Este documento presenta una revista de ciencia y tecnología con artículos sobre varios temas incluyendo genética médica, astronomía argentina y cuestionamientos a la investigación científica. También incluye secciones de novedades científicas, eventos y reuniones próximas.
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Cuestionamiento de la investigación científica
1. Revista de Ciencia y Tecnología
N° 1 3 / 1 9 7 1 / $ 3,50 ($ 350 m / n . )
GENETICA Cien años
A de astronomía
MEDICA argentina
2. Calculadora
electrónica
con impresión
CIFRA 311: Lógica de 39 generación, memoria de 4? generación.
CIFRA 311: Mayor potencialidad, diseño expeditivo, costo menor.
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3. V í c t o r Penchaszadeh.
Rolando V . García
Sayd Codina
Alcxander K o h n
Julio Moreno
Oscar Varsavslcy
Manuel Sadosky
Conrado Eggers L a n
Manuel Risueño
Roberto Y a b o
C E P A D
José Babini
Hilda Sábato
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Revista
de ciencia y tecnología
El cuestionamiento de la investigación científica
Eramos pocos. . .
Bernardo A. Honssay
John D. Bernal
¿Por qué emigran los uruguayos?
Genética médica
Universidad y frustración
Cien años de astronomía argentina
Los científicos que se burlan de la ciencia
La nial llamada antimateria
Novedades de ciencia y tecnología
1. Reconstrucción de un ojo
2. El operón lactosa siempre joven
3. Relojes de plástico
4. . . . Y llegaron los fagos
.5. Corazón: observación en vivo
6. ¿Los ribosomas fabricarán camisas
7. Muéstrame la oreja y te diré quien eres
8. Tecnología en dos ruedas
9. Diminuto oscilador de cristal de cuarzo
Humor nuevo
¿Que posibilidades tiene el desarrollo científico
en la Argentina de hoy?
Poliamantes
Bioestadística
Con compromiso
Antarticom II: Anteproyecto de base antartica
En el cuarto centenario del nacimiento de Kepler
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales:
una experiencia regional
Comentarios de libros
Libros nuevos
Cursos y reuniones científicas
Declaración de la AMICIC
Reunión de la AFA
Correo del lector
Metegol N ' 9 y solución a Metegol N" 8
¿Qué haría Ud. con una computadora?
De las opiniones expresadas en los artículos firmados
son responsables exclusivos sus autores.
4. ÍÍSSSwazsx*
Año II / N9 13 / noviembre 1971 / Buenos Aires
Av. Hoque Sácnz Peña 825, 9» piso, Of. 9 3 - Buenos Aires
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Ricardo A. Ferraro
Héctor Abrales
Daniel Goldstein
Ricardo Schwarcz
Hernán Bonadeo
Horacio Speratti
Lucía Bonadeo
Katia Fischer
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Fernando Díaz
Julio Moreno
Hebe Mitlag
Ana Tedeschi
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Haifa: Eduardo Fischbein
Londres: Eduardo Ortiz
Nueva York: Roberto Lugo
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San Pablo: Ricardo Albizuri
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Science-Progrés-Découverte; Science et Vie;
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Asesores
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Humor
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del exterior
5. El cuestionamiento de la
investigación científica
"La cultura universal de la juventud educada, ínti-
mamente preocupada por las perspectivas ecológicas
y cada vez más opuesta a los estímulos materiales,
igualitaria, antimeritocrática y antiburocrática, podría
incluso llegar a adoptar posiciones irracionales que en
el futuro podrían ser más influyentes que lo que nues-
tras extrapolaciones sugieren, sobre todo si los méto-
dos hasta ahora establecidos no producen mejoras sig-
nificativas. Un fracaso de este tipo podría crear una
reacción contra la ciencia que podría llevar al retraso
del progreso científico a un punto tal que el mundo
carecería de las herramientas intelectuales suficientes
como para enfrentar la complejidad que ha creado".
Este párrafo es parte de un informe de la Organi-
zación para la Cooperación Económica y el Desarrollo
(OCED), que agrupa a todos los países de Europa
Occidental, redactado por un comité internacional pre-
sidido por el profesor Harvey Brooks, de la Universi-
dad de Harvard, destinado a analizar los problemas
contemporáneos de la ciencia en los países desarro-
llados. Como se puede apreciar, el comité del doctor
Brooks encontró en la juventud educada de los países
desarrollados los mismos síntomas y signos de males-
tar e irritación que se pueden detectar en las naciones
dependientes.
Vivimos en una época donde es habitual que todo
se ponga en duda, salvo en la investigación científica;
hasta hace muy poco tiempo al profesional de la cien-
cia nunca se le ocurrió evaluar críticamente su labor.
Por lo general, los investigadores estaban convencidos
que la ciencia era el caballito de batalla del progreso.
Pero las cosas cambian y comenzó la autocrítica,
porque los profesionales de la ciencia comprendieron
que esta es efectivamente el caballito del progreso pero
el caballito marcha según y conforme las necesidades
de quien lo conduce, es decir, de quien tiene las rien-
das. Y no son los científicos, los profesionales de la
ciencia, quienes tienen esas riendas.
Charles Percy Snow comentó una vez, refiriéndose
a los físicos atómicos: "ya ha pasado el período he-
roico de los sabios que se creían 'los hombres nuevos
que tiene el porvenir en sus huesos'. Los físicos saben
ahora que son técnicos que han colaborado para poner
un poco más de estroncio radioactivo en los huesos de
todos los hombres".
La bomba atómica constituyó el primer choque. Las
implicaciones de la labor científica fueron evidentes
desde que se supo el resultado del lanzamiento de las
bombas sobre Hiroshima y Nagasaki; 100.000 hom-
bres muertos en pocos minutos. En los semidioses cien-
tíficos de mentes inmaculadas apareció una nubecita
rara: la conciencia del pecado. Lo cierto fue que la es-
calada atómica hizo que la nube primigenia se convir-
tiera en una gran nube que lo tapaba todo. El Bulletin
of Atomic Scientists comenzó una lucha solitaria y efec-
tiva para alertar a los gobiernos y a los científicos
sobre el peligro de las conflagraciones nucleares y poco
a poco el problema trascendió de los especializados
para convertirse en una pesadilla de todo el mundo.
Pero el problema se neutralizó elegantemente: los su-
cesivos acuerdos entre las potencias nucleares para
evitar una masacre atómica global fueron apareciendo
y perfeccionándose, y los científicos gozaron al ver que
la nube que ocluía sus mentes se iba achicando con
cada conferencia internacional para la prohibición de
armas nucleares.
Mientras tanto, se fue haciendo evidente que a pe-
sar de todas las seudoteorías de despegues y despistes,
el subdesarrollo no se arregla con ciencia, y el desa-
rrollo se desarrolla mucho más con ciencia. Y como
consecuencia lógica de esta discrepancia, la brecha que
separa a las naciones independientes de las dependien-
tes, gracias a la ciencia, se ensancha minuto a minuto.
Los científicos de los países subdesarrollados comen-
zaron a formularse una cruel pregunta: ¿somos monos
vestidos de smoking? Las agudas polémicas que apa-
recen en CIENCIA NUEVA son un fiel reflejo de
este estado de cosas.
Sin embargo, los científicos de los países desarro-
llados e independientes volvieron a ponerse nerviosos.
Y todo recomenzó con la guerra de Vietnam. La re-
belión contra la guerra que se inició con la incineración
pública de las convocatorias a las armas fue seguida y
acompañada por la rebelión de los jóvenes científicos
norteamericanos que se negaron a colaborar técnica-
mente con la vasta empresa de genocidio emprendida
por el gobierno de su país contra un pueblo hacia el
cual no existía ningún agravio.
Los científicos denunciaron el uso indebido de la
ciencia y los contratos y subsidios de las fuerzas arma-
das norteamericanas y de las fundaciones privadas nor-
teamericanas para financiar investigaciones que contri-
buían a engrosar el arsenal táctico y estratégico de un
programa de exterminio. Se denunciaron la guerra quí-
mica y biológica, los planes de esterilización masiva,
la sociología dedicada al espionaje y al mantenimiento
de las fuerzas de represión. Y luego también se hizo
evidente que aun los temas que no tenían aplicación
3
6. directa a la guerra de Vietnam, servían para habituar
y domesticar a los científicos en la indiferencia hacia
las fuentes de financiación de sus trabajos y apartarlos
de raíz de las realidades sociales y políticas de su con-
torno.
La OCED reunió a un comité de notables para es-
tudiar el impacto de esta nueva realidad, la del cien-
tífico integrante del mundo de los vivos, y sus efectos
en la juventud entera del mundo occidental. En nues-
tro país, modelo de nación dependiente con una po-
lítica científica cuyos centros de decisión —explícitos
e implícitos— están fuera del territorio nacional, don-
de los planes racionales para la educación y la inves-
tigación científica son reemplazados sistemáticamente
por delirios y donde centenares de escribas que duran
pocos meses en sus altas funciones se dedican a alma-
cenar montañas de papel, también se corre el riesgo
de producir desaliento entre los jóvenes, alentando la
criminal exportación de intelectuales y auspiciando po-
siciones anticientíficas que pueden conducir a vías
muertas de confusión, desesperación y frustración.
Eramos pocos...
El 17 de septiembre el Poder Ejecutivo intervino
la Comisión Nacional de Estudios Geo-Heliofísicos
(CNEGHF). El origen de la medida, según consta en
el decreto de intervención, fue un informe del Coman-
dante en Jefe de la Fuerza Aérea, cuyo texto nunca
trascendió y los motivos aducidos, tal como aparecen
en los considerandos del documento, son los siguientes:
• haber excedido los propósitos que aconsejaron su
creación;
• sus actividades se superponían con la de otros
organismos;
• haber demorado la conformación del Sistema Na-
cional de Ciencia y Técnica.
Al mismo tiempo se declaró en comisión a la totali-
dad del personal del organismo intervenido.
Inmediatamente después de haberse adoptado esta
resolución, se constituyó una comisión que encabeza
el Gral. Forzano y que integran el Cnel. Miró, el Co-
modoro Sánchez Peña y el Capitán Irigoin, comisión
a la cual se le asignó como tarea exclusiva y urgente
encontrar qué hacer en este asunto antes del 19 de
diciembre próximo. Pero no olvidemos que hay ade-
más un Comité Asesor en el cual figuran científicos de
renombre y que hasta el momento no ha sido con-
sultado.
Observemos, en primer lugar, el momento particu-
lar en el que se encara la medida cuando, por distin-
tos motivos, el CONICET y CONACYT han perdido
sus titulares y el silencio y la falta de iniciativas de
sus responsables siguen tornando difuso el Sistema
Nacional de Ciencia y Técnica, cuya naturaleza, dicho
sea de paso, no es fácilmente discernible, puesto que
no se conocen más manifestaciones de su actividad
que esta intervención.
Aparte el juicio que merezca el funcionamiento de
la Comisión y lo hecho o deshecho por ella, se nos
ocurre anotar que no era ésta una de las más impor-
tantes ni de las más apremiantes resoluciones que se
requieren en el terreno de la ciencia y de la técnica.
Cabe pensar que la "gravedad" de la situación de la
cual no hay más prueba que la disposición oficial pero
que admitiremos sólo para darle sentido a que se haya
echado mano de un corretivo tan drástico no sobrevi-
no de buenas a primeras, sino como culminación de
un proceso más o menos largo. En ese caso bien pudo
haberse hecho lo necesario para evitar las superposicio-
nes y excesos a medida que se produjeron. De haberse
procedido así, quizás no hubiera sido necesario des-
embocar en soluciones heroicas y todo se habría arre-
glado sin demasiadas "mortificaciones", como las que
se causan ahora a los 130 integrantes del personal
declarados en comisión, a los cuales no podemos supo-
ner responsables de las deficiencias anotadas y mucho
menos de la "demora en la conformación del Sistema
Nacional de Ciencia y Técnica". Ellos son, sin em-
bargo, los principales perjudicados y muy especial-
mente los cuarenta miembros del cuerpo técnico y cien-
tífico sujetos al régimen de contratación cuyos contra-
tos vencen a fin de año.
Después del penoso antecedente del Instituto Argenti-
no de Radioastronomía y ante la amenaza de asfixia
económica que sufren otros centros de investigación
nos encontramos ante otro caso de política científica
al cual —esto emerge con claridad del decreto— los
científicos asisten jugando el ya casi proverbial papel
de convidados de piedra.
Digamos, por fin, que resulta difícil entender una
política que parece empeñada en desmantelar lo exis-
tente sin intentar antes ninguna reparación, o que sé
enreda en la trama de proyectos descabellados como el
de Castelar,
4
7. Bernardo A. Houssay murió en Buenos Aires a los
84 años de edad. Sus trabajos sobre la influencia de
la adenohipófisis sobre el metabolismo de los hidratos
le valieron el Premio Nobel de Medicina de 1947,
compartido con Cari F. y Gerta Cori.
La investigación biológica en nuestro país era prác-
ticamente inexistente antes de Houssay. Tampoco exis-
tía la dedicación exclusiva a la investigación, y por
supuesto resultaba inconcebible que un profesor de la
Facultad de Medicina no ejerciera la práctica privada
de su profesión.
Houssay "inventó" el /ull-time, nunca tuvo consul-
torio y de la nada armó un laboratorio de fisiología
que con el tiempo se convirtió en una escuela de re-
nombre mundial.
Houssay fue un gran pragmático. Como no contaba
con grandes recursos económicos —era de clase media
y los subsidios millonarios no existían aún para la
Argentina—, eligió temas de estudio que no requerían
grandes erogaciones ni grandes complicaciones instru-
mentales. Como los sapos eran abundantes, accesibles
y baratos, optó por uno de ellos, el Bttffo Arcnarum
Hensen (que lleva sus mismas iniciales, B. A.H.) y
lo entronizó como el material biológico fundamental
de su laboratorio.
El importante papel de la hipófisis en el metabo-
lismo de los hidratos de carbono fue analizado por
Houssay y sus discípulos con detenimiento. Lo que le
interesaba era el aparente antagonismo entre la hipó-
fisis y el páncreas. La extirpación de la adenohipófisis
determina una lenta absorción intestinal de los hidratos
de carbono y el animal es incapaz de mantener niveles
adecuados de azúcar en sangre durante el ayuno. Hous-
say demostró que los animales privados de hipófisis
son extraordinariamente sensibles a la acción hipoglu-
cemiante de la insulina —pequeñas dosis ele insulina
que no hacen nada a los animales normales matan a
los hipofisoprivos— y que esa sensibilidad se debe a la
falta de somatotrofina, la hormona de crecimiento.
Por otra parte, la extirpación de la adenohipófisis
provoca una notable atenuación de la diabetes; los
experimentos clásicos de Houssay y Biasotti en 1930
demostraron cómo la hipofisectomía total o la ablación
de la adenohipófisis dei sapo disminuía el ascenso de
la glucosa sanguínea producido por la extirpación del
páncreas y la glucosuria, mientras que la implantación
del lóbulo anterior hacía recuperar la intensidad habi-
tual de la diabetes e incluso superarla.
Con este experimento quedó demostrada la acción
diabetógena de la hipófisis, pues la presencia de la
adenohipófisis intensifica la diabetes y su ausencia la
atenúa notablemente. Estos resultados obtenidos en
el sapo fueron extendidos por Houssay a los mamífe-
ros, y en el perro no sólo pudo demostrar el mismo
fenómeno, sino que descartó la influencia de otras
glándulas endocrinas en el proceso.
Su discípulo Alfredo Lanari comentó: "Houssay fue
uno de los últimos grandes fisiólogos del mundo, es
5
8. Aplicaciones
Computacionales
— Ingeniería civil
— Organizaciones
— Economía y finanzas
— Ingeniería de sistemas
— Modelos matemáticos
— Programación de
aplicaciones científicas
— Sistemas de información
— Centros de cómputo
— Estadística aplicada
ASESORES
CIENTÍFICO TECNICOS S. A.
A v . R. S á e n z Peña 8 2 5 - 9? piso - oficina 9 4
Tel. 4 5 - 9 0 5 4 / 6 3 4 9 - Buenos Aires
decir, un fisiólogo general que conocía las técnicas
para trabajar en varias disciplinas con la misma probi-
dad. Eso ya no existe más. Antes se hacían las cosas
macroscópicas: sacar una glándula, poner otra. Hoy se
trabaja mucho más molecularmente".
Carlsson dijo, con mucha razón, que Houssay había
puesto a la Argentina en el mapa de la fisiología
mundial.
Su condición de maestro la indican claramente la
pléyade de científicos notables que se formaron a su
lado y a quienes orientó hacia los grandes problemas
de la fisiología y la bioquímica. Bastan recordar a
Eduardo Braun Menéndez, trágicamente desaparecido
en la plenitud de su carrera, y a Oscar Orias, para
comprender su agudo sentido para la percepción de
talentos. Luis Federico Leloir fue también discípulo
de Houssay.
En 1919 Houssay fue designado profesor de Fisio-
logía en la Facultad de Medicina de la Universidad de
Buenos Aires. Su presencia en la cátedra fue renova-
dora: las clases teóricas de fisiología dejaron de ser
líricos devaneos sobre generalidades para convertirse
en^ minuciosas evaluaciones críticas del conocimiento
más moderno que se disponía, acompañadas de críticas
inflexibles y sobre todo, con una delineación clara de
los problemas planteados. Por otra parte, la Cátedra
de Fisiología se convirtió en un centro de investigación
básica en fisiología.
Exonerado de su cátedra universitaria después del
golpe militar del 4 de junio de 1943, no volvió al
ejercicio activo de la docencia pero continuó su labor
en el Instituto de Biología Experimental ,que él mis-
mo creó con apoyo privado. La tenacidad de Houssay
se traduce en su aplicación obsesiva al trabajo cotidia-
no y a su decisión para continuarlo en el país. Houssay
tenía conciencia que su obra debía realizarse en el país
por encima de las contingencias materiales.
Coexistieron en Houssay dos facetas contradictorias.
Por un lado estaba su inquebrantable fe y entusiasmó
por las posibilidades del desarrollo científico del país,
contrapuestos a su conservadorismo que lo llevó á
adaptarse al juego de los poderes constituidos. No hizo
nada por atraer al país a los centenares de científicos
europeos que dejaron Europa perseguidos por el na-
zismo, de 1933 a 1939. El resultado se puede medir
computando el aporte de esos científicos europeos al
desarrollo de la ciencia norteamericana.
Desdeja presidencia del Consejo Nacional de Inves-
tigaciones Científicas y Técnicas, creado el 5 de febre-
ro de 1958, con el apoyo del poder político y consi-
derables fondos estatales, Houssay aplicó, en mayor
escala, el esquema que había utilizado para adminis-
trar la ciencia desde la Asociación Argentina para el
Progreso de las Ciencias .fundada en 1933. No se crea-
ron las bases para elaborar una política científica adap-
tada a las necesidades de un país dependiente econó-
mica y culturalmente, que exigía cambios cualitativos
profundos para la utilización intensiva de la ciencia y
la técnica.
Las escuelas que Houssay dejó en marcha son inde-
pendientes desde hace muchos años. La fisiología, la
bioquímica y la farmacología argentinas son disciplinas
técnicamente autónomas. Sin embargo, la dirección del
planeamiento científico queda acéfala: Houssay tenía
una política, sus sucesores no.
D. G.
9. John D. Bernal murió en Londres a los 70 años de
edad. Sir Wílliam Lawrence Bragg —creador de la
cristalografía de rayos X — lo consideraba como el
cristalógrafo más brillante y original que haya existido.
Sus éxitos en la resolución de las estructuras de com-
plejas moléculas orgánicas abrieron el campo de la cris-
talografía de macromoléculas. Para Bernal, en 1939 el
problema de la estructura de las proteínas estaba ya
potencialmente resuelto —sólo hacía falta trabajo só-
lido paciente—. Por eso le dejó el tema a otros cris-
talógrafos y se dedicó a la estructura de los líquidos.
En rigor, el trabajo previo al de su época macromole-
cular, la precisa y sistemática destrucción de los con-
ceptos incorrectos sobre la estructura de los esteroides
(en 1937) —que permitieron posteriormnete la sín-
tesis orgánica correcta de estas moléculas y por lo tanto
el desarrollo de una vasta zona de la endocrinología—
merecía el Premio Nobel. Los trabajos que valieron
los Premios Nobel de Watson, Críele, Willdns, Ken-
drew, Perutz y Dorothy C. Hodglcin, estuvieron ba-
sados en ideas y experimentos originales de Bernal y
él hubiera sido el natural recipiendario de la distinción
de haber continuado con los diversos temas. Fue el
padre estructural de la biología molecular, la única
persona ante la cual Francis Criclc se mostraba mo-
desto. Era impaciente, creador fértil de ideas y de apa-
ratos (que nunca armaba porque ello lo aburría sobe-
ranamente) y de una versación enciclopédica sobre
temas científicos. Desde muy joven, como estudiante
en Cambridge, se lo apodó "Sage", el sabio.
Su genio particular residía en que era un gran es-
tratega. Como no era militar, inicialmente dedicó su
genio de estratega a la ciencia, y así dominó y dirigió
todo el desarrollo de la cristalografía y la biología es-
tructural con ideas (más que con manos) férreas.
Cuando llegó la Segunda Guerra Mundial, el Ministe-
rio de Seguridad Nacional requería ayuda científica
para resolver el problema de la protección de los ob-
jetivos civiles ante los ataques aéreos. Se sugirió el
nombre de Bernal y su impresionante curriculum ve-
nía con el veto previo de los servicios de "inteligen-
cia" porque era marxista. Sir John Anderson, el minis-
tro, contestó: "He may be as red as the flames of
hell, but we must use him" (Puede ser tan rojo como
las llamas del infierno, pero debemos utilizarlo). Ber-
nal comenzó por hacer una predicción de los efectos
del bombardeo aéreo alemán en base a los resultados
ya conocidos y utilizó como ejemplo lo que podría
ocurrirle a la ciudad de Coventry de ser atacada por
7
10. 500 bombarderos alemanes. Meses más tarde, un raid
aéreo de esa magnitud sa abatió sobre Coventry y los
resultados del mismo parecían ser copiados del infor-
me de Berna!. Pero los alemanes habían actuado em-
píricamente: Bernal, por el contrario, había inventado
la ciencia del bombardeo aéreo, es decir, el cálculo de
qué tipo de bombardeo y de qué intensidad debía sel-
necesario para obtener un resultado determinado sobre
un objetivo dado. Nadie puede conjeturar ahora cuáles
hubieran sido los resultados de la invasión aliada de
Europa sin estos análisis de Bernal. Sus estudios sobre
la geología de las playas francesas hicieron posible el
desembarco en Normandía. Para hacerlos no sólo re-
currió a su casi increíble facilidad de aprender (no
era geólogo ni nada que se le pareciese) sino también
a su regusto por todas las manifestaciones culturales,
ya que era un profundo conocedor de la historia me-
dieval europea. Articuló el estudio de las muestras de
terreno traídas por commandos con la lectura minu-
ciosa de textos normandos.. .
De un increíble arrojo personal, recorrió teatros de
operaciones de todo tipo. No sólo intervino en cues-
tiones de asesoramiento sino que muchas veces parti-
cipó personalmente en operativos muy peligrosos.
"Imbecility" Service
En uno de los momentos más cruciales de
su historia, ante la inminencia de un colapso,
desde _ el comienzo de la Segunda Guerra
Mundial, Gran Bretaña movilizó toda su in-
teligencia. J. D. Bernal fue incorporado como
asesor directo de Lord Mountbatten, autori-
dad máxima del almirantazgo británico. En
un determinado momento, para completar
una de las valiosas investigaciones fundamen-
tales para la defensa frente al arrollador avan-
ce germánico, Bernal solicitó a su jefe que se
le adscribiera a un joven colaborador que ha-
bía trabajado con él en la Universidad de
Londres. El tiempo pasaba y el joven no
llegaba... Bernal protestó y Lord Mount-
batten hizo suya la protesta: reclamó enérgi-
camente ante el Intelligence Service, que apa-
recía como la instancia que se oponía inflexi-
blemente a la designación solicitada. Lord
Mountbatten exigió razones en forma peren-
toria y la explicación que le dieron fue que
si bien el joven investigador no tenía ninguna
mancha en su legajo, desde el punto de vista
de la seguridad nacional había un punto os-
curo en su foja en cuanto había sido, en tiem-
pos de paz, colaborador de un peligroso pro-
fesor comunista, J. D. Bernal
La anécdota muestra cómo el Intelligence
Service puede devenir un Imbecility Service
aún en latitudes menos proclives a tales de-
generaciones que la nuestra.
8
Según el diagnóstico de los grandes jefes aliados (y
alemanes) Bernal fue uno de los genios de la ciencia
militar de este siglo.
Durante la guerra, Bernal y su colega Blaekett hi-
cieron investigación operativa. "La investigación ope-
rativa —escribió Bernal— no sólo llevó a una mayor
comprensión de los detalles de las operaciones bélicas,
sino a una mayor claridad en la integración de distintos
tipos de operaciones. A medida que la guerra se desa-
rrollaba, las operaciones combinadas, ya sea por tierra
y mar, por tierra y aire o por aire, mar y tierra, se
convirtieron en la regla general más que en la excep-
ción y el puente entre los enfoques de cada operación
según las diferentes armas se efectuó a través de la
investigación operativa. De esta forma surgieron prin-
cipios que tenían una aplicación mucho más vasta que
a las meras operaciones militares. En principio equi-
vale a decir que cualquier actividad humana y cual-
quier rama de esta actividad es un sujeto legítimo para
el estudio científico y por lo tanto puede ser modifi-
cado según los resultados de ese estudio".
Bernal era marxista. Fue infatigable propagandista
del desarrollo planificado, racional de la actividad cien-
tífica, una necesidad ineludible para un futuro mundo
que efectivamente tienda a la liberación del hombre.
En 1939, el mismo año en que dejó sentadas las bases
para la cristalografía de proteínas, Bernal publicó su
gran obra sociológica: La Función Social de la Ciencia,
que constituyó un verdadero terremoto intelectual.
Bernal desnudó ante el mundo el carácter medieval de
la estructuración de la actividad científica, la absurda
anarquía aparente que en rigor obedecía a planes con-
cretos que nada tenían que ver con el desarrollo racio-
nal de la humanidad —fue el primero en denunciar
las monstruosidades ecológicas resultantes de la falta
de planificación industrial y agraria—. Una de las pro-
posiciones claves de La Función Social de la Ciencia
es que los problemas materiales del mundo pueden ser
resueltos por la ciencia, pero que los factores que im-
piden el desarrollo racional de las soluciones científicas
son de orden extraáentífico (políticos, sociales y psi-
cologías entre otros) y no técnicos en el sentido ma-
terial. hvi un siglo en que todo es físicamente posible,
sostenía Bernal, la política se convierte en el arte de
encontrar razones para no hacerlo. La aplicación ade-
cuada de a ciencia —concluía— para resolver los
adecuado3 a n °S ' r e q u i e r e Pr i m e r o u n Eterna social
J. D Bernal no recibió el Premio Nobel (Lord Ru-
therrord se debe revolver en su tumba pensando en
las innumerables discusiones con Bernal para conven-
cerlo que Hevara a la práctica alguna de sus ideas y
que si hacia un experimento, por favor lo continuara)
ni ínzFellow de ningún College de Cambridge, donde
enseno por decadas (según las malas lenguas, porque
tema el pelo largo, y algo debía estar mal en un tipo
con pelo largo). Fue miembro de la Royal Society y
obtuvo la codiciada medalla de oro de esta institución,
f-ue uno de los fundadores de la Federación Interna-
cional de Trabajadores Científicos. Su casa, en Lon-
dres, era e lugar de cita obligado para todos los artis-
tas e intelectuales europeos. Sus alumnos lo idola-
traban. D > G .
11. aliados (y
m ^ la ciencia
Wackett Ü
!v^sti»:u'i()n opj.
"Vl' una mayor
•r.u-ioiu's bélicas,
ll'"'»> ele; distintos
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Vii por tierra
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¿Por qué emigran
los uruguayos?
Marcha
Técnicos, mano de obra cali-
ficada, obreros, agricultores,
emigran del Uruguay en can-
tidad creciente. ¿Qué facto-
res han empequeñecido el
horizonte nacional? ¿Qué
sueños o atractivos impulsan
a uruguayos y latinoamerica-
nos hacia otros países? El
análisis que reproducimos de
Marcha, es válido para casi
toda América Latina.
"El número de personas calificadas
que abandona el país crece acelera-
damente, afectando la riqueza na-
cional, en sus valores intelectuales,
y refleja, en parte, la falta de hori-
zontes que se ofrece a las actuales
y futuras generaciones. Cuanto ma-
yor es el grado de preparación y
de eficiencia, mayor es el número de
personas que emigran en búsqueda
de ambientes más propicios, si no
se les facilitan los medios que re-
claman para aplicar sus conocimien-
tos." El tema ha sido estudiado por
una comisión de la Cámara de Re-
presentantes, que destaca, además,
en su análisis: "La experiencia in-
dica que la universidad prepara a los
técnicos capacitándolos a buen nivel
en cualquier disciplina, pero el es-
tado no les asegura que sus cono-
cimientos serán protegidos, no sólo
en lo que se refiere a la remunera-
ción sino también en cuanto a la
seguridad de obtener trabajo en el
cual puedan aplicar sus especializa-
ciones". "Gran parte de los fracasos
y frustraciones que anulan los an-
helos de los jóvenes por obtener un
lugar destacado en la actividad na-
cional se debe a que la preparación
técnica, cultural y científica, artística
o de artesanía, no guarda relación
con las posibilidades del país por
absorberlos."
El problema no se ha planteado
sólo en las naciones subdesarrolla-
das. Se vive además en Francia, In-
glaterra, Alemania y Suiza, debido
a las facilidades que ofrece Estados
Unidos —mercado principal a escala
mundial— a quienes se dedican a la
investigación científica, tanto por
las remuneraciones óptimas como
por las buenas condiciones de tra-
bajo.
En el Uruguay —destaca la co-
misión— es difícil detener la eva-
sión, porque los salarios muestran
índices inferiores a los que se pagan
en los países que controlan la de-
manda de especialistas. Pero no
obstante se puede afirmar que, aun
con salarios bajos, se podría retener
a un buen porcentaje de emigrantes
si se les ofreciera seguridad y opor-
tunidad de ejercer su especialidad.
Al analizar los perjuicios econó-
micos, la comisión estableció que "la
evasión de profesionales se puede
considerar como forma de subsidio
que los países en desarrollo otorgan
a los más desarrollados. Si bien los
perjuicios económicos que eso signi-
fica no se pueden valorar con los
datos de que se dispone, es posible
estimar en una suma cercana a los
veinte mil dólares lo que cuesta a
a cada país latinoamericano prepa-
rar un técnico que luego es absor-
bido por otros que le ofrecen me-
jores posibilidades. La emigración
se puede traducir, entonces, a valo-
res económicos que permitan a los
países perjudicados reclamar una
indemnización equivalente. Desde
194.5 a la fecha, los países latinoa-
mericanos contribuyeron a la econo-
mía de los favorecidos por la eva-
sión, con una suma que se sitúa en
los mil millones de dólares, prácti-
camente la cuarta parte de lo que
reciben a través de la Alianza para
el Progreso."
_ Concretamente, el número de mé-
dicos que anualmente emigran hacia
Estados Unidos es equivalente al de
los profesionales que se reciben en
9
12. tres facultades norteamericanas. Por
esa vía Estados Unidos ahorra la ins-
talación, los sueldos y los gastos de
tres facultades. Se puede deducir, en
consecuencia, que el aporte que los
países latinoamericanos hacen a Es-
tados Unidos como resultado del
éxodo de sus técnicos, supera la ayu-
da que ese país presta en un año a
esta parte del continente (datos de
la Oficina Sanitaria Panamericana).
Según destacó ante la comisión el
rector de la Universidad de la Re-
pública, ingeniero Oscar Maggiolo,
en los últimos tres años los por-
centajes de profesionales que se han
ido del país se duplicaron. Hay
cálculos que estiman en un diez por
ciento la emigración de ingenieros a
partir de 1958. Pero esa cifra ha lle-
gado actualmente al veinte por cien-
to, y está concentrada en los inge-
nieros con mejor preparación. El
perjuicio económico que ello ocasio-
na al país es enorme. En un estudio
reciente realizado por la Organiza-
ción Mundial de la Salud (que inte-
gra como delegado el doctor Caldey-
ro Barcia), se estima que sólo la
emigración de ingenieros uruguayos
hacia Estados Unidos representa el
15 por ciento de la producción.
Para dar idea de lo que represen-
ta esta realidad en cuanto a perjuicio
económico, Maggiolo explicó que "la
producción de un técnico universi-
tario que no sea de las facultades de
Agronomía y Química —porque en
éstas el costo llega a ser dos veces
y media el de los egresados de Me-
dicina, Ingeniería y Odontología—,
es de quince mil dólares. Calculado
para América Latina representa
—para tres mil egresados que emi-
graron hacia Estados Unidos en el
período 1960-65—, cuarenta y cinco
millones de dólares. Y toda la ayuda
que recibió América Latina a través
del BID. la Alianza para el Progre-
so, el BIRF y el Eximbank durante
el mismo período fue de cincuenta
y un millones de dólares. Práctica-
mente todo lo que se ha recibido
por ayuda exterior lo está vertiendo
América Latina hacia Estados Uni-
dos. Y si a eso se agrega la emigra-
ción hacia otras naciones, la situa-
ción es más grave.
La preparación de una persona a
nivel de doctorado cuesta alrededor
de u$s 8.000; el costo total para
producir un profesional llega a u$s
15.000; posteriormente, para que un
ingeniero o químico pase a la cate-
goría de doctor (en dos años) el
costo aumenta un 50 por ciento. Se
llega, así, a u$s 20.000 por persona.
En lo que se refiere a los cientí-
ficos, la razón de su alejamiento no
está tanto en la remuneración sino
en las oportunidades de realizar un
tipo de trabajo a nivel del que se
realiza en estas naciones. (Esto es lo
que explica, por ejemplo, la emigra-
ción de científicos ingleses hacia Es-
tados Unidos, a pesar de que las
diferencias de los niveles de vida y
de salarios en ambos países no son
tan acentuadas como en el caso de
los países latinoamericanos.) En Es-
tados Unidos el sueldo se acerca a
los u$s 1.800 o u$s 2.000 mensua-
les, como promedio, en tanto que
el 95 por ciento de los biólogos que
emigra de Uruguay cobran sueldos
muy inferiores.
No solo se van los profesores. Se
van los jóvenes que prometen un
futuro extraordinario; aunque les pa-
guen baja remuneración son atraí-
dos porque van ascendiendo y al
cabo de los años pueden llegar a
ganar u$s 800 ó 1.000. Se van con
sueldos bajos, pero encuentran el
placer científico de investigar dispo-
niendo de mayores posibilidades en
aparatos, instrumentos y ambiente.
El problema de la emigración de
técnicos será crítico para Uruguay
en los próximos diez años, porque
la universidad no podrá seguir man-
teniendo su nivel de instituto uni-
versitario si no da un gran paso en
cuanto a la formación de científicos
y en la obtención de equipos de la-
boratorio. En consecuencia, si no se
ejercita una buena política destinada
a formarlos, a garantizarles equipo,
gabinetes y bibliotecas para que pue-
dan trabajar en el país, además de
establecer una remuneración que no
sea menor a la mitad de lo que po-
drían ganar en el exterior, Uruguay
se constituirá en una de las bolsas
de abastecimiento de hombres de
ciencia para otras naciones.
Uno de los motivos que provocan
emigración de científicos —denun-
ció el doctor Hermógenes Alvarez—
es la imposibilidad de sacar aparatos
de la aduana, hecho que parece ni-
mio pero que en el país tiene gran
importancia. Los aparatos pasan años
en la aduana y no hay manera de
retirarlos. Los que vienen destinados
a Salud Pública se retiran en el día;
pero con los destinados a la univer-
sidad sucede todo lo contrario. Dijo
el doctor Alvarez: "Cuando ingresé
al Consejo Nacional de Investigacio-
nes Científicas y Técnicas, ex:': :n
en la aduana aparatos destinados a
su labor. Se hicieron toda clase de
gestiones; se modificaron reglamen-
tos y hasta un representante de la
aduana se dedicó a acelerar el trámi-
te. Sin embargo, los aparatos se-
guían en la aduana cuando nos reti-
ramos. Creo que todavía están allí.
Y van, ya, dos años y medio."
Otro caso: "El profesor Buño tra-
jo 20 miligramos de una sustancia
que necesitaba para sus investigacio-
nes. La aduana le exigió el envío de
la sustancia a su laboratorio para
analizarla, lo que no podía realizarse
porque hubiera significado el consu-
mo de toda la cantidad. La facultad
envió una nota —firmada por el
decano— en la que establecía que
no se trataba de cocaína. Sin embar-
go, no se permitió que esos 20 mg
salieran: quieren someterlo a análi-
sis. Y cuando eso ocurra los 20 mg
se acaban."
La evasión importa no sólo por
los totales, sino por la calidad de
las personas que se van, y porque en
algunas materias quedan lagunas di-
fíciles de llenar. El doctor Rodolfo
Tálice, decano de Humanidades y
Ciencias, citó numerosos ejemplos.
Entre otros los siguientes: "La ra-
zón de que el señor Wolf fuera el
primer egresado de bioquímica que
emigró, se debe a que no encontró
en la facultad condiciones de tra-
bajo. Hoy tiene un alto cargo en
una universidad de Estados Unidos.
El profesor Coseriu, que en el «ran-
king» internacional es uno de los
primeros en filología, tuvo que irse
de la facultad. Actualmente es pro-
fesor en una universidad de Alema-
nia, donde ocupa un cargo que es
de los primeros del mundo. Un pro-
fesor especialista en historia econó-
mica está en Francia. Un licenciado
de primer orden que fue a estudiar
genética dinámica volvió al Uruguay
para irse hacia Estados Unidos. Y
nuestro país necesita especialistas en
esa materia no sólo desde el punto
de vista científico sino también ñor
sus aplicaciones tanto en el reino
animal como en el vegetal, e inclu-
sive en la especie humana, porque
cada vez más sus datos se aplican
desde el punto de vista médico y so-
cial. W. Diode, licenciado al que la
facultad envió a estudiar biología
humana y marina a Santos, tuvo lue-
go que emigrar. Actualmente está en
Paraná, ganando u$s 1.000 con siete
técnicos a su alrededor para estudiar
10
13. las plantas y fauna flotantes de los
ríos argentinos. El profesor Fernán-
dez Bueno, especialista en biología
marina, tampoco encontró condicio-
nes adecuadas de trabajo y emigró.
[Al respecto el decano destacó que
hay sólo tres países latinoamericanos
que no tienen estación biológica ma-
rina: Bolivia, Paraguay y Uruguay]:
"Además, no hemos estudiado como
es debido el mar y los pocos que
quieren hacerlo no lo han consegui-
do porque han tenido que irse. Cada
día son más los que quieren emigrar
porque tienen pocos medios para
equipos. No hay en el país, un clima
apropiado para la ciencia, ni para
las naturales."
Se van, asimismo, del país, médi-
cos de alto nivel. De un centro cien-
tífico de fama internacional, por
ejemplo, el Servicio de Fisiología
Obstétrica, del Hospital de Clíni-
cas, se han ido cinco personas, por
lo cual quedó desguarnecido, ya que
el total de los profesionales era de
diez o doce. También se van médi-
cos jóvenes —indicó ante la comi-
sión el profesor Buño— y esa emi-
gración es selectiva, pues "siempre
se trata de gente de cierto nivel, o
sea, que pueden pasar el «MCAT»,
prueba para trabajar en los hospita-
les de EE.UU., y el examen de ha-
bilitación". El país no está capacita-
do para emplear a los profesionales
que está preparando. "Se ha dicho,
explicó el profesor Buño, que tene-
mos un número de químicos indus-
triales y de agrónomos inferior a
nuestras necesidades. Sin embargo,
ese número de químicos industriales
y de agrónomos y arquitectos no tie-
ne trabajo. No se trata, entonces, de
que la universidad produzca un nú-
mero excesivo, sino de saber si el
país está capacitado y organizado
para absorber esa cantidad sufi-
ciente."
La falta de oportunidades es una
de las raíces del problema. Un ejem-
plo: la Facultad de Ingeniería tiene
un año dedicado a textiles. Pero la
industria no ha podido absorber a
la gente especializada, ya que gene-
ralmente trabaja con técnicos extran-
jeros, que vienen con la propia ma-
quinaria que se ha importado al
país. Nueva Zelandia y Australia,
por ejemplo, para competir con los
textiles artificiales han creado insti-
tutos de la lana, para buscar la ma-
nera de competir con el nylon y si-
milares. Uruguay no hace absolu-
tamente nada en ese campo. Otro
ejemplo entre muchos: a pesar de
la necesidad apremiante de técni-
cos sanitarios, la plaza se saturó con
rapidez. De los técnicos recibidos en
producción de energía, sólo hubo
trabajo en UTE, que de cada trein-
ta o cuarenta ingenieros absorbe
dos. Entre 18 mil estudiantes —se-
gún explicó a la comisión el encar-
gado de la Oficina de Planeamien-
to, Domingo Carlevaro— se realizó
una encuesta acerca de las posibi-
lidades de trabajo (si era o no di-
fícil su inserción en el mercado
nacional), un 12 por ciento se ma-
nifestó partidario de buscar trabajo
en el extranjero. Un 46 por ciento
aludió a dificultades para la obten-
ción de trabajo. El 87 por ciento de
los estudiantes de arquitectura ma-
nifestó que encontraría dificultades
para hallar ubicación. Las condicio-
nes generales del país —y en gene-
ral del continente— pesan negati-
vamente sobre el futuro de sus téc-
nicos. Y —para citar un ejemplo
más—, mientras en los últimos diez
años ingresaron a EE.UU. 4.200
médicos latinoamericanos, el déficit
de médicos del continente es, en
algunos países, abrumador. O
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11
14. Víctor Penchaszadeh
Víctor Penchaszadeh se graduó de médico en la
Universidad de Buenos Aires; se formó como pediatra y
luego trabajó en la División de Genética Médica del
Johns Hopkins Hospital de Balttmore, EE.UU. En 1970
obtuvo el Master of Science en Epidemiología y Genética
Humana en la Escuela de Salud Pública de la Johns
Hopkins University, Fue jefe de clínica del Centro de
Genética Médica y en la actualidad está organizando
la sección de genética del Hospital de Niños de Buenos
Aires.
12
Ciencia Nueva: ¿Qué es la genética médica?
Víctor Penchaszadeh: La genética médica aplica el co-
nocimiento de los mecanismos de la herencia para es-
tudiar la transmisión familiar de ciertos rasgos o en-
fermedades. El desarrollo de esta disciplina es relati-
vamente reciente y el concepto moderno es que todo
rasgo humano es el resultado de la interacción de fac-
tores ambientales sobre la constitución genética de-
rivada de los progenitores. El rol del genetista médico
es investigar los factores genéticos involucrados en
los distintos tipos de patología humana, determinar
su mecanismo patogénico, cuales son los factores am-
bientales —si existen— que tienen influencia en su
expresión y como se transmiten a la descendencia.
Estos conocimientos se aplican a la prevención de las
enfermedades genéticas y al tratamiento— con base
fisiopatológica— cuando esto es posible.
C.N.: ¿Qué tipos de enfermedades genéticas existen?
V. P.: De acuerdo al tipo de factores genéticos invo-
lucrados, existen tres categorías principales de enfer-
medades genéticas. Por empezar están aquellas deter-
minadas por la alteración de un solo gen; estas son
las enfermedades clásicamente consideradas como he-
reditarias y pueden ser dominantes o recesivas, liga-
das al sexo o no. Se conocen varios centenares de en-
fermedades de este tipo; podemos citar algunas ejem-
plos clásicos, como el enanismo acondroplástico, do-
minante, los errores congénitos de metabolismo, re-
cesivos, y la hemofilia, ligada al sexo. Un segundo "ru-
po lo componen algunas enfermedades muv comunes
como la diabetes, la hipertensión arterial y la mnvotía
de las malformaciones congénitas, en las que probable-
mente están involucrados no uno sino varios genes,
con efectos aditivos, y cuva expresión esta influencia-
da por factores ambientales diversos. La tercer cate-
goría esta constituida por las alteraciones cromosómi-
cas, es decir, aquellas en las que existen anomalías
morfológicas en las estructuras nucleares que llevan
15. los genes. De acuerdo al tipo de alteración y al cromo-
soma afectado, puede ocasionar malformaciones, retar-
do mental o trastornos en la diferenciación sexual.
C.N.: Usted separó taxativamente los defectos cromosó-
micos de las enfermedades génicas. ¿Qué diferencias exis-
ten entre los trastornos de los cromosomas —que llevan
los genes— y las enfermedades génicas?
V. P.: En el ambiente médico existe una gran confusión
sobre este tema. En general se cree que toda enfermedad
genética debe tener una anomalía cromosómica, lo que
es erróneo. Las enfermedades génicas se deben, en
cada caso, a la mutación de un gene determinado que
altera entonces su función. En los errores congénitos
del metabolismo, por ejemplo, el gene alterado (o mu-
tado) codifica una proteína enzimática anormal produ-
ciendo una deficiencia funcional de dicha enzima. Esto
determina el déficit de alguna molécula clave o la acu-
mulación de metabolitos precursores que pueden afectar
seriamente al organismo. Las enfermedades génicas son
claramente hereditarias y su recurrencia en una familia
es predecible de acuerdo a los patrones de Mendel.
Las enfermedades cromosómicas, en cambio, consti-
tuyen afecciones no ya de un gene, sino de todo un
cromosoma o fragmento cromosómico, de manera tal
que resulta un exceso o un defecto de material genético.
Puede ocurrir, por ejemplo, que por falla en el meca-
nismo de separación de los cromosomas homólogos du-
rante la gametogénesis en alguno de los progenitores,
nazca un niño que tenga 47 en lugar de 46 cromosomas;
y si el cromosoma extra es el n? 21 (los cromosomas
se identifican numéricamente) ese niño tendrá mongo-
lismo. Por un mecanismo similar un cromosoma puede
faltar en lugar de sobrar: cuando falta uno de los dos
cromosomas sexuales y el que está presente es el X, el
fenotipo es femenino aunque sobrevienen varias malfor-
maciones y los ovarios están ausentes o atrofiados. Es
importante destacar que las anomalías cromosómicas no
necesariamente producen malformaciones: tal es el caso,
por ejemplo, de los varones que poseen un cromosoma
sexual Y extra (constitución X X Y ) y son fenotípica-
mente normales, aunque haya indicios de que suelen
ser altos y con tendencia a desarrollar conductas agre-
sivas.
C.N.: ¿Estas alteraciones cromosómicas numéricas son
transmitidas genéticamente?
V. P.: Por lo genera] no. Estas afecciones suelen ser
esporádicas pues se deben a errores durante la gameto-
génesis, siendo rarísima su repetición. Los padres de
niños afectados tienen constitución cromosómica normal
y generalmente no hay otros casos en la familia.
Por otro lado la mayoría de las afecciones cromosó-
micas numéricas produce esterilidad. Excepciones a esto
son las mujeres con mongolismo, que pueden tener hijos
sanos o mongólicos con igual probabilidad, y las mu-
jeres X X X y los varones X Y Y (ambos fenotípicamente
normales) que también pueden transmitir las anomalías
a sus hijos. En estos dos últimos casos, sin embargo, la
frecuencia de hijos afectados es inferior a la expectativa
teórica, como si hubiera un mecanismo de restricción en
la producción o viabilidad de las gametas anormales.
C. N.: Usted hasta ahora se refirió a enfermedades por
alteración en el número de cromosomas. ¿Existen otras
alteraciones de la estructura cromosómica?
V. P.: Si. Un cromosoma puede romperse y sufrir una
deleción, es decir, la pérdida de un fragmento. Las de-
leciones cromosómicas van asociadas a enfermedades
congénitas graves con deficiencia mental. Si ocurren
roturas en dos cromosomas, éstos pueden luego fusio-
narse, perdiendo ambos pequeños fragmentos; esto es
lo que se llama traslocación. Si bien no se conocen las
causas de las roturas y traslocaciones (virus, radiaciones
y drogas han sido incriminados) es importante saber
Vocabulario
técnico
CONGENITO: presente al nacimiento, independien-
temente de la etiología.
CROMOSOMA: estructuras presentes en toda célu-
la que determinan la herencia. Están compuestos
por cordones de ácido desoxirribonucleico y proteí-
nas, siendo los genes las unidades de herencia. En la
especie humana los cromosomas están representados
de a pares (homólogos), excepto los cromosomas
sexuales en el varón que posee un X y un Y no
homólogos. El número total de cromosomas es 46
en la especie humana.
DIPLOIDE: la representación doble de todos los
cromosomas en las células somáticas normales.
FENOTIPO: las características observables del or-
ganismo, producidas por el genotipo en conjunción
con el ambiente.
GAMETA: la célula germinal haploide (óvulo o es-
permatozoide).
GENOTIPO: constitución genética para un rasgo de-
terminado o en general.
I-IAPLOIDE: la representación simple de todos los
cromosomas, normal en las gametas. El número ha-
ploide es la mitad del diploide.
MUTACION: cambio en el material genético. En
general se refiere a mutación de punto, es decir, en
un solo gene.
PATRONES DE MENDEL: corresponden a los me-
canismos de transmisión de los genes de generación
en generación, establecidos por Mendel.
POSTULADOS DE KOCH: establecen los princi-
pios en que se deben basar las conclusiones sobre re-
laciones causa-efecto en enfermedades infecciosas.
REDUCCION MEIOTICA: mecanismo por el cual,
durante la genetogenésis, se pasa del número diploi-
de de cromosomas al haploide. La fertilización de dos
gameras haploides de sexo opuesto producirá un hue-
vo zigota diploide.
SINDROME: es el conjunto de signos que confor-
man una enfermedad determinada.
ZIGOTA: el huevo fertilizado.
16. n a
Figura 1. Fotografía de los cromosomas de un
varón normal. Esta célula ha sido detenida en el
medio de la división celular y tratada químicamente
para producir la separación de los cromosomas y
facilitar su examen.
que algunas personas pueden ser portadoras de traslo-
caciones "balanceadas" (sin variación importante de la
cantidad total de material genético) y ser completamente
normales. Sin embargo, esta traslocación puede ser
transmitida a los hijos en estado 110 balanceado, es decir,
con exceso o defecto cuantitativo de material genético,
produciendo, entonces sí, enfermedad. Estos casos son
la excepción más notoria a la afirmación de que en
general los defectos cromosómicos no se heredan.
El mongolismo es un buen ejemplo: si bien la inmen-
sa mayoría de niños mongólicos poseen tres cromosomas
n? 21 (trisomia 21 libre) en lugar de dos, un pequeño
porcentaje posee una traslocación no balanceada donde
un cromosoma 21 extra está adosado a otro cromosoma.
El resultado final es el mismo (hay exceso de material
genético del cromosoma 21) y las características clínicas
del mongolismo por trisomia o por traslocación son
idénticas. Hay diferencia, sin embargo, en el riesgo para
los futuros hijos de una pareja que ha tenido un niño
mongólico: si uno de los progenitores es portador silen-
cioso de una traslocación balanceada, el riesgo de recu-
rrencia de mongolismo en sus hijos es 60 veces mayor
que para la población general, mientras que si la pareja
es cromosómicamente normal, el riesgo es el que corres-
ponde a la incidencia de mongolismo de acuerdo a la
edad de la madre.
C. N.: ¿Por qué influye la edad de la madre en el riesgo
de mongolismo debido a una trisomia libre?
V. P.: Estudios epidemiológicos han demostrado que la
incidencia de niños mongólicos aumenta a medida que
avanza la edad de la madre y que el incremento es muy
14
leve hasta los 30 años, haciéndose muy marcado por
encima de 35 años. Así, mientras que en la población
general la frecuencia de la afección es de uno en 600
nacidos vivos, es sólo uno en 3000 niños de madres
menores de 25 años, pero uno de cada cincuenta en
hijos de madres mayores de 40 años. Normalmente los
23 pares de cromosomas homólogos se separan durante
la división meiótica dando origen a gametas (óvulos)
con la mitad del número cromosómico (23) que al ser
fecundadas por un espermatozoide con 23 cromosomas
producen el huevo cigota con 46 cromosomas. La triso-
mia del mongolismo resulta de la falla de este mecanis-
mo de separación o reducción meiótica: los dos cromo-
somas 21 migran hacia el mismo polo originando un
óvulo con 24 cromosomas en lugar de 23 (con un cro-
mosoma n? 21 extra). Se desconoce la razón por la
cual una mujer de edad efectúa la reducción meiótica
con menor eficiencia. Existen varias hipótesis en danza:
envejecimiento celular, infecciones virales, radiaciones.
Incluso hay quienes sospechan que existe un mecanismo
inmunológico: las madres de hijos mongólicos parecen
tener anticuerpos antitiroideos con más frecuencia que
las madres controles.
C. N.: Los individuos con alteraciones cromosómicas sue-
len tener menor expectativa de vida que las personas
normales. ¿Hay indicios de que este efecto letal se ejerza
también durante la vida fetal?
V. P.: Si. Estudios cromosómicos en material de abor-
tos espontáneos han demostrado que el 20 por ciento de
éstos se deben a algún tipo de anomalía cromosómica.
Incluso se han visto aberraciones jamás descritas en
nacidos vivos, como la trisomia del cromosoma 16,
deduciéndose que éstas son siempre incompatibles con
la vida. Con respecto a mongolismo se calcula que por
cada niño que nace con esta afección otros dos son
abortados tempranamente.
C.N.: ¿Congénito es sinónimo de genético?
V. P.: Congénito significa pura y exclusivamente que
algo esta presente en el momento del nacimiento, sin
abrir juicio sobre la etiología. Existen afecciones con-
génitas claramente determinadas por factores ambien-
tales intrauterinos, que pueden ser infecciosos (la ru-
béola), químicos (la talidomida) o físicos (las radia-
ciones). Además, es necesario dejar bien claro que no
todo lo genético es congénito: el ejemplo más claro
es el de la corea de Huntington, una enfermedad que
está genéticamente determinada desde el momento de
la concepción pero que rara vez se expresa clínica-
mente antes de la tercera década de vida.
C.N.: Usted ha mencionado el uso de la epidemiología
en genética. En general los legos asocian la epidemiolo-
gía con el estudio de las enfermedades infecciosas y no
con el de las afecciones genéticas. ¿Nos podría explicar
con más detalles en qué consiste?
V. P.: La genética médica utiliza métodos de diversas
ramas de la medicina: la clínica, el análisis de genealo-
17. Tipo de anomalía
Abortos
espontáneos
Nacidos
vivos
Síndrome de Turner: 45,XO (mujeres) 1/20 1/3.500 mujeres
Síndrome de Klinefelter: 4 7 , X X Y (varones) no se encuentra 1/500 varones
Triple X : 4 7 , X X X (mujeres) no se encuentra 1/1.500 mujeres
Doble Y: 47.XYY (varones) no se encuentra 1/1.000 varones
Mongolismo: 47, un cromosoma 21 extra 1/40 1/600
Frecuencia de algunas anomalías cromosómicas en recién nacidos vivos y en material de abortos (el número que
antecede a la constitución cromosómica indica el mímero total de cromosomas). Se observa que algunas anoma-
lías son mucho más frecuentes en abortos. Teniendo en cuenta la incidencia de abortos espontáneos en la po-
blación se puede inferir que el 95 por ciento de los fetos con síndrome de Tumer y el 70 por ciento de los fetos
con mongolismo son abortados tempranamente.
gía, la morfología cromosómica, la citoquímica y la bio-
química y, también, la epidemiología. Si bien es cierto
que la epidemiología nació con el estudio de las enfer-
medades infecciosas, actualmente su metodología puede
aplicarse a toda la patología humana incluyendo, por
cierto, a las enfermedades genéticas. Un ejemplo clásico
del uso de la epidemiología en el estudio de patología
no infecciosa lo constituye la demostración del papel
del cigarrillo en la producción de cáncer pulmonar. El
método epidemiológico aplicado a la genética médica
implica el estudio estadístico de la distribución de una
enfermedad presuntamente genética en la población, el
análisis de su presentación en varios miembros de una
familia, su preferencia por ciertos grupos étnicos, su
asociación con consanguineidad familiar, etcétera. El ob-
jetivo es determinar si factores genéticos están invo-
lucrados o no en una enfermedad dada y, en caso afir-
mativo, de qué tipo son: génicos, cromosómicos, multi-
factoriales.
C. N.: Es decir, quiere descubrir relaciones causa-efecto
V. P.: La determinación etiológica es, efectivamente, el
fin último del método epidemiológico en cualquier área
que se aplique. Sin embargo muchas veces se llega solo
a establecer asociaciones estadísticas entre cierta carac-
terística y una enfermedad, correspondiendo luego las
inferencias sobre si existe relación de causa a efecto.
Conspiran contra la posibilidad de descubrir esta rela-
ción la imposibilidad de experimentar con seres huma-
nos y el hecho de que la mayoría de las afecciones con
participación genética son multicausales, es decir no
existe un factor único sino una interacción compleja
de ciertas características genéticas y varios agentes am-
bientales difíciles de analizar. En enfermedades mono-
factoriales, como algunas mutaciones génicas por ejem-
plo, la combinación de técnicas epidemiológicas, clínicas
y bioquímicas ha permitido establecer relaciones de
causa-efecto, entendiendo éstas con criterio biológico
amplio. Tal es el caso de las hemoglobinopatías, donde
no cabe duda que se deben a mutaciones génicas que
inducen la formación de moléculas globínicas anormales
que a su vez son responsables de todos los signos de la
enfermedad.
La epidemiología genética seguramente aporta datos
para orientar las investigaciones de los "científicos bá-
Figura 2. Falta de separación de los cromosomas
durante la meiosis. El esquema muestra la migración
anómala de un par de cromosomas homólogos durante la
meiosis. En la célula están esquematizados solo 2
pares de cromosomas, para mayor claridad. En 1) los
cromosomas duplicados se disponen en el centro de
la célula; 2) un par de cromosomas migra hacia el
mismo polo en lugar de separarse y dirigirse a los
polos opuestos; 3) esto resulta en una célula intermedia
que contiene un cromosoma de menos y otra que
contiene un cromosoma de más; 4) en cada célula
nueva, los cromosomas duplicados se dividen y vuelven
a separarse, como en la meiosis normal; 5) el
resultado final es: dos células con 24 cromosomas y
dos células con 22 cromosomas.
el laboratorio.
C. N.: ¿Rigen también para la genética epidemiológica
los postulados de Koch? ¿O no se los proponen por
timidez?
V. P.: Lo sugerido por la epidemiología genética puede
ser confirmado, refutado o modificado por los investi-
18. fertilización de dos gametas normales
X / )
gameta con un cromar,o gameta normal
ma entra
J J
y -
zigoía normal
>¿
zigota ír»si.dmíca
gameta con un cromoso- gameta noima! zigota monosdmica
ma menos
Figura 3. "Esta figura muestra los resultados de la
fertilización de gametas con número anormal de
cromosomas, por gametas normales.
gadores que trabajan a nivel celular y molecular. La
determinación etiológica precisa se ve facilitada si se
dispone de modelos animales, como por ejemplo las dis-
plasias esqueléticas, las cardiopatías congénitas y los
defectos metabólicos de ciertas cepas puras de ratón.
Con animales sí se pueden hacer los experimentos nece-
sarios sin que pesen los factores subjetivos que afortu-
nadamente inciden en la conducta humana. Por otra
parte, el tiempo de generación humana (25 años) es tan
largo que resulta muy difícil realizar un estudio pros-
pectivo de los rasgos genéticos. La importancia de la
liberalidad de las cruzas y de los tiempos de generación
rápidos se reflejan claramente en la biología molecular:
el tiempo de generación de una Escherichia coli, la bac-
teria intestinal humana que ha sido, con sus fagos, el
caballito de batalla de la biología molecular, es de 20
minutos.
C. N.: ¿Quiere decir que en genética humana las limita-
ciones morales y subjetivas sumadas a un largo tiempo
de generación determinan una especie de estancamiento
de la investigación básica?
100
80
60
40
en 2 0
O
c „„
<D 1 0
O
Cü
c
o
O.
"o
c
<D
"O
o
c
8
6
1
.8
.6
.4
.3
.2
20 25 30 35 40
edad materna
45 50
Figura 4. La incidencia de mongolismo aumenta en
forma aproximadamente geométrica con la edad de
la madre. Nótese que la escala de incidencia es
logarítmica.
16
V. P.: Afortunadamente, esto no es así. Con el adve-
nimiento de las técnicas de cultivo celular se ha comen-
zado el estudio de la genética de las células somáticas,
un campo extremadamente promisorio tanto para la ge-
nética básica como para la genética asistencial. El cultivo
de células somáticas ha permitido ya resolver problemas
de diagnóstico y determinar el defecto primario de nu-
merosas enfermedades genéticas. Si bien nuestro labo-
ratorio se ha dedicado hasta ahora principalmente a la
citogenética, actualmente estamos extendiéndonos hacia
la genética celular bioquímica y esperamos poder dispo-
ner en breve de un laboratorio de cultivos de células a
largo plazo que nos permitirá iniciar el estudio de las
enfermedades genéticas del metabolismo y también efec-
tuar la detección pre-natal de algunas enfermedades
genéticas.
C. IV.; ¿En qué consiste la detección pre-natal de enfer-
medades genéticas?
V. P.: Así como se pueden estudiar las células de un
individuo adulto para la detección de una anomalía
cromosómica o una deficiencia enzimática, hay técnicas
que permiten obtener células del feto y someterlas a los
mismos procedimientos. Se trata de una punción abdo-
minal a la señora embarazada entre las semanas 14? y
16? de gestación, por la que se extrae una pequeña mues-
tra de líquido amniótico, sin tocar al feto ni afectar su
normal desarrollo. El líquido amniótico contiene nor-
malmente células fetales descamadas que se desabollan
en cultivo y luego permiten analizar la constitución cro-
mosómica del feto así como varios sistemas enzimáticos.
C, N.; ¿En qué enfermedades genéticas es importante
este tipo de estudio?
V. P.: En toda aquella que sea suficientemente grave,
que tenga una probabilidad significativa de ocurrir en
19. los hijos del matrimonio que consulta, y en la que el
diagnóstico pueda efectuarse en células fetales. El diag-
nóstico prenatal provee al médico de criterios diagnós-
ticos irrefutables y le permite efectuar un asesoramiento
genético preciso. Si bien ya se ha demostrado la posi-
bilidad de diagnosticar prenatalmente todo tipo de ano-
malía cromosómica y una cantidad grande de deficiencias
enzimáticas, aún no se han desarrollado en nuestro país
las técnicas adecuadas.
C. N,: ¿Qué es el asesoramiento genético?
V. P.: Es la aplicación clínica fundamental de los prin-
cipios de genética. Consiste en la estimación de la pro-
babilidad que en una familia ocurra o se repita una
enfermedad presuntamente hereditaria. La situación más
común es la de la pareja a quien le ha nacido un niño
malformado o que desarrolla una enfermedad genética.
Para estimar el riesgo de recurrencia es fundamental un
diagnóstico adecuado de la afección en cuestión y el
conocimiento de los modos de transmisión de las distin-
tas enfermedades. Muchas veces es necesario efectuar
estudios exhaustivos en los pacientes y sus familiares
a fin de poder asesorar adecuadamente. Afortunada-
mente en muchos casos los riesgos de recurrencia sue-
len ser bajos, con el consiguiente alivio de la pareja
que, en general, suele imaginarse peores riesgos que
los reales.
Tipo de afección
Frecuencia por
1 . 0 0 0 nacimientos
Malformaciones congénitas con
etiología multifactorial (genética
y ambiental) compleja
Malformaciones congénitas debi-
das a mutaciones génicas
Anomalías cromosómicas
Enfermedades que se exteriorizan
luego del nacimiento y debidas a
mutaciones génicas
Trastornos comunes con compo-
nentes genéticos en la etiología
TOTAL
20
5
4
8
10
47
Esta tabla da una idea de la frecuencia en la población
de los distintos tipos de "defectos de desarrollo" entre
los cuales se incluyen anomalías morfológicas detecta-
bles al nacimiento y trastornos que, si bien determina-
dos prenatalmente, se exteriorizan posteriormente en la
infancia o adultez por defectos metabólicos y¡o so-
máticos.
C.N.: ¿Cuáles son los centros de genética médica que
existen en nuestro país?
V. P.: Existen algunos grupos trabajando en hospita-
les, dedicados fundamentalmente al estudio de afec-
ciones cromosómicas mediante técnicas citogenéticas.
Si se tiene en cuenta que estas constituyen no más
del 2 al 3 por ciento de todas las enfermedades gené-
ticas, se deduce que el mero estudio cromosómico no
alcanza a cubrir la totalidad de las necesidades de la
genética asistencial. En el Centro de Genética Médica
de la Subsecretaría de Salud Pública se intenta cubrir
con mayor amplitud la patología genética, pero tro-
pieza con el inconveniente de no estar en un hospital,
hecho que lo aisla y dificulta seriamente su labor asis-
tencial. Sin embargo, el Centro de Genética Médica
presta un servicio importante al asumir tareas docen-
tes y estudios poblacionales. En el Hospital de Niños
de Buenos Aires estamos encarando actualmente la
creación de un servicio de genética que tendrá funcio-
nes asistenciales (diagnósticos y asesoramiento gené-
tico) y de investigación clinico-epidemiológica.
C.N.: ¿A qué se debe el retardo que sin duda se ob-
serva en la genética médica argentina?
V. P.: Por empezar, a los estudiantes de medicina no
se les enseña genética. Creo que en esto reside el prin-
cipal escollo. De esta causa primaria surgen como na-
tural consecuencia la ausencia de centros de capacita-
ción de posgrado y la subestimación de los factores
genéticos en la causalidad de la patología humana. No
solo se sufre de una gran escasez de especialistas en
la materia sino que los graduados de las facultades de
medicina de nuestro país adolecen de fallas concep-
tuales importantes que se traducen en una deficiente
atención de los problemas hereditarios.
C. N.s Una última pregunta, ¿cuál es la importancia re-
lativa de las enfermedades genéticas en la patología
humana?
V. P.: Eso depende del estado de desarrollo económico-
social y sanitario del país. En los países desarrollados,
donde muchas enfermedades ambientales e infecciosas
están siendo controladas, adquieren preeminencia en la
patología las afecciones crónicas, malformativas y gené-
ticas. Aun así, hay que tener en cuenta que cada enfer-
medad genética es individualmente rara (incidencias que
varían entre 1 en 1000 y 1 en 50.000) si bien el nú-
mero de estas afecciones crece día a día debido a descu-
brimientos de causas genéticas en diversas enfermedades
hasta entonces sin etiología conocida.
Un catálogo reciente de enfermedades genéticas nombra
700 afecciones diferentes. En países como el nuestro,
donde el 80 por ciento de las muertes infantiles se deben
a factores infecciosos y nutricionales, es aparente que las
enfermedades genéticas tienen una importancia secun-
daria. Pero si pensamos que alguna vez saldremos del
subdesarrollo es apropiado que vayamos desarrollando
la capacidad para entender y enfrentar preventivamen-
te la patología malformativa y genética. O
20. Universidad y frustración
Entrevista a Rolando V. García
Ciencia Nueva: Usted fue decano de la Facultad de
Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires
desde 1957 hasta la intervención, en 1966. A cinco
años de distancia, ¿cómo evalúa ese período?
Rolando García: No soy el primero —y es probable
que tampoco sea el último— que se dedica a analizar
y evaluar ese período universitario. De todas las facul-
tades que componen la Universidad, la de Ciencias
Exactas es, sin duda, la que, durante ese período, ge-
neró cambios internos de mayor envergadura, y es na-
tural que se trate de entender por qué ocurrió así y
de evaluar qué sentido tiene todo eso visto a cinco
años de distancia. ¿Qué es lo que intentamos hacer y
qué es lo que realmente hicimos en ese período?
La experiencia adquirida durante esos años fue muy
valiosa para mí. Sin ella, dudo que hubiera llegado a
tener la concepción de la Universidad que tengo aho-
ra y que resumiría de la siguiente manera.
Él problema universitario tiene un aspecto político
y otro técnico. El primero tiene prioridad sobre el
segundo: debemos poner la técnica al servicio de la
política y no viceversa. El objetivo de nuestra univer-
sidad no debe ser, en última instancia, formar técni-
cos e investigadores capaces, sino contribuir a la trans-
formación que necesita el país. Indiscutiblemente que,
para lograrlo, hay que formar gente con un alto nivel
de capacitación. Pero este es el instrumento y no la
meta.
Planteado así el problema, debemos comenzar por
preguntarnos cuál es la transformación que deseamos
para nuestro país. En lo que va de este siglo, nuestro
país solo conoció dos transformaciones profundas: la
que produce el irigoyenismo, con el acceso de la clase
media al poder, y la que produce el peronismo, con
la toma de conciencia política del proletariado. Desde
entonces se ha hablado mucho de transformación y
de cambio. Y si los usurpadores del poder han dejado
de utilizar la palabra desarrollo, es sólo porque está
"pasada de moda", Pero ni el desarrollismo ni las ver-
siones actuales de transformación y cambio nos pro-
ponen un cambio real y una transformación profun-
da, a la altura del proceso histórico que se está vi-
viendo en el continente latinoamericano.
La transformación a la cual vo aspiro para mi país
consiste, simplemente, en que deje de ser un país de-
pendiente. Debo aclarar, de inmediato, que todo pa-
recido de esta afirmación con lo que haya dicho algu-
no de nuestros ex ministros de economía es pura
coincidencia... de palabras, no de ideas. Ouizás para
evitar cualquier parecido, aun en las palabras, sería
mejor que llamara a este tipo de transformación por
su verdadero nombre: se trata, lisa y llanamente, de la
liberación nacional; de una liberación auténtica, que
permita a la gran masa de nuestro pueblo tomar en
sus propias manos su destino como pueblo. Esta libe-
ración tiene un doble sentido, porque también es do-
ble la raíz de nuestra dependencia. Se trata, en primer
término, de una liberación de la dependencia externa.
Es quizás la más fácil de definir puesto que existe
para ella una palabra inequívoca que resume el con-
cepto: el imperialismo.
En segundo término, es una liberación de la de-
pendencia interna, que se puede definir como el do-
minio que ejercen minorías privilegiadas sobre la gran
masa de la población.
Una vez establecido este punto de partida —que
es, sin duda, un lugar común con lo que sostienen
numerosos movimientos de diversas ideologías— vie-
ne la tarea menos simple de establecer las implicacio-
nes para la acción. Desde el punto de vista de la uni-
versidad, creo que pueden reducirse a tres, estrecha-
mente interdependientes.
En primer lugar, el universitario debe asumir una
posición militante. Cada universitario debe definir su
forma de militancia. Pero al nivel de la institución
misma esa militancia debe incluir la denuncia perma-
nente de todas las formas de dependencia y, muy es-
pecialmente, la puesta en evidencia de los métodos
sutiles del imperialismo moderno, así como las formas
encubiertas de explotación, tanto externas como in-
ternas.
En segundo lugar, la universidad debe ser uno de
los instrumentos esenciales para el estudio de los pro-
fundos cambios necesarios en la estructura socio-eco-
nómina del país y para la instrumentación de una po-
lítica científica y tecnológica que posibilite la trans-
formación.
En tercer lugar, la universidad debe producir su
propio cambio de estructura, dejando de ser una uni-
versidad al alcance y al servicio de una clase social,
para transformarse en una universidad abierta, ver-
daderamente popular.
Es dentro de este contexto que yo desearía abordar
el análisis de lo que se intentó hacer y de lo que
verdaderamente se hizo en la Facultad de Ciencias
Exactas de la Universidad de Buenos Aires, durante
el período en el cual me correspondió actuar, es decir,
entre 1956 y 1966.
El punto de partida fue muy precario. Nuestra fa-
cultad no tenía prácticamente ningún peso dentro de
18
21. la Universidad. Pocos alumnos, muy pocos profesores,
un edificio colonial, algunos laboratorios vetustos y
mal equipados, un presupuesto ridiculamente escaso.
Las poderosas camarillas de las facultades de Medici-
na, Ingeniería y Derecho habían gobernado a volun-
tad durante toda la historia de la Universidad, y eran
responsables de su atraso y de su estancamiento. Las
ciencias básicas eran solo el pasatiempo de una élite
o el áspero camino de algún asceta con pasión por la
ciencia.
Fue necesario plantearse una estrategia a largo pla-
zo y aferrarse a ella tenazmente, en una lucha porfia-
da, rayana con la terquedad. El esquema que elabora-
mos era, sin embargo, simple en su estructura. Como
primera prioridad, la Facultad tenía que llegar a pesar
dentro de la Universidad; debía poder convertirse en
una plataforma de lucha, respetada por su jerarquía,
por su capacidad de trabajo, por la seriedad y el rigor
de los estudios y de las investigaciones que en ella se
realizaran. Esto solo podía lograrse con una nueva
generación de docentes e investigadores que tuvieran un
alto nivel de formación y una clara conciencia de la res-
ponsabilidad social que les cabía a ellos, como científi-
cos y a la Universidad, como institución nacional. Esta
etapa la cumplimos, aunque en un período de tiempo
más largo que el que nos habíamos propuesto. Es cierto
que la Facultad creció a un ritmo vertiginoso y llegó
a ser el centro de formación e investigación en las
ciencias básicas más importante de América latina
Pero los obstáculos de toda índole que tuvimos que
superar, así como la implacable campaña que se desató
contra los sectores reformistas de la Universidad
—campaña que estuvo específicamente dirigida contra
la conducción de la Facultad de Ciencias Exactas—
nos impidió entrar de lleno en la segunda etapa, cuyo
objetivo era lograr igual jerarquía en la investigación
aplicada. El Instituto de Investigaciones Aplicadas hu-
biera sido la culminación de esta etapa. Durante va-
rios meses se trabajó, conjuntamente con la Facultad
de Ingeniería, en los planes para la creación de este
Instituto. Ouedó un proyecto listo para comenzar a
ejecutarse. Pero llegó junio de 1966. . .
C. TV.: ¿Por qué considera usted que la investigación
aplicada debía abordarse solo en una segunda etapa?
¿No podría haberse comenzado antes?
R. G.: En realidad, la investigación aplicada se impul-
só desde un comienzo. Por eso se estableció el Insti-
tuto de Cálculo, se desarrolló el Departamento de In-
dustria, se estableció el Instituto de Biología Marina,
se investigaron métodos de prevención del granizo en
Mendoza, se comenzó el estudio integral de los suelos
en la región chaqueña y otros muchos estudios que no
cabe detallar. También se eligieron temas de investiga-
ción básica dentro de campos que conducían a aplica-
ciones inmediatas, como se hizo, por ejemplo, con
electroquímica.
Pero mi afirmación anterior tiene otro sentido.
Cuando comenzamos el proceso acelerado de expan-
sión de la Facultad, el peso de nuestro esfuerzo recayó
en la formación de investigadores y en la instalación
de laboratorios en ramas de la ciencia que estaban
prácticamente huérfanas en nuestra universidad y por
ende en el país. El primer objetivo fue tener una
"masa crítica" de investigadores y un "clima" de
trabajo. A partir de allí se podrían formular planes
más ambiciosos, a más largo plazo y más integrados-
en la problemática del país. Esta estrategia fue equi-
vocadamente interpretada por sectores estudiantiles
como una posición cientificista. Ignoraron, sin duda
—y la culpa fue nuestra en gran medida— cuales eran
las razones que nos movían a adoptar esta estrategia
y no otra. El tema merece una larga discusión, impo-
sible de condensar en una entrevista de este tipo,
pero que espero enviarles como una contribución
futura.
Aquí me limitaré a decir que yo no comparto una
posición muy rígida con respecto a la elección de los
temas de investigación cuando se está en el punto de
partida. Lo fundamental es formar buenos investiga-
dores, gente que sepa trabajar, que sepa encarar pro-
blemas nuevos, que conozca las técnicas modernas,
que tenga una metodología adecuada, que haya adqui-
rido autonomía en el trabajo creador. No importa
tanto en cuales temas haya tenido que formarse. Lo
que sí importa es su formación como individuo. Lo
que sí importa es que no se haya corrompido al nivel
personal, que esté dispuesto a poner lo que aprendió
al servicio del país, que decida libremente ser un
investigador semi frustrado y con modestos recursos,
en su propio país, y no sueñe con un sueldo en dólares
y con el mejor laboratorio del mundo en Berkelev o
en el M. I. T. Un buen tirador tiene que haber prac-
ticado mucho y con distintos tipos de armas. No im-
porta dónde aprendió a tirar. Lo importante es contra
quién tire una vez que aprendió a tirar.
C. N.í La crítica más seria que le hizo el sector estu-
diantil durante su actuación universitaria fue la acep-
tación de subsidios de fundaciones norteamericanas.
¿Podría aclararnos su posición con respecto a este pro-
blema?
R. G.: El problema de los subsidios extranjeros debe
plantearse en perspectiva, dentro del marco de la po-
lítica general del país. No se trata de determinar en
cada caso si el subsidio en cuestión impone condicio-
nes o no las impone; si el subsidio viene a promover
un tipo de investigación que interesa a los donantes o
que interesa a la institución que los recibe; si el sub-
sidio crea o no crea condiciones que dejan al investi-
gador a merced del donante, estableciendo lazos eco-
nómicos que luego no pueden romperse sin poner en
peligro la estabilidad o la continuidad del instituto
o grupo de investigación. No se trata, en suma, de
clasificar a los subsidios en "puros" y en "corrupto-
res", estableciendo una celosa vigilancia que deje obrar
solamente a los primeros y cierre el paso a los otros.
El problema no está allí.
En un país dependiente lo aue está en juego es el
sistema total de penetración del país dominante, es el
sistema total de sumisión. Y es misión fundamental
de la Universidad el esclarecimiento de las formas que
adquiere esa dependencia. La Universidad, más que
ninguna otra institución, tiene la responsabilidad de
contribuir a crear en el pueblo la conciencia de que
somos un país dependiente. Tiene, pues, la obligación
de mostrar una posición absolutamente clara, sin equí-
vocos posibles.
19
22. C. N.; Siendo así, ¿cómo juzga usted, retrospectivamen-
te, la política de subsidios que usted mismo aplicó,
como Decano de la Facultad de Ciencias Exactas?
R. G.: Aquí hay varios aspectos que considerar, de los
cuales mencionaré solo dos. En primer lugar, nosotros
usamos los subsidios como arma política y económica
para defendernos y sobrevivir frente al ataque per-
manente de los grupos reaccionarios que dentro y fue-
ra de la Universidad usaron todo tipo de armas para
destruirnos o, por lo menos, para paralizarnos. En
segundo lugar, nuestra política consistió en lograr el
reemplazo del subsidio individual por el subsidio insti-
tucional. Los subsidios que solicitamos a la Fundación
Ford o al BID no fueron para un investigador o un
grupo de investigadores determinado, sino para equi-
par laboratorios que trabajaban en nuestros propios
planes de investigación previamente elaborados o para
completar la biblioteca. Teníamos la conciencia tran-
quila, porque nunca la Facultad recibió un subsidio
que pudiera ser objetable en tanto nos quedemos en
el análisis del subsidio mismo. Pero, como ya he di-
cho, la división de los subsidios en puros e impuros
es improcedente. Por otra parte, se trata de una cla-
sificación imposible de aplicar sin un alto grado de
incertidumbre y arbitrariedad. Las formas sutiles de
penetración establecen una gradación casi continua
entre uno y otro tipo; no existe una línea neta con
condiciones tales que ponga claramente en evidencia
a quienes la traspasan. Una vez que se admitió el prin-
cipio, una vez que una institución fue aceptada, lo de-
más es cuestión de tiempo. La lucha por mantener
infranqueable esa barrera es dura y larga. La expe-
riencia nos mostró que esa lucha se pierde inexorable-
mente. Nosotros no perdimos esa lucha en nuestra
Facultad, pero la perdimos en la Universidad. Con el
agravante de que esa lucha nos dejó en una posición
ambigua frente a un estudiantado que reclamaba, con
razón, posiciones esclarecedoras, actitudes definidas y
una acción combativa con consignas precisas.
Hacia el final de mi último período en el decanato
de la Facultad de Ciencias Exactas adopté, por todas
estas razones, una actitud de rechazo total a los sub-
sidios etxranjeros. Pero esa posición, que fue hecha
pública, se tomó lamentablemente, como una manio-
bra electoralista para ser usada en las elecciones en
las aue fui candidato al rectorado de la Universidad
de Buenos Aires.
C. N.s Sería preferible que nos ocupáramos ahora del
presente y del futuro. ¿Qué medidas o qué planes pro-
pondría usted para remediar la actual situación uni-
versitaria y científica en el país?
R. G.: En el momento actual es poco lo que puede
programarse o planificarse mientras el país no salga
del atolladero en el cual se encuentra y mientras pasen
las cosas gravísimas que están ocurriendo. Muchos de
mis colegas se empeñan en corregir algunas anoma-
lías, combatiendo a ciertas personas o proponiendo
medidas determinadas para que se rectifiquen rumbos
en algunas instituciones. Yo no dudo de que lo hagan
muy honestamente, ni dudo tampoco de que puedan
tener cierta eficacia. Lo que pongo en tela de juicio es
la pertinencia de esa lucha dentro del contexto nacio-
nal. Al doctor Taquini se lo podrá reemplazar por al-
guien que sepa algo de política científica; se podrá me-
20
jorar el CONACYT, pero eso no modificará mucho
la situación. Tampoco se trata de cuestionar a este o
aquel miembro del Consejo de Investigaciones. O de
preguntarse si Santas era mejor que Quartino o Gue-
rrero peor que Zardini. Aquí está en juego todo el
sistema y no algunos individuos.
Más grave que la presencia de Taquini en el CO-
NACYT es la presencia permanente de los "servicios
de informaciones" en la Secretaría y el Directorio del
Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (pa-
ra no hablar de las universidades). Sin restarles un
ápice de su gravedad, yo creo que son problemas que
deben pasar a segundo plano, porque sólo se trata de
manifestaciones, en un sector determinado, del siste-
ma político que impera en el país. Por eso, en un país
que está en las condiciones del nuestro no tiene mu-
cho sentido hablar de planes, como no se trate de los
planes que podrían desarrollarse cuando las cosas cam-
bien. Pero sólo cuando cambien en profundidad, cosa
que no ocurrirá a través de seudo-acuerdos entre diri-
gentes fracasados, arribistas profesionales y detenta-
dores de poderes que el pueblo jamás les habría otor-
gado.
C. N.: ¿Cree usted entonces que habría que buscar la
manera de volver al tipo de situación que imperaba
en 19G6?
R. G.: De ninguna manera. Nosotros trabajamos en la
Universidad anterior a julio de 1966 no porque estu-
viéramos de acuerdo con lo que ocurría en el país,
sino porque se nos daban las mínimas garantías de in-
dependencia que exigíamos para poder formar algunas
generaciones de universitarios que estuvieran prepara-
dos para contribuir a construir un país distinto. Aun-
que esa tarea nos insumió demasiado tiempo y ener-
gía, no fuimos indiferentes a lo que ocurría en el país.
Para mencionar solo dos ejemplos: de nuestra Uni-
versidad partió la denuncia de los contratos petrole-
ros y fue la Universidad un factor decisivo que se
opuso al envío de tropas argentinas para apoyar la
invasión norteamericana a Santo Domingo.
En el orden universitario quizás tendría sentido
hablar de volver a 1966, no para hacer lo mismo que
se hizo entonces, sino para aplicar la experiencia ad-
quirida y hacer algo mucho mejor, con una verdadera
revolución de estructuras universitarias. Pero en el
orden nacional sería absurdo pensar en volver a 1966.
No hay que olvidar que las masas populares están
marginadas de las decisiones políticas fundamentales
desde 1955. Ninguna vuelta a ningún tiempo pasado
tiene sentido. Pero ninguna solución para el futuro
tiene tampoco sentido marginando al protagonista
principal del proceso histórico.
C.N.i ¿Piensa que habrá que esperar a que sobreven-
gan esos cambios profundos para poder hacer algo
efectiva en el orden universitario?
jR. G.: Voy a contestarle con una historia. Pero una
historia verídica. Fue narrada por un periodis'a fran-
cés, en Ginebra, al regresar de una visita a Yietnam
del Norte en plena época de la "escalada".
A orillas de un río, en una zona que había sido
bombardeada la noche anterior, varios grupos de viet-
23. J . 0
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namitas reconstruían afanosamente un puente casi to-
talmente destruido. "No piensan que puede volver a
ser bombardeado y destruido apenas lo terminen, o
aún antes?", preguntó el periodista a su guía. "Claro
que sí —fue la respuesta—, ya varias veces hemos
construido aquí puentes y todos fueron destruidos.
Pero no importa: por breve que sea el período en que
funcione el puente, por él pasarán hombres y pertre-
chos, víveres y medicinas para otros combatientes.
Todo eso va a contribuir a la victoria. Porque un día
venceremos y cesarán los bombardeos, y quedará cons-
truido un puente mucho más hermoso que todos
estos".
Creo que tenemos que imitar a los vietnameses.
Seguir construyendo puentes que contribuyen a la vic-
toria final. Pero —también como ellos— sin pactar
con el agresor a fin de evitar los bombardeos.
C. IV..- ¿Cómo juzga usted al gobierno tripartito en tan-
to forma de conducción de la Universidad?
R. G.: Creo que la experiencia de gobierno tripartito
que se realizó en el período en el cual nosotros actua-
mos fue de gran trascendencia y con un neto balance
positivo. La participación de los estudiantes y de los
graduados en los órganos de gobierno universitario
fue una antigua aspiración estudiantil que se remonta
al movimiento de la Reforma de 1918. Era importan-
te realizar la experiencia y evaluarla como una de las
formas posibles de gobierno universitario.
Sigo sosteniendo que estudiantes y graduados reali-
zaron un aporte de gran significación al proceso uni-
versitario que terminó en 1966. Alguna vez desafié
—y ahora reitero el desafío— a profesores y a críticos
extrauniversitarios que vociferaban contra el gobierno
tripartito, a realizar la siguiente experiencia: revisar
las actas taquigráficas de las sesiones del Consejo Su-
perior de la Universidad de Buenos Aires, entre los
años 1957 y 1966, y evaluar las intervenciones de los
cinco representantes de los profesores, los cinco re-
presentantes estudiantiles y los cinco representantes
de los graduados. Estoy convencido que, al margen de
ejemplos particulares —algunos grandes valores entre
los representantes de los profesores y algunos ejemplos
deplorables de delegados estudiantiles y de gradua-
dos— el saldo final muestra que el sector profesoral
fue quien menos contribuyó a las cosas positivas que
hizo la Universidad. En particular, en lo que respecta
al nombramiento de docentes e investigadores, fueron
los estudiantes y los graduados quienes pugnaron por
una renovación de valores y se opusieron en muchas
oportunidades a los profesores caducos cuyo mérito
mayor era el ser sostenidos por las poderosas cama-
rillas que gobernaron las grandes facultades.
Es curioso, sin embargo, que hayan surgido última-
mente, dentro del elenco oficialista de turno, nume-
rosos defensores de la participación estudiantil en el
gobierno universitario. Son los mismos que antes se
oponían y ahora ensavan formas grotescas de popu-
lismo en burdo afán demagógico. Las causas profun-
das de estos cambios de frente —demagogia aparte—
debe verse en el temor que les inspiran otras formas
de "participación" estudiantil, no institucionalizadas
pero más efectivas que las anteriores, que han hecho
que en algunas facultades las llamadas "autoridades"
pasen a ser figuras decorativas, cuando no simples
fantoches indecorosos.
C. N.: ¿Cree usted que debe volverse al gobierno tri-
partito?
R. G.: Creo que es bueno extraer todas las conclusio-
nes de la experiencia anterior y considerar algunas
alternativas posibles. Entre los aspectos negativos del
gobierno tripartito, figura la disyuntiva en que se en-
contraron sistemáticamente los delegados estudiantiles
y de graduados. O bien se "integraban" al organismo
(Consejo Directivo o Consejo Superior) para el cual
habían sido elegidos, se sumergían en los problemas y
actuaban según su propio entender, o bien consulta-
ban permanentemente a las agrupaciones de las cuales
provenían, antes de tomar ninguna decisión. En el
primer caso se "desconectaban" de quienes los habían
votado, dejaban de ser representativos y eran de in-
mediato acusados de estar "entregados". En el se-
gundo caso se veían frecuentemente reducidos a la
esterilidad, pues los mecanismos de consulta eran len-
tos, se les daban "mandatos" que solían ser el fruto
de decisiones de una mayoría circunstancial en una
asamblea apresuradamente convocada y, en general,
quedaban superados por los propios acontecimientos.
En el caso de los graduados la situación se tornaba
mucho más difícil de evaluar por la influencia de po-
derosas asociaciones profesionales.
Hoy se advierte una reacción contra este tipo de
'vicios" del sistema de cogobierno. El problema no es
nuestro solamente. Para citar a un país bien distinto,
en el Japón los estudiantes rechazaron recientemente
la participación en el gobierno universitario. Prefieren
que los profesores asuman la responsabilidad total.
Reclaman, sin embargo, el poder de veto, pomparte
de las organizaciones estudiantiles, sobre cierto tipo de
medidas que pudieran adoptar los profesores. Alguna
universidad ianonesa ya adoptó este sistema.
Creo, en definitiva, que no hay que aferrarse a es-
quemas rígidos. Lo importante es no solo que haya
efectiva participación ele estudiantes y graduados en
el gobierno universitario, sino que estos se sientan
realmente representados. Hay más de una solución
posible. En todo caso estoy absolutamente convencido
— y la experiencia nuestra es terminante en este senti-
d o — que no hay posibilidad de cambios profundos^ en
la estructura universitaria sin una fuerte participación
de estudiantes y graduados. Y para terminar con este
tema, desearía agregar que debemos limpiar a la pa-
labras "participación" de las connotaciones que le dio
De Gaulle en Francia y que ha tenido imitadores
aquí, como en otras partes del mundo. El participa-
cionismo "a la De Gaulle" no es más que una forma
novedosa de embaucar a obreros y estudiantes. Aquí,
como en otros casos, estamos frente a una muestra de
la inteli«ente política de la derecha que ha consistido
en apoderarse del lenguaje de la izquierda para des-
truirlo. O
21
24. Cien años de
astronomía argentina
Sayd Codina
Marcha
Se cumplió el 24 de octubre de
este año el primer centenario de la
creación del Observatorio Astronó-
mico de Córdoba. Es habitual decir
que la astronomía nació en el mo-
mento en que el hombre primitivo
elevó sus ojos al cielo estrellado.
Esto puede ser cierto si uno amplía
el contenido de la palabra astrono-
mía para comprender en ella, no
sólo el conocimiento científico or-
denado, fundado en un elaborado
trabajo instrumental, que es la astro-
nomía en 1971, sino también la
mera contemplación del cielo. Li-
mitando el uso de tal palabra a la
designación de una de las ciencias
físicas y teniendo en cuenta el lapso
en que se logra la mayor parte de
los conocimientos astronómicos ac-
tuales, podría decirse que la histo-
ria de la astronomía comienza en
la segunda mitad del siglo pasado;
y, entonces, la vida del Observato-
rio de Córdoba coincide con la his-
toria entera de la ciencia astronómi-
ca actual. Un ligero repaso de las
circunstancias en que nació este pri-
mer observatorio argentino y de sus
principales labores nos dirá en qué
medida los objetivos de su creación
han sido cumplidos y cómo sus apor-
tes han contribuido a la construc-
ción de la astronomía de hoy.
Sayd Codina es Licenciado en
Astronomía trabaja en el
Departamento de Astronomía y Física
de la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Universidad de la
República, Montevideo, Uruguay.
22
La creación del Observatorio
de Córdoba
La fundación del Observatorio
Nacional Astronómico en 1871, en
la ciudad de Córdoba, puede consi-
derarse una paradoja. La situación
de la República Argentina en ese
año merecía el justo calificativo de
catastrófica. La paz de la guerra de
la Triple Alianza, que desangró y
agotó al país durante cinco años,
fue firmada en 1870; en el mismo
año 1871, una terrible epidemia de
fiebre amarilla diezmaba la pobla-
ción de la capital; todo estaba por
hacerse para que el país funcionara
como un estado moderno. El suce-
sor del general Mitre en la presi-
dencia de la república, don Domin-
go F. Sarmiento, asume la magistra-
tura en 1868. Sin ninguna creden-
cial de caudillo, como las tuvieron
sus antecesores, el novel presidente
debe fundamentar muy convincen-
temente cada una de sus iniciativas,
para lograr el apoyo aun de los re-
presentantes más adictos a su línea
política. Sólo un profundo conven-
cimiento del valor de la ciencia en
el desarrollo de las naciones pudo
impulsar en Sarmiento una idea apa-
rentemente tan inoportuna, como la
que permitió el nacimiento del Ob-
servatorio de Córdoba. Algunas de
sus palabras en el acto de la funda-
ción nos ilustran sobre el pensamien-
to de Sarmiento a este respecto:
"Hay, sin embargo, un cargo al que
debo responder, y que, apenas satis-
fecho por una parte, reaparece por
otra bajo nueva forma. Es anticipa-
do o superfluo, se dice, un observa-
torio en pueblos nacientes y con un
erario o exhausto o recargado. Y
bien, yo digo que debemos renun-
ciar al rango de nación, o al título
de pueblo civilizado, si no tomamos
nuestra parte en el progreso y en el
movimiento de las ciencias natura-
les. Es una cruel ilusión del espíritu
creernos y llamarnos pueblos nue-
vos. Es de viejos que pecamos. Los
pueblos modernos son los que re-
sumen en sí todos los progresos que
en las ciencias y en las artes ha he-
cho la humanidad, aplicándolos a la
más general satisfacción de las nece-
sidades del mayor número. Lo que
necesitamos es, pues, regenerarnos,
rejuveneciéndonos, adquiriendo ma-
yor suma de conocimientos y gene-
ralizándolos entre nuestros ciuda-
danos".
Es de notar que la idea de insta-
lar en la República Argentina de los
años 1870 un observatorio astronó-
mico no surgió en la mente de Sar-
miento luego de asumir su cargo
presidencial. Sarmiento conoció ,il
que sería luego el primer director
del observatorio, el distinguido as-
trónomo norteamericano, doctor
Benjamín A. Gould, en su viaje a
Estados Unidos como ministro. Allí,
Gould le habría explicado su interés
en extender al cielo austral los tra-
bajos astronómicos realizados en el
norte por los grandes astrónomos
del siglo, como Bessel, Argelander,