sentar cri-
terios de prevención dado que hemos visto lesiones
usando todos los aconsejados. Sin embargo 110 deben
usarse tubos demasiado gruesos, deben cambiarse dia-
riamente y vigilarse la aparición de inflamación larín-
gea para sustituir la intubación por una traqueotomía.
Es de destacar que los lactantes toleran largos perío-
dos de intubación aparentemente sin consecuencia En
este sentido es también bueno saber que la estenosis
sub-lanngea moderada no es diagnosticable por las
pruebas ventilatorias más comunes, pues sólo la zona
de altos flujos espiratorios puede estar amputada
Creemos por ello que es difícil asegurar la ausencia
de secuelas post-intubación sin utilizar técnicas, tal
como el estudio de la curva de flujo-volumen 'pul-
monar, que permitan estudiar el comportamiento de
flujos espiratorios e inspiratorios a lo largo de todos
los volúmenes pulmonares.
Si bien puede considerarse adquirido el conocimien-
to de las ventajas de la oxigenoterapia controlada en
las neumopatías obstructivas,4 no ocurre lo mismo con
respecto a las elevadas concentraciones de 0 2 usadas
20
durante la ARM. Me atrevo a decir que en nuestro
medio se desconoce en gran medida la concentración
de^ 0 2 que se utiliza dado que los aparatos mas co-
múnmente usados son los de presión constante que
no permiten una regulación precisa. Más aún, las con-
centraciones de 0 2 aumentan en la proporción directa
al grado de obstrucción de la via aérea. Por otra parte
ante neumopatías graves, acompañadas de hipoxemia
refractaria, es común el uso prolongado de concentra-
ciones próximas al 0 2 puro. Sin embargo es bien sa-
bido 0 que este es capaz de agregar lesiones graves de
edema pulmonar, seguidas por cuadros proliferativos
con daño persistente.
Hasta hace pocos años las infecciones por gérmenes
Gram-negativos en pacientes graves en terapia inten-
siva constituían un problema mundial. En Estados
Unidos se ha descrito (! una incidencia de bacteriemia
con gérmenes Gram-negativos en el 1 por ciento de las
internaciones hospitalarias. Si se acepta una mortalidad
del 30 por ciento, es posible estimar que anualmente
alrededor de 70.000 pacientes puedan perder su vida
por esta causa en este país. Predominaban entre ellas
las aparentemente causadas por la Pseudomonas aeru-
ginosa, la Klebsiella pneumoniae y el bacilo Proteus.
Nuestra situación era similar y en la Tabla 2 pueden
observarse los gérmenes hallados al ingreso 7 en 528
pacientes internados en nuestro Centro. Por otra parte
pacientes con cultivo de secreciones traqueales nega-
tivo, se infectan rápidamente con bacilos Gram-ne-
gativos (Tabla 3). Como algunos de estos gérmenes
son saprofitos comunes en la piel, su simple presencia
no es sinónimo de patogenicidad.8 Cuando hay signos
evidentes de infección pulmonar (Tabla 4) tampoco
es absolutamente seguro que los bacilos Gram-negati-
vos de la tráquea sean los causantes. Esta aseveración
se basa en el hallazgo en ocasiones de gérmenes Gran-
positivos en el pulmón de sujetos muertos con un cul-
tivo puro de bacilo piociánico en la tráquea. En la
labia 4 se sintetiza nuestra conducta. Debemos agre-
gar que la presunción clínica o el hallazgo ocasional
de un germen distinto a los contaminantes habitua-
les, obliga al uso de los antibióticos adecuados. Esta
conducta se basa en que el predominio de los bacilos
wan-negativos impide el cultivo de otros gérmenes que
podrían estar sin embargo presentes en los tejidos. La
situación ha impulsado a la realización de técnicas más
agresivas, como la punción pulmonar, con fines de
diagnostico bacteriológico y a la comparación con los
cultivos de trozos de pulmón obtenidos en la necrop-
Tabla 2 %
Cultivos de 528
Negativo 27
Cultivos de 528 Pseudomonas aeruginosa 22
pacientes Pseudomonas y enterobacterias 7pacientes
Pseudomonas y staphilococcus 2
Klebsiella pneumoniae y enterobacterias 7
Proteus 5
Staphilococcus coagulasa4* 8
Candida albicans 3
Coliformes 9
Otra flora 10
sia.° Actualmente la situación mundial ha cambiado
gracias a medidas diversas sintetizadas en la Tabla 5.
Creemos que la supresión del uso profiláctico de anti-
bióticos en los pacientes en equilibrio inmunológico in-
estable y expuestos a fácil contaminación, es de gran
importancia.3-0 En ese aspecto hemos suprimido con
éxito su uso en el mal asmático, los comas tóxicos, los
pacientes neuromusculares y otros. Queda sin embargo
mucho camino por recorrer en el cual pueden figurar
los intentos de inmunización contra gérmenes Gram-
negativos, la manipulación de la flora normal, el uso de
drogas que inhiben la síntesis del antígeno somático
bacteriano o que modifiquen la resistencia bacteriana
a los antibióticos, etc.11
Frente a toda esta patología por exceso de activi-
dad, pensamos puede haber otra por defecto, originada
en una posición indebidamente pesimista. Es así que
frecuentemente no nos esforzamos suficientemente en
la decompresión médica (hiperventilación, corticoides
y diuresis osmótica) como antecesora de la decom-
presión quirúrgica de pacientes con hematomas cere-
brales, con posible hernia del lóbulo temporal y su-
frimiento del cerebro medio. Creo que en muchos de
estos pacientes se desprecian posibilidades de recupe-
ración que han sido recientemente señaladas.12
Hasta hace poco tiempo se trataba también con de-
fecto una serie de cuadros caracterizados fundamen-
talmente por hipoxemia grave refractaria a la inhala-
ción de O2. Recientemente estos cuadros (insuficiencia
respiratoria subsiguiente a traumatismos, colapso cir-
culatorio, perfusión extra-corpórea, sepsis, edema pul-
monar, uso de O2 puro, embolia grasa, neumonía viral
y aspirativa, etc.) se han englobado bajo el nombre
de trastorno respiratorio agudo del adulto.13 Poco
tiempo después, ante la comprobación de volúmenes
pulmonares disminuidos atribuidos al colapso alveo-
lar, se propuso el uso de presión positiva continua,14
técnica empleada hace años en el pulmón congestivo.
Este método resulta en rápida mejoría de la hipoxe-
mia, permite el uso de menores concentraciones de
O2 evitando la posibilidad de lesiones hiperoxicas y
probablemente contribuya a la recuperación pulmonar
dificultando el colapso alveolar.
Finalmente, existen algunas entidades en que el ex-
ceso en una terapéutica se combina con el defecto en
otros aspectos. Me referiré, sdlo a dos de las más
notorias. Son bien conocidas las estadísticas interna-
cionales y argentinas15 respecto a los extraordinarios
resultados del tratamiento sintomático y la diuresis
forzada en el coma producido por la ingestión de hip-
nóticos u otras drogas depresoras con fines suicidas.
Este optimismo se perturbó localmente ante un re-
punte notable en la mortalidad10 que coincidió con
el auge del lavado gástrico preconizado por los toxi-
cólogos. En la mayoría de los fallecidos en nuestro
Centro, se comprobó el antecedente del lavado y se
halló contenido gástrico en la vía aérea. Es bien sa-
bido 17 que la neumopatía aspirativa tiene un eleva-
dísimo porcentaje de mortalidad y que se exagera con
el volumen del líquido aspirado. Sólo nos resta espe-
rar que prime la cordura y se suspenda la promoción
inexplicable de un método, abandonado hace muchos
%
Tabla 3 Pseudomonas aeruginosa 11.9
pseudomonas y proteus 5.6
142 pacientes con examen
inicial negativo se infectan con:
Pseudomonas y coliforme 2.1
142 pacientes con examen
inicial negativo se infectan con:
Klebsiella pneumoniae
Proteus
5.0
11.0
Coliformes 4.0
Staphilococcus Coagulasa+
2.8
Bacilos gram negativos 2.8
Estreptococos 2.0
Candida albicans 2.0
Total 49.2
21
Tabla 4
Infecciones con gérmenes
Gram negativos
a) Presencia en secreciones bronquiales no es sinónimo
de infección.
b) (a) + secreciones purulentas, fiebre, leucocitosis +
radiología patológica no significa necesariamente in-
fección por gram negativos. Puede significar neumo-
patía por germen no cultivable en presencia de gram
negativos.
c) (b) + hemocultivo positivo para gram negativos. Re-
quiere tratamiento con antibióticos adecuados.
d) Debe usarse antibiograma de dilución con niveles si-
milares a los obtenibles con las drogas usadas.
años y responsable que la mortalidad haya pasado del
2.4 por ciento, registrada en 1968 15 al 26 por ciento
obtenida en la serie de pacientes asistida en 1971.16
La otra entidad es el traumatismo no penetrante
de tórax, motivo habitual de discusión con los ciru-
janos. Sostenemos que la lesión pulmonar subyacente
es la causa habitual de insuficiencia respiratoria post-
traumática y que ella no se mejora con la reparación
de la arquitectura torácica. Sostenemos también que
la respiración paradojal es totalmente controlada por
la ARM y que la experiencia, nuestra y ajena, de-
muestra que la capacidad ventilatoria luego de la re-
cuperación es normal en los pacientes no operados.
Todo ello nos lleva a contraindicar habitualmente la
cirugía, salvo en los casos donde se comprueban le-
siones vasculares o del pulmón, no tratables en forma
conservadora.
La actuación de las U.T.I. ha permitido la apari-
ción de algunas patologías nuevas; quiero referirme
solo a dos de ellas. Es frecuente que pacientes con
neumopatías aspirativas, neumonitis virales extensas,
o bronconeumonias difusas puedan sobrepasar el pe-
ríodo agudo gracias a las técnicas hoy en uso. Sin
embargo, días o semanas después, muchos de estos
pacientes fallecen con un cuadro de insuficiencia res-
piratoria intratable.15 Según el tiempo de su evolución,
pueden encontrarse en la necropsia lesiones de fibrosis
pulmonar y resulta difícil saber si se trata de la re-
paración con secuela del cuadro original o de lesiones
que puedan ser secundarias a la terapéutica, como
pueden ser las proliferativas que siguen a la fase
exudativa inicial del pulmón hiperóxico.
La segunda es la presencia continuada de pacientes
con lesiones cerebrales aparentemente irreversibles,
con función circulatoria mantenida gracias a la ARM.
La dificultad para establecer el diagnóstico de muerte
ha motivado el intento de la Universidad de Harvard
(Tabla 6) y luego el denominado "Estatuto de la
Muerte" de Kansas (Tabla 7) primer texto legal al
respecto. El reparo inicial a su respecto es que con
el juicio de un sólo médico se pronuncie la muerte,
pero el más importante es que esta debe ser una deci-
sión médica, de acuerdo a standards profesionales y
no una definición legal. Queda además una circuns-
tancia de decisión difícil y es que en algunas situa-
ciones, tal como luego de una detención circulatoria,
es frecuente que retorne la respiración espontánea y
los reflejos espinales y aun del tallo cerebral en pa-
cientes con muerte cortical. Es en estos pacientes don-
de se hace más difícil una definición, la que trata de
establecerse por el estudio de la presencia de poten-
ciales corticales evocados o aun la biopsia de lóbulo
occipital. En ellos podría aplicarse la parte 2) del Es-
tatuto de Kansas, pero no hay un respirador cuya ac-
tividad pueda detenerse.
Conviene mencionar las extraordinarias posibilida-
des de educación e investigación médica que se pre-
sentan en la U.T.I. Trastornos funcionales de grave-
dad inusitada aparecen en un lugar donde la concen-
tración de recursos humanos e instrumentales, así co-
Tabla 5
Medidas preventivas
1)
2)
No usar antibióticos con carácter profiláctico en pa-
cientes en equilibrio inestable internados en U. T . I.
Prevenir las condiciones favorecedoras de la coloni-
zacion.
a) Mejoría mecanismos inmunológicos
Revisión uso inmunosupresores y corticoides
¿Suministro inmunoglobtilinas?
¿Transfusión leucocitos?
Prevenir el ingreso de gérmenes
Ventilación ambiental (Estafilococo)
Supresión contactos infectantes (gram negativos)
Manos, cateteres, humidificaciones respiradores
3) No tratar los cultivos sino los pacientes.
b)
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  • 1. Mortalidad infantil Política educativa chilena Leí energía envenenada
  • 2. i i
  • 3. 3 Mortalidad infantil Política educativa chilena La energía envenenada Año III / N ? 2 2 / Marzo 1973 / Buenos Aires Revista de ciencia y tecnología Av. Roque Slúenz Peña 825, 9" piso, Of. 93 - Buenos Aires Tel.: 4S-7175 5 Las muertes infantiles en la Argentina José Carlos Escudero y Florentino García Scarponi 8 La energía envenenada John W. Gofman 14 Situación educacional chilena: crisis y soluciones Entrevista a Jorge Tapia Valdés 19 Acerca de la terapia intensiva respiratoria Aquiles J. Roncoroni 28 Cultura, ciencia política y dependencia Carlos P. Mastrorilli 39 Por una política científica y tecnológica nacional Comité independiente de científicos, universitarios y profesionales de apoyo a la Alianza Popular Revolucionaria 46 En el quinto centenario de Copérnieo José Babini 49 Tecnología sobre caminos de hierro Horacio Speratti 55 La dependencia: lo que es del César y lo que es de Dios Dante Caputo 3 Editorial: Después de Vietnam. Argentina 1973 18 Humor Nuevo 36 Novedades de ciencia y tecnología 41 Libros nuevos 42 Comentarios de libros 45 Fundación José M. Aragón: Becas externas para argentinos 54 Juegos matemáticos 57 Correo del lector 64 Metegol De las opiniones expresadas en los artículos firmados son responsables exclusivos sus autores.Problemas de Go 1
  • 4. Nuestra tapa La portada de esta edición fue realizada especialmente para CIENCIA NUEVA por Barbe, un dibujante francés que estableció comunicación con el público de su país a través de Satirix y Politique Hebdo. Ilustra ahora regularmente en La Recherche y recientemente sus dibujos han encontrado ubicación en la revista norteamericana Playboy. Omisiones Tecnología y Sociedad, el trabajo de Mario Kame- netzky publicado en Ciencia Nueva N? 21, pági- na 25, corresponde a una conferencia pronunciada en la sesión inaugural del Congreso Mundial "La Ingeniería al servicio del hombre", realizado en se- tiembre de 1972 en París, Francia. En el mismo nú- mero, páginas 43 y 44 la omisión fue más grave: la declaración de la Asociación Gremial de Inge- nieros de Buenos Aires (AGIBA) que incluye un cupón al pie, carece de dirección adonde enviar ese cupón. La dirección es: Chile 1481, Buenos Aires. Errata En Ciencia Nueva N? 21, página 54, correspon- diente al trabajo de Mario Bunge, Modelo del dile- ma electoral argentino, en la primera columna, el valor de Eficacia E2 correspondiente a Peronistas es de 0,33, como resulta del cálculo elemental allí detallado. Es una publicación de Editorial Ciencia Nueva S.R.L., Av. R. Sáenz Peña 825, 9? P., of. 93, Buenos Aires, República Argen- tina, Tel.: 45-7175. Distribuidores: en la República Argentina Ryela S.A.I.C.I.F. y A., Paraguay 340, Capital Federal, Tel.: 32-6010 al 29; en Capital Federal, Vaccaro Hnos., S.R.L., Solís 585, Capital Federal. Impreso en Talleres Gráficos DI- DOT S.C.A., Luca 2223, Buenos Aires. Precio del ejemplar: ley 18.188 $ 5 (m$n. 500). Suscripciones: Argentina, ley 18.188 $ 50 (m$n. 5.000) por doce números; Uruguay, $ 3000, exte- rior, por vía ordinaria, u$s. 15 anual. Registro de la propiedad intelectual n? 1.049.414. Hecho el depósito de ley. Derechos reservados en castellano y cualquier otro idioma para los_ tra- bajos originales, y en castellano para colaboraciones traducidas. 2 Director Ricardo A. Ferraro Director Adjunto Hebe Mitlag Asesores Héctor Abrales Hernán Bonadeo Daniel Goldstein Roberto Lugo Jorge Schvarzer Ricardo Schwarcz Secretario de redacción Horacio Speratti Redacción Lucía Bonadeo Katia Fischer Ana Tedeschi Patricia Walsh Diseño gráfico Isabel Carballo Dibujo Fernando Díaz María Angélica Peña Humor Julio Moreno Suar Secretaría María Susana Abrales Rodolfo D'Amario Corresponsales Jerusalén: Eduardo Fischbein Londres: Eduardo Ortiz Los Angeles: Julio Moreno México: Jaime Kravsov Montevideo: Juan Arturo Grompone Nápoles: Esteban Levialdi París: Alain Jaubert - Beatriz Ottonello San Pablo: Ricardo Albizuri Santiago de Chile: Juan Pablo Schifini
  • 5. Después de Vietnam La derrota militar y política de los Estados Unidos en Vietnam constituye un hito en la historia de la humanidad. La guerra de Vietnam se caracterizó siem- pre por su asimetría: los objetivos y los métodos utili- zados por los contendientes fueron cualitativamente diferentes. Esta asimetría llevó a los Estados Unidos a una orgía de destrucción, a un genocidio planificado que sólo es comparable con el perpetrado por la Ale- mania nazi. Pese a la larga lista de atrocidades a que se sometió al pueblo vietnamita —guerra biológica, guerra química, el uso sistemático de armamentos pro- hibidos por los acuerdos internacionales y el exterminio directo de la población civil— la República Democrá- tica de Vietnam y el Frente de Liberación Nacional resultaron victoriosos moral, política y militarmente. El reconocimiento por parte de los Estados Unidos y del gobierno de Saigón de la existencia de un solo Viet- nam y del compromiso de concretar la unidad política y geográfica de la nación de acuerdo a lo establecido por los Acuerdos de Ginebra son índices elocuentes de esta victoria. El derrotado fundamental de la guerra de Vietnam no fue el ejército expedicionario norteamericano sino la totalidad de la trama social y política de los Estados Unidos. La política genocida de los Estados Unidos en Vietnam no fue el resultado de deformaciones del capi- talismo (como el fascismo en Italia o el nazismo en Alemania) o de la bancarrota de una potencia colonial (como en Francia durante la guerra de Argelia). No fue un hecho excepcional sino el producto natural del estado hegemónico del sistema capitalista. El único res- ponsable del genocidio norteamericano en Vietnam es el esqueleto político de los Estados Unidos, el capita- lismo. La comprensión de este hecho motivó el cues- tionamiento del capitalismo mismo por parte de los habitantes de los Estados Unidos, fundamentalmente por aquellos en contacto directo con la guerra de Viet- nam: los negros (enviados a morir en las acciones de infantería), los jóvenes en general (reclutados para pelear una guerra extraña) y los científicos (colabora- dores habituales del poder militar). La historia del conflicto muestra un hecho curioso: como si cada mortero del Frente de Liberación Na- cional hubiera detonado dos veces, una en Vietnam y otra en pleno Estados Unidos. Vietnam desencadenó la guerra de los ghettos e hizo evidente que las ideologías que respaldan al genocidio en el sudeste asiático —el imperialismo y el racismo— son las mismas que fun- cionan para reprimir y oprimir a las minorías raciales norteamericanas, a los negros, a los indios, a los por- torriqueños y a los chícanos. Vietnam destruyó también la conciencia tranquila de los intelectuales norteameri- canos que asombrados y horrorizados comprendieron su papel en el sistema, el por qué y el para qué de sus labores, el destino de sus obras, su total falta de con- trol sobre los resultados de sus propios trabajos. Las cómodas relaciones entre los científicos norte- americanos y el poder militar, inauguradas durante la Segunda Guerra Mundial y sustancialmente expandidas y profundizadas durante la Guerra Fría, también en- traron en crisis con la guerra de Vietnam. Muchos científicos adquirieron conciencia de su responsabilidad colectiva como generadores de los armamentos y de las tácticas utilizadas en la destrucción del pueblo viet- namita y comenzaron a luchar para independizar a la actividad científica del control de las fuerzas armadas. Porque el arsenal diabólico empleado por los Estados Unidos en Vietnam no constituye el resultado de apli- caciones secundarias de conocimientos adquiridos pri- mordialmente para el uso civil. Por el contrario, casi la totalidad de las novedades tecnológicas y científicas que se aplican para refinar el arsenal norteamericano son el fruto primario de investigaciones sugeridas y financiadas por los militares y por la cúpula del poder político. ^ En el mundo moderno, la ciencia y la tecnología es- tán indisolublemente ligadas a la guerra, independiente- mente de los propósitos individuales de cualquier pro- fesional de la ciencia. Sin embargo, la ciencia no es ni buena ni mala en sí, su contenido moral se lo da el empleo político que se hace de sus frutos. El cuestio- namiento básico al sistema por parte de los científicos y los estudiantes universitarios norteamericanos comen- zó basándose precisamente'en esto: se rebelaron contra el poder político y militar porque Vietnam les había hecho comprender que la única garantía para evitar el desastre moral y la complicidad criminal con el siste- ma, era conseguir el control político de la aplicación de los frutos de su trabajo. Y al asumir esa posición chocaron violentamente con la realidad y descubrieron la necesidad de un cambio social radical para poder alcanzar ese objetivo. Y fueron precisamente los científicos quienes se constituyeron en la vanguardia del pueblo norteameri- cano en la lucha contra la guerra de Vietnam. Mientras Linus Pauling, Noam Chomsky, Salvador Luria, George Wald, Mathew Meselson, Jon Beckwith, Arthur Galston y otros denunciaban en los Estados Unidos la 3
  • 6. complicidad académica con el poder militar, Lord Bertrand Russell realizaba una valiente campaña en Europa denunciando la política criminal de los Estados Unidos en Indochina. El notable esfuerzo de Russell, conducido con su inteligencia y valentía clásicas, cul- minó en la formación del Tribunal de Crímenes de Guerra Norteamericanos en Vietnam, un cuerpo inte- grado por científicos, literatos y filósofos de la talla de Jean Paul Sartre, Laurent Schwartz e Isaac Deuts- cher que realizó el análisis más documentado sobre el genocidio perpetrado en Vietnam, sus causas, sus con- secuencias y sus responsables. La guerra de Vietnam es el modelo de las guerras coloniales del futuro. Durante su transcurso se inven- taron centenares de métodos, tácticas y aparatos de pesadilla que tras de ser utilizados contra Vietnam que- darán listos para volverse contra los pueblos de cual- quier parte del mundo. Todo el poderío científico y tecnológico de los Estados Unidos se plasmó en el campo de batalla automatizado que ahorra bajas expe- dicionarias y crisis políticas en la metrópolis y moviliza masivamente a la industria. Satélites artificiales y super- napalm, encuestas sociológicas y bombas antipersonal, detectores miniaturizados y torturas bajo los efectos de psicofármacos, bombas teleguiadas y defoliación, lluvias artificiales, destrucción de diques, epidemias y mutilaciones, todo está estudiado por científicos y téc- nicos, diseñado por científicos y técnicos, implementado con el asesoramiento de científicos y técnicos. Los cien- tíficos del mundo entero debemos no solamente tomar conciencia y denunciar el uso inmoral que se hace de los resultados de nuestro trabajo, sino también asumir nuestra responsabilidad colectiva en la destrucción de Vietnam y nuestro consiguiente deber de cooperar en su reconstrucción así como de negarnos terminante- mente a colaborar en la realización de proyectos que contribuirán, más o menos disfrazados, a continuar sojuzgando a los pueblos. O Argentina, 1973 En la noche del 12 de marzo de 1973, la euforia po- pular desbordó las calles del país. Sólo en ese mo- mento el gobierno de la autodenominada Revolución Argentina había accedido a reconocer el categórico triunfo en las elecciones nacionales del Frente Justicia- lista de Liberación y a bajar su fuerte brazo represivo para tolerar el festejo. No es necesario el análisis de políticos y sociólogos para reconocer que en esos resultados el país expresó su deseo de retomar el curso de la historia que fuera interrumpida y congelada el 16 de setiembre de 1955, fecha inicial del oscuro período que se afianza en 1962 y 1966, ofreciéndose dispuesto a culminar un proceso de independencia que debió haber sido consumado hace más de 10 años. La alegría que el resultado de este acto eleccionario nos deja, las renovadas esperanzas que nos aporta —a nosotros argentinos y a todos los que en el mundo luchan por una causa que dignifique al hombre— no pueden ocultar la injusticia en la distribución de los beneficios de este proceso, a lo largo de los últimos años. Las minorías gobernantes y sus naturales aliados, los capitales imperialistas, tuvieron a su favor 17 años que aprovecharon bien —y a un bajísimo costo huma- no— para consumar la entrega de fuentes vitales de nuestra riqueza, para perpetuar y acentuar el desequi- librio en la distribución de los bienes, para asegurar y aumentar sus privilegios, para desarticular la ense- ñanza, destruir a la Universidad, perseguir la investi- gación y atacar toda forma de cultura; para mantener a grandes sectores populares en la sumisión, en la ig- norancia, en la dependencia y hasta en el miedo y en la indigencia. Tuvieron tiempo para estructurar al país y a sus habitantes al servicio de sus intereses de clase. El resultado de las urnas marcó una vez más a los responsables. Para llegar a la expresada realidad de esos resulta- dos eleccionarios, la civilidad, en cambio, debió pelear. Fue reprimida y asustada, fue cotidianamente inferio- rizada, sufrió detenciones y torturas, llenó las cárceles, entregó la sangre de cientos de heridos, de decenas y decenas de muertos. Y todavía deberá luchar duramente para ejercer el poder, para desarmar pieza por pieza la estructura cuidadosamente montada para impedirle ejercer libre- mente sus aspiraciones. Tenemos un país herido, frustrado; la reparación no será rápida ni fácil; la reconstrucción más difícil y larga aún. Pero queremos hacerla sin padres ni salva- dores, queremos ejercer el derecho de hacer y el de equivocarnos. Queremos ser los arquitectos de nuestra casa, de nuestra ciudad, de nuestro explotado Continente. 4
  • 7. Líis muertes infantiles en la Argentina José Carlos Escudero Florentino García Scarponi La opinión pública ha recibido con asombro la noticia que la mortalidad infantil en la Argentina * lia permanecido sin descender durante los , últimos quince años, y presenta en 1968 cifras ligeramente superiores a 1954. Un estudio reciente 1 que compara la evolución de este indicador en la Argentina y otros seis países, elegidos porque presentaban un registro confiable de natalidad y mortalidad y tasas semejantes a las nuestras en 1954, reveló que todos, con la excepción de nuestro país, las habían reducido significativamente quince años después. 1954 1961 1968 ___ Tasa índice [asa índice Tasa índice A r g e n t i n a 60,4 100,0 59,1 97,8 61,0 101,0 P u e r t 0 R i c o 57,6 100,0 41,5 72,0 28,3 49,1 H u n g r í a 60,7 100,0 44,1 72,6 35,8 59,0 U , R , S - S 68,0 100,0 32,0 47,0 26,4 38,8 Alemania Oriental 50,3 100,0 33,7 67,0 20,4 40,5 I t a l i a 53>° 100,0 40,7 76,8 32,2 60,7 E s p a ñ a 55,2 100,0 46,2 83,7 32,0 58,0 dad infantil ^ V ^ ( d " E s t e relaciona las muertes de niños " r e s ^ e S n W ^ " ^ 0 ® 0 T a S * ^ m ° " a l i - xa»tstt&sEs rr —~ Introducción Este fenómeno de estancamiento en las cifras de mortalidad infantil es doblemente sorprendente porque se registra excepcionalmente en la lite- ratura demográfica y porque, en el caso de nuestro país, la nivelación de la mortalidad infantil rompe una sostenida tendencia al descenso de esta tasa, que había llevado sus va- lores de 90,2 a 60,4 en 1954. Con- viene profundizar la descripción de esta violencia silenciosa que anual- mente mata 30.000 niños argenti- nos. Analizaremos por separado las causas médicas de estas muertes —aquellas que el médico anota en el certificado de defunción— y las cau- sas que se originan en el medio so- cial en el cual el niño nace y que, en muchos casos, terminan con su vida. Causas médicas de las muertes infantiles Un análisis acerca de las muertes infantiles en 1968 (último año para el cual se tienen datos de todas las provincias) revela que 12,2 por ciento no tuvieron atención médica en su última enfermedad, que en el 16,1 por ciento se ignora si tuvieron o no atención médica en tanto que en el 10,5 por ciento el certificado de^ defunción no fue firmado por un médico. En éste, como en todo otro indicador sanitario o social, se ob- servan grandes diferencias entre pro- vincias. 5
  • 8. División política Número de muertes infantiles mortalidad infantil por mil nacidos vivos % Tasa de mortalidad de muertes infantiles sin atención médica % de muertes infantiles con atención médica ignorada % de certific. de def. infantiles no llenados por médico Total de la República . . . . 29.550 61,9 12,2 16,1 10,5 Capital Federal 3.636 46,8 2,2 7,2 0,7 Buenos Aires 6.470 50,5 4,8 21,0 — Catamarca 412 85,9 24,3 4,4 15,3 Córdoba 2.059 46,7 8,9 4,1 2,9 Corrientes 1.266 79,0 19,0 13,0 14,1 Chaco 1.517 108,1 28,8 3,0 36,1 Chubut 350 73,2 26,6 16,3 16,0 Entre Ríos 1.050 60,1 10,8 6,9 2,0 Formosa 421. 69,0 23,5 19,5 13,8 Jujuy 1.464 138,6 32,7 14,8 17,6 La Pampa 197 53,6 7,6 5,6 0,5 La Rioja 236 78,8 11,9 28,4 9,7 Mendoza 1.258 66,8 6,3 24,2 1,3 Misiones 1.043 82,6 17,0 29,8 2,6 Neuquén 576 118,5 23,6 16,1 5,9 Río Negro 787 114,7 21,1 4,7 10,8 Salta 1.866 118,9 5,6 65,2 58,0 San Juan 747 74,0 11,2 — 0,3 San Luis 271 70,2 20,3 5,9 3,3 Santa Cruz 120 54,8 13,3 11,7 5,8 Santa Fe 1.380 36,0 7,1 13,0 0,1 Santiago del Estero 796 64,2 42,1 15,7 49,7 Tucumán 1.630 76,1 10,5 1,8 8,6 Tierra del Fuego, Antártida e islas del A. Sud . . . . 16 60,4 — — — Causas de mortalidad infantil en la Argentina, año 1968 Causa N° de muertes % del total Varias enfermedades infecciosas . 12.706 43,0 Síntomas y estados mal definidos 2.653 9,0 Lesiones al nacer 2.404 8,1 Anomalías congénitas 1.401 4,7 Otras 10.386 35,1 Total 29.550 100,0 Si pasamos revista a las causas médicas por las que murieron estos niños veremos que no menos del 43 por ciento de las muertes se debie- ron a enfermedades infecciosas,2 es decir un tipo de patología que es ca- si siempre prevenible o curable. Ten- gamos presente que países como Suecia u Holanda cuyas tasas de mortalidad infantil, las más bajas del mundo, se encuentran cerca del lí- mite de lo que la tecnología actual puede lograr, demuestran que en la Argentina pueden, teóricamente, evi- tarse cerca de 20.000 muertes infan- tiles cada año. Causas ambientales de la mortalidad infantil La mortalidad infantil no es sola- mente un reflejo de la situación de salud de una comunidad. La labili- dad del organismo en su primer año de vida hace que los factores medio- ambientales sean capaces de llevar rápidamente al niño a situaciones de enfermedad y a la muerte. Existe una nutrida y creciente bibliografía, alguna de la cual ha sido originada en nuestro país8, 4| 0 que avala la evi- dentísima relación entre mortalidad infantil y desempleo, distribución regresiva del ingreso, analfabetismo, disminución del poder adquisitivo del salario, malas condiciones de vivienda y otros elementos de la epi- demiología de la dependencia. La vía más usual de acceso de estas regresiones al niño se da a tra- vés de la desnutrición,0 problema cuya magnitud está subestimada en nuestro país 7 por una serie de me- canismos que van desde la negación de la existencia de desnutrición en la Argentina, hasta el vicio de for- mación de muchos de nuestros mé- dicos que le niegan papel de agente en el desenlace mortal de gran parte de la patología infantil. De cualquier forma pudo registrarse en 1968 que el 57 por ciento de los muertos me- nores de 5 años de edad en Chaco y el 36,9 por ciento en San Juan, pre- sentaban formas moderadas o seve- ras de desnutrición5 y que el 4,7 por ciento de las defunciones con certificación médica de niños de 1 a 4 años se debían específicamente a "avitaminosis y deficiencia nutri- cional".8 6
  • 9. Comentario» Lo más notable de la situación que acaba de exponerse, es su carácter de evitable. Salud es un sector que no requiere excesivas inversiones de ca- pital, ni divisas extranjeras, ni knoio hoto que deba ser importado. Es, fundamentalmente, mano de obra intensiva y es bien sabido que en la Argentina la gente que trabaja, en general gana poco dinero. Las medi- das que pueden tomarse dentro del Campo de la Salud Pública para hacer bajar la mortalidad infantil son obvias y utilizan una tecnología ru- dimentaria: provisión de alimentos y agua potable, inmunización sistemá- tica de la población, atención y tra- tamiento médico oportuno de cua- dros infecciosos. Ni siquiera puede argüirse que exista escasez de recur- sos humanos para ponerlas en prác- tica, ya que la Argentina tiene una de las densidades de médicos por población más alta del mundo y puede elegirse entre el ejército de desocupados a aquellos que, tras una breve capacitación, ejercerán tareas auxiliares en el esquema de medidas. La mortalidad infantil es un re- flejo indirecto de nuestras priorida- des nacionales. Que nuestro país, con cerca de 1.000 dólares anuales de ingreso per cápita y que consi- dera necesario fabricar casi 200.000 automóviles particulares por año, tenga una mortalidad infantil de 60 por ciento, corresponde a una sinies- tra lógica global. Lo expuesto ha sido un primer esbozo del problema y hemos inten- tado apuntar algunas de las carac- terísticas de este silencioso, cotidia- no y anónimo asesinato.O José Carlos Escudero, nació en 1938, Es médico y diplomado en Salud Pública y Planificación de Salud (Universidad de Buenos Aires), licenciado en Estadísticas de Salud (Universidad de Chile) y Master of Arts in Sociology (Universidad de Michigan), Enseña y trabaja en Estadística de Salud. Florentino García Scarponi, nació en 1939. Es médico (Universidad de Rosario) y diplomado en Salud Pública (Universidad de Buenos Aires). Autor de varios trabajos sobre mortalidad infantil y preescolares, trabaja en Estadísticas de Salud y programación de la atención médica. Bibliografía 1 García Scarponi, F,; Durante de Camps, K. M.: Tendencia de la Mor la!¡dad In- fantil en Argentina, 1954-1968, Publi- cación del Departamento de Estadística de Salud Serie 5, N? 18, año 1972. 2 García Scarponi, F.: Mortalidad Infantil en la República Argentina, Boletín de Programa Nacional de Estadísticas de Salud, Año 1, N" 7, 1971. 3 Behm Rosas, H.: Mortalidad infantil y ni- vel de vida, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1962. J Cacopardo, María C. y Feller Jorge, J . : Estudio de la mortalidad infantil en la Pda. de Tucumán, Publicación del De- partamento de Estadísticas de Salud Serie 2, N? 3, 1972. 5 Investigación Interamericana de Mortali- dad en la Niñez, Informe Provisional, Organización Panamericana de la Salud, 1971. «Schimshaw, M, S.; Taylor, C. E.: Accio- nes recíprocas entre la nutrición y la in- fección, OMS, Serie Monografías, N'-' 57. 7 Escudero, José C.; García Scarponi, F.; ICotliar, H. A.: Un aporte al conoci- miento de la desnutrición en la Argenti- na, Cuadernos de Salud Pública,"Uni- versidad de Buenos Aires, en prensa. 8 García Ccarponi, F.; Durante de Camps, R. M.: Morbimortalidad en la población de 1 a 4 años de edad, Boletín del Programa Nacional de Estadísticas de Salud, Año 2, N? 20, 1972. CONTROL CALCULO EDUCACION SDSDDSD*Precio de venta: P D P Representante exclusiv ESTA COMPUTADORA I I M i ] PUEDE SER SUYA POR MENOS DE 100.000 PESOS LEY* Se trata de la PDP-8/E, de D I G I T A L E Q U I P M E N T CORP., el mayor fabricante de MINICOMPUTADORAS del mundo. Es una computadora de propósitos generales que le ofrece: H A R D W A R E : Expansiones hasta 64 Kbytes. • 4 modelos de discos 64, 512, 3.200, 40.000 Kbytes • 4 modelos de cinta magnética ® 8 impresoras de 30 a 1.000 lpm. • Conversorcs A/D y D/A, Plottcrs, interfaces. . . . . .más de 60 periféricos disponibles. SOFTWARE: • Sistemas operativos en cinta de papel,' cinta magnética y discos - C.OS (Commercial Opera ting System), F O R T R A N I I y I V _ A L G O L - BASIC - F O C A L (Icng. conversacional de D I G I T A L ) A S S E M B L E R S : A B S O L U T O - M A C R O - R E U B I C A B L E D I B O L (para tareas administrativas) C O G O (para Ingeniería Civil) I N D A C (para adquisición de datos). Más de 16.000 PDP-8 instaladas en todo el mundo. Más de 500 programas disponibles a través de D E C U S (club de usuarios de D I G I T A L ) -8/E con 16 Kbytes y teleimpresor con lector perforador de cinta de papel, o COASIN S.A. Virrey del Pino 4071, Tel. 52-5248 y 51-9363 M
  • 10. La energía envenenada John W. Gofman El hombre elegido por la Comisión de Energía Atómica de EE.UU. para calcular los riesgos de sus distintos proyectos se convirtió en el enemigo número uno de las centrales nucleares. Aquí explica el porqué de ese cambio. "La industria nuclear es una indus- tria muy peligrosa... los que hoy toman decisiones en la materia com- prometen el destino de la humani- dad entera y eso por varios mile- nios . . . La tasa de radioactividad tolerada según las normas existen- tes en los EE. UU. puede provocar, cada año, la aparición de 32.000 casos de cánceres suplementarios y de 150.000 a 1.500.000 de muertes suplementarias!" El que habla así es John W. Gof- man, un físico nuclear de primer arden, uno de los que en los EE. UU. encabezaron una cruzada, no solamente contra el armamento ató- mico, sino también contra las apli- caciones llamadas "pacíficas" del átomo. Codescubridor con Glenn T. Seaborg del Uranio 233 y de su fi- sión, autor de numerosos trabajos de física y radiología, Gofman co- laboró en las investigaciones del proyecto Manhattan que tuvo como resultado la fabricación de la prime- ra bomba atómica. Después de 1947, se dedicó a la docencia universitaria y sobre todo, como tantos otros fí- sicos disgustados por las aplicacio- nes de la física nuclear, a la investi- gación médica. En 1963, la "Atomic Energy Commission" (A.E.C.), el equiva- lente norteamericano de nuestra Co- misión Nacional de Energía Atómi- ca, se enfrentó a muy violentos ata- ques. Llegaron a Washington infor- mes médicos y técnicos confidencia- les: después de un número excesivo de pruebas en la atmósfera, la tasa de radioactividad aumentó en pro- 8 porciones alarmantes. Ese pánico de los años sesenta llegó hasta los de- legados de las conferencias sobre el desarme. El 5 de agosto de 1963, la URSS y los EE.UU., firmaron el tratado de Moscú que prohibió las pruebas en la atmósfera y el mar (cien naciones adhirieron al tratado, pero entre éstas no están Francia ni China). Antes del tratado, los diri- gentes del AEC decidieron empezar una importante encuesta para cono- cer los efectos sobre los hombres, animales y plantas de todas las prue- bas, experiencias y programas que intentaron. El director del Laurence Laboratory de Livermore (Califor- nia), uno de los grandes laboratorios que investigan sobre el armamento nuclear, pidió a John W. Gofman aceptar la dirección de esa encuesta. Este la aceptó y pidió la colabo- ración del bioquímico Arthur Tam- plin. Tres años más tarde, cuando los dos investigadores publicaron el resultado de sus trabajos, que hu- bieran tenido que preocupar al AEC, se encontraron iniciando una de las más fuertes polémicas científicas de la postguerra. El AEC, sostenido por el "lobby" de los industriales de la energía atómica, contraatacó con vigor. Pero Gofman y Tam plin, infatigables, llamaron a la opinión pública, escribieron innumerables artículos, publicaron libros1 y mul- tiplicaron sus conferencias. Es la historia de esa lucha, la que John Gofman presenta aquí. Alain Jaubert "Una de nuestras primeras tareas, confiada a mi colega Arthur R. Tam- plin que dirigía un equipo de doce investigadores, fue redactar un ca- tálogo de todas las sustancias radioac- tivas, determinando la manera se- gún la cual esas sustancias son ab- sorbidas por las plantas, los anima- les, el agua y la tierra, al ser recha- zadas en la atmósfera y determinan- do al mismo tiempo las tasas de con- taminación que se deben esperar después de las precipitaciones de la nube radioactiva en función de la dis- tancia y de las condiciones meteoro- lógicas. Este catálogo ha sido termi- nado y nos permite determinar para cada sustancia radioactiva la manera según la cual afecta cada órgano del cuerpo, si se absorbe en cierta can- tidad. Ya existían varias asociaciones en- cargadas del estudio de los efectos de las radiaciones, por ejemplo la International Commission on Radio- logical Protection (ICRP) o la Fe- deral Radiation Council (FRC). El estudio de los sobrevivientes de Hiroshima parecía haber demostrado que, para los irradiados, la leucemia aparecía en primer lugar y después, mucho más tarde, otras formas de cáncer. Basándose sobre estos datos estadísticos y sobre algunos otros es- tudios como el de los doce mil pa- cientes tratados con raxos X en Gran Bretaña, los grupos responsables de la protección habían llegado a la 1 Population control through nu- clear pollution Nelson Hall, Chicago. Poisoned Power Rodal Press, Emmaus,
  • 11. conclusión siguiente: había una apa- rición de cáncer para cada caso de leucemia provocada por la irradia- ción. Fue uno de nuestros objetivos ve- rificar esa afirmación. Por consi- guiente, estudiamos con precisión los datos publicados por los diferentes grupos y en 1969, tres años después de la última publicación de la Co- misión Internacional (IRCP), en- contramos que sus primeras conclu- siones eran erróneas. El estudio de los sobrevivientes de Hiroshima y de los británicos irradiados, mostra- ba claramente que no había que es- perar un cáncer por cada leucemia, sino más bien ¡veinte cánceres por cada leucemia! Esto nos llevó a considerar el pro- blema de las dosis de irradiación autorizadas por los reglamentos. En la industria, a pesar de las precau.- ciones, un cierto porcentaje de pro- ductos tratados se difunde en el me- dio; esto es válido también para la industria nuclear: los centros de in- vestigación, las usinas de tratamien- to, el transporte de los materiales radioactivos, los reactores nucleares para la producción de electricidad y todas las demás instalaciones que usan productos radioactivos, consti- tuyen entonces riesgos de contami- nación para el medio. Por el eso el Consejo Federal de Ra- diaciones (FRC) declara que la do- sis dispersada no tendrá que superar 0,17 rad2 por año y por ciudadano norteamericano es decir, alrededor de cinco rads por persona desde el nacimiento hasta la edad de los trein- ta años. a El rad es una unidad de dosis de rayos absorbidos. Corresponde a una energía de 100 erg producida en tin gramo de sustancia considerada, por los rayos (rayos X, rayos gama, neu- trones, etc.) I ¿Dos horas de vida? Sin embargo, nuestros cálculos de- mostraron que un rad aumenta to- das las formas de cáncer en un 2 por ciento. El hecho de acumular cinco rads durante la primera parte de la vida de los individuos lleva enton- ces a un aumento de 5 X 2 = 10 por ciento de la probabilidad de apa- rición del cáncer. Aproximadamente alrededor de 320.000 casos de cán- cer se declaran cada año en los EE. UU., un aumento del 10 por cien- to corresponde a ¡32.000 casos su- plementarios! Así las normas de con- taminación radioactiva que prohiben a la industria nuclear sobrepasar el umbral de 0,17 rads por año y por persona, podrían sin embargo causar la aparición de 32.000 casos suple- mentarios cada año. Y en todos los países que aplican esas mismas nor- mas podemos suponer que se encuen- tra esa proporción del 10 por ciento de casos suplementarios cada año. Calculamos así que esta contamina- ción autorizada podía provocar de 150.000 a 1.500.000 muertes suple- mentarias cada año. Este aumento de mortalidad se debe a causas ge- néticas. Pues los residuos radiacti- vos difundidos en el medio no so- lamente causan la multiplicación de los casos del cáncer y leucemia, sino también actúan sobre las células re- productivas y en particular sobre sus cromosonas provocando mutacio- nes. Así debemos esperar, con la do- sis autorizada, un aumento no sola- mente del número de las enferme- dades genéticas como la hemofilia, la anemia faciforma o la galactose- mia, normalmente bastante escasas, sino también un aumento de los ca- sos de diabetes, enfermedades car- díacas y mentales. El profesor Jo- shua Lederberg, premio Nobel de medicina, publicó poco tiempo des- pués de nuestra propia publicación, una estimación del riesgo genético al cual estaba sometida la población con estas normas de radiación. Se- gún él, las normas del AEC pueden causar un aumento de la tasa de mu- tación de la población norteameri- cana del 10 por ciento y, para la ge- neración siguiente, el costo médico de esas mutaciones suplementarias será de diez mil millones de dóla- res por año. Uno de los argumentos de los de- fensores de la energía nuclear, cuan- do se les ataca sobre estos puntos, consiste en lo siguiente: "Podemos admitir la existencia de un pequeño riesgo: esto quita dos horas de vida a cada persona. Después de todo, vale la pena sacrificar dos horas de vida para disfrutar de todos los be- neficios de la electricidad". En rea- lidad, esta manera de utilizar los cálculos es totalmente absurda. To- mamos el ejemplo de un chico que muere de leucemia a los diez años. Perdió por lo menos sesenta años de su vida. Pero, las estadísticas toman esos sesenta años, los agregan a to- dos_ los años perdidos por los demás individuos muertos precozmente y repartiendo el total entre toda la población declaran que no equivale más que a dos horas de vida. Otro de sus argumentos es pre- tender que exista un umbral de to- lerancia del cuerpo humano y de sus diferentes órganos: por debajo de ese umbral, las radiaciones no ten- drían ningún efecto y se podría en- tonces sufrir dosis débiles sin nin- gún peligro. Claro, esto sería lo ideal, pero no lo verificaron al nivel del experimento. Al contrario, las 9
  • 12. experiencias demuestran que, si ha- cen falta cien rads o más para indu- cir algunos casos de cáncer, una sim- ple radiación de dos o tres rads en fetos durante el período de gesta- ción, es suficiente para causar un cáncer. El 9 de octubre de 1969, presentamos el resumen de nuestras conclusiones al Instituto de Ingenie- ros de Electricidad y Electrónica. Fue una comunicación muy fría, con- ciliadora y sin pasión. Pedimos el apoyo del AEC para encontrar una mejor reglamentación de dosis acep- tables. Pensábamos por ejemplo, que era necesario reducir por lo menos 10 veces el umbral de radioactividad autorizada. Dimos a la gente del AEC la posibilidad de cambiar su posición de una manera honorable. Después de todo, éramos sus em- pleados. Hubieran podido formar un comité y hacer estudiar a fondo y con seriedad el problema de las nor- mas, Pero al contrario, nos atacaron inmediatamente. El hecho que yo tenga una cierta reputación científica en los EE. UU. y aun fuera, no les impidió procla- mar que todo eso era ridículo y po- co prudente, que no sabía lo que de- cía. Entonces muchos periodistas preguntaron: "¿Si Gofman y Tam- plin son tan ridículos, por qué el AEC no publica un artículo demos- trando que se equivocaron?" El AEC respondió que tal artículo era demasiado técnico y difícil. Dos meses después de nuestra co- municación, el ICRP publicó un agregado a su informe de 1966. ¡Y ahora constatamos que el ICRP está de acuerdo con nosotros! Según sus nuevas cifras, la ocurrencia del cán- cer sería cinco veces y medio mayor a la de la leucemia. No llegaban to- davía a nuestra relación de "veinte por uno", pero el mismo ICRP pre- cisaba que su cifra no tomaba en cuenta las diferencias entre las do- sis recibidas por la médula ósea, don- de se origina la leucemia y las dosis recibidas por diferentes órganos don- de nacen otros tipos de cáncer. In- troduciendo esta corrección en los resultados del ICRP, se obtiene una proporción de 21,5, cifra que coin- cide claramente con nuestras pre- visiones. Así, dos meses después de noso- tros, un organismo oficial interna- cional llegaba a las mismas conclu- siones, Pero el AEC se negó a tomar en cuenta el nuevo informe del ICRP y siguió basando sus estima- ciones sobre las cifras de 1966, es decir "un cáncer por una leucemia". Sin embargo, las conclusiones del ICRP se vieron confirmadas poco tiempo después por el Dr. David Le- vine del Instituto Nacional del Cán- cer de Francia y por muchos otros médicos e investigadores tanto en los EE. UU. como en otros países. Por consiguiente, existía un cierto acuerdo entre los investigadores. No empezó una discusión seria, lo nor- mal en este caso, sino una violenta campaña animada no solamente pol- los dirigentes del AEC, sino sobre todo por las compañías de electrici- dad, la General Electric, Westing- house y todos los industriales de la energía nuclear. El leit-motiv era "Tamplin y Gofman se desacredita- ron. Todo lo que dicen es falso". Hasta aquel entonces, no nos ha- bíamos preocupado de la producción de la electricidad nuclear. Pensába- mos que ya estaba muy bien estudia- do. Nos habían preocupado, sobre to- do como científicos, los proyectos como el programa "Plowshare" que preveía el uso de explosiones nuclea- res para abrir puertos, canales, arra- sar montañas y desviar ríos. Estos proyectos parecían peligrosos y con- taminantes. Nos preocupaba también la carrera al armamento nuclear que aumentaba cada vez más. Pero, la producción de electricidad utilizan- do reactores nucleares nos parecía totalmente razonable. Sin embargo, como todos los ataques venían del sector de la electricidad nuclear, em- pezamos a estudiar con mucha aten- ción todo lo dicho y publicado en la materia. Nos dimos cuenta que la industria nuclear era el más gi- gantesco fraude y que la humanidad entera era su víctima. La humanidad como conejito de indias Primera mentira: Los promotores de la energía nuclear tratan de hacer creer en sus declaraciones y publici- dades que la dosis de 0,17 rad es to- talmente inofensiva. Demostramos que era algo falso. Segunda mentira: Las centrales nucleares estarían seguras. Aun si hubiese una posibilidad sobre diez mil de que una central nuclear su- friese un accidente grave por año, ya sería un riesgo inaceptable. Pero la experiencia de la industria nu- clear es tan reciente y limitada que sus responsables no pueden decir aún si esa probabilidad es de uno sobre cien, sobre diez mil o un mi- llón. No conozco esta probabilidad pero estoy seguro de una cosa: ellos no la conocen tampoco. No puedo decir que las centrales son seguras, ellos tampoco. No puedo decir hasta qué punto son peligrosas, ellos tam- poco. El Dr. Walter Jordán, uno de los difusores de la energía nuclear, llegó a decir: "¿Hemos llegado a dismi- nuir a un nivel aceptable —por ejem- plo menos de una posibilidad sobre diez mil— el riesgo de que haya un accidente grave por año en un reac- tor? No existe ningún medio para probarlo. Acumulamos algo así co- co cien años-reactor de experiencia sin accidente en la producción nu- clear de electricidad. Estamos lejos de cien mil o diez mil y los datos no son hasta el momento suficientes. La única solución es seguir acumu- lando esta experiencia". La idea se puede resumir así: usamos a la hu- manidad como conejito de indias. La idea mía es que eso no se puede hacer. Los propagandistas de la energía nuclear suelen usar el argumento si- guiente: cualquier persona se puede sentar sobre un reactor sin proble- ma. No me interesa. Pienso que eso es cierto: los reactores se construyen bien y uno puede sentarse arriba sin recibir una dosis más fuerte que en otros lugares. Pero ese no es el pro- blema. Lo que los propagandistas olvidan decir es que cuando haya un accidente serio en una central o usi- na de tratamiento, si los materiales radioactivos se difunden en la atmós- fera, habrá que evacuar las pobla- ciones vecinas. No les gusta hablar de eso. No registramos todavía nin- 10
  • 13. gún accidente grave en los EE. UU. —salvo el accidente del reactor En- rico Fermi, cerca de Detroit y por suerte sus consecuencias estuvieron limitadas— pero la primera vez que tengamos uno, será el fin de la in- dustria nuclear. Cuando discutí el accidente del reactor Enrico Fermi con los responsables del AEC, me dijeron: "Ud. vio, los residuos no pasaron los límites de la usina. No tuvimos que evacuar Detroit". En- tonces les pregunté: " ¿ Y qué nece- sitan todavía? ¿Otra ocasión para verificarlo?" Lo que hace la industria nuclear tan peligrosa para la humanidad, es que las consecuencias de cada error se prolongarán durante períodos de quinientos años hasta doscientos mil años. Productos radiactivos de fi- sión, como el estroncio 90 o el ce- sio 137 por ejemplo, tienen un "pe- ríodo" 8 de treinta años. Esto signi- fica que volverán a un nivel de ra- dioactividad inofensivo (un millón de veces inferior, por ejemplo) so- lamente después de un plazo de por lo menos veinte períodos, es decir de seiscientos años. ¿Puede Ud. ci- tarme un gobierno o un organismo civil que haya durado seiscientos años? ¿Quién garantiza la conserva- ción y la administración de los resi- duos radioactivos cuando haya revo- luciones, guerras, atentados, cambios de gobierno? Otro problema es el del plutonio. Es uno de los principales subproduc- tos de la industria nuclear que pro- viene de la captura de neutrones por el uranio 238. Era el "explosivo" de la bomba de Nagasaki y era el combustible de reactores rápidos. Una usina como la proyectada usina de Barnwell (Carolina del Sur), producirá más de ocho toneladas por año, es decir, lo necesario para fa- bricar 11.000 bombas de Nagasaki. Este plutonio lo transportaron a par- tir de Barnwell en containers (reci- pientes) de 25 kilogramos. Como cada tren va a transportar dos o tres containers, habrá, por término me- dio, veinticinco trenes por año. Ha- ce diez años, un experto, calculan- do_ la probabilidad de desvío de tres aviones gigantescos por piratas del aire en una sola semana, en la región del Middle West hubiera dicho que era ínfima. Sin embargo, así pasó. 3 O "semi-vida". Tiempo al fin del cual la mitad de los núcleos de un cuerpo radioactivo se desintegra. ¿Cómo calcular hoy la probabili- dad de un desvío de un cargamen- to de plutonio? ¿Quién va a impedir el surgimiento de un mercado negro de plutonio con sus traficantes, sus espías y hold up? Hacen falta sola- mente algunos kilos de plutonio pa- ra fabricar una bomba atómica. ¿Qué pequeño país va a resistir la tentación? Además, sabemos que la conta- minación por el plutonio es la más peligrosa de todas. Si se abre uno de los containers de 5 kilogramos de plutonio a causa de un atentado o accidente cerca de una gran ciu- dad, va a liberar un número de par- tículas capaces teóricamente de pro- ducir 440 mil millones de casos de cáncer del pulmón para tres mil mi- llones de seres humanos. Todas esas partículas no se difundirían unifor- memente, por supuesto. Suponga- mos que una sola partícula sobre diez millones sea a fin de cuentas inhalada por pulmones humanos: eso causaría todavía 44.000 casos de cáncer del pulmón. Todo eso sin to- mar en cuenta las partículas no inha- ladas que al caer sobre el suelo, po- drían ser llevadas por el viento a dis- tancias enormes aun de un Conti- nente a otro y esto durante varias decenas de millares de años, puesto que el plutonio tiene un período de 24.400 años. Pasto - Vaca - Leche - Niño Aun^si se evita la brutal contami- nación por accidente, siempre exis- tirá una por disipación lenta. En el caso de la industria química, no pue- de evitarse que alrededor del 1 por ciento del producto tratado sea echa- do de nuevo en Ja atmósfera o el agua. Esta proporción de "pérdidas" resultaría sumamente catastrófica en el caso de una usina como la de Barnwell. Podemos suponer que sea posible reducirla a un diez milésimo (tasa de seguridad nunca alcanzada en ninguna industria): aun así, se- ría considerable la cantidad de ra- dioactividad difundida en el medio. En Barnwell piensan tratar 1.500 toneladas de combustible nuclear por año. Es decir que habrá en la usina, permanentemente en cada momento mientras ella funcione, quince veces la radioactividad de todas las preci- pitaciones producidas por todas las pruebas nucleares norteamericanas o soviéticas en la atmósfera, o si pre- fiere otra comparación, la radioacti- vidad de 192.000 bombas de Hiro- shima o Nagasaki. En caso de gue- rra, un bombardeo de esa usina se- ría suficiente para producir los mis- mos efectos secundarios que milla- res de bombas atómicas. _ Pero veamos ahora las consecuen- cias de los inevitables escapes, aun sin guerra. Encaramos varias posi- bilidades, en función de la fuerza del viento, si llueve o no, etc. y calcu- lamos que un escape brutal del 10 por ciento difundiría un polvo ra- dioactivo sobre una enorme superfi- cie, exponiendo las poblaciones a dosis diarias equivalentes a la dosis autorizada por año. Habrá entonces que evacuar totalmente las regiones tocadas por las precipitaciones y en ellas la agricultura resultará impo- sible durante varias decenas de años. Supongamos que un accidente mi- litar se produzca en la planta de la Hague, cerca de Cherbourg; con condiciones meteorlógicas desfavora- bles habría que evacuar a la pobla- ción de París. Por un escape de 0,01 por ciento —es decir un diez milésimo del cual hablaba recién— las precipitaciones serían más dis- cretas pero igualmente terribles. Se ha estudiado el camino de las partículas radioactivas a través del famoso círculo "pasto - vaca - leche - niño" y resultó que la concentra- ción era tal, en cada etapa, que los chicos podrían recibir, aun desoués de un escape del 0,01 por ciento, dosis superiores a 50 rads, es decir varios centenares más que la dosis "permitida". El estudio de otro cir- cuito "suelo - raíz - planta", a pesar de llegar a dosis mucho más débiles, demuestra que los productos agríco- las así producidos no podrían ser consumidos sin peligro. Así, los que hoy toman decisio- nes en el campo de la energía nu- clear, comprometen el porvenir de la humanidad entera y por milenios. Y me siento verdaderamente horro- rizado al pensar que los industriales ya están proyectando la instalación de un millar de centrales nucleares en Europa y un millar en los EE. UU., cuando disponemos de tan po- cas informaciones sobre la seguri- dad de los reactores, las posibilida- des de accidentes, la importancia de los "escapes" en las usinas de trata- miento y los medios para eliminar los residuos radioactivos. 11
  • 14. No hay que olvidarse de otra ci- fra: un reactor nuclear produciendo mil megawatt de potencia eléctrica (es la potencia de los reactores que se construyen comúnmente hoy) produce al mismo tiempo, cada año, tantos residuos radioactivos, con pro- ductos de vida larga como el estron- cio o el cesio, como producirían mil bombas de Hiroshima. Ningún físico en el mundo podría discutirme esas cifras. Así, por mil reactores habrá que eliminar cada año la misma can- tidad de residuos radioactivos que por un millón de bombas de Hiroshima. ¿Qué vamos a hacer con todos estos residuos? Se comenzó por su- mergirlos en el océano. Esta insen- sata operación se interrumpió. Des- pués pensaron eliminarlos guardán- dolos en minas de sal, basándose so- bre el razonamiento siguiente: la misma existencia de la sal demues- tra que en estos lugares no hubo agua para disolverlos desde hace mi- llares de años. Entonces, seguridad absoluta. Si se colocan los depósitos de residuos en las minas de sal, no se van a transformar durante milla- res de años. Pero aparecieron pro- blemas. Examinaron con mucho cui- dado la mina de Lyons, Texas, ele- gida por el AEC. Resultó que esta- ba ubicada en una zona que no era para nada favorable desde el punto de vista geológico. De cualquier ma- nera, resultó imposible garantizar que se mantendría intacta durante un millar de años. Promotores irresponsables Después de 25 años de experimen tos sobre cómo guardar los residuos, el doctor Schlesinger, que sucedió a Glenn T. Seaborg en la dirección del AEC, sugirió colocar los residuos en cohetes y enviarlos al sol. ¿Pero cuántos cohetes van a hacer falta an- tes de saber con seguridad que el lanzamiento del cohete-basura será exitoso? La probabilidad de un fra- caso sobre un millón de lanzamien- tos sería aun peligrosa. Intentar hoy tal experiencia pese a todos los ac- cidentes, algunos sumamente graves en Cabo Kennedy —y dos fracasos por ejemplo sobre dieciséis lanza- mientos en la serie Apollo— resul- taría a la vez insensato y criminal. Todas estas polémicas con el AEC nos costaron muchas represalias. Once de los doce miembros del equi- po de Tamplin se vieron trasladados a otros lugares y los presupuestos de nuestros laboratorios fueron re- ducidos. Hace un año, Ralph Nader y el senador Muskie nos defendie- ron y preguntaron al AEC el porqué de su actitud tan agresiva con res- pecto a nosotros. El AEC, muy con- fuso, respondió que no buscaban pa- ra nada impedirnos hablar sino por el contrario, que nos ayudaban. La campaña de Nader y Muskie tuvo un resultado positivo: ahora el AEC ya no se atreve a echarnos, podemos trabajar como queremos. En el discurso que pronunció al tomar la dirección del AEC, el Dr. Schlesinger declaró que ahora la Co- misión tendría que trabajar por el bien público. ¿Por qué no lo hizo desde hace 25 años? Si realmente quiere dar una nueva orientación a la política del AEC, el Dr. Schlesin- ger se va a enfrentar con los pode- rosos grupos de presión de la indus- tria nuclear. Hasta ahora ellos po- dían contar con el total apoyo del AEC que les incitaba a invertir en tal o cual rama, les controlaba por problemas de seguridad, pero siem- pre resultaba ser un interlocutor complaciente y convencido del mé- rito de la industria nuclear. Sin embargo, existe una prueba muy clara de la poca confianza que la misma industria nuclear tiene en la seguridad de sus propias instala- ciones: en los EE. UU. la responsa- bilidad financiera de la industria nuclear fue limitada (a siete mil mi- llones de dólares) y así pasa en to- dos los demás países. Usted puede examinar su propia póliza de segu- ro: descubrirá que las compañías excluyen de sus contratos todos los accidentes ligados a la radioactividad. Si la industria nuclear estuviera real- mente segura de sus reactores, no se preocuparía tanto en limitar sus riesgos. Y nos pueden contar cual- quier cosa: mientras no sean respon- sables al nivel financiero, los pro- motores de energía nuclear tendrán las manos libres. El senador Gravel propuso cancelar esa limitación, pero se puede imaginar, cuando se conoce la enorme potencia financiera que está detrás de la industria nuclear, las pocas posibilidades que hay de hacer votar tal enmienda. En la hi- pótesis de un accidente como ele los que ya hablamos con el ejemplo de la usina de Barnwell, es una mag- nitud del orden de mil millones de dólares en la que habría de cifrar los daños. Sin embargo, resultaría ex- celente la enmienda propuesta por el senador Gravel. Una mentira perfecta Se plantea entonces la siguiente pre- gunta: ¿Cómo vamos a solucionar todos esos problemas? Nuestras ne- cesidades en electricidad aumenta- rán mucho más en el futuro. Pero también pienso, como muchos ecó- logos, que estamos hoy en día des- perdiciando nuestros recursos ener- géticos y que no podemos seguir así sin desembocar en situaciones irra- cionales. Estoy convencido que po- demos procurarnos toda la energía que necesitamos con mucha más se- guridad y sin usar la energía nuclear. La frase favorita de los promotores de la energía nuclear, es también la de la electricidad de Francia, "sin centrales nucleares no hay electri- cidad", es una mentira perfecta. No existe la crisis de la energía. Tenemos suficiente carbón, petróleo y gas co- mo para seguir todavía cien años más sin problemas, si terminamos con este desperdicio. No necesitamos tomar la más insensata e irreversible decisión de todos los tiempos con el pretexto de que vivimos una cri- sis de energía y una horrible conta- minación. No tiene nada de irreme- diable esta "contaminación". Pues si tenemos centrales eléctricas a car- bón o a fuel-oil sumamente conta- minantes, es porque la gente acepta dejarse envenenar. Existen excelen- tes procedimientos de purificación de los combustibles y excelentes dis- positivos anti-contaminación para las usinas. En los EE. UU. las compa- ñías productoras de electricidad ten- drían que ser condenadas por no ha- ber construido instalaciones total- 12
  • 15. mente no-contaminantes, como lo hubieran podido hacer desde hace mucho tiempo y sin gastos excesivos. Comenzando hace veinte años con inversiones limitadas, podían resol- ver ese problema de la contamina- ción. Pero sólo hoy están empezan- do a hacerlo y muy tímidamente. Imponernos la alternativa "nu- clear limpio o combustibles clásicos contaminantes", es ejercer un ver- dadero chantage sobre datos falsos. Me niego a discutir sobre esa base. Reclamo, como todo ciudadano ra- zonable, la construcción de centrales a carbón o fuel-oil que sean limpias, porque sé que es posible, ya sea por la recuperación de efluentes o por la transformación de los combusti- bles. Se puede perfectamente con- vertir el carbón en gas natural que es un combustible muy limpio. No tenemos ningún problema de recur- sos energéticos para los cien próxi- mos años, entonces tenemos tiempo para tomar decisiones racionales. Y si lo pensamos bien, llegaremos a una sola conclusión: el mejor méto- do para asegurar nuestras necesida- des en energía de una manera que no sea contaminante, es usar la ener- gía solar. Si la EDF y el CEA acep- tan invertir una parte de su presu- puesto en investigar el problema ¿el uso de la energía solar, van a encon- trar una solución elegante mucho antes de aprender a administrar sus residuos radioactivos o resolver sus problemas de seguridad. Es absurdo; sin ninguna duda, tardarían sólo cin- co años, no es un problema de po- sibilidad sino de decisión. Pero la decisión no puede ser tomada por- que las inversiones de la energía nu- clear son enormes y los grupos de presión no las quieren perder. Yo pienso que estos grupos hicieron tan- tas inversiones porque el AEC y los demás promotores de la energía nu- clear les han pedido hacerlo, asegu- rándoles que era una buena cosa. En estas condiciones, ¿por qué no indemnizarlos?, el costo resultaría seguramente más bajo para el país y no iríamos a la catástrofe. En los EE. UU. el movimiento contra las centrales nucleares está alcanzando una dimensión nacional. El Comité para la Responsabilidad Nuclear4 del cual formo parte, in- tenta tener un papel de coordinación junto a otros grupos. Intenta sobre todo educar al gran público. Hace dos años, en una pequeña ciudad de Oregón, votaron el presupuesto para construir una central nuclear. Un grupo de la universidad local difun- dió información sobre los peligros de la energía nuclear e hizo circular una petición pidiendo la cancelación del proyecto que fue finalmente pos- tergado por cuatro años. En muchas otras ciudades de EE. UU. ha ocu- rrido lo mismo: Los ciudadanos se preocupan cada día más de los pro- yectos por los cuales no han sido consultados y sobre los cuales se les informa de manera incompleta. Yo veo que sucede lo mismo en Europa donde hay numerosos comités anti- nucleares que me parecen muy diná- micos. En California estamos ahora organizando una campaña para que voten en junio una moratoria sus- pendiendo la construcción de cual- quier central nuclear durante cinco años. Sabemos ya que los industria- les de la energía nuclear han previs- to gastar millones de dólares en con- tra-publicidad, pero tenemos mucha confianza. La moratoria de cinco años representaría una primera eta- pa: nos permitiría pensar de nuevo esos problemas y dar una nueva orientación a la política energética. 4 Committee for nuclear responsa- bility, 110 East 59th Street, 1100, New York City. Una ciencia subversiva El hecho de que cada vez más gente se informa sobre estos temas y se sienta _ directamente interesada, es muy significativo. Entienden que su vida y la de sus hijos están amena- zadas, empiezan realmente a movi- lizarse. Aquí, el hombre de ciencia tiene una enorme responsabilidad. Pienso que ahora para él es una obli- gación estudiar las implicaciones y consecuencias de su investigación. Ya pasaron los tiempos en que se podía refugiar en su laboratorio y consagrar a la investigación "puja" y "objetiva". Un investigador debe explicar al público lo que sabe, lo que hace y cuáles son los beneficios y riesgos de su trabajo. Ningún cien- tífico tiene el derecho de tomar de- cisiones en nombre del público. De- be informar a la gente y ellos tienen que pedir cuentas a los investigado- res como a cualquier ciudadano con responsabilidades. Estos problemas de contamina- ción y de desperdicio no sólo con- ciernen a los países capitalistas. Es- toy seguro de que Marx estaría ha- rrorizado viendo lo que ahora es la Unión Soviética. Sus dirigentes co- metieron los mismos errores económi- cos que los de los EE. UU. Cuando uno estudia los problemas ecológicos tiene que reflexionar sobre la real significación de este crecimiento eco- nómico que se quiere mantener a todo precio. Si consiste en desparra- mar por los alrededores los resi- duos de la industria envenenando así el aire, la tierra y el agua, tal vez convendría replantearse esta noción de crecimiento y tratar de disuadir a los países del tercer mundo que nos imitan, para que no cometan los mismos errores que nosotros. No tengo ninguna solución inmediata para proponer. Las diferentes formas de conta- minación —pero sobre todo las más terrible por lo irremediable, la con- taminación radiactiva— amenazan a todos los países. Ya no es más una cuestión de derecha o de izquierda, sino de vida o muerte. Los gobier- nos y las grandes compañías indus- triales van a enfrentarse cada vez más con problemas de ecología y podrán resolverlos cada vez menos en las estructuras políticas clásicas. En este sentido la ecología es una ciencia subversiva.O 13
  • 16. . — — — — _ _ _ I . 31 Situación educacional chilena: crisis y soluciones Entrevista a Jorge Tapia Valdés CIENCIA NUEVAs Quisiéramos que nos expusiera, en primer lugar, los problemas que se presentan en el cam- po educacional chileno y, en segundo término, el enfo- que que su gobierno aplica a su resolución. Jorge Tapia Valdés: En Chile existe el consenso, la opi- nión ampliamente mayoritaria —incluso en el propio medio docente— de que el sistema educativo como tal ha hecho crisis, que no está a la altura de los tiempos ni produciendo el tipo de ciudadano que el país necesita. Por esta razón, y hace ya más de una década, el gobierno del anterior presidente Frei intentó encarar algunas reformas en el sistema educacional. Lamenta- blemente se trató solo de eso: una reforma. Sin entrar todavía a analizar su contenido tuvo, en el plano de su implementación, dos inconvenientes principales: En pri- mer lugar fue una reforma impuesta desde arriba; se decidió en el Ministerio, a nivel tecnocrático y fue lan- zada desde allí, sin conocimiento previo por parte de los sectores docentes afectados, con la ulterior y natural re- sistencia por parte de los mismos; el segundo inconve- niente fue que esta reforma se limitó sólo a una fase de modernización de la educación bajo la inspiración de pedagogos norteamericanos, lo que determinó además, la adopción de metodologías extranjeras, apropiadas pa- ra una sociedad de distinto desarrollo y nivel económi- co-social que el chileno. Aun así, debemos reconocer que representó un intento de modificar el sistema educativo luego de verificar su estado crítico. Nosotros subimos al gobierno en un momento de fran- Jorge Tapia Valdés, 35 años, abogado, profesor de la Universidad de Chile y Ministro de Educación de ese país, al que representó recientemente en la Vi Reunión Internacional del CIECC (Comité Interamericano para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Allí se realizó esta entrevista. ca inquietud, tanto por la crisis ya señalada, como por los resultados negativos de la reforma encarada en el año 1966. Los estudios realizados, desde un primer mo- mento, por el Ministerio de Educación bajo el gobierno de la Unidad Popular, conducen a la realización de un gran encuentro nacional de docentes, el primer Congre- so Nacional de Educación, celebrado en diciembre de 1971. En el mismo los docentes del país, casi por una- nimidad, llegan a una serie de conclusiones muy impor- tantes que se podrían resumir en lo siguiente: La estruc- tura educacional chilena es anacrónica y una de las gra- ves causas de diferenciación social que existe en el país. Es una estructura anacrónica, porque está fundada sobre valores, incentivos y contenidos educacionales apropia- dos para una sociedad rural, no eficaces para una socie- dad en vías de industrialización con un alto grado de desarrollo político, como es el caso de Chile. En esta si- tuación y a causa del distanciamiento que existe con los países de mayor desarrollo, Chile se ve obligado a apro- vechar sus capacidades y recursos naturales sobre la ba- se de tecnologías apropiadas y originarias. Durante años tuvimos una educación destinada a una élite conductora de base humanista. Hoy pretendemos llegar a un sistema educacional destinado a la masa, que lio es una masa que se deje conducir, sino que es consciente y comprensiva, no digamos culta, pero sí conocedora, informada y con grandes posibilidades de adaptación al desarrollo cien- tífico y tecnológico. Esta caracterización rural de nuestra sociedad que to- davía persiste en sectores de nuestro sistema educativo, ocasiona la existencia virtual dentro del mismo, de dos corrientes. Una de ellas considera su objetivo cumplido cuando el individuo que ingresa al primer año de la educación básica o primaria, culmina su esfuerzo edu- cativo en la universidad, a la cual todo el sistema se em- peña en conducir. Pero, cuando el individuo llega a este punto, se encuentra con que la Universidad no es capaz 14
  • 17. de recibir a toda la gente que quiere ingresar y de esta manera se generan grupos cada vez más numerosos de estudiantes frustrados que han sido educados durante 12 o 18 años para nada, ya que no se encuentran en condiciones de ingresar al aparato productivo. Tanto en los casos debidos a incapacidades personales, como los atribuibles a los déficits del sistema de educación supe- rior, los estudiantes que no ingresan a la universidad no tienen otra alternativa que no hacer nada, o algo muy parecido que es entrar en la burocracia. Esta tendencia se acentúa todavía más por el predominio de valores que aún hoy, destaca a la educación superior, de tipo hu- manista o científico, como el único medio que da real- mente un status social, que permite al individuo sentirse realizado. Esta visión se traduce, consecuentemente, en una valoración disminuida del trabajo manual y técnico. La segunda corriente apunta a la educación de la ma- sa en su totalidad, no de una élite. Se enfrentan así dos visiones distintas; la primera separa dos destinos: Por un lado, el del hombre que llegará a participar de los equi- pos que toman las grandes decisiones, porque estudió en la Universidad; por otro lado, el destino del hombre que, como máximo, llegará a capataz o jefe de una sec- ción industrial, porque no tiene estudios. Estas dos co- rrientes se ven determinadas por causas socio-económi- cas: la diferenciación de clase, los niveles de ingreso, el medio ambiente hogareño, etc., que determinan que só- lo los niños pertenecientes a una minoría se desarrollen plenamente, ya desde los primeros meses de vida, des- de el punto de vista psico-biológico. En consecuencia, serán ellos los más capaces, los más desarrollados, los que en la lucha podrán llegar hasta arriba. El chico que proviene de la clase trabajadora o de un medio rural no podrá desarrollarse de la misma manera porque no reci- be la cantidad adecuada de proteínas, y porque su hogar no le aporta intelectualmente; no mantiene discusiones que lo motiven o incentiven ni desarrollen su. imagina- ción. Los que eran iguales al nacer, a los dos años de vida ya son profundamente distintos. Es este panorama de la educación chilena que queremos cambiar. C. N.: ¿Qué medidas concretas se han encarado para hacerlo? J.T. V.: Hemos concebido un sistema escolar, de tipo regular, distinto, que denominamos Escuela Nacional Unificada. Hace un año que lo estamos elaborando y justamente queremos que 1973 se llame el año de la E. N.U., porque durante el mismo se prepararán los pla- nes y programas que se están discutiendo a todos los ni- veles; se buscará el consenso de todos los sectores do- centes y se los preparará para que en el año 74 lo pon- gan en práctica. €. N.: ¿En qué consiste fundamentalmente el plan de h E.N.U.? J. T. V.: Es un sistema de escuela único. Toma al niño para que después de 10 o 12 años de estudio, el joven pueda optar entre seguir su estudio en una Universidad o ejercer un cargo de técnico de mando medio para el cual ya se lo ha preparado durante esos años, durante Está a favor de la Enseñanza Privad V m i los cuales habrá recibido una educación humanista y científica, pero unida al trabajo y al aprendizaje tecno- lógico. Este plan es un esfuerzo por unir en la escuela y en torno a ella, teoría y práctica, estudio y trabajo. El joven estudia Ciencias Sociales y Exactas, pero además va al laboratorio o a la fábrica de la industria donde realiza sus prácticas. Una tarea fundamental es modifi- car el nivel que ocupa en la escala valorativa el trabajo en general y dentro de éste el trabajo manual. No desea- mos convertir a todo el país en un conjunto de obreros, sino_ establecer un nivel de conocimiento y práctica a partir del cual, si se desea, se pueda seguir adelante. No es un esfuerzo romántico ni idealista, ni siquiera una perspectiva que se pueda llamar "socialista". Si bien es cierto que en países socialistas hay esquemas educativos similares, también se incluyen en informes —tan actua- les y serios como en el Aprender a hacer, emitido por la UNESCO, fruto del trabajo de una comisión que in- tegraba Felipe Herrera y cuyas conclusiones son simila- res a las nuestras. Paralelamente al proyecto de la E. N. U. buscamos robustecer la educación pre-escolar, para otorgarle a los niños todo aquello que, debido a las diferencias socio- económicas, nunca tuvieron: no sólo más proteínas, sino también más ideas, más conversación, más mundo, de lo cual forman parte por ejemplo, las vacaciones que nunca tuvieron. Por otro lado, nos planteamos la educación de los trabajadores que no debe confundirse con el adiestra- miento de obreros, que es la tendencia de los desa- rrollistas. De la clase trabajadora, y a través de la E. N. U., surgirá una nueva intelectualidad, distinta a la que suponen la orientación liberal y los esquemas educacio- nales típicos de nuestros países occidentales; una nueva intelectualidad, con una escala diferente de valores, de contenido esencialmente moral, espiritual y no material. De esta manera, el trabajador chileno tendrá la posibi- lidad de desarrollarse en forma plena e integrarse social- mente, será capaz de armar y desarmar su máquina, pero además, podrá adaptarse a la nueva tecnología que reem- plaza a la anterior y participar en su creación; aprender música, valorar un cuadro, escribir sobre sus compañe- ros o su país; tendrá capacidad de creación. Yo creo que los países capitalistas dependientes, han perdido en to- dos los planos. Nosotros queremos abrir las compuertas, a los obreros, dejarlos crear y aportar, haciéndolos cons- 15
  • 18. Qué opinas de la Reforma Educa- tiva ? I y cientes de que ellos y no el empresario, son el motor de la sociedad, los protagonistas de la historia. C. N.¡ ¿Cuál es la situación universitaria en este mo- mento y en relación al nuevo enfoque educativo? J. T. V.: Hasta ahora, la estructura universitaria chilena, pese a las reformas habidas en los últimos cinco o seis años, se asemeja a lo clásico. La reforma universitaria en Chile significó, en realidad, una variación en relación a los centros de poder. Se dio participación al sector es- tudiantil y al del personal trabajador no docente. Hoy los organismos directivos están integrados por esos dos sectores y un tercero formado por los académicos. La Universidad se democratizó, pero ello no fue seguido de modificaciones reales en cuanto a los objetivos y los métodos de la enseñanza actual. Si bien es cierto que las antiguas facultades se suplantaron por departamen- tos y que la Universidad de Santiago, que era un gran monstruo se subdividó en cuatro sedes, estos cambios corresponden a un terreno formal. La Universidad chi- lena se halla en una posición destacada entre las del continente. Cuando se reconoce la crisis educativa, la Universidad, a nivel nacional, trata de remediarla exten- diéndose sobre todo el nivel de las provincias. Al hacer- lo, no eleva su nivel de enseñanza, ni siquiera lo man- tiene, sino que se desciende el mismo al tratarse de lle- nar la brecha existente entre la educación secundaria y superior. La situación era tal que de los institutos se- cundarios no salía un nivel capaz de ser bien absorbido por la Universidad antigua y liberal; entonces se crea- ron, en las provincias y a todo lo largo de Chile, verda- deros politécnicos, para carreras medias. ¿Qué se for- maba allí? Un poco el técnico de mano medio que no- sotros pensamos formar en la E. N. U. que sería para dar un ejemplo en un área específica un hombre inter- medio entre un obrero y un ingeniero. Sin embargo, es- te gran esfuerzo significó la distracción de recursos hu- manos y materiales que la universidad pudo emplear en otro ámbito. Esto no es criticable, si comprendemos la causa que llevó a las Universidades a hacer este esfuer- zo, pero tampoco podemos pretender que ésto sea una real reforma de la Enseñanza Superior; es casi una gene- rosidad, por parte de la misma, para hacer lo que el sis- tema oficial a nivel de Enseñanza Media no pudo lograr. Por otra parte Chile se caracteriza por un alto grado de autonomía universitaria que las universidades chilenas son muy celosas de mantener. Ningún gobierno preten- dería quebrarla y, entonces, esto significa que el minis- terio de Educación no mantiene una relación directa con el nivel universitario. Incluso durante los dos últimos años se han perdido hasta las relaciones de tipo presu- puestario que anteriormente habían ocasionado grandes desventajas a la Universidad. De manera que hasta hace muy poco existió una gran incomunicación entre los dos niveles que yo, en el plano de mi gestión, estoy tratan- do de superar, ya que los planes que nosotros hagamos a nivel de nuestra enseñanza repercutirán necesariamen- te en las políticas universitarias. En el momento en que todos los que lo deseen puedan ingresar a la Universi- dad, ésta, de hecho, tendrá que rectificar o modificar su política. Probablemente y de este modo, podrá perder su carácter profesionalizante y dedicarse a profundizar en el terreno de las ciencias exactas y sociales, elevando su nivel. En países como los nuestros, la desazón de profe- sionales de aquellas carreras muy concurridas, deviene de una formación estática que ocasiona que puedan ser- vir a una única y determinada función. Una vez que se supere la crisis del sentido actual de la profesión liberal tendremos una educación superior que permita la adap- tación del universitario a diversas actividades, aportan- do el máximo de su capacidad. C, N,: Usted acaba de regresar de Mar de Plata, don- de asistió a la reunión del Comité Interamericano para la Educación, la Ciencia y la Cultura. ¿Cuál es su eva- luación de esa reunión? J. T. V.: Con toda sinceridad, creo que la Conferencia 110 resultó todo lo productiva que esperábamos. Las de- liberaciones, a nivel de organismos internacionales, siem- pre son muy largas. Se reúnen innumerables comisiones que realizan una serie de estudios e informes que recién van a conformar la base de las discusiones concretas. El proceso es muy dilatado y en relación con el costo y el tiempo empleado, el resultado obtenido es muy magro. Tengo que reconocer que los planes que presentó mi país, apoyados por organismos de la OEA, tuvieron bastante éxito, pero uno de los temas principales de es- ta reunión, según se me había anunciado, era una virtual variación de política para evitar que se repitan, por parte del organismo cultural de la OEA, esfuerzos que ya realizan debidamente otros organismos internacionales. La resolución sobre este punto no ha sido clara. Por otra parte, se conoció un informe rendido por una comi- sión acerca de la importancia de la educación extraes- colar. Este informe, valioso pero poco profundo, será considerado por los gobiernos. Nosotros esperamos que, en nuestra próxima reunión, la OEA adopte alguna decisión concreta para reunir multilateralmente recursos que permitan provocar en nuestras naciones una expansión real, de magnitud, de los sistemas educativos. Hemos comprometido nuestro apoyo para que así sea, y además, hemos ofrecido nuestra capital, Santiago, co- mo sede para la VI Reunión del CIECC, donde tenemos la esperanza de que puedan concretarse decisiones im- portantes. O 16
  • 19. Fragmentos del discurso pronunciado por el Ministro Tapia Valdés ante la Quinta Reunión Internacional del Comité Interamericano para la Educación, la Ciencia y la Cultura: "La inclemente naturaleza ha enseñado al pueblo chileno a ser humilde, austero y digno. En ese estado de espíritu me dirijo a ustedes para recor- dar que hace sólo unos días el Presidente de la Re- pública de Chile, Dr. Salvador Allende, pronunció un trascendental discurso en el seno de la Naciones Unidas, para describir con claridad meridiana la crítica situación social y económica de los países del llamado "Tercer Mundo". "El Dr. Allende señaló que nuestros países de- ben ser objeto de urgentes y profundas transfor- maciones a fin de poner término a la actual e in- justa división del trabajo a que se nos ha conde- nado en el plano internacional, y poder cubrir o disminuir la gran brecha económica, científica y tecnológica que separa las naciones opulentas de las que están en vías de desarrollo. El sello dis- tintivo de esa intervención fue su invocación al "Tercer Mundo" para una toma común de con- ciencia y para el ejercicio de una acción colectiva y coordinada de enfrentamiento con los pueblos del subdesarrollo. La acción aislada e inconexa es débil y puede ser aplastada por la simple presión comercial, financiera o judicial de una empresa transnacional. Creemos firmemente que todas las deliberaciones y acuerdos de esta Conferencia de- ben hacerse dentro de este marco de referencia". "La aplicación de nuevas modalidades educati- vas nos conducirá, así, a la concepción moderna de la sociedad como agencia educativa, donde todos sus elementos integrantes ejercen sobre el indivi- duo una acción informadora y formadora. Es en- tonces cuando aflorará el compromiso real que existe entre el individuo, la educación, la sociedad, para promover social y profesionalmente todo aquello que se encuentra comprometido a la vez en el proceso educativo y en el productivo". "Frente a esta realidad creemos honesto expre- sar nuestra preocupación por lo que parecería ser una tendencia de los organismos técnicos inter- nacionales el tratar por separado los problemas educativos de los problemas científicos y tecnoló- gicos. Estamos convencidos de que la manera de crear una tecnología adecuada a nuestro estado de desarrollo, sea ella originaria o adaptación de ad- quirida, no puede consistir en la sola asignación de recursos a centros de excelencia porque ello no garantiza ni su orientación ni su eficacia. La escasez de recursos y el tiempo que obran en con- tra nuestra en esta materia solo puede ser suplida por el compromiso total de nuestros pueblos me- diante la plena identificación del desarrollo eco- nómico social con las aspiraciones de justicia so- cial y por la vía de fundir, dentro del sistema edu- cativo la teoría con la práctica y el estudio con el trabajo". "Señores Delegados, nuestro país se vería alta- mente honrado si vosotros quisierais aceptar nues- tra invitación oficial, que mantendremos mientras otra nación hermana no haga valer su mejor de- recho, a fin de que la VI Reunión del Consejo In- teramericano de la Educación, la Ciencia y la Cul- tura, se celebre en Santiago de Chile. Anhelamos la presencia de los señores Delegados de Chile por exigencia de nuestra amistad y solidaridad con los pueblos de la América que emerge. Necesitamos la presencia de los señores Delegados en nuestro pueblo para que sepan y comprendan que estamos luchando por dar una mayor dimensión al proce- so educativo. Primero enseñábamos a nuestros hijos para que se ganaran la vida; luego, hemos tomado conciencia que debemos formarlo para que sepan aprender. Nos hemos comprometido en seguida en la labor de enseñarlo para que apren- dan a ser. Mañana, aspiramos a enseñarles para que aprendan a ser felices". Reapertura de la carrera de licenciado en Administración Pública en la Universidad del Salvador La demanda de profesionales es- pecializados en problemas de ad- ministración pública viene cre- ciendo constantemente a medida que se extiende el campo de inter- vención del estado en la vida so- cial. Ante el pedido reiterado de estudiantes y graduados, la Uni- versidad del Salvador ha dispues- to la reapertura de la Licenciatura en Administración Pública, carre- ra que se dictará a partir de este año dentro de la Escuela de Cien- cia Política. La inscripción se ha- lla abierta a graduados universi- tarios —quienes deben cursar dos años de estudio— y a estudiantes no graduados para quienes la du- ración total de la carrera es de cinco años. Para informes e ins- cripciones, dirigirse a la Secreta- ría de la Escuela en Hipólito Yri- goyen 2441 o al teléfono 47-3546. 17/
  • 21. Conferencia "Antonio Cetrángolo" - 1972 * Acerca de la • • terapia intensiva respiratoria Aquiles J. Roncoroni Es este un nuevo acto de agradecimiento a Antonio Cetrángolo por su trayectoria médica y humana. Sus méritos no pueden quizás ser suficientemente desta- cados por quien sólo alcanzó a conocerlo muy breve- mente en el Hospital de Vicente López o en la Pena de Neumonología de la calle Río Bamba. Sin embargo quisiera señalar su amor por la libertad que posible- mente lo llevó a ser perseguido, por la educación co- mún que inspiró su creación en Córdoba del Colegio Libre de Cultura Popular y por los enfermos humil- des y el Hospital Público que puede ser bien com- prendido por aquellos que le hemos dedicado la mejor parte de nuestra vida médica. La historia de la terapia intensiva respiratoria nos es contemporánea. En 1952 la extendida epidemia da- nesa de poliomielitis respiratoria hace ver la necesidad de la existencia de unidades especializadas. Hasta 1956 no había en nuestro medio ni conocimientos ni organización adecuada; eso explica las muertes por poliomielitis respiratoria aguda de ese verano y las dificultades para atender los pacientes, muchos de los cuales sólo salvaron la vida por la dedicación perma- nente de médicos y enfermeras, con más devoción que conocimientos o recursos instrumentales. No había tampoco métodos de laboratorio disponibles para diag- nosticar la insuficiencia respiratoria. La situación ha cambiado mucho desde entonces. Hace 10 o 15 años, cuando yo discutía la necesidad de la difusión de las Unidades de Terapia Intensiva (U.T.I.), se me con- testaba que eran muy caras y no redituables. Hoy en día la actitud es inversa y por lo menos hay algún cartel con el nombre de U.T.I. en casi todos los lu- gares públicos o privados de asistencia médica. Quiero adelantar que el cartel no garantiza lo que se hace en su nombre. Pero esto es bien conocido para todas las actividades humanas. Quiero también expresar lo que debería haber detrás del cartel (Tabla 1). Creo que si se quiere sintetizar lo que es T. I., yo diría que es una actitud médica de vigilancia perma- nente sobre una serie de funciones vitales: respirato- ria, renal, circulatoria, neurológica y otras, acompa- ñada de la capacidad técnica e instrumental y de cola- boración necesario para la intervención. Con respecto a esta última un error común es el pensar que las U.T.I. están para intervenir solamente. Era dado es- perar y así ha ocurrido en nuestro país, como antes en otros, que la eclosión brusca de U.T.I. produjera su propia patología por exceso de intervención. En este sentido quisiera referirme solamente a la intuba- ción traqueal innecesaria, la hiperventilación mecánica y el uso indiscriminado de 0 2 y antibióticos. También puede haber errores por defecto. Las ideas actuales con respecto a ciertas entidades han variado totalmente. Hace casi 10 años1 publicá- bamos nuestra experiencia en el tratamiento de la insuficiencia respiratoria por bronquitis y/o enfisema y destacábamos que la indicación de asistencia respi- ratoria mecánica (ARM), en la gran mayoría de los pacientes estaba condicionada por la presencia de en- cefalopatía respiratoria. Hoy en día la restricción es mayor y aun en pacientes con cuadros neurológicos graves, se agotan las instancias de tratamiento médico antes de llegar a la asistencia ventilatoria. Evolución similar ha seguido la ARM en el mal asmático: la comprobación de hipercapnia, que evidentemente agru- pa a los pacientes de mayor riesgo, era antes indica- ción precisa de intubación traqueal.2 Hoy día los efec- tos, a veces casi mágicos, de las dosis masivas de hi- drocortisona y el rápido decrecimiento de la hipercap- nia cuando se alivia la obstrucción de la vida aérea, en pacientes sin daño severo del pulmón, nos inclinan a una mayor tolerancia. Esta conducta es solo apli- cable en centros donde una atenta e ilustrada vigi- lancia permita modificarla en cualquier momento que 19
  • 22. Tabla 1 Actividad permanente Médicos Terapia intensiva respiratoria Presencia permanente Requisitos mínimos Personal enfermería Kinesiólogos Internación mínima 4 pacientes Laboratorio bioquímico y radiología permanente Medicación urgencia - O2 Respiradores "disponibles" para 75 % de los pacientes Monitoreo E. C. G. 50 % de los pacientes Espirómetros - humidificadores parezca necesario. Debe ser evidente que se opta por lo que se considera el mal menor y que la conducta inversa, intubación precoz, se indica en aquellas en- fermedades donde el riesgo de muerte súbita parece aun mayor. Me refiero a los pacientes en coma pro- fundo por cualquier causa, en los postoperatorios, traumatismos importantes de tórax, trastornos neuro- musculares diversos, etc. En estas últimas entidades, y con gran trabajo, hemos logrado hacer ver que en estos pacientes sin neumopatía, la indicación de intu- bación está dada por la observación de incapacidad ventilatoria y tusígena de determinada magnitud. Si en cambio s_e pretende aguardar la aparición de insufi- ciencia respiratoria (v. gr. hipercapnia e hipoxemia) se pueden perder muchos pacientes. Esta conducta rige sobretodo respecto a enfermedades tales como la polineuritis, la poliomielitis, las distrofias musculares y otras de evolución prolongada o relativamente irre- versibles. Son dignas de mayor atención aquellas don- de la terapéutica médica exitosa puede producir rá- pida mejoría, como la miastenia grave. Sin embargo esta última es también una buena fuente de iatroge- nia por el uso excesivo de anticolinesterásicos ante una crisis paralítica no suficientemente estudiada.3 La intubación traqueal, frecuentemente indispensa- ble, no cursa sin producir patología local. A veces las secuelas laríngeas y sobretodo sub-laringeas, son de difícil tratamiento quirúrgico. No es fácil sentar cri- terios de prevención dado que hemos visto lesiones usando todos los aconsejados. Sin embargo 110 deben usarse tubos demasiado gruesos, deben cambiarse dia- riamente y vigilarse la aparición de inflamación larín- gea para sustituir la intubación por una traqueotomía. Es de destacar que los lactantes toleran largos perío- dos de intubación aparentemente sin consecuencia En este sentido es también bueno saber que la estenosis sub-lanngea moderada no es diagnosticable por las pruebas ventilatorias más comunes, pues sólo la zona de altos flujos espiratorios puede estar amputada Creemos por ello que es difícil asegurar la ausencia de secuelas post-intubación sin utilizar técnicas, tal como el estudio de la curva de flujo-volumen 'pul- monar, que permitan estudiar el comportamiento de flujos espiratorios e inspiratorios a lo largo de todos los volúmenes pulmonares. Si bien puede considerarse adquirido el conocimien- to de las ventajas de la oxigenoterapia controlada en las neumopatías obstructivas,4 no ocurre lo mismo con respecto a las elevadas concentraciones de 0 2 usadas 20 durante la ARM. Me atrevo a decir que en nuestro medio se desconoce en gran medida la concentración de^ 0 2 que se utiliza dado que los aparatos mas co- múnmente usados son los de presión constante que no permiten una regulación precisa. Más aún, las con- centraciones de 0 2 aumentan en la proporción directa al grado de obstrucción de la via aérea. Por otra parte ante neumopatías graves, acompañadas de hipoxemia refractaria, es común el uso prolongado de concentra- ciones próximas al 0 2 puro. Sin embargo es bien sa- bido 0 que este es capaz de agregar lesiones graves de edema pulmonar, seguidas por cuadros proliferativos con daño persistente. Hasta hace pocos años las infecciones por gérmenes Gram-negativos en pacientes graves en terapia inten- siva constituían un problema mundial. En Estados Unidos se ha descrito (! una incidencia de bacteriemia con gérmenes Gram-negativos en el 1 por ciento de las internaciones hospitalarias. Si se acepta una mortalidad del 30 por ciento, es posible estimar que anualmente alrededor de 70.000 pacientes puedan perder su vida por esta causa en este país. Predominaban entre ellas las aparentemente causadas por la Pseudomonas aeru- ginosa, la Klebsiella pneumoniae y el bacilo Proteus. Nuestra situación era similar y en la Tabla 2 pueden observarse los gérmenes hallados al ingreso 7 en 528 pacientes internados en nuestro Centro. Por otra parte pacientes con cultivo de secreciones traqueales nega- tivo, se infectan rápidamente con bacilos Gram-ne- gativos (Tabla 3). Como algunos de estos gérmenes son saprofitos comunes en la piel, su simple presencia no es sinónimo de patogenicidad.8 Cuando hay signos evidentes de infección pulmonar (Tabla 4) tampoco es absolutamente seguro que los bacilos Gram-negati- vos de la tráquea sean los causantes. Esta aseveración se basa en el hallazgo en ocasiones de gérmenes Gran- positivos en el pulmón de sujetos muertos con un cul- tivo puro de bacilo piociánico en la tráquea. En la labia 4 se sintetiza nuestra conducta. Debemos agre- gar que la presunción clínica o el hallazgo ocasional de un germen distinto a los contaminantes habitua- les, obliga al uso de los antibióticos adecuados. Esta conducta se basa en que el predominio de los bacilos wan-negativos impide el cultivo de otros gérmenes que podrían estar sin embargo presentes en los tejidos. La situación ha impulsado a la realización de técnicas más agresivas, como la punción pulmonar, con fines de diagnostico bacteriológico y a la comparación con los cultivos de trozos de pulmón obtenidos en la necrop-
  • 23. Tabla 2 % Cultivos de 528 Negativo 27 Cultivos de 528 Pseudomonas aeruginosa 22 pacientes Pseudomonas y enterobacterias 7pacientes Pseudomonas y staphilococcus 2 Klebsiella pneumoniae y enterobacterias 7 Proteus 5 Staphilococcus coagulasa4* 8 Candida albicans 3 Coliformes 9 Otra flora 10 sia.° Actualmente la situación mundial ha cambiado gracias a medidas diversas sintetizadas en la Tabla 5. Creemos que la supresión del uso profiláctico de anti- bióticos en los pacientes en equilibrio inmunológico in- estable y expuestos a fácil contaminación, es de gran importancia.3-0 En ese aspecto hemos suprimido con éxito su uso en el mal asmático, los comas tóxicos, los pacientes neuromusculares y otros. Queda sin embargo mucho camino por recorrer en el cual pueden figurar los intentos de inmunización contra gérmenes Gram- negativos, la manipulación de la flora normal, el uso de drogas que inhiben la síntesis del antígeno somático bacteriano o que modifiquen la resistencia bacteriana a los antibióticos, etc.11 Frente a toda esta patología por exceso de activi- dad, pensamos puede haber otra por defecto, originada en una posición indebidamente pesimista. Es así que frecuentemente no nos esforzamos suficientemente en la decompresión médica (hiperventilación, corticoides y diuresis osmótica) como antecesora de la decom- presión quirúrgica de pacientes con hematomas cere- brales, con posible hernia del lóbulo temporal y su- frimiento del cerebro medio. Creo que en muchos de estos pacientes se desprecian posibilidades de recupe- ración que han sido recientemente señaladas.12 Hasta hace poco tiempo se trataba también con de- fecto una serie de cuadros caracterizados fundamen- talmente por hipoxemia grave refractaria a la inhala- ción de O2. Recientemente estos cuadros (insuficiencia respiratoria subsiguiente a traumatismos, colapso cir- culatorio, perfusión extra-corpórea, sepsis, edema pul- monar, uso de O2 puro, embolia grasa, neumonía viral y aspirativa, etc.) se han englobado bajo el nombre de trastorno respiratorio agudo del adulto.13 Poco tiempo después, ante la comprobación de volúmenes pulmonares disminuidos atribuidos al colapso alveo- lar, se propuso el uso de presión positiva continua,14 técnica empleada hace años en el pulmón congestivo. Este método resulta en rápida mejoría de la hipoxe- mia, permite el uso de menores concentraciones de O2 evitando la posibilidad de lesiones hiperoxicas y probablemente contribuya a la recuperación pulmonar dificultando el colapso alveolar. Finalmente, existen algunas entidades en que el ex- ceso en una terapéutica se combina con el defecto en otros aspectos. Me referiré, sdlo a dos de las más notorias. Son bien conocidas las estadísticas interna- cionales y argentinas15 respecto a los extraordinarios resultados del tratamiento sintomático y la diuresis forzada en el coma producido por la ingestión de hip- nóticos u otras drogas depresoras con fines suicidas. Este optimismo se perturbó localmente ante un re- punte notable en la mortalidad10 que coincidió con el auge del lavado gástrico preconizado por los toxi- cólogos. En la mayoría de los fallecidos en nuestro Centro, se comprobó el antecedente del lavado y se halló contenido gástrico en la vía aérea. Es bien sa- bido 17 que la neumopatía aspirativa tiene un eleva- dísimo porcentaje de mortalidad y que se exagera con el volumen del líquido aspirado. Sólo nos resta espe- rar que prime la cordura y se suspenda la promoción inexplicable de un método, abandonado hace muchos % Tabla 3 Pseudomonas aeruginosa 11.9 pseudomonas y proteus 5.6 142 pacientes con examen inicial negativo se infectan con: Pseudomonas y coliforme 2.1 142 pacientes con examen inicial negativo se infectan con: Klebsiella pneumoniae Proteus 5.0 11.0 Coliformes 4.0 Staphilococcus Coagulasa+ 2.8 Bacilos gram negativos 2.8 Estreptococos 2.0 Candida albicans 2.0 Total 49.2 21
  • 24. Tabla 4 Infecciones con gérmenes Gram negativos a) Presencia en secreciones bronquiales no es sinónimo de infección. b) (a) + secreciones purulentas, fiebre, leucocitosis + radiología patológica no significa necesariamente in- fección por gram negativos. Puede significar neumo- patía por germen no cultivable en presencia de gram negativos. c) (b) + hemocultivo positivo para gram negativos. Re- quiere tratamiento con antibióticos adecuados. d) Debe usarse antibiograma de dilución con niveles si- milares a los obtenibles con las drogas usadas. años y responsable que la mortalidad haya pasado del 2.4 por ciento, registrada en 1968 15 al 26 por ciento obtenida en la serie de pacientes asistida en 1971.16 La otra entidad es el traumatismo no penetrante de tórax, motivo habitual de discusión con los ciru- janos. Sostenemos que la lesión pulmonar subyacente es la causa habitual de insuficiencia respiratoria post- traumática y que ella no se mejora con la reparación de la arquitectura torácica. Sostenemos también que la respiración paradojal es totalmente controlada por la ARM y que la experiencia, nuestra y ajena, de- muestra que la capacidad ventilatoria luego de la re- cuperación es normal en los pacientes no operados. Todo ello nos lleva a contraindicar habitualmente la cirugía, salvo en los casos donde se comprueban le- siones vasculares o del pulmón, no tratables en forma conservadora. La actuación de las U.T.I. ha permitido la apari- ción de algunas patologías nuevas; quiero referirme solo a dos de ellas. Es frecuente que pacientes con neumopatías aspirativas, neumonitis virales extensas, o bronconeumonias difusas puedan sobrepasar el pe- ríodo agudo gracias a las técnicas hoy en uso. Sin embargo, días o semanas después, muchos de estos pacientes fallecen con un cuadro de insuficiencia res- piratoria intratable.15 Según el tiempo de su evolución, pueden encontrarse en la necropsia lesiones de fibrosis pulmonar y resulta difícil saber si se trata de la re- paración con secuela del cuadro original o de lesiones que puedan ser secundarias a la terapéutica, como pueden ser las proliferativas que siguen a la fase exudativa inicial del pulmón hiperóxico. La segunda es la presencia continuada de pacientes con lesiones cerebrales aparentemente irreversibles, con función circulatoria mantenida gracias a la ARM. La dificultad para establecer el diagnóstico de muerte ha motivado el intento de la Universidad de Harvard (Tabla 6) y luego el denominado "Estatuto de la Muerte" de Kansas (Tabla 7) primer texto legal al respecto. El reparo inicial a su respecto es que con el juicio de un sólo médico se pronuncie la muerte, pero el más importante es que esta debe ser una deci- sión médica, de acuerdo a standards profesionales y no una definición legal. Queda además una circuns- tancia de decisión difícil y es que en algunas situa- ciones, tal como luego de una detención circulatoria, es frecuente que retorne la respiración espontánea y los reflejos espinales y aun del tallo cerebral en pa- cientes con muerte cortical. Es en estos pacientes don- de se hace más difícil una definición, la que trata de establecerse por el estudio de la presencia de poten- ciales corticales evocados o aun la biopsia de lóbulo occipital. En ellos podría aplicarse la parte 2) del Es- tatuto de Kansas, pero no hay un respirador cuya ac- tividad pueda detenerse. Conviene mencionar las extraordinarias posibilida- des de educación e investigación médica que se pre- sentan en la U.T.I. Trastornos funcionales de grave- dad inusitada aparecen en un lugar donde la concen- tración de recursos humanos e instrumentales, así co- Tabla 5 Medidas preventivas 1) 2) No usar antibióticos con carácter profiláctico en pa- cientes en equilibrio inestable internados en U. T . I. Prevenir las condiciones favorecedoras de la coloni- zacion. a) Mejoría mecanismos inmunológicos Revisión uso inmunosupresores y corticoides ¿Suministro inmunoglobtilinas? ¿Transfusión leucocitos? Prevenir el ingreso de gérmenes Ventilación ambiental (Estafilococo) Supresión contactos infectantes (gram negativos) Manos, cateteres, humidificaciones respiradores 3) No tratar los cultivos sino los pacientes. b)